Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
c
Papa Juan Pablo II:
c
Karol Wojtyda hijo de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska, nació en Wadowice
(Polonia) en 1920, el continente Europeo.
c
c
Durante los años de la guerra, Wojtyla también trabajó en una cantera y se dedicó a
hacer teatro en una modesta compañía, recitando poemas principalmente. El joven Karol
incluso publicaba su poesía en un diario bajo un pseudónimo. Además, era un amante de los
deportes, principalmente del futbol y del ski alpino.
Decidió entonces hacerse sacerdote y comenzó sus estudios de filosofía de manera
clandestina. Se ordenó en 1946 y se trasladó a Roma donde realizó su tesis doctoral en
teología sobre San Juan de la Cruz (1948).
De vuelta a Polonia realizó la tesis doctoral sobre Scheler (1954) y fue nombrado
profesor de Ética en la Universidad de Lublin en 1954. Allí impartió cursos ²
compatibilizándolos con su trabajo sacerdotal² que dieron lugar al comienzo de su
producción filosófica original. En 1958 fue consagrado obispo. En 1960 publicó Amor y
responsabilidad.
Cuando aprobé el examen, dije al examinador que, a mi juicio, la nueva visión del
mundo que había conquistado en aquel cuerpo a cuerpo con mi manual de metafísica era
más preciosa que la nota obtenida. Y no exageraba. Aquello que la intuición y la sensibilidad
me habían enseñado del mundo hasta entonces, había quedado sólidamente corroborado
[Frossard 1982: 16].
Debo verdaderamente mucho a este trabajo de investigación [la tesis sobre Scheler].
Sobre mi precedente formación aristotélico-tomista se injertaba así el método
fenomenológico, lo cual me ha permitido emprender numerosos ensayos creativos en este
campo. Pienso especialmente en el libro Persona y acto. De este modo me he introducido
en la corriente contemporánea del personalismo filosófico, cuyo estudio ha tenido
repercusión en los frutos pastorales [Juan Pablo II 1996: 110].
Elaborar una visión personal le llevó tiempo y, por eso, puede advertirse con facilidad
una evolución en su filosofía que le condujo paulatinamente desde un tomismo más bien
clásico que puede apreciarse, por ejemplo, en sus primeros escritos de ética, a la formulación
de un pensamiento original y sintético, que toma elementos de sus dos fuentes
fundamentales, pero sin reducirse ni identificarse con ninguna de ellas.
Wojtyda comenzó por la ética entre otras cosas porque fue nombrado profesor de
esta materia en la universidad católica de Lublin donde impartió diferentes cursos a lo largo
de los años 1954-1961 [Weigel 1999: 175]. En sus reflexiones y en las clases que dictaba
partía, sobre todo, de su posición tomista, pero la respuesta que ésta daba a muchas
cuestiones intelectuales y existenciales le resultaba en parte insatisfactoria. Intuía que debía
existir alguna dificultad importante no resuelta, que algún punto no debía estar bien
planteado. Por otra parte, Scheler le había mostrado, precisamente en la ética, que existía
otro camino dentro del realismo; que la ética podía evolucionar sin traicionar los principios
de la filosofía clásica y del cristianismo, pero también sin ligarse estrictamente a unas
posiciones que, en la medida en que no evolucionaban, se tornaban obsoletas, perdiendo el
agarre en la vida y la capacidad de motivación. Este es el origen de lo que posteriormente se
ha denominado escuela ética de Lublin [Palacios 1982] y cuyo objetivo fundamental fue
integrar el tomismo con la fenomenología. El líder de esta escuela fue Karol Wojtyda que
reunió en torno suyo un importante grupo de colaboradores entre los que se puede
mencionar a Stanislaw Grygiel, Jozef Tischner, Marian Jaworski y Tadeus Styczen, quien le
sucedería en la cátedra de ética. Otros docentes que trabajaron en estrecho contacto con él y
que merecen ser mencionados son: Jerzy Kalinowski, filósofo del derecho que se trasladó
después a Lyon; Marian Kurdzialek, historiador de la filosofía antigua; Feliks Berdnarski,
estudioso de ética (que iría más tarde a Roma, como Grygiel) y Stanislaw Kaminski, profesor
de epistemología.
