Sei sulla pagina 1di 31

Cinco principios espirituales del Primer Paso de los Doce Pasos

Aquí cinco principios espirituales que practicas en el Primer Paso de los Doce Pasos:

1. Impotencia. Es cuando reconoces que sólo no tienes poder contra la obsesión y compulsión que caracterizan
la adicción. Es importante el “sólo” porque como dice en  It Works How and Why, p. 13 (1993): “I can’t, but we
can.” (“Sólo no puedo pero juntos podemos.”) Es decir, la admisión de la impotencia no es desesperanza sino la
acogida de un Poder Superior que te provee el grupo contra la adicción.

2. Honestidad. Es cuando admites tu impotencia, tu falta de poder, contra la adicción o dependencia. Es tu


herramienta contra la negación y la racionalización que te permitieron negar tu problema y justificar tu
comportamiento insano. Es cuando “rompes el velo de la mentira” y concedes, quizás por primera vez en tu vida
que no puedes, que la obsesión y la compulsión te ganaron y te ganarán siempre.

3. Rendición. Es cuando dejas de luchar contra la adicción y admites sin reserva alguna, sin condiciones, que no
puedes controlar tu consumo o dependencia de alguna persona, lugar o cosa.

4. Mente abierta. Es la buena voluntad o disposición que muestras cuando sigues las sugerencias de tu padrino o
del grupo y haces las cosas de una manera diferente.

5. Valor. Es cuando eres capaz de ser honesto, admites que tienes un problema, te rindes ante esa realidad, buscas
ayuda y haces las cosas de una manera diferente.

La impotencia, la honestidad y la rendición van de la mano. Primero eres impotente. Esto quizas te conduce al “regalo de
la desesperación” y te obliga a ver con honestidad tu realidad: tu incapacidad y falta de poder. Ante esa realidad te
rindes, la reconoces como un problema y con ello abres tu mente y te dispones a hacer las cosas de una manera
diferente: en grupo, bajo la guía de un Poder Superior. Sobra decir que ésto require mucho valor. Es casi un milagro.
Cinco principios espirituales del Segundo Paso de los Doce Pasos

El Segundo Paso: “llegamos a creer que un Poder Superior podía devolvernos el


sano juicio”, fue conmovedor para mi. En él tuve que practicar principios espirituales que abandoné temprano en la
adolescencia: la esperanza y la fe. Volver a recuperar esos principios espirituales requirió de humildad y honestidad,
principios espirituales que también me eran extraños pero que ya había comenzado a practicar en el Primer Paso.
Gracias a ellos tuve en el Segundo Paso la receptividad necesaria para darle alguna credibilidad a aquello que llamaban
un Poder Superior y a mi me recordaba demasiado a Dios. Fue clave en este Segundo Paso de los Doce pasos mi
accidental encuentro con mi amigo de rodillas. Eso me chocó. También el unirme a los compañeros de las reuniones
orando abrazados en un círculo me llenó de una fuerza que me intrigó y quise conocerla. Por último el texto dirigido a
los agnósticos en el Libro Grande de Alcohólicos Anónimos (1993), p. 41 – 53,  me llevó a reevaluar mis argumentos
“inteligentes” sobre la existencia de una dimensión espiritual y a “ponerme bruto” para aprender y crecer. Aquí los
principios espirituales que practiqué en el Segundo Paso:

1. Esperanza. Fue cuando consideré la posibilidad de que algo más grande que yo tenía poder para liberarme de mi
obsesión y compulsión. Fíjate que se trataba sólo de sostener la posibilidad, que ni siquiera se trataba
de creer en un Poder Superior, sino de que  podía ser que sí, que de hecho existiera algo que capaz de trabajar
en mi y removerme la obsesión y la compulsión que caracterizaban la adicción que me mataba.

2. Honestidad. Siempre admití que creía sin creer, que actuaba “como si creyera” para ver qué efecto tenía en mi y
comprobar de esa manera si, como decían en la literatura y en las reuniones, aquello de un Poder Superior
funcionaba. Era importante reconocer mis dudas para aclararlas.

3. Receptividad. Fue cuando escuché la experiencia de otros aunque dentro de mi pensaba “qué loquera tiene
éste”. Fue también cuando leí con interés lo que decía la literatura y la guía de los Doce Pasos. Estaba
desesperado y deseaba con ganas otra manera de vivir. Esta era la raiz de mi receptividad y mi esperanza.

4. Fe. “La creencia en algo intangible.” Así la define el It Works How and Why (1993), p. 20. Imagínate, yo que no
creía ni en lo que veía, que iba a creer en algo mas allá¡, intangible. Pero la desesperación era grande y mi
receptividad también. Estaba profundamente rendido sin saberlo y si tenía que creer en algo y eso se llamaba fe
pues, pa’lante como decimos aquí. Así coloqué mi fe en un crucifijo y comencé a orar como si mi vida estuviera
en juego.

5. Humildad. El reconocimiento de que no tenemos todas las respuestas. “Ponte humilde”, decían en las
reuniones cuando querían decir que escucharas y fueras receptivo a lo que decían los compañeros que tenían
mucho más tiempo yo. Mi receptividad, mi buena voluntad eran evidencia de que estaba siendo humilde.

Estos fueron principios revolucionarios en mi vida. Me llevaron a reconstruir mi identidad y a actuar de otro modo. Fue
aquí cuando me di cuenta de que la recuperación no se trataba sólo de “estar limpio” sino de transformar mi
personalidad. La transformación requirió que cultivara mi espiritualidad. De eso se trataba el Segundo Paso: de
comenzar a creer en el mundo del espíritu. Yo estaba dispuesto a ello.
Cinco principios espirituales del Tercer Paso de los Doce Pasos

Aquí algunos de los principios espirituales que practiqué en el Tercer Paso de los Doce Pasos, cuando le entregué mi vida
y mi voluntad al Poder Superior.

1. Acción. En el Segundo Paso contemplé la posibilidad de que un Poder Superior pudiera devolverme el sano
juicio. Si me hubiera quedado pensando habría hecho lo mismo que hice los quince años anteriores: nada. En el
Tercer Paso no me podía conformar con pensar, tenía que poner en práctica, en acción, el Segundo Paso y
entregar mi vida y mi voluntad a un Poder Superior. Así fue que yo, con una convicción endeble y sin saber cómo
era eso de entregar vida y voluntad le dije a Jesús, mi Poder Superior (cada uno con el suyo), “haz lo que quieras
conmigo, te lo entrego todo”. Asi practiqué la acción, uno de los principios espirituales de los Doce Pasos.

2. Disposisión. Era evidente mi disposición, estaba agotado de controlar todos los sucesos de mi vida y me salí del
medio, solté el egocentrismo, esa manía de que todo giraba alrededor mio y entregué el control al Poder
Superior. Pensé que El sabría administrar mi vida mejor que yo y estuve dispuesto a seguir su voluntad. Me sentí
aliviado tan pronto lo hice. Dejar mi vida y mi voluntad en las manos de Dios fue como desprenderme de un
peso inmenso que me oprimía y asfixiaba hacía años.

3. Confianza. Cuando descansé en el Poder Superior demostré mi confianza en El. Sí, mi confianza era débil pero
era también necesaria. Tenía que confiar. Confié en Él guiado por los pasos, la literatura y otros compañeros.
Sabía que en mi no podía confiar. Si la otra y única opción era confiar en un Poder Superior, así sería y así fue.

4. Rendición. La rendición del Primer Paso fue más profunda cuando reconocí en el Tercer Paso que no sólo no
podía contra la obsesión y la compulsión sino que tampoco podía manejar mi vida. Bastó observar mi pasado
inmediato para reconocer que era incapaz de hacerlo. Puse mi vida en manos de Dios porque tenía que hacerlo,
sin saber qué iba a suceder o cómo iba a ser pero convencido de que yo no podía más. ¡Eso fue soltar!

5. Libertad. Una cosa maravillosa que tienen los Doce Pasos  es la libertad. En ningún momento nadie me obligó a
creer ni a entregar. Tomé la decisión de entregar mi vida y mi voluntad a un Poder Superior, basado en lo que vi
en mi vida, en lo que vi en la vida de compañeros en recuperación y en lo que leí en la literatura de Doce Pasos.
Asumí la responsabilidad de creer y de poner mi vida y mi voluntad en las manos de un Poder Superior que yo
escogí.

Como puedes ver, hice el Tercer Paso motivado por el fracaso que me precedióy por la necesidad de creer que tenía. No
era una persona de fe pero estuve dispuesto a creer en el Segundo Paso y a entregar en el Tercer Paso. Con el tiempo,
con la práctica de los pasos restantes, el Poder Superior se probó fiable y se convirtió en un gran amigo. Así, paso a paso
le entregue cada vez más de mi y de igual manera cada vez mi fe aumentó.

Creer es un proceso y no hay forma de hacer un paso perfecto. Los pasos los podrás practicar una y otra vez toda tu vida
de recuperación. Se trata de actuar constructivamente basado en principios espirituales. Al ver los resultados aumentará
tu fe.
Ocho Principios Espirituales que practiqué en el Cuarto Paso

Me ayuda muchísimo conocer, estar consciente, de los Principios Espirituales que he practicado y que han pasado a
formar parte de mi vida. Tengo que estar muy claro en ello porque en ocasiones pienso que soy como era antes de
entrar en recuperación y no es cierto. He cambiado para bien y tener presentes los principios espirituales que practico
ayuda a mi autoestima.

