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Venezuela en el contexto de la economía mundial

Al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, considerados aisladamente, Venezuela no


parece tener asegurada su viabilidad a menos que realice transformaciones sustanciales, tanto en
el orden interno como en el de sus relaciones externas, en las cuales, estas últimas, sean
acompañada por otros países afines en cuanto a sus condiciones y aspiraciones. Esto es así, debido
a la carencia de autonomía de acción que se relaciona con la no disposición de tres de los
requisitos vitales exigidos en el mundo actual para garantizar la viabilidad, como son: capacidad
científico-tecnológica, un mercado interno suficiente como para absorber la producción nacional y
contar con permanentes excedentes exportables, y un poder apropiado de disuación (o capacidad
de rechazo de ataques de tipo nuclear), habida cuenta de que ello representa el equilibrio de
terror entre las superpotencias. Cuenta, sin embargo, con otros dos requisitos: recursos no
renovables de tipo fósil e integración social; los cuales representan, el uno, el elemento básico de
su viabilidad posible, pero también su elemento de mayor vulnerabilidad por el carácter
estratégico y por su agotabilidad; y el otro, su mayor ventaja, pero con franca tendencia a la
descomposición en razón de la introducción de elementos migratorios extraños, formados en un
ambiente social distinto, y la creación - con el desarrollo del capitalismo periférico - de grupos
sociales privilegiados de consumo, frente a una mayoría de infra-consumo.

Venezuela frente a la emergencia económica

Sobran los argumentos para afirmar que Venezuela está frente a una emergencia
económica. El Presidente Nicolás Maduro aprobó, justamente, un Decreto de
Emergencia Económica el pasado 14 de Enero del 2016.

Decretó aquello que era evidente, aunque necesario por responsabilidad política:
sólo cuando se reconoce una situación adversa, se pueden encontrar las
respuestas efectivas para superarla. El contexto económico en Venezuela es
cada vez más preocupante, tanto a nivel externo como interno.Ante tales
circunstancias adversas, el Ejecutivo ha puesto en marcha una Agenda
Económica Bolivariana con el objetivo de salir adelante.
1. La condición externa de la emergencia económica
2.
La caída de los precios del petróleo marca de modo considerable una restricción
muy inquietante para las arcas públicas del país. Lo mismo le ocurre a todos
aquellos Estados que dependen de este recurso. El precio del petróleo ha sufrido
una de sus mayores caídas, prolongadas, desde hace décadas. En junio del 2014,
el precio por barril alcanzó los 115 dólares. Sin embargo, desde ese momento se
viene produciendo un derrumbe continuado en su precio. En el año 2015 acabó
por debajo de 40 dólares; a inicios de este año, continuó a la baja alcanzando su
mínimo de los últimos 11 años. El precio no termina de recuperarse. La disputa
geopolítica y geoeconómica es de alto voltaje. No todo es cuestión de exceso de
oferta (aunque también) ni de contracción de la demanda. Hay otro factor clave: el
interés especulativo de los grandes capitales mundiales que, a partir de los
mercados de valores futuros, imponen los precios en el presente1. No será fácil
estimar qué sucederá con este fenómeno en el corto plazo. Es todo demasiado
imprevisible.

3. El componente interno de la emergencia económica

El frente externo es hostil y precisa ser analizado, asumido e internalizado a la


