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CESAR GILDEBRABD

GARCÍA LO HIZO BIEN


Los periodistas no se equivocan cuando captan lo más noticioso de un discurso.
Y todas las agencias de noticias importantes encontraron que el término “repulsivas”
fue el más atractivo en el discurso de ayer del presidente de la República. Associated
Press, por ejemplo, tituló así su largo despacho fechado en Lima: “Perú: García acusa
a Chile de “repulsivas” prácticas de espionaje”. La France Presse encabezó de modo
semejante la jornada: “Perú: Alan García rechaza “actos repulsivos” de Chile en caso
de espionaje”.
Reuters, quizá la más importante agencia noticiosa del mundo, tampoco desdeñó el
suculento bife del fraseo presidencial: “Perú dice que caso de espionaje de Chile es
repulsivo”. La BBC de Londres, más discreta, ponía como primera noticia la foto de
García y este titular: “García: Atentado contra la soberanía”.
El despacho del corresponsal del diario “El País”, de España, venía con este
encabezado: “Una novela de espías que indigna a los peruanos”.
El portal del diario “El Mundo” prefirió como titular principal esta cabal síntesis de lo
sucedido:
“García: es un acto repulsivo de espionaje de un sector pinochetista”.
Y la crónica de su corresponsal Beatriz Jiménez incluyó el video con la intervención
de once minutos del presidente peruano.
Entrada la noche, no cabía duda: la reacción del gobierno del Perú había cundido
como noticia protagónica en todo el mundo.
Y las precisiones que se detallaban en cada texto –las casas, las transacciones, los
correos del espía- suprimían las primeras incredulidades.
Hizo bien García en denunciar ante la opinión pública global esta felonía.
Hizo bien en llamar repulsivas a esas prácticas y, al mismo tiempo, en convocar a la
serenidad y en apelar a una instancia como la Interpol –lo mismo que hizo Uribe con la
computadora de Raúl Reyes- para que compruebe la acusación y calibre las piezas del
expediente.
Chile se ha quedado cogido en la trampa del zorro. Sus analistas pensaron que si el
Perú descubría la red de espionaje montada en Lima no diría nada de pura vergüenza.
o se esperaron la denuncia pública y esta ira reunida más allá de las camisetas.
Chile nos ha hecho un favor. Al menos por un momento –un momento iluminado- nos
hemos sentido nación, país, proyecto de todos.
Por un momento, al menos, hemos sentido que hay una herida que a todos nos
concierne.
La indignación presidencial no es demasiado diferente a la que hemos venido
sintiendo muchísimos peruanos respecto del lacayismo chilenófilo de algunos de sus
ministros vigentes.
Y ahora que el doctor García ha llamado repulsivo a lo hecho por el “hermano país”
(al-que-no-hay-que-temer-si-se-molesta), yo quiero, con la humildad del caso,
contribuir al sentimiento nacional que sacude Palacio de Gobierno mostrando una de
las fotos que acompañan esta columna.
En la página que hemos adjuntado verán imágenes de la reciente celebración de los
diez años de LAN en el Perú. En la tercera foto del lado derecho –contando de arriba
hacia abajo- apreciarán algo que parece de lo más común: cuatro personajes con el
dedo pulgar hacia arriba en señal de victoria, sincronía y compañerismo.
De izquierda a derecha figuran Emilio Rodríguez Larraín, presidente del directorio de
Lan-Perú; Enrique Cornejo Ramírez, ministro de Transportes y Comunicaciones del
Perú; Jorge Awad, presidente del directorio Lan Airlines; y Jorge Vilches, gerente
general de Lan-Perú.
La fiesta fue en el Museo de Osma y a todo dar.
Lan tenía por qué celebrar: el Perú la había tratado con mayor afecto que el distante
y liberal gobierno chileno. Con mayor afecto y mayores prerrogativas y exoneraciones
casi de escándalo (como que los pilotos militares chilenos puestos a volar la flota en
cielos peruanos no requiriesen de visa de trabajo).
¿Pero qué hacía el ministro Cornejo celebrando con Lan y con su dedito pulgar erecto?
¿No es que Cornejo dirige el sector que fiscaliza a Lan? ¿No debe un ministro de
Transportes mantener una distancia decente respecto de las empresas que debe de
supervisar?
¿No es repulsivo que un funcionario del gobierno peruano se ponga la camiseta de una
empresa que debería de competir en iguales condiciones?
Las fotos fueron publicadas por la revista oficial de Lan. Cuando “El Comercio” dio
cuenta de la fiesta en sus páginas sociales no incluyó, piadosamente, la foto de este
Cornejo tan parecido al roto Quesada.
Es que todos sabemos lo que pesa don Emilio Rodríguez Larraín, casado con la
guapísima Milagros Miró Quesada, en algunas decisiones del diario decano del Perú.

UNA NUEVA RELACIÓN CON CHILE


La verdad es que ya me aburre hablar de Chile. Durante estos años me he ocupado del
asunto y, al lado de personajes de veras importantes, he tratado de advertir y
recordar.
Al final, todo lo que uno puede decir de Chile es, en resumen, que nunca será un país
amigo del Perú.
Con Chile, sin embargo, tenemos que entendernos.
Entendernos no como lo propone la diplomacia del doctor Alan García, desde luego.
Porque García sigue hablando de cuerdas separadas y diciendo que por un lado están
los negocios y por el otro el asunto de fondo.
Es que García no entiende que para Chile los negocios son el asunto de fondo. Y los
Chilenos tienen razón.
El guano y el salitre fueron su negocio en el siglo XIX.
Comprar un Perú barato, de a trozos y sin tregua, es su negocio actual.
Y para defender esos negocios es que Chile se arma.
No es el asunto de La Haya lo que ha desatado la belicosidad de Chile.
Su armamentismo superlativo tiene veinte años de existencia y se ha reforzado,
precisamente, en los últimos seis –mucho antes de que presentáramos nuestro
expediente en la máxima instancia del arbitraje internacional.
Nadie ha armado mejor y más ofensivamente a Chile que la señora Bachelet, que es
una mezcla de Pasionaria con Patricio Lynch.
Porque a la hora de pensar en el Perú el socialismo de la Concertación pasa por el
filtro de la historia y se impregna de esa enemistad rancia y pétrea que viene de lejos
y que no terminará fácilmente.
Chile sólo nos mirará como interlocutores cuando nos mire como a iguales.
Y eso quiere decir un Perú digno, erguido, serio y dispuesto a hacerse respetar sin
apelar a bravuconadas ni hurgar todos los días en el resentimiento.
Un Perú militarmente respetable y económicamente floreciente es la única manera de
encarar la construcción de una nueva relación con Chile.
Un Perú económicamente floreciente y militarmente cachivachero es el sueño de
Chile.
Claro que el civilismo inmortal de la derecha –aquel que nos condujo a la humillación
del siglo XIX- no está de acuerdo con esto.
La derecha peruana, a diferencia de la chilena, no tiene patria. Tiene sólo bolsillos.
El señor Graña, por ejemplo, es tan peruano como los chocolates Costa. Tan peruano
como las tiendas Wong.
Graña –no lo olvidemos- fue el socio de Chile en el allanamiento del Aeroclub
Collique, vendido truhanescamente gracias a la cutra y a la desnacionalización de la
agenda del desarrollo peruano.
Lo primero que hicieron en Collique fue sacar con comba el busto de José Abelardo
Quiñones Arízola, el héroe de la Fuerza Aérea peruana.
El círculo se cierra: de Quiñones Arízola expulsado al suboficial Ariza bien pagado.
Víctor Ariza es un traidorzuelo.
Pero, ¿cómo llamar a quienes han permitido que Lan-Chile sea hegemónica en los
vuelos domésticos del Perú, empleando a pilotos militares autorizados por el
ministerio de Transportes de Lima?
¿Qué nombre les damos a los que destruyeron la flota mercante del Perú y le cedieron
las naves y las rutas a Chile?
Y a quienes encubrieron la presencia del capital chileno en la pestífera operación del
puerto de Paita, ¿qué nombre les ponemos?
Ariza es un traidorzuelo. Pero la verdad es que los datos que ha podido entregar en
los cinco últimos años eran los datos de la bancarrota y del desarme involuntario.
No había muchos secretos, felizmente, que ofrecer desde una Fuerza Aérea
públicamente inoperativa, achatarrada y necesitada de repuestos y antioxidantes.
Para decirlo con grosería: ¿Qué secretos puede esconder una Fuerza Aérea que casi no
puede despegar?
Alguien podría decir, no sin cierto cinismo, que Ariza, que volaba en Lan y compraba
en Saga y se remediaba en Fasa y cambiaba losetas en Sodimac, ha podido pensar que
lo que estaba haciendo no era traicionar a su país sino colaborar con un hermano
mayor y empoderado.
¿Será que, más que traición, lo de Ariza podría ser colaboracionismo de un nuevo
Felipillo en un nuevo proceso de conquista?
A la derecha dizque peruana le aterroriza la idea de ponernos firmes con Chile.
Y es que la derecha dizque peruana no hizo a este país: apenas lo saqueó.
La derecha chilena, en cambio, construyó un país serio y a veces temible donde antes
hubo una remota capitanía y, más tarde, la anarquía de los primeros años de su
república.
La derecha chilena no se avergüenza de su bandera ni susurra su himno. La peruana
carece de bandera y bailaba minués cuando al inmenso Grau le faltaba carbón de
calidad en los calderos del Huáscar.
No proponemos el baño María eterno de la memoria herida. El pasado es
inmodificable. Lo que tenemos que lograr es que también sea irrepetible.
Hablamos del presente.
Hablamos de empezar a revisar nuestra política hacia Chile.
Primero, poniendo restricciones al ingreso del capital chileno en áreas que pueden ser
consideradas delicadas para nuestra seguridad. Eso es lo que ellos hacen y harán en
relación al Perú. Si eso significa desbaratar el TLC firmado a espaldas del Congreso,
pues habrá que hacerlo.
Segundo, comprando –a pesar de las rebietas “cosmopolitas” de la derecha- lo que
nos falta para dejar de estar indefensos. Porque las armas, doctor García, son
también una inversión. No le haga usted caso al civilismo, madrastra de todas las
derrotas.
Tercero, cooperando con Chile en todo aquello en lo que podamos marchar juntos
como los vecinos inexorables que somos.
Cuarto, afianzando nuestra relación con Ecuador, Colombia, Bolivia y Brasil –más allá
de los discursos y entrando al terreno del desarrollo de fronteras, la inversión
recíproca y la sinergia de empresas y proyectos-.
Chile es un país serio con el que tenemos que convivir. Es, en muchos sentidos, un
país admirable.
Pero es también un país que ha pensado siempre que Bolivia es obviable y que el Perú
es una suerte de hinterland, un súbdito comercial, una Araucanía del norte, un
peldaño de esa escalera que lo llevará ser la mayor potencia del Pacífico sur.
Es hora de entender esta complejidad y de actuar como un país y no como un serrallo.
in aspavientos pero con la férrea voluntad que merecen las buenas causas.

OBAMA Y LA BOMBA
Al señor Barack Obama lo invitaron a visitar Hiroshima y Nagasaki.
Dado que estaba en Japón, de camino a Singapur, sonaba lógico que el Premio Nobel
de la Paz 2009 acudiera a las ciudades que Truman ordenó disolver en sendos
holocaustos. Era una buena ocasión para hablar de los nuevos tiempos y de las
llamadas “injerencias benévolas”.
Pues bien. Resulta que el señor Obama rechazó la invitación que le hiciera el primer
ministro Yukio Hatoyama.
-“Iré a Hiroshima quizá después” –dijo el presidente de los Estados Unidos.
Yo he estado en el Museo de la Paz de Hiroshima y jamás podré olvidar lo que allí vi.
Cuando la bomba estalló aquel 6 de agosto de 1945 lo hizo a unos 700 metros sobre
del suelo.
Eran las 8 y 15 de la mañana. La era del terror nuclear había empezado.
Hiroshima no era un blanco militar. Había sido escogida porque las colinas que la
rodean encerrarían la explosión haciéndola mucho más devastadora.
El ruido inaudito –una trepidación colosal seguida de una reverberancia- se pudo
escuchar a 60 kilómetros. Hubo un resplandor enceguecedor y, de inmediato, una
silueta de gelatina hirviendo –el hongo atómico, de dos kilómetros de ancho- se irguió
varios cientos de metros.
La temperatura alrededor de los primeros 1,600 metros, contados desde el centro de
la explosión, llegó en instantes a un millón de grados. Todo lo humano se evaporó. Los
incendios brotaron como si salieran debajo de la tierra.
Un mendigo sentado en las escalinatas del Banco de Hiroshima se convirtió en un
dibujo de grasa que ocupó tres peldaños. Ese trozo de escalinata de mármol está en
el museo. Se muestra bajo un título que dice “Shadow on de stone” (la sombra sobre
la piedra). Es el homenaje que la muerte le hizo al arte aleatorio. Estoy seguro de
que mucho del expresionismo abstracto viene de allí.
A doce kilómetros a la redonda, desde el centro de la bomba, todo se destruyó. Y lo
que agonizaba o latía o se mantenía en pie fue fulminado de inmediato por un
huracán de fuego radiactivo.
Ochenta mil japoneses –el 95 por ciento de ellos población civil, un tercio de la
población de Hiroshima- murieron en los primeros treinta segundos de la explosión –
que equivalió, como energía, a veinte mil toneladas de dinamita- .
Otros miles morirían a lo largo de los meses y los años venideros a consecuencia de las
quemaduras y el incremento brutal del cáncer, especialmente la leucemia.
Las estadísticas hospitalarias que se muestran en la enorme edificación destinada a
recordar los horrores de <la bomba son conmovedoras: la curva del cáncer infantil de
los diez años siguientes a la hecatombe se eleva como un cuervo negro sobre las
barras de los años.
En aquel museo uno puede ver lo que puede hacer una bomba atómica: pieles
colgando, un caballo que encaneció en unos segundos por la radiación gamma, una
caja fuerte de acero estrujada por la onda de choque como si hubiera sido de papel,
tenedores convertidos en tirabuzón.
Y por donde uno mire, fotos de gente a medio quemar vagando entre escombros. Esos
eran lo que un sobreviviente describió con precisión: “los heridos envidiaban a los
muertos”.
Cuando el espanto parecía haber terminado, media hora después de la detonación,
empezó a caer del cielo una lluvia sucia de hollín y de partículas, una lluvia de uranio
y polvo que terminó de contaminarlo todo.
“Les hemos devuelto el golpe (de Pearl Harbor) multiplicado”, dijo el presidente
Truman. En seguida amenazó con una segunda bomba, “una lluvia de ruina como
nunca se ha visto sobre la tierra”. Truman era un hombre de honor y cumplió.
Se entenderá ahora mejor la reticencia de Obama.
Pero no se crea que es sólo el pasado. El presente también le exige discreción sobre
el tema nuclear al presidente de los Estados Unidos.
Porque Estados Unidos avala la sombría política de Israel, el único país del medio
oriente que tiene entre cien y doscientas bombas atómicas clandestinas y listas para
armarse.
Resulta que hace pocas semanas la Agencia Internacional de Energía Atómica le
solicitó a Israel unirse al Tratado de No Proliferación Nuclear y permitir que técnicos
de la agencia inspeccionen sus vastas instalaciones.
Israel no contestó. Estados Unidos hizo todo lo posible para evitar la exhortación y le
aseguró a Israel que seguía contando con su apoyo.
Los países con arsenal nuclear que no han firmado el Tratado de No Proliferación
Nuclear son Israel, India y Pakistán, todos aliados de los Estados Unidos.
Y aunque la Casa Blanca y Tel Aviv pagan millones a sus agentes para hacernos creer
que Irán es el problema, lo cierto es que India y Pakistán han estado a punto de
pulverizarse y que Israel tiene listo el plan de ataque en contra de Irán.
Para eso acaba de recibir de los Estados Unidos lo último en devastación subterránea:
ombas de trece toneladas que se lanzan desde bombarderos Stealth B-2 y B-52 y que
pueden romper todos los blindajes de concreto conocidos hasta hoy.
Y si eso no bastara, pues siempre queda el arma atómica, que Estados Unidos no
dudaría en justificar.
La verdad es que es bueno que Obama no haya ido al Museo de la Paz de Hiroshima.
o habría contaminado de mendacidad.

OPERACIÓN CONDORITO
Recuerdo cuando el presidente de la República del Perú preguntó a los peruanos: “¿Y
si Chile se molesta?”
Eso fue el 6 de junio de este año y García hablaba de la posibilidad de no venderle gas
a Chile, como lo exige la gran mayoría de los consultados por las encuestas.
Sentí vergüenza ajena y recordé vergüenzas mayores de la historia.
Recordé, por ejemplo, a Mariano Ignacio Prado, el gran traidor. Y se me vino a la
cabeza Piérola, el gran felón que tanto hizo por Chile antes y durante la guerra.
Antes con sus revueltas y durante con su incompetencia militar de fanfarrón risible.
García tiene algunos problemas en relación a la historia del Perú: el primero es que
no la ha leído.
Y García tiene todavía más problemas en relación a la historia de Chile.
No sólo no la conoce sino que creyó siempre que Diego Portales –a quien debe de
conocer por lo que le ha contado Hugo Otero- era un prócer muerto y no el doctrinero
vigente de la política chilena frente al Perú.
Portales, cuyo bisabuelo paterno fue el peruano José de Portales Meneses y cuya
bisabuela materna fue la peruana Petronila de Acevedo Borja, fue importante sin
ocupar la presidencia, fundó el republicanismo autoritario y legó a la clase política de
ese país la concepción de que Chile fue y será, por sus singularidades, una entidad
predestinada a la victoria del orden y al orden de la victoria.
Por algo es que Pinochet gobernó desde el rebautizado Edificio Diego Portales.
Enemigo casi intrínseco del Perú, donde vivió y fracasó como comerciante en 1822,
dijo del general Santa Cruz, arquitecto de la Confederación Perú-Bolivia de 1836: Este
cholo nos va a dar mucho que hacer”. Y vaya que así fue.
Portales, el estratega intelectual que destruyó la Confederación y contribuyó a
unificar a su país alrededor de un ejército aliado a la oligarquía –la paradoja de haber
muerto a manos de una sublevación militar en 1837 no cancela esos méritos- nunca
terminó de morir. Es el fantasma desconfiado y brutal que puebla el alma tanto de un
general de derechas como de una gobernante socialista.
Esa es, en todo caso, una virtud estimable de Chile: persistir en su identidad y crear
una mirada común en asuntos de política exterior.
El problema es que el Perú no persiste sino que reincide en su verborrea andaluza:
espués de que Chile ha gastado 10,000 millones de dólares para armarse en los
últimos ocho años, al doctor García no se le ocurre nada mejor que enviar
delegaciones personales a varios países para hablar, tautológicamente, de los
beneficios del desarme.
¿Quién puede estar en contra del desarme? Nadie. ¿Quién lo acataría de buena fe? Eso
es otro asunto.
Es tan torpe la diplomacia peruana que plantea el desarme justo en el momento en
que Chile podría firmarlo. Y podría hacerlo porque es tal la diferencia en
equipamiento que una guerra entre ambos países –hipótesis indeseable para la razón
pero no inverosímil desde el punto de vista de la historia- la ganaría Chile en menos
de los seis días israelíes.
Y a pesar de poder decirle sí a la propuesta peruana, Chile le dice que no. Y responde
al Perú pidiéndole autorización al Pentágono para comprar 665 millones de dólares en
misiles portátiles Stinger, misiles aire-aire AIM y un sistema de radar avanzado (el
Sentinel).
Con lo cual el Perú regresa al ridículo internacional que parece convocarlo cada vez
que se trata de Chile.
Y mientras eso ocurre, se descubre un nuevo caso de espionaje financiado desde
Santiago: un suboficial de la Fuerza Aérea Peruana, capturado en Lima después de un
seguimiento, había estado, desde el 2003, pasándole información militar clasificada a
la inteligencia chilena.
El mismo perfil del traidor suboficial FAP Julio Vargas Garayar, fusilado en enero de
1979 después de ser descubierto entregándole información a militares de Chile.
Y como si eso no bastara, Sebastián Piñera, el dueño de LAN y candidato a la
presidencia con grandes opciones, se acaba de comprometer ante una organización de
ultraderecha –“Chile, mi patria”- a parar los juicios a los militares que hubiesen
violado los derechos humanos.
De modo que Piñera anuncia el sesgo uniformado de lo que sería un gobierno bajo su
mando.
Torre Tagle podría ser acusada de ingenua si fuéramos benévolos.
Como no lo somos cuando se trata de la política exterior peruana, diremos, con toda
sencillez, que el aspecto de nuestra diplomacia hacia Chile es cada vez más
anacefálico. Anancefálico y clueco.

APARTA DE MÍ ESTOS VOCALES


A mí lo que me parece atroz es que usen a Vallejo como pretexto para irse a París a
cuenta de una entidad cien veces litigada por no pagar beneficios sociales a sus
despedidos.
Que una universidad se llame Alas Peruanas ya es extravagante.
Pero que dos vocales supremos se vayan a París para hablar del poeta a cuenta de la
universidad de los cien juicios –y que viajen con sus esposas- es simplemente pícaro.
Pobre Vallejo, qué tendrá que ver con estos sinvergüenzas.
Vallejo fue una de las más típicas víctimas del Perú.
Acusado de provocar un incendio durante unas jornadas de lucha social en Santiago de
Chuco, su tierra natal, es encarcelado por lo menos tres meses en una cárcel de
Trujillo.
Después de publicar, ante la indiferencia general o la hostilidad manifiesta de la
crítica, “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Escalas melografiadas” y “Fabla salvaje”, se
va a París en 1923. Jamás regresará. Ni muerto.
No es que la pasara muy bien en París. La miseria –ese perro rabioso- lo perseguirá
siempre.
En 1924, un año después de llegar a París, Vallejo enferma gravemente y tiene que
ser operado. Una hemorragia intestinal ha estado a punto de matarlo.
Le escribe entonces, desde un hospital de la caridad, una carta a su gran amigo Pablo
Abril de Vivero:
“Hay Pablo en la vida horas amargas, de una negrura negra y cerrada a todo consuelo.
Hay horas mucho más siniestras que la propia tumba. Yo no las he conocido antes.
Este hospital me las ha presentado y yo no las olvidaré...”
Negado para toda ambición, para todo sentido práctico de la vida y para todo asomo
de autobombo, Vallejo se instalará en la bancarrota permanente igual que otros se
acomodan en un chalé.
Alguna vez Gerardo Diego, su amigo, contará que Vallejo no tenía ni para el metro. Y
Juan Larrea abundará en conmovedores detalles sobre ese estado de pobre vocacional
y romántico sin concesiones.
Suficiente ha tenido Vallejo en el norte del Perú trabajando, como empleado
administrativo, en la esclavista hacienda azucarera “Roma”, donde aprendió a
compadecerse.
Allí se le terminó la breve dosis de pragmatismo con que vino al mundo.
Vive de cachuelos, de traducciones ocasionales, de colaboraciones mal y tardíamente
pagadas, de éxitos editoriales –como el de “Rusia en 1931”- que no dan dinero. No
hay premios que lo socorran ni negocios que lo llamen. Vive al límite.
Encima, en ese mismo año de 1931, la policía política francesa lo señala como agente
comunista y ordena su expulsión.
Se va a España con Georgette Phillippart. Allí asiste al nacimiento de la segunda
República española.
Se inscribe en el Partido Comunista de España. Ha roto con el Apra para siempre.
En 1932 regresa a París en secreto. Las cosas están tan duras que Georgette vende lo
único que tiene –su pequeño piso de la rue Moliere-.
A partir de ese momento la pareja vivirá en hoteles cada vez más sombríos.
Escribe y publica en revistas mayores y menores. Pero un intento de publicar su obra
poética resulta fallido.
La agresión fascista en contra de la República española lo sacude en 1936.
Y en 1937 ya está en Valencia, en el Congreso de Escritores que se pronuncia en
contra de esa corriente que ha encumbrado a Hitler en Alemania, a Mussolini en
Italia, al militarismo chauvinista en Japón y que está a punto de entregar España a las
fauces falangistas.
Ese es el año en que termina “Poemas Humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”.
En 1938, el día de viernes santo, Vallejo muere a los 46 años. Todo ha empezado con
una fatiga banal. El médico que lo atiende en la clínica Villa Arago, adonde lo han
llevado funcionarios de la embajada peruana en París, no sabe qué decir.
Vallejo morirá sin causa aparente. Los tantos años de pobreza han hecho también su
trabajo. Sólo después, muchos años después, Georgette hablará de un paludismo
rebrotado -diagnóstico que más parece un pretexto para escamotearnos la verdad:
Vallejo pasaba hambre y su organismo estaba muy debilitado cuando lo internaron-.
Lo entierran en el cementerio de Montrouge. Sólo en 1970, sus huesos irán a parar
adonde él había querido: a Montparnasse.
De modo que esta es, simplificada casi hasta la impertinencia, la dura vida de Vallejo
en París.
Por eso es que una ira veteada de desprecio me sube a la cabeza y al corazón cuando
pienso que un par de buscones van a París, con toga e impostura, a hablar de quien no
saben y a citar a quien no debieran ni rozar.

