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maravillosa fantasía tiene un final trágico, con homicidio y suicidio incluidos: la "lección" moral
se nos antoja clara e inequívoca. Todo ello envuelto en un discurso narrativo brillante y pletórico
del ingenio típico de Wilde.
Pero donde nuestro autor realmente encontraría el éxito sería en el escenario. Ese mismo
año de 1891 estrena en Nueva York The Duchess Padua (publicada en 1883) y sale a la luz una
segunda colección de cuentos titulada A House of Pomegranates. Su primer gran éxito dramático
le llega con el estreno, en 1892 en el Teatro St. James de Londres, de Lady Windermere´s Fan. Se
cuenta que tras el aplauso del público en la primera función, el autor subió al escenario, con un
cigarro en la mano, para felicitar al público por haber admirado algo que él ya había encontrado
admirable. La crítica elogió la obra como una magnífica muestra de habilidad escénica, ingenio a
borbotones y paradoja atrevida: algo de lo que la escena inglesa había adolecido durante más de
un siglo. Al año siguiente, en 1893, se estrenaría en el Haymarket otro de sus éxitos también muy
conocidos, A Woman of No Importance, pero sería Salome la obra que le acarrearía más fama ya
que se estrena en París en 1894 (la escribe en francés) con Sarah Bernhardt como protagonista. La
negativa de Lord Chamberlain a dar el visto bueno al estreno en Londres fomentará cierto morbo
e interés especial en la obra por parte de la crítcica y los aficionados londinenses. Es su obra más
sugerente y poderosa, la que mejor encarna sus experimentos sobre la trasgresión de la
convención, la belleza del lenguaje y la plástica de la escena. Para algunos de sus adversarios, no
obstante, no pasa de ser un pastiche erótico con ribetes de revestimiento litúrgico. En 1895
estrena otros dos títulos que completarán el magnífico repertorio teatral del autor An Ideal
Husband, en el Haymarket y The Importance of Being Ernest en el St. James.
A estas alturas de su carrera, Wilde se encuentra en el cénit del éxito tanto a nivel social
como literario, pero fuera del país, sobre todo en Francia, corrían ya los rumores sobre su
“desviada orientación sexual”. En marzo de 1895, guiado por una equivocada autoestima, acusó
de libelo al Marqués de Queensberry, padre de Alfred Douglas, quien, tanto en público como en
privado, había dejado constancia de su desaprobación ante la “dudosa amistad” que su hijo
mantenía con el dramaturgo y que intencionadamente había dejado una tarjeta con comentarios
groseros e insultantes en uno de los clubes de admiradores del dramaturgo. Cuando se procedió a
la audiencia tras la denuncia, Wilde fue interrogado por el juez de forma muy dura y rigurosa y su
caso se volvió contra él procediéndose a su arresto bajo acusaciones tipificadas en la Criminal
Law Amendment Act. Fue procesado y se le encontró culpable, sentenciándole a dos años de
trabajos forzados. El juicio dio lugar a todo tipo de opiniones y publicidad negativa para el artista.
Se le difamó, se le insultó y se le crucificó por la prensa popular antes de que se le declarara
culpable. Incluso, en sus breves períodos de libertad bajo fianza se le denegaba la admisión en
hoteles y restaurantes. La clase media sintió su moral amenazada y se prestó al juego de la
descalificación fácil. Los artistas siempre habían generado sospechas sobre su ligereza moral y su
tendencia inveterada a aceptar el vicio como parte integrante de un comportamiento normal.
Tampoco habría que descartar la envidia que suscita el genio y el artista. Wilde lo era y pagó muy
caro la ostentación pública que hacía de ello. El artista que una vez había sido admirado y querido
y al que se le habían perdonado todas sus excentricidades, incluso sus trasgresiones, había
subestimado a sus adversarios e infravalorado a sus seguidores, quienes tampoco le perdonaron su
osadía de confesar su homosexualidad en público. Al descrédito social y profesional, hubo que
añadir la ruina moral y la quiebra económica, de tal modo que el Wilde que sale de la cárcel de
Reading en 1897 es ya sólo una sombra de lo que fue. Durante su encarcelamiento escribió De
Profundis (1905), un estudio psicológico rayano en el documento plástico sobre su conversión
espiritual, un análisis desnudo del sufrimiento bajo una perspectiva religiosa. La crítica ha estado
dividida con frecuencia sobre la interpretación que hay que darle: algunos lo juzgan como un
alegato sincero y a la vez patético que demuestra su conversión y arrepentimiento; otros, no
obstante, lo encuentran empalagoso, teatral, hipócrita y pretencioso.
Tras su liberación, muchos de sus antiguos amigos le abandonaron pero otros, muy pocos,
lograron reunir el dinero suficiente para que pudiera abandonar Inglaterra e irse a Berneval en
Francia. Allí vivió bajo el nombre de Sebastian Melmoth y escribió su famosa composición The
Ballad of Reading Gaol (1898). Su esposa murió ese mismo año y él se volvió más arisco y tosco
influenciado por sus desagradables experiencias en la cárcel pero consiguió mantener parte de su
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ingenio. La anécdota que se cuenta sobre cómo se encaró a la muerte tras ofrecérsele un vaso de
champán resulta muy reveladora: "I am dying beyond my means", se dice que dijo en tono
irónico. Tras contraer una meningitis cerebral y ponerse a bien con la Iglesia Católica, murió en el
Hotel d'Alsace en París el 30 de noviembre de 1900.
Arthur Ransome en su biografía crítica admite que la influencia de Wilde en la literatura de
aquel momento fue incalculable: ""for his attitude in writing gave literature new standards of
valuation, and men who would indignantly deny that their work was in any way dictated by Wilde
are writing under their influence." Su fama fuera de Gran Bretaña es extraordinaria, y su obra se
ha traducido a la mayoría de los idiomas más importantes. Resultaría muy difícil saber qué parte
de esa fama se debe al mérito literario y cuánto a su estilo de vida frívolo y escandaloso para la
época. Es probable que su celebridad se deba tanto al "succes de scandale" como al "succes
d'estime". En cualquier caso, nadie le niega un lugar de honor en la historia de teatro británico.
