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BOLONIA, FLORENCIA, ROMA

Cartas familiares I
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Juan Andrés Morell

BOLONIA, FLORENCIA, ROMA


Cartas familiares I

Estudio introductorio y notas de


ENRIQUE GIMÉNEZ LÓPEZ

UNIVERSIDAD DE ALICANTE
© Del estudio introductorio y notas
Enrique Giménez López
© De la presente edición
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Corrección de repruebas: Joaquím Juan Penalua
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Impresión y encuademación: Imprenta Kadmos

ISBN: 84-7908-798-6
Depósito legal: S. 1.824 - 2004

Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigación


«La polémica antijesuita en la Europa del siglo XVIII» (BHA2002-03416),
financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

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ÍNDICE

ESTUDIO INTRODUCTORIO 9
APUNTE SOBRE EL ABATE JUAN ANDRÉS, UN ERUDITO
NEOCLÁSICO 11
EL GRANDIOSO PALACIO DE LAS MUSAS. JUAN ANDRÉS Y
EL MODELO CULTURAL DEL ISTITUTO DELLE SCIENZE DE
BOLONIA gh
31
JUAN ANDRÉS Y LA CULTURA TOSCANA DE FINES DEL
SETECIENTOS 55
BAJO EL INFLUJO DE WlNCKELMANN. LA ROMA DE 1785
VISTA POR JUAN ANDRÉS fgghgh
111
ESTA EDICIÓN jk
161
OBRAS CITADAS EN ESTA EDICIÓN POSTERIORES A 1817 jk
jk163
CARTAS FAMILIARES I. BOLONIA, FLORENCIA,
ROMA
CARTA I. MANTUA, 16 DE MAYO DE 1786 193 hj
CARTA II. MANTUA, 9 DE NOVIEMBRE DE 1785 209 fg
CARTA III. MANTUA, 16 DE NOVIEMBRE DE 1785 239 sd
CARTA IV. MANTUA, 23 DE NOVIEMBRE DE 1785 257 fg
CARTA V. MANTUA, 1 DE DICIEMBRE DE 1785 309 fg
CARTA VI. MANTUA, 8 DE DICIEMBRE DE 1785 345 fg
CARTA VIL MANTUA, 15 DE DICIEMBRE DE 1785 377
fg
CARTA VIII. MANTUA, 22 DE DICIEMBRE DE 1785 407
df
CARTA IX. MANTUA, 29 DE DICIEMBRE DE 1785 437
gh
CARTA X. MANTUA, 5 DE ENERO DE 1786 459
fg
CARTA XI. MANTUA, 12 DE ENERO DE 1786 491
gh

ÍNDICE ONOMÁSTICO 529


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ESTUDIO INTRODUCTORIO
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Apunte sobre el abate Juan Andrés,
un erudito neoclásico

Las tormentas del 48, primera novela de la cuarta serie de los


Episodios Nacionales de Benito Pérez Caldos, se inicia un día
de octubre de 1847 en el instante en que un tal José García
Fajardo, procedente de los Estados Pontificios, pone sus pies en
la playa de Vinaroz equipado con un baúl de libros entre los que
se encontraban varios volúmenes de la obra Dell'origine, pro-
gressi e stato d'ogni letteratura del jesuita valenciano, fallecido
en Roma en 1817, Juan Andrés Morell1. Aunque Caldos no lo
indique, es probable que esos volúmenes formasen parte de la
edición de Borel y Bompard, publicada en Ñapóles en 18362,
última de las aparecidas hasta la reciente publicación, entre
1997 y 2001, de la traducción española del hermano del autor,
Carlos Andrés, que se había editado en Madrid en el tránsito
entre el Setecientos y el Ochocientos.
Esa referencia galdosiana a la obra de Andrés como un
componente más del equipaje de un hombre culto a mediados

1. «¡Oh rigor de los hados! Los tomos de la Storia d'ogni Letteratura, del abate
Andrés, y el Prímato degli italiani, de Gioberti, están caladitos hasta las costuras del
lomo», en Benito PÉREZ CALDOS: Las tormentas del 48, en O. C., Madrid, Agui-
lar, 1945, vol. II, p. 1.401.
2. Dell'Orígine, progressi e stato attuale d'ogni Letteratura. Nuova edizione conforme
all'ultima di Roma con giunte e correzioni del'Autore e l'Elogio storíco del mecJesi-
rno scrítto da Mons. Cav. D. Angelo Antonio Scotti, Napoli, Borel e Bompart, 1836,
8 vols.
12 E N RI Q UE G I MÉ NE/ L Ó PE /

del siglo XIX ya no era habitual, porque para entonces, en plena


explosión romántica, con el descubrimiento de la individualidad
de cada pueblo y la exaltación del llamado carácter nacional, la
concepción universalista, enciclopédica y neoclásica de Juan
Andrés podía ser considerada epilogal, e incluso contraria al
espíritu del nuevo siglo. Así pues, condenada a un desdibuja-
miento progresivo, clasificada como mera curiosidad erudita,
quedará una de las figuras más relevantes y celebradas de la
Ilustración europea que, en el momento de su muerte, era esti-
mada como una de las cumbres señeras de la impresionante
cordillera cultural de su tiempo3.
El 10 de abril de 1817, el Diario de Valencia publicaba una
reseña necrológica, reproducida días después por la Gaceta de
Madrid, valorando la figura de Juan Andrés Morell, muerto en
Roma la mañana del 12 de enero4. Era su autor Francisco Javier
Borrull, quien, pese a haber sido diputado en las Cortes gadita-
nas, se había manifestado como un encendido partidario de la
representación estamental y opuesto a la soberanía nacional5.
Habiéndose restaurado la Compañía de Jesús en España en
1815 tras la vuelta del absolutismo con Fernando VII, para
poner fin al «escandaloso progreso que han hecho la irreligión,
el libertinaje y los dogmas subersivos»6, Borrull destacó de
Andrés su carácter modélico de «Jesuíta verdadero en el vivir y

3. Francisco GINER DE LOS RÍOS: «El Abate Andrés y el siglo XVIII», en Cua-
dernos Americanos, L, 2 (1950), pp. 183-200.
4. Reproducida en las páginas CLXXXVI-CLXXXIX del Apéndice al estudio prelimi-
nar de Pedro Aullón de Haro a la edición de Origen, progresos y estado actual de
toda la literatura, que en 6 volúmenes ha publicado la Biblioteca Valenciana y la
editorial Verbum entre 1997 y 2001. Todas nuestras citas a dicha obra de Andrés se
harán sobre esta edición.
5. Emilio LA PARRA LÓPEZ: Francisco Xavier Borrull i Vilanoua, noticia biográfi-
ca, Valencia, Diputación de Valencia, 1995, p. 20.
6. Francisco GUTIÉRREZ DE LA HUERTA: Dictamen sobre el restablecimiento de
los jesuítas, Madrid, Agustín Espinosa, 1845, p. 4.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 13

en el obrar», que había sabido dar lustre a su Patria con obras


imperecederas propias de un sabio de primer orden7.
En Ñapóles, Angelo Antonio Scotti, socio de la Academia
napolitana de Historia y de Bellas Letras, la antigua Hercula-
nense de Arqueología, leyó por esos mismos días ante sus cole-
gas un elogio más extenso y ponderado de la figura intelectual
de Juan Andrés, que fuera Secretario de la misma institución8.
Para Scotti, Andrés era ejemplo de literatos por su sabiduría y
modestia, y por esas virtudes —tan infrecuentes en el campo de
las letras— había sido honrado por emperadores como José II y
Francisco I, por reyes como Fernando IV de las Dos Sicilias y
por príncipes de la talla del Gran Duque de Toscana Pietro Leo-
poldo, el Duque de Parma o la Princesa de Módena Beatriz
d'Este, esposa del Archiduque Fernando, cuando éste era
Gobernador General de Milán.
¿Cuál había sido la trayectoria vital e intelectual de este
valenciano italianizado, convertido al final de su vida en espejo
de los hombres que, como él, deseaban amar la sabiduría sin fic-
ción y comunicarla sin envidia?
Juan Andrés era originario de Planes, en la actual provincia
de Alicante, donde nació el 15 de febrero de 1740 en el seno de
una familia de la pequeña nobleza rural9 emparentada con otras
familias valencianas, como los Orduña de Guadalest10 o los Cis-
car de Oliva. Primogénito de once hermanos, su vida se dirigió a

7. El P. Batllori publicó una larga carta de Borrull, fechada el 29 de junio de 1822, al


P. Francesco Manera sobre Andrés donde le daba información para una biografía
que aquél preparaba, en Miguel BATLLORI: La cultura lúspano-italiana de los
jesuítas expulsas, Madrid, Credos, 1966, pp. 515-529.
8. Angelo Antonio SCOTTI: Elogio storico del Padre Giovanni Andres della Com-
pagina di Cesii, Napoli, 1817.
9. Adolfo DOMÍNGUEZ MOLTÓ: El Ábate D. Juan Andrés Morcll (Un erudito del
siglo XVIII), Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1978, pp. 11-19.
10. Pedro MARTÍNEZ SOLEES: «Noticias de unas cartas dirigidas al P. Juan Andrés
Morell que se conservan en la Biblioteca-Archivo de la Casa d'Ordunya del Castell
de Guadalest», en Revista de Historia Moderna 15 (1996), pp. 129-135.
14 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

la religión, como la de otros tres de sus hermanos menores, dos


de ellos sacerdotes seculares y un tercero religioso Jerónimo en
el monasterio de San Miguel de los Reyes. El sexto de ellos, Car-
los Andrés, el traductor de sus obras a la postre, fue un abogado
destacado en los foros de Valencia y Madrid, miembro de la Real
Academia de Derecho Español y de la Real Florentina, y dipu-
tado por Valencia desde febrero de 1810 en las Cortes reunidas
en Cádiz durante la Guerra de la kl Independencia11.
El ingreso de Andrés en la Compañía de Jesús se produjo
en 1754 en la Provincia ignaciana de Aragón. Tras los dos años
de noviciado inició el proceso formative común a todo escolar
de la Compañía, que Andrés pasó en Tarragona y Torrente.
Durante el curso 1756-57 repasó las humanidades en el Cole-
gio de Manresa, trasladándose a Gerona a estudiar los dos cur-
sos de filosofía preceptivos, y completó su formación en el
Colegio de San Pablo de Valencia con cuatro cursos de teología,
a cuyo fin, en 1763, fue ordenado sacerdote12.
Este periplo de Andrés por distintos colegios catalanes y
valencianos le permitió contactar con profesores de su Provin-
cia que poseían, dentro de un marco común de doctrina propio
de la Compañía de Jesús, matices diferenciadores respecto a los
jesuítas de las otras Provincias de la Asistencia de España. No
era inusual entre los jesuítas valencianos y catalanes encontrar
Padres que mostraran interés por las ciencias naturales y las
matemáticas, buen dominio de las lenguas clásicas, una aproxi-
mación crítica a la Historia, y un cierto distanciamiento de la tra-
dición escolástica, conceptista, rebuscada e inclinada a sumirse
en estériles discusiones.
En 1764, Juan Andrés pasó como profesor de retórica a
formar parte del claustro de la Universidad de Gandía, dirigida

11. Manuel ARDIT LUCAS: Els valenciana de les Corts de Cádiz, Barcelona, Dalmau,
1968.
12. Guido Ettore MAZZEO: The Abate Juan Andrés. Literary Historian afilie XVIII
Century, New York, Hispanic Institute in the United States, 1965, pp. 36-38.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 15

por los jesuítas desde que fuera fundada por Francisco de Borja
a mediados del siglo XVI. La influencia de la Universidad de
Gandía en la formación de Andrés debió ser muy escasa, dada
la mediocridad de aquel centro docente, especializado en con-
ceder grados de bachiller y doctor a bajo coste y con muy esca-
sas exigencias académicas13. No obstante, formando parte del
claustro universitario de Gandía se encontraban el catalán
Mateo Aymerich (1715-1799), partidario de una moderada
renovación filosófica y de la aceptación de la física moderna, y
el valenciano —de Castalia— Tomás Serrano (1715-1784), un
buen latinista. Mayor influencia recibiría Andrés de Gregorio
Mayans, quien contaba por entonces con un bien ganado pres-
tigio intelectual y cuya residencia, en Oliva, se hallaba a corta
distancia de la Universidad gandiense. De Mayans, con quien
estaba unido por vínculos de parentesco, y de su bien nutrida
biblioteca, Andrés recibió consejos y libros, pese a la escasa sin-
tonía entre el erudito olivense y la Compañía de Jesús14. Duran-
te los muchos años de exilio en Italia, y ya en las últimas décadas
del siglo, Juan Andrés obtuvo del canónigo Juan Antonio
Mayans, hermano de D. Gregorio, datos muy valiosos sobre la
lengua y literatura valencianas, especialmente sobre Jaume Roig
y fray Bernat de Fenollar15.

13. Pilar GARCÍA TROBAT: «Los grados de la universidad de Gandía, 1630-1772», en


Universidades españolas y americanas: época colonial, Valencia, Generalitat Valen-
ciana, 1987, pp. 175-186.
14. Antonio MESTRE SANCHIS: «Erudición y enciclopedismo en el P. Andrés», en
Humanismo tj crítica histórica en los Ilustrados Alicantinos, Alicante, Universidad,
1980, pp.135-152.
15. Amparo ALEMANY PEIRÓ:/uan Antonio Mayans y Sisear (1718-1801). Esplen-
dor y crisis de la Ilustración valenciana, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1994, pp.
397-402. También: «Aportaciones de Juan Antonio Mayans a la obra literaria del
abate Juan Andrés», en Antonio MESTRE SANCHIS (ed.): Actas del Congreso
Internacional sobre Gregorio Mayans, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1999, pp.
405-428. Amparo Alemany es editora del volumen XVII del epistolario mayansia-
no, que recoge la correspondencia de Gregorio y Juan Antonio con los hermanos
Juan y Carlos Andrés, además de las cruzadas con Cerda Rico, Juan Bautista Muñoz
16 E N HI Q U E G 1 M É N E'/ L Ó P E 2

La vida de Juan Andrés, y la de todos los jesuítas españo-


les, sufrió un cambio brutal la noche del dos al tres de abril de
1767. De manera sorprendente y sincronizada, todos los cole-
gios y residencias de la Compañía fueron ocupados por soldados
con bayoneta calada, y, reunidos los padres en una misma
dependencia, les fue comunicado que el rey Carlos III había
decidido su expulsión inmediata de todos los dominios de la
monarquía. Mayans, transcurridas apenas 48 horas de aquella
«novedad impensada» ocurrida en Gandía y en los restantes
colegios de España, llegaba a la conclusión de que había sido la
excesiva ambición y la desobediencia de la Compañía la causa
de su ruina16, y, aunque intentó que Juan Andrés no marchara
al exilio, sus gestiones resultaron infructuosas.
Los jesuitas de Gandía, como los restantes miembros de la
Provincia ignaciana de Aragón, fueron conducidos, con escolta
armada, hasta las playas de Salou, en Cataluña, donde embarca-
ciones mercantes y de guerra, al mando de Antonio Barceló, uno
de los más célebres marinos del siglo XVIII español, debían
transportarlos a su destino definitivo en los Estados Pontificios.
El P. Andrés, junto con los jesuitas procedentes de Gandía
y Orihuela, fue embarcado el 30 de abril en la saetía catalana
San Juan en condiciones de incomodidad extremas, al ser apro-
vechado al máximo el espacio disponible para ubicar a los 41
jesuitas que viajaban en la embarcación, de los que 20 eran
sacerdotes, 11 escolares y 10 coadjutores17.

y José Vega Sentmenat, en Gregorio MAYANS Y SISCAR: Epistolario XV7/, Car-


tas literarias, estudio preliminar, transcripción y notas de Amparo Alemany Peiró,
Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 2000.
16. Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ: «Mayans y la Compañía de Jesús. Razones de un
desencuentro», en Antonio MESTRE SANCHÍS (ed.): Actas del Congreso Inter-
nacional sobre Gregorio Mayans, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1999, pp. 529-
558.
17. A.G.S. Marina Leg. 724 Resumen General de los embarcados por D. Antonio Bar-
celó el 30 de abril de 1767.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 17

De los cuatro convoyes que habían partido de España, el


de Barceló, donde viajaba Andrés, fue el primero en llegar a su
destino tras trece días de navegación. El viaje se había visto
sometido a algunas dificultades en sus inicios por el mal tiem-
po, teniendo que recalar, a causa del viento desfavorable, en
Menorca. La mala mar causó ligeros desperfectos en la embar-
cación del P. Andrés, produciendo auténticas escenas de pánico
entre los jesuitas. Pero lo peor estaba por llegar. El 13 de mayo
arribaba el convoy que transportaba a Andrés a Civitavecchia,
donde se conoció la negativa del Papa Clemente XIII a aceptar
a los jesuitas expulsados de España como protesta por la deci-
sión de Carlos III. Al amanecer del 18 de mayo, la saetía San
Juan zarpó de nuevo con dirección a la isla de Córcega, un des-
tino sumamente incierto, pues la isla se encontraba inmersa en
una guerra que enfrentaba a los independentistas corsos con
tropas genovesas y francesas, situación que no permitió el
desembarco de los jesuitas del convoy de Barceló en el puerto
corso de San Bonifacio hasta el 28 de agosto. En esos cuatro
meses de navegación y espera por el Mediterráneo, faltos de
víveres y hacinados, y con temperaturas elevadas que agravaban
la incomodidad18, Andrés conoció los momentos más duros de
un exilio que se prolongaría hasta su muerte.
Juan Andrés vivió en la ciudad corsa de San Bonifacio
durante 14 meses, un período que más adelante recordaría
como el de «las miserias de Córcega». Sin libros, y en condicio-
nes penosas, Andrés se dedicó a impartir clase a los jesuitas más
jóvenes, intentando mantener en el destierro el espíritu y la
organización de los Colegios de España. En septiembre de
1768, Andrés pudo abandonar Córcega en dirección a Italia
junto a sus compañeros de Provincia. Desde la costa genovesa,
atravesando con caballerías los Apeninos, pasando por Parma y

18. Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ: «El Ejército y la Marina en la expulsión de los jesui-
tas de España», en Híspanla Sacra 45 (1993), pp. 577-630.
18 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/,

Módena, entraron en los Estados Pontificios y se instalaron en


la ciudad de Ferrara, residencia de Andrés hasta 1774.
Su actividad en Ferrara siguió siendo la enseñanza de jóve-
nes jesuitas, y, como apoyo a su docencia, dio a la imprenta en
julio de 1773 la primera de sus obras, el Prospectus Philosophae
Universae19, un manual para introducir a sus alumnos en la Filo-
sofía, donde ya es perceptible una intención globalizadora del
saber, pues prestaba atención tanto al conocimiento filosófico
como al histórico y matemático, subrayando la importancia de
los sentidos y la experiencia en la comprensión de la naturaleza.
La publicación de su primer libro coincidió con la extin-
ción de la Compañía por el Breve Dominus ac Redentor dicta-
do por el Papa Clemente XIV el 21 de julio de 1773. Andrés
dejaba, pues, de ser jesuíta y pasaba, bien a su pesar, a la condi-
ción de abate. En enero de 1774, abandonaba Ferrara para resi-
dir en la vecina Mantua como preceptor de los hijos del
marqués de Bianchi, su gran protector, y donde podrá vivir hasta
la llegada de las tropas republicanas francesas en 1796 con
medios adecuados para desarrollar su trabajo intelectual.
El marqués de Bianchi era hombre rico, influyente, culto,
proclive al mecenazgo y poseedor de una magnífica biblioteca.
Puesta a su disposición, el P. Andrés pudo dedicarse al estudio
en un ambiente de afecto y admiración, que él mismo describió
como «de plena comodidad para mis estudios», con fácil acceso
a otras bibliotecas de la nobleza mantuana, como las de los con-
des Cocastelli, Muraris, Pavesi, o la del marqués Andreasi. Su
capacidad de adaptación a la cultura italiana, fruto de la actitud
abierta de los jesuitas de la Provincia de Aragón a las corrientes
intelectuales innovadoras, dio pronto los primeros resultados. A
partir de ahora, sus obras serán escritas y publicadas en italiano,
salvo las Cartas Familiares, y se difundirán en España gracias a

19. Prospectus Philosophae Universaepublícete Disputationi propositae a Vinccntio Sua-


reze Societate Jesu Praesicle P. Joanne Andres ex eadem Soc., Ferrariae, Josepho
Rinaldi, 1773.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 19

las traducciones que llevarán a cabo su hermano Carlos y el


también valenciano Francisco Borrull.
Su primera gran obra italiana fue la titulada Saggio clella
filosofía del Galileo^, aparecida en Mantua en 1776, y nunca
editada en castellano. El trabajo es una prueba de su interés por
la ciencia moderna basada en la experiencia y en la observación
como método para conocer la naturaleza21. El ejemplo de Gali-
leo de querer «ser discípulo de la naturaleza y no aspirar a ser
maestro de los otros» era, en su opinión, el que había abierto el
camino «al gran Newton», y su admiración por Galileo tendría
continuidad con un opúsculo en que describía un experimento
efectuado por Galileo sobre la gravedad que dedicó al Marqués
Filippo Maria Casali22.
En ese mismo año de 1776 Andrés se implicó en la defen-
sa de la literatura española con un texto de 61 páginas, publica-
do en Cremona, y que sería editado en castellano en 1780 con
el título de Carta del Abate D. Juan Andrés al señor Comenda-
dor Fray Cayetano Valenti Gonzaga23. Entre 1770 y 1775, los
ex-jesuitas italianos Gerolamo Tiraboschi y Saverio Bettinelli

20. Saggio della filosofía del Galileo clell'abate D. Giovanni Andres, Mantova, Erede di
Alberto Pazzoni, 1776.
21. No es Andrés enemigo de Newton, al que también llama «Príncipe de las Mate-
máticas», y considera que dio «un nuevo ser a todo el cuerpo» de la Astronomía. No
parece que tenga sentido que el elogio de la figura de Galileo por Andrés se deba
a «la posibilidad de establecer un contrapunto mediterráneo y católico a la filosofía
experimental de los heterodoxos del Norte», como afirma Francisco SÁNCHEZ-
BLANCO: «Problemas de la mentalidad ilustrada en España», en Pedro AULLÓN
DE HARO (ed.):Jnan Andrés ij la teoría comparatista, Valencia, Biblioteca Valen-
ciana, 2002, pp. 67-84.
22. Lettera al nobil nomo Signare Márchese Gregorio Filippo María Casali Bentivoglio
Paleotti, Senatore di Bologna, sopra una dimostrazione del Galileo, Ferrara, G.
Rinaldi, 1779.
23. Carta del abate D. Juan Andrés Morell al Señor Comendador Freí/ Catjetano Valen-
ti Gonzaga, caballero de la ínclita Religión de Malta, sobre una pretendida causa
de la corrupción del gusto italiano en el siglo XVII, Madrid, Antonio Sancha, 1780.
Era traducción de Francisco Borrull al librito publicado por Andrés en Cremona
en 1776.
20 E N R I Q U E G I M E N E / LOPE/

habían acusado a los escritores españoles del Siglo de Oro, espe-


cialmente a Calderón y Lope, de corromper el buen gusto lite-
rario de los italianos, de la misma manera que Séneca, Lucano
y Marcial, nacidos en la Hispania romana, habían sido los cau-
santes de la decadencia del latín clásico. La respuesta de
Andrés, a diferencia de la de otros jesuítas españoles como
Francisco Javier Llampillas, no estuvo movida por un patriote-
rismo exaltado, sino por el afán de defender la verdad: «el agra-
vio hecho es aún más a la verdad que a la España».
Su creciente interés por la ciencia le condujo a dedicar en
1778 su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias y Bellas
Letras de Mantua a las razones por las que, en su opinión, el
avance científico discurría con preocupante lentitud, y que sería
publicado diez años después en castellano con el título de Diser-
tación sobre las causas de los pocos progresos que hacen las
ciencias en estos tiempos24. Su diagnóstico era, a su vez, un pro-
grama de trabajo de la obra enciclopédica en la que ya estaba
inmerso: la imposibilidad de avanzar en el conocimiento desde
una cultura superficial y escasamente rigurosa. Resultaba
imprescindible, en su opinión, «la atenta observación, la inves-
tigación diligente, la meditación profunda, el serio estudio, y la
continua aplicación», es decir, lo que para entonces regía la pro-
pia vida de Juan Andrés, enfrascado ya en su proyecto intelec-
tual más ambicioso.
En 1782 aparecía, en la Stamperia Reale de Parma, consi-
derada la mejor imprenta de Europa25, el primer tomo de su

24. Disscrtazione del Signare Abbate D. Giovanni Andres sopra le cagioni della scar-
sezzn dci progresi delle Scienze in questi tempi, Ferrara, Giuseppe Rinakli, 1779.
La traducción española fue efectuada por su hermano Carlos Andrés y publicada
en Madrid, por la Imprenta Real, en 1783.
25. En la Biblioteca Palatina de Parma se conservan un total de 26 cartas autógrafas de
Andrés con el impresor Bodoni, responsable de la imprenta real, relativas a la pri-
mera edición de su Origine...
ESTUDIO INTHODUCTOHIO 21

Dell'Origine, progressi e stato attuale d'ogni Letteratura26,


empresa que se completaría en 1799 con la publicación de su
séptimo volumen. Su irrupción en el rico panorama intelectual
italiano fue un acontecimiento, un auténtico aldabonazo cuyos
ecos pronto se dejarían oír por toda la Europa culta. Un solo
hombre, con su propio esfuerzo, acometía un reto que parecía
imposible de lograr, pero que se manifestaba inequívocamente
en las palabras con las que se iniciaba el prefacio mismo de la
obra: «Una historia crítica de las vicisitudes que ha sufrido la
literatura en todos tiempos y en todas las naciones; un cuadro
filosófico de los progresos que desde su origen hasta el día de hoy
ha hecho en todos y cada uno de sus ramos; un retrato del esta-
do en que se encuentra actualmente, después del estudio de tan-
tos siglos; una perspectiva, digámoslo así, de los adelantamientos
que le faltan que hacer todavía». Teniendo en cuenta que para
Andrés, como para sus contemporáneos, el término literatura
era sinónimo de cultura escrita27, el proyecto tenía una ambi-
ción universalista y totalizadora que sólo podía parangonarse a
la Enciclopedia dirigida por D'Alembert y Diderot veinte años
antes, aunque desde posiciones epistemológicas distintas, pues
la obra de Andrés no estaba concebida como Diccionario Enci-
clopédico, y tenía un sentido opuesto, ya que Andrés era un exi-
mio representante de una poderosa corriente existente en la
extinguida Compañía de Jesús partidaria de introducirse en los
ambientes Ilustrados para su cristianización y reconducción.
Esta intromisión se hacía desde el convencimiento de que los
únicos capaces de esta conquista, que se debía realizar con espí-
ritu misional, eran los ex-jesuitas por una doble razón: por su

26. Dctt'Orígine, progress/ c stato attuale d'ogni Letteratnra dell'Abate D. Giovanni


Andres, Socio della R. Accademie di Scienze e Eellc Latiere di Mantona, Parma,
Stamperia Reale, 1782-1799, 7 tomos.
27. Pedro ALVAREZ DE MIRANDA: Palabras e ideas: el léxico de la Ilustración tem-
prana en España, Madrid, Anejos del Boletín de la Real Academia Española, 1992,
pp. 436-441.
22 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

erudición y preparación intelectual, y por su reconocida capaci-


dad de adaptación, que les permitiría moverse con soltura en el
seno del sistema cultural racionalista28. Esta estrategia venía
completada por la defensa y el elogio del Despotismo Ilustrado,
como tendremos ocasión de comprobar al referirnos a sus
impresiones sobre Toscana, que garantizaba la vía de las refor-
mas prudentes y que, por lo mismo, era considerado la alterna-
tiva a la vía revolucionaria y al materialismo filosófico. Reforma
frente a ruptura vendría a ser su lema, al menos hasta 1789. Con
la Revolución en Francia, los Jesuítas partidarios de esta vía la
abandonarán definitivamente y se sumarán, con mayor o menor
energía, al combate en defensa del Antiguo Régimen desde
trincheras mucho más tradicionales.
Andrés fue, pues, uno de los jesuitas que más se esforzó
por ofrecer una alternativa erudita a la Ilustración descreída,
mostrando que el progreso de la cultura se había producido
mediante avances acumulativos sobre el conocimiento aportado
por generaciones anteriores, sin rupturas, sino con evoluciones
pausadas. Pese a que el propio Andrés consideraba su intento
«tal vez demasiado temerario y atrevido», no estaba solo en estas
ideas, y otros proyectos similares nacieron en Italia, como la
Enciclopedia del italiano Alessandro Zorzi, llamado significati-
vamente el Diderot de Ferrara, similar epistemológicamente a
la de Andrés29.
La primera parte, la más personal y sugestiva, trazaba un
panorama general de la literatura, entendida restrictivamente

28. El 1775 el Papa Pío VI condenaba con la bula Incrustábale divinae sapintiae toda
la cultura ilustrada en cuanto producto del diablo, propagadora del ateísmo y des-
tructiva de los vínculos sociales. Sobre la actitud de los jesuitas extinguidos hacia la
Ilustración entre 1773 y 1789 es muy interesante el libro de Antonio TRAMPUS: 7
gesuiti e rilluminismo. Política e relighme in Austria e nell'Europa céntrale (1773-
1798), Firenze, Leo S. Olschki, 2000.
29. Andrea BATTISTINI: «Del caos al cosmos: el saber enciclopédico de los jesuitas»,
en Evangelina RODRÍGUEZ, (ed.): De las Academias a la Enciclopedia, Valencia,
Intitució Alfbns el Magnánim, 1993, pp. 302-332.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 23

como Bellas Letras, desde la anterior a la griega hasta la del siglo


XVIII. Se trataba de hacer comprensible y poner a disposición
de los lectores de forma novedosa una realidad que tenía mucho
de territorio amorfo, de una vastedad que parecía inabarca-
ble. Su aportación más original estriba en la valoración de la lite-
ratura árabe como nexo de unión entre la cultura greco-romana
y la renacentista, y su influencia en la literatura en lengua cata-
lana30. A diferencia de otros jesuitas españoles preocupados
también por cuestiones humanísticas, como el castellano Este-
ban de Arteaga, con el que polemizó31, Andrés defendió que la
moderna poesía rimada fue introducida en Europa por los ára-
bes españoles, llegando a la conclusión de que la poesía rena-
centista era de origen catalán, y de que los catalanes tomaron de
los árabes el ejemplo de poetizar. Para Juan Andrés, el uso de la
rima se derivó de los árabes, y fueron los españoles, particular-
mente los de lengua catalana, los que la propagaron por Fran-
cia y, posteriormente, por toda Europa. Su segunda originalidad
fue adaptar el concepto de mimesis del saber clásico, que Winc-
kelmann había planteado para refundar la estética y crear la
Historia del Arte como disciplina, a la Cultura en su sentido más
amplio. La vía propuesta por Andrés era, con una concepción
más universal que la meramente artística, estrictamente neo-
clásica, pues en la imitación de los antiguos a través del perma-
nente contacto con el legado clásico debía encontrarse la

30. Guido Ettore MAZZEO: Op. cit., pp. 155-189.


31. Andrés cuestionó algunas de las afirmaciones de Arteaga en su Rivoluzioni del tea-
tro musicale italiano, que Arteaga contestó en la segunda edición, aparecida en
1785, negando que fueran los hispano-árabes los inventores de la poesía rimada, e
incluso llegó a publicar en 1791 la larga disertación Dell'infliienza degli arabi snll'o-
rigine della poesía moderna in Europa. Cfr. Miguel BATLLORI: «Prólogo» a Este-
ban de ARTEAGA: Obra completa castellana, Madrid, Espasa-Calpe, 1972, pp.
IX-LXXVII.
24 E N R I Q U E G Í M E M E / LÓPEZ

inspiración para impulsar hacia adelante toda la literatura^.


Grecia y Roma daban la norma para operar, y el nexo modelo-
imitación constituía el núcleo de su construcción historiográfi-
ca. Se trataba, en suma, de adaptar la concepción de
Winckelmann a una realidad omnicomprensiva, la Historia de la
Cultura. Si para el historiador alemán era imprescindible e
insustituible el conocimiento directo de «las más puras fuentes
del arte» sacadas a la luz por los anticuarios33, la misma expe-
riencia debía vivir el erudito, dando a conocer los fundamentos
canónicos de la Cultura, sepultados en códices manuscritos de
bibliotecas y monasterios.
En las restantes partes, Andrés compendió los progresos
de la poesía, la elocuencia, la Historia34 y las Ciencias puras,
para finalizar con las llamadas Ciencias Eclesiásticas, cuyos
volúmenes —el sexto y séptimo de la edición italiana— no se
tradujeron al español, lo que sólo se ha producido reciente-
mente, en la edición de Verbum y Biblioteca Valenciana, gracias
a Santiago Navarro Pastor35. Es probable que su condición de
ex-jesuita no hiciera aconsejable la publicación castellana a fina-
les del siglo XVIII de los dos volúmenes que trataban cuestio-
nes muy debatidas, y a veces con saña, por las distintas escuelas

32. Para Andrés, Hornero es la norma para la Poesía, Demóstenes pura la Elocuencia,
Herodoto para la Historia, Pitágoras para las Matemáticas e Hipócrates para la
Medicina,
33. Fausto TESTA: Winckelmann e l'invenzione clella Storía dell'Arte. I modclli e la
mimesi, Bologna, Minerva, 1999, pp. 299-344.
34. Mercedes Caridad GARCÍA GÓMEZ: «La concepción historiográfica de Juan
Andrés Morell (L740-1817)», en Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ (ed.): Y en el terce-
ro perecerán. Gloría, caída tj exilio de los jesuítas españoles en el s. XVlll, Alican-
te, Universidad de Alicante, 2002, pp. 661-701.
35. Ciencias Eclesiásticas. Addenda. Onomástica. Tomos XI, XII y XIII de Origen, pro-
gresos y estado actual de toda la literatura, Madrid, Verbum-Biblioteca Valencia-
na, 2001. Sobre esta materia en Andrés, vid. Juan José GARRIDO ZARAGOZA:
«La recuperación moderna de las ciencias eclesiásticas en el abate Juan Andrés», en
Pedro AULLÓN DE HARO (ed.): Op. cit., pp. 195-222.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 25

teológicas, pese a que Andrés había señalado que esta parte de


la obra había sido preparada con tolerancia y moderación, y sin
«espíritu de partido teológico». Este talante, poco proclive a la
Teología especulativa, no era extraño entre algunos ex-jesuitas
de la Provincia de Aragón, pero en Andrés se manifestaba de
manera más firme que en otros, quizá por su mayor sintonía con
el espíritu defendido por Mayans, quien, al igual que Andrés,
consideraba que la escolástica había causado la ruina de los estu-
dios teológicos y había fomentado la perversión de la Razón con
una dialéctica inútil y el gusto por el sofisma. Afirmaba Andrés
en carta a su hermano Carlos: «Yo aborrezco, como sabes, las
disputas teológicas y no puedo ver con paciencia que se tome el
nombre de Dios y se abuse de la Religión para formar violentos
partidos y con capa de religión satisfacer las propias pasiones de
ambición, envidia, odio e interés con perjuicio de la caridad».
La obra tuvo un impacto sobresaliente en Europa, y las
reediciones se sucedieron hasta la última de 1836, realizada en
Ñapóles, y ya reseñada. El trabajo de erudición efectuado por
Andrés era extraordinario, sobre todo por haber logrado en soli-
tario culminar un compendio de la cultura universal basado en
un método historiográfico, un cuadro ordenado del saber global
en su pluralidad. La Historia servía de seno acogedor u hori-
zonte normativo que hacía inteligible la evolución de las diver-
sas disciplinas que, hasta entonces, tan sólo ofrecían una masa
de información desarticulada, y que Andrés había logrado pre-
sentar con sentido de sus procesos.
En los años de gestación de su obra, el ex-jesuita tuvo que
recorrer Italia y Austria para visitar sus bibliotecas y acopiar
datos que consideraba imprescindibles36. De esos recorridos
culturales nacería su Dissertazione sutt'episodio degli amori d'E-

36. Nicolás BAS MARTÍN: Las bibliografías cíe la Ilustración valenciana, Valencia, Ins-
titució Alfons el Magnanim, 2002, pp. 125-140.
26 E N R I Q U E G I M É N E X LÓPEZ

nea e Didon introdotto da Virgilio nett'Eneide, publicada en


Cesena en 1788 y traducida de inmediato al castellano37, y los
cinco tomos de sus Cartas familiares38, y los libros, también de
carácter epistolar, Noticia de la literatura de Viena39 y Varias
noticias literarias40. Todos ellos tienen en común estar redacta-
dos directamente en castellano, una lengua que —decía
Andrés— «después de tanto tiempo casi se me ha hecho extran-
jera», y tenían su origen en su deseo de complacer las reitera-
das peticiones de su hermano Carlos de conocer las peripecias
de sus viajes, con la frescura de lo improvisado, pues las fue
enviando correo por correo «sin más orden ni método que el que
me iba ocurriendo en el acto de escribir».
Los dos primeros volúmenes daban noticia del viaje reali-
zado en 1785 por algunas de las principales ciudades italianas,

37. Disertación en defensa del episodio de Virgilio sobre los amores de Eneas ij de Dido,
Madrid, Sancha, 1788. Sobre el mundo clásico en Andrés, y especialmente sobre
su altísima valoración de Virgilio, vid. José Joaquín CAEROLS PÉREZ: «Juan
Andrés y las literaturas clásicas», en Pedro AULLÓN DE HARO (ed.): Op. cit., pp.
141-170.
38. Cartas familiares del abate D. Juan Andrés Morell a su hermano D. Carlos Andrés,
dándole noticia del viaje que hizo a varías ciudades de Italia en el año de 1785,
publicadas por el mismo D. Carlos, Madrid, Antonio Sancha, 1786-1793, 5 tomos.
Sobre las Cartas, vid. Maurizzio FABRI: «Literatura de viajes», en Francisco AGUI-
LAR PIÑAL (ed.): Historia literaria de España en el siglo XVHI, Madrid, Trotta-
C.S.I.C., 1996, pp. 407-423; Gabriel SÁNCHEZ ESPINOSA: «Juan Andrés: el
viaje ilustrado y el género epistolar», en Pedro AULLÓN DE HARO (ed.): Op. cit.,
pp. 269-286; Armando ALBEROLA ROMA: «Un viajero de excepción por la Ita-
lia del siglo XVIII: el abate Juan Andrés Morell», en Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ
(ed.): Expulsión y exilio de los jesuítas españoles, Alicante, Universidad de Alican-
te, 1997, pp. 319-330; Belén TEJERINA: «Ideas reformistas de Juan Andrés a tra-
vés de sus impresiones venecianas (1788)», en Dieciocho 9 (1986), pp. 272-289;
Juan Antonio RÍOS CARRATALÁ: «Las "Cartas Familiares" de Juan Andrés», en
Quaderni di Filología Romanze 1 (1992), pp. 86-100.
39. Carta del abate D. Juan Andrés Morell a su hermano D. Carlos Andrés dándole
noticia de la literatura de Viena, Madrid, Antonio Sancha, 1794.
40. Cartas del abate D. Juan Andrés Morell a su hermano D. Carlos Andrés, en que le
comunica varías noticias literarias, Valencia, José de Orga, 1800.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 27

como Ferrara, Bolonia, Florencia, Roma y Ñapóles, y los emo-


tivos encuentros con jesuítas exiliados a los que hacía años no
veía y que habían destacado en la vida cultural italiana, como el
musicólogo valenciano Antonio Eximeno41, compañero en sus
recorridos por Roma, o el también valenciano Antonio Conca,
jesuita de Onteniente42, con el que visitó Florencia.
El volumen tercero estuvo dedicado al viaje realizado a
fines del verano de 1788 a Venecia, Padua, Vicenza y Verona,
describiendo monumentos, archivos y bibliotecas, pero sin olvi-
dar el palpito de la vida cotidiana de sus gentes, sobre todo de
Venecia, ciudad a la que prestó una particular atención. En el
siguiente viaje, que ocupa los volúmenes cuarto y quinto de las
Cartas..., efectuado en el verano de 1791, recorrió la Italia
noroccidental: Parma, Cremona, Milán, con su gran Biblioteca
Ambrosiana, Pavía, donde conversó con Alejandro Volta en el
museo de física experimental de aquella Universidad, Turin, para
finalizar en Genova, donde pudo abrazar a dos ex-jesuitas que
fueron de su misma Provincia, el catalán Xavier Llampillas y el
alicantino Pedro Montengón, el famoso autor de El Ensebio.
Si en todas estas cartas se ponía de manifiesto su admira-
ción por Italia, con cuyas gentes y ciudades ya se sentía plena-
mente identificado, pretendía también que determinados
aspectos del modelo cultural italiano fueran imitados por los
españoles, sobre todo por la aristocracia, que no practicaba el
mecenazgo con la misma generosidad que la nobleza italiana:
«Mucho más deseo que esos señores ricos, en vez de comprar
hebillas, cajas y otras frioleras y modas extranjeras, se hagan lle-
var buenos libros (...) que verdaderamente puedan servir para

41. Miguel Ángel PICÓ: El Padre José Antonio Eximeno y Pujados, Valencia, Institu-
ció Alfons el Magnanim, 2003.
42. Sobre el P. Conca, vid. Miguel BATLLORI: «Antonio Conca, jesuita valenciano en
el exilio», y «Conca y su refundición abreviada del "Viage" de Antonio Ponz», en Lfi
cultura hispano-italiana de los jesuítas expulsos, Madrid, Credos, 1966, pp. 547-55
y 553-572.
28 E N R I Q U E G I M E N E/ LOPE/.

el adelantamiento de la nación en las ciencias útiles y en la buena


literatura. Ojalá se introdujera entre los señores ij caballeros
ricos de nuestra nación este lujo de formar una buena librería».
Entre 1793 y 1794, Juan Andrés viajó por Alemania, Suiza
y Austria, acompañando a uno de los hijos de su protector, el
marqués de Bianchi. En su Carta sobre la literatura de Viena,
que publicó su hermano Carlos en 1794, mostraba una opinión
sobre la vida cultural austríaca muy pesimista, como conse-
cuencia de la política religiosa de José II, muy contraría al clero
regular: «¿Qué literatos se han levantado de las ruinas de tantos
religiosos? —se preguntaba— Quita de la literatura de Viena
todos los que son o han sido regulares, y verás a qué se reduce
lo restante».
Como resultado de esos viajes a Centroeuropa, Andrés
publicó en italiano, y en Viena, un curioso texto sobre el origen
de enseñar a hablar a los sordomudos43, que el abate reivindi-
caba para España, pues consideraba que se debía a un monje
benedictino español del s. XVI, Fray Pedro Ponce, creador de
un lenguaje de signos o alfabeto manual, expuesto de manera
más completa en 1620 por Juan Pablo Bonet en su libro Reduc-
ción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos. Con
esta reivindicación de lo español, Andrés quería salir al paso de
quienes propagaban que la pedagogía de los sordomudos era
invención del abate francés l'Epée.
La Revolución Francesa conmocionó Europa, y creó tan
grande inestabilidad que trastocó el mapa político de Italia hasta
el punto de que la vida de Juan Andrés conoció, de nuevo, un
cambio radical. En 1796 el ejército francés, dirigido por el joven
Bonaparte, cañoneó Mantua después de apoderarse del Mila-
nesado, obligando a Andrés a huir a Roma y, posteriormente, a
buscar refugio en el Ducado de Parma, donde se daban los pri-

43. Dell'orígme e clelle viccncle dell'arte d'insegnar a parlare ai son]i mnti, Vienna,
Ignazio Alberti, 1793. La traducción española de su hermano Carlos Andrés fue
publicada en Madrid, por Sancha, en 1794.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 29

meros pasos para reconstruir la extinguida Compañía de Jesús


gracias a la constancia del P. José Pignatelli y la protección del
Duque Fernando de Borbón. A causa de su prestigio, Andrés
fue requerido por el Emperador austríaco Francisco I para reor-
ganizar la Universidad de Pavía en 1799, pero, ocupada nueva-
mente la ciudad por los franceses, se reintegró a Parma para
tomar posesión del puesto de Bibliotecario Mayor del ducado.
Sólo pudo residir en Parma hasta 1804, si bien dedicó su
tiempo a preparar la edición de un corpus de cartas latinas e ita-
lianas del humanista español del siglo XVI Antonio Agustín44,
muy admirado por Gregorio Mayans. Esa misma inclinación
hacia el humanismo le había llevado en 1797 a editar un catálo-
go de códices de la época de Francesco Gonzaga e Isabel d'Es-
te45. Las circunstancias políticas le obligaron de nuevo a
abandonar Parma, cuyo territorio estaba ocupado por Francia
desde 1802. Ya que la Compañía de Jesús contaba con la protec-
ción de Ferdinando IV, rey de las Dos Sicilias, Juan Andrés se
trasladó a Ñapóles en 1804, reingresando en la Compañía. En la
capital de las Dos Sicilias fue encargado de dirigir la Real Biblio-
teca Borbónica, puesto que continuó desempeñando cuando los
franceses entraron en Ñapóles en 1806 y Napoleón designó
nuevo rey en la persona de su hermano José Bonaparte.
La ocupación francesa del reino napolitano se prolongó
hasta 1814. En esos años Andrés fue perdiendo paulatinamen-
te la vista, aunque no cesó de interesarse por las cuestiones eru-
ditas que siempre le habían apasionado46. Ya se encontraba

44. Antonii Augnstini Archicpiscopi Tanaconcnsis Epicstolae latinas et italicae mine


prímum cclitae a Joanne Anarcsio, Parmae, Aloysii, Mussi, 1804.
45. Catalogo de Cocí id Manoscrítti clella Famiglia Capilnpi di Manioca, Mantova,
Societa all'Apollo, 1797. Sobre el humanismo de Andrés, vid. José Luis VILLA-
CANAS BERLANGA: «La obra del abate Andrés y el derecho natural ilustrado
español», en Pedro AULLÓN DE HARO (ed.): Op. cit., pp. 173-192.
46. Lo prueba el contenido de su correspondencia con el bibliófilo milanés Gaetano
Melzi, entre febrero de 1811 y finales de 1812, editada por Nereo Vianello. Andrés
había conocido a Melzi cuando era alumno del Colegio de Nobles de Parma, y,
30 en

prácticamente ciego en 1815, tras una frustrada operación de


cataratas. Un año después deseó visitar Roma para agradecer a
Pío VII la bula de restablecimiento de la Compañía de Jesús.
Después de la audiencia y de cumplimentar a los ex-reyes de
España, Carlos IV y María Luisa de Farm a, exiliados en la Ciu-
dad Eterna47, el 12 de enero de 1817 fallecía Juan Andrés en la
Casa Profesa de Roma como consecuencia de complicaciones
pulmonares. Con él desaparecía, en un tiempo que quizá ya no
era el suyo, «el más acabado modelo de erudición enciclopédica
setecentista y ala vez uno de los españoles defama más univer-
sal en su tiempo», como fue calificado por Miquel Batllori, su
más importante estudioso.

según reconocía Melzi, su pasión por los libros se la debía a Andrés. Cuando murió
en 1851, su biblioteca contaba con treinta mil volúmenes, muchos de los cuales eran
ediciones raras, vid. Nereo VIANELLO: «Vendré lettere di Juan Andrés a Gaeta-
no Melzi», en Archivo Véneto V, 98 (1973), pp. 55-126.
47. Residían en el Palazzo Barberíni, tras abandonar su primera residencia en Roma,
el Palazzo Borghese, y sufriendo el chantaje del embajador Vargas Llaguna, en
Teófanes EGIDO: Carlos IV, Madrid, Arlanza Editores, 2001, pp. 130-133.
El grandioso Palacio de las Musas.
Juan Andrés y el modelo cultural
del Istituto delle Scienze de Bolonia

La legación boloñesa fue el destino de muchos jesuítas de las


Provincias de Aragón y Castilla. Los primeros padres de la Com-
pañía llegaron a Bolonia desde Córcega en septiembre de 1768
y en condiciones penosas, las mismas en que llegó Juan Andrés
a Ferrara un mes más tarde. Hambrientos, casi desnudos, ago-
tados. Giovanni Zambeccari, que actuaba en la legación ponti-
ficia como agente o encargado de negocios del rey de España48,
plasmó ese momento en su correspondencia de oficio en los
siguientes términos: «tienen vestidos desgarrados y rotos, pero
parece que están bien proveídos de doblones de oro»49, ya que
siendo jesuitas debían estar, en su opinión y según un tópico
muy extendido, en posesión de importantes riquezas.
El arribo a Bolonia de cientos de jesuitas españoles creó
mayores dificultades a una ciudad que se encontraba saturada
de clérigos regulares. En ella residían muchos de los jesuitas
portugueses expulsados por Pombal en 1759 y, desde febrero de
1768, se fueron acomodando los jesuitas extrañados del Duca-

48. Cumplió con esa función entre 1766 y su jubilación en 1793 a causa de su edad
avanzada, en Didier OZANAM: Les diplomates cspagnols dn XVIlPsiéck, Madrid-
Bordeaux, Casa de Velazquez, 1998, pp. 472-473.
49. A.G.S. Estado, Leg. 4.733 Zambeccari a Grimaldi, Bolonia 24 de septiembre de
1768.
32 E N R I Q U E G I M E N E/ L O P E /

do de Parma. Los boloñeses culpaban a los jesuítas españoles


recién llegados del encarecimiento de los productos de prime-
ra necesidad, pero, al poco, los jesuitas se aclimataron a la rea-
lidad boloñesa, y cuando llegó la extinción en 1773 ésta fue
aceptada con gran resignación como inevitable y ya interioriza-
da: «He estado observando los movimientos de este numeroso
cuerpo disuelto —decía el Comisario Fernando Coronel—
para dará VE. noticia de los efectos de la abolición, ij habiendo
sido recibida con la mayor conformidad de los interesados,
tengo la satisfacción de comunicarlo a VE. añadiendo que no me
han dado el menor motivo para hacer una ligera prevención,
todos quedan vestidos en traje de seculares»50'.
Entre los jesuitas que, como el propio Andrés, quedaron
convertidos en sacerdotes seculares, se encontraban algunos de
sus más íntimos amigos, a los que recordará en la primera Carta,
fechada el 16 de mayo de 1786, posterior en su datación a las
siguientes, que corresponden al año 1785, e incluida en ese lugar
por el editor Carlos Andrés, hermano del jesuita. Es significati-
vo que casi todos ellos fueran miembros de su misma Provincia,
la de Aragón, pues son raros los jesuitas mencionados pertene-
cientes a la de Castilla, que tenía la más nutrida presencia en
Bolonia. Es cierto que formaban parte de la misma Provincia
que Andrés, pero había en ese apego algo más que la mera ads-
cripción provincial como sostén del sentido de comunidad y de
identidad como grupo. Las referencias a unos, silenciando a
otros, se debe a razones de sintonía con la mayor apertura inte-
lectual que se aprecia en la provincia de Aragón respecto a las
restantes de la Asistencia de España, y ese aspecto era destaca-
do por Andrés de forma consciente, subrayando una y otra vez
el eclecticismo de sus miembros. De la Provincia de Castilla, de
la que afirma que había en Bolonia «muchos sujetos de mérito»,
sólo es citado el P. Isidro López, aquel que fuera sacerdote del

50. A.G.S. Estado, Leg. 5.047 Femando Coronel a Grímale]i, Bolonia, 19 de septiem-
bre de 1773.
ESTUDIO INTUODUCTOHIO 33

colegio de Monforte y Procurador de la Provincia de Castilla en


la Corte, de donde fue desterrado por su posible implicación en
el motín de 176651. En algún caso esa apertura había permitido,
aunque de manera no consolidada, una relación entre la cultura
científica boloñesa impulsada por la Compañía y los propios exi-
liados. La referencia a Juan Bautista Colomés es indicativa al
respecto. Al hablar de este sacerdote valenciano, profesor en
Orihuela, Andrés no sólo enumeraba alguna de sus obras teatra-
les52, como el Coriolano, Inés de Castro o Scipion en Cartago,
sino que señalaba que «había hecho grandes progresos en las
matemáticas» bajo la dirección del jesuita Vincenzo Riccati, pro-
fesor del Colegio de Santa Lucía, e hijo del famoso lacopo Fran-
cesco Riccati, un aristócrata veneciano que había sido el creador
de la ecuación no lineal, que facilitaba la resolución de ecuacio-
nes diferenciales de segundo orden, y al que Andrés calificó en
las adiciones a su Origen de «figura benemérita de la Ciencia
analítica»53. Las matemáticas fueron, en Bolonia, un elemento
de primer orden en la configuración de una cultura urbana y, en
ese ámbito, el Colegio jesuita de Santa Lucía compitió con la
Universidad en ofertar una ciencia aplicada, presentada con cier-
ta ambigüedad, muy del gusto de Andrés, ya que, sin condenar
abiertamente el geocentrismo, se aceptaba, en un ejercicio de

51. Para una exculpación del P. López, vid. Constancio EGUIA RUIZ: Los jesuítas y el
Motín de Esquiladle, Madrid, C.S.I.C., 1947.
52. Sobre Colomés, vid. el estudio introductorio de María José Bono Guardiola a su obra
Los filósofos en almoneda, Alicante, Universidad, 2003, pp. 7-57; y el apunte bio-
gráfico en Adolfo DOMÍNGUEZ MOLTÓ: El Abate D. Juan Andrés Morell (un eru-
dito del siglo XVIII), Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1978, pp. 199-202.
53. Origen..., Adiciones al vol. IV, Tomo VII en las ediciones de Roma y Parma, en vol.
VI, p. 793. Las obras completas de lacopo Riccati, con una biografía redactada por
Cristoforo di Rovero, fueron publicadas en 1755 por su hijo Giordano Riccati:
Opere del conté ¡acopo Riccati, Lucca, 1761-1765, 4 vols. Sobre la familia Riccati,
vid. Adriano Augusto MICIIIELI: «Una famiglia di matematici e di poligrafici tri-
vigiani: i Riccati», en Atti del R. Istituto véneto di scienze, lettere ed arti, 103 (1943-
1944) 2, pp. 69-109.
34 E N R I Q U E G Í M E M E / LOTE/

sincretismo cultural muy propio de la Compañía, las mejoras y


precisiones de Galileo54.
Otros jesuitas citados, residentes en Bolonia, pertenecían
también a la Provincia de Aragón, y en la mayoría de ellos se
hacía mención a inclinaciones o aficiones matemáticas. Manuel
Lassala, como Colomés, escribió tragedias, como Ormisinda,
Lucia Miranda e Ifigenia en Aulide, traducida esta última al
castellano por Juan Bautista Esplugues y publicada en Valencia,
de donde era natural el jesuita, en 1781. También Lassala reci-
bía de Andrés los entorchados de matemático, además de filó-
logo y poeta, y de manera similar acontecía con el futuro
restaurador de la Compañía, José Pignatelli, que, con su her-
mano, se había trasladado de Ferrara a Bolonia después de la
extinción55, del que Andrés escribía que era «amante de las
matemáticas, buenas letras, música, pintura, y generalmente
versado en las ciencias y en las artes, y promotor de unas y otras
entre los españoles», y con Salvador Gea, que había sido estu-
diante del Colegio de Teruel cuando la expulsión, y al que
Andrés consideraba «versado en el griego y en el latín, en las
matemáticas y en los estudios de buen gusto». Como se pone cla-
ramente de manifiesto, Andrés subraya en todos los casos el
eclecticismo de los citados por considerarlo propio de todo buen
hombre de letras.
Algunas referencias hacía Andrés de jesuitas americanos
que residían o habían residido en algún momento en Bolonia: el
chileno Juan Ignacio Molina González, al que mencionaba como
«autor de la Historia de Chile, cuyo primer tomo le ha dado tanto

54. Andrea BATTISTINI: «La cultura scientifica nel collegio bolognese», en Gian
Paolo BRIZZI y Anna María MATTEUCCI (ecls.): DaU'isola alia citta. I Gesuiti a
Bologna, Bologna, Nuova Alfa, 1988, pp. 157-169.
55. Según March, obedeciendo órdenes del conde de Fuentes, su hermano, y pasando
a residir a la casa del Comisario Fernando Coronel y, a la muerte de éste, en diciem-
bre de 1774, a la residencia del otro Comisario, Pedro La Forcada, en José M.
MARCH: El restaurador de la Compañía de ¡esiis Beato José Pignatelli y su tiem-
po, Barcelona, Revista Ibérica, 1935, pp. 379-3SO, y 414.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 35

honor dentro y fuera de Italia», en alusión al Compendio de la


Historia Geográfica, Civil y 'Natural de Chile, publicada en ita-
liano en 1776 y traducida al castellano en 1788. El P. Molina era
persona muy vinculada al Istituto delle Scienze bolones, y sus
disertaciones fueron publicadas en dos volúmenes en 1821, ocho
años antes de su fallecimiento, con el título de Memorias de his-
toria natural en sesiones del Instituto56. También se refiere
Andrés a los mexicanos Agustín Pablo de Castro y Francisco
Javier Clavigero. Castro, apasionado por la arqueología, que ya
había practicado en Zapotecas, en su México natal57, había resi-
dido en Ferrara y posteriormente en Bolonia, poco antes de la
extinción58, donde escribió una Historia de la Literatura Mexi-
cana, un poema épico titulado la Cortesiada, sobre Hernán Cor-
tés, además de muchas traducciones latinas y griegas59. Andrés
admiraba profundamente la Storia Antica del Mesico que Clavi-
gero había publicado en Cesena entre 1780 y 178160, y la había
utilizado en su Origen... para apoyar su rechazo a que los espa-
ñoles hubieran llevado la sífilis a México, considerándola obra
erudita y fundamental para ilustrar la historia de México61.

