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Máster en Lingüística y Enseñanza de Español como Lengua Extranjera

Departamento de Filología Hispánica y Clásica

DIGLOSIA Y CONFLICTO LINGÜÍSTICO


EN EL TERRITORIO LEONÉS

Diglossia and linguistic conflict in Leonese territory

Autor: Christian Fernández Chapman

Tutora: María Dolores Martínez Gavilán

Marzo 2017
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A mi familia, por hacer esto posible. A Ksenia, por su infinita paciencia. A Dannielu y
Xairu, por sus amables recomendaciones. A Maloli, por su inestimable ayuda.

“La costumbre usada y recibida hace que sea primor y gentileza lo que en otra lengua y
a otras gentes paresciera muy tosco.”

Fray Luis de León


Prólogo del Cantar de Cantares

“El menor patois encierra tal cantidad de interés sicológico, histórico y lingüístico que
su conservación es obligada empresa para todo pueblo culto.”

Américo Castro

3
Resumen
La diglosia y el conflicto lingüístico son dos fenómenos íntimamente relacionados que
se producen en sociedades bilingües. En el territorio leonés, al existir fuentes
documentales que atestiguan la existencia de dos lenguas románicas desde el siglo XI,
ha existido, en mayor o menor grado, un conflicto entre ambas que ha cristalizado en
múltiples fenómenos asociados, algunos de ellos específicos al espacio en el que se
circunscribe el dominio asturleonés. La aparición de la conciencia lingüística será
analizada en este estudio desde la perspectiva de la sociolingüística diacrónica,
atendiendo a documentos medievales ya estudiados. Se describirá también el fenómeno
conocido como sayaguesización, vinculado a la pérdida de prestigio del leonés durante
la Baja Edad Media y producido en un contexto de hegemonía política castellana, al
tiempo que se pondrá en relación con el concepto sociolingüístico de jaronismo.
Los factores anteriormente mencionados tuvieron repercusiones en el discurso
metalingüístico actual sobre el leonés, desarrollado paralelamente a la ideología del
nacionalismo lingüístico español. Esta ideología se sustenta en una sucesión de mitos
que han provocado una marginación del leonés en el discurso hegemónico y han
propagado una serie de falsedades en torno al leonés que no reflejan su realidad
sociolingüística y ahondan en su estigmatización.
Palabras clave: diglosia, conflicto lingüístico, leonés, conciencia lingüística,
nacionalismo lingüístico.

Abstract
Diglossia and linguistic conflict are two closely related phenomena which take place in
bilingual societies. The existence of documentary sources in Leonese territory proves
the existence of two Romance languages since the XI century. There has been a conflict
between both which, to a greater or lesser extent, has crystallised in multiple associated
phenomena, some of which are specific to the territory circumscribed to the Astur-
Leonese linguistic area. The appearance of linguistic consciousness will be analyzed in
this paper from the point of view of diachronic sociolinguistics paying attention to
medieval documents previously studied. The phenomenon known as sayaguesización,
linked to the loss of prestige of Leonese during the Middle Ages which took place in the
context of Castilian political hegemony, will be described as well as connected to the
sociolinguistic concept of jaronismo.
The forementioned factors had repercussions on the current metalinguistic rhetoric on
Leonese, developed alongside the ideology of Spanish linguistic nationalism. This
ideology is based on a number of myths which have caused the marginalization of
Leonese by mainstream discourse and has propagated a series of untruths surrounding
Leonese which does not reflect its sociolinguistic reality and deepen its stigma.
Key words: diglossia, linguistic conflict, Leonese, linguistic consciousness, linguistic
nationalism.

4
Índice

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………..7

I. LA DIGLOSIA EN LA SOCIEDAD LEONESA……….………………….......................10

1.1. Aproximación al concepto de diglosia……………………………………..………………10

1.2. La diglosia leonesa…………………………………………………………………………10

1.3. Fases de la diglosia en el territorio leonés…………………………...…………………….12

1.4. Conflicto lingüístico………………………………………………………………………..17

1.5. Sustitución lingüística………………………………………………………….…………..20

1.6. Estatus……………………………………………………………………………….……..22

1.7. Uso en las relaciones familiares…………………………………………………...……….24

1.8. Factores demográficos……………………………………………………………..……....24

1.9. Presencia del leonés en ámbitos de uso público…………………………………..……….24

1.10. Tipo de hábitat y otros factores…………………………………………………………..26

1.11. Actitudes lingüísticas…………………………………………………………….……....28

II. EL DESARROLLO DEL ROMANCE LEONÉS ……………………………...……….33

2.1. Contexto de su aparición…………………………………………………………...………33

2.2. Contexto de la Romania………………………………………………………….…..…….33

2.3. Situación sociopolítica del Reino de León………………………………………….……..35

2.4. Primeras manifestaciones de conciencia lingüística……………………………………….37

2.5. El leonés como lengua de prestigio………………………………………………….….….38

2.6. Inicio de la castellanización lingüística……………………………………………….……41

III. EL ESTILO SAYAGUÉS COMO ESTADIO FINAL EN EL SUR DEL DOMINIO


LEONÉS …………………………………………………………..…………….........…….…45

3.1. La sayaguesización del leonés…………………………………………………………......45

3.2. La problemática del sayagués……………………………………………………...…...….46

5
3.3. Intencionalidad cómica……………………………………………………………..……..47

3.4. Aspectos sociolingüísticos……………………………………………………………..….48

3.5. Situación lingüística del Reino de León en el s. XVI……………………………..…...…50

3.6. Concepto de estigmatización…………………………………………………..……..……52

3.7. Consecuencias extralingüísticas de la sayaguesización……………………………..…….53

3.8. Estigmatización y conciencia lingüística…………………………………………..……...55

3.9. El lenguaje de los batuecos……………………………………………………….……….56

3.10. El Quijote y el prescriptivismo…………………………………………...………….…..57

3.11. El sayagués en la actualidad………………………………………………………….…..58

IV. CUESTIONES IDEOLÓGICAS EN TORNO A LA PÉRDIDA DEL


LEONÉS……………………………………………..……………………………..…….……60

4.1. La ideología lingüística……………………………………………………………….……60

4.2. El nacionalismo lingüístico……………………………………………………….….…….63

4.3. Cultura monoglósica vs. Polinomia……………………………………………….….……64

4.4. Mitos del nacionalismo lingüístico español…………………………………....…..………67

4.5. La no imposición del castellano………………………………………………..…………..68

4.6. El abolengo documental………………………………………………………...………….71

4.7. Las virtudes del castellano primitivo…………………………………………..…………..76

4.8. La conversión del castellano en español…………………………………………..……….80

4.9. El español como lengua común……………………………………………….……...……81

4.10. La promoción del leonés es impositiva…………………………………….……………..83

V. CONCLUSIONES…………………………………………………………………………85

VI. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………...…..87

ANEXOS………………………………………………………………………………………96

6
INTRODUCCIÓN

En un intento por realizar un aporte novedoso a los estudios existentes sobre el


panorama lingüístico leonés, en este estudio me propongo trazar un bosquejo de la
situación sociolingüística de este territorio desde una perspectiva diacrónica a partir de
los conceptos de diglosia y conflicto lingüístico. Con toda seguridad, el estímulo para
realizar este trabajo radica en la gradual adquisición de conciencia, producto de viajes y
del transcurso del tiempo, de la variedad diatópica del español que hablo –en la que
reverberan rasgos de la lengua patrimonial–, el cuestionamiento sobre la vitalidad del
leonés y la exposición a un discurso metalingüístico que cuestiona o niega su
pervivencia1. Durante la realización del trabajo he trabado conversación con distintas
personas que me han descrito, por ejemplo, cómo sus abuelos fueron sometidos a
maltratos físicos en la infancia por hablar en dialecto cepedano, o, en época tan reciente
como principios de la década de los noventa, aquel berciano que contaba cómo la
maestra le obligó a recortar unas orejas de burro en cartulina y colocárselas en la cabeza
como humillación por utilizar palabras del léxico patrimonial. Prueba inequívoca de una
realidad viva –y en ocasiones conflictiva– durante el siglo XX. Por ello, procuraré poner
en conexión diferentes conceptos con nociones provenientes de otros campos, como la
sociología y la antropología. Así, dividiré el trabajo en cuatro capítulos:

1. Diglosia y conflicto lingüístico en el territorio leonés: a partir de la definición de


estos conceptos realizada por autores como Ferguson y Fishman realizaremos un
análisis sociolingüístico somero de la realidad diglósica leonesa. Asimismo,
describiremos otros factores complementarios que influyen decisivamente en la
presencia de estos fenómenos usando ejemplos reales.
2. La aparición del romance: trataremos de dilucidar a partir de estudios recientes el
momento aproximado en el que tiene lugar la aparición de la conciencia
lingüística leonesa. Para ello, recurriremos a fuentes documentales antiguas ya

1
Como prueba, basta con leer este fragmento de un diálogo recogido en la novela costumbrista
Vendimiario, escrita por el bañezano Alonso Llamas a principios del siglo XX: “¡Qué dialecto ni qué
bobadas! A cualquier cosa llamás (sic) dialecto. Cuatro palabras mal dichas, con tonos gallegos y
asturianos, algunas castellanizadas, voces anticuadas, fósiles ya de estar sepultadas en lugares y aldeas.
No hay tal dialecto, aunque se empeñen unos cuantos. Pero basta que uno diga una cosa para que todos
vayan detrás, como borregos.” (Llamas 1928: 176)

7
analizadas por expertos en el leonés medieval como José Ramón Morala y Xosé
Lluis García Arias.
3. La sayaguesización: partiendo de la descripción del estilo sayagués, única
referencia escrita de la realidad dialectal leonesa en los siglos XV y XVI,
vincularemos el auge de este género –asociado asimismo a la pérdida de
prestigio– con el concepto de jaronismo, descrito por distintos sociolingüistas.
Asimismo, pondremos en relación el alto grado de estigmatización, cuyo origen
se encuentra en época medieval, con las actitudes negativas de los hablantes
frente al leonés, en particular un acusado nivel de deslealtad lingüística.
4. Ideología y pérdida lingüística: las ideologías lingüísticas, en tanto que sistemas
semióticos convencionales, tienen una organización semántica basada en
implicaturas y presuposiciones. Como cualquier otra ideología, evolucionan en el
tiempo, ejercen un poder normativo y designan la realidad de un modo sesgado o
distorsionado. En este capítulo acotaremos el concepto de nacionalismo
lingüístico español descrito por Moreno Cabrera, describiremos los mitos que lo
sustentan y utilizaremos casos reales de la sociedad leonesa de los siglos XIX y
XX para explicar su discurso metalingüístico, hegemónico en el ámbito
geográfico de la meseta.

Diferentes factores, a menudo extralingüísticos, han sido ponderados durante el siglo


XX para justificar la condición de dialecto del leonés. La contigüidad geográfica y la
proximidad tipológica son dos aspectos particularmente conflictivos a la hora de
establecer la distinción en dialecto y lengua, y dan cuenta de la intensa controversia que
ha rodeado al leonés. El concepto de dialecto, tal y como fue definido por Coseriu, ha
sido utilizado por gran parte de la ciencia lingüística española para situar al leonés en
una posición subalterna a la del español. No obstante, en este trabajo, siguiendo a
Ramón d’Andrés (1997), asumiremos para el diasistema asturleonés la consideración de
lengua al utilizar criterios exclusivamente glotológicos y no aspectos socioculturales. A
pesar de que Menéndez Pidal utilizaba el término dialecto para referirse al leonés –en
boga en la época en la que realizó sus estudios–, fue el pionero en establecer el taxón
románico asturleonés. Además, distintos autores han descrito cómo rebajar las hablas a
un estatus inferior puede explicarse como un proceso empleado por grupos sociales
hegemónicos para mantener su dominio. Por todo ello, utilizaremos la consideración de

8
lengua para referirnos al leonés y, en aquellos casos en los que sea preciso enfatizar la
unidad de su dominio lingüístico, el término asturleonés.

El campo de la sociolingüística se ha ocupado tradicionalmente de los procesos que


regulan la percepción que los hablantes tienen de su propia lengua, así como de los
procesos que influyen en su mantenimiento a causa de las distintas actitudes
lingüísticas. El estatus social históricamente débil que ha tenido el leonés se ha
traducido en un autoestima baja por parte de sus hablantes, producto de un proceso de
subordinación y de múltiples prejuicios lingüísticos, como se mostrará en las páginas
que siguen. Valga este trabajo como reconocimiento hacia aquellos que han sufrido
discriminación en algún momento por usar la lengua patrimonial de los leoneses.

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CAPÍTULO I: LA DIGLOSIA EN LA SOCIEDAD LEONESA

1.1. Aproximación al concepto de diglosia

El término diglosia (del griego διγλϕσσος “de dos lenguas”) comenzó a utilizarse a
finales del siglo XIX, tanto sus variantes en francés como en griego, para referirse a las
particularidades de la realidad lingüística existente en Grecia, así como a otras
situaciones similares que tenían lugar en distintos países árabes. La primera vez que
apareció el término fue en un artículo traducido del griego por el helenista francés
Psichari y que más tarde, en 1928, fue publicado en la revista Mercure de France (Blas
Arroyo 2005: 397). Sin embargo, no fue hasta la publicación del célebre artículo de
Charles Ferguson (1959) cuando el término empezó a ser utilizado con un significado
estrictamente sociolingüístico. Desde aquel momento se abrió un debate en el campo de
la sociolingüística sobre las acotaciones teóricas a las que debería verse sometido el
concepto con el fin de establecer un marco científico que hiciese más precisa su
utilización. Siguiendo la tesis fergusoneana, la definición del concepto es la siguiente:

La diglosia es una situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos
primarios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o estándares regionales), hay una
variedad superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramaticalmente más
compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita, ya sea de un período anterior
o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en su mayor parte a través de una
enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para muchos fines formales, pero que no es
empleada por ningún sector de la comunidad para la conversación ordinaria. (Ferguson 1984
[1959]: 9)

Para Ferguson la diglosia podía ser interpretada a partir de una escala que delimitaba
el dominio de uso de las dos variedades lingüísticas, de manera que estructuralmente
están claramente diferenciadas y socialmente jerarquizadas. Ferguson utilizó los
conceptos de lengua A y lengua B para diferenciar las variedades alta y baja:

a) Una de las características de la variedad alta es el desempeño de funciones


sociales elevadas (se utiliza como vehículo de comunicación en la
administración pública, la educación, la justicia, etc.).
b) Dado el desequilibro existente entre las variedades A y B, el prestigio
sociolingüístico resultante es diferente: mientras que la variedad alta goza de un
prestigio alto, el de la variedad baja es bajo o inexistente.

10
c) La variedad alta suele poseer un amplio bagaje literario mientras que con la
variedad baja se da la situación opuesta.
d) El proceso de adquisición de la variedad baja se produce de forma natural, a
través de un aprendizaje fruto del contacto con los familiares y con el entorno
social más próximo; en cambio, la variedad alta se adquiere generalmente a
través de una institución del sistema educativo, es decir, mediante un
aprendizaje formal.
e) La variedad alta es la única que puede desarrollar un proceso de estandarización,
de manera que la baja puede presentar gran fragmentación dialectal.
f) Como consecuencia de lo anteriormente descrito, ambas variedades muestran
grandes diferencias estructurales en diferentes niveles lingüísticos (gramática,
léxico y fonología). La variedad alta presenta mayor complejidad y un grado alto
de nivelación lingüística en comparación con la variedad baja.

La interpretación fergusoneana del concepto de diglosia, es decir, diglosia en sentido


estricto, no es válida para el estudio del leonés puesto que Ferguson establecía una serie
de parámetros para que un fenómeno pudiera considerarse diglósico, tres de los cuales
impiden aplicarlo al caso leonés:

- Debe tratarse de variedades de una misma lengua; la diglosia no afecta a lenguas


distintas.
- La lengua A es aprendida únicamente en un ámbito educativo formal.
- La relación diglósica entre ambas variedades puede ser complementaria a la
existente entre la lengua estándar con sus dialectos primarios.

Gracias al cuestionamiento de los límites teóricos se ampliaron los límites del


concepto, incluyendo en él lenguas distintas. A pesar del reconocimiento a la aportación
de Ferguson, las posteriores matizaciones han permitido acuñar el concepto de diglosia
en sentido amplio, que es el que utilizaremos en este estudio.

Diferentes autores revisaron las acotaciones realizadas por Ferguson y rechazaron


que la filiación lingüística sea un requisito indispensable, ya que en la hipótesis
fergusoneana provoca que la diglosia tenga lugar en casos muy específicos. La
corrección más polémica fue la realizada en 1967 por Fishman2, que elaboró una tesis

2
“Bilingualism with and without diglosia; Diglossia With and Without Bilingualism” (1967). Journal of
Social Issues, 23: 29–38.

11
que establece una relación directa entre bilingüismo y diglosia. La teoría fishmaneana
incluye lenguas diferentes con funciones específicas en el concepto de diglosia y
establece tres situaciones que pueden tener lugar en función de su relación con el
bilingüismo: bilingüismo y diglosia (la cual nos concierne en el presente trabajo),
bilingüismo sin diglosia (situación inestable, temporal y tendente al monolingüismo que
se da entre niños bilingües y trabajadores inmigrantes) y diglosia sin bilingüismo
(propio de sociedades muy desiguales, a menudo coloniales).

Actualmente, y como consecuencia de las observaciones llevadas a cabo por


Fishman, se considera que se produce un fenómeno de diglosia cuando existe un
contexto de bilingüismo social en el que los miembros de la comunidad de habla son
conscientes de que una de las dos variedades posee un estatus superior –que hace que
sea usada como lengua oficial y de cultura–, mientras que la otra es relegada a
situaciones de rango inferior, tales como la oralidad, la vida familiar y el folklore. Los
hablantes de una comunidad –o al menos una parte de ellos– tienen dos lenguas en su
repertorio verbal; se trata de lenguas que en la sociedad se hallan desequilibradas
funcionalmente, de manera que ciertos dominios sociales propician el uso de unas en
detrimento de otras.

Así pues, las matizaciones de Fishman nos servirán para describir algunos
fenómenos íntimamente relacionados con la diglosia que históricamente se produjeron
en el dominio asturleonés al sur de la Cordillera Cantábrica. La posibilidad de
coexistencia entre bilingüismo y diglosia establecida en el esquema de relaciones de
Fishman hace que sea aplicable a nuestro caso de estudio.

1.2. La diglosia leonesa

Desde el punto de vista etimológico, bilingüismo y diglosia significan lo mismo.


Algunos autores, en el contexto español, con el objeto de delimitar los ámbitos de uso
de cada uno de estos conceptos, utilizan uno u otro dependiendo de la situación de la
que se trate, sea con una lengua o con un dialecto. Manuel Alvar, en consonancia con la
tradición lingüística española del siglo XX, estableció:

Desde la perspectiva del español, consideraré bilingüismo al conocimiento del castellano y otra
lengua, y a sus mutuas interferencias, mientras que la utilización simultánea de la lengua nacional
y de un dialecto (leonés, aragonés, andaluz, etc.) lo consideraré como diglosia, porque si es cierto
que apenas hay españoles hablantes de gallego, de vasco o de catalán que no sean bilingües, más
raro es que la lengua del Estado no llegue a todas las zonas dialectales, sea a través de la escuela,

12
de los medios de comunicación o de las mil maneras en que puede ejercerse una acción niveladora
(Alvar 1986).

En nuestro estudio nos centraremos en la definición fishmaniana del concepto de


diglosia, ya que, al igual que Ferguson, Fishman hacía referencia a la asignación social
de las funciones, pero a diferencia de Ferguson, su concepción de diglosia incluía dos
variedades lingüísticas funcionalmente diferenciadas, lo cual incluye lenguas diferentes.
El nuevo significado que Fishman otorgó al concepto de diglosia no impide que los
conceptos de bilingüismo y diglosia sean complementarios para él. Únicamente cambia
la óptica desde la que se observa, sea psicolingüística o sea sociolingüística. (Rojo
1999: 609). Fishman estableció que “bilingualism is essentially a characterization of
individual linguistic behavior whereas diglosia is a characterization of linguistcs
organization at the sociocultural level” (Fishman 1967: 34).

Según Rafael Ninyoles, precursor en el estudio de este fenómeno en España y gran


conocedor de la situación sociolingüística del País Valenciano, la diglosia y el
bilingüismo se distinguen por dos rasgos característicos. En el caso de la diglosia, por
su carácter social; en el caso del bilingüismo, por permanecer en ámbito de lo
individual:

El bilingüismo es, como hemos dicho, una situación propia del comportamiento lingüístico
individual, mientras que la noción de diglosia hace referencia a un tipo de organización lingüística
a nivel sociocultural. La diglosia implica una diversificación de funciones, en tanto que en el
bilingüismo las dos variedades lingüísticas cumplen funciones iguales, es decir, son usadas ambas
en el ámbito de las relaciones formales y en el de las relaciones no formales. (Ninyoles 1972 apud
Rojo 1985: 609)

La caracterización de diglosia que hizo Ninyoles en su momento aplicada al caso


valenciano resulta adecuada para establecer analogías con la situación lingüística
leonesa actual, en cierta medida alejada de la que hizo Ferguson. Ninyoles hace una
interpretación coherente del concepto fishmaneano:

Por diglosia aludo a aquellas situaciones en que se produce una superposición lingüística entre una
variedad o lengua alta (A), que se utiliza en la comunicación formal escrita –literatura, religión,
enseñanza, mass media, etcétera– y una variedad o lengua baja (B), con frecuencia poco cultivada,
que se usa en las conversaciones de carácter no formal o familiar. (Ninyoles 1977 apud Rojo 1985:
610)

Para Fishman, la diglosia no es concebible sin contexto macrosociológico en el que


exista una serie de normas que regulen el uso de las lenguas o variedades. Desde
sectores determinados de la sociedad leonesa ha habido intentos puntuales de romper las
normas implícitas de la diglosia, lo cual ha generado situaciones de conflicto
lingüístico. Esto se ha producido sobre todo a partir del modesto cultivo de la lengua
13
que se ha producido desde los años noventa, momento a partir del cual aparecieron
organizaciones culturales dedicadas a la conservación del leonés y determinados grupos
políticos adquirieron notoriedad pública.

Ha habido otros autores más recientes que han cuestionado la estabilidad de la


diglosia y afirman que en Europa “han surgido formas de diglosia atenuadas” (Auer
2005 apud Morgenthaler 2008: 177). Según esta teoría, la atenuación se presenta en dos
formas diferenciadas. Existen dialectos que se han nivelado con el estándar (a veces el
estándar llega a desestandarizarse debido a esta nivelación) hasta el punto de producirse
dos continuum diferentes (ejemplos de este fenómeno se darían con el leonés y el
aragonés, así como con dialectos del norte de Italia). Se produce también el fenómeno
según el cual, ante la diferenciación de dos códigos distintos para el estándar y el
dialecto, aunque en íntimo contacto, aparecen casos de hibridación o mixtos. Podemos
comparar estas formas de code-mixing con el “juego diglósico” descrito por Borrego
Nieto (1996: 23) en las zona I (Anexo I) –comarcas leonesas donde la conservación se
produce en mayor medida y existe conciencia de usar dos códigos distintos–, el
hibridismo descrito por Iglesias Ovejero en la comarca salmantina de El Rebollar (2010:
37-38) o las formas de hibridación lingüística en distintos grados presentes en Asturias,
que reciben el nombre genérico de amestáu en asturiano y que no se darían sin una
forma de lealtad lingüística muy acusada.

En los últimos años se han ampliado, desde el campo de la sociología del lenguaje,
los argumentos que apoyan la caracterización diglósica de distintos puntos del mundo
hispanohablante. Siguiendo el argumento de Pellitero (1992), existen tres parámetros
principales para describir una situación de diglosia:

a) La vinculación de las funciones sociales prestigiosas con el castellano.


b) La asociación de esta lengua con el poder económico.
c) El complejo de inferioridad de los hablantes de la lengua baja.

A continuación nos centraremos en el complejo de inferioridad, del cual tenemos


testimonios en literatura científica y prensa histórica, así como en las consecuencias
psicológicas y en las actitudes que desarrollan los hablantes debido a ese complejo, el
cual tiene implicaciones evidentes en el mantenimiento de la lengua B.

14
El concepto de esquizoglosia es descrito por Haugen como una enfermedad
lingüística en sociedades que están expuestas a más de una variedad de la misma lengua
(Haugen 1971: 63). Una persona que padece esquizoglosia sufrirá de inseguridad
lingüística; pensará que su lengua nunca es suficientemente buena. Esta inseguridad se
concretará en “false humility” y “needless self-deprecation”3 (Hall 1950 apud Haugen
1971: 63). Este fenómeno ha sido descrito también en comunidades de habla donde
conviven dos lenguas, sociedades bilingües como la corsa en la que se produce una
forma concreta de esquizoglosia derivada de una política centralista con consecuencias
en el estatus y prestigio de la lengua vernácula (Jaffe 1998: 77). Los afectados por
esquizoglosia intentarán reprimir la variedad o lengua menos prestigiosa, hasta el punto
de llegar a obsesionarse con la forma supuestamente correcta del lenguaje. El afectado
intentará compensar su forma de hablar mediante una aparente preocupación sobre
cómo debería hablar frente a su interlocutor. Durante todo el acto de habla, la persona
esquizoglósica pedirá garantías a su interlocutor para saber si entiende lo que dice.

Encontramos muestras de esta subestimación en la primera mitad del siglo XIX, en


las Cartas en dialecto baviano dirigidas al bibliógrafo Bartolomé José Gallardo por
parte de un autor desconocido procedente de la comarca de Babia, concretamente de la
localidad de Quintanilla4. En la primera carta apreciamos la constante necesidad del
remitente de utilizar adjetivos despreciativos al referirse a su forma de hablar: “Todu yé
toscu n’este chinguaxe ba- /vianu, peru, pusque buste quier tener / una idea de él
eireichela dandu lu mechor qe. pueda/”.

