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JOSEPH A. SCHUMPETER
TEORIA DEL
DESENVOLVIMIENTO
ECONOMICO
Una investigación sobre ganancias, capital,
crédito, interés y ciclo económico
Primera edicióa en alemán, 1911
Primera edición en inglés, 1934
Primera edición en francés, 1935
Primera edición en español, 1944
Segunda edición en español, 1957
Tercera edición en español, 1963
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PRÓLOGO A LA EDIQÓN ESPAÑOLA
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PRÓLOGO
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1 1
PREFAaO A LA EDIOÓN INGLESA
Algunas de las ideas presentadas en este lilrro proceden del año 1901;
ninguna de ellas es posterior a 1909, época en que el marco general
de este análisis de los aspectos puramente económicos de la socie
dad capitalista, tomó la form a que ha conservado desde entonases
casi sin alteraciones. La obra se publicó p or prim era vez en alemán
en et otoño de 19 11. Cuando concedí md asentnmento, sin graai
entusiasmo, a tma segunda edición, diez años después de hallarse
agotada la obra, om ití el séptimo capítulo, redacté de nuevo el se
gundo y sexto, y dispuse ciertas alteraciones, reducierido o am
pliando la atención concedida a determinadas cuestiones. Esto tuvo
lugar en 1926. La tercera edición alevtona es una reirítpresión de la
segunda, que también ha sea'vido de base a la traducción inglesa.
D ictaría un veredicto muy perjudicial sobre mis actos e ideas
a partir de la prim era edición de la obra, si afirm ara que la falta
de alteraciones del mamiscrito, aparte de las de mera redacción, se
ha debido al convencimiento de que sea satisfactorio en todos sus
detalles. Si bien es cierto que considero sus grandes rasgos —lo
que pudiera denominarse la ‘‘'visión^'— y sus resultados, como co
rrectos en general, m m tengo actualmente uva opinión diferente so
bre varios de los puntos abordados. M encionaré uno como ejem
plo: cuando elaboré la teoría del ciclo econóndco, que el lector
encontrará en el capítulo sexto, daba por sentada la existezicia de
un solo movimiento ondidatorio, a saber, el descubierto por Juglar.
Estoy convencido ahora de que existen como mínimo tres clases
de tales movimientos, quizá más, y de que el problema principal
al que deben hacer frente los teóricos del ciclo consiste precisamen-
‘ ' B i lí , aislarlos, y describir los fenómenos que resulten de sus in-
' 4h mutuas. Vero este elemento no se ha introducido ejx las
’ 'jj i. ediciones posteriores. Pues los libros — como los niños— se hacen 7
p . seres iJidependientes una vez abandonada la casa paterna. Viven sus L
propias vidas, mieittras que los autores viven las suyas. Y no hay ^7:
m B que inmiscuirse en la vida de aquellos que han llegado a ser extra
ños a la casa. Este libro se ha abierto camino y ha ganado —-con
justicia o sin ella— un lugar en la literatura alemana de su. tiejzfpc—
y materia. Por eso me pareció preferible alterarlo en vñmma me
dida. No hubiera soñado con una tradiccción inglesa, a no haber ■/
sido por la sugerencia y ánimos de m i eminente amigo el profesor 'Óí
Taussig.
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14 DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
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CAPÍTULO i
ÍV a n Ló,’;
DESEN’\70L'’v nMIENT0 ECOI TórvIICC
s€ atiene en la medida de sus posibilidades, no alterándola sino bajo
la presión de las circunstancias.
Lo mismo puede decirse de todos ios demás factores que debe
calcular el labrador, sea que llegue a sus conclusiones con la exac
titud de un gran inaustriai, o lo haga en. forma semi-inconsciente
y por fuerza de la costumbre. Conoce, por lo general, ei precio
de las cosas que debe adquirir, si bien con ciertos límites; sabe el
trabajo que debe realizar (bien sea que lo valore según principios
puramente económicos, o considere el trabajo en sus tierras con
ojos muy diferentes que si fuera en tierras ajenas); conoce los mé
todos de cultivo —y tocio ello por una larga experiencia—. La
gente a quien compra, conoce también la demanda dei labrador
por una larga experiencia. Dado que la corriente circular de los
períodos económicos —ei ritmo económico más interesante de to
dos— marcha con rapidez relativa, y como lo mismo sucede esen
cialmente en cada período económico, ei mecanismo de ia econo
mía de cambio opera con gran precisión. Los períodos económicos
pasados gobiernan la actividad dei individuo —en un caso como el
nuestro—, no sólo por haberle mostrado en forma inflexible lo que
debe hacer, sino también por otra razón. El labrador debe vivir
durante cada período, ya sea directamente dei producto físico del
precedente, ya de lo que pueda obtener de su venta. Además, los
periodos anteriores le han metido en una red de conexiones eco
nómicas y sociales de las cuales no puede sacudirse fácilmente. Le
han legado medios y métodos definidos de producción. Y todos
estos le mantienen sujeto con cadenas de hierro a sus huellas. Apa
rece aquí una fuerza que es de gran importancia para nosotros y
que pronto ocupará nuestra atención con mayor intensidad. Pero
en este momento nos limitaremos a señalar que en el análisis que
sigue supondremos que cada uno vive en un período económico
de los bienes producidos en el anterior, cosa que es posible si ia
producción se extiende en el pasado, o si el producto de un factor
de la producción está sujeto a una corriente continua. Esta es una
mera simplificación de la exposición.
Ahora podemos generalizar el caso del labrador refinándolo un
tanto. Supongamos que cada uno vende todos sus productos y
que, en la medida en que cada cual consume, sea su propio compra
dor, pues es evidente que tal consumo privado se determina por el
precio de mercado, o sea, en forma indirecta, por la cantidad de
bienes que pueden obtenerse disminuyendo el consumo particular
de^ los productos propios; y viceversa, que ei volumen de consumo
privado actúa sobre el precio de mercado exactamente en la misma.
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LA OORRIEI7TS CIE.CULAR ’l
forma que si apareciera de hecho en el mismo. Todos los iionibres
de negocios se hallan, por tanto, en la misma posición dei labrador.
Todos son compradores y vendedores, a los efectos de su produc
ción y consumo. Los trabajadores pueden ser concebidos en este
análisis en ia misma forma, incluyéndose sus servicios en la misma
categoría de las demás cosas negociables. Ahora, como cada uno
de estos hombres de negocios, tomado por sí solo, obtiene su pro
ducto y encuentra sus compradores basándose en su experiencia
__igual que nuestro agricultor— debe ser cierto, para todos con
juntamente, lo que afirmábamos de aquél. Dejando aparte las per
turbaciones —que como es natural pueden ocurrir por multitud de
motivos— es preciso que se dé salida a todos los recursos; pues sólo
se producirán" con referencia a posibilidades de mercado conocidas
en "forma empírica.
Llevemos este razonamiento a su conclusión últim.a. La canti
dad de carne de que se desprenda el carnicero depende de la que
adquiera su cliente —el sastre— y del precio a que lo haga. Pero
eso" depende, a su vez, de lo que a este último le dejen sus negocios,
y esto también de las necesidades y poder de compra de su cliente,
él zapatero, cuyo poder de compra depende, a su vez, de las necesi
dades y poder de compra de las personas para las cuales produce; y
así sucesivamente hasta que lleguemos a uno que derive sus ingre
sos de las ventas de'sus productos al carnicero. Esta concatenación
y dependencia mutua de las cantidades en que consiste el cosmos
económico, son visibles siempre, cualquiera que sea la dirección en
que nos movamos. En cualquier punto que comencemos y en cual
quier sentido que vayamos es forzoso volver ai punto de partida,
quizá después de un gran número de pasos que, sin embargo, es
siempre finito. El análisis no liega a un punto final ni se encuentra
con una causa, es decir, un elemento que sea más determinante que
determinado.
Nuestro cuadro será más completo si representamos el acto de
consumir en forma distinta de la usual. Por ejemplo, todo el mun
do se considera consumidor de pan, pero no de tierra, servicios,
hierro, etc. Mas si consideramos a los hombres como consumidores
de estas otras cosas, podremos observar mejor aún el camino que
recorren los bienes individuales en la corriente circular.- Ahora
bien, es obvio que cada unidad de toda mercancía no siga el mismo
camino hacia el mismo consumidor que su predecesora en el pro-
4 Véase Marshall (Principies, lib. vi, lo mismo que su conferencia: “The
Oíd Generation of .Economists and the New”), para quien esta concepción
juega ei mismo papel.
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D E SE N V O L V IM IE N T O ECON ÓM ICO
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- L A CORRIENTE O R C U L A R 23
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- ' ' ' • A- - -
’4 DESENVOL'^/IMIENTO ECONÓñ'IICO
Doracion de la experiencia hacia el objetivo del mayor bienestar
económico posible, por su esfuerzo racional y consciente. No pre
tendemos con esto que los hombres fueran capaces, en la práctica,
de realizar tal esfuerzo,-® sino sólo queremos presentar la raciona
lidad de la conducta económica, fuera de consideraciones de la
psicología efectiva de las familias y empresas en observaciónd-
lam.poco pretendemos obtener un esquema de la historia econó
mica. Queremos analizar, no la forma en que el proceso económico
evolucionó históricamente al estado en qíie lo encontramos en la
realidad-, sino el funcionamiento de su mecanismo u organismo en
cualquier estadio de desenvolvimiento.
Este análisis sugiere, elabora y emplea esos instrumentos con
ceptuales con que nos hemos ya familiarizado. La actividad eco
nómica puede tener ciaalquier motivo, aun espiritual, pero su rie-
n ijicad o es siempre la satisfacción de necesidades. "De aquí la
importancia fundamental de esos conceptos y proposi-ciones que
derivamos del hecho que plantean las necesidades, al frente de ios
cuales se nalla el de utiliaad, y su derivado, la utilidad marginal, o
bien “el coeiiciente de selección”, como se le denomina moderna
mente, Continuaremos planteando ciertos teoremas sobre la dis
tribución de los recursos entre todos sus usos posibles, la comple-
mentariedad y rivalidad entre los bienes, deduciendo racionalmente
las razones del -cambio, los precios, y la vieja ley empírica de “la
oferta y la demanda”. Llegaremos finalmente a una idea preliminar
de un sistema de valores, y a las condiciones de su equilibrio.
La producción esta condicionada, de un lado, por las propieda
des físicas de los objetos materiales y procesos naturales. Á este
respecto, se trata de que la actividad económica (como afirma
Jonn Rae) observe el resultado de ios procesos económicos más
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DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
t 'Á
LA. CORRIENTE CIRCULAR
íB
DESE>TVOLVIMIENTO ECONÓMICO
tomado parce en una decisión relativa a precios, pudiendo abando
nársele dentro de ciertos limites la determinación del precio de un
articulo, pero, sin embargo, no es “jefe”, ni necesariamente “inde
pendiente”, Ahora, el propietario o ei director de un negocio tiene
mas que decidir, adoptando la mayor parte de las resoluciones,
Pero también se le ha enseñado el “qué” y el “porqué”. Conoce
primeramente el cómo; ha apreciado la producción técnica y los
datos económicos coqcernientes. Lo que 'aún queda por decidir se
diferencia solamente de las decisiones” del aprendiz de remendón,
en el grado. ^Y el “qué” se lo prescribe la demanda. No se plan
tea un objetivo determinado, sino que las circunstancias dadas lo
obligan a actuar en una forma definida. Ciertamente que pueden
cambiar los datos; entonces dependerá de su habilidad k rapidez y
éxito de su reacción. Pero igual ocurre en la realización de cual
quier trabajo. No actúa sobre la base de las condiciones prevalen-
tes de las cosas, sino sobre ciertos síntomas que ha aprendido a
considerar, en especial las tendencias que muestra directamente la
demanda de sus clientes. \ se amolda paso í a paso a estas tenden
cias, en forma que solamente pueden serle desconocidos de ordina
rio elementos de importancia secundaria. De aquí se sigue, sin
embargo, que en la medida en que los individuos en su conducta
económica se limitan a derivar conclusiones de circunstancias co
nocidas y eso es precisamente de lo que nos ocupamos aquí, y
de lo que siempre se ha ocupado la economía— carecen de impor
tancia si dirigen o son dirigidos. La conducta de los primeros se
sujeta a las mismas reglas que la de los últimos, y establecer esta
regularidad, mostrar que lo aparentemente fortuito está en realidad
estrictamente determinado, es tarea esencial de la teoría económica.
Bajo nuestros supuestos, los medios de producción y el proceso
productivo no poseen un jefe real o, mejor dicho, su verdadero
jefe es el consumidor. Los hombres que dirigen empresas de ne
gocios no hacen sino lo que se les prescribe por las necesidades o
la demanda, y por los medios y métodos dados de producción. Los
individuos tienen solamente influencia en tanto que son consumi
dores, en tanto que expresen una demanda. Todo individuo toma
parte en este sentido— en la dirección de la producción, no so
lamente aquel a quien corresponda el papel de director de un ne
gocio, sino todos, y especialmente el trabajador en su sentido más
estrecho. No existe una dirección personal de la producción en
otro sentido. Los datos que gobernaron el sistema económico én el
pasado son conocidos, |y si permanecen invariables, continuará
también el sistema sin variaciones.' Los cambios que pueden sufrir
i LA corrS I Í c 2 :U L A ^ ' ''
ri-óv.
il_ ^•'•iti-y.’ • ifi."- j"" -fiy .............. _ , ^^ ,
y:---36 - ' DESENVOLVIMIENTO ECONÓ jMICO
| o d n e id o ,p ;e :T :i!:í“ ^
s o p e r i o ; a T V l T ú T ? c r r , / P e t T “ T Ú t coTenid™
L o mismo que antes resolvíamos los medios de produccióíi nroT
os en tierra y trabajo, podemos ahora apreciar que no son
partidas transitorias en' el Poceso de valoradón ^
Ue aquí que en una economía de cambio —anticinamos
ei m om ento- y bajo libre competencia, los prT “sTe T T o / "
tos deban ser iguales a los de los servicias d e T tíe ú a " tm P
corporados en ellos. Pues el mismo precio q ú se ohrie “i
producto después de la producción, debe haber s id ^ T T T E
antemano para la serie completa de medios d r E o T c d ó n
ríos, pues depende de ellos tanto como del producto
ductor debe .entregar sus ingresos totales a quienes le suminfí
los medios de producción, f éstos deben a sTvez e m re rr s T ™ "
w T iIcÍoT E hasta
L T que fuera a caer todo el precio
productores
productos— orio-inM de oTo¡
i
proveedores de los servjcios de la tierra y del Sabafo® pT„ ,
remos sobre este probléma más adelante.' ^
25 Véase Wexen, lib. ii.
lip'.
L A CORRIENTE CIRCULAR 43
'-3t-É '
44.- DESii^NVOLVIMIEr TTO ECONÓMICO
aun SI se parcela el proceso productivo entre muchas empresas
úndependienres. No deseo cansar demasiado al lector, y por eso
incluyo en otro lugar de la obra un análisis que en realidad debe
ría estar aquíE'^
Esto no es tan contrario a la doctrina clásica como pudiera pa
recer a algunos lectores, pues la teoría del valor denominada de los
costos, y la de Ricardo, del trabajo, sugieren con fuerza la misma
conclusión, explicándose por ello algunas tendencias doctrinales,
como la que pietende reducir a trabajo toda clase de inpresos, inclu
sive^ a reces el^ ínteres, bi no fue exipresamente exouesta por los
clásicos,^^^ se debe a su falta de rigor en el reconocimiento de las con
secuencias de sus propios principios, y por la contradicción dema
siado proiunda que parece existir entre nuestra teoría y ios hechos.
Ronm-Bawei-k- fue, sin duda, el primero en afirmar que ei valor
total dei producto debiera dividirse en principio entre la tierra y
ei traoaio, si d proceso de la producción ha de desarrollarse con
toda pemeccion. Itso requiere, como es natural, que todo el sistema
económico se adapte a la producción emprendida, v que todos los
valores se ajusten como es debido a los datos, que todos los planes
econommos operen armónicamente, y que nada moleste su ejecu
ción. bm embargo, dice Bbhm-Bawerk,; existen dos circunstancias
que perturban el equilibrio entre ei valor del producto y el de los
medios de^producción una y otra vez. La primera se denomina
micción. Jii organismo económico no responde en forma rápida e
inmediata por mil razones diferentes. Jbl error, la desgracia, la*indo-
kncia etc., resultan en origen continuado de pérdidas, pero tam
bién de ganancias.^^ “ ^
Antes de pasar a la segunda circunstancia aludida por Bohm.-
nawerk, debemms insertar algunas palabras sobre ciertos elementos
que son de significación considerable. El primero es el rieso'o. De-
oen distinguirse dos clases de riesgo: el de fracaso técnico de la
producción en el cual podemos incluir el peligro de pérdidas re-
sultantes de fenómenos naturales, y el riesgo comercial. En la me
cida que se prevén estos peligros, actúan inmediatamente sobre
ms p_anes económicos.^ Los hombres de negocios incluirán primas
de seguro en su contabilidad de costos, o harán gastos con obje-
2" Véase cap. qv, y especialmente el v.
-s uotz, por ejemplo, hizo esto, a pesar de separarse en forma muy débil
_a pexcepcion. _Vease su Hcaidbuch der Staatíwissemchaftslehre.. En Sm'ith
se encuentran vanas sugerencias muy claras
4» N N p N N f t Theorie des Kapitahhnes,
LA CORRIENTE CIRCULAR 45
to de hacer frente a ciertos peligros, o tendrán en cuenta ímalmenm
las diferencias de riesgo entre las ramas de la producción, evitando
las más peligrosas, hasta que ei aumento _consecuente dei precio de
éstas ofrezca una compensación^^ Ninguno de estos metocos
de anular los riesgos económicos es capaz en principio de pio-
ducir una ganancia. El productor que toma sus precauciones^ con
tra el riescTO por medidas de cualquier índole —construcción^ ue
presas, seguro de máquinas, .etc.— tiene indudablemente una ventaja
por proteger el fruto de su producción, pero tiene también de or
dinario los costos correspondientes. La prima de riesgo no es ori
gen de ganancia para erproductor —sino a lo sumo para la com
pañía de seguros, que puede obtener una ganancia de intermediario,
sobre todo combinando muchos riesgos—, pues será absorbida al
cabo del tiempo por ios siniestros que se plantean. Y la compensa
ción para mayor riesgo es sólo aparentemente un rendmiiento ma
yor: debe multiplicarse por un coeficiente de probabilidad, con lo
que se reduce de nuevo* su valor real, exactamente por la cuantía
del excedente. Cualquiera que consuma simplemente este exceden
te expiará su conducta en el'curso de los acontecimientos. No existe
el pa*pel independiente que se asigna a menudo ai nesgo, m ei ren
dimiento independiente que a veces se conexiona con el. Ei. asuiim
es naturalmente distinto si no se han previsto los riesgos, o si por io
menos no se les ha tenido en cuenta al elaborar el plan económico.
Se hacen entonces origen de pérdidas temporales, de un lado, y de
beneficios temporales, de otro. ^ ,
El origen principal de estas pérdidas y gpancias, y este es ei
seo-undo elemento que quiero considerar aquí, son los cambios es-
p(5iitáneos de ios datos con los cuales el individuo está acostumbra
do a contar. Crean nuevas situaciones y adaptaciones que requieren-
tiempo Y antes de que ocurra dicha adaptación es posible que se
produzcan en ei sistema económico muchas discrepancias entre cos
tos e ingresos. La adaptación supone siempre dificultades. El sim
ple conocimiento de la situación económica cambiada se obtiene
en la mayoría de los casos con la prontitud necesaria. Derivar con
clusiones de los conocimientos es un gran paso que tropieza con
muchos obstáculos, como falta de preparación_ y de medios, etc.
Pero la adaptación perfecta es a menudo imposible para productos
ya existentes, cosa que ocurre especialmente con los bienes de pro
ducción duraderos. Durante el tiempo que debe transcurrir hasta
&o Véase Emery, citado en mi ensayo “Die neuere W inschafetherae m
den Vereinigten Staaten”, en la revista Schmollers Jabrbuch (1910), y Fisher,
Capital and Income.
: DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
que se desgasten por el uso, aparecen inevitablemente tales con
diciones, 7 ello provoca una de las peculiaridades de la deter
minación de su valor que Ricardo estudió en la Sección IV de su
primer^ capítulo. Los rendimientos de estos bienes pierden toda
conexión con sus costos, y deben aceptarse simplemente; sus valo-
les apropiados se alteran sin que exista la posibilidad de que se al-
lentido"''“ P° . A n cierto
ido, en una clase especial de rendimientos que pueden ser más
elevados o mas bajos que el precio total de los servicios de la tierra
7 trabajo contenidos en ellos. Aparecen para el hombre de nego
cios desde este punto de vista con un aspecto similar al que tienen
para^ el los agentes naturales. Los denominaremos, con Marshall
cuasi-rentas. ’
Sm embargo, señala Bohm-Bawerk una segunda circunstancia
que puede a tarar el resultado de la impntactón e que
una parte del valor del producto se refleje en los servidos de la
ÍÓ V Trabajo. lEsta circunstancia es el tiempo empleado en
toda producción, excepto la producción instantánea deLfuerzos
prirnitivos para inantener la vida.« A causa de esa circunstancia
los bienes de producción no se limitan a ser bienes potenciales de’
consumo, pues se distm^en de estos últimos por una nueva caracte
rística esencial, que es la distancia en tiempo que los separa de los
bienes capaces de ser cpnsumidos. Los medios de producción son
bie^s de consumo. Su Ivalor no agota el del producto.
Tocamos aquí un problema extraordinariamente delicado Pero
e7 W a d r " ^ ^ ^ - ^^bate en este libío
mitada, no nos plantearemos sino una pregunta. En el curso
n o ^ a l de un sistema económico en el cual, un año con o L la
dos lo fd aro'‘^“" Permaneciendo invariables to
dos los datos, ¿se produciría una desvalorización sistemática de los
medios de producción comparados con los productos? Esta cues
tión se subdivide a su vez en dos distintas: abstrayendo en tai
S S lo ' Z y A -eficientes objetivos y ^i.onalas de
.=°’ íPneden valorarse en forma general y sisteniática las futuras
n ó m ÍA T T ^ presentes? Y en tal sistema eco-
nomico, 7 aparte de las influencias del p ro p m c o rre r d el tíe?mp^a
s: ^■
-rV!
LA CORRIENTE CIRCULAR 47
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ÍÍ-: Ülig
I ■ .'48 ' DESENVÓCVIMIENTO ECONÓMICO
sino la producción instantánea, Cas necesidades futuras no- les pa
recen inferiores., pues ni siquiera ias aprecian. Por tanto, no podrían
hacer frente a la prueba de decisiones'que requieren un horizonte
más amplio. Esto es obvio, pero por lo general, no necesita tomar
tales decisiones. Aquél que capta'el doble ritmo de las necesidades
y los medios de satisfacción, puede quizá desdeñar en un caso par
ticular la conclusión de que el desplazamiento unilateral de cual
quiera de ellos, supone pérdida de satisfacción, oero no puede re
chazarlo en principio. ^
Pero, ¿qué ocurre con nuestra segunda cuestión? ¿No puede
icanzaise el proceso de producción en formas que no concuerden
con tos supuestos de nuestro caso típico? ¿No'puede moverse la
co^iriente de bienes a veces con menor y a veces con mayor inten
sidad? vero, especialmente, el hecho de que un proceso más fértil
de producción requiera más tiempo, ¿no a'fectará al valor actual de
ios btones presentes, cuya sola posesión hace posible la elección,
constituyendo asi al tiempo en factor de la corriente circular? La
respuesta negativa que hacemos a esta pregunta puede ser fácil-
mente malentendida, pues no adquirirá sino más tarde toda su sig
nificación.^ No niego la importancia del elemento “tiempo” en k
Ada económica, pero lo observo bajo un aspecto diferente. La
cuestión de la m tn'oduccion de métodos más productivos pero que
consumen más tiempo, y k cuestión de cómo le afecta el elemento
tiemp-o, son dos problemas diferentes. No hablamos ahora de la
in tro d u cció n de nuevos procesos, sino de ia corriente circular que
consiste en proce^s dados y en funcionamiento. Y aquí da resulta
do tan pyonto como cualquier otro el método más fructífero de la
producción, .cualquiera que sea la longitud de su período.‘Es evi
dente^ que^^un método d'e producción solamente será denominado
más friictírero; cuando resulte en más productos que la suma de
ios métodos,menos fructíferos que pueden ejecutarse en el mismo
tiempo con^ ayuda de la misma cantidad de factores productivos.