Excluyendo a A. W. Pinero pocos eran los que destacaban en los escenarios de fin del siglo. Sus
obras llenaron un hueco que tanto la crítica como los aficionados entendían vacío. A él no le
interesaba el teatro ibseniano de moda en aquel momento, tampoco quería utilizar el escenario
como tribuna para la elucubración o la filosofía profunda; era suficiente su ingenio chispeante y
burlón, su afición a la ironía y a la paradoja, y su debilidad por las frases rimbombantes y los
proverbios punzantes como: “Nothing succeeds like excess”, “I can resist everything except
temptation”, “Always forgive your enemies, nothing annoys them so much”; o aquella frase
lapidaria que se dice espetó al oficial americano de aduanas cuando a sus 26 años visitó el país “I
have nothing to declare, except my genius”. Y sobre todo hay que reconocerle una maestría
inigualable en el dominio del discurso lingüístico: tanto en prosa como en verso era meticuloso,
detallista, un artesano que busca los efectos, el colorido, lo exótico y coquetea con alegría con la
trasgresión y lo prohibido. En cierto sentido, su vida y su talento se mezclaron en un extraño
crisol donde no le resultaba fácil distinguir la realidad de la fantasía. Su amor por lo genuino y lo
sincero, por la belleza artificial y las pequeñas cosas de la vida le llevaron a formular su famosa
teoría del “art for art’s sake” pero se equivocó al suponer que sus seguidores le apoyarían incluso
en sus apuestas más arriesgadas. En el tema de la hipocresía victoriana apostó fuerte y perdió. Su
caída en desgracia suele relacionarse con esa idea tan extendida de que la sociedad victoriana
podía soportar al genio o al excéntrico pero no a los dos a la vez. André Gidé, en Argelia en 1895,
escribió sobre él un juicio memorable que encierra una gran verdad: "“Would you like to know
the great drama of my life? It is that I have put my genius into my life -I have put only my talent
into my works.”
Otros trabajos de Oscar Wilde no mencionados arriba:
Ravena (1878)
Vera or the Nihilists (1880)
The Sphinx (1894)
The Sainte Coutinase or the Woman covered with Jewels (1905)
A Florentine Tragedy, (1908)
For Love of the King (1922)
Bibliografía
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1. Su obra literaria
O’Casey inicia su actividad literaria con dos obras que hoy resultan prácticamente
desconocidas y que fueron rechazadas por el Abbey Theatre: Songs of the Wren (1916) y The
Story of the Irish Citizen Army (1919). Pero a la tercera fue la vencida y le llega el éxito esperado
con el primer título de las denominadas The Dublin Plays, una trilogía [The Shadow of a Gunman
(1923), Juno and the Paycock (1925 y The Plough and The Stars (1926)] que tiene muchos
rasgos en común: utilizan a Dublín como referencia permanente, la guerra como tema de
denuncia y el punto de vista del morador del suburbio. Como fondo, los años violentos con la
independencia como objetivo que van desde 1913 hasta 1922. La frase famosa de Yeats, “a
terrible beauty was born”, servirá de trasfondo poético a la lucha de los personajes que suelen
obedecer al tópico del momento: la mujer entregada y altruista que simboliza a la madre-Irlanda,
el hombre orgulloso y egoísta. Aunque concebidas como comedias, tienen ingredientes trágicos
que las convierten en tragicomedias y una caracterización muy dura con rasgos simbolistas y
expresionistas que las hacen muy del gusto del público de la época, altamente sensibilizado por
los temas que tratan. Con esta trilogía logra revivir la tradición y los mitos al estilo de Synge y
ensalzar algunos aspectos del carácter nacionalista irlandés. A pesar de todo, muchos críticos
consideraron que trataba de forma poco favorable la lucha nacionalista y se percibe cierto
descontento que degenerará con los dos títulos siguientes, especialmente con The Plough and the
Stars en 1926, en serias revueltas callejeras. En estas todavía no queda muy clara la postura del
autor con respecto a la Iglesia católica como institución social y política y al comunismo como
solución a los problemas sociales del país. El éxito fue tal que la vida del O’Casey autodidacta,
desempleado y empobrecido cambió radicalmente hasta convertirse en una celebridad en Dublín.
No sólo esto sino que consigue estrenar varias de sus obras en Londres y en EE.UU.
The Shadow of a Gunman (1923) nos presenta a un Shields egocéntrico que resulta
incapaz de ver cómo Minnie Powell es capaz de entregar su vida para salvar a Davoren, un poeta
exaltado caracterizado como un patriota. June and the Paycock (1925) es la obra mejor construida
de la trilogía y la más conocida de O’Casey. Juno Boyle es el personaje femenino que cuadra
perfectamente con el ideal de mujer del irlandés de la época: sabia, prudente y entregada a la
causa de la familia. Se le puede comparar con Cathleen ni Houlihan cuando decide sacar a su hija
embarada del caos en el que se encuentra sumida debido a un marido irreflexivo e incoherente y a
las vivencias de la Guerra Civil. Ciertos pasajes de la obra como la defensa que se hace de la
víctima en lugar del héroe, la exposición de una bandera tricolor en un pub, la escena de la
prostituta y la aparente ridiculización de los que habían tomado parte en la sublevación de “Easter
Rising” causaron varias revueltas callejeras. En The Plough and the Stars (1926) los únicos
personajes realmente heroicos son las mujeres que sufren las locuras y finalmente la muerte
durante los sucesos del “Easter Rising”. Al igual que con la anterior, se van a suceder revueltas
callejeras cuando se estrena en el Abbey en 1926.
Poco después, decepcionado por lo que él juzgaba como rechazo a su teatro, por la
negativa repercusión que su crítica a otros dramaturgos había producido y por la oposición de la
directiva del Abbey a escenificar su siguiente obra, O’Casey abandona Irlanda y se convierte en
residente permanente en Inglaterra. Antes de iniciar su segunda etapa, O’Casey prueba con dos
obras fantasiosas que no fueron del gusto del público: The Robe of Rosheen (ahora perdida) y
Kathleen Listens In (1923). En ambas prima la fantasía y el simbolismo, y significaron el fracaso
necesario para que el autor se pusiera a trabajar en obras más realistas, en parte por consejo de
Yeats y en parte también porque él entendió que eran más del gusto del público. En cualquier
caso, el éxito de la trilogía le había proporcionado una situación lo suficientemente holgada como
para no preocuparse del dinero y le permite iniciar ciertos experimentos técnicos arriesgados. El
mismo gustaba autodenominarse como “an experimental dramatist” y a los dos títulos siguientes
se les va a conocer como The Experimental Plays.