La ausencia de un glotónimo utilizado por los propios hablantes y el uso de nombres


comarcales (bavianu) demuestran la ausencia de una conciencia de pertenencia a una
familia lingüística más amplia y “una falta de estima lingüística” (García Gil 2008: 24).
Esto se refuerza, además, por el uso de nombres locales con un origen etimológicamente
despectivo que evidencia una actitud minusvalorativa hacia la lengua, como es el caso
del término chapurrau:5

3
Traducción propia: Falsa humildad; autodesprecio innecesario.
4
Las cartas aparecen recogidas en Archivum: Revista de la Facultad de Filología (1957: 261-270) de la
Universidad de Oviedo a cargo de Emilio Alarcos Llorach.
5
Además de los términos despectivos chapurrau-chapurriáu (Babia y Omaña), podemos encontrar en la
comarca de Sanabria el uso del nombre de pachuecu-pachuocu (San Ciprián de Sanabria), charru (Aliste)
y caçurru, chaco o charro en Miranda do Douro (Portugal).

15
Además de la dificulta q’alcuentro- /tru pâ escrivir de manera qe. las chêtras /y’acentus marquen la
pernunciación, /trupiezu cun tantas ya tales irregu- /laridades nus verbus, qe. yera menester / una
gramatica particular, poucu menus / cumplicada qe. la francesa, pâ quitar / muitas dificultades al
qe. nun tien idea / d’este bastu chapurrau.

Nótese a continuación la contraposición que realiza entre el “toscu chinguaxe” que


utiliza en la carta y el “nuesu preciosu ya incumprable idioma castiechanu” como
recurso para ganarse la confianza del remitente:

Buste que tanto cunoz las cousas / antiguas de nuesa querida España, pue- /de ser qe. Pur causalida
alcuentre / n’este toscu chinguaxe alguna cousa / qe. S’asemexe cun algún manuscritu /
d’estraurdinaria antigueda de lus mui- / tisimos qe. Reconocen sus uechus pa / ilustrar mas ya mas
nuesu preciosu ya / incumparable idioma castiechanu; si / asi fos, esperu qe. s’alcuerde algn.
dia / de decirme si pudu ser-virche d’algn. pru- / veitu, la pequeña idea qe. you che / darei de
nuesu chapurrau bavianu.

Según Hall, el daño que la esquizoglosia puede causar al carácter de la persona puede
ser “incalculable” (Hall 1950 apud Haugen 1971: 63). El secretario de la asociación
zamorana Furmientu nos proporciona un ejemplo de este daño psicológico recogido en
la obra El leonés en el siglo XXI, coordinada por José Ramón Morala:

Como esa anciana de un pueblo de La Carbayeda que nos confesaba que ella no sabía hablar hasta
que le enseñó su marido (a hablar en castellano, se entiende), como si su habla leonesa no fuera
lenguaje humano sino animal. (Hernández Rodríguez 2009: 112)

Para Ninyoles (1975), el concepto de autoodio es un fenómeno social basado en el


rechazo hacia su propia identidad nacional y lingüística. La percepción que los
hablantes tienen de su lengua influye en su pérdida, ya que es considerada como un
factor relacionado con el atraso, la incultura, el localismo o la premodernidad. Este
fenómeno, también conocido con el nombre de endofobia, ha sido particularmente
operativo en el territorio leonés:

Algunas regiones de España conservan con más o menos pureza su Dialecto, mientras los leoneses
nos hemos esforzado en ridiculizarlo, por eso la invasión del Castellano ha sido total, de tal
manera que al que se le escapa una palabra antigua, se le tacha de persona inculta. (Álvarez
Bardón 1955 [1907]: 141)

La consideración de la lengua B como barrera para la movilidad social contribuye a


la sustitución lingüística puesto que los hablantes adoptan pautas de comportamiento y
rasgos (incluida la lengua) del grupo social considerado superior al suyo. Al no estar el
leonés entre las características simbólicas que definen a la clase alta leonesa, los
hablantes del leonés abandonan su lengua y no es transmitida a la siguiente generación.

“Por necesidad tuve que cojer (sic) asco a lo que tanto amargaba mi niñez”, explicaba
Emilio Álvarez Bardón (1955 [1907]: 140), en un artículo recogido en la obra Cuentos
16
en dialecto leonés, cuando se refería a los maltratos físicos y psicológicos sufridos en la
escuela y en el entorno familiar durante su infancia.

Aunque en el caso del leonés no exista un término generalizado para referirse al


proceso de pérdida lingüística producto de la deslealtad lingüística, parece oportuno,
dadas las concomitancias, hacer referencia al término occitano conocido como
vergonha. Esta palabra es utilizada por los occitanos para describir los efectos que las
políticas del Estado francés tuvieron sobre los hablantes de los distintos patois (patués
en occitano), término extemporáneo empleado para hacer referencia a cualquier lengua
que no sea el francés normativo. La vergonha consiste en producir rechazo o vergüenza
hacia la lengua materna de uno (o la lengua de sus antepasados) a través de diferentes
medios: la exclusión del currículo educativo, la humillación en la escuela, la
penalización de su uso en los medios de comunicación, etc. No de menor importancia
es el papel que desempeñó la Iglesia católica y la reestructuración territorial de la
república tras la Revolución francesa, que hizo desparecer las demarcaciones
provinciales históricas. El Gobierno galo niega la existencia de este fenómeno dado que
tal afirmación por parte de las autoridades significaría reconocer la existencia de un
lingüicidio sistemático calculadamente planificado en el tiempo.

1.3. Fases de la diglosia en el territorio leonés

En la Región de León o País Leonés6, los estudios sobre la distribución social del
leonés y el español no son muy prolíficos y su definición en el contexto diglósico ha
sido escasamente descrita. Es una constante en otras zonas en las que conviven dos o
más lenguas, ya que estos estudios han sido postergados hasta tiempos recientes por su
excesiva “ideologización”. En León la lengua autóctona ha sido estigmatizada por los
habitantes de zonas urbanas, de modo que su uso quedaba relegado al entorno rural. El
ascenso social iba asociado indefectiblemente al abandono de la lengua vernácula, ya
que era vista como un atraso y un impedimento para el éxito social y material. La
pretensión de ascender en la escala social por parte de un individuo o una comunidad

6
El término País Leonés suele considerarse politizado y vinculado a movimientos nacionalistas. Su uso
se extendió tras la publicación en 1988 de la obra Esto es el País Leonés del zamorano Carlos Cabañas.
No obstante, el primer registro que existe de su uso apareció en 1916 en el Diario de Avisos de Segovia
en un artículo de opinión firmado por ensayista especializado en historia Luis Carretero Nieva:

“(…) la región leonesa tiene que tener siempre una estrechísima relación con Asturias y Galicia
pues así lo imponen una porción de intereses actuales y hasta razones de historia y de raza
siendo Gijón el puerto natural de la mayor parte del país leonés” (Salgado 2015: 317).

17
puede catalizar una pérdida lingüística mayor, de modo que el abandono de la lengua B
acelera la sustitución en un contexto de gran movilidad social producto de migraciones
o durante un proceso de industrialización.

En el presente análisis observaremos cómo la situación de diglosia en el territorio


leonés tiene un carácter secular, si bien el momento actual presenta características de
estadios avanzados de pérdida lingüística. El proceso histórico de sustitución lingüística
puede dividirse en distintas fases:

1. A partir de la unión de las Coronas de León y Castilla se produce un abandono de


la lengua vernácula, anteriormente cultivada en ambientes cultos, por parte de la élite
local. Como explica Fernández Ordóñez, esta sustitución estaría inicialmente relegada a
la administración y a la jurisprudencia, pero acabó por extenderse a otros ámbitos:

No hay que olvidar que la unión de los reinos (de León y de Castilla en 1230) implicó el
asentimiento de la nobleza y de la iglesia de León a la autoridad del rey castellano. Pero sobre
todo, el castellano fue la lengua preferida para las prácticas jurídicas y administrativas
concernientes al conjunto del señorío castellano-leonés porque ya desde años atrás, desde
mediados del siglo XII al menos, Castilla era el reino con más peso demográfico, de mayor
extensión territorial. Y con una economía más pujante. Tal selección lingüística debió realizarse de
forma plenamente consciente. (Fernández-Ordónez 2004: 384-385)

2. Desde el siglo XVI la castellanización estaría concentrada en entornos urbanos


(actuales capitales de provincia y algunas villas históricas de importancia), lugares
donde la nobleza y el clero servirían de agentes castellanizantes en la sociedad urbana.
La presencia de corregidores y autoridades eclesiásticas provenientes de diferentes
lugares de la Corona de Castilla contribuyó al proceso de pérdida lingüística. La
presencia de la universidad de Salamanca contribuyó a que el proceso de
castellanización se produjese allí de forma más temprana en la Baja Edad Media,
mientras que la ciudad de León ya estaría fuertemente castellanizada hace 500 años.

3. A partir del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, el paso del
Antiguo Régimen a la monarquía liberal, los inicios del proceso del nation-building
decimonónico y los cambios en la estructura social extendieron el proceso de
castellanización fuera del entorno urbano. Las incipientes ciudades, aún en proceso de
crecimiento, continúan siendo focos de castellanización que ejercen presión sobre el
entorno circundante. En las primeras décadas del siglo XX la castellanización inicia la
pérdida del patrimonio lingüístico, con ciertas características diferentes al de otros
lugares.

18
Buena prueba de ello es la encuesta del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica
(ALPI) realizada en los años treinta por orden de Ramón Menéndez Pidal. Podemos
observar en una de las páginas incluidas como anexo (Anexo II) que la informante,
natural de Folledo de Gordón (perteneciente al municipio de La Pola de Gordón), a la
pregunta de cuál es el nombre que da al habla tradicional responde, ante la sorpresa del
encuestador, que es “castellano”, a pesar de la presencia de rasgos fonéticos y
morfosintácticos claramente leoneses en su dialecto (Anexo III) muy similares a los del
asturiano del cercano concejo de Lena. Esto demuestra que la falta de identificación de
la variedad local con una adscripción identitaria más amplia y el desconocimiento sobre
la unidad del dominio lingüístico asturleonés contribuyeron a que la pérdida lingüística
fuera mucho más rápida al sur de la Cordillera Cantábrica. Este fenómeno ya había sido
observado a principios del siglo XX en la comarca de Sanabria:

He podido observar que las gentes creen que se denigran confesando que hablan de un modo
distinto que Castilla, niegan que allí se empleen esas palabras, que «allí se habla bien: eso, dicen,
es por tal ó cual pueblo»; y cuando estrechados á preguntas se ven obligados á confesar que sí se
usa allí aquella voz, dicen que sólo las viejas la usan alguna vez; no resplandece en éstos la
modestia que halló el Sr. Leite en los mirandeses. (Blánchez Fraile 1907: 73-74)

4. Las migraciones masivas del campo a la ciudad durante en el siglo XX, sobre todo
a partir de los años cincuenta y sesenta, hacen que el leonés entre en crisis. Este proceso
migratorio contribuye a la ruptura de la transmisión generacional, provocando una
pérdida lingüística rapidísima y que el deterioro del patrimonio lingüístico se produjera
en algunas comarcas en el transcurso de una generación. El análisis comparativo entre
algunas encuestas dialectales realizadas en comarcas hablantes de leonés a principios de
siglo con otras más recientes da cuenta de un proceso de sustitución lingüística que está
prácticamente completado en comarcas como Omaña. Tal vez la excepción al sur de la
Cordillera Cantábrica se encuentra en la comarca de Laciana, que fue capaz de producir
un foco de resistencia frente a la presión castellanizante al adquirir una conciencia
lingüística vinculada a una adscripción identitaria comarcal fuerte, cierto desarrollo
económico y una tímida producción literaria, que derivó en última instancia en una
mejor conservación de la lengua, favorecida asimismo por la contigüidad con el concejo
asturiano de Somiedo.

La ausencia de un plan de normalización lingüística ha contribuido a que el estadio


de diglosia sea cada vez más avanzado, aunque las distintas campañas de

19
concienciación realizadas por asociaciones a favor de la conservación del leonés hacen
que se convierta cada vez más en un símbolo de identidad colectivo. No obstante,
siguen existiendo estereotipos fuertemente arraigados en la psicología social de la
comunidad. El leonés es visto como marca de ruralidad, de atraso y de ignorancia y en
el discurso metalingüístico se cuestiona a menudo su mera existencia debido a la
invisibilización7 a la que están sometidos sus hablantes. Algunas políticas represivas del
franquismo contribuyeron a arraigar estas actitudes proclives a la minorización
lingüística (Anexo IV).

1.4. Conflicto lingüístico

Casi todas las tensiones sociales relacionadas con el bilingüismo social provocan en
última instancia una discusión en la que algunas lenguas finalmente se superponen,
produciendo el fenómeno descrito como glotofagia (Calvet 1981: 46). Frente a la
supuesta estabilidad del fenómeno de la diglosia tal y como fue descrito por Ferguson,
aparece el concepto de conflicto lingüístico, producto de una desigualdad social entre
lenguas en un contexto más inestable y movedizo.

La primera vez que se dan las condiciones para que el fenómeno de conflicto
lingüístico sea descrito es en la obra de Uriel Weinreich, Lenguas en contacto (1956).
El proceso de sustitución lingüística es ampliamente detallado en el libro, aunque no
llega a teorizar sobre el concepto. El concepto de conflicto lingüístico empieza a ser
utilizado de forma sistemática en la obra del sociolingüista valenciano Lluis Aracil,
momento a partir de cual empieza a conocerse en España (Blas Arroyo 2005: 414). Para
Aracil, se produce una situación conflictiva cuando dos o más sistemas lingüísticos
compiten entre sí, lo cual provoca un desplazamiento total o parcial de uno de ellos en
un ámbito de uso determinado. En este contexto los individuos adjudican a cada una de
las lenguas diferentes valores, por lo que sus actitudes –de forma consciente o
insconsciente– influyen en la imagen general de los hablantes de la comunidad.

No obstante, fue Rafael Ninyoles quien difundió el concepto. Para el sociolingüista


valenciano el conflicto lingüístico se produce de manera estructural en la sociedad y
aparece bajo dos formas distintas:

7
El concepto de invisibilización es utilizado en los campos de sociología y antropología para referirse al
conjunto de mecanismos culturales que conducen en última instancia a omitir la presencia de un grupo
social concreto.

20
a) En el nivel inconsciente (en tal caso es difícil de detectar).
b) Explícitamente, situación en la que los individuos y sectores más activos tratan
de aportar una solución al conflicto.

Rafael Ninyoles hizo una descripción de la situación sociolingüística valenciana


durante la dictadura franquista y estableció una distinción entre dos clases de
sociedades: conservadoras y avanzadas. Dos ejemplos de sociedades conservadoras son
Galicia y el País Valenciano en la época en que Ninyoles hizo sus estudios (años sesenta
y setenta). A través del caso valenciano podemos establecer una analogía con las
comarcas de habla leonesa actuales, ya que ha habido intentos en ambos casos de
relegar determinados aspectos culturales al ámbito de lo folklórico. Según Ninyoles, la
diglosia de la sociedad valenciana desembocó en:

la deslealtad, más o menos consciente, respecto al grupo social y cultural originario. En tal
situación, existirá un conflicto que apenas será reconocido, pues la identificación –a diferencia de
la simple imitación– se mantiene en un nivel inconsciente. (Ninyoles 1969 apud Blas Arroyo
2005: 416)

Hay que tener presente algunas de las características que definen el concepto de
conflicto lingüístico para obtener una mejor comprensión del contexto en el que tiene
lugar. Una de ellas es que el conflicto nunca se produce entre distintas lenguas sino
entre hablantes o entre comunidades de habla. El conflicto lingüístico es prueba de la
existencia de una tensión en el plano socioeconómico, histórico-político o religioso. Las
consecuencias del conflicto lingüístico pueden ser positivas para la lengua que se
encuentra en situación de minorización, al tomar consciencia la sociedad en su conjunto
de la existencia del conflicto y provocar, en último término, cambios sociales, culturales
o políticos.

Se puede establecer una distinción más en torno al concepto de conflicto lingüístico


referida a la naturaleza del fenómeno. Existe el conflicto natural y el conflicto artificial.
El conflicto artificial es producto de la globalización, puesto que en este contexto se
favorece el cultivo de lenguas de prestigio internacionales (actualmente el inglés como
lengua franca planetaria) en detrimento de la lengua local. En nuestro trabajo nos
referiremos al conflicto natural existente en la sociedad leonesa, donde convive el
español (la lengua mayoritaria) con el leonés (la lengua minoritaria).

Otro aspecto reseñable sobre el conflicto lingüístico que Ninyoles describió desde
una perspectiva valenciana, pero que bien puede aplicarse a situaciones vividas en los

21
últimos años en la sociedad leonesa, es lo que se ha denominado la lingualización de la
política. En la primera década del siglo XXI, con el auge de la asociación juvenil
Conceyu Xoven, se produjo una intensa disputa entre activistas por establecer un
predominio sobre su concepto del leonés. Conceyu Xoven y otras organizaciones
relacionadas negaban la unidad del dominio lingüístico asturleonés bajo falsas premisas
de índole política, y según sus planteamientos:

(…) existiría una lengua leonesa que no se identifica con la asturiana porque la lengua asturiana es
un constructo aislacionista de los asturianos con su Academia, que inventan un nombre para la
lengua y abandonan el término popular que era leonés (sic) y rompen la unidad idiomática con la
adopción de un modelo patrón sobre la base de las hablas centrales, unas ideas que apuntan la
creación de un enemigo nuevo, en este caso el asturiano, y válido para profundizar en el discurso
victimista de la pérdida de elementos identitarios –los asturianos como usurpadores de la esencia
lingüística histórica leonesa–. De esta manera la rentabilización de este victimismo tiene que verse
dentro de ese contexto global y donde la lengua sobrepasa la función comunicativa e incluso la
identitaria convirtiéndose en símbolo político concreto. (García Gil 2008: 31)

Las rivalidades establecidas entre distintos grupos sirvieron de precedente para que
un escándalo político surgido posteriormente sirviera de motivo para obligar a dimitir al
líder de Conceyu Xoven y entonces concejal de cultura en el ayuntamiento de León,
Abel Pardo. Actualmente la única entidad en activo que defiende este planteamiento de
falsa diferenciación es la asociación L’Alderique.

Frente a la contraposición que algunos autores han determinado entre los conceptos
de diglosia y conflicto lingüístico, el lingüista gallego Mauro Fernández (1978) ha
establecido una dicotomía y ha acuñado los conceptos de diglosia conflictiva y diglosia
no conflictiva para describir lo que ocurre en la sociedad gallega. La diglosia conflictiva
presenta normas claramente reguladas y aceptadas por el conjunto de la sociedad,
mientras que en la diglosia no conflictiva las normas son cuestionadas de forma gradual
cuando están en vías de reemplazo.

1.5. Sustitución lingüística

La diglosia nos sirve para explicar situaciones de cambio de lengua por parte de
individuos que deciden, a través de un proceso de minorización lingüística producto de
la presión social, confinar la lengua a ámbitos cada vez más íntimos, es decir, contextos
domésticos, familiares o informales. Los hablantes pasan a formar parte de la mayoría
dominante porque quieren ascender socialmente y la lengua B sufre un proceso de

22
subordinación. El mantenimiento lingüístico y la sustitución o desplazamiento se
derivan de los procesos ligados a la diglosia y al conflicto lingüístico.

El desplazamiento de la lengua B no depende de sus características estructurales –


como a menudo se afirma desde algunos sectores de la lingüística–, sino porque las
funciones que socialmente tiene asignadas la relegan a ámbitos de uso irrelevantes que
evidencian su falta de vitalidad. El proceso de sustitución se produce cuando se rompe
la cadena de transmisión intergeneracional, es decir, cuando los padres de un niño
deciden no hablarle en la lengua vernácula porque es vista como un obstáculo en el
ascenso social, o simplemente porque la presión social les obliga a hablar la lengua
mayoritaria en la mayor parte de contextos sociales. Este fenómeno recibe a veces el
nombre de muerte lingüística.

No existe consenso entre los sociólogos del lenguaje sobre cómo se producen los
procesos de desplazamiento y abandono lingüísticos. Hay dos aspectos que destacan por
su relevancia en los procesos de sustitución lingüística8. En primer lugar, los aspectos
estrictamente lingüísticos, que tienen lugar en mayor medida en los estadios finales del
abandono. Es decir, la simplificación y las alteraciones profundas que se producen en la
gramática de la lengua en la fase previa a la muerte lingüística. Los aspectos
estructurales (préstamo de léxico, simplificación de la sintaxis, cambios en la fonología,
etc.) no serán objeto de estudio en este trabajo, sino los aspectos ligados a factores
sociales que intervienen en el contexto sociolingüístico.

El psicólogo social Howard Giles teorizó sobre el desplazamiento lingüístico y


afirmó que existen tres variables fundamentales que intervienen en el proceso: el
estatus, el potencial demográfico y el apoyo institucional. Estos factores combinados
determinan la vitalidad etnolingüística, cuya definición es la siguiente:

La vitalidad de un grupo etnolingüístico es la que hace que éste se comporte como una entidad
colectiva activa en las interacciones intergrupales. Por ello, se ha dicho que las minorías
etnolingüísticas con poca o nula vitalidad tienden a desaparecer como asociaciones distintivas. Y
al contrario, cuanta más vitalidad tiene un grupo etnolingüístico, más probable es su pervivencia
en contextos intergrupales. (Giles 1977 cita apud Blas Arroyo 2005: 447)

8
Diferentes términos son utilizados para referirse proceso de sustitución lingüística: obsolescencia,
pérdida, declive, atrición, contracción, etc. Estos términos también se utilizan para hablar de la
criollización, pidginización, adquisición de segundas lenguas y el cambio lingüístico (Blas Arroyo 2005:
439-440).

23
En el siguiente apartado nos centraremos en las variables que condicionan el
desplazamiento lingüístico del leonés, así como en otros conceptos complementarios.

1.6. Estatus

Existen distintos planos vinculados al concepto de estatus de una lengua, esto es:
económico, social, histórico y lingüístico. El estatus del leonés ha variado enormemente
a lo largo de la historia, puesto que en los siglos XII y XIII el leonés, en su momento de
mayor apogeo, adquirió una situación de normalidad en las instituciones del Reino de
León al ser utilizado en la literatura (Poema de Elena y María, El libro de Alexandre),
en el ámbito de la justicia (así lo atestigua la traducción del Liber Iodiciorum al leonés),
en la administración (uso de leonés o de variantes romanceadas para redactar los fueros
de distintas villas del reino) e incluso, aunque no exista constancia documental, como
lengua de Cortes, como así expuso Ramón Menéndez Pidal en la introducción de la obra
de Claudio Sánchez Albornoz Estampas de la vida en León hace mil años (1926).

Actualmente, el artículo 5.2 del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, después


de su reforma en el año 2006, reconoce el valor del leonés y la importancia de ser
protegido:

El leonés será objeto de protección específica por parte de las instituciones por su particular valor
dentro del patrimonio lingüístico de la Comunidad. Su protección, uso y promoción serán objeto
de regulación.

No obstante, a día de hoy, la promoción del leonés sigue siendo prácticamente nula.
El incumplimiento tanto del Estatuto como de la Carta Europea de Lenguas Minoritarias
–ratificada por el gobierno de España en 2001– por parte de la Junta de Castilla y León
provocó que el Consejo de Europa instara a las autoridades estatales y autonómicas a
que tomaran medidas para la protección del leonés. Es un hecho denunciado por el
asociacionismo vinculado a la defensa del leonés (Faceira, Furmientu o El Teixu) y
respaldado por una resolución del Procurador del Común de Castilla y León.

1.7. Uso en las relaciones familiares

El abandono de la lengua B en las relaciones familiares, dado el contexto de


desigualdad, provoca que el desplazamiento lingüístico sea el resultado más factible,
aunque este proceso es reversible y de ello existen múltiples ejemplos en Europa. De los
datos extraídos de los estudios sociolingüísticos realizados en la provincia de León por
la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA) se puede deducir que el uso del leonés ha

24
disminuido drásticamente en el transcurso de una generación. Tanto en el estudio
realizado en el norte de la provincia en 2006 como en otro llevado a cabo en 2008 en el
conjunto provincial, se aprecia un retroceso producto de la ruptura de la cadena de
transmisión generacional.

La pregunta utilizada para conocer las actitudes ante el uso del leonés en las
relaciones familiares fue “¿Qué se hablaba en su casa cuando usted era niño?” y se hizo
sobre una base de 400 encuestados en el primer caso y 504 en el segundo (N=400 y
N=504). Atendiendo a las respuestas recogidas en la tabla 1, podemos apreciar cómo en
el marco provincial el uso de la lengua patrimonial ha disminuido de 15,7% a 10,9%
(casi 5 puntos porcentuales), mientras que en el norte de la provincia, zona de peor
acceso y por tanto de mejor conservación, la reducción en el uso del leonés en el ámbito
familiar ha sido 23,0% al 14,4% (casi 10 puntos).

De la misma manera, el porcentaje de encuestados que manifestaba hablar castellano


durante la infancia era de un 51,3% frente al 65,7% del año en que fue realizado el
estudio en toda la provincia. El retroceso que han sufrido las hablas tradicionales (tanto
leonesas como gallegas) en el transcurso de las últimas décadas se hace evidente cuando
se observa que, según los informantes de sendos estudios, el castellano ha pasado de ser
la lengua de la mitad de los hogares de la provincia a casi dos tercios en el año 2008.