A continuación señalo los Principios Espirituales que encontré en el It Works How and Why (1993).  Los defino según el
texto y según mi experiencia cuando los practiqué en el Cuarto Paso:

1. Honestidad: La verdad sobre quién soy, lo que hago, lo que pienso y siento. La practiqué en el Primer Paso con
la admisión de mi impotencia ante la adicción y aumentó dramáticamente con el conocimiento de mi mismo en
el Cuarto Paso. Fue dolorosa, agridulce, pero necesaria para mi recuperación. Tenía que conocer el problema
para solucionarlo y el problema era en un primer paso la adicción pero ella era sólo un síntoma de una
enfermedad mayor que era mi personalidad. En el Cuarto Paso comencé a conocer mi personalidad, sus luces y
sus sombras. Esto me hizo honesto, conocí mi verdad.

2. Fe: No podía verme sin la ayuda de Dios. Era muy difícil para mi atravesar la armadura de la negación y la falsa
identidad que había construido. Descansé en el Poder Superior para que me diera la fortaleza necesaria para
sobreponer estas barreras y así ver mi verdad oculta tras ellas. Creí, sin saber porqué, que era necesario llevar a
cabo un inventario personal y que en efecto, esa era la voluntad de mi Poder Superior. Al hacerlo aumenté la
entrega que inicié en el Tercer Paso.

3. Buena Voluntad: Demostré con todo lo anterior, con mi honestidad y mi fe, que tenía la mente abierta a nuevas
ideas, que le daba la bienvenida a cosas distintas y diferentes con tal de cambiar y lograr una nueva vida. Si
había que creer, creía, si tenía que tener fe, la tenía, si valor, lo buscaba.

4. Valor: El valor que se requiere para llevar a cabo este inventario no se debe subestimar. Muy pocas personas
emprenden una tarea como ésta. No es fácil. Descansar en Dios y dejar el miedo atrás para conocerme y ver
los aspectos negativos y positivos de mi personalidad fue un logro inmenso.

5. Amor: Dice en la literatura que el inventario es uno de los actos más amorosos que podemos hacer hacia
nosotros mismos. Es cierto. Al conocer mi verdad y descubrirla me liberé de las garras de la adicción. Ella
utilizaba el miedo para someterme. Con él condujo mi vista hacia mis defectos, los agrandó y me hizo sentir
incapaz e impotente. Pero luego del inventario pude ver no sólo su manipulación y su astucia sino también la
otra parte de mi: mis sueños, mis ilusiones, mi bondad. Era una buena persona con una terrible enfermedad y
luego del inventario podría dejar atrás algunos de mis defectos y emprender el camino hacia mis ilusiones y
mis sueños.

6. Responsabilidad: Al conocer mi enfermedad pude escoger practicarla o ignorarla. Dejar que ella se apoderara de
mi o batallarla con el Poder Superior, los Principios Espirituales y el Poder Superior que los Doce Pasos me
transmitieron. Me apoderé de ella como nunca. Por primera vez en mi vida mi adicción estaba arrestada y yo
podía mantenerla así practicando mi recuperación en todos los aspectos de mi vida. Esa era mi
responsabilidad.
7. Integridad: Al descubrir mis valores, lo que valía la pena para mi, estuve dispuesto a practicarlos. Con el Poder
Superior recién adquirido no tenía ya razón para evadir la vida y participar de ella orgulloso de ser quien era con
mis defectos y virtudes. Entonces mis acciones fueron coherentes con mis valores y descubrí el valor de ser de
una sola pieza por dentro y por fuera. Ya no tenía que avergonzarme pues era coherente.

8. Libertad: Cuando descubrí qué me limitaba y cómo me traicione una y otra vez pude ser libre de lo que me
había sujetado hasta entonces.

Es importante comprender que nunca he practicado estos principios a la perfección. He tenido días buenos y días
menos buenos. De eso se trata ser humano, imperfecto y limitado. También es importante reconocer que todo ésto lo
hice con la ayuda de un Poder Superior, que sin este poder y solo con mis recursos, jamás hubiera podido contra el
poder de la adicción.

¿Qué principios has practicado en el Cuarto Paso?

¿Cómo te fue a ti con esos Principios Espirituales? ¿Fue el Cuarto Paso, el inventario personal un acto de amor hacia ti?
Comparte tu experiencia en los comentarios.

Principios Espirituales del Quinto Paso

Hasta este momento había vivido encerrado, escondido tras una máscara. Lo sabía sin lugar a dudas pues ya había
trabajado el Cuarto Paso. Para librarme de la máscara tenía compartí mi inventario con otro ser humano. Yo escogí para
eso a mi padrino, Eddie quien también era mi primo y padrino de bautismo. Estaba aterrado. Postergué la primera cita
varias veces. Pero “las máscaras tienen que caer” y tuve que dar cara y compartí él mi Cuarto Paso a pesar del miedo,
confiando en que hacerlo era la voluntad de Dios para mi.

Con el Quinto Paso profundicé los Principios Espirituales trabajados hasta ese momento en los pasos anteriores.

1. Compromiso. Al compartir mi inventario con el padrino afirmé mi deseo de recuperarme y de cambiar a pesar


de mi temor. Esto confirmó que estaba dispuesto a hacer lo necesario por no volver atrás y recuperarme.

2. Valor. Me sobrepuse al miedo y la vergüenza y estuve dispuesto a admitir mis errores ante el padrino. Durante
ese proceso volví a sentir miedo una y otra vez y sin embargo y a pesar de él seguí hacia adelante.

3. Entrega. Cada vez que iba a compartir con mi padrino me puse en las manos de mi Poder Superior y “eché
pa’lante”. Admití la naturaleza exacta de mis errores con otro, sin entender por qué debía ser así y dudando
mucho sobre la efectividad de hacerlo. Me bastó con saber por la literatura que esa era la voluntad de Dios
para mi y que probaba mi entrega a El con actos. Éste era uno de ellos.

4. Honestidad. Cuando escuché de mis propios labios el reconocimiento de mis faltas, quebré la negación que
hasta entonces rigió mi vida. Fue conmovedor y humillante (de una manera positiva). Revelé mi verdadero ser,
desnudo, sin la máscara de la grandeza y el egocentrismo. Descubrí que mi vulnerabilidad era inmensa.
5. Buena voluntad y disposición. Esperé lo mejor del Programa de Doce Pasos y de Dios. Di por sentado que el
cambio era bueno y necesario para mi y estuve dispuesto a trabajarlo como fuera necesario.

6. Humildad. Admití ante otro ser humano, ante mi, y ante Dios mi realidad, mi verdad, mis motivaciones ocultas y
encontré que no era tan grande ni tan importante como yo pensaba. Era más bien temeroso, vulnerable y
necesitaba mucho amor.

7. Pertenencia, hermandad. Cuando descubrí que era otro ser humano más, con defectos y virtudes, y que mi
padrino me aceptaba tal y como era, experimenté la compasión y me sentí por primera vez en mi vida parte de
la raza humana. Comprendí que para intimar tenía que dejarme ver como era, sin máscaras. El beneficio de
sobreponerse al miedo y ser honesto era la relación, la salida de la soledad y la aislación, algo que nunca antes
hice, algo nuevo para mi.

La experiencia de compartir con otro ser humano y con Dios la naturaleza exacta de mis defectos de carácter marcó un
cambio de paradigma, un giro total, en mi vida. Gracias al amor que recibí de mi padrino, que fue una recompensa
valiosísima, vi lo absurdo del temor que me agarraba a la mentira de pretender ser otro y me mantenía solo y
aislado. Desde entonces he sido valiente al compartir mi verdad y siempre, pero siempre, he recibido tremendas
recompensas como premio por ser honesto y verdadero. Las mayores: la intimidad, los buenos amigos, la paz.

El Sexto Paso, disposisión para cambiar

Estaba desesperado por cambiar. Lo que descubrí de mi en el Cuarto Paso y luego compartí con mi padrino en el Quinto
Paso, me avergonzó. El Sexto Paso fue como un detente, una parada en el camino, para verificar mi disposisión para
cambiar, la medida de mi rendición. ¿No tenía reservas? ¿Estaba dispuesto a todo? ¿Quería entregarle a Dios mis
defectos de carácter? ¿Era esa mi disposisión? No sabía. Por un lado quería otra vida, por otro, conocía la que tenía.
¿Cómo sería vivir de otro modo? ¿Tenía fe? ¿Era más grande mi temor?

Encubrí el temor con la grandeza y el deseo de perfección

En el Cuarto Paso descubrí  que estaba avergonzado de mi.  Por eso me resentí ante cualquier cosa o persona que
“cuestionara” mi valor o se burlara de mi. Temí que develara mi más profundo secreto, mi poco valor. Por eso también
temí fallar y quise ser perfecto: para encubrir lo que entendí era mi nada, mi cero valor. Por eso tambien me aislé y evité
intimar. No quise a nadie muy cerca de mi. ¡Me iba a descubrir!