La producción por este método se repetirá al infinito —dadas ias
cantMades necesarias de trabajo y agentes naturales— sin que sea
precisa la elección, y la corriente de productos será continua. Pero
aunyi no luera ese el caso, no habría subestimación de los produc
tos futuros. Pues si el proceso productivo entregara sus resultados
en intervalos periódicos, se^ iría sin haber espera, porque el con
sumo podría adaptarse corriendo de una manera continua con una
rapidez equivalente por unidad de tiempo, de forma que no habría
motivo para subestimar los productos 'futuros.s^ Puedo conceder
iil trigo es más barato inmediatamente después de la cosecha. Pero este
uA. COPvRIENTE CiP.CULAR.
mayor precio a bienes presentes si su posesión es capaz de propor---
cionarme m a yor cantidad de bienes en ei íumro. Pero no poure
hacerlo, y habrán, de igualarse inis valoraciones preseiitos ■/ fL-scuicii.,
cuando'me asegure de cuál es la corriente más rica de bienes, adap
tando a ella mi conducta. La “mayor” cantidad de bieneq íuturos
no depende en ese caso de la posesión ele bienes presentes, rodemos
extender a este caso el ejemplo de nuestro rentista. Supongamos
que haya recibido hasta el presente 1,000 dólares por mes., zc ac.
ofrece en lugar de ellos, 20,000 dólares ai final de un año_ detemu-
nado. Ahora, hasta tanto que venza la primera anualidad, se hará
presente en forma muy desagradable ei elemento tiempo. Pero des
de ese momento, verá mejorada su posición, estimando ia^ pf®
en la adición total de 8,000 dólares por año, y no en parte ue t.Lic.ii.a
suma, _ .
Puede aplicarse un argumento sirniiar ai eiemento ae la aoscr-
nencia,"'^ necesidad de espera, etc. P aquí reiiero ai lector especitu-
mente a la exposición de ij.ohm-Bawerk. Para nosot.ros .üabtu luy-
mular de una manera precisa nuestra posición. Aunpoccypüt..de
negarse ese fenómeno, pero es mueno más complicado de lO
tiene apariencia de ser, y debe notarse que su naturaleza y manires-
taciones no han encontrado hasta ei momento un análisis pro.iiiuiiO.
Debe distinguirse también aquí el proceso de crear un aparato pro
ductivo, del de explotarlo una vez creado. ^Cualquiera que sea el
papel de la abstinencia en el primero —Hablaremos repeodameni-e
de ello en el estudio sobre el ahorro, del siguiente capii-ulo .¡..lO
puede afirmarse que se produzca el proceso de espera en el segundo
cada vez que se repite el proceso de producción, _Co ns i.ie'..,eaiLa
“esperar” los rendimientos usuales, dado epae se recioen insio en ei
momento que se precisan. En ia corriente circular normal no hace
■falta soportar ia tentación periódica a ia producción instaiitauey
pues ei sujeto se colocaría Im nediatam ente en una posición econó
mica peor en caso de sucumbir. No puede tratarse, por tanto, de
hecho se explica, por ios costos de almacenamiento, por la existencia leal d'_i
interés, y por muchas otras circunstancias, ninguna de las cuaies aitexa nui-S-
tro principio.
■35 Los autores principales son Sénior y —del otro lado— Bohm-Baweik
en su Geschichte tmá Kritik der Kapitalzinstbeorien, y más tarde el escritor
americano MeVane. Véase también el artículo “Abstinence” en Palgmve^^
Dictio ary, y la literatura allí especificada. Como ejemplo de la íaua ae
77
cuidado con que a veces se trata este problema, Cayel, poe vcitiire mid i e-
cessity of hnerest, es típico. Nuestra posición esta mas próxima de i y de
'Wieser, en Natürlicher Wert, y de J. B. Clark, Distnbuüon of WecuTh. Ver
se también Wese? , lib. iii.
2
50 DESENVOLVIxMIENTO ECONór»/IICO
abstinencia en el sentido de limitación del consumo de las fuentes
, de rendimientos, pues bajo nuestros supuestos no existen otros que
la tierra y el trabajo, ¿Pero no podría —finalmente— la abstinen
cia jugar un papel en la corriente circular normal, ya que ha sido
necesaria para la creación inicial del aparato productivo, es oreciso
remunerarla después pon la producción normal? En primer lugar,
en el curso de la investigación veremos que la abstinencia juecra
solamente un papel muy secundario en la provisión de los factores
necesarios; que, hablando con propiedad, no requiere la introduc--
clon ae nuevos métodos de producción, ni en general, una acumu
lación previa de bienes. Y en segundo lugar, la consideración de
la abstinencia como un elemento independiente del costo, supone
en este caso el cómputo de la misma partida dos veces, como ha
mostrado Bohm Bawerk.*® Cualquiera que sea la naturaleza de la
espera, no es ciertamente uno de'los elementos del proceso econó
mico^ que consideramos, pues una vez establecida la corriente circu
lar, esta no deja vacíos entre la inversión o el esfuerzo productivo
y la satisfacción de las necesidades. Ambos se sincronizan auto
máticamente empleando la expresión concluyente del orofesor
Clark.^7 ■■ " "
La teoría de la imputación explica el valor de todos los bienes
individuales. Solo queda por añadir que los valores individuales
no^ son independiente^, sino que se condicionan mutuamente. La
única excepción a esa regia es la presentada por una mercancía que
no puede ser sustituida por ninguna otra, y que se obtiene con me
dios de producción que tampoco son susceptibles de sustitución y,
además, no pueden emplearse para otros fines. Tales ejemplos son
imaginables; pueden presentarse, por ejemplo, en el caso de bienes
de consumo ofrecidos inmediatamente por la naturaleza, pero re
presentan una excepción que puede no ser tenida en cuenta. Todas
las demás cantidades de bienes y sus valores, se hallan en relación
mutua estricta. Se expresa ésta por su relación como complemen
tarios, por las posibilidades de otros empleos, y por la relación de
sustitución. Aun en el caso de que dos bienes no tengan sino un
solo agente común de producción, sus valores se hallan relaciona-
36 forma en que Fisher trata este problema está viciada por considerar
el descuento del tiempo como hecho primario cuya existencia es casi eviden
te. Vease Rate of Interest^ pp. 43-51.
kn realidad, Clark atjribuye al capital el miérito de introducir esta “sin
cronización . Como se verá, no le seguimos en dicha opinión. Recalco de
nuex o; la im.'ersión y el rendimiento se sincronizan automáticcrtne^íte en forma
mutua, bajo la influencia aceleradora v retardataria de las ganancias v las
perdidas. '
LA CORRIENTE CIRCULAR
dos, pues las cantidades y, por tanto, ios valores de esos bienes que
dependen de la cooperación de dicho agente, seguirán k norma de
la utilidad equirnarginal para el agente de producción común a
ambos. Casi no haría falta mencionar que la relación productiva
que resulta del factor trabajo, en especial, abarca prácticamente
todos los bienes. La determinación de la cantidad de un bien, y
por tanto de su valor, se halla bajo la influencia de ios valores de
todos los demás bienes y es solamente explicable en su totalidad
teniéndolos en cuenta. Podemos decir, por tanto, que los valores
de los bienes individuales forman para cada uno un sistema de va
lor, cuyas partes separadas son dependientes mutuamente.
En este sistema ^de valores se expresa la economía total de una
persona, sus relaciones de vida, sus horizontes, sus métodos de pro
ducción, sus necesidades, en suma, todas sus combinaciones econó
micas. El individuo no tiene igual conciencia de todas las partes
de 'este sistema de valor; por el contrario, en cualquier momento
la mayor parte de él se halla más allá del umbral de la conciencia.
Cuando adopta decisiones respecto a su conducta económica, no
concede atención a todos ios hechos que dan expresión a este sis
tema de valor, sino solamente a ciertos índices que están siempre
a la vista. Actúa en la vida ordinaria según la costumbre general
V la experiencia, partiendo del valor de un bien —obtenido por
ía experiencia— para cualquier uso a que pueda ser aplicado. Pero la
estructura y naturaleza de esa experiencia están dados en el sistema
de valor. Los valores, ajustados mutuamente, se realizan a la larga
por el individuo, permaneciendo invariables los datos. Ahora bien,
este sistema de valor presenta, como se ha dicho, una estabilidad
muy notable. En todo período económico se plantea de nuevo la
tendencia a volver sobre las huellas bien conocidas, realizando otra
vez los mismos valores. Y aun cuando se interrumpa esta constan
cia, se mantiene siempre alguna continuidad; pues aun si cambiaran
las condiciones externas, no se trataría nunca de hacer algo com
pletamente nuevo, sino de adaptar lo que se hiciera anteriormente
a las nuevas condiciones. Una vez establecido el-sistema de valor, y
una vez dadas las combinaciones representan siempre el punto de
partida para cada nuevo período económico, y tienen, por así decir,
una presunción en su favor.
Esta estabilidad es indispensable para la conducta económica de
los individuos. En la práctica no podrían —en la mayoría de los
casos— realizar la labor mental necesaria para crear de nuevo esta
experiencia. Y’emos también, de hecho, que la cantidad y valor de
los bienes en períodos pasados determinan en parte las cantidades
- ‘ C* " " # ÍN ifli
52 JJESEN^^OLVIMIENTO ECONÓMICO
y i^aio^s en los siguientes, pero esto de por sí no explica la estabi
lidad. iri hecho saliente es, sin cruda, que estas regdas ele la eondiicta
lian soportado la pmeba de la experiencia st que los individuos en
general son de opinión que no pueden hacer cosa meior aue con-
LÍiiuai actuando desacuerdo con ellas. V nuestro análisis dei sistema
de -caloi, la geología, como si dijéramos, de esta montaña de expe
riencia, nos mi mostrado también que en realidad estas cantidades
V valores de bienes se explican —dadas las necesidades p" los liori-
zontes de los hombres— como consecuencias racionales de las con
diciones dadas del mundo que nos rodea.
lista forma empiiica de actuar del individuo no es, por tanto
un accidente, sino que tiene su base racional. Existe una clase de
conducta económica que, en circunstancias dadas, establece el eoui-
librio entre miedios, de nn lado, pr necesidades a satisfacer, en la
mejor forma posible, de otro. El sistema de valor que hemos des-
-.-lito coiiesponde a nna posición de equilibrio económico cuyas
paites constitutivas no pueden ser alteradas (si permanecen cons
tantes ios datos) dn que el individuo llegue a darse cuenta de aue'
se nalla en^peoi situación que antes. Así, mientras sea un problema
de adaptación a las condiciones, y de obrar de acuerdo con las ne
cesidades objetivas del sistema económico sin desear modificarlas,
no .se impone al indivÍGuo sino una y una sola forma de a c t u a r ,y
ios lesdlcados de esta acción serán los mismos mientras no varíen las
condiciones dadas.
^ _ Suponiendo al lector familiarizado con la teoría general dei cam-
Dio y de los precios, en economía de competencia y de monooolio
ae paso podem.os señalar que la posibilidad ubicua de camAio'alte-
1 ai a,^ como es natural, ^los sistemas de valores de cada cual. Secrumá
en pie el teorema fundamental, según el cual las unidades de recur
sos se distribuyen entre todos ios usos posibles, en forma de con-
Svguir 5atisfacciones marginales - iguales. Podemos expresarlo en
economía de cambio advirtiendo que para cada familia los precios
aeben sei proporcionales a las utilidades marginales de los bienes
e consumo, y que para cada ^empresa, los precios de ios bienes de
producción deben serlo también a sus productividades marginales,
i ero se presenta un nuevo fenómeno en el hecho que ios produc-
íi
Ni
I,A CORRIENTE CIRCULAPv 53
tores no estimarán los productos según el ^-h/aior _ae uso'' que pue
dan tener para ellos, sino de acuerdo con la utilidad aquenos
tv ' bienes que adquieren finadmeiite los productores a cambio de ellos. “
Las escalas de valoraciones de todo el mundo y,^ por lo tanto, las
escalas de valoraciones de ios medios de producción que cada cual
pueda tener, se compondrán de las escalas de valoraciones de los
bienes recibidos en cambio, o comprados con los ingresos derivadoi.
de la venta de los servicios de esos medios de producción, loi-
Pia más venta! osa de practicar estas operaciones resultara de ^a ex
periencia, valorándose'correspondientemente toda mercancía o ser
vicio productivo.
Todos ios innumerables cambios que observamos _en cada pe
ríodo económico en una economía de cambio, coiistituyen en su
totalidad la forma exterpxa de la corriente circular de la vida eco
nómica. Las leyes del cambio nos muestran cómo se explica _esta
corriente a base de las condiciones dadas, mostrándonos ^asimismo
por qué no se modifica en tanto permanezcan inalterables estas
mismas condiciones, y cómo y por qué se modifica al adaptarse a
las transformaciones de esas condiciones. Se constimnriari bienes de
producción y de consumo de la mism^a clase y en la misma cantidad,
baio el supuesto- de mantenerse las con-diciones v,onsLant\.s en ca a
período sucesivo, por el hecho de que los hombres actúan en la
práctica conforme a experiencias bien probadas, y porque en teoría
consideramos que actúan de acuerdo con el conocimiento de la
mejor combinación de medios presentes bajo las condiciones dadas.
Pero existe también otra conexión entre los períodos sucesivos, por
que cada uno opera con bienes que preparó para él el precedente, y
en cada uno se producen bienes económicos para su uso en el pe
ríodo subsiguiente. Expresaremos ahora este hecho, para simpli
ficar la afirmación, suponiendo que solamente se consumen en cada
período ios bienes producidos en el anterior, produciéndose sola
mente los que hayan de consumirse en el subsiguiente. Pero esto
no cambia nada esencial, como veremos más adelante. No olvide
mos, -sin embargo, que según nuestra hipótesis cada bien de consu
mo requiere dos períodos economices para su preparación.
L A CORRIENTE CIRCULAR
m
o económico
nficuraies." .uicgaüios asi a la conclusión de que el proceso de cam-
c.c CU-.C. iu Licaiii q ci craDaio Cié im lüúQ, y los bienes de consumo
‘■'“I, C'-'i''2 Cc i-a a irecció n principal de ia corriente de la
nioa qcCüiiOiiiiciú sino que sería la única, bajo nuestros supuestos.
:L-a iueiic y Ci craDajo se distribirpen el dividendo nacional total, y
cAiSicu tantos Dienes de consumo como sean necesarios para satis-
iacci su aemariGs; efectiva, sin que se sobrepase ese total. Y esto
'l'p ptiierdo con el último par de datos de la economía: las
necesidades y ios medios para satisfacerlas. También es una repre-
m^ntación reai de esa parte de la realidad económica de k coa] nos
i-iemos Ocupado hasta añora, Pe mutilo por la teoría, dando origen
y y i-i §-L3.n iiiiiíiero de ricciones y pseudo-problemas creados arti
ficialmente, incluyendo el representado po/ la determinación de" lo
que sea ei '‘fo n d o ’’ co n que se remuneran los servidos de la tierra
y trabajo,
i_.£i 5^-1 uPii;í¿a-ciOii d-e una •scono.iTiia ae cambio se presenta, cues,
para nomvLros cíe la siguiente iorma, .Las empresas indi viduales^ apa»
aiiora como logares de producción para los requerimientos
ocp-CLxoo quOi.aür-cD;, y i9. prodiicclón total de una nación se “distri-
priiiiCi.HiiAciite^entre dichas unidades. Sin embargo, no exis-
Ci-' Uplmas otras ifunciones que las de combinar los
nos lacroies originarios^ ele la producción, y esta función queda
yii i ‘u,i£iia niccanica en cada período, por propio acuerdo
oui uii clciiieiiLO personal distinguible, de la inspección o
pOgns S'_" y-- 5 - suponemos que los servicios de la tierra se
"■ - no existen otras personas —haciendo abs-
pas_cioii Cié ius m-unopolios—■que puedan reclamar el producto
sino aquellas -que realizan alguna clase de trabajo, o coloquen los
iCiv'iCiOs de lf¿ tierra a la disposición de la producción. Bajo 'Cstas
condiciones no existe otra clase de personas; fuera de los monopo
listas ya jnencionados, que posean medios de producción produ
cidos o bienes de consumo. Hemos visto que es falsa la idea de
que existen stock s acumulados de estos bienes. Tal idea parece
evo'carse por ei hecho de que muchos medios de producción pro
ducíaos duran a través de una serie de períodos económicos, Pero
esto no es un elemento esencial, y no alteramos nada fundamental
SI Jiiiiitamos jei uso de tales m.edios de producción a un período
económico. La idea de un almacenamiento de bienes de consumo
liO^tipnc siCtcaeia. este punto de apoym; por el contrario, estos bienes
oi_ miilcui y;c>itíraimenLe en manos de vendedores al por menor y de
de la teoría de la distribución descansa
en esta afirmación.
■"'■■■■ '■ ■- LA CORRIENTE CIRCUL7.R
consumidores, en la cantidad necesaria para hacer írente a las nece
sidades del momento. Encontramos una comente continua de cie
A- nes, pero no existencias constantes en sus partes coniponentes,^ u
reemplazadas continuamente. A una empresa indhddiiai pe es in
diferente dedicarse a producir bienes de producción o ele consu
mo^ En ambos casos*se deshace de sus productos^ en k__ misma
forma, recibiendo una remuneración --bajo la hipótesis de libre
competencia— que equivale al valor de ios servicios de su iieiia -o
traba-io, y nada más. 's i decidimos denominar “empresario”^ al ge»
rente o al dueño de una empresa, sería un entrepre^jeiír feásant m
hénéjic.e ni pertep- sin función especial ni ingresos especialespSi
denominárarÓos “capitalista” al poseedor de medios producidos
de producción, entonces éste se limitaría a ser productop, no
podiendo vender sus productos a precio mayor al costo total, ex
presado por ia totalidad de las remuneraciones de la tierra y dei
trabajo.
Desde el punto -de vista de esta interpretación, observamoy,
por tanto, una corriente de bienes renovada continuamente,'^ No
existe un stock de bienes individuales sino en un solo momento;
a más de' que podemos hablar de stocks solamente en sentido
abstracto, en el 'de que aparecen siempre a través del mecanismo
de producción y cambio", en lugares definidos^ del sistema eco
nómico, ciertas clases y cantidades de bienes. Jhn este sentido los
stocks son comparables al lecho de un no más que a su corriente.
La corriente se alimenta de las fuentes eternas de tuerza ae tiabajo
y de la tierra, y corre en cada período económico a los^ depósitos
que denominamos “ingresos”, para ser transformada allí ^en satis- ^
facción de necesidades. No ampliaremos estos puntos, limitándonos
a observar que presupone ia aceptación de un concepto -definido ,
de ingresos (el de Fetter) que excluye de su_campo todos^aque- ■
líos bienes que no se consuman regularmente. En cierto sentido, la i
corriente circular finaliza en este punto. Pero desde otro punto de ^
vista no, pues el consumo da nacimiento al deseo de repetirlo, y
este ■deseo origina a su vez actividad económica. Presentamos ex
cusas por no haber hablado de cuasi-rentas en conexión con estos
iiü ylIrílfíStef
LA CORRIENTE CIRCJLCL
rn Diecio en dinero en cada momento, i odos ios inaivicraos cdcu-
lan con estos precios, y tienen aquí un punto _de contacto. Aero
sosamente en forma superficial, pues ios precios tienen una sig
nificación distinta para cada cual, _a pesar de ser iguales puia
todos; significan para cada uno límites distintos a la adquisición
.iCómo se forma entonces ese valor personal de cambio del di-
neror Enlazaremos ahora ia teoría del dinero con Ío que dipmos
anteriormente sobre la corriente dei proceso económico. Venios
c^imediatamente que según nuestra concepción,^ ei valor de cambio
pmsonal debe volver a los bienes de producción. Dijimos que los
bienes de nroducción son partidas transitorias y que no representaii
una formación independiente de valor en una economía de cambio^.
Piiimos también que no marcha en ningún m.omento hacia los qui
los poseen una corriente de “ingresos”. No hay, por tanto,^opor
tunidad para ia construcción de un valor de cambio personan e nv
dependiente dei dinero. En los cálculos en dinero dei lio more ae
negocios, lo mismo que en el proceso económico, los medios ue pro
ducción producidos son, bajo nuestros supuestos, partidas transito-
rrís Estos individuos no estimarán el dinero de acuerdo con su
valor de cambio personal, dado que no se obtienen por el bienes
para el consumo propio, sino que lo hacen circular. De edo dedu
cimos que no será posible buscar aquí la determinación del vaior
de cambio personal dei dinero; por ei contrario, pueue afirmarse
Que el valor de cambio que se refleja en estas operaciones debe
orio-inarse en algún punto. Sólo permanece, por tanto, la corriente
primaria de bienes, solamente ei cambio entre ios sermcios de a
tierra y trabajo, de un lado, y los bienes de consumo, de otro. La
existencia total de dinero se valora solamente de acuerdo con los
valores de los bienes de consumo que pueden obtenerse_ con dmeio.
El punto fundamental es, por tanto, el cambio de los ingresos no
minales por los ingresos reales, que es precisamente el punto del
proceso económico en el cual se forma el valor personal de cam
bio y, como consecuencia, el precio del dinero. El resultado pue
de exoonerse ahora en forma sencilla: el valor de cambio del di
nero oara cada cual, depende del valor de uso de los bienes de
consumo que se pueden obtener con los ingresos. La demanaa_ to
tal efectiva medida en términos de bienes en un periodo, sirve
como escala de valores para las unidades de ingreso disponibles en
este proceso económico. Como consecuencia, existe para cada in
dividuo —bajo condiciones dadas-^ nna_ escala de valoraciones de
terminada inequívocamente, y una utilidad marginal definida de
i: y
61J-’^"'''- ' -^ N- O E SE ÍívbljV IM IE N T O ECONÓMICO
rí '
DESENI^OL v^MIEMTO ECONÓMlCO
consumo contra Jos servicios de la tierra y trabajo, sino también
j.' ; para transferir la propiedad de ios agentes naturales, y también se
’ dje :
i'
C A P ÍT U L O II
EL FENÓMENO FUNDAMENTAL
DEL DESELÍVOLVIMÍENTO ECONÓMICO
Í l
social que racionaliza- nuestra vida y pensamiento, nos
iia mejs.ao cicl trataml'ento meíafisico del -desenyolvimlento social,
i
rnostranaorjos la posibilidad de un tratamiento empírico; pero ha
m ch u óu Liabajo en íorma tan imperí-ecta que deberemos ser cnida-
dos-us ai oniiparnos del propio íenomeno, más aún del concepto aue
lo comprende y mucho más al vérnoslas con la palabra que 'desioTia
el concepto, cuyas asociaciones pueden rfiducirnos a error en toda
mase de direcciones, -loda búsqoecla de un 'dentido” de la historia
vy estieciiamente con la concepción metafísica previa. —~y IL
iiiss p.8.eCi&aiTiente con jas ideas que riacee de las raíces metafísicas
y se transforman en sus conceptos, si (deiando de lado lagunas'im
^ Iv ^ k s) queremos obligarlas a reaiizar''el trabajo de la ciencia
^mpiiic.a--“ a pesar ae n.o ser en si un precoricepto' metafísico. Lo
mismo puede ciecirse ciei postulado de que una nación, una civiMza-
o la totalidad de la humanidad debe mostrar un desarrollo
híieai, como- supuso un espíritu tan poco abstracto como el de
R-Oschei y también ios iiinumerabies filósofos y teóricos de la his-
pGxia, en la ¿inea brillante que corre desde Tico a Lamprecht. Po
demos incluir también aquí todos ios pensamientos evolucionistas
q^tie iieneri so. punto de partida en las teorías de Dainvin —al menos
si 'SSto n.-u-‘ Significa otra cosa que razonamiento por analogía— y ei
prejuicio i^lcológico -qne consiste en ver en los motivos y actos de
voluntad algo más que un reflejo dei proceso social. Pero la idea P
evolucionista se encuentra hoy desacreditada en nuestro campo, es
pecialmente en lo que respecta a los historiadores y etnólogos, y
esto por otra razón. Se añade la acusación de diletantismo al cargo
_________________________ _
ll f e n ó m e n o f u n d a m e n t a l
g fS iS p S líS ^
"liiiliiilisSil
PbfírrA p-.c/--''“ >y I ryód-.'"'' “■%■; rq -0'. q- -:-.- ' ,-, -- -
J ’' "ó. ¡, -’r'-'-S-n.-:-- .-,—
■;.,-*i'-.-; ..■-,--“:‘-'r ^ ^ " ''-£'
ÉL FEN ó M E N S. FUNDAMENTAL.,: ^_
lili
i píos datos por convulsiones. Los cambios continuos que ^pueden
L n sfo rm a fe o n el tiempo, por pasos infinitamente pequeños, una .
tienda sin importancia en un gran almacén, caen bajo^ el anatei
“estático”. Pe'ro éste no puede predecir las consecuencias de alte
raciones discontinuas en la manera tradicional de realizar las cosas;
tampoco puede explicar el porqué de tales revoluciones producti
Él
ll»
vas, ni de los fenómenos que las acompañan. Solo puede ^nvestigar
M
i l l
la nueva posición de equiHbrio posteriormente a la realización,de
las alteraciones. Y nuestro problema es precisamente la ocurrencia.-.
j;fiícS§8ftcó''
. de los cambios revolucionarios”, el problema del deseovolvimiento
■. económico en un sentido muy estrecho. La razón por la cual
; exponemos asi el problema y abandonamos la teoría tradicional no
. ■ reside tanto en la consideración de que las alteraciones económicas
. hayan ocurrido asi, especialmente, si bien no únicamente en eT slf
' ci™es!“ ”°™ ‘'° «no en lo fructífero de tales altera-
ú g .^ £ n “ ™ í r .“ “ biiente y no
embarco, su e x is t S ia ^ a “*Pbcaaon del método estático'. Sin
n u estrí Mentido, P e r ó ™ ^ í ° e^S; c“ ™ rm ¿"
EÜ FEN ÓM ÉN Ó'FBN B
yi m IH
m
‘ r’- •!