LA PALABRA DEL MURO


Alguna vez, cuando Willy Brandt era Canciller, yo también crucé el muro de Berlín.
En el checkpoint Charlie, el más importante de los tres pasos que comunicaban los
dos Berlín, crucé el control erizado de cemento y guardias a bordo de un ómnibus
que, de inmediato, cambió de tripulación: tanto el chofer como la guía –más que una
guía, un cuadro político escogido entre las mujeres más guapas del sector oriental-
pertenecían a la República Democrática Alemana, el nombre oficial de aquel país
miembro del Pacto de Varsovia cuya capital era esa ciudad dividida. Esa ciudad donde
había estado a punto de estallar la tercera guerra mundial.
Nos llevaron por todo Berlín comunista, que no era feo ni lúgubre como dicen algunos
de oídas sino austero y lleno de espacios públicos enormes, y la guía, en voz alta, iba
diciéndonos: a la izquierda tienen ustedes la Alexanderplatz, este es el Karl Marx
Allee, aquí tienen la Friedrichstrasse.
Después pudimos pasear libremente y dispersarnos por donde quisiéramos –a una hora
señalada el bus vendría a recogernos en un sitio convenido-.
Al final de mi breve recorrido llegué a un hotel llamado Berolina, donde tomé un
café. En una sala de lectura contigua uno podía encontrar, en veinte idiomas
distintos, el folleto con la última entrevista del líder comunista Erick Honecker, que
había reemplazado al ortodoxo Walter Ulbricht.
Berlín oriental no era lúgubre sino aburrido. Y el Estado policiaco tenía una presencia
mucho menos grosera que en otros países de la órbita socialista. La RDA era, en todo
caso, la economía menos artificial de los países del CAME y se destacaba en la
industria óptica y en la elaboración de algunos textiles sintéticos.
A pocos metros del muro, en el sector occidental, en las cercanías de la Puerta de
Brandenburgo y mirando justo al sector soviético donde estaba el checkpoint Charlie,
se erguía el gigantesco edificio levantado por el zar de la prensa germano-occidental
Axel Springer.
Allí estuve, en su último piso –donde tenía su sede el Club de la Prensa- y poco
después asistí al espectáculo que más irritaba a los dirigentes de la RDA: un letrero
electrónico, erguido en la azotea de aquel coloso, donde discurrían sin cesar las
noticias que la prensa controlada del Berlín Oriental no publicaba. Era el periódico
gratuito y subversivo que el dueño de Die Welt y Bild había creado como aporte a la
guerra fría.
Se dice que al comunismo lo mató la economía. Puede ser. Pero yo tengo la
indemostrable teoría de que su derrota mayor fue la censura. Cuando en una sociedad
la verdad no se puede decir algo muy malo tiene que estar pasando.
Y la censura era hija del miedo. El miedo de la jerarquía comunista a que la
democracia popular que decían haber construido se hiciera de veras democracia y de
veras popular.
¿Una república de obreros donde los obreros no podían protestar? ¿Un país antifascista
donde la Stasi era una Gestapo leninista? ¿Una democracia popular donde las huelgas
eran consideradas traición a la patria? Recuerdo que en la cancillería alemana
pregunté si se había dejado de pensar en la por entonces remotísima, inimaginable
reunificación alemana.
-Los alemanes jamás dejaremos de pensar que la reunificación es nuestro destino –fue
la respuesta. Dieciocho años más tarde de pronunciadas aquellas palabras, el muro
cayó. Y la RDA murió en olor de multitud. Multitud que no lloraba sino que festejaba.
a madrastra con cara de Stalin se había ido de este mundo sin tiros ni masacres.
Pero ahora que todos celebran los 20 años de la caída del muro de Berlín habría que
recordar que si hubo RDA y muro y Pacto de Varsovia fue porque Hitler, apoyado por
todos los empresarios alemanes y buena parte de los de “Occidente”, quiso destruir el
mundo que quedó después del Tratado de Versalles –paz idiota impuesta tras una
guerra también avalada por las derechas mundiales-.
Y también habría que recordar que si el socialismo degenerado cayó sin balas ni
lamentos, eso no quiere decir que el mundo haya mejorado para las vastas repúblicas
del hambre y la exclusión en África, Asia y América Latina.
El mundo no es más justo después de la caída del muro. Una Europa acrecentada y
federativa no es algo que concierna a los pobres del planeta. Es algo que blinda, aún
más, el egoísmo europeo.
Celebremos la caída del muro de Berlín. Pero no pretendamos decir que la historia ha
terminado y que las grandes cuestiones de la economía, la energía, el calentamiento
global y la brutal asimetría del comercio mundial ya están en vías de solución.
Recordemos también que hay muros como el de Cisjordania, que está pensado para
tener no los 45 kilómetros que tuvo el de Berlín sino los 721 kilómetros de su diseño
original.
Un muro levantado para separar a los palestinos de su propia tierra y para consolidar,
desde el hormigón armado, las urbanizaciones ilegales del estado de Israel en tierras
de conquista.
La hipocresía mayor de los últimos años es ver a la derecha europea denostando los
muros de la vergüenza y avalando la política criminal de los Estados Unidos en el
medio oriente.
Porque habrá caído el muro de Berlín pero los pobres del mundo siguen estando
contra la pared.

Frases hirientes
- Los miembros del Tribunal Constitucional cuelgan ahora de un hilo.
- “Mi nombre es Juan Quispe Huamán, mi DNI es 48674432 y me ha contratado la
Sociedad de Minería para que diga lo que voy a decir...”
- El día que a los cobardes los pongan en valor vamos a ser un país muy rico.
- “¡Qué injusticia! ¡Los Juegos Panamericanos tenían que hacerse en Lima!” (Bolón)
- Alas Peruanas era una agencia de viajes.
- Los canales porno transmiten in situ.
- Cuando se arrima a la izquierda, Valle Riestra parece el Barón Rojo.
- Lo que quería la mujer del martillo era rematarlo.
- “¡Esto es espantoso! ¡Estoy rodeado de llamas!” (Pinochet en el infierno)
- Quien cortó un rabo en la corrida fue César Gutiérrez.
- El grave problema de la igualdad es que no existe.
- Los que más festejan la caída del muro de Berlín son los que viven rodeados de
cercos eléctricos.
- Nada me hace más agnóstico que pensar que Cipriani tiene la franquicia de Dios en
el Perú.
- De tanto cambiarse de nombre Cataño debería apellidarse Malpartida.
- “Ahora estoy en la cámara baja”. (Belmont)
- Viendo la vejez de sus intérpretes y compositores uno se pregunta: ¿Cuál es la
diferencia entre el Día de la Canción Criolla y el Halloween?
- “No hay que perderse el concierto de Raphael”. (Rey)
- Lo que le faltó al comunismo fue masa crítica.
- Vendiendo el país a pedazos García es un loco de remate.
- “El que inventó el show de los sueños fui yo”. (Freud)
- Se llama fast food porque te mata rápido.
- Borracho que llora es bomba lacrimógena.
- La mayoría de las mujeres contraen patrimonio.
- “¡Sólo la verdad y Keiko nos harán libres!” (Montesinos)
- Luis Nava debiera ser ministro de Cultura porque es un hombre que sabe demasiado.
- La conciencia ecológica todavía está verde.
- “¿Aquí no hay algo como Gaza? ¿Y qué vamos a bombardear entonces?” (Baruch Ziv,
sesor israelí contratado para el Vrae)
- Las barras bravas son las que celebran los penales.
- La corrupción demostró en Paita que tiene un amor en cada puerto.
- La “pobreza extrema” la inventaron para consolar a los pobres.
- ¿Y cómo podemos estar seguros de que esto que vivimos no sigue siendo parte e
la prehistoria?
- El pecho de las jóvenes es un modelo de desarrollo autosostenible.
- El protestantismo que más crece está dentro del Apra.
- El único seguro universal es la muerte.
- Detrás de una muchacha anoréxica hay una muñeca inflable.
- A la hora del divorcio todos somos envases retornables.
- El norte de Chile es el Perú.

La fiesta inolvidable
“Presidente García arma jarana en Plaza Mayor por hallazgo de gas natural”, dice la
página web de “Crónica Viva”.
“Este es un homenaje al Perú por el gas encontrado en el lote 58”, dice Gonzalo
Iwasaki animando la gran fiesta que se transmite por Canal 7.
“Tengo una noticia extraordinaria que darles: hemos encontrado un inmenso
yacimiento de gas en la estructura Urubamba del lote 58. Son cinco pozos o
estructuras y parece que sólo en el primero hay bastante más que un trillón de pies
cúbicos de gas. Yo voy a estar mañana sábado allí y podré confirmar este hallazgo”,
dijo el viernes el presidente de la República Alan García.
“El viaje del presidente García al lote 58 se frustró por el mal clima. El mandatario
tuvo que retornar a Lima antes de lo previsto”, informó el sábado la secretaría de
prensa de Palacio de Gobierno.
“Con este hallazgo gasífero del lote 58, de confirmarse, podemos decir que el Perú
tendrá seguridad energética hasta por lo menos el año 2050”, señaló el viernes Alan
García.
“El presidente García dijo que el hallazgo de petróleo ligero logrado por la empresa
Talismán en la selva norte sería tan importante como el del gas encontrado en el lote
58”, informó ayer el portal digital del diario “El Comercio”.
“Cancelan viaje del presidente García al lote 58 por problemas climatológicos”, tituló
el sábado la versión electrónica del diario “La República”.
“Estamos celebrando lo del lote 58, este hallazgo del gas que va a cambiar al país”,
grita Marisela Puicón junto a Gonzalo Iwasaki en la tarima de la megafiesta de la
Plaza Mayor. Anuncian que los hermanos Yaipén estarán de todas maneras en el
escenario montado delante de Palacio de Gobierno.
“Petrobrás no puede confirmar hallazgo de gas en Perú”, titula un despacho de la
agencia estadounidense Associated Press. El texto bajo el encabezado es el siguiente:
“Lima, 6 de noviembre.-La petrolera estatal brasileña Petrobrás dijo el viernes que no
puede confirmar las informaciones de que descubrió un yacimiento con un billón de
pies cúbicos de gas natural en Perú.
Petrobrás dijo en una declaración que concluyó las perforaciones de un pozo de 4,000
metros (13,100 pies) de profundidad en la selva peruana.
La empresa analizará ahora sus descubrimientos y no anunciará ni la cuantía ni la
viabilidad comercial del yacimiento hasta pasadas unas semanas.
El presidente peruano Alan García dijo el jueves que Petróleo Brasileiro SA halló un
enorme yacimiento en la provincia central de Cuzco.
García señaló que los técnicos peruanos calculan que el yacimiento encierra hasta
cinco billones (trillones en el sistema decimal empleado en el Perú, nota de este
columnista) de pies cúbicos de gas.
Respecto de la reticencia de Petrobrás a confirmar el hecho dijo que entendía y
compartía “la prudencia” de la empresa brasileña”. (Fin del despacho de la
Associated Press).
“La empresa Talismán señaló que sólo en diciembre podrá hacer un estimado del
tamaño del yacimiento de petróleo encontrado en la selva norte”, informó el sábado
Canal N.
“El Perú sigue creciendo. Sigan divirtiéndose”, dicen los hermanos Yaipén.
“Todo esto es un regalo de nuestro creador porque Dios apoya a los pueblos que
tienen fe, a los pueblos que saben cantar. Ayer llevé la palabra de todos ustedes a
Guadalajara...”, dice Alan García junto a los hermanos Yaipén.
“Y para todos los que se oponen al Perú, aquí va esta canción que tanto gusta: Ojalá
que te mueras”, dice uno de los Yaipén. El doctor García saluda al público.

La derrota de Lima
La presencia del presidente de la República en Guadalajara quizá no fue lo más
contraproducente para la candidatura de Lima pero sí jugó un cierto papel.
García, que se reserva el populismo para el exterior y que aquí parece hermano
menor de Milton Friedman, habló de países pobres y ricos y de igualdad de
oportunidades para todos y añadió que la jornada no tenía que ver con una
competencia de dineros y de infraestructura sino que era un capítulo del espíritu
deportivo y de las ganas de hacer las cosas bien y de fraternizar.
El problema es que la jornada sí era una competencia de dineros y de infraestructura.
en cuanto a eso del derecho de todas las ciudades a presentarse como aspirantes a
sedes de torneos importantes, lo primero que a uno se le ocurre, ante tanta
demagogia, es pensar en Puerto Príncipe, sumergida en su enésima anarquía, o en La
Paz, donde la muerte se ensañaría con los corredores de fondo, o en Ciudad Juárez,
donde las plusmarcas vienen de los sicarios que huyen de la policía.
No, pues. No se va a Guadalajara a decir que el Perú es la mamá de Tarzán, como
quiso decir García. Ni a ofrecer como sede central –y escenario de la inauguración y la
clausura- un estadio nacional construido en los años cincuenta del siglo pasado y
mejorado con 13 millones de dólares en obras.
Nada tenía que ver la batalla de Ayacucho con la decisión de la Odepa (Organización
Deportiva Panamericana). Esa mención presidencial quizá hizo recordar a la
delegación colombiana lo remolona, monárquica y realista que era aquella Lima
manejada por el señoritismo y lo extraño que era aquel Perú que tuvo que ser
liberado por tropas extranjeras.
El asunto era entender el desafío y portarse a la altura de las circunstancias.
Y la delegación peruana lo primero que hizo al llegar fue meter la pata ofreciendo, en
un tríptico, la transmisión satelital gratis para los países del Caribe que no pudieran
pagarla, algo que la Odepa le había prohibido expresamente hacía pocas semanas.
Y se lo prohibió porque esa ganga violaba el reglamento de la convocatoria y los
derechos de transmisión que se reserva Odepa.
Ante la llamada de atención del organismo que debía decidir, la delegación peruana,
con el inefable Iván Dibós como estratega, pidió disculpas y dijo que el reparto de ese
folleto “había sido una distracción atribuible al descuido de un funcionario”.
Nadie creyó eso, desde luego. La “viveza criolla” nos había vuelto a costar.
No es cierto, además, que las sedes de eventos famosos estén reservadas a una
aristocracia internacional. Eso fue lo que insinuó García y esa fue –estoy seguro- una
de sus frases más rechazadas.
Es cierto que Chicago y Winnipeg han acogido los Juegos Panamericanos. Pero
también es cierto que Cali (1971), Caracas (1983), La Habana (1991), y Santo Domingo
(2003) fueron sedes del mismo certamen.
Lo peor de todo es que un fracaso que debería limitarse al ámbito deportivo parece
ahora una derrota política y diplomática.
Y eso porque, tal como lo reseñaba un despacho de la agencia Efe, “el Ejecutivo
consideraba que los Panamericanos serían el espaldarazo que necesita Perú para
confirmar su sólido crecimiento en América Latina”.
Es que cuando se mezclan papas con camotes lo que sale es una yuca.
Y quien coronó con una frase histórica la triste aventura de ayer fue el alcalde de
Lima.
La agencia oficial “Andina” lo resumió así:
“Castañeda destacó el que, al final, Lima haya quedado segunda, después de
Toronto...”
Todo un aporte a la cultura vernacular.
Quedamos segundos y éramos tres.
A Castañeda habría que decirle que hay maneras menos brutas de consolarse.

PEROGRULLO NOS DEFIENDE


“Se aprovechan de la situación. Nuestros soldados están en sus bases y los terroristas
atacan desde lejos. Atacan a mansalva y en cualquier momento”.
Esta frase no proviene de un retrasado mental ni de un amante de las obviedades y ni
siquiera de Perogrullo, aquel que decía que nadie podría ver las estrellas al mediodía.
Esa frase pertenece al repertorio del señor ministro de Defensa, don Rafael Rey, y fue
dicha ayer como glosa de lo ocurrido en Vizcatán: un soldado muerto y otros cuatro
heridos a causa de un ataque neosenderista.
Con lo que ya van 41 efectivos del ejército asesinados por la pandilla de alias José en
los últimos meses.
Y claro, señor Rey, que las bases del ejército no se mueven (porque por eso se llaman
bases) y que las guerrillas sí se mueven (porque por algo son guerrillas) y por supuesto
que los irregulares aprovecharán siempre la ventaja de su naturaleza evanescente y
desde luego que atacarán a mansalva y lo más lejos que puedan –o lo más cerca si de
una emboscada se trata-.
Porque lo que pretende una guerrilla es escoger un escenario propicio y jaquear a las
tropas oficiales llevando la iniciativa, demostrando temeridad y desmoralizando al
adversario.
Una guerrilla es un matorral que dispara, un árbol que ejecuta, un señuelo que cuesta
vidas, un recodo de plomo.
Así fue desde los tiempos de David –cuando los ejércitos judíos combatían
exitosamente en contra de los cananeos- y así lo creyó Sun Tzu nada menos que cinco
siglos antes de Cristo, cuando en “El arte de la guerra” teorizó, precisamente, sobre
el modo de imponerse desde la sorpresa y la velocidad de movimientos.
Es más, Sun Tzu fue el primer ensayista que escribió sobre el papel de la inteligencia
militar y lo hizo, con su habitual brillo, en el capítulo 13 del libro, aquel titulado
“Sobre el uso de los espías”.
Como se sabe, la versión que hoy conocemos de “El arte de la guerra” es una síntesis
y todo apunta a que cada capítulo de la edición que occidente conoce fue en realidad
un libro en la versión ancestral.
De modo que cuando don Rafael Rey nos habla, entre la furia y la conmoción, de “la
alevosía de los narcoterroristas” lo que está demostrando es que de Defensa no sabe
nada y que de manuales antiguerrillas sabe todavía menos y que el papel que cumple
es el de guardia suizo del Vaticano fungiendo de ministro en el ministerio que debiera
librarnos de la amenaza neosenderista.
Pero si el ministro de Defensa es un amateur y un comandante en jefe de la nada, lo
menos que podría hacer el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas es poner las
cosas en su sitio.
Y la única manera de hacerlo es replanteando la estrategia en el Vrae. Ese cambio se
logrará retomando la iniciativa del combate, renunciando inclusive al concepto de las
bases con tal de quitarle al enemigo la ventaja de la predictibilidad, desplegando
enérgicas acciones de inteligencia, recuperando el uso del espacio aéreo, poniendo al
día el sistema de comunicaciones entre las patrullas y el mando central y, sobre todo,
ganándose a la población a través de una benévola presencia del Estado –precursora
de proyectos de desarrollo que, más tarde, reciban beneficios tributarios especiales y
demanden mano de obra intensiva-.
Si hacemos todo ello, es probable que en un plazo no menor de cinco años podamos
decir que el boscoso santuario de Sendero ha sido derrotado.
De lo que podemos estar seguros por ahora es de que la presencia de Rafael Rey en el
sector Defensa es algo que alias José nunca terminará de celebrar.
Y cuando nombro a alias José me refiero también a aquella izquierda ambigua –
felizmente microscópica- que sigue creyendo que la solución maoísta es la que el Perú
se merece.