hora de diseñar la política económica más adecuada en Venezuela para este
tiempo político que se avecina. Pero no todas las dificultades económicas
proceden de lo que sucede afuera. También hay que mirar casa adentro, conocer
e identificar los desequilibrios estructurales actuales de la economía venezolana, y
también sus respectivos desajustes coyunturales.
La Revolución Bolivariana ha logrado mucho en muy poco tiempo; ha sido capaz
de reapropiarse de la renta petrolera; ha conseguido consolidar un Estado de las
Misiones garante de los derechos sociales sin pedir permiso al capital; ha
recuperado la soberanía. Todo se ha realizado a gran velocidad, sin descarrilar.
Aunque ahora sí aparecen contradicciones propias de cualquier proceso de
cambio. El Vicepresidente boliviano García Linera las denomina “tensiones
creativas de la revolución”, y pueden ser: a) fundamentales, generadas entre el
modelo económico humanista de cambio y el modelo capitalista neoliberal que
nunca se retira (aunque le indiques la salida); b) secundarias, contradicciones
emanadas en el seno del propio pueblo, como las llamaba el presidente chino Mao
Tse Tung. El pueblo venezolano, en los últimos años, luego de haber naturalizado
las mejoras sociales y mejoras en el consumo, realiza nuevas demandas.
Además, también, hay otras tensiones derivadas de los desequilibrios internos
económicos: 1) rentismo importador, especulativo-ocioso, como respuesta para
satisfacer la creciente demanda interna, 2) insuficiencia productiva, 3) sistema de
distribución ineficaz en manos del capitalismo especulativo.
4. Agenda Económica Bolivariana frente a la emergencia
Frente al escenario económico adverso, la cuestión es preguntarse qué se puede
hacer para salir de este laberinto. La economía venezolana está al borde de un
punto de bifurcación. Toma un camino u otro. La oposición en la Asamblea tiene
su senda, la neoliberal, con medidas regresivas de la distribución de la riqueza. El
proyecto de ley denominado Activación y Fortalecimiento de la Producción
Nacional, presentado el 18 de Febrero, demuestra claramente cuáles son los
intereses económicos de la oposición venezolana. No busca encontrar respuesta
frente a la emergencia, sino más bien consolidar un “paquetazo” neoliberal
tradicional sustentado en: 1) excesiva preocupación a favor de las transnacionales
(con reconocimiento de deuda), 2) política de asignación de divisas sin considerar
la escasez de las mismas, 3) ningún interés por fomentar la producción, 4)
creación de una Comisión Especial para poner un marcha una restauración
privatizadora de muchas empresas públicas de sectores estratégicos, 5) delegar la
política de precios en manos de los oligopolios privados, 6) exenciones tributarias
sin criterios productivos a favor de grandes capitales. La derecha venezolana aún
continua atrapada por el pretérito sin saber qué decir cada vez que debe presentar
una propuesta de futuro.
La AEB ha comenzado a rodar. Se ha abierto una nueva etapa para la Gran
Política Económica. En estos dos meses han proliferados las decisiones en
diferentes ámbitos de la economía.

1) Se han activado nuevos motores productivos (Agroalimentario,


Hidrocarburo, Minería, Telecomunicaciones, Informática, Construcción,
Industria, Industria Militar, Turismo, Forestal, Economía Comunal y Social,
Farmacéutico), con un nuevo mapa de actores que ayuden a la
democratización del aparato productivo. El nuevo modelo productivo en
desarrollo pretende crear riqueza con el afán de superar el rentismo
importador y el rentismo exportador petrolero. La economía productiva se
presenta como el centro de gravedad del nuevo orden económico para
atender a la demanda interna. Se ha activado un Plan 50 para producir
aquellos bienes y servicios que forman parte de lo cotidianamente
necesario para el pueblo venezolano. La instalación del Consejo Nacional
de Economía Productiva, además, contó con una amplia participación del
sector privado interesado en formar parte de este nuevo espacio.