56. Sobre el P. Juan Ignacio Molina y su vinculación al mundo cultural bolones, vid.
Walter HANISCH: Itinerario ij pensamiento de losjesuítas expulsos de Chile (1767-
1815), Santiago de Chile, Andrés Bello, 1972, pp. 213-218.
57. José Eugenio URIARTE y Mariano LECINA: Biblioteca de escritores de la Com-
pañía de Jesús pertenecientes a la antigua Asistencia de España desde sus orígenes
hasta el año 1773, Madrid, Gráfica Universal, 1925-1930, tomo II, p. 180.
58. Félix de SEBASTIÁN: Memorias de los Padres tj Hermanos de la Compañía de
Jesús de la provincia de Nueva España, vol. II, ff. 175-179. La nota necrológica apa-
rece en el año 1790, fecha de su fallecimiento en Bolonia. Un ejemplar manuscri-
to, en dos volúmenes, se encuentra en la Biblioteca del Archiginnasio de Bolonia,
con la signatura A.531 y 532.
59. Sobre la actividad intelectual en el exilio de Agustín Pablo de Castro, vid. Eva
SAINT CLAIR SEGURADO: Expulsión y exilio de la Provincia jesuíta mexicana,
1767-1820 (en prensa).
60. Charles E. ROÑAN: Francisco Javier Clavigero S.I. (1731-1787), figure of the
Mexican Enlightenment: His life and works, Roma, I.U.S.I., 1977.
61. Las referencias de Andrés a la obra de Clavigero, en Origen... vol. I, p. 372, vol. V,
p. 280 y vol. VI, p. 858.
36 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

Pero el objeto de las reflexiones epistolares de Andrés era


mostrar el ejemplo que para sus lectores españoles podía ofre-
cer Bolonia. Para el jesuita valenciano, el eje de la cultura de la
que era segunda ciudad de los Estados Pontificios, y una de las
mayores de Italia62, se había desplazado de la Universidad al
Istituto delle Scienze, lo que venía a suponer un tránsito de lo
viejo a lo nuevo, de la escolástica rancia y los intereses corpora-
tivos a la ciencia moderna y a la figura del científico experi-
mental. La afirmación «el tiempo de las Universidades se acabó
ya» indicaba que para Andrés el futuro inmediato de las insti-
tuciones culturales estaría vinculado a realizaciones como el
Istituto delle Scienze sito en el Palazzo Poggi, y creado entre
1711 y 1715, que se había convertido en visita obligada para
todo viajero que recalara en Bolonia63, y motivo de elogios
encendidos, como el publicado a mediados de siglo por Bernard
de Fontenelle, citado por Andrés64. Era en estas nuevas reali-
dades científicas donde se hacía posible la renovación cultural y
la circulación de nuevas ideas científicas. Como lia señalado
Walter Tega, la Universidad quedaba para la didáctica de base
y la formación de abogados, eclesiásticos, funcionarios, médicos,
mientras que el Istituto o las Academias de nuevo cuño se orien-
taban hacia el saber experimental, el trabajo en equipo, la con-
servación ordenada de los materiales y la difusión de los

62. Giovanni RICCI: La cittá nella storia d'Italia. Bologna, Roma, Laterza, 1980, pp.
109-119.
63. El Presidente Charles De Brasses le dedicó una particular atención en su viaje a
Italia de 1739, pues lo consideraba «la principal cosa que haij en la ciudad tj una de
las más curiosas que haya en Europa», en Viaje a Italia, Madrid, Calpe, 1922, vol.
I, pp. 259-263. El título original de la obra de De Drosses era, al igual que la de
Andrés, Lettres fainilieres.
64. Bernard de Fontenelle: Eloge de M. le Comte Marsigli, publicado en sus Oenvres,
Amsterdam, 1754. En su elogio Fontenelle afirmaba que el Bononiense Scientiarum
et Artium Institiitum adpublicum totius Orbis Usum se asemejaba a «l'Atlantide du
Chancclicr Bacon cxecutce».
ESTUDIO INTRODUCTORIO 37

resultados de la investigación65. Allí se hallaban reunidos los


materiales de la ciencia (astronomía, física y química), de las
artes, de la erudición arqueológica y de la historia natural, con
el apoyo de una importante biblioteca y el instrumental ade-
cuado, con el propósito de hacer avanzar el conocimiento
mediante la docencia e investigación. Se trataba de una realidad
que respondía plenamente a la concepción enciclopedista del
saber que postulaba Andrés, donde la naturaleza quedaba
representada de manera coherente y homogénea, dando pree-
minencia a la observación. A diferencia de los museos de curio-
sidades, el Istituto tenía dispuestas sus salas y objetos con la
intención de ser útil a los investigadores y de facilitar su tarea66.
«Grandioso palacio de las Musas» y «una de las obras más glo-
riosas que se han erigido a las ciencias», llamaba Andrés al Isti-
tuto. No era sólo novedosa la organización didáctica de los
materiales y la puesta a disposición por parte de los investiga-
dores de los elementos necesarios para desarrollar seriamente
su trabajo. Era mucho más: lo que Andrés denominaba la unión
«en un lugar solo de todos los medios de estudiar con provecho
las artes y las ciencias, y de cultivar de todos modos el ingenio
humano», una puesta en práctica del ideal baconiano de saber
unitario, sistemático y al mismo tiempo útil, donde las variopin-
tas formas de la naturaleza estaban debidamente clasificadas,
descritas e interpretadas67. Aquello que suponía una novedad
mayor si cabe era su carácter autónomo o, dicho en palabras de

65. Walter TEGA: «Mens agitat molem. L'Accademia clelle Scienze di Bologna (1711-
1804)», en Renzo CREMANTE y Walter TEGA (eck): Scicnza e lettcratiira nella
cultura italiana del Settcccnto, Bologna, II Mulino, 1984, pp. 65-108.
66. Mariafranca SPALLANZANI: «Le Garriere di Storia Naturale dell'Istituto delle
Scienze di Bologna nel Settecento», en Renzo Renzo CREM ANTE y Walter TEGA
(eds.): Op. cit., pp. 149-183.
67. Paolo ROSSI: Francis Bacon: de la magia a la ciencia, Madrid, Alianza, 1990, pp.
15-16 y 142. En su viaje a Italia, publicado en 1775, el Abate Coyer decía del Isti-
tuto: «On croirait voir l'Atlantide du Chancelier Bacon exécutée», en Abbé COYER:
Voyages d'ltalic et de Hollande, París, Duchesne, 1775, vol. I, p. 94.
38 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

Andrés, «deberse a un particular, y de haber crecido con los


auxilios de los particulares —es decir mediante donaciones—
sin intervenir apenas la influencia del Príncipe». Dotar de auto-
nomía financiera y administrativa al Istituto había sido el obje-
tivo inicial de su fundador, el conde Luigi Ferdinando Marsigli,
para, desde esa base de independencia, influir en la Universidad
y renovarla mediante la formación de científicos cualificados68.
Juan Andrés concedió a Marsigli un lugar de privilegio al
hablar del Istituto. Recordó su origen militar, pues Marsigli
había formado parte del ejército del Emperador Leopoldo I, y
había sido hecho prisionero por los turcos y más tarde rescata-
do69, y mencionó sus inicios como coleccionista curioso, recopi-
lando en sus muchos viajes «raridades de la naturaleza y del
arte», ya que Marsigli viajó a Constantinopla, los Balcanes, Hun-
gría y Holanda, recogiendo materiales para su museo privado70.
Incluso le concedió una mención en su Origen..., calificándolo
de «grande observador de las cosas marinas»71 por su libro His-
toire phisique de la raer, que había publicado en Amsterdam, en
1725. Pero el mayor valor de Marsigli había sido su generosidad
al donar a Bolonia todas sus colecciones, bajo condiciones
expresadas en unas Constituciones aprobadas en diciembre de
1711 y confirmadas por un Breve de Clemente XI en 1715, y
respetando siempre su concepción baconiana de dar prioridad
a la observación y a la experimentación, siguiendo criterios simi-
lares a los establecidos por la Royal Society londinense. Poste-
riormente, entre 1742 y 1743, el Senado bolones transferiría al

68. Marta CAVAZZA: «La "Casa di Salomóme" realízala?», en I materialli dell'lstituto


delle Scienze, Bologna, Accaclemia delle Scienze, 1979, pp. 42-54.
69. Emilio Lovarini editó los escritos del propio Marsigli con el título La scliavintú del
genérale Marsigli sotto i tartarí e i turchi da luí stesso narrata, Bologna, Zanichelli,
1931.
70. Véase la biografía del personaje en John STOYE: Marsigli's Europe 1680-1730, the
life and times of Lnigi Ferdinando Marsigli, soldier and virtuoso, New Haven, Yale
University Press, 1994.
71. Vid. Origen..., vol. V, pp. 67y 126.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 39

legado de Marsigli los museos Aldrovandiano y Cospiano72 por


sugerencia de Benedicto XIV, que había sido en su etapa de
Arzobispo de Bolonia, entre 1731 y 1740, un entusiasta protec-
tor del Istituto73. Andrés admiraba la obra y la capacidad de
observación de Ulisse Aldrovandi, naturalista y médico bolones
que vivió entre 1522 y 1605: «recorrió valles, montes y provincias
diversas, formó un riquísimo museo y una inmensa colección de
varias cosas naturales de todos los reinos de la Naturaleza; leyó
infinitos libros (...); estudió la Antigüedad para ver en ella cuan-
to tiene de físico y conocer mejor algunas producciones de la
Naturaleza»74, y aplaudía Andrés que se fueran incorporando
nuevas piezas o colecciones al núcleo original de Marsigli75,
mediante donaciones desinteresadas. Ése era el camino a seguir.
La sala que más interesó a Andrés fue la de arqueología,
quizá por la novedad que suponía contar con un profesor públi-
co de anticuaría, la única cátedra de esta disciplina —decía
Andrés— «que yo sepa haberse erigido hasta ahora en toda
Europa para dar lecciones de antigüedades», que era muy
reciente, pues las primeras clases se habían dado en 1781, y
ejemplo que debía seguirse en España, donde, en su opinión,
sobraban cátedras de filosofía, teología y derecho. Era su titular
Giacomo Biancani Tazzi, un profesor de griego en el Archigin-
nasio bolones, que fue el primer arqueólogo que, en 1771, tra-
bajó en el Istituto delle Scienze, redactando un índice de todas
las medallas y monedas antiguas y modernas, hasta un total de

72. El museo del senador Ferdinando Cospi, que vivió entre 1606 y 1686, era un anexo
al Museo Aldrovandiano. Vid. Cario GENTILI: «I musei Aldrovandi e Cospi e la
loro sistemazione mell'Istituto», en I materialli dcll'Istituto delle Scienze, Bologna,
Accademia delle Scienze, 1979, pp. 90-99.
73. Vincenzo PALLOTTI: «Per una storia dell'Istituto delle Scienze», en I materialli
dell'Istituto delle Scienze, Bologna, Accademia delle Scienze, 1979, pp. 55-62.
74. Vid. Origen..., vol. V, p. 113. Durante todo el siglo XVIII fue reconocida la deuda
de la Historia Natural con Aldrovandi.
75. Mencionaba legados efectuados por el marqués de Maffei, de un oratoniano vene-
ciano, el P. Urbano Savorgnano, y otros.
40 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

4.280 ejemplares. Como director del gabinete numismático,


gestionó las importantes donaciones de Luis XV y del Elector
palatino Carlos Teodoro, además de contar con diversos lega-
dos, entre ellos los del senador Nicola Spada y Clemente XIV.
Son frecuentes las referencias de Andrés a la desaparición de
una generación brillante de hombres de ciencia y cultura vin-
culados a Bolonia, y a la pérdida que ello había supuesto para el
prestigio de la ciudad: «murieron los Manfredis, los Beccaris, los
Zanottis, y otros sujetos ilustres que con sus obras difundían por
todo el mundo la fama de la docta patria Bolonia». Entre esas
otras ilustres pérdidas, citaba a Laura Bassi, Anna Morandi y el
P. Martini. Salvo Eustachio Manfredi, fallecido en 1739, todos
los demás habían muerto en los últimos veinticinco años.
Gabriele Manfredi en 1761, Giampietro Zanotti en 1765, Gia-
como Bartolomeo Beccari en 1766, Anna Morandi en 1774,
Francesco Maria Zanotti en 1777, Laura Bassi en 1778, Eusta-
chio Zanotti en 1782 y el P. Giovanni Battista Martini en 1784.
Todos ellos habían dado a Bolonia un brillo cultural que se había
empañado tras su desaparición.
Por iniciativa de Eustachio Manfredi, se fundó en 1690 la
Accademia degli Inquieti para impulsar las ciencias experimen-
tales, y que quedaría integrada en el Istituto marsigliano como
Accademia delle Scienze dell'Istituto, tal como se especificaba
en el capítulo XI de las Constituciones, contando ambas insti-
tuciones con el mismo Secretario76. Su hermano Gabriele fue
matemático, considerado como el primer algebrista italiano de
su tiempo77, y catedrático de Geometría analítica de la Univer-
sidad boloñesa entre 1710 y su fallecimiento. Fue uno de los pri-

76. Marta CAVAZZA: Op. cit., pp. 42-54.


77. Matteuzzi afirma que «con il Manfredi siamo aunque al pin alto grado della ricer-
ca matemática in campo mondiale: egli si colloca snl piano dci massimi geni del sito
tempo», en Maurizio MATTEUZZI: «La matemática a Bologna nel secólo XVIII»,
en I materíalli dell'htitiito delle Scienze, Bologna, Accademia delle Scienze, 1979,
pp. 75-77.
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meros difusores de Newton en Italia, tras recibir un ejemplar de


los Principia newtonianos por mediación del astrónomo Fran-
cisco Bianchini, quien había recibido varios ejemplares del pro-
pio Newton para que los hiciera llegar a matemáticos italianos78.
Al igual que los Manfredi, los hermanos Zanotti estaban
vinculados a los primeros pasos del Istituto y a su posterior desa-
rrollo. El mayor de todos ellos, Giampietro, nacido en 1674,
formaba parte de la Accademia Clementina creada en 1705 en
Bolonia para la pintura, escultura y arquitectura, y que, con la
creación del Istituto delle Scienze, quedaría agregada a él. Fran-
cesco, nacido en 1692, había publicado tres obras sobre filoso-
fía moral y poética79, pero su relevancia se debía a su cargo de
Secretario del Istituto y a que bajo su responsabilidad se inició
la publicación, en 1731, del primer tomo de los Comentara,
siendo el que abría el volumen obra suya con citas expresas a
Newton, Huygens, Leibniz y Galileo. Por último, Eustachio,
nacido en 1709, había sido matemático y profesor de Astrono-
mía en la Universidad de Bolonia.
Andrés tenía en muy alta consideración a Giacomo Bartolo-
meo Beccari, al que situaba entre los más importantes miembros
de la escuela médica boloñesa, amén de destacar sus investiga-
ciones químicas, en particular sobre el fósforo80, y, en efecto, fue
uno de los precursores de la Química en Italia, pues pasó de la
Medicina teórica a hacerse cargo de la Cátedra de Química de la
Universidad de Bolonia, creada en 1737, la primera de las Uni-
versidades italianas, considerada necesaria para el estudio de la
Medicina. Pero, sobre todo, era su relación con el Istituto lo que
más importaba a Andrés, pues Beccari se había responsabilizado
desde 1734 de la sección dedicada a la Química en el Istituto delle

78. Luigi SIMEONI: Storia dclla Univcrsita di Bologna, Bologna, Nicola Zanichelli
Editare, 1940, vol. II, pp. 116 y 136.
79. Laforza attrattiva delle idee (1747), La filosofía morale secando i perípatetici (1754)
y DeH'arte poética (1758).
80. Vid. Origen..., vol. V, p. 327, y vol. VI, p. 402.
42 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

Scienze, además de publicar sus trabajos de campo sobre los Ape-


ninos toscanos en los prestigiosos volúmenes de Comentara para
dar a conocer sus observaciones naturalistas81.
Dos notables mujeres habían fallecido en 1774 y 1778. Se
trataba de Anna Morandi y Laura Bassi. La primera era, como
señalaba Andrés, «famosa por su habilidad de trabajar en cera
las partes anatómicas»; había trabajado en el Gabinetto di Ana-
tomía del Instituto de Ciencias, creado en 1742 por Benedicto
XIV, y donde se conservaba, desde 1776, la colección de prepa-
rados anatómicos en cera coloreada por Morandi y su marido,
Giovanni Manzolini, los más antiguos modelos de anatomía
conocidos. La segunda, Laura Maria Caterina Bassi, esposa del
profesor Giuseppe Veratti, desarrolló una gran actividad acadé-
mica en el Istituto bolones, ocupando la cátedra de Física expe-
rimental, tras ejercer durante muchos años la enseñanza privada
en un gabinete científico instalado en su propio domicilio, cáte-
dra que a su muerte pasó a su marido. Andrés no dejó constan-
cia de haber asistido a alguna de las disertaciones que
frecuentemente realizaba en su domicilio sobre química, física,
hidráulica y tecnología, pero silo hizo en 1739 Charles De Bros-
ses, Presidente del Parlamento de Dijon, y, en opinión de
Stendhal, «el Voltaire de los viajeros por Italia»82, cuando pre-
senció una conferencia de Laura Bassi sobre la atracción de los
cuerpos eléctricos, y la comparaba con Maria Gaetana Agnesi,
entonces muy joven, a la que había conocido en Milán: «La
señora Bassi tiene ingenio, se expresa con facilidad; pero, con
todo eso, no cambiaría por ella a la joven de Milán»83, que, con
el tiempo, llegaría a ser miembro de la Accademia delle Scienze
de Bolonia. También dejó constancia de una experiencia simi-
lar el abate Coyer, quien afirmó en 1775 que esa Másenla

81. Giovanni PINT: Jacopo Bartolomeo Beccari, Bologna, 1940.


82. STENDHAL: Roma, Ñapóles \j Florencia, vol. I de Obras Completas, Madrid,
Aguilar, 1988, p. 698.
83. Presidente DE DROSSES: Op. cit., vol. I, p. 263.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 43

Sapho, como la denominaba, discurría en latín como Cicerón y


que su marido no se sentía humillado por una esposa tan sabia
porque él también lo era84.
El último de los fallecidos era el P. Martini, uno de los
grandes teóricos musicales del Setecientos europeo85, como
afirmaba el propio Andrés. Franciscano, poseedor de una
impresionante biblioteca musical de unos 17.000 volúmenes, su
importancia en el mundo cultural fue tan grande que influyó y,
a la vez, polemizó con alguno de los más notables jesuítas exi-
liados españoles. Sus trabajos fueron básicos para que Esteban
de Arteaga redactara La rivoluzioni del teatro musicale italiano,
que publicó en Bolonia entre 1783 y 1788, convirtiéndolo en un
intelectual admirado en toda Italia86, y polemizó con Antonio
Eximeno, gran amigo de Andrés, que, al acusar a Martini de
«pitagórico», defendía la capacidad de emocionar del lenguaje
musical y la necesidad de liberarlo del lenguaje matemático87. La
intensidad de esta polémica fue tan grande que sus repercusio-
nes llegaron a las publicaciones periódicas italianas88, intervi-
niendo Arteaga a favor de las opiniones de Eximeno. Andrés, sin

84. Abbé COYER: Op. cit., vol. I, p. 96.


85. Sobre Martini, vid. las actas del Congreso Internacional celebrado en Bolonia en
septiembre de 1984 y editado por Angelo POMPILIO: Padre Martini: música e cul-
tura ncl Settecento europeo, Firenze, Olschki, 1987.
86. Según el P. Batllori, esta historia de la ópera italiana permitió «que su nombre se
extendiese desde el angosto cenáculo de sus amigos de Bolonia a todos los círculos
literarios de la Italia setecentista», en «Prólogo» a Esteban de ARTEAGA: La Belle-
za ideal, Madrid, Espasa-Calpe, 1972, p. XVII. El propio P. Batllori indica que el
estudio fue posible por residir en Bolonia y contar con la ayuda y los libros del P.
Martini, en Miguel BATLLORI: La literatura hispano-italiana de losjesuítas expul-
sos, Madrid, Credos, 1966, p. 31.
87. Sobre la polémica Martini-Eximeno, vid. Ciño STEFANI: «Padre Martini e l'Exi-
meno: bilancio di una celebre polémica sulla música di Chiesa», en Nuova Rivista
Musicale Italiana VI (1970), pp. 463-481, y Miguel Ángel PICÓ: El Padre José Anto-
nio Eximeno tj Pujades, Valencia, Institució Alfons el Magnanim, 2003, pp. 274-308.
88. Paolo GOZZA: «La scienza musicale nel "Nuovo Giornale de Letterati d'Italia"
(Módena 1773-1790)», en Renzo CREM ANTE y Walter TEGA (eds.): Op. cit., pp.
381-401.
44 E N R I Q U E G I M E N E / Lo P E /

tomar partido claramente, también se inclinaba por Eximeno,


quien, en su opinión, «quiere fundar su sistema, no sobre cifras
ti finirás, ni sobre raciocinios matemáticos, sino sólo sobre la
J J O '

observación de la naturaleza»89.
Para Andrés, la pérdida de personalidades tan notables no
había encontrado recambio de similar talla en la generación pos-
terior, y la Bolonia que él visitaba en 1785 tenía un tono cultu-
ral inferior a la de hacía dos décadas. La nómina que presentaba
Andrés era un conjunto de «escritores respetados aun fuera de
Bolonia, y hacen que deseen conocerlos los literatos extranje-
ros», pero Monti, Canterzani, Saladini, Mondini o Palcani eran,
en realidad, meros continuadores aplicados de quienes habían
creado el Istituto en la segunda década del Setecientos y la
generación posterior, que lo había llevado a su plenitud. Gaeta-
no Monti, el más destacado por Andrés, al llamarlo «portento de
erudición» en Historia Natural y Botánica, profesor que fuera
de Casimiro Gómez Ortega, el más influyente naturalista del
reinado de Carlos IV y catedrático del Jardín Botánico de
Madrid90, era hijo de Giuseppe Monti, responsable desde la
década del veinte del Museo de Historia Natural creado por
Marsigli, introductor del sistema de clasificación de Linneo en
Bolonia, y creador, en 1742, del Musaeum Diluvianum de
Paleontología, el primero de los museos italianos de esta disci-
plina, si bien todavía participaba de la teoría diluviana de que los
fósiles eran restos del diluvio bíblico. Gaetano fue un mero
sucesor de su padre en las clases de Historia Natural, especiali-
zándose en el estudio de los corales y zoófitos de la Cerniere di
storia naturale del Museo91. Sebastiano Canterzani era el suce-
sor, a su vez, de Francesco Zanotti en la Secretaría del Istituto,

89. Vid. Origen..., vol. IV, p. 238.


90. Sobre Gómez Ortega, vid. Francisco Javier PUERTO SARMIENTO: Ciencia de,
Cámara. Casimiro Gómez Ortega (1745-1818), el científico cortesano, Madrid,
C.S.I.C., 1992.
91. Mariafranca SPALLANZANI: Op. cit.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 45

además de impartir docencia de matemáticas y astronomía en la


Universidad92, y Canterzani y el canónigo Girolamo Saladini
eran considerados por el propio Andrés como continuadores de
los análisis algebraicos de Riccati93. Cario Mondini era el suce-
sor de Galvani en la Cátedra de Anatomía cuando en 1782 éste
pasó a profesor de Obstetricia y, finalmente, Luigi Palcani era
el discípulo del ya citado Francesco Maria Zanotti, y editor de
sus obras. Por tanto, un conjunto de discípulos y continuadores
que daba como resultado poca originalidad y un discreto nivel.
Sólo destacaba, aunque no lo hiciera Andrés, que únicamente lo
mencionaba en el capítulo de matemáticos, Alfonso Bonfioli
Malvezzi, que era quien, de entre todos los de su generación,
mantenía mayor contacto con el exterior, pues sostenía corres-
pondencia con el naturalista suizo Charles Bonnet94, con D'A-
lembert, Rousseau, Diderot, Condorcet, Haller, Voltaire y
Bernoulli, y era socio de la Academia de Ciencias de París desde
1773 y viajero frecuente por Europa95.
Este tono nostálgico de Andrés recuerda hasta cierto
punto la actitud pesimista que destilaba su discurso de ingreso
en la Academia de Ciencias y Bellas Letras de Mantua en 1778,
y que sería posteriormente publicado en castellano con el títu-
lo de Disertación sobre las causas de los pocos progresos que
hacen las ciencias en estos tiempos. Le estimulaba, más que la
realidad actual de Bolonia, la de los tiempos de Marsigli y la
década de 1731 a 1740 en que fue legado pontificio el cardenal
Próspero Lambertini, elegido Pontífice en ese último año.
Incluso Andrés iba más atrás, a los años de mediados del Seis-

92. Marta CAVAZZA: «L'insegnamento delle scienze sperimentale nell'Istituto delle


scienze di Bologna», en Alma matcr studiorum (1993), pp. 155-167.
93. Vid. Origen..., vol. VI, p. 794.
94. Sandro CARDINAL! (ed.): Biología c religione ncl Scttcccnto europeo: la corrís-
pondenza ira Alfonso Bonfioli Makezzi e Charles Bonnet, 1773-1785, Ferrara, 1998.
95. Sus notas de viajes por Europa han sido publicadas por Sandro CARDINALI y
Luigi PEPE con el título Viaggio in Europa e altrí scrítti, Ferrara, Universitá degli
Studi, 1988.
46 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

cientos, entre 1650 y 1668, cuando Gian Domenico Cassini96


impartió Astronomía en Bolonia y trazó el 22 de junio de 1655,
en el solsticio de verano, una Meridiana en la Iglesia de San
Petronio, admiradísima por Andrés, que la calificó de «oráculo
de la astronomía solar», y cuando las Academias, antes exclusi-
vamente literarias, comenzaban a interesarse por la ciencia. La
Meridiana era un buen ejemplo del concepto evolutivo que para
Andrés tenía el devenir científico, y por ello le dedicó un espa-
cio estimable en su carta. Trazada por vez primera en 1575, por
el Padre Egnacio Danti, llamado Dante por Andrés, Cosmó-
grafo de Cosme de Médici, fue perfeccionada por Cassini a
mediados del siglo XVII, y ajustada por Montanari y Guglielmi-
ni en 1673 y 1690. Tanto uno como otro científico habían sido
objeto de la atención de Andrés con anterioridad por su ads-
cripción a la escuela de Galileo, tan estimada por el jesuíta
valenciano, pese a la condena de Roma, un error causado, en su
opinión, por «un celo mal entendido de la religión»®1, pues, en
opinión de Andrés, Galileo «acabó mostrando a todos que el sis-
tema copernicano es la hipótesis más probable para explicar
todos los fenómenos celestes»®8. El modenés Geminiano Monta-
nari, académico del Cimento, animador de la Academia físico-
matemática de la Trácela, y discípulo de Galileo, fue profesor de
Matemáticas y Astronomía en la Universidad de Bolonia entre
1664 y 1678, cuando pasó a Padua". Pese a su dilatado curri-

96. Cassini dejó Bolonia y pasó a París en 1668 para dirigir su observatorio, nacionali-
zándose francés en 1673, tras aceptar la invitación de Colbert. En 1684 descubrió
cuatro nuevos satélites de Saturno que se añadieron a los descubiertos por Chris-
tian Huygens. A Cassini le dedicó Andrés grandes elogios en el volumen VIII de su
Origen..., donde era calificado de «reformador de la moderna Astronomía».
97. Miguel Ángel PUIG-SAMPER MULERO: «Juan Andrés y la Historia de las Cien-
cias», en Pedro AULLÓN DE HARO (ed.)-.Juan Andrés y la teoría comparatista,
Valencia, Biblioteca Valenciana, 2002, pp. 223-244.
98. Giovanni ANDRES: Saggio dclla filosofía del Galileo, Mantiva, Alberto Pazzoni,
1774, p. 134.
99. Salvatore ROTTA: «Scienza e "pubblica felicita" in G. Montanari», en Miscellanea
Seicento, Firenze, 1971, vol. II, pp. 65-210.
ESTUDIO iNTiíODUCToiuo 47

culum100, Andrés únicamente lo citó por una actividad secun-


daria que desarrolló en los últimos años de su vida, «por el estu-
dio y las observaciones de las aguas, particularmente de aquellas
que pertenecen a la laguna de Venecia»101, si bien con Montanari
se produjo el cambio hacia la modernidad en la cultura de la ciu-
dad. Como afirma Cario Gentili, con él «prende corpo en la cul-
tura bolognese una figura de scienziato che realizza in modo
sempre piú intégrale il modello baconiano»102. Domenico
Guglielmini fue alumno y sucesor de Montanari en la Cátedra
de Astronomía del Studio bolones cuando éste pasó a Padua.
Miembro de la Academia degli Inquieti, fundada por Eustachio
Manfredi en 1690, fue un galileano militante, y así se lo reco-
noció Andrés, para quien Guglielmini perfeccionó «lo que Gali-
leo no había hecho más que empezar»103. Sin duda, Guglielmini
fue uno de los iniciadores de la nueva ciencia en Italia y alcan-
zó renombre europeo, pues fue miembro de la Royal Society y
de la Academia de Ciencias de París, y sus relaciones epistola-
res con Leibniz le facilitaron poder introducir en Italia el cálculo
infinitesimal104. Un ejemplo de método científico moderno fue-
ron sus Rifflessionifilosofiche dedotte dalle figure dei salí, publi-
cadas en Bolonia en 1688, donde teorizaba sobre la composición
de la materia sobre la base de las figuras geométricas de los cris-
tales salinos observadas al microscopio105, que Andrés conside-

100. Montanari construyó lentes, trazó un mapa de la cara visible de la luna, investigó
sistemáticamente las variaciones de luz de la estrella Algol, rechazó la astrología
como ciencia y participó en los circuitos internacionales de investigación científica.
101. Vid. Origen..., vol. IV, p. 189.
102. Cario GENTILI: «II modello epistemológico dell'Institutum scientiarum et artium
di Bologna», en / materíalli deU'Istituto delle Scienze, Bologna, Accademia delle
Scienze, 1979, pp. 22-41. Cita en p. 29.
103. Vid. Origen..., vol. I, p. 348.
104. Luigi PEPE: «II calcólo infinitesimale in Italia agli inizi del secólo XVIII», en
Bolletino di Storía delle Scienze Matematiche, II (1981), pp. 43-101.
105. Maurizio MAMIANI: «II método de la filosofía naturale nelle "Rifflessioni filoso-
fiche dedotte dalle figure del sali" di Domenico Guglielmini», en Science and lina-
48 E N K IQ U E G I M É N K / L Ó P K 7.

raba «obra magistral sobre las sales»106, Gracias a Guglielmini el


Senado bolones instituyó en 1694 la primera cátedra universi-
taria de Hidrometría, y una síntesis de sus estudios de Hidráu-
lica fue su obra Delia natura dei fiumi, editada en Bolonia en
1697107, que Andrés consideraba fundadora de la Hidrometría:
«Guglielmini fue el primero que reflexionase que el nacimiento
y formación de los cauces, siendo obra de la naturaleza, debía
sujetarse a sus leyes constantes; que de la fuerza de las aguas y
de la resistencia de la materia, que forma la cama de los cauces,
debían tomarse aquellas leyes; que en el acto de obrar la fuerza
contra la resistencia la una y la otra son variables, y crece o se
disminuye la una al disminuirse o aumentarse la otra, y con
estos principios se aplicó a buscar las verdaderas leyes que sigue
la naturaleza en la formación y alteración de los cauces, y a
encontrar una completa teoría de ellos y un arte bien fundado
para regularlos»1^. Para Andrés estaba clara la sucesión acu-
mulativa, mediante el encadenamiento maestro-discípulo, que
para la Astronomía boloñesa se podía establecer partiendo de
Galileo, pasando por Montanari, Guglielmini y llegando a Eus-
tachio Manfredi y al Istituto delle Scienze, y en un escalón pos-
terior a Eustachio Zanotti. Manfredi fue el primer director del
Observatorio Astronómico del Istituto, proyectado por él mismo
en 1712, y uno de los más influyentes miembros de la Institu-
ción boloñesa hasta su muerte en 1739109. Zanotti fue sucesor a

gination inXVlllth century British Culture, Milano, Edizioni Unicopoli, 1987, pp.
247-252.
106. Vid. Origen..., vol. V, p. 46.
107. Ambos, Montanari y Guglielmini, son los máximos representantes de lo que Ciria-
cono llama «scuola bolognese di l'idraulica», en Salvatore CIRIACONO: Acque c
Agricultura. Venezia, l'Olanda e la bonifica europea in eta moderna, Milano, Fran-
coAngeli, 1994, pp. 179-181.
108. Vid. Origen..., vol. IV, pp. 190-191. Como matemático se publicó, tras su falleci-
miento, su Opera omnia mathematica, Genevae, Cramer e Perachon, 1719.
109. Fue miembro de la Real Academia de Ciencias de París desde 1726 y de la Royal
Society de Londres desde 1729. Sobre sus relaciones científicas, vid. llana Maguan i
ESTUDIO INTUODUCTORIO 49

su vez, de Manfredi en la dirección del Observatorio, al que


equipó con nuevo instrumental.
La visita y descripción de las bibliotecas boloñesas ocupa
una parte sustancial de la atención de Andrés por la ciudad pon-
tificia, y supone un testimonio interesante, pues se produce
pocos años antes de la dispersión del fondo bibliográfico que
sufre la ciudad tras la ocupación de las tropas francesas. En su
visita a la Biblioteca del Istituto delle Scienze cuantificó su con-
tenido, distinguiendo entre libros impresos y códices manuscri-
tos, especialmente los procedentes del fondo Aldrovandi, que se
había agregado en 1742, y los incoq^orados gracias a Benedicto
XIV, tan unido al Istituto, para el que consiguió que el cardenal
Filippo Maria Monti donara su biblioteca de 12.000 volúme-
nes110, además de adquirir instrumentos ópticos de fabricación
holandesa y el laboratorio de Giuseppe Campani para la ense-
ñanza práctica de la astronomía y de la física, ya que Campani era
constructor y abastecedor de instrumental científico de la mayor
parte de los hombres de ciencia europeos de fines del Seiscien-
tos111. El Papa Lambertini favoreció la ampliación del Istituto
con la llamada ala benedictina, a la que dotó con cerca de 25.000
volúmenes, en su mayor parte de contenido religioso, mediante
un motu proprio de 6 de septiembre de 1755. Era bibliotecario
desde 1778 un amigo de Andrés, el ex-jesuita Antonio Magnani,

CAMPANACCI: «Per l'Epistolario di Eustachio Manfredi», en Renzo CRE-


M ANTE y Walter TECA (eds.): Op. cit., pp. 521-528, y Ugo BALDINI: «Due rac-
colte romane di lettere di Eustachio Manfredi», en Ibid, pp. 529-544,
110. Livia FRATTAROLO ORLANDI: «La Biblioteca dell'Istituto delle Scienze», en I
materíalli dell'Istituto delle Scienze, Bologna, Accademia delle Scienze, 1979, pp.
161-166.
111. Las relaciones con el Istituto, sobre el que ejerció una especie de protectorado en
el que era posible realizar la alianza entre la fe y la nueva ciencia, han sido estu-
diadas por G. VENTURI: «Benedetto XIV e le collezioni universitarie di Bolog-
na», en Benedetto XIV (Prospero Lambertini), Convegno internazionale di studi
storíci (Cento, 6-9 dicembre 1979), Cento, Centro Studi Girolamo Buruffaldi,
1982, vol. II, pp. 1111-1208.
50 E N U I Q U E GI M É N E X L Ó P E 7.

quien legó a su muerte, en 1800, a la institución su propia biblio-


teca112. Magnani había sustituido a Ludovico Montefani Capra-
ra113 y a su hijo Antonio, a los que Andrés había conocido en
visitas anteriores a Bolonia y que habían fallecido114.
Recibió también atención la Biblioteca de los Dominicos,
creada en 1467, que se enriqueció en años posteriores con
importantes donaciones, entre ellas la de Pico della Mirándola
y la del jurista y humanista Ludovico Bolignini. Dada su afición
a destacar obras singulares, Andrés mencionó un libro rodado
del Pentateuco que se suponía escrito por el mismo Esdrás, uno
de los escribas más notables del pueblo judío en el siglo V a. C.
Andrés ponía en duda una afirmación que calificaba de «opinión
vulgar», apoyándose en Bernard de Montfaucon, el maurino
que, en el volumen XVII de su Diarium Italicum, mencionaba
la donación al General de los Dominicos, Aymerico de Piacen-
za, muerto en Bolonia en 1327, de un texto hebreo del Penta-
teuco que se atribuía a Esdrás. No lo pudo ver Andrés, tal como
le había sucedido a De Brosses en su visita de 1739: «Tienen
—decía el Presidente De Brosses—un manuscrito de la propia
mano de Esdrás (...) pero le enseñan menos que el cuerpo de
Santo Domingo»115.

112. En 1811 cedió a la ciudad su propia biblioteca, creando con ello el núcleo funda-
cional de las colecciones actuales del Archiginnasio. Vid. Gino NENZONI: «Anto-
nio Magnani e la sua donazione alia citta di Bologna», en Almanacco del
bibliotecari italiani (1961), pp. 123-127. Andrés menciona la adquisición por Mag-
nani para el Instituto de una colección canónica, en Origen..., vol. VI, p. 527.
113. Los Montefari fueron los primeros bibliotecarios del Istituto, aunque habían rea-
lizado trabajos de ordenación de sus fondos libraries tanto Geminiano Rondelli
entre 1712 y 1721 como Francesco Maria Zanotti. Ludovico Montefari elaboró
catálogos alfabéticos y por materias de los libros, e índices de los manuscritos, en
Livia FRATTAROLO ORLANDI: Op. cit., pp. 161-166.
114. Ludovico Montefari incorporó a la biblioteca en 1755 los fondos donados por
Marco Antonio Sbaraglia. Vid. Luigi BALSAMO: «Le biblioteche dei Gesuiti», en
Gian Paolo BRIZZI y Anna Maria MATTEUCCI (eds.): Dall'isola alia cittd. I
Gesuiti a Bologna, Bologna, Nuova Alfa, 1988, pp. 183-192.
115. Presidente DE BROSSES: Viaje..., vol. I, p. 257.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 51

Otras bibliotecas reseñadas fueron las de San Salvador, de


los Agustinos, la del Convento de los Franciscanos, la del Cole-
gio de Santa Lucía, y algunas bibliotecas de particulares.
A la primera, situada en la iglesia barroca de San Salvato-
re, acudió Andrés acompañado por el senador Gregorio Casali
y por el canónigo Giovanni Trombelli. El primero pertenecía a
la aristocracia boloñesa, que, por tradición, gustaba de las mate-
máticas116. El Conde Casali se consideraba poeta y matemático,
y de hecho impartía lecciones de Arquitectura militar en el Isti-
tuto delle Scienze. Trombelli era canónigo del propio monaste-
rio que visitaban y responsable de su biblioteca, para la que
había incorporado algunas piezas relevantes que él mismo había
localizado117, tras convertirse en un destacado paleógrafo118.
Las restantes bibliotecas sólo recibieron una brevísima
mención, incluso la del Colegio de Santa Lucía, que había sido
de los Jesuítas y que era entonces de los Barnabitas, de la que
Andrés sólo dijo que era biblioteca pública y bien provista. La
biblioteca del Colegio de Santa Lucía fue la primera abierta al
público en Bolonia, en 1742. Era una biblioteca basada en el cri-
terio de fondo bibliográfico ideal para católicos militantes,
expurgado de obras consideradas inadecuadas, y que había

116. Andrea Battistini afirma que el conocimiento de las matemáticas vino a ser una
especie de status symbol irrenunciable para una clase noble boloñesa moderna y
activa, en Andrea BATTISTINI: «La cultura scientifica nel collegio bolognese, en
op. cit., pp. 157-169.
117. Entre los códices que adquirió se encuentra el De S. Petra apostólo carmina, del
monje de la abadía de Monte Cassino Amatus, manuscrito del siglo XI, que fue
localizado en Brescia por Trombelli e incorporado a la biblioteca de S. Salvatore.
Hoy se encuentra en la Biblioteca Universitaria de Bolonia. Donado por el conde
Durante Duranti, Trombelli también incorporó el libro de horas del siglo XV Offi-
cium Beatae Maríae Virginia et mortuonim, de escritura gótica e ilustrado por el
Maestro Guillebert de Metz. Sobre Trombelli y la biblioteca, vid. María Gioia
TAVONI y Gabriella ZARRI: Giovanni Grisostomo Trombelli (1697-1784) e i
Canonici regalan del S. Salvatore, Modena, 1991.
118. Andrés mencionaba su libro Arte di conosccre Veta, de codici latini e italiani, Bolog-
na, Girolamo Corciolani, 1756, del que existe edición anastática en Milano, Cisal-
pino-Goliardica, 1971.
52 E N U I Q U E G I M É N E 7. L Ó 1' K X

expresado en 1593 por escrito, a la manera de guía bibliográfi-


ca, el P. Antonio Possevino119.
De las bibliotecas particulares, además de citar la impor-
tante biblioteca de fondo musical del P. Martini, Andrés pudo
visitar de nuevo la del conde Ludovico Vittorio Savioli, posee-
dor de «una no pequeña colección de buenas ediciones de auto-
res clásicos griegos y latinos, de historiadores, singularmente
italianos y alemanes, de autores ingleses y de otros libros muy
apreciables». Savioli era jurista, historiador y poeta como com-
plemento a su principal condición, que era la de Senador. Su
producción poética no fue mencionada por Andrés, pues a buen
seguro que su obra Gli Amori no sería de su gusto, ya que se
consideraba el más acabado ejemplo italiano de poesía roco-
có120, en los antípodas del gusto de Andrés. Sí fue interesante
para el jesuíta valenciano la colección de grabados que el Sena-
dor Savioli poseía, pues su colección numismática, formada por
más de 6.000 monedas y medallas, había quedado integrada en
las colecciones del Istituto bolones. Otro ejemplo de aristocra-
cia desprendida y munificente.
Una referencia especial tuvo el Colegio de San Clemente
de los Españoles, fundado por el Arzobispo de Toledo Gil de
Albornoz en 1364 para acoger a 30 estudiantes españoles, y en
cuyas celdas habían residido Nebrija, entre 1465 y 1470, Juan
Cines de Sepúlveda, desde 1515 a 1523121, y el humanista ara-
gonés Antonio Agustín desde 1539, del que Juan Andrés prepa-
raría en 1804 la edición de sus cartas122. La biblioteca del

119. Luigi BALSAMO: «Le biblioteche dei Gesuiti», en Gian Paolo BRIZZI y Anna
María MATTEUCCI (eds.): Op. cit., pp. 1S3-192.
120. Haría MAGNANICAMPANACCI: «La lírica bolognese intorno al 1750. Fra rococó
e classicismo», en Mario SACCENTI (ecl.): La Colonia Reñía. Profilo documenta-
ría e crítico dell'Arcadia bolognese, Móclena, Mucchi, 1988, vol. II, pp. 227-266.
121. Siendo Colegial publicó la Historia del Cardenal Albornoz, Bolonia, 1521. Vid.
Obras completas, Pozoblanco, 1995-1998, 4 vols. con estudio histórico de Baltasar
Cu art Monet.
122. Antonii August i ni, Archiepiscopi Tarraconensis, Epistolae latinae et italicae nnnc
prímnm editae, Parma, 1804, con un prefacio de 167 pp.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 53

Colegio le pareció mediocre —«podía estar mejor surtida»—,


pero interesantes los manuscritos conservados en su archivo,
especialmente algunos códices de San Isidoro sobre los que
había trabajado el jesuíta Francesco Antonio Zacearía desde
1751, y cuyas anotaciones serían posteriormente utilizadas por
el también jesuíta español Faustino Arévalo para su edición de
las obras de San Isidoro123.
Otros aspectos de la ciudad pasaron casi desapercibidos
porque no eran útiles al objeto ejemplificado!- de la Carta. Sólo
unas líneas para la escuela boloñesa de pintura, y una mención
escueta a los nombres de Francesco Primaticcio, los Carracci
—Agostino, Annibale y Ludovico—•, Guido Reñí y el Guercino.
Una referencia mínima a los «bellos pórticos de Bolonia», des-
tacados por todos los viajeros que visitaban la ciudad124, y otra
igualmente simple a la Iglesia de San Lucas y al «magnífico pór-
tico de casi una legua que conduce a ella», un pórtico de 666
arcos y cuatro kilómetros que había sido construido en 1732.
Juan Andrés había querido centrarse casi exclusivamente en el
legado cultural de Bolonia, y en el ejemplo que para los lecto-
res españoles podría tener el modelo científico y didáctico del

123. Sftii Isidori Hispalcnsis episcopi Hispaniarum doctoris opera omnia, Roma, 1797-
1803, 7 vols. Para su edición Arévalo utilizó el material que Zacearía había reuni-
do desde 1751 para el trabajo proyectado sobre San Isidoro y que pasó a manos del
jesuíta español a la muerte de Zacearía en 1795. Vid. Elena GALLEGO MOYA:
«Acercamiento a la biografía del jesuíta Faustino Arévalo», en Enrique GIMÉNEZ
LÓPEZ (ed.): Y en el tercero perecerán..., Alicante, Universidad de Alicante,
2002, pp. 613-637.
124. De Brosses decía: «Está toda edificada, como Padua, con soportales, bajo los cuales
las gentes se pascan a cubierto; pero en lugar de los infames soportales que liay en
Padua, ainiíson anclias y largas calles, lanciadas por los dos lados de pórticos abo-
vedados, de un bello relieve, sostenidos hasta donde alcanza la vista por columnas
de todas clases de órdenes ij por pilastras cuadradas», en Viaje..., vol. I, p. 248.
Stendhal emitió sobre ellos un juicio ambiguo: «Bolonia tiene wi aspecto desierto ij
sombrío, porque lunj pórticos a ambos lados en todas las calles: debiera haberlos a
un lado solamente, como en Módena (...); preservan perfectamente de las grandes
lluvias, como la que me recibió el día de mi llegada», en STENDHAL: Roma, Ñapó-
les ij Florencia, vol. I de Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 697-69S.
54 E N K I Q U E G I M É N E / L Ó ]' E /

Istituto delle Scienze y sus extraordinarias potencialidades,


auténtica Casa de las Musas, Casa de Salomón o Colegio de la
' O

Obra de los Seis Días soñada por Bacon en su utopía puesta en


pie, donde el método ponía orden en lo que el sabio inglés lla-
maba el complicado laberinto de la naturaleza125, es decir, en
una realidad caótica y simple. Como había señalado el barón de
Verulamio en su Nueva Atlántida, Andrés cumplía con una de
las misiones encomendadas a Mercurio, el mensajero de los dio-
ses y nieto del titán Atlante: difundir entre los destinatarios de
sus Cartas, los españoles todos, la posibilidad de levantar un
grandioso palacio abierto «para la investigación de la verdade-
ra naturaleza de todas las cosas, por lo cual Dios tendría la
mayor gloria como hacedor de ellas, y los hombres mayor fruto
en su uso» 19fi .