’! -t
E& n ó m Íc o
■ Sí? .¿ - S Í
“ talmente distinta en cuan-
itii
t e
Hí jemnte dichos materiales y fuerzas ^Fñ**^* en forma di-
nueva combinación” d e la anf-otrí ° prie pueda surp'iV i., '
Pequeños,
pequeños, existe -tiiuuaaDiernenm -camhi V_ ”-^”':r'"' ’^^-^-i'^í-an-ce a ppaso'
IndudabJemeít^aLb^^^ Z os '
p ero no podrem os hablar
iremos hablar de de un ? ’n L -P°®^^iemente
un fe’ P 'm ^ c m c crecim
i m i eien-
n-
p v o im m ie n to en nuestro sentido P f nuevo, ni d e T e t
■J caso, y que Jas nuevas e o m b i i o P en que no sea éste
-continua, p od rem os a f L t m a r í í í “ N " “ P n fo n m , 2 -
carac-terizan al desenvolvim iento P P P " ^ ^ óm en os que
feferirem o s a este ú itim o ¡ P o I a “ ,“ ®™encia, solam ente
bmaciones de medio's p ó d t m í i v í r o o ó nuevas com
| -p o siio ria . i i desenvolvim iento e’ n^ 1 razones de conveniencia
Ptresta en p ráctica de n u e v a f í N b P a d m ™ P -
,ihthí'ÍS;?s
ÍIÍV hi
iiii
. , .. . , , ,,,. . :-' '.-.Vi
77
SL raNÓMENC EÓiroar/jElFTAl.
fr-.
Kste concepto cobre ^
íiiicaón de BFi-nuevo bie.. - - ’ nueva calidad de M Q
fbm arizado los “ osom iaore,- o b
Ib n 2) La introducción de un u-*« ™ ¿
producción, « p
de la manutac-, J ■
a
Í* de uno no probado en un descubrimiento,
ture de que se trate, que n^ Órierrífic-o Y nuede consistí! simpo- t=q.r
“ u b o dlsde ei punto oe : f b ¿bercialm ente una mér
mente en una ^“ ‘^ N d e 'u n nuevo
“ t í » t í - “" ; a r t í s t í i ”t í . »
cíurTdd
y
b a k de que se trate, a p-sai fuente de aprovisiona mientp
b
' f^sSdríníenorm ente, como ri como la de una
„ nueva organización üe i-nalquie formación de un
Q
i S r e t í t í s t í t s : r p t í i V i'—V
“ t í S t í t í y ~ “ t í t í t í : t í t í t í f”?;-.
acompañan a la creación de - p g,, primer lugar, ao e- .V J
orensFón de los ‘ ,: ¿ i r e rfoi las mismas perso-
Q
Sen d al que la r " !Ó b o c e T o pFoíuÓí^o o comercial j e d j e
■ñas qne controxan p uaeda -suceder—-• Poi W .
desplazarse por el 77;™ ^ suelen tomar cuerpo en “b e j
trano, las nuevas combmacio antiguas, sino que
■ empresas que generalm ente no s ^.jemplo ya esco-
■ ■comienzan a producir a Ldo^ de las diligencias quie-
■ ffido puede afirmarse que b o s - hecho no solamente sitúa la
SsuF natruyen que queremos J c n t o
discontinuidad que caracteriza P , J^de discontinuidaa ade- Q -
bajo un ángulo f'fírib a sino que también explica aspej s
más de la mencionada f ” „„Vecimiento3. Explica e s p e c i j j e
importantes del curso de los ^ nuevas combinacio-
economía de “ -T iafan ti^ as, de un lado el proceso
nes suponen la cli™"“ ‘°” .‘^^Í!l6m i?a y social de indiviauos y
Te la Irandeza y dejdencia ec— ca^y
' familias que es peculiar a es ^^^„ójnico, del mecanismo de la for
serie de fenómenos db nuevas combinaciones co
mación de fortunas privadas, e . antimias en una economía
e x is t ir á n también a menudo a economía socialista. Pero C 2
.. „o de cambio,, como,
las consecuencias económicas de
lec h o estarán ausentes nasta
b
^ = n r e c S ’í a ^ d r ¿ = ^ ^ ^ ^ Y
grandes combinaciones, como ocurre hoy d¿''cada‘^v e f
p j.
T. í f X i s i f L - s s ^ í ' - J r í~ r “ 2
;: » í i ^ ? « é S . ' " S L S ’“ í ' " ' ■ ™ ” .<.'“ d“ : s : ;
temente grandé para servir de Íínea^í manera es suficien-
; cas de dos épo-
y' -
Fl': f e n ó m e n o "FÜNDAMENTAI.
.V. o...............'
5ü¥-
S^Í|Síi$fc
EL FENÓMENO FUNDAMENTAL, 81
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' EL FENÓMENO FU N D AM EN TAL ' ^ 8?
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■84 z z o m m / 'o L v iM iE N T o e c o n ó m ic o
■-
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FENÓMENO FU N O A Í^M TA L 85
adi" tipo
tipo especial
e°sp ecS°S^
cuando los factores se combinan por""" ^otLción
primera ve 7
-
¿ ií S H SFiSV -“= " .- « .s is
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'' " ' EL FENÓMENO FUN D AM EN TAL ■■ 87
insostenible.
•f--' ''
E<^N ó MIÓo ‘
:-:isnia'\ co rresp on d e más estrechamente^^ a lo oue .q-a'^^f^ron- rU
rimr, EspEciaimente si rsconocemos sh identidad "“d i S 'lá r U ^
ejemplo, con el empresario comercial d- ía '?r ’ " ™ “ do, por
- o con Joion Law, Í„tte los tipos nosrerL es f T r
potentados roxales au-= conii,Vo-p 7, de otro, con los
- íma destilería, almacfc: = a S ^ r^ S II
■■ sea el tipo, solamente se e« emímla-io c ,an l' « " “ alqmera que
mente a la práctica nueras codbinadone" , sf"
en cuanto se 'ha rm/=--ro - ’m ’f pierde ei carácter
a e.plomr igual que^Ss t
mente la reg-la v .en ^ . a-suyo, ü^ta es natural- ' l i
consecre durante toda su vida ef^-^ráSer persona
. lo es para un h om hm rU -aracter de em presario, co m o
■ quiera un mÓmÍmo " í f ® “ n ^ sa rio , ni aun si-
de sja v ¿ ^ durante todo el curso
Í ;: ' i S S i i S i e d i i i í -
délas fa m ilia d í
t ?Sr "p“ é°e¡
de la historia
r-ooo tho-: “ dmndes dirigentes indusrriales.w
ceso ‘i’^í on pro
de una dase espeja í e r n c t n f í ' t i “ "^s, y el objeto
ecydm leos tan^ien “ ~ 1 ü
-
90 D E SE W G L V IM IE N T O -ECONÓMICO' 'lñ|
teórica^® en sus líneas generales, en las vidas de individuos de dif--
rente cultura, cualquiera que sea su grado de inteligencia o de ra
fí'ía^^’s. cionalidad económica, y podremos asegurar que el Campesino vem
y*" -:-'-:-,- de su vaca con la misma argucia y egoísmo que emplea el ag-ente de -
r.i|
-^x"'■'..
ai’'-'" ’■•■
cambio y bolsa para vender su c a L ra de^ valoms p t ^ e s t o es
W-.?-'-
iT c t d u t a ^ r ír ^ v t s l'^ innumerables precedentes hayan fo c a d o
'’ i
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.ÍO
-’^’"y' ^.-
ifSW#
h-7^-' ■:
I “ ^ P i r ó iT e s T rn d “ ?a‘t fc le X le t T f^ r d fm E d iP l fÍ
Lili
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f c í- :s f s ^ v s
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'11
i y p r o m eno; grado ^ . m
cíos, y P ? « l " ^ ! l ' £ ^ ¿ \ X í s ”“ L ÍT rT is ta .írrW v für Soüal'wnsensch^t) i
wegung dK tipo üitennedio (de hombre de negocios me- 4i
£oe La condT ta en cuestión es característica en dos senndos. ?!
dio-estatico ). La conancta significa hacer algo distm-
Primero, P“ ^ ¿ hasta incluirse con la última en una 9
to de las demas conductas. h rrh o de aue existe una diferencia
unidad más amplia, pero eso no altera describe en
év teórica importante entte ambas, 7 ' segundo lugar, difiere no so- E i
forma adecuada por la „ 7 T r S obT pccuUar a
lamente la conducta en cuesuon ® ^ o P, .. diferencias de clase y no
4'fi
7---=í
en una población étnicamente homogénea, K decir, desviaciones ,r'v|'
ción tieuT nna o - ' 3 ® " “™ T a r P o d ^ T r p o r r dT n lT io modo que
respecto a ella, cuanto mayores s ' . , Ouizá teno-an la capacidad r nf
f
c S q u ie r hombre sano de Tn gm pM tnicam ente ho-
necelaria para eUo la nutad de „tro cuarto, di-
mogéneo, un y dentro de este últímo cuarto, llega-
gamos, en medida supeiMr a la u ,j habilidad creciente en el Vi“l
. lío s finalmente a los Carusos P°f ^ T d íc ld o de hombres que
canto, h S ih T d de este último cuarto, y Q
llS T r e en los casos extremos puede
É- - persona. A pesar de que pruuy,“ " y “ ' T ” ' 4 4 ”4 4 / d ife re n c ia d o ra y,
p li habilidad de una ^^es dicha habilidad —diferencia de la del
m i sm embargo, no de un npo, p ^ personalidad total,
empresario que nos interesa af resnecto a la habilidad cantora O
ip U q u e ío s ahora a lo ®uonpmico o dicho ^ de p o b la c i ó n (de
7/,£: de loU om b res: de económica, que
la deficiSicia se haga señor por la Tqueños de la vida
sentando un papel msigmficante en ® elemento. Reconocemos
privada y “ E T Í e n a eT ÍT IL de los mejores empleados, a -i
ir Ó r P« - conocimientos pro-
iT E Ji
í'2 DESEN VOLVIiVnENTO ECONÓMICO
el m o tivo de un numero muy significativo de fenómenos. De anuí
que pueda caracterizarse nuestra posición por tres martes corres
pondientes de^ oposiciones. Primero ia oposición entre dos procesos
reales: la corriente circular, o Ja tendencia al equilibrio, de un lado
■y una alteración de los canales de la rutina L nóm ica, o de los
datos económicos que resultan del propio sistema, de otro & !
y ! ^ ”ln á :5 lc á ¿ '‘ bóricos: la estática
■: . mu lercei ^ugar ¡a oposición entre dos tipos de
is iiS líS if p
significa fu e lla S e n te p5>eñas variaciones en la cantidad, sino
mencionádm e l e ™ Aquí tampoco se i n v ^ g a la
en su í?t^,^^5^*= ^^^JFÍom binación ni los problemas conexionados con
lormacion de la segunda _ „• gi resultado de las combinaciones
ella, - 0 — te e l ^ — L e m S Í f d e j a a nn lado nuestro
^ r M ^ T t i se implicara la Afirmación de que también lo resuelve, sena
falsa.
D E SE N VO LViM IE m 'O ECONÓMICO
tSsi®
98 d e s e n v o l v im ie n t o ' e c o n ó m ic o
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'100 D ESEm ’ OLVIMIENTO -'ECONÓMIOO
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Í'í;?-: V'V
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ír-'i":íí;í”
rnSE N V O L V IM IE N T O ECONÓMÍGO
en el primer grupo, de
La g ¿ a n d a pecuniaria Y tiene la ventaja
b le í éxito, y “ “ ü""‘" L f l S b °e aúriucha por e lla - de ser
L le sd e el punto de vista jnedáa de la opinion
un hecho objem o e “ ^®P¿"^culiarida®des inherentes al mecams-
de los demás. hacen muy difícil reemplazarla
mo de la sociedad adqmsmya , • j^etrial aun si descartáramos
T ru rm o to r del desenvolvirmento
la importancia que ? cierto aue el segundo y tercer gru-
a la inversión. Sin embarg , „ ser sustituidos por alguna
de motivos del T n l presupiisiera la gamncia pri-
organización de ®°ci j-Sovación económica. La Ciase . ®
v a L como resultado de ^ uiotivos de la acnvidad
tímulos con que pudieran conseguiría que o p e r a n &a-
del empresario, y la hacen los capitalistas, queda fuera de
Ósfactoriamente, asi com sociales no prestan bastante
„ o tema. Los los partidarios _del
ción a estos puntos y los agñ , ,^ pueden ser determma-
S d L lism o J c a l. P f - " " . H a de la actividad del
dos por la Observación d e t a ^ J m e n to s dados,
empresario, al menos para lugares y
I
' ' ‘ CAPÍTULO III
: CRÉDITO Y CAPITAL
.r'L.■' ^ ^
'''"■■‘^ ... ■
g r é d it o y c a p it a l
sino que aparecen, una vez creadas, al lado de las sumas essrentes,
ODinSde también con la concepción dominante la afirmación que
no es esencial para nosotros, pero que mantenemos para facilitar
la exposición— de que esa creación de medios de pago se centra en
los lencos y constituye su función fundamental. La creación de
dinero por ios bancos realizada por ia_ creación de obligaciones con
tra sí mismos, descrita por Adam Smith y otros autores mas primi :tií
tivos en forma libre de errores populares, se^ha convertido ^oy en
un lugar común; por lo cual me apresuro a añadir que para nuestro»
propósitos es indfferente si se considera o no a la expresión crea-
c ió l de dinero” como correcta desde el punto de vista teonco Ai-*
Nuestras deducciones son del todo independientes de los detalles
de cualquier teoría monetaria.
Findmente no puede dudarse que estos medios circulantes lle
gan a existir en el proceso de la concesión de créditos, y se crean
especialmente —desdeñando los casos en que solo se trata de evitar
el transporte de metálico— con el proposvto de <1
Un banco es, según Fetter (F rin cip les o f E canofm cs, P- 462),^ un ui
negocio cuyas entradas se componen prmcipalmente del préstamo '3i
de sus promesas de pago”. Hasta ahora no hemos afirmado nada ¡'A
contro^rtiblé, ni veo siquiera la posibilidad de mantener una opi
nión diferente. Nadie puede reprocharme que este haciendo una
ofensa a la afirmación de Ricardo, según el cual las operaciones
bancarias” no pueden aumentar la riqueza de un pais, o de ser cul
pables de una especulación en el sentido de Law,- Ademas, ¿q^uien
va a negar el hecho de que, en algunos países, tres cuartos de los
depósitos bancarios son simplemente créditos® y que, por lo general, •Al
el hombre de negocios comienza siendo deudor del banco con ob-
4 Véase J. S. M ili. Además, cualquier economista admitirá que la afirm a
ción de R icardo n o es totalm ente correcta, a pesar de ser tan com ervador
sobre este punto. Véase, p or ejemplo, Laughlin, q m ^ dice en su obra
ci-bles o f Money: “E l crédito no aumenta el capital (o sea los medios de pro-
ducción) sino que lo movüiza y lo hace más eficiente, resultando en conse
cuencia, en un aumento de la producción.” Más tarde a f i j e m o s algo sin g a r
5 Solamente unos cuantos bancos muestran en sus balanc^ periódicos la
parte verdadera de sus depósitos. E l cálculo anterior esta basado en datos
ingleses que lo muestran aunque sea de form a indirecta, equivahendo p ro
bablemente esa apreciación a una comrmtms opimo. Esto no es valido para
Alemania, porque no existe la práctica de acreditar al chente la totahdad del
g é sta m e. P ero no p or eso es diferente la esencia de la teoría. T odos los
L p ósito s bancarios L basan -h a b la n d o en f
créditos, cosa que ha recalcado H ahn, pero los i
. sumas -ingresadas en el banco se cubren en form a especial y no aumentan el
' poder de com pra de los depositantes. YA l
' !-
Aj ‘A ____ :
103 SENV^OEVIMIENTO ECONÓMICO
i
-l ki
112 DESENVOL^/IMIENTO ECONÓMI’CX)
CRÉDITO Y CAPITAL
iin negocio que haya sido perturbado, quizá por mala suerte. Estos
casos que encierro en la denominación de “créditos consuntivo- eos, y casi todas las empresas establecidas de antiguo, se dedican a
productivos”, no son parte de la naturaleza de un proceso econó esta ciase .de crédito “corriente”, en particular las instituciones de
mico, en el sentido de que su es'tudio sea fundamental para com- “depósito”, Pero eso es solamente una consecuencia del desenvol
. prender la vida del organismo económico. No nos interesan tampoco vimiento, ya en plena actividad.
aquí. Esta interpretación no nos sitúa en oposición a la dominante,
Gomo toda clase de extensión del crédito con el propósito de en la medida en que pudiera pensarsef - Por ei contrario, asegura
“innovar” es por definición la concesión de crédito a un ewipresa.- mos por ella —de acuerdo en absoluto con el punto de vista ha
riOy y constituye un elemento del desenvolvimiento económico, bitual— que podemos desdeñar el fenómeno del crédito si queremos
eo nos quedan sino los créditos concedidos para la explotación captar el proceso económico de la corriente circular. Solamente
■V de un negocio en la corriente circular, y si resultara “no esencial” por el hecho de que la teoría dominante adopte el mismo punto de
■ para nuestro caso, dispondríamos de la prueba completa. Veamos vista, y aprecie como nosotros que en ei financiamiento por el cré
ahora dicho problema. dito de las transacciones corrientes de mercaderías no hay nada
Vimos en el primer capítulo que el hecho de que se dé y se esencial, es por lo que puede eliminarlo de su tratamiento de los
rome crédito (BetriebskreM t) no es parte esencial de la corriente factores más importantes del proceso económico. Sólo por esto pue
circulará® cuando el productor haya terminado sus productos, los de restringir su punto de vista a la esfera de los bienes. Desde lue
vende inmediatamente, de acuerdo a nuestra concepción, y comien go, puede encontrarse algo parecido a las transacciones del crédito
za de nuevo la producción con el importe de esa venta. Las cosas . en ei mundo de los bienes, paro ya hemos llegado a un acuerdo so
no suceden siempre así, indudablemente. Puede suceder que de bre ello. En todo caso ia teoría prevaleciente no reconoce la nece
see empezar a producir antes de haber entregado los productos sidad de crear aquí nuevo poder de compra como tampoco lo hace
a su cliente, Pero el hecho esencial es que podemos representar el mos nosotros, y el hecho de que no la reconozca en cualquier otro
proceso, dentro de la corriente circular, como si se financiara de punto prueba de nuevo que es una teoría estática.
ordinario la producción con los ingresos corrientes y con ello no Este crédito corriente puede ser, por tanto, eliminado de nues
pasamos por alto nada esencial. El crédito debe solamente su im tro tratamiento con la misma justificación que ei crédito consun
portancia práctica en la rutina ordinaria de los negocios estable tivo. Del conocimiento de que solamente representa un expediente
cidos a la existencia del desenvolvimiento, y a que éste lleve en sí f técnico del cambio —naturalmente en la corriente circular, pues
mismo la posibilidad de emplear sumas de dinero que de momento en el desenvolvimiento sería algo ,diferente por las razones men
estén inactivas. De aquí que todo hombre de negocios invertirá cionadas—, que no tiene efectos posteriores sobre el proceso eco
sus entradas tan pronto com.o le sea posible, obteniendo en présta nómico, llegamos a la conclusión siguiente. Con objeto de diferen
mo el poder de compra que pueda requerir. Si no hubiera des ciar de manera tajante el crédito corriente con el que juega un
envolvimiento deberían permanecer en cada empresa o familia las papel fundamental y sin el cual no es posible una comprensión
sumas necesarias para llevar adelante las transacciones, permane completa del proceso económico, supondremos en el caso de la
ciendo inactivas hasta el momento en que fueran precisas. Pero el corriente circular que todos los cambios se realizan mediante mo
desenvolvimiento altera esta situación. Elimina rápidamente al tipo neda metálica, que existe en cantidades constantes, y con una rapi
de hombres cuyo orgullo es no haber hecho jamás uso del crédito. dez dada de circulación. Sin duda, toda la circulación de una eco
Y en cuanto todas las empresas —viejas o nuevas— terminan por nomía sin desenvolvimiento puede consistir también en medios de
entrar en el círculo de los fenómenos del crédito, los banqueros Además se comprueba directamente por los hechos. Durante siglos no
preferirán este crédito por suponer menores riesgos. Muchos ban- ha e.xistido otro crédito que al consumo. Y más tarde se limitaba en verdad
el crédito a la fundación de un negocio. Pero la corriente circular conti
10 Se espera que el lector no confundirá este “crédito corriente” (en la nuó su curso sin precisar de aquél, y sin alcanzar su imp-ortancia presente
corriente circular) con la suma que debe ser proporcionada al empresario hasta ios tiempos modernos. Y dado que una fábrica moderna no difiere
para hacer marchar el negocio (en contraste con la fundación del mismo), o ■ económicamente de un taller medieval en ningún otro aspecto fundamental,
sea, especialmente para abono de los salarios normales en curso. ■■se llega a la conclusión de que la primera no precisa en principio del crc-
■' dito.
■
1
ii
-l ki
112 DESENVOL^/IMIENTO ECONÓMI’CX)
CRÉDITO Y CAPITAL
iin negocio que haya sido perturbado, quizá por mala suerte. Estos
casos que encierro en la denominación de “créditos consuntivo- eos, y casi todas las empresas establecidas de antiguo, se dedican a
productivos”, no son parte de la naturaleza de un proceso econó esta ciase .de crédito “corriente”, en particular las instituciones de
mico, en el sentido de que su es'tudio sea fundamental para com- “depósito”, Pero eso es solamente una consecuencia del desenvol
. prender la vida del organismo económico. No nos interesan tampoco vimiento, ya en plena actividad.
aquí. Esta interpretación no nos sitúa en oposición a la dominante,
Gomo toda clase de extensión del crédito con el propósito de en la medida en que pudiera pensarsef - Por ei contrario, asegura
“innovar” es por definición la concesión de crédito a un ewipresa.- mos por ella —de acuerdo en absoluto con el punto de vista ha
riOy y constituye un elemento del desenvolvimiento económico, bitual— que podemos desdeñar el fenómeno del crédito si queremos
eo nos quedan sino los créditos concedidos para la explotación captar el proceso económico de la corriente circular. Solamente
■V de un negocio en la corriente circular, y si resultara “no esencial” por el hecho de que la teoría dominante adopte el mismo punto de
■ para nuestro caso, dispondríamos de la prueba completa. Veamos vista, y aprecie como nosotros que en ei financiamiento por el cré
ahora dicho problema. dito de las transacciones corrientes de mercaderías no hay nada
Vimos en el primer capítulo que el hecho de que se dé y se esencial, es por lo que puede eliminarlo de su tratamiento de los
rome crédito (BetriebskreM t) no es parte esencial de la corriente factores más importantes del proceso económico. Sólo por esto pue
circulará® cuando el productor haya terminado sus productos, los de restringir su punto de vista a la esfera de los bienes. Desde lue
vende inmediatamente, de acuerdo a nuestra concepción, y comien go, puede encontrarse algo parecido a las transacciones del crédito
za de nuevo la producción con el importe de esa venta. Las cosas . en ei mundo de los bienes, paro ya hemos llegado a un acuerdo so
no suceden siempre así, indudablemente. Puede suceder que de bre ello. En todo caso ia teoría prevaleciente no reconoce la nece
see empezar a producir antes de haber entregado los productos sidad de crear aquí nuevo poder de compra como tampoco lo hace
a su cliente, Pero el hecho esencial es que podemos representar el mos nosotros, y el hecho de que no la reconozca en cualquier otro
proceso, dentro de la corriente circular, como si se financiara de punto prueba de nuevo que es una teoría estática.
ordinario la producción con los ingresos corrientes y con ello no Este crédito corriente puede ser, por tanto, eliminado de nues
pasamos por alto nada esencial. El crédito debe solamente su im tro tratamiento con la misma justificación que ei crédito consun
portancia práctica en la rutina ordinaria de los negocios estable tivo. Del conocimiento de que solamente representa un expediente
cidos a la existencia del desenvolvimiento, y a que éste lleve en sí f técnico del cambio —naturalmente en la corriente circular, pues
mismo la posibilidad de emplear sumas de dinero que de momento en el desenvolvimiento sería algo ,diferente por las razones men
estén inactivas. De aquí que todo hombre de negocios invertirá cionadas—, que no tiene efectos posteriores sobre el proceso eco
sus entradas tan pronto com.o le sea posible, obteniendo en présta nómico, llegamos a la conclusión siguiente. Con objeto de diferen
mo el poder de compra que pueda requerir. Si no hubiera des ciar de manera tajante el crédito corriente con el que juega un
envolvimiento deberían permanecer en cada empresa o familia las papel fundamental y sin el cual no es posible una comprensión
sumas necesarias para llevar adelante las transacciones, permane completa del proceso económico, supondremos en el caso de la
ciendo inactivas hasta el momento en que fueran precisas. Pero el corriente circular que todos los cambios se realizan mediante mo
desenvolvimiento altera esta situación. Elimina rápidamente al tipo neda metálica, que existe en cantidades constantes, y con una rapi
de hombres cuyo orgullo es no haber hecho jamás uso del crédito. dez dada de circulación. Sin duda, toda la circulación de una eco
Y en cuanto todas las empresas —viejas o nuevas— terminan por nomía sin desenvolvimiento puede consistir también en medios de
entrar en el círculo de los fenómenos del crédito, los banqueros Además se comprueba directamente por los hechos. Durante siglos no
preferirán este crédito por suponer menores riesgos. Muchos ban- ha e.xistido otro crédito que al consumo. Y más tarde se limitaba en verdad
el crédito a la fundación de un negocio. Pero la corriente circular conti
10 Se espera que el lector no confundirá este “crédito corriente” (en la nuó su curso sin precisar de aquél, y sin alcanzar su imp-ortancia presente
corriente circular) con la suma que debe ser proporcionada al empresario hasta ios tiempos modernos. Y dado que una fábrica moderna no difiere
para hacer marchar el negocio (en contraste con la fundación del mismo), o ■ económicamente de un taller medieval en ningún otro aspecto fundamental,
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-í
[16 DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
ai
y, sin embargo, el empresario no precisa adelantarles ni bienes ni
dinero existente. Se cierra asi la hendidura pue haría extraordina--
namente difícil, si no imposible, el desenvolvimiento en una eco--
iiomía de cambio en la que predomina la propiedad privada. Nadie
niega c|ue ahí resida la función del prestamista. Solamente existen
diferencias de opinión sobré la na-turaleza del “puente”. Y creo que
nuestra concepción, lejos de ser más audaz y más alejada que otras
:de la realidad, se halla más próxima a ésta, haciendo superfina una'
estructura general de ficciones.