CONFLICTO DE INTERESES
Hace unas horas, el congresista Ricardo Belmont logró que la Comisión de Transportes
y Comunicaciones del Congreso creara un grupo de trabajo que estudiará los métodos
que emplea la empresa Ibope para medir la sintonía de los programas de televisión.
La empresa Ibope es privada y, aunque sus métodos sean discutibles, no es fácil
entender por qué la Comisión de Transportes y Comunicaciones tendrá que
examinarla como si de una entidad pública se tratara.
El señor Belmont tiene en este asunto un visible conflicto de intereses. Es un
congresista súbito a raíz de la muerte de Alberto Andrade y es, al mismo tiempo, el
archifamoso propietario del Canal 11, desde el que habla, para regocijo de sus miles
de televidentes, casi todas las noches.
Como congresista imprevisto tiene el derecho de presentar las iniciativas que se le
ocurran. Pero como congresista y propietario de un canal no puede presentar
propuestas que conciernan a la televisión. Y menos todavía propuestas que estén
destinadas a hostilizar o presionar a una empresa que tiene tanto que ver con el
negocio de la televisión.
Es como si Juvenal Silva, presidente de la mencionada comisión congresal y dirigente
del club Cienciano, presentara en el pleno una iniciativa que favoreciera a los equipos
de fútbol provincianos en desmedro de los limeños.
O como si Carlos Raffo, vice presidente de la misma comisión, propusiera que los
publicistas de campañas electorales están exonerados de rendir cuentas ante la
justicia en el caso de que hubiesen recibido dineros negros de manos sucias.
Sería mostrar el fustán de un modo por lo menos impropio y el plumero de una
manera por lo menos ridícula.
El señor Belmont fue convencido por el señor Anchorena para que reingresara al
ámbito de Ibope.
Cuando las cifras que mostró Ibope no le gustaron, el señor Belmont despidió al señor
Anchorena aduciendo, precisamente, que la nueva programación no era lo que él
había esperado.
Yo nunca he creído en Ibope, a pesar de que en muchos momentos de mi carrera sus
mediciones me ponían por las nubes.
Pero una cosa es no creer en Ibope y otra es tratar de intimidar a Ibope aprovechando
el cargo congresal y sacándole el jugo a la amistad con Alan García -que le dio hace
poco las gracias por los servicios prestados- y con Luis Alva Castro, de cuya
proximidad se ha jactado en el canal y en el hemiciclo.
Ricardo Belmont cree que su cargo de congresista puede ser usado para prácticos
fines personales.
Lo increíble es que la Comisión de Transportes le siga el juego. Y que gente como
Lescano lo acompañe en algunas de sus aventuras.
El 29 de octubre, por ejemplo, Belmont presentó un proyecto de ley que, de
aprobarse, castigará con prisión efectiva (de 2 a 6 años) “al Director, Editor o
responsable de las publicaciones o ediciones, a transmitirse a través de medios de
comunicación social, tales como diarios, revistas, afiches, paneles, volantes, radio,
televisión, o cualquier otro medio que produzca un efecto de comunicación similar,
que publiciten imágenes, mensajes o audios obscenos o pornográficos”.
La cita es textual e incluye los atropellos al idioma y el cocido cerebral que de ese
modo se revela.
En los considerandos, que llevan su indudable huella digital, Belmont, firmante
protagónico de la iniciativa, cita a Joseph Pulitzer como fuente de inspiración ética,
ignorando lo mucho que la prensa sensacionalista y amarillenta le debe al rival de
William Randolph Hearst.
Y después de llamar a Pulitzer “el gran benefactor de una institución como la
Columbia University Graduate School of Journalism”, añade:
“Que, (sic) el Pueblo Peruano no puede asistir impasible, ni mantenerse indiferente a
los procesos de degradación moral que se yergue (sic) en estos momentos sobre
nuestra sociedad...”
Y suma:
“De otro lado, no dejemos de reparar en lo siguiente, (sic) que no sólo hay excesos en
la televisión sino en otro tipo de medios de comunicación, como la prensa escrita.
Pero en todos estos casos, desde el punto de vista moral, cristiano y social, las
imágenes carnales íntimas muchas veces caen dentro de la pornografía. En ese
sentido, no creamos lo que dicen los que defienden la pornografía de que sólo “la más
fuerte”... es dañina o ilegal. Pues hay estudios que confirman que la pornografía
considerada “leve” (la que se ve en algunos programas de televisión, diarios o revistas
indecentes) causan (sic) más crímenes sexuales que la pornografía más desembozada
y fuerte” (varias veces sic).
Y no sigo porque estimo vuestro tiempo y vuestra salud mental, amables lectores. En
todo caso, ahora entenderán cabalmente por qué tuve que largarme de Canal 11.
Ya veo al cura Oviedo decidiendo qué es pornografía y qué es erotismo permisible. O
sea, separando la paja del trigo.

Copiar y pegar
Lima, 3 de noviembre 2009 (Associated Press).-El escritor peruano Alfredo Bryce
Echenique cometió plagio, ratificó el martes la entidad peruana defensora de la
propiedad intelectual.
La Sala de Propiedad Intelectual del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia
y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) confirmó en segunda
instancia que Bryce plagió 16 artículos periodísticos publicados en diversos medios de
comunicación locales e internacionales, según un comunicado divulgado por esa
entidad estatal.

************************
Julio Ortega, ese valedor de la teoría de que el plagio no existe porque todo es lo
mismo, se aparecerá ahora diciendo que el Indecopi es un ente burgués que protege
esa antigualla que es el derecho de autor.
Es que ayer el Indecopi ha confirmado lo que todos ya sabíamos: que don Alfredo
Bryce Echenique es, como colaborador periodístico, más activo que Francis Drake,
más exitoso que William Walker –el pirata que juramentó en inglés como “presidente
de Nicaragua” en 1856- y más viajero que Henry Morgan, tan orgullosamente inglés
como los otros y como el linaje del escritor en cuestión.
O sea que Bryce es autor de dieciséis plagios comprobados por el Indecopi, aunque su
abogado, el mago Enrique Ghersi, haya querido ocultarlo todo y aunque Bryce haya
dicho ayer, desde Madrid, que “ahora sí tendré que apelar al poder judicial, un
organismo más fiable”. ¡Cómo no!
En vez de pedir disculpas y decir que fue una mala racha, que la carga de trabajo era
inmensa, que el surmenage era inminente, que fue préstamo y no apropiación, Bryce,
con la ayuda valorable de Ghersi, insiste en la mentira.
Allá él. La investigación de Indecopi, que tenía listo su dictamen desde el mes de
enero de este año, acredita que don Alfredo aterrizó como mosquito hematófago en
la vena (literaria) de varios autores –la mayor parte de ellos catalanes- y publicó sin
asco, bajo su firma y cobrando por ello, textos de otros.
A veces cambiaba alguna que otra palabra, o metía un gerundio, o reemplazaba un
verbo por otro equivalente. Pero la mayoría de las veces la copiandanga era
fotográfica, clónica y computacional. Para el prolífico novelista la modernidad llegó
bajo el lema copiar y pegar del nunca mejor llamado mouse.
Y así entró en los domicilios literarios de Oswaldo de Rivero (“Quehacer”, mayo
2005), Eulalia Solé (La Vanguardia, julio del 2005), Nacho Para (El Periódico de
Cataluña, diciembre del 2005), Carlos Sentis (La Vanguardia, julio del 2005), Jordi
Cebriá y Víctor Cabré (Revista Jano, España, octubre del 2005), Sergi Pamies (Revista
Jano, abril del 2004), Juan Carlos Ponce (Revista Jano, marzo del 2002), Blas Gil
Extremera (Revista Jano, mayo del 2005), Jorge de la Paz (Revista Anuies, México,
julio 1986), Benjamín Herrera (Revista Jano, marzo del 2002), Cristóbal Pera (Revista
Jano, octubre del 2005), Luis Iruela (Revista Jano, octubre del 2005), Francesc-Marc
Alvaro (La Vanguardia, noviembre del 2006), Josep Maria Puigjaner (La Vanguardia
julio del 2005), y otra vez Oswaldo de Rivero (WWW.Contexto.Org).
Dieciséis plagios, quince autores. El único doblemente cogoteado es Oswaldo de
Rivero. Digamos que se trata de una pincelada nacionalista.
El ensañamiento con la revista Jano es explicable. Jano es una gran revista dedicada a
la medicina y a las humanidades. De allí el título de algunos de los artículos
plagiados:
La estupidez perjudica seriamente la salud”, “La angustia de Kafka”, “El psicoanálisis
de Woody Allen”, “La enfermedad de la nostalgia”. La pregunta que habría que
formularle a la “intelligenza” peruana es muy sencilla: ¿Puede hablarse de la anomia
de la sociedad peruana, de la crisis de valores de la política, de la separación entre
ética y función pública sin pronunciarse sobre este asunto? Sin necesidad de hacerlo,
un escritor talentoso y de éxito, famoso y reconocido, entra a saco en ingenios ajenos
y firma 16 textos expropiados y recibe su cheque respectivo. Hasta que alguien –una
investigadora chilena, para nuestra vergüenza- lo descubre y, claro, hay que llamar al
Indecopi, que se demora meses en publicar el resultado de sus comprobaciones.
¿Y cómo reaccionan los intelectuales del Perú, las “fuerzas vivas” del espíritu, los
herederos novoandinos de Voltaire? Pues igual que los otorongos pacharacos: purito
gremialismo, misma Sicilia, mismos cuñados de los Soprano. Y después pretenden dar
lecciones. Y hablar desde sus púlpitos.

El caso Malpartida
El Perú en el que Sendero juntaba la pólvora de las minas y la hacía reventar en
coches o sobre cadáveres, no era precisamente un país que Montesquieu hubiese
saludado como ejemplo. No era un país: era la anarquía que aspiraba llegar al terror,
era el terror que quería la anarquía.
Era una hemorragia y una sucesión de difuntos. Y en ese país espantoso, muchos
sobrevivieron fingiendo que acataban las órdenes de la mula, doblemente estéril, del
senderismo. La otra alternativa era oponerse y morir. O colaborar con el enemigo y
morir con un letrero de soplón sobre el pecho.
Ese fue el caso, según todos los datos que se pueden tener a la mano, de la
parlamentaria andina Elsa Malpartida. ¿Tiene algún sentido sacar de las vejeces
judiciales este asunto? Sólo lo tendría si se demostrara que la Malpartida ha vuelto a
“obedecer” a lo que queda de Sendero –ese muñón llamado Camarada José, maoísta
que no terminó de leer “Coquito”-.
O si se pudiera probar que la Malpartida, al simular que acataba a las hordas
senderistas, participó en algún homicidio o en algún atentado.
Si nada de eso se puede ni decir ni comprobar, la única razón para sacar de las
secretarías este asunto es continuar con la evidente campaña que, desde diversos
sectores, se ha emprendido en contra del Partido Nacionalista.
Quien escribe esta columna ha criticado muchas veces a Ollanta Humala. Y lo seguirá
haciendo, a pesar de las rabietas de sus íntimos y de sus percebes.
Pero esa independencia me da cierta autoridad como para decir que, en el caso de
Elsa Malpartida, el huaqueo periodístico en cuestión parece proceder del Apra y de los
servicios de inteligencia cercanos a cierta vicepresidencia. La apuesta es alta: si se
logra meter en la cabeza de buena parte del electorado la idea de que Sendero ha
infiltrado al humalismo, la derecha se habrá librado de su más serio enemigo y podrá
dedicarse a uniformar y pasteurizar el resto de la campaña electoral. Porque aquí de
lo que se trata es de que ningún candidato cuestione “el sistema”, esa cuchipanda de
sacro mercado, cholo barato, prensa alquilada y reprimarización total de la
economía. Ese escenario, que algunos llaman “el modelo”, no puede desmontarse.
Puede cambiar el elenco, puede el director ser sustituido, pueden las candilejas
encenderse con otros colores, pero lo que no puede cambiar es la obra ni el teatro ni
la tramoya. Y en ese sentido, sólo Humala es, por ahora, la nube gris que nubla su
camino. Y a Humala hay que darle duro y como sea, como en el 2006. El problema es
que este Thriller selvático se presenta justo en el momento en que Canáan está en
Lima, los petroaudios amenazan y las revelaciones sobre el maridaje García-
BusinessTrack tienen muy nervioso al califato entero de Alí Babá Kurí. O sea que
estamos ante una descarada bomba de humo.
Posdata: No entiendo muy bien cómo es este asunto del voto facultativo. ¿Es que los
pobres, por ahorrarse el microbús, van a dejar de votar y por eso hay que obligarlos a
hacerlo? ¿Y la conciencia de clase? ¿Y el trabajo de las izquierdas construyendo esa
conciencia? ¿Y si tanto importan los pobres, por qué el PPC y el fujimorismo se
oponen, también rabiosamente, al voto libre?

La isla de los libros


Si me fuera impuesto recluirme en una isla con unos pocos libros –tan pocos que
pudieran contarse con los dedos de una mano-, pues me sentiría muy desdichado
porque son muchos más los libros de mi querencia y algo de traición tendría el hecho
de tener que elegir a sólo cinco.
No he tenido una vida sedentaria ni mucho menos, pero tengo la impresión de que si
contara las horas que tomé para leer ese tiempo sumaría bastantes más días de los
que dediqué a muchas otras cosas.
Gracias a los libros sé de países que nunca hubiera podido conocer y de atmósferas
que no podía ni siquiera imaginar y de infamias que no se me habrían ocurrido y de
amores que sólo brillan cuando se los contempla por escrito.
Mucho de mi vida viene de los libros y eso es algo que no me produce ningún
remordimiento. Me perdí muchos tumultos y no estuve en las bodas de los
importantes, pero leí como un poseso y pasé junto a Raskolnikov y le vi las ojeras
recién cavadas.
Renuncié a decenas de asuntos por los que otros se desviven, pero sé de qué color
tenía las enaguas Emma Bovary cada vez que salía a amortizarse y ese consuelo
pequeñajo me conforma.
Pero si se tratara de nombrar a algunos de los libros que me llevaría a esa isla, no
dudo en decir que uno de ellos sería el Ulyses de Joyce y otro, modestamente, El
mundo es ancho y ajeno, de Alegría.
Nunca he podido explicar la primera impresión que me causó el libro de Joyce. Si
fuera un mentiroso cósmico diría que alguien me raptó y me llevó en un platillo al
Ganímedes de la literatura, es decir al Dublín de 1904.
Para ser más precisos: a las horas que van de las 8 de la mañana del jueves 4 de junio
de 1904 a las 2 de la madrugada del viernes 5, que eso es lo que dura la jornada al
alimón de Bloom y Dédalus.
Secuestro más que lectura, al Ulyses no había que leerlo solamente. Había que
internarse en él durante algunos meses –un verano entero por lo menos- y padecerlo,
como si de una maestría de lector se tratara.
Hablando del poderío y la influencia del Ulyses, el gran T.S. Eliot escribió: “Quisiera,
egoistamente, no haberlo leído”. Y el crítico Edmund Wilson afirmó: “Desde que he
leído Ulyses la calidad de los demás novelistas me parece insoportablemente floja y
descuidada”.
Ese monstruo genial llamado Nabokov idolatraba a Joyce, tanto como Pound. Y uno
que nunca lo quiso, como Orwell, admitió que Joyce, al describir la corriente de la
conciencia, había descubierto “una América que todo el mundo tenía delante de sus
narices”.
Bueno, yo no sabía nada de esto cuando leí el Ulyses. Era un lector palurdo,
presuntamente precoz y lo suficientemente loco como para sacrificarlo todo con tal
de leer lo que me cayera. Nunca pude volver a leer con la condescendencia de antes.
Y nunca dudé de que la ironía en relación a “las grandezas del hombre” –algo que
había aprendido con Joyce- me acompañaría siempre.
Y he mencionado El mundo es ancho y ajeno porque hace unos días el señor Bryce,
que escribió hace muchos años una excelente novela titulada Un mundo para Julius,
se ha atrevido a menospreciar a Alegría y a ponerlo en un sarcófago.
Pobre Bryce. No sabe que el cholo Alegría está más allá del veneno anecdótico de un
escritor menor. Menor no sólo frente a Vargas Llosa. Menor frente al propio Alegría.
Alegría no tuvo el desgarro de Arguedas y es seguro que en La serpiente de oro y aun
en Los perros hambrientos su estilo puede discutirse. Pero El mundo es ancho y ajeno
fue y será un referente monumental de la literatura peruana y quienes hayan leído a
Alegría saben de qué hablo.
Volviendo a lo de la isla, lo he pensado bien. No iría con cinco libros. Naufragaría en
la travesía llevando parte de mi biblioteca en la barcaza.
Porque no podría vivir sin abrir, de vez en cuando, aquella Nada de Carmen Laforet, o
aquel Galíndez de Manuel Vázquez Montalbán, o algún libro de Wilde, o un poco de
Westphalen y siempre Conrad y definitivamente Cortázar y Moro y Vallejo y Góngora y
la Woolf.
¡Que se vayan al diablo con eso de los cinco libros! Moriría como traté de vivir: en
desacato.

Palabras muertas
Las palabras también son blanco de ingratitud y olvido. Hay palabras bellísimas que se
fueron muriendo y que nos abandonaron y no dejaron herederos dignos sino que
pálidos sustitutos.
Una de ellas es “desempeorarse”, un pronominal sin equivalentes y que tiene –no sé
por qué- un nimbo de ironía.
Los términos recuperarse o fortalecerse apenas le llegan al tobillo. Otra es “vinario”,
adjetivo relativo al vino y que también, al irse de este mundo, nos dejó un poco
huérfanos.
¡Con lo rotundo que sonaría decir que aquel borracho parecía tener un pensamiento
vinario! De las peores defunciones lexicales es la del verbo intransitivo “bachillerear”,
con la acepción de locuacidad profusa, de mal gusto e inoportuna.
Digamos que charlatanear no es un gran reemplazo. ¿Y qué me dicen de
“malmaridada”, que es como antes se podía decir a las vulgares adúlteras de hoy?
“Malmaridada” debería ser rescatada por las feministas radicales, pues, más que
palabra, tiene reverberancia de atenuante.
Pocos saben que cuando decimos “sinecura”, esa horrible palabra que designa el
trabajo dado de favor y sin merecimientos de por medio, lo que hubiésemos dicho, de
haber sido fieles al idioma, sería “mamandurria”, una verdadera obra de arte.
Y para volver al asunto de la bebeduría espirituosa, ¿alguien puede explicarme por
qué ahora sólo decimos borracho cuando antes se podía decir también “ebrioso”? Por
supuesto que “retrocuenta” es palabra mejor que la expresión “cuenta regresiva”.
Y sólo la influencia del oscurantismo eclesial puede explicar que haya caído en desuso
el inigualable “revelandero” (a), que se aplicaba a personas que decían haber tenido
revelaciones divinas.
Sería maravilloso poder decirle a cierto ex canciller “heredípata”, epiceno que quiere
decir “el que astutamente intenta obtener herencias o legados”.
Igual de placentero sería volver a nombrar “lazulita” a ese mineral duro y de color
azul intenso que hoy sólo se conoce como lapislázuli.
Si el tiempo y la ley de la economía del lenguaje no hubiesen trabajado tan
activamente, hablaríamos de la “doncellez” de don Rafael Rey y al acto de enamorar
o galantear también podríamos nombrarlo con el transitivo “doñear”, que es
espectacular.
Siendo “chillería” mejor que bullicio o vocerío, también es cierto que “chuchumeco”
suena más feroz que ruin o malvado. De igual manera, “indicioso”, como adjetivo que
describe al que sospecha, se ha ido olvidando a pesar de su mérito evidente.
Los años y la tele, el crecimiento mundial de la ignorancia y el desprecio por las
formas, han ido minando el idioma. Hace decenas de años que hemos iniciado un
proceso que terminará en otra lengua, un dialecto hecho en base a brevedades y
fusiones, una suma de promiscuidades que hará que lo que hoy todavía hablamos
parezca tan vieja y tan remota como la lengua de Oc. Mientras eso ocurra –y va a
ocurrir-, este columnista de gustos anacrónicos seguirá extrañando un término como
“descuitado”, o sea el que vive sin pesadumbre.

García y el desmentido
“Agregó, incluso, que si Roxanne Cheesmann está embarazada debe ser porque tuvo
relaciones con otra persona”, testimoniaba, hasta muy entrada la tarde, la edición
digital de Perú 21 aludiendo al presidente de la República. La frase, escuchada por
cientos de miles en directo durante una conferencia de prensa transmitida por Radio
Nacional y luego borrada piadosamente por casi todos los portales noticiosos, me dejó
estupefacto.
¿Pretendía hacer una broma de humor negro el señor Presidente? ¿Cómo se puede
decir eso de quien es no sólo la madre de su último hijo sino la pareja vigente y
elegida? ¿Cuál es la frontera entre la grosería y el guiño de la intimidad? ¿Entre el
poder y la varonil delicadeza? Entiendo, por lo que pude obtener de algún allegado,
que a la señorita Cheesmann el dicho presidencial la ha disgustado profundamente.
No era para menos.
La frase fue lanzada en la misma reunión en la que el doctor García pidió
“perdigonear” a los barristas furiosos y donde anunció que él mismo encabezaría el
proceso de acopiar firmas para llegar a un referéndum en torno al voto facultativo y a
la renovación congresal –lo que implica una muy inoportuna declaración de guerra al
poder legislativo-.
Poco antes, García había irrumpido en RPP y había desmentido la falsedad de la
versión que le atribuyó la inminencia de su séptima paternidad. Y en ese punto dijo la
verdad. Lo que no pudo desmentir fue la separación de facto de su esposa, Pilar
Nores, que ha decidido tomar distancia luego de intentar, por todos los medios, vivir
en una relativa armonía. “En mi relación personal con mi esposa... cada uno tiene
derecho a llevar sus relaciones como la pareja misma lo promueve o lo genera”, dijo
García enrevesadamente.
Lo cierto es que el doctor García parece haber optado por hacer una discreta vida en
común con Roxanne Cheesmann y eso fue lo que determinó el alejamiento de su
esposa.
Lo extraño es que, según todos los testimonios que este cronista ha podido recoger, al
presidente de la República lo sorprende y desestabiliza que la señora Nores haya
adoptado una actitud que, a la luz de los hechos, parece lógica y hasta atinada.
“Pilar ha salido de la escena porque, sencillamente, no tenía alternativa”, me dijo
una fuente próxima a la ex pareja. Otra fuente me explicó por qué las tormentas en
Palacio sí podían ser consideradas, más allá de la chismografía y el morbo, de interés
público.
“Cuando Alan está mal –y los problemas con Pilar son los que peor lo ponen-, puede
tomar decisiones delicadas o decir cosas muy inconvenientes”, dijo alguien que
conoce a ambos desde hace años. Decisión delicada, por ejemplo, fue la de Bagua.
La orden de retomar el puente y “controlar la situación de una vez por todas” fue
transmitida al despacho del Interior después de un episodio emocionalmente
perturbador ocurrido en los interiores de la casa presidencial.
Y en relación a frases inconvenientes, bueno, no hay que hacer demasiados esfuerzos
para recordar la sugerencia de “bombardear” desde aviones de guerra las pozas de
maceración del Vrae, o cuando puso las manos al fuego por Alva Castro defendiendo
la calidad de los patrulleros chinos que felizmente no se compraron, o cuando dijo,
con la mirada blanqueada por la virtud, “Dios me ha dado el poder de convencer...”
Los dormitorios deberían ser recintos sellados para la prensa. El problema es cuando
las peripecias de alcoba se convierten en asuntos de Estado y las sábanas vuelan como
si de fantasmas se tratara.