125. En el Prefacio a la Instauratio magna puede leerse: «El edificio del universo, por
su estructura, aparece al entendimiento humano que lo contempla como tin labe-
rinto», cita recogida en Miguel A. GRANADA: El umbral de la modernidad. Estu-
dios sobre filosofía, religión tj ciencia entre Petrarca ij Descartes, Barcelona,
Herder, 2000, p. 491.
126. Francis BACON: La nueva Atlántida, Buenos Aires, Aguilar, 1964, pp. 47-48.
Juan Andrés y la cultura toscana
de fines del Setecientos

En octubre de 1739, Charles De Brasses, presidente del Parla-


mento de Dijon, llegaba a Florencia en su viaje por Italia y escri-
bía en sus Lettres familiéres: «La pobre Florencia ha perdido lo
indecible al perder a los Medicis, los padres de las ciencias y de
las artes»127. Dos años antes la muerte de Gian Gastone, el últi-
mo vastago de la dinastía medicea, había dejado como nuevo
titular del Gran Ducado a Francesco Stefano de Lorena, espo-
so de María Teresa de Austria, un Príncipe lejano, impuesto por
las potencias europeas, que debía gobernar por medio de una
Regencia incierta.
En noviembre de 1785, otro viajero, Juan Andrés, era reci-
bido por el Gran Duque de Toscana Pietro Leopoldo, hijo de
Francesco Stefano, el llamado por el marqués de Mirabeau el
«Salomón du Midi», quien lo dejó «confuso de los honores no
merecidos». En sus Cartas familiares quiso dejar constancia «de
los veinte días felices que había gozado» en Florencia, una Ate-
nas moderna donde los dones de la cultura, el ingenio, la ele-
gancia y la urbanidad habían florecido de manera extraordinaria
gracias a la dirección de un Príncipe que supo desarrollar una
política reformista en varias direcciones y con la colaboración de
gentes hábiles y preparadas, unidas por principios paternalistas
aunque absolutistas. Un príncipe próximo a sus subditos, per-
sonificación del gobernante ilumínate, había logrado transfor-

127. Presidente DE BROSSES: Viaje a Italia, Madrid, Calpe, 1922, Tomo I, p. 300.
56 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

mar a la «pobre Florencia», a la que De Brasses presagiaba un


oscuro futuro, en un modelo de eficacia de las políticas refor-
mistas frente a cualquier veleidad revolucionaría.
No en vano, aquella región era la cuna del Renacimiento,
y el propio jesuíta valenciano había señalado, en el primer volu-
men de su monumental obra Dell'Origine, progressi e stato
d'ogni Letteratura128, que debía atribuirse la gloria del renacer
literario a aquella parte de Italia que había dado al mundo no
sólo a gigantes literarios como Boccaccio, Dante y Petrarca, sino
también al introductor del álgebra, Leonardo de Pisa, al creador
de la música moderna, el monje de la orden de San Benito
Guido Aretino129, y al pintor Cimabue, maestro de Giotto, cali-
ficado por Andrés de «Dante de la pintura»130.
Andrés participaba de una admiración por el Renacimien-
to toscano que ya había reivindicado con fuerza la publicística
de dos generaciones anteriores a la suya, y que había tenido
continuidad en la inmediatamente más próxima a la del jesuita
valenciano. Entre los primeros se encontraba Domenico Maria
Manni, ya por entonces nonagenario, miembro de la Academia
de la Crusca y, posteriormente, de la Florentina, representante
del academicismo más conservador, que en 1731 había publica-
do De Florentinis investís commentarium131, amén de haber

128. Citaremos siempre por la edición de 1997 preparada por e] profesor Aullón de
Haro para la Editorial Verbum, bajo el patrocinio de la Biblioteca Valenciana, de
la traducción española de Carlos Andrés, y que, con el título de «Origen, progre-
sos y estado actual de toda la Literatura», se había editado en Madrid entre los años
1784 y 1806.
129. Feijoo ya había considerado a Aretino el inventor del «Sistema Músico moderno,
o progresión artificiosa, de que aún hoy se usa, y se llama la Escala de Guido Are-
tino, y juntamente la pluralidad armoniosa de las voces, y variedad de consonan-
cias; la cual si, como es más verisímil, fue conocida de los Antiguos, ya estaba
perdida del todo su noticia», en Benito Jerónimo FEIJOO: Teatro crítico univer-
sal, 1726, tomo I, p. 288.
130. Juan ANDRÉS: Origen..., tomo I, pp. 281-282.
131. Publicada en Ferrara por Bernardino Pomatelli en 1731 bajo el seudónimo de
Tubalco Panichio. Existe edición en microforma realizada en Readex, New York,
1986, para su serie «Landmarks of science».
ESTUDIO INTRODUCTORIO 57

sido uno de los estudiosos de Boccaccio132 y de los 6 volúmenes


de Filippo Baldinucci, que originariamente habían salido a la
luz entre 1681 y 1728 dando noticia biográfica de pintores,
escultores y arquitectos florentinos desde Cimabue, en el siglo
XIII, hasta fines del siglo XVII, y que Manni había reeditado
entre 1767 y 1774, con notas propias133. Los intentos de Andrés
por visitarle no dieron resultado: «No he visto al patriarca de los
literatos italianos, el célebre Manni; su extremada vejez de más
de 90 años me ha quitado las ocasiones de verle»134.
De entre los de la generación anterior a la suya, Andrés
mencionaba al erudito sacerdote Angelo Maria Bandini, dedi-
cado al estudio de la historia literaria florentina y que, desde
1756, era bibliotecario de la Laurenziana, y al abate Lorenzo
Mehus. Bandini había publicado, entre 1747 y 1751, dos volú-
menes sobre la literatura florentina del siglo XV, y Mehus había
sido el editor de dos importantes correspondencias latinas: la
del humanista florentino Leonardo Bruni135, aunque con
muchas dificultades, pues hacia 1741 no existía todavía el clima
intelectual adecuado para este tipo de ediciones; y también la de
Ambrosio Travesari, quien fuera, a mediados del Cuatrocientos,
general de los Camaldulenses, con diversos humanistas tosca-
nos. Para esta segunda edición, Mehus tuvo que esperar a fines
de la década de 1750, cuando las circunstancias eran más favo-

132. Andrés se había referido a la edición que Manni había hecho del Decameron con
el título Istoría del Dccamerone, Firenze, 1742, 672 pp., en Origen..., vol. Ill, p.
516, donde se estudiaba la génesis, fuentes e historia de la tradición manuscrita de
la obra de Boccaccio en las tres partes en que se dividía: la vida del propio Boc-
caccio, el análisis del contexto histórico y la ilustración filológica de los diversos
manuscritos que se conocían de la obra a mediados del Setecientos.
133. Filippo BALDINUCCI: Notizie de' professori del disegno da Cimabue in (¡na,
Firenze, Stecchi y Pagani, 1767-1774, 21 vols.
134. Domenico Mana Manni había nacido en 1690, y fallecería en 1788.
135. De Leonardo Bruni (1369-1444) había editado Leonardo Bruñí Arretini epistola-
mm //fon VIII, Florentiae, Paperinii, 1741, 2 vols., pero encontró dificultades para
la edición de Coluccio Salutati.
58 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

rabies al redescubrimiento del humanismo136. Tanto Bandini


como Mehus fueron guías excepcionalmente cualificados de
Andrés en sus obligadas incursiones por los ricos fondos de las
bibliotecas Laurenziana y Riccardiana. Bandini preparó su visi-
ta a la primera: «apenas tuvo noticia de mi llegada a Florencia
cuando me vino a visitar, y sabiendo el día que yo pensaba ir a
su biblioteca, me previno sobre una mesa varios códices de los
más particulares con que quiso dulcemente sorprenderme»;
Mehus le sirvió de cicerone en su segundo recorrido por la Ric-
cardiana, pues le había ayudado en sus trabajos cuando prepa-
raba el volumen tercero de Origen..., poniendo en manos de
Andrés, entre otros manuscritos, un códice en pergamino exis-
tente en aquella Biblioteca con el prefacio de la Historia vene-
ciana de Martino da Gánale137: «Aún no era muy conocida en las
otras naciones la lengua italiana, y por ello, queriendo Martín
Cañóle que corriesen por todo el mundo las acciones de los vene-
cianos y la Historia de Venecia, escribió una en francés, tradu-
ciendo los historiadores latinos anteriores, como lo dice él mismo
en la prefación a su Historia, que se halla en un códice de per-
gamino de la biblioteca del marqués Gabriel Riccardi, anuncia-
do por Mehus, quien me lo hizo ver con mucha urbanidad»™.
Además del esplendor cultural y los muchos progresos que
la civilización había logrado por el esfuerzo de los florentinos,
Andrés era también sensible a la belleza del paisaje toscano,
«hermosa porción de la más bella parte de Europa». Pero, fiel a
su concepción racionalista y no emotiva de la belleza, el ex-jesui-
ta destacaba aquellos aspectos de la geografía que sobresalían

136. Eric COCHRANE: Florence in the forgotten centuries, 1527-1800, Chicago, The
University of Chicago Press, 1973, p. 389.
137. Martino da Gánale, autor del siglo XIII, escribió en francés una historia de Vene-
cia que fue editada en 1845 en italiano por el Conde Galvani, y con notas de
Einmanuele Cicogna, con el título Cronaca dei venezicmi del Maestro Martino da
Cúnale, Firenze, Vieusseux, 1845, como tomo VIII de Archivio Storico Italiano.
138. Origen..., vol. III, p. 280.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 59

por sus peculiaridades físicas, especialmente por el carácter


supuestamente volcánico del subsuelo toscano, como sus refe-
rencias al llamado volcán de Pietramala139, un fenómeno muy
atractivo para los viajeros140.
Tampoco era la armonía urbanística y la belleza de los
monumentos de la ciudad de Florencia lo que más impresionó
a Andrés. Consideró la lonja dei Lanzi «de arquitectura muy
superior a su tiempo», si bien erró al atribuir a Donatello el Per-
seo de Cellini. Hizo referencias al Duomo y a las iglesias de la
Anunciata, Santa Croce, Santa Maria Novella y a la Colegial de
San Lorenzo, y en todas ellas hizo brevísimas referencias a las
pinturas de Giotto, Cimabue, Andrea del Sarto, Vasari o Gir-
landaio que se encontraban en ellas, o a las capillas de la casa
Strozzi, decorada por los frescos de Orcagna representando el
infierno de Dante, y de los Médici, con las esculturas de Miguel
Ángel. También mencionó palacios «grandiosos y magníficos»,
particularmente el Pitti, que, desde tiempos de Cosme de
Medici, era propiedad del Gran Duque, con sus pinturas de

139. Andrés conocía las cartas de Ferber al Barón Born describiendo la naturaleza de
las montañas y volcanes de Italia en su viaje durante los años 1771 y 1772. Según
Andrés, la falta de conocimientos de mineralogía en Italia «movió a Ferber a hacer
un viaje a Italia para ocuparse únicamente en las investigaciones que pertenecen
a esta materia (...) y allí, tratando con los Ardouinos, con Fontana, con Serao y con
los más doctos naturalistas, y viendo todas las cosas con la diligencia y con las luces
de un verdadero filósofo, pudo hacer importantes reflexiones sobre las montañas
de Italia y descripciones exactas de los minerales, de los volcanes y de los otros
objetos de la Historia natural, y sacar justas consecuencias, formar sensatas conje-
turas y dar una más verdadera Mineralogía de lo que se había visto hasta enton-
ces», en Origen..., vol. V, pp. 156-157. Por las citas a pie de página, Andrés citaba
la traducción italiana Lettcre sulla mineralogía e sopra altrí soggetti dett'lústoría
naturale dell'ltalia, efectuada sobre la traducción francesa de Philippe-Frédérich
Dietrich, Strasburgo, 1776, del texto original alemán de 1773.
140. En 1775 el Abate Coyer visitó Pietramala y describió el fenómeno en los siguien-
tes términos: «Vers le village de Pietramala, a un quart de lieue hors de la route,
on voit un phénoméne constant. C'est une flame pure, sans odeur, qui s'éléve con-
tinuellement au milieu d'un chemin fort dur & pierreux, sans qu'il y paraisse aucu-
ne ouverture», en Abbe COYER: Voyages d'ltalie et de Hollande, París, Duchesne,
vol. I, p. 101.
60 E N K I Q U E G I M É N E Z Lói'EZ

Rafael, Tiziano, Andrea del Sarto y Fra Bartoloineo, su jardín de


Bóboli, restaurado por Pietro Leopoldo con esculturas e insta-
laciones hídricas, y también los palazzi de Riccardi, Corsini y
Pandolfini, «que sólo vi por fuera», aunque sí pudo apreciar el
interior de la residencia del Marqués de Ginori, y dedicarle el
comentario más extenso y elogioso. No era casual esta predilec-
ción. La familia Ginori había llegado a la nobleza y al senado flo-
rentino gracias a su actividad empresarial y por sus servicios ai
Estado, y representaba el tipo de nobleza que agradaba a
Andrés. Cario Ginori había fundado en 1737 la manufactura de
porcelanas de Doccia, inspirada en diseños chinos, y había abas-
tecido de piezas a la casa ducal de Toscana-Lorena y a muchas
familias de la aristocracia europea, entusiasmadas por el gusto
oriental y afectadas de sinofilia141. Además de proseguir con las
actividades empresariales iniciadas por su padre, Lorenzo Gino-
ri era gran aficionado a las ciencias experimentales —había ins-
talado en su casa un observatorio astronómico—, socio de la
Academia de los Georgofili, y estrecho colaborador de Pietro
jkjkjkjkjkjkjkjkkjkjkjkjkjkjkjkjkjkjkjkjkjkjk
tribunal fue suprimido, chamberlán de la Corte y diputado en
la Cámara de Comercio florentina creada por el propio Gran
Duque en 1770. De gusto neoclásico, «forradas todas las pare-
des de charol ij nácar, con sillas, mesas y todos los muebles del
mismo gusto», los Ginori eran para Andrés mucho más atracti-
vos que toda la vieja aristocracia toscana, sometida a la carga
paralizante de las tradiciones.
En las dos cartas que dedicó Andrés a comentar las pecu-
liaridades del mundo cultural toscano, no era el arte que ateso-
raba Florencia lo que ocupó el centro de su interés. «Yo la
quiero mirar por la parte literaria», afirmaba, y ese punto cíe

141. Sergio ZOLI: «II mito settecentesco della Ciña in Europa e la moderna storiogra-
fia», en Nuova Rivista Storíca, LX, 3-4 (1976), pp. 334-366.
ghghghghgh hj

vista predominó, en la acepción amplia que el concepto de lite-


ratura tenía para el erudito valenciano142.
De la riqueza monumental florentina, Andrés destacó la
Gallería, «pasmo ij asombro de cuantos llegan a verla». Si bien
su origen se remontaba a 1581, como depósito en la loggia supe-
rior de las colecciones artísticas del Gran Ducado, para Andrés
la Gallería actual era, en buena parte, obra de Pietro Leopoldo,
y a la tarea de destacar las novedades incorporadas por el Gran
Duque dedicó gran parte de sus comentarios.
El primer acierto del gobernante toscano había sido enco-
mendar la gestión de sus colecciones artísticas a Giuseppe Pelli
Bencivenni, como director, y a Luigi Lanzi, como anticuario
asistente. Ambos eran conocidos de Andrés, y le acompañaron
en sus visitas a las distintas dependencias. Lanzi era, al igual que
Andrés, ex-jesuita, y había sido llamado a Florencia por el Gran
Duque en 1775, dos años después de la extinción de la Compa-
ñía, para colaborar con Pelli Bencivenni143 en la reorganización
de los fondos, atendiendo al género y a la cronología, con espe-
cial atención a las piezas etruscas y la pinacoteca144. Pelli era flo-
rentino y pasaba por ser uno de los más estrechos colaboradores
del Gran Duque, además de mantener una fluida correspon-
dencia con un nutrido número de ilustrados italianos145. Uno y
otro habían exaltado la labor de su protector, Pietro Leopoldo,

142. Pedro AULLON DE HARO: «Estudio preliminar» a su edición de Origen, pro-


gresos y estado actual de toda ¡a literatura, Madrid. Verbum, 1997, pp. XIX-
CLXVI. Sobre el concepto de literatura en el siglo XVIII, vid. Pedro ALVAREZ
DE MIRANDA: Op. cit., pp. 436-454.
143. Sobre Pelli, vid. Vittoria CORTI: L'abatino Pelli e il sito secólo, Masso delle Fate,
Signa, 1998.
144. Sus conocimientos sobre la antigüedad etrusca le llevarían a publicar su Saggio di
lingua etrusca e di altre antichc d'Italia, Roma, Pagliarini, 1789,3 vols., que Andrés
comentó elogiosamente en posteriores ediciones de su Origen..., indicando que
«abrió el camino para recorrer con alguna seguridad todos los campos de la anti-
gua Etruria», en Op. cit., vol. VI, p. 774.
145. La edición de parte de esta correspondencia, de la que se conservan 7.029 cartas,
fue efectuada por María Augusta TIMPANARO MORELLI: Lettere a Giuseppe
Pelli Bencivenni, 1747-1808, Roma, Archivio di Stato di Firenze, 1976.
62 E N R I Q U E G I M E N E / LÓPF//

como impulsor de la nueva vitalidad que gozaba la Gallería con


obras que Andrés conocía y estimaba, pues su publicación esta-
ba relativamente próxima a su visita. Si bien las menciones en el
texto son puramente indicativas, Andrés llegó a citar algún
párrafo del libro de Lanzi La Real Gallería di Firenze146, signi-
ficativamente aquel en que proclamaba que el Gran Duque
merecía el título de fundador, más que el de restaurador14', pero
hemos constatado que se sirvió del texto de La Real Gallería...
para algunas de las descripciones que efectuó, además de men-
cionar que el anticuario trabajaba en una obra de mayor calado
que serviría para guía de los estudiosos y reconocimiento del
«generoso celo de su dueño y protector», referencia a la que
sería, tras su publicación en 1792, su obra más conocida e
importante, La storia pittorica delta Italia inferiore148. De Pelli
sí daba Andrés noticia de su Saggio storico della Real Gallería
di Firenze14®, un texto que venía a recoger la labor cultural de
los Mediéis en la Gallería desde fines del siglo XVI, para subra-
yar la remodelación efectuada y el auge alcanzado bajo el
gobierno de Pietro Leopoldo, y que dejaba obsoletas las volu-
minosas obras de Antonio Francesco Gori: Museum Etruscum
y Antiqua numismata áurea et argéntea15®. Era en las piezas

146. Luigí LANZI: La Real Gallería di Firenze accrescinta per comando di S.A.R. l'Ar-
ciduca Gramínea di Toscana, Pisa, Guzionli, 1782. Para mayor difusión de la obra
se había publicado en el volumen XLVII del Gioniale de'letterati klklklklklkl
correspondien-
te a 1782, pp. 3-212.
147. Decía Lanzi, y así lo recogía Andrés: «E questa cosí accresciuta, cosí abbellita, cosí
riordinata per comando del Real nostro Sovrano l'Arciduca Gran Duca, che a
questo Principe meglio si conviene il nome di nuovo fondatore di essa, che di res-
tauratore, o de ampliatore».
148. Luigi LANZI: La Storía pittorica della Italia inferiore o sia deüe señóle florentina,
senese, romana, napolitana, Firenze, Pagani, 1792, y de la que existe una edición
de Martino Capucci publicada en Florencia por Sansoni en tres volúmenes, entre
1968 y 1974.
149. Publicado en dos volúmenes en 1779.
150. Antonio Francesco GORI: Museum Etniscnm, Floz'entiae, C. Albizinus, 1734, 3
vols., y Anticua numismata áurea et argéntea praestantiora et aerea maxiini modu-
li (¡nae in regio thesanro magni dncis Etruriae adversantnr, Florentiae, Francisci
Moücke, 1740-1742, 3 vols.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 63

etruscas donde se habían producido los avances más llamativos


por la adquisición reciente de las colecciones de Galluzzi y
Bucelli, que Andrés, desde luego, no olvidó mencionar: «siendo
antes [las antigüedades etruscas] en poquísimo número, aumen-
tadas ahora con la compra de dos museos, el de Galuzzi de Vol-
terra, y el Bucelli de Montepoliciano, forman una colección que
da honor a un museo toscano». La primera, adquirida en 1771,
estaba formada por piezas recogidas por lacopo Galluzzi, Real
Archivero del Gran Ducado, en la necrópolis de Volterra, y esta-
ba constituida mayoritariamente por urnas funerarias; la segun-
da había sido propiedad del noble toscano Pietro Bucelli, quien,
en la segunda mitad del siglo XVII, había coleccionado restos
etruscos que el Gran Duque había incorporado a la Gallería en
1781151.
Otras novedades que engrandecían el fondo monumental
de la Gallería gracias al Gran Duque fueron también destaca-
das por Andrés, que prestaba escasa atención a las obras escul-
tóricas de Cellini o Juan de Bolonia, o a las pinturas de Rafael,
Tiziano, Correggio, Leonardo o Andrea del Sarto. Sí lo hacía, sin
embargo, a tres piezas artísticas: a la pintura Endimione addor-
mentato de il Guercino, realizada hacia 1645, porque había sido
recientemente incorporada a las colecciones artísticas; al grupo
escultórico de Níobe que se hallaba expuesto en la Gallería
desde 1781, tras ser traído por Pietro Leopoldo desde Roma,
pues se hallaba en la Villa Medicea, en el Pincio; y al Apolino,
trasladado también de Roma a Florencia hacia 1770. El grupo
de Níobe había sido instalado en un marco neoclásico diseñado
por el arquitecto ducal Gaspare Paoletti. Tanto Pelli como Lanzi
y Paoletti habían aceptado los principios estéticos neoclásicos
que tanto entusiasmaban a Andrés, y todos ellos creían asistir a
un segundo
o
Renacimiento Florentino,' obra de la munificencia
de Pietro Leopoldo.

151. Las piezas arqueológicas fueron trasladadas en 1888 al Palazzo della Corecetta, hoy
Museo Arqueológico.
kl ghghghghhghghgh

No dejó de dedicar Andrés algunos párrafos a la Venus


Medicea, que situaba en «el extremo del buen gusto», en sinto-
nía con la corriente generalizada en el Setecientos, que la consi-
deraba como una de las estatuas más bellas de la antigüedad102,
desconociendo que se trataba de una copia del siglo I a.C. de la
Venus de Cnido de Praxiteles153. También destacó Andrés el
Arrotino, una escultura que, como la Venus Medicea, había sido
trasladada a Florencia en 1677 y, como aquélla, generalmente
alabada, aunque no fuera del aprecio de Jacobo Winckelmann,
guía, por lo general, de los gustos artísticos de Andrés154.
Otra de las realizaciones ducales destacadas por Andrés
fue el Archivo diplomático, creado por Pietro Leopoldo el 24 de
diciembre de 1778 para la conservación de los pergaminos exis-
tentes en la Toscana y que en la actualidad se encuentra en el
Archivio di Stato di Firenze]55, y que Andrés consideraba «ins-
titución única en Europa». De entre las piezas allí depositadas
dedicó especial atención a una de ellas, de la que M acción i
había editado su transcripción156, y a la colección de diplomas,
algunos de ellos de la segunda mitad del siglo VIII. No entraba
Andrés a indicar las razones del Gran Duque para crear el
Archivo, ensimismado en sus preocupaciones estrictamente
eruditas, ya que el propósito último de Pietro Leopoldo era pre-

152. Francis HASKELL y Nicholas PENNY: El gusto y el arte de la Antigüedad: el


atractivo de la escultura clásica, 1500-1900, Madrid, Alianza Forma, 1990, pp. 358-
362. Según Coyer, «telle debatí éter Venus, quand elle recut la pomme», en Abée
COYER: Op. cii., vol. I, p. 110.
153. Guido Achule MANSUELLI: Gallería degli Uffizi: Le Sculiure, Roma, Librería
dello Stato, 1958, vol. I, pp. 71-73.
154. La admiración por el historiador y esteta alemán es tanta que el propio Winckel-
mann recopiló .sus cartas con el título de Lettcrc Familiarí, y así se conservan en el
volumen IX de su Opere complete, publicadas en Prato entre 1830 y 1S34.
155. Vid. Cuida genérale degli Arclüvi di Stato italiani, Roma, Ministero per i beni cul-
tirali, 1983, vol. 2, pp. 17-198.
156. Magliorotto MACCIONI: Congcttttre di un noció etnisco sopm una carta papirá-
cea dell'arcíiiüio diplomático di sua alteza reale il serenissiino Pietro Leopoldo,
Firenze, Gaetano Cambiagi, 1781.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 65

parar los materiales para la codificación del Derecho patrio y la


redacción de un proyecto de Constitución, cuyo primer borra-
dor estaba redactado en noviembre de 1781 y, ya como proyec-
to acabado, el 8 de septiembre de 1782157.
Pero fue la biblioteca Magliabechiana, también ubicada
entonces en la Gallería, la que recibió una especialísima aten-
ción, dedicándole Andrés casi la totalidad de su Carta IV, fecha-
da el 23 de noviembre de 1785. Era tanta su admiración por esta
biblioteca que fue visitada por Andrés el mismo día de su llega-
da a la ciudad. El origen de la biblioteca estaba en el testamen-
to del florentino Antonio Magliabechi, discípulo de Mabillon y
Montfaucon, bibliotecario del Gran Duque Cosme III desde
1673, y que, al morir en 1714, había dejado a la ciudad de Flo-
rencia su biblioteca, compuesta por unos 30.000 volúmenes. En
la Navidad de 1736, un decreto ducal ordenó que un ejemplar
de todas las obras impresas en Florencia debía ser depositado
en ella, ampliándose en 1743 a toda publicación impresa en el
158
jkjkjkjkjkjk
Ducado de Toscana . De igual modo que Pelli y Lanzi habían
sido los guías de Andrés en sus visitas a la Gallería, en la Maglia-
bechiana lo fue su bibliotecario, el abate Giulio Perini, que, ade-
más, ejercía de vicesecretario de la Academia Florentina. Perini
era, como Pelli y Lanzi, una pieza fundamental en la política
cultural del Gran Duque. Como bibliotecario tenía la misión de
adquirir obras de carácter científico, especialmente relaciona-
das con la medicina, la física y las matemáticas159, que eran defi-
citarias en los fondos de la Magliabechiana, pero también había
sido elegido para llevar a cabo la delicada operación de diseñar

157. Giulio M. MANETI: La costitnzionc inattuata: Pictro Leopoldo Gramínea di Tos-


cana: dalla riforina comnnitativa al progetto di costitnzionc, Firenze, Centro Ecli-
toriale Toscano, 1991, y Helga PEIIAM: Pietro Leopoldo Gramínea di Toscana,
Fireza, Bonechi, 1990, pp. 140-155.
158. Maria MANNELLI GOGGIOLI: La Biblioteca Magliabechiana. Librí, nomini,
idee per la prima biblioteca pubblica a Firenze, Firenze, Olshki, 2000, pp. 44-52.
159. Sobre la labor bibliotecaria de Perini, vid. Paola PIRÓLO e Isabella TRUCI (eds.):
L'Archivio Magliabeccliiano della Biblioteca nazionale céntrale di Firenze, Firen-
ze, 1996.
66 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPK/

la creación, el 7 de julio de 1783, de la Academia Florentina,


institución que venía a sustituir a las Academias degli Appatisti,
della Crusca y la Florentina. Perini fue encargado de exponer
las líneas programáticas de la nueva institución en el discurso
inagural pronunciado el 27 de noviembre de 1783160. En su
intervención vino a resumir la doctrina ducal de defender la
unidad del saber y ponerla al servicio del Estado, es decir, esti-
mular un saber enciclopédico en el que cada ciencia estuviera
ligada
O
a las demás,' siendo esencial 1para todas ellas «I'amor della
lingua ando congiunto all'amor delle scienze, e di quelli studi che
alio Stato ed al bene pubblico si convenivano»161.
La biblioteca había crecido extraordinariamente desde la
donación testamentaria de Antonio Magliabechi. Su colabora-
dor y albacea Antón Francesco Marmi le había donado a su
muerte, en 1736, los más de 7.000 volúmenes de su propiedad
y sus muchos manuscritos, pero era la acción decidida del Gran
Duque la que había potenciado sus fondos, adquiriendo biblio-
grafía científica por medio de Perini, como ya hemos indicado,
o trasladando hasta ella todos los impresos existentes en la
biblioteca Medicea Laurenziana, en la que quedaron única-
mente los códices manuscritos. Andrés cifraba en casi cien mil
los libros impresos existentes en la Magliabechiana, destacando
su colección de incunables, que, en opinión de su bibliotecario
Perini, recogía ediciones que no se encontraban en el catálogo
que acababa de publicar el dominico Giovanni Battista Audif-
fredi, bibliotecario de la Casanatensis de Roma162, y que se con-
sideraba el más completo sobre incunables.

160. Giulio PERINI: Orazione proemiale per ¡'apertura della Reale Accademia Flo-
rentina, Firenze, Cambiagi, 1784, 42 pp.
161. Vieri BECAGLI: «Economía e política del sapere nelle riforme leopoldina. Le
Accademie», en G. BESANTI, V. BECAGLI y R. PASTA (ecls.): La política della
sclenza. Toscana estati Halianl nel tardo Scttcccnto, Firenze, Leo S. Olschki, 1996,
pp. 35-65.
162. Giovanni Battista AUDIFFREDI: Catalogas historico-criticns Roinanoniin edi-
tionumsaeculi XV, Roma, Palearniano, 1785.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 67

Para Andrés, no obstante su gran valoración de los textos


impresos, y la utilidad de cotejar distintas ediciones163, era en los
manuscritos donde se encontraba un saber que había que
desentrañar y dar a conocer. En la Magliabechiana había desta-
cado, en la catalogación de sus manuscritos, el que fuera su
director hasta su muerte, en 1783, Giovanni Targioni Tozetti.
Gracias a su labor se contaba con un Catalogo genérale dei
manuscriti Magliabechiani en 11 volúmenes, que Andrés utili-
zó profusamente para localizar y poder manejar desde un códi-
ce de la geografía de Tolomeo hasta otro sobre inscripciones del
dominico Giovanni Giocondo a quien Andrés, siguiendo a Maf-
fei, consideraba «el primero que ejerció la crítica en las lápidas,
y empezó a distinguir las falsas de las verdaderas»164, pasando
por manuscritos que venían a tocar otros temas reiterados en su
enciclopédica obra sobre el Origen, progresos y estado actual de
toda la literatura, como la utilización de números arábigos por
Leonardo Pisano en su Líber Abbaci165, o en Juan de Sevilla, el
enigmático lohannes Hispalensis, bajo cuyo nombre se pueden
encontrar muchos personajes del siglo IX166, y que, según
Andrés, ya utilizó números arábigos intercalados a otros roma-
nos. Además, conocedor el ex-jesuita de los muchos manuscri-
tos españoles que custodiaba la biblioteca, citó dos relacionados
con América: «una relación del Perú de un tal Pedro López, y un
libro de la vida y de los ritos de los Indios con muchas figuras»,

163. «Causa gran gusto el poder manejar las primeras ediciones de muchos libros, espe-
cialmente de los que se han hecho más famosos, parangonarlas con otras que se
hicieron posteriormente, confrontar los impresos unos con otros...».
164. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. Ill, p. 447.
165. Sobre el Liber Abaci de Leonardo Pisano vid. Lucia SALOMONE (ed.): E'chasi
della terza parte del xv capitolo del Liber Abaci nella trasecha a cura di Maestro
Benedetto: secando la lezione del Códice L.IV.21 (Sec. XV) della Biblioteca Coinn-
nalc di Siena, Siena, Universita di Siena, 1984. Existe una edición de Baldassare
Boncompagni: II líber abhaci di Leonardo Pisano, Roma, Tipografía delle Scienze
Matematiche e Fisiche, 1857, 459 pp.
166. Yves-Francois RIOU: «Alfarabi, Aristote, Plutarque et Ptolémée a Reims vers
1479», en Scríptonim, XLIX/2, pp. 106-133.
68 E N R I Q U E G I M É N E / Lór-E/

referencias a la Relación de Pedro López del Perú que, según


María Teresa Cacho, se dio por desaparecido en el inventario de
1834, y al Libro de la vida que los indios antiguamente hacían,
un manuscrito de 92 folios que en la actualidad se encuentra en
la Biblioteca Nacional Central de Florencia167.
También la admiración de Andrés por Galileo y su escuela168
tenía en el fondo de manuscritos de la Magliabechiana muchos
motivos de atención. Allí podían verse los manuscritos científicos
de la época de Galileo y las memorias de la Academia del Cimen-
to, fundada en 1657 por el Gran Duque Femando de Medici. Del
propio Galileo se conservaban 335 manuscritos169, y también
Andrés mencionaba los manuscritos de Evangelista Torricelli,
alumno de Benedetto Castelli, a su vez el más destacado discípu-
lo directo de Galileo, aspirando a utilizarlos en caso de reeditar,
ampliado, su trabajo de 1774: Saggio detta filosofía del Galileo1'0.
La admiración de Andrés por el recientemente fallecido
Giovanni Targioni Tozetti iba más allá de los elogios a su labor
catalogadora de los manuscritos de la biblioteca o a sus «tomos
en 4° de los adelantamientos de la Toscana en las ciencias natu-
rales», una referencia a la obra Relazioni d'alcuni viaggi171 que
ya Andrés había utilizado como fuente para sus comentarios a la

167. María Teresa CACHO: Manuscritos hispánicos en las bibliotecas de Florencia


(descripción e inventarío), Firenze, Alinea, 2001, vol. I, p. 131 y 226.
168. Manuel GARRIDO PALAZÓN: Historia literaria, Enciclopedia ij Ciencia en el
literato jesuíta Juan Andrés, Alicante, Instituto Juan Gil-Albert, 1995, pp. 75-96, y
Miguel Ángel PUIG-SAMPER MULERO: «Juan Andrés y la Historia de las Cien-
cias», en Pedro AULLÓN DE HARO (ed.): Op. cit.,, pp. 225-244. Sobre la escue-
la galileana vid. Ugo BALDINI: «La Scuola galileana», en Storia (Vitalia, Annali,
vol. Ill, Torino, Einaucli, 1980, pp. 381-463.
169. Antonio Favaro, editor entre 1890 y 1909 de las Obras completas de Galileo en 20
volúmenes, publicó el índice cronológico del carteggio Galileano, Firenze, 1896,
donde se recogen los manuscritos de la Magliabecchiana.
170. Giovanni ANDRES: Saggio della filosofía del Galileo, Mantiva, Alberto Pazzoni,
1774.
171. Giovanni TARGIONI TOZETTI: Relazioni d'alcuni viaggifatti in diverse parti
della Toscana per osservare le proditzioni nattirali, e gli antichi inonuinenti di cssa,
Firenze, Stampede Granducale, 1768-1779, 12 vols.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 69

fundación de la Academia del Cimento en 1657 y sus primeros


miembros 1 ' 2 . Targioni no era un simple bibliotecario erudito,
sino un sobresaliente científico, impulsor de la idea de crear un
Museo de Historia Natural, director del Jardín Botánico de la
Universidad de Pisa, e investigador de gran intuición en temas
geológicos y estratigráficos de la Toscana173 y de la relación
entre clima y agricultura tras la dura crisis agraria de 1766174,
cuando recogió muchos proverbios populares paralelamente a
datos meteorológicos con el propósito último de lograr del cam-
pesinado un cambio en sus hábitos alimenticios que permitiera
el consumo de sucedáneos del trigo, como el centeno, la sahína
o el mijo175. Durante su estancia en Florencia, Andrés visitó a su
hijo Ottaviano, impulsor, junto a otros destacados médicos,
como Attilio Zuccagni1'6, de la gran reforma hospitalaria que,
entre 1778 y 1790, puso las bases de la renovación médica tos-
cana. Allí tuvo ocasión de contemplar piezas minerales recogi-
das por Targioni en sus excursiones geológicas y algunas obras
manuscritas que permanecían inéditas.
Por la gran estima de Andrés hacia los manuscritos, la
Biblioteca Laurenziana tuvo en sus Cartas una consideración

172. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. IV, p. 346.


173. Giovanni TARGIONI TOZETTI: Prodomo della corografía e della topografía físi-
ca dclla Toscana, Firenze, Stamperia Granducale, 1754.
174. Giovanni TARGIONI TOZETTI: Alimurgia o sia il modo di rcndcre mena gravi
le carestie, proposto pcrsollievo de' povcrí, Firenze, Bouchard, 1767.
175. Pese a ser acusado de no haberse despojado de inútiles tradiciones y de faltarle
espíritu filosófico, la obra de Targioni ha sido valorada positivamente por Franco
VENTURI: Settecento rífonnatore. L'It alia dei lumi (1764-1790), Torino, Einau-
di, 1987, vol. V(l), pp. 412-415, y más ampliamente en «Scienza e rifo mía in Tos-
cana nel Settecento», en Rivista Storíca Italiana, (1977), pp. 77-105. También por
Fabrizio VANNINI: «Giovanni Luigi Targioni tra riforma ospedaliera e diffusione
dell'innovacione medico-scientifica (1770-1785)», en G. BARSANTI, V. BECA-
GLI y R. PASTA (eds.): Op. tit, pp. 133-145.
176. Zuccagni sería director del Jardín Botánico del Regio Museo, aunque su labor
como naturalista la desarrolló sobre todo en los años 90, en Simone CONTARDI:
Lft Casa di Salomone..., pp. 276-282.
70 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

especial177, dedicándole toda una semana de visitas, «revolvien-


do códices griegos, latinos, italianos y provenzales». Creada por
Clemente VII en 1523 en el claustro de la iglesia de San Marcos
de Florencia, fue abierta al público en 1571, si bien su fondo de
manuscritos se vio enriquecido en 1771 por la incorporación de
un gran número de códices orientales. Una breve mención a la
«curiosa escalera» diseñada por Miguel Ángel en 1524, y en la
que trabajó hasta 1527, servía a Andrés para introducir al visi-
tante sin mayores preámbulos en la biblioteca. También aquí su
amistad con el bibliotecario Angelo Maria Bandini le permitió
manejar los códices que consideraba más destacados. Bandini,
nacido en 1726, era bibliotecario de la Laurenziana desde 1756
y, con el apoyo del Gran Duque, había resuelto la especialización
de la biblioteca en códices con el traslado de los impresos a la
Magliabechiana178. Era tanto su agradecimiento a Pietro Leo-
poldo que había rebautizado la biblioteca, que había pasado de
llamarse Mediceo Laurenziana a Leopoldina Laurenziana1'9.
Su mayor logro, siguiendo las indicaciones de Pietro Leo-
poldo, había sido la adquisición para sus fondos de la Biblia
Amiatina, que Bandini mostró a Andrés. Era el más famoso
manuscrito de la Biblia. Realizado hacia el año 700 por los mon-
jes ingleses del monasterio de Jarrow, en el condado de
Northumberland, como obsequio al pontífice, nunca llegó a
Roma, pues quedó depositado en Monte Amiata, en el Senese,
y acababa de ingresar en los fondos de la Laurenziana tras la
supresión del monasterio180.

177. La afición libresca de Andrés queda eníatizada en esta afirmación: «yo antepongo
una mañana de la Laurenziana a todas las óperas y bailes que se puedan dar en los
más suntuosos teatros».
178. Según Andrés, «la singularidad de esta biblioteca consiste en no tener libro algu-
no impreso, y estar toda llenísima de preciosos y raros manuscritos».
179. Los tres volúmenes de catálogo de manuscritos llevaban como título Bibliothcca
Leopoldina Latirentiana, Fiorentiae, Caesaris, 1791-1793.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 71

También el canónigo Bandini mostró a Andrés dos códices


del hispano-romano Paulo Orosio y otro de las Pandectas181. De
ambos hizo Andrés comentarios eruditos. El primer códice con-
tenía los seis primeros capítulos de la Historiae adversus Paga-
nos de Orosio. Conocía la edición, que calificaba de «bellísima»,
que en 1738 había hecho Havercampio182 del Codex Florenti-
nus, uenerandae ínter omnes códices vetustatis, y de las Pan-
dectas mencionaba la Historia Pandectarum seu Fatum
exemplaris Florentini de Brenkman183, publicada en 1722, tras
consultar este códice del siglo VI entre enero de 1710 y marzo
de 1711 con permiso de Cosme III de Medici. También era
motivo para que Andrés elogiase al Gran Duque, que lo había
trasladado a la Laurenziana desde el Palazzo Vecchio, pero,
como en el caso de la creación del Archivo Diplomático, sin
aludir a la intención política del traslado. No dejaba de ser sig-
nificativo que éste se hubiera producido pocos días después de
que fuera aprobado por Pietro Leopoldo el proyecto de Cons-
titución el 8 de septiembre de 1782. Como ha señalado Pietro
Fiorelli, el paso del códice de Justiniano del palacio ducal a la
biblioteca «chiudeva idealmente un época dominata dal diritto
romano como eterna "ragione scritta" e dalla giurisprudenza

180. Valentina LONGO, Sabina MAGRINI y Marco PALMA (eck): Bibliografía (Mía
Biblia Amiatina, 1990-1999, Roma, Viella, 2000.
181. Existe edición facsímil del códice realizada por los profesores de la Universidad de
Reggio Calabria Alessandro CORBINO y Bernardo SANTALUCIA: Pandccta-
riiin: codexflorentinus, Firenze, Leo S. Olschki, 1988, 2 vols.
182. Sigebert Haverkamp (1683-1742). Había editado en 1767 el Adversus paganos liis-
toriarum librí septem, de Paulo Orosio.
183. Sobre Brenkman, estudioso del Derecho Romano, vid. Bernard H. STOLTE: Hen-
rík Brenkman (1681-1736):jurist and classic, Groningen, Boumas Boekhuis, 1981.
La obra del erudito holandés, alabada en 1723 por el Acta Eruditonim de Leipzig,
estaba dividida en cuatro partes donde comentaba las vicisitudes sufridas por el
manuscrito desde su captura por los písanos en 1135 hasta que fue transferido a
Florencia en 1406, su descripción detallada, su ubicación en la tradición textual del
Digesto y, finalmente, los usos anteriores por Poliziano, Bolognini, Haloander,
Agustín y Torelli.
72 E N R I Q U E G I M E N E / LOPE/

romana como fonte d'ogni principio giuridico»184, es decir, se


hacía patente un cambio en las fuentes del derecho que se coro-
naba con el proyecto de Constitución. De igual manera, la refe-
rencia de Andrés a poder ver los documentos del Concilio
Florentino que, convocado por Eugenio IV para lograr la unifi-
cación de las iglesias católica y ortodoxa, se había desarrollado
entre 1431 y 1445 en la ciudad, tenía también una segunda lec-
tura que iba más allá del interés por sus cánones conciliares,
pues también había pasado por indicación del Gran Duque
desde el Palazzio Vecchio a la Laurenziana en 1783, y no sólo
por una mejor sistematización del patrimonio archivístico tos-
cano, sino para subrayar la intención ducal de crear una iglesia
nacional toscana en sintonía con la política religiosa leopoldina
inspirada por el obispo de Prato, Scipione de Ricci185.
Un comentario específico y amplio tuvo el códice Virgilio
Mediceo, según Andrés «el códice más antiguo que se conozca de
data notoria ij cierta», pues estaba fechado hacia el 494186, y que
había permanecido hasta 1461 en el monasterio de San Colomba-
no, en Bobbio, para pasar a ser adquirido por Francesco I Medici,
sucesor de Cosme I, a la familia romana de Del Monte18'. También
se refirió a textos de Comelio Celso que, no hacía mucho, habían

184. Pietro FIORELLI: «Le Pandette clal Palazzo alia Librería», en Le Pandette di
Giiistiniano: storía e fortuna dclla «littem florentina», Firenze, Leo S, Olschki,
1983, pp.131-141.
185. Adam WANDRUSZKA: Pietro Leopoldo. Un grande ríformatore, Firenze, Vallec-
chi, 1968, pp. 494-506.
186. Existe una edición facsímil de Enrico Rostagno publicada en Roma por la Regia
Oíficina Plygraphica en 1931, con el texto en latín y comentarios de Rostagno en
italiano.
187. Antonietta MORANDINI: «Profilo storico della Biblioteca Medicea Laurenzia-
na», en Biblioteca Medicea Laurenziana. Firenze, Firenze, Nardini, 1988, pp. 15-
33. La referencia al códice Virgilio Mediceo en pp. 23-24.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 73

sido utilizados por el recientemente fallecido conde Giovanni


Ludovico Bianconi en sus cartas a Tiraboschi188.
Otras bibliotecas florentinas merecieron, con menor inten-
sidad y entusiasmo que la Magliabechiana y la Laurenziana, la
atención y los comentarios de Andrés. De la Marucelliana des-
tacó su «preciosa colección de estampas». Era dirigida también
esta biblioteca, como la Laurenziana, por Angelo Maria Bandi-
ni. Abierta al público en septiembre de 1752, su fondo procedía
de la biblioteca del abate Francesco Marucelli, quien, al morir en
1703, había dejado como legado todas sus colecciones para que
se creara en Florencia una biblioteca pública. Su sobrino, Ales-
sandro Marucelli, levantó un edificio para ello, y él mismo donó
su librería, nombrando a Bandini como bibliotecario. No obs-
tante, la colección de estampas que tanto había destacado
Andrés se debía a una donación muy reciente, efectuada en 1783
por Francesco de Huberto, también descendiente del fundador.
Algo más antigua era la biblioteca Riccardiana, ubicada en
el palacio Medici Riccardi. Creada en 1600 y abierta al público
en 1715, era en realidad un apéndice de la Laurenziana. Andrés
mencionaba a su fundador, Riccardo Riccardi, considerándolo
como discípulo del humanista florentino Pietro Victorinus, pro-
fesor de griego y latín hasta su fallecimiento en 1584. Riccardi no
sólo había acumulado los libros y manuscritos que darían origen
a la Riccardiana, sino que fue también coleccionista de escultu-
ras clásicas que depositó en su villa de Valfonda. Los guías de
Andrés por los anaqueles de la Riccardiana fueron el ya citado
abate Lorenzo Mehus, y su director, el abate Francesco Fonta-
ni. Mehus era discípulo y colaborador de Giovanni Lamí, que
había sido director de la Riccardiana hasta su muerte en 1770189.
Fontani era un destacado helenista —«docto grecista», le llama

188. Giovanni Ludovico BIANCONI: Lcttere sopra A. Conidio Celso al celebre abata
Girolamo Tiraboschi, Roma, G. Zempel, 1779. El conde Bianconi había fallecido
en 1781.
189. Giovanni Lamí (1697-1770) fue profesor de Historia Eclesiástica en la Universi-
dad de Pisa y, además de director de la Riccardiana, que conserva su correspon-
74 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

Andrés— que mantenía una doble y complementaria línea de


trabajo: preparar ediciones de las obras de Focio, el Patriarca de
Constantinopla, promotor del Cisma de Oriente190, y continuar
la obra iniciada por Lami de editar textos procedente de los códi-
ces de la Riccardiana191, proyectos que Andrés conocía de pri-
mera mano por conversaciones con el propio Fontani: «me ha
comunicado largamente sus proyectos literarios, a lo que le he
animado, y dado algunas luces en cuanto he podido».
De los códices que Mehus le mostró, el más reseñable fue
el llamado códice de Plinio, en realidad una Historia naturalis
de Plinio realizada en el siglo XII, pese a que Andrés afirmara
que era «de una grande antigüedad», indudablemente influido
por el propio Mehus, que creía estar ante el códice más antiguo
de Plinio192. Otro documento manuscrito destacado por español
fue la colección canónica del presbítero Gregorio de Composte-
la, dedicada al más importante de los prelados compostelanos, el
Obispo Diego Gelmírez, a la que ya Andrés había hecho refe-
rencia en el volumen VI de su Origen193.

ciencia, como la de Mehus, fue el autor del semanario Novelle Letteraríe, el más
importante periódico toscano, cuyo propósito era hacer compatibles los avances de
la nueva ciencia y la nueva filosofía con los dogmas de la fe. Editó un catálogo de
los códices de la Riccardiana: Catalogus codicum mamiscriptonim qui in Bibliot-
heca Riccardiana Florentiae adservantur in quo multa optiscula anécdota in lucem
passim profcnmtur ct plura ad historíam litteraríam locupletandam inlustran-
damcjue idónea, antea ignota, Liburni, Antonii Sanctinii, 1756.
190. Andrés, interesado por Focio, y al que le dedicó un apartado al comentar el Cisma
de Oriente, alabando su vastísima erudición y criticando, al tiempo, su «desmesu-
rada ambición y genio turbulento», esperaba la edición por Fontani de sus Epís-
tolas. Vid. Origen..., vol. VI, pp. 188-190.
191. Andrés se refiere a Novae croditonim deliciae, del que acababa de salir un primer
volumen en 1785 y del que se editarían dos más hasta 1793. Fue citada por Andrés
en sus adiciones al Ongen... al referirse a que Fontani «ha querido exponer la apo-
logía de Focio con las acusaciones de todos los Papas que se opusieron a sus ambi-
ciones», en vol. VI, pp. 188 y 190.
192. Fue el primer Plinio íntegro adquirido por Cosme el Viejo, asesorado por Niccolo
Niccoli, en Biblioteca Medicca Laurenziana, Firenze, Nardini, 1988, pp. 110-111.
193. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. VI, pp. 526-527.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 75

De la mano de Mehus, Andrés pudo visitar la biblioteca


privada del deán de la catedral, Riccardi, formada por unos
1.800 manuscritos, entre los que destacó las cartas latinas que
allí se conservaban de Coluccio Salutato, Cándido Decembio,
Ugolino Verino, Poggio Bracciolini y Niccolo Niccoli, todos ellos
destacados humanistas de los siglos XIV y XV, y cuya corres-
pondencia latina ha sido objeto de una atención muy destacada
por los estudiosos del humanismo renacentista194.
También dejó Andrés breve constancia de algunas biblio-
tecas conventuales. La más importante era la de San Marcos, de
los dominicos, enriquecida por los manuscritos que legó el
humanista Niccolo Niccoli a su muerte en 1437, y de cuya gene-
rosidad se había hecho eco Andrés en el volumen I de su Ori-
gen...: «Nicolás Niccoli, después de haber recogido más de
ochocientos códices, quiso con generosa liberalidad formar una
biblioteca pública, por cuya institución quieren los italianos
darle la gloria de renovador del ejemplo de los antiguos»195.

194. Lino Coluccio Salutato fue el encargado de la correspondencia latina florentina en


la segunda mitad del siglo XIV. Su epistolario latino fue publicado por Francisco
Novad en 4 volúmenes en Roma entre 1891 y 1911, si bien sus códices manuscri-
tos fueron editados por Berthold Louis ULLMAN: Colucii Salutati de sécula et
religione ex codicibus manuscriptis, Firenze, Leo S. Olschki, 1957. El Epistolario
de Fiero Candido Decembrio es considerado una importantísima fuente para la
historia política y literaria del siglo XV, encontrándose entre sus corresponsales el
Obispo de Burgos y hombre de la Corte de Juan II Alonso García de Cartagena,
comentador y traductor de Séneca, y también corresponsal de Poggio Bracciolini,
en L. GONZÁLEZ ROLDAN y P. SEQUEIRO: «Actitudes renacentistas en Cas-
tilla durante el siglo XV: la correspondencia entre Alfonso de Cartagena y Pier Can-
dido Decembrio», en Cuadernos de Filología Clásica. Serie Estudios latinos I
(1991). El florentino Ugolino Verino mantuvo relación epistolar con Savonarola, y
ésta se encuentra en el libro clásico de Pasquale VILLARI: Life and times ofGiro-
lamo Savonarola, London, Unwin, 1888, 2 vols. Paggio Bracciolini destacó como
estudioso de textos latinos, y sus descubrimientos eran comunicados a otros huma-
nistas, en particular Niccolo Niccoli, florentino al servicio de Cosme de Medici, y
que para Andrés fue el primer anticuario, en Origen..., vol. Ill, p. 445. La corres-
pondencia entre Poggio Bracciolini y Niccoli ha sido publicada con notas por Phy-
llis Walter GOODHART GORDAN: Two Renaissance book hunters, New York,
Columbia U. Press, 1974.
195. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. I, p. 286.
76 E N R I Q U E G I M E N E / LOPE/

También se refirió a la del santuario de la Annunziata, fundado


por los Siervos de María en el siglo XIII, donde tuvo ocasión de
conversar con Francesco Raimondo Adami, que fuera General
de los Servitas, cuya celda, llena «de medallas, pinturas antiguas
y otras raridades, es un precioso museo que manifiesta el cono-
cimiento y buen gusto de su dueño, y sirve como apéndice a la
rica librería». Otras bibliotecas de órdenes religiosas fueron sólo
reseñadas por su nombre, si bien destacaba entre ellas la de los
dominicos de Santa Maria Novella, que contenía, en la época en
que fue visitada por Andrés, unos 15.000 volúmenes, de los que
80 eran incunables y 781 códices manuscritos, dispersos tras su
requisa por los franceses en 1809196, como sucedería con la
mayor parte de las bibliotecas privadas toscanas.
Entre las instituciones científicas toscanas, otra realización
del Gran Duque, y su mayor empeño de política científica, era
destacada por Andrés: el Museo Imperial y Regio de Física e
Historia Natural, que, en su opinión, merecía «tanta considera-
ción como la Galería y las bibliotecas». De igual manera que se
habían reordenado los fondos artísticos, bibliográficos y docu-
mentales del Ducado, también se había hecho con los objetos
científicos procedentes de las colecciones mediceas, que había
iniciado el ya citado Giovanni Targioni Tozzetti hacia 1763. El
22 de febrero de 1775, tras cuatro años de trabajos de acondi-
cionamiento, Pietro Leopoldo inauguró, en el remodelado Pala-
cio Torrigiani, el nuevo Museo, una decidida apuesta por un
saber concentrado y controlado. Para Juan Andrés, la nueva ins-
titución estaba en la cima de las concepciones museológicas:
aquel «palacio de la física» había crecido en pocos años «hasta
la más alta perfección», causando «maravilla a cuantos lo ven»,
de igual manera que fue lo más destacado por Moratín durante
sus visitas a Florencia en 1794 y 1795, llamándolo «cosa digna

196. Stefuno ORLANDI: La biblioteca di Santa María Novella in Firenzc del sec. XIV
al sec. XIX, Firenze, II Rosario, 1952.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 77 77

de una gran corte ij de un gran príncipe»197. De la distribución


de sus materiales no había sido responsable Targioni Tozzetti,
desplazado a misiones bibliotecarias, sino el trentino Felice
Fontana, quien había llegado a la Universidad de Pisa en 1765
como profesor de Instituciones dialécticas con el aval de la
madre del Gran Duque, la Emperatriz María Teresa, y un año
después ya fue encargado para sustituir a Targioni Tozzetti en la
reorganización de las colecciones ducales de geología y zoología,
además de seguir con la docencia como profesor extraordinario
de Física198. Fontana era el vínculo de la ciencia toscana con la
habsbúrgica, estimulado con fuerza por el Gran Duque199.
Andrés conocía personalmente a Fontana, y lo consideraba, con
razón, como una autoridad europea en Física, habiendo valora-
do muy positivamente, en el volumen V del Origen..., sus tra-
bajos sobre animales microscópicos200. También decía conocer
a su subdirector —si bien le llamaba Fabrini en el texto en lugar
de Giovanni Fabbroni—, el más brillante de los alumnos de
Fontana, y dotado de grandes facultades organizativas, demos-
tradas en los cargos que ostentó, tanto en el período lorenés
como en el napoleónico201. Andrés debió escuchar las reílexio-

197. Leandro FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Viage a Italia, edición de Belén Tejeri-


na, Madrid, Espasa-Calpe, 1991, pp. 353-354.
198. Sobre la labor de Felice Fontana al frente del Regio Museo, vid. Simone CON-
TARDI: La Casa di Saloinonc a Firenze. L'Iinpcríalc e Reale Museo di Física e Sto-
ría Naturalc (1775-1801), Firenze, Leo S. Olschki, 2002; y, sobre el personaje,
Peter KNOEFEL: Felice Fontana. The Life and Works, Trento, Societa di Studi
Trentini di Scienze, 1984.
199. Renato PASTA: «Scienza e istituzioni nell'etá leopoldina. Rifflessioni e compara-
zioni», en G. BARSANTI, V. BECAGLI y R. PASTA: Op. cit., pp. 3-34.
200. Las obras comentadas por Andrés, si bien no citadas expresamente, eran: Osser-
vazioni sopra la niggine del grano, Lucca, 1767, 114 pp., y el Saggio di osserva-
zionisopra il falso ergot, e tremella, Firenze, 1775. Vid. Juan ANDRÉS: Origen...,
vol. V, pp. 138-139.
201. En 1810 pasó a dirigir el Dipartamento dci Fonts et Chausees creado por la admi-
nistración francesa. Sobre Fabbroni (1752-1822) y su época es fundamental la obra
de Renato PASTA: Scienza, política c revohtzione. Firenze, Leo S. Olschki, 1989.
78 E M B I Q U E G I M É N F / / Lói'E/

nes de Fontana sobre museística naturalista y sus comentarios


sobre museos de París y Londres, tan similares al florentino, que
Fontana había visitado en el viaje que por Francia e Inglaterra
había realizado entre 1776 y 1779 para publicitar el Museo y
adquirir máquinas e instrumentos para el gabinete de Física.
Según Andrés, un museo de Historia Natural debía aplicar los
criterios de Fontana basados en «buen orden, arreglo, disposi-
ción, elegancia y limpieza» en las piezas expuestas y, sobre todo,
poseer instrumental físico adecuado, una biblioteca de apoyo,
selecta y especializada, y un observatorio astronómico. Esta últi-
ma infraestructura era considerada por Andrés como el único
punto que no alcanzaba un nivel óptimo, pues «no se ha llevado
a la perfección a que se ha llegado lo demás»202. En definitiva,
Fontana deseaba un saber técnico aplicado que fuera más allá
de la admiración por las colecciones expuestas de mineralogía y
zoología203, y que prestigiara y autolegitimara al Gran Duque
como patrocinador de las ciencias útiles en una dirección dife-
rente al tradicional mecenazgo mediceo. Una prueba de ello era
el relieve concedido a los trabajos anatómicos en cera, a los que
Andrés concedió una atención especial, pues en esta práctica se
articulaba el estilo del Museo, y a ello estaba destinada casi toda
su segunda y última planta204. Las piezas en cera ya habían lla-
mado la atención de Andrés durante su visita al Gabinetto di
Anatomía del Instituto de Ciencias de Bolonia, creado por

202. El lugar donde se construyó el observatorio no era el apropiado para llevar a cabo
adecuadamente sus funciones.
203. Simone CONTARDI: «Unita del sapere e pubblica utilita: Felice Fontana e le
collezioni di Fisica dell'Imperiale e Regio Museo di Firenze», en G. BARSANTI,
V. BECAGLI y R. PASTA (eds.): Op. cit., pp. 279-293.
204. La distribución espacial también seguía un criterio didáctico: la visita se iniciaba
con los elementos primarios de la naturaleza, mineralogía y laboratorio de quími-
ca, para pasar al primer piso, donde se encontraban los instrumentos necesarios
para comprender las leyes físicas que rigen la naturaleza, y se pasaba por último al
segundo piso, donde se mostraban ejemplares del reino vegetal y animal, incluidas
las piezas anatómicas del hombre en cera.
ESTUDIO iNTKODUCTOiíio 79

Benedicto XIV en 1742. Pero el florentino era de mayores


dimensiones. Según el abate valenciano, eran doce las personas
que trabajaban en la ceroplastia modelando piezas anatómicas
para el estudio médico, exportándolas a muchos lugares y, con
ellas, también el prestigio de la casa ducal: «A mi vuelta por Flo-
rencia vi muchos y grandes cajones con las armas imperiales, lle-
nos de partes anatómicas en cera, trabajadas allí por dirección
del Señor Fontana, y de orden del Emperador, para colocarlas
en el museo de Viena; y son muy frecuentes las comisiones que
de estas obras vienen de varias partes. ¡Cuántas salas de dife-
rentes partes anatómicas! Hombre y mujer enteros con piel y sin
ella, mostrando todos los músculos, venas y arterias, abiertos
para hacer ver todo lo interno, y en suma puestos de cuantos
modos se pueda imaginar para dar a conocer todas sus partes:
todos los miembros grandes y pequeños, enteros y rotos, dis-
puestos en todas aquellas situaciones en que son susceptibles, y
que pueden contribuir para su absoluto conocimiento, forman
un estudio de anatomía que no se puede lograr con la inspección
misma de los cadáveres, y que da tanto placer cuanto causa has-
tío la vista del cuerpo muerto. La multiplicidad, variedad, exac-
titud y perfección de las piezas creo que puedan competir con las
de cualquier otro lugar».
Dos extensas referencias dedicó Andrés al museo del
Milord Cowper y al observatorio del ex-jesuita Leonardo Ximé-
nes. George Nassau Clavering, tercer conde de Cowper, había
llegado a Florencia en 1760, y se estableció en un palacio adqui-
rido en Via Ghibellina para vivir allí de las rentas de sus propie-
dades inglesas, implicándose en la vida cultural florentina, y
sirviendo su casa como estancia temporal de los vastagos de la
nobleza británica que pasaban por Florencia en su obligado
Grand Tour. Su colección de máquinas de física experimental
impresionaron a Andrés: «yo no he visto en toda Italia máqui-
nas, no digo superiores, pero ni aun que se acerquen a la mag-
nificencia, delicadez y exactitud de las Cowperianas». La
colección estaba formada por más de 400 máquinas de los mejo-
res constructores ingleses y estaban distribuidas por materias:
80 E N R I Q U E G I M É N E X LOPE/,

electricidad, magnetismo, mecánica, neumática, termología,


hidrostática y óptica205, y contaba como colaborador con Garlo
Alfonso Guadagni, que fue primer catedrático de Física experi-
mental de la Universidad de Pisa y hombre ligado a la aristo-
cracia florentina, entre la que divulgó la física experimental en
sesiones de alta divulgación celebradas en el palacio Cowper de
Via Ghibellina. Cowper era para Andrés un espejo en el que
debería mirarse la aristocracia española, objeto siempre de sus
críticas por su desinterés hacia la ciencia y el mecenazgo:
«¡Cuan bien empleado está el dinero de un gran personaje en
cosas que son tan decorosas, y que sirven de ornamento a toda
la ciudad! ¡Ojalá nuestros grandes entraran en este gusto, y en
vez de consumir inútilmente, y sin saber cómo su dinero lo
empleasen en cosas útiles a la patria, y honoríficas a si y a sus
casas!». Al regresar Lord Cowper a Inglaterra en 1789, acom-
pañado de algún joven científico florentino, como el anatómico
Catellacci206, sus colecciones científicas se dispersaron. Su gabi-
nete de Física experimental y su biblioteca salieron de Floren-
cia tras ser adquiridos por el Instituto de Ciencias de Bolonia en
1791, habiendo jugado un importante papel de intermediarios
el cardenal Andrea Gionetti y algunos nobles boloñeses.
Otro centro científico privado que mereció la mención de
Andrés fue el observatorio astronómico del ex-jesuita siciliano
Leonardo Ximénes, conocido del abate valenciano y con afini-
dades por su compartida admiración galileana, que había levan-
tado en 1756 con recursos propios en el Colegio jesuíta de San
Giovannino, donde residía, y que fue cedido a los esculapios en
1775207, tras la extinción de la Compañía. Ximénes era ya casi

