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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Bicentenario de Aragua
San Cristóbal, Estado- Táchira

Ensayo
Criminología: La ecología criminal; la droga, el delito y el alcohol; y la
sociología criminal

Autor: Mantilla, Edgar


C.I: 11.972.190
Carrera: Derecho

Facilitador: Rosales, Ambrosiso.


San Cristóbal, Abril 2020
En el análisis de la criminogénesis y las condicionantes del crimen no
es inusual entablar un amplio estudio de los aspectos medio ambientales que
influyen en el delito, de este modo nacería la ecología criminal, la cual
corresponde a una teoría que deriva de la Escuela Cartográfica de Quetelet y
A.M Guerry que a mediados del XIX afirmaron que existe una “correlación del
delito con el entorno físico y social”. Es por ello que elaboraron mapas y
datos estadísticos buscando medir variaciones en el índice de la criminalidad
de las diferentes áreas geográficas. De este modo, La teoría del Patrón
Delictivo plantea que los delitos no ocurren al azar y que, por el contrario,
existen sectores, barrios o zonas en los que se producen muchos más delitos
que en otros, es decir, parte de unos patrones o tendencias que son
traducidos por los transgresores como oportunidades para delinquir
(Vozmediano y San Juan, 2010).
De esta manera se han creado modelos teóricos que ayudan a
entender la configuración y distribución geográfica del delito, así como la
identificación de patrones de inseguridad en escenarios urbanos
territorializados, como herramienta para la construcción de mapas delictivos
y la identificación de factores que coadyuvan o consolidan este tipo de
escenarios (Vozmediano y San Juan, 2010). De este modo, el punto de
partida es que los delincuentes no son sujetos que sufren alguna patología
que los hace diferentes del resto de los humanos, sino simplemente son
sujetos que participan en comportamientos delictivos como respuesta a las
condiciones sociales en las que viven en el contexto urbano.
Por tanto no es inusual que si entablamos una relación crimen-medio,
apoyada en los valores estadísticos, y con respecto a la criminalidad del
campo y de la ciudad, se hace constatar que la delincuencia urbana es
notablemente mayor en cantidad, frecuencia y violencia (valores cuantitativos
y cualitativos) superior a la rural o del campo, siendo importante
diferenciarlas a ambas. De este modo, es posible indicar que entre más
pequeña es la ciudad, el índice de delincuencia es menor. Ciudades con una
población de más de 250.000 habitantes tienen una delincuencia elevada en
valores estadísticos y análogamente es apreciable una cualidad más violenta
en los crímenes. No es de extrañar por tanto que gran parte de las metrópolis
contemporáneas sufran el flagelo de altas tasas de criminalidad, dado que en
una ciudad grande, las relaciones entre los habitantes no llegan a integrarse.
Aun así, no existe algo como homogeneidad en ninguna ciudad, y es
que estudios realizados por la Escuela de Chicago afirmaron que una ciudad
diferencia sectores a partir de características materiales (Fábricas, ríos,
calles, hitos, entre otros) que separan los barrios; y culturales (que tienen
una significación social), por ejemplo las etnias, religión, estatus social, entre
otros (UBA, 2019). Esto hace a su vez que el nivel de delincuencia varie
entre barrios, acentuando valores de delincuencia en grupos, influenciados
por niveles socio-económicos, de educación, salud y culturales.
Así mismo es posible indicar que el territorio como área de estudio
delictivo tampoco es homogéneo, no solo frecuencia y cantidad de crímenes
varían entre las regiones sino también las características de los mismos
(violencia, tipo de crimen, objeto del crimen, entre otros), de este modo en
Venezuela, el Dr. José R. Mendoza afirma que en los puertos de mar, la
criminalidad es de tipo más violento: Homicidios, riñas, lesiones personales,
influencia alcohólica, delitos contra personas, delitos contra la propiedad,
hurto de vehículos y tráfico de drogas; y Caracas es el epicentro del crimen
en el país dada la concentración de su población y los numerosos barrios
que circundan la ciudad (UBA, 2019).
En la zona andina los delitos más cometidos son los delitos de tráfico
de sustancias estupefacientes y psicotrópicos, seguidos por los delitos de
sangre y los delitos contra la propiedad, para finalmente incurrir en los delitos
contra las buenas costumbres y buen orden de las familias y el índice más
alto corresponde al Estado Táchira. Finalmente la región llanera cuenta con
el menor índice delictivo, en esta, los delitos más comunes son contra las
personas, homicidios, delitos de lesiones personales (UBA, 2019).
Es adecuado indicar por tanto que la conducta criminal está
influenciada por el ambiente inmediato en el que ocurre, este no tiene un
papel pasivo, sino que participa como elemento criminógeno afectando al
comportamiento y al proceso de toma de decisiones del criminal. Pero
además, es importante mencionar que dichas influencias no solo se limitan al
barrio, la ciudad, el campo o los individuos en torno al criminal, sino también
a influencias físicas que por intensión o no del individuo se imprimen en los
patrones de comportamientos sociales, de este modo, el consumo de alcohol