Amigo de García
Hace un par de días el juez que ve el caso Convial –ese sucio negocio tramado desde
el municipio del Callao cuando estaba bajo el mando de Alex Kouri- ha vuelto a
mandar el expediente al ministerio público argumentando que está incompleto y que
deberá ser mejor planteado. Por supuesto que el juez miente. La acusación fiscal es
redonda porque se nutre del informe que la Contraloría produjo después de una
investigación que el propio Kouri quiso obstruir negando la entrega de documentos
claves y retrasando todo lo que pudo el envío del expediente técnico de la obra. Lo
que pasa es que Kouri es uno de los favoritos del doctor García (cuando toma su
brebaje y se pone en plan de Mr. Hyde), es amigote y jefe partidario del
vicepresidente Luis Giampietri, es uña y mugre con Luis Alva Castro, es una de las
bisagras del pacto congresal aprofujimorista, contrató por 92,000 soles los servicios
de Business Track desde el gobierno regional del Callao y, encima, es el candidato
secreto del alanismo a la alcaldía de Lima. Como si eso fuera poco, Kouri es socio de
García en la colosal trama predadora del “mejoramiento de la avenida Néstor
Gambetta”, una obra que debería de costar 250 millones de soles como máximo y
que, sin embargo, ha sido presupuestada con un valor de 511 millones.
De modo que hay razones suficientes para suponer que el señor Kouri, que toca el
bombo en la banda de Palacio, es uno de los intocables del alanismo. Aun en el caso
Convial.
Y esto que el caso Convial es particularmente asqueroso. Recordemos: dos empresas
vagamente argentinas se asocian con una peruana y fundan Convial un mes después
de “ganar” la licitación.
Este consorcio repentino no tiene el capital necesario para hacer la obra pero
consigue, gracias a una adenda contractual, que el municipio del Callao, con Kouri a
la cabeza, la avale ante el sistema bancario.
Con eso consigue un préstamo del Banco Financiero por 15 millones de soles, con el
que empieza “la vía expresa” de 8 kilómetros hacia el Aeropuerto.
Cuando sólo ha avanzado un kilómetro y 800 metros, Kouri y los suyos lo autorizan
para que empiece a cobrar el peaje más caro del mundo: 1.50 soles por mil y
ochocientos metros. Con el peaje recaudado desde el 2006 –Víctor Andrés García
Belaunde, el corajudo descubridor de todo esto, calcula que gracias a eso obtuvo no
menos de 24 millones de soles- no sólo paga parte del préstamo sino que obtiene una
suculenta ganancia. No ha puesto un solo centavo propio, ha invertido lo que le
prestaron con el aval municipal y afirma, gracias a la complicidad de una consultora
tramposa que había sido denunciada por Ositrán, que en realidad ha gastado, hasta el
momento de la denuncia, 18 millones de dólares (es decir a un promedio de diez
millones de dólares por kilómetro).
En un vladivideo de 1999 se le escucha decir a Kouri, interrogado por José Francisco
Crousillat mientras esperan a Montesinos: “el negocio está en el peaje”. Fue un
decreto de Alberto Pandolfi, ministro de Fujimori, el que precisamente convirtió la
avenida Elmer Faucett en parte de la red carretera del país, lo que a su vez hizo
posible que en ella se cobrara peaje. En el comité de adjudicación de la buena pro
estuvieron, originalmente, el suegro de Kouri y su abogado personal (el mismo que
acaba de comprar a precio de ganga un terreno policial de Ventanilla).
Y uno de los concejales chalacos que aprobó lo hecho por Kouri en relación a Convial
fue el general de la policía Wálter Mori Ramírez, que está implicado en la acusación
fiscal y que acaba de ser nombrado nada menos que viceministro de Orden Interno del
ministerio del Interior.
Por todo eso es que el juez del caso ha decidido que la acusación es insuficiente. Y
por todo eso y mucho más es que en el Perú la impunidad “crea jurisprudencia”.

Cuestión de caras
Viendo al doctor Juan Vergara Gotelli, presidente de esa casa de intolerancia que es
hoy el Tribunal Constitucional, es difícil no recordar al excesivo Cesare Lombroso.
Hay algo misteriosamente deficitario en esa mirada y una pincelada de severidad
decrépita en ese puchero centenario que lo retuerce.
Ayer estaba más retorcido que nunca, después de que la OMS y la OPS –las máximas
instituciones de la salud a nivel mundial y continental respectivamente- reafirmaran
que la píldora del día siguiente “no es abortiva”. Pero hablando de caras, ¿con qué
caras nos mirarán los congresistas que ayer votaron en contra de la renovación parcial
del parlamento? ¿Con cara de sinvergüenzas, como deberían? ¿O con cara de
inocentes, como lo harán? La impudicia es que, al rechazar el mecanismo de
regulación de la aprobación por tercios o por mitades, los congresistas han votado por
sí mismos y han pensado en su estabilidad laboral mucho más que en la regeneración
del sistema democrático.
Una renovación congresal a mitad de gobierno sirve no sólo para descargar tensiones
sino para actualizar la correlación de fuerzas, castigar a los ineptos y facilitarle al
elector la posibilidad de corregir errores y revitalizar el concepto mismo de la
democracia.
Grave error el cometido ayer por la Comisión de Constitución. Tan grave como
rechazar también el voto facultativo, con lo que se reconoce que la democracia
peruana tiene pies de barro. En efecto, si la democracia consiste en un ejercicio de la
libertad –en una orquestación de diversas libertades limitadas tan sólo por el bien
común-, ¿qué diablos significa que el voto sea un deber y no un derecho?
Pues significa que en el Perú, a pesar de lo que digan algunos, sí hay ciudadanos de
segunda. Y que ellos deben ser reclutados para votar, levados por la obligación e
intimidados por la ley.
El congresista Raúl Castro Stagnaro, del PPC, definió ayer muy a su estilo a esa
subciudadanía: “Imagínense lo que sería dejar a millones de peruanos que no han
tenido la educación suficiente a expensas del voto facultativo...”
Muy bien. Entonces, hay que arrear al electorado para “que cumpla con la ley”.
No importa que un alto porcentaje decida su voto en la cola de la votación,
preguntándole a alguien cinco minutos antes de encerrarse en la cámara o
convenciéndose gracias a la música de un spot publicitario.
A esa ceremonia cuantitativa y penosa, tan vigilada como sonámbula, la llaman
“legitimidad democrática”.
Que con su pan se la coman. Y siguiendo con lo de las caras, ¿qué amargor habrá
pronunciado el ceño de Elena Yparraguirre ayer, cuando se enteró de que el cura
Marco Arana no quiere saber nada ni de ella ni de su marido –el de las bodas de
sangre-, Abimael Guzmán? Porque la señora Yparraguirre se atrevió a elogiar a Arana
y a decir que el senderismo, dejando atrás el anfo y el degüello, quisiera entenderse
con él. Claro, era una manera de solicitar una amnistía social y de sondear la
posibilidad de que la democracia imperfecta que vivimos acogiera, de puro estúpida,
a quienes quisieron dinamitarla. La señora Yparraguirre se ha vuelto a equivocar.
Ella no es una guerrillera heroica que quiere dejar el fusil.
Ella fue una asesina serial que secundaba a un mutante del marxismo. No es una
arrepentida: es una contumaz que llama a sus crímenes “excesos militaristas” y que
sigue evocando, con orgullo, la supuesta epopeya del maoísmo forajido. Muy bien ha
hecho Arana despreciando a la señora y a su señor.
Y muy mal han hecho los que han querido liquidar al cura aproximándolo
maliciosamente con Sendero. ¿Qué caras pondrán ahora? Quisiera verlos.

Pulmones y riñones
Es muy gracioso todo esto. Como sucedió que Susan Hoefken escondió el pulmón de la
muestra en torno al cuerpo humano y le mintió al país hasta la vergüenza, entonces
sale el doctor García a decir que el Perú fue calumniado y que Hoefken es peruana
“de casualidad” y que debería renunciar a la nacionalidad que ha traicionado.
Y la ministra Aráoz, que es martillera pública de lo que queda del Perú en el remate
leonino impuesto por García, sale a decir lo mismo: que la Hoefken no es patriota y
que nos ha hecho un daño irreparable, inmenso, indignante.
Como si Susan Hoefken no fuera una peruanaza de Eisha, una criollaza de Punta
Hermosa y una votante potencial de García o Fujimori. De comprobarse plenamente,
la historia de la mentira de Susan Hoefken es tan o más repugnante que el robo que
no ocurrió y que fue comentado por toda la prensa internacional como “robo
primerizo”, a pesar de que en Australia, como se ha sabido ayer, alguien se había
robado, en el 2007, un tobillo de la misma exposición y en esa ocasión no hubo ni
mentira ni retorno. En todo caso, la señorita Hoefken ha demostrado –como si eso
fuera necesario- que en el Perú la pendejada es arte de frente de clases, cosmogonía
horizontal y sistema de antivalores que va del taxista que se cruza en rojo al
banquero que va al SIN a pedirle favores judiciales a Montesinos. García parece haber
querido decir que la reputación del Perú estaba en manos de Susan Hoefken. Y que,
como Susan Hoefken es tan pericota como algunos de sus ministros, entonces, ¡uf!,
nos salvamos, éramos limpios, arriba Perú, no nos ganan Zambo Cavero, no nos ganan.
¿Acaso Susan Hoefken no encarna, con apellido importado y alma criolla, la afición
nacional por la trampa y el cuento? Salida de un colegio privado limeño, educada con
los valores carniceros de buena parte de la clase media alta, pasante de una
universidad limeñísima, ¿en qué se diferencia Susan Hoefken del candidato
presidencial que miente para ganar, de los que han urdido el fraude de Paita, del ex
ministro de Salud que hizo desaparecer 830 cajas de documentos administrativos y
contables? ¿Quién es peor? ¿La neumónica Hoefken o el petrolero “Bieto” Químper?
¿Lapidamos a la Hoefken y condecoramos a Rómulo León? ¿O sólo lo olvidamos, como
quiere García? Susan Hoefken tiene la naricita respingada y el pelito claro de la
beautiful people.
Pero ha crecido en un país donde los presidentes roban y/o matan.
Y en donde Doe Run se burla del Perú, la publicidad miente sin pausa, los impuestos
suelen ser burlados, la prensa esconde todo lo que puede, nadie resulta responsable
político de la mutua matanza de Bagua, el aeródromo de Collique se vende en contra
de la ley, el Instituto Nacional de Estadística es obligado a mentir para favorecer al
gobierno, no hay un solo preso por la porquería de Convial en el Callao, un
comentarista económico de RPP figura como socio de cobranzas de César Gutiérrez,
se nombra a un ministro que apareció cayéndose de borracho y que terminó
recibiendo plata negra de Business Track.

Y no sigo para no aburrir y para no rendirle homenaje a Leo Spitzer y a su definición


de la enumeración caótica. De modo que estemos claros: Susan Hoefken es una
mentirosa. Pero es más peruana que la mazamorra morada. Tan peruana como el
doctor García que, a pesar de tener bienes inmuebles en París o Bogotá, siempre será
vecino de este país nuestro al que le debe tanto y donde ha tenido una experiencia
tan enriquecedora.

Celulares y cáncer
Ayer se han publicado en Londres los resultados preliminares de un estudio
internacional supervisado por la Organización Mundial de la Salud, que demuestra, de
modo ya difícil de rebatir, la relación entre el uso del teléfono celular y ciertos tipos
de cáncer cerebral.
La investigación ha costado 33 millones de dólares, ha demorado diez años, se ha
realizado en trece países y ha involucrado a 12,800 personas. La conclusión es que, a
largo plazo, “existe un riesgo significativamente mayor” de padecer un glioma de
carácter maligno en las personas que hacen un uso intensivo del teléfono portátil. El
informe fue reseñado por el diario británico “The Daily Telegraph”, pero será
publicado recién a fines de año. La investigación, bautizada con el nombre de
Interphone, ha sido dirigida por la doctora Elizabeth Cardis, profesora del Centro de
Epidemiología Ambiental de Barcelona.
La relación entre celulares y cáncer cerebral se explicaría por la radiación de
radiofrecuencia y el efecto que este barrido electromagnético produce en el ADN
celular. Las células así mutadas son las que más tarde podrían convertirse en
cancerosas.
Trascendió que la publicación del informe obligará a los gobiernos europeos, para
empezar, a legislar específicamente sobre el asunto y causará una gran alarma en la
ya colosal industria de la telefonía móvil.
De Nokia (fabricante) a Telmex (operador), pasando por Telefónica, Verizon o
Motorola, la reacción de los implicados será volver a negar cualquier daño colateral
surgido del uso del móvil, tal como lo han venido repitiendo desde que, hace diez
años, se tuvo la primera sospecha de ese vínculo maligno.
Y el periodismo a destajo, por supuesto, se encargará de sembrar dudas, apostar por
el relativismo y desacreditar el informe diciendo que es insuficiente y que se
requerirán otros veinte años para poder afirmar algo contundente.
Es decir, hará lo mismo que hicieron las prensas tabacaleras cuando la Philip Morris
las aceitaba y lo que hacen los escribas petroleros pagados por la British Petroleum
para decir que no hay calentamiento global y que Al Gore necesita camisa de fuerza.
Pero todo indica que una nueva cultura de la prevención se impondrá alrededor del
uso del celular.
La verdad es que a mí me parece de justicia que hoy se confirme lo que era de
sentido común: no hay sistema neuronal que no corra el riesgo de freirse o
degenerarse con una fuente de radiofrecuencia pegada al parietal, usando el
conducto auditivo como túnel y afectando el equilibrio iónico de las células nerviosas.
Esto del equilibrio iónico no es algo que se me acaba de ocurrir.
Es parte de la argumentación que Nokia presentó, en 1998, para desarrollar un
aparato celular que tuviera menos radiación electromagnética y que, por lo tanto,
“fuera menos riesgoso para la salud de los usuarios”.
Así como lo oyen. Desde hace más de diez años que empresas como Nokia saben que
sus productos tienen un riesgo potencial. De hecho, Erickson y Motorola también han
patentado versiones menos ofensivas de esos aparatos. Esas patentes inscritas en
Washington sirvieron, en el 2001, para que el defensor de los consumidores inglés
Alasdair Philips denunciara que los grandes monstruos de la telefonía móvil sí estaban
enterados de lo que muchos neurólogos serios habían empezado a sospechar.
El director del Instituto de Salud y Medio Ambiente de la Universidad de Albany
(Nueva York), David Carpenter, dijo hace dos años algo que suena muy razonable:
“Aquí los que están en mayor riesgo son los niños, cuyos cerebros son más
vulnerables”.
Y el director del Instituto del Cáncer de la Universidad de Pittsburgh, Ronald
Herbeman, dijo hace poco ante una comisión del Congreso estadounidense: “Tomando
en cuenta que nos demoramos 70 años en cerciorarnos de que el plomo en la pintura
era un veneno y que nos costó 50 años demostrar que el tabaquismo produce cáncer,
pienso que, en relación a la telefonía móvil, deberíamos hacer un mejor trabajo”.
Yo no puedo saber de modo absoluto si este maldito aparato, que suena en los
conciertos y en los cines, que todos llevamos en el bolsillo y que a todos nos ha hecho
súbditos, produce, a la larga, cáncer cerebral. Lo que sí sé es que produce un tipo de
carcinoma comunicacional que consiste en que de 100 llamadas recibidas sólo diez
valen la pena. De las otras 90, cuarenta son babosas, veinte son indeseables, veinte
indescifrables (por la forma o el fondo) y 10 agresivamente solicitantes. Estamos
hipercomunicados y más solos que nunca. Nos decimos lo banal y ya no hablamos de
lo importante. Y lo que más se teme es lo que más debería estimarse: el silencio.

El aborto del Tribunal


Está probado que la píldora del día siguiente impide la concepción porque engrosa el
moco cervical y altera la ovulación. De modo que el espermatozoide busca sin suerte
y no se empareja con nadie.
No hay “boda microscópica”.
Eso lo dice la Organización Mundial de la Salud, lo confirman las pruebas de
laboratorio y lo aseguran todos los médicos serios a los que se puede consultar. Sin
embargo, el Tribunal Constitucional, al que tenemos hasta en la sopa, ha decidido
meterse ahora en el endometrio y en el moco para decirnos que “no está probado”
que la píldora en cuestión “no sea abortiva”.
Bueno, tampoco está probado que los magistrados del TC no sean idiotas. Porque hay
que tener algo de idiota para desacreditar a la institución a la que se pertenece.
Y no me refiero sólo a la “sentencia” de ayer –sentencia que contradice una del 2006,
año en el que el mismo tribunal declaró que sí era legítimo que el ministerio de Salud
repartiera gratuitamente la píldora del día siguiente-.
Me refiero a los aberrantes fallos con los que el TC, politizado por el mecanismo del
nombramiento de sus miembros, ha excedido largamente su jurisdicción, o ha
lesionado derechos individuales, o ha interpretado, bajo presión, de un modo
arbitrario, la propia Constitución.
Todos recordamos las sentencias del TC respecto del carácter inamovible de los
beneficios de la ley pensionaria 20530 debido a que la casi totalidad de sus miembros
disfrutaba de sus beneficios. Todos hemos visto lo que pasó en el caso de Antauro
Humala, donde el TC, bajo presión directa del aparato de coerción del Estado, hubo
de modificar una propia sentencia gracias al cambio repentino de parecer de uno de
sus integrantes. Juristas como Aníbal Quiroga, de cuya conducta política se puede
discrepar pero cuyos conocimientos académicos resultan indiscutibles, han recordado
en un ensayo casos vergonzosos como aquel en el que el TC emitió, desde su página
web, dos sentencias contradictorias con la firma del mismo ponente (fue el 18 de
febrero del año 2005). Y ya no hablemos de aquel famoso caso en el que un TC
conducido por sonámbulos se atrevió a pronunciarse sobre una ley ya derogada (la ley
28577, que versaba sobre el cómputo de carcelería en los casos de arresto
domiciliario).
El TC nació para proteger la Constitución.
La Constitución vigente no dice que seamos un estado confesional católico. Dice que
“dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia
Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del
Perú, y le presta su colaboración”.
Pues ese artículo –el 50- ha sido zarandeado por el TC, asustado por la sotanería
intransigente, la hipocresía arzobispal y la canalla teocrática que considera a la mujer
un vientre que pare y un animal de redil.
El TC, además, ha mentido al repetir el argumento de Luis Solari, que fue hasta sus
oficinas a presionar, y de Rafael Rey, que hizo lo mismo y tuvo una encerrona con los
magistrados que iban a fallar.
Y el único argumento de esos santos varones es la farsa de decir que la píldora del día
siguiente es abortiva. Y que por eso lesiona aquella parte de la Constitución que
establece: “El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.
Pero sin concepción no hay concebido y, por lo tanto, no hay histeria farisea que
gritonear. Hay que ser un cruzado del Opus Dei, como Solari, o un fanático tensado
por sus inhibiciones como Rey, para ver asesinato donde hay evitamiento e indignidad
donde, precisamente, se ejerce el derecho de la mujer a pausar o no su fertilidad.
Hay cada día más razones para que revisemos los fundamentos de un Tribunal
Constitucional que puede llegar a este nivel de ignara intromisión.
Que puede, en suma, violar la Constitución “para defenderla”. Y que puede castigar a
las mujeres pobres prohibiéndoles el uso de un recurso extremo que las pagantes
podrán comprar en cualquier farmacia. Y que puede sumarse a la puesta en escena de
la Inquisición resurrecta.
La jerarquía católica es heredera de cientos de años de quemante intolerancia.
Durante siglos la Iglesia que acoge a Solari y a Rey extirpó de la tierra, o torturó
salvajemente, a concebidos de todos los matices y rangos sociales.
Esa oscuridad fungosa parece volver cada cierto tiempo a Lima. Viene con capirotes y
rosarios y excomuniones solapadas.
Y viene a decirnos qué es pecado y qué no lo es, cuáles son las prerrogativas de la
mujer respecto de su matriz, cuántos y qué debemos ser y por qué es diabólico usar
condón, tomar pildoras, no parir a un ser anancefálico, usar espermicidas, o
diafragmas, o dispositivos intrauterinos, o pastillas poscoitales. No se trata de moral
ni de cánones.
Ni de teología ni de santidad. Ni de Evangelios ni de historia. Se trata de poder, de
autoridad, de control.
Si controlas la reproducción, controlas lo más íntimo, el centro de la voluntad, la raíz
de la autoestima. Controlas el rebaño.
Y el TC se ha prestado a todo esto. Qué vergüenza.

Encuesta ocultada
Como ningún periódico lo ha reseñado, pues aquí va el resultado de la encuesta que
acaba de hacer la Universidad de Lima en relación a esa ceremonia depravada que
algunos llaman “fiesta taurina”.
Resulta que el 73 por ciento de los encuestados en la ciudad de Lima rechaza esa
barbarie y sólo el 27 por ciento la aprueba.
O sea que la aprobación a “los toros” está en el mismo nivel que la popularidad del
presidente de la República. Además, como lloriqueaba un cable, un 67 por ciento
señaló que aquella infamia no puede ser considerada “una fiesta nacional”.
Qué decepción para los cuchilleros vestidos de bermellón y oro. ¿Y ahora qué
hacemos? ¿Qué le decimos a alias El Juli y a alias El Cid? Por lo pronto, como dicen
que vivimos en democracia, el alcalde del Rímac debería cuadruplicar los impuestos
al uso del camal de Acho y quintuplicar el porcentaje ridículo que hoy cobra por cada
entrada.
¿O es que recibe algún estipendio subrepticio? Porque ese 73 por ciento de asco y
condena debería ser tomado en cuenta.
¿O es que las mayorías no significan nada? Mi insistencia en el tema viene de lejos y se
emparenta, de algún modo, con aquellas creencias orientales sobre la transmigración
de las almas.
Vishnú, uno de los dioses del hinduismo, fue primero un pez, después una tortuga,
más tarde un jabalí y, por último, un león con melena y todo.
Pero este amor por los animales también procede de San Francisco, quizá el mayor
personaje del cristianismo después de Cristo.
Porque “el mínimo y dulce” Francisco de Asís –los adjetivos son de Rubén Darío-
estaba convencido de que los animales eran hermanos del hombre y hablaba de la
hermana paloma y del hermano lobo.
Lo que muchos cristianos no saben es que el cristianismo es zoofilo y que esa doctrina
fue expresada por Cristo el llamado Jueves Santo, cuando ordenó a su grey la
fraternidad humana en la divinidad y la supresión de los sacrificios cruentos de
animales.
No hace falta recordar que el Papa San Pio V promulgó en 1567 una bula anunciando
la excomunión de los príncipes cristianos y jerarcas eclesiásticos que toleraran “estos
torpes y cruentos espectáculos más de demonios que de hombres...” Es cierto
también que la España negra presionó, con el infame Felipe II a la cabeza, y que, al
final, el Papa Clemente VIII levantó la prohibición sin dejar de condenar el
espectáculo.
En España, sin embargo, para honra de los llamados grandes, fue el conde de Bailén
quien en 1960 fundó la Asociación contra la Crueldad de los Espectáculos.
Bailén recordaba que fue San Prudencio, Obispo de Calahorra, quien convenció al
emperador Honorio, en el año 404 de nuestra era, para que aboliera la salvaje lucha
de los gladiadores.
Y se preguntaba si algún obispo podía hacer algo respecto de los toros.
En este rechazo visceral a la crueldad que quiere ser arte y al salvajismo que aspira a
ceremonia han estado españoles como Ramón y Cajal, Manuel Machado, Gregorio
Marañón o Jacinto Benavente. Ni ibérica resulta ser del todo esta bestialidad.
En Creta, hace 3,000 años, a algunos hirsutos se les ocurrió que los bueyes podían ser
meneados y aporreados. El famoso antitaurino Santiago Esteras Gil, de cuya pluma
procede buena parte de la información de esta columna, cita esta frase de Virgilio:
Hay que respetar el dolor que no tiene palabras, el derecho que no tiene defensa”.
Y cuando Lawrence Grobel le preguntó a Marlon Brando, en una legendaria entrevista,
qué era lo que más le repugnaba, el gran actor respondió sin miramientos ni modales:
“Las corridas de toros. Me gustaría ser el toro, pero con mi propio cerebro. Primero,
me concentraría en el picador.
Luego perseguiría al matador. No, me le acercaría hasta que se ensuciase el calzón de
miedo. Y le metería un cuerno en el culo y lo haría desfilar alrededor de la plaza...”