Así me moví por años entre la ausencia de valor que sentí y la grandeza y perfección que asumí. Podía dar razones por
las cuales era así pero, ese no era el punto del Cuarto Paso, eso era lo que siempre había hecho, justificar mi manera de
ser y señalar hacia mis circunstancias. Se trataba de asumir mi responsabilidad e independientemente de lo que pasara
hacerme dueño mi, evaluando qué de mi personalidad me era dañino para entonces dejarlo atrás. En el Sexto Paso
verficaba mi disposisión para seguir con mi compromiso del Tercer Paso. ¿Le entregaría todo a Dios? ¿Hasta mis
defectos?

Tenía que escoger entre el dolor conocido y una felicidad posible pero desconocida para mi

“¿No es suficiente lo que ya he sufrido a causa de mi vergüenza y mi temor?”, me preguntaba. “Esto no es calidad de
vida, ¡es una locura!”, me decía. “¡Mira a dónde me ha traido!”, exclamaba.  “Lo entrego todo.”, concluía. Pero
enseguida me preguntaba, “¿Cómo será mi vida sin estos defectos? ¿Seré un santo o un tonto?” No sabia y me
atemorizaba.

Me debatí entre una opción u otra por par de semanas. Fue angustioso y agotador. Pero yo no quería ser como había
sido, eso lo sabía y, aunque no sabía cómo iba a ser de otro modo, tenía que entregar mi ser a Dios y que El hiciera lo
que fuera conmigo. Yo, en definitiva, había demostrado que era muy mal administrador de mi vida y no podía más. Lo
que fuera no podía ser peor de lo que había sido. Así nació mi disposisión. Más por necesidad que por fe.

Séptimo Paso, entrega los defectos de carácter a tu Poder Superior

Terminado el Sexto Paso y dispuesto a entregar a Dios mis defectos de carácter me puse de rodillas y Te dije, “¡Por favor,
quítame ésto, Señor!”. Pero ya sabes, un silencio absoluto de Tu parte no ayudó mi naciente fe. Sí ayudó mi absoluta
necesidad de creer que aquello me iba a funcionar y de que de algún modo, ese Poder Superior / Dios / Tú, que los Doce
Pasos nombraban me iba a remover lo que tanto daño me hizo durante mi vida, los llamados defectos de carácter.

No tienes que creer pero sí perseverar al entregar tus defectos de carácter


Repetí mi entrega una y otra vez. A veces de rodilla, otras de pies, sentado o caminando y nunca escuché un “Sí,
tranquilo, ya te escuché, mañana te quito ésto y pasado lo otro, descansa.” Pero yo fui constante en mi entrega. Puse
una y otra vez en Tus manos mi miedo, mi arrogancia, mi deshonestidad, mi aislación, mi deseo de perfección, mis
resentimientos… Tantas actitudes negativas que tanto daño me hicieron. Una y otra vez, la entrega, repetida. Con
intensidad, “con el corazón en la mano”, como dicen por ahí.

Pasé meses en ésto. No exagero. Entregué y observé a ver si algo en mi cambiaba, a ver si algo me habías quitado Tú.
Nada.

Algún día te sorprenderás cuando tus defectos ya no estén y actúes de otra manera

En algún momento varios meses después, me encontré siendo más tolerante hacia los “defectos” de otros. Noté que le
huía al resentimiento también. Cosas que me atemorizaban, las enfrenté. Hablaba menos. Escuchaba mejor. Era más
atento. Una paz sobrenatural flotaba sobre mi. Era extrañísimo. Algo nuevo para mi. Experimenté la felicidad. Sentí
agradecimient. Tal y como me prometieron los Doce Pasos, hiciste por mi lo que yo nunca antes pude hacer: ¡caerme
bien a mi mismo!

Tu fe en los Doce Pasos y en el Poder Superior aumentarán muchísimo en el Séptimo Paso

Como la entrega pareció funcionar, creí en la efectividad del programa de Doce Pasos y en la existencia del Poder
Superior. Definitivamente, estuve seguro, algo pasó cuando entregué mis defectos a Dios. Era inexplicable pues yo no
hice ningún esfuerzo consciente por cambiar. Es decir, yo no me obligué a ser de una manera u otra, no apliqué la
fuerza de voluntad, no, fue algo casi mágico, inexplicable y a la vez sencillo : sólo puse mis defectos en manos de Dios
y El hizo el resto. Mi trabajo fue identificar y entregar. El hizo lo demás.

Serás libre

Mi fe en el programa de Doce Pasos y en Dios aumentó mucho a partir del Séptimo Paso. La obsesión y la compulsión ya
no eran dueñas de mi vida, tampoco lo erá el resentimiento y el temor. Estaba comenzando a ser una persona libre,
responsable y productivo. Eso me gustó.

Octavo Paso, mi lista de enmiendas

La víctima tenía que desaparecer.


Cuando decidí hacer mi lista de enmiendas Eddie había muerto y tenía un nuevo padrino. Este padrino creía mucho en
“poner el foco en uno”, en asumir responsabilidad. Eso me ayudó mucho al hacer la lista de enmiendas. Al igual que
en el Cuarto Paso, el inventario, No se trataba de si estaba justificado o no el daño, sino de asumir responsabilidad por
mi parte en él, de “limpiar mi lado de la acera”.

La lista de enmiendas se desprende del inventario que hiciste en el Cuarto Paso

Revisé el Cuarto Paso. Me dí cuenta de que el daño que causé a otros no fue por robar, mentir, agredir, matar o actos
dramaticos que me hicieron un gran criminal. No, yo causé daño por mi actitud generalizada hacía la vida y hacia los
demás. Era tal y como compartí en el Quinto Paso, un egocéntrico, experto en ver siempre la culpa de otro y tras de ella
esconder mi responbsabilidad y justificar mis faltas de respeto, mis malascrianzas, mi deshonestidad. Un montón de
tonterias que causaban mucho daño y que eran reflejo de un niño malcriado y engreido: la víctima.

El Octavo Paso se trata de tu parte, no de lo que te hicieron a ti

Mi nuevo padrino no me permitió escapar. Cuando saqué el libreto de víctima, y comenzé a hablar de lo que me habían
hecho a mi, me corrigió y me preguntó por mi responsabilidad en la situación. ¿Cómo reaccioné? ¿Qué dije? ¿Cómo me
sentí ?¿Qué pensé? ¿Que hice? Siempre en primera persona con el maldito “yo” que tanto odiaba por que la verdad era
que no quería asumir parte en nada.

Yo hice hecho daño a mi familia: a mi esposa, a mis padres, mis hermanas, mi tía y a mis primas. Yo hice daño a mis
compañeros de trabajo y a mis patronos. Hice daño a compañeros de estudio y a profesores. Hice daño a mi colegio, a
mi iglesia y a mi pais. Todo por el odio generalizado que sentía y porque siempre pensaba en lo supuestamente ellos me
habían hecho antes a mi.

No se trata de que te veas como menos que sino de tu verdad

Esta nueva humildad, no en el sentido de insignificante o pequeño sino en el sentido de verdadero, de lo que en verdad
era, requirió mucho valor. No fue fácil volver a ver lo que lo que hice, me avergozaba. Era una verguenza saludable que
me impulsó a desear enmendar.

¿Quería enmendar? ¿Quería dejar de dañar a otros? Lo cierto es que no deseaba seguir aplastando a los mios, no lo
toleraba. Por otra parte tampoco quería ser un profesional que para lograr sus metas destruyera a todos los que se
encontraba en su camino. Tampoco quería ser indiferente al dolor de mis compañeros de estudio o un jefe tirano. Yo de
verdad, añoraba ser uno más en el mundo, ser parte de él, no más ni menos.

La responsabilidad sobre mi persona que me dió la lista de enmiendas me planteó la posibilidad de vivir liberando de la
verguenza y el resentimiento al corregir mi camino, enmendar mi ruta.  Eso mismo me dió deseos de enmendar, de
liberarme. Po eso no pude detenerme y seguí bien dispuesto al Noveno Paso.

Noveno Paso, enmiendas


Al hacer enmiendas pude mirar de frente a los demás.

En el Octavo Paso descubrí que tenía poco que restituir en términos materiales. Csi todas mis enmiendas requerían que
yo fuera otro. Si deseaba enmendar, actuaría de otro modo. Esa era la única y mejor enmienda que podía hacer. Las
promesas no servían de nada, sólo los actos contaban.

En las pocas ocasiones tuve que ir a donde quien había dañado para hacer una enmienda. quedé sorprendido por los
resultados. Nunca fue como preví.

Las enmiendas tienen que ser planificadas

Antes de enmendar le consulté a mi padrino. No se trataba de causar más daño ni de meterme en problemas
adicionales. Para prevenir planificamos las enmiendas. Discutí con él lo que pasó en cada caso y juntos determinamos
cómo era mejor llevar a cabo la enmienda.

No se trata de lo que te hicieron a ti

En una enmienda particular, después de haber planificar cómo la haría, fui a donde una persona a la que había causado
daño. Esta persona me había tratado malísimo y me había hecho muchísimo mal. Pero este no era el punto del Noveno
Paso de los Doce Pasos. El punto era asumir la responsabilidad de mi parte en la situación que causó daño. Eso tenía
que estar claro.

La llamé para hablar con ella y acordamos un día y la hora. Recuerdo que fue en su lugar de trabajo. Llegué a la hora
acordada y ella me recibió sorprendida e intrigada. Me senté frente a ella y le dije que estaba allí porque le había
causado daño y quería excusarme. Ella se hechó a llorar. Yo me sonreí sorprendido.