En la corriente yircular, de la cual partimos siempre, se produ- -^
cen siempre los mismos productos y en la misma forma, A toda'
oferta espera en algún lugar una demanda, y a toda demanda una
oferta correspondiente. Todos ios bienes se trafican en el mercado ‘
a precios determinados, en los cuales no pueden producirse sino
pequeñas oscilaciones, de manera que cabe considerar que cada
unidad de dinero recorre el mismo camino en cada período. En
todo momento existe una cantidad determinada de po~der de coni"
pra para adquirir la cantidad original existente de servicios pro
ductivos originarios, poder adquisitivo que pasará a poder de los '
propietarios de éstos, que a su vez lo invierten en bienes de con- -
sumo.^ No existe un mercado para los portadores de los propios
servicios productivos originarios, especialmente para la tierra, así '
como tampoco un precio para ellos, dentro de la corriente circular
normal,
^Si desdeñamos, por no esencia], el valor de la materia de que
están hecnas las unidades monetarias, entonces el poder de compra
no representa más que bienes existentes. Su total no nos-dice nada,
pero SI ^io dice la parte del mismo que tienen las empresas y las
economías domesticas. Si se crean ahora medios crediticios de
pago, n.uevo poder de compra en nuestro sentido, colocándose a
disposición del empresario, toma éste su lugar entre los producto
res anteriores, y su poder de compra, su lugar entre el total pre-
riamente existente. Claro que así no se aumenta la cantidad de
servicios productivos presentes en el sistema económico. Y, sin ■
embargo, se hace posible una “demanda nueva”, y en un sentido
totalmente obvio. Provoca un alza de los precios" de los servicios
productivos. Y de aquí se sigue una “retirada de bienes” de sus -
^^2 Véase la construcción del capítulo i con la cual se explica claramente
por que no menciono ios medios de producción producidos al lado de los
sen/icios de la tierra y trabajo, a pesar de que también se les aplique poder
oe compra y no solamente a los servicios de éstos.
^ ^ ^ É IP ÍS lllili® í| # fÍ# ilÍilS lil| ii^ ^
'*'' ' CRÉDITO Y CAPITAL 117
USOS anteriores, a larenai nos hemos referido anteriormented^ El
oroceso significa tanto como una compresiórd^^ del poder de com-
pra existente. En cierto sentido, al nuevo poder de compra creado
no corresponden bienes, e indudablemente no corresponden bienes
nuevos. Pero se consigue lugar para él a costa del poder de compra
■I existente con anterioridad.
Esto explica la forma en que opera la creación de nuevo poder '-‘ q
de compra. El lector podrá observar que no hay nada ilógico o
místico en ello.^^' Carece de importancia la forma externa de los r
instrumentos de crédito. Naturalmente que puede observarse el c':-'
hecho con mayor claridad con el billete de banco no respaldado
por metálico. Pero una letra que no reemplace dinero^ existente ni L
L j
se base sobre bienes ya producidos, tiene el mismo carácteryi real b ■
mente circula. Sin duda esto no es cierto si se limita a registrar la rúLi
oblicración del empresario hacia su acreedor, o si sólo se descuenta,
y únicamente lo es cuando se utiliza en pago de bienes. Y pueden
considerarse en la misma forma todos los demas instrumentos de
crédito, incluyendo a los créditos que hayan sido simplemente in
cluidos en la contabilidad de un banco. Lo mismo que cuando^ se i-LJ
hace penetrar gas en un recipiente, se disminuye por compresión
el espacio ocupado por cada molécula del gas previamente existen-
Le
Estoy en desacuerdo con Spiethoff sobre este punto. Sus tres articu- ^ —
los' “Die áussere Ordnung des Kapitai und Geldmarktes”, Das Verháltnis ^
von Kapitai, Geld und Güterwelt”, y “Der Kapitalmangel in seinem Ver- Qy
háltnisse zur Güterwelt”, tienen sobre todo el mérito de haber afrontado el
problema. Anticipan en multitud de puntos lo que se dice en este capnmlo. / .
■ La posibilidad de “crear nuevos sucedáneos del dinero se recalco también
H especialmente (por ejemplo en el segundo artículo, p. 85). Pero paia esto
“existen límites económicos insalvables determinados por la oferta existente s.
•de bienes. Solamente pueden operar aquellas medidas artificiales en ynro ..
que pongan en circulación bienes inactivos”. Si nos excedemos de tal limite
^ b e ¿ los precios. Indudablemente que esto es correcto. Pero el punto íun- ,
i
■
damental está precisamente aquí para nosotros. Indudablemente que la esca
sez de dinero no puede ser eliminada por la creación de poder de compra,
^
Ili!
ífc'
f. . poder de compra al antiguo, suben los precios los bene
e x p L ^ d e h S h o T “ bTa
P tsecular
c ° t del m vel de precios en momentos en ios - \'
r--,'
i »
' '■' : d e s e n v o l v i m i e n t o e c o n ó m ic o " '
se debitan las cuentas de ios suscripto res— a ios suscriptores, de
sus anorros, o oien de existencias de poder de compra, o resen/as
absorben pues, aquellos valores por los ahorros de la comuni-
ad. Se realiza asi la redención de los instiTimentos de crédito re-'
emplazándolos por dinero existente. Pero esto no significa todaída
redención final de ja deuda del empresario, que ¿s k redención
en b^enes,^ que no se hace sino pos'teriormente, aun en es'te caso
^ m-tio iiecno impide la pronta desaparición del nuevo poder de
dT ^B o -ÍBi de crédito-pueden desaparecer en c a l
camBte Por asi decir, tendencia a hacerlo automáti-
. _ ^ -un SI no desaparecen, no ocurren por eso oertur»
baciones en^ia economía mclmdiial o social: pues ahora están ahí
as inefcancias que constituyen un contrapeso v la sola clase sig---
mncam-. p . -cobermra” del nuevo pode/de cM pre, qfe es p lf- •
Jsamence ,o que siempre se halla ausenre en los casos de crédito '
al consumo. i asi puede repetirse siempre de nuevo el oroceso de la
produc..jon con la ayuda de la renovación del crédito,' aunque esto
^o representa ya^ un ‘kegocio nuevo” segim nuestro significado.
Le esccr iuanera pieiden los instrumentos de crédi'to^ toda influencia
uos^ precios y pierden incluso la que ejercieron originaka-
menm. es ind'üdablemente k fo.rma más importante en que el
crédito oancano se^ abre camino hacia k corriente circular, hasta
|ue é>e^naya enraizado allí de tal manera que es preciso un verdadero
e quera o analítico para reconocer que no es ese su origen. Si esto
sería lalsa la teoría aceptada generalmente
como indudablemente es— sino también inexcusable e incom
prensible.
É
f
CRÉDITO Y CA.PITAL
Fute es e¡ caso más interesante, pues su tratamiento puede ser apli-
cado sencillamente a los demás. Toda nueva crpcion de podei e ,
compra aue precede a la aparición de la cantiaad conespondiente
de bieneB^ eleva por tanto los precios, tendrá entonces tendencia
r elevar eí valor d"el oro contenido en la moneda de oio sobie e
valor de la unidad monetaria. Esto conducirá a una disminución
de la cantidad del oro en circulación, pero sobre todo ^a la presen
tación de medios bancarios de pago para su redención-, piimeia-
meiite los billetes, más tarde los demás, en forrna directa o
ta ñero por razón v con propósitos distintos de ios que acaoamos
de describir. Y para no poner en peligro la solvencia oel sistema
bancario en este'sentido, los bancos solo pueden conceder creaito
en tai forma que sea temporal. Pero solo puede ser tempoial si ei
complemento en mercancías del nuevo poder de compra_ llega ai
mercado en el momento debido, o si el banquero interviene con
Doder de compra obtenido de la comente circmar, poi ejemp o,
B n dinero ahorrado por otras personas, en casos de quiebra, en ms
cuales no aparece siquiera aquel complemento en el mercado, o de
producción de larga duración, en los cuaks no aparece hasta hab.i
Transcurrido un número importante de anos. De aquí la necesid
de mantener una reserva que actúe como un treno sobte oanc
cmitral, v sobre ios otros'bancos. Compitiendo con este nexo se
Talla 1-; circunstancia aue todos los créditos se resuelven finalmente
en pequeñas sumas en el tráfico diario, y aeben ser cambiadas .o
moneas o billetes de importe reducido con objeto de servir dicho
tráfico ñero los bancos no pueden crear dichas monedas ni ios
billetes aludidos. Finalmente, la inflación del crédito debe piovo-
rar una salida de oro hacia el extranjero, y de aquí un nuevo pe-
Üo-ro de insolvencia. Puede, sin embargo, suceder, y esto es una
cSsa que se comprende a veces sólo en g-
bancos de todos los países amplíen sus créditos ca^. ..n forma s
muhánea. Así, a pesar de que no podamos, po^' ba naturaleza mis
ma de las cosas, establecer, en los'supuestos dados, un limite a la
creación de poder adquisitivo con la misma segundad que pode
mos hacerlo,‘ñor ejemplo, para la producción de una mercancía, jy
a pesor de que dicho límite deba variar de acuerdo con la mentah-
dad de un pueblo, la legislación, etc., podemos, sm embargo esta-
Tecer que Tiste tal límite en cualquier tiempo, y las circunstancias
que garantizan normalmente su mantenimiento. Su^existencia no
excluye la posibilidad de creación de poder adquisitivo, ni altera
su simiificación. Pero hace que su volumen en cualquier momento
sea una magnitud elástica, aunque definida.
■ D E SE N V O L V IM IE N T O ECON ÓM ICO
- ,- YL - ■
-'• V_%'-;-í’jv-ff J >_J-^~ ' , v,'- /’ ■ ' ■ ' itSíiri
CRÉD ITO Y .C A P IT A L ' ■123
CAPITAL Q
M
Es tiempo ya de dar expresión a un pensamiento que ha espera- >
do largo tiempo su formulación, y que es familiar a todo hombre
de negocios. La economía capitalista es aquella forma de organiza-
ción económica en la cual se retiran los bienes necesarios paraTaL#^
■ . . 7 ^ "
124
d e s e n v o l v i m i e n t o e c o n ó m ic o
m
ui palcmcü p o r la cual el em presario sujeta a n i cosirrol los bie?ie-s
iiS- con crex os que n ecesita , no es 7?ms q u e un m ed io d e retirar los facto-^
r es d e p ro d u cció n d ed icá n d olos a ?m evos usos, o d e dictcá‘ una nue^a
dn e c c w n a la p ro d u cció n . Esta es la única función del capital y
por ella se caracteriza totalmente el lugar del mismo en el organis
mo económico. ' °
Ahora bien, ¿qué es esta palanca, o este medio de control? No
consiste en lorma^ alguna en una categoría definida de bienes ni
en una- parte derimble de la oferta existente de bienes. Se reconoce
generalmente que nos encontramos con el capital en la producción
y que es útil en una forma u otra en el proceso productivo. De
aquí que debamos verlo funcionando en alguna oarte en el caso
que nos interesa: llevar a cabo nuevas combinaciones. Ahora bien
todos los Dienes que requiere el empresario se hallan en el mismJ
. nive. desde su punto de vista. Precisa los servicios de los agentes
mdn'"' 1?’ ^*^aba|o, de la maquinaria, de las materias primas; de
odos ellos por igual y en el mismo sentido, no diferenciándose en
naaa una de las necesidades de las otras. Naturalmente que esto no
quiere decii que no exista una diferencia relevante entre estas cate
gorías de_ oienes. Por el contrario, existen sin duda diferencias si
bien su significación ha sido y es exagerada por muchos teóricos.
^ conducta del empresario hacia todas esas catego
rías es la misma: las compra todas con dinero, por el cual debe pagar
o calcular um ínteres, sin distinguir si se trata de herramientas, tiefra
saríos^ Fn mismo papel y le son igualmente nece-
^ ios. _n especial, es indiferente que empiece su producción, como
SI dijéramos, aJ?^ o vo , es decir, si sólo compra tierra y trabajo, o si
también productos intermedios en Jugar de produdrlos .
mbien por su cuenta. Por último, tampoco existiría diferencia '
fundamental, si comprara bienes de consumo. Sin embargo, pare-
cena que estos últimos bienes serían los primeros en tener dere
cho a que se recalcara su importancia, especialmente si aceptára
mos la teoría de que el empresario “adelanta” bienes de consumo
a ios poseedores de medios productivos, en el sentido más estrecho
la pa a ra. En tal caso serían dichos bienes característicamente
cmerentes de los demás; jugarían un papel especial que sería preci-
samenie el que asignamos al capital. De aquí se seguiría que el
empresano cambiaría servicios productivos por bienes de consumo,
y deberíamos afirniar que el capital consiste de estos últimos bie
* nes. rero esta posibilidad ha sido ya resuelta.
Dejando a un Jado la última interpretación, no existe razón oam
nacer cualquier dase de distinción entre los bienes que com prrel
CREDITO Y CAPITAL 125
____
■B í í d i t g 't i g o t t M .' - 12 M
1
I que cumplan de hecho la función característica de. cual nos u->
ocupamos. ^ ^
Esta limitación reside en la naturaleza de las cosas. bi los medios -
■de pago no sirven para proveer a un empresario de bienes de pro-
■ducción y para retirar estos últimos de su empleo previo con
objeto de que puedan cumplir el propósito expuesto, no pueden
considerarse como capital. En un sistema económico sin desenvolvi-
, miento no existe, por tanto, el “capital”; o, expresado en o-£ra forma,
íio cumple el capital sus funciones características, no es un agente^ &>
■independiente. O', dicho en o-tros términos, aún no constituyen i
' capital, allí, las varias formas de poder adquisitivo general; son sim- -
•plemente medios de cambio, medios técnicos para llevar a cabo los
cambios acostumbrados. Con esto se completa su papel ^en^ la co-
rriente circular (en la cual no tienen sino este'papel técnico, de
^ manera que pueden ser desdeñados sin dejar de tener en ^cuenta
nada esencia!). Pero en la realización de nuevas combinaciones e!
dinero y sus sucedáneos se convierten en factores esenciales, y
lo expresamos denominándolos capital. Asi, pues, de acuerdo, por
tanto, con nuestro punto de vista, el capital es un concepto dei
■' desenvolvimiento, al cual no corresponde nada equivalente en la ES ’
corriente circular. Este co n ce p to abúTcs. un ü sp ecto d el pT oceso
econÓTiúco ¿jtie soltsnteTite n os sttgiercTi los h ech o s d el d esen volví-
wáeTsto. Quisiera atraer la atención dei lector hacia esta afirmación. Q
Contribuye mucho a la comprensión del punto de vista desenvuel-
' ío aquí. Si se habla de capital con referencia al significado que
- tiene la palabra en la vida practica, no se piensa tanto en cosas
como en procesos o en un cierto aspecto de las cosas, a saber, ^en
la posibilidad de realizar la actividad del empresario, en la posibi lQ
lidad de control sobre medios de producción en general. Este as-
pecto es común a muchos conceptos de capital, y los esfuerzos por m i
manifestarlo explican, en mi opinión, las cualidades ‘ proteiformes
de la definición concreta. Según ella no puede denominarse ca^
pital a ninguna cosa en sí, en forma absoluta y por virtud de sus
cualidades inmanentes, sino que lo designado como capital lo^ es
. -sólo en el grado que satisfaga ciertas condiciones, o sólo desde cier
to punto de vista.
D efim rem os, p o r tmto^ d capital co m o la simia d e m ed ios d e
p ago disponibles en cualquie-f m om en to pitra trm m fereneia a los
-. em presarios. En el momento en que surja el desenvolvimiento, a
partir de una corriente circular en equilibrio, consistiría de dinero
solamente una parte muy pequeña de la suma de capital, según C3
líuestra interpretación; consistiría por el contrario de otros medios
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EL MERCAIX) DE DINERO
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CAPÍTULO IV
L A G AN AN O A- DEL EMPRESARIO^
Los PRIM EROS tres capítulos han sentado las bases de todo lo q u e ha
de seguir. Como primer fruto llegamos a la explicación de la ga-
■nancia del empresario, y en forma tan sencilla y natural que pre-
fiero postergar para el capítulo siguiente una serie de cuestiones
■más complicadas que se estudiarán como un todo y que en realidad
tendrían aquí su lugar, dejando así el presente capítulo corto y fá~
cil de comprender.
Lli
La ganancia del empresario es un excedente sobre el costo. Des
de el punto de vista del empresario es la diferencia existente entre
gastos e ingresos brutos en un negocio; posición confirmada por
muchos economistas. Por superficial que sea esta definición, vale, “I I '
sin embargo, de punto de partida. Por gastos entendemos rodos
ios desembolsos que debe realizar el empresario directa o indirecta
mente en la producción, A ello debe añadirse un salario apropiado
por el trabajo realizado por el empresario, una renta adecuada por
cualquier tierra que pueda pertenecerle, y finalmente un premio
por el riesgo. De otro lado no insisto aquí en que debe excluirse
de estos costos el interés del capital. En la práctica se incluye en Q ;A ’
ellos, bien en forma visible o, si el capital pertenece al propio em
presario, por el mismo procedimiento contable que los salarios por
su trabajo personal o la renta por su tierra. Esto puede bastar por el
momento, y tanto más cuanto que todos los teóricos colocan al in
terés en la misma categoría que los salarios y la renta. Abandono
a la discreción del lector en este capítulo, desdeñar la existencia
del interés sobre el capital —en el sentido de nuestra interpreta
ción— o reconocerlo como una tercera rama “estática” de ingre
sos en el sentido de cualquier teoría del interés, incluyéndolo en
los costos del negocio. En todo caso no nos interesa aquí su natu-
ralezá o sü origen.
1 Las teorías más importantes sobre la ganancia pueden caracterizarse de
i- la siguiente forma; teoría de la fricción; teoría del salario; teoría del riesgo
y teoría de la renta diferencial. Me refiero al estudio en W esevi, libio in, y
I- me abstengo, por tanto, de realizar aquí su crítica. Véanse las obras de
Pieistorff y Mataja, dedicadas a la historia de dichas doctrinas. Puede citarse
aquí también a J. B. Clark, cuya teoría es la que está próxima a la mía. Véase
■íf-. '■■ s'u obra, E ssen tia h o f E c o n o m i c T h e o r y .
^ » fe 135
i:- :--
■■IBi
136
DESENVOLVIMIENTO EeONóMIGO
_ la definición dada de los gastos puede parecer dudoso oup
exista un excedente sobre ellos. Nuestra*^ primera tarea consiste^n'
demostrar que si existe. Nuestra posición puede expresarse bre
/emente: en la comente circular, ios ingresos brutos en un negocio
, ^ h^cieimo ab^raccion del monopolio— cubren exactamente los
^asjos, En dicha comente no existen más que productores que no
obuenen ganancias m sufren pérdidas, y cuyos ingresos se carac»
.erizan por la frase “salarios de gestión”. Y dado que las nuevas
comoinaciones llevadas a cabo si existe el “desenvolvimiento” son
necesariamente mas ventajosas que las antiguas, deben ser maimres
en este caso los ingresos brutos totales que los gastos totales.
■En honor ae Lauderdaie,^ que fue el primero en ocuparse de
nuestro problema, comenzaré co-n k mejo-ra del proceso produc-
nvo, y con el viejo ejemplo siempre venerado del telar mecanl-
co que también puede recomendarse a causa del análisis profundo
a que lo sometió Bohm-BaweiN^ Muchos, si no Ja mayor parte de
iOs emos de los lideres de la vida, económica son de esta clase-' en '
sspecMi Jia nueva -era de los sjglos xvii y xix presenta ejemplos de
esfueizos -en esta dirección. Es -cierto que en." esa' época eifcontra»
mos aun menps separadas que hoy d íalas diversas funciones que
deben dEtingnirse en ios procesos de introducir mejoras en la pro
ducción. Los hombres del estilo de Arkwright Inventaron y tam
bién íieyaron a la practica sus inventos. No tenían nuestro mo-
íw ^ disposición. Sin embargo, espero
_ u.ber llevado suficientemente lejos a nuestro lector' como para ha
cer uso de nuestros instrumentos analíticos en su forma pura
sin necesidad, de nuevas explicaciones y repeticiones.
a p a rece .en ton ces co m o sigue. Si alguien observa la
posfcidad de emplear energía en un sistema económico en el cual
uthiza sino trabajo manual, y se siente bastante
iU-^rte paia resolver todas^ las innumerables dificultades, y decidido
a í-evar a la practica la instalación de un telar mecánico, precisa
antes que nada-de poder adquisitivo. Lo obtiene prestado del banco
y pone en. marcha su negocio. Es absolutamente indiferente si
comtmye por si mismo los telares mecánicos o los hace construir
por otta empresa según sus indicaciones, .con objeto de limitarse a
su^utiii^cion. Si un obrero con ese telar se hala ahora en dispo- '
aoon de producir por día seis veces más que un obrero manualf es -
indudable que el negocio debe resultar en un excedente de ingre-
^ iTiqidryJfrto N&ure and Origin of Public Wedth. Es cierto croe i>er.
segaia un objeavo totelmente distinto: la explicación del interés. ^ ^
Elii SG obra K apital u n d ICapÍtai;d7is¡, vii, 3,
L A G A N A N C IA DEL E M PRE SAR IO 137:
;sOs sobre gastos, en un plus sobre los costos, si se cumplen ttes con-
i -diciones. En primer lugar no debe bajar el precio del PJ^^duct 'i
^cuando apare¿ca en el mercado la nueva oferta,- o no lo
■baiar hasta tal punto que la mayor producción obtenida pox o^r.ro,
00 r tp o L mayores e W d a s que las que aportaba antenoimeiite la
producción menor debida al trabajo manual. En
Fos gastos diarios del telar mecánico deben permanecer por
: de los costos de ios cinco obreros eliminados, o por lo menos
bdebaio de la suma que queda después de tener en cuenta el P^^ib ^
'^-descenso dei precio del producto más el importe del salario d...
obrero que aun necesitamos. La tercera co yicio n suplementa
las otras dos. Aquellas cubren los salarios de los obreros que atien
den el telar y los^ salarios y renta que van al pago del mismo. Hasta
Z r l he tomado e! caso en el cual esos salarios y rentas son sim
plemente aquellos que regían antes de que el empresario
■
■ Fus planes S su dímanda es relativamente pequeña,^podemos con
tentarnos con lo anterior." Pero en caso contrario suoetUos precios
de la tierra y del trabajo debido a la nueva demanda. ^Pues los de
más negocios textiles continúan trabajando al principio, y los me
dios necesarios de producción no precisan ser retirados de ellos,
sino de la industria en general. Y esto ocurre por un alza en los
precios. Y, por tanto, el hombre de negocios que debe estimar y
brever el alza de precios en el mercado de bienes de producción
L e sigue a su aparición en él, no podrá limitarse a incluir en sus
cálculL los salarios y rentas anteriores, sino que deberá añadir una
cantidad apropiada, deduciéndose, por tanto, una tercera partida.
Solamente si los ingresos exceden de los gastos, teniendo en cuenta
estas tres clases de cambios, es cuando podremos afirmar que existe
un excedente sobre los costos.
