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La rosa roja de Nissan

La nueva fábrica Nissan en Sunderland se inauguró el 11 de sep-


tiembre de 1986 con un gran despliegue de publicidad: anuncios
por televisión, documentales, suplementos de periódicos, cober-
tura periodística de la ceremonia de inauguración por el primer
ministro.
El tema central de toda esta publicidad era que la planta
Nissan abría una nueva época. He aquí una fábrica donde direc-
tores y trabajadores visten ropa blanca y comparten el mismo co-
medor, donde tanto los directores como los trabajadores son jó-
venes (edad promedio cercana a los treinta años), una empresa
donde nunca ha habido huelgas, donde los sindicatos no están
prohibidos sino que, sencillamente, son innecesarios porque los
trabajadores gozan de buenas condiciones de trabajo y se iden-
tifican con los objetivos de la empresa. La fábrica de la nueva épo-
ca, de la nueva tecnología, del nuevo consenso, a años luz de la
combatividad de los obreros del automóvil en los años setenta,
y también a años luz de los directores "machos" como Edwardes,
MacGregor o Murdoch.
Unas semanas después, una publicidad igualmente bri-
llante y sofisticada rodeó a otro acontecimiento: el lanzamiento
del nuevo modelo de Partido Laborista en su conferencia anual,

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Este trabajo fue publicado en español en ¿ Un nueiv Estado? Debatí' sobre la reestruc-
turación del Estado y el Capital, W. Bonefeld y J. Holloway compiladores, México,
'torial Cambio XXI, Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración
Publica, Distribuciones Fontamara, 1994.
KLYNLSIANISMO: UNA ¡'LUCROSA ILUSIÓN « JOHN HOLLOWAY LA ROSA ROÍA DE NISSAN

el partido de la nueva Mayoría Moral, el partido del nuevo con- Trabajo aburrido, repetitivo y no calificado en la fábrica,
senso. También aquí se ofrece una nueva época, una ruptura con compensado por salarios relativamente altos: el típico pacto de
el pasado. Queda cerrado el basurero de la historia con su ma- paz fordista se mantenía. La forma de producir el modelo T por
loliente política de conflicto y combatividad sindical. El suave aro- Ford marcaba una tendencia general no sólo por su utilización
ma de la rosa roja disipa los malos olores, los militantes "machos" de la línea de montaje para la producción de automóviles, sino
son sustituidos por el caballero con la flor. también debido a la forma en que se promovía el consumo al mis-
Es la aurora de una nueva armonía en la industria, el heral- mo tiempo como retribución por la producción y como su estí-
do de una nueva política de consenso. ¿Es sólo una coincidencia, mulo. Ford pagaba a sus obreros el elevado salario de cinco dó-
o nos dice algo acerca de la dirección que está tomando el capi- lares por día a cambio del intenso y monótono trabajo en la línea
talismo en Gran Bretaña? de montaje. Con este salario podían tener los medios para com-
prar un auto barato, estimulando así la demanda para más mo-
delos T, más trabajo monótono, y así sucesivamente.
II En la British Leyland las cifras eran diferentes, pero la
esencia era similar, el principio central de la dominación capita-
El contraste que sugiere la publicidad de Nissan es un contras- lista de posguerra: acepta la alienación mortecina y mortal del tra-
te con la industria británica del automóvil de los años setenta, y bajo hastiante a cambio de altos salarios que te permitirán vivir
en especial con la British Leyland. Si se puede ver a la British Ley- la vida del consumo de masas, que a su vez generará la deman-
land como un símbolo de la crisis, entonces la Nissan simboliza da de los productos de aún más trabajo alienante y hastiante.
su solución exitosa. La British Leyland no sólo simboliza la cri- Dado que, generalmente, en este caso eran hombres quie-
sis de la industria del automóvil, o la crisis del capitalismo bri- nes realizaban el trabajo en la fábrica mientras se veía a las mu-
tánico, sino la crisis de un modelo de producción que general- jeres como más directamente ligadas al consumo, este modelo de
mente es llamado fordismo. En contraste, la Nissan representa no relaciones en el trabajo implicaba el desarrollo de determinado
sólo el éxito del capital japonés, sino un nuevo modelo de rela- modelo de relaciones de género y de determinado tipo de sexua-
ciones productivas, una tendencia actual denominada neofordis- lidad. El modelo de dominación en la fábrica se complementa-
mo o postfordismo. ba con un modelo de dominación en el hogar y sobre la base de
La crisis en la British Leyland a mediados de los años seten- estas relaciones se producían los autos: alienación en la fábrica
ta es significativa no solamente porque era una empresa muy gran- produce alienación en casa, la cual a su vez estimula a salir ha-
de y el último bastión de la industria británica del automóvil, si- cia el trabajo alienado.
no también porque se presentaba c o m o el estereotipo de la La piedra angular de toda esta estructura eran los sindica-
industria ligada al largo boom de posguerra. La producción se ha- tos y la práctica de la negociación colectiva. A través de las tra-
cía en grandes fábricas organizadas alrededor de la línea de mon- tativas anuales de negociación colectiva el intercambio entre la
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taje de acuerdo con los principios adoptados por Ford en la pro- muerte" del trabajo alienado y la "vida" del consumo era n e g ó
ducción del modelo T. La gran mayoría del trabajo era repetitivo ciado y renegociado con regularidad.
y requería escasa calificación. Todos los obreros estaban organiza- E>entro de este equilibrio había, por supuesto, conflictos y des-
dos en sindicatos y durante todo el largo período del boom, cuan- plazamientos de poder. El largo período de prosperidad relativa
do cada auto producido se podía vender de inmediato, lograron Permitió a los trabajadores afirmar una importante relación de fuer-
obtener salarios relativamente altos y en ascenso constante. a s . En la British Leyland la fuerza negociadora de los obreros (y
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las consiguientes limitaciones para la dirección de la empresa) se A finales de los años sesenta y comientzos de los setenta to-
expresaron con la mayor claridad en el sistema de mutualidad. Ba- do el patrón de dominación y producción comenzó a sacudirse. El
jo este sistema, la dirección aceptó que no se podrían introducir hastío acumulado se combinó con la confianza acumulada duran-
nuevas tecnologías o reorganización de las normas laborales sin te un largo período sin desempleo para determinar que fuera ca-
el consentimiento previo de los delegados de departamento (shop- da vez más difícil encerrar las frustraciones en el interior de la fá-
steivards). La mutualidad era una notable encarnación de la fuer- brica. La explosiva frvistración se expresó en una alta tasa de
za de los trabajadores dentro del equilibrio fordista: el principio de rotación (tumover) en el trabajo, crecientes ausentismo y sabotaje,
mutualidad no significaba una demanda revolucionaria de los y frecuente estallido de huelgas. En el conjunto de la industria bri-
obreros para controlar la producción, sino que simplemente esta- tánica del automóvil el nivel de actividad huelguística creció fuer-
blecía que los derechos de la dirección eran limitados y que se de- temente después de 1963 y luego muy dramáticamente a fines de
bía pagar por cualquier intensificación del trabajo. los sesenta y principios de los setenta: entre 1969 y 1978 se perdió
"Pagar por cambiar" era el principio clave del sistema de un promedio anual de más 1.800.000 días de trabajo debido a las
mutualidad. huelgas en la industria del automóvil, en comparación con un pro-
Por supuesto, nunca fue ésta toda la verdad de la historia. medio de 377.600 días por año perdidos entre 1 9 5 0 / 1 9 6 3 (Mars-
El contrato salarial fordista en la fábrica no podía funcionar me- den et al., 1985,121).
jor que el contrato matrimonial en casa. El intercambio entre abu- Significativamente, la mayoría de estas huelgas no pedían
rrimiento en el trabajo y "vida" afuera nunca podía ser comple- mejores salarios, sino que se originaban en disputas sobre las con-
tamente exitoso. diciones de trabajo. En su Informe anual de 1976 el presidente de
Inevitablemente, había luchas en la fábrica que no entraban la British Leyland reconoció: "En la British Leyland, aunque re-
claramente en el modelo fordista: luchas no precisamente por me- lativamente pocos conflictos han tenido relación directa con el sa-
jores salarios, ni siquiera por el control de la producción, sino re- lario, tantas huelgas se han producido sin beneficio alguno, ya sea
beliones contra el trabajo como tal (sabotaje, ausentismo, huel- para la empresa o para los empleados, que uno se ve obligado a
gas salvajes, etcétera). Rebeliones contra el trabajo en la única concluir que la razón subyacente es el deseo de hacer una pro-
forma en que éste existía: como muerte, como negación de la vi- testa" (citado en Televisión History Workshop, 1985, 81).
da y la creatividad. La combatividad ascendente de finales de los años sesenta
Durante largo tiempo, sin embargo, estas expresiones de no se proponía meramente la renegociación del pacto fordista:
frustración eran una amenaza menor para el conjunto de la es- más salario por un trabajo detestable. Golpeaba en el núcleo cen-
tructura. El tratado de paz fordista nunca fue el cuadro total, pe- tral del fordismo mismo: los altos salarios ya no bastaban para
ro era lo suficientemente real como para dar un marco al creci- contener la frustración acumulada. C o m o declaró un gerente de
miento rápido y sostenido de la industria británica del automóvil la British Leyland : "Esta protesta fue, en mi opinión, una pro-
(y otras industrias del automóvil) a lo largo de los años cincuenta testa contra el capitalismo y la democracia de este país" (Televi-
y la mayor parte de los años sesenta. No obstante, su base de sus- sión History Workshop, 1985, 81).
tentación era muy frágil (como la de toda armonía social en una No se trataba de vina situación revolucionaria. No se plan-
sociedad de clases): por un lado, el equilibrio entre frustración y teaba, en la British Leyland ni en ninguna otra parte en Gran
consumo siempre fue delicado (y potencialmente explosivo); aña,un a s í
> l t o revolucionario contra e l capital. Pero sería
por otro lado, el conjunto del sistema presuponía la expansión del completamente erróneo sacar de ahí la conclusión de que el ca-
mercado, la venta relativamente fácil de los autos producidos. u
P a l no estaba amenazado. Se estaba minando la estructura de