205. Giorgio DRAGONI y Vincenzo PALLOTTL «Strumenti, didattica e ricerca: la físi-


ca sperimentale nell'Istituto delle Scienze», en / materíali clell'htituto delle Scicn-
ze, Bologna, Accademia delle Scienze, 1979, pp. 217-229.
206. Andrés le conocía: «es de ingenio vivo; posee bien las lenguas latina y griega; ama
las buenas letras, y yo espero mucho de él».
207. Diño BRAVIERI: LOsservatorio Ximeniano di Fircnzc, Firenze, Baccini & Chiap-
pi, 1985.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 81

octogenario cuando fue visitado por Andrés, pues había nacido


en Trapani en 1716, y vivía el último año de su dilatada vida208.
También Ximénes había sido protegido de Pietro Leopoldo,
aunque Andrés sólo reseñaba que por entonces «el Gran Duque
le ha dejado gozar por toda su vida de la obra de sus manos», es
decir, del observatorio, sin otra vinculación con la Corte lorene-
sa, de la que Ximénes había sido, desde 1761, geógrafo y mate-
mático. Hasta mediada la década de 1770, había dirigido las
obras de saneamiento de las marismas y del lago de Bientina, el
más grande de la Toscana, para lo que realizó un complejo sis-
tema de canales, entre 1756 y 1763, con intención de crear vías
navegables, y de cuya experiencia dejó testimonio en dos publi-
caciones209, además de encargarse de dirigir los trabajos del
Camino Real Modenés a su paso por la Toscana, la más impor-
tante obra pública del período leopoldino, diseñando los puen-
tes sobre los ríos Lima y Sestaione, destruidos durante la
Segunda Guerra Mundial. Andrés había recogido las actuacio-
nes hidráulicas de Ximénes como ejemplos de conocimientos
geométricos aplicados210 y continuidad de las ideas de Galileo.
En sus actuaciones siempre mantuvo el criterio de respetar lo
más posible el medio ambiente, ya que su cultura técnica venía
complementada por una percepción múltiple del territorio que

208. De hecho Carlos Andrés, al editar esta carta, incluyó una nota en la que se da la
noticia de la muerte de Ximénes: «En carta del mes de mayo último me manifies-
ta el autor su sentimiento por la muerte repentina de este célebre literato, acaeci-
da en 3 de dicho mes, en la edad de más de 80 años; y añade que en agosto de 85
hizo su testamento fundando una cátedra de astronomía, y otra de hidrostática, con
dotación de 80 duros anuales para cada uno de los profesores, a quienes deja todos
sus libros, instrumentos y observatorio; y nombra por catedráticos al Padre Rico y
al Padre Canovai, ambos esculapios». Estas cátedras permanecieron activas hasta
meclidados del siglo XIX.
209. Delia física ríduzione de la Marcmma Senese, Firenze 1769, 291 pp.; y Piano di
opcrazioni idrauliche per ottencr la massima deressione del lago di Sesto, ossia di
Bientina, Lucca, 1782.
210. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. IV, p. 197 y vol. VI, p. 802.
82 E N R I Q U E G I M É N E / LÓPEZ

provenía de su formación humanística211, filosofía que defendió


en su Memoria dell'utilitá o inutilitá delle arginature deifiume
e dei laghi, presentada a la Academia de los Georgofili en 1777,
y donde afirmaba que «.dove l'uomo non puó vivere muore con
luí I'agricultura, el commercio, ¡'industria, la popolazione e
quanto altro produce il sano vivere della razza dett'uomo»212. Lo
que Andrés no señalaba es que Ximénes había sido desautori-
zado por Pietro Leopoldo en torno a ese año de 1777 y separa-
do de cualquier intervención en las obras públicas por su
moderación, ya que el crecimiento demográfico urgía a una
intervención más agresiva de desecación y roturación de hume-
dales que no podía permitir las modulaciones conservacionistas
de Ximénes213, postergado a sus inofensivas aficiones astronó-
micas, que tanto agradaban a Andrés. Juntos visitaron el gno-
mone del reloj solar de Santa Maria del Fiore, que Ximénes
había restaurado en 1755214, antes de la llegada de Pietro Leo-
poldo y cuando ocupaba la Regencia toscana el conde Emma-
nuel Nay de Richecourt, que apoyó la restauración efectuada
por el jesuita siciliano. Y también en compañía de Ximénes,
Andrés visitó Santa Maria Novella, la primera de las grandes
basílicas florentinas con fachada de Alberti, no para apreciar sus
bellezas artísticas sino para observar «dos notables monumentos

211. Este rasgo de Ximénes es fundamental. Lo ha destacado Eric Cochrane al señalar


que «Ximénes was more than just an engineer», añadiendo que era matemático,
astrónomo e historiador, además de organizador y promotor, en Eric COCHRA-
NE: Op. cit., pp. 436-437.
212. Citado por Leonardo ROMBAL «Scienza idraulica e problemi della regimazione
delle acque nella Toscana tardo-settecentesca», en G. BARSANTI, V. BECAGLI
y R. PASTA (eds.): La política della scienza..., pp. 171-205. La cita en p. 194.
213. Danilo BARSANTI y Leonardo ROMBAL Leonardo Ximénes, Uno scienziato
nella Toscana lorenesc del Settccento, Firenze, Edizioni Medicea, 1987.
214. Sobre la restauración del gnomone construido en 1475 por Paolo Dal Pozzo Tos-
canelli, Ximénes publicó su trabajo Del veccliio e nuovo gnomone florentino e delle
osservazioni astronomiche, fisiche et arclütettoniclie fatte nel verifícame la cos-
truzione, Firenze 1757, que había sido leído por Andrés y citado en el vol. IV, pp.
70, 86y 304 de su Origen...
ESTUDIO INTRODUCTORIO 83

de astronomía»: la meridiana construida en la segunda


o mitad del
siglo XVI por el dominico Egnazio Danti, autor también de la de
San Petronio en Bolonia215, y Cosmógrafo de Cosme de Medi-
ci, y la esfera armilar existente a un lado de la portada de la basí-
lica, instrumento que Danti conocía bien216. Andrés deseaba
visitar ambas piezas, cuya existencia conocía por la lectura de la
publicación del propio Ximénes del año 1757 Del vecchio e
nuouo gnomone florentino. Confirmaba así, in visu, lo que había
conocido a través de un texto, y, además, lo hacía conducido por
su autor.
Los comentarios sobre las Academias toscanas y sus aca-
démicos ocupan gran parte de la Carta V, con fecha de 1 de
diciembre de 1785. Respondían plenamente a los dos vectores
fundamentales en la concepción de Andrés: la tradición galilea-
na de observación-experimentación, y el gusto por los elemen-
tos histórico-eruditos. Al hablar de la Academia del Cimento
Andrés exaltaba sus logros, dejándose llevar por la emoción y la
nostalgia: «los pocos años que duró han producido más adelan-
tamientos a las ciencias que otros tantos o más años de cualquier
otra de las más famosas». Ambos sentimientos estaban justifica-
dos. Fundada en 1657 por el cardenal Leopoldo de Medici y su
hermano Fernando, se mantuvo activa hasta 1667, con una
labor centrada exclusivamente en la ciencia experimental y
como escaparate de la política cultural medicea, «un preciso ed
ejficace strumento nelle sui maní» comparable a las grandes aca-
demias inglesa y francesa, como ha estudiado Paolo Galluzzi217,

215. Andrés le dedicó gran atención a esta meridiana, perfeccionada por Cassini a
mediados del siglo XVII, durante su visita a Bolonia. En la nave izquierda de la
basílica de San Petronio, Cassini trazó una línea dirigida al norte el 22 de junio de
1655, fecha del solsticio de verano.
216. A Egnazio Danti se debe una descripción completa de lo que él llamaba «Astrola-
bio armillare de Tolomeo» en su libro Trattato delle'íiso e della fabbrica dell'astro-
labio, Fiorenza, I Giunti, 1569. Danti fue autor de una gran representación
cartográfica mural de Italia existente hoy en los Museos Vaticanos.
217. Paolo GALLUZZI: «LAccademia del Cimento: "gusti" del Principe, filosofía e
ideología delFesperimento», en Quaderni Storici 48 (1981), pp. 788-844.
84 E N R I Q U E G I M É N E X LOPE/

basado en promover, con cautela, las ideas científicas defendi-


das por Galileo, incorporando destacados discípulos suyos, pero
también a aristotélicos y a gentes de posición intermedia, tradi-
cionales pero no hostiles a las nuevas corrientes. Andrés citaba
a unos y otros sin entrar en distinciones, excepción hecha de
Vincenzo Viviani, al que llama «alma de esta Academia» por
haber sido discípulo directo de Galileo y ayudante suyo entre
1639 y la muerte del maestro en 1642218. Alfonso Borelli, Pablo
y Cándido del Buono, Alessandro Marsili, Antonio Oliva, Cario
Rinaldini y Francesco Redi son mencionados como «miembros
de aquella ilustre Academia», sin ningún otro comentario o valo-
ración adicional. Sin embargo, de la lectura de los tomos de
Origen se puede concluir que la opinión de Andrés sobre los
más destacados miembros del Cimento estaba matizada. Igno-
raba a Alessadro Marsili, el más anciano de sus miembros y pro-
fesor de Filosofía peripatética en Pavía, y tan poco proclive a la
ciencia experimental que era el autor de un texto aristotélico219,
oponiéndose en la Academia, junto a Rinaldi, a las experiencias
de Torricelli sobre la presión atmosférica220. Tampoco decía
nada de los hermanos Del Buono, si bien Cándido fue alumno
de Galileo, ni tampoco de Antonio Oliva ni del mencionado
Rinaldi, probablemente porque Oliva no dejó ninguna obra sig-
nificativa y abandonó Florencia en 1666, como lo hiciera tam-
bién Rinaldi, si bien aquél marchó a Roma y este último a Padua
como catedrático de anatomía. Pero sí prestaba atención a Bore-
lli, Redi y, sobre todo, a Viviani, es decir, a los galileanos más
conspicuos.
El napolitano Giovanni Alfonso Borelli fue citado por
Andrés tanto por su Historia et metereologia incendi aetnaei,
publicada en 1670, una importante aportación en los estudios

218. Danilo BARSANTI: «La scuola iclraulica galileana operante in Toscana», en Bollc-
tino Storico Pisano 58 (1989), pp. 83-129.
219. Alessandro MARSILI: Theorcmata ad doctrina Aristotelis, Senis, 1626.
220. Paolo GALLUZZI: Op. cit., pp. 805-807.
dfdf hj

de vulcanología del Setecientos221, que describía con detalle la


catastrófica erupción del Etna en 1669, como por su defensa de
la doctrina iatromecánica en De motu animalium, libro publi-
cado en Roma en 1680, y dedicado a Cristina de Suecia, de la
que fue médico, y que, según Andrés, tenía su origen en las
enseñanzas de Galileo, del que Borelli había sido discípulo222.
Francesco Redi, también alumno de Galileo, inició el
debate sobre la generación espontánea, y su método, basado en
la observación sistemática con el microscopio, fue elogiado por
Andrés como modelo a seguir: «hizo muchas experiencias, las
repitió de muchos modos, quitó, añadió, varió las circunstancias
en los experimentos, examinó atentamente los resultados, sacó de
ellos con la más escrupulosa severidad las precisas e incontras-
tables consecuencias»^. La denominación «el famoso Redi»,
aplicada por Andrés, está justificada porque su obra fue reedi-
tada con frecuencia en el siglo XVIII: dos veces en Venecia, en
1712 y 1742, y otras cuatro en Ñapóles, en 1740-41, 1748, 1760
y 1778224.
Pero era Vincenzo Viviani el más admirado por Andrés de
entre los que fueron académicos del Cimento. Era el primer
biógrafo de Galileo225, y se había responsabilizado del aspecto
más vital de las actividades de la Academia: las observaciones
astronómicas. Había sido el continuador de los estudios geo-

221. Así lo señalaba Andrés en Origen..., vol. V, p. 150. Sobre la contribución de la obra
de Borelli a la vulcanología, vid. Nicoletta MORELLO: La macchina (¡ella Terra.
Teoría gcologiche dal Seiccnto aü'Ottocento, Torino, Loescher, 1979.
222. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. I, p. 405, vol. IV, pp. 163 y 188 y vol. V, pp. 302-
303. Sobre Borelli, vid. Ugo BALDINI: «Borelli, Giovanni Alfonso», en Diziona-
rio biográfico degli italiani, vol. 12, Roma, 1970, pp. 543-551.
223. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. V, p. 118.
224. Sobre las ediciones napolitanas, vid. Antonio BORRELLI: «Fortuna di Francesco
Redi a Napoli nel Sei-Settecento», en Fabrizio LOMONACO y Maurizio TORRI-
NI: Galileo e Napoli, Napoli, Cuida Editare, 1984, pp. 399-427.
225. Su Vita di Galileo, publicada por vez primera en 1717 por la Academia Florenti-
na, y utilizada por Andrés, fue reeditada por Rizzoli, Milano, 1954, sobre el texto
original de 1654.
86 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/,

métricos e hidrostáticos galileanos y Andrés afirmaba que Vivia-


ni y toda la Academia del Cimento «con descubrimientos, con
experiencias y con tratados han ilustrado mucho la materia de
las aguas, y la Hidrostática conoce deber a Galileo y a su escue-
la, a la Toscana y a toda Italia sus casi primeras y mejores
luces»226.
Las referencias de Andrés a una Academia desaparecida
hacía más de un siglo no sólo respondían a su reivindicación per-
manente de Galileo y su escuela, sino a razones de actualidad,
por el renacer que el Cimento tuvo en los años 80 del Setecien-
tos gracias a la voluntad del Gran Duque. En 1780 salieron a la
luz los tres volúmenes en cuatro tomos de Notizie degli aggran-
dimenti delle Scienze fisiche in Toscana nel corso di anni LX del
secólo XVII, una obra realizada por expreso encargo de Pietro
Leopoldo al ya anciano Targioni Tozzetti. Trataba con ello, y con
otras realizaciones culturales de la casa Lorena, de presentarse
como continuador de la herencia de los Medici. Por esa razón,
Notizie realizaba una compilación de la obra del Cimento y del
legado galileano que, con su independencia de la Iglesia y su
imagen de promotor y mártir de la ciencia moderna, podía ser un
buen referente para la imagen de renovación que deseaba ofre-
cer el Gran Duque. Andrés no dejó de referirse a esta publica-
ción: «El médico y físico Targioni, en una obra que se ha impreso
en estos años sobre el adelantamiento de las ciencias en Toscana
bajo la dominación de los Médicis, trae otras mil ventajas de
aquella Academia», entre ellas, convertirse, por decisión de Pie-
tro Leopoldo, en una de las señas de identidad cultural toscana.
Cuando Andrés redactaba su Carta Familiar en diciembre
de 1785, hacía tan sólo dos años que se había producido una
transformación de gran calado en las instituciones culturales del
Gran Ducado. El 7 de julio de 1783, las Academias Florentina,

226. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. IV, p. 188.


ESTUDIO INTRODUCTORIO 87

de los Apatisti y de la Crusca227 quedaron, por orden del Gran


Duque, incorporadas a una nueva institución, la Real Academia
Florentina. Para Andrés la decisión estaba justificada porque las
antiguas Academias «habían perdido su antiguo esplendor y
estaban poco menos que extinguidas cuando el Gran Duque
actual pensó en suprimirlas». Andrés seguía al pie de la letra las
dos motivaciones que el decreto de 7 de julio daba para justifi-
car la creación de la Regia Accademia Fiorentina delle Scienza
e delle Arti: dar nuevo impulso a las tres instituciones suprimi-
das, que habían quedado sin vigor, y promover con mayor pro-
vecho el estudio de las Bellas Artes Jy la Ciencia. Andrés elogió
o
la nueva Academia, estrechamente vinculada al Gran Duque,
deseoso de extender su control sobre todos los aspectos de la
vida toscana. Andrés fue elegido académico honorífico, junto a
su hermano Carlos, «primer español residente fuera de Italia
incorporado a ella»228. Para Andrés era la consecución de un
deseo: poner a la ciencia toscana a la altura de las instituciones
científicas de París, Londres, Berlín y San Petersburgo, lo que
se lograba con el Museo Imperial y Regio de Física e Historia
Natural, las bibliotecas Laurenziana y Magliabechiana y la
nueva Academia, que debían realizar una acción coordinada y
complementaria mediante un programa que enunciaba Andrés

227. De las tres Academias suprimidas, la Florentina era la más antigua y ya editó en
1534 su Opuscula adversus Avicennam, ct médicos neotericos...; la Academia de
la Crusca inició sus actividades en 1583 a iniciativa de Leonardo Salviati con el pro-
pósito de estudiar y salvaguardar la pureza de la lengua toscana, para lo que inició
la recopilación de un Diccionario (Vocabulario) que supuso la primera obra lexi-
cográfica dedicada a una lengua moderna; por último, la Academia degli Apatisti
nació en 1635 a iniciativa del literato Agostino Coltellini también para el estudio y
difusión de la lengua toscana, pero a la muerte de Coltellini en 1693 quedó bajo la
protección de Cosme III de Medici.
228. Entre los títulos honoríficos concedidos a Andrés que Angelo Antonio Scotti aña-
dió a su Elogio histórico figura que Andrés se hallaba inscrito en el catálogo de aca-
démicos con diploma de la Real Academia Florentina. Vid. Angelo Antonio
SCOTTI: Elogio histórico del Padre Juan Andrés, reproducido como apéndice al
Estudio preliminar de Origen..., pp. CXCI-CCX.
88 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

de este modo: «Yo quisiera que hubiese allí una Academia que
abrazase ciencias, buenas letras y nobles artes. El museo físico,
el jardín botánico, el observatorio y los otros establecimientos
científicos, darían campo a los académicos para ilustrar las cien-
cias a que pertenecen. La Galería ofrece en todos los ramos de
la anticuaría asunto para muchas ilustraciones nuevas e impor-
tantes. La misma Galería suministra bastantes materiales a
quien quiera contemplar las nobles artes histórica o filosófica-
mente, que es como debería mirarlas una Academia de esta
naturaleza. La bibliografía y toda la parte filológica, ¿cuánto
lustre no recibiría aprovechándose los académicos de las inmen-
sas ríquezas de códices y de libros que encierra aquella ciudad?
¿Y qué importantes disertaciones no se podrían formar dando
noticia de algunos manuscrítos no conocidos, proyectando nue-
vas ediciones, confrontando muchos pasajes oscuros y difíciles
de los autores impresos, y haciendo el correspondiente uso de
aquellas bibliotecas?». No faltaban hombres capaces de llevar a
cabo estos propósitos eruditos. Andrés mencionaba al presi-
dente de la Academia, el Caballero Giulio Mozzi, quien había
sido presidente de la Crusca y elegido por Pietro Leopoldo para
ese puesto por su carácter conservador, y al ya mencionado
abate Perini, bibliotecario de la Magliabechiana, que actuaba
como vicesecretario de la Academia. Pero citaba un elenco de
personas valiosas, algunas amigas suyas, que darían un gran
impulso a la Academia y a ese vasto plan que Andrés presenta-
ba como ideal y posible, todas ellas vinculadas de alguna mane-
ra a la política de Pietro Leopoldo, en particular el matemático
Pietro Ferroni y el fisiócrata y ex-jesuita Marco Antonio Lastri.
Ferroni colaboraba intensamente con el Gran Duque en el
ordenamiento hídrico y viario del territorio toscano229 y en los

229. Sobre esas labores de Ferroni, vid. los trabajos de Leonardo ROMBAL «Pietro
Ferroni, matemático regio. Ascesa i declino di un territorialista illuminato nella
Toscana lorenese», en Rivista di storía dell'agrícoltnra, XVIIII/2 (1988), pp. 87-
143, y «Scienza iclraulica...», art. cit., pp. 171-205.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 89

proyectos para mejorar la tecnología industrial toscana, partici-


pando en la revisión y adaptación de términos técnicos ingleses
al italiano en la traducción realizada en 1773 por Giacomo Paolo
Lelorgne de la obra de William Bailey The Advancement of
Arts, Manufactures and Commerce230. Marco Lastri, fisiócrata y
editor desde 1770, junto a Saverio Manetti, del Maggazino tos-
cano, era también estrecho colaborador del Gran Duque desde
que fue encargado por Pietro Leopoldo de aplicar una política
que permitiera la explotación forestal de los bosques tosca-
nos231, y miembro de la Academia dei Georgofili, que Andrés
tradujo como «Sociedad Agraria».
Tanto la Academia dei Georgofili como la Colombaria fue-
ron visitadas por Andrés cuando fue invitado a alguna de sus
sesiones. La primera, fundada en 1753, y pionera en Europa en
su dedicación a los estudios agrarios, estaba desde 1783 bajo la
protección del Gran Duque, que la había unido a la Societá
Botánica, por lo que Andrés utilizó para nombrarla el término
«Sociedad Agraria», que venía a reunir los nombres de ambas
sociedades232. Andrés estuvo presente en la designación como
nuevos socios del naturalista Louis Daubenton, el más impor-
tante de los colaboradores de Buffon, cuya labor organizativa
del Jardín du Roi había sido destacada por Andrés en el volu-
men V de su Origen.. ,233, y del físico Pierre Bertholon, conoci-

230. Daniele BAGGIANÍ: «Tecnología e riforme nella Toscana di Pietro Leopoldo: la


traduzione del "The Advancement of Arts, Manufactures and Commerce" di W.
Bailey», en Rivista Storica Italiana 105 (1993), pp. 515-554.
231. Maria Pia PAOLI y Rosalba GRAGLIA: «Marco Lastri: aritmética política e sta-
tistica demográfica nella Toscana del 700», en Annali dclla Fundazione Lttigi
Einmuli, XII (1978). Su Corso ¿'agricultura practica, Firenze, 1787-1790, en 5
vols. es considerado el mejor testimonio del debate sobre la agricultura italiana de
fines de siglo.
232. Renato PASTA: «L'Accademia dei Georgofili e la riforma dell'agricoltura», en
Rivista Storica Italiana CV,2 (1993), pp. 484-501.
233. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. V, p. 159. Andrés también destacó las descripciones
anatómicas de los animales realizadas por Daubenton, cuyos trabajos fueron utili-
zados para elaborar una teoría general del hombre en relación con otros animales.
90 E N H IQ U E G I M É N E X L Ó P E /

do por sus trabajos sobre la electricidad de los cuerpos huma-


nos, y motivo de discusión en el mundo científico italiano, ya
que su aplicación a la medicina fue seguida por Galvani y con-
siderada como pseudociencia por Volta234, lo que explica que,
según indicaba Andrés, Daubeton fuera admitido en la Acade-
mia por aclamación y la candidatura de Bertholon sometida a
escrutinio.
La Colomharia era algo anterior a la de los Georgofili, pues
sus actividades se habían iniciado en 1735 a iniciativa de Gio-
vanni Girolamo de Pazzi con el objetivo de estimular los estu-
dios históricos, filológicos y científicos. La visita debió resultarle
a Andrés poco satisfactoria: «hiriéronme el honor de darme la
patente, y asistí una vez por la noche, que es cuando sejunta, no
con mucha frecuencia, y se lee o se habla, o se manifiesta algu-
na novedad literaria según el gusto de los concurrentes», lo que
venía a indicar que su actividad científica era de muy escaso
pulso en el último tercio del Setecientos. Mencionaba Andrés la
publicación en dos tomos de «algunas eruditas disertaciones»,
referencia a sus Annali, que registraban la actividad de la Aca-
demia. En 1747 se había publicado el primer volumen de la
Memorie di varíe erudizione della Societá Colombaria Fiorenti-
na, y en 1752 se había publicado el segundo. No se publicaría el
tercero hasta 1803, lo que confirma el escaso dinamismo de la
Academia.
Poco se diferenciaban estas sesiones de las tertulias —con-
versazioni— a las que Andrés concurrió y de las que dio noticia
de sus asistentes, hombres y mujeres, y de sus actividades en su
correspondencia, ofreciendo una imagen de los salones floren-
tinos como nueva configuración de sociabilidad del conoci-
miento, tan típica de la Ilustración. Visitó en varias ocasiones la
de Clemente Del Pace, y en ella tuvo ocasión de conocer per-

234. Marcello PERA: La rana ambigua. La controversia sntt'elettrícitá anímale ira Gal-
vani e Volta, Torino, Einaudi, 1986.
ESTUDIO INTHODUCTOUIO 91

sonalmente a muchos de los que contaban en la cultura tosca-


na. Con algunos no tuvo ocasión de conversar, como con el
abate lacopo Riguccio Galluzzi, anticuario y archivero del Gran
Duque, y que hacía poco había publicado los cinco volúmenes
de su Historia de Toscana en la era de los Medid, que tuvo gran
repercusión y que Andrés conocía235, pero sí lo hizo con otros
muchos, unos anticuarios como Galluzzi, otros ex-jesuitas, natu-
ralistas o personajes vinculados estrechamente a la administra-
ción del Gran Ducado, y abrió un apartado para las damas
distinguidas que concurrían a las tertulias florentinas.
Entre los anticuarios mencionó a Domenico Augusto Brac-
ci, que había publicado el año anterior el primer volumen de
una obra que Andrés decía haber visto, pero no leído, «ahora
está imprimiendo otra obra mayor acerca de los grabadores en
piedras y otras materias preciosas, de la que sólo vi un tomo en
folio, que no pude leer»236; y al abate Pier Lorenzo Del Signore,
con el que probablemente simpatizó Andrés por venir a confir-
mar las opiniones no muy positivas que Andrés había emitido en
el volumen III de su Origen sobre la obra de Scipione Maffei,
Artis criticae lapidariae, que no consideraba una aportación
definitiva, sino «poco más que bosquejada, sin reducirla a aque-
lla perfección que él sabía dar a sus trabajos»237. Del Signore
había publicado en 1781 su libro I marmi Riccardiani, donde
contradecía la afirmación del erudito veronés de considerar

235. lacopo Riguccio GALLUZZI: Istoría del granducato di Toscana sotto il governo de
la casa Medid, Firenze, Stamperia di R. del Vivo, 1781. Entre 1782 y 1784 apare-
ció en París la traducción francesa efectuada por Lefévre de Villebrune y Mile, de
Karolio en 9 vols.
236. Andrés se refiere a la obra de Bracci Meinorie degli antichi incisori che scolpirono
i loro nomi in gemine e cammei con molti monumenti inediti de antichita, statue,
bassirilievi, gemine, cuyo primer volumen apareció en Florencia en 1784, y el
segundo en 1786.
237. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. Ill, p. 458.
92 E N R I Q U E GIMENEY. L O P E /

apócrifas las inscripciones existentes en el palacio Medici Ric-


cardi construido por Cosme el Viejo en el siglo XV y adquirido
por los Riccardi en 1659238.
Dos ex-jesuitas fueron contertulios de Andrés: Luigi Bren-
na y Marco Antonio Lastri, al que ya nos hemos referido ante-
riormente. De Brenna, Andrés destacó sus «varios tomos
metafísicas ij eruditos del consentimiento universal de las gentes
en la existencia de Dios», referencias a las obras publicadas por
Brenna en Florencia a mediados de los setenta239, mientras que
Lastri fue citado como editor de la publicación Novelle lettcra-
rie, funciones que ejercía tras el fallecimiento de Giovanni Lamí
en 1770240, y adherido plenamente a la doctrina fisiocrática,
encontrándose por entonces enfrascado en la preparación de la
Biblioteca geórgica, un catálogo de los escritores de agricultura
que publicó en Florencia en 1787. Bajo su dirección, el sema-
nario Novelle Ietterarie24] había incluido en sus páginas, además
de la agronomía, temas de economía y demografía, lo que

238. Pier Lorenzo DEL SIGNORE: / manni Riccarcliani d if es i dalla censure del inar-
(jnese Scipione Maffci, Firenze, Francesco Moecke, 1781.
239. De infinita peifcctione Dei, Florencia, 1774, y De generis ¡tumanis conscnsii in
agnoscenda Divinitate, Florencia 1773, 2 vols.
240. Según Giuseppe Ricuperati, el semanario dirigido por Laini protagonizó el perío-
do de los años 40 a 60, vina fase considerada de transición entre la prensa erudita
dominante entre 1668 y 1740 y la prensa de opinión, que se impone entre 1760 y
1789. En su criterio «Novelle letterarie» supone «un modello giornalistieo che se
indica una notavole conquista di spazi critici per i redattori, riflette ancora la cul-
tura e lo stesso universo mentale del giornalismo erudito precedente». CíV. Giu-
seppe RICUPERATI: «Política, cultura e religione nei giornali italiani del '700»,
en Mario ROSA (ed.): Catolicesimo e Luini nd Scttcccnto italiano, Roma, Herder,
1981, pp. 49-76.
241. Siendo un «giornale letterario» destinado a ofrecer recensiones cíe libros, superó
el nivel estrictamente erudito para convertirse en un vivo instrumento de debate
cultural desde el racionalismo y el rigorismo teológico, aunque los viejos intereses
eruditos y de historia eclesiástica siguieron teniendo un peso importante, en Fimo
DÍAZ: «Gli sviluppi di nuovi motivi cultural! nei giornali toscani del Settecento»,
en Ntiove idee e nitova arte ncl '700 italiano, Roma, Accademia Nazionale dei Lin-
cei, 1977, pp. 179-212.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 93

contribuyó a convertirlo en un vehículo de debate cultural, aun-


que su concepción erudita le restó la influencia que tuvo en los
años en que Lamí fue su director242.
Además de algún naturalista, como el canónigo Andrea
Zucchini243, profesor de agricultura y director del Jardín Botá-
nico florentino, que había pasado desapercibido para el ex-jesui-
ta porque «aunque es bueno no tiene cosa particular», los que
más interés habían despertado en Andrés eran personajes vin-
culados más estrechamente a la administración granducal, como
el Senador Nelli y los condes Pierucci y Hohenwarth. La refe-
rencia a Giovanni Battista Clemente de Nelli era muy escueta:
«conocí al Senador Nelli, autor de un ensayo sobre la literatura
toscana y de otras cosas, singularmente de una vida de Galileo
en que trabaja años ha». Nelli ejerció diversos cargos en la
estructura burocrático-administrativa del Gran Ducado, como
Sopprassindaco de la Camero delta comunitá de Florencia,
creada el 22 de junio de 1769 para reglamentar y controlar los
trabajos públicos, de manera muy especial la función de los
ingenieros, para lo que Nelli creó la figura del capo-ingegnere
como su director técnico244. Su libro sobre literatura toscana
era obra de juventud de Nelli, pero es probable que Andrés
conociera de primera mano la biografía sobre Galileo en proce-
so de elaboración, ya que no se publicaría hasta 1792, año de la
muerte de Nelli, con el título Vita e commercio letterario di
Galileo Galilei245. El conde Pierucci, al que calificaba de «exce-

242. Giuseppe RICUPERATI: «Giornali e societa nell'Italia clell'Anden Régimen


(1668-1789)», en V. CASTRONOVO y N. TRANFAGLIA (eds.): La stampa ita-
liana Jal '500 all'800, Barí, 1976, pp. 70-372. Sobre la etapa de Lastri al frente del
semanario toscano, pp. 291-293.
243. En el original, erróneamente, aparece «Zucchiqui».
244. Diana TOCCAFONDI: «Nascita de una professione: gli ingegneri in Toscana in
Eta Moderna», en G. BESANTI, V. BECAGLI y R. PASTA (eds.): Op. cit., pp.
147-170.
245. Sflggí'o di storia Icttcraría florentina del secólo XVII, Lucca, 1759,144 pp. La obra
en 2 vols. de Nelli salió finalmente publicada en 1793 en Losanna con el título Vita
e commercio letterario di Galileo Galilei.
94 ENRIQUF. GIMÉNEX. LÓPK/

lente naturalista y agricultor», estaba encargado en la Academia


Florentina de la sección de arquitectura militar, y Sigismund
Antón, conde de Hohenwart, alemán y ex-jesuita, era uno de los
tutores de los hijos de Pietro Leopoldo.
Tres damas eran asiduas a las tertulias, o bien anfitrionas,
en sus salones, de hombres de letras, pues es sabido que la
mujer ocupaba un lugar destacado en este tipo de manifestación
cultural246. Para Andrés eran una prueba más de la vitalidad cul-
tural toscana: «tres mujeres como éstas en pocas ciudades se
hallan, \j Florencia puede gloriarse de producir, aun en las muje-
res, ingenios que llaman la atención de los forasteros». Era la pri-
mera la toscana María Magdalena Morelli, más conocida por
Gorila Olímpica, «célebre poetisa de repente, o como aquí lla-
man improvisatrice», moda que causaba admiración y que en la
primera mitad de siglo había dado fama a algunos poetas, como
Bernardino Perfetti, muy vinculado también a Florencia, cuyas
composiciones poéticas sólo se dieron a conocer a través de una
antología recopilada por uno de sus admiradores durante sus
improvisaciones247. Protegida por el Gran Duque y por miem-
bros de la aristocracia toscana —«vive gloriosa disfrutando los
favores de sus protectores»—, la fama de Gorila había hecho de
su tertulia una de las más concurridas de la ciudad248. Según
Andrés, «no pasa por Florencia Príncipe, literato, ni persona
distinguida que no quiera conocer a Gorila, y su tertulia es una
de las más lucidas de la ciudad». A ella acudió Andrés acompa-

246. Bien estudiada para el caso parisino por Dena GOODMAN: «Enlightenment
Salons: The Convergence of Female and Philosophic Ambitions», en Eigliteenth-
Centunj Studies, 22, 3 (1989), pp. 329-350.
247. Un año después de la muerte de Perfetti se publicó una antología de sus compo-
siciones poéticas, efectuada por Domenico Cianfogni, parte de las cuales había
improvisado: Sflggf di poesie, parte dctte all'improvviso c parte scrittc, Firenze
1748, 2 vols.
248. Según Mattolini, vivía en Florencia protegida por la Gran Duquesa. Vid. Mario
MATTOLINI: La Toscana dei Lorena. II Príncipe Illuminato Pietro Leopoldo,
Firenze, Edicioni Medicea, 1981, pp. 100-101.
ESTUDIO iNTKODucToiuo 95

nado por el doctor Clemente Del Pace y el bibliotecario de la


Laurenziana, Angelo María Bandini. No pudo verla improvisar,
porque por entonces, a pocos años ya de su fallecimiento en
1792, sólo exhibía su presencia a la curiosidad de los visitantes,
lejana la polémica desatada en 1776 por su coronación como
poetisa arcádica en el Campidoglio, apoyada por el partido anti-
jesuita romano, con relevante papel en aquel acontecimiento de
los cardenales Negroni y Pallavicini, este último Secretario de
Estado de Clemente XIV249.
Otro salón concurrido, aunque de carácter más formal y
literario que el de Gorila, era el de Fortunata Sulgher Fantasti-
ci, también poetisa, pero sin el carácter un tanto de espectácu-
lo de la primera. La propia formación de ambas las hacía
diferentes, y así lo indicaba Andrés. Mientras Gorila era una
mujer que «sm haber hecho estudio de ciencias ni buenas letras,
con su natural talento, su despejo, su voz y su canto ha llegado
a adquirirse tal nombre que pocos literatos la pueden igualar»,
Fortunata Fantastic! era «de porte serio y compuesto, y habla
modesta y mesurada», conocía el francés, el latín y había estu-
diado griego, «y además de las letras humanas ha procurado
adquirir buenos conocimientos en física y otras ciencias», ade-
más de conocer el primer tomo Dell'Origine..., que había sali-
do de las prensas de la Stamperia Reale de Parma en 1782, tres
años antes de aquella visita. Angélica Kauffmann, tan admirada
por Andrés250, pintó su retrato en 1792, que se conserva en la

249. Ludovico PASTOR: Historia de los Papas en la época de la Monarquía Absoluta,


vol. XXXVIII, Barcelona, Gustavo Gilí, 1940, pp. 44-45 y nota 6, y Maurice
ANDRIEUX: La vie qnotidienne dans la Rome Pontificale an XVIIIe siecle, París,
Hachette, 1962, p. 206.
250. Andrés quiso conocerla personalmente durante su paso por Roma, pero la Kauff-
mann se encontraba por entonces en Ñapóles, donde Goethe coincidió con ella en
marzo de 1787: «Angelika ha empezado a pintar un cuadro basado en mi Ifigenia,
la idea es muy feliz y la ejecuta a la perfección ( . . . ) También aquí es apreciable la
finura de sus sentimientos, y cómo Angelika sabe hacer suyo cuanto pertenece a
su oficio», en J. W. GOETHE: Viaje a Italia, Barcelona, Ediciones B, 2001, p. 226.
96 E N R I Q U E G I M É N K / , Lói'K/

Gallería degli Ujfici, y la Fantastic! acababa de publicar, cuan-


do la visitó Andrés, su Componimenti poetici251. Andrés acudió
a esta tertulia en varias ocasiones, y en una de estas visitas le
obsequió con un libro de Meléndez Valdés, probablemente el
primer tomo de Poesías, que había publicado Ibarra, en Madrid,
en 1785, y que le había remitido su hermano Carlos. Andrés cita
alguna de las personalidades con las que coincidió en los salo-
nes de la Fantasticí, destacando entre ellas el obispo Giovanni
Domenico Stratico, personaje notable, hermano del científico
Simone Stratico, y que había enseñado teología en las Universi-
dades de Siena y Pisa antes de ser ordenado para la diócesis de
Capo de Istria, en la Dalmacia, donde realizó una labor refor-
madora notable252.
La tercera dama era de dimensión inferior a las dos ante-
riores. Se trataba de Irene Párente, pintora y poetisa, «aunque
ni en uno ni en otro es excelente», pero le servía a Andrés para
subrayar su admiración por las mujeres interesadas por la cul-
tura, actitud mantenida a lo largo de su viaje italiano y que
alcanzaría a otras elogiadas en sus cartas, como laya citada bolo-
ñesa Ana Morandi Manzolini; la milanesa Maria Gaetana Agne-
si253; la «célebre doctora Laura Bassi», sin duda la científica más

Sobre Knuffmann: Adeline HARTCUP: Angelica, the portrait of an eigliteenth-


centunj art, London, W. Heinemann, 1954; Siegfred OBERMEIER: Die Muse von
Rom, Frakfurt am Main, Oberon, 1987; y Oscar SANDNER (ed.): Angelika Kfiiiff-
man c Roma, Roma, De Lucca, 1998. Casada con el pintor veneciano Antonio Zuc-
chi fue enterrada, junto a su marido, en la iglesia romana de S. Andrea delle Fratte.
251. Compartimento poetici di Fortunata Snlglier Fantasticifra gli a read i Teinir Parta-
side accademica florentina, Firenze, Pietro Allegrini, 1785, reeditado en 1794 en
Livorno y en 1796 nuevamente en Florencia en la imprenta granducal.
252. Franco VENTURI: Settccento riformatorc. La Repubblica di Vc-nczia (1761-1797),
Torino, Einaudi, 1990, vol. V(2), pp. 394-411.
253. Paula FINDLEN: «Translating the New Science: Women and the Circulation of
Knowledge in Enlinghtenment Italy», en Configurations 2 (1995), pp. 167-206.
254. Sobre la trayectoria de Rassi, segunda mujer que alcanzaba un grado universitario
y la primera profesora de enseñanza superior en Europa, vid. Paula FINDLEN:
ESTUDIO INTRODUCTORIO 97

importante de la Edad Moderna254, y que fue determinante en


algunas vocaciones, como reconocía el propio Lazzaro Spallan-
zani255; o, finalmente, la veneciana Elisabeta Caminen Turra,
famosa por sus traducciones italianas de poesías alemanas y por
editar el Giornale Enciclopédico^', sin que Andrés se plantea-
se en momento alguno las reservas que en estos mismos años
hacían muchos ilustrados españoles de la Sociedad Económica
Matritense sobre si admitir o no en sus reuniones a las mujeres,
ante las dudas que suscitaba si eran iguales a los hombres en
talento y capacidad, o si, en caso de ser aceptadas, el recato les
impediría participar en las sesiones científicas257.
En sus viajes por Italia, Juan Andrés tuvo ocasión de visitar
un conjunto de Universidades que respondían a una pluralidad
de modelos, en consonancia con la atomizada realidad política de
la península. Conoció centros universitarios ubicados en la capi-
tal política de diferentes Estados, como la Universidad de Ñapó-
les, la romana de la Sapienza, la de Turin, o las ducales de Parma
y Módena; también Universidades de Estado situadas en ciuda-
des no capitales, como las de Pisa y Siena para la Toscana, Pavía
para la Lombardía o Padua para Venecia, donde se había produ-
cido una especie de división del trabajo entre una capital políti-
ca y una capital cultural; y, finalmente, Universidades de
provincia con larga tradición, como Bolonia y Ferrara. En algu-
nas se habían producido, en las décadas anteriores a su visita,
importantes reformas, y en otras se seguían planes y prácticas
docentes que se mantenían incólumes en lo fundamental desde

«Science as a Career in Enlightenment Italy. The Strategies of Laura Bassi», en


his, 84 (1993), pp. 441-469.
255. Marta CAVAZZA: «Laura Bassi "maestra" di Spallanzani», en Walter BERNARDI
y Paola MANZINI: // cerchio della vita. Materiali ill ricerca del Centro Stndi Laz-
zaro Spallanzani di Scandiano sulla storia della scienza del Settccento, Firenze,
1999, pp. 135-202.
256. Vid. Carta IX, vol. III.
257. Paula DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero, Condesa de Monti-
jo. Una figura de la Ilustración. Madrid, Editora Nacional, 1975, pp. 127-148.
98 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

mucho tiempo atrás. En algunas facultades, como Medicina y


Artes, los avances eran muy significativos, mientras que en Dere-
cho y Teología las innovaciones eran mucho más modestas. A
todas ellas, el poder político las había convertido en dóciles ins-
trumentos de sus reyes, pontífices, duques o patricios258, tras un
largo proceso que las había transformado de instituciones cor-
porativas en centros dependientes absolutamente de los desig-
nios de la autoridad política, y cuyo principal objeto era —tal
como lo definió en 1760 el profesor de Padua, matemático e
hidráulico Simone Stratico— «mccogliere uomini, i quali serva-
no per le bisogni del governo, per l'ingrandimento dell'arti e
scienze, per l'erudimento de'sudditi»259, y en toda Italia las Uni-
versidades debían convivir, confundiéndose y superponiéndose
en ocasiones, con otras instituciones, como Academias, Socieda-
des literarias y de Bellas Artes, Institutos científicos, Colegios y
Seminarios, a las que Andrés, como ya hemos visto, prestó mayor
atención, incluso, que a la propia Universidad, por considerarlas
más vivas, innovadoras e ilustradas que aquélla.
De las dos Universidades toscanas, la de Pisa era, con dife-
rencia, la de mayor relieve y la que poseía una tradición de
mayor apertura, con un nivel de autonomía aceptable gracias a
los Statuta Almi Pisani Studi, aprobados por Cosme I en 1543260
y que dividían el cuerpo estudiantil en naciones según su pro-

258. Marina ROGGERO: «Italian Universities during the Eighteenth Century», en


Francois CADILHON, Jean MONDOT y Jacques VERGER (clirs.): Universitcs
et institutions universitaircs eitropeennes an XVIIIa siécle. Entre modernisation ct
tradition, Bordeux, Presses Universitaires, 1999, pp. 149-156.
259. Piero DEL NEGRO: «I pensieri di Simone Stratico sull'LIniversita di Padova
(1760)», en Qnaderni perla storia dell'Unwersita di Padova, XVII (1984), citado
en su trabajo «II Principe e l'Universita in Italia dal XV secólo all'eta napoleónica»,
en G. P. BRIZZI y A. VARMI: L'Universita in Italia fra Etá Moderna e Contem-
poránea. Aspctti e moinenti, Bologna, Editrice Clueb, 1991, pp. 11-27. Stratico
será mencionado por Andrés entre los profesores paduanos «que conservan el
buen nombre de la Universidad», al visitar aquella institución.
260. Furio DÍAZ: II Granducato di Toscana, I Medid, Torino, UTEC, 1976, pp. 203-
206.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 99

cedencia. Andrés aún pudo apreciar las consecuencias de


aquel estatuto en los distintos colegios, como el famoso Colle-
gia Puteano, fundado en 1604 por el arzobispo Cario Antonio
Da Pozzo con el propósito de facilitar los estudios en Pisa a
jóvenes del Piamonte que cumplieran los requisitos que el pro-
pio prelado había incluido en el capítulo IV de los estatutos
colegiales, el fundado por Giovanni Ricci de Montepulciano a
mediados del siglo XVI, o los llamados Sapientia y Ferdinandeo.
Pero el Estudio pisano tenía el atractivo añadido para Andrés de
haber posibilitado la enseñanza de la filosofía galileana desde la
segunda mitad del siglo XVII, pese a estar teñido de ciertas
gotas de jansenismo civil y político, incorporadas en el segundo
cuarto del Setecientos, antes del cambio de dinastía.
No obstante su relativa buena situación en el conjunto de
las Universidades italianas, Pietro Leopoldo consideró que
debía efectuar su reforma en métodos y contenidos, lo que no
llegó a concretarse en realidades por la resistencia de los docen-
tes, quedándose en meras intenciones261, pero debido, también,
a que la Universidad siempre fue secundaria en el conjunto de
la política cultural del Gran Duque, que daba prioridad a la
Regia Academia Florentina y al Museo de Física e Historia
Natural. Según pudo comprobar Andrés en sus visitas, la Uni-
versidad contaba con una modesta biblioteca de 20.000 libros,
de la que era bibliotecario Cesare Malanima, famoso por su
oposición a la pena de muerte262, que acompañó a Andrés en

261. Leonardo RUTA: «Tentativi di riforma dell'Universita di Pisa sotto il granduca Pie-
tro Leopoldo (1765-1790)», en Quademifiorentini per la storía del pensiero giu-
rídico, 8 (1979), pp. 197-273. Ruta sólo señala que la reforma del doctorado en
1786 fue la única relevante que se llevó a efecto, vid. pp. 232 y ss.
262. Malanima había sustituido a Giovanni Del Turco, del que era vicebibliotecario, en
1780, responsabilizándose de la Biblioteca pisaría hasta su fallecimiento en 1819.
Sobre su posición contraria a la pena de muerte, vid. Salvatore ROTTA: «Un awer-
sario della pena di morte: Cesare Malanima (1786)», en Studi in memoria di Gio-
vanni Tardío, Milano, Giuffré, vol. I, pp. 467-540, donde se analiza su obra
Coinmentaríofilologico-crítico sopra i delitti e le pene secando il gins divino, Livor-
no, Tommaso Masi, 1786.
100 E N R I Q U E GIMÉNF./ LOPE/

una rápida visita; disponía también de un discreto Gabinete de


Historia Natural, un Jardín Botánico, inferior al de otras Uni-
versidades italianas, pese a su antigüedad, pues fue fundado por
Lúea Ghini en 1533, poco antes del de Padua, y un buen obser-
vatorio astronómico, cuya construcción se había iniciado en
1734. Era entonces su director Giuseppe Antonio Slop, y así lo
dejó anotado Andrés, que lo consideraba «diligente e infatiga-
ble, y puede pasar por uno de los mejores astrónomos de Italia»,
pues lo trató durante una visita al observatorio. Slop era un tren-
tino que había pasado a Pisa, en 1771, como profesor extraordi-
nario de Astronomía, y que sustituyó al primer director del
observatorio, Tommaso Perelli, a la muerte de éste en 1783.
Este astrónomo había iniciado la publicación bianual de las
observaciones efectuadas en el observatorio, y Andrés conocía
en 1785 los dos primeros volúmenes de los seis que llegaron a
editarse263, así como sabía también del reciente descubrimien-
to del planeta Urano por William Herschel en 1781 y la con-
moción que había supuesto entre los astrónomos: «ha dado
desde luego a los astrónomos motivo para muchas especulacio-
nes y tal vez podrá con el tiempo acarrear grandes mutaciones
a las teorías astronómicas»^.
Aunque Andrés visitó la Universidad de Pisa durante el
período vacacional, halló deferencias y reconocimientos a sus
méritos entre los escasos docentes con los que contactó, espe-
cialmente con el esculapio Garlo Antonioli, muy versado en
griego, y uno de los profesores más antiguos de la Universidad,
pues había iniciado su docencia durante el curso 1752-53265, y
que fue su acompañante a la visita al conjunto de la Catedral,

263. Se trataba de las Obseruationes sulcnim habitae Pisis in specula académica.


264. Juan ANDRÉS: O rigen..., vol. IV, p. 323.
265. Para precisar la vinculación docente con la Universidad de Pisa de los profesores
citados por Andrés nos ha sido de gran utilidad el trabajo de Danilo BARSANTI: «I
docenti e le cattedre dell'Universita di Pisa clal 1737-38 al 1798-99», en Studi di Sto-
ría Pisana e Toscana in memoria del Prof. Cesare daño. Pisa, 1993, pp. 251-276.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 101

con la Torre inclinada, el Batisterio y el Campo Santo, que


Andrés consideró monumentos «sumamente importantes para
la historia de la arquitectura, escultura, pintura y también
varias de las otras artes». El Provveditore genérale del Estudio
pisano, llamado por Andrés «Prefecto o Rector de la Universi-
dad»266, Angelo Fabroni, lo visitó, invitándole a su mesa. Atrás
quedaban los tiempos en que Fabroni, durante su estancia en
Roma, había sido enemigo de la Compañía de Jesús y partici-
pado en las actividades del círculo protojansenista que se movía
en torno a Monseñor Bottari267, antes de contar con la confian-
za plena del Gran Duque268, que lo había distinguido como
caballero de la Sacro Militare Online di San Stefano, que tenía
su sede en la misma Pisa. De Fabroni, Andrés conocía bien los
volúmenes publicados de su Vitae Italorum269, un conjunto de
bio-bibliografías de las que en realidad Fabroni era editor, como
lo era también del Giornale de letterati, ya que participaron en
su redacción gentes muy diversas, como Marotti, Brenna o el
propio Fontana2'0. Algunas de las biografías incluían también
correspondencia, parte de la cual ya había sido publicada por el
propio Fabroni entre 1773 y 17752'1. Andrés había utilizado
algunos volúmenes como fuente para su Origen, especialmente
la biografía de Genovesi, que se encontraba en el tomo XV, y
cartas de Sarpi y Galileo, así como también había manejado la
más extensa biografía de Lorenzo el Magnífico, publicada por

266. Fabroni escribiría con posterioridad a la visita de Andrés una Historia de su Uni-
versidad: Historia Academiac Pisanae, Pisa, 1791.
267. Enrico DAMMING: II movimento giansenista a Roma nclla scconcla ¡nieta del s.
XVIII, Citta del Vaticano, 1945, pp. 242-269.
268. En 1772 Fabroni estuvo a punto de ser elegido por Pietro Leopoldo como pre-
ceptor de sus hijos, en Adam WANDRUSZKA: Op. cit., pp. 329-330.
269. Vitae Italonnn doctrina excclentium qui saecitlis XVII et XVIII, Pisis, 1778-1805,
20 vols. Los volúmenes XIX y XX fueron editados por Domenico Pacchi tras la
muerte de Fabroni en 1803.
270. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. VI, p. 753.
271. Angelo FABRONI: Lcttcre medite di uoinini illtistrí, Firenze, 1773-1775, 2 vols.
102 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

Fabroni en 1781272. Su opinión no era entusiasta. Para Andrés


las bio-bibliografías se centraban excesivamente en la actividad
literaria de los biografiados, sin atender a otros importantes
aspectos de sus vidas, que quedaban marginados273.
Del claustro de profesores de la Universidad hizo un retra-
to abigarrado, con noticias en su mayoría de segunda mano, y,
de algunos, con juicios que procedían de sus muchas lecturas.
Consideraba que la Facultad de Derecho de Pisa era la prime-
ra de Italia, y de cada profesor emitió un juicio, aunque algunos
de ellos habían sido ya citados en su extensa obra sobre el esta-
do actual de toda la literatura. Destacaba a Giovanni María
Lampredi, que había sido profesor de Instituciones canónicas
desde 1763 hasta 1773, y desde el curso 1773-74 ejercía la
docencia de Derecho Público, disciplina en la que era ya muy
respetado en Europa, y por lo que había sido citado por Andrés
en el volumen V de su Origen274, si bien aún estaba por llegar
su obra más importante y conocida, Del commercio del popoli
neutrali in tempo di guerra, cuyos dos volúmenes se publicarí-
an en Florencia en 1788, antes de abandonar la enseñanza en
1792 para colaborar en la redacción de un nuevo código275. Los
restantes profesores de Leyes sólo eran mencionados y, en algún
caso, añadiendo un breve comentario. De TOSÍ y de Maccioni
afirmaba que eran «dos excelentes y eruditísimos maestros de

272. Angelo FABRONI: Laurentii Atedias Magnifici Vita, Pisis, 1781, 2 vols. Decía
Andrés: «Fabroni, siguiendo a Valori, a Vasari y a otros escritores de aquellos tiem-
pos, nos presenta el palacio y el jardín de Lorenzo como un rico museo y una bien
provista escuela para las Nobles Artes, para el buen gusto y para la erudición», en
Origen..., vol. Ill, p. 445.
273. Según Andrés, Fabroni privaba «a los lectores de muchas noticias que justamente
podrían excitar su curiosidad, puesto que de los hombres grandes y de los célebres
literatos deseamos saber no sólo la vida literaria, sino también, hasta un cierto tér-
mino, la civil y doméstica», en Origen..., vol. Ill, p. 314.
274. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. V, p. 560.
275. Paolo COMANDUCCI: Settecento conservatore: Lampredi e il dirítto naturale,
Milano, Giufíré, 1981. La obra de Lampredi fue traducida al castellano por Cesá-
reo de Nava Palacio y publicada en Madrid, por la Imprenta Real, en 1793.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 103

leyes». El florentino Lorenzo TOSÍ había formado parte en 1767


de la comisión nombrada por el Gran Duque para la reforma de
la Universidad pisana, que no ofreció ningún resultado relevan-
te276. El segundo, Magliorotto Maccioni, era docente en Pisa
desde 1758, y se había especializado en Derecho feudal, mate-
ria sobre la que había publicado un libro277. Era uno de los dis-
cípulos destacados de Giovanni Lamí, un muratoriano, y
defensor, en consecuencia, junto a Antonio María Vanucchi, de
la nueva jurisprudencia auspiciada por Muratori desde que
publicara en 1742 De defetti della giurisprudenza278. También
Vanucchi era mencionado por Andrés, quien le reprochaba
haberse dedicado a la poesía279 y a la práctica forense, y no
haber consolidado las expectativas que había despertado su obra
de juventud Dissertazione del método di acquistare la giuris-
prudenza critica, de carácter asimismo muratoriano280. Rela-
cionados con la jurisprudencia eran citados Pellegrini, Foggi y
Albizi. Bartolomeo Pellegrini acababa de sustituir a Leopoldo
Guadagni como profesor de Pandectas, mientras que Frances-
co Foggi y Francesco degli Albizi eran docentes de Derecho
canónico, si bien en el tiempo de la visita de Andrés a Pisa el pri-
mero, Foggi, explicaba Derecho civil, para volver a la docencia
del canónico en 1788, disciplina que había impartido con ante-
rioridad entre 1775 y 1785.
Entre los matemáticos, Andrés nombraba a Paoli, Comet-
ti y Tommasini. Al primero le auguraba Andrés un futuro pro-
metedor: «no se excederá quien, aunque joven, le coloque entre