En la práctica se han cumplido innumerables veces estas tres
condicioné, lo que prueba la posibilidad de ese excedente sobre los
costos.^ Pero no se cumplen siempre, y cuando no lo hacen, j se
■prevé el hecho, el nuevo negocio no ^ instala; si no se preve no
: se alcanza un excedente sino una pérdida. Pero si se dan las con»
4 N os separamos aquí del ejemplo de Lauderdale, con objeto de p e i^ a -
necer fieles ¿ l a concepción total del proceso y al mismo tiempo a la realidad.
5 Este sería el caso de la competencia completameme libre, cuya c o n c ^ -
ción exige que ninguna empresa sea suficientemente fuerte para influenciar
los orecios p o r su propia influencia sobre la oferta y la demanda. vój i
^ D e b e botarse que no h ay en esta afirm ación una referencia a la ^eahdac
de un fenóm eno que deba expUcarse aun, com o sucede con muchos repre
sentantes de la teoría de la productividad, r e c e t o al ínteres. Adem as encon
trarem os más lejos un nuevo estudio del problema.
■BÉSEN VÓ LVIiVlIEÑ Td-TC
íi;
'EMPÍtESABdO' 139
-V,•
140 BESEm^OLVIMIENTO ECX5NÓMIOO'
operan en su contra innumerables resistencias de carácter social •'
y polidcOo í para crear la propia org’anización -—aún desconoci-
da se requiere una especial aptitud. Sin embargo, si alguien
dispone de las cualidades necesarias para conseguir el éxito en tales i
circunstancias, y puede obtener ei crédito necesario, puede lanzar
ai mercado una uniaad del producto en mejores condiciones, de
precio, obteniendo una ganancia que queda a su disposición si se
cumplen las tres condiciones establecidas anteriormente. Pero ha
piunfado también para los demas, estableciendo un ejemplo y crean
do un modelo que pueden copiar otros. Pueden seguirlo y lo se
guirán; primero personas aisladas, y posteriormente toda una muí--
titud. Xiene lugar entonces ese proceso de reorganización que debe
resultar en la destrucción del e.xcedente sobre los costos, inmedia-
. lamente que eLnuevo negocio se haya convertido en parte integran--
te de la corriente circular. Pero anteriormente se obtuvieron ga
nancias. Repitiendo; estos individuos no han hecho más que emplear
bienes existentes con mayores efectos; han realizado nuevas com
binaciones y son empresarios en nuestro sentido. Su beneficio es
la ganancia del empresario.
Puede citarse como ejemplo de nuevas combinaciones comer
ciales, la elección de una fuente de oferta nueva y más barata dé
medios de producción, quizá de una materia prima. No existía an-
. Leriormente para el sistema econoin,ico esta f-oente de aprovisiona-
m ipto. No existía una conexión directa y regular entre ella y su
pais^ de origen - ^por ejemplo, si se encontraba en el extranjero, no
había- una línea de navegación ni corresponsales extranjeros. Esta
innovación^ es azarosa, e imposible para la mayor parte de los pro
ductores. Pero si alguien establece un negocio teniendo en cuenta
•estatúente de aprovisionamiento, y todo marcha bien, puede pro
ducir en mejores condiciones una unidad del producto, mientras
•que se mantendrán en los primeros momentos los precios anterio
res, Realiza, pues, una ganancia. No ha contribuido más que con
la voluntad y la acción, ni ha hecho sino recombinar factores exis-
á-sntes. Es, de nuevo, un empresario, y su ganancia la de empresario.
Pero también perece esto ultimo y su función en la vorágine de
la competencia que corre tras ellos. También puede incluirse en
este caso la elección de nuevas rutas' comerciales,
^ itl caso de la sustitución de un bien de producción o de con
sumo,^ por otro que sirva los mismos propósitos y sea más barato, -
es ^análogo a|, caso de simple mejora del proceso de producción.
•Ofrece ejem.plos de ello la sustitución parcial de la lana por el al
godón en el ultimo cuarto del siglo xviii, y toda la producción de
y.
■
_
IfliigwfcSS
L A G A N A N C IA D EL EM PRE SARIO 141
— : ....... -
142 d e s e n v o l v im ie n t o ECONÓMICO ^
de que pueda vendérsela un precio superior a los costos, incluidos
(v'r-.' todos los gastos que trae consigo vencer las innumerables dificultades
de la aventura. A l principio solo unos pocos ven las posibilidades de
la nueva empresa, p pueden llevarla a cabo. Y es, por tanto, un he
cho de empresario: la puesta en práctica de nuevas combinaciones-
y rinde una ganancia que ingresa en los bolsillos del empresario. i »
Cprno^ es natural, la fuente se agota más o menos pronto. Hoy día
. surgiría inmediatamente una nueva organización, desapareciendo
en el acto la ganancia del tráfico con cuentas de vidrio.
También cubre lo dicho anteriormente el caso de la produc
ción de un nuevo bien. Tal ciase de bien debe ser al principio
±y- , lorzado sobre los consumidores, quizá en forma gratuita. Surgen
innumerables dificultades, Pero cuando se resuelven éstas y los con
sumidores comienzan a interesarse por el artículo, sigue un período
de determinación,del precio sobre la base exclusiva de la evaluación
dn^ecta, y sin gran consi^deración por los costos, que consisten tam
bién aquí fundamentalidente en los precios que rijan en los servi
cios de la tierra y el trabajo. De ahí que pueda manifestarse un
excedente que permanece en las manos de los productores que ha
yan logrado éxito. También éstos son empresarios, que han con
tribuido con la voluntad y la acción, y han llevado a cabo la nueva
combinación de los factores productivos existentes. También apa
rece una ganancia de empresario. Y ésta desaparece cuando la nue ■
va mercancía se integra en la corriente circular, colocándose su
precio en relación normal con los costos.
Estos ejemplos nos muestran la naturaleza de la ganancia como
el resultado de la puesta en práctica de nuevas combinaciones. Tam
bién muestran cómo debe concluirse el proceso —esencialmente
como el nuevo empleo de los bienes de producción existentes. El
empresario no ahorra con objeto de obtener los medios que tequie-
pe, m acumula ningún bien antes de empezar a producir. Ade
mas, cuando un negocio no se establece de una vez en su integridad
y ,en su forma definitivaj, sino que se halla en período de lento
desenvolvimiento, el caso no es tan distinto como pudiera creerse.
_bi no se ha agotado la fuerza del empresario en un proyecto, y no
obstante continúa llevando a cabo el mismo negocio, realiza nuevos
carnbios que son siempre nuevas empresas según nuestra termino
logía, a menudo con medios sacados de ganancias anteriores. El
proceso parece eiitonces diferente, pero su naturaleza es la misma.
Lo mismo es cierto si da el productor comienzo a un nuevo ne-
gocio en la misma industria, conexionado con su producción pre-
-via. Pero esto no es en forma alguna la regla; las nuevas empresas
a ü iis
'*f' %wm
.'"wX.-^-s^y\ V“?7'd^l-
LA'GÁNANCIA'DÉL EMPRESAHip 143
y - í
Í3SSEMVOLVIMIENTO ECONÓMICO ' ':
‘combinaciones. Si todo procediera correctamente, con perfección
ideal y con previsión absoluta, durante la fundación de una empre-'
3, sa, lo que quedara en manos del fundador sería la ganancia. Pero
en la práctica no ocurre así. Y, sin embargo, se aprecia en esto el-
3 verdadero principio del asunto. Es cierto que lo anterior sólo pue
de aplicarse al verdadero promotor y no al agente que ■se limita
realizarla veces el trabajo técnico de formar una compañía, y que"
recibe ii.ecuenteiiieiite tal denominación de agente. Este, recibe so-'
-lamente una remuneración que tiene todas las características del sa
lario. Y, finalmente, en la mayoría de los casos no se perfecciona
todo lo nuevo que existe en una compañía con la promoción de la
misma. For el contrario, es frecuente que sus dirigentes se embar
quen continuamente en nuevos negocios, continuando así el papel
del promotor originario, y convirtiéndose en empresarios, cual quie
ra que sea su cargo oficial en la compañía. Si suponemos, sin em- ■
bargo, que la compañía se dirige normalmente una vez fundada, es "
entonces el promotor el único que realiza una actividad de empre
sario en relación con dicho negocio. Supongamos que los precios '
de los medios^de prodiicción^o están representados por obligaciones,
; y que el rendimiento mayor capitalizado de las fuentes permanentes
de ganancia lo esta por acciones, y que existen también acciones de
rondador que se transfirieron gratuitamente al promotor. Estas ac
ciones de fundador no proporcionarán entonces un ingreso perma
nente, sino que solo daran al promotor el excedente temporal que ' ■
existe antes de que la empresa se incorpore al sistema económico,
perdiendo desde ese momento su valor. La ganancia aparecerá en
tal caso en su forma más pura.
Debemos aíiora determinar con mayor atención esta represen
tación de las ganancias, cosa que se hace preguntándonos lo que ■
corresponde a este fenómeno en las formas sociales no capitalistas.
La simple economía de cambio, esto es, aquélla en la cual se conoce
el cambio de productos, pero no la producción al “estilo capita
lista no nos proporciona ningún nuevo problema. En las unidades
económicas de tal sociedad debe haber un poder diferente de dis
posición sobre medios de producción y en este respecto la econo
mía de cambio puede estudiarse de la misma manera que el caso
que pasamos a examinar ahora. En los otros aspectos vale lo di- ■
cho respecto al sistema capitalista. Con objeto de evitar repeticio-
Dablando estrictamente, ios precios de ios medios de producción que
constituyen ia inversión materiai, que corresponden a sus vaiores en sus em
pleos^ anteriores,^ sin tener para nada en cuenta al nuevo, a pesar de que en
la practica habría que pagar más en ia mayoría de los casos.
.7. -^<__ . '. í* .,. 7.d. - "^.... . . ’.,. SwiS Arp. -í.í',,-’ ’’; 3_
la 'GANANCIA DEL'EMPRESARIO Id ’.-^ 145
la R ancia fumra puede tener tan poca reaUdad como si no existiera Esto se
to r t r a ' Í X b ^ yilización délos cuales tenemos conociriúen-
do se a j nunca ha etado ausente el elemento “fuerza”, Cuan-
do se ha tratado de un desenvolvimiento que ha precisado de la coooeración
sa c rS d o 1e l” S o . “ "'“‘=*'os casos, es cierto, no se exigió ningún
iü
ÜS:
...a..-,,---- , ^ H iÜ M S ftsmi .'ií
*>''T"^'^\"*'" fT’ y-- ^ -r-r
B-: . , la G i^ A N a A DEL EMPRESARIO 147 .,
si DOsición— retira una cierta cantidad de medios de producción de
Wi- lus usos anteriores, y reaUza con ellos una nueva combmaoon, por SSii
te ejemplo, la producción de un nuevo bien, o la producción de un
m bien ya conocido con arreglo a un método mas perfeccionado. En
este último caso es indiferente si retira los medios de producción
lili necesarios de una rama de la producción que haya manufacturado
hasta el presente la misma mercancía, o si autoriza a las empresas
existentes anteriormente, a continuar fabricando en la forma a i
mal, produciendo, a su lado con el nuevo método medianteda ayuda
de m Lios de producción retirados de otras ramas de la industria.
Los nuevos productos serán, por hipótesis, de mayor valor que los
obtenidos anteriormente p o r las mismas cantidades de medios de
producción —en cualquier forma que se reakce la evolución m ral
sociedad. ¿Cómo se realiza el proceso de imputación respecto a
los nuevos productos? Se determina su valor en el momento en que
se complete la combinación y aparezcan los productos, ¿ ^ m o se
determina el valor de los factores que hayan p y ic ip a d o Es mejor
escoo-er el momento en el cual se haya decidido la combinación, y
suponer que todo ocurre con arreglo a tal decisión.
En primer lugar, los productores deben hacer una valoración:
debe compararse el valor de los nuevos productos con el de los
que se estaban produciendo normalmente en la corriente circular.
Sin duda esta valoración es necesaria con objeto de poder realizar
cálculos de las ventajas de la nueva combmacion, y sin ella no es
posible una acción de ningún género. La cuestión central es ahora
L a : ¿cuál de los valores que pueden obtenerse con los medios de
producción ha de imputarse a ellos? Por lo menos esta claro o
Siguiente: antes de tomarse la decisión de, llevar a cabo la nueva
combinación, solamente puede imputárseles el valor que correspon
da al empleo anterior. Pues no tendría senado imputar por anti
cipado a los medios de producción la plusvalía de la nueva com
binación, dado que, si se "hiciera, su puesta en pracaca no aparecería
cóm ^uña ventaja, y perderíamos la base para la comp^acion ne
cesaria de los valores en ambos usos. Pero, ¿como erta el asunto
una vez realizada la decisión? ¿No debe imputarse todo el aumen
to de satisfacción, en el sentido de Menger.'í’ ^ jo, medios dq pro
ducción, lo mismo que en la com ente circular, dado que
ahora valores más altos, de forma que si todo funcionara » ^ P " '
fección habría de reflejarse el valor total de los nuevos productos
en los medios de producción utilizados? , , ,
Respondo qué no; y afirmo que también deben estimarse, aun
12 Véase W ieser, Natürlicher Wert, pp. 70 ss;
- ’T’ ^ ^ -i-- ^
i - -7 r ,¿ i,'* 'í-""-' A — ' t i -lí í L j '
I4S '
DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
aquí, los servicios de la tierra y trabajo conforme a su antifmo va-
-oi^^ y por !as dos siguientes razones, t n primer lugar los valores
antiguos son los consuetudinarios. Se han determinado por un-
larga experiencia y^ están firmemente asentados en las conciencias
7 . de los individuos. Solo se alteran en el curso del tiempo v p o r I,
presión de una experiencia ulterior. Sus valores son muy''estables
í ^eoiGO a que no han cambiado los de los propios servicios de la
tierra y trabajo. Los valores de los nuevos productos, por el con-
irano, se hallan tan fuera del sistema de válores existentes, como
el precio ae los nuevos productos en el sistema capitalista. No
están unidos en forma continua con los viejos valores, sino sepa-
rados discretamente De aquí la justificación del método de intl--
pretaclótfa según el cual sólo se asigna a cada bien de producción
m ico-privado como ganancia e interés del capital, pnede ser descrito como
nliiqvalía’en el sentido de Marx. No existe otro excedente
irreemplazable de producción, subsiste un excedente de valor en fa^or del
primero Pues en el momento de introducción de la innovación, solamente
L b e asignarse al último su valor prevalente hasta ese momento.
r
‘ < 150 ' ^ mbenvolvimieñto económico ^ ' ■‘ ' ''■:'
El valor marginal en los usos previos
T ’ ‘=°“ ° consecuencia de retirar de esos us?s me-
- dios de producción. Hemos observado el mismo fenómeno en el
como^ capitalista. H alza de precios de los medios de prodncdón ■i?/:-
como consecuencia de la nueva demanda por los em preL ios en e^
‘i •
w T ¿ , T e ^ c t a m e n ^ a este p^ocesTde va p :
®iR
*■,7" exm tóón ^Pero‘'°''''®^T ‘=°"“ P«''dientemente nuestro método de
®i de^lueiTO no embargo, no se cambia nada fundamental. Des-
I a® confundirse este aumento de valor con la impu-
; « v lm ie n t^ ^ ^ ^ ^ ”- o
ip descrito proceso de valoración
^ ^ consideración de la « i
Bs
natural. Fues también esta economía debe saber lo que hace lfl«s
ventajas que resultan de [las nuevas combinaciones, y \ qué deben
atribuirse dichas ventajad Podemos afirmar, sin ¡ m b a r l que la
g nancia no tiene significación como categoría distributwa’ m una
economía natural (no de cambio), cosa que es en el fo n d ^ e ^ c ta
ca n tid a V d rn m d P"«de disponer libremente de lá
cantidad de jiroducto que corresponde a su “servicio”, pero tam-
disponer de todos los demás rendimientos; puede dar
sus obreros mas pero también menos de lo que corres£ nde a su
?ae s X r e l'L ^ b l? " ^ ^ ’ economía comunista la g^ancia re
c io el pueblo como un todo —al menos en la teoría. Mas
esto no nos interesa por si mismo. Pero, ¿no podemos inferir de
esas economías, especialmente por lo que r i s p e n a la de S o T c o ! Á, .
;írL
m u ^ ta , que la ganancia se absorbe en salarios, y que la realidad
n Í ¿eh i d ° r " " 'r ‘^"•’riendo los salarios’ t i d l el pr^dícto»
^ io ^ u e n ú l? rn “ '"“ ^ económica de un regim ien to
m V nr^ ^ ocurrirle. La naturaleza económica de un rendi- p‘ i
s t n r i S f i T n’'^ un servicio productivo. Llamamos salarios i
S lía b a li L L 9"® deben imputarse al servicio
c J ™ ..’ . competencia, en la economía de cambio
e«e renduniento pasa al obrero, pero solamente porque en régimen
de libre competencia se remuneran las prestacioLs m a tó n a S ti- f
necesanamente así sólo en el sentido de que en el sistema capSlism
este sdario provoca el esfuerzo. Si se asegura el esfuerzo por otros
métodos —Por el sentimiento de deber social o quizá p o/ la com
dem ^H ad pudría recibir menos, pero s2s salaSos ¿ t S
’ !“ poc la productividad marginal d e r tra
bajo, y la cantidad de menos, que percibiera sería cla¿icad a como
una deducción de su salario económico. Esta deducción sena tam
bién un salario, y en el mismo plano que el abonado a los obreros.
FUÍder ^o r^c nna ganancia en una sociedad comunista; no pue-
S S L que estomaga imposible el d - e n v o l « t o .
rnntrario es posible que en tal organización los hombres llegara
de un modo tan diferente que no reclamaran jiarticipacion
en^a ganancia, lo mismo que no pasa por la del
bre de estado o de un general tener exigencias particulares sobre 1
totaUdad o una parte del botín de la victoria. Pero la ganancia se-
Buiría siendo ganancia. Que no sería válido clasificarlo como sa
no del trabajo puede apreciarse adaptando el argumento que f -
ilW I
muló Bdhm-Bawerk respecto al interés.'® También
renta de la tierra, en la cual debe
la naturaleza y el valor de la contribución P ™ n ' ’
de la remuneración percibida por determinados
¿Como salarios de qué obreros se consideraría la g^na^*’'. P
den concebirse dos respuestas a esta pregunta. En primer lugar
L e d e deL se: como p a L de los salarias de l- / b r e r o s que raba-
laron en el nuevo producto. Pero esto no puede ser asi. Pues en
ionces por hipótesis, dichos obreros tendrían salarios superiores a
los de’ sus compañeros. Y éstos no realizan un trabajo de mferior
calidad, de manera que si aceptamos esta P“ *didad
conflicto con un principio económico fundamental, que
valores distintos para bienes homogéneos. Aparte de la injujicia
que podría representar tal medida, se crearían con eUa trabajadOTes
L v ^ g ia d o s . X a solución es posible, pero el excedente recibido por
los obreros no sería salario. j •
La otra respuesta concebible es ésta: los valores que denomina
mos ganancia y la cuantía de los productos que corresponden a ^ lo s
consatuyen simplemente una parte del dividendo nacionrí, y deben
distribuíse p o r V ^ e s iguales entre todos los servicios ¿el trabajo
contribuidos durm te el período económico de que se trate (asu
miendo homogeneidad d i los servicios ó, según sea el caso tenien
do eñ cuéntalas disparidades en cualquier forma reconocida). En,
tal caso, los obreros que no hubieran trabajado en el nuevo pro
ducto perciben una remuneración superior al valor total del produc
to que^hayan producido. Es fácil, por tanto, llegar a la conclusión
d e ^ u e los obreros perciben en tal caso una participación en e
dividendo nacional, ^ como salario económico, sino en parte por
' un concepto no-económico. Indudablemente es posible esta solu-
16 Fositive Theórie, capítulo final.
17 Véase Wesen, libro ni.
plüisIS
i^pii
DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO^
Clon, lo mismo que otra cualquiera que podamos imaginar Ea
comunidad debe disponer-de alguna forma de su “ganancia” como
de todos los demás rendimientos. Debe disponer de ella en favor de
IOS oDreros, dado que no existen otros con derecho a la participa
Clon. T puede proceder en esto con arreglo a los principios más
./miados Puede, por ejemplo, distribuirlo según la intensidad de la
necesidad, ó promover fines generales sin distribuir la ganancia
Pero eso no altera las categorías económicas. Pues en k corriente
circular normal no es posible quedos obreros o terratenientes reci
ban, en forma_ directa o indirecta, m.ás que su producto económi
ca, pues no existe ningún excedente. Y sí esto es posible en nuestro
caso es precisamente a causa de que otro agente^ deje de percibí
bp iem.uiieracion. Si definimos ia expresión ambigua “explotación”
ae modo que esta se produzca cuando un factor de la producción
necesario, o su dueño, según sea el caso, recibe menos que su pro-
au.co, en el sentido económico, entonces podríamos afirmar que
osre^^^ago extraordinario a los obreros se hace a costa de la explo
tación de los lideres. Si reducimos la expresión al caso en el cual
se desposee del producto a un servicio personal —con objeto de
excluir la aplicación del concepto a la tierra, en donde no tendría
razón de existir, dada la eliminación resultante del terrateniente en
e estado com unista- podríamos afirmar que tiene lugar una ex
plotación de los lideres; naturalmente sin querer emitir con ello un
JUICIO moral.
Por eso no puede decirse —hablando en términos económicos—
tjue la ganancia se transforme en salario, a pesar de que sea distri-
omaa totalmente entre los obreros. Es de g á n importancia práctica
ei reconocimiento de este hecho para un estado comunista,'^ distin-
ía ganancia, pues la comprensión
t-'t f ’- í decisiones sobre cuestiones con-
-ICías,^dependen manifiestamente de tai reconocimiento. Esta consi-
a e ra c io n nos enseña k independencia del fenómeno respecto de
cualquier forma concreta de organización económica. En conse-
ciiencia, podemos sentar una verdad general: k ganancia como fe-
-omeno especial e independiente del valor está relacionada funda-
_mentalmente con el papel del liderazgo en el sistema económico. Si
e. desenvokimiento no requiriera dirección ni fuerza, la ganancia .
seguiría existiendo, sin duda, pero sería una parte de los salarios y
mentas, y no un fenómeno sui generis. En tanto que este no sea
ei caso, es decir, en tanto que el conjunto de la población presente
un parecido, por pequeño que sea, con las masas de todas las na^
Clones conocidas, no podrá imputarse todo el rendimiento a lo s
LA GANANCIA DFX EMPRESARIO ís;
Üi:
-----------
Í54 DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
osa diterente. Solo hace falta un gobernante para mantener algo ya existente.
^-Jifi:-, .J.' v-i í^h-T-f (_ - ■'• " l/ y '
la 'G AN AN C IA'D E L EMPRESARIO 155
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360 DESEN VO LVIM IEN TO ' ECONÓMICO c - L A -G A N A N C IA D EL E M PRE SAR IO ■ 161
■
definida, como la de los ingresos en la corriente circular. Sobre La función del empresario es hoy día, lo mismo que en la época
todo, no puede decirse de ella lo que podría afimiarse de ios ele :en que no se conocía aún ei principio de tal proceso social, no
mentos del costo en corriente circular: que es suficiente para hacer , solamente ei vehículo de reorganización continua del sistema eco- '
11 surgir la “cantidad requerida de sendcios del empresario”. La can ■nómico, sino también el vehículo de sustitución continua de los ■
tidad de que se trata, que es determinable, no existe. Y el monto elementos que comprenden los estratos superiores de la sociedad.
total de ganancia obtenida en realidad en un momento determina : El empresario que alcanza el éxito se eleva sociaimente, y con él
do, lo mismo que la ganancia conseguida por el empresario indi- : TU familia, que adquiere con los frutos de su éxito una posición
vidual, puede ser mucho mayor de la necesaria para provocar los ■que no depende de manera directa de la conducta personal. Y
servicios de los empresarios que en realidad operen. También , es i y-iesto representa el factor más importante de ascenso- en la escala
cierto que se sobrestima frecuentemente esta cuantía total.-"^ Pero . social del mundo capitalista. .Precisamente porque actúa destrozan-
tampoco debe olvidarse que el propio éxito individual desproporcio- - : do con la competencia los antiguos negocios, y las vidas que -de
: nado tiene su función, porque la posibilidad de conseguirlo actúa ; ■ellos dependen, lleva aparejado también un proceso de decadencia,
como un incentivo mayor de lo que estaría justificado racionalmen- í de pérdida de posición, de eliminación, Y este destino amenaza
te por su magnitud multiplicada por ei coeficiente de probabilidad. ? también al empresario cuyos poderes se hallan en decadencia, o a
Tales posibilidades forman parte también, como si dijéramos, de laV sus herederos que hayan adquirido su riqueza pero no su talento.
