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TALLER DE EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA.

No 3

CUALIDADES DEL TEXTO ESCRITO.

Realice la siguiente lectura comprensiva del texto EL OFICIO DE PENSAR,


subcapítulo del capítulo La vida intelectual, del libro de Armando Zubizarreta. El
propósito de la actividad lectora identificar tres aspectos fundamentales del texto
escrito: elipsis, sustitución léxica y conectores. La actividad se realiza sobre la copia
utilizando diferentes colores subrayando cada cualidad del documento escrito. La
solución del ejercicio compromete solo a las parejas que van a realizar el trabajo escrito
de fin de corte. En los dos días siguientes trataré de comunicarme con ustedes, por
google hangouts, o por otro medio. Ejemplo de subrayado

ECONOMÍA DE LA IMPERMANENCIA

AlvinToffler

En el pasado, la permanencia era lo ideal. Tanto si empleaban en la confección de mano


de un par de zapatos, como si se aplicaban a la construcción de una catedral, todas las
energías creadoras y productoras del hombre se encaminaban a aumentar hasta el
máximo la duración del producto. El hombre construía cosas que durasen. Tenía que
hacerlo. Como la sociedad en que vivía era relativamente inmutable, cada objeto tenía
una función claramente definida, y la lógica económica imponía una política de
permanencia. Aunque tuviesen que ser remendados de vez en cuando, los zapatos que
costaban cincuenta dólares y duraban diez años, resultaban menos caros que los que
costaban diez dólares y duraban un solo año.

Sin embargo, al acelerarse el ritmo general de cambio en la sociedad, la economía de


permanencia es – y debe ser – sustituída por la economía de la transitoriedad.

En primer lugar, la tecnología progresiva tiende a rebajar el costo de fabricación mucho


más rápidamente que el costo de reparación. Aquella es automática; esta sigue siendo,
en gran parte, una operación manual. Esto significa que, con frecuencia, resulta más
barato sustituir que reparar. Es económicamente sensato confeccionar objetos baratos,
irreparables que se tiran una vez usados, aunque puedan no durar tanto como los objetos
reparables.

Segundo, los avances de la tecnología permiten mejorar el objeto con el paso del
tiempo. La computadora de la segunda generación es mejor que la de la primera y peor
que la de la tercera. Como cabe prever ulteriores avances tecnológicos, nuevas mejoras
a intervalos cada vez más breves, muchas veces resulta lógico, económicamente,
construir para un plazo, más que para un plazo largo. David Lewis, arquitecto y
urbanista de “Urban Design Associates”, de Pittsburg, habla de ciertas casas de
apartamentos de Miami que son derribadas a los diez años de su construcción. Los
perfeccionados sistemas de acondicionamiento de aire en edificios más nuevos
perjudica la rentabilidad de estas casas viejas. Considerados todos los factores, resulta
más barato derribar estos edificios de diez años que repararlos
Signos convencionales:
Rojo: Conectores
Verde: sustitución léxica
Azul: Elipsis

LA VIDA INTELECTUAL

ZUBIZARRETA, ARMANDO. La aventura del Trabajo intelectual. EE.UU., ED.


Addison- Wesley, 1996.

A) El oficio de pensar.

Dedicarse al ejercicio de la inteligencia no es evadirse de la realidad, sino, por el


contrario, cumplir una de las más importante tareas sociales, si se comprende que la
inteligencia, origen de la técnica que hoy nos deslumbra, exige y hace posible la
organización de una sociedad justa al servicio de los hombres. La tarea intelectual no es
un aislamiento egoísta e irresponsable, sino un fecundo servicio; por ello, el intelectual
de las ciencias o las letras que reconoce su responsabilidad frente a la sociedad y sus
urgentes necesidades, puede exhibir su inalienable derecho de establecer el programa y
las condiciones de su tarea propia.
La actitud característica del intelectual es la libre discusión crítica en busca del
sentido de todo cuanto lo rodea, el símbolo de la vida intelectual es, por tanto, la
interrogación. Por eso, el intelectual, muchas veces considerado inhábil para la vida
práctica, es, sin embargo, un renovador infatigable puesto que nada establecido escapa a
su revisión, de modo que su inquietante presencia suele ser temida por el poder injusto,
por el fanático, por el mediocre. Es cierto que en la tarea intelectual concreta existe un
aspecto de mera aplicación técnica de los conocimientos que constituye lo que
llamamos profesión. Y, por desgracia, suele ocurrir - en las letras, las ciencias, las artes
y hasta en la docencia- una progresiva profesionalización del sujeto que va
adormeciendo, en la práctica concreta, la curiosidad intelectual. Contra este proceso hay
que luchar sin tregua porque sólo la inteligencia lúcida conserva su dignidad y cumple
su destino.
Pero la vida intelectual no solo es pregunta, búsqueda, sino también hallazgo y
ordenación de las respuestas, casi siempre provisionales. Es aprendizaje constante,
hábito de escuchar y de leer atentamente. Sin el trabajo diario de estudiar seriamente –
comprendiendo, ordenando, memorizando- no es posible un vigoroso desarrollo y una
auténtica disciplina de la inteligencia.
Sin una lucha constante contra la dispersión, contra la superficialidad, contra la
euforia, contra la depresión, la inteligencia se debilita y oscurece. El juego irresponsable
con ideas y teorías, tanto como la erudición ostentosa, suelen constituir obstáculos que
nos distraen de la reflexión y la asimilación pausada y comprensiva, nos entregan a una
dispersión más o menos encubierta. El afán de simplificar puede impedir la labor de
profundizar en el tema y conducirnos a un esquematismo superficial y vacío. La euforia
y la depresión suelen adormecer nuestra responsabilidad intelectual, ya sea porque no
nos satisfizo lo poco que habíamos aprendido o ya sea porque nos desaliente lo mucho
que nos falta por aprender. Las dificultades se acrecientan porque existen múltiples y
sutiles tentaciones que sólo pueden ser vencidas por un espíritu vigilante. Bajo las
formas disimuladas o agresivas de negación de la inteligencia, se esconde muchas
veces el resentimiento de quien no ha sido capaz de soportar la ascesis que hace posible
la auténtica vida intelectual.
En algunas personalidades intelectuales predomina, en algún modo, un espíritu de
síntesis constructiva y de interpretación audaz y casi poética. En otras, un ánimo de
análisis y de inducción minuciosa, lento y seguro. Pero ni la pasión de los grandes
esquemas explicativos ni el afán por cada uno de los detalles deben entorpecer la
agudeza y el rigor de la crítica racional ni la amplitud de su mirada comprensiva. Ese
equilibrio de una atención dirigida tanto a cada particularidad cuanto al conjunto es el
objeto último de una auténtica educación de la inteligencia, realizada gracias a
ascetismo creador del trabajo.

Fecha de entrega del 26 al 31 de marzo, por este mismo medio.

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