Tabla 1. Lengua hablada en casa en la niñez y en la actualidad en la provincia de León

En la infancia En la actualidad

Castellano 51,3% 65,7%

Mezcla 32,0% 23,1%

Habla tradicional 15,7% 10,9%

Muestra: N=504 ; Fuente Academia de la Llingua Asturiana, 2008

Asimismo, en el uso de formas híbridas también apreciamos una reducción notable.


Los datos a nivel provincial sobre su uso demuestran la previsible estigmatización
también de la mezcla de códigos, produciéndose una caída del 32% al 23,1% (casi 9
puntos menos). Lo mismo puede decirse de las zonas gallegohablantes situadas en el

25
extremo oeste de la provincia, incluidas en el estudio. Tanto en el ámbito provincial
como en la zona norte de la provincia de León se observa una disminución parecida, lo
cual evidencia la estigmatización, como ocurre en otras zonas donde tiene lugar este
fenómeno vinculado a la diglosia.

Tabla 2. Lengua hablada en casa en la niñez y en la actualidad en el norte leonés

En la infancia En la actualidad

Castellano 36,1% 54,5%

Mezcla 39,7% 31,1%

Habla tradicional 23,0% 14,4%

Muestra: N=400 ; Fuente Academia de la Llingua Asturiana, 2006

Es remarcable la diferencia comparativa que manifiestan los datos obtenidos entre


distintas comarcas. La prueba fehaciente de las distintas realidades lingüísticas en la
provincia de León es la distancia entre las respuestas dadas en la comarca de Tierra de
Campos, donde la percepción ambiental de la existencia del leonés es prácticamente
nula, y el norte de la provincia, donde solo un 9,9% de los encuestados afirma que
únicamente se habla castellano en límite provincial entre León y Asturias. No obstante,
de seguir así la tendencia, y aunque estos datos parecen halagüeños al establecer
analogías con otros estudios sociolingüísticos que tienen en cuenta factores
demográficos, la pérdida lingüística en las comarcas donde la lengua patrimonial aún es
vehículo de comunicación será absoluta en el transcurso de una generación.

1.8. Factores demográficos

A menudo se afirma que la “calidad” de los hablantes influye por encima de su


número, poniendo en duda así el carácter determinante del peso demográfico como tal.
Los autores que defienden que el número total de hablantes no es un factor decisivo
conceden que la concentración de hablantes en una zona determinada favorece el
mantenimiento. Por muy precarias que sean las condiciones socioeconómicas o muy
aislado esté el lugar, es importante que los grupos minoritarios cuenten con una serie de
elementos para que el mantenimiento de la lengua se dé en lugar de uso. La existencia

26
de unas redes sociales dinámicas y robustas dentro del grupo minoritario puede
contribuir de manera decisiva a mantener la vitalidad a pesar de las adversidades.

La relación entre el tamaño del grupo etnolingüístico y los hablantes de la lengua


dentro del mismo también puede resultar un factor determinante en el mantenimiento de
la lengua en algunos casos determinados. Como observaremos a continuación, los datos
que aportan los estudios realizados en la última década varían mucho dependiendo de
quién sea el autor:

 Según Alberto Bautista (2006), existen entre 2500 y 4000 hablantes de leonés en
la comarca de El Bierzo.
 Xosé Lluis García Arias y Xosé Antón González Riaño establecieron, después
de realizar dos estudios sociolingüísticos en la provincia de León (2006 y 2008),
que el número de hablantes de leonés rondaría las 50.000 personas.
 Héctor García Gil (2008) afirma que el leonés es hablado por entre 20.000 y
25.000 personas en las provincias de León y Zamora.

De estos datos cabe deducir, a pesar de las fluctuaciones, que la demografía de los
hablantes de leonés no es lo suficientemente grande como para que la comunidad
hablante sea considera vigorosa y pueda producirse un relevo generacional en el uso. No
obstante, la relativa concentración en valles de difícil acceso y la existencia de redes
comunitarias activas pueden desempeñar un papel positivo a medio plazo.

1.9. Presencia del leonés en ámbitos de uso público

La vinculación entre el mantenimiento de lenguas minoritarias y la voluntad política


de promocionarlas en la esfera institucional se encuentra en un estadio de análisis
inicial, si bien no cabe duda de su importancia en el mantenimiento de lenguas
minoritarias. En el territorio leonés, como ya hemos apuntado anteriormente, los
condicionantes geográficos y socioeconómicos permitieron que en la comarca de
Laciana hubiera cierto cultivo del habla local gracias a la edición de revistas como Xeitu
y libros publicados por autores como Eva González Fernández, Roberto González-
Quevedo, Emilce Núñez o Severiano Álvarez, pero no logró afianzar su uso fuera
círculos literarios y culturales. El español, al tratarse de la lengua A, había sido la única
utilizada para la escritura hasta la década de 1980.

27
La tímida presencia del leonés en el ámbito de uso público institucional comenzó a
partir de la firma en 2006 de un acuerdo entre la Diputación de León con la asociación
El Fueyu para impartir cursos de leonés en la provincia. Al año siguiente se comenzó a
impartir la asignatura de lengua y cultura leonesas a escolares de 5º y 6º de primaria.
En el año 2009 comenzó a promocionarse en los medios de comunicación con la
emisión de un telediario de varios minutos en la Televisión de Castilla y León, gracias a
un acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de León y el gobierno autonómico. Ese
mismo año, el Ayuntamiento de León estableció también una política lingüística
consistente en la promoción pública del leonés, sobre todo en los ámbitos culturales en
los que la concejalía tenía competencias. Se elaboraron carteles de eventos musicales en
leonés, señalización en los museos, portales online y multitud de documentos oficiales
tanto en leonés como en castellano.

Más recientemente ha aparecido un diario online circunscrito al ámbito comarcal de


La Cabrera que utiliza tanto el castellano como la variante dialectal cabreiresa en la
redacción de las noticias. Asimismo, las señales de las localidades del Ayuntamiento de
Truchas, en la misma comarca, también han sido colocadas con rótulos bilingües, fruto
de la colaboración entre distintas asociaciones culturales y el gobierno municipal.

En el Senado, por iniciativa del senador valenciano Carles Mulet, se escuchó por
primera vez un discurso pronunciado en leonés en el año 2016, acontecimiento que se
vio envuelto en una notable controversia debido a las diferencias ideológicas entre el
senador y el presidente de la Diputación leonesa.

1.10. Tipo de hábitat y otros factores

Además de los factores ya indicados, de particular relevancia en el proceso de


pérdida lingüística que ha sufrido el leonés es el grado de semejanza entre las lenguas
en contacto. El asturleonés tiene grado de inteligibilidad muy alto con el español, hecho
recogido en la publicación en línea Ethnologue y estudiado por diferentes autores:
“About 80% intelligibility with Spanish (1989 R. Hall) enough to cause disruption of
communicative ability (1992 T. Erickson).”9

Esto, unido a la ausencia de barreras geográficas en la submeseta norte, ha


propiciado una aceleración de la pérdida en comparación con otros lugares de la

9
Ethnologue, SIL International: (https://www.ethnologue.com/language/ast).

28
geografía ibérica ya que no existe ningún accidente geográfico de consideración que
impida la penetración de la lengua dominante. Ambas características favorecieron el
sincretismo lingüístico en la franja oriental del dominio leonés en las tierras llanas de la
meseta durante el Medievo y la preservación de la lengua en zonas de más difícil acceso
hasta la actualidad. Estos factores son algunos sobre los que más estudios se han
realizado, además del tipo de hábitat. Es un hecho estudiado por diferentes autores
(Blas Arroyo 2005: 468) que en las situaciones de bilingüismo social los entornos
urbanos son más proclives a la pérdida lingüística, mientras que en las zonas rurales la
lengua minoritaria se mantiene con mayor vitalidad en la cotidianeidad, particularmente
recluida en el ámbito del hogar. Ricardo Chao, historiador y activista de la asociación
Faceira, describió el uso de la lengua en la intimidad y el recelo existente en una
entrevista concedida a una productora de documentales local:

Como yo suelo decir, es la lengua invisible. Cuando vas a las zonas falantes, pues resulta que te
encuentras que mucha gente no lo habla en público jamás, o sea, lo hablan a lo mejor en la
intimidad de la casa, o en la intimidad del bar del pueblo cuando son todos gente natural de allí,
pero en el momento que llega alguien de fuera, cambian la lengua, cambian el registro y se ponen
a hablar en castellano.10

1.11. Actitudes lingüísticas

A pesar de que las actitudes positivas ante la lengua y la identificación de una


comunidad con ella no garantizan su supervivencia, las políticas institucionales
destinadas a favorecer su mantenimiento se habrán aplicado en vano si no van
acompañadas de una actitud propicia para su mantenimiento en un sector considerable
de la comunidad. Uno de los conceptos que mayor relevancia adquiere en este contexto
es el de lealtad lingüística, definido por Weinreich como:

(…) el estado mental en que la lengua, en su calidad de entidad intacta y en contraposición a otras
lenguas, ocupa una posición elevada en la escala de valores, posición que necesita ser defendida
(Weinreich 1956 apud Blas Arroyo 2005: 470).

El fenómeno de lealtad lingüística aparece como resistencia a la sustitución de


lenguas y en el contexto leonés se da en las localidades donde mejor se conserva, puesto
que si no fuera por el arraigo de este fenómeno a pequeña escala, la desaparición
hubiera sido ya total. Ejemplos de lealtad lingüística aislados pueden encontrarse en
sendas comarcas hablantes de leonés: las localidades de La Baña (Cabrera), Palacios del

10
Llionés, la llingua llionesa. Documental disponible en YouTube:
(https://www.youtube.com/watch?v=S5qO311K7_Q).

29
Sil (Bierzo Alto) y Santa Cruz de Abranes (Sanabria). En esta última comarca, el
lingüista David García López nos aporta una descripción de lealtad lingüística leonesa
en el siglo XXI:

Al menos en el sector de población con el que hemos trabajado [Santa Cruz de Abranes y
Ribadelago], que corresponde con la inmensa mayoría de la población actual de estas localidades,
la lengua asturleonesa pervive diferenciada del castellano, como un registro que evidentemente
sólo se utiliza entre los propios hablantes locales o cuando el forastero consigue cierta confianza.
Es de destacar que, en estos pueblos donde se mantiene la lengua con mayor vitalidad, el aprecio
de los hablantes hacia su habla local es mayor que donde ha perdido pujanza, o quizás ésta sea la
causa o una de las causas de su mantenimiento. Además, cuando los curiosos acudimos a ellos, la
desconfianza a mostrar las palabras de su pueblo, que puede aparecer en otras zonas, aquí se
vuelve en orgullo de enseñar cómo han sabido mantener su lengua. (García López 2010: 81)

Unos marcos administrativos distintos pueden conllevar diferentes actitudes


lingüísticas dentro de un mismo dominio. Esto se aprecia no solo entre Asturias y León,
cuyos factores históricos, geográficos y administrativos son diferentes, sino también
entre el dialecto mirandés y el alistano/sayagués, situados en territorios contiguos pero
que pertenecen a estados independientes desde el siglo XII. Como se puede observar en
el mapa (Anexo V), la pérdida lingüística en las comarcas de Aliste y Sayago ha sido
mucho mayor que en la Tierra de Miranda, donde el habla local se ha mantenido con
vitalidad producto de una lealtad lingüística muy acusada.

Existe una serie de parámetros, además de la lealtad lingüística, utilizados en


sociolingüística para calibrar los procesos de sustitución lingüística y mantenimiento de
una lengua minoritaria:

a) Fidelidad

Se trata de un fenómeno en el que los hablantes son particularmente reticentes a la


pérdida de elementos característicos de su habla y a los cambios en su estructura
sintáctica. Con la salvedad de algunos pueblos localizados en las comarcas donde se
mantiene, el territorio leonés no se caracteriza por la fidelidad hacia las hablas
tradicionales.

b) Orgullo

La complacencia por la posesión de una lengua diferente a la mayoritaria actúa como


agente favorable a la preservación de la lengua B en una situación de bilingüismo
social. No obstante, debido a los procesos descritos, el orgullo de los hablantes de
leonés ha sido en gran medida aniquilado. El activista a favor del dialecto cabreirés,

30
Iván Martínez Lobo, perteneciente a la asociación cultural El Eco de Cabrera, describe
así la situación en la comarca:

Aquí realmente mucha gente se avergonzó de su idioma porque les machacaron con la lengua, les
machacaron con el tema de que lo que hablaban no era una lengua, era algo que estaba
equivocado. (…) La gente ya no lo habla porque le da mucha vergüenza, pero si preguntamos a los
más mayores, en cuanto se sueltan, ellos empiezan a hablar en cabreirés.11

c) Prestigio

Como explica Borrego Nieto, el leonés, al haber sido “Hablado en zonas


tradicionalmente aisladas y deprimidas, el dialecto carece del prestigio necesario para
ser mantenido como signo de identidad social, lo que explica su descomposición”
(Borrego Nieto 1996: 140). Esta ausencia de prestigio ha llevado en algunos casos al
cambio de adscripción etnolingüística por parte de personas que viven en zonas al sur de
la Cordillera Cantábrica del dominio lingüístico asturleonés. En el caso de la provincia
de León, áreas de El Bierzo donde se mezclan isoglosas de distintos dominios,
determinados hablantes pasivos asocian el habla vernácula con el dominio lingüístico
más cercano y con mayor estatus, es decir, el gallego. Asimismo, en las provincias
leonesas de Zamora y Salamanca, se puede hallar un discurso metalingüístico en el que
sus usuarios abiertamente ignoran, cuestionan o incluso niegan la pertenencia de esos
territorios al dominio lingüístico leonés, como así lo describía Menéndez Pidal: “un
zamorano o un salmantino creerá que el habla vulgar de su tierra es castellano, a veces
mal hablado, sin pensar que en ella haya restos de un dialecto de origen y desarrollo
diversos del castellano” (Menéndez Pidal 1962: 14). Se trata de un proceso histórico de
aculturación que ha sido uno de los factores presentes en el cambio de adscripción
etnolingüística de leonés a castellano, producto en parte de la estigmatización de las
formas dialectales, mayor que en el norte del dominio. Estos procesos de cambio de
adscripción etnolingüística provocados por agentes estigmatizadores han sido
estudiados en relación a comunidades hablantes de español patrimonial del estado de
Luisiana en EEUU (Lipski 1990).

d) Utilidad

El grado de necesidad del uso de la lengua en las situaciones cotidianas es muy


pequeño o nulo en el caso del leonés. No se aprecia entre los hablantes ningún signo de

11
Ídem.

31
que requieran utilizar la lengua vernácula fuera del ámbito de la intimidad y eso
contribuye a la ruptura de la cadena de transmisión.

e) Rechazo

Es la actitud negativa de un sector de la población frente a una de las lenguas con las
que convive en una comunidad. En el caso del dominio lingüístico leonés, tanto los
bilingües como los hablantes monolingües en castellano han mostrado históricamente
un rechazo hacia el habla patrimonial, si bien ese sentimiento se ha visto mitigado en
tiempos recientes debido a los intentos por revertir la situación diglósica en las
comarcas hablantes y a algunas campañas de concienciación. Así, en las encuestas
sociolingüísticas realizadas por Xosé Lluis García Arias a través de la Academia de la
Llingua Asturiana, podemos apreciar en la tabla 3 cómo ese rechazo es menor que en el
pasado, ya que muchos encuestados muestran una actitud favorable hacia la promoción
institucional del leonés. Asumimos, pues, que las actitudes positivas hacia la promoción
del leonés, de más de un 50% de la población en el conjunto provincial (2008) y de casi
un 80% en el norte de la provincia, son prueba de un menor rechazo hacia la lengua
patrimonial y de la existencia de algunas razones para el optimismo en cuanto a su
conservación.

Tabla 3. ¿Deben las instituciones promocionar el leonés donde aún se habla?

Provincia de León Norte de León

Muy de acuerdo 56,4% 79,3%

Bastante de acuerdo 26,7% 11,1%

Poco de acuerdo 4,2% 2,0%

Nada de acuerdo 8,9% 3,2%

Ns/Nc 3,6% 4,4%

Muestra: N=504 (Provincia de León), N=400(Norte de León).

Fuente: Academia de la Llingua Asturiana, 2008 (Provincia de León), 2006 (Norte de León)

32
CAPÍTULO II: EL DESARROLLO DEL ROMANCE LEONÉS

2.1. Contexto de su aparición

El romance leonés es el producto de varios siglos de evolución autónoma del latín


introducido por las huestes romanas en las guerras contra los ástures 12. El territorio que
englobaba el solar ástur fue articulado por la administración romana como convento
jurídico, bautizado como Conventum Asturum, cuya capital estaba localizada en
Asturica Augusta, la actual Astorga. La ciudad se convirtió progresivamente en el
principal núcleo urbano desde donde irradiaba el proceso de romanización y latinización
hacia los distintos puntos cardinales de la Asturia, es decir, la práctica totalidad de las
actuales provincias de Asturias y León, el norte de Zamora y el noreste de Portugal. La
situación de bilingüismo social en esta zona entre la lengua ástur prerrománica y el latín
tuvo que ser duradera, a pesar de que la distancia respecto de la metrópoli provocó que
la romanización fuese más superficial que en otras regiones del imperio. Esto explica
los efectos de sustrato en los rasgos del latín, que se impuso de forma más tardía. De
capital importancia fue la construcción de la calzada de la Vía de la Plata como eje
vertebrador del territorio desde época romana, ya que permitió consolidar el avance del
Reino de León hacia el sur durante el Medievo, al tiempo que se producía la expansión
lingüística del incipiente romance y mantenía la unidad del dominio asturleonés durante
siglos. Fue, no obstante, la conformación del reino asturleonés en la Alta Edad Media,
forzada por la incursión de los musulmanes en la Península Ibérica, lo que consolidó el
romance situado entre los dominios gallego-portugués y castellano.

2.2. Contexto de la Romania

En el siglo VIII podemos hallar textos que alternan formas nuevas y antiguas, es
decir, una situación de polimorfismo en el que no habría una interrupción entre la

12
Según estudios recientes, el término ástur –o su plural ástures– contiene la tonicidad en la primera sílaba
debido a la palabra esdrújula de la que procede: Ástura (actual río Esla). Dada la particular evolución del
vocablo Esla, río sagrado para este pueblo prerromano que transcurre por las provincias de León y
Zamora, la vocal inicial se mantiene como tónica a pesar de las múltiples alteraciones en la realización de
la palabra. Uno de los primeros estudiosos en percatarse de esta peculiaridad fue el traductor latinista
gallego José Luis Moralejo Álvarez, que en 1977 escribió un artículo sobre esta cuestión en el Boletín del
Real Instituto de Estudios Asturianos.

33
lengua escrita tradicional y la lengua oral cotidiana. Asimismo, podemos encontrar en
distintos puntos de la Romania textos donde aparece una mezcla lingüística en los que
es difícil precisar su condición, bien de latín romanizado, bien de romance latinizado.
En el transcurso de un siglo, de 650 a 750, se producen cambios fonéticos en el interior
de un mismo continuo, por lo que no puede afirmarse que se trate de una situación de
bilingüismo ni de diglosia, ya que lo que se produce es una transformación de rasgos
latinos y romances mezclados entre sí (Gimeno Menéndez 2016: 30). A partir de esa
época, la segunda mitad del siglo VIII, se puede hablar de una situación de diglosia en
todo el Occidente de la Romania, que sería estricta al principio, pero que podría
considerarse amplia más adelante. Así, en el registro escrito y otros contextos formales,
la variedad alta sería el latín medieval, mientras que la lengua de la oralidad informal y
familiar serían los distintos romances (leonés, gallego, mozárabe, etc.). Dos factores
estarían presentes en el desplazamiento de lenguas: la enseñanza del latín medieval en el
sistema educativo y la movilidad social (Gimeno Ménendez 2016: 31).

En esta época de la Alta Edad Media la comunicación era sobre todo oral y se
limitaba en gran medida a las necesidades de la vida cotidiana, lo cual condujo a la
ruralización de la lengua y, dada esta situación propicia para la diferenciación, algunos
obispos de distintos puntos de la Romania se referían en el siglo IX al lenguaje hablado
como rustica romana lingua. El latín evolucionaba con rasgos innovadores y
conservadores propios gracias al aislamiento. La comunicación con foráneos y grupos
mal romanizados forzó la creación de un pidgin latino con características fonéticas,
morfológicas, sintácticas y léxicas más simples que facilitara la comunicación. Aunque
el latín continuaba siendo la lengua de la Iglesia y de la administración, el abandono de
las escuelas, el habitual uso de variedades pidgin y la ausencia de autores estimularon la
variación. Los autores de esta época llaman a la variedad lingüística hablada lingua
rustica o lingua vulgaris (Metzeltin 2004: 37). Esta situación podría considerarse un
primitivo ejemplo de diglosia entre el latín y el protorromance, ya que los notarios
permiten entrever la consideración de rusticitas de la lengua hablada al acuñar este
término y, por tanto, su valoración como lengua baja. La consideración de diglosia es
pertinente dadas “las diferencias, a menudo radicales, que debieron de existir en los
niveles morfológico y gramatical entre la lengua oral y la lengua escrita” (Elvira 2006
apud Sabaté y Terrado 2016: 9). La cada vez mayor acentuación de las diferencias
regionales hace que a principios de la Alta Edad Media la patente divergencia entre el

34
latín y el romance sea generalizada en todos los territorios que habían pertenecido al
Imperio romano. A pesar de que la lengua romance se reduce a contextos orales y de
que la latina es cada vez con mayor frecuencia utilizada solo en textos escritos, se
considera que la estrategia pastoral de introducir el romance en el ámbito eclesiástico
habría sido generalizada en toda la Romania occidental a partir de la segunda mitad del
siglo IX. De esta manera, los distintos romances experimentaron una mayor
normalización gracias al impulso de la Iglesia, que no tendrían una materialización
escrita hasta más adelante (Gimeno Menéndez 2016: 32).

2.3. Situación sociopolítica del Reino de León

La autonomía política del reino de Asturias y su pujanza militar obligó a la nobleza


gobernante a trasladar la capital de Oviedo a León en el año 910 con el fin de acomodar
las tropas allende la cordillera Cantábrica y facilitar así la conquista de las tierras
mesetarias. Las ciudades de Oviedo, León y Astorga desempeñaron un papel crucial
como centros de cultura en el primitivo Estado medieval: Astorga como antigua capital
del Conventum; Oviedo y León como sedes de Cortes en distintos momentos históricos.
Asimismo, la fundación del monasterio de Sahagún en 904 tuvo una importancia
específica como centro de irradiación cultural debido a la producción de documentos
que han llegado a nuestros días, como veremos más adelante (Bustos Tovar 2004: 277).

Fue la unidad política de los reinos de Asturias y de León (continuador del anterior)
entre los siglos VIII y XIII la que permitió un temprano desarrollo del romance con
respecto a otros incipientes lenguajes de diferentes lugares de la Península. De tal modo
que, una vez fijada la capitalidad del reino en la ciudad amurallada de León, el romance
adquirió sus mayores cotas de esparcimiento territorial entre los siglos XII y XIII, así
como cierto grado de normalidad como lengua de uso formal dado el prestigio de la
ciudad como heredera de la antigua Legio Gemini y con una dinámica vida monástica.
La aparición del leonés en documentos reales, jurídicos, administrativos y literarios así
lo refleja. Existe un documento leonés del año 1052 en que el aparece la frase escrita en
latín: “Unum vasculum argenteum miro opere celatum in more rustice loqutionis que
dicitur copa” (Metzeltin 2004: 38). Para el autor de la oración, la voz romance “copa”
es considerada una locución rústica, lo cual permite extraer la conclusión de que ya en
el siglo XI se producía una incipiente situación diglósica entre el latín y el romance,

35
entre la minoría privilegiada con acceso a la educación y la mayoría hablante del
protorromance.

De hecho, es en documentación medieval leonesa como esta donde podemos


encontrar rasgos particularmente interesantes para el investigador, puesto que las
características de la lengua nos llevan a hablar de la supuesta existencia de una suerte de
tercera lengua descrita por Ramón Menéndez Pidal a principios del siglo XX. El
término elegido por el filólogo para acuñar el concepto fue el de latín popular o latín
vulgar leonés (Morala 2004: 405-429). La suposición de la hipótesis pidaliana venía
dada por la existencia de rasgos en la documentación que permitían entrever la
supervivencia del latín de los siglos V y VI entre sectores semicultos de la Corte, entre
los que se encontrarían los notarios encargados de redactar los documentos. El autor
sugiere que la pervivencia de este latín vulgar arcaico tuvo lugar en distintos puntos de
la Romania, pero solo se hizo patente en el Reino de León por sus especiales
condiciones y pese a que no se mantienen rasgos puros por la vacilación característica
de esta variedad, más aun en su forma escrita. La correlación existente entre los rasgos
del latín hablado de los siglos V y VI y el latín escrito en León de los siglos X y XI
sugiere para otros autores que esta variedad solo se daba en la escritura, y que era
debida al conservadurismo de una tradición discursiva como la jurídica y a su
consolidación como forma escrita en León, posiblemente por influencia de los
mozárabes llegados de Al-Ándalus (Garatea Grau 2007: 209-211).

El abundante trasiego de personas procedentes de distintos territorios de la Corona,


con sus respectivas formas dialectales, pudo influir decisivamente en la vacilación
inicial de las variedades escritas. Asimismo, estas personas presentaban una adscripción
estamental diversa. Confluían en el norte del Reino gentes de clase privilegiada: nobles
(condes, próceres e infanzones) y clero (obispos, prelados y clérigos), así como sus
vasallos (Sánchez Albornoz 1947). Cabe pensar, como así explicaba Anselmo Carretero
en su célebre obra El antiguo reino de León, que el romance fuera la lengua hablada en
la cancillería real leonesa: “El lenguaje de la corte de Alfonso VI hablado entonces en el
reino de León- era el leonés, de la estirpe lingüística del romance visigodo de la corte de
Toledo” (Carretero 1994: 889). Menéndez Pidal, en un intento por trasladarnos al
contexto lingüístico medieval, describió de forma literaturizada en su introducción a la
obra de Sánchez Albornoz, Estampas de la vida en León durante el siglo X, cómo los

36
castellanos debieron de ser objeto de mofa en sus visitas a la Corte de León debido a los
“rudos dialectalismos” que caracterizaban su modo de hablar (Sánchez Albornoz 1947).