“remuneración” de aquellos empresarios que no lo consiguen. Sin i Y esto no es sólo porque se sequen todas las ganancias individua-
-embargo, es cierto que se llegaría en muchos casos al mismo rcsul- ;; Tes,,no tolerando el mecanismo competitivo las plusvalías perma
tado con cantidades más pequeñas, y en especial con cantid=id.es nentes y aniquilándolas por este estímulo de la lucha por la ganancia
totales más pequeñas, fo mismo que debe resultar claro que la co- ó ; que es su fuerza impelente, sino también porque en el caso normal .
nexión entre calidad del servicio y resultados individuales es mu- ó las cosas suceden de forma que se incorpora a la propiedad de un
cho más pequeña aquí que en el mercado del trabajo profesional, - negocio el éxito del empresario; y po-r lo general ese negocio se
por ejemplo. Y esto no sólo es importante para la teoría de los Ó lleva adelante por los herederos siguiendo lineamientos que pronto
impuestos —a pesar de que esté limitada la importancia de tal cíe- v llegan a ser tradicionales hasta que los suplanten nuevos empresa-
mentó, en la práctica, por la necesidad de tener en cuenta la “acu
mulación del capital”, en el sentido de aumentar la oferta de me- 1
■ t í o s . Un adagio americano lo expresa:
alls to overalts. three generationsfro?nover~
Y así parece ser,^® Las excepciones son raras, y se
dios de producción producidos— sino que explica también por qué •V compensan con creces con los casos en los cuales es aún más rápido
puede ser desposeído tan fácilmente el empresario de su ganancia, yf-el descenso-. Y la opinión pública y la fraseología de la lucha social
y por qué puede remunerarse al empresario asalariado, por ejem ^ .pierden dicho punto -de vista por ver siempre a su alrededor em-:
plo, al gerente industrial que juega muchas veces el papel de cíu- presarlos, y parientes y herederos de empresarios. Constituyen la
oresario, con cantidades muy inferiores a la cuantía total de i.a clase de los “ricos’\ una clase de herederos al margen de la lucha '
ganancia. Cnanto más se racionalicen, nivelen y démocraticer. (as ; vpor la vida. De hecho las capas superiores de la sociedad son como
vidas, V cuanto más transitorias sean las relaciones de un individuo ■ los hoteles, llenos siempre de gente, pero de gente que, sin embar
a cosas concretas (a una fábrica, o a la mansión familiar) o a per- ■ go, cambia continuamente. Se componen en mucho mayor grado
sonas concretas (especialmente en ei círculo familiar), perderán de lo que estamos dispuestos a admitir de gentes reclutadas en las
tanto más en importancia los morivms enumerados en el segundo clases inferiores. Con lo cual se abre una serie más de problemas,
capítulo, y tanto más se debilitará el poder del empresario sobre la cuya solución habrá de mostrarnos la verdadera naturaleza del sis
ganancia.-^’ La “automatización” progresiva del desenvolvimicntc tema de competencia capitalista, y de la estructura de su sociedad.
corre paralela a aquel proceso, tendiendo también a minimizar la
importancia de la función del empresario.
26 Sólo disponemos de algunas investigaciones de este fenómeno tan im
Véase sobre esto Sramp, Wealth and Taxable Capacity, pp. 103 rr. |J| portante. V éase por ejemplo Chapman y Marquis, “T he R ecm iting o f the
25 Véase sobre ello mi artículo, “Sozialistische Móglichkeiten von heure” Em ploying Oasses from th ^ Ranks o f the W a g e Eam ers”, en la revista Jour-
en Ja revista Archiv für Sozialnjiissenschajten (1921). :r:y ial of the Roy al Stcttistical Society (1912).
7
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360 DESEN VO LVIM IEN TO ' ECONÓMICO c - L A -G A N A N C IA D EL E M PRE SAR IO ■ 161
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definida, como la de los ingresos en la corriente circular. Sobre La función del empresario es hoy día, lo mismo que en la época
todo, no puede decirse de ella lo que podría afimiarse de ios ele :en que no se conocía aún ei principio de tal proceso social, no
mentos del costo en corriente circular: que es suficiente para hacer , solamente ei vehículo de reorganización continua del sistema eco- '
11 surgir la “cantidad requerida de sendcios del empresario”. La can ■nómico, sino también el vehículo de sustitución continua de los ■
tidad de que se trata, que es determinable, no existe. Y el monto elementos que comprenden los estratos superiores de la sociedad.
total de ganancia obtenida en realidad en un momento determina : El empresario que alcanza el éxito se eleva sociaimente, y con él
do, lo mismo que la ganancia conseguida por el empresario indi- : TU familia, que adquiere con los frutos de su éxito una posición
vidual, puede ser mucho mayor de la necesaria para provocar los ■que no depende de manera directa de la conducta personal. Y
servicios de los empresarios que en realidad operen. También , es i y-iesto representa el factor más importante de ascenso- en la escala
cierto que se sobrestima frecuentemente esta cuantía total.-"^ Pero . social del mundo capitalista. .Precisamente porque actúa destrozan-
tampoco debe olvidarse que el propio éxito individual desproporcio- - : do con la competencia los antiguos negocios, y las vidas que -de
: nado tiene su función, porque la posibilidad de conseguirlo actúa ; ■ellos dependen, lleva aparejado también un proceso de decadencia,
como un incentivo mayor de lo que estaría justificado racionalmen- í de pérdida de posición, de eliminación, Y este destino amenaza
te por su magnitud multiplicada por ei coeficiente de probabilidad. ? también al empresario cuyos poderes se hallan en decadencia, o a
Tales posibilidades forman parte también, como si dijéramos, de laV sus herederos que hayan adquirido su riqueza pero no su talento.
“remuneración” de aquellos empresarios que no lo consiguen. Sin i Y esto no es sólo porque se sequen todas las ganancias individua-
-embargo, es cierto que se llegaría en muchos casos al mismo rcsul- ;; Tes,,no tolerando el mecanismo competitivo las plusvalías perma
tado con cantidades más pequeñas, y en especial con cantid=id.es nentes y aniquilándolas por este estímulo de la lucha por la ganancia
totales más pequeñas, fo mismo que debe resultar claro que la co- ó ; que es su fuerza impelente, sino también porque en el caso normal .
nexión entre calidad del servicio y resultados individuales es mu- ó las cosas suceden de forma que se incorpora a la propiedad de un
cho más pequeña aquí que en el mercado del trabajo profesional, - negocio el éxito del empresario; y po-r lo general ese negocio se
por ejemplo. Y esto no sólo es importante para la teoría de los Ó lleva adelante por los herederos siguiendo lineamientos que pronto
impuestos —a pesar de que esté limitada la importancia de tal cíe- v llegan a ser tradicionales hasta que los suplanten nuevos empresa-
mentó, en la práctica, por la necesidad de tener en cuenta la “acu
mulación del capital”, en el sentido de aumentar la oferta de me- 1
■ t í o s . Un adagio americano lo expresa:
alls to overalts. three generationsfro?nover~
Y así parece ser,^® Las excepciones son raras, y se
dios de producción producidos— sino que explica también por qué •V compensan con creces con los casos en los cuales es aún más rápido
puede ser desposeído tan fácilmente el empresario de su ganancia, yf-el descenso-. Y la opinión pública y la fraseología de la lucha social
y por qué puede remunerarse al empresario asalariado, por ejem ^ .pierden dicho punto -de vista por ver siempre a su alrededor em-:
plo, al gerente industrial que juega muchas veces el papel de cíu- presarlos, y parientes y herederos de empresarios. Constituyen la
oresario, con cantidades muy inferiores a la cuantía total de i.a clase de los “ricos’\ una clase de herederos al margen de la lucha '
ganancia. Cnanto más se racionalicen, nivelen y démocraticer. (as ; vpor la vida. De hecho las capas superiores de la sociedad son como
vidas, V cuanto más transitorias sean las relaciones de un individuo ■ los hoteles, llenos siempre de gente, pero de gente que, sin embar
a cosas concretas (a una fábrica, o a la mansión familiar) o a per- ■ go, cambia continuamente. Se componen en mucho mayor grado
sonas concretas (especialmente en ei círculo familiar), perderán de lo que estamos dispuestos a admitir de gentes reclutadas en las
tanto más en importancia los morivms enumerados en el segundo clases inferiores. Con lo cual se abre una serie más de problemas,
capítulo, y tanto más se debilitará el poder del empresario sobre la cuya solución habrá de mostrarnos la verdadera naturaleza del sis
ganancia.-^’ La “automatización” progresiva del desenvolvimicntc tema de competencia capitalista, y de la estructura de su sociedad.
corre paralela a aquel proceso, tendiendo también a minimizar la
importancia de la función del empresario.
26 Sólo disponemos de algunas investigaciones de este fenómeno tan im
Véase sobre esto Sramp, Wealth and Taxable Capacity, pp. 103 rr. |J| portante. V éase por ejemplo Chapman y Marquis, “T he R ecm iting o f the
25 Véase sobre ello mi artículo, “Sozialistische Móglichkeiten von heure” Em ploying Oasses from th ^ Ranks o f the W a g e Eam ers”, en la revista Jour-
en Ja revista Archiv für Sozialnjiissenschajten (1921). :r:y ial of the Roy al Stcttistical Society (1912).
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A. -■
iiSf liiililál
cedente permanente de valor,^ Paso a estudiar estas dos posibili
dades. r
§1 ^ Extender lista de los costos no significa sólo afirmar que el
interés represente un gasto regular en las cuentas de un negocio.
p i? Esto sería evidente por sí mismo y no tendría ninguna fuerza ex- m
plicatoria. Significa mucho más: concebir el interés como un ele *
mento p costo, en el sentido más estrecho y especial con que se
fonnuló en el primer capítulo. Y eso es equivalente a la constitu-
ción de un tercer factor productivo originario, que percibe interés ÍM
en la misma forma que el obrero percibe su salario. Si pudiéramos
lograr esto en forma adecuada, quedarían resueltas de un golpe ■
nuestras tres preguntas; la cuestión del origen, base y no desapari- m
cion^del interés, eludiéndose, por tanto, el dilema. La abstinencia ■
podría ser un tercer factor de esa clase. Si fuera un servicio pro íiSM »
ductivo independiente quedarían resueltas todas nuestras exigen
cias en forma libre de jobjeción, explicándose sin que dejara lugar ■
a duda la existencia y el origen de un ingreso permanente, lo mis
mo que su asignación a individuos determinados, Pero deberíamos
probar aún que el interés descansa de veras sobre ese elemento. Por
. desgracia no es satisfactoria esa explicación, porque no existe ese
elemento independiente, como ha mostrado ya Bohm-Bawerk, y iitmm
no necesitamos seguir discutiendo en este lugar. ■■
^ I^os medios de producción producidos podrían constituir tám- * i *
bien un tercer factor productivo independiente de la abstinencia. ríí.'.J
Pero con ellos ocurre lo contrario. No puede dudarse de su efecto
productivo. Está tan claro que las miradas de los investigadores
lo descubrieron en seguida y hoy mismo despierta estupefacción la
proposición fundamental de la igualdad entre el valor del producto
y^ el de los servicios de la tierra y trabajo. Parece tan claro que
aún hoy la experiencia demuestra que resulta difícil apartar incluso
a especialistas de este camino equivocado. Y, sin embargo, dicha
^teoría resulta incapaz dei explicar un ingreso neto permanente. Los
medios de producción producidos tienen indudablemente capacidad
para servir en la producción de bienes. Pueden producirse máS
bienes con ellos que sin ellos. Y estos bienes tienen también más va
lor que aquellos que podrían ser creados sin los medios de pro
ducción producidos.® Pero este valor superior debe conducir tam
bién a un valor superior de los instrumentos de producción, y esto
a su vez a un valor mayor de los servicios del trabajo y la tierra
4 V ^ n se las consideraciones finales de Bdhm-Bawerk, i, 606 r.
Véase Bóhm-Bawerk, i, 132, sobre el concepto de la productividad fí-
Sica y de valo r de los medios de producción producidos.
empleados. No puede haber un elemento de plusvalía que esté ad
herido permanentemente a estos medios intermedios de produccion,
pues no puede existir una discrepancia permanente entre el v^or
de los productos que han de imputárseles, y su propio valor. Por
muchos que sean los productos que se obtengan con la ayuda de
una máquina, la competencia hará bajar siempre su precio hasta que í ‘ -'«I
se establezca la igualdad. Pero de otro lado, por mucho mas que tra
bajo manual que pueda hacer la máquina no puede afirmarse que /ii";
ahorre trabajo siempre de nuevo, una vez introducida, de manera
que no puede dar una ganancia permanente. Los ingresos exrra-
ordinarios tan conspicuos que le son debidos, la suma total que
estará dispuesto a pagar por ella el “usuario”, debe pasar integra
mente a manos de los obreros y propietarios. En general, no pro
duce el yalor que añade ai producto, como se asume a veces en
forma ingenua,® no estando ese valor sino asociado temporalmente
a ella, como se dijo en el capítulo precedente. Un abrigo en cuyos
bolsillos hay un billete de banco, tiene rnientras esté en éb un valor
superior para su dueño, pero sólo logro ese valor superior desde
fuera, sin haberlo producido. Del mismo modo, una maquina tie
ne un valor correspondiente a su producto, pero lo ha recibido de
los servicios de la tierra y trabajo'^ que existían antes de ser creada,
a los cuales se ha imputado ya dicho valor en su totalidad. Es
cierto que corre una corriente de bienes hacia la maquina, pero tarn-
bién corre a través de ella. No está condenada a formar un depó
sito . de bienes para consumo. El propietario de la maquina no
obtiene en forma permanente más de lo que paga, bien sea con
tabilizando según los precios o según los valores. La propia ma
quina es un producto, y su valor, como el de los bienes de consu
mo, pasa a un depósito, del cual no pueden salir mas intereses.
Sobre la base de los argumentos de los capítulos^ p i l e r o y
cuarto, y de la referencia a B5 hm-Bawerk, podemos añadir que lo
anterior no nos saca del dilema y que no existe aquí ninguna fuen
te de valor para el pago de interes. A lo mas se presenta una
dificultad en el caso de los bienes que crecen “automáticamente”,
e Véanse las observaciones de Bohm-Bawerk, por ejemplo, sobre Say y
mm
7 A la máquina se imputa el valor dé sus productos; y a los servicios de
la tierra y del trabajo necesarios para la producción de la máquina, se imputa
el v alo r de esta última. Consecuentemente los servicios tienen ya el valor
del producto final, y si se convierten en una máquina toma ésta simplemente
su lugar. Decimos en este sentido que la máquina “recibe” el valor de los
serviraos prod u ctivt». Espero que n o se considere que derivo su valo r de
sus costos.
'-,
■ DESENVOLVIMENTÓ ECONÓMICO'
como h. semilla o, los sementales del ganado. ¿No aseguran éstos
a sus dueños más trigo y más ganado en el futuro, y no será esta
hVi- mayor cantidad de semilla y^de ganado más valiosa que la origina-
1 ia? fodo el que este familiarizado con tales ideas conoce lo fir
memente que están convencidas la mayoría de las personas' de que
son una prueba de la existencia de un aumento de valor. Pero Ja
semilla del trigo y los sementales no aumentan en forma “automá
tica , poi^ el contrario, deben deducirse de sus “rendimientos” mu-
mias partidas conocidas de gastos. Sin embargo, es decisivo que
el propio residuo que queda despees de esa deducción no repre-
sen-ta una ganancia en valor, pues la cosecha y el rebaño dependen
ciertamente de la semilla y de los sementales, y los últimos deben
ser valorados, en consecuencia, conforme a los valores de Jos pri-
merps. .Si se vendieran las semillas y los sementales (en el supuesto
de que no sea posible ninguna sustitución), quedaría totalmente
expresado en el precio el valor de la cosecha y del rebaño, después
-de ^deducir los costos, y de tener en cuenta el riesgo. Su precio
sería igual al precio deí producto que se les imputa. Y el trigo y
.lOS animales se emplearían en la reproducción hasta que su empleo
no resultara en una ganancia, cubriendo su precio exactamente los
gastos necesarios de salarios y renta. La utilidad marginal de “su”
producto, o sea la parte del producto que se les imputa, tendería
constantemente a cero,
i ___ ; ___
174-
DÉSENViOLVIMIENTO ECONóMIíXí
dos-los casos tratados hasta el presente, sólo se conseguía una fuente
permanente de ingresos con un servicio productivo también perma
nente al menos desde el punto de vista económico “privado”__
este caso llevaría consigo algo diferente, a saber, un movimiento
propios valores. Mientras que antes la explicación residía en
^^ de algún servicio productivo mi generis,
se hallaría aquí en la determinación del valor de los servicios de la
tierra y del trabajo, de un lado, y de los bienes de consumo, de
otro. Aqm habría un excedente de valor del producto sobre el
jlq los medios de producción, en sentido más estrecho y verdadero
caso del monopolio. Y el “excedente sóbre los costos”
significaría automáticamente un rendimiento neto y un excedente
so re e valor de capital de los medios de producción produci
dos. Se probana zsi ipso acto que el rendimiento no desaparecería
ni se absorbería en el proceso de computación. Pues el valor total
e un producto futuro no puede ser imputado y computado, si no
aparece con su magnitud verdadera, sino con otra inferior en el
momento en que debe realizarse la imputación y la determinación
^ medios de producción. Se demostraría así la po
sibilidad de una corriente permanente de bienes, fuera o no el en
teres lo que viéramos en la vida real. Estaría contestada nuestra
primera pregunta: existe una fuente de valor de la cual puede sur
gir el ínteres. La segunda cuestión, a saber, por qué afluye la co
m ente de bienes a esos individuos, no sería indudablemente difícil
de responder. Y la tercera, el porqué de la no desaparición del
rendimiento, la más espinosa de todas, sería superfina. Dado que
la plusvalía se habría explicado por razón de la no imputación, no
tendría sentido preguntar por qué no fue imputada. *
De aquí que si el simple pasar del tiempo tuviera un efecto
primario sobre^ la valoración, , wi y si lo que
^ T muestra ila realidad ser su
d , i c a i i u a u s e r su
I T V T l l I P n r ' I C l r\r\ _ __ 1 t
iníluencia no fuera un he^ho sin analizar basado a su vez funda
mentalmente sobre la existencia del interés, que a su vez se expli
ca na por otros motivos, sería totalmente satisfactoria esta argu
mentación, a pesar de que en mi opinión nos lleva a un conflicto
con el curso actual del proceso económico. Se hallaría libre de
objeciones desde el punto de vista puramente lógico. Pero el tráns-
.currir del tiempo no tiene esos efectos primarios independientes
\ tampoco prueba nada el crecimiento del valor de muchos bie
nes a medida que transcurre el tiempo. Podemos dedicar a este
problenia algunas palabras, dado que es de especial importancia, y
ha jugado un cierto papel en la literatura sobre la materia.
, Hay dos clases de tal aumento del valor. Primero: Jos servdcios
/;
y,*" , . y _ , y,;
Y 7 C/ i -'’______ _
—reales o potenciales— de un bien, pueden alterarse automática ■f'/'iL,'
mente en el curso del tiempo, aumentando el valor del mismo. Un
bosque joven, y una bodega, son ejemplos que se mencionan con
frecuencia. ¿Qué ocurre en tales casos? Lo mismo el bosque que
■
! ■
el vino se transforman en bienes de mayor valor por procesos na
turales que precisan del tiempo. Pero sólo crecen físicamente hasta
alcanzar ese mayor valor; desde el punto de vista económico existe ;Í r
ya el mayor valor en los árboles pequeños del bosque joven, y en
el vino recién elaborado, porque depende de ellos, pstos arboles
y este vino deben tener —desde el punto de vista de los hechos
con los cuales nos hemos ya familiarizado— el mismo valoy que la
madera que ya puede ser cortada, y que el vino madurado En
la medida en que la madera y el vino pueden ser también vendidos ''-riíír,t
--“4,Si-"'
a los consumidores antes de haber madurado completamente, se
- preguntarán sus propietarios cuál de las dos alternativas dara mayor
rendimiento por período económico; dejar al tiempo que haga su
valor, o vender ahora y producir de nuevo. Escogerán la alternati
va que resulte en un mayor rendimiento, valorando en consonan
cia el vino y los árboles, y los seixñcios necesarios de la tierra y
del trabajo desde el comienzo mismo. En realidad no ocurre asi.
Pues el bosque y el vino aumentan continuamente de valor a me
dida que se aproximan a la madurez. Esto se debe, sim ernbargo, a
riesgo personal y material, especialmente al de vHa, y al hecho de que
existe ya el interés, haciendo al tiempo bajo ciertas condiciones un
elemento del costo, como veremos más adelante. Si no fuera por
tales factores no habría tal aumento de valor. Si se decide dejar al
bosque v al vino que maduren por más tiempo que lo qué se había íiíiy
proyectado al principio, se deberá sin duda a que se haya descu
bierto que es más ventajoso proceder de esa foima. e esta ece
entonces un nuevo método de empleo del bosque y del vino que
resultará indudablemente, en el momento de la decisión, en un alza
de valor. Pero no existe, en general, un crecimiento real y con • P lf
tinuo del valor con el transcurso del tiempo, como fenómeno pri Y Í t|
mario e independiente. ■• j „ ''•<*Mi?
En segundo lugar, sucede a veces que los servicios de un bien
: permanecen invariables, desde-el punto de vista físico, y que sin -í
embargo, crecen de valor con el tiempo. Esto solo puede deberse
a la aparición de una nueva demanda y es una consecuencia del
- desenvolvimiento. Es fácil apreciar cómo ha de considerarse. este ':fíj
caso. Si no se prevé el aumento de la demanda, existe una ganancia,
pero no de clase aue constituya un aumento permanente de valor.
Si se prevé, debe imputarse desde el principio al bien en cuestión,
j
«aiwiiiisliiisl^ lilla
176 d M e n v o l v im ie n t o e c o n ó m ic o
ÉiS
Í80 DESEN ^VOLVIMIENTO ECONÓMIOO
m
■ - INTEPfíS DEL CAPITAL
-bienes de producción que requieren con objeto de llevar a ia prácti
ca sus planes, existiría aún la ganancia del empresario, p e iy no J e b e -
ría abonarse rmigima p arte de ella e^i concepto de inteiós. N i exis
tiría ningim m o tivo para que com iderartm p arte de ella com o m teres
■sobre el '^capitar que gastan. Por ei contrario, para ellos sería ga
nancia y solamente ganancia todo lo que pudieran emo-olsaise por
'encima de los, costos.- Ei hecho de que otras personas disponen de
los bienes de producción necesarios es- lo que -obliga al empresaiio a
llamar en su ayuda-a! capitalista, para, que^éste elimine ios obstácu
los producidos por la propiedad privada de los medios de produc
ción, o por el derecho a disponer libremente de los servicios per
sonales propios. No es precisa tal ayuda, en U producción dentro
f :' de la corriente circular, pues pueden financiarse -las empresas en
funcionamiento con sus ingresos anteriores —como efectivamente ÍÍ0
ocurre__que corren hacia ellos sin la intervención de ningún orga
nismo capitalista. De aquí que no se esté ocultando nada esencial
de ia corriente circular si se supone que ia producci-on -se lleva ade
lante por medio de ios productos .de períodos precedeiites; pero en
el caso de nuevas combinaciones, no disponen ios empresarios de
productos con que procurarse sus medios cíe producción. Aqui^ in
terviene la función del capital, se hace evidente que no -puede existir
-nada correspondiente a él en una sociedad comunista, así como tam
poco en- la no comunista pero estacionaria.
II
I, 52.)’
■y-;-.
“CAI'' “s-. »
DESEF'JVOL VIMiENTO ECONÓMICO
|>ital (Kapmdge-wr/m), o bien por ''Interes originarlo” (w ísprün g-
íwheT Xms). Y esto no constituye en forma alguna la sustitución
inofensiva del interés-contractual por el capital obtenido en présta
mo ^por el ínteres sobre el capital propio, sino una nueva afirmación
según la c u al. la ganancia- del empresario es esencialmente interés
sobre el capital, ^Los neclios que relataremos a continuación tienen
C|iie naber contribuido a desviar a los investigadores dei buen ca
mino, según nuestro criterio.
^ En primer lugar es extraordinariamente obvia esta exposición de-
la -cuestión.^ La renta agrícola contractual es ciertamente sólo una
consecuencia .del fenómeno “originario”, a saber, de la'parte' del
pi-odiicto que es imputable” a la tierra. No es sino el rendimiento
-neto^de la.agricultura desde el punto- de vista del terrateniente. Los
salaria contractuales son solamente la consecuencia de la produc
tividad' económica del trabajo; son simplemente los rendi^entos
net^.de la producción desde el punto de vista del trabajador. ¿Por
que babria de ser de otr^ forma en e! caso del interés? No podre
mos legar a esa concisión sin razones especiales. La conclusión
de que existe .un interes originario correspondiente al contractual,
y de que^ el primero es tan ingreso típico del empresario como la
renta -de la tierra lo es dei terrateniente, parece totalmente natural,
casi evidente por sí-^misma. En la práctica el empresario calcula un
ínteres sobre el capital propio; y eso aparece como una sanción in-
tuontestable, si es que precisamos verdaderamente de alguna.