Me excusé con ella y luego hablamos sobre otros asuntos. En ningún momento mencioné lo que ella me había hecho a
mi. Me fui de allí habiendo cumplido mi propósito. Excusarme por lo que hice. Algo muy sencillo, breve y claro. Nada
más importaba.

Estaba contento. En paz.

Se trata de cultivar el valor, la humildad y el respeto por otros


La humildad que este tipo de enmiendas requirió de mi era inconmesurable.Todo mi ser se retorció cada vez que tuve
que ir a donde otro olvidando lo que me había hecho a mi. El orgullo, el resentimiento, la venganza, la falsa dignidad y
lo que llamaba respeto se interponían en mi camino. Tuve que sobreponer esos obstáculos una y otra vez. Eran
verdaderas pestes contra mi desarrollo espiritual.

A veces era una imprudencia enmendar. Había personas que sencillamente no querían saber de mi. Ir donde ellas iba a
reabrir heridas y les iba a causar más daño. Esas enmiendas no las hice. En esos casos también tuve que sobreponerme a
mi interés y respetar el de ellos. Nuevamente eso requería de humildad en contra del egocentrismo. No todo era yo. El
otro era más importante que yo.

Requirió valor sobreponerme a mi egoismo y a mi temor. También dejar atrás lo que me hicieron ami fue muy difícil. Sin
embargo, hacer enmiendas cuando eran saludables o no hacerlas cuando era malo, me dejó libre para mirar el mundo
cara a cara y sin temor. Hice mi parte y eso era suficiente.

Te toca a ti

¿Has tenido que enmendar con alguien? ¿Cómo te fue? ¿Crees que ganaste al enmendar? Me interesa tu opinión,
déjame saber en los comentarios.

Décimo Paso, inventario diario y enmiendas rápidas

El inventario diario me permitió vivir libre de mis defectos de carácter, un día a la vez.

Todos los días durante la mañana al levantarme y por la noche antes de acostarme, revisé por una parte, cuáles eran mis
planes para el día y por otra, cómo me había ido durante el día. Cuando descubrí alguna falta o mala actitud, la enmendé
tan pronto como pude.

Eso creó en mi dos hábitos que me cambiaron la vida: el hábito de estar vigilante ante a mis pensamientos y actitudes
y, por otro lado, el hábito de no acumular basura emocional desprendiéndome de lo que me hacía daño rápidamente.
Los Doce Pasos me mostraron el dolor de vivir con los defectos de carácter y el inventario la posibilidad de vivir sin ellos.

Los pasos anteriores, desde el Cuarto Paso pasando por el Quinto Paso, y terminando en el Octavo Paso y el Noveno,
fueron verdaderas “cirugías del espíritu”. Con ellos descubrí cuán profundo era mi problema y vi  que era mucho más
que una sustancia, era una personalidad: una serie de actitudes negativas que causaban y me causaban mucho
dolor. El egocentrismo, la culpa y la verguenza acompañadas del resentimiento causaron estragos en mi vida. Me
llevaron a aislarme, a encerrarme en mis problemas, viviendo sin comunicarme siendo un misterio para otros y para mi.

Este descubrimiento de quién en verdad era me marcó y me propuse nunca más ser lo que fui. Por eso, la idea de vivir
en bases diarias, vigilante ante mis defectos de carácter y de enmendar rápidito cuando fuera necesario fue un sueño
hecho realidad para mi. En el inventario diario vi la posibilidad de vivir libre de resentimientos, vergüenza y culpa. Por
eso, me comprometí con él inventario y la práctica diaria de él.

El inventario diario reveló cómo se activaban mis defectos de carácter y me dió poder sobre ellos.

Con el inventario diario fui conociéndome mejor. Identifiqué qué situaciones, personas o lugares activaban mis defectos
de carácter e hice ajustes para que no fuera así.  Casi siempre se trataba de cambiar mi forma de ver, mis modelos de
pensamiento.

Así, poco a poco, con el inventario diario al hacerme responsable de cómo pensaba y actuaba mi calidad de vida
mejoró. No fui perfecto , que conste. Pero cometí muchos menos errores y cargué mucho menos dolor.  La culpa y la
verguenza se desvanecieron y me sentí por primera vez en mi vida, libre de aquellos defectos de carácter que tanto
daño me causaron antes.

¿Practicas alguna forma de inventario diario?

¿Tienes tú algúna práctica que te permita examinar tus pensamientos y actitudes diariamente? Si la tienes, ¿podrías
dejarme saber sobre ella? Me interesa saber de ti.

Paso 11: La revelación personal

ESCUCHAR

PRINCIPIO CLAVE: Válgase de la oración y de la meditación para conocer la voluntad del Señor y tener la fuerza para
aplicarla en su vida.

Al estudiar y practicar los pasos de la recuperación, nos familiarizamos con una vida basada en la humildad y la
aceptación de la voluntad de Dios, y nos acomodamos a ella. Atrás quedaron los momentos de confusión y enojo
cuando, si orábamos, lo hacíamos con una actitud de obstinado egoísmo o de quejumbrosa autocompasión.
Comenzamos a vivir de modo que nuestra vida reflejara el profético consejo del presidente Ezra Taft Benson:
“La pregunta que siempre debemos tener presente y hacer constantemente, la que debe guiarnos en todos nuestros
pensamientos y acciones, es: ‘Señor, ¿qué quieres que yo haga?’ (Hechos 9:6). La respuesta sólo nos puede llegar por
medio de la Luz de Cristo y el Espíritu Santo. Afortunados son los que viven de modo tal que son llenos de ambos” (“Los
dones del Señor”, Liahona, abril de 1977, pág. 23).

En el paso 11 concertamos un compromiso para toda la vida de conocer día tras día la voluntad del Señor y tener el
poder de llevarla a la práctica. Nuestro mayor deseo era mejorar nuestra capacidad para recibir la guía del Espíritu Santo
y conducir nuestras vidas en consonancia. Este deseo contrastaba enormemente con las actitudes que teníamos cuando
nos hallábamos perdidos en nuestras adicciones.

Si usted es como éramos nosotros, antes de comenzar la recuperación pensaría que la esperanza, el gozo, la paz y la
realización personal tenían un origen terrenal. Tanto si ese origen era el alcohol, las drogas, el sexo, el juego, el
derroche, los desórdenes alimenticios o la codependencia, cualquiera que fuera su adicción, usted se limitaba a
arreglárselas en un mundo en el que se sentía confundido, perdido y solo. Cuando las personas intentaban amarle, tal
vez usted no lo percibía, pues su amor nunca resultaba suficiente; nada satisfacía sus anhelos. Sin embargo, al vivir los
principios de la recuperación, su vida y su corazón han cambiado.

Ahora ha comenzado a comprender y a apreciar la necesidad del Salvador, Jesucristo, y Su papel en su vida, y a atesorar
la Luz de Cristo. Ha comenzado a darse cuenta de que no es usted el que habla para sí cuando siente la guía de su
conciencia. Aunque al principio se haya sentido torpe e inexperto, ahora usted ora al Padre en el nombre de Cristo para
tener una relación más íntima con Él, y busca deliberadamente “a este Jesús de quien han escrito los profetas y
apóstoles” (Éter 12:41).

Usted estudia las Escrituras porque testifican de Él en todo momento, especialmente el Libro de Mormón. Testimonio
tras testimonio, los profetas de ese libro describen cómo buscar y lograr una mejor comprensión del Padre a través del
Espíritu Santo. Usted ha experimentado con las Escrituras y ha sentido que son verdaderas. La oración y la meditación
son ahora la savia de su nueva vida. Antes, la oración y la meditación solían ser una obligación que se desatendía; ahora,
su corazón abriga el deseo de arrodillarse ante su Padre, por lo menos por la mañana y por la noche, y derramar su
corazón con gratitud por Jesucristo y el Espíritu Santo.

Con el paso 11 se dará aún más cuenta de que recibirá conocimiento o revelación de la voluntad del Padre para usted
por medio del Espíritu Santo, y que mediante la Expiación recibirá el poder (o la gracia) para ponerla en práctica. Sabrá
que será bendecido y contará con el respaldo de tres seres glorificados (Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo) que
son uno en poder y propósito: llevar a cabo su inmortalidad y vida eterna.

Aumentará su capacidad para resistir la tentación a medida que estudie las Escrituras, ore y medite en ellas. Aprender a
recibir revelación requiere tiempo y paciencia y usted puede prepararse para ello estudiando las palabras de los profetas
y apóstoles e intentando vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Dispóngase a recibir, escribir, pensar y seguir la guía que
reciba. Cuando dé gracias al Señor por las bendiciones que ha recibido, aumentará su capacidad para recibir orientación.