2.4. Primeras manifestaciones de conciencia lingüística

Una de las primeras muestras que puede considerarse como la aparición de una
conciencia de dualidad lingüística la encontramos un documento del año 905 procedente
de la catedral de Oviedo en el que se hace referencia a un topónimo de Valencia de Don
Juan con dos registros diferentes: “uillam quam dicunt Sancti Emiliani que ab antiquis
uocabatur Santos Medianos”. El hecho de que el escribano anote en un borrador el
nombre que se le da en lengua vulgar da cuenta de una manifestación diastrática, de
manera que es prueba de una primitiva conciencia de diferenciación lingüística al sur de
la Cordillera Cantábrica. El paso del tiempo permite apreciar cómo el modo en que
escribe el nombre del lugar es diferente al que utiliza la gente en el lenguaje cotidiano,
de modo que el escribano reconoce la existencia de una variabilidad histórica en la
denominación (García Arias 2016: 127).

No existe, en contraste con otras incipientes variedades romance13, una


denominación para el romance leonés que sirva como glotónimo durante la Edad Media.
Únicamente aparecen en la documentación medieval del Reino de León términos como
romanz (1253), romançio (1347) o romançe (1442), que, si bien no aparecen seguidos
de un etnónimo, son una manifestación de la conciencia de que lo que se habla no es
latín (García Arias 2016: 136). A pesar de que no ha llegado hasta nuestros días ninguna
forma patrimonial, sí se puede considerar que había una notable conciencia de
diferenciación lingüística dados los textos que nos han sido legados, muchos de los
cuales se encuentran en el archivo de la catedral de León. En un documento de 1093
otorgado por el obispo Pedro I puede leerse: “Et inter milites no infimis parentibus
ortos, necnon et potestate, qui vulgari lingua infanzones dicuntur” (Procter 2010: 15).
La existencia de una palabra que se utiliza en lengua vulgar (infanzones) en un texto
escrito en latín hace pensar al investigador que está ante un caso de cambio semántico
por ampliación de sentido, puesto que el término latino del que procede (infantio) no
guarda relación con el significado que se le otorga en este contexto, al tratarse de una

13
En el dominio lingüístico situado en el oriente, el castellano, aparecen menciones a nuestro romanz de
Castiella, lengua castellana (1252-1254) o simplemente castellano (1284), mientras que en el dominio
lingüístico gallego aparece la primera mención al gallego en 1286 (García Gil 2008: 16).

37
nueva escala social surgida en el contexto de las campañas militares medievales.
Considero de gran importancia remarcar el hecho de que el término en desuso utilizado
para hacer referencia a la alta nobleza se mantenga en la lengua latina en la que está
redactado el documento –comites et potestates–, mientras que el término elegido para
referirse a la baja nobleza sea en romance, la lengua vulgar (Procter 2010: 15). Es por
ello que el notario se ve en la obligación de transcribir la palabra en vulgari lingua para
expresar la clase social concreta a la que hace referencia. Puede deberse, en última
instancia, al diferente grado de dominio que tendría cada uno de los estratos de la
nobleza. Por tanto, a partir del año 1093 se puede considerar que existe una conciencia
lingüística14 del romance, cuya manifestación es el uso de un término de la lengua
vulgar en un texto escrito en latín, y a los que los escribanos se refieren en otros textos
de la misma época como maternam linguam (García Arias 2016: 130).

En otro texto anterior, redactado en 1052 y procedente de Sahagún, cuyo monasterio


estaba situado en la franja oriental del dominio, encontramos un término que hace
referencia a la lengua vulgar y que no permite hablar de una realidad lingüística ajena al
latín: “unum uasculum argenteum quod rustico sermone dicitur copa (...) cum sua
copertoria” (García Arias 2016: 130). De tal manera que podemos establecer una
cronología de los términos utilizados por los escribanos para referirse al incipiente
romance leonés y que da cuenta del comienzo de una conciencia lingüística inequívoca
dentro del dominio: rustico sermone (1052), uulgari lingua (1093), maternam linguam
(1133) y sermone more patrie (1141). La elección de estos términos no es aleatoria y
responde a factores pertenecientes al campo de la sociolingüística diacrónica (García
Arias 2016: 131).

2.5. El leonés como lengua de prestigio

Puede deducirse que el romance leonés era hablado por todas las clases sociales. Esto
puede intuirse dada la presencia de romance en distintos ámbitos normalmente
reservados a las variedades de lengua prestigiosas. Así, nos encontramos con que el
romance leonés era empleado en textos jurídicos (traducción del Liber Iudiciorum
visigodo al romance leonés), en textos administrativos (así lo demuestra el uso del
romance o de latín romanceado en los fueros de las principales ciudades del reino:

14
El concepto de conciencia lingüística es definido como “el conocimiento explícito acerca de la lengua y
la percepción y sensibilidad conscientes al aprender la lengua, al enseñarla y al usarla” por la ALA
(Association for Language Awareness).

38
Zamora, Salamanca, Ledesma, Alba de Tormes, los territorios al este del río Coa en el
actual Portugal, etc.) y en los documentos notariales de carácter privado, cuyos restos
reflejan tanto el uso de la lengua vulgar como de la conformación de un modelo de
escritura propio (García Arias 2002: 33). Esto coincide con el periodo de máximo
apogeo y expansión territorial de la Corona leonesa entre los siglos XII y XIII.

Además, los textos literarios del Poema de Elena y María y El libro de Alexandre,
como consecuencia de traducciones posteriores en las que se han perdido las
características originales, aparecen mezclados con rasgos dialectales de otros dominios.
Dice Menéndez Pidal al referirse a estas obras:

(...) reconstruyen, dentro de la poesía española, una región dialectal que durante los siglos XIII y
XIV producía obras de diversos géneros poéticos, redactadas en un lenguaje donde el elemento
leonés se mezclaba en muy diversas proporciones con el castellano y con el gallego-portugués.
(Menéndez Pidal 1976: 155-156)

Es posible apreciar cierta evolución en el romance escrito desde los primeros


documentos con algunas características diferenciadas del latín –como por ejemplo la
célebre Nodicia de Kesos15, un inventario de quesos procedente del monasterio de
Rozuela– hasta el desarrollo de la escritura en el siglo XIII de la arcaica scripta leonesa,
detenido abruptamente por la influencia del castellano tras la incorporación política en
la Corona de Castilla. La aparición de rasgos romances –desde el siglo X en adelante–
aumenta gradualmente y, aunque todavía en el siglo XII los textos conservaban
características latinizantes, el romance muestra rasgos innegablemente leoneses en la
primera mitad del siglo XIII, momento en el que las escrituras notariales dan lugar con
frecuencia cada vez mayor a las realizaciones orales. De los 6000 documentos notariales
anteriores al siglo XIV de los que se dispone, la inmensa mayoría procede de la catedral
de León (Morala 2004).

No se debe pasar por alto la presencia temprana del romance gallego en la Corte
leonesa, como han constatado diversos autores (Bartolomé 2005). Dada la pertenencia
del Reino de Galicia a la Corona leonesa y, sobre todo, debido a la decisión de los
monarcas leoneses de proporcionar la educación de sus vástagos en Santiago de
Compostela –centro religioso de primer orden–, se puede intuir la influencia del gallego

15
Para José Ramón Morala se trata de “un texto innovador pero no parece que quien lo redactara tuviera
como referencia una lengua necesariamente diferente a la de los documentos coetáneos, con los que
también coincide en algunas soluciones conservadoras” (Morala 2008: 11).

39
en los ambientes cultos capitalinos. Asimismo, se presupone la notable presencia de
poetas y trovadores en la Corte –cuya lengua de actuación fue el primitivo romance–
durante el reinado de Alfonso IX, ya que fue bajo el probable patrocinio de este
monarca que surgió la lírica gallega.

Durante la celebración de las Cortes en 1188, en las que participaron miembros de


los tres estamentos (nobleza, clero y burguesía), diversos autores apuntan al uso tanto de
latín como de distintas lenguas romances. La presencia de burgueses de distintos puntos
de la Corona, así como la íntima relación histórica y cultural entre León y Galicia,
hubiera facilitado el uso tanto de romance leonés como gallego en los primitivos rituales
parlamentarios:

A finales del siglo XII Alfonso IX de León convocó las primeras cortes de la historia
europea, que, a partir de ese momento, tendieron a celebrarse alternativamente en León
o en Galicia. En sus sesiones, los representantes de las ciudades se expresaban en gallego
y en leonés. (Lleal 1990: 211)

El uso de leonés en un evento de tal importancia política supone que ya al inicio del
reinado de Alfonso IX, a finales del siglo XII, el leonés había alcanzado cierto grado de
normalidad como lengua administrativa. Alcanzado cierto grado de estabilidad
económica y consolidado su avance al sur del Duero, la ciudad de referencia en la
meseta para los comerciantes de Oviedo y Avilés sería León. Los documentos de finales
del siglo XII permiten observar trazas de una lengua con una marca normativa –si bien
con particularidad dialectales según la diócesis–, y no es de extrañar dado el prestigio
que otorga ser sede de Corte real. La generalización de una norma escrita a partir del
siglo XIII muestra una lengua cuyos hablantes son conscientes de un grado de
diferenciación considerable del latín y traza las características de una lengua romance
moderna (Viejo 2003: 246-300).

Con la muerte de Alfonso IX se produce la incorporación del Reino de León a la


Corona castellana, hecho político que propicia un proceso de castellanización que
culminaría en el siglo XV en pleno reinado de la dinastía Trastámara. No obstante, este
proceso se produce por la confluencia de factores de carácter extralingüístico,
principalmente la preponderancia política de Castilla (afianzada tras la unión de las dos
coronas), la posterior fusión de las cancillerías reales y la creación del Studium
Generale en Palencia en el siglo XIII, próximo a la franja oriental del Reino de León,
lugar donde se entremezclaban las isoglosas de ambos dominios (García Arias 1995:
625). Paradójicamente, el cénit de la normalidad del leonés se alcanzó una vez
40
incorporado el reino leonés a la Corona castellana a lo largo del siglo XIII. Prueba de
ello es la oración con rasgos inequívocamente leoneses aparecida en un documento
eclesiástico del año 1266 procedente de la catedral de León: “don Rodrigo, que yera
daquella sazon, mando treslladar el livro iudgo en letra ladina, ca enante yera en letra
toledana, e non lo podía todo omme leer” (Ruiz Asenso 1990: 432).

Se trata de otro ejemplo de conciencia lingüística por parte del notario encargado de
redactar el documento. Sin embargo, la presencia de rasgos leoneses en algunos textos
no prueba la existencia de conciencia lingüística para algunos autores, entre los que se
encuentra José Ramón Morala:

Esto no significa necesariamente que los actuantes, como meros usuarios de la lengua que son,
tuvieran conciencia alguna de estar escribiendo en un romance distinto al de un notario de Palencia
o de Burgos, con cuyos textos podrían señalarse también múltiples coincidencias. (Morala 2008:
137)

Continúa argumentando sobre la importancia que tiene el hecho, desde una


perspectiva sociolingüística, de que un escribano de clase alta utilice el romance en un
texto escrito, más aún teniendo en cuenta que para llegar a esta conclusión analiza un
texto procedente de Mayorga, en la franja oriental del dominio leonés:

En todo caso, la valoración social que en ese momento tiene la modalidad romance que mucho
más tarde conoceremos como leonés es, desde luego, lo suficientemente positiva como para formar
parte del modelo de lengua escrita de la época. (Morala 2008: 137)

El proceso de normalización fue bastante efímero: es a partir de finales de ese siglo


cuando gradualmente desaparecen los rasgos leoneses por influjo del castellano en los
textos escritos. Este proceso de desaparición fue gradual y variaba mucho dependiendo
de la distinta conciencia lingüística que tuvieran los escribanos y de la consideración
que tuvieran de determinados rasgos lingüísticos leoneses:

La diferente cronología con la que se registra en la documentación notarial la disminución o


desaparición de los distintos rasgos propios del leonés podría deberse, muy probablemente, a que
en la conciencia lingüística de los escribas en aquella época no todos los fenómenos tendrían la
misma consideración, y pudiera ser que, aun siendo todos genuinamente leoneses, algunos fueran
vistos por los propios escribas como más rústicos o vulgares. Precisamente éstos serían los
primeros en sucumbir cuando empiezan a percibirse en las notarías leonesas los usos gráficos
procedentes de Castilla. Otros fenómenos que, siendo igualmente dialectales, no estarían tan
marcados diastrática o diafásicamente perdurarían durante más tiempo en la documentación, hasta
que los escribas fueran tomando conocimiento de que esos usos hasta entonces no marcados
diferían también de las formas habituales en la escritura castellana que pretendían imitar. (Marcet
2010)

2.6. Inicio de la castellanización lingüística

41
La unión definitiva de ambos reinos en 1230 es la causa de la introducción del
modelo de escritura de Alfonso X el Sabio, cuya norma escrita de mayor prestigio
procedente de Toledo pasará a ser el modelo en todos los territorios de la Corona de
Castilla, incluidos los situados fuera del dominio lingüístico castellano. Las decisiones
políticas de la dinastía gobernante supusieron la llegada de figuras administrativas de
habla castellana, como los corregidores, pero también otros funcionarios y clérigos.

Se trata, pues, del inicio de un proceso de sustitución lingüística secular que implica
la pérdida paulatina de prestigio, así como de la consolidación de una situación de
diglosia entre el castellano y el leonés. Hay que reseñar que la pérdida de rasgos
leoneses no es absoluta tras la unión de las coronas y bien entrado el siglo XIV
podemos encontrar rasgos claramente leoneses en textos escritos según la norma
toledana:

Lo que me interesa destacar no es tanto el grado de pervivencia del leonés como el hecho mismo
del valor que estos ejemplos tienen en el campo sociolingüístico. Más que hacer una valoración
cuantitativa de rasgos diatópicamente marcados, es importante, a mi juicio, comprobar que en el
modelo de lengua usado habitualmente en la escritura sigue estando presente un buen puñado de
resultados leoneses que, pese a las evidentes diferencias con el castellano, los notarios no solo no
evitan sino que no parecen tener mayor problema en utilizar. (Morala 2010)

Esto se debe a que, si bien el castellano se ha convertido ya en lengua A, es decir, el


habla prestigiosa, determinados rasgos dialectales del leonés se mantuvieron con fuerza
a pesar del imparable influjo del castellano. Por distintos motivos, los notarios del Reino
de León no tenían inconveniente en seguir utilizando rasgos dialectales, que aún no
habían sucumbido ante la presión estigmatizadora procedente de los centros de poder.
De esta manera, en el ámbito de la oralidad, el leonés es relegado y se convierte en
medio de comunicación familiar. Cada vez con mayor frecuencia, los rasgos leoneses se
convierten tanto en marca diatópica (dependiendo de la zona, confinado a las zonas
rurales) como en marca diastrática, al ser utilizado por las clases bajas. La culminación
de este proceso de pérdida lingüística se produce en el siglo XV cuando desaparecen
completamente los rasgos leoneses en los textos literarios cultos (Morala 2015), pero
este proceso de castellanización tiene lugar a distintas velocidades, con diversos
resultados, dependiendo de las condiciones geográficas y socioeconómicas de las
distintas zonas del dominio asturleonés:

Descritos los fenómenos y establecidas las causas que tuvieron lugar durante el
periodo de conformación del romance leonés, es preciso hacer hincapié en algunos

42
aspectos. En primer lugar, es necesario remarcar la importancia de que lo que se
produce no es un proceso de sustitución lingüística como el que tiene lugar más
adelante, particularmente en los siglos XIX y XX, sino que se trata más bien de una
aproximación gradual entre las dos lenguas mediante la pérdida de los rasgos más
marcados, lo cual propicia la homogeneización de las lenguas y facilita la
comunicación. Este fenómeno recibe el nombre de nivelación lingüística:

No hay una sustitución de una lengua por otra a partir de un momento dado. Probablemente las
muchas coincidencias entre ambos romances tampoco lo propiciaron. Lo que nos encontramos es un
escalonado proceso de confluencia o de nivelación del leonés con el castellano por la vía de eliminar –
en un proceso que dura siglos– aquellos rasgos que, en cada momento, pasan a considerarse
especialmente marcados. (Morala 2004)

Aunque hay diversidad de opiniones respecto al nivel de extensión del proceso de


nivelación, es decir, al grado de castellanización, no cabe duda de que en el ámbito de la
oralidad el leonés pervive con vitalidad:

De una forma progresiva, los diferentes rasgos leoneses van desapareciendo del registro escrito –
nuestra fuente principal de información– lo que no significa necesariamente que hayan
desaparecido de la lengua, en su conjunto, sino solo que dejan de tener el prestigio exigible para
figurar en el estándar de la lengua escrita. Los rasgos leoneses, que paulatinamente se han ido
arrinconando en la escritura, no han desaparecido, sino que se han visto recluidos al registro oral.
(Morala 2008: 146-147)

Por tanto, consideramos que hay razones para pensar que ese proceso de
castellanización se limita en gran medida a sectores sociales alfabetizados y habitantes
de las villas, puesto que las únicas pruebas de las que disponemos se encuentran en la
lengua escrita. Así, los textos con cada vez menos formas leonesas implicarían la
pérdida de prestigio, pero no la completa sustitución en las ciudades. Hablar en leonés,
cualquiera que fuera su forma dialectal, supondría, pues, una marca diastrática que
seguiría formando parte de la cultura popular, si bien relegada a ámbitos de menor
prestigio.

Es llamativo, asimismo, el hecho de que distintos autores difieran a la hora de


aportar razones para la falta de un glotónimo en época medieval para referirse al leonés.
De nuevo, aquí entra en juego el concepto sociolingüístico de conciencia lingüística, ya
que para algunos se trata de la prueba de la ausencia de conciencia lingüística por parte
de los usuarios. La aparición del glotónimo leonés en referencia a una lengua viva no
tiene lugar hasta el siglo XVII, cuando el filólogo Bernardo de Aldrete, en uno de sus
viajes por el norte de España, en dirección a Santiago de Compostela, dejó escrito que
en El Bierzo: “los mas políticos hablan bien el castellano, pero los no tanto i mugeres

43
(sic) el leonés, que tira al gallego” (Aldrete 2008 apud Gómez Turiel 2012: 109). Desde
la tradición filológica del siglo XX se ha establecido que la castellanización habría
estado muy avanzada en el siglo XIV, pero Morala considera que en textos del siglo
XVII todavía podemos encontrar rasgos considerados como leoneses:

Suele decirse que la castellanización se hace ya evidente a finales del siglo XIII y que se culmina
en el XIV, pero la relación entre ambos romances seguramente fue mucho más compleja, lo sería,
además, desde los inicios de la escritura romance, conscientemente desgajada ya de la latina, y, por
último, no parece que fuera un proceso que culminara con una cierta rapidez. (Morala 2009: 8)

Lo más importante es que ya en el siglo XV los rasgos que anteriormente eran marca
diatópica, adquieren un carácter más diastrático, especialmente en los entornos urbanos
del sur del dominio, y son utilizados como elemento paródico por Juan del Enzina para
la caracterización de sus personajes, como recurso literario para recalcar la vulgaridad o
ruralidad de quien los interpreta. La concepción diglósica del dominio asturleonés
alcanza su punto álgido a través del proceso acuñado con el nombre sayaguesización y
que se debió a la pérdida de prestigio del leonés en todos los ámbitos:

Lo que creo que resulta importante en la línea de lo que venimos analizando es que, en el intervalo
de dos siglos –de finales del XIII a finales del XV–, hemos asistido a un cambio radical en la
valoración de toda una serie de rasgos que hoy nosotros clasificamos como leoneses. Si en los
primeros textos, a finales del XIII, pertenecían al registro culto y figuraban regularmente en la
lengua escrita, ahora, a finales del XV, los encontramos ya solo en la lengua literaria y formando
parte de un registro rural que solo sirve como objeto de chanza. (Morala 2008: 146)

44
CAPÍTULO III: EL SAYAGUÉS COMO ESTADIO FINAL EN EL SUR DEL
DOMINIO LEONÉS

3.1. La sayaguesización del leonés

Existe constancia del uso habitual de distintas variedades dialectales en fiestas y


actos conmemorativos de la Monarquía Hispánica durante los siglos XVII y XVIII.
Celebraciones tales como nacimientos, coronaciones o visitas reales, así como otras
vinculadas a la religión o a acontecimientos políticos y militares de relevancia, que
servían de entretenimiento a los asistentes presentes en aquellos actos. El contexto
concreto en el que a menudo se cultivaban estas variedades era el de las justas poéticas,
en las que concurrían las mejores composiciones en castellano, latín, griego, además de
la lengua autóctona del lugar del evento literario.

En lo relativo al dominio asturleonés, puesto que el proceso de sustitución lingüística


es anterior al de otras zonas ya que empieza en la Baja Edad Media, podemos encontrar
expresiones paródicas utilizadas en formas dialectales creadas ad hoc durante el Siglo
de Oro de las letras hispanas. En algunos de los poemas publicados aparecen hablas
arcaicas, caricaturizadas por los personajes que les dan voz como arquetipo de una
forma de hablar villanesca. Los representantes literarios más notables de este género son
Lucas Fernández, Juan del Enzina y, más adelante, Manuel de Herrera Gallinato. Como
expresó Miguel de Unamuno en su artículo Los arribes del Duero (1898):

Lo que en la historia de la literatura española se conoce con el nombre de dialecto sayagués, la


lengua en que están escritas las farsas y églogas que a fines del siglo XV escribieron Lucas
Fernández y Juan del Encina, el lenguaje rústico del famoso Auto del Repelón, no son más que
leves muestras de un dialecto que abortó en la región salmantina. Y dentro de esta región el
territorio más rico en cosecha lingüística es, por lo que llevo trabajado, la Ribera. Formas
dialectales se recojen (sic) a porrillo recorriendo los hermosos campos de Salamanca. (Unamuno
1898 apud Ereño Altuna 2002: 128)

Los abundantes estudios existentes en relación con la tradición literaria bautizada con
el nombre de sayagués a menudo ignoran los aspectos sociolingüísticos y se centran en
aspectos estrictamente lingüísticos, o bien en consideraciones literarias. En este capítulo
intentaremos analizar diversos aspectos reseñables de fragmentos extraídos de estas
obras con el objetivo de, habida cuenta de su condición literaria, apreciar indicios que
nos expliquen distintos fenómenos asociados a la pérdida lingüística en el momento
álgido de este género.

45
Uno de estos acontecimientos fueron las justas poéticas celebradas en Salamanca (y
vinculadas a la universidad) en el año 1629 para festejar el nacimiento del príncipe
Baltasar Carlos, hijo del rey Felipe IV. Durante el evento se leyó un poema que recibió
el premio a la mejor composición en “estilo sayagués”, realizada por Manuel Herrera de
Gallinato en su obra de las Redondillas, que venció frente a la monja franciscana Isabel
de San Felipe (Lamano y Beneite 1915: 24-25). No obstante, se considera que la
primera composición de un autor conocido en el dominio lingüístico asturleonés dentro
de este género es un poema dedicado a Santa Olaja, de Antón de Marriguera, que ganó
otro certamen poético que tuvo lugar en Oviedo en 1639. La obra de Marriguera Pleitu
poles cenices de Santa Olaya da inicio a una corriente en gran medida incomprendida
que servirá de medio de expresión al asturleonés, que llevaba postergado varios siglos.

Las Redondillas de Herrera Gallinato fueron publicadas por el fraile mercedario Fray
Cristóbal de Lazárraga al año siguiente del evento, en 1630, en el volumen Fiestas de la
Universidad de Salamanca al nacimiento del príncipe don Baltasar Carlos Domingo.
Según Menéndez Pidal, refiriéndose al dialecto usado en estas composiciones, “Una
fidelidad especial procura Don Manuel de Herrera Gallinato, en la poesía compuesta
para el certamen que se celebró en la Universidad de Salamanca en 1630 (…)”
(Menéndez Pidal 1906: 142). Muchas de las obras de este género se perdieron con los
siglos, pero las Redondillas de Gallinato, a pesar de su escaso valor literario,
constituyen una pieza muy valiosa en el estudio del teatro sayagués y, además,
proporcionan pruebas del cultivo del leonés, si bien marginal y minoritario, y de su uso
en el entorno de la ciudad universitaria de la época.

3.2. La problemática del sayagués

Atendiendo al criterio de María del Carmen Bobes Naves (2016 [1968]), catedrática
de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Oviedo, para
explicar la problemática relativa a la utilización del término “sayagués”, nos
encontramos ante tres posturas diferentes, en ocasiones complementarias entre sí, para
referirse a la designación de “sayagués”:

1. En primer lugar, la de quienes consideran que el dialecto sayagués es la lengua


hablada por los sayagueses y que es usada en la literatura de forma circunstancial. Se
trataría, por tanto, de una lengua viva con cultivo literario. A día de hoy encontramos
pocos defensores de esta postura en el mundo académico debido a los estudios que han

46
aparecido al respecto desde que se publicó la obra de Boves Naves en la década de los
60. No obstante, José María Díez Borque, catedrático de literatura de la Universidad
Complutense de Madrid, asegura que “la proximidad del dialecto a la realidad no era
solamente ficticia” (Díez Borque 1980 apud Bartolomé Pérez 2007: 359).

2. La postura de Herrera Gallinato, en tanto que precursor del género en Salamanca, le


hace creer que es él únicamente quien utiliza la lengua en su obra de las Redondillas.