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control que era la base del desarrollo capitalista en el período de La crisis en la British Leyland fue el estallido del combate
posguerra. La clase capitalista no corría un peligro inminente de abierto. Estaba roto el equilibrio fordista, que hasta entonces ha-
derribamiento, pero ciertamente ningún director o gerente de la bía conseguido contener las frustraciones y mantener una estruc-
British Leyland podía hablar con la confianza del centurión en tura de control adecuada durante tanto tiempo que había termi-
los Evangelios: "Le decía a uno 'Ve', e iba; y a otro 'Ven', y venía; nado por conformar la imagen del capitalismo para toda una
y a mi sirviente 'Haz esto', y lo hacía" (Lucas 7, VII). Aquella au- generación.
toridad que es la premisa de todo el sistema capitalista de pro- La crisis capitalista nunca es otra cosa que esto: la ruptura
ducción, ya no funcionaba. de un patrón de dominación de clase relativamente estable. Apa-
La pérdida de autoridad dentro de las fábricas se mezcló con rece como una crisis económica, que se expresa en una caída en
el colapso del otro frágil pilar del fordismo. Las dificultades en la la tasa de ganancia, pero su núcleo es el fracaso de un patrón de
producción en todas partes (debidas a una combinación entre la dominación establecido. Desde el punto de vista del capital, la cri-
combatividad ascendente y el hecho de que las inversiones en nue- sis sólo puede ser resuelta mediante el establecimiento de nuevos
va maquinaria ya no llegaban a aumentos significativos en la pro- patrones de dominación. Esto no significa que el capital tiene pre-
ductividad) castigaron las ganancias y terminaron con la expan- parados nuevos patrones para imponerlos a la clase obrera. Pa-
sión constante del mercado capitalista sobre el cual se basaba el ra el capital, la crisis sólo puede ser resuelta a través de la lucha,
funcionamiento fluido del sistema fordista. Ya no era verdad, a fi- del restablecimiento de la autoridad y de una difícil búsqueda de
nales de los sesenta, que todo auto producido podría ser vendi- nuevos patrones de dominación.
do sin problemas; y hacia 1974, cuando la crisis mundial ya era En el caso de la British Leyland, el restablecimiento del con-
evidente y el aumento de precios del petróleo llegó hasta los au- trol se identificó con la cuestión de elevar la productividad. Se con-
tomovilistas, los fabricantes de automóviles tenían que competir sideró a la elevación de la productividad como la clave para la su-
intensamente para vender sus productos. Las empresas produc- pervivencia de la empresa frente a la competencia internacional.
toras se vieron obligadas a cambiar sus métodos de producción Aumentar la productividad no era mera cuestión de intro-
para poder competir. También la dirección empresarial tuvo que ducir nueva maquinaria, sino de hacer que los trabajadores tra-
atacar las normas establecidas de relaciones laborales. Desde bajaran más duro. C o m o decía un informe sobre la política cen-
ambos lados de la relación capital-trabajo, la estabilidad relativa tral de la administración en 1975: "Con la misma cantidad de
del fordismo estaba bajo ataque. Al período de compromiso en el energía a su alcance y ejecutando el mismo trabajo que sus si-
cual los sindicatos habían mantenido juntas a ambas partes en apa- milares en Europa continental, un obrero del automóvil británi-
rente armonía, sucedió un período de conflicto abierto, de lucha co en la línea de montaje produce sólo la mitad por turno"
frontal por el poder. C o m o declaró el director de la British Ley- (CPRS, 1975).
land antes citado: "Lo único que realmente surge es el hecho de En tales circunstancias, no tenía mucho objeto introducir
que tanto la dirección como los delegados (shop stezvard) aprecia- nueva tecnología hasta que se establecieran nuevas actitudes y
ban la situación: ambos conocían sus propios objetivos y ambos una nueva disciplina. La nueva tecnología requeriría un nuevo
se aceptaban mutuamente lo que estaban haciendo. No se trata- tipo de control sobre la fuerza de trabajo, pero al mismo tiempo
ba de una batalla entablada entre gente que la negaba: ambos la- podía también contribuir a la creación de tal control. Así lo plan-
dos admitían que había una lucha. La gerencia decía: 'Vamos a ga- teo un gerente de la Ford cuando habló de la instalación de 39 ro-
nar'. Los delegados decían: 'Vamos a ganar'" (Televisión History ots industriales nuevos: "No hemos podido controlar a la fuer-
Workshop 1985, 81). za de trabajo. No podemos obligar a cada hombre a poner cada
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soldadura en su lugar correspondiente. Por eso hemos tratado de to, será una victoria política. Probará que los trabajadores norma-
establecer la calidad mediante máquinas" (Scarborough 1986,99). les tienen la inteligencia y la determinación de dirigir la indus-
En la British Leyland, el restablecimiento del control patro- tria" (The Guardian. 9/A/79, citado en Scarborough, 1986,102).
nal y la introducción de nueva tecnología estaban fuertemente en- El entusiasmo de Robinson no fue confirmado por la experien-
trelazados en el planeamiento de un nuevo modelo de auto, el cia. Las discusiones de los comités conjuntos tuvieron lugar den-
Metro, a ser lanzado al mercado a fines de los años setenta. La de- tro de un marco ya estrictamente definido por decisiones patrona-
cisión de usar la tecnología más avanzada (multisoldadoras au- les (sobre el Metro, por ejemplo) y estaban separadas de la
tomáticas y robots) en la producción del Metro se tomó a mitad estructura de negociación colectiva en la cual se tomaban las deci-
de los setenta, en parte por razones de calidad (se consideraba siones reales sobre normas de trabajo. Por consiguiente, los dele-
más confiables a las máquinas que a los obreros) y en parte por- gados sintieron -por un lado- que ejercían poca influencia y -por
que "se sentía que había ventajas no cuantificables en el uso de el otro- que a menudo se comprometían, ante los ojos de los tra-
tecnología cuyo resultado era que la dirección tenía que mane- bajadores a los cuales representaban, por su participación en deci-
jar muchos menos operadores directos" (Willman y Winch, 1985, siones de la gerencia (William y Winch, 1985; Scarborough, 1986).
50). Una vez tomada la decisión de invertir en alta tecnología y Desde el punto de vista de la patronal, el ejercicio de partici-
de construir una nueva planta (el establecimiento New West en pación fue al mismo tiempo un éxito y un fracaso. Por un lado, sí
Longbridge), se tornó más urgente que nunca establecer el con- promovió cierto grado de aceptación de la necesidad de cambiar: co-
trol patronal antes de que la nueva planta se inaugurara. mo declaró un director, "la participación fue un éxito y nos ayudó
Pueden verse dos fases en el intento de la dirección de la em- a vender los cambios que queríamos" (Scarborough, 1986,103). Por
presa de establecer su control. La primera fase, que va del colap- otro lado, fue una manera lenta y dificultosa de lograr el cambio y
so financiero de la empresa y su consiguiente intervención por no estableció la clara autoridad que la dirección demandaba: se re-
el gobierno laborista en 1974 a la designación de Michael Edwar- conocía el poder de los delegados y todavía la actividad huelguís-
des como ejecutivo jefe en octubre de 1977, buscaba la incorpo- tica continuaba a un nivel alto. En opinión de Michael Edwardes:
ración de los delegados de departamento. Cuando las finanzas
de la empresa se desplomaron en diciembre de 1974, el gobier- La estructura triple de participación de los empleados -piedra angu-
no encargó un informe a Sir Don Ryder, presidente del National lar del remedio Ryder para resolver los intrincados problemas de las
Enterprise Board. El plan Ryder, publicado en abril de 1975, su- relaciones laborales- sólo produjo papelería burocrática que disipa-
brayaba la urgencia de cambios en la British Leyland, pero -re- ba los recursos y esfuerzos de la gerencia. Algunas decisiones empre-
conociendo la fuerza de los delegados obreros dentro de la em- sariales se postergaban durante meses mientras la maquinaria con-
presa- trató de conseguir el cambio logrando su cooperación. En sultiva conjunta trataba infructuosamente de dar a luz un consenso.
particular, el plan aceptaba la continuación del sistema de mu- Procedimiento y consulta para evitar problemas en las relaciones in-
tualidad y establecía una estructura de comités conjuntos direc- dustriales parecieron dominar la capacidad de tomar decisiones y de
ción-delegados para discutir un amplio rango de problemas re- convertirlas en acción, y sin embargo, durante ese período la canti-
ferentes al funcionamiento de la empresa. Después de una dad de conflictos aumentó agudamente. (Edwardes, 1984, 39)
encendida discusión, los delegados obreros aceptaron cooperar
en el esquema de participación, algunos incluso con entusiasmo. Hacia 1977 era evidente que la estrategia Ryder no podía Con-
Así lo manifestó Derek Robinson, quien reunió a los delegados or a la recuperación de la empresa: la productividad seguía ca-
obreros en Longbridge: "Si convertimos a la Leyland en un éxi- yendo y con ella la posición de la British Leyland en el mercado.
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Dado que no se podía lograr un efectivo control patronal a través la prensa y parecían ser efectivos, pues los activistas invariablemen-
de la incorporación de los delegados obreros, era necesario que te protestaban. (Edwardes, 1984, 93)
la dirección empresarial se hiciera más abiertamente agresiva. En
octubre de 1977, Michael Edwardes fue designado por el Natio- De este modo, la "democracia" se convirtió en una estrate-
nal Enterprise Board (con la aprobación del gobierno laborista) co- gia patronal: se usó el voto directo de los afiliados para contra-
mo presidente y jefe ejecutivo de la British Leyland. rrestar las formas establecidas de representación sindical.
Para Edwardes, la clave del éxito estaba en la reafirmación La confrontación sobre la mutualidad y el control patronal
del control del capital sobre el trabajo: el "sine qua non de la su- se produjo a finales de 1979. Comenzó cuando, en respuesta a
pervivencia era establecer el derecho a dirigir" (Edwardes, 1984, continuas dificultades económicas, Edwardes dio a conocer un
54), y esto significaría "contrarrestar el poder de los delegados plan de recuperación, que preveía la pérdida de 25.000 puestos
obreros" (Edwardes, 1984, 79). de trabajo y el cierre total o parcial de trece fábricas. Los sindi-
Establecer el derecho a dirigir significaba, crucialmente, catos se opusieron inicialmente al plan. Pero, frente a la afirma-
romper el sistema de mutualidad y afirmar el derecho de la di- ción de la dirección de que la única alternativa era el cierre de la
rección a introducir nuevas normas de trabajo sin el consenti- empresa entera, los sindicatos de mecánicos decidieron recomen-
miento previo de los delegados obreros. Aunque el estilo direc- dar su aceptación en una consulta de los empleados de la empre-
tivo de Edwardes era rispido desde un principio, atacó primero sa, y la votación dio una amplia mayoría a favor. Entonces,
al modo de dirigir establecido, ajustando cuentas no con los de- cuando una cantidad de delegados obreros publicaron un folle-
legados obreros sino con los directores mismos, despidiendo a va- to criticando el plan (en noviembre de 1979), la empresa respon-
rios y removiendo a otros a nuevas posiciones. Pasaron dos dió despidiendo a Derek Robinson, uno de los firmantes del fo-
años antes de que enfrentara a los delegados obreros en una con- lleto y presidente del comité de delegados obreros.
frontación directa sobre la cuestión de la mutualidad. Durante Una huelga en defensa de Robinson fracasó rápidamente,
esos dos años la posición de los delegados se había debilitado no- aunque los delegados continuaron apoyando a Robinson y has-
tablemente debido a una cantidad de cierres de plantas, a la in- ta lo reeligieran coordinador de los delegados de Longbridge en
flexibilidad de la dirección en las negociaciones salariales y al agu- enero de 1980. Los delegados ya no tenían el mismo poder que
do aumento del desempleo a nivel nacional. También se debilitó antes. Por un lado, los sindicatos nacionales (particularmente el
por la nueva estrategia populista de la patronal, dirigida a mo- sindicato de mecánicos, el AUEW, del cual era miembro Robin-
vilizar a los trabajadores contra los delegados. Sosteniendo que son) no lo apoyaron: Robinson, y el poder de los delegados
los delegados obreros no representaban los deseos de sus bases, obreros que él representaba, habían sido durante mucho tiempo
la patronal desarrolló una política (después de febrero de 1979) una espina en el flanco de los dirigentes nacionales responsables
de pasar por encima de las cabezas de los delegados y dirigirse de la A U E W (Edwardes, 1984, 117-133). Por el otro, se hizo evi-
directamente a los propios trabajadores. dente que los delegados obreros no podían contar con el apoyo
activo de los miembros del sindicato: un elemento importante ha-
la s ,