276. Leonardo RUTA: Art. cit., nota 46.


277. Osscrvazioni e dissertazioni varíe sopra il dirítto feadale concernenti l'istoría, e le
opinioni di Antonio da Protoveccliio celebre giurccon.su/io del secólo XV e rifor-
matore dei librí de'feudi, Livorno, Marco Coltellini, 1764.
278. Eric COCHRANE: Op. cit., p. 359.
279. Como poeta utilizaba el seudónimo de Soristo Filandrio.
280. La Dissertazione de Vannucchi fue publicada en Florencia por Bonducci en 1750,
cuando su autor acababa de cumplir 26 años.
104 E N R I Q U E GIMENF// LÓPFÍ/

los primeros algebristas vivos de Italia», y siguió posteriormen-


te su evolución, porque se refirió a sus trabajos en las adiciones
que efectuó al volumen IV del Origen en las ediciones de Roma
y Parma. Pietro Paoli, que había nacido en 1759 en Livorno, no
hacía mucho que explicaba Algebra en Pisa, y estaba todavía
lejos de publicar sus Elementi di algebra281, pero había sido, con
sólo 23 años, el más joven de los cuarenta científicos que en
1782 habían constituido la Societá Italiana. Ottaviano Cometti
era, a diferencia de Paoli, un viejo profesor, y se hallaba ya al
final de su vida282. Para Andrés, aunque «loable por el método y
claridad», Cometti no estaba dotado de «ingenio creador»"2^,
facultad que sí poseía Jacopo Andrea Tommasini, ya por enton-
ces en los límites de su jubilación docente, pero del que Andrés
consideraba muy destacable «su obra de los máximos y de los
mínimos», referencia a De maximis et minimis, que Tommasini
había publicado en Pisa en 1774284.
Entre los profesores de Física eran mencionados Bartolo-
meo Bianucci285, el florentino Andrea Ostili, Lorenzo Pignotti y
un tal Giovanni Guadagni para la Física experimental, que no
hemos podido identificar. A Bianucci le concedía Andrés el
honor de ser «tal vez el primero que introdujo entre nosotros los
PRINCIPISOS DE NEWTON IS BIEN FUE EL MATEMATICO GUIDO GRAN
di, experto en cálculo infinitesimal, y fallecido en 1742, uno de
los primeros difusores de las ideas newtonianas en Toscana,
junto al bibliotecario de la Universidad Giovanni Gualberto De
Soria, fallecido en 1767, aunque este último en un tono de

281. Pietro PAOLI: Elementi di algebra, Pisa, Mugniaini, 1794, 2 vols.


282. El P. Cometti, nucido en 1711, falleció en 1789.
283. Ciertamente, la única contribución de Cometti había sido ampliar el libro de
Andrea Tacquet, un matemático de mediados del siglo XVII, Elementa Enclidea
geometríae planae, Venetii, Remondiniana, 1762, 2 vols.
284. Jacopo-Andrea TOMMASINI: De maximis et minimis ud instittitiones geromctrí-
cas accomodatis specimen, Pisis, Pizzorni, 1774.
285. Figura erróneamente como Binned en el original.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 105

divulgación286. Es extraño que Bianucci cumpliera la función


pionera que le otorga Andrés, pues había nacido en 1718 y su
docencia en Pisa entre 1745 Jy 1750 estuvo dedicada a la Lógica o
y a las Instituciones dialécticas, antes de pasar a explicar Física
durante el curso 1750-51. No obstante, la fuerte tradición gali-
leana del Estudio pisano y el esfuerzo de algunos de sus más
destacados docentes por rehabilitar ante la Iglesia católica la
memoria del científico toscano, permitió establecer en Pisa un
vínculo de continuidad entre Galileo y Newton que ha subraya-
do Ferrone287 y que no escapó a la perspicacia de Andrés. Osti-
li era discípulo de Biannucci, y había dejado la docencia
universitaria para acompañar al conde Hohenwarth como pre-
ceptor de los hijos del Gran Duque, con especial dedicación a
la lógica y la metafísica288. Escaso interés científico tenía Loren-
zo Pignotti, más dedicado a escribir fábulas y sátiras a imitación
de Esopo y Horacio, composiciones que no eran del gusto de
Andrés, pese a su éxito, pues en su opinión carecían «de la tan
deseada neutralidad y verdad»28'\
En Química el nivel del Estudio pisano era discreto. Según
Andrés, los encargados de esta disciplina eran el florentino
Antonio Niccoló Branchi290 della Torre, quien había comenza-
do a ejercer como profesor extraordinario en el curso 1757-58,
pasando a ordinario de esa misma disciplina en 1775-76, y Gior-
gio Santi, natural de Pienza, y mucho más joven que el anterior,
discípulo de Fontana, y desde 1782 encargado de la docencia de
Botánica e Historia Natural, y con el que el abate valenciano
trabó amistad. Si Andrés lo consideraba químico se debía a sus

286. Enric COCHCRANE: Op. at., p. 390.


287. Vincenzo FERRONE: «Galileo, Newton e la libertas philosophandi nella prima
meta del XVIII secólo in Italia», en Rivista Storica Italiana XCIII (1981), pp. 143-
185.
288. Adam WANDRUSKA: Op. cit., p. 464.
289. Juan ANDRÉS: Or/gen..., vol. Ill, p. 377.
290. «Bracci» en el original.
106 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/

análisis de aguas minerales291 y, sobre todo, por ser introductor


en Pisa de los grandes temas de la Química europea292. Santi
había percibido la gran revolución que la Química estaba cono-
ciendo en las últimas décadas del Setecientos y la había defini-
do como «un torrente precipitoso chi trova ostacoli, e vero, ma
che li supera, e che seco vittoriosamente tutto trasporta»2^.
La enseñanza de la Medicina tenía un especial interés,
pues la sanidad se encontraba entre las primeras preocupacio-
nes del gobierno de Pietro Leopoldo, aunque no hubiera alcan-
zado en su enseñanza los niveles logrados por la Universidad de
Pavía, gracias a las reformas introducidas allí, a partir de 1785,
por el médico higienista Johan Peter Frank, el profesor de Gót-
tingen, enviado a aquella Universidad por José II para aplicar el
modelo austríaco que dos años antes había iniciado Tissot,
uniendo medicina y cirugía en un ciclo docente de cinco años,
y con exámenes rigurosos294, y que tanto impresionó a Andrés
cuando visitó la Lombardía en 1791295. El centro de las preocu-
paciones del Gran Duque no era, sin embargo, la preparación
de sus futuros médicos, sino la red asistencial y la administra-
ción hospitalaria296. En su visita al Hospital de Santa María
Nuova, acompañado del Senador marqués Marco Covoni Giro-
lami, su Superintendente desde 1782 y redactor un año después

291. Especialmente por Analisi chimica delle acqne dei bagni pisani, Pisa, Raffaelli,
1789.
292. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. V, p. 47 y vol. VII, p. 835.
293. Ferdinando ABBRI: «La Chimica in Toscana da Fontana a Gazzeri», en G. BAR-
SANTI, V. BECAGLI y R. PASTA (eds.): Op. di., pp. 265-277. La cita de Santi en
p. 277.
294. Anna PARMA: «Johann Peter Frank e 1'introduzione della polizia medica nella
Lombardia austríaca», en Semita e Societá IV (1989), pp. 95-107.
295. Carta V del vol. V, Mantua, 20 de octubre de 1791.
296. Aurora SCOTTI: «Malati e strutture ospedalieri dall'eta del Lumi all'Unita», en
Franco DELLA PERUTA (ed.): Malaltia e medicina, Annali 7 de la Storía d'Ita-
lia, Torino, Einaudi, 1984, pp. 233-296. Vid. especialmente pp. 250-253.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 107

de su reglamento297, Andrés lo consideró, por su limpieza y


orden, la cosa «más graciosa y más bella que pueda desear un
corazón cristiano y piadoso, y un alma filosófica», entendiendo
por orden la separación de los enfermos de las parturientas y de
los convalecientes de intervenciones quirúrgicas, pues en esta
institución hospitalaria estaba centrada la enseñanza de la ciru-
gía y la obstetricia, siguiendo las indicaciones del médico per-
sonal de José II, Giovanni Alessandro Brambilla, un decidido
partidario de que la cirugía fuera considerada como una espe-
cialidad médica y no como una práctica mecánica de índole
inferior298. El reglamento redactado por Covoni presentaba la
enseñanza hospitalaria como alternativa a la universitaria, con-
siderada insuficiente299.
Ninguna referencia hizo Andrés a la política religiosa del
Gran Duque, pese a encontrarse a pocos meses de que se ini-
ciara el Sínodo de Pistoya en septiembre de 1786. Decía Andrés
ser poco proclive a la Teología especulativa, lo que no era excep-
cional entre los ex-jesuitas de la Provincia de Aragón, pero en él
se manifestaba de manera más firme que en otros300. Durante
su recorrido por la Universidad pisana sólo se refirió al domini-
co Vincenzo Domenico Fassini, profesor de Historia Eclesiásti-

297. Regolamento del Regio Arcispedale di S. María Nnova di Firenze, Firenze 1783.
Las memorias de Covoni fueron editadas por Leonardo Ginori Lisci: Ricordi e
memoríe di un personaggio florentino, Firenze, Cassa di Rasparmio di Firenze,
1981, 2 vols.
298. L. BELLONI: «Giovanni Alessandro Brambilla e l'equiparazione della chirurgia
alia medicina», en Giovanni Alessandro Brambilla nella cultura medica del Sette-
cento europeo, Milano, Cisalpino-Goliardica, 1980, pp. 15-19.
299. Jaqueline BRAU: «La professionnalisation de la santé dans la Toscane des Lumié-
res, 1765-1815», en Revue d'liistoire moderne ct contemporaine 41-3 (1994), pp.
418-439.
300. En ello había un claro influjo de Bacon, para quien la escolástica, mera jerga aris-
totélica y doctrina litigante, había quebrado por ser «una filosofía sin contenidos
que crea palabras nuevas y hace que a estas palabras correspondan sustancias», en
Paolo ROSSI: Francis Bacon: De la magia a la ciencia, Madrid, Alianza, 1990, pp.
141-143.
108 E N H I Q U E G I M E N E/ L O P E /

ca, como «hombre docto, de bello ingenio y conocido por


muchas obras», y el ya citado Francesco Raimondo Adami, ser-
vita y lector de Teología dogmática, pero más reconocido por
Andrés como coleccionista de medallas que como teólogo.
Ignoró, sin embargo, a Vincenzo Palmieri, también profesor de
Historia Eclesiástica, y cuya participación en el Sínodo pisto-
yense sería muy activa, sobre todo en la redacción del texto
sobre el Decreto de la Penitencia301.
No obstante, en otros momentos de las Cartas familiares
y, sobre todo, en el volumen VI de su Origen..., sí se refirió
explícitamente a algunos aspectos controvertidos que estaban ya
sobre el tapete en los días que visitó Toscana, cuando el experi-
mento eclesiástico leopoldino estaba ya en marcha. Las ideas de
Pietro Tamburini, expresadas en su libro Vera idea della Santa
Sede, defendiendo una teología de la Iglesia como comunión del
clero y del pueblo cristiano, donde el Papa no debía atribuirse
las competencias de los obispos, quienes debían obedecer al
pontífice por un deber canónico y no por su poder absoluto302,
fueron rechazadas de plano por Andrés, quien calificaba al jan-
senismo de «doctrina perniciosa» y «venenosa», y tenía a Tam-
burini como «respetado maestro de toda esta secta»303. Su
posición sobre Tamburini no era original, sino que procedía del
libro Esame della vera idea della Santa Sede, del ex-jesuita Gio-
vanni Vincenzo Bolgeni, publicado en Pavía en 1784, y que
Andrés secundó con entusiasmo, pues, en su opinión, Bolgeni
«venció las falsas doctrinas de los corifeos de nuestra época al
impugnar los derechos del Papa y rehuir las decisiones de la

301. En el misino año publicó su Trattato storíco dogmático crítico dclle indulgence,
Pistoia, 1786. En su aparato crítico utilizaba textos clásicos del jansenismo como
Arnaultl y Quesnel, además de Muratori y Van Espen. Vid. Pietro STELLA: Atti c
decreti del Concilio Diocesano di Pistoia dcll'anno 17S6, 2 vols.
302. Cario FANTAPPIÉ: «Le dottrine teologiche e canonistiche sulla costitu/ione e
sulla riforma della chiesa nel Settecento», en Ilustración europea, Valencia, Socie-
dad Económica de Amigos del País, 2001, pp. 5-35.
303. Vid. Origen..., vol. VI, pp. 312y 880.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 109 109

Santa Sede»304. También el obispo Scipione de Ricci, discípulo


de Giovanni Lami, como los ya citados Mehus y Maccioni, prác-
ticamente ignorado en sus cartas toscanas, recibió el juicio des-
favorable de Andrés en las adiciones al Origen... como uno de
los cabecillas del jansenismo italiano: «El Obispo de Pistoya
Escipión Ricci reunió a una gran tropa para combatir los dere-
chos de la Iglesia romana; su alabado sínodo pretendía sancio-
nar las erróneas sentencias difundidas por el partido jansenista
y condenadas por los rectos teólogos y la Santa Iglesia. Los ana-
listas eclesiásticos florentinos fueron los pregoneros que procla-
maban todo lo nuevo que iba saliendo a la luz sobre estas
materias e intentaban apoyarlo con sus razonamientos. Todo
ello constituyó un inmenso partido en toda Italia que afligió a los
fieles y buenos católicos»305.
La prudencia de las posiciones de Andrés en sus Cartas
familiares contrasta con los juicios emitidos en las adiciones al
volumen VI de su Origen, cuando fue reeditado en Roma por
Mordacchini entre 1808 y 1817. Es necesario dar una explica-
ción. En la década del ochenta, Andrés creía que las disputas
entre jansenistas y no jansenistas creaban desunión en la Igle-
sia, aunque decidió situarse a cierta distancia: «Yo ni debo, ni
puedo, ni quiero decidir de la verdad o falsedad de sus doctri-
nas. No dudo que habrá mucho de exageración, y aun algo de
falsedad y calumnia en lo que les imputan los del partido con-
trario»'^6. Sin embargo, en 1808, tras la Revolución y sus con-
secuencias, ya había tomado partido claramente, elogiando a
todos aquellos «que se han esforzado gloriosamente con una
oportuna y útil Teología por defender la religión contra los osa-
dos asaltos de los filósofos libertinos», a los «desenfrenados auto-
res», los destructores «del buen orden de la sociedad católica»,
entre los que mencionaba a Tamburini y Ricci. El héroe era

304. Ibid., pp. 881-882.


305. Ibid, pp. 880-881.
306. Cartas familiares, tomo V, Mantua, 20 de octubre de 1791.
110 E N R I Q U E G I M É N E X LOPE/

ahora el barnabita y cardenal Giacinto Gerdil, preceptor de los


hijos de Carlo Emmanuel III. Un cruzado contra los philo-
sophes que, en opinión de Andrés, «caen abatidos ante sus irre-
sistibles impugnaciones»^'. Calificado de «verdadero atleta que
combate y vence a los enemigos del Cristianismo y la verdadera
columna que sostiene la religión católica», y considerado el teó-
logo ejemplar «que en nuestros días requiere la Teología contra
el desenfreno de los muchos y osados autores que manifiestan
insolentes contra la verdad de la fe cristiana y católica (...) los
fautores del Sínodo de Pistoya y otros antiromanos», era el
modelo a seguir por Andrés cuando la vía del despotismo ilus-
trado parecía definitivamente cegada tras la revolución y las
guerras napoleónicas. Las tesis de Gerdil eran las que defendía
el ex-jesuita valenciano en sus últimos años: un conocimiento de
la verdad como revelación del orden existente de lo creado, y
con la extensión de una red-de academias científicas que diera
apoyo a los intelectuales católicos y donde se concillase el empi-
rismo con el platonismo308. El proyecto de Andrés, entusiasma-
do en 1785 por el paternalismo filantrópico del Gran Duque
Pietro Leopoldo, de unir erudición jesuítica con la dimensión
instrumental de la ciencia y ofrecer una alternativa católica al
enciclopedismo deísta de los philosophes que, «despreciando la
autoridad de nuestros mayores, aboliendo los misterios más
sagrados de la religión», eran modelos de impiedad309, se había
modificado sustancialmente con los seísmos sufridos por Euro-
pa en la última década del Setecientos y primeros años del siglo
XIX, cuando Toscana fue invadida por los franceses en marzo de
1799 e incorporada al Imperio napoleónico en 1808.

307. Vid. Origen..., vol. VI, p. 883.


308. Sobre Gerdil, vid. P. GODET: «Gerdil», en Dictionnaríc de Tliéologie Catholiquc,
París 1920, tomo VI, col. 1299-1300.
309. Juan José GARRIDO ZARAGOZA: «La recuperación...», en Pedro AULLÓN
DE HARO (ed.): Op. cit., pp. 195-222.
Bajo el influjo de Winckelmann.
La Roma de 1785 vista por Juan Andrés

Durante los dos meses y medio de 1785 que Juan Andrés resi-
dió en Roma fue testigo, sin alcanzar a prever su trascendencia,
de uno de los momentos sobresalientes de la Historia de la cul-
tura del Setecientos. Ocurrió en agosto, y lo narró así: «Corría
toda Roma, y yo también fui dos veces, a ver un excelente cua-
dro que hizo para Francia Mr. David, el cual había sido educa-
do en aquella Academia, y después, habiendo de trabajar un
cuadro para el Rey, prudentemente pensó en volver a Roma
para hacerlo. Los elogios que los romanos dieron al cuadro fran-
cés honraban no menos a los Romanos que al Francés». El pin-
tor que exponía su cuadro en su estudio310 era Jacques-Louis
David, llegado por vez primera a Roma en 1775, y el cuadro que
había conmocionado a toda la ciudad era Serment des Horaces,
considerado la culminación del neoclasicismo311, el triunfo defi-

310. Cario CESCHI: Le ciñese di Roma dagli inizi del neoclassico al 1961, Bologna,
Cappeli Editare, 1963, p. 31.
311. Ludovico Pastor recoge la impresión de Tischbein sobre el suceso: «a su taller en
Trinita dei Monti acudían de todas las profesiones, príncipes y princesas, cardena-
les y prelados, aun simples ciudadanos y trabajadores; hasta en las hosterías se
disputaba sobre el valor del cuadro, tan acaloradamente que se llegaba a riñas y
cuchilladas. La mayoría estaba por David, se estimaba que había superado aun a
Rafael», en Ludovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona,
1940, p. 76. El éxito sería tan considerable que daría lugar un año después a una
ópera, con música de Salieri y libreto de Guillard titulada Les Horaces, en Edgard
WIND: «The sources of David's Horaces», en Journal of the Warburg and Conr-
112 E N R I Q U E G I M E N E/ LOPE x

nitivo de la antigüedad en el mundo del Arte, el punto de llega-


da de un largo camino iniciado en la década de los sesenta por
el erudito alemán Johann Joachim Winckelmann, el «intégrete
y arbitro de toda la Antigüedad» para Andrés312. En el cuadro
de David, donde tres hermanos juraban fidelidad a Roma antes
de entrar en batalla, se exaltaba la virtud republicana de la
Roma antigua y se ligaba la moral al arte tal como había preco-
nizado el erudito alemán, para quien el arte debía, sobre todo,
instruir313.
En esos momentos en que Roma vivía la exaltación del
mundo clásico, Andrés tuvo oportunidad de descubrir para sus
corresponsales españoles varias ciudades superpuestas, como
capítulos de uri mismo libro, pues como tal era concebida la
Ciudad Eterna por el jesuita valenciano, «un libro es toda ella,
llena de eruditas memorias y de agradables lecciones de fino y
sólido gusto»: en primer término, desde luego, la Roma Anti-
gua, con su columna Trajana, aquella que acogía el Foro, el Coli-
seo, las Termas, la de los acueductos y sepulcros, y la de las
villas campestres, en Frasead y Tívoli; a continuación, la Roma
Eclesiástica, capital del mundo católico, con su infinidad de
iglesias, ante todo San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María
la Mayor y el Panteón de Agripa, el gran templo romano cris-
tianizado; tras ella, la exuberante Roma de las bibliotecas y los
museos; y, finalmente, la Roma culta representada por eclesiás-
ticos y seglares, algunos Príncipes de la Iglesia y Príncipes secu-
lares, que se afanaban en la anticuaría, la poesía, la ciencia y la
teología en Academias privadas o en la Universidad de la Sapien-

tauld Institutes, 4 (1940-41), pp. 124-138. Vid. también Anita BROOKNER:/«c-


ques-Louis David, London, Chatto & Windus, 1980; Jean Jacques LÉVÉQUE: La
vie ct l'oeuvre de Jacques-Louis David, París, Courbevoie, 1989; Sophie MON-
NERET: David ct le néodassicisme, París, Terrail, 1998; y Simón LEE: David,
London, Phaidon, 1999.
312. Origen..., vol. Ill, p. 459.
313. David IRWIN: «Introduzione» a Johann J. WINCKELMANN: // bello nell'arte.
Scrítti sull'arte (íntica, Torino, Einaudi, 1980, pp. L-LII.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 113

za, y la multitud de artistas —pintores, escultores, grabadores—


que pululaban ansiosos de encontrar la Belleza ideal en el lega-
do clásico, un paraíso perdido que era posible recobrar314.
Era la ciudad un compendio de lo mejor que había dado la
humanidad, una «escuela de la erudición anticuaría y eclesiásti-
ca, el emporio del buen gusto y la maravilla de todo el mundo»,
la madre de las Bellas Artes. Poca atención prestó Andrés a la
Roma Moderna. Prefería, sin duda, la Roma Antigua, cuya
arquitectura mostraba una «valentía, grandeza \j elegancia»
superior a los mejores edificios del Barroco, cuya escultura,
incluso «las medianías 11 menos conocidas de los antiguos»,
/• o '
merecía mayor atención que el Moisés de Miguel Ángel o la
Santa Teresa de Bernini, una escultura afectada, cuya tensión
violenta alteraba dramáticamente la postura de los cuerpos
representados315, que la exageración del ropaje venía a subra-
yar316. No era casual que Andrés eligiera como esculturas repre-
sentativas de la Roma Moderna, y a efectos de comparación, las
dos obras cumbre de quienes para el dogma neoclásico supo-
nían el comienzo de la corrupción del arte posrenacentista, con
Miguel Ángel señalado por Winckelmann como el culpable ori-

314. Rosario ASSUNTO: L'Anticliitá come futuro. Studio sull'estética del neoclassicis-
mo europeo, Milano, U. Mursia, 1973, pp. 61-69.
315. Andrés afirma que contempló el Moisés con atención, «admirando la expresión y
fuerza en todos los músculos, ropajes, etc.», pero «deseando sólo más nobleza y
naturalidad en cara y barba». Sobre la expresividad de la Santa Teresa de Bernini,
«demasiado viva para una iglesia», el comentario de De Brasses en su visita en
octubre de 1739: «Si es éste el amor divino, yo lo conozco», en Presidente DE
BROSSES: Viaje a Italia, Madrid, Calpe, 1922, p. 192.
316. Winckelmann consideraba que el cubrimiento de las figuras con ropajes y los plie-
gues de éstos era la tercera cualidad que hacía superiores las obras de la Antigüe-
dad, tras la bella naturaleza y el noble contorno, lo que se había perdido
lamentablemente en el Barroco: «en la época moderna se ha hecho necesario
poner un vestido sobre otro, pesados vestidos a veces, que no pueden caer for-
mando pliegues tan suaves y ondulantes como son los de los Antiguos», en J. J.
WINCKELMANN: Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pintura y
la escultura, Barcelona, Península, 1987, p. 35.
114 E N R I Q U E G I M É N E X LÓPEZ

ginario de la corrupción del buen gusto, pues al imitarlo los


artistas se desviaron de los modelos antiguos y del conocimien-
to de la gracia317, y la culminación de esa patología con Bernini,
situado por el teórico alemán, al que Andrés seguía con admi-
ración no disimulada, en el extremo opuesto a lo antiguo318, lo
que De Brosses llamaba en 1739 «gusto estrambótico»319. Inclu-
so la pintura de los Reni, Rafael, Domenichino o el Guercino,
comparada con el Apolo de Belvedere, el Laocoonte, el Antínoo,
o el Gladiador, se encontraban en desventaja: «parece que se
halla mayor gusto en la contemplación de las estatuas antiguas
que en las pinturas modernas»320.
En primer lugar Roma era la ciudad de las ruinas, las que
daban testimonio fehaciente de su pasada grandeza. Andrés ini-
ciaba su carta X con una cita latina de Cicerón que sema para
recordar que, por cualquier parte que se caminara, el viandan-
te ponía sus pies en algún fragmento de historia321. Y su entra-
da en la ciudad se efectuaba en realidad por el Campo Marzio
romano, de cuya transformación por los Pontífices del Renaci-
miento León X y Clemente VII nada decía, pese a que León X
fue el diseñador en 1513 de la Via Ripetta, y Clemente VII el
que trazó en 1525 la Via del Babuino hasta la Plaza de España,

317. Johann J. WINCKELMANN: «Brevi studi sull'arte antica (1756-1759)», en II bello


nell'arte, Torino, Einaudi, 1980, p. 71. Se trata de una gracia «fundada en la razón»,
antítesis de la gracia sensual y frivola del rococó.
318. Fausto TESTA: Op. cit, pp. 114-123.
319. De Brosses refiriéndose a Borromini, en op. cit., p. 160.
320. Ya Winckelmann había señalado la perfección del Antinoo y del Apolo: «Nuestra
naturaleza no producirá fácilmente un cuerpo tan perfecto como el Antinoo Admi-
randus, ni la razón podrá representarse nada superior a las más humanas propor-
ciones —de una divina belleza— en el Apolo del Vaticano: todo lo que la
naturaleza, el espíritu y el arte han sido capaces de producir se manifiesta en él
ante nuestros ojos», en J.J. WINCKELMANN: Reflexiones sobre..., p. 29.
321. Qnacumqiie ingredimur, in alicjuam lústoriam vestigium ponimns, es una cita
extraída del texto ciceroniano Definibus bononim et malonim, 5,2.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 115

complementada por el Corso322. Para Andrés no era el Corso,


sino la Via Lata romana, la que le conducía a la plaza Colonna,
donde se levantaba la columna conmemorativa de las victorias
logradas por el Emperador Marco Aurelio y su padre Antonino,
en el Danubio, en sus 28 tambores de mármol, aunque fuera lle-
vada hasta allí por Sixto V en 1588. Después transitaba hasta el
Citatorio, sin fijarse siquiera en el edificio iniciado por Bernini
para palacio de la familia Pamphili, y finalizado en 1697 por
Cario Fontana, a quien Inocencio XII había comisionado para
transformarlo en sede de los tribunales papales323. Esa otra rea-
lidad, visible y barroca, quedaba oscurecida por el recuerdo del
pueblo romano llamado hasta allí para dar sus votos en los comi-
cios, o por los pedestales sobre la apoteosis del Emperador
Antonino, acompañado de su esposa Faustina. De allí, pasaba a
admirar las once columnas corintias del templo que Antonino
Pío dedicó en el 145 d. C. a Adriano, y que ahora quedaban para
edificio de la casa de Aduanas del Papa324, y que tanta indigna-
ción había provocado en De Brosses325.
Trajano fue presentado por Andrés como el modelo más
acabado de gobernante impulsor de un arte contrapuesto al per-
vertido arte Barroco, de formas artificiosas y arbitrarias. Además,

322. Christoph Luitpol FROMMEL: «Papal Policy: The Planning of Rome during the
Renaissance», en The Journal of Interdisciplinary History, 17 (1986), pp. 339-365.
323. Paolo PORTOGHESI: Roma barocca, Roma-Bad, Laterza, 1995, pp. 333-334.
324. Moratín rectificó una opinión de Andrés, que supuso que la cornisa era de una sola
pieza: «Parece que [Andrés] se inclina a creer que el cornisamento antiguo de la
Aduana sea de una pieza, opinión del vulgo, que se desmiente al observar con
algún cuidado aquel edificio», vid. Leandro FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Viagc
a Italia, edición de Belén Tejerina, Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 576.
325. «Fui a dar en la Aduana; era en otros tiempos la Curia Antoniana. Mientras esta-
ba embobado como un papanatas considerando este admirable pórtico de colum-
nas antiguas acanaladas y me indignaba contra ese trabajo de bestias que ha llenado
los intersticios de estas columnas con un infame amasijo para hacer un refugio de
bribones, los malditos empleados de la Aduana registraban mis maletas», en DE
BROSSES: Op. cit., vol. II, pp. 141-142.
116 E N R I Q U E GIMIÍNF.X LOPE/

era español, lo que suponía un valor añadido de ejemplaridad,


siendo españoles los destinatarios de sus cartas326. Constructor
de puentes, como el desaparecido sobre el Danubio para atra-
vesar el gran río y llegar a los Cárpatos32', hacedor de arcos
triunfales, como el de Ancona328 y, sobre todo, el Foro Trajano,
con la Basílicia Ulpia, todo ello descubierto poco antes de la lle-
gada de Andrés a Roma, y la Columna, a la que le dedicó una
amplia atención, no sólo por su «estilo noble y majestuoso, pero
natural y sencillo», sino por su valor documental, tan importan-
te o más para Andrés que todo lo anterior. En sus bajorrelieves
se ofrecía información sobre las dos campañas de Trajano en
Dacia a principios del siglo II, y sobre «las costumbres y usos de
los antiguos en todo lo referente a la vida civil y militar»329, todo
lo cual había servido al dominico español de la segunda mitad
del Quinientos, Alfonso Chacón, para escribir «una docta histo-
ria sacada de los relieves de esta columna»330, en realidad una

326. Dice Andrés: «A ningún Emperador deben tanto las nobles artes como a nuestro
español el gran Trajano». En el siglo XVI la retórica españolista llamó a Felipe II
el sucesor de Trajano por ser ambos españoles y por dominar ambos el mundo.
327. Según García Bellido, estaba formado por «veinte pilares de piedra que sostenían
una calzada de madera en una longitud de más de un kilómetro (exactamente 1.070
ni). Esta gigantesca obra... fue un alarde técnico del arquitecto imperial Apollódo-
ros de Damasco», en A. GARCÍA BELLIDO: Arte romano, Madrid, 1972, p. 349.
328. Fue erigido el 115 d.C. como homenaje del Senado y pueblo de Roma al Empe-
rador por su victoria en Dacia. Moratín corrigió a Andrés en su afirmación de que
el arco era de una sola pieza: «además de ser falso, a cualquiera debería parecer
imposible. Esta y otras muchas equivocaciones en que cae, particularmente en
todo lo relativo a las artes, hace desear que el autor corrija con algún cuidado su
obra, la cual, por otra parte, no carece de mérito», en L. F. DE MORATÍN:
Viflgtf..., pp. 578-579.
329. Francis HASKELL y Nicholas PENNY: Op. cit., 1990, p. 63.
330. La obra a la que hace referencia Andrés es Historia utriiwjne Belli Dacici a Traia-
no Caesarc gcsti ex simnlachris quae in columna eiusclem Romae visuntiir collcc-
ta, Roma, 1576. Ya hizo referencia a ella en el Origen...-. «De los bajorrelieves de
la columna de Trajano formó él mismo una exacta y completa historia de las dos
guerras dacias», en vol. Ill, p. 451.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 117

exaltación de lo español, pues llegaba a concluir que las tropas


de Trajano estaban compuestas de italianos y españoles331, glo-
sada más tarde por anticuarios italianos del siglo XVII, como
Raffaele Fabretti332 y, sobre todo, Gian Pietro Bellori333, que
estuvo al servicio de Cristina de Suecia durante su estancia
romana, y que hizo añadidos al texto de Chacón, como dejó
constancia el propio Andrés en el volumen III de su Origen...:
«monumentos antiguos fueron ilustrados por Bellori, y nos die-
ron curiosos y útiles conocimientos de Roma y de las cosas roma-
nas334». Ningún escultor moderno hubiera tenido, según Andrés,
capacidad para alcanzar la perfección de las escenas del bajo-
rrelieve de la columna Trajana: «¿cuántos siglos ocuparían a
nuestros escultores? Y ¿cómo nos podríamos prometer que lle-
gasen a igualarlas?».
En su recorrido por la Roma antigua, el paso siguiente le
condujo a la colina Capitolina, pero sólo para dejar constancia
de lo que fue y ya no existía, pues del templo de Júpiter sólo
quedaban «algunos pedazos de pared», y poco más del Tabula-
rio, de la biblioteca capitolina y de otros edificios que enume-
raba basándose en fuentes clásicas. La siguiente etapa era el
Foro, al que llama Andrés Campo Vaccino, pues así era conoci-
do por el ganado que todavía sesteaba a la sombra de las ruinas,
y de este modo fue denominado en el libro de vistas sobre la
Roma antigua de Vasi335, publicado un año después de la estan-

331. Thomas J. DANDELET: La Roma española (1500-1700), Barcelona, Crítica,


2002, pp.108-110.
332. Raffaele Fabretti (1618-1700). Su obra más importante fue De aquis ct acjnacdnc-
tibns vetáis Romae, Roma, 1680. Hay edición facsímil publicada en 1972 en Por-
tland, Oregon, por Collegium Graphicum en su colección «The printed sources of
Western art».
333. Aparece erróneamente en el texto de Andrés como Velón.
334. Vid. Origen..., vol. Ill, pp. 453-454. Sobre las adiciones al texto de Chacón, en
Francis IIASKELLy Nicholas PENNY: Op. cit., p. 63.
335. Giuseppe VASI: Raccolta clclle pin belle vcdntc antiche c moderno di Roma, Roma,
1786.
118 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/,

cía de Andrés, y conocido como tal hasta las excavaciones orde-


nadas por Bonaparte y dirigidas por Tournon a partir de 1803,
primeras que se efectuaron de manera sistemática. Por esa
razón, Andrés mencionaba el arco de Septimio Severo «medio
sepultado en tierra», pues no sería desenterrado completamen-
te hasta los primeros años del siglo XIX, y denominaba Templo
de la Paz, atribuido a Vespasiano, a las ruinas de la basílica de
Constantino, como serían conocidas a partir de las primeras
décadas del Ochocientos.
Pasmo y admiración causó a Andrés el Coliseo, como a
todos los visitantes de Roma. Stendhal, varias décadas después,
lo tildó de vestigio más bello de la Roma clásica, y afirmó que
«el mundo no ha visto nada tan magnífico»336. La descripción es
minuciosa, y al igual que Goethe, casi contemporáneo de
Andrés en su visita romana, lamentaba su estado interior,
«arruinado por habérsele arrancado en varias veces las piedras
y otros ornamentos, lo que sienten mucho todas las personas de
gusto»331'. Pero tanto o más que el Coliseo, Andrés destacó el
Panteón de Agripa. No lo incluyó, sin embargo, en su descrip-
ción y paseo por la Roma clásica, sino que lo incorporó a su capí-
tulo dedicado a la Roma Eclesiástica por ser templo cristiano.
Pero su arquitectura era romana y, además, «la maravilla de los
inteligentes», es decir, ejemplo de una arquitectura basada en la
razón, en lo indispensable y en el equilibrio matemático, que
había hecho posible su gran cúpula. Para Andrés, la Rotunda era
grandiosa y elegante, majestuosa y ligera, hermosa y sólida,
«prodigio de arquitectura que no se conoce en estos tiempos»,
una prueba de la superioridad de los antiguos sobre los moder-
nos, y a la que sólo las obras arquitectónicas de Palladlo, al que

336. STENDHAL: Paseos por Roma, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, tomo II,
p. 388.
337. El 7 de septiembre de 1786 escribía Goethe: «Lo que los bárbaros dejaron en pie,
lo han demolido los arquitectos de la Roma moderna», en Johann W. GOETHE:
Viaje a Italia, Barcelona, Ediciones B, 2001, p. 145.
ESTUDIO INTliODUCTOKIO 119

Andrés llamaba «el Rafael de la arquitectura», habían logrado


asemejarse.
Termas, acueductos y sepulcros completaban la muestra
de monumentos romanos que ofrecían la suprema lección de
que era posible combinar magnificencia, suntuosidad y riqueza
con inteligencia, elegancia y buen gusto. Las grandes termas de
Constantino, dotadas de «3.000 lugares para bañarse, una pina-
coteca, una biblioteca y qué sé yo cuántas cosas», y que suponía
habían estado ornamentadas con el conjunto escultórico Ale-
jandro y Bucéfalo existente en el Quirinal338. También las ter-
mas de Tito y Caracalla, entre otras, las doce conducciones de
agua a Roma, entre las que destacaba las del agua Marcia,
Augusta y Claudia339, que «daban honor a la arquitectura roma-
na», los sepulcros de Augusto, Adriano y el de los Escipiones, un
sarcófago descubierto el 23 de mayo de 1780 en un viñedo situa-
do junto a la Via Appia340, ante la puerta de San Sebastián, y que
fue transportado por orden de Pío VI hasta el Vaticano. Andrés,
siempre sensible a los nuevos hallazgos, consideró que éste «ha
sido de la mayor importancia para el conocimiento de la antigua
topografía de Roma, de la ortografía, de la gramática, de la his-
toria civil, y la de las artes entre los romanos de aquel tiem-
po»341, y de hecho el descubrimiento causó en Roma una gran

338. Una noticia equivocada que procedía de la Agustiniani Reipiiblicae Romanae


Commentariorum de Onofrio Panvinio, publicada en Venecia en 1558, recogida
por Scipione Maffei, de donde probablemente se informó Andrés. Vid. F. HAS-
KELL y N. PENNY: Op. cit., pp. 151-156.
339. Las conducciones de agua a Roma llevan el nombre del cónsul o emperador que
las construyó, y eran un total de doce. El aqua Marcia corresponde a la época repu-
blicana, mientras que la Augusta y la Claudia se construyeron en época imperial.
vIDd cARLOS FERNANDEZ CSADO iNGENLERIA HTDLRDULISC ROMANA , mADURIS tUR-
Vid. Carlos FERNÁNDEZ CASADO: Ingeniería hidráulica romana, Madrid, Tur-ner, 1985, pp.303-315.
340.
rara
Según
s las
Castagnoli,
familias,
eran como los Escipiones, que conservaran al
inhumación ante la generalizada práctica de la incineración, en Ferdinando CAS-
TAGNOLI: Topografía e urbanística di Roma Antica, Bologna, Licinio Capella,
1969, p. 116.
341. Esta valoración también se encuentra en Origen...: «Sólo el sepulcro de los Esci-
piones, descubierto recientemente e ilustrado por el inteligente y erudito Vis-
120 E N R I Q U E G I M E N E/ L O P E /

impresión. Según Maurice Andrieux, «las más elegantes damas


romanas tuvieron el honor de descender a la excavación y tocar
con sus blancas manos la tierra húmeda»342.
Las lecciones que ofrecía al visitante la Roma clásica no
quedaban circunscritas al ámbito de la ciudad, sino que se
extendían a los alrededores, especialmente Frasead y Tívoli,
donde las grandes familias romanas poseían villas de recreo. En
Frascati, la antigua Tusculum romana, se encontraba la Villa
Mondragone, de los Borghese, donde se había descubierto un
busto en mármol de Antinoo, que llamó la atención de
Winckelmann343, y en Tívoli se hallaba la Villa del Emperador
Adriano, cuyas ruinas fueron visitadas y descritas por Andrés, así
como el templo circular corintio de la Sibila, inspiración para
que Bramante diseñara el Tempietto de San Pietro in Monto rio,
y dibujado por Piranesi, el máximo exponente en el siglo XVIII,
junto a Giuseppe Vasi, del arte de la védate344.
El auge de la arqueología y la exaltación de la antigüedad
romana que se vivía en la década del ochenta con extraordina-
ria intensidad, se debió a tres personalidades que fueron citadas
por Andrés: Francesco Bianchini, Rodolfo Venuti y, sobre todo,
Ennio Quirino Visconti.

conti, ha producido nuevos conocimientos sobre las Artes, sobre el gusto y sobre
la lengua de los antiguos romanos, y ha hecho mudar en varios puntos las ideas de
los anticuarios», vol. Ill, p. 456. El hallazgo causó una impresión extraordinaria.
342. Maurice ANDRIEUX: La vie (¡iiotidicnnc dans la Rome Pontificals an XA7///'' sie-
cle, París, Hachette, 1962, pp. 209-210.
343. «La gran cabeza del Antinoo de la Villa Mondragone, cerca de Frascati, ejemplar
de la más rara belleza», en Johannes Joachim WINCKELMANN: Historia del
Arte en la Antigüedad, Madrid, Aguilar, 1989, p. 326.
344. Las colecciones de estampas de Piranesi sobre la Roma clásica se publicaron en
dos libros: Delia magnificenza elarchitettiira de'Romani, 1761, y Acciirata, e sucin-
ta descrízioncs topográfica e istoríca di Roma moderna, Roma, 1767, 2 vols. (Hay
edición de 1977). Sobre Piranesi, vid. Georges BRUNEL (ed.): Piranese ct les
Franjáis, Roma, 1978, y las Actas del Congreso celebrado en Roma entre el 14 y
el 17 de noviembre de 1979: Piranesi e la cultura anticuaría: gli antecedenti e il
contesto, Roma, 1985 (2" ed.).
ESTUDIO INTRODUCTORIO 121

Bianchini era seguidor de la metodología maurina, y fue


uno de los primeros que en Roma se sirvieron del método críti-
co para el estudio de los restos arqueológicos, publicando a fines
del Seiscientos su Storia universale provata con monumenti e
figurata con simboli degli antichi. Sus excavaciones en los jardi-
nes Palatinos le llevaron a la conclusión de que allí se encontra-
ba el palacio de los Césares, lo que era seguido por Andrés, que
conocía bien su obra postuma Del palazzo de Cesaré, aunque
Stendhal consideraba sus afirmaciones fruto de su imaginación:
«Las fantasías de Bianchini, desprovistas de toda lógica, según
costumbre de los arqueólogos, no pueden darnos ninguna idea
del Palacio de los Césares»346.
El abate veronés Ridolfo Venuti era considerado uno de los
mejores estudiosos setecentistas de la antigüedad romana, había
trabajado junto a Winckelmann y fue miembro de la Royal
Society of Antiquaries of London. Dos fueron sus obras más
importantes: Collectanea Antiquitatum Romanorum, Roma,
1736, y Accurata, e succinta descrizione topográfica e delle anti-
chitá de Roma, cuyos dos volúmenes también fueron publicados
en Roma en 1763, cuando ya había muerto, y reeditados en
aquella ciudad en 1767. Ambas obras eran muy estimadas por
Andrés, en particular la segunda. Su hermano Marcello fue uno
de los primeros divulgadores de los descubrimientos arqueoló-
gicos de Herculano, publicando en Roma, en 1748, Descrizio-
ne delle prime scoperte dell'antica cittá di Ercolano ritrovata
vicino a Napoli.
Pero era Ennio Quirino Visconti, nacido en 1751 y, por
tanto, todavía joven cuando Andrés se encontraba en Roma, el
que había elevado la arqueología a disciplina autónoma del arte.
Andrés, que lo llamaba «mi amigo» y con el que compartió
muchos ratos en la biblioteca Chigi, en la que Visconti ejercía de
bibliotecario, y en alguno de los salones a los que asistió en com-

345. Francesco BIANCHINI: Del palazzo de Cesan, Verona, 1738.


346. STENDHAL: Paseos por Roma, p. 485.
122 ENRIQUE G i M É N E x LÓPEZ

pañía de Antonio Eximeno, lo consideraba el depositario de la


herencia intelectual de Winckelmann, lo cual era mucho, dada
la admiración sin límites que Andrés sentía hacia el intelectual
germano: «Roma ve crecer un hombre perfecto en esta ciencia
[la Anticuaría] en eljoven Visconti, nacido, por decirlo así, anti-
cuario. El uso que desde la infancia hace de las antiguallas, el
pleno conocimiento que tiene de la lengua griega y de la erudi-
ción antigua, y la vida, digámoslo así que pasa entre los antiguos
le hacen dueño y señor de las estatuas, piedras preciosas, mone-
das y de todas las riquezas de la Antigüedad; y se muestra tal en
las explicaciones que ha hecho de muchas piezas del Museo Vati-
cano y de otros monumentos antiguos de Roma. Quiera el cielo
que, dejando para otros inferiores a él estas exegéticas vigilias,
se dedique a obras de ingenio más dignas de su mérito anticua-
rio y más útiles al público»347. No se equivocó Andrés en sus
valoraciones, pues Quirino Visconti fue el mayor anticuario que
tuvo Roma en el Setecientos348.
Los museos eran el complemento de la Roma monumen-
tal clásica, pues en ellos se depositaban, para admiración y estu-
dio, las piezas arrancadas del olvido, y eran escuelas para
quienes copiaban piezas de la antigüedad con el propósito de
intentar atrapar el espíritu del verdadero arte349. Acompañado

347. Vid. Origen..., vol. Ill, p. 459.


348. En opinión de Harms Gross, Visconti fue «perhaps the greatest native mind the city
produced in the eighteenth century», en Hanns GROSS: Rome in the Age of
Enlightenment, Cambridge, University, 1990, p. 311, una opinión que también
había expresado Stendhal, que lo calificó de hombre único: «desde 1700, Roma ha
dado algunos buenos anticuarios; el más reciente, Quirino Visconti, es conocido en
toda Europa y merece su celebridad. A mi juicio, es un hombre único», en
STENDHAL: Paseos por Roma, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, tomo II,
p. 382. Sus obras completas fueron publicadas a su muerte en Milán en 12 vols. en
francés: Oenvres de Ennius Quirínns Visconti, Milán, 1818, entre las que destacan
su recopilación de imágenes de emperadores, reyes y hombres ilustres de la anti-
güedad clásica, y el catálogo de las esculturas de Villa Borghese.
349. Hautecoeur cita que el escultor francés Guiard, al tratar de su aprendizaje en Roma,
escribía en 1771: «on peut faire á sa fantaisie cant ont a fair des études aprés-
ESTUDIO iNTHODUCToiuo 123

del archivero de San Pedro y de Castel Sant Angelo, Gaetano


mAEINI350VISITO EAL MUSLKHALJSDN KSJFKH OUDA
Marini350, visitó el Museo Vaticano, y pudo admirar el Laocoon-te, sobre el que reiteró el juicio de Winckelmann,
quien el par
grupo escultórico de Laocoonte y sus dos hijos, enroscados por
serpientes, probaba la superioridad del arte griego por su «noble
sencillez y una serena grandeza ( . . . ) Tal es el alma que se reve-
la en el rostro de Laocoonte —y no sólo en el rostro— dentro de
los más violentos sufrimientos»351, es decir, ejemplo supremo
del estoicismo. Admiró el nuevo museo Pío-Clementino, que
había reunido las colecciones de escultura antigua de Clemen-
te XIV y Pío VI352. Allí pudo ver el grupo del río Nilo, sacado en
1513 de las excavaciones efectuadas en las proximidades de
Santa María sopra Minerva, y que desde 1523 quedó instalado
en el patio del Belvedere353, y el del Tiber, encontrado en la
misma excavación un año después, y que se ubicó frente a
aquél354. Estaban por entonces en proceso de edición los tomos
que Ennio Quirino Visconti, con ayuda de su hermano Giam-
battista, dedicaba al museo Pío-Clementino, el primero de los
cuales se había publicado en 1782 y el último, y sexto, aparece-
ría en 1796. Andrés ya conocía los dos primeros: del museo «está

1'antique pendant quatorze ans a Rome et il est penny, comme dite Phidias et Prac-
sitel, de ne pas faire la nature souvent comme elle est, mais cant on a bien étudié
les ouvrages grecs, out fait la nature telle quel doit estre en prenant les beaux et
d'en savoir faire choix pour éviter les partie miserable qui souvent se tro uve», en
L. HAUTECOEUR: Op. at., p. 187.
350. Gaetano Marini (1742-1815). Como archivero publicó Ipapirí diplomatici, Roma,
1805. Pío VI le encargó la publicación de las inscripciones de los hermanos Arva-
li que se hallaron junto a la sacristía de San Pedro: Atti e monumenti delfmtelli
Arvali, Roma, 1795.
351. J. J. WINCKELMANN: Reflexiones..., pp. 36-37.
352. Gian Paolo CONSOLI: // Museo Pío-Clementino: la scenas dell'antico in Vatica-
no, Modena, Panini, 1996.
353. Fue cedida a Francia por el Tratado de Tolentino de 1797, y regresó a Roma en
1816. Vid. Francis HASKELL y Nicholas PENNY: Op. cit., pp. 301-302.
354. Pasó también a Francia en 1797, y hoy está expuesto en el Louvre.
124 E N 1U Q U E G I M É N E / LO IT.'/.

haciendo una eruditísima descripción en dos tomos en folio


grandísimos que ha publicado, y en otros que irá publicando».
Más importancia concedía Andrés al Museo Capitalino,
ubicado en el Palazzo Novo, proyectado por Miguel Ángel, y
convertido en museo por Clemente XII, en 1734, para albergar
las colecciones papales iniciadas por Sixto IV, en 1471. Ya le era
conocido, pues en otras ocasiones lo había visitado acompaña-
do por el ex-jesuita Luigi Lanzi, encargado en Florencia de
reorganizar la Real Galería, y era conocedor de las obras apare-
cidas sobre su contenido, como el Museum Capitolinum, de
monseñor Giovanni Caetano Bottari, que por adscripción filo-
jansenista no fue incluido por Andrés en el elenco de eruditos
de su Origen355, o los tres tomos sobre lápidas del Canónigo
Guaseo356. En su entrada se hallaba la estatua en bronce de
Marco Aurelio a caballo, que Andrés pudo ver en su pedestal en
el centro mismo del Campidoglio, y que elogió vivamente como
el mejor modelo posible de estatua ecuestre: «caballo más ani-
mado y más vivo, que tenga más movimiento y más alma no sé
si se habrá visto antiguamente, pero es cierto que no se ve ahora
entre todos los caballos antiguos y modernos que lia sabido for-
mar la escultura»; y, sin mencionarlo, entraba así en la polémi-
ca que por entonces era muy viva sobre qué estatua era más
perfecta, si la de Marco Aurelio o la ecuestre en mármol de
Marco Nonio Balbo descubierta en Herculano en junio de 1746
y ubicada dos años después en la entrada del Palacio de Portici,
y que comentaría durante su viaje a Ñapóles. El debate levan-

355. Sus opúsculos jansenistas y antijesuitas, redactados en colaboración con Pier Fran-
cesco Foggini, aparecieron bajo el anagrama de Gino Bottagrifi, y ambos traduje-
ron al italiano la literatura francesa antijesuita. Vid. Franco VENTURI: Setteccnto
rcformatore, vol. II, pp. 22-23. Es por esta razón por la que Bottari no aparece cita-
do en el Origen... andresiano. Sobre el Jansenismo romano vid. el cap. 12 de Hanns
GROSS: Op. at., pp. 270-285 y el libro de Enrico DAMMING: // movimcnto «iun-
senista a Roma nclla seconcla ¡nieta deis. XVIII, Cittá del Vaticano, 1945.
356. Francesco Eugenio Guaseo (1725-1798): Musco Capitolini antu/nac insciiptio-
ncs, Romae, Salomón!, 1775, 3 vols.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 125

taba grandes pasiones, y Andrés se limitó en este punto, como


en tantos otros, a seguir estrictamente la posición ambigua de
Winckelmann, quien «se limitó a contrastarlas diferentes mane-
ras con que los escultores antiguos (y modernos) habían repre-
sentado el movimiento de los caballos, ij estos asuntos, así como
otros relativos a la distribución del peso y la cuestión de la ves-
timenta»^1. Andrés, en efecto, se refirió, como hemos indicado
previamente, al movimiento, pero también al peso: «en el caba-
llo de Marco Aurelio me parecía encontrar algún exceso en lo
ancho del vientre, lo que puede provenir de haberse con el tiem-
po y con el peso de la estatua de M. Aurelio viciado el bronce,
sin que el artífice tuviese parte en este defecto».
La influencia de Winckelmann volvía a hacerse presente
en su visita y descripción de los fondos del Palazzo Senatorio y
del Conservatorí, donde quedaban restos de estatuas colosales,
entre ellas la de Constantino II, de la que se conservaban úni-
camente la cabeza, una mano y otros fragmentos. No obstante,
lo más destacado para Andrés, además del Spinario y de la loba
capitolina, era una estatua de gusto egipciaco pero de origen
griego datada entre los siglos II y III d. C., que venía a comple-
tar otras encontradas en la Villa de Adriano en Tívoli, y que se
encontraban en el Palazzo dei Conservatori, y en la que creía
ver «un monumento de la, decadencia del arte entre los griegos
de aquel tiempo». Fue muy importante Winckelmann en la
manera en que Andrés manifestaba sus valoraciones estéticas.
El arte egipcio había sido objeto de atención por el erudito ale-
mán para delimitar mejor el arte griego, núcleo de su concep-
ción historiográfica basada en el platónico binomio
modelo-imitación358. Para él, los egipcios imitaban la naturale-
za pero respetando excesivamente los modelos iconográficos

