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Revista de Historia N.

0 75 • ISSN 1012-9790
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rh.75.7
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/historia
Enero-Junio 2017 • pp.209-215

RESEÑA DE LIBRO LA EDUCACIÓN EN


COSTA RICA. DE LA ÉPOCA COLONIAL AL
PRESENTE, DE IVÁN MOLINA JIMÉNEZ

David Díaz Arias ∗

Palabras clave: reseña bibliográfica, educación, historia, Costa Rica, Iván


Molina Jiménez.

Keywords: book reviews, educaction, historia, Costa Rica, Iván Molina


Jiménez.

A riesgo de parecer injusto, es posible asegurar que existen cuatro


grandes tradiciones en el estudio de la historia de la educación del país. Una
primera aproximación sería la desarrollada de manera empírica a inicios del
siglo XX por Luis Felipe González Flores.1 Impulsado por un apetito feroz por
documentar el desarrollo y la cronología de la “evolución” de la instrucción
pública, González Flores rastreó los archivos en busca de todo documento que
pudiera dar cuenta de aquella problemática, teniendo como horizonte la larga
duración. Sin duda, ese investigador se convirtió en el mayor conocedor de la
historia de la educación del país durante buena parte del siglo XX y su aporte
ha sido fundamental para cualquier otra persona que haya querido enfrascarse
directa o indirectamente con ese tema.

1 Principalmente me refiero al libro: Luis Felipe González Flores, Evolución de la instrucción


pública en Costa Rica (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1978).

Fecha de recepción: 09/03/2017 - Fecha de aceptación: 17/04/2017


* Costarricense. Ph.D. en Historia por Indiana University, Bloomington, Indiana, Estados Unidos.
Profesor catedrático en la Universidad de Costa Rica (UCR) y director del Centro de Investigaciones
Históricas de América Central (CIHAC) de esa misma casa de estudios. Correo electrónico: DAVID.
DIAZ@ucr.ac.cr

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David Díaz Arias

A finales de la década de 1970, Carlos Monge Alfaro y Francisco Ri-


vas Ríos le dieron forma a una segunda aproximación a la historia de la edu-
cación en el país, al construir un ensayo que interpretaba aquella historia en
relación directa con el desarrollo de la democracia costarricense.2 Sin el cono-
cimiento de fuentes de la experiencia de González Flores, pero con un sentido
analítico más demarcado, la tesis fundamental de Monge Alfaro y Rivas Ríos,
grosso modo, era que la democracia costarricense fue la consecuencia directa
del avance del sistema educativo.
La tercera vía de análisis de la historia de la educación la desarrol-
laría la historiadora Astrid Fischel durante las décadas de 1980 y 1990.3 Con
un instrumental teórico sumamente rico y con una imaginación investigativa
acuerpada por multiplicidad de fuentes, Fischel le dio un carácter novedoso y
remozado a los estudios sobre la historia de la instrucción. Esta investigadora
planteó una serie de preguntas que la llevaban a identificar períodos, actores
y coyunturas determinantes en su tema de estudio y a advertir diferencias,
reformas y contradicciones. Ni empecinada positivista, ni impulsora de ensay-
os interpretativos, Fischel creó una obra de historia social y estructural de la
educación que haría mella en ese campo de estudios.
En la década de 1990 y a inicios del siglo XXI aparecieron más tra-
bajos, ahora de corte más culturalista y liderados por Iván Molina Jiménez y
Steven Palmer, que impulsaron una cuarta forma de estudiar la educación.4
Evidentemente, todas esas tradiciones han tenido más colaboradores, contin-
uadores, críticos e investigadores que las ampliaron o enfrentaron, pero segu-
ramente en ellas se resumen todos esos esfuerzos.
El monumental libro de Iván Molina Jiménez5 sobre historia de la
educación en Costa Rica viene a beber de aquellas cuatro tradiciones y, al
leerlas, cuestionarlas, integrarlas y abordar nuevas fuentes y nuevos períodos,
y proponer nuevas preguntas, ha producido una quinta forma de acercamiento
a esta problemática tan fundamental para entender el país. ¿Es la definitiva?

2 Carlos Monge Alfaro y Francisco Rivas Ríos, La educación, fragua de nuestra democracia
(San José, Costa Rica: EUCR), 1978.
3 Fischel hizo múltiples contribuciones. Aquí es importante subrayar: Astrid Fischel, Consen-
so y represión. Una interpretación socio-política de la educación costarricense (San José,
Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1987) y Astrid Fischel, El uso ingenioso de la ideología en
Costa Rica (San José, Costa Rica: EUNED, 1992).
4 Iván Molina Jiménez y Steven Palmer, Educando a Costa Rica. Alfabetización popular,
formación docente y género (1880-1950) (San José, Costa Rica: EUNED, 2003).
5 Iván Molina Jiménez, La educación en Costa Rica. De la época colonial al presente (San
José, Costa Rica: EDUPUC, 2016).