Esto significaba frecuentemente enviar cartas a las casas de los em- d o , sin duda, la aceptación de la estrategia Ryder que invo-
pleados (donde éstos podían considerar calma y cuidadosamente la c a b a a los delegados obreros en un esquema de participación
no

situación junto con sus familias), la publicación de folletos informa- °^e tenía amplio apoyo entre los trabajadores (William y
tivos de la empresa y de carteles. Cuando sentíamos que determina- inch, 1985, 83; Scarborough, 1986). Aunque la estrategia agre-
1 V a de

do problema tenía mayor significación usábamos anuncios pagos en Edwardes parece ser l o contrario del enfoque d e Ryder,

OH
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en realidad se construyó en aspectos importantes sobre los resul- bricar autos competitivamente) fueron lanzados por la ventana, y

tados de éste. nuestras fábricas de automóviles se encontraron con una posibilidad

Una vez que se aceptó el plan de recuperación, la dirección de luchar y volverse competitivas. (Edwardes, 1984,135)

empresarial develó algunas de las implicaciones del plan en un


documento de 92 páginas sobre cambios en las normas laborales. El poder de los delegados obreros habían sido roto efecti-
En términos de Edwardes: "En el centro del documento de 92 pá- vamente: la dirección de la empresa había triunfado.
ginas que subrayan los cambios necesarios estaba el desafío a la El camino había quedado libre para el lanzamiento del mo-
mutualidad" (Edwardes, 1984,133). Un documento dirigido a los delo Metro en octubre de 1980. Se seleccionó cuidadosamente a
directores circuló en ese tiempo por toda la empresa: los trabajadores para la nueva planta para asegurarse de que te-
nían la actitud correcta y que quedara eliminado todo aquel que
1. Son los directores quienes tienen la responsabilidad de administrar, estuviera registrado como activista. El éxito del Metro dependía
dirigir y motivar a los empleados y de comunicarse en problemas de de una mezcla de nueva tecnología y nuevos obreros: las solda-
la empresa [...] los delegados obreros tienen derecho a representar a doras múltiples y los robots no tenían utilidad alguna, a menos
sus miembros y a comunicarles información sindical en el lugar de
que los obreros tuvieran las actitudes correctas para trabajar
trabajo pero sólo dentro de las reglas y procedimientos conjuntamen-
con ellos.
te establecidos La palabra clave en la reforma de las normas de trabajo es
2. Todo director debe desempeñar su papel para derrotar a la peque- flexibilidad. Flexibilidad significa esencialmente la remoción de ba-
ña minoría que quisiera ver el fracaso de British Leyland [...]. (cita- rreras al derecho de la empresa de decir a los trabajadores qué
do en Willman y Winch, 1985,130) hacer, dónde hacerlo y a qué ritmo. Los obreros ya no deben in-
sistir en definiciones de tareas: deben ser lo suficientemente
La cuestión en juego era la extensión del control patronal "flexibles" como para moverse de una tarea a otra. En las pala-
dentro de la fábrica. La dirección de la empresa aspiraba a "cam- bras de un obrero de la planta Cowley:
biar las costumbres de dos generaciones en la empresa" (Edwar-
des, 1 9 8 4 , 1 3 3 ) , a recuperar para el capital la autoridad del orgu- Ahora estamos bajo un ataque constante, y todos los acuerdos pro-
lloso centurión: "Yo le decía a uno 'Ve', y él 'iba'". tectores establecidos en los años sesenta han desaparecido. A los obre-

Las negociaciones sobre el documento de 92 páginas se rom- ros se los agrupa ahora como rebaño de ganado en esas plantas. Los

pieron: los delegados obreros no podían aceptar el abandono de acuerdos de antigüedad, que eran los acuerdos protectores más im-

la mutualidad. La gerencia respondió haciendo circular el docu- portantes han desaparecido totalmente. Estamos viendo condiciones

mento como Periódico Azul entre todo el personal e informó que se- en las cuales a trabajadores que durante treinta o cuarenta años han
trabajado fuera de las líneas, se les da cinco minutos de preaviso pa-
ría puesto en práctica el 8 y 9 de abril de 1980: todo trabajador que
ra que vayan a la línea. [...]. A menudo trabajando en un pozo, con
se presentara al trabajo ese día sería considerado como aceptante
condiciones suplementarias que hacen absolutamente imposible pa-
de las nuevas normas de trabajo. La respuesta del sindicato no fue
ra ellos cumplir la tarea, y se los envía despiadadamente, después de
coordinada y la resistencia pronto se derrumbó. La gerencia había
cuarenta años de trabajar con la empresa. "Métase en ese pozo y ha-
tenido éxito y el capital había afirmado su derecho a mandar:
ga esa tarea o búsquese trabajo en otra parte", y no estoy exageran-
do nada: es lo que sucede todos los días. Cada día en esas plantas. Y
[...] en esos dos días, jueves 8 de abril y viernes 9 de abril de 1980, trein-
la diferencia entre eso y lo que sucedía cuando los sindicatos tenían
ta años de concesiones de la empresa (que habían hecho imposible fa-