Al mantenerse libre de sus adicciones, estará más capacitado para recibir la guía del Espíritu Santo. El élder Dallin H.
Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles enseñó:

“El Espíritu Santo nos protegerá de ser engañados, pero a fin de recibir esa maravillosa bendición, siempre debemos
hacer lo necesario para retener ese Espíritu. Debemos guardar los mandamientos, orar pidiendo guía, asistir a la Iglesia y
tomar la Santa Cena todos los domingos. Y nunca debemos hacer nada que aleje al Espíritu. En particular, tenemos que
eludir la pornografía, el alcohol, el tabaco y las drogas, y evitar siempre, siempre violaciones a la ley de castidad. Nunca
debemos tomar en nuestro cuerpo ni hacer con él nada que aleje al Espíritu del Señor y nos deje sin protección
espiritual del engaño” (“No se dejen engañar”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 46).
La oración y la meditación son poderosos antídotos contra el miedo y la depresión. Usted “no [ha] llegado hasta aquí
sino por la palabra de Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando íntegramente en los méritos de aquel que es
poderoso para salvar” (2 Nefi 31:19). Su progreso y crecimiento espiritual están supeditados a que usted acuda al Padre
por medio de Jesucristo, en Su nombre y teniendo Su Espíritu con usted. El paso 11 representa el compromiso vitalicio
de mejorar su relación con Dios a través de la búsqueda diaria de Su guía y la obediencia a los mandamientos.

Pasos a seguir

ACUDA AL PADRE EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO POR MEDIO DE LA ORACIÓN PERSONAL Y LA MEDITACIÓN PARA
RECIBIR ORIENTACIÓN Y PODER; OBTENGA SU BENDICIÓN PATRIARCAL Y ESTÚDIELA

Durante el proceso de la recuperación, muchos de nosotros aprendimos a levantarnos temprano y a buscar un momento
de quietud para estudiar y orar. Si aún no lo ha hecho, aparte un momento para orar y meditar, quizás por la mañana,
durante el cual pueda poner a Dios en primer lugar, antes que a ninguna otra persona o cosa de ese día. Si no tiene un
impedimento físico, arrodíllese; ore a menudo y en voz alta al Padre con la guía del Espíritu (véase Romanos 8:26).
Entonces estudie, valiéndose de las Escrituras y las enseñanzas de los profetas actuales como guía para su meditación.
Repase su bendición patriarcal a menudo y, valiéndose de la oración, medite en la guía que halle en ella. (Si aún no ha
recibido su bendición patriarcal, hable con su obispo para obtenerla).

Dejar constancia por escrito de sus pensamientos y sentimientos en su diario volverá a ser un poderoso instrumento de
autoexpresión y evaluación. Asimismo, puede escribir el consejo, el consuelo y la sabiduría que reciba a través de las
impresiones del Espíritu Santo.

Una vez concluidos esos preciados momentos de meditación en privado, no deje de orar. La oración silenciosa en lo más
recóndito de su corazón y de su mente se convertirá en una manera constante de pensar. Busque el consejo del Señor
cada vez que se relacione con otras personas, cuando tenga que tomar decisiones o al enfrentarse a sus emociones y
tentaciones. Busque e invite a Su Espíritu para que esté siempre con usted y le guíe para hacer lo justo (véase Salmos
46:1; Alma 37:36–37; 3 Nefi 20:1).

MEDITE A LO LARGO DEL DÍA EN LAS ESCRITURAS Y OTRA LITERATURA INSPIRADA; SIGA ORANDO

En muchos aspectos, el paso 11 es la continuación natural de los esfuerzos realizados en el paso 10 para mantenerse
atento a la presencia de la verdad en su vida. Al programar sus días, al llevar a cabo sus actividades y al retirarse por la
noche, permita que en su corazón repose continuamente una oración a Dios. Una opción podría ser el tomar un
pensamiento de su estudio matutino y meditarlo con frecuencia durante sus actividades diarias. Esta práctica le ayudará
a mantener la mente en sintonía con la verdad.

Todos tendemos, por naturaleza, a ser indisciplinados, pero al acudir a Jesucristo y al contemplar Su ejemplo, hallará la
humildad que precisa para seguir sometiéndose al Padre y cada día podrá decir con toda sinceridad, al igual que el
Salvador: “Hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). La luz de Cristo le guiará y preparará para recibir la compañía del Espíritu
Santo, que será cada vez más constante, con lo que aumentará su capacidad para reconocer la verdad y testificar de ella.

 
Estudio y comprensión

Estudie los siguientes pasajes de las Escrituras y las citas de los líderes de la Iglesia, pues contribuirán a su comprensión y
le ayudarán a aprender. Válgase de los pasajes, de las citas y de las preguntas para sus meditaciones, su estudio personal
y los análisis en grupo.

ALLÉGUESE AL SEÑOR

“Allegaos a mí, y yo me allegaré a vosotros; buscadme diligentemente, y me hallaréis; pedid, y recibiréis; llamad, y se os
abrirá” (D. y C. 88: 63).

 El Señor respeta su voluntad y su albedrío, y le permite decidir acercarse a Él libremente. Él se acerca a usted
cuando usted le invita a hacerlo. Escriba sobre cómo va a acercarse hoy a Él.

LA GRATITUD

“Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis
el Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:17–19).

 Cuando recuerde sentir gratitud por todas las cosas de su vida, incluso por aquellas que no comprende, podrá
mantenerse en contacto continuo con Dios, orando “sin cesar”, como dijo Pablo. Intente dar gracias a Dios
durante todo el día. ¿Qué relación hay entre esta práctica y su proximidad al Espíritu?

DELÉITESE EN LAS PALABRAS DE CRISTO

“Los ángeles hablan por el poder del Espíritu Santo; por lo que declaran las palabras de Cristo. Por tanto, os dije:
Deleitaos en las palabras de Cristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer” (2
Nefi 32:3).

 Nefi enseñó en este versículo que cuando usted se deleita en las palabras de Cristo, ellas le guían en todo lo que
precisa saber y hacer. Imagínese cómo sería tener a Jesucristo hablándole y caminando a su lado durante todo el
día. Escriba sobre los sentimientos que tiene al meditar en esa idea.

REVELACIÓN PERSONAL

“El Salvador dijo: ‘Hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo’ (D. y C. 8:2; cursiva agregada) . . . “Una
impresión a la mente es algo muy específico. Se pueden sentir, oír y escribir palabras concretas como si las estuvieran
dictando. La comunicación al corazón es una impresión más general” (Richard G. Scott, “Helping Others to Be Spiritually
Led”, Doctrine and Covenants and Church history symposium, 11 de agosto de 1998, pág. 2).

 A medida que aumente su comprensión de la revelación personal, la reconocerá con más frecuencia y en una
mayor variedad de formatos. Escriba sobre cómo ha recibido impresiones y revelaciones del Señor.
“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me… hace saber [las cosas de las que he hablado]. He aquí, he ayunado y
orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el
Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y éste es el espíritu de revelación que está en mí” (Alma 5:46).

 Alma testificó que el ayuno y la oración aumentaron su capacidad para recibir revelación. La abstinencia de su
adicción puede considerarse una especie de ayuno. Escriba sobre cómo dicha abstención ha fomentado su
capacidad para tener el espíritu de revelación.

“La idea de que la lectura de las Escrituras conduce a la inspiración y la revelación, abre la puerta a la verdad de que un
pasaje de las Escrituras no se limita a su significado original, sino que también puede incluir otro para el lector actual. Es
más, la lectura de las Escrituras puede conducir hacia una revelación actual sobre cualquier cosa que el Señor desee
comunicar al lector. No exageramos cuando decimos que las Escrituras pueden ser un Urim y Tumin para ayudarnos a
recibir revelación personal” (Dallin H. Oaks, “Scripture Reading and Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 8).

 Aprender el idioma de las Escrituras es muy parecido a aprender un idioma extranjero: la mejor manera de
aprenderlo es sumergirse en él, leerlo y estudiarlo cada día. Escriba sobre un pasaje de las Escrituras cuyo
significado se haya desplegado ante usted, convirtiéndose en una revelación personal.

ACEPTE EL CONSEJO DEL SEÑOR

“No procuréis aconsejar al Señor, antes bien aceptad el consejo de su mano. Porque he aquí, vosotros mismos sabéis
que él aconseja con sabiduría, con justicia y con gran misericordia sobre todas sus obras” (Jacob 4:10).

 Puede que nuestras oraciones no hayan tenido eficacia en el pasado debido al tiempo que pasamos aconsejando
al Señor, diciéndole lo que queríamos, en vez de procurar Su voluntad sobre nuestras decisiones y nuestra
conducta. Piense en alguna experiencia reciente con la oración. ¿Estuvo repleta de consejos al Señor o del Señor?
Escriba sobre su disposición de escucharle y recibir Su consejo.

Paso 12: Servicio

ESCUCHAR

PRINCIPIO CLAVE: Tras haber logrado un despertar espiritual gracias a la expiación de Jesucristo, comparta este mensaje
con otras personas y viva estos principios en todo momento.

El servicio le ayudará a crecer en la luz del Espíritu por el resto de sus días. En el paso 10 aprendió a evaluar su vida
diariamente y a responsabilizarse por sus acciones. En el paso 11 aprendió a recordar al Salvador en cada momento a fin
de contar con la guía del Espíritu Santo tan continuamente como le fuera posible. El paso 12 (el brindar servicio al
prójimo) constituye el tercer ancla que nos asegura una recuperación continua y la remisión de nuestros pecados.

Para seguir libre de la adicción, debe olvidarse de sí mismo y servir. El deseo de ayudar a otros es una consecuencia
natural del despertar espiritual.