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Reseña de libro La educación en Costa Rica. De la época colonial al presente,
de Iván Molina Jiménez

Esta obra abarca un período de tiempo que explora cinco siglos −va de 1580
al 2016− y está dividida en dos grandes partes, cada una de ellas integrada por
cinco capítulos.
El libro presenta en esos capítulos una serie de nuevas interpreta-
ciones sobre la historia de la educación que son sostenidas por una impre-
sionante cantidad de fuentes primarias que incluyen documentos de gobier-
no, memorias de educación, memorias de otras secretarías o ministerios del
Estado, periódicos, informes, planes de educación, decretos, leyes, censos,
estadísticas de educación, memorias personales, testimonios, presupuestos,
folletos, boletines, anuarios estadísticos y literatura. Pareciera que Molina no
dejó piedra sin levantar en busca de rastros sobre la educación en el país.
Además, la obra expone la más importante y completa reconstrucción
de datos cuantitativos sobre el sistema educativo del país y presenta un erudito
dominio de la bibliografía existente sobre la educación costarricense. Todo
este arsenal blinda al texto y lo convierte en un libro robusto que aguanta las
críticas y preguntas más disímiles y, por eso, se alza también como un trabajo
enciclopédico al que se puede acudir con confianza en busca de grandes tesis,
pero también de pequeños datos. Este libro, se podría resumir, inspecciona la
producción, expansión, crisis y cuestionamiento del sistema educativo costar-
ricense particularmente desde el siglo XIX hasta la actualidad. Es, por tanto,
un libro indispensable para entender el país de ayer, pero principalmente el
país de hoy en uno de sus principales pilares: la educación.
¿Cuáles son las principales tesis de esta obra?
Una primera y gran propuesta que aparece a lo largo del texto es la que
cuestiona la relación determinista planteada en el pasado por Monge Alfaro y
Rivas Ríos. En lugar de mirar la educación como impulsora de la democracia,
Molina propone que fue la creciente demanda de la población costarricense
por educación, la que se convirtió en el motor de impulso de esta. Para este
autor, la educación es un campo de poder en donde se pueden medir tensiones
surgidas desde los padres de familia y desde las comunidades y que se extien-
den hasta las principales esferas del gobierno.
De acuerdo con él, el principal rasgo del sistema educativo costarri-
cense ha sido la condición pública de la primaria, asentada por la Constitución
de 1869 y afirmada por la reforma educativa de mediados de la década de
1880. En ese marco, afirma Molina, “las presiones de las comunidades urban-
as y rurales por más y mejor instrucción para sus niños y jóvenes, desde antes
de la transición a la democracia ocurrida en el periodo 1889-1902, fueron
fundamentales para promover esa índole estatal, consolidada una vez que la
política empezó a estar dominada por una competencia electoral periódica,
que facilitó una conexión estratégica entre las demandas de la ciudadanía,

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los compromisos de los partidos y la gestión del Estado”.6 Esa presión de las
familias y comunidades por educación se volvió un eje central del sistema
de expansión de la educación primaria; así, la población costarricense, muy
tempranamente, asumió la educación como un derecho que podían deman-
dar del Estado. Molina concluye que “las condiciones económicas, sociales
e institucionales que favorecían la democratización del país… fueron las que
propiciaron también la expansión sostenida de la enseñanza, decisivamente
impulsada por las gestiones de las comunidades urbanas y rurales por lograr la
apertura de más escuelas públicas. La política democrática, que se configuró
entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, posibilitó que la conexión en-
tre esas demandas ciudadanas y la competencia electoral se consolidara…”.7
La educación como campo de poder se expresa también en otra gran
tesis que propone Molina al revisar la reacción de las comunidades y famil-
ias a la reforma educativa de la década de 1880. Tradicionalmente, todas las
interpretaciones que se han hecho sobre aquel conflicto han indicado que las
clases populares se oponían a la reforma liberal fundamentalmente por ig-
norancia y por obediencia a la Iglesia católica. Molina propone otra lectura;
primero, indica que el crecimiento en el acceso a la educación en la segunda
mitad del siglo XIX producía un primer conflicto al interior de las familias,
por efecto de los niños que se alfabetizaban y ganaban capital cultural frente a
sus padres. No obstante, ese enfrentamiento generacional, en alguna manera,
era sopesado por la presencia de una educación religiosa que enfatizaba en
imágenes y alentaba jerarquías que reproducían el orden. La secularización
de la educación en la década de 1880 rompió con esa estructura y supuso
un crecimiento en el nivel de tensión entre padres e hijos. De esa forma, la
reforma educativa promovió un enfrentamiento generacional al interior de las
familias que fue determinante en la manera en que los padres evaluaron e
inmediatamente se opusieron a aquel proceso. Según Molina, su evidencia
sugiere que “el rechazo a la reforma fue parcial y de índole política y cultural,
y no expresión de una supuesta ignorancia de los sectores populares”.8 Esta
tesis devuelve el sentido de “agencia” histórica a aquellas comunidades, pero
también trata de entenderlas en sus mentalidades, intentando así superar la
visión misma que desde el presente en que escribían tenían los investigadores
a la hora de evaluar la oposición a la reforma educativa liberal. Hay en eso una
lección metodológica importante de subrayar.