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poder hace unos pocos años, es la diferencia absoluta que hay entre ta especie de dedicación y entusiasmo lo que hoy se considera ne-
la tiza y el queso. (Televisión History Workshop, 1985,108) cesario para asegurar la calidad de los productos.
El mando "macho" de Edwardes puede ser visto hoy como
Los delegados obreros ya no pueden controlar el ritmo de una fase de transición, necesaria para destruir los obstáculos al
trabajo o la movilidad de los obreros en la misma forma que an- control empresarial, pero incapaz para establecer la base para un
tes. La organización de los delegados existe todavía, pero los de- nuevo patrón de relaciones industriales estables. Lo que ahora ne-
legados tienen mucho menos facilidades y una función en gran cesita hacer la empresa es construir sobre esta derrota y mode-
parte reducida: ya no tienen papel alguno en la negociación de lar al obrero sumiso transformándolo en un obrero entusiasta, or-
salarios, premios o niveles de esfuerzo, habiendo quedado limi- gulloso de su empresa.
tados principalmente a la representación de los trabajadores en En el grupo Rover ya están ocurriendo cambios en este sen-
los procedimientos de quejas. La aspiración de la dirección nun- tido. Cuando se anunció a principios de 1986 la designación del
ca fue destruir el sindicalismo en la empresa, sino meramente li- nuevo presidente y jefe ejecutivo, Graham Day, la pregunta era
mitar sus alcances, de modo que colaborara con la autoridad em- si uno de los principales colaboradores de Edwardes, Harold
presarial en lugar de cuestionarla. Musgrove, continuaría como presidente de Austin Rover, pues
La productividad en la línea de producción del modelo Me- entre otras cuestiones se consideraba dudoso "si el enfoque del
tro superó incluso las expectativas de la empresa. La producti- señor Musgrove -'latiguear las espaldas de la gente para que de
vidad también subió agudamente en otras plantas, lo cual sugie- la planta salgan autos', como alguien dijo- es hoy el correcto" (Fi-
re que la elevación se debió tanto al nuevo patrón de relaciones tmcial Times, 2 2 / 0 3 / 8 6 ) . Efectivamente, la renuncia del señor
industriales como a la nueva tecnología. El nivel de actividad Musgrove fue una de las primeras consecuencias de la designa-
huelguística, por su parte, cayó. El cambio en la situación fue tan ción de Day.
dramático que a principios de 1984 se informó que Longbridge Una indicación más positiva de la misma tendencia se pue-
tenía mayor productividad que cualquier otra planta de automó- de ver en la actual iniciativa en Austin Rover, "trabajar con or-
viles europea (Willman y Winch, 1 9 8 5 , 1 5 5 ) . gullo". Andy Barr, el director gerente a cargo de esta iniciativa,
Elevar la productividad a niveles europeos ya no es -sin em- la formuló así: "Necesitamos cambiar actitudes y no solamente
bargo-suficiente para sostener la competencia internacional. Bri- patrones de conducta. Necesitamos un involucramiento total pa-
tish Leyland (ahora el grupo Rover) continúa confrontando agu- ra asegurar calidad y confiabilidad de nuestros productos" (Fi-
das dificultades. El desafío actual es elevar la productividad y la nancial Times, 1 8 / 0 9 / 8 6 ) .
calidad a niveles japoneses. Los aspirantes a un puesto en la línea de montaje de la Ro-
Elevar calidad y productividad a niveles japoneses requie- ver en Cowley atraviesan ahora un proceso de verificación de
re cambios adicionales, no tanto en la tecnología cuanto en las ac- dos días para discutir las aspiraciones y objetivos de la compa-
titudes obreras. Lo que Edwardes (cuyo período en el cargo ñía. Incluso se estimula a tomar parte en él a sus padres o a su
concluyó en 1982) logró fue la destrucción del poder de los de- esposa e hijos, "para venir y juzgar si Austin Rover es la empre-
legados obreros, la destrucción de las barreras al control patro- sa de su familia" (Financial Times, 1 8 / 0 9 / 8 6 ) . Declaró Barr: "No
nal. Esta especie de agresivo enfoque empresarial podía y pudo buscamos solamente habilidad manual y destreza. Queremos sa-
obligar a los trabajadores a obedecer las órdenes de la dirección, er si sus aspiraciones son las mismas que las de la empresa. Lo
pero difícilmente podía esperarse que produjera una fuerza de que es bueno para la gente es bueno para la empresa" (Financial
trabajo dedicada y entusiasta. No obstante, es precisamente es- "mes, 2 0 / 0 6 / 8 6 ) .
KLYNLSIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN » ¡OIIN HOLLQWAY LA ROSA ROÍA DL NISSAN

El estilo de mando "macho" tipificado por Edwardes está da la amplitud para rechazar a cualquiera que tuviera actitudes
siendo sustituido por una nueva imagen: la imagen de una di- no constructivas:
rección empresarial que se preocupa, apoyada por una fuerza de
trabajo orgullosa y dedicada. Se recibieron más de 11.000 solicitudes para los primeros 247 pues-
La imagen a la cual aspira la dirección de Rover es la que ya tos en la nueva planta y cada una pasó uno de los cursos de selección
presenta la nueva fábrica Nissan inaugurada el 11 de septiembre más intenso y vigoroso que se pueda imaginar. Las vacantes para 22
de 1986 en Sunderland. La publicidad televisiva de la empresa supervisores, una especie de capataz híbrido, atrajeron 3.000 solici-
proyecta un cuadro de nueva armonía, muy alejado de las huel- tudes, (inserción publicitaria, Observer, 1 4 / 0 9 / 8 6 )
gas y la acritud de la tradicional fabricación británica de autos:
La opción de crear una planta no sindicalizada fue con-
Imaginen una fábrica de automóviles donde nadie hace huelga, y don- siderada por la empresa, pero la rechazó porque sintió que tal
de tampoco nadie es despedido. Imaginen al director gerente vesti- decisión podía ser una fuente constante de fricción. En cambio,
do exactamente igual que los hombres en la línea de montaje. Imagi- decidieron que reconocerían solamente un sindicato y entrevis-
nen que la gerencia y los trabajadores se reúnen cada día para ver taron a los varios sindicatos posibles ( T & G W U , AUEW, G M B A -
cómo pueden hacer mejor las cosas. Imaginen que el trabajo no fue- TU) antes de elegir: "Nos vimos obligados a desfilar ante posi-
ra solamente para obtener una mejor paga diaria, sino para trabajar bles empleadores como reinas de belleza", declaró uno de los
juntos para hacer algo de lo que se puede estar orgulloso. Tal vez en- secretarios regionales (Bassett, 1 9 8 6 , 1 4 9 ) . La compañía escogió
tonces sería posible hacer un auto tan bueno que tuviera una garan- al sindicato de mecánicos - A U E W - , y celebró con él un acuer-
tía de cien mil millas o de tres años. ¿O esto es sólo un sueño? (cita- do que elimina virtualmente la posibilidad de huelga alguna: to-
do en Bassett, 1986,148) dos los conflictos se deberán arreglar por negociación, concilia-
ción o arbitraje.
Todos los anuncios publicitarios tienen el mismo tema: con La cuestión de la organización sindical es, en cualquier ca-
Nissan, la fabricación de automóviles entra en un mundo nue- so, periférica si se sigue la imagen que la empresa proyecta. El
vo. Se transforma la relación entre empresa y trabajador. El obre- antagonismo entre la dirección y los trabajadores es cosa del pa-
ro Nissan es un nuevo obrero, tan nuevo que ya no es más un sado. Los trabajadores de. la dirección y los de la producción vis-
obrero. Es un miembro del equipo (staff): "No tienen 'obreros' en ten las mismas ropas y comen en el mismo comedor; no se pi-
Sunderland" (frase de un anuncio de Nissan, Observen 1 4 / 0 9 / 8 6 ) . de a los obreros que marquen a la mañana en el reloj de ingreso;
Los miembros del "equipo" fueron seleccionados cuidado- los sobres con el salario son sustituidos por salarios pagados di-
samente para asegurarse de que realmente eran hombres nuevos, rectamente sobre la cuenta bancada de cada uno. Todos forman
que no traían manchas del viejo activismo sindical. Primero se se- parte de un mismo equipo cuyo fin es producir autos de alta ca-
leccionó el lugar donde se ubicaría la fábrica "una de las búsque- lidad. La definición de tareas no tiene espacio aquí, por supues-
das más exhaustivas de una ubicación en la historia comercial, to: el acento se pone en la flexibilidad de oficios, capacidad y
en que se consideraron más de cincuenta lugares en total, con au- puestos de trabajo.
toridades locales que competían fuertemente entre sí para lograr "El concepto consiste en crear un equipo o pequeño grupo
la instalación" (Bassett, 1 9 8 6 , 1 4 9 ) . Una vez que se escogió la ubi- de obreros (perdón: de 'equipistas de producción') que utilizan
cación (un antiguo aeropuerto cerca de Sunderland), la empre- e intercambian diferentes capacidades" (inserción publicitaria,
sa comenzó a seleccionar a los "equipistas". La gerencia tenía to- Observer, 1 4 / 0 9 / 8 6 ) .