Usted tiene un mensaje de esperanza para otros adictos, para toda persona afligida o atormentada que esté dispuesta a
considerar un enfoque espiritual para cambiar su vida, y para cualquiera que busque la verdad y la rectitud. Este
mensaje nos dice que Dios es un Dios de milagros, como siempre lo ha sido (véase Moroni 7:29), y su vida es una prueba
de ello. Usted se está convirtiendo en una persona nueva gracias a la expiación de Jesucristo. El servicio a su prójimo
constituirá la mejor manera de compartir este mensaje, y a medida que lo haga, su comprensión y conocimiento de este
proceso se reforzarán y profundizarán.

Compartir el testimonio que usted tiene de Su misericordia y Su gracia es uno de los servicios más importantes que
puede brindar. Llevar las cargas de su prójimo a través de actos de bondad y servicio desinteresado es parte de su nueva
vida como seguidor de Jesucristo (véase Mosíah 18:8). El presidente Ezra Taft Benson enseñó:

“Aquellos que le entregan su vida al Señor verán que Él puede hacer con ella algo mucho más productivo que ellos
mismos. Él hará que su gozo sea más profundo, su visión más amplia, su mente más alerta, su cuerpo más fuerte;
elevará su espíritu, multiplicará sus bendiciones, aumentará sus oportunidades, reconfortará su alma y derramará sobre
ellos su paz. Quienquiera que pierda su vida en el servicio al Señor, encontrará vida eterna” (“Los dones del Señor”,
Liahona, abril de 1977, pág. 25).

Al considerar cómo puede usted servir, ore siempre para recibir la guía del Espíritu Santo. Con la disposición correcta,
hallará numerosas oportunidades de compartir los principios espirituales que ha aprendido. Tendrá ocasión de
compartir su testimonio con otras personas y oportunidades de servirles de diversas maneras. Al servir a su prójimo
conservará su humildad ya que se mantendrá centrado en los principios y las prácticas del Evangelio que haya
aprendido. Sólo entonces tendrá la certeza de que sus motivos e intenciones son buenos. Asegúrese de dar libremente,
sin esperar un resultado especial. Respete el albedrío de los demás y recuerde que la mayoría de nosotros tuvo que
“tocar fondo” antes de estar preparado para estudiar y aplicar esos principios, y lo mismo sucederá con la mayoría de las
personas a las que desee ayudar.

Cuando sepa de otras personas que afrontan la adicción en su propia vida o en la de sus seres queridos, tal vez desee
darles a conocer esta guía y el Programa para la Recuperación de Adicciones de los Servicios para la Familia SUD. Si
tuvieran la necesidad de hablar, deje que lo hagan y comparta alguna experiencia personal para que sepan que entiende
sus circunstancias. No les dé consejos ni intente arreglar esa situación; simplemente limítese a informarles del programa
y de los principios espirituales que han bendecido su vida.

Tal vez descubra que si un adicto no está preparado para aceptar esos principios espirituales, quizás un familiar o un
amigo del mencionado adicto se muestre receptivo. Prácticamente cualquier persona que vive en estos tiempos tan
peligrosos podría beneficiarse del aprendizaje y de la aplicación de los principios del Evangelio. En ocasiones se sentirá
inspirado a compartir una copia de esta guía con alguien junto con un ejemplar del Libro de Mormón. Cuando así sea,
estará compartiendo las herramientas que le han ayudado a reconstruir su vida en Cristo.

Cuando haga algo por otra persona o comparta el mensaje de esperanza y recuperación, no permita que esa persona
dependa excesivamente de usted. Su responsabilidad se limita a animar a otras personas que estén luchando, a que se
vuelvan a nuestro Padre Celestial y al Salvador en busca de guía y poder. Además, no deje de instarles a que acudan
también a los siervos autorizados del Señor, pues los poseedores de las llaves del sacerdocio pueden ser una fuente de
grandes bendiciones del Señor. Al tratar de ayudar a otras personas, entienda que les resultará difícil permanecer en la
fase de recuperación si no cuentan con el apoyo de sus familiares o no comprenden que la recuperación requiere
tiempo. Sin embargo, cualquier persona puede recuperarse, independientemente de la reacción de los demás, incluso
sus seres más queridos.

Cuando comparta con otras personas el mensaje de la recuperación por medio de los principios del Evangelio, sea
paciente y sumiso. En su nueva vida no hay lugar para el ego ni otro sentimiento de superioridad. Nunca olvide de dónde
viene ni cómo fue rescatado por la gracia de Dios. Jesucristo hará lo mismo “en todos los casos” por aquellos que se
arrepientan y se vuelvan a Él (Mosíah 29:20).

En su entusiasmo por ayudar a su prójimo, asegúrese de guardar un equilibrio entre compartir el mensaje y seguir
trabajando en su propio programa. Su enfoque principal debe continuar dirigido a la aplicación de esos principios en su
vida. Sus intentos por compartir esas ideas con otras personas sólo serán eficaces si usted sigue adelante con su propia
recuperación.

Los principios que usted ha aprendido y puesto en práctica para superar su adicción son los mismos que le guiarán en
todos los aspectos de su vida para obrar según el plan del Salvador. Válgase de estos principios del Evangelio para
perseverar hasta el fin, como el Señor ha mandado, y hacerlo con gozo.

Pasos a seguir

COMPARTA SU TESTIMONIO EN PÚBLICO; MAGNIFIQUE SUS LLAMAMIENTOS Y TALENTOS AL SERVIR A SU PRÓJIMO;


LLEVE A CABO LA NOCHE DE HOGAR Y LA ORACIÓN FAMILIAR; PREPÁRESE PARA ASISTIR AL TEMPLO Y ADORAR EN ÉL

Su testimonio del amor y la misericordia de nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo, Jesucristo, ya no es algo teórico,
sino que se ha convertido en una realidad viva. Usted lo ha experimentado por sí mismo. Y al percibir el amor de Dios
por usted, también percibió Su amor por las demás personas.

El presidente Howard W. Hunter enseñó: “Aquellos que hemos participado de la Expiación estamos bajo la obligación de
dar un fiel testimonio de nuestro Señor y Salvador” (“The Atonement and Missionary Work”, seminario para nuevos
presidentes de misión, 21 de junio de 1994, pág. 2). Testifique a su familia con palabras y hechos en la intimidad de su
hogar.

Comparta su testimonio con frecuencia en las noches de hogar, las oraciones familiares y durante el estudio familiar de
las Escrituras. Testifique durante los proyectos familiares de servicio y al llevar una vida cristiana. También puede dar su
testimonio en la Iglesia, al servir en ella, en las reuniones de ayuno y testimonio o en las clases.

Magnifique sus llamamientos en la Iglesia. Si no tiene responsabilidades en su barrio o estaca, manifieste a su obispo su
disponibilidad para servir. Usted puede ser una bendición para su prójimo al tomar parte en la obra de historia familiar o
preparándose para adorar y servir en el templo y hacer convenios con el Señor. El presidente Gordon B. Hinckley
enseñó: “El servicio que se presta en el templo es el resultado final de toda nuestra enseñanza y actividad” (“Discurso de
apertura”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 4). Los principios que se imparten en esta guía le encaminarán al templo y
aumentarán su deseo de servir en él.

Aunque antes le hubiera parecido imposible, ahora puede imaginarse entrando por las puertas del santo templo,
respirando profundamente la paz que allí reina y sintiéndose cerca del Señor en Su casa. El templo le proporcionará
poder espiritual para seguir adelante con su recuperación. El élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce, testificó:
“El participar de la obra del templo con regularidad nos da fortaleza espiritual. Puede ser un apoyo en nuestra vida
diaria, una fuente de guía, protección, seguridad, paz y revelación” (véase “Busquemos lo bueno”, Liahona, julio de
1992, pág. 96).

SIRVA A LOS QUE LUCHAN CON LA ADICCIÓN COMPARTIENDO LOS PRINCIPIOS DE LA RECUPERACIÓN; APLÍQUELOS
EN TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA

El Programa para la Recuperación de Adicciones de los Servicios para la familia SUD, brinda numerosas oportunidades de
servicio. Usted puede servir, apoyar y fortalecer a otras personas con su presencia en las reuniones y compartiendo su
experiencia, su fe y su esperanza.

Al haber puesto en práctica los principios del Evangelio, ha aprendido que la Expiación se aplica a cada aspecto de la
vida. El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, testificó:

“Por alguna razón pensamos que la expiación de Cristo se aplica solamente al final de la vida mortal para redimirnos de
la Caída, de la muerte espiritual, pero es mucho más que eso. Se trata de un poder en constante vigencia al que
podemos recurrir a diario. Cuando estamos siendo atormentados, atribulados o torturados por la culpa o agobiados por
las tribulaciones, Él puede sanarnos” (“El toque de la mano del maestro”, Liahona, julio de 2001, pág. 26).

Comparta este mensaje con otras personas a través de su ejemplo y sus palabras de aliento. Salude con una sonrisa a las
personas con las que se relacione a lo largo del día y exprese gratitud por lo que hacen. Cuando se presente la
oportunidad, comparta su testimonio de la esperanza que se obtiene por medio de la expiación de Jesucristo.

Estudio y comprensión

Los siguientes pasajes de las Escrituras y las enseñanzas de los líderes de la Iglesia le ayudarán en el proceso de su
recuperación. Estudie los pasajes y las citas siguientes y válgase de ellos para sus meditaciones, su estudio personal y los
análisis en grupo.