357. Francis HASKELLy Nicholas PENNY: El gusto..., p. 179.


358. Barbara Maria STAFFORD: «Beauty of the Invisible: Winckelmann and the Aest-
hetics of Imperceptibility», en Zeitschrift fiir Kitnstgeschichte 43 (1980), pp. 65-
78, y Fausto TESTA: Op. cit., pp. 215-298.
126 E N R I Q U E G I M É N E Z LÓPEZ

consagrados por la tradición, lo que producía la imperfección


estética del arte egipcio. El contacto de los artistas griegos con
el manierismo egipcio degradó la perfección clásica. Andrés,
buen conocedor de la obra de Winckelmann, hizo suyas la
mayor parte de las tesis del historiador alemán, especialmente
su defensa del valor objetivo de la belleza absoluta que se
encontraba en las obras clásicas y que pretendía recuperar el
movimiento neoclásico. Además, la personalidad de Winckel-
mann resultaba muy atractiva: llegado a Roma en noviembre de
1755 tras su conversión al catolicismo, pasó a ser en 1758 biblio-
tecario y conservador artístico de su protector, el cardenal Alba-
ni, y en 1763 fue designado prefecto de las antigüedades
vaticanas, que venía a equivaler a inspector jefe de las antigüe-
dades romanas, catalogando sus fondos, decidiendo sobre exca-
vaciones y exportaciones de piezas, hasta que su asesinato el 8
de junio de 1768 en Trieste, cuando regresaba de un viaje a
Prusia y Austria, cortó su labor en plena madurez. Lo que la
anticuaría era antes de Winckelmann, un mundo caótico sin
límites donde se acumulaban los objetos que se descubrían
sobre los ya descubiertos, se había convertido tras sus trabajos
en un mundo ordenado, unitario y armonioso, donde la crono-
logía había actuado como gran criterio clasificador. Era, a la pos-
tre, el mismo ideal que Andrés utilizaba para ordenar la cultura
universal. Decía Andrés en su Origen: «El más sólido, más pro-
fundo y más perfecto anticuario, que tal vez podrá llamarse por
antonomasia el Anticuario, es el célebre Winckelmann: ingenio,
gusto y erudición sejuntaron en él felizmente para hacerlo intér-
prete y arbitro de toda la Antigüedad. El fuego de su fantasía y
la viveza de su ingenio le hicieron caer alguna vez en aserciones
poco seguras, pero, en sus Monumentos inéditos, ha esparcido
tantas luces y ha hecho tan útiles observaciones para la explica-
ción de las figuras y para el conocimiento de las artes, que con
razón puede decirse que ha formado una nueva ciencia de de la
Anaglíptica. Su "Ensayo sobre la Arquitectura de los Antiguos"
y las otras obritas suyas llevan impreso el carácter de la Antigüe-
dad. Pero, singularmente, su "Historia de las Artes y del diseño"
ESTUDIO INTRODUCTORIO 127

es tal vez la más noble e importante obra que ha producido la


Anticuaría»35®.
Al igual que en su opinión sobre la estatua ecuestre de
Marco Aurelio, también seguía el criterio de Winckelmann cuan-
do se trataba de plantear las distintas disyuntivas que ofrecía la
estatua conocida como Gladiador cadente por unos, y como Galo
moribundo por otros, una copia romana de una escultura griega
del siglo III a.C., pero que en tiempos de Andrés todavía era con-
siderada original. Andrés seguía la tesis del erudito alemán360,
que rechazaba que se tratara de un gladiador: «el docto e inge-
nioso Winckelmann quiso poner en ello alguna duda, inclinán-
dose a que fuese un araldo muerto poruña herida que le hicieron
los enemigos, y conjetura que pueda ser un tal Antemócrito pre-
gonero, trompeta, o araldo de los atenienses muerto por los
megarenses. En efecto, el cuerno con que llamaban a parlamen-
tar, la soga al cuello y alguna otra señal que existe en dicha esta-
tua convienen más a un araldo que a un gladiador».
También puede apreciarse la influencia de Winckelmann
en la escasa valoración que le mereció a Andrés la llamada Sala
de los filósofos, que reunía cientos de bustos de personajes grie-
gos y romanos, o la Sala de los Emperadores, con bustos de
emperadores romanos, emperatrices y algunos de sus hijos, ya
que para Winckelmann el retrato como reproductor de los ras-
gos del sujeto individual, en lo que el sabio alemán llamaba
«exceso de naturaleza», era una muestra de decadencia, pues se
apartaba del retrato ideal clásico, donde el retratado no era
reconocible como sujeto particular361. Era más atractivo para
Andrés describir el mosaico de las palomas trasladado hasta el

359. Vid. Origen..., vol. Ill, p. 459.


360. J. J. WINCKELMANN: Historia del Arte..., pp. 400-401.
361. Fausto TESTA: Op. cit, pp. 88-91. Cuando Tippel realizó el retrato de Goethe se
inspiró en un busto de Apolo recientemente descubierto, y la idealización del
poeta, al someter el carácter individual al tipo universal del hombre de letras, lo
hizo irreconocible, en L. HAUTECOEUR: Op. cit, pp. 206-207.
128 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

museo desde la Villa de Adriano en Tívoli en 1765, y que había


sido descrito por el cardenal Giuseppe Alessandro Furietti, a
quien Andrés consideraba el primer estudioso de los mosaicos
por su obra De Musivis: «los estudios de los mosaicos ij los
vidrios se pueden considerar como nuevos y debidos a las eru-
ditas pesquisas de Furietti y de Bonarroti»362. El mosaico esta-
ba muy extendido entre las artes decorativas desde que lo
pusiera de moda Pompeo Savini en Roma. El mosaico de las
palomas del Capitolio era reproducido con frecuencia, y el
mismo Savini lo había utilizado para una mesa que, como pre-
sente para el rey de Polonia, había encargado el Nuncio en
aquel país, Monseñor Saluzzo363.
Las bibliotecas romanas fueron, como siempre en la
correspondencia andresiana, motivo de especial atención364. Se
quejaba el jesuíta amargamente de las dificultades para poder
trabajar en la Vaticana, a la que llamaba bibliotafio en lugar de
biblioteca, pues sus fondos estaban más sepultados que guarda-
dos: « Una vana política tiene celosamente cerrada aquella riquí-
sima biblioteca a las pesquisas de los literatos365, y sólo se
permite ver las salas, los armarios y algunos pocos manuscritos
que se muestran por curiosidad». Realizó dos visitas, contando
con el aval del cardenal Zelada, bibliotecario de la Vaticana
desde 1779, y al que conocía bien, pues, pese a ser romano de
nacimiento, Francisco Saverio Zelada era hijo de español y,
desde la extinción de la Compañía de Jesús, el administrador de

362. Vid. Origen..., vol. I, p. 371.


363. L. HAUTECOEUR: Op. cit., p. 214.
364. Decía Andrés: «Las bibliotecas de Roma merecían una larguísima carta, ij aun así
no se describirían bien, puesto (¡ne sola la Vaticana podría llenar últimamente
algunos tomos».
365. La Vaticana no se abriría a científicos cualificados hasta el 18 de agosto de 1883.
Winckelmann también se quejaba de no poder acceder a sus fondos, en Joselita
RASPI SERRA: «Introduzione» a Johann Joachim WINCKELMANN: Villc e Palaz-
zi di Roma, Roma, Edizioni Quasar, 2000, pp. 7-34, especialmente p. 11, nota 25.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 129

sus bienes en la ciudad, además de residir en el Colegio Roma-


no, donde se ocupaba también de la dirección de los estudios366.
Ninguna de las dos ocasiones en que acudió Andrés a la Vatica-
na pudo tener acceso a los libros guardados bajo llave en los
armarios porque el custode, Monseñor Giovanni Reggi, que
había sustituido en 1782 al fallecido Stefano Evodio Assemani,
no se encontraba en la biblioteca, y era éste el que poseía la llave
que abría el armario donde se guardaban las muchas llaves que
abrían los restantes armarios vaticanos. Sólo pudo manejar los
catálogos de manuscritos que habían elaborado los Assemani,
tío y sobrino, maronitas ambos367, a mediados de siglo, y reali-
zar la visita que se permitía para recorrer sus estancias, y poder
ver algunas piezas notables, como códices de Virgilio y Terencio
y, sobre todo, papeles autógrafos de Petrarca368. Si bien no pudo
hablar de libros, que no pudo manejar por la pésima organiza-
ción de la biblioteca, ya que era su «mala constitución lo que
hace mirar con dolor y aun con indignación una biblioteca que
debería formar las delicias de todos los literatos», responsabili-
dad en buena parte del custode Reggi369, Andrés admiró las pin-

366. Ricardo GARCÍA VILLOSLADA: Storia del Collegia Romano, Roma, Universi-
dad Gregoriana, 1954, p. 315.
367. El muronita Giuseppe Simone Assemani (1687-1763), prefecto de la Biblioteca,
redactó, con la ayuda de su sobrino Stefano Evodio Assemani (1711-1782), un catá-
logo de manuscritos de la Vaticana en 3 vols. y que se publicó en Roma entre 1757
y 1759 con el título Bibliothccae apostolícele vaticanas codician inss. catalogas, del
que Andrés se hizo eco. Sobre el segundo, el Cardenal Tisserant (1884-1972),
también bibliotecario vaticano, escribió el opúsculo Notes pour servir á la bio-
graphic de'Etienne Evodc Assemani. Andrés lo colocaba entre los «doctos maroni-
tas», junto a Casiri y Abraham Ecchellense, en Origen..., vol. Ill, p. 488.
368. Los códices 3195 y 3196 contienen el original del Canzioncre y otro códice autó-
grafo de Petrarca. Sobre el segundo vid. la edición de Laura PAOLINO: // Códi-
ce dcgli abbozzi, Milano, Ricciardi, 2000. En 1977 se reeditó en Móclena el libro
clásico de Marco VETASSO: / Codici pctrarchcschi della Biblioteca Vaticana,
Roma, Tipografía Vaticana, 1908.
369. Pastor lo califica de «enteramente inepto», en Ludovico PASTOR: Historia de los
Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, 1940, p. 49. Las apreciaciones de Andrés pare-
cen confirmar ese juicio.
130 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

turas de Mengs en la Sala de los Papiros, que el artista neoclá-


sico había realizado en 1775, cuatro años antes de su muerte370.
Otras bibliotecas romanas fueron mencionadas, y algunas
merecieron cierta atención. Las bibliotecas romanas eran, en
general, poco accesibles, con horarios caprichosos y muy res-
tringidos. En su relación bibliotecaria destacaban la Vallicellia-
na, la Angélica, la del Colegio Romano, la Casanatense y la de
Propaganda Fide.
La Vallicelliana estaba ligada a San Felipe Neri y a la Con-
gregación del Oratorio por él fundada. Iniciada por la donación,
en 1581, efectuada por el portugués Aquiles Estaco de su biblio-
teca de 1.700 volúmenes y 300 manuscritos371, Andrés la consi-
deraba de interés notable por los muchos libros y manuscritos
de españoles que allí se guardaban, gracias a la donación efec-
tuada por Bartolomé Carranza, el erasmista Arzobispo de Tole-
do, acusado de hereje por la Inquisición, y que residió en aquel
edificio mientras se seguía en Roma su proceso3'2, y al fondo
legado, en 1607, por el cardenal Cesare Baronio, primer biblio-
tecario de la Vallicelliana, entre 1584 y 1587, entre el que se
encontraba su correspondencia. Andrés consideraba a Baronio
«padre de la Historia Eclesiástica», y los doce volúmenes de sus
Annali ecclesiastici, publicados en Roma entre 1588 y 1607,
eran calificados por Andrés de «obra clásica y magistral» y «rico

370. En su Noticia de la vida y obras de Don Antonio Rafael Mengs, José Nicolás de
Azara informa de esta obra en los siguientes términos: «Por este tiempo le propu-
sieron de parte del Papa Clemente XIV que pintase alguna cosa en el Vaticano; y
como esto lo deseaba infinito por dejar alguna memoria en aquel emporio de las
Artes, aceptó la proposición; pero con la protesta de que no se le hablase de paga.
Emprendió, pues, la pintura de la cámara del Museo que se destinaba para custo-
dia de los fragmentos de Papijros antiguos», en Obras de D. Antonio Rafael Mengs,
primer pintor de Cámara del Rey, publicadas por D. José Nicolás de Azara,
Madrid, Imprenta Real, 1780, pp. XVIII-XIX.
371. María Teresa Rosa CORSINI: I librí de Mulla Stazio: alie origene della Bibliote-
ca Vallicelliana, Roma, De Lucca, 1995.
372. José Ignacio TELLECHEA: El proceso romano del Arzobispo Carranza, 1567-
1576, Roma, Iglesia Nacional Española, 1988.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 131

tesoro de erudición eclesiástica» e «inmensa compilación de


monumentos», siendo muy utilizada por Andrés en el volumen
dedicado a las Ciencias Eclesiásticas373 de su obra magna.
o
Ade-
más, Baronio había sido un adalid de la contrarreforma y ecle-
siástico muy vinculado a la Compañía de Jesús, hasta el punto
de que su imagen fue expuesta sobre el sepulcro de San Igna-
cio en el Gesú cuando falleció en 1607374.
La Angélica, fundada por el prelado agustino Angelo
Rocca (1546-1620) en el Convento de San Agustín, había sido
muy visitada por Andrés, y en ella había entablado una relación
amistosa con Antonio Giorgi, siempre que no surgiera en la con-
versación el tema del culto al Sagrado Corazón de Jesús, recha-
zado por Giorgi como buen agustino, y valorado positivamente
por un jesuita como Andrés. La biblioteca se había engrandeci-
do en 1762 con la incorporación de la riquísima biblioteca del
cardenal Domenico Passionei, fallecido el año anterior, y ene-
migo de la Compañía de Jesús, por lo que Andrés lo ignoró en su
Origen... El fondo librario de Passionei era muy rico en textos
jansenistas, con los que simpatizaba el cardenal, y que habían
sido adquiridos en sus viajes como enviado pontificio a diversos
países europeos. En su residencia romana solía tener reuniones
bisemanales con los integrantes del círculo literario llamado del
tamburo, como Francesco Bianchini, Celestino Galiani y Gre-
gorio Baglivini375.

373. Vid. Origen..., vol. VI, pp. 544-546.


374. Ricardo GARCÍA VILLOSLADA: Op. cit., p. 160. Sobre su actividad contrarre-
formista, vid. las actas del Congreso Baronio Storico e la controrifonna, publica-
das por Romeo De Maio, Luigi Gulia y Aldo Mazzacane en el Centro di studi
soriani «Vincenzo Patriarca», Sora 1982, y las monografías de Cyriac K. PULLA-
PILLY: Caesar Baronins, Counter-Reformation Instarían, Notre-Dame, London
University Press, 1975, y Stefano ZEN: Baronio Storico: contraríforma c crisi del
método innanistico, Napoli, Vivarium, 1994.
375. Vid. Alberto CARACCIOLO: Domenico Passionaci ira Roma e la Repitbblica delle
Lettere, Roma, Edizioni di storia e letteratura, 1968. Sobre su biblioteca, vid. el libro
de la Princesa de Montignano Mana, CASTELBARCO ALBANI: Un grande biblió-
filo del sec. XVIII, U Cardinale Domenico Passionei, Firenze, Leo S. Olschki, 1937.
132 E N R I Q U E G I M E NIT/ L O P ir/

La Biblioteca del Colegio Romano fue, por razones obvias,


la más frecuentada por Andrés. El mismo día de su llegada a
Roma, el 19 de julio de 1785, acompañado de su amigo Antonio
Eximeno, visitó los tres edificios que habían representado la
pujanza de la Compañía de Jesús en Roma: las iglesias de I
Gesú, el primer templo de los jesuítas en Roma y donde se
encontraban los sepulcros del fundador y de San Francisco
Javier, y el templo de San Ignacio, donde se hallaba enterrado
San Luis Gonzaga, además del Colegio Romano. En el Colegio,
pudo saludar a viejos amigos, algunos de ellos antiguos jesuítas
españoles, como el mallorquín Ramón Diosdado Caballero, que
se encontraba en el Colegio Imperial de Madrid cuando la
expulsión, y que utilizaba los fondos de la biblioteca del Colegio
para dar continuidad a la Biblioteca scriptorum Societatis lesu,
de Pedro de Ribadeneira3'6, e incrementar, con nuevos datos, la
Bibliotheca Hispana Nova y la Vetus de Nicolás Antonio, que
recogía los libros publicados por escritores españoles entre 1500
y 1670 la primera, y los conocidos desde tiempos del Empera-
dor Octavio, hasta 1500, la segunda. De aquel trabajo, Diosda-
do dejaría sus Additiones ad Bibliothecam Hispanam Nicolai
Antonii, turn Veterem turn Novarn, con unas cinco mil entradas
entre nuevas y las corregidas y aumentadas 3 ''. Era bibliotecario
el abate Pietro Lazzeri, un ex-jesuita que había ocupado la cáte-
dra de Historia Eclesiástica del Colegio Romano desde el curso
1742-43 hasta la extinción de la Compañía, y que había editado,
en 1749, las obras del jesuita valenciano del siglo XVI Pedro
Juan Perpinyá, que fue profesor en Lisboa, Evora y Coimbra, de
donde pasó a Roma entre 1561 y 1565, y de allí a Lyon y París,
donde murió3'8. En aquella biblioteca, Andrés dijo haber mane-

376. Bibliotheca scríptontin Societatis lesu snpplcmcnta, Roma, Franciscuin Bourlié,


1814-1316. Vid. URIARTE-LECINA: Op. cit., vol. II, pp. 425-431.
377. URIARTE-LECINA: Op. cit., vol. II, p. 426.
378. Sobre Perpinyá, vid. Miguel BATLLORI: «II pensiero della Rinascenza in Spagna
e Portogallo», en Grande antología filosófica 7 (1964), pp. 327-416.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 133

jado manuscritos de Peqrinya, pero también de «nuestros ilus-


tres españoles» el historiador y teólogo Juan de Mariana, y el
profesor de Teología en Roma y París Juan Maldonado, que
defendió la Inmaculada Concepción de María frente a teólogos
de la Sorbona3'9.
La biblioteca Casanatense o de la Minerva fue la quinta de
las grandes bibliotecas a las que Andrés hizo referencia y visitó
durante su estancia en Roma. Inicialmente formada, en 1698,
por el legado del cardenal napolitano Girolamo Casanate, pro-
tector de Mabillon y Papebroek, su catálogo estaba en proceso
de publicación cuando Andrés la visitó, en 1785,380. Era «la
biblioteca más frecuentada de cuantas hay en Roma, y aun en
toda Italia no habrá tal vez otra c¡ue tenga igual concurrencia»,
lo que molestaba a Andrés por faltar el silencio necesario para
la consulta. Esa afluencia de gentes ya había sido señalada por
De Brosses casi medio siglo antes: «La más bella biblioteca de
Roma es la de la Minerva. La nave es grande, clara, cómoda, dis-
tribuida en dos pisos por una tribuna, como la del rey en París.
Es pública ij está casi siempre llena de gentes que trabajan»^1.
Era su bibliotecario el dominico Giovanni Battista Audeffredi,
al que Andrés llamaba «astrónomo ij matemático», ya que fue
uno de los que estudiaron el Gran Cometa de Messier en 1769,
y publicaría sus observaciones un año después382, pero era su
labor como bibliotecario la que absorbía la mayor parte de su
tiempo, especialmente en la confección del catálogo ya referi-
do, en el que colaboraban Gabriele Fabrici, Francesco Severio

379. José Ignacio TELLECIIEA IDÍGOHAS: La Inmaculada Concepción en la con-


troversia del E Maldonado S.J. con la Sorbona, Vitoria, Seminario, 1958.
380. El catálogo de la Biblioteca Casanatense fue publicado en Roma entre 1761 y 1788
en 5 volúmenes con el título de Bilrfiotliccae Casanatensis catalogns librontm ttj¡)is
impressomm. Vid. Carlo PIETRANGELI: La Biblioteca casanatense, Firenze, Nar-
clini, 1994.
381. DE BROSSES: Op. cit., vol. II, p. 240.
382. Diinostrazione della stazione dalla cometa, Roma, 1769.
134 E N R I Q U E G I M É N E / LÓPEZ

Timoni y Lorenzo Alessandro Zaccagni, pero la publicación


quedó incompleta, pues sólo llegó a la mitad de la letra L383.
La biblioteca del Colegio Propaganda Fide no era, en opi-
nión de Andrés, «ni selecta ni copiosa», pero tenía el atractivo
de lo exótico. Diccionarios de lenguas habladas en regiones
remotas formados por misioneros de distintas órdenes, y entre
las que destacaba la Compañía de Jesús, constituían su mayor
tesoro, junto con la variada tipografía de la imprenta de la insti-
tución, que reunía 40 tipos de caracteres diferentes: «allíse ven
alfabetos bracmánico, tibetano384, georgiano y otros de casi toda
el Asia, de parte del África y de toda Europa». La imprenta del
Colegio Propaganda Fide, conocida como Políglota, fue en su
origen un regalo del Emperador Fernando II en 1626, en plena
Guerra de los Treinta Años, de una imprenta confiscada a los
protestantes, pero pronto destinada a imprimir textos en la len-
gua de los pueblos en tierras de misión385.
Otras muchas bibliotecas fueron mencionadas en sus car-
tas romanas por Andrés, ofreciendo datos diversos sobre cada
una de ellas, pero se trataba de bibliotecas menores y privadas,
aunque con acceso abierto a quien lo solicitara. Pertenecían en
su mayor parte a las grandes familias romanas, desde los Alba-
ni, Colona o Borghese, hasta los Barberini, Corsini o Chigi.
Algunas poseían piezas de gran valor, de las que Andrés daba
una concisa noticia. En la biblioteca de la Casa Barberini, en la
que era bibliotecario otro amigo de Andrés, el abate Gaspare

383. Vincenzo DE GREGORIO: La Biblioteca casanatense di Roma, Napoli, Edizioni


Scientifiche Italiane, 1993.
384. Andrés citaba en otro lugar la obra del agustino P. Antonio Giorgi (al que llama
Georgi por error): Alphabetum tibetanum missionum apostolicanim commodo edi-
ttim, Roma, 1759.
385. El Presidente De Brasses, con su estupendo sentido del humor, llamaba a Propa-
ganda Fide el lugar «donde engordan a misioneros para dar de comer a los caní-
bales», y mencionaba su biblioteca y su imprenta «provista de toda clase de tipos
de las lenguas orientales», en DE BROSSES: Op. cit., vol. II, p. 160.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 135

Garatoni386, se hallaba el Pentateuco Samaritano, que había sido


encontrado en Damasco por el P. Teófilo Minuti en la primera
mitad del Seiscientos, y que había pasado a formar parte de la
biblioteca del cardenal Francesco Barberini en 1637. Era un
texto compuesto a tres columnas, en hebreo la derecha, su
correspondiente traducción árabe en el centro, y con caracteres
samaritanos la izquierda, datado entre los siglos XIII y XV387. En
la de la Casa Corsini, pudo encontrar libros citados en su Ori-
gen, pero que hasta entonces no había podido manejar de pri-
mera mano: «sentía citar la edición de Aldo Manucio388 de los
gramáticos griegos sin haberla podido ver389, y sólo la encontré
en esta biblioteca habiéndola buscado en otras muchas. No
había hallado en otras los geógrafos griegos menores de Hud-
son^0, de la que sólo hay dos tomos en la del Colegio Romano, y
aquí los encontré todos», como también De Trinitatis erroribus
libri septem de Servet, que Andrés consideraba «libro rarísi-
mo». Favorecido por su amigo Ennio Quirino Visconti, pudo
visitar con sosiego los fondos de la biblioteca del Príncipe Agos-
tino Chigi, de la que aquél era bibliotecario, al igual que la
biblioteca particular del cardenal Zelada, cuyo bibliotecario era
el mismo que el del Colegio Romano, el ya mencionado ex-
jesuita Pietro Lazzeri. Fue Visconti quien le «mostró con la
mayor amistad los libros más raros que son pocos, y los muchos

386. Cuspare Garatoni (1743-1817). Acababa de publicar una biografía de Eustachio


Zanotti: De Vita Enstachii Zanotti commentarins, itenim editas, Roma, 1785.
387. En la actualidad se halla en la Biblioteca Vaticana en la serie Barberini Orientó/i.
388. Aldo Manucio (1450-1515). Impresor veneciano, inventor de la itálica cursiva.
389. Se refería Andrés a los dos tomos editados por Manucio que cita en el apartado
Gramáticos griegos del vol. Ill de su Origen..., pp. 496-497.
390. John Hudson (1662-1719). Bibliotecario de la Bodleian Library de la Universidad
de Oxford y editor de clásicos como Tucídides, Dionisio o su Geogmplñae veteris
scriptures graeci minores, Oxoniae, 1698-1712, 4 vols., que Andrés citó: «Juan
Hudson, en su Colección de los antiguos geógrafos nos presenta las obras de
muchos escritores griegos de esta clase», en Origen..., vol. I, p. 55.
136 E N R I Q U E GIMÉNF./ LÓPEZ

ij preciosísimos manuscritos» de la Chigi. La biblioteca del car-


denal Zelada sería donada a la Vaticana, mientras que sus
manuscritos pasaron a la Catedral de Toledo y, posteriormente,
a la Biblioteca Nacional de Madrid.
Las iglesias de Roma, y la pintura y escultura que atesora-
ban, fueron el contenido básico de la Carta IX. De la basílica de
San Pedro, sepulcro del Apóstol, mereció una atención especial
la sacristía ordenada construir por Pío VI en el primer año de su
pontificado, y finalizada poco antes de la llegada de Andrés. La
basílica en su conjunto no contaba con la más alta consideración
de Andrés, quien afirmaba que «según todos convienen, no
causa a primera vista la maravilla que se esperaba». Eran sus
partes, contempladas una a una, las que causaban admiración,
«cuando se consideran las infinitas y grandes cosas que en aquel
templo se encierran». La nueva sacristía, realizada por Cario
Marchioni, debía haber sido un testimonio de las nuevas ideas
neoclásicas, pero Andrés le encontraba ciertos defectos deriva-
dos de una distribución poco acertada. El juicio de Andrés venía
a recoger el sentimiento generalizado sobre una obra con la que
el Pontífice deseaba recuperar el prestigio de la Iglesia, dañado
tras los convulsos pontificados de Clemente XIII y Clemente
XIV391. Un año antes de la llegada de Andrés, la sacristía ya con-
taba con un libro impreso que debía dar a conocer al mundo la
gran realización arquitectónica del Pontificado392. Con su autor,
el abate Francesco Cancellieri, mantuvo Andrés largas conver-
saciones sobre la sacristía, «obra grandiosa en su línea, y que ha
sido de mucho costo».
San Juan de Letrán, reedificada por Borromini, no mere-
ció más comentario de Andrés que una referencia a sus grandes
dimensiones, y los elogios sólo se aplicaron a alguna de sus

391. Según Ceschi, los contemporáneos la acogieron fríamente y «la gindicarono pin
ricca che bella», al igual que Andrés. Vid. Cario CESCHI: Oj>. cit., p. 2S.
392. Francesco CANCELLIERI: Sagrcstia vaticana crctta dal reinante ponte/ice Pío
sesto, Roma, Casaletti, 1784.
ESTUDIO INTHODUCTOKIO 137

peculiaridades, como la Capilla Corsini, realizada entre 1732 y


1737 por Alessandro Galilei para el cardenal Corsini, o el bap-
tisterio. Tampoco le causaban admiración las cúpulas gemelas y
la fachada de Santa María la Mayor, también barrocas. Le lla-
maban más la atención el obelisco levantado en la Piazza di San
Giovanni in Laterano, que consideraba el más hermoso de los
existentes en Roma y que era, desde luego, el más antiguo y el
más alto con sus 31 metros de envergadura393, o la columna de
mármol transportada desde la Basílica de Constantino en el
Foro por orden de Pablo V y rematada en 1615 por una imagen
en bronce de la Virgen con niño. Para Andrés esa combinación
de antigüedad y religiosidad era un triunfo de la religión y, al
tiempo, del buen gusto, y, desde luego, de mayor interés que la
estatua en bronce de Felipe IV situada en el pórtico de Santa
María la Mayor, y que confundió con Felipe III394.
Fuera de las tres grandes basílicas de Roma, el interés de
Andrés por otras iglesias respondía a criterios muy diversos,
pero siempre ajenos a la Roma barroca, que quedaba práctica-
mente como referencia marginal en sus descripciones: en unos
casos el interés se debía a la existencia de testimonios de espa-
ñoles ilustres, como los sepulcros en la Basílica de Santa Cruz
en Jerusalén de los cardenales Bernardino López de Carvajal,
embajador de los Reyes Católicos ante el Papa y elevado al car-
denalato por Alejandro VI en 1493, y el franciscano Francisco
de los Angeles Quiñones, cardenal en 1526, y autor del nuevo
breviario realizado por orden de Clemente VIL Estas reliquias
hispanas le hacían ver la necesidad de recopilar en una obra,
«muy útil para la historia de España», «todas las inscripciones
que en Roma, en Ñapóles, en Milán \j en algunas otras ciudades
de Italia se hallan de ilustres españoles». En otros casos, los más

393. Llegó a Roma en el siglo IV y se colocó en el Circo Máximo. Redescubierto en


1587, fue trasladado junto a la Basílica de San Juan de Letrán.
394. Así lo indicó Moratín, rectificando a Andrés: «debe leerse Felipe 4», en Leandro
FERNANDEZ DE MORATÍN: Op. cit., p. 575 y nota 303 bis.
138 E N R I Q U E G I M E N EX L Ó P E Z

frecuentes, su curiosidad era debida a los restos de la antigüe-


dad que la iglesia conservaba, como la basílica de San Pablo
Extramuros, con sus mosaicos del siglo IV y la posibilidad de
que sus columnas de mármol procedieran del sepulcro de
Adriano395; las catacumbas de la Iglesia de San Sebastián; unas
supuestas columnas corintias «de un templo que se cree de Nep-
tuno» en la Iglesia de San Lorenzo/won le Mura, que en reali-
dad correspondían a una iglesia del siglo V dedicada a la Virgen
María, la Iglesia de Santa Maria in Aracoeli, en la parte sur de
la colina del Capitolio, veintidós de cuyas columnas procedían
de edificios antiguos que Andrés suponía que formaban parte
del templo de Júpiter; Santa María in Cosmedin, donde se
encontraba la famosa bocea delta ueritá, y que merecía la aten-
ción de Andrés por creer que ocupaba el lugar de un antiguo
templo de la Prudencia, donde suponía el jesuita que estuvo la
escuela griega de Adriano. Excepcionalmente alguna iglesia
merecía un mayor comentario porque un artista neoclásico
había dejado allí su impronta. Sucedía con la Iglesia de San
Eusebio, donde Mengs pintó al fresco una de sus primeras
obras tras su llegada a Roma en 1752. Para Andrés, Mengs era
el pintor del siglo, y sus pinturas en la Sala de los Papiros de la
Biblioteca Vaticana, el fresco representando a Apolo en medio
de las musas en el Parnaso de Villa Albani396, inspirado por el
propio Winckelmann397, y sus pinturas en la bóveda de San

395. La iglesia fue parcialmente destruida por un incendio el 15 de julio de 1823.


396. Mengs residió en Villa Albani mientras realizó la pintura, entre mayo de 1760 y
finales de la primavera de 1761. La figura central, Apolo, era una libre reinterpre-
tación del Apolo Belvedere, pero también influenciada por el Parnaso de Rafael,
en Michael Hollowell DUFFY: Style and tnitli in the neoclassical art theory and
criticism of Anton Raphael Mengs andjoliann Winckelmann, Urbana, University
of Illinois, 1991, pp. 93-100.
397. La Villa Albani fue construida por el Cardenal Alejandro Albani entre 1757 y 1763
bajo la dirección de Cario Marchionni (1702-1786), quien, posteriormente, reali-
zaría por encargo de Pío VI la Sacristía de San Pedro (1776-1784). Winckelmann
no fue ajeno a la idea de Albani de construir un templo digno para su colección de
ESTUDIO INTRODUCTORIO 139

Eusebio «le pondrán al lado de los pintores de primer orden de


todos», una admiración que compartía el Agente de Preces de
España José Nicolás de Azara, para quien «acabada esta obra,
mereció aplauso general, teniéndose antes por imposible que se
pudiesen hacer semejantes tintas alfresco»3®8, y Sempere y Gua-
rinos, que le llamaba «el Pintor Filósofo y el Apeles de nuestro
siglo»399. Además, estaba el orgullo de considerarlo español,
pues, como decía Andrés, «las glorias de este célebre pintor me
tocaban de algún modo como patrias, considerándole no como
natural de Alemania, sino como pintor del Rey de España».
La última de las cartas romanas estuvo dedicada a los hom-
bres de cultura que había conocido en la Ciudad Eterna, sus
aportaciones más destacadas, y las instituciones culturales, tanto
públicas como privadas, más sobresalientes. Andrés procedía a
su presentación siguiendo un orden jerárquico: cardenales de la
Curia, prelados y aristocracia romana, y, ya en tercer lugar, anti-
cuarios, poetas, científicos, teólogos y artistas.
Con algunos cardenales, mecenas en la tradición romana,
Andrés tuvo relación, ya que era hombre conocido desde que en
1782 se iniciara en Parma la publicación de los primeros volú-
menes Dell'Origine. Los cardenales Giovanni Archinto y Vita-
liano Borromeo lo invitaron a su mesa, y asistió a la tertulia del
cardenal Giovanni Garlo Boschi, y tuvo trato con los cardenales
Francisco Saverio Zelada, Giovanni Maria Riminaldi, al que
había tratado en Ferrara, su ciudad natal, e Ignazio Boncom-
pagni Ludovisi, bolones, al que había conocido en Mantua, y
cuya reforma fiscal de inspiración fisiocrática había encontrado

estatuas, ni a la participación en su decoración de pintores como Mengs. Vid.


David IRWIN: Op. cit, pp. X-XI, y especialmente Hosanna CIOFFI MARTINE-
LLI: La ragione dell'arte, Napoli, Ligouri, 1981, pp. 133-139.
398. José Nicolás de AZARA: Noticias..., p. XI.
399. Juan SEMPERE Y GUARIMOS: Ensayo de una biblioteca española de los mejores
escritores del reijnado de Carlos III, Madrid, Imprenta Real, vol. I, pp. 178-179.
140 E N R I Q U E G I M E N E/ LOPE/.

gran oposición en 1780 en la legación pontificia de Bolonia400.


No pudo cumplimentar, pese a sus deseos, a los cardenales Gia-
cinto Gerdil y Giuseppe Garampi. Gerdil, presentado por
Andrés como «fuerte combatidor de la irreligión ij de la incre-
dulidad» , era en realidad un enemigo de las ideas episcopalis-
tas, y se manifestó rotundamente opuesto a Locke, Febronio, el
josefismo y el Sínodo de Pistoya. Acababa de publicar, recién
llegado Andrés a Roma, su Breve esposizione de caratteri della
vera religione. Garampi, que había elogiado los tomos hasta
entonces publicados del Origen de Andrés, era alabado por su
erudición anticuaría401.
Algunos de estos Príncipes de la Iglesia eran coleccionistas
de arte y objetos varios y curiosos. El P. Lazzeri puso a disposi-
ción de Andrés no sólo los libros y manuscritos que poseía el
cardenal Zelada, sino que le mostró los objetos de diversa natu-
raleza que formaban sus colecciones, desde máquinas de física
experimental y figuras anatómicas en cera hasta piezas arqueo-
lógicas de procedencia diversa, en especial monedas romanas,
sobre las que había escrito un tratado402. El cardenal Archinto
poseía una colección de grabados, entre los que contaba con una
obra, de Manuel Salvador Carmona, yerno de Mengs desde
1768 y Grabador de Cámara del Rey de España, que éste había
realizado en París cuando estuvo pensionado en la capital fran-
cesa entre 1752 y 1763; y, finalmente, el cardenal Borromeo era
un reconocido bibliófilo.

400. Renato ZANGHERI: «Echi della rifonna bolognese del cardinali Boncompagni»,
en L'Archiginnasio 65 (1966), pp. 1-13.
401. Como anticuario publicó su S«gg¡ di osscrvazioni snl valore dclle antichc monctc
pontificie, Roma, 1766, y también Notizic, rególe e omzionc in onorc de' ss. mar-
tirí della ss. basílica Vaticana, Roma, 1756. Fue protector del Colegio Gennánico,
e impulsó el primer intento de catalogar sistemáticamente los fondos del Archivo
Secreto Vaticano.
402. Publicó la obra de numismática De nitmmis aliquot aeréis uncialibns epístola,
Roma, 1778, 36 pp. El catálogo de monedas ocupa de la pág. 19 hasta la 36.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 141

Esta actitud coleccionista de las grandes familias romanas


o de miembros de la Curia era presentada por Andrés como
ejemplo a seguir por la aristocracia española, remisa a cumplir
con misiones de mecenazgo, que el jesuita valenciano conside-
raba parte de la obligación estamental de dar honor a la nación:
«Oh! y si se introdujese este gusto entre nuestros grandes, ij
ricos Señores, ¡qué ventajoso no sería a la cultura de la nación!
¡Cuánto mejor y más honoríficamente estarían empleadas en
esto las inmensas rentas que ahora se consumen sin saber en
qué! Uno de los muchos millares que malgastan en vanidades,
aplicado anualmente para adquirir libros u otros instrumentos
literarios, podría en pocos años llenar las casas de bibliotecas, de
museos, de medios para educar bien sus propios hijos, de culti-
varse, y de dar honor a la nación. Son deseos tal vez vanos, pero
que nacen del verdadero amor de la patria, y de su provecho y
honor». Sólo el ejemplo aislado del Infante D. Gabriel respon-
día a ese deseo403.
Otros prelados tuvieron relación con Andrés durante su
estancia romana. En la residencia del cardenal Archinto coinci-
dió con Pier Luigi Galletti, benedictino, consagrado obispo por
Pío VI en San Paolo fuori le Mura, y autor de un catálogo de ins-
cripciones romanas en varios volúmenes404. Camino de Ñapóles,
visitó el museo de medallas propiedad de Stefano Borgia, Secre-
tario y Prefecto de Propaganda Fide, y futuro cardenal405, e
importante coleccionista de antigüedades, que guardaba en el
palacio que la familia poseía en la ciudad cíe Velletri, en el Lazio,
y que pasaría a integrarse en el Museo Borbónico de Ñapóles.
Dos años después de la visita de Andrés, lo haría el pintor y
amigo de Goethe Wilhelm Tischbein, residente en Roma desde

403. En 1772 se editó la traducción que el Infante Gabriel Antonio, de la mano de su


preceptor Pérez Bayer, hizo de La conjuración de Catilina ij la Guerra de Yugurta.
404. Inscríptiones romanac infiíni aevi Romac extantcs, Romae, 1760, 3 vols.
405. Se le concedió el capelo cardenalicio en marzo de 1739.
142 E N R I Q U E G I M E N EX L Ó P E Z

1782406, pero cuando lo visitó Andrés se encontraba estudiando


la colección de Monseñor Borgia el anticuario danés Georg
Zoega, considerado uno de los fundadores de la arqueología
moderna, protegido por el eclesiástico, quien lo colocó de intér-
prete en Propaganda Fide407, y el también danés Jacob Adler,
que había publicado hacía poco tiempo, en la misma Roma, el
primer volumen de su estudio sobre las medallas arábigas pro-
piedad de Borgia, que Andrés había citado elogiosamente en su
Origen, y remitido a su hermano Carlos a Valencia para que lo
hiciera llegar a manos de Francisco Pérez Bayer, director de la
Real Biblioteca408. Otro eclesiástico, Monseñor Claudio Todes-
chi, obsequió a Andrés con «varios opúsculos económicos y lite-
rarios», probablemente su Saggi di agricoltura, manifatture e

406. El 10 de julio de 1787, el pintor Tischbein escribía a Goethe: «En Velletri almor-
zamos en casa del cardenal Borgia y la contemplación de sn museo constituyó un
placer especial para mí, ya que me fijé en detalles que la primera ve?, había pasa-
do por alto», en J. W. GOETHE: Op. cit., p. 377.
407. En sus trabajos para Borgia, Zoega (1755-1809) publicó Nitini Aegiptii imperato-
rii prestantes in Museo Borgiano, Roma, 1787, que describía las monedas roma-
no-egipcias de su monetario a las que hacía referencia Andrés, y un catálogo de los
manuscritos coptos propiedad del Cardenal, que se publicó en 1810, ya fallecido
Zoega. Vid. Ludovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona,
1940, pp. 41-42 y 45-47. En Origen..., Andrés también hace referencia a la labor
de Zoega en el museo Borgiano: «Nuevas e importantes observaciones sobre la
Historia Civil y la Natural, y sobre otras partes de la literatura se esperan de la
copiosa y selecta colección de las monedas imperiales del Egipto, que posee Bor-
gia y que ahora va ilustrando el danés Zoega», en vol. Ill, p. 457.
408. Museum Ctificurn Borgianumveliteris, Romae, Antonium Fulgonium, 1782-1795.
Andrés le dedicó un epígrafe en el vol. Ill de su Origen...: «Un buen ensayo de
ésta [numismática arábiga] nos ha dado Adler en su museo cúfico borgiano. Él ha
formado una breve Historia de las monedas arábigas y ha explicado sus ventajas
para poder conocer mejor la Historia de los musulmanes y de los cristianos, la Geo-
grafía, el comercio y las costumbres, la Paleografía, las cifras numerales y varios
otros puntos importantes para la literatura arábiga y para la europea. A él debemos
la publicación de muchas monedas, sellos, pateras y otros monumentos arábigos,
y nuevas explicaciones que estaban ya publicadas; y éste, en suma, puede ser teni-
do por el primer verdadero ensayo de Anticuaría y Numismática arábiga», en vol.
Ill, p. 468.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 143

commercio, que había publicado en Roma en 1770, y la recopi-


lación de toda su obra, Opere di Monsignore Claudio Todeschi,
que publicó en 3 volúmenes, también en Roma, en 1779.
De sus contactos con la aristocracia romana Andrés men-
cionó al príncipe Segismundo Chigi, al que calificó de «sujeto de
ingenio y cultura», y quien le regaló, tras invitarlo a un almuer-
zo, sus obras publicadas, que iban desde la física experimental
a la poesía y el libreto operístico, siguiendo la moda romana del
momento de escribir de todo y publicar cualquier cosa, que el
propio Andrés definió diciendo que «donde menos pensaba, en
cualquier Secretario, en cualquier empleado, encontraba un
autor»4og. Acudió también a los salones de Maria Pezzeli, una de
las tertulias más concurridas de Roma por nobles, prelados y
visitantes, o a la Academia de // Occulti, que se reunía los jue-
ves por la tarde en casa del Duque de Ceri, o a otra cuyo nom-
bre no mencionó, a la que acudió en compañía del abate
siciliano Nicola Spedalieri, quien se haría famoso años después
con la publicación de su obra Dei diritti dell'uomo, donde reco-
gía las ideas rousseaunianas del contrato social, pero haciendo
la salvedad de que la religión cristiana era la guardiana del con-
trato social y de los derechos del hombre410. Spedalieri no era,
sin embargo, un desconocido en 1785, pues había ganado algu-
na reputación al atreverse a polemizar con el inglés Edward
Gibbon un año antes con su obra en dos tomos Confutazione
dell'esame del cristianesimo fatto dal signor Eduardo Gibbon411.

409. Según Maurice Andrieux, «Tout le monde faisait des sonnets et des tragedies, des
princes comme les Chigi aux advocáis sans cause et aux médicins sans client, en
passant per les cardinaux et les prélats », en Maurice ANDRIEUX: Op. cit., p. 203.
Chigi publicó Specimen phijsicae experimentalis, Siena, 1752; Applausi poetici,
Siena, 1752, y el libreto de la ópera II Conclave dell'anno 1769, Roma, 1775.
410. Claudio GIURINTANO: Socictá e Stato in Nicola Spedalieri, Palermo, 1998.
411. Arnaldo MOMIGLIANO: «Edward Gibbon fuori e dentro la cultura italiana», en
Scsto contributo alia storia dcgli studi classici e del mondo (íntico, Roma, Edizio-
ni cli storia e letteratura, 1980, vol. I, pp. 239-241.
144 E N in Q u E G I M É N E Z L O P E /

En el capítulo de anticuarios, la relación se iniciaba con un


conjunto de ex-jesuitas encabezados por Francesco Antonio
Zacearía, que, pese a los golpes recibidos desde 1773 y los inten-
tos de desmantelar los restos de la Compañía, seguían dedica-
dos al estudio «con igual ardor» que en los tiempos anteriores a
la extinción. Zacearía, por años y prestigio, era el abanderado de
la cultura de la Compañía, soterrada pero viva. Había sido nom-
brado por Pío VI profesor de Historia de la Iglesia en la Uni-
versidad de la Sapienza, y en las polémicas sobre el Diablo,
frente a la incredulidad ilustrada, defendía, junto al dominico
Mamachi, la necesidad de estar vigilantes ante los poderes de
Satanás, en la línea de la ortodoxia papal, pues, en 1775, el papa
Pío VI había condenado con la bula Incrustabile divinae sapen-
tiae toda la cultura ilustrada en cuanto producto del diablo, pro-
pagadora del ateísmo y destructiva de los vínculos sociales.
Andrés sentía una veneración especial por el abate Zacearía,
quien le aconsejaba libros o le prestaba aquellos que necesita-
ba: «el eruditísimo Abate Zacearía, el cual en varios puntos me
daba la doble ventaja de sugerirme los libros oportunos y pres-
tármelos». Otros jesuitas a los que trataba asiduamente en //
Gesú eran Stefano Morcelli, Antonio María Ambrogi, Andrea
Spagni y Giuseppe Maria Mazzolari. Salvo Morcelli, nacido en
1737, todos los demás pertenecían a la generación de Zacearía
y Lazzeri, pues llegaban a superar los setenta años de edad4]2.
Al citarlos, Andrés deseaba mostrar lo que Antonio Trampus ha
llamado la identidad sumergida, el sentido de comunidad, la
conciencia de pertenecer a un único cueqoo religioso413, pese a
formar parte de generaciones distintas. Todos los nombrados
habían hecho, en opinión de Andrés, grandes aportaciones a la
cultura: Ambrogi una «magnífica edición del Virgilio con su tra-

412. Mientras que Zacearía y Lazzeri habían nacido en 1714 y 1710, respectivamente,
Ambrogi lo había hecho en 1713, Spagni en 1716 y Mazzolari en 1712.
413. Antonio TRAMPUS: Op. cit., pp. 61-110.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 145

auction en verso italiano», publicada entre 1763 y 1765414;


Spagni «tiene impresos algunos tomos de materias metafísicas»,
de los que sólo hemos podido localizar su De ideis humanae
mentis, publicado en Roma en 1781; Mazzolari, quien acostum-
braba a utilizar el seudónimo de Giuseppe Mariano Partenio,
«ha adquirido muy buen crédito por su elegante latinidad»415.
Stefano Morcelli era el más próximo a Andrés en edad, en inte-
reses literarios y en su actividad sin descanso. Destacaban sus
obras sobre inscripciones romanas publicadas en los primeros
años 80, y la más reciente de sermones latinos al estilo de Hora-
cio416, y Andrés daba noticia de sus trabajos para la edición «de
un autor griego inédito, que es Gregorio Agrigentino, por un
códice de la biblioteca Albani, y otro de no sé qué parte, que ha
podido cotejar», y que daría como resultado en 1788 un texto en
dos volúmenes417.
Otros escritores citados por Andrés también tenían que
ver con el creciente interés por la antigüedad, porque el mundo
clásico greco-romano parecía dominarlo todo en los años seten-
ta y primeros ochenta del siglo XVIII. El jesuíta Raimondo
Cunich había traducido al latín epigramas de poetas griegos y la
totalidad de la litada418; el abate Giuseppe Antonio Taruffi, asis-

414. P. Virgilii Maronis Bucólica, Geórgica ct Acneis, ex cod. medicco-laurentiano dcs-


crípta ab Antonio Ambrogi Florentino S.I., itálico versn reddita adnotationibns
aü¡ue vfiríantibus lectionibus et antiquissimi codicis vaticani pictnrís plnríbtisqite
alus vetcnim monnincntis acre incisis ct el. vironnn dissertationibns illnstrata,
Roinae, 1763-1765, 3 vols.
15. Entre sus obras destacan: Orationcs, Roma, 1773, y Diario Sacro, Roma, 1779-
1783, 5 vols.
416. Stefano MORCELLI: De stilo inscríptionum latinannn Librí III, Roma, 1781; Ins-
criptiones coinmentaríis subiectis, Roma, 1783, y Sermoinim libri U, Roma, 1784.
417. Menologion ton Evaggclion Eortastikon Kalcndarínm ccclesiae Constantinopolita-
nae CD anomm vetnstate insigne prímitus e bibliothcca romana Albanomm in
lucein edituní ct vctenim monnmentanim comparatione dinrnisqne commentaríis
illitstratinn cura S.A. Morcelli, Roma, 1788, 2 vols.
418. Anthologia sive Epigrammata anthologiae graccomm selecta latinis versibns red-
dita et animadversionibns illnstrata, Romae, 1771, y reeditado en Venecia en
146 E N HI Q U E G I M É N E X L Ó1' E X

tente a la Academia del Duque de Ceri, escribía sus versos en «ele-


gante latín» a la manera clásica; el canónigo Francesco Eugenio
Guaseo, que escribiría contra el Sínodo de Pistoya su Diccionario
Ricciano y antiricciano, traducido al castellano por el Marqués de
Méritos y publicado en 2 volúmenes en Madrid en 1796, fue cita-
do únicamente por Andrés como «autor de una obra sobre los
funerales de los antiguos»419; el franciscano francés Dominique
Magnan destacaba por sus muchas obras sobre numismática420; y
el P. Paolo Antonio Paoli había sobresalido por sus escritos «sobre
las antigüedades de Pozzuolo, de Pesio y de otras »m.
La literatura en lengua italiana no parecía provocar el inte-
rés de Andrés. Al cabo, decía, «poetas lo son todos los italianos»,
aunque mencionaba dos: el ferrares Vincenzo Monti, residente
en Roma desde 1778, «el poeta que actualmente escribe en
Roma con más crédito, y es más celebrado por toda Italia» por
su oda a los globos aerostáticos422; y el abate Gioacchino Pizzi,
aunque en opinión de Andrés era más conocido «por su empleo
de Secretario de la Academia que por sus poesías», ya que Pizzi
era Secretario de la Arcadia desde 1766423. Sus poesías amoro-
sas, religiosas o dedicadas a personajes diversos, como Metasta-
sio, Cario Emmanuele III, Clemente XIV o José II cuando visitó
Roma en 1769, no parecían sintonizar con el gusto de Andrés.

1784, y la traducción del texto de Hornero Homeri llias latinis versibus expresa a
Raí/mundo Cunichio, Romae, Joannes Zempel, 1776.
419. Francesco Eugenio Guaseo: I rítifnnebrí di Roma pagana, Lucca, Benedini, 1758.
420. Bnittia numismática, Roma, 1773; Lncania numismática, Roma, 1775; Miscella-
nea numismática, Roma, 1772-1774, 4 vols.
421. Andrés se refiere & Anticliitádi Pozzuoli, Napoli, 1768, y aPacsti, c/t¡od Posidoniam
etiam dixere, rudera, Roma, 1784.
422. De la amplia producción de Monti, Andrés se refiere a los 3 vols. de Versi, publi-
cados por la Stamperia Reale de Parma, y a la oda Sopra i palloni volanti.
423. La lectura de su Ragionamenti sulla trágica e cómica poesía, publicada en Roma
en 1772, donde defendía una moderada imitación de la literatura neoclásica fran-
cesa, provocó un agrio debate entre los académicos. Vid. Calogero COLICCHI: Le
polcmiche contra I'Arcadia, Messina, 1972, pp. 29-33.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 147

Los dedicados en Roma a las llamadas ciencias sagradas


eran multitud, o, como señalaba el propio Andrés, un «nunca
acabar». Si Zacearía había encabezado la lista de ex-jesuitas resi-
dentes en Roma, en esta otra el primer nombre era el del domi-
nico Tommaso Maria Mamachi. Ambos eran destacadísimos
defensores de la autoridad pontificia, y Franco Venturi los ha
considerado como el mejor ejemplo de los polemistas católicos
que, aprovechando el clima favorable de regreso a la iglesia de
los primeros cristianos, procuraban dar un sentido reaccionario
a ese deseo424, y que Andrés, con mucha mayor distancia, tam-
bién entreveía, porque, si bien destacaba la labor del dominico
«para combatir a los enemigos de la sede apostólica y la verdad
de la religión católica», ponía distancia respecto a las posiciones
de Mamachi próximas a la superstición cuando afirmaba que
aquél «favorece las sencillas tradiciones de los católicos, que no
siempre sabe sostener con mucha fuerza»425,y que «no siempre
se le observa un justo raciocinio en sus obras». Su condición de
Maestro del Sacro Palacio, cargo para el que había sido desig-
nado por Pío VI en 1782, y su posición muy conservadora,
habían producido algunas diferencias serias con Andrés. La
reseña que Mamachi publicó del primer tomo de los Origine de
Andrés en las Ejfemeridi letterarie di Roma426 había provocado
una réplica favorable a Andrés de su amigo Antonio Eximeno,
traducida al castellano en 1784, un año después427, y el domini-

424. Franco VENTURI: Settecento riformatore, vol. II, Torino, 1979, p. 185.
425. Vid. Origen..., vol. VI, pp. 882 y 659.
426. Belén TEJERINA: «Las reseñas de libros españoles en las Effemeridi letterarie di
Roma (1772-1798)», en Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXIII (1984), pp.
311-326.
427. Lettcra dell'Abate D. Antonio Eximeno al Reverendísimo P.Al Fr. Tommaso María
Mamacchi sopra l'opinione del Signar Abate D. Giovanni Andrés interno alia Let-
teratura ecclesiastica de'Secoli Barban, Mantova, 1783, 22 pp., que fue traducida
al castellano por Francisco Javier Borrull y publicada en Madrid en 1784. Se ha
incorporado al apéndice del vol. I de la edición del Origen, progresos..., dirigida
por Pedro Aullón de Haro, Valencia, Verbum, 1997, pp. CLXXVI-CLXXXVI.
148 E N R I Q U E GIMKNF,/ LÓPK/

co ponía dificultades, desde el cargo que ostentaba, para per-


mitir una nueva edición de la obra de Andrés en Roma sin antes
mantener una entrevista con su autor sobre los contenidos del
último tomo, correspondiente a las ciencias sagradas428, que
todavía no había aparecido en Parma. El impresor encargado de
la reedición, responsable de la imprenta de la Universidad cíe la
Sapienza, fue el encargado por Mamachi de comunicar a
Andrés la necesidad de presentarse ante él para someterse a las
preguntas del Maestro del Sacro Palacio. No acudió a la cita.
Andrés veía a Mamachi excesivamente inclinado hacia prácticas
inquisitoriales y a abusar de su cargo, lo que le inquietaba gran-
demente: «temiendo perderla paz del ánimo, respondí al impre-
sor, que ni podía ir por tener que marchar a Ñapóles el día
siguiente, ni adelantaríamos nada aunque fuese, porque no
podía decirle más que en el líltimo tomo, como en todos los otros,
hablaría como buen católico, y que mi obra se imprime en
Parma»,
Tampoco era muy elogioso Andrés con otro dominico, el P.
Angélico Becchetti, aunque en la Carta sólo era citado como
«continuador de la historia eclesiástica de Ora», es decir, desde
el siglo VII en que la había dejado este cardenal. Sería en el
volumen VI de su Origen donde calificaría los trabajos de Bec-
chetti de insatisfactorios. Para Andrés, tanto la Historia de Orsi
como su continuación eran «muy prolijas para quien no tenga
tiempo ni ganas de emprender largas lecturas y acaso no sufi-
cientemente instructivas para quien desee informarse a fondo
sobre tales materias»429. Tampoco serían del gusto de Andrés las
posiciones de Becchetti para rehabilitar el relato del diluvio uni-
versal en su libro Teoría genérale de la térra, que había publi-

428. La cuarta parte de los Origine, progrcsi... (vols. 6 y 7 cíe la edición cíe Pariría) esta-
ba dedicada a los estudios eclesiásticos, y no fue traducida al castellano en la edi-
ción española de la imprenta de Sancha. Se ha efectuado por vez primera por
Santiago Navarro Pastor en la edición dirigida por Pedro Aullón de liaro.
429. Vid. Origen..., vol. VI, p. 613.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 149

cado, en 1782, en Roma, y donde el dominico recogía testimo-


nios supuestamente científicos favorables al texto bíblico para
poder contrarrestar los escritos sobre la edad del mundo de los
geólogos430. Es probable que influyera negativamente en Andrés
la militancia antijesuita de Becchetti, expresada en escritos con-
tra la Compañía en la Rusia Blanca, donde habían sido acogidos
los hijos de San Ignacio por la zarina Catalina II.
Las referencias al mundo científico romano eran, necesa-
riamente, muy limitadas. No era Roma comparable a la activi-
dad que Andrés había descrito cuando visitaba el Istituto delle
Scienze bolones, las academias toscanas o, en menor grado, la
Universidad de Pisa, y las que anotará posteriormente en sus
cartas sobre Padua, Pavía y Turin. Era evidente que «las ciencias
naturales no se cultivan en Roma como las eclesiásticas y la anti-
cuaría». No obstante, pudo recoger un puñado de nombres a los
que referirse, en su mayor parte eclesiásticos docentes en el
Colegio Romano. El primero de ellos era, sin duda, el ex-jesui-
ta croata Ruggiero Boscovick, que había llegado a Roma en
1740 para enseñar matemáticas en el Colegio Romano, para
trasladarse en 1764 a la Universidad de Pavía y pasar a Milán
como profesor de las Escuelas Palatinas en 1769. En 1773 mar-
chó a París como Director de Óptica de la Marina francesa, y en
ese puesto permaneció hasta su definitivo regreso a Italia en
1782. Andrés lo consideraba «astrónomo doctísimo», destacan-
do su afán por la mejora de los medios de observación astronó-
mica431. Tras Boscovick se encontraba el franciscano Frangois

430. Sobre esta cuestión, vid. Lúea CIANCIO: «Geologia e ortodossia. L'eredita gali-
leiana nella geología véneta del secondo settecento», en Ginlio BARSANTI, Vieri
BECAGLI y Renato PASTA (ecls.): La política della scicnza. Toscana cstati italiani
ncl tardo Settecento, Firenze, Leo S. Olschki, 1996, pp. 491-507.
431. En Origen..., vol. IV, pp. 264-6y 321. Sobre Boscovick, ver C. OÑATE: «Un sabio
del siglo XVIII», en Letras de Deiisto 18 (198S), pp. 199-209, y, sobre todo, Ugo
BALDINI: «Boscovih e la tradizione gesnitica in filosofía naturale: continuita e
cambiamento», en Nuncñts 2 (1992), pp. 3-68, y Giuseppe COSENTINO: «L'in-
segnamento delle matematiche nei collegi gesuitici nell'Italia settentrionale», en
150 E N R I Q U E G I M É N E / LOPE/

Jacquier, ya anciano, pues había nacido en 1711, y que residía en


Roma desde que fuera llamado por Benedicto XIV, junto a Bos-
covick, para contribuir al intento pontificio de lograr una mayor
aproximación entre ciencia y religión432, y que pasó en 1773 a
enseñar matemáticas en el Colegio Romano tras la extinción.
Jacquier fue comentarista de Newton433 y editor de los Princi-
pia mathematica. Más anciano que Jacquier era el ex-jesuita
siciliano Filippo Arena, que había nacido en 1708, y tuvo largas
conversaciones con Andrés sobre sus trabajos e invenciones.
Andrés citaba que era autor de obras sobre floricultura y física,
publicadas en 1768 y 1777434. En un lugar destacado situaba
Andrés al carmelita Attanagio Cavalli, que enseñaba Física en el
Colegio Romano, y que desde 1785 anotaba diariamente las
observaciones meteorológicas de Roma, viento, temperatura,
presión atmosférica y precipitaciones, y que Andrés acababa de
conocer435. Era asimismo componente del claustro del Colegio
Romano, donde se encargaba de la docencia de las matemáticas,
el abate Giuseppe Calandrelli, que colaboraba a su vez con Bos-
covick en el proyecto de dotar al Colegio de un observatorio
astronómico y editar opúsculos sobre esas observaciones436.