Wojtyda aborda en este escrito, desde una perspectiva ya muy madura, los temas
centrales en la estructuración de la ética como ciencia: la moralidad, el carácter práctico de la
ética, el carácter normativo, la norma personalista, etc. Se trata de un estudio riquísimo en
perspectivas y en novedades, pero formulado de modo incompleto. Consideraremos sólo un
punto a modo de ejemplo.
Para determinar la esencia de la ciencia ética, Wojtyda acude primero a la ética clásica
y la presenta como una ciencia práctica que propone la realización del bien a través del
primer principio práctico: bonum est faciendum. Pero, asumiendo este esquema, como es
habitual en él, da un paso más y propone una visión más amplia en la que incluye elementos
procedentes de la filosofía moderna por dos motivos: 1) considera necesario la ampliación
de los rasgos del hecho moral; 2) piensa que hay que plantearse la aparición de una nueva
pregunta previa al primer principio: ´¿Qué es lo bueno y qué es lo malo y por qué?µ. De
estas premisas, argumenta Wojtyda, surge una nueva concepción de la ética que se convierte
en una ciencia normativa y sólo indirectamente práctica. Este planteamiento, que considera
«una revolución», se caracteriza por dar una nueva consistencia a la premisa menor del
silogismo práctico, ´x es buenoµ, frente a la perspectiva clásica, que se centra en ´haz xµ. Un
producto secundario, continúa, sería la aparición de la ´praxeologíaµ como ciencia que no
sólo busca que se realicen las cosas sino entender el modo en el que se realizan.
El segundo tema importante que abordó durante sus primeros años de filósofo fue el
del amor humano, una cuestión que nunca abandonaría. También aquí el punto de partida
no fue un problema académico sino, como explica con sencillez en Cruzando el umbral de la
esperanza, el fruto de una necesidad y de una experiencia.
En aquellos años, lo más importante para mí se había convertido en los jóvenes, que
me planteaban no tanto cuestiones sobre la existencia de Dios, como preguntas concretas
sobre cómo vivir, sobre el modo de afrontar y resolver los problemas del amor y del
matrimonio, además de los relacionados con el mundo del trabajo (...). De nuestra relación,
de la participación en los problemas de su vida nació un estudio, cuyo contenido resumí en
el libro titulado Amor y responsabilidad [Juan Pablo II 1994: 198].
Amor y responsabilidad [Wojtyda 1996] es un texto muy importante pues sólo existe
otro libro de filosofía escrito y diseñado enteramente por Karol Wojtyda, Persona y acto.
Temáticamente consiste en una reflexión sobre la estructura del amor humano en la que se
intenta conjugar tomismo y fenomenología. El tomismo es su matriz de base, la
fenomenología proporciona el tono y la temática, la perspectiva. Se encuentra aquí ya in nuce
lo que desarrollaría de una manera sistemática y programática en Persona y acto.
Apuntaremos ahora algunas ideas específicas.
Ante todo, el punto de partida: la persona. Los estudios sobre la castidad en la ética
cristiana habían estado generalmente condicionados por su perspectiva negativa y casuística
[Wojtyda 1953]. Wojtyda entendía, por el contrario, que la moral sexual cristiana solo podría
ser acogida por los hombres si la encontraban en su propio interior en la forma de un
principio positivo, estimulante e integrador, no como un mero freno externo a sus
tendencias. Su propuesta de solución consistió en integrar la sexualidad en el contexto global
de las relaciones interpersonales entre el hombre y la mujer. Planteadas las cosas de este
modo, la sexualidad dejaba de ser automáticamente un impulso biológico para convertirse en
una tendencia que relaciona a dos personas: el hombre y la mujer. Ese era el marco
adecuado para entender las relaciones sexuales: la complementariedad personal entre el
hombre y la mujer, no el instinto de procreación o el deseo de satisfacer impulsos sexuales.