CONVERSIÓN Y RECUPERACIÓN

“Conversión significa volverse de una creencia o de una acción a otra. La conversión es un cambio tanto espiritual como
moral. La conversión implica no solamente la aceptación intelectual de Jesús y Sus enseñanzas, sino también una fe
motivadora en Él y en Su Evangelio; una fe que efectúa una transformación; un cambio real en cuanto a la comprensión
que la persona tiene del significado de la vida y de la fidelidad a Dios, en interés, pensamiento y conducta” (Marion G.
Romney, en Conference Report, Guatemala Area Conference, 1977, pág. 8).

 El Salvador aconsejó a Pedro que, tras su conversión, fortaleciera a sus hermanos (véase Lucas 22:32). Escriba
sobre la definición que el presidente Romney da de la conversión y cómo se aplica a su experiencia en la
recuperación.
 ¿Qué piensa sobre el fortalecer a otras personas que se recuperan de una conducta adictiva?

GRAN PROGRESO POR MEDIO DE PEQUEÑOS PASOS

“No os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas
proceden las grandes” (D. y C. 64:33).

 Escriba cómo se siente al pensar en vivir estos principios en todos los aspectos de su vida. ¿Cómo le ayuda a
darse cuenta de que las grandes obras se llevan a cabo mediante pequeños pasos?

FORTALEZCA A SU PRÓJIMO

“Ésta es mi gloria, que quizás sea un instrumento en las manos de Dios para conducir a algún alma al arrepentimiento; y
éste es mi gozo.

“Y he aquí, cuando veo a muchos de mis hermanos verdaderamente arrepentidos, y que vienen al Señor su Dios, mi
alma se llena de gozo; entonces recuerdo lo que el Señor ha hecho por mí, sí, que ha oído mi oración; sí, entonces
recuerdo su misericordioso brazo que extendió hacia mí” (Alma 29:9–10).

 Hemos aprendido que la disposición para testificar de estos principios desempeña un papel crítico en la
recuperación. ¿De qué forma el compartir su experiencia le ayudará a mantenerse firme en su recuperación?

“[Si] estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo, y ser testigos de Dios
en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis, aun hasta la muerte, para que seáis redimidos
por Dios, y seáis contados con los de la primera resurrección, para que tengáis vida eterna;

“os digo ahora, si éste es el deseo de vuestros corazones, ¿qué os impide ser bautizados en el nombre del Señor, como
testimonio ante él de que habéis concertado un convenio con él de que lo serviréis y guardaréis sus mandamientos, para
que él derrame su Espíritu más abundantemente sobre vosotros?” (Mosíah 18:9-10).

 Su experiencia con la adicción le ayuda a identificarse con los que luchan contra ella y su experiencia en el
proceso de la recuperación le permite confortarlos. Escriba sobre su creciente deseo y su capacidad para ser un
testigo de Dios desde que comenzó con los pasos de la recuperación.

SIRVA CON LA AYUDA DEL SEÑOR

“El Redentor escogió a hombres imperfectos para enseñar el camino que conduce a la perfección. Lo hizo entonces y lo
hace en la actualidad” (Thomas S. Monson, “Su influencia personal”, Liahona, mayo de 2004, pág. 20).

 A veces nos preguntamos si estamos preparados para compartir nuestra recuperación con otras personas
porque aún no somos perfectos en la aplicación de estos principios. ¿Cómo calma sus temores el conocimiento
de que el Salvador obra por medio de gente imperfecta?

 
EL PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN

“Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo; porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente y también al griego” (Romanos 1:16).

 Escriba sus pensamientos y sentimientos al mirar atrás y considerar que fue necesaria una experiencia espiritual
para ayudarle a superar su adicción. Escriba sobre cualquier sentimiento de renuencia a decir a otras personas
que fue sanado al aplicar los principios del Evangelio de Jesucristo.

“Sigue tu camino, doquier que sea mi voluntad, y el Consolador te indicará lo que has de hacer y a dónde has de ir.

“Ora siempre, para que no entres en tentación y pierdas tu galardón.

“Sé fiel hasta el fin y, he aquí, estoy contigo. Estas palabras no son de hombre ni de hombres, sino mías, sí, de Jesucristo,
tu Redentor, por la voluntad del Padre” (D. y C. 31:11–13).

 Las Escrituras están llenas de consejos para quienes deseen tener un modo de vida espiritual que les guíe de
regreso a Dios. ¿Qué consejo específico halla usted en estos versículos?

Mi experiencia con los Principios Espirituales de los Doce Pasos

Aquí los principios espirituales según el Funciona Cómo y Por Qué de Narcóticos Anónimos y mi experiencia con ellos
trabajando los Doce Pasos.

El amor propio y los defectos


El amor propio puede ser un reto. Para nosotros que hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas rechazádonos puede
resultarnos muy difícil. Es más cómodo, pensamos, no optar por el amor propio antes de cambiar. Parece extraño y
hasta enfermizo, pero la dependencia a sustancias es una enfermedad y la falta de aceptación de nuestras personas es
parte de ella. Queremos sanar y la autoaceptación es salud. Tenemos que sentir amor por nosotros si queremos
recuperarnos.

Renunciar a las dependencias es el primer paso hacia una nueva vida. El inventario de defectos de carácter la asegura.
Pero, el hasta el mismo inventario que pretende liberarnos, puede ser convertido en otra oportunidad para
esclavizarnos. Tenemos que estar claros: no llegamos a los doce pasos para seguir sufriendo. Vamos a ver nuestros
defectos de carácter para eliminarlos, no para revolcarnos en ellos. Queremos liberarnos de todo aquello que nos ha
causado daño y la falta de autoaceptación nos hace daño, no podemos seguir siendo esclavos de ella.

El cuarto paso es un acto de amor propio no un martirio. Llegados al inventario, el grupo, el poder superior y el padrino
nos han mostrado un mejor modo de vida. El amor es fundamental en esa nueva manera de vivir. Vernos con amor,
desarrollar una actitud de aceptación de nuestra persona, con sus defectos y sus virtudes es esencial para vivir
mejor.  Nunca seremos perfectos, sí algunos defectos serán removidos, pero muchos otros permaneceran con
nosotros. Amarnos con defectos es parte de la recuperación. 

Los tres pasos anteriores nos han indicado el camino: entramos al cuarto paso acompañados del amor de un poder
superior, el amor del grupo y el de nuestro padrino, no desperdiciemos esta lección, nos toca vernos a nosotros mismos
con amor. Dime, ¿qué te parece?

Imagen de Toly.

Amor sin límites: el servicio


Amor. Una
palabra que aparece mucho en este blog. Cualquiera podría decir que este es el tema de Principios
Espirituales y sabes, no estaría equivocado. El amor cambió mi vida, lo dije en una entrada anterior, aunque en esa
ocasión mentí. Dije que en mi vida no había amor cuando en realidad lo que faltaba era la conciencia del amor.

Para concientizarme sobre el amor fui a una escuela muy particular: los grupos de doce pasos. En ellos fui amado
incondicionalmente y, aunque al principio me resistí, el grupo fue insistente, me amaron hasta yo que yo me dejé amar.

Entonces quise más.

El trabajo de los doce pasos fue la segunda vía hacia el amor.

Dejándome amar por un poder superior y luego por el padrino, llevé a cabo unalimpieza interior
minuciosa, removí actitudes que nublaban mi percepción  para entonces descubrir lo que era el amor propio, la
autoestima. La lección más importante de este proceso fue esta: el amor siempre había estado presente en mi vida
pero yo no lo reconocía.

En algún momento de mi vida dejé de verme como alguien digno de amor.

Cómo y cuando sucedió no puedo precisar pero sé que dejé de amarme, de ver el amor que me daban quienes me
valoraban y comencé a luchar por obtener amor. Esta lucha se mostró imposible y entonces recibí el regalo más
extraordinario que un ser humano puede recibir: la derrota completa.

Para ver el amor, estar consciente de lo amables que somos y del mucho amor que nos rodea es necesario cambiar la
manera de ver.

Los lentes que traía eran inútiles y tuve que cambiarlos. El proceso de los doce pasos fue incómodo, pero ha valido la
pena. Este caminar no termina, siempre descubro cosas nuevas, ¡hasta el cáncer se ha convertido en una celebración de
amor!
Fue el servicio que otros me rindieron cuando no conocía nada del amor lo que cambió mi vida. Sin ese marco de amor
nada de lo que he escrito hubiera sido posible. El servicio a otros es la puerta a la libertad y el camino hacia la felicidad.
El amor es la puerta de entrada, el camino y el fin de los doce pasos. ¿Qué te parece?

Imagen original por Starheadboy, editada.

Intimidad

La intimidad es el ingrediente fundamental de las relaciones. Para la intimidad es necesario permitirle a otro tener
acceso a nuestro interior. Se trata de abrirle una ventana para que se asome y vea qué nos mueve, motiva, duele e
ilusiona. Esto asusta pues, al mostrarnos, nos exponemos a que el otro nos dañe si juega con nuestro motor interno. En
este sentido toda relación implica riesgo y la intimidad requiere confianza.