El excedente del valor de los productos sobre su costo es, pues,
en realidad el fenómeno fundamental del cual depende también el
ínteres. ¥ surge en las manos del empresario. ¿Debemos extrañar- ■
líos verdaderamente de que sólo se viera este problema, y que se
esperara que todo quedara resuelto con su solución? Los econo
mistas se acababan de libertar de las supersticiones de los mercanti-
iKtas, acostumbrándose a considerar los bienes concretos situados
tras el velo del dinero. ^Se subrayaba que el capital consiste en bie- '
nes concretos, estableciéndose la tendencia a considerarlo como^ un -
tactor productivo especial. Este punto de vista —una vez adopta
do— conduce directamente a considerar al interés como un ele-
..mentó del precio de las existencias- de bienes, identificándose simple
mente con lo que el empresario obtiene con su utilización. Como
ej ínteres procedía indudablemente de la ganancia, y representaba
una parte de ella, se perdió el sentido del segundo, que quedó con
vertido en interés en su mayor parte, y en forma automática, .tan ---
pronto como se conexionó el interés con los bienes concretos que: -
utiliza el empresario en la producción. Que los salarios no pueden
INTERÉS del CAPITAL.
Ki
DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
. interés, es: ¿de dónde procede? Los teóricos han tratado durante
; mas de un siglo de resolver este problema imposible, que en reaKdad
carece de sentido. r >'i
Nuestra posición es totalmente diferente. Cuando la teoría tra
dicional enlaza el interés contractual con las ganancias del empresa-
' punto que ella supone ser su
caso fundamental y después de esto, tiene que realizar aún la parte
mas importante de la tarea. Si logramos enlazar el interés c L la
pnancia del empesario, habremos resuelto todo el problema pues
las ganancias del empresario no son un caso especial del interés
. sino algo diferente de él, que ha sido ya explicado. La afin^ación
de que existe un interés sobre los préstamL, por existir m r ^ a -
nancia en los negocios”, sólo conserva su valor para la S -
valente, como una presentación más precisa de la cuestión rmen
■ 3"" valor explicativo. La p r e g u ^ r S e
donde procede la ganancia de los negodos? que exi<re a la teoría
; prevalente su trabajo más importante! está reluelta para L T r l s
^ quedándonos únicamente la cuestión de cómo surge^el interés dé
Ja ganancia del empresario. ® ue
Era preciso llamar la atención del lector sobre esta expresión
, _1 erente y mas estrecha de la cuestión en nuestro problema del
m eres, pues la objeción de que aquí no se hace más^que reducir
. el ínteres a ganancia en los negocios —cosa que la teoría ya hizo
hace tiem p o - sena particularmente molesta Por eso se L tific a
el énfasis lepetido sobre cosas que el propio lector podría haber
visto por si mismo. Pasaremos ahora a la sexta y últmia proposi-
cion de nuestra teoría del interés. ^ ^
■
" ^ , “■41'.-.
_ _^ ___ _
DESEm/OLVM lENTO ECONÓMICO '
rra -sexta projeosicióii: el-k iterés es im elem en to en el p recio de^ p o-
SrS/It“ """"" *
jü ta p roposición no adscribe, desde luego, al ood er de com ora
an papel p ro d u ctivo . Y sin em bargo, es rechazada c o r k m ayo ría
üe JOS tratadistas a In m n e, a pesar del hecho de q u e ‘el interés fla c
h a en el m ercado m onetario con la o fe rta y demanda de dinero ¡o
qne apunta indudablemente a nuestra interpretación,^! Podemos
que se m ojara si llu eve, com o que el interés bajará cuando se con- ■
r í í m ah l Y i g u a l a d de condiciones)
tin fp tl 1’ gobierno im prim iese papel m oneda y !o prestara
t , ® ¿no oajan a el interés? Y, ¿no p o d ría recibir de]
™ bla con suficiente claridad la cone-
Jo n del ínteres con los tipos de cam bio y ios m ovim ientos de oro5
S ™ “ ? ■" " ■ p ™
V sin em bargo, sólo han in trod u cid o estos conceptos funda
mentales en k discusión del interés pocos teóricos, de imbor™ ncia
m dgw ick presenta una in terp retación en k cual percibo e^n esenck
a-Ptlrktm’emT'' ™a teoría de la abstinencia. Pero
aterro mente a k sed es JTtaterme, el capítulo sobre el interés se
ocupa de el en el capítulo sobre el valor del dinero poniéndolo alM '
ou jelacion con este, y reconociendo la influencia de la-creación de
^odei de compra soore el interés con k siguiente afirmación: , he»
iamos de considerar que el banquero produce en gran oarte' d di- iil
n^o que presta, , , y q„e pued'e per¿itirse fácilmente la venm de
e.a mercancía a un precio bastante inferior -que el interés del ca
iif
^os c_ales n® podemos alegramos. Además, no.prove¿ una funda
mentación completa del proceso. FinaLmente no proporciona con
musiones posteriores para la teoría del interés, y!^sin embarco es m 5ii
ui
-M dirección, dado seguramente por in ñn encia de II
Macleod, Davenport se aplica mncho'más al
|l p
é. 2 el esmaio i l i
ll f c
!■
sob re la -B o ls a haciendo a k inm ediatam ente
S k e jp ? e S S - r "O d A fl™ :
Principies o f Política! Ec-o?zo?ny, 3® ed., p. 251
IN T E 5JS DEL CAPITAL 18 9
'
dmero, baja su Valor y por , í din,? ’ f»tnia: ai existe más
En asm ¿o hay nada^ £pedal N ^he d'“ ■
texto, pero suponyo q L “ r c o n tr ih í1 d 1 “ “i interpretación en el
mistas, impidiéndoles abordar la conexión L £ “ d iS m e ^ ñ t« & “
-«41-:
’nS#
Y es un oroceso de determinación de precios lo que hemos
de investigar, ^ oda operación individual de préstamos es nn cam
bio real. En el primer momento parece, quiza, un tanto raro que
se cambie una nSrcancía contra sí misma, por asi decir, pero d -
pués de los argumentos de Bóhm-Bawerk sobre ese punto, no bata
falta entrar en^etalles;^’ el cambio de lo presente “ ntra lo fu ^
no es más cambio de semejante contra semejante —y, por lo tant ,
~ ? d e s“ t i d o - que el cambio de una cosa en nn lugar por la
misma cosa en otro lugar. Lo mismo que puede cambiarse poder d
en S , lugar lon tra poder de compra en otro lugar, pue
de cambiarse poder de compra presente contraLuturo. analog
entre las transacciones de préstamo y el ^ ios es a
nhvia Que debe recomendarse a la atención dei lector.
S i’ co n seg u im o s d e m o stra r q u e e l p o d e r ad q u isitivo
e l m e rc a d o m o n e ta rio d eb e te n e r una “ ^ re e p u t u b )
c ie rta s circu n stan cias, q u e p a ra n o s o tro s sera el
v ím ie n to — se p ru e b a en to n ces te ó ric a m e n te la p o sib iü d ad de u n a
a flu e n c ia c o n tin u a de bien es a lo s p o seed o res de p o d e r a d q u isitiv o
H ” a f e a p u ed e o b te n e r en to n ces u n - g r e s ° " ero ^
q u e se c o m p o rta c o m o si su rg ie ra de
Hp m íe SUS fu e n te s n o so n p erm an en tes, desde e l p u n tp d e v i ^ a i
d iv id u a l V a p esar de se r resu lta d o s d e l d e se n v o lv im ie n to . Y n in -
r n r rie n te de b ien es c o m o u n re n d im ie n to n e to . , , , i
Podemos establecer ahora directamente la cuantía del valor t .-
tal d V tn a anualidad inteiminable. Debe -
S ? ™ Y ñ ? r f r i n t « é t q V r “ c^^^^^
te f- J -r _ “ ____ IH-
4'9Z^ : DESEÍWéLVÍMIENTO
miento neto. Procederemos ahora a presentar esa prueba, desenvol
viendo paso a paso nuestra ejiplicacion de! problema tan plurilateral
•que es el -interés, ' . .
SU i
DESENTOLVIMIENTO ECONÓMICO’
Los empresarios son los únicos que tienen una estimación mayor
por los bienes presentes que por los futuros, bajo nuestros supues
tos. Ellos solamente son los portadores de ese movimierito del mer
cado en favor del dinero presente, de esa demanda que eleva el
■precio del dinero sobre la par, tal como la definimos.
,, Los capitalistas del lado de la oferta se enfrentan a los empresa
rios del lado de la demanda. Partamos de la suposición que los
.medios de pago necesarios para la realización de la nueva combi
nación deben ser retirados de la corriente circular, y que no hay
creación de medios crediticios de pago. Además, no puede haber
grandes depósitos de poder de compra inactivo, pues consideramos
una economía sin resultados del desenvolvimiento anterior, ya que
aquellos depósitos sólo pueden ser creados por dicho desenvolvi
miento, como se mostró más arriba. Un capitalista será, en estas
condiciones, la persona que esté dispuesta a transferir una suma de
dinero al empresario retirándola de sus usos acostumbrados, o sea
por la restricción de sus gastos, bien sea en la producción o en el
consumo. Suponemos, además, que no apmenta de ninguna otra
forma la cantidad de dinero en el sistema, por ejemplo, por des
cubrimientos de minas de oro.
El cambio se desarrollará entre los empresarios y los poseedo
res de .dinero, procediendo como en cualquier otro caso. Tenemos
curvas definidas de oferta y demanda para todos los individuos que
cambian. La demanda del empresario está determinada por la ga
nancia que puede lograr con cierta suma de dinero, explotando las
posibihdades que están latentes ante él. Seguiremos la práctica de
considerar continuas dichas curvas, tal como hacemos en el caso ■
de otros bienes, a pesar de que un préstamo muy reducido, diga- ■
naos, de pocas unidades monetarias, no será de gran utilidad para *
el empresario, y que dichas curvas de demanda individual serán
discontinuas en ciertos puntos, a saber, allí donde sean posibles in- ;
novaciones importantes. La demanda del empresario bajará rápida
mente, quiza a cero, mas alia de un cierto punto, que es el determi- •
nado por la suma necesaria para llevar a cabo todos los planes que ■
ha proyectado, Pero esa circunstancia pierde gran parte de su im-
portancia considerando todo el proceso económico, o sea un gran
numero de empresarios. Imaginaremos, por tanto, que el empresa- '■=
rióles capaz de adscribir una cantidad determinada de ganancia a ■
las unidades monetarias individuales, desde cero hasta el límite que ■:ó
pueda existir para proposites prácticos, de la misma forma que el
individuo adscribe cierto valor a las unidades sucesivas de un bien, r í
Cualquier valoración normal de un individuo de su dinero dis- U
INTERÉS DEL GÁPITÁE’ 195
....
isliililp iiltt
INTERÉS DEL CAPITAL 197
Ü S s S ip lf
. ^ . j i K . — ,^ ^ _ ..^ ..,^ .._ i - i- v ^ |í^ _ _ ^
corriente circular debe ser soportada por una oferta real de bienes,
o deia de ser “efectiva”. La demanda del empresario de poder
adquisitivo no está sujeta a esa condición, en contraste con su de-
ín^da de los bienes concretos que requiera. ^ ^
Por el contrario, está restringida por la condición mucho
nos importante de que el empresario podrá más tarde pagar, a o
nando además intereses. Dado que el empresario no demandaría
crédito, aun no habiendo intereses, si no creyera poder lograr una
ganancia con ayuda del préstamo —pues de lo contrario no tendí la • v ilif
incentivo económico alguno para producir—, podremos decir tam
bién que la demanda del empresario se halla sujeta a la condición,
o es efectiva bajo la condición, de que pueda realizar una ganancia
con el préstamo. Y esto conduce a la relación entre la oferta y la
demancia. Pero el número de innovaciones posibles es práctica
mente ilimitado en cualquier clase de situación económica, como se
explicó en el segundo capítulo. Aun el sistema económico mas
rico no es absolutamente perfecto ni puede serlo. Siempre pueden
„ efectuarse mejoras, v la lucha por su implantación se halla siempre
limitada por las condiciones dadas y no por la perfección de lo
que exista. Todo paso hacia adelante abre nuevas posibilidades.
Toda mejora aleja aún más de la apariencia de perfección absoluta.
En consecuencia, la posibilidad de ganancia y con ella la demanda, .-s'ii'íM
potencial” no tiene límites. Consecuentemente será siempre mas
grande la demanda, con interés a cero, que la oferta, que es siempre
limitada. . j ■j
Sin embargo, estas posibilidades de ganancia carecen de poder
y de realidad si no están apoyadas por la personaUdad del empre
sario. Hasta ahora sabemos solamente que las innovaciones pro
ductoras de ganancias son “posibles” en la vida económica; no sa
bemos si serán siempre aceptadas por individuos concretos en tal
medida que sea siempre mayor la demanda de poder de qompra
con interés a cero, que la oferta. Podemos ir aún más lejos. El
hecho de que pueda existir un sistema económico^ sin desenvol-
vimientó, nos muestra que pueden no existir siquiera individuos
capaces de llevar a cabo dichas innovaciones o inclinados a hacer
las!^ ¿No cabe concluir de ello que puedan existir tales individuos
en número tan pequeño que no se agote lá oferta de poder de com
pra en lugar de ser insuficiente para la satisfacción de todos. o
habría creación de poder de compra, y desaparecería sencillamente
lá o'ferta total de medios crediticios de pago,^® si no existiera nm-
Para evitar malentendidos puede señalarse que sería posible que los
medios crediticios de pago afectaran a los cambios en la comente circuiai.
sSwíEíslí
208 DESENVOLVIMIENTO ECGNóMiCO
ra que también pueden resultar errores teóricos de la práctica de
ampliar k idea del interés más allá de su base real. ^
El “aspecto de interés” de los rendimientos es un punto de vista
inofensivo solo en el caso de rendimientos permanentes, esto es,
rentas y entradas permanentes de monopolio, pero no en los de
mas casos. Consideremos, primero, el ejemplo del alto horno con
objeto de mostrarlo. El comprador del mismo recibe bajo nues
tros supuestos una cantidad suficiente para adquirir (durante la
Vida de dicha instalación) su amortización y el interés de su ca
pital, que suponemos consume como ingreso. Ahora bien, si no se
altera ninguna condición económica, cuando se agote el primero
puede construir otro horno de la misma clase y con el mismo costo
que el antiguo,3° Pero si esos costos son más elevados que origi
nariamente, ei individuo en cuestión debe añadir alguna cantidad
a su fondo de amortización con objeto de poder hacerles frente.
/ el horno no le rendirá en ese caso un rendimiento neto. Ahora
bien, SI el comprador del homo apreciara ese hecho con claridad,
Uv.. construiría la nueva instalación, empleando por el contrario la
recuperada en otra parte. Si no lo apreciara, si se engañara
por el interés, saldría perdiendo en la operación, a pesa'r de que el
vendedor, por su parte, también haya sufrido pérdidas y de que
3,, comprador haya pensado que realizaba una buena inversión de
sus rondos. El caso nos llena de perplejidad en el' primer momen-
Lero no añadiré una palabra de explicación, pues el problema
oeoe ser claro para el lector que le conceda la atención debida.
aks casos no son raros en la práctica, y son la consecuencia de
-C costumbre de atribuir rendimientos netos permanentes a bienes
que no los dan. Claro que hay otros errores que pueden conducir
pamcien a los mismos desengaños. O bien pueden dejar de materia-
..-Zarse tales desengaños como consecuencia de circunstancias par-
alármente favorables. Pero creo que todo el mundo puede en
contrar en su experiencia pruebas más que suficientes para abonar Ü
lo que se ha dicho.
Ti caso es similar si existen de veras los rendimientos netos, pero
no son permanentes; si, por ejemplo, un negocio rinde algunas cuo-
_as ae ganancia de empresario, o ingresos temporales de monopolio,
o ruay-rentas. Si a pesar de ello nos referimos a tales cosas como
portadoras de interés, no existe peligro en ello mientras recordemos
3._ carácter temporal de tales rendimientos. Pero en el momento'.en
-S lector verá que la argumentación no se altera si asumimos que el
-Oiiipr.idor qae desea mantener en uso el homo— no lo deja perecer cons-
.-‘uj^andolo de nuevo, sino que lo mantiene constantemente por reparaciones.
ELI
-" r^.
§ 16. Queda aún por ver hasta qué punto es esta teoría un ins
trumento eficiente de análisis del material estadístico, y de la in
vestigación de las cuestiones que surgen en relación con el inte
rés. Parece acercar a la teoría pura los hechos del dinero, crédito,
y banca, más que cualquier otra interpretación. El autor espera
someter los resultados de su trabajo según estas directrices en un
libro que ha de publicarse en un futuro próximo, y en el cual se
estudian problemas tales como la índole de la relación entre reser
vas en oro e interés, influencia del sistema monetario sobre el in
terés, diferencias del tipo de interés en distintos países, y correla
ción entre tipos de cambio y de interés.
Nuestra argumentación debiera explicar también el movimien
to en el tiempo del tipo de interés. De hechos de esa naturaleza
es de los que puede esperarse la comprobación de la idea funda
mental. Si el interés de la vida de negocios —lo que se denomina
generalmente “interés productivo”— tiene sus raíces en la ganan
cia del empresario, ambos fenómenos deben moverse paralelamen
te. Esto es de hecho cierto en las fluctuaciones de período corto.
En períodos más largos encontramos también alguna relación entre
la persistencia de nuevas combinaciones y el interés, pero existen
tantos elementos que han de tenerse en cuenta, y permanecen tan i
•<- j
imperfectamente iguales “las demás cosas” en cuanto vamos más
allá de —^por ejemplo— una década, que se hace extremadamente
difícil la comprobación. Debe tenerse en cuenta en tal caso no
solamente la intensidad de aparición del gobierno en el mercado de
préstamos, las migraciones de capitales, y los movimientos del ni -
vel general de los precios, sino que existen también cuestiones más
delicadas que no pueden abordarse aquí. '1
No existe nada en nuestra teoría que apoye el viejo punto de
vista —que ha adquirido para muchas personas el valor de un dog
ma, a partir de los economistas clásicos— de que el interés ha de
mostrar por fuerza una tendencia secular a la baja. Puede mostrar
se, sin embargo, que da impresión afirmativa, tan fuerte, que pare
cen presentar los hechos, se debe en gran parte al elemento de
riesgo, que explica los datos medievales; y que el tipo real de in
terés no muestra ninguna tendencia secular, verificando, más que
desaprobando, su historia la interpretación que hemos dado aquí. a
212 ' ' DESENVOL’I/IAÍIENTO ECONÓMICO ' ■T, '/- '
.: • ^ Estas observaciones deben bastar. Creo que el lector encontra-
rá en mi argumentación, por imprecisa que se halle y por muchas
modificaciones que requiera, algunos elementos para ia compren
sión de aqueUa parte de los fenómenos económicos que ha presen-
taüo mayores dificultades hasta el presente. Sólo’ teng'O una cosa
que añadir: he tratado de explicar’ el fenómeno dei interés, pero
en lorma alguna de justiricario. Pues no es, lo mismo que ia ga
nancia, un fruto directo del desenvolvimiento, en el sentido de un
premio por sus logros. Por el contrario, es más bien un freno
e — — necesario en una economía de cambio— al desenvolvimiento;
una especie de “impuesto sobre la ganancia dei empresario”. Cier
tamente que no es eso suficiente para condenarlo, aun en el caso
de que se incluyan, entre las tareas de nuestra ciencia, la conde
nación o aprobación de las cosas. Contra el veredicto condenato
rio podemos afirmar la importancia de este “faro del sistema eco
nómico”, concluyendo que el interés retira solamente del empresario
10 que ae otro modo habría ido a parar a sus manos, pero sin qui
tar esos montantes a otras clases, fuera del caso del crédito ai con-
, sumo, o dei crédito “productivo-consuntivo”,. Pero este hecho, uni
do a la consideración de que el interés no es un elemento necesario
de todas las organizaciones económicas, traerá siempre por resultado
que el critico de las condiciones sociales encuentre más cosas que
. obietar en el interés que en otra cosa cualquiera. Per eso es im
portante afirmar que el interés es solamente la consecuencia de un
método especia] de llevar nuevas com.binaciones a la práctica, y
; que ese método puede ser modificado con mayor facilidad que
• cualquier otra institución fundamental del sistema de la competencia.
Ül
IIP
______ ______________________
C A P ÍT U L O VI
EL CICLO ECONÓMICO
O B SE R V A C IO N E S P R E L IP v í IN A K E S
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’ci<XO"ÉCONóKir(XS' -:. "" ' 215 ^ *
d.bV.T.
* _____ __
ñb- ■ ■ /e l . CICLO ECONÓMICO ' '
-En segundo lugar, las crisis pueden o no, ser susceptibles de una
explicación puramente económica, bien sean fenómenos homogé
neos o heterogéneos. Indudablemente es innegable que las crisis
pertenecen esencialmente a la esfera económica. Pero no es cierto
en forma alguna que correspondan a la naturaleza del sistema eco
nómico, o a una clase de sistema, e-n el sentido de que habrían de
resultar necesariamente del funcionamiento de los factores econó
micos abandonados a su libre juego. Por el contrario, sena perfec
tamente posible que existieran las verdaderas causas de las crisis
fuera de la esfera puramente económica; esto es: que fueran con
secuencias de perturbaciones que actuaran sobre la misma desde el
exterior. La frecuencia y la pretendida regularidad de las crisis no
serían por sí solas un argumento concluyente, pues podría concc':-
birse sin dificultad que ocurrieran tales perturbaciones con fre
cuencia en la vida práctica. Una crisis sería en tal caso simplemente
el proceso por el cual la vida económica se adapta a las nuevas
condiciones.
En relación con el primer punto podemos afirmar de antemano
lo siguiente. Si hablamos de crisis cuando se tropieza con grandes
perturbaciones, entonces no existe otro atributo común que el pro
pio hecho de la perturbación. Por el momento es conveniente
concebir las crisis en este sentido amplio. Los procesos económicos
pueden dividirse entonces en tres clases diferentes: los del proceso
de la corriente circular, los del desenvolvimiento, y los que impiden
el curso regular de este último. Y este arreglo no esta tan alejado
de la realidad. Podemos mantener separadamente los tres en la vida
real. Y solamente un, análisis más detallado podría decirnos si uno
de ellos cae sobre el dominio de uno de los dos restantes.
La ausencia de un atributo general en las perturbaciones está
probado por la historia de las crisis. Aquellas se han producido en
cualquier lugar concebible del cuerpo económico, y más aún en mo
dos diferentes, y en lugares distintos. Aparecen a veces del lado
de la oferta, y otras del de la demanda: en el primer caso a veces
en la producción técnica, y a veces en el mercado o en las rela
ciones de crédito; en el segundo caso, a veces por cambios en la
dirección de la demanda (por ejemplo, cambios en la rnoda) ,y ^
veces por alteraciones en el poder de compra a disposición de los
consumidores. En la mayoría de los casos los diversos grupos in
dustriales no sufren en la misma forma, sino que primero titio pa
dece más, y después otro. Otras veces se caracteriza la crisis por
una ruptura del sistema crediticio que afecta especialmente a loy
■ capitalistas, mientras que otras veces son los obreros o los terrate-
EL a C L O ECONÓMICO 221
.r- . :
■^:;T-”::T";7Ly'W
.-.y-
2t4 d é se n v
ECONÓMICO
cuestión—^no podrá medirse con todos los intentos analíticos de
mayores alcances, que traten de proporcionar un aparato oara la
totai comprensión del curso real de las cosas. ^
La^ Cuestión puede formularse ahora como sigue: ¿por qué no
procede el desenvolvimiento económico, en nuestro sentido con
la misma regularidad con que crecen los árboles, sino a saltos?
Qjror que presenta esas alzas y bajas características?
'.-y
EL CICLO ECONÓMICO 225
-------------
DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
-- tr.í - J
DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
inente una circunstancia que apoya y da mayor peso, pero no una
causa primaria, necesaria a la comprensión dei principio. Habría
aún movimientos cíclicos —si bien en forma mas suave— aun en
el caso de que nadie hiciera algo que pudiera ser descrito como
falso aesde su punto de vista; aun en el caso de que no hubiera
errores ’ comerciales o técnicos, o “fiebre especulativa”, o pesi
mismo 11' optimismo sin fundamento; aun en el caso de que todos
dispusieran de amplia visión del futuro. La situación objetiva' que
crea por fuerza el auge explica suficientemente la naturaleza -de la
cosad~‘3 como se verá más adelante.
b) ¿Por que no aparecen continuamente los empresarios, o sea
inoividualmente, en cada intervalo escogido apropiadamente, sino ■
en gxupos? Exclusmaiitente p o r el h ech o d e q ue la ápccricién d e uno
o '¡cws em presarios fcícüitct la d e otros^ y éstos a su veiz la d e n u evos
gru p o s y cada vez_ en m a yor núm.eii--o.