Quedaba por determinar las características de esta relación para lo cual elaboró el
concepto de «norma personalista». Frente al hedonismo utilitarista, que admite que el
hombre y la mujer puedan ´usarseµ recíprocamente si esto les proporciona placer sexual,
Wojtyda apela al principio kantiano de no instrumentalización del sujeto, pero elevándolo y
transformándolo en una regla positiva de inspiración cristiana: la norma personalista, que
sostiene que «la persona es un bien tal que sólo el amor puede dictar la actitud apropiada y
valedera respecto de ella» [Wojtyda 1996: 53; Ferrer 2007].
Persona y acto es sin duda su obra maestra, por lo que conviene señalar la existencia
de un debate en torno a su texto auténtico. Se editó por primera vez en polaco en 1969 con
el título de Osoba i Czyn. Más adelante, en 1979, fue publicada una edición inglesa
preparada por M. T. Tymieniecka que se presentó como texto ´definitivoµ y que apareció,
traducida al inglés, con el títuto de The Acting Person, en el volumen X de Analecta
Husserliana. La polémica surgió porque algunos denunciaron la existencia de modificaciones
de importancia que lo acercaban demasiado a la fenomenología debido a la excesiva
influencia de Tymieniecka en la edición del texto. El hecho parece haberse confirmado por
lo que esta edición ha quedado desacreditada. A partir de aquí, se han sucedido las ediciones
en diversas lenguas y dependiendo de originales diversos lo que dificulta el seguimiento del
problema. El detalle de esta polémica y de su trascendencia lo proporciona entre otros
Guerra [Guerra 2002: 198-203] , pero en el contexto de este escrito basta indicar que
actualmente se considera definitiva la 3ª edición polaca publicada con el título: Osoba i czyn
oraz inne studia antropologiczne (Towarzystwo Naukowe KUL, Lublin 1994) que, junto a su
traducción italiana, se puede encontrar en Persona e atto. Testo polacco a fronte (Bompiani,
Milan 2001). El texto italiano coincide completamente ²salvo mínimas variaciones² con la
edición publicada por la Libreria Editrice Vaticana en 1982 que es la que usamos como
referencia en este texto al no existir una edición en español suficientemente fiable.
Persona y acto, por tanto y en definitiva, responde a un doble objetivo: solventar una
necesidad de sus investigaciones éticas, y fundir tomismo y fenomenología en una nueva
formulación antropológica de cuño personalista. Wojtyda afrontó el tema con su característica
radicalidad y profundidad que, por otro lado, era imprescindible pues no pretendía
meramente innovar, sino refundar la arquitectura de la antropología. Por eso, Persona y acto
es una empresa titánica. A continuación se exponen sintéticamente algunas de las novedades
que aporta.
La experiencia del hombre, con la característica separación, solo propia de él, del
aspecto interior del exterior, parece estar en la raíz de la potente escisión de las dos
principales corrientes del pensamiento filosófico, de la corriente objetiva y de la subjetiva, de
la filosofía del ser y de la conciencia. [Y justamente por eso] debe nacer la convicción de que
cualquier absolutización de uno de los dos aspectos de la experiencia del hombre debe ceder
el puesto a la exigencia de su recíproca relativización [Wojtyda 1982b: 38]
3. El proyecto de integración antropológico que supone Persona y acto incluye una
transición del actus humanus tomista al acto de la persona, en el que se integran todas las
dimensiones antropológicas del sujeto [Wojtyda 1982b: 45].
Cabe reseñar, por último, que Wojtyda publicó posteriormente a Persona y acto
algunos estudios antropológicos novedosos en los que insistía en puntos especialmente
significativos para él como lo irreductible en el hombre [Wojtyda 1978], en el que reivindica
la radical especificidad de lo personal, o la profundización en el concepto, sugerente pero
poco explorado, de la autoteleología [Wojtyda 1976a] con el que intenta ampliar la teleología
aristotélica de tal modo que dé cabida a la autoreferencialidad del sujeto.