y drogas pasan de ser decisiones meramente individuales a factores de
influencia social y cultural.
A la luz de la violencia empleada sobre las víctimas en los hechos
delictivos de los últimos tiempos, especialmente la última década, es notable
valorar el incremento del uso de sustancias que alteran la conciencia
humana y sus brutales efectos en la criminalidad. Son abundantes las
pruebas de la relación existente entre la delincuencia grave, la violencia y el
uso indebido de drogas y alcohol. Lamentablemente, son cada vez más los
jóvenes y adultos que se encuentran severamente afectados por los efectos
del consumo sostenido de drogas, circunstancia que se torna dramática
cuando además se dedican a delinquir. Y preocupante es el hecho de que
dicho consumo encuentre nichos de aceptación social, por ejemplo el
consumo de alcohol para asegurar la “virilidad” y “varonilidad” de un joven
adolescente en su núcleo familiar (Diario El Orden, 2017).
De este modo, las drogas, el alcohol y el delito generan una relación
más que siniestra, y es que en la actualidad la problemática de las drogas es
uno de los mayores nodos conflictivos a los que se enfrenta la sociedad.
Cada día está más en auge y sus efectos son de lo más diversos, desde la
comisión de delitos y sanciones administrativas hasta problemas de salud e
incluso la muerte. En 2014, por ejemplo, se descubrieron más de cien
sustancias psicotrópicas nuevas en Europa, manteniéndose las pautas y
tendencias a largo plazo (Gómez, 2016).
Gómez (2016) citando a la Organización Mundial de la Salud (OMS),
define las drogas como “toda sustancia que introducida en el organismo por
cualquier vía de administración, produce de algún modo una alteración del
natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y además
es susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas”. De
esta manera, se pueden observar tres tipos de delitos por acción de las
drogas y el alcohol (Gómez, 2016):
 DELINCUENCIA INDUCIDA - Comisión de delitos bajo la influencia
de drogas o del periodo de abstinencia (Delitos contra las personas, la
libertad sexual, el orden público, la seguridad de tráfico y la propiedad).
 DELINCUENCIA FUNCIONAL. Comisión de delitos para obtener
dinero para comprar drogas (Delitos contra el patrimonio y el orden público,
delitos de malversación, delitos de falsedades, tráfico de drogas por el propio
toxicómano y tenencia ilícita de armas).
 DELINCUENCIA RELACIONAL. Comisión de delitos relacionados
con el tráfico y comercio de drogas (Conductas de tráfico en sentido amplio y
Delitos de receptación).
Ahondar en este ámbito nos hace apreciar la condicionante
indiscutible que es el medio y la sociedad, por lo tanto, el estudio de la
sociología y la criminalidad van de la mano, y es que parece evidente que la
nueva configuración social tiene una repercusión directa sobre los nuevos
comportamientos delictivos. Así que, en primer lugar, desde una perspectiva
puramente ontológica, se han de tratar las características de la nueva
sociedad surgida posteriormente a las revoluciones modernas. Pero
principalmente, analizar de qué manera este proceso de desarrollo ha
culminado en riesgos capaces de comprometer las condiciones básicas de
vida a través del proceso de modernización.
Por otro lado, cabe señalar que los delitos usuales se unen a las
nuevas oportunidades delictivas, por lo que el Clásico Derecho Penal basado
en mecanismos tradicionales debe prepararse para enfrentar el nuevo
paradigma de la Macrocriminalidad Inmaterial en el Ciberespacio. Las
exigencias de lidiar con la complejidad de cuestiones globales de los
problemas presentados por las Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación a los órganos de control es un hecho, se ha alterado y sigue
alterando constantemente las estructuras sociales, y de estas se desprende
el crimen, por tanto la Sociología Criminal se alza como un instrumento de
entendimiento para los caminos variables de la contemporaneidad.
La Sociología Criminal vio sus inicios en el sociólogo y jurista italiano
Enrico Ferri (1856-1929), pero en la actualidad está más vigente que nunca;
Ferri incluyó en la nueva ciencia, no solo a la Antropología y a la Estadística
Criminales, sino a las Ciencias Pedagógicas, la Penología, e incluso al
Derecho Penal del que decía era solo un capítulo de la Sociología Criminal.
Hoy en día, la Sociología Criminal se interesa en dos vertientes,
primeramente el conjunto de principios derivados del estudio estadístico de la
masa de fenómenos criminales, y en segunda instancia la determinación de
los recursos preventivos político-sociales de los que los Estados pueden
valerse en su lucha contra la criminalidad (Sánchez, 2013).
La Sociología Criminal por tanto es una orientadora de la lucha de la
sociedad contra el crimen, concreta sus conclusiones en la necesidad de
atacar las causas generales que favorecen su desarrollo, mediante métodos
de política social preventiva, y que deben comprender toda una serie de
medidas de orden económico, político, administrativo, educativo y doméstico,
que puestas en práctica por los gobiernos conducirían a disminuir y atenuar
el porcentaje y la crueldad de los hechos delictivos.
Referencias Bibliográficas