Yoani Sánchez
Se llama Yoani Sánchez, tiene 34 años, es licenciada en filología y es la bloguera más
famosa de Latinoamérica.
Su blog se lee en quince idiomas gracias a que cuenta con una legión internacional de
seguidores que lo traducen y difunden.
Debería de ser revolucionaria cubana, paciente y resignada, pero no lo es.
Lo fue hasta que un día decidió hacer lo que hace casi todos los días: alquilar por hora
una computadora y despachar desde La Habana su diario personal, sus brillantes
sarcasmos, sus crónicas urbanas, su filo temerario para la crítica. Y si no la han
callado es porque su rápida fama mundial parece haberla inmunizado. Al menos por
ahora. Yoani Sánchez está harta de que la prensa única le mienta a la gente.
Está hasta la coronilla de tanta pellejería en nombre del futuro y de tantas excusas
sibilinas para explicar el fracaso.
Le ha dicho basta a las ruinas de la economía, a los privilegios de la camarilla, a los
barrios que se caen a pedazos y a los presos políticos (54 sólo si se habla de los
capturados en la crisis del 2003) que el régimen niega pero que están allí,
pudriéndose, por pensar diferente y por decir lo que piensan.
Yoani Sánchez fue el otro día a una oficina estatal a exigir que le dieran permiso para
salir de Cuba porque en la universidad de Columbia le dieron un premio Maria Moors
Cabot por su labor. Sé que algunos fundamentalistas dirán que lo del premio es una
treta publicitaria sugerida por la CIA para remover el avispero cubano.
No descarto que el extremismo estadounidense, auspiciado en la Little Havana
mayamera, quiera usar a Yoani Sánchez.
Lo único que digo es que ese premio lo ha dictaminado un jurado que también integró
el peruano Enrique Zileri. Y nadie puede decir, desde la decencia, que Zileri es un
instrumento de la agencia de inteligencia de los Estados Unidos. Volviendo al asunto:
Yoani Sánchez fue a reclamar por su visa y le dijeron que no se la darían. Esta mujer
ejemplar grabó el incidente con un celular y colgó el video en su blog.
Allí puede uno oirla y verla clamando en vano por su derecho, por su cubanidad
maltratada, por su ciudadanía despreciada. Y es emocionante el coraje que
demuestra ante la impertérrita funcionaria que sólo atina a decirle que “por ahora” el
permiso le ha sido negado. Es un “por ahora” que dura décadas.
Y en el blog de Yoani Sánchez está retratada toda la furia de una generación que fue
pionera en la niñez, comunista en la juventud y absolutamente escéptica en la
actualidad.
Es muy fácil ser castrista en Lima y decir, como brama el sectarismo, que gente como
Yoani Sánchez resulta usada por “la contrarrevolución”.
¿Pero de qué revolución cubana podemos hablar sin que la cara se nos sonroje? El
desastre económico, político, social y moral del régimen cubano no viene del bloqueo
injusto que el imperialismo estadounidense le impuso hace 50 años. Viene de los
mismos factores intrínsecos que un día borraron de la faz de Europa “el socialismo
realmente existente” del Came y el Pacto de Varsovia.
Como el imperio otomano tras la primera guerra mundial, el latifundio soviético se
vino abajo a la velocidad del vértigo y en medio de los vítores de la liberación.
¿Dónde estuvieron las masas que resistirían a los ejércitos de la reacción
internacional? Las masas aplaudían el desahucio del socialismo estalinista en Praga,
en Budapest, en Sofía, en Berlín Oriental, en Bucarest.
Así sucederá en Cuba cuando la generación de Yoani Sánchez termine con la
indignidad de un régimen que encarcela a los disidentes, monopoliza los medios de
comunicación, administra la extrema escasez como lo haría cualquier satrapía
derechista y, encima, pretende encarnar valores y proponerse como ejemplo a seguir.
Mientras la izquierda peruana siga respaldando a la familia Castro y callando en siete
idiomas y haciéndose la loca con evasivas y ambigüedades, la condena de su
insignificancia electoral será el castigo para tanto disimulo.
Porque ser de izquierda también debería suponer decir la verdad.

Posdata: César Lévano escribió hace unos días una excelente columna sobre las
erratas que a veces abundan en este querido periódico. Bueno, la plaga llegó ayer a
esta columna. Donde había puesto en el original “gracias a esos seis votos, el asunto
de despenalizar por completo el aborto eugenésico y el aborto por violación pasará al
Pleno”, un duende metió un plural devastador, con lo que resultó que “el asunto...
pasarán al Pleno”. ¿El asunto pasarán al Pleno? ¿Pero este duende es idiota?
El Congreso dio la nota
Así como somos implacables con el Congreso –institución que el fascismo de todos los
pelajes no tolera- tenemos que reconocer que lo hecho ayer por la Comisión Especial
Revisora del Código Penal es encomiable.
Tan encomiable que la Caverna está en sesión de emergencia, presidida por el
cardenal Cipriani e integrada por cuatro viejas beatas, dos amantes de los niños
venidos de Boston (apretados en su cuello romano), un virrey apenas descompuesto,
el fantasma del Conde de Superunda y el principal del sodalicio armado (armado por
la guardia suiza).
Todos ellos, más Rey y el rector de La Católica, debaten si llaman a Franco para que
restablezca el orden, o si llaman a Sánchez Cerro para volver a las andadas, o si
apelan a santa Rosita para que venga el maremoto de la ira de Dios y ahogue el
pecado con pecadores y todo.
La Caverna, con un diario muy serio vestido de luces adelante, ya ha dado su
veredicto inapelable: la vida se respeta, carajo, y desde el comienzo, carajo, y quien
no respeta la vida es que no la merece y quien no ama al único Dios tampoco merece
vivir, de igual modo que no merecieron vivir los herejes, los luteranos y los
judaizantes. ¿Cómo es que el Congreso se atreve a desafiar a la Caverna en su propio
señorío? Bueno, habrá que agradecer el coraje demostrado ayer por quienes votaron
para que la reforma del Código Penal siga adelante, es decir el representante del
Apra, José Vargas, el congresista nacionalista Cayo Galindo, la representante de los
decanos de los Colegios de Abogados, Rosa Mávila, el vocero de la Asamblea Nacional
de Rectores Juan Ramos y los representantes del Poder Judicial Víctor Prado y
Robinson Gonzales.
Todos merecen ser mencionados por la entereza con la que han enfrentado la recia
campaña del oscurantismo y la advertencia casi canónica del editorial de ese diario
muy serio que siente que todavía puede excomulgar. Gracias a esos seis votos, el
asunto de despenalizar por completo el aborto eugenésico y el aborto por violación
pasarán al Pleno.
Me temo que en esa asamblea plenaria, plagada de asustadizos y depravada en cierto
sentido por el upepismo sin norte y el fujimorismo sin bandera, el chantaje de la
Caverna prevalecerá.
Poco importa.
Lo de ayer honra la independencia de un poder del Estado al que muchos quisieran
reducir al tamaño que a Fujimori tanto le convino: se congresito que en 1993 aprobó
lo que Borea se niega a llamar Constitución.
A la paporreta de Trento se sumará buena parte del Apra y casi la mayoría del PPC,
que es un partido que limita al norte con el Opus Dei y al sur con su bolsillo.
De modo que el triunfo de ayer quizá se borre pronto con “la corrección” de mañana.
Pero nadie nos quitará lo bailado.
Verle la cara de sacristán hipócrita a Carlos Torres Caro y ver cómo la representante
de la Defensoría del Pueblo, Gisella Vignolo, se lavaba esas manitas de sor Juana Inés
inventada, ha sido toda una delicia. El Perú tiene varias independencias pendientes.
Una de ellas consistirá en demoler la mazmorra mental donde la Inquisición nos metió
a patadas y donde Cipriani quiere que vivamos.
Ese fue uno de los sueños de Manuel González Prada, padre del laicismo beligerante y
profeta de la refundación del Perú. Que lo recuerde Alan García, que ahora se pone
una carpa morada y carga al señor de los terremotos y es fiel cumplidor de los
mandamientos porque ama a Dios por sobre todas las cosas, no jura jamás en vano, no
ha matado ni mandado matar ni ha levantado falsos testimonios ni ha tenido deseos
impuros ni ha codiciado los bienes ajenos. Amén.
Provocación chilena
En el desierto de Atacama, que Chile obtuvo en la guerra del salitre de 1879,
empiezan este viernes las maniobras que las fuerzas armadas chilenas han llamado,
con la misma sutileza empleada en torturar prisioneros socialistas tras el golpe de
1973, “Salitre II”.
Este ejercicio militar es la respuesta del chauvinismo uniformado de Chile al reclamo
presentado por el Perú en La Haya.
Oficialmente se trata de un conflicto “de baja intensidad” dirigido en contra “de un
país que estaría ubicado en Iquique, 500 kilómetros al norte de Antofagasta”.
¿Las razones de esta guerra simulada? Los militares chilenos lo dicen con todas sus
letras: “Ese país pondría en peligro la paz mundial al violar tratados internacionales”.
¿En Iquique (tierra usurpada al Perú), 500 kilómetros al norte de Antofagasta
(territorio capturado a Bolivia)? Eso es abiertamente el Perú.
El Perú tal como era antes del zarpazo anglochileno sobre el guano y el salitre. Por
eso es que en la primera versión de esta campaña el país agresor fue llamado
“Tarapacá” (uno de los departamentos peruanos que Chile tomó para sí después del
Tratado de Ancón).
Lo increíble es que en estas maniobras no sólo estarán uniformados chilenos
piloteando aviones F-16 y F-5 y helicópteros de ataque y de rescate (aparte de la
infantería que saldrá de las bases de Cerro Moreno y Chuquicamata).
Chile ha conseguido que el simulacro en contra de ese país insumiso respecto del
derecho internacional cuente con la participación de Estados Unidos, Brasil, Francia y
Argentina.
Doscientos efectivos estadounidenses castigarán desde el aire “las posiciones
enemigas” con algunos F-15, KC135 y HC 130. ¿Y nuestro gran amigo, el Brasil de Lula
y de Odebrecht? Pues ha enviado a 50 militares que operarán aviones A-1 (de
Embraer, por supuesto).
¿Y la Francia de la Marsellesa? Pues ha enviado a 100 de los suyos a bombardear
simuladamente el desierto de Atacama desde los clásicos Mirage 2000 que tanto le
suenan al doctor García. ¿Y la Argentina del corazón, nuestro blindado fraterno al que
ayudamos en su guerra malvinense mientras el alcohólico de su presidente daba
órdenes erráticas en la Casa Rosada? Pues la dulce Argentina también se hace
presente con aeronaves A-4-AR y KC 130.
Todos, por supuesto, bajo un comando aéreo unificado por la Fuerza Aérea de Chile.
Y todo al servicio de un objetivo que el gobierno de la señora Bachelet comparte
ampliamente: “la iniciativa permitirá -dice la FACH- compartir experiencias a niveles
de planificación operacional y táctica, mientras que, al mismo tiempo, servirá para
programar operaciones de sostenimiento e imposición de la paz”. ¿Imposición de la
paz? ¿Por la razón o por la fuerza? Es cierto que es un exceso llamar conchuda a la
señora presidenta de Chile. Ella hace su trabajo y tiene 76 por ciento de aprobación
ciudadana (contra 26% de Alan García).
Lo que es cierto también es que el canciller peruano no tenía por qué dar ninguna
explicación al gobierno de Chile.
Al darla no sólo se ha sometido a la enésima humillación propinada desde el sur sino
que, de algún modo, ha reconocido que el vocero de su aliado político –el fujimorismo
con y sin Fujimori- puede ponerlo en aprietos diplomáticos.
Y lo que resulta también inevitable es admitir, desde el más hondo dolor patriótico,
que nuestra diplomacia internacional está, a la vista de las maniobras Salitre II, en
manos de personas que, si se esforzaran más, podrían llegar a ser incompetentes.

Ni sábado ni domingo
“Cinco años son muy poco: hay que exprimirlos hasta el fin...”, dijo ayer el doctor
Alan García.
Pocas veces frase tan decidora y múltiple de sentidos ha salido de la boca del líder
neoaprista.
La única que se le compara es aquella referida al niño Federico Danton. En ella el
presidente de la República le anunció al país que sería un padre responsable y
garantizadamente proveedor de este nuevo y agraciado hijo.
Y, claro, no es que aludiera a su magro sueldo ni a los negocios que no tiene ni a la
abogacía que apenas ejerció ni a las empresas que no fundó ni a las acciones que no
compró ni a los beneficios de exportador que jamás conoció.
Él habla de otra cosa. Quizá tengamos que voltear la mirada a donde la prensa no está
mirando, tan enamorada como está de los petroaudios, que, siendo importantes,
serán, a la hora de los loros, apenas la obertura de la ópera y el prólogo del libro de
actas.
Esa mirada puede conducirnos al escándalo de Paita, donde, después de una licitación
mañosa y amarrada, los chileno-portugueses que se han hecho con el botín del puerto
han decidido saquear en grande y han cuadruplicado algunas tarifas.
¿O más que a los portugueses vamos a tener que mirar a la engreidísima y brasileña
Odebrecht, tan cercana a García y que hoy tiene a su cargo el Eje Multimodal
Amazonas-Norte, el Trasvase de Olmos, el Corredor Interoceánico Sur, los proyectos
de Melchorita, Callao y Bayóvar? ¿O será más jugoso meter a las unidades de
investigación a averiguar cómo es que Odebrecht, la insaciable, se ha asociado con
Graña y Montero (otra gran amiga pública del doctor García) porque también quiere
ganar el encargo de 400 millones de dólares que se está convocando para el tren
eléctrico (sí, el mismo de Siragusa y Bettino Craxi)? En este caso lo más grosero es que
el Estado financiará lo del tren Lima-Callao (allí se juntan García y Kouri) como obra
pública y con la plata de todos.
Cuando todo esté listo, se otorgará en concesión a un privado que, como aspira el
doctor García, “exprimirá” la concesión sin haber puesto un centavo.
Y todo indica que Odebrecht-Montero ya están armando sus vagones. Es doloroso para
la prensa que ningún investigador esté siguiéndole la pista a estas tramas.
Lo de Paita huele a pescado podrido y olió a comisiones y coima desde el comienzo.
Ningún medio ha acompañado a “La Primera” en denunciar esta montaña de bosta
(excepción hecha del columnista de “La República” Humberto Campodónico). Por eso
es que el control sobre la televisión resulta vital.
Por eso es que la anuencia de la gran prensa resulta imprescindible. Con esas dos
secuacidades, Ali Babá puede seguir haciendo su trabajo.
Un trabajo que, a partir de hoy, ya no se interrumpirá ni sábados ni domingos.
Una orgía perpetua.

2,600 millones de pobres


Mientras Cipriani y Rey insisten en creer que las mujeres son vientres o tierras de
labranza (a la espera de cualquier regante) y que si un loco degenerado las viola en
un ascensor “tienen el deber” de parir, ayer, en Huánuco, una de esas mujeres que la
Iglesia dice proteger dio una lección radical de libre albedrío: se ahorcó porque
estaba harta de no tener con qué darle de comer a sus tres hijos.
Yesenia Domínguez Trujillo se llamaba y tenía 28 años.
Había discutido con su marido –Marcelo Torres Chihuán, de 48- porque ya no sabía qué
hacer con el hambre de Francis (4), Deisy (6) y José (8).
El marido, un obrero de construcción civil, le volvió a decir que no era enteramente
su culpa, que había hecho un trabajo por el que le debían haber pagado hacía dos
meses y que se había presentado a varias obras pero que no había vacantes y que,
más bien, estaban despidiendo a los que empezaban a sobrar. No lo dijo así, pero eso
fue lo que quería decir.
A Yesenia pareció importarle poco la explicación. Siguió reclamando a voz en cuello y
dijo que no podía más, que lo que debía hacer el marido era llevarse a sus tres hijos y
darles de comer algo en el mercado.
Marcelo Torres Chihuán, salió, en efecto, con sus tres hijos y con cinco soles en el
bolsillo. El corresponsal del diario “Correo”, de donde procede esta noticia aparecida
ayer en su versión digital, no precisa qué pudieron comer los niños con los cinco soles
del padre.
Lo que sí dice es que, de regreso del mercado, Marcelo tocó la puerta de su casa (Las
Magnolias 107, distrito de El Tambo, Huánuco) y que nadie respondió.
Entonces se trepó por una pared y halló a su mujer colgada de la viga que divide la
cocina del único dormitorio de la casa. Había usado una faja ombliguera para
ahorcarse.
Mientras Yesenia Domínguez ejercía, del modo más siniestro, su soberanía personal, a
muchos kilómetros de allí, pero casi simultáneamente, una mujer llamada Alicia
Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y
el Caribe), informaba a la prensa que, según las estadísticas, la crisis reciente ha
incrementado en 13% el hambre en la región.
Latinoamérica había logrado cifras excepcionales de crecimiento en los últimos años –
añadió-, pero la dimensión de la crisis actual está haciéndonos retroceder.
Para decirlo en cifras: mientras los conservadores celebran los funerales del debate
económico (“¡nadie debe discutir la prevalencia del mercado!”), treinta por ciento de
latinoamericanos viven instalados en la pobreza. Eso quiere decir que 180 millones de
latinoamericanos son pobres.
Y de ellos, 70 millones pueden considerarse pobres extremos. Sólo en el 2009 el
número de desempleados en América Latina crecerá en unos cuatro millones
adicionales.
No olvidemos que, como el Perú lo grita en cada esquina, América Latina es la región
con mayores índices de desigualdad.
El 10% más rico se lleva hasta el 47% de la renta, mientras que el 20% más pobre se
reparte el 3 por ciento del PIB regional.
Pero si el escenario latinoamericano es preocupante, la aldea global, donde se supone
que la felicidad está a punto de consagrarse, resulta inexplicable.
A pesar de estas décadas de liberalismo galopante, la miseria de millones demuestra
una tenacidad enfermiza y un carácter sistémico: de los 6,791 millones de habitantes
de este planeta todavía azul, 2,600 millones viven con menos de dos dólares por día.
Y de estos 2,600 millones, 1,040 millones –la cifra ha aumentado en los últimos diez
meses- “viven” con un dólar o menos de un dólar. Por eso es que la FAO dice, con
toda razón, que hay por lo menos 1,040 millones de hambrientos en el mundo.
La directora del Programa Mundial de Alimentos, Josette Sheeran, dijo ayer –en pleno
Día Internacional de la Alimentación- que el hambre mundial se aliviaría
considerablemente sólo con el uno por ciento (1%) de lo que los gobiernos ricos han
gastado en salvar bancos y corporaciones.
La gran prensa comprometida con el inmovilismo quiere hacernos creer que hemos
abordado el tren expreso al paraíso.
Pero gente como Yesenia Domínguez Trujillo no pudo creer que los sueldos basura, los
sindicatos aporreados y los parados crecientes sean parte de algún edén.
Cuando alguien me pregunta cuál es la diferencia entre derechas e izquierdas suelo
decir que sólo hay una: la compasión, la posibilidad de ponerse en el pellejo de los
que sufren.
La derecha es implacable y socialmente darwinista cuando le va bien. Apenas fracasa
llama a los bomberos para que la salven del fuego. Pero ni cuando le va bien piensa
en los de abajo.
Y a quienes se preocupan por ellos les llama “pobretólogos”. ¿Son otra especie?
¿Tienen genomas diferenciados? Algún día lo sabremos.

¡ Mantenemos Curas y Sacerdotes ! ¿Pueden creelo?


¿Sabía usted que el Estado Peruano les destina una partida de S/. 2´000,000 a la
Iglesia Católica?.
Asi es mi estimado lector, investigando me di con la nada grata sorpresa que el Estado
Peruano destina desde hace años un presupuesto para la Iglesia Católica. Si esa que se
supone tiene los suficientes recursos para poder mantener a los Obispos, Arzobispos y
otras jerarquias de la Iglesia peruana. Desde mi punto de vista esto me parece
completamente injusto, ¿Por qué debemos de mantener con el dinero de nuestros
impuestos a la Iglesia Católica? ¿Cuál es la razón para que esta iglesia sea la única que
reciba dinero de todos los contribuyentes mientras que las demás religiones no
reciben ni un centavo? Investigando me dí cuenta que la partida para el año 2009 fue
de S/.2´603,000 Nuevos Soles, a cargo del Ministerio de Justicia bajo la denominación
de "Asistencia a las Jurisdicciones de la Iglesia Católica".
A continuación podrán ustedes apreciar que este presupuesto se encuentra en el
Portal de Transparencia del MEF, sólo que es un poco complicado de hallar.
Con ese dinero, se pueden construir algunas escuelas, algunos puentes o caminos
afirmados, o tal véz mejorar la atención médica en las poblaciones de nuestra selva
amazónica y no darselá tan alegremente al Clero. Ahora saquemos cuenta.
La Iglesia Católica ha recibido terrenos donados por el Estado, de los cuales perciben
una renta ya sea por alquiler de estos al haber construido edificaciones de las cuales
usufructúan.
Con estas ayuditas me pregunto ¿para qué necesitan recibir un presupuesto del Estado
si ellos cuentan con ingresos adicionales que tranquilamente les permiten mantener
una tranquilidad financiera y económicas? y Ojo no pagan impuesto alguno, es decir,
que perciben sus ganancias limpias de polvo y paja.
Ahora existe en la Comisión de Constitución el proyecto de ley de "Igualdad Religiosa"
(Proyecto de Ley N° 1008) en la cual que pretende que todas las religiones tengan los
mismos privilegios que la Iglesia Católica, lo que podría darles derechos a incluir un
presupuesto anual para estos a expensas de nuestros bolsillos, osea que si usted es
agnóstico o evangelico tendrá que contribuir (sin saberlo ni quererlo) para mantener a
Obispos, hermanos o Pastores contra su voluntad y la de todos los demás.
Lo ideal es que el Estado se sacuda de todos estos grupos religiosos, sin necesidad que
nosotros, los ciudadanos, paguemos las remuneraciones a los sacerdotes y otros
amigos de Cristo a pesar de que gozan de los ingresos suficientes como para poder
llevar una vida tranquila predicando su ideología.
Tomado de "El Escudo de Orlac".