A mi me costó mucho trabajo dejar que otros se asomarán a mi mundo interno. No fue hasta que me asfixiaba por el
peso de mil ilusiones ahogadas en el silencio, cuando abandoné mi hermetismo y comencé a comunicar mi intimidad a
otros. Al principio no fue fácil pero, tuve suerte, mi primer verdadero amigo fue un ser especial que respetó mi intimidad
y me confió la de él. Mi padrino Eddie fue un ser verdaderamente amoroso y un excelente modelo de lo que es un gran
amigo. A partir de esa primera experiencia se me hizo mucho más fácil lograr intimidad y puedo decir que tengo buenos
amigos que me conocen verdaderamente y cuidan de mi.

Durante esta nueva vida de apertura y comunicación he aprendido varias cosas. La más importante es que la única
manera de lograr que nuestras ilusiones se hagan realidad es comunicándolas. Nada se puede lograr sin otros. Para
satisfacer lo que más nos importa necesitamos amigos íntimos, ellos son indispensables para nuestra felicidad. Piénsalo,
es hermoso.

Otra cosa que aprendí es que pedir ayuda hace mucho más fácil la vida. Cuando comunicas algo que necesitas, te
sorprenderá la cantidad de personas que querrán ayudarte. De esto se desprende que cuando te duele algo, si lo haces
saber, se hace más pequeño tu dolor, se disminuye, otros lo cargarán contigo. Por otra parte, también he aprendido que
tus alegrías se maximizan cuando otros las celebran. Trátalo, funciona. Si deseas, lee mi entrada anterior y pregúntate
¿cómo me sentí al leer tanto apoyo?
Hay algo que he reservado para el final pero es fundamental. Sí, hay quienes pueden desilusionarte y traicionarte, pero
así mismo hay quienes te atienden sin juicio y apuestan a ti. Debes ser prudente: escoge al que te ama evita al que te
juzga. ¿Como sabes cuál es cual? Observa, tómate un tiempo, no te lances. Luego que identifiques a alguien que te
parece confiable, ve poco a poco. Si prueba ser una persona amorosa, confíale tu intimidad.

Imagen original por Lucy Winterlight, editada.

El amor que cambió mi vida

En mi vida no había amor, solo dolor y miedo. Estaba desesperado. Ya no funcionaban las sustancias, las personas y las
cosas que utilizaba para escapar de mi infierno. Había llegado el momento cuando usaba por usar, porque no podía
dejar de hacerlo aun cuando no me servía de nada salvo para generar dolor y mi terror. Mi angustia era insoportable.
Pedí entonces ayuda a Dios. No sé por qué, no tenía ninguna fe y sin embargo me funcionó. Su amor cambió mi vida.

Aquello fue para mi inexplicable, pero desde entonces, desde el preciso momento cuando pedí ayuda mi vida
cambió, pero más incomprensibles fueron sus resultados: a las dos semanas era otra persona. De algún modo misterioso
el José Nelson de antes murió aquella noche del cuatro de abril de 1994. Una semilla de amor propio se sembró en mi
aquella madrugada.

Todo lo que era me resultó desconocido desde entonces pero, aunque lo nuevo era bueno y me traía paz, como no lo
entendía y me era extraño, tenía mucho miedo. Pensé que estaba enloqueciendo porque lo que sucedía no era normal,
era un fenómeno, un suceso inexplicable.

Fue con el paso del tiempo que me acostumbré a mi nueva persona, la amé, comencé a disfrutarla y sentí una paz que
siempre anhelé y nunca tuve. Fue entonces, con la aceptación de un nuevo modo de vida, que pude admitir quesuceden
en nuestras vidas innumerables hechos que no pueden explicarse y llamamos accidentes, coincidencias o milagros.

Para mi aquello fue un milagro porque dentro de la cadena de eventos que le sucedieron a mi pedido de ayuda hubo
cierta lógica de crecimiento personal y bienestar interior que no puedo enteramente explicar racionalmente y que sin
embargo tuvo sentido. Por eso creo en un poder superior amoroso que trabaja para nuestro bienestar si se lo pedimos.
El amor está cerca. Los milagros de amor, existen.
Imagen por Pedro Velver, editada.

La alegría de vivir

Ayer me llamó un amigo que por años usó drogas. Las dejó hace muchísimo, lo hizo por su cuenta, pero todavía bebe,
fuma marihuana, vive solo y se aisla con regularidad. Su existencia es muy limitada. Le conté de mi vida y me dijo que
debía estar bien agradecido pues tenía una nueva vida. “Yo no tengo vida”, me dijo. Esto me recordó aquello de la
“alegría de vivir” y de como, hace unos veinte años estaba en una reunión de Narcóticos Anónimos cuando una
compañera que quería muchísimo y tenía más tiempo que yo me preguntó: “¿No has leído las Doce Promesas?”. Le
contesté que no sabía a qué se refería y asombrada me dijo. “Búscalas, son de AA”. Esa misma noche en el Libro Grande
de Alcohólicos Anónimos encontre las promesas:

1. Vamos a tener una nueva visión de la libertad y la felicidad

2. No tendremos que lamentarnos del pasado ni cerrarle cobardemente las puertas.

3. Comprenderemos lo que significa la palabra serenidad.

4. Disfrutaremos la verdadera paz.

5. Beneficiaremos con nuestra experiencia a otras personas.

6. Desaparecerá como por encanto la sensación de inutilidad y compasión propia que antes se encerraba en nuestro
fuero interno.

7. Ya no querremos ser egoístas en nuestras relaciones humanas y cobraremon un gran interés en las desdichas de
nuestros semejantes.

8. No tendremos que buscar brújula que oriente nuestra trayectoria.

9. Nuestra actitud y perspectiva de la vida serán muy distintas.

10.Dejaremos de tener miedo a la gente que nos rodea y no nos desesperaremos ante la inseguridad económica.
11. Instintivamente sabremos hacernos cargo de las situaciones complicadas que antes solían abrumarnos.

12. Muy pronto comprenderemos que Dios está haciendo por nosotros lo que no pudimos hacer por nosotros mismos.

Esto me pareció interesante pero imposible para mi. “Ojalá algún día tenga eso, pero ahora estoy bien lejos”, pensé.

Tenía un padrino que decía que “el programa de Doce Pasos es una puerta a la vida”. Se refería a que debemos salir y
más alla de las juntas y los compañeros, practicar los Principios Espirituales contenidos en los Doce Pasos en cada
aspecto de nuestras vidas. No se si fueron sus palabras las que me motivaron o la literatura de Doce Pasos, pero yo
desde el comienzo de mi recuperación tenía presente vivir de otra manera y apliqué a cada situación que encontré los
principios que había practicado previamente en los Doce Pasos. Veinte años después me encontré con cáncer y para mi
sorpresa lo tomé como una oportunidad para acercarme a mi Poder Superior y lograr ciertas cosas que nunca antes
había hecho. Confundido ante mi propia actitud al enfrentar una enfermedad terminal me pregunté “¿Qué es esto?” y
buscando y rebuscando en la literatura de Doce Pasos me topé nuevamente con las Doce Promesas, las releí y quedé
atónito. “Cada una de ellas es realidad en mi vida presente. Yo disfruto de la alegría de vivir”

Los defectos de carácter más dañinos

Aquí las respuestas a la pregunta que hice la semana pasada. El orgullo, la soberbia, la lujuria, la baja auto estima y el
egoísmo resultaron ser los cinco defectos de carácter que más problemas nos causan en recuperación. Por lo visto
somos personas muy orgullosas, soberbias, que buscamos placer en la lujuria a causa de nuestra baja autoestima y falta
de fe. Nos amparamos en nuestro egoísmo y deshonestidad para lograr manipular las situaciones a nuestro favor y para
colmo somos tercos, perezosos e iracundos al momento de enmendar nuestro camino. No es un cuadro lindo éste de la
enfermedad de las dependencias.

La lista indica los defectos de carácter según ustedes mismos los describieron, por orden de votos obtenidos y la
cantidad de votos correspondiente a cada uno.

 Orgullo 37
 Soberbia 34

 Lujuria 33

 Baja Autoestima 30

 egoísmo 28

 Falta de fe 26

 Deshonestidad 23

 Terquedad 22

 Pereza 22

 Ira 18

 Egocentrismo 17

 Negación 13

 Envidia 11

 Infidelidad 10

 Miedo 8

 Gula 6

 Grandeza 5

 Conmiseración 4

 Autoengaño 3

 Codependiente 3

 Resentimientos 3

 Postergación 3

 Celos 3

 Vanidad 3

 Apego 2

 Culpa 2

 Autosuficiencia 2

 Búsqueda de aceptación 2

 Manipulación 2
 Comodidad 2

 Desconfianza 1

 Falta de agradecimiento 1

 Posesividad 1

 Irritabilidad 1

 Apatía 1

 Desorden 1

 Falta de confianza 1

 Perfeccionismo 1

 Mal genio 1

 Ego 1

 Aislamiento 1

 Control 1

 Intolerancia 1

 Mala administración del dinero 1

 Imprudencia 1

 Inconstancia 1

 Necedad 1

 Depresión 1

 Inseguridad 1

 vergüenza 1

 Seriedad 1

 Pasiva 1

 Sencillez 1

 Frialdad 1

 Pertenencia 1

 Confiar rápido 1

 Sentimiento de soledad 1
 Negatividad 1

 Desorganización 1

 Candidez 1

Potrebbero piacerti anche