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Monografía
1
Algunos fundamentos freudianos de la noción de goce
Pulsión
Fue en 1905 en “Tres ensayos sobre la sexualidad” cuando Freud usa por
primera vez este término, pero desde la década de 1890 (como lo atestigua su
correspondencia con W. Fliess y el “Proyecto de Psicología”) Freud está muy
preocupado por aquello que da al ser humano la fuerza para vivir y también por
lo que le da a los síntomas neuróticos la fuerza para constituirse. Sospecha ya
que esas fuerzas son las mismas y que su desvío es lo que en ciertos casos
provoca los síntomas (esta temprana intuición será reafirmada casi medio siglo
más tarde en la elaboración lacaniana del concepto de goce) (3).
Recordemos la definición de pulsión:
Representante psíquico de una fuente continua de excitación proveniente del
interior del organismo, este sería la fuente, el fin es la satisfacción de la pulsión
o sea la posibilidad de que el organismo reconduzca la tensión a su punto más
bajo y obtener así la extinción temporaria de la misma (4).
En cuanto al objeto es todo aquello que permite la satisfacción; pero ocurre que
ésta nunca es completa ya que la tensión renace enseguida (pensemos como
ejemplo en el hambre y las sed) y porque al fin de cuenta el objeto siempre es
en parte inadecuado y su función nunca se cumple definitivamente (la descarga
pulsional definitiva no va a ser alcanzada nunca). No hay objeto que permita a
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la pulsión alcanzar su meta, pensada ésta como descarga total. Hay posibilidad
del objeto que permite el alcance parcial de la meta: la pulsión es parcial.
Freud nos dice que la pulsión es una fuerza constante, una exigencia incesante
impuesta al psiquismo por su ligazón con lo corporal (en nuestro idioma es muy
ilustrativa su raíz semántica: “pulsar”).
Lacan va a insistir en que lo propio del objeto pulsional es no estar jamás a la
altura de lo esperado, y esto nos permite describir el trayecto de la pulsión.
Imaginemos el trayecto que origina el hambre (pulsión oral). Al no alcanzar
totalmente el objeto (en el sentido de una satisfacción definitiva), al errarlo la
pulsión describe una especie de bucle, alrededor de él que la lleva de nuevo a
su lugar de origen y la dispone a reactivar su fuente, es decir la prepara para
iniciar un trayecto casi idéntico al primero, tiende a un blanco al que siempre
falla, este movimiento pulsional alrededor del objeto genera un vacío, resultado
del eterno retorno de la pulsión, vacío central y abierto que es el de la Cosa,
totalmente ajena a los retornos circulares de la pulsión (5).
Cosa
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satisfacción alucinatoria de la huella, del signo. A esa ganancia de placer,
inseparable de la experiencia de satisfacción, Lacan la llamará goce (6).
Satisfacción
Vayamos al principio según Freud, el punto de partida del sujeto, el parto del
psiquismo, es concebido a partir de la vivencia de desamparo absoluto de un
organismo inerme frente a la necesidad, incapaz de aliviarla y de calmar la
excitación interna. La incapacidad del organismo para sobrevivir lo consagra a
la muerte, sólo el otro podrá salvarlo y de ello derivará su oscura autoridad.
La acción del prójimo auxiliador permite la vivencia de satisfacción, la
Befriedigung que hace posible la sobrevivencia en la perspectiva vital y en la
perspectiva de la vida anímica se marca con la impronta de un Norte absoluto
para la brújula del deseo. El deseo, el movimiento por el cual el sujeto
reanimará constantemente el recuerdo básico de esta vivencia y comparará
todas sus aventuras y desventuras ulteriores con este presunto paraíso.
Ese estado de desamparo es el que explica el valor particular de la experiencia
originaria de satisfacción. Si se considera que un objeto ha podido venir a
apaciguar el estado de tensión ligado a la impotencia primitiva, la imagen de
este objeto no dejará de ser buscada inclusive en forma alucinatoria.
Realmente se vive por el otro, el Neben mensch (el semejante) que es a su vez
el único poder auxiliador y también el primer objeto hostil (así como satisface
también insatisface), esto va a hacer que sobre el prójimo aprenda el ser
humano a discernir, y así el complejo del prójimo se va a dividir en dos
componentes:
- uno de los cuales se impone por una ensambladura constante, se
mantiene reunido como una Cosa, una “Ding”
- el otro componente es comprendido por un trabajo mnémico, de
rememoración, da origen al juicio de la cualidad o atribución, que
permitirá distinguir lo bueno de lo malo (7), (8), (9).
4
Neben Mensch
das Ding
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dañe al sujeto; saber distinguir lo bueno de lo malo, esto será propio del yo del
cual nada hay aquí. Verdaderamente lo que satisface al sujeto a nivel de
inconsciente tiene todas las posibilidades de ser sentido como displacentero
para el yo (“ahí donde más sufres es quizás donde más gozas” dirá Lacan).
