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comunicación que diferencia y distin,gue los espacios, que otorga a
algunas localizaciones ventajas sobre otras. Relaciones desiguales,
de influencia, de poder. Articulación y delimitación del espacio en
áreas, cuya finalidad será menos científica que facilitadora del con-
trol de población. y si bien antes importaba la dimensión geo?;ráfica
en la economía del poder, la reducción que realizan los medios al
elaborar un "sobre-espacio" facilita la unanimidad o la constitución
de una identidad personal fundada en la elección individual (si -se-
gún Paul Claval- "en las sociedades tradicionales las culturas apare-
cen como elementos que trascienden a los individuos y son difícil-
mente modificables. ..En la fase del consumo cultural las personas
tratan de integrarse a la cultura de su elección, y es a este fenómeno
al que habría que atribuir el éxito del resurgimiento de las adhesiones
regionales", y también, añado, en las adhesiones musicales, juveniles,
etc., y en la sensación de la posibilidad absoluta de elección, de li-
bertad e incluso de la impertinencia de las fronteras en una especie
de intemacionalismo de sentido común, cercano en ese sentido, al
transnacionalismo capitalista, al confundir acentramiento por des-
centramiento. Por otro lado una diferencia Q identidad que se haga
absoluta y radical, terminaría por quedar excluida de la comunica-
ción, fatalmente prisionera de sí misma, idéntica, intraducible, in-
comunicada, incomunicable. Es aquí cuando se comprende que la
identidad no se constituye sino en relación, de relaciones de po-
der, de establecer la diferencia, la identidad legítima, cuya resultan-
te, el prestigio (regional, nacional, sexual, juvenil, etc.), adquiere
todo su poder y valor fundado en la geometría jerárquica de un sis-
tema simbólico de intercambio como hecho de relaciones, que va-
ría según el espacio considerado, segÚn la historia de constitución
social de ese espacio, de los antagonismos sociales, económicos,
políticos que se han encarnado, territorializado, simbolizado,. en los
cuerpos, en las regiones, en los emblemas. Percibidos en las infinitas
y mínimas valoraciones que realizamos en la vida cotidiana, la
gran escala microscópica.
y sin embargo lo visible parece desaparecer, el saber práctico
de los sentidos ha quedado en ruinas, vestigios y residuos. Al decir
de Michel Serres, el triunfo del verbo escrito (y en sus consecuencias
digital-puntual añado) fue una catástrofe perceptiva. La realidad se
define desde la geometría del "sobre-espacio" administrativo, desde
la pequeña escala que sólo ve puntos y no paisajes, centros y no tra-
yectos, digital y no analógico.
Este rodeo tenía la intención de "centrar" la reflexión en torno
132
 E:E:t
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'01U;)!W!:>ouo:> ;)P S01U;)llinl1SU! SOl1s;)nu ;)P ~WS!W P~P!:>!l°1S!q ~I ~
en el espacio científico y político ocupado por otros saberes- ha- llc
brá que incluir la relación social y la distancia que guardamos con el (u
momento de las políticas gubernamentales de equipamiento de re- dc
giones y descentralización o desconcentración (y esto último una di- sc
visión, una frontera en pugna). ri
y si esto puede estar sucediendo en la lógica de la ciencia y de re
la política, por qué olvidar lo que sucede en la lógica de la práctica tc
cuando observamos la manipulación que se puede realizar sobre los el
rasgos "étnicos", culturales o regionales (que pasan también por los "1
nombres de calles y colonias: NACONDESA, NACARTE, NACA- pi
HUALCOYOTL). "Categoremas del sentido común, emblemas o d~
estigmas" como las llama Pierre Bourdieu. r(
La búsqueda de criterios "objetivos" de la identidad re.gional no ni
debe hacemos olvidar que en la práctica social estos criterios (cier- ni
tamente objetivos: lengua, acento, piel, etc.), son objeto de repre-
sentaciones mentales (actos de apreciación, percepción, conocimien- p'
to y reconocimiento), y objeto de representaciones objetales (en co- gé
sas, insignias, banderas, vestimenta) o en actos y estrategias interesa- vi
das, de manipulación simbólica que buscan determinar la representa- di
ción que los otros pueden hacerse de esaspropiedades y sus porta-
dores. p
Siendo estas luchas por la identidad (regional, cultural, sexual) Ir