2) Nueva política asignación de divisas como parte de la política


cambiaria: la AEB contempla un nuevo plan de asignación de divisas, una
acupuntura de las divisas con la pretensión de lograr una economía más
productiva, generando así círculos virtuosos de creación de riquezas. Cada
divisa se asignará en función del efecto multiplicador económico. El nuevo
plan de asignación de divisas no seguirá las directrices del rentismo
importador improductivo. Se aprobó un nuevo método, los Certificados de
Producción, que asignan las divisas para importar insumos necesarios en
función de una determinada cuota obligatoria de producción.
3) Se ha puesto en marcha una nueva política de captación de divisas
que rompa con la dependencia exportadora petrolera. En el sector
minero, se firmó un decreto para cuantificar y certificar las reservas
contenidas en tres áreas del Arco Minero del Orinoco; más de 150
empresas de 35 países extranjeros firmaron contratos para explorar la
franja, siempre bajo condiciones de mayoría accionaria a favor del Estado.
Esta tarea no traerá resultados inmediatos, pero ya ha comenzado a dar
sus primeros frutos gracias a los acuerdos de certificación de reservas de
oro -que, además, han permitido solucionar un conflicto existente en el
CIADI con Gold Reserve-. Esto permitirá una entrada neta de divisas de
unos 3.000 millones de dólares, dejando el resto para inversiones en
industrialización. La política de captación de divisas también ha priorizado
el fomento de las exportaciones, otorgándoles mejores incentivos en
retención de divisas y en materia tributaria.

4) El sistema cambiario también ha transitando hacia un modelo dual: a)


el DIPRO (divisa protegida), 10 Bolívares por dólar, protegiendo a sectores
prioritarios para el pueblo venezolano (alimentos, salud, insumos básicos
para la producción de estos sectores, cultura, deporte, pago de los
pensionados y jubilados, investigaciones científicas y otros casos de
especial urgencia); b) el DICOM como divisa complementaria de flotación,
administrada para el resto de la economía. Este nuevo esquema cambiario
prioriza la protección del pueblo en sectores clave, y procura ser atractivo
para el arribo de capital extranjero en divisas.

5) La llamada a la Revolución Tributaria se convierte en una herramienta


clave para recaudar adentro todo lo que se necesita para sostener la
política de inversión social ante esta emergencia económica. El
objetivo es, progresivamente, cambiar la matriz impositiva para avanzar en
clave de soberanía tributaria, bajo principios de justicia social. En este
ímpetu, un aspecto notorio ha sido el anuncio del nuevo Plan de Tolerancia
Cero Contra la Evasión, el Fraude y la Elusión Fiscal. Se trata de mejorar la
recaudación, especialmente para aquellos grandes capitales improductivos
que no están pagando los impuestos que les corresponden. Por esto, se ha
puesto en marcha un sistema de facturación electrónica que permite
mejorar de forma inmediata la recaudación. Cada bolívar es necesario
frente a esta emergencia económica para garantizar los derechos sociales
y, también, para impulsar el nuevo orden económico productivo. En materia
de elusión, también se tomaron medidas adecuadas para evitar la práctica
elusiva a la que recurren los grandes patrimonios, descontándose de su
utilidad fiscal el efecto inflacionario. Por último, es preciso resaltar una
decisión tributaria que no deja lugar a dudas de qué parte se está en este
proceso político: se ha exonerado del pago de impuesto de la renta a más
de dos millones de familias de bajos recursos. Esto demuestra claramente
cuál es la diferencia entre el “paquetazo” neoliberal y otra forma de afrontar
esta emergencia económica.
6) Se ha cambiado, luego de mas de dos décadas, el esquema actual de
subsidios para la gasolina. Venezuela es el país con la gasolina más
barata del mundo. Y, con el nuevo sistema, se pretende utilizar de forma
más justa y eficiente los recursos disponibles. La gasolina seguirá siendo
barata, pero los recursos extras que comienzan a obtenerse por esta nueva
política son destinados a las misiones sociales, y también a mejorar los
sistemas de transporte. Además, los nuevos precios de la gasolina generan
más incentivos para consumir aquel octanaje que requiere menos divisas
para la importación de derivados necesarios para su producción.