3. Por último, la de los críticos que consideran que se trata de una lengua literaria
convencional, formada por elementos de diverso origen, algunos de ellos “calcos
arbitrarios y caprichosos” (Boves Naves 2016 [1968]), pero con elementos de la lengua
viva a fin de cuentas. Entre los defensores de esta postura encontramos a John Lihani,
que considera que las composiciones de Lucas Fernández “hicieron florecer el
verdadero dialecto oriental, transformando así el habla convencional teatral en un
dialecto verdadero” (Bartolomé Pérez 2007: 359). Salvador Plans aporta matices a esta
consideración, ya que, según él, el sayagués nunca fue “una fijación literaria del habla
de un sector minoritario, sino de un lenguaje intencionadamente vulgarizante, lleno de
leonesismos y que posee una gran tradición literaria” (Salvador Plans 2004 apud Moure
2010: 222). López Morales afirmó que “es pura convención este artificial dialecto”
(García-Bermejo 2015). Podemos también, sin embargo, matizar la postura de este, que,
a diferencia de una mayoría de lingüistas que atribuye la base del sayagués al leonés,
opina que se aproxima más al castellano y considera que:

No parece necesario insistir en que la base de la lengua rústica de nuestros autores es el castellano.
Obvio parece también que las formas claramente leonesas son minoritarias. Prescindiendo del
vocabulario y reduciéndonos a Encina y a Fernández, se observa que los rasgos leoneses presentes
en sus textos son precisamente aquellos más fácilmente perceptibles: los fonéticos. (López
Morales 1965: 418)

3.3. Intencionalidad cómica

Con el fin de producir la hilaridad del público, en el teatro del Siglo de Oro se
utilizaba el sayagués como recurso escénico16. Esto producía un determinado efecto
sonoro en el espectador y otorgaba cierto significado de identidad social a los
personajes que lo interpretaban. En el caso del pastor, su forma de expresar el mensaje

16
Además de lenguas extranjeras y algunas jerigonzas de esclavos y grupos marginales. El habla de
comunidades como vizcaínos, portugueses, esclavos africanos, gitanos, etc. ha sido estudiada en
profundidad por distintos autores.

47
lo distinguía del resto de personajes y denotaba su procedencia rural y un peldaño
inferior en la escala social. De tal manera que se establece una relación entre el registro
utilizado y la estratificación social. Así, se representa un enfrentamiento dialéctico entre
dos mundos opuestos: en este caso los cortesanos, con su lenguaje educado acorde a la
norma culta, frente a los pastores hablantes de leonés (o del constructo dialectal cuyo fin
es asemejarse a él). En el diálogo escenificado se obtiene mayor efectismo, a menudo a
través de la exageración de fenómenos fonéticos como la aféresis esporádica (pérdida de
/e/ inicial), la metátesis (acrala), la palatalización (se da sobre todo en artículos: lla/llo
llas/llos; artículos contractos ña cholla, ña vejez y también pronombres sabello) y
multitud de diptongaciones (tieniebra, aniebra), por lo que podemos suponer que el
abuso de estos fenómenos lingüísticos en las interpretaciones teatrales –cuyo fin era
caricaturizar el lenguaje de los pastores– contribuyó a estigmatizar los dialectos
leoneses en la España del siglo XVI.

Según algunos autores, la identificación de lo gracioso con los pastores se hace a


través de un lenguaje que no tiene su origen en la comarca de Sayago y con la que no
guarda ninguna relación socio-etnográfica. La construcción de este dialecto rústico
“contribuyó fuertemente a deshumanizar al villano cómico presentado por la comedia
hasta dejarlo como una figura teatral existente sólo por y para la escena” (Salomon 1985
apud García-Bermejo 2014). De gran relevancia en este proceso de deshumanización de
la figura del pastor es el desprecio que sentía la nobleza hacia las clases bajas y sus
formas de vida (García-Bermejo 2014).

En opinión de Bustos Tovar, el discurso es el plano en el que se produce la


interacción entre cambios lingüísticos e ideológicos. Durante el proceso de profunda
transformación cultural que se vivió en el Renacimiento, la libertad en la forma de
hablar se asociaba con la marginalidad en la escala social. Por ello, los autores
dramáticos no se preocuparon en demasía por la autenticidad del lenguaje de los
pastores, sino por el efecto impactante que causaba en el público (Bustos Tovar 2006:
30-33). Por la misma razón, los distintos autores no dudaban en ocasiones en servirse de
recursos totalmente arbitrarios que les ayudaran a alcanzar ese objetivo.

3.4. Aspectos sociolingüísticos

48
En términos sociolingüísticos, considero que el valor del sayagués radica en las
muestras que nos ofrece este género en cuanto a la manera caricaturizada en que el
leonés había sido representado, estigmatizado y ridiculizado a través de la expresión
que los propios pastores hacían al ser interpretados en estas piezas teatrales. Este
fenómeno, presente en sociedades diglósicas en las que la lengua B está en proceso de
desaparición, ha recibido el nombre de jaronismo por distintos autores.

Entendemos jaronismo17 como la expresión paródica o bufa de una lengua. Este tipo
de fenómeno tiene lugar en un estadio avanzado de sustitución lingüística y constituye
el preludio de su desaparición (Borrego Nieto 1996: 140). Dado que la lengua se
encuentra estigmatizada y en torno a ella giran estereotipos negativos percibidos por la
sociedad en su conjunto –incluidos sus hablantes–, su uso acaba restringido en multitud
de ocasiones a empleos jocosos. Los mecanismos sociales de este proceso han sido
estudiados en profundidad en época moderna en relación con lenguas ibéricas como el
gallego –dada su tradición bufa en parte de la literatura decimonónica– y, en particular,
el valenciano (Ninyoles 1975). El sociolingüista valenciano Lluis Aracil (1968) hacía
una crítica al jaronismo a través del ruralismo presente en los sainetes de la obra teatral
de Eduard Escalante Les xiques del entresuelo, en la que las clases medias intentaban
imitar el habla de la clase alta con pretensiones ridículas de distinción social. Estas
sociedades diglósicas –tanto la gallega como la valenciana– han experimentado un
proceso inexorable de pérdida lingüística durante todo el siglo XX, que se ha visto
frenado por los intentos de reconstrucción identitaria y de planificación lingüística.

Las características lingüísticas de los personajes del género sayagués, ideados como
elemento para la diversión del público cortesano, añaden mayor significado a la
escenificación y permitían captar la atención de los presentes en la obra para que rieran,
ridiculizaran y se mofaran. Asimismo, los trasladaba a un mundo distante y opuesto al
suyo (Ferrer-Lightner 2010). Es un recurso similar al utilizado por los autores
argentinos para los gauchos de los sainetes criollos, una variedad elaborada por autores
cultos para crear un efecto bufonesco en el habla de los personajes (Moure 2010). La

17
A pesar de la existencia de algunas concomitancias, no conviene confundirlo con el uso del término
jaronismo (xaronisme) que se hace en Cataluña. El término jaronismo es utilizado allí para denominar
ciertas manifestaciones literarias producidas en la segunda mitad del siglo XIX en Cataluña y que se
caracteriza por un coloquialismo de base popular y gusto dudoso. Sus seguidores, llamados “xarons” en
catalán, utilizaban la sátira – mitad política mitad literaria – y el lenguaje vulgar en sus obras. Se
contraponía a la literatura culta de las academias y de los Juegos Florales.

49
utilización de rasgos lingüísticos leoneses como elemento de comicidad por parte de
autores que indudablemente estuvieron en contacto con hablantes de los dialectos reales
y tenían conocimientos en mayor o menor medida de los mismos puede entenderse
como una forma de jaronismo. Además, se trataba de una zona geográfica como la
ciudad de Salamanca y su entorno, situada en el sur del dominio asturleonés, en la que
la sustitución lingüística ya llevaba tiempo desarrollándose.

3.5. Situación lingüística del Reino de León en el siglo XVI

El Reino de León, ya integrado en la Corona de Castilla, fue, gracias a la


Universidad de Salamanca, un centro cultural de primer orden del que cabe destacar su
intensa actividad poética y que provocó que el proceso de castellanización estuviese
mucho más avanzado que en otras zonas del dominio. En época tardomedieval se había
castellanizado hasta el punto de que la situación diglósica resultante hizo imposible la
consolidación del romance para usos formales y literarios. Esta castellanización
provocó, además, que la fragmentación dialectal fuese más temprana y que se abriese un
corredor castellanizante en forma de cuña desde la ciudad de Salamanca hasta la
frontera con Portugal que aisló entre norte y sur a los dialectos leoneses, de tal modo
que los dialectos de las comarcas de Las Arribes y la Sierra llegaron al siglo XX más
diferenciados entre sí.

El uso del sayagués como recurso escénico propio de un estadio tardío de pérdida
lingüística demuestra su progresivo retroceso en el uso social. Como ya hemos
apuntado, según algunos estudiosos, los rasgos de estas hablas son un “reflejo”
manifiesto del leonés de la época en las actuales provincias de Zamora y Salamanca,
aun con determinadas particularidades literarias (Menéndez Pidal 1906: 142):

(…) hacen hablar a los rústicos, no como se ha creído, una jerigonza convencional, mezcla de
palabras de varias regiones o de pura invención, sino un reflejo, aunque literatizado, bastante
exacto del bable salmantino de la tierra de Ledesma, donde se conservaban los principales rasgos
del antiguo leonés, como la l- inicial palatalizada (llugar, Ilacerado), la i epentética (empraciar,
mudancia), la l agrupada hecha r (obrigar, igreja 'iglesia', cravellina), abundancia del prefijo
intensivo per- (perlabrado, perentender), etc. (Menéndez Pidal 2005)

Para otros estudiosos doctos en la cuestión, como el profesor ovetense Xulio Viejo,
dentro del género referido pueden encontrarse rasgos imitativos que son exagerados por
los autores para elevar la comicidad de los personajes, si bien algunas obras contienen
indudablemente rasgos de gran valor lingüístico:

50
l’asturiano-lleonés, relegáu sociolóxicamente dende dos sieglos atrás va topar una de los poques
canales d´espresión lliteraria naquellos años: una llinia un tanto aborronada, poco estudiada y
quiciabes abondo incomprendida, que xuntaría les citaes composiciones sayagueses, entá bien
estimaes nel redol universitariu de la Salamanca del XVII (onde se localizaben per aquellos años
ciertos manuscritos requerianos) cola bayurosa tradición de villancicos d’asturianos que miedra en
Madrid y otres capitales castellanes y andaluces, y na que conviven, xunta simples piezuques de
circunstancies nun asturianu puramente imitativu, un carrapiellu de composiciones de cierta
dignidá lliteraria y d’incuestionable autenticidá llingüística. 18 (Viejo 2000 apud Bartolomé Pérez
2007: 359)

De tal manera que es innegable que de estas obras pueden obtenerse algunos datos de
la realidad lingüística leonesa (contrariamente a lo que se creía a comienzos del siglo
XX), particularmente de Salamanca, y que trasladan algunos aspectos de la realidad
lingüística que se vivía en la ciudad del Tormes. La filóloga María Josefa Canellada, al
inicio de la edición de la obra Farsas y Églogas (1976) de Lucas Fernández, se refiere a
él como el mayor representante de este género de la siguiente manera: “Lucas
Fernández transplanta aquella indecisa habla rústica a un clima dialectal vivo, el
leonés. Es el momento de pleno vigor y logro del tantas veces llamado lenguaje y estilo
sayagúes”.

A pesar del nombre con el que se denomina esta tradición, la forma de hablar de los
personajes no se circunscribe a la comarca zamorana de Sayago. Dado que los autores
más conocidos dentro del género nacieron en la actual provincia de Salamanca, es
palmario que algunos de los rasgos que emplean los personajes sean los propios de sus
poblaciones de origen. Asimismo, tal y como afirmó Lamano en su obra El dialecto
vulgar salmantino, contamos con los suficientes datos que nos permiten asegurar que el
término sayagués era el utilizado en la época de los autores para hablar de los villanos
de La Charrería, es decir, la comarca situada en torno a la ciudad de Salamanca. El uso
de la palabra sayagués utilizada como sinónimo de charro cuenta con multitud de
pruebas que nos permiten darlo por cierto.

18
Traducción propia: “El asturiano-leonés, relegado sociológicamente desde dos siglos antes, va a
encontrar uno de los pocos canales de expresión literaria en aquellos años: una línea un tanto borrosa,
poco estudiada y quizás muy incomprendida, que juntaría las citadas composiciones sayaguesas, todavía
bien queridas en el ambiente universitario de la Salamanca del XVII (donde se localizaban por aquellos
años ciertos manuscritos reguerianos) con la profunda tradición de villancicos de asturianos que “medran”
en Madrid y otras capitales castellanas y andaluzas, y en la que conviven, junto con simples piezas de
circunstancias en un asturiano puramente imitativo, un conjunto de composiciones de cierta dignidad
literaria y de incuestionable autenticidad lingüística.”

51
José María Lamano y Beneite, en su obra El dialecto vulgar salmantino, publicado a
principios del siglo XX, asegura que el término “sayagués” es utilizado como análogo
del de “charro”:

Lo que desde luego podemos asentar por cierto—y esto es lo que a nosotros interesa—es que el
rústico, el aldeano salmantino, a quien hoy se llama charro, era conocido por el remoquete de
sayagués. Pruebas de este aserto podían aducirse no pocas. (Lamano 1915: 22)

A continuación establece un número de razones para dar por cierta esta aseveración.
La más importante –y sobre la que hay que hacer mayor hincapié– es la procedencia de
los autores más conocidos del género, ya que todos ellos proceden de aldeas de la actual
provincia de Salamanca, por lo que debían tener constancia de primera mano de cuáles
eran los rasgos dialectales del habla de sus conciudadanos. Lamano expresa su intuición
sobre dónde podría haber pasado tiempo Lucas Fernández (Lamano 1915: 13), dadas las
características de su habla:

He llegado a presumir, si sería más bien religioso que, por algún tiempo, o en varias ocasiones,
fuese a misionar o bien a espaciarse, en las vacaciones del estío, en los pueblos qué en sus
FARSAS cita: Ledesma, Almufía, Val de Villoría, Rubiales, Doñinos, Gontinos, Vico-Nuño,
Navarredonda, Mogarraz en donde es de esperar que oiría diálogos tan salamanquinos como aquel
en que Bras-Gil deslinda su parentela, de alcurnia netamente serrana. (Lamano 1915: 13)

Más adelante, en un intento de zanjar la cuestión sobre la procedencia del sayagués y


su raigambre, Lamano sentencia:

Quede, ya para siempre, bien asentado que el dialecto sayagués, en nuestros escritores, es
sinónimo de lo que hoy diríamos dialecto charro; tomando el todo por la parte. Y aquí el todo es el
dialecto vulgar salmantino. (Lamano 1915: 24)

Asimismo, la profesora Charlotte Stern considera que la lengua del teatro sayagués
corresponde más al leonés hablado en el campo de Salamanca que a la comarca
zamorana de Sayago (Stern 1961: 217-237).

Por tanto, cuando se habla de dialecto sayagués, es preciso advertir que al mismo
tiempo los personajes utilizan rasgos dialectales presentes en las hablas salmantinas de
los siglos XVI y XVI, si bien a menudo estos son dramatizados con el fin de divertir al
público (Lamano 1915: 10). En este sentido, el filólogo salmantino presenta una
posición intermedia entre su consideración del sayagués como reproducción fiel del
habla de los aldeanos y su uso estrictamente burlesco.

3.6. Concepto de estigmatización

52
Uno de los conceptos a los que se precisa hacer referencia en este apartado, puesto
que su conocimiento ayuda a conocer mejor el concepto de diglosia, es el de
estigmatización.

El profesor de Lingüística de la Universidad de Duisburgo y Essen, Raymond


Hickey, define la estigmatización lingüística como: “The condemnation of certain forms
in a language by the majority of a social group.” 19 Las formas no estandarizadas de una
lengua pueden ser percibidas como variedades “pobres” o “incorrectas”, esto es, están
estigmatizadas. Las formas estándar reciben “prestigio”. Es fácil medir el prestigio o
estigma relativo de una variedad formulando las siguientes preguntas:

 ¿Ha sido la variedad estandarizada y codificada institucionalmente?


 ¿La variedad es hablada por una “comunidad viva” de hablantes?
 ¿Tienen los hablantes una percepción de la larga “historia” de su variedad?
 ¿Consideran los hablantes que su variedad es “autónoma” de otras formas?
 ¿Utilizan los hablantes su variedad para todas las funciones sociales y contextos
o, en cambio, tiene un ámbito de uso reducido?
 ¿Consideran los hablantes que su variedad es “pura” o una “mezcla” de otras
formas?
 ¿Hay reglas “no oficiales” de la variedad incluso cuando no hay un libro de
gramática codificada? ¿Hay un sentido de la forma “buena” y “mala”?20

3.7. Consecuencias extralingüísticas de la sayaguesización

Parece que el uso del término “sayagués” sufrió una evolución pasada la mitad del
siglo XVI, ya que la estigmatización del lenguaje había dado paso a una asociación de
lo sayagués con lo rústico y la procedencia baja, de modo que los personajes de origen
sayagués eran caracterizados por los autores con rasgos de malicia y simpleza. Stern
(1961: 232) establece que “Prior to 1567, the words used to describe rustic speech were
vague, perhaps inadequate adjectives, but free, however, of any specific geographic

19
Traducción propia: “La condena de ciertas variedades de una lengua por parte de un grupo social
mayoritario.” Así aparece recogido en su Diccionario de Lingüística (https://www.uni-
due.de/ELE/LinguisticGlossary.html).
20
Lista adaptada de Bell (1976).

53
association”21. No obstante, a partir de ese año encontramos (incluso en época posterior
a la que fueron compuestas las obras sayaguesas) muchos ejemplos con referencias
geográficas asociadas a modos de vida rústicos referidas a los sayagueses “tan zafios
como son en el vestir lo son también en el lenguaje” (Stern 1961: 226-227).

Así, se produce un cambio semántico en el uso del término sayagués, desde que
Lucas Fernández comenzara a utilizarlo hasta bien avanzado el siglo XVI

Formado este general concepto de la grosería y tosquedad del sayagués, particularmente por la
villanía y rustiquez de su modo de expresarse, nada de extraño tiene que lenguaje sayagués
significase, por aquel entonces, no ya el habla de los moradores de la comarca o roda de Sayago,
sino el de todos los aldeanos de León y de ambas Castillas. (Lamano 1915: 22)

Un ejemplo paradigmático de estigmatización, ya en época más tardía, es el que


utiliza Correas en la obra Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), que es
una fuente de conocimiento de la tradición oral de los Siglos de Oro:

Es un sayagués: para notar a uno de grosero, porque los de Sayago son toscos en tierra y habla, no
por falta de entendimiento que le tienen bueno debajo de la corteza rústica. Por muestra referiré un
dicho de uno, dino de un filósofo: Sayago es a la banda de Zamora y Ledesma. (Correas 1924 s.v.
sayagués)

En la obra aparece redactado sucintamente un cuento en dos formas diferentes, cuyo


interés radica en que se utiliza al campesino rebelde como símbolo de la insumisión
hacia el poder:

(…) había venido a Zamora un corregidor nuevo, y paseando en la plaza pasó cerca un sayagués y
no le quitó la caperuza, o por descuido, o porque no le conocía. Al corregidor y alguaciles pareció
desacato y mandóle echar mano. Preguntó el sayagués: «¿Por qué me prenden?». Dijéronle que
porque no quitó la gorra al corregidor, que era mala crianza. Entonces él, vuelto al corregidor, dijo:
«Señor, ¿Vuesa Merced viene a hacer justicia, o a poner crianza?». Pareció tan bien la pregunta,
que le soltaron luego. (Correas 1924, s.v. sayagués)

Se aprecian concomitancias con el cuento de Guillermo Tell, personaje legendario de


la independencia suiza, en el que los campesinos montañeses son utilizados, por ser
gente rústica y arisca de costumbres atrasadas (Pedrosa 2011), como personajes
dramáticos que desempeñan un papel crucial en la obra como emblema de rebeldía. Los
escritores dramáticos son conscientes de que el habla de sus personajes forma parte del
proceso creativo y adquiere un nivel estético fruto de la intención estilística de cada
autor. En la época en la que vivió Correas –el siglo XVII– el relato mencionado
formaría parte del imaginario popular de la zona de Salamanca. Se trata de una leyenda
en la que los campesinos hablantes de formas dialectales ajenas a la norma son

21
Traducción propia: “Antes de 1567 las palabras usadas para describir el habla de los rústicos eran
vagas, tal vez adjetivos inadecuados. No obstante, estaban exentos de ninguna asociación geográfica.”

54
retratados como insumisos ante la autoridad dictatorial (representada por el sombrero).
Los rústicos sayagueses cumplen la función ideológica de representar a un personaje,
cómico por su idiotismo, que se niega a reverenciar el poder. El aspecto político de
crítica al poder ejercido de forma tiránica es reducido a formas anecdóticas y chistosas
en el caso de las obras sayaguesas, mientras que en los países germánicos adquieren el
rango de épica. Como vemos, las implicaciones de la estigmatización lingüística llegan
a tener significados distintos y el uso del sayagués como paradigma de rusticidad no
está exento de consecuencias.

3.8. Estigmatización y conciencia lingüística

Encontramos un caso claro de estigmatización en la misma obra de Aucto del


Repelón, escrito por Juan del Enzina en 1509. En la obra nos encontramos ante la
conversación de dos campesinos, procedentes “d’azia Lledesma”, en la que se narran las
experiencias vividas en la plaza del mercado de Salamanca ante el ataque físico de un
grupo de estudiantes debido a su forma de hablar, “los quales estando vendiendo su
mercadería en la plaça, llegaron ciertos estudiantes que los repelaron, faziéndoles otras
burlas peores” (Del Enzina 1509).

El Aucto de Repelón presenta algunos rasgos leoneses aún presentes durante el siglo
XX en la comarca de Ledesma, algo que Juan del Enzima logra de manera evidente en
esta obra más que en ninguna otra. Además, Juan del Enzina crea un precedente gracias
a esta obra y funda una escuela cuya principal característica sería el uso de estos rasgos
dialectales.

Cabe reseñar, llegado a este punto, y puesto que la conciencia lingüística es menor
en Salamanca que en cualquier otro punto del Reino de León debido a su temprana
castellanización, que algunos autores eran conscientes del uso de distinto código en la
ciudad universitaria ya en el siglo XVI. En el siguiente extracto de la obra Las
Quinquagenas de la nobleza de España, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, de
ascendencia asturiana, explica la razón por la que el Reino de León, con Salamanca
como cabeza de la cultura, producía menos escritores y, por tanto, su producción
literaria era menor que la de otros territorios de la Corona, en concreto el Reino de
Toledo:

tomar con la gente cortesana la buena criança de la corte, porque, aunque en la verdad en
Salamanca concurren bivos ingenios, la lengua castellana en el reino de León, donde cae

55
Salamanca, no se habla tan bien como en el reino de Toledo, generalmente; puesto que en Sala-
manca biven e ay muchos cavalleros e gente noble, pero comúnmente y en general no es tal el
romance. (Fernández de Oviedo circa 1550 apud Menéndez Pidal 2005)

El autor de las Crónicas de Indias, al hacer referencia a que el castellano no es el


romance propio de las gentes oriundas del Reino de León, explicita la existencia de dos
códigos distintos utilizados por la población. Asimismo, hace una distinción entre
aquellos que sí lo hablan, como los “cavalleros y gente noble”, conocedores de la
variedad alta de la lengua, y los campesinos hablantes de variantes dialectales de
raigambre leonesa.

3.9. El lenguaje de los batuecos

El habla rústica sayaguesa, con rasgos dialectales que intentan reproducir o imitar los
dialectos de Sayago, la Tierra de Ledesma y el Campo Charro, transmitió algunas de sus
características a la comedia posterior del siglo XVII, en la que llega a ser puesta en boca
de campesinos procedentes de La Mancha. Mención aparte merece la fabla, muy
extendida entre principios del siglo XVI y principios del XVII, que fue utilizada por
Lope de Vega como recurso caracterizador (Salomón 1985: 142) en sus obras Las
famosas asturianas, El primer rey de Castilla o en Las Batuecas del duque de Alba. El
lenguaje de los batuecos era una jerigonza cuya finalidad era la de ridiculizar a
cualquiera que hablara la lengua rústica de Castilla, un supuesto “protocastellano
hablado seis siglos antes y que los serranos habrían conservado intacto” (García-
Bermejo 2014).

A pesar de que el valle de Las Batuecas, localizado en la Sierra de Francia


salmantina, no había sido visitado en ningún momento por parte de Lope de Vega. Lo
más cerca que estuvo fue en Béjar, con lo cual el habla de los personajes a los que daba
vida Lope de Vega en su obra Las Batuecas del Duque de Alba no se corresponde en
absoluto con los rasgos reales del sur del dominio asturleonés, ni en la actualidad ni en
el siglo XVI. Por tanto, se puede afirmar con rotundidad que el valor lingüístico de esa
habla para el estudio que nos ocupa es nulo. Los rasgos dialectales son inventados por
Lope de Vega para aumentar lo ignorante y grotesco de sus personajes.

Lamano y Beneite (1915: 16) asegura que en ninguna ocasión tuvo Lope de Vega la
oportunidad de escuchar hablar en dialecto serrano, dados los rasgos artificiales y en
nada correspondientes con la situación lingüística real. Lope de Vega conocía bien la
actual provincia de Salamanca: había vivido en Alba de Tormes, al haberse codeado con
56
la nobleza local, y más adelante visitó Béjar para conocer a la familia ducal. De ahí no
pasó, ni siquiera conoció Miranda del Castañar, que por sus condiciones geográficas
favorables es de mucho más fácil acceso que el aislado valle de la misma comarca. Los
habitantes de Miranda del Castañar no se comunicaban del modo que Lope de Vega
pretendía hacer creer en sus obras, es decir, hay muy pocos rasgos dialectales en la
comedia del autor del Siglo de Oro.