The Experimental Plays en donde se incluyen The Silver Tassie (1929) y Within the
Gates (1933) representan una forma nueva de entender el arte dramático insistiendo mucho más
en las formas expresionistas y simbolistas. O’Casey se hace eco del expresionismo alemán que
tanto éxito estaba cosechando en Europa en esos momentos pero que no iba a ser bien visto en
Dublín. El Abbey Theatre había rechazado ya The Silver Tassie por considerarla “too abstract” y
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el autor, como ya hemos apuntado, se iría definitivamente a Londres a promocionar sus obras y a
quedarse como residente. Allí encuentra a Bernard Shaw y a la que sería su esposa, la actriz
irlandesa Eileen Carey Reynolds, con la que se casará por la Iglesia católica en 1927. Londres se
convierte así en su taller de trabajo y en su residencia.
The Silver Tassie es un drama de marcado carácter expresionista. La acción se inicia en
una habitación en casa de los Heegan (Silvester y su mujer) con unos amigos reunidos para
despedir a los soldados que se van a la guerra tras ganar un partido en el que se disputaba The
Silver Tassie. Al fondo la primera guerra mundial, las trincheras al norte de Francia, el frío, la
lluvia, el lodo, el ambiente desolador de violencia y muerte. En el acto III vemos reunidos a
varios de los amigos del principio convalecientes de sus heridas de guerra en un hospital: Teddy
ha quedado ciego, Harry paralítico. El acto IV se desarrolla en los salones de un club de fútbol.
Los soldados héroes se enfrentan, a su vuelta, a la dura realidad: más que héroes son víctimas de
sus propias discapacidades físicas. La sociedad termina olvidándose de su arrojo y entrega. A
Harry le abandona su novia y vive atormentado: al contemplar a sus excompañeros bailar y
divertirse no puede por menos de expresar sus sentimientos de forma brutal y terrible. La estampa
de Teddy y Harry abandonando la escena apoyados uno en el otro resulta de una gran carga
trágica. Esa es la cruda realidad: representan los despojos de la guerra. El honor, el arrojo han
quedado relegados. Hay que volver a a aprender a vivir cada uno con sus propias mutilaciones.
El tema esencial del drama es mostrar de forma realista los horrores de la guerra: los
soldados mutilados, las ruinas de un monasterio bombardeado, los restos macabros de un crucifijo
en trozos, un soldado atado a una rueda y la estatua de una virgen blanca, hierática y pálida. Son
los recursos expresionistas magníficamente utilizados por O’Casey. No aparecen combates donde
se pueda mostrar el coraje o el valor, ni el tributo al héroe romántico con sentido del honor. Sólo
ruina, miseria y muerte. La lectura final sería que el individuo no gana estatura heroica en el
combate, la guerra es un sinsentido donde todos pierden y el soldado va engañado a defender una
causa que no es la suya.
Confiado en las posibilidades que el expresionismo ofrecía al teatro se pone a trabajar
después en Within the Gates (1933), una obra ya mucho más universal y mejor conseguida que las
anteriores. Los problemas dublineses y los temas irlandeses se diluyen. El argumento es
multidireccional. Temas sociales, religiosos, sexuales, políticos y científicos se entrelazan. Al
fondo un cuadro completo del Londres de la época y de la sociedad de aquel momento.
Técnicamente se consigue una magnífica mezcla de simbolismo y realismo que da los frutos
esperados. Consta también de cuatro actos que responden a las distintas estaciones y a los
diferentes ciclos del día y la noche. En el transfondo se quiere crear una cierta dependencia del
ritmo cósmico y una poderosa simbología cargada de significado: el canto de un pájaro, el brillo
del sol, la música y el baile tienen significado propio relacionado con acciones humanas. La obra
tiene lugar en Hyde Park por donde desfilan ante una joven prostituta que se está muriendo
personajes varios de la sociedad del momento: un soñador, un poeta, un ateo y un obispo, padre
de la prostituta, cada uno convencido de que su versión de la verdad es la única para conseguir la
salvación eterna. Los momentos mejor conseguidos los protagonizan The Bishop, The Dreamer
y The Young Woman. Ésta, la hija ilegítima del Obispo, se ha visto forzada a convertirse en
prostituta. Por un lado disfruta de la libertad, el sexo y la juventud pero, por otro, le aterra la
condenación eterna que le espera por haber sido una oveja descarriada. Tanto el Obispo como el
Soñador tratan de ganarla para una mejor causa, el uno se comunica con Dios a través de la
oración y el arrepentimiento; el otro a través de la canción y la danza. La obra suscitó una gran
polémica debido a lo que tenía de irreverente, a veces incluso, de blasfemo. En Boston fue
prohibida alegando estos motivos. En el fondo, reconocemos que ciertas alusiones a nuestro
subconsciente religioso resultan profundamente embarazosas. En realidad, la obra no ataca la
religión ni el sentimiento religioso sino más bien a la Iglesia como institución que, con el tiempo,
se ha ido alejando de las doctrinas genuinas de Cristo. Técnicamente, representa un triunfo de los
maravillosos trucos expresionistas de O’Casey y de la alta potencialidad de que dispone el arte
escénico, tan bien lo hizo que logró entusiasmar a Alfred Hitchcock para que la llevara a la
pantalla, aunque al final el proyecto no cuajó.
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A partir de este momento las obras de O’Casey pueden dividirse en dos grupos. Por un
lado, aquéllas que tienen que ver con el comunismo; por otro, aquéllas que tienen que ver con el
mundo de la fantasía y el ritual.
