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¿CURIOSIDAD O PECADO?

LA COMPLEJIDAD DE LAS AGRESIONES SEXUALES POR ADOLESCENTES


Por: Jesus Erlan Calle Fernández
La sexualidad es un aspecto central del ser humano a lo largo de toda la vida; incluye el sexo, la identidad,
genero, afectividad, orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción; se vive y se
expresa en pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y
relaciones. Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se viven o se pueden
expresar, ya que se ve influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos,
políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales (Organización Mundial de la Salud,
2006).
Una de las etapas en el desarrollo con bastante dinamismo es la adolescencia, donde suceden cambios
cruciales para el ser humano, se contempla cambios a nivel físico, psicológico y sexual. Sobre todo, se
desarrollan características sexuales primarias (órganos reproductivos de los hombres y mujeres) y las
características sexuales secundarias que están relacionadas con los signos de maduración sexual como
ensanchamiento de caderas en las mujeres y hombros anchos en los hombres, los cambios de voz, desarrollo
muscular y otros. Además, despierta la atracción por el otro sexo, búsqueda de identidad, experimentación de
sensaciones nuevas corporales, expresión emocional; todo con el objetivo de que él o la adolescente se
reconozca a sí mismo como un ser sexual único e independiente (Papalia, 2012).
Sin embargo, al ser una etapa de alta relevancia a la ves es vulnerable a cambios drásticos si no se ofrece
una orientación, apoyo o no se brinda espacios de expresión para que los y las adolescentes desarrollen y
expresen su sexualidad a plenitud, se pueden manifestar comportamientos sexuales inapropiados que pueden
estar ligados a confusiones en relación al mal uso de poder o percibir el cuerpo ajeno como propiedad que
incluso pueden estar penados por ley.
Características individuales de adolescentes agresores sexuales.
Se tiene la idea que los delincuentes sexuales se caracterizan por presentar trastornos psiquiátricos, no
obstante, pocos agresores sexuales cumplen los criterios diagnósticos de algún trastorno psiquiátrico, como
por ejemplo: la psicosis (Marshall, 2001). Los investigadores Proulx, Aubut y Cote (1994) han demostrado
que la fuerza violenta con la que ejercen la agresión sexual está relacionada con características mal adaptativas
de personalidad. Por lo contrario, Marshall (2001) refiere que un trastorno de personalidad no incapacita en el
control de comportamiento a nadie sino que provoca que una persona tome malas decisiones.
Además, Khanna y Barbaree (1994) investigaron a los agresores sexuales presos y concluyeron que un
7,5% tendían a presentar características psicópatas, sin embargo, hacen énfasis en los delincuentes sexuales
pueden presentar una personalidad similar a la población en general.
Por otra parte, Velázquez (2016) menciona que los comportamientos de un adolescente agresor sexual
podría ser solo tentativas de aprendizaje acerca el sexo, que la mayoría son hombres, el agresor puede no
conocer a sus víctimas, su comportamiento no necesariamente desaparece en la adultez, si un adolescente es
etiquetado como agresor sexual podría predisponer a la reincidencia, la mayoría de las agresiones sexuales
son motivadas por la necesidad sexual y de urgencias descontroladas y una gran parte de esta población ha
sido víctima de violencia sexual.
Características familiares de los adolescentes agresores sexuales.
A partir de una investigación realizada por Aramayo y Pinto (2009) se analizan la estructura familiar de
cinco adolescentes varones agresores sexuales, donde la familia de procedencia tiende a ser desorganizada,
desligadas y por consiguiente, existe bajo apoyo a sus hijos, siendo vulnerables a influencias negativas del
ambiente externo al seno familiar; relaciones desvinculadas, falta de desempeño funcional por parte de los
padres, carencia de protección, provocando que sus hijos fácilmente se sumerjan en comportamientos
antisociales. Por otro lado, la jerarquía, es decir los roles de autoridad, en la familia esta desequilibrada, lo
cual reforzaría los estereotipos machistas, que por consiguiente se llega a percibir a las mujeres como
inferiores al hombre y la agresión sexual no relevante.