Estas son algunas de las más destacadas decisiones económicas tomadas


en estos últimos meses. Pero no son las únicas. Se ha puesto en marcha una
nueva forma de utilizar las compras públicas para aprovechar este músculo
económico tan relevante en el país. Es la hora de transformar el universo social en
un espacio económico productivo. Y no sólo eso. Se ha creado una Corporación
Nacional Productiva como nuevo sistema articulador de todas las empresas de
gestión estatal o en manos de trabajadores. También se ha puesto a funcionar un
plan de agricultura urbana; se ha creado el Banco de insumos para la pequeña y
mediana industria; se ha iniciado una política de alimentación de abastecimiento
seguro para reorganizar este sector. Y, lo más reciente, la activación de la tarjeta
de las misiones socialistas a favor de las familias venezolanas en núcleos de
pobreza extrema. De esta forma, el esquema de subsidio cambia: se concentra en
la persona.

Apertura económica venezolana, integración y transnacionalización


En la actualidad existe un aspecto central, dentro del ámbito económico y de su
investigación en América Latina, tanto en lo que corresponde al campo de la teoría
como al de la política económica. El mismo se refiere a sí es que, esencialmente
por intermedio de una creciente apertura comercial y la priorización de la
producción destinada al exterior, los países subdesarrollados pueden alcanzar una
reactivación duradera y un desarrollo sostenido de su economía

Venezuela no está ajena, en absoluto, a tal disyuntiva. Como lo atestiguan


especialmente las últimas tres décadas (y en particular los momentos presentes),
esa polémica se ha venido suscitando asiduamente debido a las diversas
consecuencias derivadas del modelo de desarrollo seguido por los respectivos
gobiernos, que se han caracterizado por un continuismo de sus políticas
económicas aplicadas, adecuándolo a cada circunstancia. Todo ello se ha
incrementado aún más con el hecho de que, durante la última década del siglo XX,
se concretaron en América Latina (en medio de diversas y periódicas
inestabilidades y contradicciones internas) supuestas situaciones de integración
regional, en especial los que comúnmente se conocen como MERCOSUR y como
NAFTA.

Estos últimos constituyen parte relevante de una propuesta que durante 1991
realizó el en ese entonces presidente de los EE.UU. George Bush y que
posteriormente, en particular luego de una Cumbre en la ciudad de Miami, derivó
en el intento de la construcción más formal y de contenido de un Área de Libre
Comercio Americana (ALCA) que, como pronunció dicho presidente, trata de crear
un sistema de liberalización comercial “desde Alaska a Tierra del Fuego». En
efecto, se ha impuesto en este continente, sobre todo en algunos países firmantes
de dichos Tratados (destacándose que no en todos ni con la misma intensidad),
mediante rebajas arancelarias y disposiciones comerciales complementarias, una
decidida política de apertura y liberalización de dichas economías al mundo, en
particular a la región (y/o sub-regiones), típica de la concepción neoliberal vigente
en sus conducciones.
Esas políticas han derivado en distintas repercusiones para la producción, el
empleo, la distribución del ingreso y el consumo de carácter nacional, o sea para
el mercado interno en general, confirmando y agregando importantes
condicionamientos estructurales y coyunturales para todos esos temas. De ahí, la
confirmación de la necesidad de analizar tales consecuencias.
Para abarcar tal conjunto de problemas y situaciones, parece esencial determinar
las principales características de la economía internacional que permitan entender
el marco en el cual dichas políticas y concepciones se desenvuelven, y así poder
comprender más completamente sus causas, consecuencias y objetivos. Este tipo
de análisis, a la vez, permitirá comprobar si la situación económica internacional
y/o regional conduce efectivamente con un concepto bastante manejado,
especialmente durante la última década del siglo XX, denominado «globalización
mundial». Por el mismo se pretende inculcar que el conjunto del planeta manifiesta
una «creciente uniformidad en el plano económico, político y cultural» en el
entendido que ello alienta o implica de hecho, además, la aceptación de dicha
realidad y sus consecuencias generales como incambiables. Algo así como una
versión del fin de la Historia.

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