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Purple Dust (1940) es la primera de estas obras. Dos hombres de negocios ingleses se
apuntan a vivir en la quietud de una zona rural irlandesa. Se hacen con una gran mansión y se
trasladan a vivir allí con sus respectivas amantes irlandesas. Pronto surgirán las diferencias entre
el refinamiento cultural de estos dos londinenses y la rudeza de sus amantes y de los campesinos
que le rodean. El choque será inevitable y la ruptura con las amantes que han cambiado sus
preferencias por otros se hará necesaria, por lo que los hombres de negocios aceptan la derrota y
se vuelven a Inglaterra. Estos han sido caracterizados como amantes burlados y engañados y se
dedican a lamentarse de su mala suerte. Los personajes irlandeses están mejor caracterizados. Se
trata de una de las comedias más jocosas de O’Casey y en la que ataca poco al clero. Sin
embargo, el detalle de dos muchachas irlandesas prostituyéndose por dinero y además con
caballeros ingleses era demasiado como para que se permitiera la escenificación en Dublín.
Cock-a-Doodle Dandy (1949) era la obra preferida del autor y la que mejor define sus
puntos de vista sobre Irlanda en particular y sobre la vida en general. En la casa de un campesino
ocurren cosas extrañas que parecen pensadas por el maligno y llevadas a cabo por un gallo. El
párroco viene a casa a exorcizar el mal y para ello necesita un culpable: será una joven llena de
vida y de juventud a la que fuerza al exilio. La obra es simbólica. Se trata de la continua lucha
llevada a cabo por los que se creen en posesión de la verdad para amargarle la vida a los que
quieren disfrutar de ella. El gallo simboliza la alegría, el coraje, el éxtasis sexual y la vida plena.
El párroco, por el contrario, simboliza la negación, el autocontrol, la auto-inmolación y el
sacrificio inútil.
Los protagonistas clericales continúan en su próximo drama, The Bishop’s Bonfire
(1955). El argumento se basa en el recibimiento clamoroso que recibe un Obispo que regresa a su
pueblo natal. Para celebrarlo, los caciques del pueblo deciden hacer una gran hoguera donde van a
quemar todos “los libros inmorales y los cuadros deshonestos”. La obra se recrea en los
preparativos para ese acontecimiento y en dos sub-argumentos donde priman los líos de faldas,
los votos religiosos y los crímenes pasionales. En realidad, no es una obra que despierte un gran
interés ya que degenera pronto en melodrama. Promete mucho en sus inicios pero poco a poco se
va convirtiendo en algo innecesariamente brutal y poco verosímil.
The Drums of Father Ned (publicada en 1960) fue retirada del cartel del Festival de
Teatro de Dublín en 1958 una vez que había sido aceptada ya para su producción. Tampoco es
una gran obra pues se mezclan aspectos tan dispares como la fantasía, la farsa, el melodrama, la
sátira, el simbolismo, el realismo, el baile, la música, etc. En cualquier caso, tanto los brochazos
de realismo como las situaciones exóticas y fantasiosas son características propias que suelen
convivir con éxito en el teatro de O’Casey, hasta el extremo que muchos críticos han juzgado a la
figura de nuestro dramaturgo como el ejemplo más conspicuo, el que consiguió evitar con obras
de este cariz que el teatro irlandés se bifurcara entre lo realista y lo exótico. Ciertamente, resulta
una mezcla muy dispar que imposibilita la creación de situaciones verosímiles. Aunque no en este
caso, pero O’Casey muchas veces lo consigue. Otros títulos de menor entidad que están en una
línea parecida son Hall of Healing y Time to Go (ambas estrenadas en Nueva York en 1952),
Behind the Green Curtains (1962) y Nannie’s Night Out (1963).
No debiéramos concluir sin antes mencionar que O’Casey no fue sólo un gran dramaturgo
sino que también cultivó el relato corto. Entre los títulos más significativos merecen mencionarse
los siguientes: Windfalls (1934), The Flying Wasp (1937). The Green Crow (1956) y Under a
Colored Cap (1963) recogen sus críticas teatrales. Lo más importante, sin embargo, son sus
crónicas sobre la vida y su tiempo en 6 volúmenes. Se trata de documentos con muchos relatos
autobiográficos en los que prima la denuncia contra la pobreza, y la idea del fracaso y el éxito mal
entendidos. Comienza a publicarlos en 1939 y el último de ellos aparece en 1954. En 1956
aparecen en EE.UU. bajo el título Mirror in My House y en Gran Bretaña en 1963 bajo el título
Autobiographies. Sus cartas desde 1910 hasta 1941 aparecen editadas por David Krause y
publicadas en dos volúmenes (el 1º en 1975 y el 2º en 1980).
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Bibliografía
IV. 5. El absurdo ¿irlandés? De Samuel Beckett. (Se verá en Lit. Inglesa s. XX)
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A. La segunda mitad del siglo: La poesía con Seamus Heaney como
personalidad más sobresaliente.
En lo que a poesía se refiere, siendo Irlanda un país de poetas, la lista está muy bien
surtida. Existen nombres muy representativos de la generación inmediatamente posterior a Yeats
como Austin Clarke (Dublín, 1896-1974), Francis Ledwige (1891-1917), Cecil Day-Lewis
(1905-1972), Patrick Kavanagh (Inniskeen, Monaghan, 1906-1967), John Hewitt (Belfast,
1907-1987), Louis MacNiece (Belfast, 1907-1973). Entre los que nacen a partir de los años ’20,
es decir con posterioridad a la guerra civil, habría que mencionar a Richard Murphy (Galway
1927- ), Eithne Strong (1927- ), Thomas Kinsella (Dublín, 1928- ) y John Montague
(Brooklyn, N.Y. a los 4 años se va a Tyrone 1929- ) que han significado un punto de despegue
brillante para la poesía irlandesa del siglo XX pero, posteriormente, han surgido otras figuras más
jóvenes como Seamus Heaney (Mossbawn, Derry 1939- ), Michael Longley (Belfast 1939- ),
Dereck Mahon (Belfast 1941- ), Paul Durcan (1944- ), Brendan Kennelly (1946- ) Ciaran
Carson (Belfast 1948- ), Tom Paulin (Leeds, Ingl. a los 4 años se va a Belfast 1949- ), Paul
Maldoon (Armargh 1951-), Paula Meehan (Dublín, 1955) y Nuala NíDhomhnáill [(Inglaterra
1952, (vive en la zona de Kerry y Dingle)] que, tanto desde Belfast como desde Dublín, han
inyectado una vitalidad nueva a la poesía de aquel país y han obligado al Norte y al Sur a
compartir una preocupación estética común: el paisaje, la pertenencia a una tierra y a una cultura
común. Una sensación cada vez más extendida de que comparten una misma historia, un similar
orgullo nacional y, sobre todo, un destino común que tendrán que aprender a administrar juntos.