Sobre estas bases, las interpretaciones principales sobre su obra son tres. Persona y
acto sería un texto fundamentalmente: 1) tomista; 2) fenomenológico y 3) personalista. El
adjetivo ´fundamentalmenteµ es importante pues establecer una adscripción exclusiva es
prácticamente imposible, lo que se manifiesta en que abunden las clasificaciones intermedias
y originales. Para Woznicki se trataría de un ´personalismo existencialµ ´enteramente basado
en la metafísica de la persona humana de Santo Tomásµ; para Gallowski de un ´tomismo
fenomenológicoµ; para Modras de un ´personalismo tomistaµ, etc. [Franquet 1996: 47 y ss.;
133 y ss.].
El camino truncado
Uno de los puntos que más se han criticado de Persona y acto es la escasa atención
que dedica a las relaciones interpersonales, algo que resulta especialmente llamativo si se
considera que se trata de un texto de línea personalista. De hecho, sólo se encuentran
algunos elementos poco elaborados ²algo que, por otra parte, el mismo Wojtyda reconoce²
en el último capítulo del libro, titulado Participación. Este es el origen de un debate
interesante que ha suscitado diversas interpretaciones [ver Guzowski, Coll, Urabayen, Ortiz
de Landázuri, en Burgos 2007a: Parte IV]. Para algunos, esto permitiría incluso borrar a
Wojtyda de la lista de pensadores personalistas ya que este título sólo podría ser reivindicado
por el pensamiento dialógico. Para la mayoría, se trataría de una carencia específica de este
libro indicadora de su orden de prioridades: primero la persona, luego la relación
interpersonal. Wojtyda, en efecto, siempre habría estado interesado por la interpersonalidad.
Basta señalar que Amor y responsabilidad, su primera obra filosófica, es un estudio sobre el
amor entendido como relación interpersonal entre el hombre y la mujer. Lo que sucede
simplemente es que en Persona y acto se habría centrado en la persona individual dejando
para más adelante la cuestión de la interpersonalidad.
Wojtyda parte en este texto del dato de la persona-sujeto, y estudia cómo se constituye
de modo más pleno a través de la relación interpersonal utilizando el arma metodológica que
tanto resultado le dio en Persona y acto: la transición de la acción a la persona. Estudia en
dos momentos cómo la acción interpersonal repercute en los sujetos y construye las
realidades interpersonales. El primer momento lo constituye la relación Yo-tú, la dimensión
interpersonal de la comunidad. Su idea básica es que el yo se constituye como sujeto (no
como suppositum) a través del tú y, por eso, el tú no es sólo la expresión de una separación
sino la constitución de una unidad. La versión negativa o enferma de esta relación es la
alienación, concepto muy en boga en esos momentos por la influencia marxista, y que analiza
en otros lugares [Wojtyda 1975]. El segundo momento es la constitución del ´nosotrosµ o
dimensión social de la comunidad, que va más allá de la mera relación entre dos personas.
Wojtyda entiende que existe, de algún modo, un sujeto colectivo diferente de los sujetos
individuales, y para caracterizarlo realiza una nueva transferencia metodológica de los
resultados de Persona y acto. Lo que busca, en este caso, es que ese ´nosotrosµ no se
convierta en una entidad opaca e inhumana y, para lograrlo, trasfiere la idea de subjetividad
personal ²que evitaba ese problema en la antropología individual² al ´nosotrosµ colectivo,
dotándole de una cierta interioridad, personalidad o subjetividad social. Esta idea se puede
encontrar mucho más tarde en documentos pontificios que reclaman, por ejemplo, el
reconocimiento de la ´subjetividad socialµ de la familia (se vea, por ejemplo, su encíclica
Familiaris consortio).