6 Molina Jiménez, La educación en Costa Rica…, 588.


7 Ibid, 597.
8 Ibid, 153.

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Reseña de libro La educación en Costa Rica. De la época colonial al presente,
de Iván Molina Jiménez

El siglo XX y la ampliación de la educación básica gratuita y oblig-


atoria hasta noveno año de secundaria −1973−, a pesar de la presión que im-
puso sobre las familias rurales que apenas lograban asumir la obligatoriedad
de enviar a sus hijos a la escuela hasta sexto grado,9 hizo que aquel conflicto
cultural del siglo XIX quedara brevemente zanjado, pero no desaparecido. La
secularización de la educación continuó siendo otro elemento para la disputa
del poder, porque no menguaron los intentos de quienes presionaban por de-
volver la religión a los centros escolares, hasta que lograron reincorporarla a
inicios de la década de 1940. A partir de ahí, pero con más potencia a fines
del siglo XX y en las primeras décadas del siglo XXI, Molina encuentra una
creciente influencia de la religión en el sistema educativo que incluso llegó
hasta la universidad pública.10 A ese proceso se le opone con fuerza un grupo
de académicos y estudiantes que apoyan la declaración de un Estado laico.
No queda claro en el libro, a falta de datos, cuán representativo es ese nuevo
grupo religioso o religiosamente orientado dentro de las universidades, ni si
existen lazos entre él y el sector administrativo al interior de esos centros de
estudio. El grupo más activista, el que impulsa la laicización, parece el más
visible, pero esa es una lucha que no se da dentro de los centros de estudio,
sino en la sociedad civil. Y en esa vía, esta batalla cultural; sin embargo, no
parece conducir, por el momento, a una victoria de la secularización como
ocurrió, por unas décadas, en el pasado. El libro, además, permite observar
que esas conquistas, cuando se han dado, nunca son absolutas ni están res-
guardadas de cambios en la dirección contraria.
Molina advierte otro nivel de la disputa que refiere al enfrentamiento
entre el pedagogismo que ganó cada vez más adeptos en la segunda mitad del
siglo XX y aquel modelo de enseñanza que se había practicado con anteriori-
dad y que le daba mayor énfasis al conocimiento científico del docente y a los
contenidos de la materia que a su entrenamiento pedagógico. Molina toma un
posicionamiento específico en este debate que no esconde, sino que subraya al
considerar el resultado como uno de los principales problemas de la educación
del país. Así, indica que el pedagogismo avanzó poderosamente en 1957, 1970
y 1973 y que en la Universidad de Costa Rica ese proceso se vio consolidado
con la acción directa de la Escuela de Pedagogía al dominar la preparación de
todos los estudiantes que estuvieran matriculados en carreras vinculadas con
la docencia en primaria y secundaria. Según Molina, el principal resultado
fue “que los futuros profesionales en estos campos quedaran adscritos a la

9 Ibid, 358.
10 Ibid, 576.

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instancia institucional de menor competencia académica”.11 La sentencia fue