Physis, 1971, pp. 205-217. No es recomendable por excesivamente hagiográfico la


voz «Boskovic» en el Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-
Temático, debido a I. Strilic, donde es presentado como precursor de la teoría de
la relatividad y superior a Newton y a Leibniz.
432. De Brosses se encontró con él en su viaje a Roma en octubre de 1739: «He encon-
trado un P. Jacquier, muy hábil geómetra, que trabaja con un compañero suyo en
un comentario en cuatro tomos en 4° sobre los principios de la Filosofía de New-
ton. Los primeros tomos se imprimen actualmente en Ginebra. He oído hacer
muchos elogios de esta obra», en DE BROSSES: Op. cit., vol. II, p. 158.
433. Commentaire sur Newton en 4 vis, y sus Institutions philosophicae ad stndia tlieo-
loglca potissimum accomodatae, Roma, 1776-1777, 5 vols.
434. Delia natura e cultura de'fiori físicamente espósala, Palermo, 1768, 3 vols., y Pluj-
sicae quaestiones praecipuae novis experimentis, et observationibus resolntae,
Roma, 1777.
435. Attanagio Cavalli: Lettere meteorologiche romane, Roma, Pagliarini, 1785.
436. Los opúsculos cíe Calandrelli fueron reunidos en una publicación en 1806: Opus-
culi astronomící, Roma 1806. Dirigió el observatorio hasta 1824, cuando los jesui-
ESTUDIO INTRODUCTORIO 151

Y, finalmente, el esculapio Francesco Maria Gaudio, que había


sucedido a Thomas Lesueur en la Cátedra de Matemáticas de
La Sapienza, y que poseía cierta reputación como ingeniero
hidrostático437.
La Roma cosmopolita, donde podían encontrarse «sujetos
de todas las naciones», también mereció una especial atención
en las Cartas de Andrés. Algunos habían llegado al tiempo que
el propio jesuita, atraídos por la eclosión de una antigüedad en
triunfo, como el joven arqueólogo danés y miembro de la maso-
nería Frierich Münter, al que Andrés conoció personalmente, y
que le confesó que había acudido a Roma a la búsqueda de
códices griegos y latinos, lo que, al parecer, no dio los frutos
esperados, si atendemos a lo escrito por Goethe en diciembre
de 1786 sobre la experiencia romana de Münter: «Está descon-
tento con los italianos, que no han prestado demasiada atención
a las importantes cartas de recomendación que llevaba consigo
y que debían servirle para acceder a algunos archivos y biblio-
tecas privadas; de modo que no le ha sido posible cumplir sus
deseos por completo»4^.
Allí estaban los españoles pensionados por el Rey y por la
Academia de San Fernando. Algunos contactaron con Andrés,
como el alicantino Carlos Espinosa Moya, hijo del también pin-
tor Agustín Espinosa, quien, después de su matrícula en la Aca-
demia de San Fernando en 1773, había sido pensionado por
Carlos III, o como José Juan Camarón y Meliá, hijo de José
Camarón Bonanat, también pintor, pensionado en Roma desde
1779 y que, a su regreso, sería nombrado Académico de San

tas recuperaron la dirección del Colegio. Calandrelli fallecería en 1827 a los seten-
ta y seis años de edad, en Ricardo GARCÍA VILLOSLADA: Op. cit., p. 188.
437. Memoria irostatica prcsentata a monsignor Passionei, segretarío della Sagra Con-
gregazione delle Acqnc, Roma, 1783, y Discurso sulla replezione e deplezione de
laghi o ricettacoli, Roma, 1786.
438. J. W. GOETHE: Viaje..., p. 168. Friedrich Münter (1761-1830) dejó un libro de
impresiones de su viaje a Sicilia: Viaggio in Sicilia, versión italiana de Francesco
Peranni, Palermo, 1990, 2 vols.
152 E N R I Q U E G I M E N ir/ L Ó P K /

Carlos de Valencia, director de pintura de la Real Fábrica de


Porcelana y, posteriormente, académico de San Fernando. Pero
también era frecuente encontrar jóvenes pensionados de otras
nacionalidades. Colbert había creado en 1666 la Académie de
France439, en donde se había formado el pintor David, quien,
como hemos indicado, había conmocionado Roma con su Ser-
ment des Horaces.
Del importante núcleo de pintores alemanes residente en
Roma, Andrés mencionó a Cristoph Unterberger, Wilhelm
Tischbein y Jakop Hackert. Unterberger, al que Andrés conoció
personalmente, era compañero de Antón Marón, yerno de
Mengs, y ambos colaboraron en la decoración de algunas salas
de Villa Borghese440. El austríaco Tischbein fue gran amigo de
Goethe, al que retrató, y miembro de la masonería. Residía en
Roma desde 1782, donde dirigía una academia privada muy
renombrada441. El prusiano Hackert, considerado el fundador
del paisajismo alemán, se asentó en Roma en 1768 tras visitar
Paestum y Herculano442, y fue visitado por Goethe en Ñapóles
cuando éste visitó la ciudad en febrero de 1787443.
También fueron citados los suizos Jacques Sablet y la famo-
sísima Angélica Kauffmann. Sablet pertenecía a una familia de

439. Pierre PIÑÓN y AMPRIMOZ, Francois-Xavier: Les ciwois cíe Rome, 1778-196S.
Roma, Ecole francaise de Roma, 1988.
440. Cinara FELICETTI (ed.): Cristoforo Unterberger: un pintore fiemmcse neU'Eu-
ropa del Settccento, Roma, Edizioni De Lúea, 1998.
441. Hermann MILDENBERGER: Joliann Heinrich Wilhelm Tischbein: Goethea
Maler uncí Fretind, Neumüster, K. Wachholtxz, 1986.
442. Giuliano BRIGANTI: «Paestum and View Painting in the Eighteenth Century», en
Joselita RASPI SERRA (ed.), Paestum an the Doric Revival, 1750-1830, Floren-
cia, Centro Di, 1986, pp. 56-58.
443. «Hoy hemos visitado al famoso paisajista Hackert, quien goza de los favores del rey
y de la reina. Le han dispuesto un ala del palacio de Francavilla, que ha mandado
amueblar con gusto de artista y donde reside satisfecho. Es un hombre muy deci-
dido, inteligente, que sabe gozar de la vida en medio de su incesante labor», en J.
W. GOETHE: Viaje..., p. 207, y Giuseppe VÍSALE: Johann Wolfgang CoetLte e
Jacob Plülipp Hackert, San Severo, Gerni, 1996.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 153

Laussana de pintores, diseñadores y grabadores, pero con


Kauffmann, según Andrés, «el honor del sexo femenil entra en
la gloria de la pintura». Andrés, que no pudo conocerla perso-
nalmente por encontrarse entonces en Ñapóles, donde sí pudo
visitarla Goethe444, la consideraba la pintora de las gracias.
Se podían encontrar pintores británicos, como el escocés
Jacop Moore, que contaba con la protección de Marcantonio
Borghese, y que se especializó indistintamente en paisajes con
puesta de sol y ninfas, y en auroras con la presencia de Flora en
su carro, y Durnow, un pintor interesado en tipos de la Edad
Media. Otros pintores italianos eran citados por Andrés en su
relación por haber oído que eran buenos, pero sin poder emitir
sobre ellos un juicio personal, como Domenico Com, que tam-
bién trabajaba de restaurador de pinturas antiguas, o Tomaso
Conca. Pero el gran pintor residente en Roma era para Andrés,
sin duda alguna, Pompeo Batoni. «Príncipe de los pintores de
Roma», el segundo pintor del siglo para Andrés, pues Mengs
ocupaba absolutamente sus preferencias; pero muerto éste, era
Batoni el que se situaba en el lugar de mayor privilegio entre los
vivos. Era, a mucha distancia, el pintor más caro de Roma,
donde se había establecido en 1728 procedente de su Lucca

444. Goethe coincidió con ella en marzo cíe 1737 durante su viaje a Ñapóles: «Angeli-
ka ha empezado a pintar un cuadro basado en mi Ifigcnia, la idea es muy feliz y la
ejecuta a la perfección ( . . . ) También aquí es apreciable la finura de sus senti-
mientos, y cómo Angelika sabe hacer suyo cuanto pertenece a su oíicio», en J. W.
GOETHE: Viaje..., p. 226, y fue mencionada por Moratín en su visita al Palacio
de Casería: «Hay muchos cuadros repartidos por las habitaciones de la familia Real
(...) Hay uno muy grande, obra de Angélica Kauffman, en que representó del
tamaño natural al Rey, a la Reina y todos sus hijos», en L. FERNÁNDEZ DE
MORATÍN: Viage..., pp. 241-242. Sobre Kauffmann: Adeline HARTCUP: Ange-
lica, tlie portrait of an eiglitcentli-ccntunj art, London, W. Heinemann, 1954, y
Oscar SANDNER (eel): Angelika Kauffman e Roma, Roma, De Lucca, 1998.
Casada con el pintor veneciano Antonio Zucchi, fue enterrada, junto a su marido,
en la iglesia romana de S. Andrea clelle Fratte en 1807, siguiendo sus deseos: «cosí
tanto altri noti ed ignoti la cui memoria rimase nella citta che li aveva attirati da lon-
tano per la loro vocazione di artisti, trattenendoli oltre la morte», en Carlo CES-
CIII: Op. cí£.,p. 76.
154 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/

natal. Tenía abierta una de las Academias más célebres de la ciu-


dad, y dos años antes de la llegada de Andrés había realizado un
retrato de José II acompañado de su hermano el Gran Duque
de Toscana, que se conserva en el Kunsthistorisches Museum
de Viena445.
Si Pompeo Batoni y David eran los pintores que domina-
ban la pintura romana, en escultura era Antonio Canova la figu-
ra que estaba a un paso de su definitiva confirmación. Canova
había llegado a Roma en diciembre de 1780 con poco más de 23
años como pensionado, y fue allí donde se convirtió a las ideas
que propugnaban que en la imitación de los modelos de la anti-
güedad se encontraba el progreso del arte446. Como ha señala-
do Giulio Cario Argan, Canova no representaba figuras en sus
esculturas, sino que las transformaba en esencia al sublimar-
las44 '. Informaba Andrés que se hallaba trabajando en el sepul-
cro de Clemente XIV para la iglesia romana de Santi Apostoli,
un monumento funerario que vendría a suponer en escultura lo
que había sido el Sennent des Horaces de David en pintura: el
triunfo absoluto e indiscutible del gusto por la antigüedad448, lo

445. Sobre Batoni vid. Anthony M. CLARK: «Batonis Professional Career and Style»,
en Henry A. MILLÓN (ed.): Studies in Italian Art and Architecture. Fifteenth
though Eighteenth Centuries, Cambridge, Maas. and London, 1980, pp. 323-337
y Lorenza COCCHETI: «Pompeo Batoni e il neoclassicismo a Roma», en Com-
mentari 4 (1952), pp. 274-289. El propio Clark publicó el catálogo de sus obras:
Pompeo Batoni: a complete catalogue of his works with an introductory text, New
York, New York University Press, 1985.
446. Rosario ASSUNTO: Op. cit., pp. 26-32.
447. Para Canova la «forma plástica non representa la figura, ma la sublima, ne trasfor-
ma l'essenza. Non le crea interno una diversa dimensione di spazio, un alone pros-
pettico; la cala e l'isola nello spazio reale e, isolandola, la idelalizza», en Ginlio
Cario ARGAN: Dal Bramante al Canova, Roma, 1970, p. 475.
448. Otra referencia de Andrés en escultura va en esa misma dirección. Decía Andrés
que en escultura había oído que un tal Monti había logrado grandes elogios de los
Académicos de San Lucas. El tema que había desarrollado estaba en sintonía plena
con el gusto del momento: «hizo la estatua de una Ninfa con tal primorc/ue los Aca-
démicos de San Lucas la tuvieron por copia de alguna estatua griega».
ESTUDIO INTRODUCTORIO 155

que Winckelmann llamaba la «noble simplicidad» clásica en el


diseño de la muerte, lo sublime por excelencia.
Las artes decorativas también participaban de esta exalta-
ción del mundo antiguo, especialmente el grabado. Andrés
mencionaba a Pichler del Tirol, en realidad Johann Pichler, el
más famoso grabador de piedras preciosas de Europa, nacido en
Ñapóles, aunque su padre fuera un grabador alemán449. Cuan-
do Andrés escribía su carta, Pichler estaba grabando sus más
famosos camafeos, que imitaban o copiaban piezas de la anti-
güedad450. Pero, siendo el más grande, Pichler no era el único:
Andrés citaba a Giuseppe Cades, que pronto ingresaría en la
Academia de San Lucas y que la acabaría presidiendo en
1795451, a Giovanni Wetter, y al inglés Nathaniel Marchant, con-
siderado por Haskell y Penny como «el más grande grabador de
piedras preciosas inglés», especializado, durante su estancia en
Roma, en la exportación de vaciados de escayola a Inglaterra y
en la reproducción de estatuas antiguas sobre gemas452.
Grabadores como Giovanni Volpato, Domenico Cunego y
Raffaelo Morghen fueron los otros grandes difusores por Europa
del tesoro de la antigüedad romana en sus láminas. Los tres eran
recordados por Andrés, haciéndoles un sitio «en el trono de las
artes y el emporio del buen gusto» en que se había convertido
Roma. En el mismo año en que Andrés escribe sus cartas desde
Roma, Volpato, amigo de Canova y de Angélica Kauffmann,

449. Sobre la actividad de los orfebres y grabadores en los pontificados de Pío VI y Pío
VII, vid. Alvar GONZÁLEZ-PALACIOS: «I maní del Piranesi-Valadier padre e
figlio», en Nuove idee e miova arte nel 700 italiano, Roma, Accademia Nazionale
dei Lincei, 1977, pp. 47-61.
450. L. HAUTECOUER: Op. at., pp. 217-221.
451. Cades trabajó en la decoración de Villa Borghese bajo la dirección del arquitecto
Antonio Asprucci; académico de San Lúea desde 1786, que más tarde, en 1795,
llegó a presidir. Como pintor dio muestras de su eclecticismo pictórico en sus cua-
dros «San Giuseppe da Copertino», en los Santos Apóstoles, y «Beati dell'ordini dei
Minimi» en San Andrea delle Frate, vid. Maria Teresa CARACCIOLO: Giuseppe
Cades, 1750-1799, ct la Rome de son temps, París, Arthena, 1992.
452. Francis HASKELL y Nicholas PENNY: El gusto..., p. 113.
156 E N R I Q U E G I M F . N I Í / LÓPF-;/

había abierto un alfar en la Via Prudenziana con la intención de


obtener piezas de cerámica imitando en miniatura esculturas
clásicas453, y Morghen reproducía en grabado454 las piezas extraí-
das de Herculano, extendiendo así la afición por el mundo clá-
sico más allá de las fronteras de Italia.
De las instituciones educativas romanas, una interesó
especialmente a Andrés. Se trataba de la escuela de sordomu-
dos creada un año antes, en 1784, por el sacerdote Tommaso Sil-
vestri. La iniciativa tenía gran interés para el jesuita valenciano,
que llegaría a publicar en italiano, y en 1793, un texto sobre el
tema, Delle origine e delle vicende deU'arte d'imegnar a parla-
re ai sordi muti455. Silvestri había sido enviado a París en 1783
por el abogado consistorial Pasquale di Pietro con el propósito
de aprender la técnica de enseñanza del abate Charles Michel
de l'Epée, basada en un lenguaje de signos. Este método, por el
que estaba muy interesado Andrés, consistía en desarrollar un
lenguaje de signos convencionales precisos mediante los cuales
los alumnos pudieran aprender a leer y escribir. La escuela de
l'Epée había comenzado a funcionar en 1770, y su libro, Insti-
tution des sourds et muets456, recopilaba multitud de ejercicios
que se podían realizar con los alumnos sordomudos, contribu-
yendo de este modo a popularizar el método45'. En la escuela
romana se aplicaba el método francés pero con algunas modi-

453. Hugh HONOUR: «Statuettes after the Antique. Volpatos Roman Porcelain Fac-
tory», en Apollo 63 (1967), pp. 371-373, Giorgio MARINI (eel.): Giovanni Volpa-
to, 1735-1803, Bassano del Grappa 1988.
454. Moratín lo consideraba el unís importante grabador romano: «El grabado es una
de las artes que inás florecen en esta ciudad: ¿quién ignora el mérito de Morg-
hen?», en L. FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Viagc..., p. 585, pero Stendhal
dudaba de su habilidad para el dibujo: «no sabe dibujar», en STENDHAL:
Paseos por Roma, p. 402.
455. Delia origine e delle vicende dell'arte d'insegnar a parlare ai sordi inníi, Viena,
1793, que sería traducido por su hermano Carlos y publicado en Madrid por el
impresor Sancha en 1794.
456. Charles Michel de L'EPÉE: Institution.? des sourds et mncts, París, Butard, 1774.
457. Hay edición reciente con el título La veritable maniere (¡'instruiré les sourds et
mitcts, confirmee par une longne experience, París, Fayard, 1984.
ESTUDIO INTRODUCTOHio 157

ficaciones, ya que se combinaba el lenguaje de signos creado


por l'Epée con el método oral4'58.
Andrés asistió en dos ocasiones a la escuela, y pudo com-
probar personalmente los avances que el abate Silvestri lograba
con su método pues, al igual que su maestro l'Epée, acostum-
braba a realizar demostraciones públicas para mejor difundir su
sistema pedagógico459. Andrés defendía que el lenguaje de sig-
nos, o alfabeto manual, se debía al monje benedictino español
del Quinientos Fray Pedro Ponce, y que fue expuesto de mane-
ra más completa por Juan Pablo Bonet en su libro Reducción de
las letras y arte para enseñar a los mudos. Con esta reivindica-
ción de lo español, tan propia de los jesuítas exiliados, Andrés
quería salir al paso de quienes propagaban que la pedagogía de
los sordomudos era invención del francés l'Epée.
Sobre el resto de los centros culturales romanos, Andrés
mencionó únicamente las Academias privadas a las que asistió,
casi siempre en compañía de Antonio Eximeno, y las consideró
más como tertulias que como centros de creación científica o
literaria: «si no sirven de mucho para los progresos de las cien-
cias, son ciertamente útiles para conservar la cultura de la ciu-
dad» . A la Arcadia, Academia fundamentalmente poética460, le
dedicó más espacio, y asistió a una de sus funciones en el bos-
quecillo próximo a San Pietro in Montorio, describiendo sucin-
tamente el acto como simple espectador, sin protagonismo
alguno, a diferencia de Goethe, quien, a fines de 1787, fue invi-
tado a ingresar en la Academia narrando su experiencia y repro-
duciendo el diploma que recibió como recuerdo461. Para Andrés

45S. María Cristina CASELLI, Simonetta MARAGNA et alii: Lingguagio e sordita: paro-
le e seguí per l'edncazione cid sorcli, Firenze, La Nuova Italia, 1994, pp. 31 y ss.
459. Este tipo de demostraciones están descritas en el libro de Harían LANE: When the
minds hears: a history oftlie deaf, New York, Vintage Books, 1989.
460. Sobre la Accademia degli Arcad i, vid. Rainieri SCHIPPIS: «L'Arcadia», en Lctte-
ratnra italiana. Le correnti, Milano, 1956, pp. 505-556.
461. En el diploma que recibió podía leerse: «in segno dell' altissima stima, che fa la
nostra Pastorale Letteraria Repnbblica de'chiari e nobili ingegni e perpetua
158 E N R I Q U E G I M É N E Z LOPE/

no fue más que un espectáculo «que me divirtió por la nove-


dad», y por la coincidencia de estar sentado casualmente junto
al «célebre» almirante francés Pierre Andre Suffren, conocido
como el «Almirante Satán» por sus éxitos militares frente a
Inglaterra en el índico en la campaña de 1781-1783462.
La Universidad de la Sapienza sólo fue objeto de un breví-
simo comentario: «bella fábrica, muchos maestros y una buena
imprenta, que es la que quería reimprimir mi obra». Podía haber
merecido mayor atención, no sólo por su imprenta, creada en
1715, y que también era la de la Curia pontificia, sino porque con
Pío VI la vieja Universidad vivía una cierta renovación, ya que se
habían creado las cátedras de Obstetricia y Cirugía en la Facul-
tad de Medicina, y el rector Costantini había elaborado un nuevo
plan de estudios, aunque poniendo más énfasis en la fijación del
número de profesores en cada facultad que en renovar los con-
tenidos de la enseñanza463. Otros centros docentes eran mencio-
nados únicamente para dar fe de su existencia. Se trataba de
centros dedicados a la educación de la nobleza: el Colegio Naza-
reno, dirigido por los Escolapios y fundado en 1618 por el car-
denal Tonti; el Colegio Clementine, fundado en 1596 por
Clemente VIII y encomendado a los padres de la Compañía de
los Siervos de los Pobres, conocidos como Padres Somascos464; y
los específicos para alemanes, ingleses y de otras nacionalidades.
Toda esa exaltación del mundo clásico romano, en perjui-
cio de la Roma barroca, es una constante en la obra de Andrés,
y muy habitual de encontrar en los viajeros de la época, intere-
sados más por la Roma imperial que por la pontificia, y para

memoria». Se indicaba que le fue dado «dentro il Bosco Parrasio». Cfr. J. W.


GOETHE: Op. cit., pp. 512-517.
462. Claude DES PRESLER: Suffren dans l'Océan Indien (1781-1783), París, Econó-
mica, 1999.
463. María Rosa DI SIMONE: La «Sapienza» romana riel Settecento. Organizzazione
universitaria e insegnemento di diritto, Roma, Edizioni dell'Ateneo, 1980.
464. Luigi ZAMBARELLI: // nobili pontificio collegia Clementina di Rama, Roma,
Instituto gráfico libertino, 1936.
ESTUDIO INTRODUCTORIO 159

quienes la antigüedad no era el pasado, sino lo nuevo. Como ha


señalado Hautecouer, son momentos en que «los muertos resu-
citan, y Europa entera se presenta en Roma para contemplar el
milagro»4®*, o como Goethe, que afirmaba, en su viaje a Italia en
esos mismos días en que escribía Andrés, «nacer otra vez» ante
una tierra que ofrecía sus tesoros.
Silenciar las extravagancias y perversiones del Barroco, y
potenciar y difundir la armonía útil y simple que presentaban los
modelos históricos fue la principal misión de Andrés al narrar sus
eruditos paseos por Roma. No había que contemplar Roma úni-
camente con los ojos, capaces de distinguir tan sólo la belleza
individual de cada uno de los miles de tesoros que la ciudad
guardaba en sus calles, bibliotecas y museos466, sino interpretar-
la como idea metafísica, lección sublime y permanente del mora-
lismo clásico, y canalizar el entusiasmo en estudio erudito y en
experiencia intelectual. Seguía en ello la estela de Winckel-
mann467, para quien la educación del espíritu en la austeridad de
las sublimes formas antiguas era el placer más noble y duradero.

Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ


Alicante, mayo de 2004

465. L. HAUTECOUER: Rome et la renaissance de l'Antiqmté a la fin da XV7/7 sicclc,


París, Fontemoing, 1912, p. 111.
466. «No es posible escribir las infinitas cosas que en cada uno de estos ramos he pro-
curado ver», escribía Andrés en el inicio de su Carta VI, la primera dedicada a
Roma, para terminar su recorrido, al final de la Carta XI, con esta conclusión: «no
se puede decir si es mayor el gusto, o el provecho, el placer, o la instrucción que
se logra en aquella singular y única ciudad».
467. Winckelmann afirmaba que «la imitación de lo bello en la naturaleza, o bien trata
de un asunto único, o bien reúne los rasgos de diversos objetos particulares, y los
presenta en una unidad». Ese segundo supuesto «es el camino hacia lo bello uni-
versal y sus imágenes ideales». El arte antiguo ofrecía «la suma de lo que está dis-
perso en la totalidad de la naturaleza», y «mediante la ayuda de las formas sensibles
constantemente ante sus ojos, se convertirá en una regla para sí mismo», en J. J.
WINCKELMANN: Reflexiones sobre..., pp. 28-30.
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Esta edición

La presente edición se basa en el texto publicado en 1796 por


Carlos Andrés, hermano del autor, en la imprenta madrileña de
Antonio de Sancha. Hemos seleccionado las primeras once
entregas de las Cartas Familiares, que corresponden a sus
impresiones sobre Ferrara, Bolonia, Florencia y Roma. En el
original, estas noticias del viaje que hizo a varias ciudades de
Italia ocupan todo el primer volumen y parte del segundo, pues
la página 78 del segundo tomo corresponde a la Carta XII, ini-
ciándose con ella las correspondientes a Ñapóles que serán
objeto de una posterior edición, junto a las relativas a su viaje a
Venecia, Padua, Verona y Mantua en 1788, dejando para un ter-
cer volumen las que narran su recorrido erudito en 1791 por
Parma, Milán, Turin y Genova.
Se ha procurado actualizar la grafía y la acentuación, y se
han corregido los errores detectados en la toponimia y en la
onomástica, pero sólo se ha indicado en nota cuando se trata de
un error del autor y no de un descuido evidente del impresor.
Se han conservado las escasas notas —nueve en total— incor-
poradas al texto por Carlos Andrés, haciéndolo constar siempre
como «nota del editor Carlos Andrés». Para comodidad del lec-
tor hemos incorporado como epígrafes en cada Carta los inclui-
dos por Carlos Andrés en el índice de las cosas más notables que
contienen estas Cartas, y que se halla al final del tomo II.
La naturaleza de la obra de Andrés ha hecho inevitable la
incorporación de un gran número de notas, imprescindibles
para comprender el significado de la referencia o la fijación de
162 E N in Q U E G I M E N E y. L O P E /

la obra o del personaje citado, muchos de ellos contemporá-


neos del jesuíta, o editadas en su tiempo. Se ha procurado tam-
bién relacionar sus valoraciones y juicios con las que se hallan en
su monumental obra Origen, progresos ij estado actual de toda
la literatura, que hemos citado siempre por la edición dirigida
por Pedro Aullón de Haro, al considerarla más asequible y
haber incorporado en su volumen VI las adiciones efectuadas
por Andrés en la edición de Roma de 1808-1817.
Deseo dejar constancia, por último, de la eficaz ayuda
prestada por el Servicio de Préstamo Interbibliotecario de la
Universidad de Alicante, y, la colaboración inestimable y pacien-
te de mis colegas y amigas Marta Diez Sánchez, Inmaculada
Fernández Arrillaga y Elena Gallego Moya.
Obras citadas en esta edición
posteriores a 1817
ABBRI, Ferdinando: Le ierre, l'acqua, le arie. La rivoluzione chimica
del Settecento, Bologna, 11 Malino, 1984.
ABBRI, Ferdinando: «La Chimica in Toscana da Fontana a Gazzeri»,
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Juan Andrés Morell

CARTAS FAMILIARES I

Bolonia, Florencia, Roma


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CARTA I
Mantua, 16 de mayo de 1786

RAZONES QUE TIENE EL AUTOR PARA QUE NO SE PUBLIQUEN ESTAS


CARTAS
Querido Carlos: ¿Conque quieres absolutamente dar a la
imprenta las cartas de mi viaje? Mira bien lo que haces. Tú
sabes que no las he escrito para el público, sí sólo para ti, y los
parientes y amigos como me las pediste. Para dar al público la
relación de mi viaje debía haber yo tenido esta mira antes de
emprenderlo; hubiera observado en él varias cosas que no
teniéndola he pasado por alto; hubiera puesto más atención en
las mismas que observaba, y hubiera notado y apuntado cuanto
creyese que pudiera ser de alguna instrucción, o de algún gusto
del público para quien había de escribir. Pero después de hecho
ya el viaje, que fue cuando tú me pediste que te escribiese de él
con alguna extensión, nada de esto podía hacer, y debía conten-
tarme con lo que me podía venir a la memoria sin pensar en
hacer una exacta y cumplida relación. Y si tú entonces me hubie-
ras pedido cartas de mi viaje para darlas al público, me hubiera
negado a tus instancias, y hubiera temido más el deshonor que
me podía resultar de publicar una relación sobrado superficial,
que el disgusto de no condescender con tus deseos poco medi-
dos. Pero como sólo pedías noticias de mi viaje para ti, y los
parientes y amigos, creí poder satisfacer tu afecto, y el de los
otros que las deseaban, sin perjuicio de mi reputación. Mis ocu-
paciones no permitían que me mirase mucho en escribir tales
cartas; y te las he ido escribiendo correo por correo, sin más
194 J U A N A N D R É S M o u F. L L

orden ni método que el que me iba ocurriendo en el acto de


escribir; sin consultar libro alguno para ilustrar con tan cual eru-
dición las mismas cosas que te contaba; sin la menor lima en el
estilo, en lo que necesitaba poner mucho cuidado escribiendo en
una lengua que después de tanto tiempo casi se me ha hecho
extranjera; en suma, sin ninguno de aquellos adornos que pue-
den hacer deleitable, y aun útil la relación de un viaje. Tu afecto
y el de los parientes y amigos disimularán estos defectos, pero el
público, que mirará con indiferencia al autor, ¿por qué ha de
disimularlos? Y si esto es por lo que falta a mis cartas, tal vez
deberás tener aún más reparo por lo que les sobra. En ellas te
hablé siempre de mí y de mis cosas, lo que a ti el afecto fraterno
te lo habrá hecho leer con gusto; pero los sujetos desapasionados
¿qué gusto pueden encontrar en leer que uno me haya visitado,
que otro me haya convidado y otras frialdades semejantes?
Quam multa joca, dice Cicerón, solent esse in epistolis quae pro-
lata si sint, inepta esse videantur1? ¿No podrán parecer inepcias
varias frivolas menudencias que te he escrito? Y ¿qué importa a
los lectores que yo en Ñapóles haya estado alojado aquí o allí, ni
que haya comido y cenado en esta o en la otra parte? Tú y los
amigos teníais más curiosidad de las noticias de mi persona que
de las cosas que había visto; el público desea saber las cosas, y
poco le debe importar mi persona. Con todo, si tú y los amigos
juzgáis que el público podrá leer mis cartas con algún gusto, ésta
será para mí la más suave lisonja, pues me hace pensar que no
soy una persona tan indiferente a nuestra nación como creía, y
que la debo el aprecio que conozco no merezco, de tomarse
algún interés en mis cosas. Yo me pongo en tus manos; mis car-
tas después de escritas ya no son mías sino tuyas, y tuya será la
culpa si sin mérito suyo las publicas; gobiérnate por tu pruden-
cia, y haz lo que mejor juzgues sin deshonor tuyo ni mío.

1. CIC. Phil. 2, 7: qnain multa ¡oca solent esse in epistiilis (¡uae, prolata si sint, inep-
ta videantur [¡cuántas bromas suele haber en una carta, que, si se hicieran públi-
cas, parecerían necedades!].
Y Y T T T T t

Lo que quieres que añada, de noticias del mérito literario


de nuestros españoles que hay en las ciudades de Italia por
donde he pasado, es cosa más difícil de lo que piensas, ya por-
que, habiendo concluido estas cartas, cualquier añadidura y
cualquier retoque se me hace muy pesado; como también por-
que la misma razón que me hizo callar sobre esto desde el prin-
cipio me hace difícil el escribirte ahora. Son tantos los españoles
de mérito que me es casi imposible nombrártelos sin pasar por
alto algunos de ellos. Hace tiempo que te envié un catálogo de
los que aquí habían impreso alguna cosa, y aunque, si mal no me
acuerdo, se contaban unos 60, no estaban ciertamente com-
prendidos todos, y después acá han salido a luz otros varios:
¿cómo, pues, podría yo hablarte en una carta de 60 y más suje-
tos, y no hacerte una lista pesada y enfadosa? Es verdad que no
todos los 60 están en las ciudades por donde yo he pasado en mi
viaje; pero en éstas ¿cuántos otros hay de mucho mérito que no
han impreso cosa alguna, y que por lo mismo de no ser tan cono-
cidos por la imprenta debía con más razón hablar de ellos? Sólo
en Ferrara las circunstancias han traído que te nombrase a
Gallissá2, uno de los sujetos de más vasta erudición, fino juicio
y buen gusto que yo conozco, y a Pía3, muy versado en las len-
guas Griega, Hebrea, Arábiga y otras exóticas, y en varia erudi-
ción oriental; ¿pero cuántos, fuera de éstos, no te podría

2. Luciano Gallissá i Costa (1731-1811). Había sido sacerdote del Colegio de Urgel.
Natural de Vic, ingresó en la Compañía el 3 de septiembre de 1746 y profesó el 2
de febrero de 1765. Embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «Nues-
tra Señora del Buen Viaje», se secularizó el 22 de junio de 1768. Residió en Ferra-
ra. Sobre su labor como bibliotecario en Italia, vid. M. BATLLORI: «El problema
de la visión de las ciencias en el siglo XVIII. Actitud de Luciano Gallissá, exiliado
en Ferrara», en Carmen IGLESIAS (ed.): Historia ij pensamiento. Homenaje a
Luis Diez del Corral, Madrid, Eudema, 1987, vol. I, pp. 99-117.
3. Joaquín Pía (1745-1817). Estudiante del Colegio de Urgel. Natural de Aldover,
cerca de Tortosa, era jesuíta desde el 31 de marzo de 1761. Cursó la Filosofía en
Gerona entre 1763 y 1766 como alumno del P. Miguel Gerenés. Embarcado en
Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «Nuestra Señora del Buen Viaje», pasó a
residir en Ferrara. Vid en nota 58 su labor como vicebibliotecario de Gallissá.
a JUANDERS MORELL

nombrar, o sujetos dignos de ser alabados?, ¿cómo he de poder


distinguir particularmente los que se han de nombrar y los que
han de quedar sepultados en el olvido con la turba de los ocio-
sos? Sólo te diré que pasando por Ferrara, Bolonia y Roma me
daban compasión tantos hombres de talento y de saber, capaces
de ilustrar unos las matemáticas, otros otras ciencias naturales,
otros las lenguas muertas, otros las buenas letras, viéndolos des-
tituidos de la comodidad y auxilios necesarios para cultivar sus
estudios, y sin poder dar a nuestra nación el honor que cierta-
mente le acarrearían con sus luces si tuvieran mayores propor-
ciones. Pero no obstante tú quieres que escriba alguna cosa a lo
menos de los que más he tratado, habiendo ahí causado nove-
dad el que nombrando tantos italianos, y algunos cíe ellos no de
mucho mérito, quiera aposta no hacer mención de tantos espa-
ñoles que le tienen ciertamente mayor. Condescenderé tam-
bién en esto con tus instancias, y te nombraré algunos al paso
que me ocurran.

ALGUNA NOTICIA DE LOS ESPAÑOLES QUE TRATÓ EN FERRARA


Creo haberte ya escrito que en Ferrara estuve, como acostum-
bro hacerlo siempre que voy a aquella ciudad, en compañía de
Don Antonio Conca4, el cual forma los extractos de las obras

4. Antonio Conca (1746-1820). Estudiante del Colegio de San Pablo de Valencia.


Natural de Onteniente, ingresó en la Compañía el 18 de octubre de 1760. Cursó
Filosofía en Gerona entre 1763 y 1766, donde fue alumno del P. Miguel Gerenés.
En el exilio italiano fijó su residencia en Ferrara. En 1781 figura entre los «signo-
ri associati» de la Idea dcll'Universo de Lorenzo Hervás, en Pierangelo BELLE-
TINI: «Tipografi romagnoli ed ex gesuiti spagnoli negli ultimi decenni del
Settecento», en Lorenzo BALDACCHINI y Anna MANFRON (eds.): // libro in
Romagna. Produzionc, commcrcio c consumo dalla fine del secólo all'etá contem-
poránea, Firenze, Leo S. Olschki, 1998, pp. 557-657. Tradujo al italiano el «Dis-
curso sobre el fomento de la industria popular» de Campomanes, por lo que le fue
concedida pensión doble en mayo de 1788. Autor de Descrízionc odeporíca della
Spagna, Parma, 1793-1797. Residente en Genova en marzo de 1814, en A. II. N.
Estado, leg. 3.518; viajó de Genova a España en 1798, y murió en Valencia en 1820.
Vid. Miguel BATLLORI: La cultura hispanoitaliana de los jesuítas expulsos,
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 197

españolas que se publican en el papel periódico de Novelle let-


terarie de Florencia. Allí, como te he escrito, traté mucho con
Gallissá y con Pía, bibliotecarios, con Aymerich5, que imprimió
ahí varias obras, y aquí también otras; con Larraz6, que fue Cate-
drático de elocuencia en la Universidad de Cervera, y dio a luz
varias cosas en castellano, latín, griego y hebreo; con Requeno7,

Madrid, 1966, pp. 547-572, y también José Eugenio URIARTE y Mariano LECI-
NA: Biblioteca de escritores de la Compañía de jesús pertenecientes a la antigua
Asistencia de España desde sus orígenes hasta el año 1773, Madrid, Gráfica Uni-
versal, 1925-1930, tomo II, p. 276.
5. Mateo Aymerich S.I. (1715-1799). Había nacido en Bordils (Gerona) e ingresado
en la Compañía de Jesús el 22 de septiembre de 1733. Fue rector de los Colegios
de Barcelona, Cervera y Gandía. En abril de 1767 fue embarcado en Cartagena a
bordo de la Urca holandesa «Teodoro» hacia el exilio. Murió en Ferrara. Según el
diarista Luengo, estaba encargado de recopilar las obras de los jesuítas en el exilio
italiano, vid. Manuel LUENGO: Diario, vol. XVIII, f. 110.
6. Blas Larraz S.I. (1721-1796). Natural de Zaragoza, ingresó en la Compañía de
Jesús el 19 de junio de 1735. Era profesor de la Universidad de Cervera cuando la
expulsión, y fue embarcado en Salón el 1 de mayo de 1767 a bordo de la Saetía
«Nuestra Señora de la Cinta». Sobre su testimonio de la expulsión, vid. Josep
BENÍTEZ I RIERA: «La historia deis jesu'ítes de la "Provincia d'Aragó" desterrats
d'Espanya per Caries III, escrita peí Pare B. Larraz», en Anuari 1992-93 de la Soc.
d'Estudis d'Históría Eclesiástica Moderna i Contcmporánia de Catalunya, Tarra-
gona, 1997, pp. 243-279.
7. Vicente Requeno y Vives S.I. (1743-1811). Natural de Calatracho, ingresó en la
Compañía de Jesús el 2 de septiembre de 1757. Era estudiante del Colegio de
Zaragoza cuando la expulsión, y fue embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en
la Saetía «Nuestra Señora del Buen Viaje». Calificado por Batllori de «inqueto y
pintoresco curioso», se decía descubridor de la «quirotipografía» o impresión a
mano, a la que debe referirse Andrés en el texto, y que Requeno examinó en lo
referente a su utilización por los romanos. Vid. Miguel BATLLORI: La cultura...,
p. 32. También Requeno hizo incursiones sobre la música de los griegos. Según
Andrés, «Requeno creyó poderla iluminar aún más y hacerla más sensible, procu-
rando no formular proposiciones que no estuvieran apoyadas en la autoridad de los
armonistas griegos y confirmada por sus experimentos. Para ello hizo construir el
instrumento canon, usado por los antiguos, y con él fue comprobando lo que creía
que habían enseñado los antiguos, y nos dio dos ensayos, uno histórico y otro prác-
tico, Sobre el restablecimiento del arte armónico de los griegos, y prometió otros
que las circunstancias de la época no le permitieron concluir», en Juan ANDRÉS:
Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, edición dirigida por Pedro
Aullón de Haro, Verbum Editorial, Valencia, 1997-2001, vol. VI, p. 805.
198 J U A N A N D R É S Mo u ELL

que ahora está en Bolonia, tan famoso por la pintura al encaus-


to que ha renovado; con Montengón8, autor de unas sátiras lati-
nas, de las Odas castellanas impresas aquí, y del Eusebia, que
está ahora imprimiendo ahí; con Campcerver9, conocido ya ahí
por un Amaltheum prosodicum10, una oración griega y algunas
otras cosillas, y aquí por la Cosmografía que ha impreso en ita-
liano11, y si tuviera medios para ello imprimiría un diccionario
de matemáticas en latín12; con Quirós13, lleno de jurisprudencia
y ciencia legal, y de varia erudición antigua y moderna; con dos
hermanos Montones14, versados en las matemáticas y en varia

8. Pedro Montengón (1745-1824). Nacido en Alicante, era estudiante del Colegio de


Onteniente en 1767. Embarcado en Salón el 1 de mayo de 1767 en la Saetía
«Nuestra Señora de la Concepción», se secularizó en 1769, dedicándose a la lite-
ratura. Murió en Ñapóles en 1824. Sobre Montengón, vid. Guillermo CARNERO
(ed.): Estudios sobre Pedro Montengón, Alicante, CAPA, 1991, y su edición de El
Rodrigo, Madrid, Cátedra, 2002.
9. Ignacio Campcerver S.I. (1722-1798). Nacido en Manresa ingresó en la Compa-
ñía de Jesús en 1738. Fue profesor en los Colegios de Gerona, Barcelona y Cala-
tayud, falleciendo en Ferrara. Vid. José Eugenio de URIARTE y Mariano
LECINA: Biblioteca..., parte I, tomo II, pp. 77-79.
10. La obra de Campcerver Amaltheum prosodicum, sive Brevis et accurata syllaba-
nim prosodia fue publicada en Gerona en la imprenta de Antonio Oliva en 1758.
11. Cosmografía Fisico-Storíca, e Stato presente del mondo, Ferrara, 1785.
12. Se trata de la Eibliotlreca Mathematica cum Dictionarío Tlieoricis, ac Practicis.
Estaba prevista en seis tomos, pero sólo se publicó el primero en Ferrara en 1789.
13. José Quirós Bernal (1745-1799). Natural de Jumilla, era estudiante del Colegio de
Urgel en 1767. Había ingresado en la Compañía el 18 de noviembre de 1760.
Embarcado en Salón el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «Nuestra Señora del Buen
Viaje», pasó a residir en Ferrara, donde falleció en 1799, tras alcanzar renombre
como jurista.
14. Se trata de los hermanos Juan Francisco Montón (1739-1810) y Bartolomé Mon-
tón (1745-1802), naturales de Orrios, en Teruel. El primero, tras ingresar en la
Compañía el 22 de noviembre de 1760, era sacerdote del Colegio de Tarazona en
1767. El segundo, jesuíta desde el 24 de marzo de 1759, era estudiante en el Cole-
gio de Zaragoza en el momento de la expulsión. Los dos fueron embarcados en
Salou el 1 de mayo, y ambos residieron en Ferrara, donde murió Bartolomé. Juan
Francisco se incorporó a la Asistencia de Ñapóles en 1805 según Luengo, vid.
Manuel LUENGO: Diario, vol. XXXIX, f. 170.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 199

erudición; con Prats15, dado profundamente al griego; con


Gusta16, autor de la vida latina de Barotti17, y de otras muchas
obritas; con Salelles18, que habrás conocido en Valencia, empe-
ñadísimo defensor, promotor y amplificador de todas las glorias
de España; y con otros muchos que sería largo de contar. Con
Conca viajé hasta Florencia, y por la Toscana, y con Gallisá de
Florencia a Roma, y a la vuelta hasta Bolonia.

EN BOLONIA
En esta ciudad, a la ida y a la vuelta, paré en casa de Alfonso19,
que como sabes es antiguo e íntimo amigo mío, tuyo y de toda

15. Buenaventura Prats (1749-1825). Natural de Tarragona, ingresó en la Compañía


el 7 de septiembre de 1763. Era estudiante en el Colegio de Tarragona en 1767, y
fue embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «San Isidro». Residen-
te en Ferrara, fue, según Batllori, «uno de los primeros españoles que se interesó
por el descubrimiento de la inscripción de Rosetta», en M. BATLLORI: La cultu-
ra..., p. 43.
16. Francisco Gusta (1744-1816). Jesuíta de la Provincia de Aragón desde 1759, fue
embarcado en Salou para el exilio el Ide mayo de 1767. En 1779 publicó en Ráve-
na una traducción al italiano de un texto del valenciano Juan Bautista Muñoz con
el título Giudizio del trattato di educazione del P. Cesáreo Pozzi, scrítto por l'ono-
re della letteratura spagnola. Escribió la historia de la persecución de los jesuítas
en Portugal con el título de Vita di Sebastiano Giuseppe di Carvalho e Meló, s.l.,
1781, 5 tomos, y un ensayo sobre Constantino il Grande: esame crítico sopra alcu-
ni punti príncipali e vera idea de la Chiesa in quell'epoca, Venezia, 1790, 2 vols., y
también obras contra el jansenismo. Sobre Gusta, vid. el estudio de Miquel Bat-
llori incluido en el tomo 11 de su obra completa: Historia, classicisme i filosofía al
seglc XVIII, Valencia, Tres i Cuatre, 1998. Andrés lo consideraba un paladín de la
defensa de la sede apostólica y de la religión católica similar a Mamacchi o Cuc-
cagni. Vid. Origen..., vol. VI, p. 882.
17. Se trataba de la biografía del ferrarense Gianandrea Barotti (1701-1772): De vita
et scriptis Joannis Andreae Barotti, Maceratae, 1780.
18. Juan Antonio Salelles S.l. (1733-?). Fue sacerdote del Colegio de Orihuela. Natural
de Oliva, ingresó en la Compañía el 15 de febrero de 1751. Profesó el 15 de agosto
de 1768. Fue embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «San Juan», y
pasó a residir en Ferrara. En 1779 figuraba entre los signorí associati de la Idea
dell'Universo de Lorenzo Hervás, en Pierangelo BELLETINI: Op. cit., pp. 557-657.
19. Ignacio Alfonso S.l. (1744-1801). Era sacerdote del Seminario de Nobles de Valen-
cia. Había nacido en Valencia e ingresó en la Compañía el 9 de octubre de 1755.
200 JUAN ANADRS MORELL

nuestra casa. Allí traté principalmente con Lassala20 y Colo-


més21, también amigos antiguos. Éste había hecho grandes pro-
gresos en las matemáticas bajo la dirección del célebre Padre
Riccati22, pero, cansado de las dificultades de hallar libros y
medios convenientes para cultivarlas con provecho y honor par-
ticular, se dio como divertimiento a la poesía, y salió con tanta feli-

Embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «San Quirse». Regresó a


España en 179cS, pero nuevamente fue expulsado en 1801.
20. Manuel Lassala S.I. (1738-1S06). Natural de Valencia y jesuíta desde el 2 de octu-
bre de 1754, era sacerdote del Seminario de Nobles de Valencia en 1767. Embar-
cado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «San Quirse», fijó su residencia
en Ferrara en 1771. Regresó a España en 1798 y murió en Valencia en 1806. En
Italia, y en italiano, escribió tragedias, como Ormisinda, Lucia Miranda e If ige nia
en Aúllele, que sería traducida al castellano por Juan Bautista Esplugues y publi-
cada en Valencia en 1781. Sus manuscritos italianos fueron analizados por Joaquín
ESPINOSA CARBONELL: «Aproximación al estudio de los manuscritos en len-
gua italiana de Manuel Lassala», en Estudios dedicados a Juan Peset Aleixandrc,
Valencia, Universidad de Valencia, 1982, pp. 563-580.
21. Juan Bautista Colonies S.I. (1740-1807). Era sacerdote del Colegio de Orihuela,
Provincia de Aragón, y Profesor de Gramática. Natural de Valencia. Nacido el 22
de febrero de 1740. Jesuíta desde el 31 de julio de 1755. Embarcado en Salou el 1
de mayo de 1767 en la Saetía «San Juan». Residente en Ferrara, aunque poste-
riormente pasó a Bolonia, donde murió en 1807. Sobre Colomés, vid. María José
BONO GUARDIOLA: «Una sátira antifilosófica: "Les philosophes a 1'encan" de
Juan Bautista Colomés», en Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ (ed.): Y en el tercero
perecerán. Gloría, caída tj exilio de los jesuítas españoles en el s, XVIII, Alicante,
Universidad de Alicante, 2002, pp. 641-660. La obra de Colomés ha sido editada,
con estudio preliminar y notas de la propia Bono Guardiola, como Los filósofos en
almoneda, Alicante, Universidad de Alicante, 2003.
22. Vincenzo Riccati S.I. (1707-1775). Era hijo de lacopo Francesco Riccati (1676-
1754), aristócrata veneciano, y creador de la ecuación no lineal que lleva su nom-
bre y que facilita la resolución de ecuaciones diferenciales de segundo orden: «Es
célebre en este apartado el conde Jacobo Riccati; el nombre de ecuación de Ric-
cati que se dio a la ecuación diferencial de primer grado que él propuso a los geó-
metras después de haberla resuelto, es suficiente para considerarlo figura
benemérita de la Ciencia analítica», en Origen..., Adiciones al vol. IV, tomo VII en
las ediciones cíe Roma y Parma, en vol. VI, p. 793. Sus obras completas, con una
biografía redactada por Cristoforo di Rovero, fueron publicadas en 1755 por su hijo
Giordano Riccati: Opere del conté Jacopo Riccati, Lucca, 1761-1765, 4 vols. Su
hijo, el P. Riccati, profesor en el bolones colegio de Santa Lucía, practicó un sin-
cretismo cultural debido a su condición de jesuíta y a la condena de Galileo. Sobre
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 201

cidad, que su primera tragedia, el Coriolano, pasmó a los italia-


nos por la conducción de la fábula, y por la versificación italia-
na superior a las más de los mismos italianos, y con igual aplauso
publicó después la Inés de Castro, y el Scipion en Cartago.
Lasala tiene más variedad: matemáticas,' lenguas
O
vivas Jy muer-
tas, poesía latina e italiana, todo ha contribuido a darle buen
nombre en Bolonia y fuera de ella. Pou23, que ha pasado a Roma,
estaba entonces en Bolonia, donde había servido mucho a algu- o
nos Colegiales de España instruyéndoles en el griego y el latín;
éste es ciertamente profundo griego y latino, y generalmente
eruditísimo filólogo. D. José Pignatelli, amante de las matemá-
ticas, buenas letras, música, pintura, y generalmente versado en
las ciencias y en las artes, y promotor de unas y otras entre los
españoles24. Mis discípulos Sánchez y Ferrer25, jóvenes que amo

la familia Riccati, vid. Adriano Augusto MICHIELI: «Una famiglia di matematici


e di poligrafía trivigiani: i Riccati», en Atti del R. Istituto véneto di scicnze, lettcre
cd. arti, 103 (1943-1944) 2, pp. 69-109, y sobre la ciencia de los jesuítas en Bolo-
nia, Andrea BATTISTINI: «La cultura scientifica nel collegio bolognese», en Gian
Paolo BRIZZI y Anna Maria MATTEUCCI (eck): Dall'isola alia cittá. 1 Gesuiti a
Bologna, Bologna, Nuova Alia, 1988, pp. 157-169.
23. Bartolomé Pou S.I. (1727-1802). Nacido en Algaida, en Mallorca, era sacerdote del
Colegio de Tarragona en abril de 1767. Era jesuíta desde el 25 de junio de 1746, y
profesó el 15 de agosto de 1760. Profesor en la Universidad de Cervera y colabo-
rador de Finestres en la renovación de sus estudios humanísticos. Embarcado en
Salou el 1 de mayo de 1767 en el Pingue «San Antonio», fijó su residencia en Ferra-
ra, para pasar a Bolonia en 1773 y a Roma ya en los años 80. Murió en su villa natal
de Algaida el 17 de abril de 1802. Sobre Pou, vid. Miguel BATLLORI: La cultu-
ra..,, pp. 482-491, y la edición de su correspondencia con el también mallorquín
Despuigy Dameto en Cartas del Padre Pou al Cardenal Despuig, Mallorca, Molí,
1946. Los estudios del P. Batllori sobre Pou están recopilados en el vol. XXVIII de
sus obras completas: Historia, classicísmc i filosofía al segle XVIII, Valencia, Tres
i Quatre, 1998.
24. Sobre el P. José Pignatelli, véase la obra de José M. MARCH: El restaurador de la
Compañía de Jesús. Beato José Pignatelli ij su tiempo, Barcelona, 1935, 2 vols.
25. Se trata de José Ferrer Amorós y Gaspar Sánchez, novicios del Colegio de Tarra-
gona en 1767, y que siguieron a los Padres de la Provincia de Aragón en el exilio.
Ferrer era natural de Barcelona y Sánchez de Puebla de Valverde. Ambos fueron
embarcados en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía «San Isidro».
202 JUAN ANDRÉS MoKELL

mucho por todas sus buenas cualidades. Gea26, versado en el


griego, en el latín, en las matemáticas y en los estudios de buen
gusto, y otros varios de la Corona de Aragón. De Castilla hay allí
muchos sujetos de mérito, pero no tuve ocasión de tratar más
que a D. Isidro López27. Así también de los que han estado en
América traté a García28, de quien te he hablado en mi primera
carta; a Molina, autor de la Historia de Chile, cuyo primer tomo
le ha dado tanto honor dentro y fuera de Italia29; a D. Agustín
de Castro30, y a Clavigero, autor de la Historia de México31.