— 34 — — 35 —
KLYNLSIANISMO: UNA PLLICROSA ILUSIÓN » fOHN HOLLOWAY LA RÓSA ROÍA ot NISSAN

Todo el mundo de la fabricación de automóviles resulta asociados con la línea de montaje y la producción semiautoma-
transformado. La lucha de clases no tiene aquí espacio propio: tizada. La crisis era sobre todo una crisis en la relación de domi-
aparentemente, no existe antagonismo. La lucha a secas tampo- nación: se habían roto los patrones establecidos de control sobre
co tiene lugar: el Hombre Nuevo no se pelea. Este nuevo mun- el trabajo. De tal modo, era también necesariamente una crisis de
do armonioso se ha logrado no mediante la lucha, sino median- dirección empresarial. Había que encontrar nuevos modos de di-
te el rechazo de la lucha. En realidad, el nuevo mundo representa rigir al trabajo (y en este proceso muchos de los viejos directores
la liberación de la lucha, del viejo mundo conflictivo. Aquí en Nis- tenían que ser despedidos) y también era una crisis de los sindi-
san, directores y obreros juntos son capaces de hacer lo que catos, porque la estructura sindical existente se basaba en el man-
siempre quisieron hacer: fabricar productos de alta calidad, sin tenimiento de cierto tipo de equilibrio entre capital y trabajo.
las trabas de la interferencia sindical. Desde este punto de vista, La crisis fue un estallido de lucha abierta entre capital y tra-
la militancia de los años setenta se derrotó a si misma: era, a la bajo. El patrón de dominación preexistente estaba roto: no era una
vez, irracional y estéril. El Hombre Nuevo no es militante, sabe situación revolucionaria, pero sí una situación en la cual todo pa-
que todos los problemas pueden resolverse mediante la comu- recía posible. El capital no podía permitir que eso continuara, te-
nicación: '"Quien se comunica es en gran medida un rey', sostie- nía que restablecer su derecho de mando, su arrogantemente pro-
ne Wickens (director de personal). Si el jefe de equipo no está con- clamado "derecho a dirigir", su derecho a determinar qué es
tento puede charlar con el supervisor y entonces sentarse todos posible y qué no lo es.
juntos y tratar de resolver las cosas" (inserción publicitaria, Ob- No hay duda de que en esta lucha resultó victorioso el ca-
servar, 1 4 / 0 9 / 8 6 ) . pital y derrotado el trabajo. En el caso de la British Leyland la es-
El mundo de Nissan es el mundo de la nueva armonía, el trategia empresarial atravesó varias fases, la más efectiva de las
nuevo consenso. La militancia, lo mismo que el mando "macho", cuales fue sin duda la agresiva dirección "macho" de Edwardes;
han ido a parar al basurero de la historia: los nombres de Robin- pero cada viraje aparente de la estrategia empresarial se desarro-
son y Scargill, pero también los de Edwardes y MacGregor, son lló a partir de las conquistas de la fase precedente. Edwardes pu-
olvidados como aberraciones en la marcha hacia adelante del sen- do basarse en el aislamiento de los delegados obreros que fue el
tido común racional. resultado del enfoque corporativo de Ryder, así como el actual
enfoque de "trabajar con orgullo" se basa en el aplastamiento de
los trabajadores bajo Edwardes.
III Tomando el período en su conjunto, las relaciones de pro-
ducción han cambiado de un modo que a mitad de los años se-
De la crisis en la British Leyland y el establecimiento de Nissan es tenta habría parecido inconcebible. La reafirmación de la auto-
posible sacar algunas conclusiones sobre el desarrollo capitalista ridad empresarial ha progresado junto con la exclusión de
en Gran Bretaña en los últimos quince años, aproximadamente. grandes cantidades de trabajadores. La cifra de obreros manua-
El punto más obvio es que sin tener una concepción de cri- 'es empleada por la British Leyland cayó de 120.000 a 26.000 en
U r

sis no se pueden comprender los cambios que han ocurrido. La > lapso de ocho años, una caída de casi 100.000 comparada con
crisis en la British Leyland fue una crisis en los métodos estable- os 400 contratados por la Nissan. La reestructuración del proce-
cidos de producir automóviles. No se trataba solamente la obso- so de trabajo y de las relaciones entre la dirección y los trabaja-
lescencia de la tecnología existente, sino que ya no eran viables los es es simultáneamente la creación de desempleo en gran es-
C a l a N o

patrones de relaciones entre el trabajo y la dirección empresarial - s e los puede separar.

ru.
KCVMSM.VISAIO: UNA ¡'LUCROSA ILUSIÓN « ¡OHN HOLLOW.W
LA ROSA ROÍA DL NISSAN

¿Por qué fue derrotado el trabajo? Un factor fue, sin duda, nes entre la empresa y el trabajo, sino tendencias que indican la
la inseguridad de la existencia en la cual se basa el capitalismo: conformación de un nuevo patrón emergente. El uso extensivo
si uno no posee propiedad, tiene que vender su fuerza de tra- de tecnología significa que muchos de los problemas de control
bajo para sobrevivir a un nivel aceptable. Durante el período de -tal como el control de la calidad de la soldadura o de la pintu-
conflicto en la British Leyland, el desempleo creció rápidamen- ra, por ejemplo- se trasfieren de la supervisión directa de los tra-
te y la amenaza de despido era aguda. En tales circunstancias era bajadores de producción al diseño y especialmente a la progra-
fácil para la empresa usar la amenaza de cierre para imponer su mación de la multisoldadora o del robot. El control de la fuerza
voluntad. de trabajo en ningún caso presenta los mismos problemas que an-
Un segundo factor fue la forma en que fueron debilitados tes. Establecer una nueva fábrica en un lugar despoblado, en una
internamente los delegados obreros (y los sindicatos naciona- región con alto desempleo significa que muchos de los problemas
les), justo en el m o m e n t o en que su poder parecía ser mayor. de control empresarial se pueden transferir al punto de selección.
La cooperación de los delegados y dirigentes sindicales en el Al asegurarse de que sólo se dará empleo a trabajadores con la
esquema de participación bajo el plan Ryder (y, nacionalmen- actitud correcta, la dirección puede resolver en gran medida no
te, en toda la estructura corporativa del pacto social) condujo sólo el problema del activismo sindical, sino también las cuestio-
a una alienación de los trabajadores con respecto a sus "repre- nes de calidad, flexibilidad y disciplina. Ahora se torna posible
sentantes". La estrategia de Edwardes de comunicación direc- esperar que los trabajadores se identifiquen con la empresa has-
ta con los trabajadores pudo basarse con mucho éxito sobre es- ta el punto de preocuparse por la calidad del producto; pedir fle-
ta alienación. xibilidad en la ejecución de las tareas y hacer propio el tipo de dis-
La participación tenía este efecto porque -tal vez inevita- ciplina que posibilita la producción just-in-time (con su mínimo
b l e m e n t e - significaba participación en el restablecimiento de sfodr de partes).
la competitividad de la empresa. Los delegados aceptaron es- En este contexto el sindicalismo tendrá un nuevo significa-
te objetivo, así c o m o no cuestionaron la necesidad de introdu- do. La nueva fábrica no excluye a los sindicatos, pero los sindi-
cir nueva tecnología para alcanzarlo: no había una alternativa catos, como los trabajadores, atraviesan un proceso de selección
obvia. A falta de una alternativa, la lógica del desarrollo capi- y tienen que satisfacer a la empresa en cuanto a la demanda de
talista se impuso por sí misma: los automóviles deben fabricar- que tengan una actitud nueva. El nuevo sindicato es cooperador
se en la forma más eficiente posible, y la dirección debe diri- y se identifica con los intereses de la empresa. Para los dirigen-
gir. La ley del v a l o r se afirma c o m o una n e c e s i d a d en la tes del sindicato de electricistas -el E E P T U - y el sindicato de me-
sociedad capitalista. cánicos - e l A U E W - , los dos sindicatos más fuertemente identi-
Sería erróneo pensar que la crisis está superada. El grupo ficados con esta tendencia, el activismo es irracional y obsoleto:
Rover (como se llama ahora) todavía está en graves dificultades no tiene espacio en este mundo nuevo. La huelga minera, la lu-
y hay obvios problemas para poner en marcha los nuevos méto- cha de los obreros gráficos en Wapping, son reliquias intempes-
dos que se han puesto de moda entre los dirigentes empresaria- tivas de un pasado enterrado. El nuevo sindicato, como el nue-
les. El legado de Edwardes no es la mejor base para construir un vo obrero, está liberado del pasado, libre para gozar, sobre las
sentimiento de dedicación y orgullo entre los trabajadores. tumbas de los derrotados y la exclusión de millones, la nueva ar-
Nissan es instructivo porque puede partir de cero, dando monía del conformismo sofocante.
por sentada la destrucción de las viejas tradiciones. En Nissan es Por supuesto, esta no es toda la historia. No puede serlo.
posible ver, no todavía un nuevo patrón establecido de relacio-

—-IS-
KLYNLSIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN • ¡OIIN HOLLOWAY LA ROSA ROÍA DE NISSAN

IV aspectos de las relaciones industriales no se puede imponer con-


tra los deseos de los sindicatos, que éste es un terreno donde la
Hay sorprendentes paralelismos entre las fases de la estrategia ley no debe intervenir.
empresarial en la industria del automóvil y el desarrollo del Es- También en ambos casos existe un intento de integrar el po-
tado británico. der de los sindicatos dentro de la estructura de control y de usar-
También en el Estado existe cierto equilibrio que se mantie- lo en provecho del capital. El principio clave es la conversión de
ne hasta la mitad de los años setenta. Como en la British Leyland, las frustraciones de los trabajadores en demandas monetarias y
ese equilibrio se basa en un reconocimiento de la fuerza de los la canalización de tales demandas de m o d o que se conviertan en
sindicatos y por consiguiente de su importancia para toda la es- una fuerza positiva para la acumulación de capital. En la British
tructura del gobierno. En la British Leyland se lo conoce como Leyland y en otras empresas esto se obtiene a través de la nego-
"mutualidad", en el Estado se lo llama keynesianismo. ciación colectiva y del acuerdo de que hay que pagar por cambiar.
A menudo, el término keynesianismo se emplea para refe- En el ámbito del Estado, el intento de regular las demandas en in-
rirse a un conjunto de políticas económicas diseñadas para ase- terés de la acumulación del capital tiene el mismo fin. Las deman-
gurar el pleno empleo y el desarrollo equilibrado de la economía das son la frustración de la clase obrera convertida en dinero. La
a través de la regulación de la demanda, o a la teoría económi- gestión de las demandas es precisamente lo que dice ser: gestión
ca en que esas políticas se basan. La adopción de esas políticas de las frustraciones monetizadas de la clase obrera de modo de
y el desarrollo de esa teoría, sin embargo, no eran mero azar his- convertirlas en un estímulo para la acumulación de capital.
tórico: tanto políticas c o m o teoría surgieron de un reconoci- En ambos casos era evidente -hacia fines de los años sesen-
miento del creciente poder (y por lo tanto, amenaza) de la clase ta- que la estructura establecida de dominación y compromiso
obrera, y de la necesidad de desarrollar una nueva forma de su- estaba obstruyendo el desarrollo del capitalismo en Gran Breta-
jetar y controlar ese poder. En Gran Bretaña fue el estallido de la ña. Sin embargo, se estaba aun muy lejos del reconocimiento de
Segunda Guerra Mundial lo que volvió particularmente urgen- que era esencial romper el equilibrio establecido para estar en
te esta necesidad y llevó a la integración de dirigentes sindica- condiciones de lograrlo. A finales de los sesenta se reconoció en
les en el gobierno y al compromiso estatal de mantener el pleno la British Leyland que existía una seria situación de "sobreem-
empleo y aplicar políticas de bienestar social (Welfare State poli- pleo" o mano de obra excedente, pero el director ejecutivo en esa
cies) después de la guerra. En la posguerra, cuando la expansión época, Stokes, se abstuvo de despedir a treinta mil trabajadores
de la producción masiva y el rígido mercado de la fuerza de tra- por temor de las consecuencias (Turner, 1973), y hubo que espe-
bajo consolidaron el poder del trabajo, el keynesianismo se con-
rar diez años para que Edwardes pudiera abordar seriamente el
virtió en el patrón de dominación establecido.
problema. En el ámbito del Estado, los intentos del gobierno Wil-
Mutualidad y keynesianismo son esencialmente lo mis- s
° n (el documento In Place of Strike de 1969) y del gobierno
mo. En ambos casos existe un reconocimiento de la fuerza de la Heath (el acta de relaciones industriales de 1971) para restringir
clase obrera, y un reconocimiento de que esa fuerza impone lí- radicalmente el poder de los sindicatos, fracasaron cuando tuvie-
mites al poder del Estado (o de la empresa) para hacer lo que ron que confrontarse con la realidad de este poder. También aquí,
quiere. En el ámbito de la fábrica, se reconoce que la dirección no tomó más de diez años romper este patrón.
puede introducir cambios en la tecnología o en las normas de tra- En los dos casos la crisis de control llegó a su punto cul-
bajo sin previo consentimiento de los delegados obreros. En el minante en 1974-1975. En el ámbito del Estado, como en la Bri-
ámbito nacional, se acepta que el control de los salarios u otros Leyland, no se trataba de ninguna situación revolucionaria;
KEYNESIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN « JOHN HOLLOWAY L.4 ROSA ROÍA DE NISSAN