casos particulares de las luchas de clasificación social o más bien, lu- b
chas por el monopolio del poder de hacer-ver, de hacer-creer, de ha- d
cer-conocer y reconocer, de imponer la definición legítima de las di- d
visiones del mundo social y por ello de hacer y deshacer grupos: en z¡
tanto que los fundamentos de la di-visión producen el sentido y el C
consenso sobre la identidau y la unidad del grupo. La región, de he- ti
cho, es una división, el decreto de una discontinuidad (del espacio, ci
de la edad, de los sexos) el trazo, la separación autorizada de in te- n
rior y un exterior, la definición de límites conocidos y reconocidos. d
y si estos recortes son arbitrarios -en lo que tienen de origina- p
dos por un.cto de autoridad- lo son en tanto resultados de un es- d
tado de un estado anterior de luchas, de relaciones de fuerzéj.. A
fin de cuentas lo que registramos en el momento actual no es sino ir
un estado de la lucha histórica de las clasificaciones, un estado de d
las relaciones de fuerza simbólicas y materiales entre los agentes com- S
prometidos con tal o cual modo de clasificación, invocando a la auto- lt
ridad universitaria o científica para "darle" la razón, realidad y legi- 1<
timidad alr~corte arbitrario que se pretende imponer. p
Por lo anterior es que podemos decir que el discurso regionali~ta f]
134
9E:t
1>t!P!1U;)P! t!!dO1d t!I Á re!:)os opunrn I;)P U9!:)!U!1;)P ;)P St!}l
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-ln:>s!p 1;) U;) U9!:>t!A!~;)~"qo ~I t!:>!Idrn~ ;)nb U9!:>:>~suo:> Á U9!:>~I;)A;)1 ;)P
l;)pod 1;) opUt!sn P~P!re;)l ~un ;)Án~!~su! ;)nb (IP.sn:>t!'o:>!Iq1)d 1;):>t!l{ un)
U9!:>t!Z!l0~~~t!:> ;)P o~:>~ un S;) !oA!1~rn1oJ1;)d osln:>s!p un l;)S ~ ~~;)II
 De esta fonna no se conquista o reconquista una identidad sino
que se reapropia colectivamente el poder sobre los principios de cons-
trucción y evaluación de la propia identidad, que el dominado con-
cede en beneficio del dominante cuando acepta ne,garseo renegarse
para hacerse reconocer y ~n tanto el mercado de la producción de
bienes simbólicos ti.ene la tendencia a la universalización y unifi-
cación en la diferencia legítima, ya que para existir socialmente no
hay que ser solamente diferente sino serIo legítimamente o cuando
menos tener la posibilidad de garantizarlo política y oficialmente,
y esto no es sino la base de la dominación de una negación de una
identidad por otra.
N o es una lucha que pueda verse reducida a la pura pasión. El.
combate tiene que incluir la actual relocalización de lo regional y lo
nacional que prefiere la instauración de polos-centros secundarios
en la mundialización de la economía y su transnacionalización. Dis-
locación del poder que puede ser oportunidad de liberar el vínculo de
identidad reactiva. Incluirse también en la escala local en tanto que
no todos los agentes que están en la región mantienen la misma rela-
ción de poder con respecto a los polos dominantes de los distintos
campos en su dimensión nacional y por lo tanto la propensión a la
transfonnación o conservación de estos agentes variará eri relación
a las trayectorias y las espectativas de las clases en el modo específico
de su relación y composición con el mercado de valor regional/na-
cional. (Por ejemplo: cuando la eficacia de la escolarización como
factor de movilidad decrece se favorecerían disposiciones anti-ins-
titucionales y antiestatales y harían de la principal clientela de esta
estrategia la nueva pequeña burguesía, se negara a ser gestionadora
de la dominación y se acercaría más fuertemente a la reivindicación
y participación de los poderes locales en un cálculo entre espectativas
y maximización de los beneficios simbólicos o materiales, elegir en-
tre las posibilidades de perder en un mercado muy monopolizado y I
otros todavía abiertos como los regionales). J
Y estas luchas y clases de luchas, sus trayectos y sus desvíos
podrán quizá hacémosla ver la realidad sin ilusiones, siendo el cono-
cimiento de la necesidad el trampolín de la libertad. Los intelectuales
y su trabajo simbólico, su posición en la lucha de los campos y es-
tructura de clases podría contribuir a la transformación colectiva de
la representación colectiva y lo que ésta aporta a la transformación
de la realidad.

"iQué fácil decir: encontrarse a sí mismo!, cómo nos asusta-

136
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