Maradona
Cuando Maradona pateaba (y anotaba) con las manos y se jactaba de ello como
cualquier compadrito de bulín, ya estaba claro de que se trataba de un hombre que
jamás podría decolar del barro que lo vio nacer.
Y cuando fletó un Jumbo 747 para que sus amigos asistieran a su boda europea,
realizada en un simulacro de castillo y en medio de forzudos que reventaban los
Armani recién comprados, se vio nítidamente que el dinero fácil lo había convertido
en un clon de mafioso siciliano adoptado por Toto Riina.
Años más tarde, después de dispararle perdigones a la prensa que lo acosaba, se
exhibiría, junto a su manager y en un hotel de segunda, en toda su dimensión de
cocainómano prodigioso y sonámbulo.
Muchos, entonces, se explicaron por qué le tenía terror al descarte del dopping
cuando jugaba en el Nápoles y por qué, alguna vez, su muestra de orina arrojó tanta
urea como trazos de noches locas.
Maradona les dio la razón a los fatalistas y a los deterministas primarios, aquellos que
piensan, injustamente, que nadie puede derrotar el destino marcado por la infancia.
El gran futbolista tramposo y pendenciero fue un niño pobre que terminó siendo un
pobre hombre. Lo que anteanoche hizo Maradona no debe sorprender a nadie.
Quienes esperaban de él algo de calma y un poco de grandeza parecían no entender
nada: si la FIFA es una corporación viciosa, la AFA –la Asociación de Fútbol Argentino-
es una pandilla que, en homenaje a muchos de los políticos que han gobernado tan
entrañable nación, despilfarra recursos y talentos y siempre está en quiebra y a punto
de reorganizarse. Digamos que allá nuestro Burga, que se reputa espabilado, sólo le
cargaría el maletín a Julio Grondona. Para la AFA, que acaba de asociarse otra vez al
peronismo recursero de la señora Kirchner con eso del “fútbol gratis para el pueblo” –
lo que ha significado 170 millones de dólares salidos del tesoro público para las arcas
de los clubes-, Maradona era el técnico ideal: la prensa no se atrevería con él y las
barras bravas de las villas-miseria lo blindarían por si acaso. Y la AFA se escudaría en
su leyenda. Pero la AFA se equivocó.
La prensa hizo trizas a ese advenedizo que casi logra la hazaña de no clasificar a un
equipo donde juegan algunos de los mejores jugadores del mundo.
Y como la prensa cumplió su tarea, la venganza barriobajera de Maradona fue pedir
en público, luego de la azarosa clasificación, que quienes lo habían criticado le
hicieran una felación.
Lo que terminó de demostrar que Maradona es, literalmente, pura boca. Más allá de
lo que el psicoanálisis pueda decir al respecto, esta revancha oral redondea una
biografía que ha conocido la gloria, el dinero, la idolatría, las más diversas
ambigüedades, la ruina, la estupidez en casi todas sus variantes y ahora, por último,
la navaja bajo el farol de una esquina rosada.
Para ser un gran deportista también hay que ser una buena persona. El pobre
Maradona jamás lo entenderá. Él cree que la verborrea es lucidez y que las groserías
de la estiba acentúan sus rasgos masculinos. También cree que vencer a la selección
inglesa con un gol con la mano rehace la vergonzosa historia de las islas Malvinas.
Maradona es Menem vestidito de corto.

El segundo fujimorismo
Cuando la señora Keiko Sofía Fujimori sea elegida por las turbas indescifrables que
amaron a Odría y convirtieron en paradigma a la Perricholi, el Perú, acusado
injustamente de ser un país voluble e impredecible, habrá encontrado por fin su
destino.
Ese destino será el que siempre soñó el padre de la señora Keiko Sofía Fujimori: una
letrina que expida pasaportes, un reino personal donde robar sea un verbo
intransitivo, matar una urgencia médica, mentir un mandamiento invertido, traicionar
una levedad y despreciar al prójimo una segunda naturaleza. Es decir, la obra
inconclusa de Alberto Fujimori podrá ser terminada. Cuando esa obra fue
interrumpida por el accidente del video Kouri-Montesinos y el despido arbitrario de
Montesinos de las planillas de la CIA, el Perú ya se perfilaba como el hedor nacional
más consistente de Sudamérica. En esta Segunda República Fujimorista que presidirá
Keiko Fujimori, todo volverá a ser como era antes de septiembre del año 2000: un
lodazal sin Constitución.
Y, claro, Basura Cáceres volverá de Puno, Constitucionalista Beodo resucitará de
entre los muertos, Joy Way será nombrado presidente de Mitsui, Daniel Espichán será
procurador y Saravá dará la cara como el vocero del infierno que es.
Héctor Faisal reimprimirá “La Repúdica”, los Wolfenson se sentirán los Murdoch,
Vicente Silva y Jorge Morelli serán las estrellas de la red y el cable y Fernando Vivas
dirá que, “aunque todo parece discutible, esperemos a ver cómo nos va”.
Desde el fondo del alma del Perú atávico, los arrodillados agradecerán y los tullidos
de espíritu vitorearán. Desde el misterio de la esclavitud autoinfligida –que es la clave
de nuestra historia-, las cervices dobladas y las voces ocultas llenarán la Plaza Mayor
para exigir más autoridad y menos democracia, menos Congreso y más arbitrariedad,
menos dignidades y más bala.
Una Laura Bozzo operada por una junta internacional de cirujanos plásticos volverá a
conectarse por teléfono con el cien veces amnistiado Vladimiro Montesinos para
pedirle audífonos para un sordito, sillas rodantes para una selección de
basquetbolistas hemipléjicas, dinero en efectivo para una madre que va a ser
desalojada “de su precaria vivienda”.
Los Crousillat regresarán al Cuatro, con Lúcar a la cabeza, y harán mucho dinero
convirtiendo en teleserie interminable “la odisea judicial que padeció el patriarca
Alberto Fujimori”, con el auspicio, desde luego, del BCP y de Alicorp.
Volverán los tiempos de la salita, pero esta vez sin cámaras ni equipos de grabación
sonora. De modo que será el fujimorismo perfecto: sin testigos ni huellas ni actas ni
recibos. Carlos Raffo será, por supuesto, ministro del Interior.
Y los hermanos Levi, junto a los hermanos Winter, serán parte del directorio del
Banco Central. Y Raúl Modenesi cocinará en Palacio tras la muerte inexplicable de
Gastón Acurio. Una niebla de miedo volverá a hacer difícil distinguir quién camina a
nuestro lado y la estatua de don Miguel Aljovín, el profeta del pánico, será inaugurada
en la Alameda del Corregidor. La derecha volverá a respirar tranquila porque ya no
necesitará de conversos siempre desconfiables como el igualado de García.
Su sicario favorito gobernará detrás de Keiko y la derecha tendrá el viento a su favor
y los tanques a su favor y las licitaciones a su favor y las mugres presupuestívoras a su
favor y los decretos de urgencia secretos a su entero favor. La mirada turbia del
nuevo régimen se orientará hacia Bagua. La selva en su conjunto, ya no como región
sino como formación geológica, será troceada y rematada a inversionistas piratas de
todas las banderas (con indios incluidos) y el antiguo cuerpo policial de los Sinchis
será reconstruido para imponer el orden y la paz “que la República tanto necesita”.
Las 200 millas serán denunciadas como obstáculo para la paz (Japón exigirá que sus
flotas pesqueras puedan llegar hasta La Punta), Ramón Castilla será desfigurado por
los nuevos historiadores, Juan Carlos Hurtado Miller será, por fin, alcalde de Lima,
Roberto Huamán Azcurra será viceministro sin cartera y Martin Rivas, excarcelado
hasta la redundancia, será jefe de la Dirección Nacional contra el Terrorismo.
Restituido en sus cargos con todos los honores, Nicolás Hermoza Ríos aceptará, en un
gesto de humildad que la prensa llamará “sin precedentes”, el flamante cargo de Jefe
de Logística, Compras y Abastecimientos de las Fuerzas Armadas. La II República
Fujimorista hará que la primera parezca un trémulo ensayo.
Con la experiencia adquirida, hasta Gilberto Siura podrá encadenar tres frases con
sentido. Y al final de esos largos años dinásticos, el Perú se parecerá a la utopía del
fusilado “Flaco Larry”: un sálvese quien pueda polvoriento, un asalto sin término, una
de vaqueros en el “Omnia”.

Vienen los toros


Ya viene la Feria de Octubre, esa carnicería que algunos huachafos dados a la sangre
se atreven a llamar “la fiesta nacional”.
Cuando la feria empiece, cientos de herederos de la Colonia, y parte de su
servidumbre reencarnada, acudirán a Acho a ver cómo un hombre disfrazado de sota
de espadas –la figura pertenece al gran escritor Manuel Vicent- tortura morosamente
a una bestia magnífica mientras el respetable demuestra que Altamira nos sigue
quedando cerca y que la crueldad es, al lado del locro de zapallo, una de nuestras
delicatesen.
El arte del toreo consiste, como se sabe, en demostrar que Darwin se equivocó.
Porque quienes aplauden la sangría y se excitan con la matazón son prueba viviente
de que la evolución fue un fenómeno pasmado en algunas latitudes.
El cronista taurino de “El Comercio”, por ejemplo, balbucea un dialecto que parece
preceder a la consolidación del mozárabe-andaluz. Y hay un marqués ficticio vestido
de carta del Tarot que, en un semanario que aprecio mucho, hace de chulo madrileño
que sabe recitar a Bécquer y se manda unas crónicas en las que habla de los toreros
como si fueran gallardos y de los toros como si fueran parrillada viva y sangrante
antes de las brasas. Yo no conozco Acho, desde luego. Pero he prometido visitarlo
cuando un régimen que aspire a civilizarnos lo convierta en estadio olímpico.
Cuando eso suceda, tendremos que haber perdido la legaña de lo folclórico y la idea
de que la historia nos exige repetir, cada noviembre, la barbarie que un criador de
cerdos fundó precisamente en Lima.
Quienes dicen que “la fiesta taurina” es intocable como tradición deberían de admitir
que asesinar a porrazos en la cabeza a niñas como Juanita, para ofrecerla a dioses
difusos y demandantes, era todavía, si cabe, más tradicional, dado que ese hábito
procedía de lo más puro de nuestros genes amerindios. La barbarie de los toros
acuchillados es, al fin y al cabo, una barbarie prestada que llegó en los galeones que
también trajeron la viruela y la peste bubónica. Para ser consecuentes con nuestras
raíces deberíamos, en todo caso, recrear, previa entrada comprada en taquilla, la
ceremonia que condujo a aquella niña de quince años a ser enterrada en las nieves
del Ampato. Un cerro de Lima, artificialmente nevado, podría prestarse para el
espectáculo. Una rifa siniestra y obligatoria podría darnos a la infanta.
Si eso se juzgara superlativo podríamos sugerir, modestamente, que los ingenios
azucareros del norte revivieran la colorida tradición de la esclavitud china. O que
aquel potro, ahora manso y decorativo en el Museo de la Inquisición, se activara del
modo más crujiente en nombre de la justicia y de la eficacia de los interrogatorios.
Y cuando alguien dice que hay toros en provincias y que los pueblos rurales del Perú
aman la agonía de las bestias, lo que demuestra diciendo eso es que el llamado
sincretismo cultural también puede ser el acoplamiento de lo peor de dos culturas.
Digamos que en Uchuraccay, aquel famoso día, algunos de nuestros mejores colegas
supieron, de modo fulminante, hasta dónde pueden llegar esas convergencias
ceremoniales. Y aquellos que hablan de poesía estatuaria, de magia y de misterio
deberían de recordar la rima consonante de las tripas colgantes y los versos
alejandrinos del excremento del toro que se extingue. Sangre y arena, que le dicen.
Si uno va a Acho a disfrutar de esa masacre que no venga después a hablarnos de
educación escolar y de valores. El aficionado ortodoxo y coherente debería salir del
coso, bebido y ronco, a apedrear perros y a buscarse un gato para la cena.

Retiro temporal
"César Hildebrandt. Blogger" estará ausente de modo temporal dado que la web del
diario "La Primera" está en mantenimiento.
Agradecemos vuestra comprensión y rogamos disculpas por este tempral e
involuntario retiro.

La Iglesia y el aborto
La Iglesia se opone al aborto eugenésico, al aborto terapéutico y aun al que evitaría
el nacimiento de un hijo producto de una violación.
O sea que no importa si se trata de un caso de anancefalia, o si la vida de la madre
está en serio riesgo, o si el embrión es producto de una penetración salvaje a una
niña de once años.
La Iglesia, esa vieja esquizofrénica que ampara a pedófilos, maldice el aborto.
Como maldice los métodos anticonceptivos. Como maldijo a los heliocéntricos, que lo
único que querían era superar el estúpido mundo imaginado por Aristóteles y derrocar
el reinado de la Tierra en el sistema solar, barbaridad que venía vagamente de las
Escrituras y que Ptolomeo pretendió convertir en verdad.
Cuando a Galileo Galilei le estaban haciendo la vida imposible por decir lo que todos
ya sabían, el gran copernicano –el más peligroso por su prestigio como físico y
matemático- acudió a la duquesa de Toscana, Cristina de Lorena, diciéndole en una
carta que lo que él quería no era enfrentarse a la Iglesia sino “declarar a la física y a
la astronomía teológicamente neutras”.
La duquesa quiso ayudarlo pero no pudo. Galileo tuvo que retractarse en lo que quizá
se considere el primer juicio de corte estalinista de la historia.
Y esto que hablamos del año 1633. Pues bien, esta Iglesia que persiguió a la ciencia y
que hizo del oscurantismo un emblema y de la ignorancia una ventaja nos viene a
decir ahora, en complicidad con el ministro Aurelio Pastor y respaldada por el doctor
García (que hoy carga andas como ayer cargaba arcas), que el aborto es
intrínsecamente maldito y que las leyes peruanas no pueden cambiar porque Dios se
enojaría y las siete plagas de Egipto (el de Mubarak) regresarían. Hay que saludar la
valentía del ministro de Salud, Oscar Ugarte, en esta desigual batalla contra el
ejército mediático del Vaticano.
Mientras tanto, hay que recordarle a los obispos bien intencionados y pensantes de la
Conferencia Episcopal –que los hay- que en el Perú el 41 por ciento de mujeres en
edad fértil (de 15 a 49 años) no tiene idea de cómo usar con eficacia el método del
ritmo y la abstinencia periódica, que es el único que la Iglesia “permite”.
Delicia Ferrando, antropóloga y demógrafa, dice en un estudio sobre el aborto
clandestino en el Perú que ese desconocimiento significa que más de 150 mil mujeres
emplean el método del ritmo sin conocer sus ciclos de fertilidad.
“En el 2005 –dice Ferrando- de todas las mujeres que descontinuaron el método del
ritmo (42 por ciento de usuarias), el 16 por ciento lo hizo porque este método les
falló; es decir, habían salido embarazadas en los primeros doce meses de su uso”.
El fundamentalismo romano objeta la cifra de 400,000 abortos clandestinos anuales
en el Perú, pero no ofrece ningún número alternativo ni se molesta en citar estudios
que contradigan, seriamente, esa estadística. Lo que la Iglesia querría que no
supiéramos es que estudiosas como Ferrando o entidades como Pathfinder
International han hecho investigaciones profundas y trabajosos cruces de datos para
llegar a la cifra de 400,000.
Las falanges de Cipriani también quisieran que ignoráramos que los abortos
clandestinos son altamente riesgosos entre los pobres y de mucho menor riesgo entre
quienes tienen posibilidades económicas.
Sólo el 17 por ciento de las mujeres urbanas pobres acuden a los médicos a la hora de
practicarse un aborto (frente al 77 por ciento de las no pobres). ¡Y sólo el 3 por
ciento de las mujeres rurales pobres tiene atención de un médico profesional cuando
deciden interrumpir un embarazo! Algunas de esas siervas del Señor recurren (lo dice
el estudio realizado por The Alan Guttmacher en 1994) a meterse ramas, palos de
tejer, equipos de venoclisis, alambres, agua jabonosa, agua oxigenada, lejía, brea,
sustancias a base de sal, pociones quemantes de limón y hasta Coca Cola (citado por
Delicia Ferrando).
Otras saltan, se pegan, se hacen pegar, sostienen coitos brutales, se dejan caer
premeditada y violentamente mientras toman, con pocas esperanzas, infusiones de
pepa de palta o ruda.
Todo con tal de no tener más hijos. Esa es la realidad.
Porque la cifra de crecimiento natal actual del Perú (2,5 hijos por mujer) es, como
todos los promedios, un espejismo. En la selva, esa cifra casi se duplica.
Y la aspiración a una familia de menos miembros no sólo es un derecho constitucional
sino un acto de legítima defensa en contra de la pobreza.
La Iglesia no debería tener nada que ver con las políticas de natalidad de ningún
gobierno. A no ser que nos citen la teocracia de Irán como ejemplo.

Marcha Anti NWO en Santiago de Chile


El día ha llegado, lo que muchos han estado esperando tanto tiempo. Chile se
moviliza en las calles para informar y denunciar el Nuevo Orden Mundial y sus
genocidas impulsores.
Esta marcha se llevara a cabo el día viernes 16 de Octubre de 2009 a las 10:00 horas
en la Plaza de Armas de Santiago de Chile, el lugar de reunión será en el caballo de
Pedro de Valdivia.
Es curioso el hecho de que el conquistador de Chile será quién, por vez primera, vea
el despertar de este pais.
Preparense con material informativo para entregar a los ciudadanos (volantes,
folletos, flyers, pancartas, etc.)

Tomado de "El blog anti NWO".

Zambo Cavero
No tengo duda de que el Zambo Cavero era un ídolo popular.
La pregunta que tengo que hacer, desde el más modesto de los estupores, es si somos
justos en este asunto de los funerales y los repartos póstumos. Por ejemplo, un día,
hace muchos años, se nos murió Juan Gonzalo Rose y, claro, la noticia salió en
páginas interiores (y la TV ni siquiera la dio).
Y como los apristas lo habían despedido del Instituto Nacional de Cultura, ningún
discípulo de Haya se presentó al velorio.
Y esto que Juan Gonzalo fue uno de los grandes de la poesía. Grande de verdad. Otro
día, muchos años después, se murió, con los pulmones hechos puré, Félix Álvarez y la
noticia ni siquiera salió en los periódicos.
Álvarez era un escritor sólido, un erudito oceánico y una de las mentes más agudas
del Perú (porque, aunque nació en España, adoptó nuestro país como el suyo).
Alejandro Romualdo –otro poeta mayor y tempestuoso- se convirtió en una breve
noticia policial cuando se murió a solas, como había querido, en su casita de San
Isidro el año 2008. Y no me acuerdo de que le hayan dado tantos júbilos de velatorio a
José Adolph, el prolífico escritor de ciencia ficción, ni a Gustavo Pons Muzzo, maestro
con mayúsculas, ni a Javier Mariátegui Chiappe, hijo del amauta José Carlos y
desaparecido en el mismo año 2008.
¿Y cuántas transmisiones en vivo y de cuerpo presente hubo por la muerte de
Constantino Carvallo, el gran educador? ¿Y por la de Pedro Planas, muerte precoz y
más injusta que ninguna otra? ¿Y por la de Hugo Garavito? ¿Y por la de Sofocleto? Paco
Bendezú, poeta que tenía la gracia de la inocencia perdularia, murió de un cáncer
desatendido en Neoplásicas, en la miseria y socorrido apenas por unos pocos amigos
fieles.
¿Cuántos centímetros cuadrados le dedicó la prensa escrita peruana? ¿Y cuántos
minutos la televisión embrutecida que pretende encuadernarnos? ¿Cuántas lágrimas se
derramaron por Washington Delgado, poeta excepcional y empobrecido profesor de
San Marcos? Ninguna. Quizá porque no cantaba “Contigo Perú” sino que anunciaba:
“Yo construyo mi país con palabras”.
O porque no era amigo de Alan García.
O porque vivió y murió en un país que cada vez más se parece a Fahrenheit 451, la
ficción de Bradbury en la que los libros se persiguen y se queman. Ayer, en pleno
aquelarre funeral, escuché a Raúl Vargas –esa decepción generalizada, ese gourmet
de sí mismo -alabar el seco de gato que Zambo Cavero comía y alentaba como potaje
nacional y contribución a las misturas de Gastón.
Apagué la radio. Se puede ser un poco tonto (todos lo somos), pero hay un límite.
Hasta para las lágrimas teatrales hay un límite.Adiós Zambo Cavero.
Como que no te merecías las lloronas de encargo que se morían por salir en la tele y
en la radio.

Hacerse el sueco
Desde que el Nobel de Literatura se lo entregaron a Winston Churchill en 1953, la
Academia Sueca, que reparte la bolsa dejada por el inventor de la dinamita, no había
caído tan bajo ni hecho tan divino ridículo.
Churchill escribía correcta y patrióticamente, pero eso de darle el Nobel fue parte de
la guerra fría y de los enjuagues académico-políticos que están alrededor del premio.
-Claro –dirán algunos-, pero qué puede esperarse de quienes le dieron el galardón a
José de Echegaray y se lo negaron a James Joyce, que es el Cervantes irlandés y el
padre prolífico de la novela moderna.
Lo que pasa es que siempre habrá un margen de discusión respecto de los gustos y el
peso de las plumas –y eso como que rebaja el nivel de los crímenes perpetrados en
Estocolmo en relación a la literatura. Lo que no tiene perdón es lo que han hecho
ayer con el Nobel de la Paz.
Simplemente, lo han acribillado.
Lo han volado con la nitroglicerina que hizo obscenamente rico a Alfred Nobel.
A no ser que ya no se trate de un premio sino de una profecía de buena voluntad, el
Nobel dado a Barack Obama es una burla y un insulto para quienes, como Nelson
Mandela o el Comité Internacional de la Cruz Roja, sí tuvieron todos los méritos para
recibirlo.
Es cierto que el Nobel de la Paz también ha sido moneda convertible en el manoseo
conservador de los académicos suecos: de otra manera no se explica que se lo hayan
prendido en el ojal Theodore Roosevelt, Thomas Woodrow Wilson o el infame Henry
Kissinger.
Pero Obama es presidente en ejercicio, no ha cumplido un año de mandato y no ha
hecho por la paz nada más que prometerla.
Mientras tanto, libra dos guerras invasivas y sanguinarias que han ocasionado miles de
muertos civiles, no ha movido un solo dedo para que Israel deje de construir
asentamientos ilegales en Cisjordania, está dispuesto a autorizar un ataque
“preventivo” en contra de Irán, se ha negado a publicar más testimonios gráficos en
torno a las torturas practicadas en las cárceles oficiales de Irak, ha impedido la
desclasificación de documentos que comprometen a la CIA en asesinatos ejecutados
en países extranjeros, está a punto de mandar más tropas a Afganistán y ni siquiera se
ha atrevido a cerrar el campo de concentración de Guantánamo.
¿Y a este imitador de García en el plano internacional le dan el Nobel de la Paz? ¿Cuál
paz? ¿La que la CIA fomenta en Bolivia, financiando al separatismo de la media luna?
¿O la que instigó en Caracas con el golpe de Estado? ¿O la que el Departamento de
Estado mantiene para Cuba? El señor Obama ni siquiera ha fracasado en el intento de
pacificar el medio oriente. Y no ha fracasado porque no lo ha intentado, como sí lo
intentó Jimmy Carter en Camp David.
O como sí lo intentó –y de verdad- Bill Clinton. Esos fueron, en todo caso,
honrosísimos fracasos.
Mister Obama, en cambio, sigue tolerando que los palestinos despatriados sean
considerados por debajo de la escala humana.
Y sigue creyendo, aunque en sus discursos entretenga a la concurrencia con algunas
audacias, que los Estados Unidos son la Interpol imperial con jurisdicción planetaria.
Thorbjorn Jagland, el nuevo presidente del Comité Nobel, ha llegado a ser cómico
hablando de una de las razones que podrían haber pesado en la decisión.
Jagland ha dado a entender que con Obama “el multilateralismo ha regresado”.
¿Se puede hablar de multilateralismo resurrecto cuando Europa sigue siendo socia
subordinada hasta de las aventuras criminales de la política exterior de los Estados
Unidos? ¿Qué multilateralismo es este en el que casi todos –incluyendo a Japón y a
China- parecen estar de acuerdo con los grandes lineamientos de la Casa Blanca? No
menciono a la Federación Rusa porque, como ustedes saben, está neutralizada por los
problemas de su patio trasero (desde Georgia a las Osetias pasando por el masivo
regreso al islamismo de Kazajistán).
Es tan multilateral la política de Obama, según los suecos nobelísticos, que
Latinoamérica no conoce el texto del tratado que le permite a los Estados Unidos
tener siete bases militares en Colombia. En fin, que el Nobel de la Paz en paz
descansa.