pero había una seria crisis de autoridad y control. Hechos tales El contrato social fue también un fracaso en el mismo sen-
como el fracaso del acta de relaciones industriales de Heath tido que la estrategia Ryder en la Leyland. Era costoso (porque
después de la liberación de los Cinco de Pentonville en 1971 y las había que dar concesiones para comprar el asentimiento de los
huelgas mineras de 1972 y 1974 marcaron muy claros los límites sindicatos) y engorroso y, sobre todo, no podía lograr la clara rea-
de la autoridad del Estado. Inflación creciente, gasto público en firmación de la autoridad, que era necesaria si se pretendía es-
ascenso, ganancias decrecientes, altos niveles de actividad huel- tablecer una nueva base para la acumulación del capital.
guística: todo evidenciaba que el equilibrio de posguerra se es- Edwardes encuentra en Thatcher su nítida contraparte al
taba derrumbando. nivel nacional. Thatcher llegó al gobierno más de un año des-
La respuesta del gobierno laborista a este dilema fue esen- pués de que Edwardes fuera designado como ejecutivo jefe en
cial para adoptar la estrategia Ryder: lograr que los sindicatos par- la British Leyland, con una imagen y un mensaje muy simila-
res. El gobierno iba a ser firme y no habría compromisos; la ta-
ticiparan abierta y explícitamente en la administración del país,
rea del gobierno era gobernar, así como la tarea de la dirección
a través del Contrato Social. La experiencia del contrato social fue
empresarial era dirigir. El keynesianismo y el corporativismo del
muy similar a la experiencia de participación en la British Ley-
contrato social fueron dejados de lado.
land. La discusión se efectuó dentro de los marcos de objetivos
prefijados: restablecimiento de la competitividad y renovación Lo mismo que Edwardes, Thatcher no estaba atacando me-
tecnológica de la British Leyland; restablecimiento de la compe- ramente a los sindicatos. Como Edwardes, estaba atacando un es-
titividad y renovación tecnológica en toda Gran Bretaña. Dado tilo de gobierno (o de dirección de empresa) que se basaba en un
que estos objetivos significaban claramente reducir el poder de reconocimiento del poder de los sindicatos. Así como Edwardes
había atacado primero a la dirección misma y había despedido
los sindicatos, la participación de éstos sólo podía significar par-
a los directores demasiado comprometidos con las prácticas
ticipación en su propia destrucción.
preexistentes, uno de los primeros blancos del ataque de That-
Y así sucedió. A medida que la crisis se profundizó, y espe-
cher fueron el servicio civil y la red de relaciones existente entre
cialmente después de 1975-1976 se volvió cada vez más claro que
funcionarios, sindicalistas y empleadores. La crisis capitalista no
el contrato social no significaba más que la participación de los sin-
significa sólo un ataque intensificado contra la clase obrera, sino
dicatos en una política que recortaba los niveles de vida de los tra-
la destrucción de toda una estructura de dominación. Esta des-
bajadores y que, al permitir el aumento del ciesempleo, minaba
trucción se alcanza en gran medida a través de la operación del
las bases del propio poder de los sindicatos.
dinero, pero también desempeñan un papel importante personas
El contrato social, desde el punto de vista del capital, era
que vienen de afuera de las estructuras de poder existentes. Es-
a la vez un éxito y un fracaso, exactamente del mismo modo que
to explica la prominencia particular en los años recientes de di-
la estrategia Ryder en la British Leyland. Era un éxito m u y
rectores de empresas traídos desde afuera de determinada indus-
grande en cuanto, al dar poder en apariencia a los sindicatos, los
tria (como Edwardes o MacGregor), o de alguien como Thatcher
destruía efectivamente. Cuando fueron atacados directamente,
que vino de afuera del estabüslunciü conservador. Explica también
a inicios de los años ochenta, resultó claro que el poder de los
P°r qué gente como Edwardes o Thatcher, aunque actúan en in-
sindicatos estaba vacío: como los delegados obreros en la British
terés del capital, pueden ser muy impopulares ante muchos
Leyland, se habían desacreditado por su participación en la Srupos individuales de capitalistas. Finalmente, explica la impor-
administración, el contrato social vaciaba el poder de los sindi- n c
i a particular del dinero bajo el gobierno de Thatcher: no es
catos y al mismo tiempo los inflaba, convirtiéndolos así en un I'orque el gobierno ha sido indebidamente influido por el capital
blanco fácil.
KEYNESIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN * JOHN HOLLOWAY LA ROSA RO¡A DE NISSAN

financiero en lugar del capital industrial, como suele decirse, si- do del Estado fue importante pero secundario. Si hubiera que po-
no porque el dinero en un período de crisis desempeña un pa- nerle una fecha a la muerte final de keynesianismo, no sería el dis-
pel central para la ruptura y la reestructuración de los patrones curso de Callaghan ni la victoria electoral de Thatcher, sino el 8
de dominación. de abril de 1980, el día en que terminó la mutualidad en la British
El equilibrio de posguerra se había desmoronado, al me- Leyland. Esto, junto con una multitud de otros hechos similares
nos en la retórica. En 1979, sin embargo, no estaba totalmente en toda la industria, fue lo que lo eliminó la posibilidad de una
claro que el Estado social keynesiano-corporativo estaba tan inversión de marcha, de un retorno a los patrones de la socialde-
muerto c o m o lo proclamaba Thatcher. Todavía había quienes mocracia de posguerra.
declaraban que la socialdemocratización del Estado británico no Decir que no puede haber regreso a los viejos patrones de
se podía revertir y quienes predecían que Thatcher tendría la socialdemocracia no significa, sin embargo, que el thatcheris-
que hacer la misma clase de vuelta en sentido inverso que el go- mo ofrecerá necesariamente un modelo duradero de gobierno
bierno Heath diez años antes. Esta visión era demasiado opti- para Gran Bretaña. Por el contrario, la analogía con Edwardes
mista: el Estado keynesiano-corporativo se basaba en un reco- en la British Leyland sugeriría que es mejor ver al thatcherismo
nocimiento del poder de los sindicatos, y hacia finales de los como un tipo de gobierno transicional, adecuado para destruir
setenta ese poder había sido sustancialmente debilitado. Sin em- los vestigios de fordismo/keynesianismo, pero no para estable-
bargo, así c o m o Edwardes se había aguantado dos años antes cer los patrones políticos del feliz m u n d o nuevo tipificado por
de poner aprueba su retórica en una confrontación directa con Nissan. Es prematuro ver en el thatcherismo un modelo del "Es-
el poder de los delegados obreros, también el gobierno Thatcher tado posfordista".
pospuso su restricción legal del poder sindical, prefiriendo in-
troducirlo poco a poco en los años posteriores a 1981. También
pospuso - m u y deliberadamente- su confrontación mayor con V
los mineros hasta 1984.
C o n una visión retrospectiva, surge que la señora Thatcher, Los paralelismos entre los cambios en la estrategia empresarial
lejos de ser una "dama de hierro", era en realidad muy cautelo- y los cambios en la política estatal son sorprendentes. También
sa en su enfoque de los sindicatos. Esperó hasta estar segura de es sorprendente el hecho de que las corrientes de influencia no
que el enemigo estaba realmente vencido, antes de cortarle la ca- van en el sentido que nos haría suponer la visión dominante de
beza. Sólo después de la derrota de los sindicatos fue posible la la sociedad centrada en el Estado. Naturalmente, hay interacción
dura legislación antisindical. No fue en primer lugar el gobierno constante, pero en conjunto son los cambios en la estrategia em-
Thatcher el que puso fin a la era keynesiana, tampoco el gobier- presarial los que indican el camino para los cambios en la polí-
no laborista precedente: el famoso discurso de Callaghan en el con- tica estatal. En lugar de ver a Edwardes como el San Juan Bau-
greso del Partido Laborista en 1977 reconoció (o anunció) la tista del thatcherismo, probablemente es más justo ver a Thatcher
muerte del keynesianismo, pero no la provocó. El sistema de go- como el San Pablo del edwardesismo. La dirección empresarial
c
bierno keynesiano se fundaba en un reconocimiento del poder de ° n d u c e , el Estado sigue.
los sindicatos, pero el principal responsable de la quiebra de ese ^ El edwardesismo" significa aquí una completa inversión
poder no fue el Estado. El poder de los sindicatos fue destruido rnarea en la estrategia empresarial. Los cambios en la British
primero y sobre todo en los conflictos industriales de finales de y and son particularmente claros y comprobables, pero no son
los años setenta y comienzos de los ochenta, y en éstos el cometi- picos. El propio Edwardes fue m u y influyente para establecer