3.10. El Quijote y el prescriptivismo

Según la ideología normativista o prescriptivista existe un dictamen implícito (y en


ocasiones explícito, como en el caso del español) que establece cómo deben y no deben
utilizar la lengua los hablantes. El prescriptivismo establece qué es acorde a la norma
haciendo uso de conceptos como la buena educación y estableciendo los ideales de lo
que conocemos por lógica, pureza cultura e inteligencia en la relación al uso del
lenguaje. No obstante, el objetivo último del prescriptivismo de controlar el sistema
lingüístico de los hablantes es un ideal inalcanzable, pero que tiene consecuencias en el
discurso metalingüístico. Esta ideología es universal y seguramente exista desde que
existe el lenguaje, pero ha tenido consecuencias fácilmente apreciables en lenguas no
distantes como es el caso del leonés y el castellano.

Al final del capítulo XIX de la segunda parte de Don Quijote de La Mancha, Miguel
de Cervantes, por boca de Sancho, lanza un mensaje universal y hace una crítica al
discurso prescriptivo de la élite intelectual castellana de la época:

—No se apunte vuestra merced conmigo —respondió Sancho—, pues sabe que no me he criado en la
corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. Sí, que,
¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede
haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.

—Así es —dijo el licenciado—, porque no pueden hablar tan bien los que se crían en las Tenerías y en
Zocodover como los que se pasean casi todo el día por el claustro de la Iglesia Mayor, y todos son
toledanos. El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos,
aunque hayan nacido en Majalahonda: dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es
la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados, he estudiado
cánones en Salamanca, y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras, llanas y significantes.
(Cervantes 1609)

Según Montero Reguera (1997: 53), en la archiconocida obra de Cervantes Don


Quijote de La Mancha, se dice del personaje de Sancho Panza que “es caracterizado en
la novela como aldeano, primitivo, identificado con su rucio, crédulo, glotón, simple,
cobarde y con un lenguaje que le es propio.”

57
No obstante, Cervantes aporta una mayor significación al personaje cómico cuyo
discurso es tan importante como el del protagonista: “Sancho, en definitiva (…) no es
más que un arquetipo folklórico, el de tonto-listo o el de necio-astuto” (1997: 53).

Lo que nos muestra Cervantes a través de este diálogo es una crítica al


prescriptivismo en el que subyace la animadversión de las élites hacia las formas de
hablar del pueblo llano. Además, en el caso del leonés, debido a la secular rivalidad
entre los reinos de León y Castilla y a factores como el tipo de hábitat (la ausencia de
barreras geográficas y la proximidad lingüística entre las dos lenguas), los rasgos
dialectales adquirirían un valor estigmatizante que se trasladaría al ámbito de lo
extralingüístico, como así atestigua Correas en su Vocabulario cuando define al
sayagués. La aversión de los cortesanos castellanos hacia el otrora rival político de
Castilla tiene diversas consecuencias y afecta al discurso metalingüístico posterior.

El dialectalismo en el sur del dominio asturleonés no volverá a resurgir hasta finales


del siglo XIX, cuando el maestro de Vitigudino Manuel González Moro publicó el
sainete de costumbres rústicas Un juicio de Conciliación (1887). El dialectalismo fue
despreciado por la escuela salmantina del siglo XVIII, hecho que es criticado por
Lamano y que está relacionado con la estigmatización lingüística de las formas
dialectales (también extralingüística) que aparece retratada en el género sayagués.

3.11. El sayagués en la actualidad

Los datos sociolingüísticos recogidos en tiempos modernos en la comarca de Sayago


ofrecen resultados llamativos una vez descritos los fenómenos relacionados con el
temprano proceso de castellanización. En el estudio realizado en la provincia de Zamora
por Xosé Antón González Riaño y Xosé Lluis García Arias para la Academia de la
Llingua Asturiana se aprecia cómo la percepción de los habitantes de la comarca dista
en gran medida a la del resto de comarcas del occidente zamorano. Casi el 64% de la
población sayaguesa otorga como respuesta “castellano” a la pregunta sobre cuál es el
habla tradicional de la zona. Los datos chocan con los obtenidos en el resto de comarcas
estudiadas (Aliste, Carbayeda, Sanabria). A pesar de que en Sayago es donde peor se
conserva y donde más pronto se produjo el proceso de nivelación, es sorprendente la
distancia porcentual en las respuestas obtenidas en lugares tan próximos y conectados
geográficamente. En el estudio, la razón aducida para justificar estos datos es el
abandono temprano de la lengua en Sayago, donde la mayor cercanía a Salamanca

58
aceleró el proceso, frente a los lugares donde aún se conserva –esencialmente la
comarca de Sanabria– donde la estigmatización está más presente debido precisamente
a su mayor conservación:

la población de Sayago ye la que, en mayor midida y con relevancia estadística, afita’l valir
cultural de la llingua tradicional de la so rodalada. Convién nun escaecer, nesti sen y pa interpretar
correutamente esti datu, que Sayago yera la comarca onde’l nome de la fala tradicional recibía la
mayor puntuación cola respuesta ‘castellán’ (cuasi’l 64%) y que, per otru llau, Sayago ye, de toles
consideraes, la comarca onde la llingua hestórica namái se caltién güei nun nivel residual.
Otramiente, ye posible que l’estigma llingüísticu de quien fala una llingua minoritaria faiga actu de
presencia, pues siendo Senabria la fastera onde la llingua tradicional se caltién con más puxu ufre
un valor más baxu que’l de les otres comarques. (González Riaño y García Arias 2010 apud
Salgado 2015: 785-786)22

La ausencia de datos estadísticos sobre las actitudes lingüísticas frente al habla


tradicional en la provincia de Salamanca impide tener una visión más global sobre la
relación entre el jaronismo y la pérdida lingüística, particularmente en las comarcas de
la Tierra de Ledesma y el Campo Charro. Sin embargo, en 1924, el escritor salmantino
Luis Maldonado, tiempo después de haber publicado su obra más conocida, Del campo
y de la ciudad, hace un diagnóstico sobre el leonés en el que se lamenta de la situación
del habla local y de la falta de sensibilidad por lo propio en su ensayo El dialecto
charruno:

La forma dialectal sucumbe bajo el rasero de una cultura general, creada en ínfimo nivel por la
prensa periódica; el bello y castizo dialecto leonés, al menos lo que queda de él entre los charros
de las Uces, Valsalabroso, Cabeza del Caballo, Cerezal de Peñahorcada, El Rebollar, Peñaparda y
otros pocos pueblos más, no sirve ya de forma expresiva a la nueva literatura. (Maldonado 1924:
158)

22
Traducción propia: “La población de Sayago es la que, en mayor medida y con relevancia estadística,
apoya el valor cultural de la lengua tradicional de su territorio. Conviene no olvidar, en este sentido y para
interpretar correctamente este dato, que Sayago era la comarca donde el nombre del habla tradicional
recibía la mayor puntuación con la respuesta “castellano” (casi el 64%) y que, por otro lado, Sayago es,
de todas las consideradas, la comarca donde la lengua histórica solo se mantiene hoy en un nivel residual.
De otro modo, es posible que el estigma lingüístico de quien habla una lengua minoritaria haga acto de
presencia, pues siendo Sanabria la zona donde la lengua tradicional se mantiene con más fuerza ofrece un
valor más bajo que el de las otras comarcas.”

59
CAPÍTULO IV: CUESTIONES IDEOLÓGICAS EN TORNO A LA PÉRDIDA
DEL LEONÉS

4.1. La ideología lingüística

El discurso metalingüístico español será analizado en este capítulo a través de un


marco teórico sobre la ideología lingüística y, más concretamente, sobre cómo esta ha
contribuido a la pérdida lingüística del leonés desde el siglo XIX. El campo de estudio
de la ideología lingüística se ha convertido en referencia en los últimos años ya que
ayuda a comprender los puntos de intersección de la lengua con la sociedad y con
procesos políticos y socioculturales más amplios. Para nuestro propósito, dos aspectos
clave de la ideología lingüística son relevantes.

En primer lugar, la ideología lingüística aporta ideas sobre relaciones históricas y


contemporáneas entre distintas variedades lingüísticas, así como sobre el estatus y las
funciones sociales que se le confieren a cada una. Como es evidente, la percepción
negativa sobre el uso de determinadas variedades lingüísticas se traslada a la idea que
sus hablantes tienen de sí mismos como seres sociales. En el caso del leonés, el discurso
dominante, crítico con su uso fuera del ámbito familiar, refuerza su papel como
marcador social de forma claramente degradante, de ahí que sus hablantes tiendan a
esconderlo o a abandonarlo por falta de prestigio, rompiendo así la cadena de
transmisión generacional.

En segundo lugar, la ideología lingüística no está aislada de otras ideas paralelas


sobre la identidad, el poder o el prestigio que existe en una comunidad, sino que
contribuye al refuerzo mutuo entre ideas lingüísticas y extralingüísticas. De este modo,
las ideas extralingüísticas añaden significado a las ideas sobre la lengua y su uso,
mientras que las ideas lingüísticas añaden significado a los hechos no relacionados
directamente con la lengua. Pongamos como ejemplo el uso del término “dialecto” con
valor peyorativo, ajeno a concepciones estrictamente lingüísticas, y las consecuencias
que tiene que en la percepción que los hablantes tienen de su variedad de habla.

Borrego Nieto (2010 [1996]: 139) afirma que, en su área de mayor conservación, el
leonés “se percibe como un código distinto, capaz de alternar con el castellano en una
especie de juego diglósico”. No sorprende, pues, que el discurso metalingüístico sobre

60
el leonés presente características existentes en otras partes del mundo con respecto al
code-switching o alternancia de códigos. Woolard y Schieffelin (1994: 63) argumentan
que: “Language mixing, codeswitching, and creoles are often evaluated as indicating
less than full linguistic capabilities”23 y Edwards (1995: 78) establece que “attitudes
towards code-switching are often negative, particularly on the part of monolinguals who
are sometimes inclined to dismiss it as gibberish”24. Romaine (1985: 5) argumenta que
“in practically all the communities where switching and mixing of languages occurs it is
stigmatized”.25

Una de las razones que subyace a la percepción negativa que se tiene de variedades
alejadas del estándar es la existencia de lo que el sociolingüista José del Valle (2000:
119) ha denominado la “cultura monoglósica”, que pivota alrededor de dos ideas
centrales: el principio de la gramática focalizada y el principio de convergencia. El autor
define el principio de gramática focalizada como “the assumption that people's
linguistic behaviour tends to become homogenous over time through pressure from the
dominant norm of the community” 26(2000: 119). La gente se puede comunicar porque
comparte una gramática, por tanto pueden comunicarse en una “lengua”, como el
español o el catalán, pero no en leonés, que, al estar degradado al rango de habla por
carecer de una norma, es incapaz de servir a las necesidades de la comunicación
moderna. En el discurso dominante de la ciencia lingüística española a menudo se
afirma que el leonés no es una lengua, sino un conjunto de hablas o dialectos, dado que
carece de una norma fija y presenta una gran fragmentación. La ausencia de una
gramática focalizada lleva a la misma negación de la existencia de la lengua como
podemos apreciar, no sin cierta sorna, en la obra Cómo el castellano se convirtió en
español cuando los autores expresan que “esa lengua leonesa nos resulta, de momento,
un verdadero misterio a los autores de este trabajo” (Gutiérrez Cuadrado y Pascual
1995: 322).

23
Traducción propia: “A menudo se considera que la mezcla de lenguas, la alternancia de código y el uso
de lenguas criollas indican una menor competencia lingüística”.
24
Traducción propia: “La actitud hacia la alternancia de códigos a menudo es negativa, particularmente
por parte de los monolingües, proclives a considerarlo una jerigonza”.
25
Traducción propia: “En prácticamente todas las comunidades donde se produce mezcla y alternancia de
códigos su empleo está estigmatizado”.
26
Traducción propia: “la asunción de que lo que caracteriza lingüísticamente tanto a un individuo como a
una comunidad es la posesión de una gramática bien definida y relativamente estable”.

61
El principio de gramática focalizada se refuerza debido a la visión nacionalista de la
lengua como componente central en la construcción de una nación y por la capacidad de
los lingüistas de “define their object, language, in terms of regular patterns and internal
systematicity”27 (Del Valle 2000: 119). Utilizando un argumento similar, la
sociolingüista sueca Maria Wingstedt concluye que las ideas lingüísticas sobre la lengua
como un sistema estable y cerrado y la existencia de comunidades de habla homogénea
hace difícil concebir una mezcla de sistemas. El bilingüismo perfecto es, según esta
consideración, “often seen as two fully monolingual separate systems” 28
(Wingstedt
1998: 33). En la primera mitad del siglo XX, el lingüista salmantino Antonio Llorente y
Maldonado, en su obra Estudio sobre el habla de La Ribera, se refería así al
bilingüismo de los niños de la comarca salmantina de las Arribes y a la conciencia en el
uso de dos códigos diferentes:

Y se da el caso curioso de que los niños de la escuela se pueden considerar como bilingües, desde
el momento en que, hablando corrientemente en castellano bastante correcto, aunque pronunciado
con la peculiar fonética riberana, pueden, si quieren, hablar dialectalmente, remedando a los
rústicos o a sus propios abuelos, de cuya parla se mofan, pero la cual conocen perfectamente.
(Maldonado 1947:20)

El “juego diglósico” que exhiben algunos hablantes de leonés no entraría, según la


descripción de Wingstedt, dentro de la consideración de bilingüismo por parte del
discurso dominante. No obstante, a pesar de que “en la parte más occidental de León y
el noroeste de Zamora el dialecto mantiene una cierta coherencia de código distinto, al
menos en determinados hablantes” (Borrego 1995: 139), la ausencia de una conciencia
lingüística generalizada y la mezcla ocasional de códigos confieren al leonés un carácter
imperfecto según el discurso hegemónico en las provincias oficialmente monolingües
donde aún se habla.

El principio de convergencia, según Del Valle (2000: 120), es “the assumption that
people's linguistic behavior tends to become homogeneous over time through pressure
from the dominant norm of the community”.29 Esta asunción, que es crucial tanto para
la teoría del nacionalismo como para la historiografía de lenguas individuales, ha
influido en el discurso metalingüístico sobre las comunidades bilingües, extendiendo la

27
Traducción propia: “definir el objeto, la lengua, en términos de patrones regulares y sistematicidad
interna”.
28
Traducción propia: “a menudo visto como dos sistemas monolingües separados”.
29
Traducción propia: “La asunción de que el comportamiento lingüístico de la gente tiende a ser
homogéneo con el paso del tiempo a través de la presión ejercida por la norma dominante de la
comunidad”.

62
percepción de que son artificiales y, por tanto, transitorias, al tiempo que sufren un
proceso de eliminación de variedades y consiguiente convergencia en la gramática
focalizada dominante. En la ideología lingüística dominante en España una
manifestación de este principio de convergencia es la bien asentada idea de que el
leonés fue sustituido por el castellano en un proceso exento de conflicto gracias a la
preponderancia política de Castilla, en una tendencia convergente “como la que llevó a
que se fundieran el castellano y el leonés en una misma lengua” (Gutiérrez Cuadrado y
Pascual 1995: 320). De nuevo, Juan Gutiérrez Cuadrado y José Antonio Pascual en su
obra De cómo el castellano se convirtió en español nos proporcionan varios ejemplos
claros del principio de convergencia:

A un lector actual puede hacérsele cuesta arriba aceptar lo que nos muestran los datos: que la
preponderancia política de un reino como el de Castilla y el prestigio de su lengua en campos
como el jurídico o el literario, puedan haber originado su adopción por quienes hablaban otra
variedad lingüística, sin que deba verse en ello una imposición directa, desde el poder del Estado,
de la modalidad que terminó siendo vencedora. (Gutiérrez Cuadrado y Pascual 1995: 146)

4.2. El nacionalismo lingüístico

El profesor Juan Carlos Moreno Cabrera explica en qué manera el nacionalismo


lingüístico utiliza el proceso de convergencia para desideologizar el proceso de
sustitución lingüística. En el caso del leonés y otras lenguas minorizadas, se suele
recurrir al darwinismo social aplicado a la lingüística, de modo que se atribuye la
pérdida a una supuesta inferioridad y no a cuestiones de índole sociopolítica:

Una de las características del nacionalismo lingüístico consiste en ocultar los aspectos sociales,
políticos y económicos de la evolución lingüística para presentarlos como aspectos
intralingüísticos naturales, típicos de los procesos habituales de cambio lingüístico. De esa manera,
la superioridad política o económica se lleva al terreno de la superioridad estrictamente lingüística.
Por ello, si una comunidad abandona su lengua por la de una comunidad política, económica o
demográficamente superior, la ideología nacionalista de esa comunidad se encargará de insistir en
que esto es así porque la lengua que se abandona es inferior, está menos adaptada o es menos
flexible lingüísticamente que la lengua que se adopta. (Moreno Cabrera 2008: 42)

Los principios de gramática focalizada y de convergencia apuntalan ideológicamente


el nexo entre lengua e identidad nacional y la asociación de la ciudadanía con el
dominio de la lengua estándar, los cuales están íntimamente relacionados con la
construcción nacional y las políticas educativas en la lengua oficial dominante. En este
caso, la lengua estándar, la variedad alta de la lengua, se define como rica, precisa y
racional, así como la forma de hablar más prestigiosa de un ciudadano moderno y
educado.

63
Las variedades no codificadas son consideradas, en cambio, como inherentemente
inferiores a las lenguas “reales”, mientras que las hablas de transición no se consideran
aptas para la codificación, dado que se perciben como carentes de claridad y
autenticidad y, por ende, proclives a la distorsión, ya que no representan claramente a
una comunidad de lengua.

4.3. Cultura monoglósica vs. Polinomia

José del Valle hace una crítica a la cultura monoglósica y recalca la posibilidad de
una relación flexible y plural entre variedades lingüísticas en el proceso de elaboración
de una identidad nacional. En el estudio que hizo Alexandra Jaffe (1999) del caso de la
isla de Córcega describió la problemática que genera la fragmentación dialectal a la
hora de elaborar una planificación lingüística:

We can see that dominant ideologies of language establish “unity” as an important criterion of
linguistic legitimacy. “Unity” is entailed by the essentialist bias of such ideologies, in which “one”
languages embodies “one” culture. From this perspective, the diversity which figures largely in the
way that Corsicans experience and conceive of “speaking Corsican” is defined as a problem. 30
(Jaffe, 1999: 146)

En Córcega, los activistas a favor de la lengua minoritaria a menudo ponían énfasis


en la importancia de la necesidad de frenar la sustitución lingüística hacia el francés
mediante el cultivo de una variedad estándar que reflejara los mismos ideales que el
francés hegemónico y las mismas visiones europeas sobre la lengua, la nación y la
identidad cultural (Jaffe 1999: 185-190). Sin embargo, a finales de los ochenta apareció
una nueva postura ideológica polinómica de la lengua que hacía un llamamiento a la
“unidad en la diversidad”, un enfoque distinto cuyo paradigma era la diversidad
lingüística y que reconociera la legitimidad y valor igualitario de todas las variedades
corsas, incluidas las variedades de contacto y las hablas de transición. (Jaffe, 1995:
185). Un referente de la defensa de la polinomia en Córcega llegó a afirmar que
“carving out a Saussurean langue from actual usage would mean describing a
reconstituted mythical Corsican”31 (Thiers 1993: 267).

30
Traducción propia: “Vemos que las ideologías lingüísticas dominantes establecen la “unidad” como
criterio de legitimidad lingüística. Esta “unidad” conlleva un sesgo esencialista propio de estas ideologías,
para las cuales “una” lengua encarna “una” cultura. Desde este punto de vista, la diversidad que
representa la manera en que los corsos viven y conciben “hablar corso” es vista como un problema”.
31
Traducción propia: “elaborar una lengua saussureana a partir de un uso actual significaría trazar un
corso mítico reconstituido”.

64
En el caso de León, dada la fragmención dialectal que presenta su territorio, se puede
hacer referencia al concepto de polinomia descrito por Jaffe a través del corso, también
muy fragmentado dialectalmente. Un acercamiento más detallado a las concomitancias
que presentan los casos corso y leonés plantea cuestiones fundamentales sobre cómo se
debe proteger una lengua minoritaria y la manera en que los contextos culturales,
políticos e ideológicos condicionan el éxito o fracaso de esa planificación lingüística. El
siguiente análisis pretende demostrar que la influencia de la ideología lingüística
hegemónica no afecta solo a los hablantes de las lenguas minoritarias, sino también a
los encargados de desarrollar planes de protección de lenguas minoritarias.

El primer intento que hubo de establecer una norma estándar para el leonés fue por
parte de la organización juvenil de UPL –Conceyu Xoven– cuyo líder, Abel Pardo, ex
concejal de Cultura del Ayuntamiento de León, elaboró una grafía propia que fue
criticada de forma prácticamente unánime por la comunidad académica32. El conato de
elaboración de un estándar por parte de Conceyu Xoven (cuyos objetivos eran legitimar
sus aspiraciones políticas e identitarias) entra dentro de la ideología monoglósica
descrita por Del Valle. Asimismo, la descripción de la situación en las provincias
leonesas realizada por los expertos hasta el momento estaba claramente influida por el
principio de convergencia que establece, en la línea de este planteamiento, que las
condiciones políticas y económicas actuales hacen proclive la convergencia hacia el
español. Se asume, así, que el patrón que inevitablemente seguirán las variantes
leonesas será el de converger hacia la norma estándar y que lo único que puede frenar
esta tendencia hacia la convergencia es una transformación radical, lo cual implica
situar al leonés en una posición de mayor prestigio. No obstante, dado el carácter
fragmentado que presenta el asturleonés al sur de la Cordillera Cantábrica y la dificultad
de elaborar un estándar debido a la falta de apoyo institucional y a la distancia física
entre las distintas comunidades de habla –y su consiguiente falta de contacto–, no
parece conveniente establecer unas políticas lingüísticas de carácter monoglósico en
una zona de marcada naturaleza heteroglósica33.

32
Profesores de Universidad desautorizan el leonés de Abel Pardo:
(http://www.diariodeleon.es/noticias/afondo/profesores-universidad-desautorizan-leones-abel-
pardo_489464.html).
33
En la línea del planteamiento de Jaffe, podemos afirmar que el territorio leonés tiene carácter
heteroglósico: por una parte, la mayor parte de la población de habla española; por otra parte, la
comunidad hablante de pal.luezu localizada esencialmente en las comarcas de Laciana y Bierzo Alto, la

65
Como arguyó la estadounidense Woolard (1998: 17), “lack of distinct language can
cast doubt on the legitimacy of a group’s claim to nationhood”. 34
Podemos apreciar
cómo el principio de gramática focalizada contribuye a condicionar el discurso
lingüístico. Asimismo, el principio de gramática focalizada influyó claramente en los
planteamientos de la elaboración de una norma, ya que la existencia de una gramática
focalizada leonesa, es decir, una lengua estándar bien definida y estable, fue vista como
una condición sine qua non para la supervivencia de la identidad leonesa y para
justificar la reivindicación de esta organización nacionalista y de sus plataformas
satélite. Sin embargo, la norma elaborada por Conceyu Xoven se apoyaba sobre una
base de asturiano normativo, a cuya matriz se añadieron algunos elementos del leonés
occidental así como hiperasturianismos que con toda probabilidad nunca fueron
utilizados por los hablantes patrimoniales leoneses. Esta ortografía estaba “reformada
arbitrariamente, llena de errores y (sic) interferencias morfológicas y sintácticas del
castellano” (García Gil 2008: 31), lo cual repercutiría en su evolución posterior.
Asimismo, al utilizar marcas gráficas arbitrarias (diéresis en llïones y ge/gi en gerra o
gitarra) e hiperasturianismos (infracardama, lligazón) su legitimidad se vio mermada
ante la comunidad filológica y la caída política de su principal referente acabó por
terminar con ella. Una abstracción identitaria con una norma diferencialista que se
alejaba mucho de los rasgos de las hablas tradicionales aún vivas y que la alejaba aún
más de la base social hablante de leonés.

Tanto la ideología hegemónica como el intento de erigir una ideología


contrahegemónica por parte de Conceyu Xoven se basan en concepciones
sociolingüísticas similares asentadas en la cultura lingüística de la monoglosia. Sin
embargo, las actitudes hacia la lengua y el comportamiento lingüístico de las comarcas
donde se mantiene el leonés se asientan, como ya hemos apuntado, en la cultura
lingüística de la heteroglosia: la aceptación de varias normas implícitas y una resistencia
pasiva a la convergencia en los hablantes con mayor conciencia lingüística. Por tanto, el
intento fallido de planificación lingüística por la Consejería de Cultura del
Ayuntamiento de León se debió en parte a que no se corresponde con la cultura

comunidad hablante de cabreirés y la reducida comunidad que aún mantiene carácter diglósico en la
comarca zamorana de Sanabria. A estas se puede añadir la comunidad de neofalantes localizada
esencialmente en la ciudad de León y generalmente vinculada al activismo político.
34
Traducción propia: “la ausencia de una lengua distinta puede sembrar dudas sobre la legitimidad del
concepto de nación reivindicado por un grupo determinado”.

66
lingüística de las comunidades de habla leonesas, en la medida en que fracasó en
reconocer la coexistencia de varias normas dialectales y debido a que se hizo una
interpretación errónea sobre las actitudes sociolingüísticas que muestran los hablantes
hacia la lengua patrimonial, además del enconamiento de las posturas en el subsiguiente
debate ideológico-lingüístico.