Frases hirientes
- “La Iglesia se opone al aborto porque la vida es sagrada”. (Torquemada)
- Chile ha cambiado “Salitre 2009” por “La Haya 2012”.
- “¡Jamás cederemos a las presiones!” (El aneurisma)
- “Las tasas de referencia también las tiene Cassinelli” (Belmont)
- Vargas Llosa sigue ganando el Nobel de la paciencia.
- “¿Bastardos sin gloria? ¡Hay que acusarlos de plagio!” (Abimael Guzmán)
- “¡Viva Indoamérica!” (Felipillo)
- Devolvieron el pulmón robado pero se quedaron con el puerto de Paita.
- Mariella Zanetti es un potaje casero.
- El desafío de Gisela es casarse.
- El lavado de activos no podrá con Jaime Bayly.
- Lourdes Alcorta va al gimnasio a hacer ejercicios militares.
- El pronóstico del Senamhi es reservado.
- Pedro Sánchez se ha metido en Camisea de once varas.
- Carlos Tapia es el presidente del consejo.
- Berlusconi es la bota italiana.
- A César Cataño hay que revisarle el guardafangos.
- Hubo un estupro en plena procesión de octubre y alguien dijo que había sido
allanamiento de morada.
- La economía de Gamarra pende de un hilo.
- El verdadero problema de García es el desbalance matrimonial.
- Lo del pulmón robado pudo ser una cortina de humo porque dicho pulmón había
sido de un canceroso.
- Lo único que queda de Grau en este país de gallinitas ciegas es la Prolongación
Angamos.
- El canal 13 lo inauguró Roman Polanski.
- En Latin American Idol compiten Uribe y García.
- Los perros de estirpe se van armados a la gran cruzada.
- Para muchas mujeres lo más importante son los accesorios.
- Río de Janeiro se ha vuelto devoto del Señor de los Anillos.
- Allí estaba el chato Barraza tomándose un tiempo bien helado.
- “¿Tú también, Belmont?” (Julio César)
- Dentro de poco Valle Riestra solicitará también Asilo.
- Los fondos mutuos son el secreto del matrimonio.
- Simon y Andrade se han unido. Es suma de quebrados.
- Cuando te casas lo que firmas es un contrato de suministro.
- La ventaja de enfrentar el pasado es que cuando lo hacemos ya estamos con
Alzheimer.
- Velásquez Quesquén es una cajetilla de Premier.

8 de Octubre
Cuando el monitor Huáscar llegó al Perú ya era un barco anticuado. En 1869, en los
astilleros de Birkenhead, el creador de los monitores, el inglés Cowper Coles, había
lanzado a la mar el “Captain”, cuatro veces más grande que el Huáscar, con dos
hélices y un nuevo blindaje. Sin embargo, ese portento se hundiría poco después
entre el oleaje insano de una noche borrascosa en las aguas de Finisterre.
El “Captain” se volcó ahogando a sus 200 tripulantes y de esa estirpe de naves
discutibles, a las que el centro de gravedad parecía fallarles, vino el Huáscar a
nuestra flota.
Los monitores como el Huáscar habían surgido, como diseño, en la fase naval de la
guerra de secesión de los Estados Unidos y se dice que Lincoln encargó el primero de
ellos para contrarrestar, con su espolón, el blindaje de pino y hierro del buque sureño
“Merrimac”.
Casi lo logra pero terminó naufragando calamitosamente durante una tormenta. Sin
embargo, aquel modesto Huáscar era lo mejor que teníamos cuando Chile empezó la
guerra de rapiña en la que tanto le ayudaron franceses y británicos.
Y aunque estaba armado de dos cañones de 300 y navegaba a once nudos calentando
al máximo las calderas, su blindaje era de sólo cuatro pulgadas en los flancos y de dos
en popa y proa: muy poca cosa en comparación con el de los blindados chilenos y
frente a la calidad y potencia de la artillería enemiga. ¿Qué teníamos, además del
Huáscar? Teníamos a la “Independencia”, que portaba doce cañones chirriantes de
apenas 70. ¿Y qué más? Ah, sí: teníamos al “Atahualpa” y al “Unión”, dos monitores
que habían combatido en la guerra civil estadounidense, que eran fluviales y que
alcanzaban las tres millas por hora. Los cañones del Huáscar no podrían perforar, de
ninguna manera, el blindaje de acero de siete pulgadas del “Blanco Encalada” y el
“Cochrane”.
Tienen estas naves, además, doble hélice y sus máquinas son por lo menos tres veces
más potentes.
Sus cañones disparan balas de acero endurecido, que atravesarán al Huáscar donde lo
toquen (como así fue: el cuerpo de Grau fue pulverizado en la torre de mando).
La historia lo dice –y Guillermo Thorndike lo apunta en su memorable “1879”-:
pudimos comprar en 1870 un acorazado que el gobierno turco encargó a los astilleros
ingleses y que no pudo pagar.
Podía cargar seis mil toneladas (el Huáscar apenas una y media), tenía dos motores
Maudslay con doble hélice, un blindaje de acero de siete pulgadas y podía desarrollar
catorce nudos/hora, además de contar con cuatro cañones de 400 y 23 cañones
ligeros de tiro rápido distribuidos en dos cubiertas. Con esa nave Chile no nos habría
declarado la guerra ni habría codiciado hasta la sangre nuestro salitre y nuestro guano
(y nuestra biblioteca y nuestras mujeres y nuestro pasado de centro virreinal).
Fue el presidente Balta quien decidió no comprar ese buque, cosa que sí hizo, poco
después, la armada prusiana.
Balta prefirió comprar los inútiles “Manco Cápac” y “Atahualpa”.
Después vendría Pardo, que se negó a renovar a la marina diciendo que Argentina nos
ayudaría en cualquier apuro.
No sólo era que el Huáscar estaba condenado a ser abatido ni que Grau, su
comandante, sabía que tendría que morir.
Era que al Huáscar ni siquiera le habían comprado los nuevos proyectiles Palliser
solicitados ni el sistema de torpedos Whitehead.
Algunos de sus artilleros –hay que decirlo- tampoco estaban a la altura de las
circunstancias. No es que Grau fue un héroe por las circunstancias.
Fue el mártir voluntario y hazañoso de un país que, como ahora, había decidido
suicidarse. Eso agranda aún más su figura.
Por Grau es que el gentilicio peruano recobró honores y dignidades. Por Grau es que
podemos mirar atrás sin avergonzarnos del todo.
Y el legado de Grau no es un botín naval anclado en Talcahuano. Su herencia tiene el
clamor de una advertencia que los pobres de espíritu de toda la vida se niegan a oír.
Grau no querría una guerra. Lo que Grau sí querría es que el Perú estuviese preparado
para evitarla.

A todo pulmón
Mientras Evo Morales empieza la carrera electoral con treinta puntos de ventaja sobre
su más cercano perseguidor (¿vieron?) y Melcochita dice que la mujer que abandonó y
a la que avergonzó inmundamente en un programa de TV mientras ella lo llamaba
drogadicto, mientras esas cosas pasan en el Alto Perú y en el Perú de los abismos,
respectivamente, alguien se ha robado el pulmón de la exhibición llamada “El Cuerpo
Humano: real y fascinante”.
“Es una vergüenza que esto justamente suceda en el Perú”, ha dicho Susan Hoefken,
gerente general de la empresa que trajo la muestra (por la que ya han pasado 90,000
visitantes nacionales). El pulmón sustraído perteneció a un chino de unos 45 años y,
como todo lo expuesto en la exposición, fue materia de un proceso llamado
“polimerización”, una especie de plastificación molecular de los tejidos. La agencia
de noticias Reuters encabezó uno de los párrafos de su despacho fechado ayer en
Lima con las siguientes palabras:
“¡Se han robado un pulmón!”, dijo afligida a Reuters Susan Hoefken, gerente general
de Impacto Producciones... Todo esto –lo de Melcochita, lo del pulmón robado, el
maltrato de Lima por parte de ese idiota urbano llamado Castañeda- me recuerda
otra vez que, hace unas semanas, el redactor de una revista me llamó para
preguntarme qué opinaba yo de la cundería, la criollada, el recutecu y el recursismo.
Le contesté, como creo haberlo dicho ya, que todas esas definiciones de carácter
criminal me hacían vomitar.
La criollada me hace vomitar. La viveza criolla me hace vomitar. La cundería me hace
vomitar.
Por eso es que la mayor parte de los políticos criollos me hace vomitar.
¿Qué maldición inapelable hizo que la mayor parte de los peruanos fueran tramposos,
impuntuales, permisivos con la mugre interior y exterior? En muchos sentidos, el Perú
no es sólo un país adolescente, como nos lo dijera tibiamente Luis Alberto Sánchez.
Es también un viejo vicioso y sin remedio, un expediente de Lombroso, una sospecha
con lindos paisajes.
Sólo una psiquis anegada en mórbidas esencias puede explicar que aquí se aprecie a
quien no rinde cuentas y al que se burla de sus promesas electorales y al que roba
desde la función pública y al que ordena matar desde la más alta investidura.
Fujimori fue el caudillo sanguinario y ladrón que amaron millones y ante el que se
arrodillaron la totalidad de las llamadas “fuerzas vivas”. El autoritario Castañeda, un
proto Fujimori en todo el sentido del término, es idolatrado y tiene un terno de
teflón. Muchedumbres casi cairotas rezan por Keiko.
Pobladas parecidas a las de Karachi, donde el marido ladrón de Benazir Butho
reincidió en el poder, permitieron el regreso de García.
Y mientras nos farreamos la prosperidad surgida de rematarnos como putas
portuarias, la viveza criolla sigue cundiendo: los alcaldes se hacen ricos dando
licencias de escándalo, el puerto de Paita se entrega por muy poco (oficialmente
hablando) y, como un detalle entre sociológico y psiquiátrico, nos enteramos de que
el 90 por ciento de las llamadas a los teléfonos de emergencia 105 y 116 son falsas.
¿Falsas? Peor que eso: aradas.
Llaman maricas a ofrecerse, tartamudos a farfullar, niñitas premenstruales que
mientan la madre, chicos del Circo Beat que ríen y babean, coqueros que gritan,
cretinos que callan. Todo criollísimo, todo peruanísimo, todo zavalítico.
Si mucha gente vota por ladrones y reelige a ladrones, ¿qué de sorprendente puede
tener que el pulmón de una muestra que jamás había sufrido contratiempo alguno
desaparezca aquí, en las tres veces coronada villa de Lima? ¿Intuirán los chicos
salvables de hoy que el Perú no fue siempre esta tecnocumbia bailada en calzoncillos
atigrados? ¿Sospecharán que no siempre fuimos esta carie? ¿Sabrán que antes, mucho
antes, como decía Neruda, fueron los ríos, ríos arteriales? A nivel de valores y de
estética hemos hecho –y seguimos haciendo- un país espantoso, una ciudad sin ley,
una ciudadanía de zombis. Es tiempo de que alguien lo diga a todo pulmón aunque sea
sólo para dejar constancia. Si amamos al Perú atrevámonos a despreciar buena parte
de lo que es ahora.

Frases hirientes
- Lúcar ganó el debate con Ariel Bracamonte porque nadie como él para mentar la
madre.
- Que la estación de Desamparados se convierta en la Casa de la Literatura es con
cachita.
- Pilar Nores se ha largado porque no existe el cargo de Segunda Dama.
- Christian Suárez era viudo antes de separarse.
- “Los caminos del inca siempre terminan en tragedia” (Garcilaso).
- César Gutiérrez trabajó de amanuense en Discovery Lemasters.
- Lo que necesita Gisela Valcárcel no es un gasfitero sino un restaurador.
- Al Cristo morado lo han matado por asfixia.
- César Gutiérrez admira el entreguismo de ciertas mujeres.
- Lily Lemasters era el lote 1.
- Las columnas del cronista taurino de “El Comercio” parecen escritas por el tercero
de la tarde.
- “A César lo que es de César”. (Lily Lemasters)
- Los caballos de paso son los que se tuvieron que vender.
- A Carlos Tapia le dicen ahora Carlos Losa.
- No sé cómo hace Cataño para correr si tiene dos partidas.
- Camilo Sesto ya es Camilo Enésimo.
- El problema de Patria Roja es que el TLC con China no los va a tomar en cuenta.
- “Los tragos amargos se pasan rápido”. (Alejandro Toledo)
- Rafael Rey debería homenajear a Manuela Ramos.
- Se confirmó con lo del chasco olímpico: Obama era un Chicago boy.
- Lo único que no avanza a paso de tortuga es la concha de Alan García.
- A las trabajadoras sexuales las han dejado en la calle.
- Al final, y como todos, Castro terminará entre gusanos.
- A Doe Run se le han subido los humos.
- Si todo se arreglara entregando títulos, a ver que le den uno de escritor a Hernando
de Soto.
- Muy gracioso es que Moisés Lemlij hable de “el nacionalismo salvaje” sin mencionar
a Israel.
- “Tarata” es tan mala que parece haber sido imaginada en una bomba.
- Si la gripe porcina y la aviar se juntan será la demostración de que los chanchos
vuelan.
- “No hay que quitarle riqueza al que la tiene sino crearla para quien no la tiene”.
(Vladimiro Montesinos)
- El auto de Cataño tiene Turbo.
- “¿Yo también soy un activo embargable?” (Jaime Bayly)
- A César Gutiérrez se le vio alguna vez pidiéndole deseos a un pozo.
- Magaly se creía tan poderosa que rectificaba al aire.
- “¡Tierra! ¡Tierra y Libertad!” (Isaac Mekler)
- Tarde o temprano Lourdes Flores sabrá lo que es un aterrizaje forzoso.
- A los impotentes se les termina parando una mosca.

Una fábula
Huelva, al octubre del 2009
Sr. Bermont:
Estimadísimo señor:
No zabe como es que goso con su esquisito ingenio toda las noches de cada uno de los
días, a las 10 pe y eme.
Si uzté supiera cuánto bien hace a nuestras neuronas, siempre ambrientas der buen
zaber, lo que uzté filosofa, lo que uzté hinterpreta de la realidad que somos todos,
aunque, claro, ninguno como uzté, que es nuestro Demóstenes en cuanto a la lavia y
nuestro Sócrates como que tal filózofo en su zabiduría.
Ziga señor Bermont con sus diskiciciones que nos iluminan como si de día fuera y con
su claridá para las ideaz y su manera robuzta de pensar y de animarnos a ser siempre
mejores.
No le haga caso, pero ninguno, escuche bien, ninguno, a los impotentes der zerebro
que no hacen sino embidiarlo y dezear acaso, pero para robarlos, su felicidad y esos
dones que la naturaleza le dio triplemente en el cráneo, que es de los mejores
inzidentez que le han susedido a la television de este país.
Antes que uzté, señor Bermont, nadie ze atrebía a decir lo que su boca pronuncia, me
explico: la profundidá del pensamiento, el hoptimismo de todos sus planteamientos,
la independencia de kriterio que espone y que, seguramente, debe estar
preocupándole mucho al gobierno, porque usted es de los kríticos más audaces que la
pantalla ha visto, como lo puede atestiguá, que no es poco, el mismísimo señor Arva
Castro, presidente que es del congreso de los diputados, al que uzté le hiso preguntas
que a nadie se le abían ocurrido porque nadie tiene en funcionamiento la cortesa
cerebrá que uzté se maneja con toda zencillé.
En fin, que es gracias a uzté que todos sabemos lo que pasa en el Perú y en el mundo,
lo que pasará en el mundo y en el Perú, lo que pudo pasar en cuanta parte le venga
en gana a su informazión de primera mano, que de eso se trata el secreto de la
comunicación, como decía Mac Luján.
Para decirlo en corto: Antes de uzté, las tinieblaz. Con uzté, el dezpertar de todos
nosotros en el entendi-miento que uzté nos deyecta a la vena, por la vía
intramuscular y por la vía normal de los oídos, que es como mejor podemos
aprobechar sus sapiencias de todas las materias.
No le haga caso uzté, pero repito, ninguno caso, a esos idiotas que no alcansan a
comprender la ondura de lo que uzté elocubra, que esos son los fracazados y los
pequeñoz que a usted le undieron ya no digo una daga de Bagdá en la esparda, que
digo cien puñales de gitanos en cargamontón de desgraciados en contra de su Kanal,
que es institución, y en contra de su reputación, que nada ni nadie puede ofendér.
Siga, como siempre, adelante, señor Bermont. Siga imperturbable rumvo a lo que
todos los destinos le convocan acer, es decir reunir las fuersas del Congreso en un solo
puño, el suyo, y luego, en el dos mil y onze, darle con ese puño lleno de fuersa y lleno
de kurules agradecidas, darle con ese puño iba en diciendo, a todos los improbisados
y a todos los antiguos y llegar hasta donde uzté se merece más que nadie, es decir la
presidencia de este país que ya lo reclama en lo más alto de la magistratura y desde
lo más bajo del pueblo necesitao.
En fin, señor Bermont, que no nesesito decirle que botaré por usté y estoy seguro que
esta modesta carta serbirá para que muchos refleccionen y hagan lo mismo, es decir
aklarar sus mentes confundidas y votar por uzté.
Con todo mi aprecio y deboción, Platero

Procesión
Cuando escucho a un creacionista que habla de la Creación CON MAYÚSCULAS cojo mi
billetera.
Los creacionistas son los que dicen que la Biblia es historia y no la novela policiaca
que realmente es.
Porque ustedes me dirán si no es parte de una excitante crónica de sucesos la
masacre del pueblo entero de Jericó –con la excepción de la dueña de una posada y su
familia-, el asesinato del cananeo Sísara por medio de un clavo incrustado en la sien,
el crimen de Abimelec en contra de todos sus medios hermanos, la desgracia de Jefté
de tener que matar a su única hija para cumplir una promesa hecha a Yavé.
¿Y cuando los filisteos (es decir, los pelishtin, de donde procede el topónimo
Palestina) le sacaron los ojos a Sansón? ¿Y cuando Samuel encaró a Saúl por no haber
matado a todos los amalecitas, incluyendo a su rey, tal como lo ordenaba Dios, y fue
hasta donde el monarca Agag y lo fulminó con sus propias manos en el santuario de
Gálgala?
Como decía Vallejo: “Y no me digan nada, que uno puede matar perfectamente...”
En el colegio, cuando niño, escuchaba los mitos católicos, las leyendas cristianas y los
disparates conciliares con cierto respeto.
Pero ese respeto acabó cuando me hablaron del embarazo místico, y en probable
estado de levitación, de María y de la “comprobada” resurrección, al tercer día de su
crucifixión, de Jesucristo.
Era bonito y hasta literario que te contaran lo de la creación del mundo en siete días,
pero eso de que el Espíritu Santo podía embarazar y que lo de la Santísima Trinidad
era dogma de fe (o sea lavado de cerebro sin discusión) ya resultaba demasiado hasta
para un niño más bien tímido como era yo. Más tarde, en otro colegio, hubo un
capellán al que le fascinaban los chicos más guapos y jugaba de manos con ellos en el
ómnibus de las excursiones.
Y más tarde descubrí que los curas odiaban a Darwin, negaban a los filósofos griegos y
remataban la faena de un modo inequívoco: anunciando el fuego purificador y el
masivo chicharrón de pecador en los reinos de Satanás.
Pero también descubrí que esos curas, por lo general, no sólo eran guardianes de la
fe.
Eran también, y quizá principalmente, huachimanes del sistema, mastines de la
riquería y caballeros cruzados del statu quo.
De modo que me hice agnóstico, incrédulo y hasta esdrújulo, como mi abuelo
Benjamín Pérez Treviño. Y cuando alguien habla de la Creación CON MAYÚSCULAS me
cuido los bolsillos.
Y sé, como lo supo Nietzsche de un modo magistral e incomparable, que detrás de un
Dios pregonado está el negocio mayúsculo del miedo.
Hoy sale la procesión del Señor de los Milagros.
El Cristo Morado que le dicen. El Cristo de una pared que no se cayó en un terremoto.

Por qué se fue Mekler


Hace unos días apareció un documento que confirmaba una alianza del Partido
Nacionalista con una serie de organizaciones de la izquierda marxista.
El asesor en jefe de Ollanta Humala, Carlos Tapia, confirmó la existencia de ese
documento a la mañana siguiente en un programa de TV. Isaac Mekler, congresista
nacionalista hasta el día de ayer, consideró que esa alianza es suicida. -Siempre
hemos sido una izquierda distinta -me dijo anoche Mekler-.
¿Qué tenemos que hacer con Patria Roja, Patria Libre, el Partido Comunista o el
Focep? Cuando le pregunté si era la razón principal de su renuncia Mekler me dijo
que, en efecto, era esa la razón más importante.
-¿Y por qué no renunció en ese momento? –alcancé a decirle.
-Porque quise primero discutir el asunto a nivel interno. Y lo que pasa es que toda
discusión sobre línea o programa se ha convertido en algo imposible dentro del
Partido Nacionalista –dijo Mekler.
El congresista renunciante quiso ayer mismo, antes de la conferencia de prensa
convocada para anunciar su gesto, hablar con Ollanta Humala.
El líder del Partido Nacionalista le mandó decir con una secretaria que hablara con
Marisol Espinoza, la vocero congresal del partido.
“Le expliqué a la secretaria que se trataba de mi relación con el partido”, dice
Mekler. Lo cierto es que Mekler y Humala no han tenido un encuentro personal desde
el mes de julio. La última vez que se vieron discutieron en relación al insólito
nombramiento de Juvenal Silva en la Comisión de Transportes.
Mekler no estaba de acuerdo con ese nombramiento y se lo dijo a Humala. El caudillo
etnocacerista pareció molestarse. tras fuentes confirmaron a este periodista que la
democracia interna en el Partido Nacionalista brilla por su ausencia.
La bancada congresal, por ejemplo, no participa en ninguna decisión importante. Y
ahora les han quitado a los congresistas la jurisdicción que tenían sobre sus regiones.
tra gente habrá de sustituirlos. Mekler, que estaba encargado de la región Callao,
piensa que esos sustitutos vendrán de las tiendas de la izquierda marxista con las que
Humala ha decidido aliarse, en primera instancia, para enfrentar las elecciones
municipales de Lima (bajo el lema “Lima para todos”).
“Ollanta es una buena persona, y yo le debo el cargo, pero ahora está secuestrado por
Carlos Tapia”, me dijo Mekler.
Todo apunta a que Tapia, autor de algunos de los más delirantes puntos de vista en
relación al peligro que representa Sendero, ha convencido a Humala de que la única
salida es sumar esfuerzos. En este caso, Humala debería mirar con lupa el infinitivo
“sumar”.
¿Cuánto sumarán, en votos, Patria Libre, Patria Roja, Partido Comunista o Focep? No
vaya a ser que las expectativas sean tan grandes como ciertos apetitos y los
resultados sean tan magros como ciertas asistencias. Además, es claro que hay un
asunto de principios.
Patria Libre es una organización próxima al MRTA (aunque lo niegue formalmente).
¿Qué puede sacar Humala de tal promiscuidad? Y, más allá, de las melancolías y de los
muros derribados, ¿qué es el PC sino un nombre polvoriento? ¿Y alguien ve a ese gran
hombre que es Genaro Ledesma levantando las masas en Vitarte? Quizá sea que el
cura Marco Arana, que disputa la misma clientela, ha terminado asustando a Humala.
Y que, antes del supuesto zarpazo aranista, Humala, digitado por Tapia, haya
decidido aliarse con este cementerio de acrónimos.
Pero un consejero menos ciego y más leído que Tapia le podría decir a Humala qué
pasa con las organizaciones que pierden identidad y perfil y apuestan al cambalache
sin principios.
Eso de “partido nacionalista” será duro de admitir después de una alianza con Patria
Roja, entidad ligada al Partido Comunista Chino, inventor de esa fórmula que ni Marx
pudo prever: dictadura de partido “proletario” y capitalismo salvaje, todo a la vez.