Kso significa en primer lugar que es difícil llevar a cabo las
noevas combinaciones por las razones api|ntadas en el capítulo se
gundo, siendo solamente accesibles a personas de cualidades deter
minadas, como puede apreciarse más fácilmente con un ejemplo de
tiempos mas remotos, o por la situación económica del estadio que
se parece a la economía sin desenvolvimiento, o sea el estadio de
esLancamiento avanzado. Son pocos los homljres que poseen esas
■cuaiiaades de dirección, y solamente unos -pocos de éstos pueden
conseguirse el éxito en una situación- que no es aún una expansión.
P'SiO SI uno o pocos han avanzado con éxito, desaparecen muchas
deyas dificultades. Otros seguirán a'estos pioneros, cosa que harán'
bajo ei estímulo del éxito que puede obtenerse. Su éxito hace de
nuevo más sencillo —por la anulación creciente de los obstáculos
analizados en el capítulo ii— seguir sus pasos, hasta que se haga fa- '
miliar la innovación, y su aceptación sea cuestión de libre elección. -'
^Ln segundo lugar, hemos visto que las cualidades del empre
sario, como todas las demás cualidades, se distribuyen en un grupo
emicamente homogéneo según la ley dei error, siendo progresiva
mente mayor el numero de individuos que satisfacen exigencias ;
inferiores a las de la escala de empresarios en potencia. De aquí
que, eliminando casos especiales —entre los cuales podemos men-
Ix> -que no significa que se niegue la impO'rtancia práctica del elemento
-yror , ni de ios que se -designan generalmente como “fiebre especulativa”,
i^aude , categoría en la cual entra también la sobreproducción. Afir
mamos solamente que todas estas cosas son -en parte consecuencias, y que aun
SI no fuera ese el caso, no podría comprenderse a base de ellas la naturaleza
del fenómeno. -. _
EL a C L O ECONÓMICO 229
.'rfiv.T.i
"230 DESENVOLVIMIENTO'ECONÓMICO
4 -^
' -r 1 "j
232 DESENyOL'VIMIENTO' ECONÓMICO
cían sólo mediante 'nuevo poder ■adquisitivo, y que ocupan su lugar
al lado de negocios que pertenecen estrictamente a la corriente
circular y opéran sin ganancia y que, como consecuencia del -au
mento eñ los costos, comienzan a producir con pérdida. La realidad
contradice esta construcción menos de lo que imaginamos. De
hecho sólo a causa de la atmósfera que cubre el período de- expan
sión puede esconderse el hecho de que a poco de empezar y en tanto
que se exprese, siempre en la demanda aumentada, el auge significa^
calamidades para muchos productores, aunque disminuyen criándo
se produce el alza de los precios de sus productos. Esta perturba
ción es una forma- del proceso por el cual se retiran los medios de'---
produccion de los viejos negocios, quedando libres para nuevos pro
pósitos, como se explicó en el' capítulo ii. " .
jEn segundo lugar, los productos nuevos llegan ai mercado al
cabo de algunos años, o bien más pronto, y compiten con los anti
guos; el complemento en mercancías del poder adquisitivo previa
mente creado —que en teoría compensa a este último con creces—
entra en la corriente circular. Las consecuencias de este proceso
se Hallan tamoien moderadas en la práctica por las causas mencio
nadas en^ la sección precedente y, además, por el hecho de que como
algunas inversiones están lejos de los productos acabados este com
plemento aparece en forma gradual. Pero eso no afecta la natu
raleza del proceso. Al comienzo de la expansión suben los-costos^
en IOS negocios viejos; mas tarde se reducen las entradas en aquellas
empresas con las cuales compite la innovación, y más adelante en-
íodos los viejos negocios, en la medida en que cambie la demanda
de los consumidores en favor de la innovación. Aparte de la posi- ■
Mlidad de obtener ganancias —secundariamente—' procedentes de -
■ja influencia de la innovación, su trabajo con pérdida sólo se ocul-■
tara por la engañosa cuasi-renta que sólo es efectiva temporalmente.
'V esto es así únicamente porque los negocios antiguos están en su
mayor parte bien establecidos-y aparecen como dignos receptores
de crédito, por lo que su trabajo a pérdida no conduce al dermm-
be inmediato. El fracaso parcial de las empresas antiguas afecta al - lili
éxito de las nuevas. Y este fracaso se modera por el hecho —que'
encaja tan bien en el marco de nuestra interpretación— de que la
expansión no es nunca general al principio, sino que converge sobre
una o algunas ramas de la industria, dejando inalteradas a las de
más, y no afectándolas sino subsiguientemente y en fo-rma secun-'"'
daría. Si los empresarios aparecen en masse, ocurre igual con su s'-
productos, por fabricar los primeros cosas muy semejantes, y de' ^
allí que aparezcan sus productos en ■el mercado en forma casi s i- ■ -
iiiíi
EL^' -'éíCLO EGONÓMIGG 233
Lr
’ 'i- J
SSSs
238 DESEKr-VOtVIMIENTO ECONÓMICO
prácticamente en todos lados— y cuando ios bancos prestan su apo
yo, resiste con éxito ■temporal, de forma que el nivel de precios
máximo es a menudo posterior al punto culminante. Es tarea fun
damental de la investigación de las crisis el llegar a establecer todas-
estas cosas. Pero baste aquí señalar ■
—sin mayor sustentación— que
todo eso no altera la esencia del asunto en mayor grado que ios
fenómenos análogos en otros campos (a los que antes hice referen
cia) apoyan-las objeciones contra ia teoría de los precios.
El curso de los hechos en los períodos de depresión presenta
un cuadro de inseguridades e irregularidades que interpretamos
como una lucha por un nuevo punto de equüibrio, o de adaptación
a una situación general que se ha modificado en forma relativa-'
mente rápida y considerable. La incertidumbre y la irregularidad
son muy comprensibles. Los datos acostumbrados se alteran para'
todos los negocios. Pero la extensión y la naturaleza de la altera
ción no pueden aprenderse sino por la experiencia. Existen nue '■-'il'
vos competidores; dejan de aparecer viejos clientes y corredores;
debe encontrarse la actitud correcta frente a los nuevos hechos eco
nómicos; pueden ocurrir en cualquier momento sucesos incaicula- ■
bles, como negativas insospechadas de concesión de crédito. El
■'■''mero hombre de negocios” debe hacer frente a problemas que se ha--
llan, fuera de su rutina, problemas a los cuales no se halla acostum--
brado, y frente a los cuales comete errores que se convierten en
fuentes secundarias de malestares posteriores. La especulación es una ■
nueva causa, por la situación difícil en que coloca a los especulá-'
dores, lo- mismo que por el hecho de que estos últimos prevén una
nueva baja de precios, de forma que todos esos elementos bien co
nocidos se agregan unos a otros para aumentarse mutuamente' en
sus efectos. En ninguna, parte pueden apreciarse los resultados fa
nales; puntos débñes que no tienen por sí mismo nada que ver -con
las crisis que pueden presentarse en cualquier lugar. La,.contrae-'-'
ción o la expansión de negocios puede resultar finalmente el tipo,
correcto de reacción, sin que puedan darse por el momento ra
zones fidedignas para ninguna de dichas soluciones. Esta compli
cación y falta de claridad de la situación —que utiliza en mi op-i- --
nión -k teoría en forma no fundada para explicar das causas de la
depresión— resulta al final un factor importante en la explicación
del curso real de los acontecimientos.
La inseguridad de los datos y los valores que trae el nuevo re- ■
ajuste, las pérdidas que ocurren aparentemente en forma irregular ■
e incalculable, crean la-atmósfera característica de, los períodos de -
depresión. Aquellos elementos especulativos que confirman da opi-
:e l "-o g l d ':' 239
ES
DESENVQLVIMÍENTO ECONÓMICO
■v‘
-Y'v' V is ü
ÉL Ciclo e co n ó m ico
puede hablarse de un proceso selectivo en las crisis solamente con ;
una salvedad importante; pues es la empresa que esté mejbx:apo.^-y:<.^.^^^^ ■
da, y no la más perfecta, quien tiene mas probabilidad de*'spbx^viyi^-;
a la crisis. Pero eso no afecta a la naturaleza del fenómend."'... _ .
II
^é
-I»
§ 5. A pesar de ser natural que resulte peligroso para ios ele-,
mentos más vigorosos del sistema económico el reajuste y reabsor
ción que constituyen el período de la depresión, para aquellas que
precisamente más hacen por crear el t07zo del mundo de los nego
cios, y a pesar de que aniquile muchos valores y existencias, aun
cuándo todo ocurra con perfección ideal, dejará, sin embargo, de
comprenderse su naturaleza y efectos si se observan solamente por
el aspecto de cesación del impulso hacia la prosperidad o se descri-r
ben meramente por sus caracteres negativos. Hay lados más alegres
en todo el fenómeno que lo caracterizan aún más que las cosas ya
indicadas.
En primer lugar la depresión conduce, como ya se ha indica
do, a una nueva posición de equilibrio. Para convencernos de que
todo lo que ocurre en ella debe ser comprendido desde este punto
de vista, y carece sólo aparentemente de significado y de ordena
ción, consideremos de nuevo la conducta dé los hombres durante
una depresión. Deben adaptarse a las perturbaciones causadas por
la expansión, esto es, por la aparición en grupos de nuevas com
binaciones, así como sus productos, por su aparición al lado de los
negocios viejos, y por la unilateralidad de dicha aparición. Los vie
jos negocios —esto es, teóricamente todos los existentes, con excep
ción de los aparecidos durante la expansión, y la excepción ulterior
práctica de aquellos alejados del peligró por su posición de mono
polio, posesión de ventajas particulares, o técnica superior durade
ra— se encuentran ante tres posibilidades: decaer, si son inadapta
bles por razones objetivas o personales; recoger velas y tratar de .
sobrevivir en una posición modesta; en fin, dedicarse a otra rama
de la producción por sus propios recursos o con ayuda exterior, o
bien adoptar otros métodos comerciales o técnicos que signifiquen
la extensión de la producción a un costo menor por unidad. Los
nuevos negocios deben hacer frente a su primera prueba, que es
mucho más difícil de la que tendrían que soportar si aparecieran ' ~
Gontinuamente y no en bandadas. Una vez establecidos, deben in- . .:r^VÍ
corporarse a la corriente circular, y a pesar de que no se cometie
ran errores en su fundación, revisarse en müchos respectos. Se les
enfrentan problemas y posibilidades similares a los que han de ha- É
cer frente los viejos negocios, si bien surgen éstas de causas dife-
sus
'b:'
EL a C L O ECONÓMI03 247
En la expansión deben subir los salarios. Pues la nueva deman
da —primero de ios empresarios y luego de todos aquellos que ex
tienden sus operaciones a medida que sube la segunda onda— es
fundamentalmente una demanda de salarios, v eso en forma directa
e indirecta. Por tanto, debe aumentar primero ia ocupación y con
ella la suma total de los salarios del trabajo, después la paga indi
vidual y, por tanto, ios ingresos del trabajador. La demanda au
mentada de bienes de consumo procede de esta alza de salarios,
resultando en una elevación del nivel general de los precios. Y de
bido al hecho de que parte de los ingresos de los terratenientes, que
están coordinados teóricamente con los de los obreros, no se elevan
con los salarios por las razones mencionadas, y que no aumentan
en absoluto los ingresos fijos, es meramente nominal el alza total
de salarios, pero es equivalente a. un ingreso real mayor para el
trabajo, y a su vez a una parte mayor en el producto social que no
ha aumentado aún. Este es un caso especial de la siguiente verdad
general: ninguna inflación puede ser inmediatamente perjudicial a
los intereses de los trabajadYres, en tanto que el poder de compra
nuevamente creado opere, primero sobre los salarios y más tarde
sobre los precios de los bienes de consumo. Solamente en tanto que
no sea éste el caso, o cuando al alza de salarios se enfrenten obs
táculos externos (como, por ejemplo, durante la guerra), pueden
permanecer retrasados ios salarios-® en la forma descrita tantas veces.
Si la inflación es el vehículo de un exceso del consumo, como en
de lujo más que a aquellas que producen productos alimenticios. Lo que
tiene interés teórico en este problema ha sido ya tratado en distintos lugares-
en este capítulo.
28 La comprobación estadística de esta teoría encuentra varias dificulta
des. En primer lugar, no se extienden suficientemente hacia el pasado los
datos a nuestra disposición sobre los precios al por menor de los artículos
consumidos por los trabajadores, y el simple movimiento de los salarios no
minales no significa nada; pero si nos contentásemos con estos últimos datos,
podríamos comprobar nuestras hipótesis. La medida del volumen de empleo
de mano de obra es aún menos satisfactoria, y, sin embargo, no podemos ca
recer de ella para la comprobación de nuestra teoría. Antes de la guerra no
era posible medir el trabajo en jomadas reducidas y tampoco el paro obrero
total, salvo con cifras de los sindicatos obreros y censos ocasionales. Hoy
sería mucho más factible, pero por razones ya indicadas sólo entran en nues
tra consideración las cifras de la pre-guerra. Disponemos ahora de una obra
que trata de determinar lo que precisamos, .que es “Real Wages and the
Standard of Confort since 1850”, publicada por G. H. Wood en el Jourrial of
the Roy al Statistical Society (marzo, 1909). Se extiende hasta 1902 y confir
ma nuestros supuestos. Sin embargo, aparece al final del siglo un movimiento
no cíclico y secular que perturba el cuadro, y que supone también una abe-
iii
EL ,a C L O ECONÓMICO 249
alza que podría esperarse de acuerdo con nuestra teoría queda; ií®Ít
oculta en realidad I>or la aparición de la siguiente expansión;; -
a) En primer lugar, se destrozan muchas empresas, y quedan
otras muchas reducidas a la inacción, a causa de los hechos que he
mos denominado la inseguridad y aparente irregularidad de los datos
y sucesos del período de depresión, y aún más por los pánicos y
errores provocados por el curso anormal de los hechos. Y eso re
sulta, entre otras -cosas, en paro obrero, cuyo carácter esencialmente
temporal no altera el hecho de que es una gran desgracia, aniqui
ladora bajo ciertas condiciones, para todos aquellos a quienes con
cierne, y que el miedo a ella -^precisamente por la imposibilidad
de poder calcular su aparición— contribuye esencialmente a la at
mósfera de depresión, ^ t a desocupación es típica de los períodos
de depresión, y origen de ofertas de trabajo impulsadas por el pá
nico, resultando, por tanto, en la pérdida de mucho terreno ganado
previamente por los sindicatos, y a veces también en una presión
severa sobre los salarios cuyo efecto puede ser mayor de lo que
podría esperarse a base del número de los sin trabajo.
Debemos distinguir de lo anterior el hecho de que las nucr
vas empresas eliminan completamente a los viejos negocios o bien
los obliguen a restringir sus operaciones. Indudablemente que se en
frenta a la desocupación, causada en tal forma, la nueva demanda
de trabajo de los nuevos negocios. Y hasta qué punto sobrepasa
esta demanda la desocupación provocada, se ve por el ejemplo de la
diligencia y el ferrocarril. Pero eso no ha de ser así por fuerza, y
aunque lo sea pueden presentarse fricciones y dificultades que pe
sen en forma desporporcionada en la balanza, en caso de funcÍG-_
namiento defectuoso del mercado del trabajo.
c) La nueva demanda de trabajo mencionada más arriba surge
cuando la prosperidad se halla en camino, y pierde su importancia
por el hecho de que cesa la demanda de los empresarios por él tra
bajo que han creado las nuevas inversiones. . ' ‘Lti
d ) La expansión supone, por lo general, un paso en el sentido
de la mecanización del proceso productivo, y de ahí necesaria-;
mente una disminución de la cantidad de trabajo requerida por
unidad de producto; envuelve también con frecuencia —si bien no
es obligado— una disminución de la cantidad de trabajo solicitada
en la industria en cuestión, a pesar de la expansión de la produc
ción que resulta. La desocupación tecnológica aparece, pues, como
un componente de la desocupación cíclica, y debe ser contrastada
con ella, como si no tuviera nada que ver con el ciclo.
Este elemento que se presenta en casi todas las depresiones, pro-^ *
25C DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
vo3£ grandes j penosas dificultades que por suerte suelen ser sólo
transitorias®^' Porque-la demanda total real de trabajo no puede
■íbajar permanentemente por -regla general, _^pues aun desdeñando
i cuaiquier compensación y todos los elementos secundarios, el- gasto'
^-'de aquella parte de la ganancia dei empresario que no haya sido
destruida por la baja de precios impide con facilidad una contrae--
■ción perpema» Aun en el caso de que fuera empleada solamente en
te i consumo, debe resolverse en salarios (y rentas, pues todo esto es
r-apiicable- a -ellas también)'. Tiene lugar un aumento en la demanda ■
"■-real de trabajo cuando se hacen inversiones, -demanda cuya inten--
rsidad depende, como es natural, de la extensión con que se -haya-
invertido. ■
e) La expansión puede . rebajar, directamente o por sus efec-
>.tos, ia demanda real de trabajo (y, en forma permanente) sólo, en
;--:un sentido: si desvía lo bastante en ia nueva combinación la impor
tan cia marginal relativa de la tierra y el trabajo que se daba en la
"■-antigua combinación productiva, en desventaja del- trabajo. Pues
-.:-'-p-uede bajar en ese caso no solamente la participación del trabajo
-í'en'-ei oroducto 'social, sino también la cuantía absoluta de sus in--
"gresos reales. Es de mayor importancia práctica que este caso —-que
■:"de nuevo no precisa ser- de carácter permanente— una desvia- i
cción -de la demanda en favor de los medios de produción produci-'
í-'dos existentes.
' Con esta salvedad, volvemos a nuestra conclusión: que la na-
-turaíeza económica de la depresión reside en la difusión de los re-
■^"suitados de la expansión a través de ia totalidad del sistema eco-
-.■■-'nómico, por el mecanismo de la lucha por el equilibrio; y que
"Solamente reacciones temporales, que son precisas sólo en parte al
Isistema, ocultan esta característica fundamental y - producen la at-
tmósfera expresada en la palabra “depresión”, lo mismo que la re-
ípercusió-n que-exhiben aun los, índices que no . pertenecen (por ló
amenos en forma exclusiva) ■a la esfera -del dinero, crédito y precios -'i?
?.y no reflejan simplemente la deflación automática característica
':-de. ia depresión. .
§ J El comienzo de una crisis inicia un curso anormal de acon- Si
.X'-tecimientos, o lo que .es anormal en el curso de los acontecimientos.
Como liemos señalado, no plantea una nueva cuestión teórica. Nues-
f-xtro análisis-' nos muestra que los -pánicos, quiebras, -rupturas- del
sistema crediticio, etc., no necesitan aparecer, pero p u ed en aparecer
"/éase sobre ello- mi artículo “Das 'Grundprinzip der Verteiiungslehxe”
-Aea el A fc h iv jü r Sozialivissemchaft und Sozicdpolitik {yoI. Al).
1,
&.L-
EL CICLO ECONÓMICO' 251
' fácilmente en el punto en el cual se -transforma ia -prosperidad en -
depresión. El peligro persiste por algún tiempo, pero es tanto mase
-pequeño cuanto mejor "haya realizado sií labor el proceso de la
depresión.®^ Si se presenta el pánico, se transforman en causas inde
pendientes —cosa que no hubieran sido en el curso normal de los
hechos— los errores que se cometen primeramente en tal situación,
o quedan destacados por ella los estados de opinión pública, etc.;
se transforman en causas de una depresión que exhibe característi
cas diferentes y conducen a resultados distintos de los normales. El
equilibrio establecido por último, no es igual al que se hubiera' es-,
tablecido en otra forma. Los errores graves y la destrucción no,
pueden ser reparados .de nuevo, y crean situaciones que a su vez-
provocan nuevos efectos que deben resolverse por sí mismos; sig
nifican nuevas perturbaciones e imponen procesos de adaptación
que hubieran sido superfluos de otro modo. La distinción 'entre:
curso normal y anormal de los hechos es muy importante, no sola
mente para la comprensión de la naUaraleza de las cosas, sino tam
bién para las cuestiones teóricas y prácticas y relacionadas con ella.
Hemos visto —en contraste con una doctrina que ve en el ciclo
económico un fenómeno monetario, o que tiene sus raíces en el
crédito bancario, teoría que está especialmente asociada hoy día-
con los nombres de Keynes, Fisher y Hawtrey, y con ia política
de la Federal Reserve Board-— que no carecen de significado y fun
ción las ganancias obtenidas en la expansión ni las pérdidas de la
depresión. Por el contrario, allí donde representa aún su papel
32 Á. medida que continúa la depresión, se hace más pequeño el peligro
de un colapso del sistema económico y de su sistema de crédito. Esta afir
mación es compatible con el hecho de que no ocurran la mayor parte de las
quiebras en lo próximo al punto culminante, sino más tarde, y a veces cuando
ha pasado ya el peligro. Pues la herida mortal de una empresa no provoca
su presentación inmediata ante los tribunales de quiebras. Por el contrario, lo
resiste cada uno tanto como le sea posible. Y muchas empresas pueden ha
cerlo por tiempo más o menos largo, esperando —^lo mismo que sus acreedo
res—^-que sean más favorables los tiempos. Deliberan, recurren a prórrogas,
buscan nuevos apoyos, a veces con éxito, o por lo menos con el éxito d&
conseguir la liquidación voluntaria; pero otras veces sin éxito. Pero, sin em-r
bargo, consiguen en ese caso postergar la muerte que sobreviene a veces en
el próximo movimiento alcista, teniendo lugar el naufragio a la vista de tierra.
Ese no es el resultado de nuevos desastres, cuyo peligro se reduce progresiva^’'
mente, sino que es la consecuencia de los que ocurrieron hace ya tiempo.
Aquí, como en todas partes, nos interesamos por causas primarias, y por el
factor característico de la explicación, y no por la cuestión de la aparición
de los efectos. Eso crea una discrepancia aparente entre nuestra teoría y la
observación, pero tal discrepancia sólo puede transformarse en objeción si se
muestra" que nó está explicada satisfactoriamente.
252 DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO
el empresario privado, en competencia con sus iguales, son elemen
tos esenciales del desenvolvimiento que no pueden eliminarse sin
; destruir este último. íE^te sistema económico no puede pasarse sin la
raízo representada por la destrucción completa de aquellos
seres que pudiéramos denominar inadaptados sin-esperanzas de sal
ivación. Pero las pérdidas y la destrucción que acompañan al curso
-anormal de los hechos, carecen re a lin e n te de significado y de fun
ciones. La justificación de las varias propuestas de una profilaxis
Y terapéutica de las crisis descansa principalmente sobre ellas. El
- otro punto de vista sano de la fpolítica de remedio, es el hecho de
que aun la propia depresión normal —y mucho más la anormal-—
afecta a individuos que no tienen nada que ver con el significado
- y la causa del ciclo, y sobre todo a los obreros.
Ed remedio más importante á la l(m g u e, y el único no expuesto
;a objeciones, es la mejora de los pronósticos del ciclo económico.
La mayor familiaridad de los hombres de negocios con el ciclo, es
(junto con la trustificación progresiva) la causa verdadera de la de-
.bilitaeión cada vez mayor de los fenómenos verdaderos de la crisis
(hay que tener en cuenta que no encajan aquí los hechos provo
cados por la guerra, ni los tiempos como el período de la pos- '-i#.
; guerra) .3^ La postergación de nuevas construcciones por parte de
Jas empresas del estado o grandes combinaciones a períodos de cri
sis, aparece desde nuestro punto de vista como una moderación de
las consecuencias de la aparición en grupos de las nuevas combi-
-naciones, y una atenuación de la inflación de la expansión y de la
deflación de la depresión, siendo, por tanto, un medio efectivo
de aliviar los movinñentos cíclicos y los peligros de crisis. Un
aumento indiscriminado y general de las facilidades de crédito sig-
ruifica simplemente inflación, lo mismo que ocurre con un sistema
-3^ La previsión creciente debilita también el m ovim iento cíclico normal.
/Pero no puede impedirlo, com o no puede menos de reconocerse si se escruta
■nuestra argumentación desde este punto de vista. Opino p o r eso que T ; S.
ííAdams va demasiado lejos cuando afirm a que “A nticip ar el ciclo es neutra-
lizarlo”. Eso es diferente del elemento, anteriorm ente citado (véase § 2, '.]b;
“en cuarto lugar”), según el cual el desenvolvim iento económico se trans-
rform a con el tiempo de más en más en asunto de cálculo. P ero ese elemento
es'rUn tanto diferente de la famiKaridad y previsión de la cual hablamos ahora.
Mitiga también el movim iento cíclico, pero p or o tra razón: tiende a eliminar
'lá causa fundam ental de la expansión y actúa, p o r tanto, en form a mucho más
lenta, pero también actúa en form a mucho m ^ completa, en cuanto a la ten
dencia, que la mera anticipación del movim iento cíclico (que no puede evi
tarse. en tanto exista la causa). También es distinto de lo que ocurre, con la
trustificación, que mitiga el curso norm al y anormal de los hechos por los
mismos motivos. ¡
EL CICLO ECONÓMICO 253
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■ :-?T 'r V - ,5^' y ;'-T '! V 'ó - ' ■ '";' ' r ....... :{^^?^.^.^
Y-;,-4 ■:■^íc’V .-r -y-r\ , , ,ftL, - - 3 .-, - --
255
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