Son los encargados de proyectar la sensibilidad de una poesía nueva primero hacia Inglaterra y
después a Europa. Y lo harán con gran éxito. La concesión del Premio Nobel a Heaney en 1995
es buena prueba de ello. Muy conocidas en este empeño son también las poetisas Eiléan ni
Chuilleanáin (1942- ), Mebdh McGuckian (Belfast 1950- ), Paula Meehan (Dublin 1955- ) y
Eavan Boland (Dublin 1944- ).
Eavan es sin duda una de las poetisas más sobresalientes de Irlanda en los últimos
años. Hija de diplomáticos, su familia vive en Londres y Nueva York hasta que ella es una
adolescente. Siempre se ha referido a esa ausencia de Irlanda como un exilio penoso. Completa su
educación secundaria y universitaria en Dublín estudiando Inglés y Latín y dará clases durante un
tiempo en Trinity College. Su objetivo al elegir la poesía como medio de expresión ha sido
siempre buscar el sitio que le correspondía en Irlanda: como mujer, como esposa y como madre.
En muchos de sus poemas somos conscientes de que sus preocupaciones poéticas giran en torno a
la identidad femenina: explora qué significa ser mujer en Irlanda, madre y esposa y deja que
voces del pasado traumático irlandés invadan su realidad. Su idea esencial es “to bless the
ordinary, sanctify the common”. Suele haber coincidencia entre la crítica de que lo ha conseguido
con creces. En sus dos volúmenes, publicados recientemente, Outside History (1990) y In a Time
of Violence (1994) demuestra una nueva conciencia sobre el país, un toque femenino de vitalidad
con una nueva esperanza para Irlanda:
We will live, we have lived an evening bitter with peat smoke,
where language is concealed. Is perilous. where newspaper sellers shout headlines
We will be - we have been - citizens and friends call out their farewells in
of its hiding place. But it is too late a city of whispers
to shut the book of satin phrases, and interiors where
to refuse to enter the dear vowels Irish Ireland ours are
absorbed into Autumn air....(Beautiful Speech)
Muchos de los citados arriba son nombres de gran prestigio y muy conocidos y estudiados
como Day-Lewis, Kavanagh, MacNiece o Kinsella, pero, sin duda ninguna, el que más interés ha
despertado es el nombre de Seamus Heaney. Aunque nacido en el Ulster se le considera (y él
también se considera a sí mismo) más irlandés que británico. Como apunta Vance: “Heaney, born
of Catholic stock in Co. Derry, Northern Ireland, has reflected wryly on his curious status as an
Irish, not British, English poet. He has drawn inspiration from Wordsworth, Hopkins and Ted
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Hughes as well as from Celtic Ireland...” (Norman Vance, Irish Literature, Oxford: Blackwell,
1990, p. 14). Es otro de esos grandes nombres que se disputan tanto irlandeses como ingleses,
pero él huye de los credos e ideologías y cuando a principios de los sesenta quieren etiquetarlo y
forzarlo a posicionarse políticamente abandona Irlanda del Norte y se va con los suyos a vivir a la
República de Irlanda. Más aún, cuando en 1982 se le incluye en The Penguin Book of
Contemporary British Poets, él mismo se encarga de aclarar en An Open Letter (1983) que “My
anxious muse ... has to refuse/ The adjective concluding ‘British’, no, the name’s not right”. Esta
afirmación escueta nos da una idea de cuán claro tiene él el concepto de lo irlandés, es decir, el
norte y el sur juntos, no necesariamente frente a lo británico pero sí paralelo al mismo. Aceptado
esto, podríamos decir que se trata del poeta irlandés más respetado y conocido de las últimas
décadas. Sus experiencias infantiles en el Ulster marcarán toda su producción poética desde sus
primeras publicaciones en la revista de la facultad, bajo el pseudónimo de Incertus, pero sus
planteamientos estéticos van más allá del provincianismo del Ulster. Algunos de sus adversarios
le han echado en cara que utilice el inglés en vez de alguno de los dialectos que él conoce y que
revestirían su poesía de más autenticidad pero esto es precisamente uno de los aspectos que le ha
convertido en una figura universal. Ha viajado ampliamente y, aunque la plástica poética es
irlandesa, el fondo habría que buscarlo en la mitología de la Grecia Antigua, África, y
naturalmente en el mundo anglosajón y celta. Rastreamos en su obra una mezcla interesante de
referencia localista e internacional, un deje de experiencia personal pero también universal.
Hijo de familia numerosa (9 hermanos) de granjeros, católico de nacimiento y convicción, se
crió en el Ulster rural y aquellas vivencias las evocará con gran vigor plástico en sus poemas. En
el discurso de aceptación del Premio Nobel recordaba su infancia con estas palabras “Yo era el
hijo mayor. Vivíamos todos en tres habitaciones. En una casa pequeña, típica de esa zona de
Derry. Estábamos completamente apartados, intelectual y físicamente, del mundo exterior.
Vivíamos una existencia íntima en la que los ruidos de la noche se entremezclaban con la
conversación de los adultos en la cocina, el sonido de la lluvia o el de los caballos en la cuadra
(ABC, 8-12-95, p. 46).
Muy pronto cambiará la pala por la pluma como confesará, en plan metafórico, en su poema
“Digging”. Sus antepasados cavaban con la pala, él cavará con la pluma pero en el mismo suelo.