Posdata: tardíamente, agradezco las muestras públicas de solidaridad de Augusto


Álvarez Rodrich, Maritza Espinoza, Patricia Salinas, Efraín Rúa, Jorge Bruce y las
privadas de muchos otros colegas

El verdadero juicio
Ahora resulta que Alberto Fujimori me debe ciento y siete mil soles. Como no soy
ingenuo, claro, no pienso cobrárselos.
Si algún día los pagara –hipótesis metaconstatable- los donaría a la cuenta de ese
Museo de la Memoria que García no habrá de construir.
Porque de memoria se trata todo esto.
Ayer conversé por teléfono con Alberto Borea, a quien el Perú le debe mucho más de
lo que cree en la tarea de haber puesto entre rejas al ladrón y asesino que actuó con
el alias jerárquico y extravagante de “Presidente de la República”.
Borea cree que el fujimorismo aceptó que el juicio de La Cantuta y Barrios Altos fuese
convencional porque los fujimoristas están convencidos de que nadie en el Perú
censura la matanza de civiles inocentes en la lucha en contra del terrorismo.
“Al contrario –añadió Borea–, los fujimoristas piensan que el Perú les aplaude esos
crímenes.
Por eso es que pensaron sacarle provecho al primer juicio”. En relación a este último
proceso, el pánico de los Raffo y toda esa escoria era que se dieran detalles del robo
a mano armada que la banda de Fujimori perpetró en contra del país. “El problema
para ellos es que parte de ese botín lo tiene en sus manos Keiko Fujimori y lo va a
usar para la campaña”, dice Borea.
Y dice bien. La hija parásita de Fujimori unta con su nombre todos los muros del país –
como lo recordó ayer Javier Diez Canseco- empleando parte de lo robado. Y lo que se
viene es un despliegue de poderío económico que la mafia palermitana habría
envidiado.
Más allá de la suavidad de la condena y de la delicadeza de la inhabilitación –y de la
apelación de Fujimori dirigida sólo a cuestionar el monto de las reparaciones civiles-,
lo que quedó claro ayer es que a veces la dimensión de la justicia no alcanza para
castigar a gente como “Presidente de la República”. Ninguna condena reivindicará
nuestra memoria.
Ninguna condena nos lavará la mancha de haber permitido que Fujimori y su banda
armada robaran como robaran y mataran como mataron.
Pero tras los miles de millones de dólares robados y las muertes innecesarias y
brutales, está lo intangible: el envilecimiento del país, la supresión bárbara de toda
norma de convivencia, el usufructo sin escrúpulos de un poder deliberadamente
concentrado con el propósito de delinquir. ¿Cuánto nos tiene que pagar Fujimori a los
peruanos, como reparación civil, por haber convertido al país en una charca inmunda
donde sólo los inmundos prevalecieron? ¿Cuánto por la putrefacción de la Fuerza
Armada?
¿Cuánto por la gangrena de la Fiscalía, la sífilis del Poder Judicial, el asesinato del
Tribunal Constitucional, el emputecimiento del Congreso, el Sida de la prensa, la
adormidera de la televisión, la castración de la Contraloría, el festival promiscuo de
las privatizaciones? ¿Cuánto por los tractores chinos, las comisiones sucias en la
compra de los Mig, las maletas del cuñado Aritomi, los envíos de la hermana Rosita,
las receptaciones de madame Keiko? No hay tribunal ni condena ni severidad formal
que sean proporcionales a la vergüenza que “Presidente de la República” y su secuaz
“Asesor” nos hicieron pasar ante la opinión pública internacional. No fuimos un país.
Fuimos un vómito.
No fuimos ni siquiera una dictadura relativamente explicable dado el salvajismo de
Sendero.
Fuimos una mafia superflua dedicada a robar y a destruir las instituciones.
Y no lo olvidemos: con Fujimori estuvo –y probablemente esté- Dionisio Romero, el
mayor banquero del Perú.
Y con Fujimori estuvieron los hermanitos Agois, los Genaro Delgado Parker, la
Confiep, la CIA (hasta la venta de fusiles a las FARC) y, en general, todos aquellos
“liberales” que ahora suspiran por Hernando de Soto y apelan a la amnesia como
solución. Ayer se ha cerrado el capítulo judicial de “Presidente de la República”.
Hoy empieza el juicio histórico al miserable más entero que el siglo XX peruano haya
proferido. Porque dictaduras corruptas tuvimos muchas. Pero nadie intentó lo que
Fujimori casi logra: cancerar la médula del país que alguna vez creyó en él.
Raffo –repito: esa derrota de la higiene- tiene razón. El verdadero juicio histórico
recién ha empezado.

Estudiando a Keiko
El gran problema para la hija de Fujimori será que en la campaña electoral,
inevitablemente, resurgirá el tema de sus estudios en el extranjero. Como es notorio,
Keiko y dos de sus hermanos deben sus estudios universitarios en centros de estudios
impagables para cualquier mortal al hecho de que su padre podía saquear recursos del
Estado.
Para decirlo con el lenguaje simple que puede llegar a los fujimoristas: si Fujimori no
hubiese sido, entre otras cosas, un delincuente profesional inclinado al latrocinio,
Keiko Sofía Fujimori Higuchi se hubiese tenido que resignar con estudiar en la Católica
o a la UPC. Boston le estuvo a la mano gracias a la mafia que dirigía su papi.
Ahora bien, ¿sabía Keiko Sofía Fujimori Higuchi que su tren de vida en Boston sólo
podía explicarlo el dinero negro? No hay ninguna duda.
Cuando Montesinos declaró en el 2001 al respecto, dejó claro que las entregas de
efectivo y los váucheres por consumos con el uso de la tarjeta internacional
entregada a Keiko eran algo frecuente en las oficinas de Palacio, adonde el segundo
de a bordo acudía como un gesto de deferencia hacia la hija del jefe de la banda.
Keiko había sido una esforzada chica de clase media. Había pasado por las pellejerías
de la vulcanizadora que en un momento fue uno de los patrimonios de la familia, la
construcción de casas y las declaraciones tributarias devaluadas, el sueldo de rector
de su padre y los esfuerzos de su madre por ejercer su profesión de ingeniera civil. El
sueldo presidencial de Fujimori era, con gastos de representación y algunos extras
oficiales, de unos 2,500 dólares americanos. Y la señora Susana Higuchi, separada
malamente de la familia, no era fuente de ningún posible ingreso que pudiera auxiliar
a sus hijos.
¿De dónde, entonces, salían los 90,000 dólares anuales que costaban los estudios de
los tres muchachos Fujimori? Y esto que en esa suma sólo se considera los precios
académicos de Boston.
Con los hospedajes, la alimentación, los viajes a Lima o al Japón, los automóviles
alquilados (o comprados), las fiestas y los viajes por la Acción de Gracias o el 4 de
julio estamos hablando de un millón de dólares que, en cinco años, la mafia que hoy
encarna Raffo invirtió en el futuro del clan del capo. Cuando eso se discuta y surjan
nuevas evidencias de la complicidad de Keiko Fujimori en el asalto al Tesoro Público,
la campaña se llenará de colorido y de grititos histéricos de parte de quienes quieren
que nos olvidemos para que la tragedia y el asco se repitan.
El atajo judicial al que Fujimori acaba de volver a apelar tiene una explicación
concreta: que no se toque (ni se roce con el pétalo de un recuerdo) el tema de los
estudios de Keiko Fujimori.
Los forajidos que gobernaron el Perú con Fujimori están convencidos de que esa
elipsis procesal los librará de la mancha de Boston. Están equivocados.
La prensa decente, los peruanos que están moralmente vivos se encargarán de
aguarles la fiesta.

“Irresponsable e idiota”
“Irresponsable e idiota” ha llamado Estados Unidos, a través de su embajador en la
OEA, al retorno del presidente Manuel Zelaya a Honduras.
No me extraña para nada que el régimen de Barack Obama haya empleado guantes de
seda en contra de los golpistas y puño de hierro, ahora, para intentar descalificar la
legítima audacia del presidente depuesto.
¡Qué estupendo resulta lo que hizo Zelaya! ¡Cómo gratifica que un latinoamericano de
valor nos recuerde que en este continente también nacieron, junto a millones de
gaznápiros y revendidos, hombres corajudos como Bosch, Allende o el monseñor
Romero! Mientras el régimen de facto establece un estado de sitio de 45 días y
clausura los dos últimos medios de comunicación que quedaban en Honduras, el
Departamento de Estado justifica implícitamente la brutalidad de Micheletti
insultando su gesto.
De nada vale que, simultáneamente, Estados Unidos deporte a una hija de Micheletti.
Habría sido esa una actitud valiosa si hubiese estado acompañada de un aumento de
la presión sobre este ensayo de gorila derechista. Por ahora resulta, sencillamente,
una anécdota migratoria.
Micheletti se burla de la OEA, impide el ingreso de una misión mediadora, acosa hasta
la provocación al gobierno del Brasil, en cuya embajada está (todavía) protegido el
presidente Zelaya, clausura Radio Globo y Canal 36 y suspende hasta la libertad de
pensamiento en una Honduras que ahora controlan, ya sin hipocresías, las chusmas
uniformadas.
¿De dónde le sale tanta terquedad a un pobre diablo como Micheletti? Quizá de la
convicción de que los Estados Unidos no llevarán la presión hasta extremos. También
de la idea de que las elecciones próximas juegan a su favor y de que la agenda
derivará a nuevos titulares inexorablemente.
El granuja hondureño también debe recordar, para su alivio, la naturaleza histriónica
de la OEA, una institución que jamás ha corregido algún entuerto.
Pero lo que más estimula a Micheletti es, sin lugar a dudas, el saberse hijo predilecto
de la tradición latinoamericana.
Si Estados Unidos hizo lo que quiso en Centroamérica –desde la separación de Panamá
hasta el golpe mugriento en contra de Arbenz, pasando por los Batistas y Trujillos-,
¿qué autoridad moral tiene para enfrentarse a uno de sus tardovástagos? ¿No fue en
Honduras en donde la CIA entrenó a las tropas de la Contra nicaragüense, del mismo
modo que fue en Guatemala donde hicieron ensayos los fracasados invasores de Bahía
de Cochinos? Desde su perspectiva de pandillero derechista, Micheletti tiene razón.
¿Quién es Obama para decirle lo que es democracia? ¿Y qué es la OEA, ese
conversatorio crónico en donde se aprueba lo que no se cumple y se desaprueba lo
que ya no tiene remedio? Los barros del ayer son el lodo actual de Micheletti.
Y los que dan penita son los comentaristas de la derecha: no saben cómo disimular su
beneplácito por “la solución Micheletti”; no pueden ocultar su carencia de principios;
no pueden dejar de ser lo que siempre han sido: pancistas que llamarán a los
cuarteles cada vez que alguien se salga del libreto. Porque en esta obra en
muchísimos actos que es Latinoamérica lo único que está prohibido es la
improvisación y la morcilla.

Monos en Pittsburgh
La reunión de Pittsburgh ha servido para confirmar lo que ya sabíamos: los líderes del
mundo no entienden lo que está pasando y son parte del problema, no de la solución.
Ante un sistema de producción y consumo que nos lleva al suicidio planetario, los G-8,
convertidos hoy en G-20, ¿qué proponen? Más ayudas estatales (o sea más dinero
ficticio) para el archipodrido sistema financiero internacional.
Es decir que los banqueros, esa mafia que Chicago no llegó a ver, van a seguir
recibiendo papel moneda con el que pagar las deudas que sus prácticas de traficantes
crearon y engordaron.
“Limitaremos las primas a los funcionarios de la banca”, anunciaron en Pittsburgh.
Pero los banqueros europeos advirtieron que “las regulaciones” al sistema financiero
no debían ser “muy rígidas” porque ello podría “frenar las inversiones”.
Si un observador inteligente y cósmico nos viera y nos oyera desde un puesto de
observación casi perpendicular a Pittsburgh –es decir, si Dios existiera-, se
preguntaría:
-¿Pero es que estos son imbéciles de nacimiento o tuvieron que aprender a ser así?
Claro, porque frente a un mundo que se desvanece envenenado por las perforaciones
petroleras y los relaves mineros, ¿qué significa darle un 5% más de representación en
el Fondo Monetario Internacional a las economías emergentes? Significa nada. Y más
que nada es que estos dirigentes del mundo no entiendan el mensaje que claman los
glaciares, los polos calentados, Groenlandia en peligro: el sistema actual de
producción y consumo tiene que detenerse. La Tierra no lo tolera más. La humanidad
no lo tolera más.
Tenemos que cambiar de raíz nuestros paradigmas. Y empezar ahora.
Que sea considerado nefasto, por ejemplo, que el Producto Interno Bruto mundial
crezca sin cesar.
¿Qué superstición indigna nos lleva a pensar que producir y consumir, como si no
hubiera mañana, es vivir? Que el crecimiento no consista en la invención de
necesidades pueriles. ¿Cuán despreciables nos volvemos cada vez que somos siervos
del sistema de comprar y tirar? Cada vez que hacemos eso nosotros mismos somos de
usar y tirar.
Que la comunicación no sea una emboscada de la publicidad. Porque de eso se trata:
se talan bosques para que millones de toneladas de basura se puedan imprimir con
cada vez mejores colores. Y se estupidiza a la gente para que, entre publicidad y
publicidad, coma sobras de la farándula global. Que sea posible una protesta mundial
en contra de la corrupción de la política, hoy sirvienta de las corporaciones. Que el
hambre y las enfermedades surgidas de la desnutrición sean considerados un crimen.
Porque con la décima parte del gasto mundial en armas todo eso se solucionaría.
La Tierra tiene un hueco en el ozono y a un mono peligroso y anacrónico a cargo de
sus políticas. Ese mono puede apellidarse Calderón, Obama, o Berlusconi. Lo único
cierto es que es un mono con una metralleta.
Un mono cautivo del hidrocarburo y de la idea del desarrollo infinito con recursos
finitos. Cuando los océanos suban metros y las ciudades ribereñas desaparezcan y las
migraciones enloquezcan, ¿a quiénes les vamos a pedir cuentas? Los monos Cheney y
Bush estarán muertos.
Macacos emergentes los reemplazarán. Y seguirán diciendo que están preocupados
por “la crisis alimentaria” (creada por ellos), “la crisis energética” (impulsada por sus
modelos insostenibles), y “el cambio climático” (frente al cual no se atreverán a
tomar ninguna medida seria y pronta porque en ello se les va el pellejo). Tuvimos
mala suerte.
Un hombre como Marx debió de nacer en esta época. Un hombre como Mandela no
debía ser tan viejo. El ejército verde debió desfilar por una plaza sembrada de
abedules.
La única certeza es que tenemos que deshacernos de los monos. Me refiero, claro, a
los monos que firman los documentos del G-20. Frente a esos monos
antiambientalistas ser radical no es una opción. Es un deber.

Humala y el idioma
El primer problema del comandante Ollanta Humala es el nivel de sus asesores.
El segundo es el idioma.
Porque en vez de gritarle “cabrones” a Fujimori y a García hubiera podido apelar, en
el caso de Alberto Fujimori para empezar, a una retahíla de justas aproximaciones.
Es cierto que la complejidad criminal de Fujimori no se resigna a caber en un solo
término.
Pero Humala hubiera podido escoger de un hangar lexical calificativos pálidos como
estos: Traidor, felón, cobarde, criminal, facineroso, asaltante, malhechor, asesino
mediato, delincuente, micrococo, ignorante, ruin, roñoso, mezquino, miserable,
sórdido, abusivo, machista, laurobózico, raulromérico, mónico-déltico, nicolás-
lucárico, álamopérezlunático, artero, malicioso, ladino, pícaro, lagarto, patán,
descarriado, odioso, aborrecible, despótico, mendaz, incompetente, ordinario,
avezado, canalcuátrico, pepeoláyico, bressánico, sanguijuela, histrión, embustero,
falsario, betocúrico, abominado, repugnante, espichánico, blanconélido, atroz,
desventurado, perturbado, faisálico, amante de lo ajeno, martachávico... Y así por el
estilo.
Y en cuanto al doctor Alan García, es cierto que sus matices son menos numerosos
pero es también indiscutible que el vocabulario del castellano, auxiliado en este caso
por neologismos de peruana inspiración, alcanza para aludirlo.
He aquí algunos modestos ejemplos: Judas, ingrato, olvidadizo, mentiroso,
incumplido, presumido, demagogo, farsante, fugitivo, irresponsable, huido, maletero,
derechista a traición y granminero, chino por adopción, chileno por si acaso, cebado,
hueco, anético, búfalo que quiso ser alado, supermercado, atroz, cursi, expendido,
conchudo y licitado, prescrito, impune, sobreseído, sustractor, valiente con los
pobres, alvacástrico, frontónico, cayárico, accomárquico, luisnávico, prialesco,
offchórico, mantíllico, arrendado, altanero, cipriánico, giampiétrico, alexcúrico,
embaucador, amaestrado, dionisiaco-romérico, malévolo, dudoso, parisino,
declamatorio, hinchado, odriista, fukuyámico, beltranudo, incongruente, historietero,
pretérito, negado, recursero, efímero, ámbar y pedigüeño... Y así por el estilo.
Porque eso de llamar “cabrón” a quien es –duela a quien le duela- presidente de la
República es como un andahuaylazo de lengua.
Y aparte de ensuciar y de afear la atmósfera, expone al desaforado a que le digan
“cachaco mediocre”.
No interesa que quien diga eso de “cachaco mediocre” haya servido a más de un
cachaco mediocre y a civiles que actuaban como cachacos no sólo mediocres sino
también rateros.
Lo que Humala necesita es un nuevo asesor.
Y un diccionario para repasar de vez en cuando. Y un poco de largo plazo. Y más ideas
que adjetivos.

Alquilemos ministros
Mientras la inseguridad cunde y los delincuentes matan, asaltan, secuestran y
extorsionan a su gusto, al ministro del Interior –que ya había dado variadas señas de
debilidad mental- no se le ocurre mejor idea que la de proponer que los carros
patrulleros no se compren sino que se alquilen.
“Así ahorraremos en gastos de mantenimiento.
Esta es una solución más barata que la compra de automóviles”, ha dicho el general
Octavio Salazar. ¿En qué mundo vive este señor? Bueno, vive en el mundo en donde
Francis Allison, que alguna vez fue grabado borracho como una cuba y buscando
pleito, resulta ministro de Vivienda después de asegurarle a García que él podía
montarle manifestaciones de alabanza con un par de días de preparación. Y si Allison
resulta respaldado por García después de saberse su asociación con la gavilla de
Business Track es porque Allison sabe que parte de la información ilegal de Business
Track fue usada en la campaña electoral por el propio García.
Porque, como ya se sabe, Business Track tenía interceptados los teléfonos de todo el
equipo de campaña del Partido Nacionalista, desde Daniel Abugattás hasta Ollanta
Humala, pasando por Nadine, Tapia y el papá de los Humala.
Y esto, que se contará con pelos y señales en el próximo libro de Gustavo Gorriti, es
la garantía de que Allison se queda. Porque es íntimo y tiene capacidad de chantaje.
Y si Allison se queda –lo que es una desvergüenza mayúscula-, ¿por qué no habría de
quedarse el ministro de Energía y Minas, que hasta hace poco denunciaba las sucias
maniobras de la empresa Doe Run y hoy tiene que tragarse el tiranosaurio de los 30
meses de nueva prórroga? Y si Allison se queda y el pobre hombre encargado de
energía y minas también, ¿por qué diablos no va el ministro del Interior a proponer
que los patrulleros se alquilen? Claro que Salazar no aclara por qué diablos, como lo
publicó “La Primera”, aparecen las bombas lacrimógenas que se lanzan en Honduras
con el sello de la Policía Nacional del Perú. Lo que sí aclara es que la idea de alquilar
los coches de patrullaje es brillante porque “de esta manera la propia empresa
asumirá el mantenimiento del vehículo”.
¿De qué accidente cerebro-vascular procede el general Salazar? ¿O es que va a poner
una cadena de coches de alquiler? ¿O es accionista de Avis o Rent a Car? ¿O es que no
quiere repetir el ridículo inmenso de Alva Castro comprando y descomprando
patrulleros chinos? Ya estoy imaginando que alguien llame por una balacera entre
maleantes y el comisario del sector responda: -Disculpe, hoy no tenemos ningún carro
alquilado a nuestra disposición. Es que la empresa nos ha quitado el servicio por falta
de pago.
Yo propongo que alquilemos a un ministro del Interior.
También saldría más barato.
Es más, sugiero humildemente que abramos una licitación internacional para alquilar
un gobierno que piense, planifique y que no robe.

Matrimonio
Esa pareja mataba el tiempo haciendo cada uno lo suyo. Uno leía el periódico que
repetía a la televisión que la otra veía. Así, cada tarde y, a veces, cada noche.
A veces, sin embargo, era al revés: él veía la tele y ella leía el periódico. El reparto
de la tele había sido una de las más complicadas negociaciones de esa guerra librada
y acabada.
Una comía tostadas a solas y el otro masticaba una manzana a solas. Iban a la cocina
y se preparaban algo rápido, lo suficientemente rápido como para no tropezarse con
el otro.
Eso sí, dejaban todo limpio. Porque si algo no se había desvanecido en esa casa eran
las buenas maneras.
A solas pero bajo el mismo techo le hablaban al espejo del baño, que parecía
conservar, pero sólo para ellos, la imagen de lo que habían sido: más que un espejo
era un reservorio de la memoria, un archivo benévolo que les devolvía el rostro del
pasado. Bien por ellos.
Uno por uno le hablaban al espejo, a solas. A solas odiaban, muchas veces, lo que al
otro podía hacer feliz y a solas se alegraban por el traspié escuchado en la otra
habitación. Porque eso sí: compartían el baño pero tenían dormitorios separados.
Separados y juntos.
Uno se rascaba el bigote y la otra, encerrada en el baño, se limaba las uñas. A solas
se reían de lo que todavía era risible y a solas se emocionaban (a veces hasta las
lágrimas) de aquello que alguna vez había podido emocionarlos.
A solas se recordaban, por separado. Ella recordaba la vez primera en que pensó que
su marido era insoportable. Él recordaba las veces que había tomado la indecisión de
irse de su lado.
Masticaban a solas y se mataban juntos pero a solas. Y miraban a solas lo que antes
miraron juntos y se juntaban para las bodas, los cumpleaños y los funerales.
Iban a solas pero más juntos que nunca.
Sólo la muerte los separaría.

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