Diario El Orden (2017) Droga, alcohol y delito: Una relación más que
siniestra [Artículo en línea] Sección de Sociedad: Diario El Orden.
URL: https://www.elorden.com/noticias/2017/01/13/578-droga-
alcohol-y-delito-una-relacion-mas-que-siniestra [Consulta: 2020,
Marzo 31].

Gómez, E. (2016) Drogas y su relación con la delincuencia [Documento en


línea] Repositorio en línea: Universidad de alicante. URL:
https://rua.eua.es [Consulta: 2020, Marzo 31].

Sánchez, R. (2013) Sociología y Crimen [Artículo en línea] sociology


criminology blogspot URL: http://sociologycriminology.blogspot.com /
2013/04/sociologia-criminal.html?m=1 [Consulta: 2020, Abril 01].

Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA) (2019) [Artículo en línea] Núcleo


Temático II: Ecología criminal, La Droga, el Delito y el Alcohol,
Sociología y Criminología. URL: https://campusvirtualuba.
net.ve/convenios/.html [Consulta: 2020, Abril 01].

Vozmediano, S; y San Juan, C. (2010) Empleo de sistemas de información


geográfica en el estudio del Miedo del delito [Documento en línea]
Repositorio en línea: Dialnet. Historia de la delincuencia en
Venezuela.URL: https://dialnet.unirioa.es/descarga/articulo/2083345.
pdf&ved=2ahUKEwi64q2kncoAhVig-AHUnfCg0QFjAxAOvVaw2Uqo
wz_0gnmaa3CHu Ox4m [Consulta: 2020, Marzo 31].

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