Allí va a buscar algo que le mantenga vivo, de ahí su aspereza verbal, su primitivismo, su
referencia telúrica. En sus primeras obras muestra una estética antropológica, una
interdependencia con el hábitat y el paisaje que hacen de su poesía algo entrañable: el canto por
excelencia al vientre del surco y a la humedad del pantano. De ahí su primer título Death of a
Naturalist (1966). Sigue la llamada de la tierra, con una clara vocación testimonial y se refugia en
la naturaleza, en las raíces, en los orígenes de un pueblo con una historia violenta. La tierra y la
frontera (interior y exterior) serán dos referencias estéticas obligadas en su obra. El vigor poético
recarga su energía en la tierra e intenta armonizar las divisiones y dar cohesión a las tensiones
centrífugas. Sacraliza lo vulgar y se inspira en la vena mística de la poesía. Hace poco en una
entrevista confesaba “Yo suelo decir que la poesía no es la música del alma, sino el silencio de
una inteligencia que ha ido formándose en el mundo, hasta transformarse en espíritu capaz de
cantar libremente” (ABC, 6-10-95, p. 66).
Su poesía está impregnada del pasado y la cultura irlandesa pero a la vez está condicionada
por la soledad y el miedo en el que ha vivido la comunidad del Ulster desde la partición. En su
andamiaje poético encontramos vestigios del pasado violento y huellas (celtas, vikingas y de los
colonos británicos) que conducen a la desgarrada historia contemporánea irlandesa y a sus
actuales conflictos políticos y religiosos. La metáfora de una cultura dividida a su pesar está
siempre presente. Su trasfondo poético suele ser trágico, siempre violentado por las continuas
confrontaciones pero la belleza se asoma de la mano de un lenguaje rico y preciso, con el
colorismo de las voces regionales y la frescura lingüística de las expresiones localistas. Sus
versos son crudos y directos, sinceros y líricos pero empañados con frecuencia por la convulsión,
el desgarro y el desasosiego. Es el poeta de la Irlanda campesina y rural pero también de la
Irlanda del conflicto. En su memoria poética permanecen grabadas la mitología, el paisaje y la
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historia celta pero también el absurdo de la violencia y la confrontación fratricida. A pesar de
todo no puede considerársele como un poeta localista, sus temas son universales y sus
preocupaciones trascienden la realidad irlandesa. Allá en el fondo siente que sus lealtades se
encuentran divididas de ahí que escriba “El irlandés es mi lengua nacional, el inglés mi lengua
materna” (ABC, 6-10-95, p. 19). El inglés es para él su lengua materna y su herramienta de
trabajo pero también un símbolo de opresión y de dominio para un escritor como él que siente a
Irlanda en lo más profundo de su ser.
Ganador del Premio Nobel en 1995, se ha convertido en una de las figuras poéticas
irlandesas más universales y en el referente poético más sólido desde la muerte de W.B. Yeats. El
Nobel significó sólo el punto culminante de una carrera llena de éxitos y premios entre los que
habría que destacar los siguientes: el Sommerset (1968), el Denis Devlin (1973), el American
Irish Literary Award (1973), el Duff Cooper Memorial Prize (1975) y el Whitebread (1987).
Curtido en el mundo sencillo del campesinado, con fuertes creencias de católico convencido, se
integra en la vida cultural de Dublín pero sin dejarse arrastrar por los grandes mitos de su tierra
chica. Como ya apuntamos, no habrán de ser Joyce o Yeats (rastreamos esporádicas influencias
de éste) los que necesariamente guíen sus posicionamientos estéticos, aunque el “mordisco
ancestral de subconsciente” que Stephen Dedalus siente en su carne va a aparecer también en
Heaney. Las imágenes violentas y agresivas de muchos de sus poemas nos llevan a la mitología
de su pueblo, a la humedad de la tierra y del paisaje, a la tensión de la belleza y la tragedia.
Desde 1962 se dedica a la enseñanza. Profesor en varias universidades de prestigio
(Berkeley, Harvard y Oxford) observamos en su producción poética una inercia didáctica de la
que no puede librarse. Pero ello no perjudica la reflexión ni la creación. Su obra es amplia y
variada. Es principalmente poeta pero cultiva también el ensayo e incluso el teatro. Entre sus
colecciones más significativas convendría destacar los siguientes títulos: Death of a Naturalist
(1966), Door into the Dark (1969), Wintering Out (1972), North (1975), Field Work (1979),
Station Island (1984), The Haw Lantern (1987), Seeing Things (1991), A Collection of Critical
Essays (1993) y The Redress of Poetry (1995). Los dos primeros tienen claros tintes
autobiográficos. Heaney se muestra allí fiel a la tierra de sus antepasados. Hace suya la imagen
del pantano, esponjoso y húmedo, que consume y corrompe pero también preserva secretos y
complicidades, como una metáfora del subconsciente colectivo del pueblo irlandés. En Wintering
Out y North, abandona ya la descripción de un mundo físico y explora el laberinto político
irlandés y el pasado de ensueños deteniéndose en las sagas vikingas y en los sucesos gloriosos de
la historia. Son libros más densos, llenos de tensión, a veces como el propio autor ha admitido
“partiendo de posiciones encogidas, derrotadas”. Las colecciones siguientes como The Haw
Lantern y Seeing Things revelan aspectos más complejos de su producción. Son colecciones más
fragmentadas donde los poemas adquieren autonomía. Irlanda vuelve a ser aquí no sólo un
recuerdo sino también una vivencia apasionante. Los poemas son más líricos que épicos. Resultan
más misteriosos, más simbólicos y visionarios. Asistimos a una poesía cada vez más determinista.
Las señales que recibimos hay que interpretarlas y descifrarlas. Son de una extrema levedad.
Heaney se propone un reto: exprimir belleza a la prosaica existencia del mundo contemporáneo y
lo consigue con creces. Sus versos se vuelven más tranquilos, más de corte contemplativo y
pueden hacernos olvidar la tensión del mundo poético creado con anterioridad pero la crítica
sigue siendo punzante, a ras de suelo. Su última colección, tras la consecución del Premio Nobel,
The Spirit Level (1996) trata de elevar la cotidianeidad al rango de poesía y lo consigue de forma
admirable fusionando lo práctico de nuestra existencia con las aspiraciones espirituales innatas en
nuestra naturaleza. Su experiencia como católico en una provincia dividida, su exilio
autoimpuesto en Inglaterra y América le han proporcionado una panorámica excelente para
anteponer la conciliación a la sinrazón, el sosiego a la confusión. Ha querido añadir su granito de
arena ante la crisis, prefiriendo el entusiasmo a la perplejidad. Es un poeta que ha suscitado gran
interés en España. Su obra ha sido estudiada y traducida por críticos y estudiosos como Jaime
Siles, Esteban Pujals Gesalí, Brian Hughes y Margarita Ardanaz que han llevado a cabo
espléndidas traducciones de muchos de sus poemas.