Esta fue, sin embargo, su última gran aportación. Este escrito está publicado 2 años
antes de su elección como Pontífice, que interrumpió su carrera filosófica. En este último
periodo encontramos también artículos importantes sobre la familia entendida como
communio personarum [Wojtyda 1974-75], sobre la cultura [Wojtyda 1977], etc., lo que
refuerza la tesis de que, Wojtyda, una vez sentados los fundamentos antropológicos y éticos,
estaba desplazando su atención al tratamiento de la interpersonalidad y de la filosofía social
o, en opinión de Buttiglione, hacia una filosofía de la praxis [Buttiglione 1982: 336]. Pero no
hubo lugar para más. En 1978 fue elegido Sumo Pontífice con el nombre de Juan Pablo II y,
a pesar de que nunca abandonaría sus inquietudes intelectuales, supondría el fin de su
carrera filosófica.
Bibliografía
Obras de Karol Wojtyda
Libros
Wojtyla, K., Max Scheler y la ética cristiana, BAC, Madrid 1982. [Wojtyla 1982a]
Wojtyla, K., Persona y acción, BAC, Madrid 1982. (Traducción hecha por Jesús Fernández
Zulaica a partir de la edición en inglés: Wojtyda, K., Tymieniecka, A. T. (ed.), The Acting
Person, D. Reidel, Dordrecht 1979)
Wojtyla, K., Persona e atto, LEV, Roma 1982. [Wojtyla 1982b] (Versión italiana de Osoba i
Czyn)
Juan Pablo II - Wojtyla, K., Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza & Janés, Barcelona
1994.
Juan Pablo II - Wojtyla, K., Memoria e identidad. Conversaciones al filo de dos milenios, La
esfera de los libros, Madrid 2005.
Wojtyla, K., Mi visión del hombre. Hacia una nueva ética (edición de J. M. Burgos y A.
Burgos), Palabra, Madrid 20066.[Wojtyla 2006a]
Wojtyla, K., El don del amor. Escritos sobre la familia (edición de J. M. Burgos y A. Burgos),
Palabra, Madrid 20065. [Wojtyla 2006b]
Wojtyla, K., La experiencia religiosa de la pureza (1953), en El don del amor, pp. 69-81.
Wojtyla, K., El problema de la voluntad en el análisis del acto ético (1957), en Mi visión del
hombre, pp. 153-183. [Wojtyla 1957b]
Wojtyla, K., El personalismo tomista (1961), en Mi visión del hombre, pp. 303-321.
Wojtyla, K., El problema de la experiencia en la ética (1969), en Mi visión del hombre, pp.
321-352.
Wojtyla K., La persona: sujeto y comunidad (1976), en El hombre y su destino, pp. 41-109.
[Wojtyla 1976b]
Wojtyla, K., El problema del constituirse de la cultura a través de la ¶praxis· humana (1977),
en El hombre y su destino, cit., pp. 187-203.
AA.VV., Discussion sur l·ouvrage du Cardinal Karol Wojtyla intitulé ´Osoba y czynµ, en
´Analecta Cracoviensiaµ 5/6 (1973-74), pp. 265-272.
Ferrer, P., Intuición y asombro en la obra literaria de Karol Wojtyla, Eunsa, Pamplona 2007.
Franquet, M. J., Persona, acción y libertad. Las claves de la antropología en Karol Wojtyla¸
Eunsa, Pamplona 1996.
Guerra, R., Volver a la persona. El método filosófico de Karol Wojtyla, Caparrós, Madrid
2002.
Lobato, A., La persona en el pensamiento de Karol Wojtyla, ´Angelicumµ, 66 (1979), pp.
165-210.
Merecki, J., El tomismo de Karol Wojtyla, Universidad Católica de Valencia, Valencia 2007.
Palacios, J. M., La Escuela ética de Lublin y Cracovia, ´Sillarµ (1982), pp. 55-66.
Reale, G., Saggio introduttivo, en K. Wojtyla, Metafisica della persona (a cura di G. Reale e
T. Styczen), Bompiani, Milano 2003, pp. VII-C.
Styczen, T., Karol Wojtyla: filósofo-moralista, en K. Wojtyla, Mi visión del hombre, Palabra,
Madrid 2006, pp. 117-134.
Szulc, T., El papa Juan Pablo II. La biografía, Martínez Roca, Barcelona 1995.
Weigel, G., Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza, Plaza & Janés, Barcelona 1999.