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El mecanismo de justicia penal, el cual bebe su fuente en el derecho penal

anglosajón, quien así mismo a través del El título II del libro 3 del nuevo Código
de Procedimiento Penal que entró en vigencia a partir del 1º de enero del 2005,
introduce en nuestro sistema de enjuiciamiento criminal las alegaciones
preacordadas de culpabilidad entre la fiscalía y el imputado o acusado, con la
esperanza de que este instrumento contribuya eficazmente a reducir la carga
laboral y a agilizar la respuesta del sistema judicial frente a la demanda de
justicia penal.
La jurisprudencia y la doctrina consideran que instrumentos como el
preacuerdo y el principio de oportunidad obtengan una sustancial disminución
de la carga de procesos y de esta manera descongestionar el sistema, en
procura de una justicia pronta y cumplida. Para la cual nace la ley 906 del
2004.
Los preacuerdos que se definen sobre culpabilidad o alegaciones
preacordadas referentes al imputado constituyen un mecanismo de los
denominados de justicia negociada o consensuada, para que de esta manera
se celebre una especie de pacto entre el acusador y el imputado, quien, a
cambio de una disminución sustancial de la pena, renuncia al derecho que
tiene de refutar la acusación, admitiendo su responsabilidad.
Con su renuncia evita el trámite del juicio, lo cual quiere decir que es una
manera de evitar una sanción mayor a la que sería si continúa con el proceso si
no hubiere dado lugar a un consenso. Es decir, en el entendido que, de
someterse a él, la sanción a la que se verá expuesto será superior a la que
logra por la vía del consenso.
En otras palabras, determina una verdadera transacción probatoria en la que la
fiscalía accede al acuerdo como consecuencia de la debilidad en la teoría de su
caso por las dudas probatorias que le surgen, con el efecto de que se libera al
Estado de su obligación de probar el hecho y la responsabilidad de su autor
más allá de toda duda, y el imputado o acusado, seducido por la rebaja de
pena y el ahorro de tiempo para la definición de su caso, admite su
responsabilidad renunciando a su derecho de no autoincriminación en forma
libre y espontánea, conociendo las consecuencias de su decisión.
El imputado o acusado puede elegir entre someterse a los trámites propios del
juicio o admitir en forma consciente, libre y espontánea, haber participado en
alguna forma o grado en la ejecución de la conducta delictiva que se investiga.
Es justo como el sistema penal anglosajón se mantiene hasta días de hoy.

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