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1> Noé, Luis Felipe, Noescritos sobre eso investigador docente del IDH-UNGS y de Imágenes sitiadas (Museo Blanes,
que se llama arte (1966-2006), la FFyL-UBA. Ha publicado numerosos Montevideo, 2007) y Las armas de la
Adriana Hidalgo, 2007 ensayos sobre arte sudamericano. pintura (MNBA, Buenos Aires, 2008).
2> Roberto Amigo (Buenos Aires, 1964): Recientemente ha sido curador de
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Siqueiros para mirar el arte quiteño. El Berni sencia de una crítica de arte que de cuenta
más interesante como escritor es aquel que de la multiplicidad del campo artístico ac-
mira el arte colonial para dar respuestas a su tual, debilitada por el predominio del merca-
arte actual. Tal vez, la mejor pluma entre los do de arte y la política de espectáculo de
artistas inicialmente concretos –en un abiga- los medios periodísticos que la han hecho
rrado conjunto donde conviven, entre otros, perder su voluntad teórica. La falsa sensa-
desde el autocelebrado Kosice, el profesio- ción de que los artistas actuales no escri-
nal Maldonado, al discutidor Iommi– sea la ben se desarma simplemente al repasar los
de Alfredo Hlito, erudita y argumentativa (la números de ramona, en particular los de su
sombra tutelar de Pedro Henríquez Ureña no comienzo. Los artistas escriben entre sí.
permitía errores gramaticales). De la genera- Luis Felipe Noé se forma como lector con la
ción de Noé sobresale el Kenneth Kemble biblioteca de su padre Julio Noé, y como
crítico del Buenos Aires Herald a comienzos escritor en un momento de oro de la crítica
de los años sesenta: conciso, irónico, liberal, de arte: la segunda mitad de los años cin-
despectivo y modernizador defensor del in- cuenta. En estos años, al producirse la sus-
formalismo que practicaba. Capaz de escri- tantiva renovación de las artes plásticas, la
bir ante la muestra de la Otra figuración que crítica se ve impulsada a explicar los nue-
eran truculentos cazadores de cabezas; y vos estilos y lenguajes para un público de-
contar 105 cortadas en las pinturas de Noé, tenido entre la pintura naturalista y el realis-
Macció, De la Vega, Deira e invitados. mo populista, que aún no había asimilado la
Como vemos, en el arte argentino, y por renovación concreta de los años cuarenta.
cuestiones programáticas, didácticas o po- En la crítica de arte conviven aún placente-
líticas, la palabra solía acompañar las obras ramente la función didáctica modernizado-
de arte propias y ajenas. En “Yuyo” Noé te- ra, cuyo mejor exponente fue Julio E. Payró;
nemos un muy destacado exponente de es- la literaria de Manuel Mújica Lainez; la de-
ta tradición, como el libro actual evidencia fensora de una estética, el surrealismo, de
sumándose a los ya numerosos de este ar- Aldo Pellegrini; la programática, de la mo-
tista. Pero en nuestros días los artistas es- dernización desde la izquierda de Cayetano
criben por otros motivos, uno de ellos es Córdova Iturburu; la residual mirada política
que están obligados a pensar su obra para de Raúl González Tuñón con la aspiración
ingresar al mercado de las instituciones ar- teórica e internacionalista de Jorge Romero
tísticas; el otro (y más importante) es rela- Brest. La crítica de estos años supera la co-
cional: los textos que vinculan a unos artis- yuntura periodística porque comienza a
tas con otros son un entramado afectivo ocupar o inventar espacios institucionales y
más que un programa estético. En cierta acompaña la consolidación mercantil de las
forma, están obligados a escribir ante la au- galerías de arte nuevo. A los arriba mencio-
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junto con otros inéditos para una lectura posmodernidad: sus lecturas teóricas son la
continua, pueden arriesgar la pérdida de su búsqueda de una interpretación sobre ella
historicidad precisa, aunque dicha pérdida para comprender el problema de la imagen.
se halle compensada por una ganancia en ¿Es, tal vez, desde este marco como debe-
términos de su actualidad. Los textos escri- mos releer la Antiestética? Es decir, como
tos en Nueva York, entre 1966 y 1968, lo un texto precursor de la posmodernidad la-
definen como uno de los artistas de mirada tinoamericana. Desde allí, el “caos como
más aguda de su generación y son la conti- estructura” como relación entre forma y eta-
nuidad del pensamiento de la última parte pa del capitalismo avanzado cobra un po-
de la Antiestética, con la atención puesta en tente sentido. Una posmodernidad crítica
los cambios tecnológicos, el arte concep- distante de la aceptación benévola de la
tual, las estructuras primarias. Estos textos misma en los tardíos ochentas.
iniciales, junto con las discusiones sobre el El libro de Noé se cierra con un “cuadro de
fin de la imagen simbólica, la historicidad y situación” actual escrito en el 2006 (una re-
la idea de lugar, replican en los textos pos- visión histórica y teórica de la crisis de la
teriores, coincidente con la afirmación de imagen, que continúa su línea reflexiva de la
una teoría de la imagen. Entre los inéditos ampliación del concepto de pintura). Esta
sobresale “La nostalgia de historia en el última sección –la de mayor referencias eru-
proceso de imaginación plástica en América ditas que revelan al artista lector– puede ser
Latina”, de 1981, tal vez uno de los textos leída como conclusión solitaria de El arte en
más condensados e interpretativos de la cuestión, las conversaciones de Noé con
cuestión del arte latinoamericano, que vale Horacio Zabala publicadas en el 2000 con la
la pena confrontar con la posición de Berni crisis brutal golpeando en nuestras puertas.
de aquellos años. De cierta manera, los textos de este nuevo
Noé, al escribir, analiza la sociedad contem- volumen de Noé son otros tantos cuadros
poránea y lo hace a partir del estudio de las de situación, como los de la crisis de 1968
diversas modificaciones de los lenguajes ar- o la revalorización de la pintura en los años
tísticos. Es un escritor que podemos deno- ochenta. Así, Noé piensa una historia crítica
minar clásico, pues es de aquellos que tie- del devenir del arte argentino, aspecto no
nen presente la institucionalidad discursiva menor cuando la profesionalización acadé-
de la historia del arte. Sin embargo, esta mica de la historia del arte local ha impues-
historicidad crítica de la mirada de Noé se to un modelo descriptivo, esquivo a la refle-
entrecruza con la sensación vitalista de la xión ensayística.
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