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KEYNESIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN « JOHN HOLLOWAY LA ROSA RO/A DE NISSAN

un estilo de dirección en toda la industria. Pero aún allí donde A menudo se denomina a estas tendencias la "niponización"
la dirección no se hizo tan abiertamente agresiva, las relaciones de la producción, pero es erróneo enfatizar demasiado sobre el
entre la dirección y el tra.bajo se caracterizaron, casi en todas par- lugar de origen de las estrategias empresariales: las técnicas pa-
tes, por una brusca inclinación del equilibrio en favor de la di- tronales de la Nissan en Sunderland pueden ser de inspiración
rección, un debilitamiento del poder de los delegados obreros y japonesa, pero su base real está en las derrotas de los obreros en
un endurecimiento de la autoridad patronal. En todas partes, con- Cowley Longbridge y en otras partes. Son estas derrotas las que
tribuyó a los cambios un medio donde dominaba un alto desem- permiten a la dirección empresarial hablar de introducir técnicas
pleo y la introducción de nueva tecnología, dos factores que fa- patronales japonesas y de desplazarse desde la producción just-
cilitan y d e m a n d a n cambios en las n o r m a s de trabajo y el in-case a la producción just-in-time. La producción just-in-time (que
debilitamiento de las relaciones de poder asociadas con los vie- toma su nombre del hecho de que los componentes se entregan
jos modos de trabajo. Los cambios no fueron siempre tan agudos, justo a tiempo para ser incorporados en el producto terminado
o tan conflictivos, como en la British Leyland. A menudo, se lo- en lugar de ser almacenados en grandes cantidades para permi-
graron sin librar batalla. Tampoco fueron simultáneos: ciertos gru- tir su utilización en caso de posibles interrupciones en el proce-
pos de trabajadores (los mineros y los gráficos en especial) pu- so) presupone un medio ambiente predecible (Graham 1986), tan-
dieron aferrarse a sus viejas normas de trabajo pues los arrecifes to en la fábrica misma como en los proveedores. Es un estilo de
keynesianos detenían la creciente marea de cambio. El precio era dirección empresarial basado en la presunción de que los traba-
el aislamiento: cuando llegó la batalla, el viejo mundo ya no es- jadores son disciplinados y leales, de que no habrá paros impre-
taba allí para darles todo su apoyo. vistos y de que la calidad de los productos en cada una de las fa-
ses del proceso de producción será confiable. Presume por lo
Tampoco los nuevos patrones, construidos sobre las ruinas
tanto que cuando el director dice "Ve", el trabajador va.
de los precedentes, corresponden a un modelo estricto; aun así,
se puede ver a Nissan como representante de una tendencia im- Los patrones establecidos por la Nissan son tendencias, no
portante. Representa no sólo la expansión del capital japonés si- una realidad universal. Estas tendencias son experimentos sobre
no también - m u c h o más importante- una tendencia significati- una nueva forma de dominación; es demasiado temprano para
va en la estructura de la dominación capitalista sobre el trabajo. decir si cristalizarán en un patrón claro y duradero. Muchas
La insistencia en la calidad, y por lo tanto la insistencia en el or- empresas han tenido dificultades para introducir círculos de
gullo del trabajador con respecto a "sus" productos; la extendi- control de calidad y producción just-in-time. No todas las empre-
da subcontratación de partes componentes con empresas peque- sas han tenido las ventajas de la Nissan, pero sin embargo en to-
ñas y por lo tanto dependientes; la reducción de los stocks de das partes hay movimientos en la misma dirección.
modo que las partes lleguen justo a tiempo (just-in-time) para el Si los cambios en la industria del automóvil son represen-
montaje; la implantación de una fábrica en un lugar nuevo con tativos de cambios más generales en el patrón de relaciones em-
una alta tasa local de desempleo y sin tradiciones de activismo Presa-trabajadores, entonces no resulta sorprendente que haya
sindical; la insistencia en la selección cuidadosa de una fuerza de Paralelismos entre los cambios en el estilo empresarial y los cam-
s
trabajo leal y en la exclusión de los desleales o no confiables; la ° en el Estado. La dirección de empresas y el Estado son dos
as
celebración de un pacto de no-huelga con un sindicato coopera- P e c t o s de una misma cosa, son dos formas de la relación de
t a
dor; el control internacional de grupos de obreros separados geo- k P ' l ' la relación de dominación entre capital y trabajo. Ambos
gráficamente: todas estas son tendencias importantes en el desa- ajan en formas diferentes pero interrelacionadas para ase-
rrollo actual del capitalismo. gurar una provechosa acumulación del capital y una continua

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explotación del trabajo. No puede ser de otro modo. Así como porteros han expulsado a los huéspedes indeseables, pueden vol-
la dirección empresarial depende del Estado para brindar (a tra- ver a su posición normal en la puerta y el anfitrión puede con-
vés del mantenimiento del orden público) un medio ambiente centrarse en divertir a los huéspedes bienvenidos que quedan. El
disciplinado para la explotación de la fuerza de trabajo y la acu- trato duro con los excluidos prosigue: la policía, la Comisión de
mulación del capital, el Estado depende igualmente del éxito de Servicios de la Mano de Obra y el Departamento de Salud y Se-
la explotación capitalista para su propia y continua existencia: la guridad Social se encargan de eso; pero ocurre en el fondo, de-
acumulación del capital es a la vez la fuente de ingresos del Es- trás del escenario, fuera de la vista de la prensa y del debate pú-
tado (a través de los impuestos) y la base para el mantenimien- blico. Ahora la atención se enfoca en la "mayoría moral" (poco
to del orden público. Tanto la dirección empresarial como el Es- importa si en realidad son mayoría, ya que son la única gente que
tado dependen de la exitosa explotación del trabajo: las acciones cuenta). Como un mañoso de película, el anfitrión cambia repen-
de ambos están dirigidas, en último análisis, al mismo fin. Por tinamente su cara. El facineroso se vuelve y sonríe con encanto
lo tanto, las condiciones de esa explotación, las luchas en torno a los huéspedes restantes: la dama de hierro se convierte... en una
al proceso de trabajo, son la clave para comprender no solamen- fresca joven.
te los cambios en la dirección de las empresas, sino también el
¿O no es así? En realidad, no tiene importancia. No impor-
desarrollo del Estado. Más aún, dado que la dirección empresa-
ta cuál es su aspecto, o su sexo, o su nombre. El punto es que la
rial está más cerca del proceso de trabajo y responde a él más di-
marea también está cambiando al nivel de la política. Sea que
rectamente, no es sorprendente que las tendencias en el desarro-
la señora Thatcher acompañe o no, la actitud agresiva que se
llo político sean preanunciadas por tendencias en la dirección
asocia con el thatcherismo está cediendo el lugar a un rostro más
empresarial.
humano. El énfasis se desplaza hacia la construcción de un nue-
En el ámbito de la empresa, la corriente se ha movido des- vo consenso, no un consenso que cubrirá a todos, sino un con-
de la dirección " m a c h o " de Edwardes y MacGregor. La agresión senso entre la mayoría moral responsable. La competencia po-
fue efectiva para quebrar el poder del antiguo trabajador e intro- lítica se centra cada vez más en la pretensión de hablar en
ducir una nueva y aguda división entre el núcleo, los trabajado- nombre de esa mayoría. Quien gane esa competencia - y a sea
res con empleo, y los trabajadores marginalizados y periféricos. Thatcher con un rostro renovado, un nuevo y más moderado
El Estado, bajo los gobiernos conservador y laborista, apoyó es- dirigente del Partido Conservador, O w e n , K i n n o c k - interesa
te enfoque a mediados de los años setenta y comienzos de los mucho a los participantes en la competencia, pero probable-
ochenta: mediante la designación y el apoyo a gente como Edwar- mente no significará una gran diferencia para los demás. Las
des y Mac Gregor, mediante la aceptación y la promoción de una elecciones democráticas no son m u c h o más relevantes para la
alta tasa de desempleo, mediante cortes en el gasto público, me- «reccion del país que para la dirección de una empresa auto-
diante leyes antihuelga, mediante la movilización de la policía, movilística.
etcétera.
Entonces: la rosa roja de Nissan. El solícito y conformista
Mientras gente como Edwardes y MacGregor se abrieron pa- obrero de Nissan que rechaza con firmeza cualquier rasgo de ac-
so a través de la fuerza de trabajo y excluyeron del trabajo a mi- ismo encuentra su contraparte en el solícito y conformista
llones, Nissan sugiere que ahora el énfasis está en integrar a los ombre de la Rosa Roja, que rechaza con firmeza cualquier con-
que quedan. Mientras se excluye a las masas irresponsables, el fo- cia irresponsable, cualquier activismo irreflexivo, el hombre que
co se desplaza hacia la integración del trabajador responsable, en a D
l a en nombre de la Mayoría Moral, el Hombre Nuevo.
proponerlo como ejemplo de virtud. Ahora que los robustos
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Li K o s . 4 ROÍA DE NISSAN