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Así pues, podríamos concluir que la poesía en Irlanda en las últimas décadas es rica en
contenido, variada en la forma y pletórica en la esperanza de transmitir las inquietudes de ese
“nuevo país”. Se ocupa de la historia y la tradición, de la leyenda y el mito, de la lengua y el
terruño, es urbana más que rural, puede ser feminista y postmoderna pero, a la vez, está abierta a
las influencias y preocupaciones del mundo moderno. La concesión del Premio Nobel a Seamus
Heaney es buena prueba de ello.
Seamus Heaney
The small wax candles melt to light, Las velitas pequeñas se derriten en luz,
Flicker in marble, reflect bright Parpadean en mármol, y reflejan brillantes
Asterisks on brass candlesticks Asteriscos de candeleros de latón;
At the Virgin’s altar on the right En el altar de la Virgen a la derecha
Blue flames are jerking on wicks. Arden llamas azules de espasmódicos pábilos.
Old dough-faced women with black shawls Las revenidas viejas con las toquillas negras
Drawn down tight kneel in the stalls. Se hincan de hinojos tiesas, herméticas en sus reclinatorios.
Cold yellow candle-tongues, blue flame Las lenguas de las velas amarillas y frías, y aquella llama azul
Mince and caper as whispered calls Desmenuzan palabras y cabriolas, mientras invocaciones susurradas
Take wing up to the Holy Name. Se elevan hechas ala hacia su Santo Nombre.
Thus each day in the sacred place Y así todos los días en el lugar sagrado
They kneel. Golden shrines, altar lace, Se arrodillan. Relicarios dorados, encajes del altar,
Marble columns and cool shadows Columnitas de mármol e imperturbables sombras
Still them. In the gloom you cannot trace Las silencian. En lo oscuro no es posible trazar
A wrinkle on their beeswax brows. Una arruga en sus frentes: cera de abejas virgen.
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publicando con gran áceptación de público y crítica. Edna, aunque vive en Inglaterra, sin embargo
sus temas y sus preocupaciones siguen teniendo un cariz muy irlandés.
A Jennifer Johnston se le reconoce en estos momentos como una de las mejores novelistas
en Irlanda, aunque ha probado también con fortuna desigual su vocación dramática. Ha ganado
varios premios como el Whitbread Award con The Old Jest (1979) y el Evening Standard
First Novel Award y ha sido nominada para el Booker Prize con Shadows on Our Skin (1977) y
para el Book of the Year del Sunday Express con The Invisible Worm (1991). Se interesa por los
temas de la soledad, la decadencia y la vulnerabilidad de la juventud pero también por aspectos
típicos de la cultura y la historia irlandesa. Los más actuales, aquéllos que tienen que ver con las
contradicciones de la identidad irlandesa, sobre todo en el Norte. Su controvertida posición con
respecto a la lucha por el control político entre los rebeldes y la “Protestant Ascendancy” suele
confundir tanto a los lectores como a los críticos. El tema político suele ocupar espacios
considerables en sus obras. Admite que la peculiar situación irlandesa está en el fondo de la
mayor parte de sus novelas porque también está en el fondo de la vida de la mayor parte de los
irlandeses. El odio y la violencia están obsesivamente presentes. En múltiples ocasiones, consigue
mantener hasta el final la ambigüedad de sus planteamientos recurriendo a múltiples puntos de
vista, a un estilo heterodoxo y a los continuos solapamientos en la cronología de los hechos. Hija
del conocido dramaturgo Denis Johnston, se educó en Trinity College y actualmente reside en
Derry, en Irlanda del Norte. En varias ocasiones se ha confesado autodidacta y dice haber
aprendido a escribir tirando a la papelera muchos pasajes y volviendo a re-escribirlos durante
cuatro años antes de conseguir construir su primera novela. Se ha declarado admiradora de Jane
Austen, E. M. Forster y James Joyce pero no necesariamente admite influencias de éstos. Nunca
le ha gustado que la encuadren como una representante de la “Big House Novel” ni mucho menos
como “escritora feminista”. Reconoce que le interesan los conflictos inherentes a la condición
femenina pero cree firmemente que en sus obras se puede reconocer cualquier tipo de lector.
Entre sus títulos más conocidos habríamos de destacar, además de los ya mencionados, The
Gates (su primera obra escrita pero publicada en 1973), The Captains and the Kings (1972), The
Christmas Tree (1981), The Railway Station Man (1984), How Many Miles to Babylon? (1984),
The Illusionist (1995) y Two Moons (1998). En la mayor parte de estos títulos encontramos una
cierta homogeneidad al adoptar planteamientos característicos de la “Big House Novel”, es decir,
la pérdida de poder de las clases altas y la escalonada progresión de los más débiles que van
acortando diferencias. Priman temas como la distinción social, la discriminación de los menos
favorecidos y la decadencia de la “Protestant Ascendancy”. Los personajes femeninos se nos
antojan como de una gran madurez y suelen hacerse sin dificultad con el centro de la narración.
Su obra más conocida, no obstante, es Fool’s Sanctuary (1987). En ella nos ofrece un cuadro
magnífico sobre los momentos más duros de la guerra civil en Irlanda. El país ha de prepararse
para un gran cambio entre las refriegas continuas del IRA y los Black and Tans. Veremos el
conflicto a través de los ojos de Miranda Martin: su padre, que ha perdido ya toda esperanza y se
ha recluido en casa, representa el pasado; su amigo Cathal, que trae noticias frescas de Dublín,
reprersenta un futuro sereno y prometedor pero el regreso de su hermano Andrew, tras un tiempo
luchando por “la causa de la libertad” y que trae consigo a Harry, enturbiará el ambiente
preparando el escenario para la tragedia.