Por otra parte, la asociación cultural Faceira, surgida en 2011, (también otras, como
El Teixu, La Caleya o Furmientu, esta última restringida al ámbito provincial
zamorano) ha procurado mantener una posición polinómica respecto del leonés, la idea
de “unidad en la diversidad” descrita por Jaffe, con el fin de proteger los distintos
dialectos (cabreirés, pal.luezu, senabrés, etc.) en sus respectivas comarcas. La actividad
de esta asociación, no exenta de conflicto con otros grupos locales por defender esta
postura, defiende la unidad del dominio lingüístico y ha optado por utilizar la norma de
la Academia de la Llingua Asturiana para escribir en los distintos dialectos del leonés.
La asociación Faceira no niega la posibilidad de establecer una lengua “saussureana” en
el futuro, pero su postura es la de defender una polinomia leonesa no jerárquica cuyo fin
primordial es la conservación de las hablas vivas. Así aparece recogido en la guía
gramatical Xurdir, editada por la asociación Faceira y en la que colaboraron los
lingüistas Fernando Álvarez- Balbuena y Héctor García Gil:

Para ello [potenciar el conocimiento, valoración y revitalización de nuestro patrimonio lingüístico]


tomamos como base esencial, aunque no exclusiva, las variedades lingüísticas suroccidentales
(Cabreira) y noroccidentales (Babia, L.laciana, Palacios) de la provincia de León, por ser zonas
donde nuestra lengua presenta aún cierta vitalidad. 35

Esta posición choca con la visión monoglósica de algunos grupos de activismo


político cercanos al nacionalismo ya mencionados. No obstante, la aparición de distintas
ideologías contrahegemónicas alternativas en territorio leonés a partir de los años
noventa no ha sido suficientemente descrita, así como el conflicto lingüístico que le
sucedió, particularmente virulento en el bienio 2007-2009.

4.4. Mitos del nacionalismo lingüístico español

Establecido el marco teórico inicial sobre el que operan las ideas lingüísticas y que
establece un eje ideología-lengua, a continuación pasaremos a definir una ideología
lingüística concreta, la cual es hegemónica en la cuenca del Duero y en todo el dominio
lingüístico asturleonés: el nacionalismo lingüístico español. Según Del Valle, son tres

35
Introducción de Xurdir, guía gramatical del leonés (2012).

67
los elementos que forman la estructura conceptual del nacionalismo lingüístico español:
la identidad grupal, la lengua común y el territorio.

A continuación utilizaremos, por ser el compendio de aserciones más completo, la


obra El nacionalismo lingüístico español del catedrático de Lingüística de la
Universidad Complutense de Madrid Moreno Cabrera con el fin de aportar un mayor
contexto en la concreción del postulado. Según Moreno Cabrera, la definición de
nacionalismo lingüístico español es:

Ideología según la cual el español es una lengua superior a los demás idiomas con los que convive
o ha convivido. En esa superioridad radica la razón de su imparable expansión tanto dentro de la
Península ibérica como allende los mares. Según esta ideología, el castellano fue visto desde el
principio, por razón de esa superioridad, como una lengua especialmente ventajosa para la
comunicación y el entendimiento mutuo así como para todo tipo de actividades jurídicas, políticas
y económicas. Todo ello supuso su adopción libre y muchas veces entusiasta como lengua común
en España por parte de las comunidades que reconocen como propia una lengua diferente del
español. En este momento, según esta ideología, ese carácter superior la convierte en una de las
lenguas que más crece internacionalmente en la actualidad y quizás la única que pueda hacer
sombra a la otra lengua internacional de gran pujanza: el inglés. (Moreno Cabrera 2010: 8)

Moreno Cabrera establece una serie de axiomas y mitos condicionados por la falsa
dicotomía entre lengua común y lengua propia, que en este trabajo presentaremos en
diferente orden al que utiliza el profesor con el fin de mostrarlos con mayor claridad y
estableceremos un orden jerárquico en relación a su relevancia en la percepción que
tienen los hablantes –y no hablantes– del leonés. Además, para ejemplificar cada uno de
estos axiomas en clave leonesa recurriremos a casos prácticos, ordenados
cronológicamente, obtenidos de la lectura de literatura científica y de prensa histórica, y
de la observación de debates mediáticos y casos cotidianos.

4.5. La no imposición del castellano

El supuesto de no imposición establecido en la ideología del nacionalismo lingüístico


español se puede apreciar en los conceptos básicos de política lingüística que estableció
el profesor madrileño Marcos Martín (1994). La comunidad lingüística española tiene
un rasgo característico que consiste en la adopción voluntaria de la “lengua común” por
parte de los hablantes de otras lenguas. Según esta idea, el castellano fue aceptado
voluntariamente, independientemente de las presiones políticas e institucionales, debido
a su condición de instrumento de comunicación y a su prestigio. Así se constata a
menudo desde el campo de la ciencia lingüística:

La expansión del castellano y su generalización en España se deben a una aceptación voluntaria de


los hablantes de las otras lenguas peninsulares e insulares. […] la actitud de los hablantes,

68
demostrada por el conjunto de los casos, fue de empleo de las lenguas vernáculas en actividades
domésticas y de ámbito restringido y aceptación del castellano para la comunicación general,
como lengua de prestigio. (Marcos Marín 1994 apud Moreno Cabrera 2010: 30)

Durante el proceso de construcción nacional iniciado en el siglo XIX se produce


simultáneamente la instauración del español como lengua nacional. Desde la
perspectiva del nacionalismo lingüístico español, no hay imposición durante este
proceso, simplemente se produce un afianzamiento del proceso de pérdida lingüística
iniciado en el Medievo análogo al de otras naciones europeas. Un caso paradigmático de
este relato, promovido desde determinadas esferas de poder, fue el discurso pronunciado
por Juan Carlos I de Borbón en 2001 en la entrega del Premio Cervantes:

Nunca fue la nuestra lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar
en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyos por voluntad libérrima, el
idioma de Cervantes.36

Esto choca frontalmente con la realidad. Ya en el siglo XIX la traducción al dialecto


cepedano de la Parábola del hijo pródigo, encargada por el frenólogo y lingüista catalán
Mariano Cubí y Soler hacia 1847 a Juan Dantín (García Gil 2008) –seminarista cuya
familia era oriunda de la comarca de La Cepeda y cuya infancia estuvo marcada por este
dialecto– creó un conflicto con las autoridades eclesiásticas de la Diócesis de Astorga.
La parábola fue publicada en el diario La luz de Astorga en 1910 gracias a que, con el
paso del tiempo, uno de los manuscritos llegó a manos de Andrés Martínez Salazar,
gran conocedor del panorama lingüístico gallego, quien a su vez hizo llegar una copia a
Menéndez Pidal, hoy preservada en el Centro de Estudios Históricos.
Al tener noticias el director del seminario en 1849 sobre la empresa traductora de
Dantín, ya muy avanzada, lanzó una reprimenda al seminarista refiriéndose a su labor
como una “intolerable irreverencia y osadía disparatada al pretender poner en una jerga
tan ruda el mensaje de Nuestro Señor, y además sin la preceptiva autorización
eclesiástica”. En el desenvolvimiento del escándalo posterior tuvo que intervenir el
obispo de Astorga, ya que las autoridades eclesiásticas pretendían expulsar a Dantín. Su
obra fue comparada con la de Martin Lutero y George Borrow, y terminó abandonando
el seminario por voluntad propia un año después de realizar la controvertida traducción.
La intención del seminarista era hacer proselitismo de un modo cercano a través de las
parábolas bíblicas entre los campesinos leoneses, dadas las similitudes de las vivencias

36
Hemeroteca ABC, 24/04/2001 (http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-04-2001/abc/Cultura/el-
idioma-de-cervantes-nunca-fue-una-lengua-de-imposicion-sino-de-encuentro_26646.html#).

69
atemporales que acontecen en estas historias. Se aprecian similitudes con lo que sufrió
Fray Luis de León por su actitud subversiva al intentar trasladar el Cantar de los
Cantares al romance, producto de la influencia humanista imperante. Dantín justificaba
su empresa así ante las autoridades eclesiásticas, cuyo fin no era otro que el de:

(…) llamar la atención de los labriegos de esta región sobre las enseñanzas que nos transmiten las
parábolas; hacerlo en su propio lenguaje seguro que les conmovería de una forma que ni el latín ni
el castellano logran por su formalismo, rigidez y lejanía de la auténtica expresión popular de estas
humildes gentes, pues, en definitiva, las parábolas sirvieron, y deberían de seguir sirviendo, para
explicar fácilmente y de forma cercana importantes cuestiones morales.37

Otras muestras de discriminación lingüística aparecen en la obra Cuentos en dialecto


leonés, publicada en 1907, que está considerada, en parte debido a sus numerosas
reediciones, como el comienzo del reconocimiento al leonés por parte de la sociedad.
En ella escribe también el tío de Cayetano Álvarez Bardón, Emilio Álvarez Bardón
(1852-1911), que firmaba sus cartas con el alias de Fulgacián y que fue el promotor y
mecenas de la obra al animar a su sobrino a retomar la obra empezada por él. En un
artículo aparecido en 1910 en La luz de Astorga, pero redactado en la segunda mitad del
siglo XIX, se refería así al estigma que posee el leonés:

Absorbida durante los últimos siglos, nuestra vida local, como la de las demás regiones, por poder
central de la Nación, era indispensable educar a los jóvenes que aspirasen a sobresalir del pueblo
bajo, enseñándoles ante todo a olvidar y aborrecer un Dialecto que era objeto de las burlas de
nuestra sociedad culta.

Queda patente el papel que desempeña, según Álvarez Bardón, el “poder central de
la Nación” en la desaparición de lenguas minoritarias en el incipiente proceso de
construcción nacional decimonónico. Según el Plan general de Instrucción Pública de
1836 “la lengua nacional es la única de que se hará uso en las explicaciones y libros de
texto”38, aunque en determinados casos, dadas las distintas realidades socioeconómicas
y lingüísticas presentes en España (en 1887 la tasa de analfabetismo en España entre los
mayores de 10 años era del 65%)39, era del todo imposible aplicarlo y se hacía
ineludible adecuarlo al contexto diglósico. Así, Álvarez Bardón continúa en el mismo
artículo refiriéndose al poder de la institución educativa y a la influencia de los maestros
en la pérdida de las hablas locales, quienes utilizaban el castigo físico para evitar su uso
en el aula:

37
Biblioteca olvidada. Las parábolas de Dantín, 29/1/2012. El Diario de León.
38
Orígenes de los conflictos lingüísticos en el Reino de España, 23/02/2014. Sin Permiso.
39
Ídem.

70
Esta necesidad me proporcionó los primeros disgustos tan pronto el maestro puesto en mis manos
el silabario pues, cuando acaba de oír decir a mis camaradas decir “trujo”, me hacía saber el
maestro con la palmeta, que había que decir –trajo– (…) me formaba el lío natural en mis
escasos años. (Álvarez Bardón 1955 [1910]: 139)

A la vista del estigma que creaban en los hablantes instituciones directa o


indirectamente relacionados con los órganos de poder, es decir, la escuela y la jerarquía
eclesiástica, la ideología hegemónica también tenía consecuencias en el ámbito familiar.
En el siguiente fragmento, Emilio Álvarez Bardón recrea un diálogo entre sí mismo y su
madre tras la ingrata experiencia vivida en la escuela por el uso de su habla tradicional:
“A lo que replicaba: buenu, vay, onque pégueme el mayestru pur dicir –trujo. Y todo mi
consuelo fue oír ¡eso no se dice niño, que tienes tantas barbaridades como palabras”
(Álvarez Bardón 1955 [1910]: 140).

Las consecuencias últimas, seguramente generalizadas en las zonas hablantes de


finales del siglo XIX y principios del XX, fue el abandono de la lengua tradicional por
culpa de los prejuicios lingüísticos adquiridos.

Sin embargo, no siempre el sistema educativo implantaba medidas de castigo físico o


denigrantes a los hablantes de leonés. El proceso de sustitución lingüística se siguió
llevando a cabo hasta bien entrado el siglo XX en zonas que se presuponen
castellanizadas en su totalidad siglos atrás. En la comarca leonesa de El Páramo, en la
localidad de Valdefuentes, existe constancia en el año 1960 de la aplicación de
recompensas económicas en la escuela para que los niños abandonaran definitivamente
el uso de vocablos tradicionales (Anexo VI). La retribución era de hasta 300 y 400
pesetas para que los niños sustituyeran términos como emburriar por el castellano
empujar.40

Podemos apreciar cómo la promoción del español se considera necesaria para


solidificar las bases de la nación española y el uso de las lenguas minoritarias impide,
dificulta o retrasa esta empresa, por lo que se las pretende relegar a un plano periférico,
folclórico o directamente marginal. De ahí deriva, asimismo, la idea de que la
promoción de lenguas diferentes al castellano es innecesaria o ilegítima.

4.6. El abolengo documental

40
Palabras prohibidas del Páramo, 9/3/2003. El Diario de León.

71
Otra de las bases del nacionalismo lingüístico español radica en hacer un uso
efectista de los primeros testimonios del castellano. Esto se consigue inculcando la idea
de que el castellano es la primera lengua romance que aparece por escrito a través de
una utilización proselitista de los aparatos ideológicos del Estado (prensa, instituciones
educativas, etc.). De tal modo que se ha hecho un uso totalmente politizado de las
fuentes documentales, como las Glosas Emilianenses, al intentar presentar la lengua
utilizada en ellas como la primera que aparece en documentos escritos, puesto que esto
en el imaginario del nacionalismo lingüístico otorga autoridad y prestigio a la variedad
lingüística cuya categoría se pretende elevar: la lengua común. Según este
planteamiento, es imprescindible justificar a través de la historiografía la preeminencia
de la lengua nacional.

Del mismo modo, la Nodizia de Kesos, documento que sirvió como inventario de
quesos redactado por el despensero del monasterio de Rozuela, suscitó una notable
polémica en el año 2008 debido a la utilización política que se hizo de ella. La prensa se
hizo eco de la polémica, ya que la nueva datación arrebataba a las Glosas Emilianenses
la condición de primer testimonio escrito del castellano. El siguiente párrafo está
extraído de la página web de Fundéu, Fundación del Español Urgente:

(…) en días recientes el documento ha despertado un gran interés debido a que se considera muy
cercana la posibilidad de que sea aceptado como el primer texto escrito en castellano, toda vez que
el ayuntamiento de Chozas ha retomado los intentos para su reconocimiento y que, así, se conceda
a La Rozuela (sic) el título de «cuna del castellano», que aún ostenta San Millán de la Cogolla. 41

Según la tesis de José del Valle, otro de los pilares sobre el que se sustenta el
nacionalismo lingüístico es el de la rentabilidad: la demostración de que la Nodicia de
Kesos es el primer testimonio escrito en castellano legitimaría la inclusión de la
localidad de Chozas de Abajo en el Camino de la Lengua Española, proporcionando
considerables beneficios económicos al municipio al que pertenece. Fechar el
documento fue un tema controvertido puesto que, según la misma fuente:

El documento ha sido fechado en el año 959, lo que supondría que fue redactado 18 años antes que
las Glosas, un manuscrito encontrado en el monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja,
que data del año 977 y que hasta ahora es considerado como el documento más antiguo escrito en
lengua castellana.42

41
Fundéu, Fundación del Español Urgente (http://www.fundeu.es/noticia/el-texto-mas-antiguo-escrito-
en-espanol-nodicia-de-kesos-fechado-en-el-ano-959-es-18-anos-anterior-a-las-glosas-emilianeses-hasta-
ahora-oficialmente-el-primero-en-nuestra-lengua-1719/).
42
Ídem.

72
Según el director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja,
la Nodicia de Kesos puede considerarse el primer texto es castellano, lo cual evidencia
el propósito político que de ella se hace, utilizando como argumento la gran
indiferenciación que existía en el siglo X entre las distintas lenguas romances. 43

En el núcleo de la ideología del nacionalismo lingüístico, como ya hemos apuntado,


la necesidad de recurrir al uso de un testimonio primigenio de la lengua nacional. La
aparición de un documento escrito en protorromance, si bien fuera del territorio
histórico de Castilla, otorga mayor veracidad al relato del nacionalismo lingüístico y a
sus tesis. Además, se aprecia cómo el director del Instituto, en tanto que parte integrante
del aparato burocrático de la Comunidad Autónoma, sirve a los objetivos de este
organismo patrocinado por la Junta de Castilla y León, explicitados en la primera línea
de su página web: “La investigación vinculada a los orígenes de la lengua constituye
uno de los pilares de su trabajo”.44

Por tanto, se pueden apreciar los objetivos no explícitos que tanto el Instituto
Castellano y Leonés de la Lengua como la Fundación Villalar –ambas fundaciones
privadas dependientes de la Junta y creadas con escaso tiempo de diferencia– tienen
marcados. En el caso de esta última son manifiestamente unificadores y establecidos
con el fin de mantener el statu quo autonómico, ya que el objetivo fundacional es
“acrecentar el sentido de pertenencia de castellanos y leoneses a una Comunidad
Autónoma con identidad propia en el marco de su Estatuto de Autonomía” y que según
su actual directora, la Presidenta de las Cortes Silvia Clemente, esto se hace a través de
“la identificación de los ciudadanos con los valores esenciales de la Comunidad como
son la lengua castellana 45(…)”.

El fin último es diáfano, como así queda recogido en el preámbulo del Estatuto de
Autonomía de Castilla y León. Se trata de una instrumentalización política del
castellano en aras del mantenimiento del statu quo utilizando como prueba irrefutable el
supuesto origen de la lengua en la cuenca del Duero, al tiempo que se difuminan los
límites entre los dos dominios lingüísticos presentes en este ámbito geográfico:

43
Es llamativo, cuando menos, que el titular de la misma noticia sea “Decir que la Nodicia de Kesos está
escrita en leonés es acientífico” (http://www.diariodeleon.es/noticias/afondo/decir-nodicia-kesos-escrita-
leones-es-acientifico_399797.html).
44
Instituto Castello y Leonés de la Lengua (http://www.ilcyl.com/quienes-somos/).
45
Europa Press (http://www.europapress.es/castilla-y-leon/noticia-fundacion-villalar-impulsara-
vinculacion-ciudadanos-nueve-provincias-valores-comunidad-20150728145155.html).

73
Con anterioridad se registran las huellas más primitivas del castellano: las pizarras visigodas de
Ávila y Salamanca atestiguan la preformación de su estructura sintáctica y los primeros
testimonios escritos aparecen en el Becerro Gótico de Valpuesta (Burgos) y en la Nodicia de
Kesos del Monasterio Leonés de los Santos Justo y Pastor de Rozuela (León). 46

El conocimiento por parte de las autoridades de la existencia de diferentes realidades


lingüísticas en Castilla y León se manifiesta en la política lingüística del gobierno
autonómico y su pretensión de hacer diluir la línea divisoria entre los dominios
lingüísticos castellano y leonés a través del estatuto. La diversidad lingüística presente
en el territorio ha sido descrita por diferentes autores. Así, Borrego Nieto expresó que
en el territorio de esta autonomía:

Podría alegarse, con razón, que lo que las circunstancias políticas han convertido en una sola
entidad administrativa es un conglomerado heterogéneo de territorios que lo son también desde el
punto de vista lingüístico. (Borrego Nieto 2001)

En el mismo artículo, Borrego Nieto describe la unión lingüística de las tres


provincias de la franja occidental de la meseta, correspondiente con el territorio del País
Leonés:

Un estudio no muy detenido del léxico recogido en el Atlas Lingüístico de Castilla y León lleva a
establecer inequívocamente la personalidad del área vertical formada por las provincias de León,
Zamora y Salamanca —o al menos, el cuadrante noroccidental de esta provincia—, delimitación
reforzada por las isoglosas de algún otro fenómeno no estrictamente léxico, como los restos de f-
inicial conservada y los sistemas no etimológicos de pronombres. (Borrego Nieto 2001)

La profesora de la Universidad de Extremadura, Pilar Montero, expresó en 2004, a


raíz del término de la realización del Atlas Linguistico de Castilla y León, que los
resultados obtenidos:

(…) han puesto en evidencia cómo los vínculos políticos entre las nueve provincias que integran
la comunidad castellano-leonesa prosperan, al margen de la unidad idiomática, en dos
regiones que poco tienen que ver entre ellas desde el punto de vista lingüístico. Las tres
provincias leonesas mantienen su identidad dialectal y conservan restos de lo que fue el
antiguo asturleonés. (Montero 2004: 205)

Los profesores Juan Gutiérrez Cuadrado y José Antonio Pascual (1995: 322)
argumentaban en su obra mencionada anteriormente que “las lenguas son inocentes de
lo que ocurre en la realidad en que se emplean e irresponsables por el uso que puedan
hacer de ellas sus hablantes”. Hecho a todas luces innegable, como podemos apreciar.
No cabe duda de que la lengua es utilizada como argumento nuclear de diversos
movimientos identitarios periféricos, esta era la postura del teórico político noruego

46
Preámbulo del Estatuto de Autonomía de Castilla y León.

74
Stein Rokkan: “While language is only one of several expressions of identity, it is the
most pervasive and obvious stigma of distinctiveness” (Flora, Kunhle y Urwin 199:
171).

Así, en la misma obra de los catedráticos Gutiérrez Cuadrado y Pascual se dice, en


alusión al leonés, que “de los intentos separadores de algunos de éstos [los hablantes] se
puede esperar de todo: hasta que aparezcan lenguas inexistentes” (1995: 322). El
gobierno autonómico es consciente de la identidad lingüística divergente y del uso
político que se hace de ella, por ello desde las esferas de poder se elabora un discurso
lingüístico que pretende neutralizar la existencia de las diferencias y que critica la
politización de la lengua. No obstante, la postura que desde este trabajo se pretende
dejar al descubierto es el carácter unidireccional de las críticas hacia el uso politizado de
las lenguas minoritarias que hace el relato sesgado del nacionalismo lingüístico español.
Dada la argumentación expuesta arriba –la instrumentalización de documentos
históricos escritos en los distintos romances por parte de instituciones vinculadas al
aparato autonómico– es legítimo argumentar que este uso politizado ocurre en dos
direcciones, no sin consecuencias, tanto desde la periferia como desde el centro de
poder político.

Esclarecidos los motivos que pudieron suscitar la mediática polémica, habida cuenta
del origen geográfico del inventario, del nacimiento posterior en el mismo entorno de
una lengua leonesa utilizada en documentación medieval –estudiada por diversos
autores (Morala 2008)– y del empleo de vocablos de raigambre claramente leonesa
(bacillare-vacilar), la pretensión de intentar adjudicar al castellano el origen de la
Nodicia de Kesos resta legitimidad al trabajo de los lingüistas por tratarse de una teoría
implausible. Así lo expresó José Ramón Morala en una entrevista realizada en el año
2016 sobre la Nodizia de Kesos: “Se ha adjudicado al castellano. No lo es. Ni por
nacencia, es un documento escrito en Ardón, ni lo es tampoco por el tipo de lengua”.47
También se pronunció al respecto Fernando Álvarez-Balbuena en una entrevista
concedida al Diario de León: “Es una barbaridad histórica decir que Rozuela fue cuna

47
Llionés, la llingua llionesa. Documental disponible en YouTube:
(https://www.youtube.com/watch?v=S5qO311K7_Q).

75
del castellano”.48 Además, el lingüista asturiano deja patente el carácter ideológico de
esta postura:

La mayoría de lingüistas está de acuerdo en llamar italiano o véneto al romance en el que se


escribe el Indovinello Veronese entre los siglos VIII y IX, francés a la lengua de los Serments de
Strasbourg del 842, o castellano al idioma de las glosas del monasterio de Silos, aproximadamente
contemporáneas de la Nodicia de kesos (textos todos en los que tampoco está ausente el hibridismo
latino-romance). Siendo las cosas así, ¿por qué les cuesta tanto a algunos reconocer que los
elementos romances de un documento leonés del 980 son formas del romance leonés? Pues porque
los que no están dispuestos a dar hoy la más mínima oportunidad a las lenguas minorizadas
quieren además negarles su pasado.49

Como vemos, el mito del abolengo documental descrito por Moreno Cabrera posee
unas claras connotaciones ideológicas y no hace sino contribuir a la invisibilización y
negación de la existencia del leonés por parte del discurso hegemónico, en el que se
entremezclan componentes políticos y lingüísticos.

4.7. Las virtudes del castellano primitivo

Según este planteamiento, el castellano contaba con una serie de características que
facilitaba su adquisición por parte de los hablantes de lenguas vecinas. Se trataba de una
lengua más fácil, regular y accesible. El sistema simple de cinco vocales del castellano
moderno ha posibilitado en gran medida su extensión. Debido a la incuestionable talla
científica de Menéndez Pidal, que fue quien popularizó esta idea sobre las ventajas del
sistema vocálico castellano durante sus años de trabajo, un número considerable de
académicos, filólogos y lingüistas continúa propagando estas ideas. Reproducimos a
continuación una cita del académico Gregorio Salvador:

No me importa decir que buena parte del éxito del castellano hay que atribuírselo a sus cinco
vocales netamente diferenciadas, el sistema vocálico más perfecto de los posibles, sin vocales
mixtas ni intermedias, sin sensibles diferencias en su intensidad. (Salvador 1989 apud Moreno
Cabrera 2010: 11)

En el siguiente párrafo, recogido en la obra Orígenes del español, se presenta la


evolución del castellano como regida por un “gusto acústico más certero”, lo cual
evidencia una concepción intuicionista de la lingüística más propia del romanticismo
decimonónico. La ciencia lingüística actual no recurre a estas ideas para formular
teorías. Pidal insiste en el adelantamiento lingüístico de Castilla y en una aparente
tendencia espontánea hacia la estabilización:

48
Diario de León, 24/08/2008 (http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/es-barbaridad-historica-decir-
rozuela-fue-cuna-castellano_402688.html).
49
Ídem.