VI xismo y feminismo en notable concierto de apoyo a la nueva rea-


lidad, la nueva moral, la nueva sexualidad: un mundo de opre-
El Hombre Nuevo tiene extraños acólitos. No sólo los burócra- sión sofocante.
tas establecidos del movimiento obrero, sino también muchos en
Contra tales opiniones, es importante subrayar algunas de
la "izquierda" intelectual claman para participar en la construc-
las conclusiones que surgen de la historia de la British Leyland
ción del nuevo modo de dominación. Para justificar su posición
y Nissan. El capitalismo ha cambiado: la sociedad capitalista ac-
afirman basarse en el marxismo, por supuesto un nuevo marxis-
tual es muy diferente de la sociedad capitalista de hace diez años.
mo, un Marxismo de Hoy.
Pero muchas de las discusiones de la "nueva realidad", ya sea en
Al leer esos análisis sobre el capitalismo, sobre la "nueva Marxism Today (revista teórica del Partido Comunista británico)
realidad" (por ejemplo: Carter, 1986), uno podría suponer que en o en los muchos más ricos debates sobre el Estado neofordista
los últimos diez años no ha habido luchas. La nueva realidad no (para una síntesis, ver Bonefeld, 1987) pasan por alto los rasgos
se creó a través de la lucha: simplemente "emergió". Las luchas más importantes que son tan evidentes si se pone atención a la
que sucedieron - l a huelga minera, por ejemplo- se ven como Ju- historia de la British Leyland y la Nissan.
chas contra la realidad. Heroicas pero anacrónicas, están desco-
Lo primero que hay que destacar es que ni los obreros del
nectadas de la nueva realidad, "de las inescapables líneas de ten-
automóvil, ni los mineros, ni las mujeres son víctimas de una
dencia y dirección establecidas por el mundo real" (Hall, 1985,
nueva realidad emergente. Nos guste o no, la lucha es lo que
15). Los mineros, como el resto de todos nosotros, no son los crea-
constituye la realidad y nosotros somos parte de esa lucha. La
dores sino las víctimas de la nueva realidad.
"nueva realidad" de la industria del automóvil no era algo que
En apariencia, la nueva realidad no consiste en el conflicto simplemente emergió para enfrentarse con los trabajadores co-
permanente entre capital y trabajo. Es una realidad que emerge mo víctimas: la nueva "realidad" se constituyó a través de la
y no confronta clases, sino "gente". Las clases no tienen lugar en lucha, a través de la lucha del capital contra el trabajo y del tra-
este mundo: el cambio no se produce a través de la incesante lu- bajo contra el capital. Todos los obreros de la industria fueron
cha de clases sino a través de la democracia y ganando el apoyo parte de esa lucha, lo quisieran o no. En esa lucha, las proba-
de la opinión pública. En esta nueva realidad, todos somos bilidades estaban contra los trabajadores porque vivimos en
miembros de un equipo (staffers). una sociedad dominada por el capital. La lucha en una socie-
La gente de esta nueva realidad es toda gente razonable y dad capitalista no es una lucha pareja, sino que es siempre a la
gentil. En un notable salto mortal desde el radicalismo feminis- vez inevitable e impredecible. Los obreros del automóvil, co-
ta de comienzos de los setenta, hoy se utiliza al feminismo pa- mo los mineros, sin duda fueron derrotados en esa lucha, pe-
ra justificar la pasividad, y se identifica al activismo con el ma- ro hay un m u n d o de distancia entre ser derrotado temporal-
chismo (Campbell, 1985; Hall, 1985; Carter, 1986). El análisis que mente en una l u c h a q u e p r o s i g u e y ser v í c t i m a s de las
ve a las mujeres c o m o víctimas de la violencia masculina -una mescapables líneas de tendencia y dirección establecidas por
corriente fuerte dentro del movimiento feminista- fácilmente se el
mundo real".
convierte en la condena de toda violencia como expresión de la
La lucha implica impredecibilidad e inestabilidad. Los
dominación masculina. Por ejemplo, se ve a la violencia de los Patrones de dominación en el capitalismo normalmente son
mineros no como un producto de su justificada ira sino como una "destables. Periódicamente se vuelve evidente que el patrón de
expresión de la cultura machista, que podemos (y debemos) con- ^ m i n a c i ó n existente ya no está funcionando y hay un estalli-
denar con buena conciencia. Y así la "izquierda" orquesta ma ° e
lucha más intensa y abierta para reestructurar o romper

Kfl
L-i ROSA ROÍA ¡>L NISSAN
Kn-NTSIANISMO: UNA ¡'LUCROSA ILUDIOS « JOHN HOLLOWAY

por tiempo indefinido las frustraciones de aquellos que han si-


esas relaciones de dominación. Durante tales períodos la auto-
do expulsados de la fiesta ya quienes se les dice constantemen-
ridad capitalista es particularmente frágil. Por eso el concepto de
te cuan bonito se está adentro.
crisis es central para el análisis marxista: en la crisis se hace evi-
dente la inestabilidad inherente del capitalismo, la irrealidad de La estrategia Nissan, y el enfoque just-in-time con el cual
la "realidad". Por ejemplo, no es posible comprender los cambios se asocia, aspira a dirigir un medio ambiente seguro: quiere
en la industria del automóvil desde la mitad de los años seten- reemplazar la administración contra la incerteza por la admi-
ta sin un concepto de crisis. Sin embargo, los defensores de la nistración de la certeza (Graham, 1986). Pero lo único cierto en
"nueva realidad" rara vez mencionan la crisis, pues se han olvi- este mundo es la muerte. Las únicas "líneas inescapables de ten-
dado de cuan frágil es esa realidad. Si la crisis no estuviera en el dencia y dirección" son las líneas que llevan a la tumba. Mien-
corazón mismo de la dominación capitalista, la ira y la rebelión tras exista vida, será imposible lograr algo más que la adminis-
no tendrían sentido: todos haríamos mejor en convertirnos en tración contra la incerteza. Por eso está resultando tan difícil
burgueses y ciudadanos bien integrados y resolver nuestras poner en práctica el sistema just-in-time en amplia escala. Tam-
frustraciones en el ámbito privado de nuestros hogares. bién por eso hay una contradicción en el corazón mismo de la
automatización, en el intento de sujetar al control matemático
La recuperación de la crisis significa para el capital, sobre
más y más procesos dentro de la sociedad, una contradicción
todo, la reafirmación de su autoridad, su derecho a administrar
que se expresa en los problemas de la producción de software
y a mandar. Es dentro de este contexto - e n el contexto de la cri-
(Peláez, 1987).
sis y no debido a las elecciones o a alguna batalla de ideas autó-
n o m a - que hay un viraje de las estrategias capitalistas hacia ideas Hablar de "nueva realidad" es hablar de certidumbre, de
más autoritarias, hacia una dirección empresarial más autorita- muerte. Hablar de lucha es hablar de vida y de la apertura del
ria y hacia un Estado más autoritario. El creciente autoritarismo futuro. La clase obrera ciertamente ha sido derrotada, y el
no resulta de los éxitos de la Nueva Derecha: al contrario, su éxi- mundo conformista de la Nissan declara a diario, por la bocas
to es el resultado de las presiones hacia un mayor autoritarismo. de Kinnock y compañía, que más y más formas de oposición son
Para el capital, la reafirmación de su autoridad es la precondición ilegítimas, irresponsables, inmorales. Pero para el capital la lu-
de todo lo demás. cha para subyugar y explotar al trabajo es interminable. Y la
opresión del capital encuentra cada día la resistencia del trába-
No obstante, la mera reafirmación de autoridad no consti-
lo. El mundo de la Nissan es sofocante, pero en ocasiones un gri-
tuye todavía un nuevo patrón de dominación estable. Ciertamen-
to de protesta rompe el silencio. El grito de los mineros fue lar-
te, hay claras tendencias que indican cuál puede ser el aspecto de
go y fuerte y desgarrador: fue silenciado, pero se escuchan
un posible patrón de dominación de largo plazo: esta es la sig-
todavía sus ecos como en los motines, como en Wapping, como
nificación de Nissan y la Rosa Roja. Pero sería erróneo ver al nis- en mu
otros gritos cotidianos que llenan los aires con ecos d e
sanismo como una realidad ya establecida. Por el momento es sim- es
Peranza.
plemente una estrategia (cada vez más influyente) para establece
e t a s c u e

un nuevo patrón de dominación. fin ^" l aparecieron en la dominación capitalista a


S 6 a S s e s e n t a c o m e n z o s
par ^ "° y i d e los setenta han sido re-
La estrategia Nissan se está demostrando muy efectiva, p as
k y aun no está claro cómo reaparecerán: si en la inevita-
ro hay todavía obstáculos mayores para su triunfo. Es difícil ima-
resistencia del obrero de la Nissan, llevado demasiado lejos,
ginar que los huéspedes de la fiesta feliz seguirán sonriendo eter- S l m l e t c , e s
dos d P ^ ' ' l " ! explosiones de quienes han sido exclui-
namente, cuando la fiesta se basa en su explotación. Y no estí e
la fiesta. Una cosa está clara: la lucha es inseparable de
nada claro que los rudos porteros en la puerta podrán suprima
KEYNESIANISMO: UNA PELIGROSA ILUSIÓN • ]OHN HOLLOWAY LA ROSA ROJA DE NlSSAN

la dominación. En el centro de la sociedad capitalista hay un gri-


to silencioso, pero explosivo:

En nuestros oídos están tantos lamentos de Miseria,


En nuestros cuerpos el sangrado interior de Volcanes sofocados.
En nuestras cabezas, la erupción de la Rebelión. Referencias bibliográficas
¿Cómo puede haber calma cuando la tormenta aún no ha venido?
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2 El poema de Linton Kwesi Johnson es parte de "Two Sides of Silence", Dread Beat
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