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BOLIVIA SUMERGIDA EN UNA CRISIS QUE PUDO HABERSE

EVITADO

Por Ginela Beltrán

Un informe emitido por la Organización de Estados Americanos (OEA) declaró que

las recientes elecciones bolivianas no podían ser validadas debido a las irregularidades que

se encontraron en el proceso. La OEA instó a cambiar la Corte Electoral y pidió que se

realicen nuevas elecciones. Morales finalmente aceptó llevar a cabo una nueva ronda de

elecciones. El fiscal general anunció una investigación judicial contra miembros de la alta

corte electoral quienes validaron el fraude. La gente perdió toda confianza en Morales y

procedió a intensificar su demanda de que Morales y su gobierno renuncien. La sociedad

civil boliviana se rehusó a caer en la trampa que el gobierno le estaba tendiendo.

El ministro de Hidrocarburos de Bolivia, Luis Alberto Sánchez, y el presidente de la

Cámara de Diputados, el oficialista Víctor Borda, renunciron a sus cargos, como lo hizo el

ministro de Minería, en medio de la crisis patente tras las recientes elecciones generales.

Se han conocido también sendas renuncias de parlamentarios oficialistas, mayormente

potosinos, mientras que en la víspera también dimitió un gobernador y dos alcaldes del

oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).

El excandidato Carlos Mesa llamó a que "mientras no exista una resolución final a

este proceso, convocamos al pueblo a mantener la movilización ciudadana unida, activa,

siempre en los marcos de la paz y no violencia". En Santa Cruz (este), donde incubó la

protesta contra Morales, los manifestantes se mantenían en las puertas de los cuarteles

policiales, pidiendo la renuncia de Morales, que temprano llamó a la pacificación del país
tras la anulación de las elecciones. "No nos da la gana ser como Cuba o Venezuela",

coreaban los jóvenes, muchos ellos con mascarillas, en contra de la continuidad de Morales,

aliado de ambas naciones.

La partida de Morales es una buena noticia para Bolivia y para la región. Según

Human Rights Watch, el 70% de los prisioneros bolivianos no han sido procesados o

judicialmente condenados por ningún delito. Las cárceles están repletas de prisioneros más

allá de su capacidad y prisioneros fueron torturados. Activistas de derechos humanos están

siendo acosados constantemente. Un informe del Departamento de Estado señala que varios

manifestantes antigubernamentales fueron asesinados a tiros. Sin duda, el nivel de

represión, tortura y asesinato bolivianos está por debajo del de Venezuela, pero es

igualmente muy preocupante. Nuevas elecciones sin Morales podrían restaurar el gobierno

constitucional y la libertad al pueblo boliviano. Los bolivianos tienen mucho lo que mirar

hacia adelante.

La prioridad ahora es elegir un líder interino, convocar nuevas elecciones y unir a una

Bolivia polarizada o, de lo contrario, enfrentar aún más disturbios y violencia en las

próximas semanas. Por su parte, Catalina Jiménez, profesora de la facultad de Finanzas,

Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, indica que se puede

decir que Evo Morales entendió que, "ante la situación de movilización social, polarización

e inestabilidad institucional y legitimidad de posesionarse, lo más digno era retirarse, pero

no por un tema de cumplir lo constitucional, sino porque iniciaría su gobierno con una

crisis de gobernabilidad de tal envergadura que su gobierno sería insostenible".


Lo sucedido demuestra que el uso de la movilización es un recurso con capacidad de

desestabilizacion y "que los vínculos entre organizaciones sociales evidencian una cultura

política más participativa y capaz de evaluar el camino económico y político de algunos de

estos sistemas políticos". Así mismo, el malestar popular que existe en América Latina, en

contra de la democracia, no solamente es cierta, sino que compromete, tanto a las clases

sociales más desfavorecidas, como a las clases media, media alta y a las institucionales.

Para Colombia, Costa Rica, Honduras, Venezuela y Chile, el referente de lo que acaba de

ocurrir es preocupante. Cada uno de estos países tiene un descontento popular con la

democracia, por diferentes motivos, pero independientemente de éstos, todos buscan un

cambio político abrupto, que llegue otra persona a ver si es capaz de solucionar las cosas.

n junio de este año, la calificadora Fitch Ratings revisó su perspectiva de Bolivia a

negativa. En una entrevista citada por 'Bloomberg', el director de Fitch, Todd Martinez, dijo

que "el desempeño relativamente estable y sólido de Bolivia en los últimos años y las cifras

de titulares son algo engañosas porque, en nuestra opinión, reflejan políticas que parecen

ser cada vez más insostenibles".

Además de los desajustes fiscales, el próximo gobierno de Bolivia tendrá que

enfrentar un escenario con menores exportaciones de gas. A la falta de nuevos hallazgos

gasíferos en Bolivia se suman los esfuerzos de Brasil y Argentina, principales compradores

del gas boliviano, por fortalecer su producción local. Según cifras del Ministerio de Energía

y Minas de Brasil, las importaciones de gas natural boliviano se han reducido a la mitad

desde el 2015. Para Oporto, "no hay duda de que la economía es el gran desafío para el

próximo gobierno", y lo iba a ser aun antes de la crisis de gobernabilidad que vive hoy el

país, sin importar quién fuera el ganador de las elecciones del 20 de octubre. La diferencia
es que ahora un convulso contexto político "va a levantar obstáculos muy difíciles para

aplicar los ajustes, los correctivos y hacer las reformas necesarias para la política

económica y fiscal".

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