76
En otras ocasiones Castilla no sigue un rumbo lingüístico diverso de los otros territorios vecinos,
pero observamos que en ella la evolución está más adelantada. [...] Castilla muestra un gusto
acústico más certero, escogiendo desde muy temprano, y con más decidida iniciativa, las formas
más eufónicas. (Menéndez Pidal 1950 apud Moreno Cabrera 2010: 9)

Desde un punto de vista estrictamente lingüístico, la siguiente afirmación prescinde


de conceptos sociolingüísticos actuales, como el de lealtad lingüística, que explican
cómo se puede propiciar el cambio de una lengua a otra, y, a todas luces, el
adelantamiento castellano que menciona se debería a estrategia políticas y cambios de
poder a medida que Castilla ampliaba territorios (cambios en los usos lingüísticos de las
instituciones de la Corona, envío de corregidores castellanos/castellanohablantes a
zonas fuera del dominio lingüístico castellano, etc.), no a una supuesta superioridad
castellana basada en un darwinismo social injustificado. Esto evidencia el papel que
desempeñó Menéndez Pidal en la construcción del relato del nacionalismo español
castellanocéntrico: “Ciertos países muestran una orientación espontánea hacia la
estabilización más decididamente que otros. Castilla se adelanta a todos los dialectos
hermanos” (Menéndez Pidal 1950 apud Moreno Cabrera 2010: 9).

Hay que tener bien presente que la idea preponderante de Pidal es la reivindicación
constante del papel hegemónico de Castilla en la constitución del español. Para entender
la importancia de los estudios pidalianos hay que apreciar tanto la vasta obra lingüística
como el contexto sociocultural en la que se desarrolla. Menéndez Pidal consideraba que
era posible utilizar la filología para demostrar la existencia de la identidad espiritual y
lingüística española, así como la grandeza e indivisibilidad de la nación (Del Valle
2002). Esta corriente forma parte, junto con el resto de representantes de la generación
del 98, del deseo de atribuir a Castilla mayor relevancia que al resto de reinos en la
construcción de España. Se trata de una visión castellanocéntrica que ha tenido gran
impacto en el imaginario colectivo español y, por ende, en la importancia que han
tenido el resto de dialectos en la formación del español y la estima que los hablantes
albergan hacia las variedades vernáculas leonesas. No obstante, el hecho de que
participe de una ideología de carácter nacionalista no significa que forme parte de un
movimiento nacionalista concreto sino que es consecuencia del relato liberal dominante
en la época y que forma parte del clima intelectual y de la participación activa en
instituciones como el Centro de Estudios Históricos, la Real Academia o la Academia
de la Historia, los cuales desarrollaron el relato posterior que aquí describimos. Todo
ello condicionó a su vez su concepción de la lengua, determinó su posición social como

77
intelectual adecuado para establecer una lengua estándar y defender la lengua nacional,
a la que se refirió en su obra La unidad del idioma como “una de las más grandiosas
construcciones humanas que ha visto la historia” (Menéndez Pidal 1944 apud Del Valle
2002).

Los errores que cometió Pidal tienen su raíz en las ambiente educativo en el que se
crió y en los debates intelectuales que condicionaron su tiempo, en los que predominaba
la idea de definir a España y su sociedad. Cada vez es posible encontrar un mayor
número de críticas al planteamiento de Menéndez Pidal en lingüistas contemporáneos
de renombre, como es el caso de la académica Inés Fernández-Ordoñez:

Cada vez hay más pruebas de que esta expansión castellana no fue un proceso tan simple como el
supuesto por Menéndez Pidal, que dependía en exceso de sus deseos de conferir a Castilla un papel
hegemónico y director y que erigió su hipótesis solo en datos fonéticos. (Fernández-Ordóñez 2009:
8)

Fernández-Ordoñez continúa su crítica esgrimiendo el uso exclusivo de la fonética


para refrendar sus tesis, la falta de documentación previa al siglo XIII y la dependencia
excesiva de la lengua literaria:

La expansión del castellano se juzga a partir de datos exclusivamente fonéticos y se da por


probada su imposición a los dialectos vecinos a pesar de no estar documentada en la literatura
anterior a mediados del XIII ni en la documentación notarial hasta época muy posterior. Y una vez
que Menéndez Pidal da por asentado el castellano como lengua apta para el cultivo escrito a
mediados del siglo XIII, prefiere dejar de lado el testimonio de las fuentes documentales no
literarias, quizá no tan maleables a su teoría de la hegemonía castellana, y fijarse exclusivamente
en la evolución de la lengua literaria, a la que considera base constitutiva fundamental de la lengua
común. (Fernández-Ordóñez 2009: 9)

Podemos encontrar muestras de la idea pidaliana sobre la hegemonía del castellano


en la evolución de las lenguas peninsulares tanto entre sus defensores como en sus
detractores. En las tesis de los primeros, ha supuesto la tendencia a no incluir la
contribución del asturleonés ni navarroaragonés al español en sus planteamientos, de
nuevo contribuyendo a invisibilizar el leonés, de modo que no se incluye en la
investigación sobre el desarrollo del español sino que se centra en el estudio del
castellano. Los segundos, al identificar el español exclusivamente con el castellano,
consideran al español/castellano como una lengua extraña fuera de los límites de
Castilla aunque haya sido hablada allí durante siglos, entendiéndola como una lengua
invasora fuera de su dominio lingüístico primitivo. A pesar de las valoraciones sesgadas
de Menéndez Pidal, el ilustre lingüista siempre defendió que el español estaba

78
constituido por una base castellana a la que el influjo leonés y aragonés hizo que estas
últimas acabaran fusionadas con él, como así estableció en su obra Historia de la lengua
(Fernández Ordoñez 2009).

Menéndez Pidal fue un intelectual determinante en distintos campos académicos,


cuyas contribuciones –también al leonés– son de excepcional valor. No obstante, su
participación en las instituciones del estado condicionó su visión de la identidad
lingüística española. La corriente liberal dominante establecía que todas las
implicaciones del proceso de construcción nacional, realizada gracias a la actividad de
las instituciones estatales, son legítimas en tanto que producto del ejercicio de la
soberanía popular (Del Valle 2002). Esta tarea homogeneizadora realizada desde las
instituciones, no obstante, entra dentro del campo de la política. Para legitimar el
proyecto de construcción se pretende desarrollar un discurso que parezca
ideológicamente neutral a ojos de la sociedad, al estar la ciencia por encima de la
política y de la ideología.

De esta manera surge en la filología y en la lingüística la historificación del estándar


y la creación de una imagen compacta, natural y unitaria de la lengua. La obra de
Menéndez Pidal sirvió para hacer una idealización de la lengua a través de un discurso
en ocasiones muy politizado, ya que aboga por la intervención del aparato del estado en
la conducta lingüística de la sociedad de modo que “el mantenimiento de la unidad y de
la constante tendencia a la homogeneización y a la universalización depende de la
eficacia con que las instituciones del estado se ganen la lealtad lingüística de los
hablantes” (Del Valle 2002).

A través de los medios del aparato ideológico del estado nacional, esto es,
principalmente instituciones educativas, la ideología nacionalista logra alcanzar la
homogeneización de la comunidad lingüística. La estandarización impone una variedad
a la sociedad, lo cual no responde a un proceso natural de adopción:

National languages are therefore almost always semi-artificial constructs and occasionally, like
modern Hebrew, virtually invented. They are the opposite of what nationalist mythology supposes

79
them to be, namely the primordial foundations of national culture and the matrices of the national
mind. (Hobsbawm 1990 apud Del Valle 2002)50

El éxito del estándar radica en la habilidad de los filólogos y lingüísticas en legitimar


el proceso de historificación de la lengua (en el caso del español uno de los recursos es
el mito de las cinco vocales), así como en el éxito de las instituciones para alcanzar la
lealtad lingüística de la sociedad a través de distintos medios.

4.8. La conversión del castellano en español

Otra técnica de historificación de la lengua estándar es proyectarla como


inherentemente superior al resto debido a los cambios históricos que ha sufrido. En el
caso del español, a través de un proceso de construcción ideológica, se pretende
extender la idea de que las razones por las que el español tuvo éxito para convertirse en
lengua nacional hacen que posea cualidades que la sitúan en un nivel más alto frente al
resto:

Algunos de esos hablantes bilingües son quienes proponen, al referirse al idioma nacional español,
volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano, entendido como Lengua de
Castilla. Peligrosa trampa político-lingüística, para igualar los diferentes idiomas o lenguas
autóctonas y ponerlas en el mismo nivel que el del idioma nacional común, lo cual no es
razonable. (Lamela 2008 apud Moreno Cabrera 2010: 11)

En la cita de Lamela vemos cómo esta idea de lengua común se contrapone al de las
lenguas autóctonas utilizadas por determinados proyectos regionalistas o nacionalistas
periféricos. Así se determina, a través del proceso de legitimación del estándar, que la
lengua nacional en ningún caso puede ser equiparada a las demás lenguas del estado. Se
trata de una concepción muy ideologizada de la lengua. En el proceso de conversión de
castellano a español, siguiendo el hilo de razonamiento del mito, la lengua adquirió unas
características que la superpuso necesariamente sobre las demás y, al mismo tiempo, el
resto de hablas o dialectos se convirtieron en variedades vulgares dependientes del
español, ya que el español se sirvió del leonés y del aragonés en su proceso de
expansión para alcanzar el rango que actualmente disfruta.

50
Traducción propia: “Por tanto, las lenguas nacionales son casi siempre constructos semiartificiales y en
ocasiones, como en el caso del hebreo moderno, prácticamente inventadas. Son lo contrario de lo que la
mitología nacionalista pretende que sean, es decir, los cimientos fundacionales de la cultura nacional y la
matriz del espíritu nacional”.

80
A veces también se afirma que el leonés ha desaparecido por completo, a través de
un proceso de convergencia, absorbido por el español. Según esta idea, utilizando
únicamente documentación escrita, la pérdida del leonés es prácticamente absoluta ya
en el siglo XIII, lo cual entra en contradicción con lo documentado por diferentes
autores (Morala 2008: 130) y se desdeña la presencia de rasgos leoneses en los fueros
de Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes (Lamano 1915, Castro y de Onís 1916).
Atendamos a un ejemplo proporcionado por los catedráticos Juan Gutiérrez Cuadrado y
José Antonio Pascual en su obra De cómo el castellano se convirtió en español:

La disolución del leonés en el castellano se había dado en gran medida a finales del siglo XIII,
como lo demuestra el hecho de que el fuero de Alba o de Salamanca sean casi enteramente
castellanos. (Gutiérrez Cuadrado y Pascual 1995: 146)

Existe una constante en la historiografía española consistente en hacer referencia al


Reino de León con el adjetivo “antiguo”, en ocasiones con el fin de otorgar un valor
arcaico y primitivo a todo lo relacionado con su ámbito. Esto a menudo también se
traslada, de forma no neutral, al campo de la lingüística. Nótese en el siguiente párrafo
el empleo del pasado y el uso acientífico de los adjetivos “antiguo”, “vulgar” y “rural”
para referirse al leonés:

Lo que contemplamos, con las ventajas que nos da la historia, como un proceso continuado de
sustitución lingüística, no impidió que se mantuvieran inconscientemente algunos de los rasgos
residuales del antiguo dialecto –rasgos que han ido desapareciendo progresivamente a lo largo de
la historia–, que daban al castellano de los pueblos de León, Zamora y Salamanca, un aire vulgar y
rural. (Gutiérrez Cuadrado y Pascual 1995: 146)

Se aprecia cómo los lingüistas sitúan en distintos niveles cada una de las variedades
haciendo uso de adjetivos peyorativos que ya se han convertido en lugar común. A
continuación, Gutiérrez Cuadrado y Pascual (1995: 148) hacen desaparecer en época
tardomedieval al leonés de todo el reino, recluyéndolo al norte de la Cordillera
Cantábrica. Aunque se admite inequívocamente la existencia del diasistema asturleonés,
lo dividen en dos, entre en el norte y el sur del Cordal, obviando su contigüidad y su
pervivencia, no solo en época medieval, sino también hasta la actualidad:

Con la desaparición de la mayor parte del leonés –pues se conserva en las hablas asturianas, a las
que no podemos referirnos aquí– el castellano se convirtió en la lengua de los reinos de Castilla y
de León (donde el leonés, a diferencia de lo que ocurrió con el aragonés, nunca había sido lengua
oficial del reino o de parte de él) es decir en la modalidad culta de las hablas castellanoleonesas.
(Gutiérrez Cuadrado y Pascual 1995: 148)

4.9. El español como lengua común

81
El profesor Moreno Cabrera teoriza en su obra sobre la falsa dicotomía establecida
por el nacionalismo lingüístico español, cuya premisa fundamental es la exaltación de la
lengua común así como el trato desdeñoso hacia la lengua propia. Estos dos conceptos
están íntimamente relacionados y ambos precisan de una existencia recíproca. La
supuesta naturaleza unitaria del castellano conlleva la necesaria desaparición, dadas las
características inherentes a los procesos de construcción nacional, de las lenguas de sus
subunidades territoriales. De esta manera se facilita la asimilación, se acelera el proceso
de homogenización y se contribuye a la justificación de que determinadas comunidades
no forman una nación. Dependiendo de las condiciones geográficas y culturales del
territorio, este proceso se ha dado con mayor virulencia y rapidez en determinadas zonas
de España que en otras. Así, el concepto de lengua común se convierte en el cimiento
ideológico, aceptado como obvio y natural, del nacionalismo lingüístico español.

Sin hacer referencia explícita al concepto de lengua común, similar al surgido


después de la Transición, una sólida prueba de este concepto dentro del territorio leonés
es el ácido reproche que hace Santiago Alonso Garrote en un artículo titulado
Chiflandópolis, publicado el 11 de julio de 1925 en el periódico Pensamiento
Astorgano, al hilo del uso de las lenguas propias en la administración pública. El autor
ironiza en una carta cargada de endofobia, en la que también se refiere al regionalismo y
a la unidad nacional:

Lengua por lengua, dialecto por dialecto, tan bueno es el Cepedano como el Vasco, el Catalán o el
Mallorquín. La cuestión es deshacer la unidad de la patria. ¡Y viva el regionalismo! ¡Cuánto
chiflado reniega de la Lengua Española! (Alonso Garrote 1925 apud Álvarez Bardón 1955[1910]:
148)

La cara opuesta a esta concepción dominante de la lengua común la encontramos en


la crítica degradante a la lengua propia, cuyas características son opuestas a la de la
lengua común. Es decir, se trata de una lengua carente de utilidad práctica, propensa a
ser criticada, sobre la que se puede relativizar y sujeta al rechazo y a la ridiculización de
una parte de la sociedad. De nuevo, Alonso Garrote nos proporciona un ejemplo
práctico:

Ese acervo de voces dialectales generalmente refugiadas en la conversación vulgar aldeana y casi
siempre dichas con timidez por miedo a la rechifla de algunas gentes no bien halladas con las
esencias de la filología. (Alonso Garrote 1925 apud Álvarez Bardón 1955 [1910]: 146)

Estas citas evidencian la vinculación implícita entre ambos conceptos, de modo que
la exaltación o defensa de la lengua común lleva aparejada la crítica furibunda al

82
concepto de lengua propia, cuyo uso y promoción se ven como un atentado al proceso
de construcción nacional o a la misma unidad nacional.

Otra evidencia de la hegemonía del nacionalismo lingüístico español en época más


reciente en la provincia de León fueron las declaraciones, realizadas en la emisora
Radio León, del presidente de la Diputación Provincial de León, Juan Martínez Majo,
quien se refirió al uso de lenguas minoritarias en el Senado como algo “vergonzoso”
“lamentable” y “triste”. Su concepción monoglósica y monolingüe de la nación y la
evidente vinculación de sus exabruptos con el nacionalismo lingüístico español queda
patente cuando concluye que "no sé hasta cuándo se llamará España”.51

4.10. La promoción del leonés es impositiva

Partiendo de la base axiomática de que el castellano, además de haberse constituido


como lengua común, se ha convertido en una lengua global, la deducción lógica del
nacionalismo lingüístico es que su promoción responde a la lógica y a la necesidad
imperiosa de mantener esa superioridad a través de distintos medios. Así, cualquier
intento de afianzamiento del castellano es ineludible y posee legitimidad dada su
condición de lengua nacional.

En cambio, el mismo discurso propugna que el aprendizaje o uso de lenguas


minoritarias responde a la actitud antojadiza de determinados sectores cuya intención es
limitar y aislar a la sociedad. La promoción del leonés ha sido atacada desde diversos
frentes reaccionarios y a menudo se utiliza el ataque a la lengua común como
argumento. Cuando en los años 2007-2008 el Ayuntamiento de León impulsó distintas
iniciativas en un intento por promocionar el leonés, los reproches se produjeron tanto
desde las instituciones como desde los medios:

Asistimos, en estas últimas fechas, a multitud de comentarios y artículos sobre la promoción de la


lengua leonesa por parte del Ayuntamiento de León, en los que muchas de las descalificaciones
vienen motivadas por la presunta imposición de dicha lengua.52

51
Majo considera "vergonzoso y lamentable" que se permita el uso de lenguas autonómicas en el Senado.
(http://cadenaser.com/emisora/2016/03/16/radio_leon/1458139741_260643.html).

52
Apoyo a la lengua leonesa. Leonoticias, 23/10/2007
(http://www.leonoticias.com/frontend/leonoticias/Apoyo-A-La-Lengua-Leonesa-vn3175-vst232).

83
Así, se hace referencia a un supuesto ataque a los derechos individuales de los
ciudadanos, debido al carácter impositivo y excluyente de la medida. A continuación
reproduciremos las reacciones de dos partidos distintos, expresadas por sendos
representantes, ambos condicionados por el discurso del nacionalismo lingüístico
español. En primer lugar, las declaraciones de un edil municipal, miembro del Partido
de la Ciudadanía, que se refirió a la inclusión del leonés en los formularios del
ayuntamiento como “un atentado a la inteligencia de los ciudadanos leoneses y un abuso
del edil de Educación y Cultura”. 53

Más adelante se produjo un caso paradójico, recogido en la prensa escrita al hilo de


la controversia durante la misma legislatura, en el que el portavoz de otra formación
política se refirió con los términos “imponer” y “optativa” a la promoción educativa del
leonés en una misma declaración. Así rezaba el contradictorio titular aparecido en el
Diario de León: “El PB rechaza la propuesta de la UPL de imponer el leonés como
materia optativa”.54

Otra muestra de la animadversión existente a la promoción del leonés en su territorio


la encontramos en la columna de opinión escrita por Pedro Trapiello en la contraportada
del Diario de León. A raíz de la colocación de señales bilingües por parte del
Ayuntamiento de Truchas, perteneciente la comarca de La Cabrera, en un intento por
parte de las asociaciones vinculadas a la protección del leonés de dignificar la toponimia
tradicional, el incendiario columnista local escribió:

Tirolina hacia el barrancu... ya semos bilingües en León... aunque en realidad tendremos en breve
tres lenguas: una para hablar, otra para confundirnos en inglés y una más para lamer cirios, culos
(sic) y banderas.55

No sorprende, dada tal posición proveniente de uno de los opinadores más


influyentes de la provincia y en un marco de abierta hostilidad desde determinados
sectores conservadores, que las señales sufrieran actos vandálicos por parte de
desconocidos poco tiempo después de ser instaladas. 56

53
El Diario de León, 18/10/2007 (http://www.diariodeleon.es/noticias/leon/ensenanza-leones-llegara-
curso-seis-colegios-publicos-ciudad_348207.html).
54
El Diario de León, 30/08/2007.
55
El Diario de León, 12/08/2015 (http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/tonto-
tontu_1000237.html).
56
El Cabreirés, 7/08/2015 (http://elcabreires.com/vandalismo-sin-sentido).

84
CONCLUSIONES

La tesis de Fishman sobre la diglosia nos permite afirmar que el fenómeno puede ser
aplicado actualmente al caso leonés –esto es, en sentido amplio–, en tanto que una parte
de la población exhibe aún el uso de dos códigos diferenciados, al presentar
características de otras sociedades diglósicas en las que la lengua B se encuentra en una
situación de subordinación absoluta. La interpretación del concepto de esquizoglosia
que hacen algunos autores aplicado al caso de lenguas minoritarias como el corso o el
escocés es válida para el leonés por algunas de las actitudes lingüísticas que manifiestan
sus hablantes, como el autoodio y la falsa humildad descritas por Hall. Además, la
pertinencia del uso de la analogía entre los casos leonés y occitano a través del concepto
de vergonha se demuestra por la dificultad que han manifestado diferentes lingüistas del
dominio asturleonés a la hora de realizar trabajos de campo debido a la cerrazón de sus
hablantes producto de cierto retraimiento. Blánquez explicaba a principios del siglo XX
cómo realizaba su trabajo “procurando no ser visto” (Blánquez 1907: 74) en la comarca
de Aliste, hecho constatado por otros estudiosos del dominio57. Al sur de la Cordillera
Cantábrica tuvieron gran relevancia factores relativos al tipo de hábitat en el proceso de
nivelación primero y sustitución después, como la ausencia de unas barreras geográficas
que ralentizara la penetración del castellano y el grado de semejanza entre las dos
lenguas en conflicto.

La aparición de la conciencia lingüística en la Edad Media es un hecho, como así


demuestran distintas anotaciones que hacen los escribanos en textos medievales.
Consideramos, a diferencia de algunos estudiosos y a tenor de los datos ofrecidos, que
la ausencia de un glotónimo es un factor insuficiente para negar o cuestionar la
presencia de la conciencia lingüística en esta época. Aun así, existe desacuerdo entre los
expertos sobre la existencia o no de una conciencia lingüística medieval y constatamos
particularmente la oposición entre las posturas de Morala y García Arias a este respecto.
También vinculamos la pérdida de prestigio con el inicio de la castellanización, la cual
se circunscribe principalmente a los contextos escritos y sin ser absoluta, ya que siguen
apareciendo rasgos leoneses en textos varios siglos después. Además, en el ámbito de la
oralidad el leonés mantiene su vitalidad.

57
Al no obtener respuestas fidedignas, María Victoria Conde admitió haber colocado magnetófonos en
una sidrería para realizar su estudio sobre el habla de Sobrescobio (1978).

85
Por otra parte, tras haber vinculado por vez primera los conceptos de jaronismo y
sayaguesización, es pertinente observar cómo ese proceso de degradación en el estatus
del leonés tuvo implicaciones tempranas en la percepción, tanto en sus hablantes como
en los hablantes de castellano/español. Esto puede deducirse por los datos que arrojan
los estudios sociolingüísticos realizados en la provincia de Zamora, ya que, de todas las
comarcas del occidente zamorano, solo los encuestados en la comarca de Sayago
responden mayoritariamente castellano a la pregunta sobre cuál es el habla tradicional
de la zona, mostrando una negación de la realidad lingüística que tiene que deberse a la
fuerte estigmatización secular, cuyas implicaciones van más allá de lo estrictamente
lingüístico. Esto se aprecia al comprobar cómo cambian en el transcurso de un siglo las
definiciones de sayagués, término que empieza a utilizarse más adelante para referirse
genéricamente a un aldeano rudo. Además, es importante remarcar, a pesar del origen
geolectal del término sayagués, que todos los autores de cierta significación en este
género eran naturales de localidades situadas en la actual provincia de Salamanca, por lo
que los rasgos utilizados en algunos casos tenían que mostrar rasgos de las hablas de sus
localidades de origen. Así lo constataron diferentes lingüistas durante el siglo XX,
asociando los términos sayagués y charro como sinónimos en este contexto.

En última instancia, es perentorio señalar la importancia de la ideología lingüística


(en este caso, el nacionalismo lingüístico español) en el proceso de sustitución del siglo
XX, tal como ha sido descrito por Moreno Cabrera. A la hora de restar relevancia
histórica al papel desempeñado por el leonés en el contexto lingüístico español, el
nacionalismo lingüístico, distintos mitos mediante, relega al leonés a un papel
testimonial, hasta el punto de negar su existencia en algunos casos. El proceso de
construcción nacional decimonónico recurre a unos marcos para crear hegemonía que
tienen consecuencias en el discurso metalingüístico. La fuerte estigmatización provoca
que algunos habitantes del territorio leonés rehúyan del leonés como elemento
identitario, lo cual puede explicar en parte algunos procesos histórico-antropológicos de
readscripción identitaria, particularmente en el sur del dominio y en la comarca de El
Bierzo. El proceso de sustitución lingüística no se produce por voluntad propia, sino que
responde a un contexto político, educativo y cultural que es propicio para la pérdida de
la lengua. Dadas las características sociohistóricas específicas del territorio en el que se
habla, el leonés es la única lengua de España que aparece con la etiqueta seriously
endangered en el Libro Rojo de Lenguas Amenazadas de la UNESCO.

86
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El Llumbreiru

Faceira

Fundación Villalar

Fundéu, Fundación del español urgente

Furmientu

Instituto Castellano y Leonés de la Lengua

Junta de Castilla y León

Leonoticias

Sin Permiso

YouTube

95
ANEXOS

Anexo I. Mapa con las zonas del dominio lingüístico asturleonés según Julio Borrego Nieto.

96
Anexo II. La mujer denomina castellano al habla local frente a la sorpresa del encuestador (¡!).

97
Anexo III. Rasgos morfosintácticos y fonéticos claramente leoneses en el habla de la mujer
encuestada.

98
Anexo IV. Texto salido de la Imprenta Sindical de La Coruña en plena postguerra.

Anexo V. Contraste en la pervivencia de los distintos dialectos leoneses fruto de una distinta
lealtad lingüística en función de la pertenencia del territorio a un Estado u otro.

99
Anexo VI. Noticia publicada en prensa local con un listado de términos prohibidos para los
escolares de Valdefuentes del Páramo hacia el año 1960.

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