Edna O’Brien nace en Twamgraney, County Clare y aún muy niña es enviada a un
convento católico donde recibe una estricta educación religiosa. En 1950 consigue la Licenciatura
en Farmacia en Dublín y en 1959 se asienta en Londres y se dedica a escribir. Muy preocupada
por la problemática de la mujer, ataca sin piedad la educación represora que reciben las jóvenes
irlandesas en los distintos conventos diseminados por el país, de ahí que muchos de sus libros
estuvieran prohibidos en Irlanda. Sus personajes más comunes, como rezan varios de sus títulos,
son muchachas irlandesas que escapan de las rigideces del hogar o del convento y se van a la
ciudad a la búsqueda de aventuras románticas. Desde esta óptica su novela podría considerarse de
ambiente urbano. Es escéptica respecto a la condición de la mujer en la sociedad moderna; piensa
que, aunque la mujer, pueda llegar a convertirse en “the high-court judge will still have to come
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home and make the evening meal”. Muy explícita en el tema sexual, sus heroínas buscan la
realización personal a través de relaciones con hombres que raras veces prosperan. Los mundos
que crea suelen ser sombríos, iluminados ocasionalmente con exquisitas descripciones líricas y
momentos fugaces de felicidad. Entre los títulos más significativos tendríamos que destacar su
trilogía sobre The Country Girls [The Country Girls (1960), Girl With Green Eyes, inicialmente
The Lonely Girl (1962) y Girls in Their Married Bliss (1964)] donde logra combinar con
maestría excepcional las maravillosas descripciones sobre la exigencia de libertad para la
sexualidad femenina y la dificultad que la mujer irlandesa encuentra para escapar de la tiranía
ejercida sobre ella por la religión y la tradición. Irlanda tiraniza y maltrata a sus mujeres y la
autora quiere hacerse eco de ese sentimiento.Temas similares abarca en obras como A Pagan
Place (1971) A Scandalous Woman (1974) y Returning (1982). Down by the River (1997) es una
de sus últimas novelas y trata el espinoso tema de una quinceañera que se ve obligada a abortar al
quedar embarazada tras reiteradas relaciones incentuosas con su padre. Sus dos últimos trabajos
Wild December (2000) e In the Forest (2002) le han proporcionado un reconocimiento
considerable sobre todo en EE. UU.. En la última, recrea una vez más esa Irlanda profunda,
violenta e irracional. El caso real de un asesino en County Clare que mata al cura del pueblo, a
una madre y a su hijo le da pie a O´Brien para hacer una exploración en la mente de ese personaje
que además admitió sin rubor que había sido empujado a ello por el mismo diablo. La autora
cambia la historia y los personajes pero asistimos a la transformación de una mente infantil e
inocente que se convierte en una obsesión asesina. Michen o’Kane, el protagonista, se esconde en
el bosque para escapar de las palizas de su padre. Su madre es el único lazo que le inspira cierta
ternura pero cuando ella muere ese lazo se rompe. Sin ella el mundo se convierte en un lugar
tenebroso para él. A los 10 años roba una escopeta que le hace sentirse más seguro y en el fondo
de su mente aquello representa su icono infantil, su oso de peluche. Su mente confusa deja de ser
la de un niño y tras varias experiencias traumáticas en instituciones penitenciarias comienza su
ritual de violencia. Secuestra a Eily –una madre cariñosa y atractiva- y a Father John. Ambos
intentan ganarse a Michen en sus escasos momentos de lucidez y de templanza pero han llegado
con varios años de retraso. Ya ha perdido su inocencia y no hay posibilidad de salvación. Su
mente enferma no podrá escapar a la tentación violenta y no logrará evitar que el crimen se
consume. El libro ha tenido un gran éxito ya que consigue mezclar con maestría e ingenio
ingredientes del suspense, de la novela negra y del cuento de hadas.
Además de los nombres anteriormente citados no podemos silenciar otros que aunque menos
protagonistas no por ello son menos importantes: Brinsley MacNamara (Devlin, Co. Westmeath
1890-1963), James Plunkett (Dublin 1920- ), Frank McCourt (Limerick, 1931 ), Eugene
McCabe ( ) y Patrick McCabe (Clones, Co. Monagham, 1955 ).
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Otros dramaturgos irlandeses de la generación más joven son: Conor McPherson (The
Weir, Dublin Carol, Port Authority), Enda Walsh ( The Ginger Ale Boy, Disco Pigs), Martin
McDonagh (The Beauty Queen of Leenane, The Lonesome West, The Cripple of Inishmaan, A
Skull in Connemara).
En Irlanda del Norte el ambiente político y social tan cargado ha supuesto un reto
importante para sus dramaturgos y su público. La carrera dramática más importante en Irlanda del
Norte en los últimos años ha sido la de Stewart Parker (1941-88), procedente de la comunidad
protestante de Belfast. Parker era muy consciente de las fórmulas dramáticas más habituales para
tratar la situación del Ulster en el escenario, y luchó contra ellas con imaginación, ingenio, pasión
y capacidad de adaptación. Su muerte prematura constituyó una enorme pérdida para el teatro
irlandés y para la sociedad y la gente para las que escribió, comparable con la muerte temprana de
Synge y de Behan. Su obra más importante Pentecost (1987), fue representada por primera vez
por la Field Day Theatre Company. Por otro lado, la contribución al teatro contemporáneo de
Irlanda del Norte de las dramaturgas Christina Reid—Tea in a China Cup (1987) y Anne Devlin
—Ourselves Alone (1986), After Easter (1994)—ha sido decisivo por cuanto en sus obras han
rescatado y reivindicado la voz y el papel de la mujer en el Ulster en un país con una historia
eminentemente nacionalista, chauvinista y machista. Otro experimento teatral en el norte
protagonizado por tres actrices y dramaturgas a la vez—Sarah (Marie) Jones, Carol Scanlon y
Eleanor Methven—es la Charabanc Theatre Company, fundada en 1983 para contribuir con
papeles femeninos fuertes en el teatro irlandés contemporáneo. Durante años las actrices han
escrito sus propios guiones, han representado sus obras, y las han llevado por todos los escenarios
de ambas Irlandas.
Bibliografía
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