Algo más: dijimos que se trata de un goce imposible, que no hay simbolización,
o sea estamos ante lo Real, que se define por ser imposible y no simbolizable,
estamos en el fundamento de lo real, lo que estará desde el origen en el centro
de la economía psíquica del sujeto, por eso el análisis lleva hacia esto, a
encontrarnos con el agujero que dejó el objeto perdido desde siempre.
Das Ding se presenta en el nivel de la experiencia del inconsciente como lo que
hace la ley a su funcionamiento, ley absolutamente arbitraria y constituye uno
de los signos donde el sujeto no tiene garantía alguna. La Cosa nos se presta a
la atribución del bien o del mal, pues es anterior a ella. La Cosa implica para
cada sujeto un bien, “su bien singular”, un goce que desborda hacia el campo
del más allá del principio del placer. Entonces, un bien que resulta muy difícil
separa del mal que trae consigo en cuanto tal. El bien, para cada sujeto, será
aquello que le posibilite alguna cierta recuperación del goce, siendo específico
y singular para cada sujeto hablante. Y esto no circula a nivel de la
homeostasis, no se compra ni se vende, es privado, de cada quien, y no se
comparte (11).
Clínica
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Él nunca le dio nada. “Ni lavarropas tengo; supuestamente él no tenía dinero,
averigüé, tiene cuentas en bancos, bonos, compró un auto. Mire lo que es, me
caí, me rompí los dientes, no me dio plata para arreglármelos. Sospechaba de
él, hace años que no tenemos relaciones sexuales. Tendría que buscar trabajo,
independizarme de él, no lo hago, no sé qué hacer”.
Hace poco murió su madre, sufría esclerosis múltiple: “La tenía que limpiar,
bañar. Después que murió, me enteré que era adoptada. Yo sospechaba…,
después fui atando cabos”.
Cuánta sospecha, acota el admisor. A. se queda callada.
2da. entrevista
A. entra, no saluda, no entiende por qué no se va de la casa. Algo nuevo
aparece: “…me da lástima que se quede solo, pobrecito”. Una lástima que no
puede explicar. No decide, amparándose en su taradez.
-“Basta con que es una tonta, tiene que haber algo más que la ate a estar con
él”, se interviene. A. responde: “no sé, no entiendo para qué sigo estando ahí,
no me da palabras”.
-“Necesita estar con alguien que no le dé”, se le dice. Saluda con un beso, dice
gracias, y se va.
3ra. entrevista
A se siente mejor. Tiene abogado, inició el divorcio, sus hijos quieren conocer
al terapeuta” (12).
La viñeta expresa los efectos terapéuticos de una temprana intervención sobre
el circuito del goce en su carácter repetitivo: se repite la relación con un objeto
que “oculta”.
Conclusión
7
Como breve ejemplo, los dichos de un personaje de la película “Belleza
Americana” (Sam Mendes, 1999). Se trata de un joven con aspiraciones de
dedicarse a la dirección cinematográfica, mientras filma con su cámara las
imágenes de unas hojas movidas por el viento (imágenes de simple y particular
belleza) dirá:
“…a veces hay tanta belleza en el mundo que siento que no lo soporto
y que mi corazón simplemente se va a rendir…”
Podemos ubicar aquí el goce de la pulsión (escópica) rodeando la Cosa, y el
corazón que no soporta, que se rendiría (aniquilándose)) si llegara al punto de
encontrarse con das Ding (el goce imposible, absoluto, la nada).
Como ocurre tantas veces el arte nos muestra claramente algo sobre lo cual
nosotros tenemos que dar vueltas y vueltas teóricas para captar. ¿Habrá aquí
algo de nuestro goce particular como analistas en formación?
Susana Sobol
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Bibliografía
(1) Steimberg, I., Dificultades de la práctica del psicoanálisis, Homo
Sapiens, Rosario, 2012, p. 82,103.
(2) Lacan, J., Seminario VII, La Etica, Paidós, Buenos Aires, 1987.
(3) Chemama y Vandermersch, Diccionario del Psicoanálisis, Amorrortu, Bs.
As., 2004, p. 570.
(4) Freud, S., Tres ensayos de Teoría sexual, O.C., biblioteca Nueva,
Madris, 1973.
(5) Braunstein, N., Goce, Ed. Siglo XXI, Mexico, 1990, p. 44.
(6) Mariño, L.,en ¿Que será el goce?, Grama, Bs. As., 2008, p.44.
(7) Braunstein, N.,Ob. Cit,
(8) Freud, S., Proyecto de una psicología para Neurólogos, O.C.,Biblioteca
Nueva, Madrid, 1973.
(9) Lacan, J., Ob. Cit
(10) Mariño, L. Ob. Cit. p. 45
(11) Imbriano, A., Affectio Societatis n8, Universidad de Antioquía, 2008.
(12) http://saludmentalsanisidro.blogspot.com/2007/06