Los investigadores mencionados anteriormente, también pudieron identificar que el rol que desempeña el
padre dentro de este tipo de familias no cumple su función a cabalidad; es decir, si llego a ser un padre violento
o distante podría haber consecuencias negativas en el hijo; por ejemplo: comportamientos de resentimiento y
oposición. A la vez, si una madre es distante o indiferente al maltrato de los hijos, uno de los hijos responderá
de manera violenta, con iracundia cuando presente comportamientos de agresión sexual (Aramayo y Pinto,
2009).
Velázquez (2016) menciona algunas características del ambiente familiar de los adolescentes agresores
sexuales, donde la inestabilidad, relaciones caóticas, el distanciamiento o la no existencia de relaciones
afectivas, antecedentes psiquiátricos, patologías sexuales en los progenitores, exposición a interacciones
sexuales de los padres a los hijos, violencia intrafamiliar, indiferencia por la explotación y victimización
sexual, minimización de los delitos cometidos por parte de los hijos y culpabilización a la víctima,
desprotección por parte de los progenitores, falta de control, limites difusos y antecedentes de algún delito
sexual en la familia podrían ser predisponentes para que un adolescente presente comportamientos agresivos
sexuales.
Características sociales de los adolescentes agresores sexuales.
La Organización Mundial de la Salud (2013) refiere la existencia de factores sociales para que la violencia
sexual se manifieste y los menciona de la siguiente manera; por ejemplo, la falta de información acerca de los
derechos de las niñas, niños y adolescentes, los estereotipos del hombre y la mujer, estereotipos de belleza,
sobrevaloración del cuerpo, discriminación, validación social de la violencia, el abuso de poder en las
relaciones interpersonales, desensibilización por parte de la sociedad ante casos de violencia sexual hacia
menores de edad, falta de información acerca de la sexualidad en la infancia, adolescencia y adultez, aumento
de la comercialización de pornografía infantil y adolescente, abuso de consumo de drogas (incluido el alcohol)
irresponsablemente han demostrado ser un factor asociado a la violencia sexual en todos sus tipos.
Los factores mencionados anteriormente, también están relacionados a las causas para que un adolescente
desarrolle comportamientos agresivos sexuales. Además, la baja autoestima y el auto rechazo están muy
relacionados con el comportamiento sexual desviado y que dirijan sus tendencias violentas hacia objetivos
que perciban como débiles e indefensos (Marshall, 2001). Los investigadores Champagne, Brown, Fernández,
Marshall y Miller (1995) investigaron agresores sexuales de niños y concluyeron que no solo existía problemas
con el auto estima, sino también problemas con falta de empatía, soledad y carencias para establecer relaciones
íntimas. No obstante, Fernández et. al. (2000) realizaron una evaluación donde encontraron que los
delincuentes sexuales carecían de empatía hacia sus víctimas pero no así con la población en general. Por otro
lado, la falta de habilidades sociales parece predisponer a que el comportamiento sexual se manifieste (Perlam,
1985). Esta investigación confirma, las conductas aisladas o tímidas durante las relaciones interpersonales, es
decir a mas soledad mayor predisposición a la agresión sexual.
No cabe duda que en la actualidad existen varias instituciones que trabajan en beneficio de los niños, niñas
y adolescentes victimas de cualquier tipo de violencia sexual, pero hasta el momento no existe alguna
institución que trabaje específicamente en la prevención de comportamientos agresivos sexuales en menores
de edad, prácticamente existe vacíos legales cuando se trata de intervenir en la atención integral de algún
adolescente agresor sexual, mas todo lo contrario, la solución se vuelve punitiva y los menores de edad quedan
privados de libertad, pese a la existencia de una tratamiento específico cuando cometen algún delito. Por lo
tanto, si realmente queremos acabar con la violencia sexual, en todos sus tipos contra los niños, niñas y
adolescentes, debemos empezar abriendo la mente a la educación para la sexualidad desde la escuela, acudir
a profesionales en el tema para que las familias queden bien informadas desde el conocimiento cientifico y
establecer una sociedad que invierta en la prevención y no así en la atención pos agresión sexual; simplemente,
como hipótesis, si prevenimos que un adolescente cometa algún tipo de violencia sexual o desarrolle prácticas
abusivas sexuales, evitamos la existencia de seis víctimas.
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