que cada vez más se relegó el conocimiento científico por el pedagógico y que
eso se consolidó con la apertura de licenciaturas primero y maestrías después,
que se orientaban en esa dirección. Esta es otra batalla en franco desarrollo. A
la absoluta dominación del modelo pedagogista le ha sucedido un activismo
dentro de los departamentos y escuelas donde se cultivan los conocimien-
tos científicos y que aspira a desmonopolizar a las facultades de educación
públicas de su dominio sobre el contenido principal de las carreras docentes.
¿Lo lograrán? Ojalá. No obstante, ni siquiera un cambio drástico en esa vía al
interior de las universidades públicas podrá realizar grandes transformaciones
nacionales, puesto que, como lo documenta Molina, la formación de docentes,
desde hace años, está dominada por las universidades privadas.
La situación indicada tuvo serias consecuencias para la educación co-
starricense que Molina explora en detalle en los últimos capítulos de su libro.
Valdría la pena subrayar que uno de esos resultados fue el deterioro de la
imagen del docente mismo. En el campo profesional, la docencia en primaria
y secundaria fue vista por encima del hombro por otros profesionales que
incluso construían estereotipos de los maestros como malos profesionales.
Además, Molina encuentra un contraste en la forma en que las comunidades
y familias conceptuaban a los docentes a inicios de la segunda mitad del siglo
XX y cómo lo hacían a finales de esa centuria. Del maestro respetado se pasó
al docente ignorado o enfrentado y del que incluso se hacían bromas. En ese
deterioro, Molina advierte, no ayudaron los sindicatos docentes que en lugar
de tomar posición y promover un mayor conocimiento de las ciencias que en-
señaban sus afiliados, se enfrentaron y enfrentan a cualquier intento por evalu-
arlos con base en conocimientos de sus materias y condicionar su contratación
o incentivos salariales a partir de esa evaluación.
Al ofrecer datos presupuestarios desgranados por años, Molina prue-
ba que la educación costarricense experimentó dos grandes crisis durante el
siglo XX. La primera se produjo durante la dictadura de Federico Tinoco
(1917-1919) cuando aumentó el presupuesto militar frente al educativo y la
segunda ocurrió por efecto de la grave crisis económica que envolvió a Costa
Rica entre 1980 y 1982. Aquí Molina lanza otra bomba, esta vez vinculada
con la conceptualización de los gobiernos del Partido Liberación Nacional, al
indicar que fue hasta en el segundo gobierno de Óscar Arias Sánchez (2006-
2010) cuando el sistema educativo se logró recuperar de la crisis de inicios de
la década de 1980. Esta afirmación, desde luego, no deslegitima los cuestion-
amientos desarrollados por intelectuales, académicos o la sociedad civil a la
forma en que se manejó el Estado a finales del siglo XX y principios del XXI,

11 Ibid, 419.

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Reseña de libro La educación en Costa Rica. De la época colonial al presente,
de Iván Molina Jiménez

ni a los casos de corrupción asociados con esos gobiernos. Al respecto, sería


interesante seguirle la pista a la manera en que los candidatos de ese período
plantearon el tema de la educación en sus programas de gobierno. No hay
duda de que la educación pública se plantea siempre como un tema central en
los debates políticos, pero pareciera que esa discusión ha estado cada vez más
mediada por la creciente influencia de los grupos religiosos con poder político
y de las ofertas “populistas” que proponen reformas con cierto impacto elec-
toral −eliminar las pruebas de bachillerato, por ejemplo−.
El texto de Molina constituye, sin ninguna duda, el mayor aporte que
se haya realizado al entendimiento de la educación del país. No solo explora
todos los niveles educativos en perspectiva histórica, sino que integra al análi-
sis los centros privados, la educación religiosa, la experiencia por género y
etnia, el mundo de los docentes y de los estudiantes, el papel de los empresa-
rios, las reformas, las personas que influyeron en la toma de decisiones sobre
la educación, las propuestas que se descartaron y las que se asumieron, los
salarios docentes y otro cúmulo de problemáticas.
Al demarcarse en la larga duración, el libro mira con cuidado procesos
que se originaron en el siglo XIX y que han experimentado considerables
cambios o continuidades hasta hoy. Actualizado en su bibliografía y en su
perspectiva analítica, el trabajo de Molina no solo permite advertir los prin-
cipales debates nacionales e internacionales sobre la educación, sino que da
herramientas y abre temas que sería fundamental explorar con detenimiento
en el futuro cercano.
Este es un trabajo de lectura obligatoria, pero que también precisa que
se lea a la par de otro gran texto del mismo autor: Demoperfectocracia.12 Con
esos dos estudios, cualquier investigador, docente, estudiante o interesad en la
historia del país, podrá entender la construcción de la Costa Rica moderna en
dos de sus principales pilares: la educación y la lucha electoral.
No está por demás cerrar este comentario indicando que la calidad
del libro reseñado fue reconocida por el jurado del Premio Nacional a la In-
vestigación Cultural “Luis Ferrero”, que le concedió ese galardón al trabajo
de Molina en el 2016. Un premio muy merecido que coloca el listón de ese
reconocimiento en lo más alto, donde debe estar siempre.

12 Iván Molina Jiménez, Demoperfectocracia. La democracia pre-reformada en Costa Rica


(1885-1948) (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2005).

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