26. Salvador Gea era estudiante del Colegio de Teruel cuando la expulsión. Había
nacido en Villanueva de Aranda, en Zaragoza, el 2 de abril de 1744, ingresando en
la Compañía de Jesús el 16 de junio de 1760.
27. El P. Isidro López era sacerdote del Colegio de Monfbrte, llegando a ser Procura-
dor de la Provincia de Castilla en la Corte y desterrado por su posible vinculación
a los motines de 1766. Era natural de Santianes de Pravia, en Asturias, donde nació
en 15 de marzo de 1721, ingresando en la Compañía de Jesús en mayo de 1737.
Murió en Bolonia el 8 de octubre de 1795. Sobre su implicación en los sucesos de
1766, vid. Constancio EGUIA RUIZ: Los jesuítas \j el Motín de Esc/uilache,
Madrid, 1947, de carácter exculpatorio.
28. Se trata del valenciano Miguel García Sanz (1741-1794), quien en 1767 formaba
parte de la Provincia de Chile como sacerdote en el Noviciado de Santiago. Había
ingresado en la Compañía el 23 de febrero de 1756. Residió en Rávena, poste-
riormente en Bolonia, y desde 1785 en Roma como preceptor de los hijos de los
Príncipes Spada.
29. El P. Juan Ignacio Molina González, natural de Talca, en Chile, donde había naci-
do el 20 de julio de 1740, era sacerdote del Colegio de San Miguel, en Santiago.
Había ingresado en la Compañía el 12 de noviembre de 1755. Falleció en 1829.
Era autor del Compendio de la Historia Geográfica, Civil y Natural de Chile,
publicado en 1776 y traducido al castellano por Domingo José de Arquellada en
1788. Existe edición de 1978, anotada por Walter Hanisch, publicada por la Edito-
rial Universitaria de Santiago de Chile. Sobre el P. Molina, vid. Walter HANISCH:
Itinerario \j pensamiento de losjesuítas expulsas de Chile (1767-1815), Santiago de
Chile, Andrés Bello, 1972, pp. 213-218.
30. Agustín Pablo de Castro era sacerdote de la Casa Profesa de México. Natural de
Córdoba, en Nueva España, había nacido el 24 de enero de 1728, ingresando en
la Compañía el 15 de enero de 1746. Murió en Bolonia el 23 de noviembre de
1790. Vid. Miguel VALLE PIMENTEL: Agustín Pablo de Castro, 1728-1790.
Vida ij semblanza, México, Universidad Iberoamericana, 1962.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 203

EN FLORENCIA
En Florencia no hay españoles establecidos como los hay en las
ciudades del Estado Pontificio, pero conocí allí al Excelentísimo
Señor Don Francisco Moñino32, entonces Ministro de S.M. en
aquella Corte, que a mi ida y vuelta me recibió con suma huma-
nidad, y me honró con su mesa. Si, como dice Horacio, Princi-
pibus placuisse viris non ultima laus est33, el obtener un
Ministro la aceptación de los Príncipes a quien sirve, y de los
Príncipes en cuya Corte los sirve, le es ciertamente de gloria
particular; y el Señor Moñino gozaba en Florencia de una y otra.
A mi vuelta de Roma hallé en Florencia un amigo español,
Ximénez, que habiendo educado, por espacio de diez u once
años, a tres caballeritos de Cremona, hijos del Marqués Ali,
ahora estaba con ellos en Florencia, con el fin de que en la gale-

31. Francisco Javier Clavigero (1731-1787). Nacido en Veracruz, era jesuíta desde el
13 de febrero de 1748, y murió en Bolonia el 2 de abril de 1787. Publicó en Cese-
na entre 1780 y 1781 la Storía Antica del Mesico cávala da migliori Storici Spag-
nuoli, e da' Manoscritti e clella Pitture antiche degl' Indiani, en 4 tomos. Andrés la
citó al negar que los españoles hubieran llevado a México la sífilis, y la consideró
obra erudita y fundamental para ilustrar las antigüedades mexicanas, en Origen...,
vol. I, p. 372, vol. V, p. 280 y vol. VI, p. 858. Hay edición en castellano publicada
por el editorial Porrúa de México: Historia antigua de México. México, 1945. Sobre
Clavigero, vid. José E. de URIARTE y Mariano LECINA: Biblioteca..., Madrid,
1925, tomo II, pp. 245-248, y Charles E. ROÑAN: Francisco Javier Clavigero S.l
(1731-1787), figure of the Mexican Enlightenment: His life and works. Roma,
I.H.S.I., 1977.
32. Francisco Moñino y Redondo era hermano del conde de Floridablanca. Desde
octubre de 1781 era ministro plenipotenciario de Carlos III en Toscana, llegando
a Florencia el 8 de junio de 1782. El 29 de octubre de 1785 dejó Florencia para
hacerse cargo de su nuevo destino como embajador en Venecia. Vid. Didier OZA-
NAM: Les diplomates espagnols du XVIIF siécle, Madrid-Bourdeaux, Casa de
Velazquez, 1998, pp. 356-357.
33. La cita procede de las Epístolas 1, 17, 33: Res gerere et captas ostendere civibns
hostis I attingit solium lovis et caelestia temptat: I principibus placuisse viris non
ultima laus est. [Llevar a cabo una guerra y mostrar a los ciudadanos los enemigos
capturados / toca ligeramente el trono de Júpiter y palpa el cielo; / tener el bene-
plácito de los proceres no es la última de las glorias / no es una gloria pequeña.]
204 JUAN ANDRÉS MOHELI,

ría se instruyesen en las nobles artes, mitología y buen gusto, y


en el museo público y en el gabinete de Milord Cowper34 en la
historia natural y en la física experimental. Con éste y con sus
amabilísimos discípulos pasé los pocos días que me detuve a mi
vuelta de Florencia.

EN ROMA
En Roma ya te dije que paré en casa de Eximeno35, bien cono-
cido aquí y ahí. Traté también mucho con Masdeu36, amigo
desde Gandía, donde le habrás conocido; pasaba éste todas las
mañanas en la Biblioteca de los Padres Dominicos, y vivía el
resto del día muy metido en su obra, que se publica ahí en cas-
tellano traducida por Arana, antes que se imprima aquí el origi-
nal italiano37. En la Biblioteca del Colegio Romano concurrí

34. Lord George Cowper (1738-1789). En 1757 partió de su Inglaterra natal para via-
jar por Europa, fijando su residencia en Florencia, donde logró reunir una colec-
ción de unas 400 máquinas para observar fenómenos eléctricos, magnéticos,
mecánicos, pneumáticos y ópticos. La colección de piezas de su gabinete de física
fue adquirida en 1791 para el Instituto de la Ciencia por el Cardenal Andrea Gion-
netti, encontrándose en la actualidad en el Museo de Física de la Universidad de
Bolonia. Colaboró con Cario Alfonso Guadagni, primer director del Gabinete de
Física Experimental de Pisa.
35. Antonio Eximeno Pujades S.I. (1729-1808). Un apunte biográfico y un estudio
sobre su obra teórico-musical puede verse en Miguel Ángel PICÓ: El Padre José
Antonio Eximeno Pujades, Valencia, Institució Alfons el Magnánim, 2003. Su obra
Del origen ij reglas de la música fue publicada en edición de Francisco Otero,
Madrid, Editora Nacional, 1978.
36. Juan Francisco Masdeu (1744-1817). Natural de Palermo, aunque de padres cata-
lanes. Ingresó en la Compañía el 19 de diciembre de 1759, falleciendo en Valen-
cia el 11 de abril de 1817. Sobre la obra de Masdeu, vid. Miguel BATLLORI: La
cultura..., pp. 413-435, y Roberto MANTELLI: Tíiepolitical, religious and Itisto-
riograpliical ideas of Juan Francisco Masdeu S.I., New York, Garland, 1987.
37. La Historia crítica de España tj de la cultura española comenzó a publicarse en
Madrid en 1783 en la imprenta de Antonio Sancha, mientras que la edición italia-
na se inició en Fuligno en 1781. Los 20 tomos en castellano, completados en 1805,
eran ampliación y continuación de los tres publicados en italiano entre 1781 y 1787.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 205

algunas veces con Diosdado38, que estaba haciendo varias


correcciones y adiciones a Don Nicolás Antonio39, como creo
haberte escrito40. Traté también bastante con tres hermanos
Julianes41 de Cataluña, que pasaron después a Santa Fe, y que
ahora cada uno está trabajando su obra. Más frecuentemente tra-
taba con D. Tomás Belón42 que estuvo en el Perú, con Roger43,
discípulo mío, y con varios otros. Conocí entonces a Hervás, el
autor de la obra de la Idea del Universo, de que ha impreso ya
17 ó 18 tomos, y todavía le quedan varios que imprimir; reside
éste en Sesena, pero entonces se hallaba en Roma confiriendo,
singularmente con los de Propaganda, acerca de las lenguas

33. Ramón Diosdado Caballero (1740-1829). Nació en Palma de Mallorca el 19 de


junio de 1740, ingresando en la Compañía el 15 de noviembre de 1752. Falleció
en Roma el 28 de abril de 1829, después de haber publicado su Bibliotlieca scrip-
tonim Societatis lesa supplementa, Roma, Franciscum Bourlié, 1814-1816, que
proseguía la Biblioteca de Pedro de Ribadeneira. Vid. URIARTE-LECINA: Op.
c/í.,vol. II, pp. 425-431.
39. Nicolás Antonio (1617-1684). Autor de la Bibliotlieca Hispana Nova, Madrid, Iba-
rra, 1788, 2 vols., y de la Bibliotlieca Hispana Vctu.s, Roma, Antonius de Rubeis,
1696. Su obra fue utilizada frecuentemente por Andrés en su Origen.
40. Se trataba del Additiones ad Bibliothecam Hispanam Nicolai Antonii, turn Vetenem
tilín Novain. Según Uriarte-Lecina, «eran unos cinco mil artículos, parte nuevos,
parte corregidos y añadidos», en Op. cit., p. 426.
41. Eran los hermanos Antonio, Ignacio y Javier Julia, sacerdotes de los Colegios Máxi-
mo, de la Isla de Santo Domingo y de Mompox, todos de la Provincia americana
de Santa Fe. Los tres residieron en Urbino durante el exilio italiano. Antonio Julia
publicó La perla de América, provincia de Santa Marta, Madrid, 1787, y de la que
existe edición facsímil en Bogotá, Academia de la Historia, 1980, con prólogo de
Luis Duque Gómez, y Transforinazionc dell'America o sia Tríonfo della S. Clücsa
su la rovina della monarclúa del demonio in América, Roma, Casaletti nel Palazzo
Massimi, 1790.
42. Tomás Belón y Cedrón era natural de Miranda, en Lugo, donde había nacido en
1742. Ingresó en la Compañía en 1762 en la Provincia de Perú, haciendo su novi-
ciado en San Antonio Abad y soi-prendiéndole la expulsión cuando estudiaba Filo-
sofía en el Colegio Máximo.
43. Narciso Roger, novicio en el Colegio de Tarragona. Era natural de Gerona, donde
había nacido el 22 de enero de 1752, ingresando en la Compañía el 13 de febrero
de 1767.
206 J U A N A N D R É S M o u E LL

sobre que versan los tomos que ahora imprime. En Roma está
por Ministro el Señor D. José Nicolás de Azara44, y es respetado
no sólo por su carácter, sino por su talento, saber y gusto. Yo no
pude ver su galería, porque entonces se estaban preparando las
estancias para ella, pero oí celebrar varias antigüedades y cuadros
suyos, particularmente los de Mengs, Murillo y Velazquez. Tam-
poco estaba en orden su bilioteca, pero sólo una vez que le hallé
colocando en ellas sus libros, vi varios clásicos griegos y latinos de
las mejores ediciones, algunos raros y todos bien conservados, y
pude formar juicio de que realmente será una selecta librería45.
Creo haberte nombrado algunos de los españoles que traté en
Roma, y pudiera nombrarte muchos más.

DE LOS QUE HAY EN MANTUA

Aquí en Matua somos cuatro, Pinazo, Regente de estas escue-


las públicas, Tord, maestro de un joven llamado Platis, a quien
hizo tener un acto de matemáticas, y Millas, de quien has visto
el Ensayo del acto que tuvo su discípulo Tamarozzi, y los dos
primeros tomos de la obra que ahora imprime sobre la educa-
ción literaria. En general te puedo decir que en todas las ciuda-

44. José Nicolás de Azara (1730-1804). Aragonés, fue Agente de Preces en Roma entre
1765 y 1784, en que pasa a desempeñar también la Embajada ante la Santa Sede.
En 1798 fue designado nuevo embajador español ante el Directorio francés, pues-
to que desempeñaría hasta agosto del año siguiente. En marzo de 1801 volvería a
París como embajador, puesto del que sería destituido en noviembre de 1803.
Sobre Azara, vid. Carlos CORONA EARATECH; José Nicolás de Azara. Un emba-
jador español en Roma, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1948, y, espe-
cialmente, Rafael OLAECHEA: Las relaciones hispano-romanas en la segunda
mitad del XVIII. La Agencia de Preces, Edición facsímile de la de 1965 en Zara-
goza, Institución Fernando el Católico, 1999, 2 vols. Sus memorias fueron edita-
das por Gabriel SÁNCHEZ ESPINOSA: Memorias del Ilustrado aragonés José
Nicolás de Azara, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000.
45. El catálogo de la biblioteca de Azara fue publicado por el ex-jesuita español Fran-
cisco Javier Iturri: Bibliotheca excellentissimi D. Nicolai Josephi de Azara, Roma,
1801, de la que hay edición de Gabriel SÁNCHEZ ESPINOSA: La Biblioteca de
José Nicolcís de Azara, Madrid, Academia de San Fernando, 1997.
bolonia, florencia, Roma 207

des donde residen españoles hay varios que sobresalen con


algún mérito particular, y dan honor a nuestra nación. Lo que te
escribo de estos españoles que más he tratado podrá bastar para
satisfacer a los amigos, que echaban menos el que no los nom-
brase en mis cartas, y para hacerles pensar que habrá otros
muchos que yo no he podido tratar, o que no me acuerdo de
nombrarlos aquí, y que tal vez merecerán aún más ser nombra-
dos con mucho honor. Creo haber ya satisfecho tu curiosidad, y
la de los amigos, y haberte dado una nueva prueba de mi deseo
de complacerte, y del cordialísimo afecto que te profeso, con el
ruego a Dios...
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CARTA II
Mantua, 9 de noviembre de 1785

VARIAS COSAS DIGNAS DE VERSE EN FERRARA


Querido Carlos: Tienes razón. Las noticias que te he ido dando
de las ciudades que he corrido en mi viaje han sido sobrado
diminutas para que pudiesen satisfacer tu erudita curiosidad; y
tú tienes todo derecho para exigir de mí que ahora, que me
hallo libre de las distracciones del viaje, te complazca en dárte-
las más cumplidas. Lo haré de muy buena gana; pero como sería
sobrado larga una carta, si hubiera de abrazar cuanto tengo que
escribirte de tantas y tan considerables ciudades, para descan-
sar algún tanto, yo de la fatiga de escribir, y tú de la de leer, iré
dividiendo la materia en varias cartas según tenga proporción de
escribirlas.
En ésta me ceñiré a Ferrara y Bolonia, ciudades donde he
vivido años atrás mucho tiempo46, y de las que ya entonces te
hice varias descripciones. Pinturas de Dosso Dossi47, de Benve-

46. Tras abandonar Córcega en septiembre de 1768, Andrés se instaló en Ferrara,


donde residiría hasta 1774. En Bolonia no vivió de forma continuada, ya que entre
1774 y 1796 tuvo su residencia en Mantua.
47. Dosso Dossi fue el más importante pintor de la escuela de Ferrara en la primera
mitad del siglo XVI, con temas mitológicos y religiosos. Es muy útil el amplio catá-
logo de la exposición celebrada en el Metropolitan Museum de Nueva York ela-
borado por Peter HUMFREY y Mauro LOCCO: Dosso Dossi: Court painter in
Renaissance Ferrara, New York, The Metropolitan Museum of Art, 1998.
210 JUAN ANDRÉS M o u K L jUAN ANDRES MORELL

ñuto Garofalo48 y de otros célebres pintores ferrarenses y foras-


teros; la gran fábrica del Castello o del Palacio, en otro tiempo
de los Duques, y ahora de los Cardenales Legados; la Catedral,
la Cartuja y otras Iglesias; la casa y el sepulcro de Ariosto49; el
aposento del Hospital, donde estuvo encerrado el Tas so50 en
tiempo de su locura, y varios otros preciosos monumentos, lla-
man en Ferrara la curiosidad de los viajeros.

UNIVERSIDAD Y MUSEO
La Universidad, restituida en estos años a su antiguo esplendor,
está provista, además de las Cátedras comunes, de Jardín botá-
nico, de Teatro anatómico, de Biblioteca y de un respetable
museo de antigüedades; varias lápidas, colocadas con buen
orden en el atrio y en el patio, forman un erudito ornamento de
aquella fábrica, y una apreciable colección de inscripciones
romanas. El museo, si bien contiene muchas medallas griegas y
romanas, es particularmente estimado por las muchas e impor-
tantes de los tiempos bajos. Su colector, D. Lorenzo Bellini01

48. Benvenuto Tisi Garofalo (1476-1559). Nacido en Ferrara, desarrolló toda su acti-
vidad pictórica en aquella ciudad. Sus pinturas, frescos, mitológicas y religiosas, se
encuentran en las iglesias de Ferrara y en la National Gallery londinense. Vid.
Anna Maria FIORAVANTI: 11 Garofalo, Rimini, Luisé, 1993.
49. Ludovico Ariosto (1474-1533). Autor de OrlandoJ"tinoso, publicada en Ferrara en
1516. Su casa en Centrada di Santa Maria in Vado, que todavía hoy se conserva,
fue adquirida por el poeta en 1526, y en ella moriría en 1533. En su fachada grabó
la siguiente inscripción: Parva, sed apta mihi, sed ntilli obnoxia, sed non /sórdida,
parta meo, sed tamen acre damns [La casa es pequeña pero adaptada a mí, limpia,
sin gravámenes y adquirida únicamente con mi dinero]. Sobre la significación de
Ariosto, vid. Mario SANTORO: Ariosto e il Renascimento, Ñapóles, Liguori, 1989.
50. Torcuata Tasso, nacido en Sorrento en 1544, autor de Gemsalemme libcrata, vivió
en Ferrara al servicio del cardenal Luis d'Este. Desde 1575 sufrió desequilibrios
mentales, y entre marzo de 1579 y julio de 1586 permaneció recluido en el asilo
hospital de Santa Ana. Vid. Giovanni VENTURI (ed.): Torcuato Tasso e la cultura
esténse, Ferrara, Leo S. Olschki, 1999, 3 vols.
51. Se trataba del canónigo Vincenzo Bellini (1708-1783), y no de Lorenzo Bellini,
afamado médico, como erróneamente aparece en el texto de Andrés. Bellini fue
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 211

era un hombre versadísimo en estos monumentos, y escribió


varios libros muy aplaudidos de las monedas de Ferrara, de las
de Italia de los tiempos bajos y de otras semejantes52, formando
de éstas particular colección, con la que dio alguna singularidad
a su museo, el que cedió después a la Universidad en virtud de
un contrato con la ciudad, quedando él por director peq^etuo
con una pensión anual correspondiente.
Al museo de Bellini, hecho ya museo público, ha ido y va
continuamente enviando desde Roma, el Cardenal Riminaldi
Patricio ferrares, infinitas preciosidades, con las que adquiere
de día en día mayor valor; y si bien la muerte de Bellini53, su fun-
dador, ha sido una gran pérdida, ésta se halla no poco resarcida
con las liberalidades de su eminentísimo protector.

BIBLIOTECAS
Aún ha ganado más la biblioteca pública, no sólo por el generoso
celo patriótico del mismo Cardenal, que no cesa de enviar cada día
muchos y ricos cajones de costosos libros, sino también por la dili-
gencia y habilidad de su Bibliotecario, el eruditísimo español D.
Luciano Gallissá54, donde además de muchísimas y escogidas edi-

fundador en 1758 del museo de Arte antiguo y arqueología hoy ubicado en el


Palazzo Schifanoia de Ferrara.
52. Andrés lo consideraba uno de los más importantes numismáticos de Italia. Vid.
Juan ANDRÉS: Origen..., vol. Ill, p. 470. Las obras a las que se refiere Andrés
son: De monetis Italiac Medii Aevi hactenus non evidgatis quae in suo Musaeo ser-
vantnr una cum earundem iconibus dissertatio, publicada en la imprenta de Ber-
nardino Pomatelli de Ferrara en 1755; De monetis Italiae Medii Aevi hactenus non
evidgatis quae in patrio museo servantur una cum aerundem iconibus altera dis-
sertatio, publicada en la tipografía de J. Rinaldi de Ferrara en 1767; Dell'antica lira
ferráronse di marchesini detta vulgarmente marchesana, en la imprenta de B.
Pomatelli de Ferrara en 1754, y Delle monete di Ferrara, editada por G. Rinaldi
en Ferrara en 1761.
53. Bellini falleció en 1783.
54. El jesuíta español Luciano Gallissá (1731-1811) fue director de la Biblioteca públi-
ca y universitaria de Ferrara entre 1773 y 1797. Su labor de reorganización y
212 J U A N A N D R É S M O R F. 1,1,

dones de autores clásicos, y de Santos Padres, me enseñó varios


manuscritos, entre los cuales me dieron particular gusto algunas
cartas, y otros escritos de las manos mismas de Ariosto y del Tasso.
Además de la biblioteca de la Universidad tiene Ferrara
varias otras. Es digna de verse la de los Dominicos, que tuvo por
cimiento la biblioteca del célebre Celio Calcagnini55, quien al
tiempo de su muerte la dejó a aquellos padres para que la fran-
queasen al público. Mayor fama ha ganado la biblioteca de los
Carmelitas del Convento de San Pablo por los muchos y bellos
manuscritos, así de muchísimos latinos de autores clásicos, de
gramáticos antiguos, de Santos Padres, y de otros autores más
modernos, como también de otra gran multitud de griegos, entre
los cuales son dignos de observarse uno en tres tomos del viejo y
nuevo Testamento, y otro de la Escritura, algunos de San Cri-
sóstomo, San Juan Damascene y otros Padres, otros de Píndaro,
Esquilo, Aristófanes, y otros poetas y escritores antiguos. En
materia de libros merecen consideración los libros de coro de la
Catedral de la mitad del siglo XV, por las miniaturas, y por la sin-
gular elegancia que se nota en la escritura y en todo lo demás.

SUJETOS DE MÉRITO QUE HAY EN ESTA CIUDAD

Pero volviendo a la universidad, florecen en ella varios sujetos de


distinguido crédito. Es prefecto Monteiro56, portugués bien

catalogación de la biblioteca ferrarense ha sido estudiada por Miquel BATLLO-


RI: «El problema de la visión de las ciencias en el siglo XVIII. Actitud de Luciano
Gallissá, exiliado en Ferrara», en Historia \j pensamiento. Homenaje a Luis Diez
del Corral, Madrid, 1987, vol. I, pp. 99-117.
55. Celio Calcagnini (1479-1541). Tras desempeñar encargos diplomáticos pasó a ser
profesor de la Universidad ferrarense en 1519. Publicó en 1541 el opúsculo Qttod
Coclum stet et Terra moveatur, vel de perenni motu Terrae, donde sostenía la rota-
ción diurna de la tierra, pero no la traslación en torno al sol. Andrés lo consideró
«anuncio de la próxima revolución del verdadero sistema del Universo», en Ori-
gen,.., vol. I, p. 307.
56. Ignacio Monteiro (1721-1812), jesuita portugués residente en Ferrara tras la
expulsión del reino luso. Motejado por Marcelino Menénde/. Pelayo «desertor de
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 213

conocido por su curso de Filosofía. Profesor de Matemáticas es


Malfatti57, autor de varias disertaciones tenidas en aprecio aun de
los más profundos inteligentes en esta facultad. Bonatti se ha
adquirido nombre en la hidrostática. Zecchini, además de un
lib rito della dialettica delle donnc, que no tuvo mucho aplauso, ha
publicado algunas disertaciones sobre puntos de medicina, que
han logrado mejor acogida entre los eruditos de su profesión.
Ferri, profesor de elocuencia, se ha ganado no poca fama con sus
cartas y otras obras latinas. Y así algunos otros profesores de aque-
lla Universidad procuran con sus escritos ilustrar las facultades
que enseñan, y dar mayor lustre al cuerpo a que pertenecen.
En la biblioteca, a más de Gallissá, quien, como te he escri-
to varias veces, tiene muy pocos que le igualen en toda erudi-
ción, está D. Joaquín Pía58, también español, y muy versado en

todos los campos», fue partidario del experimentalismo. Había publicado en Vene-
cia en 1766 su Philosiphia ¡ibera sen Ecléctica rationalis et mechanica sensmun, y
ya en Ferrara publicó en 1794 los dos volúmenes de su Etílica phi/sico-rationalis
libera sen Plnlosopliia momm ex natura liominis rationc nattirali deducía et secun-
duin philosopliae eclecticae insiitutiotiem prectractata.
57. Gian Francesco Malfatti (1731-1807). Nacido en Trento, murió en Ferrara, donde
impartía matemáticas desde 1771. Fue uno de los fundadores de la Societá Italia-
na delle Scienzc. Fue autor de Pensieri.sulla famosa questione cíe' logaritmi de'
numen negativi. Con el ex-jesuita Alessandro Zorzi, nacido en Venecia en 1747,
inició la publicación de una Enciclopedia italiana, y fueron llamados por ello «i
Dalamberti e il Dideró di Ferrara». Vid. Sergio LUZZATTO: «Enciclopedia tra i
gesuiti: A. Zorzi owero "il Dideró di Ferrara", en Stucli in onorc di Francesco Cata-
luccio. Miscellanea storíca ligurc, XV,2 (1983). Sobre Malfatti, vid. las actas del con-
greso celebrado en Ferrara entre el 23 y el 24 de octubre de 1981: Cianfrancesco
Malfatti nclla cultura del suo tempo, Ferrara, 1982, y la publicación un año antes
por la Unione matemática italiana de sus Obras completas: Opere, Bologna, Edi-
zioni Cremouese, 1981, 2 vols.
58. Joaquín Pía (1745-1817). Natural de Aldover, en Tortosa, donde nació el 6 de abril
de 1745, ingresó en la Compañía el 31 de marzo de 1761. Estudiante del Colegio
de Urgel en 1767 fue embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la Saetía
«Nuestra Señora del Buen Viaje». Residente en Ferrara. Fue colaborador de
Gallissá en la Biblioteca de la Universidad de Ferrara cono vicebiliotecario. Filó-
logo, buen conocedor del hebreo, fue catedrático de caldeo en la Universidad de
Bolonia. Regresó a España en 1798, pero tuvo que volver a Italia. En Roma fue
214 J U A N A N D R É S Mo H E L L

las lenguas orientales, singularmente en la hebrea y en la arábi-


ga, y el italiano Barrufaldi, que ha escrito sobre la tipografía de
Ferrara.
No te hablaré del nobilísimo caballero y célebre poeta D.
Alfonso Varani59, del Abate Miglori, escritor de antigüedades,
del historiógrafo Frizzi, del Abate Barrotti, poeta y orador sacro,
del Canónigo Minzoni, teólogo, orador y poeta, ni de otros
muchos literatos que dan honor a aquella ciudad, porque si te
hubiera de hablar con extensión y críticamente de todos los
escritores vivos de cada ciudad, éstos solos me darían materia
para un volumen sobrado grueso. Como había yo estado tanto
tiempo en Ferrara, tenía conocimiento con todos los literatos, y
así pasé cuatro días recibiendo continuamente sus visitas, y las
de los muchos amigos españoles que hay en ella; y partí para
Bolonia, donde no fue menor el número de italianos y españo-
les que me quisieron favorecer.

SUJETOS QUE HA PERDIDO EN ESTOS ÚLTIMOS AÑOS BOLONIA, Y


OTROS QUE LE QUEDAN
Bolonia goza en la república literaria de mayor fama que Ferra-
ra. Su Universidad y su Instituto la han hecho reconocer en los
tiempos pasados por maestra en toda la Europa; pero su honor
literario ha padecido al presente no poca disminución. El tiem-
po de las Universidades se acabó ya, ahora los estudios escolás-
ticos no se granjean mucha estimación; pasó la novedad del
Instituto, porque todas las ciudades tienen algunas instituciones
literarias, más o menos semejantes a ésta, que le minoran el

bibliotecario de la biblioteca Barberini, y murió en Roma en 1817, en BATLLO-


RI: La cultura..., pp. 355-412.
59. Alfonso Varani (1705-1788). Poeta y autor dramático ferrares. Andrés lo conside-
raba un imitador de las tragedias de Scipione Maffei, en particular de su Merope.
Sus obras Giovanni di Glaséala (1734) y el Demetrio eran para Andrés «tragedias
alabadas más por el vigor y fuerza del estilo con que están escritas que por el fuego
y calor de los afectos que deberían excitar», en Origen..., vol. II, p. 301.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 215

mérito siempre apreciado en razón de la raridad: murieron los


Manfredis60, los Beccaris61, los Zanottis62, y otros sujetos ilus-
tres, que con sus obras difundían por todo el mundo la fama de
la docta patria Bolonia; faltan dos mujeres singulares, la célebre
doctora Laura Bassi63, en quien competían una profunda doctri-

60. Eustachio Manfredi (1674-1739) y su hermano Gabriele Manfredi (1681-1761). El


primero es considerado como uno de los reformadores de la lengua italiana junto
con Giampietro Zanotti (1674-1765) y Antonio Ghedini (1684-1768), si bien era
también científico en la tradición boloñesa de unir la actividad poética a la cientí-
fica. Por su iniciativa se fundó la Accaclemia deglo Inquieti en 1690 para impulsar
las ciencias experimentales, y que quedaría integrada en el Instituto de Ciencias
con el nombre de Accaclemia delle Scienze dcll'Istituto. Sobre Eustachio, vid. tam-
bién nota 104. Su hermano Gabriele fue matemático, considerado como el primer
algebrista italiano de su tiempo. Fue discípulo del matemático de la Universidad
de Pisa Guido Grandi (1671-1742), experto en cálculo infinitesimal, y uno de los
primeros difusores de Newton en Italia. Manfredi recibió los Principia newtonia-
nos por mediación del astrónomo Francesco Bianchini. Vid. Luigi SIMEONI: Sto-
ria della Universitá di Bologna, vol. II, Bologna, 1940-1943, pp. 116 y 136.
61. Giacomo Bartolomeo Beccari (1682-1766). Pasó de la Medicina teórica a la Cáte-
dra de Química de la Universidad de Bolonia creada en 1737, la primera de las
Universidades italianas, considerada necesaria para el estudio de la Medicina. Bec-
cari era desde 1734 el responsable de la Química del Istitiito delle Scienze, en
cuyos prestiogiosos volúmenes de Comentarii publicó sus trabajos de campo en los
Apeninos toscanos para divulgar las observaciones naturalistas. Entre 1777 y 1778
se publicaron en Bolonia, en cuatro volúmenes, sus Consulti medid. Andrés lo con-
sideraba como uno de los más importantes miembros de la escuela médica bolo-
ñesa, en Origen..., vol. V, p. 327 y vol. IV, p. 402.
62. Giamprieto Zanotti (1674-1765), que publicó en 1739 una Storia clell'Accaclemia
Clementina, creada en 1705 en Bolonia para la pintura, escultura y arquitectura
que, con la creación del Istitnto delle Scienze, pasará a ser aneja a éste; Francesco
Maria Zanotti (1692-1777), autor de Laforza attrattiva delle idee (1747), La filo-
sofía monde secondo i peripatetici (1754) y Dell'arte poética (1758), y Eustachio
Zanotti (1709-1782), matemático, profesor de Astronomía de la Universidad de
Bolonia. Francesco María Zanotti fue secretario del Istituto delle Scienze de Bolo-
nia, y bajo su responsabilidad se inició la publicación en 1731 del primer torno de
los Comentarii, cuyo Commentario de apertura era obra suya.
63. Laura María Caterina Bassi (1711-1778). Casada desde 1738 con el profesor Giu-
seppe Veratti. Desarrolló una gran actividad académica en Bolonia en el Istituto
delle Scienze fundado por Marsigli, donde ocupó una cátedra de Física experi-
mental. Mantuvo contactos epistolares con Voltaire y fue amiga de Felice Fonta-
na. Sus disertaciones sobre química, física, hidráulica y tecnología se conservan en
216 JUAN ANDRÉS MOHELL

na, bastante para hacer lucir a cualquier hombre, y una admira-


ble modestia, y la Señora Anna Morandi, viuda de Manzolini,
famosa por su habilidad de trabajar en cera las partes anatómi-
cas, y por las lecciones públicas que daba de Anatomía64; falta el
padre Martini65, conocido en toda Europa por su ciencia músi-
ca; y con todas estas vicisitudes ha perdido Bolonia no poca
parte de su merecida celebridad. Sin embargo conserva aún jus-
tamente el renombre de docta, y todo el derecho para merecer
la atención de los viajeros. Sus escritores son respetados aun

la Accademia delle Scienze de Bolonia. A su muerte, la cátedra de Física experi-


mental pasó a su marido, el profesor Veratti. Charles De Brosses asistió en 1739 a
una conferencia de Bassi en su casa sobre la atracción de los cuerpos eléctricos, en
Presidente DE BROSSES: Viaje a Italia, Madrid, Calpe, 1922, vol. I, p. 263. El
título original del libro cíe De Brosses era igual al de Andrés: Lett res familiares
c'crítes d'Italie en 1739 ct 1740.
64. El Cabinetto di Anatomía del Instituto de Ciencias de Bolonia fue creado en 1742
por Benedicto XIV. En él se conserva desde 1776 la colección de preparados ana-
tómicos en cera coloreada por Manzolini y su esposa Anna Morandi, los más anti-
guos modelos de anatomía conocidos.
65. Giovanni Battista Martini (1706-1784). Conocido por el Padre Martini, nació en
Bolonia y falleció en esa misma ciudad. Fraile franciscano, fue profesor de música y
poseía una biblioteca musical de unos 17.000 volúmenes que pasaron, a principios
del siglo XIX, al Liceo Mnsicale del Comnne di Bologna y, desde 1959, al Cívico
Musco Bibliográfico Musicale. Sus libros fueron básicos para que Esteban de
Arteaga redactara su historia de la ópera. Martini escribió Storía della música, que
dejó incompleta, y que Andrés calificó de «voluminosa y erudita», utilizándola en su
Origen..., y su Saggio di contrappnnto. Sobre su polémica con Antonio Eximeno,
vid. Ciño STEFANI: «Padre Martini e 1'Eximeno: bilancio di una celebre polémica
sulla música di Chiesa», en Nuova Rivista Musicale Italiana VI (1970), pp. 463-481.
La repercusión de esta polémica en la prensa italiana, en la que también intervino
Arteaga a favor de las posiciones de Eximeno, puede verse en Paolo GOZZA: «La
scienza musicale nel "Nuovo Giornale de' Letterati d'Italia" (Modena 1773-1790)»,
en Renzo CRE]MANTE y Walter TEGA (eds.): Scienza e letteratura nella cultura
italiana del Settecento, Bologna, II Mulino, 1984, pp. 381-401. Andrés, sin tomar par-
tido claramente, se inclinaba por Eximeno, al que llamaba hombre muy versado en
Matemática y Música: «quiere fundar su sistema, no sobre cifras y figuras, ni sobre
raciocinios matemáticos, sino sólo sobre la observación de la naturaleza», en Ori-
gen..., vol. IV, p. 238. Sobre Martini, vid. las actas del Congreso internacional cele-
brado en Bolonia en septiembre de 1984 y editado por Angelo POMPILIO: Padre
Martini: música e cultura nel Settecento europeo, Firenze, Leo S. Olschki, 1987.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 217

fuera de Bolonia, y hacen que deseen conocerlos los literatos


extranjeros. El Doctor Monti66 es considerado como un por-
tento de erudición, no sólo en la historia natural y en la botáni-
ca, de que es profesor, y tuvo por discípulo a nuestro Casimiro
Ortega67, sino en la civil y literaria; el Secretario de la Academia
de Ciencias, Canterzani68, el Canónigo Saladini69 y Monseñor
Bonfioli'0 en las matemáticas; Biancani71 y Monseñor Malvezzi

66. Gaetano Monti (¿-1797). Hijo de Giuseppe Monti, también profesor en Bolonia,
y responsable desde los años veinte del Museo de Historia Natural creado por
Marsigli. Gaetano sucedió a su padre en las clases de Storia naturalc, y se espe-
cializó en el estudio de los corales y zoófitos del Museo, en Mariafranca SPA-
LLANZANI: «Le "Camere di storia naturale" delPlstituto delle Scienze di Bologna
nel Settecento», en Renzo CREMANTE y Walter TEGA (eds.): Scienza e lettera-
tnra nella cultura italiana del Settecento, Bologna, II Mulino, 1984, pp. 149-183.
67. Casimiro Gómez Ortega (1741-1818) fue el más influyente naturalista del reinado
de Carlos IV, siendo Catedrático del Jardín Botánico de Madrid. Vid. Francisco
Javier PUERTO SARMIENTO: Ciencia de Cámara. Casimiro Gómez Ortega
(1745-1818), el científico cortesano, Madrid, C.S.I.C., 1992.
68. Sebastiano Canterzani (1734-1819). Secretario de la Academia y del Istituto delle
Scienze de Bolonia desde 1766, como sucesor de Zanotti, y profesor de astronomía
y matemática en el ateneo bolones. Desde 1788 se ocupó de impartir un curso de
Física de duración bienal, en el que el primer año impartía Física general y el
segundo Física particular, estudiando la luz, la electricidad y el aire fijo e inflama-
ble, en Marta CAVAZZA: «L'insegnamento delle scienze sperimentale nell'Istituto
delle scienze di Bologna», en Alma mater studionim (1993), pp. 155-167. Andrés lo
consideraba, junto a Saladini, como continuadores en el análisis algebraico de Ric-
cati, en Origen..., vol. VI, p. 794. Amigo de Fontana y Malíatti. Su corresponden-
cia con este último, también citado por Andrés, puede verse en Laura MIANI e
Irene VENTURA: «II carteggio Gianfrancesco Malfatti-Sebastiano Canterzani», en
Bollcttino di storia delle scienze matematiclie III, 2 (1983), pp. 3-198.
69. Girolamo Saladini (1731-1813). De familia noble de Lucca, era Canónigo de la
iglesia metropolitana de Bolonia y profesor de matemáticas de la Universidad bolo-
ñesa. Andrés lo consideraba, junto a Canterzani, sucesor en el análisis algebraico
de Lorgna, muerto en 1796, y de Fontana, fallecido en 1803, en Origen..., vol. VI,
p. 794. A la muerte en 1801 de Petronio Matteuci fue nombrado director del
Observatorio del Instituto de Ciencias de Bolonia, pero renunció en 1802.
70. Alfonso Bonfioli Malvezzi (1730-1804). Miembro de la Academia de Ciencias. Fue
corresponsal del naturalista suizo Charles Bonnet entre 1773 y 1788, en Sandro
CARDINALI (ed.): Biología e rcligione ncl Settecento europeo: la corríspondenza
tra Alfonso Bonfioli Malvezzi e Citarles Bonnet, 1773-1785, Ferrara 1998, y man-
218 JUAN A N D R É S MOR ELL

en las Antigüedades; en latinidad y buenas letras el Canónigo


Monti72, de quien has leído el honorífico elogio que hizo de los
españoles en una oración que dijo en público73, y después dio a
la imprenta; el Doctor Mondini74 en anatomía, y los doctores Pal-
cani75, Veratti76 y otros profesores en varias clases mantienen el
honor de aquella Universidad y de aquella Academia. El Sena-
dor Conde Savioli en poesía e historia; el Senador Conde Casa-
li77 en matemáticas, buenas letras y artes; el Conde Fantuzzi en

tuvo también relaciones epistolares con D'Alembert, Rousseau, Diderot, Conclor-


cet, Haller, Voltaire, Bernoulli. Sus notas de viajes por Europa han sido publicadas
por Sandro Cardenali y Luigi Pepe con el título Viaggio in Europa e altrí scrítti,
Ferrara, Universita degli Studi, 1988. Fue Socio correspondiente de la Academia
de Ciencias de París desde 1773.
71. Giacomo Biancani Tazzi (1729-1789). Profesor de griego, fue el primer arqueólo-
go que en 1771 trabajó en el Istititto delle Scienze, redactando un índice de todas
las medallas y monedas antiguas y modernas, hasta un total de 4.280 ejemplares.
Director del gabinete numismático, gestionó las importantes donaciones de Luis
XV y del Elector palatino Carlos Teodoro, además de contar con los legados del
senador Nicola Spada, Clemente XIV, Flaminio Scarselli, Guidantonio Zanetti y G.
Domenico Cattani. Vid. Repertorio di tutti i professori anticJñ e moderni della
famosa Universita e del celebre Istitnto delle scienze di Bologna, Bologna, 1847.
72. Gaetano Monti, que se ocuparía hasta su muerte en 1797 de la docencia de Storia
Naturale que había ocupado su padre Giuseppe, creador en 1742 del Mnsaeum
Diluviantim de Paleontología. Introdujo la clasificación de Linneo en Bolonia.
73. Gaetano MONTI: Oratio habita idibns dcccmbris MDCCLXI in Collegia Medi-
conim Bononiensi: c¡nod de luijiis ordinis scntentia ce atictoritate Casimimm
Gomezinm Ortegam, Bononiae, Institute Scientarum Typography, 1762.
74. Cario Mondini (1729-1803). Fue el sucesor de Galvani en la cátedra de Anatomía
en 1782, cuando éste pasó a profesor de Obstetricia.
75. Luigi Palcani Caccianemici (1748-1802). Discípulo y sucesor en la Cátedra de
Física y Matemática aplicada de la Universidad de Bolonia de Francesco Maria
Zanotti, de quien editó sus obras.
76. Giuseppe Veratti (1707-1793). Médico y esposo de Laura Bassi. Fue profesor de
Física en la Universidad de Bolonia desde 1738 hasta su muerte. Publicó Osser-
vazioni fisico-mediche intorno alia elettricitá, Bologna, 1748.
77. Al Senador Casali le dedicó Andrés en 1779 un opúsculo sobre los experimentos
de Galileo sobre la gravedad: Lettera al nobil nomo Signare Márchese Gregorio
Filippo María Casali Bentivoglio Paleotti, Senators di Bologna, sopra una dimos-
trazione del Galileo, Ferrara, G. Rinaldi, 1779.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 219

historia literaria de la patria, y los Senadores Marqués Angele ti


y Príncipe Ercolani, como algunos otros, muestran en sus escri-
tos que la nobleza de Bolonia no se olvida de los buenos estudios.

NOTICIAS DEL INSTITUTO


El Instituto, aun después de tantas fábricas semejantes erigidas
en casi todas las ciudades, es obra ciertamente única en Italia, y
tal vez en toda Europa. Otras ciudades superan sin duda alguna
en uno u otro ramo particular, pero creo que todas deben ceder
en el complejo de tantas cosas, y que en ninguna se podrá hallar
igual agregado, donde las buenas artes tengan sus salas, sus
maestros, su academia y sus premios; donde la astronomía posea
su observatorio; donde la obstetricia, la anatomía, la química, la
física experimental, el arte militar, la náutica, la geografía, la his-
toria natural en todas sus clases, la anticuaria y todas las ciencias
tengan sus salas bien provistas, y sus profesores públicos; donde
se halle una vastísima y copiosísima librería, una pinacoteca de
los más célebres literatos, y de otros hombres ilustres, y donde,
en suma, se unan en un lugar solo todos los medios de estudiar
con provecho las artes y las ciencias, y de cultivar de todos
modos el ingenio humano'8.
Esta grande obra tiene también el mérito no común de
deberse a un particular, y de haber crecido con los auxilios de los
particulares sin intervenir apenas la influencia del Príncipe. El
Conde Fernando Marsigli, hombre docto, General de las tro-
pas79, y excelente escritor en medio del estrépito militar, desean-
do promover en su patria cuanto pudiese los buenos estudios,

78. De Brosses prestó una particular atención hacia lo que consideraba «la principal
cosa que hay en la ciudad y una de las más curiosas que haya en Europa», en
Viaje..., vol. I, pp. 259-263.
79. Formó parte del ejército del emperador Leopoldo I, fue hecho prisionero por los
turcos, y más tarde rescatado. Emilio Lovarini editó los escritos del propio Marsi-
gli con el título La schavintú del genérale Marsigli sotto i tartarí e i turchi da ¡ni
stcsso nárrala, Bologna, Zanichelli, 1931.
220 JUAN ANDRÉS M o H E L L

formó en sus viajes una rica colección de libros, de antigüedades,


de cosas naturales y de toda suerte de raridades de la naturaleza
y del arte80; y no contento con haberlas colocado magníficamen-
te en su casa señalándoles por clases Custodes oportunos, ni con
haber formado de su propio palacio escuelas y academias de las
artes y ciencias, quiso hacer solemne donación a la patria de
todo su tesoro literario, y públicas las escuelas y academias, que
ceñidas a los muros de su casa no podían salir de la clase de pri-
vadas, y dio con esto noble principio a la grande obra del Institu-
to81. A la riquísima, y en aquellos tempos única, colección del
Conde de Marsigli unió el Senado los museos de Aldrovandi82 y
de Cospi83, que estos doctos boloñeses habían dejado a la patria,

80. Marsigli viajó a Constantinopla, los Balcanes, Hungría y Holanda, recogiendo


materiales para su museo. Véase la biografía del personaje en John STOYE: Mar-
sigli's Europe 1680-1730, the life and times of Lnigi Ferdinando Marsigli, /soldier
and virtuoso, New Haven, Yale University Press, 1994.
81. Entre 1711 y 1715 el Conde Luigi Ferdinando Marsigli (1658-1730) fundó en el
Palazzo Poggi el Istitnto dclle Scienze, la primera institución boloñesa dedicada a
la difusión de la ciencia moderna. Vid. Marta CAVAZZA: «La "Casa di Salomone"
realizzata?», en I matcñali dell'lstitnto delle Scienze, Bologna, Accademia delle
Scienze, 1979, pp. 42-54. Sus contribuciones fueron recogidas por Andrés, desta-
cando su Histoire pjüsique de la mer, Amsterdam, 1725, y calificándolo de «gran-
de observador de las cosas marinas», en Origen..., vol. V, pp. 67 y 126.
82. Ulisse Aldrovandi (1522-1605). Bolones de nacimiento, fue naturalista y médico.
Primer catedrático de Filosofía natural en la Universidad de Bolonia desde 1560 y
creador de uno de los primeros jardines botánicos. Inició su museo de Ciencias
Naturales (Musco Aldrovandiano) a medidados del siglo XVI, reuniendo a finales
de siglo más de 18.000 piezas. Por su testamento el museo fue donado al Senado.
Al museo Aldrovandiano se añadió el del marqués Ferdinando Cospi (1606-16S5),
y ambos fueron transferidos al Istitnto dclle Scienze en 1742 por decisión del Sena-
do bolones a sugerencia de Benedicto XIV. Su influjo en la Universidad boloñesa
aparece recogido en Sandra TUGNOLI PATTARO: «L'ereditá aldrovandiana», en
/ materiali dcll'Istituto dclle Scienze, Bologna, Accademia delle Scienze, 1979, pp.
82-89. Andrés lo admiraba, y así lo manifestó, considerándolo dotado de una gran
capacidad de observación y trabajo: «recorrió valles, montes y provincias diversas,
formó un riquísimo museo y una inmensa colección de varias cosas naturales de
todos los reinos de la Naturaleza; leyó infinitos libros (...); estudió la Antigüedad
para ver en ella cuanto tiene de físico y conocer mejor algunas producciones de la
Naturaleza», en Origen..., vol. V, p. 113. Durante todo el siglo XVIII fue recono-
cida la deuda de la Historia Natural hacia Aldrovandi.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 221

y se empezó de este modo aquel grandioso palacio de las Musas84,


que en su mismo principio fue ya una de las obras más gloriosas
que se han erigido a las ciencias.
La historia de este Instituto la podrás ver en el primer
tomo de la Academia de las Ciencias de Bolonia, y si quieres
más brevemente en el elogio de Marsigli que hizo Fontenelle85.
En el año 1780 publicó el Marqués Angeleti un librito suyo,
aunque anónimo, intitulado Notizie dell'origine e progressi
dell'lstituto delle scienze di Bologna e sue Academie, y en él se
O ' J

da una noticia harto individual de lo mucho que abraza aquel


Instituto. Yo sólo diré, para que veas que esta riquísima colec-
ción va recibiendo continuamente nuevos aumentos, que desde
la última vez que la vi he hallado de nuevo, a más de varias pie-
zas particulares, o compradas o regaladas, toda la colección de
mármoles y piedras duras de todo el imperio de las Rusias, que
le ha regalado la misma Emperatriz; la sala anatómica de la céle-
bre Anna Morandi, que cuando vivía aquella ilustre mujer había
yo visto más de una vez en casa del Conde Ranuzzi86, de quien
después la ha comprado el Instituto; y mucho aumento en las
salas de la anticuaría.

83. Marqués Ferdinando Cospi (1606-1686). Senador bolones. Su museo era anexo al
de Aldrovandi. Ambos fueron transferidos al Instituto de Ciencias en los años 1742
y 1743.
84. Respondía al ideal baconiano de la «Casa de las Musas» expresado en su obra De
cíignitate Argnmentis Scientannn.
85. Bernard de Fontenelle: Eloge de M. le Comtc Marsigli, publicado en sus Oenvrcs,
Amsterdam, 1754. En su elogio Fontenelle afirmaba que el Bononiense Scicnta-
min et Artiuin Instititttim adpublicum totius Orbis Usiun se asemejaba «l'Atlanti-
de du Chancelier Bacon executée».
86. Girolamo Ranuzzi. Senador bolones que poseyó el material anatómico elaborado
por Anna Morandi antes de su adquisición en 1776 por los senadores prefectos del
Instituto, para ser ubicado en el museo anatómico junto a las piezas de ceroplásti-
ca de Ercole Lelli (1702-1766). Vid. Vincenzo BUSACCHI: «Le cere anatomiche
dell'lstituto delle Scienze», en I matcríali dell'lstituto clcllc Scienze, Bologna, Acca-
demia delle Scienze, 1979, pp. 230-232.
222 JUAN ANDRÉS M o u E L L

CÁTEDRA DE ANTICUARÍA

El célebre Marqués Maffei87 de Verona le había hecho un rico


legado, dejando por usufructuario al docto anticuario Marqués
Aníbal Olivieri de Pesaro; mas éste aún en vida quiso despren-
derse de él generosamente, y estos años pasados lo envió aumen-
tado para mayor ornamento del Instituto, y mayor provecho del
público. Otro legado, todavía más rico, le ha entrado posterior-
mente de un Padre Urbano Savorñano, noble veneciano, pero
apasionado de Bolonia, donde había pasado su vida en la Con-
gregación del Oratorio; y varios regalos de otros particulares han
enriquecido más y más las salas de las antigüedades. Pero la
novedad más importante que he hallado en ellas ha sido un pro-
fesor destinado para ilustrarlas, y dar lecciones de anticuaría.
Todas las demás salas de náutica, de arte militar, de histo-
ria natural y de las otras ciencias tenían su profesor público, de
quien en días determinados puede aprenderse la facultad a que
pertenecen, sólo a la anticuaría faltaba un ornamento y auxilio
semejante, y una ciencia tan útil como ésta carecía de un maes-
tro que la enseñase públicamente. Proveyó, pues, a esto el Sena-
do de Bolonia, nombrando por profesor público de anticuaría a
Jacobo Biancani88, y fundó de este modo una cátedra, la única

87. Scipione Maffei (1675-1755). Marqués de Verona y gran erudito de la primera


mitad del Setecientos. En su obra Sitggerimenti o proposte per la conservazione e
prosperítá della Repitbblica, publicada en 1736, proponía una solución a la crisis de
la República de Venecia consistente en que abandonara su condición de Ciudad-
Estado para transformarse en la capital de un Estado nacional en el que la nobleza
de Terraferma ocupara, como representante de sus ciudades, puestos en el Senado
y en el Consiglio Maggior. Cfr. Fiero DEL NEGRO: «Proposte illuminate e con-
servazione nel dibattito sulla teoría e la prassi dello Stato», en Girolamo ARNAL-
DI y Manlio Pastare STOCCHI (eds.): Storía della cultura véneta, Tomo 5/11, //
Settccento, Vicenza, Ñero Pozza, 1986. Serán muchas las referencias a Maffei en las
Cartas, pues Andrés lo consideraba uno de los innovadores de la arqueología en Ita-
lia y sentía por el veronés una gran admiración. Junto a Winckelmann y Caylus había
«introducido la Filosofía en la Anticuaría», y todos ellos «han abierto nuevos y más
útiles caminos en el estudio de aquella ciencia», en Origen..., vol. Ill, p. 455.
88. Giacomo Biancani Tazzi (1729-1789). Vid. nota 71.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 223

que yo sepa haberse erigido hasta ahora en toda Europa para


dar lecciones de antigüedades. Ojalá se introdujeran también
algunas en España89 en vez de muchas de las infinitas que hay
de filosofía, teología y leyes, para las que bastaría un número
mucho menor.

BIBLIOTECA
Aún más novedad hallé en la biblioteca, donde, muertos los
Montefanis padre e hijo90, aquél Bibliotecario en ejercicio, y
éste electo sucesor suyo, se había nombrado Bibliotecario al
Abate Antonio Magnani91, mi amigo; y a las tres grandes salas,
dos de libros y una de manuscritos, que formaban antes la libre-
ría, se había añadido otra para colocar infinitos libros que no
podían caber en aquéllas. En toda Italia no hay biblioteca más
vasta que ésta; el mismo Bibliotecario no sabe a punto fijo cuál
sea el número de los libros, pero me ha dicho que ciertamente
no son menos de 112.000 tomos, entre los cuales hay sin duda
muchos que ocupan inútilmente aquel lugar, pero quedan sin
embargo otros muchos muy buenos, que bastan para formar
una rica biblioteca. La sala de los manuscritos es apreciable por
unos 300 códices arábigos y turcos, por algunos griegos y de

89. Nota del editor Carlos Andrés: «Nos lo podemos prometer de nuestro ilustrado
gobierno, pues así como en el presente año ha establecido en esta Corte dos cáte-
dras, una de historia literaria, mandando que se enseñe por la obra del autor de estas
cartas, y otra de química, debemos esperar que funde otras igualmente útiles».
90. Ludovico y Antonio Montefani Caprara. Ludovico incorporó a la biblioteca en 1755
los fondos donados por Marco Antonio Sbaraglia. Vid. Luigi BALSAMO: «Le
biblioteche dei Gesuiti», en Gian Paolo BRIZZI y Anna Maria MATTEUCCI (eds.):
Dall'isola alia cittá. I Ccsniti a Bologna, Bologna, Nuova Alfa, 1988, pp. 183-192.
91. Antonio Magnani S.I. (1743-1811). Fue bibliotecario del Instituto entre 1778 y
1800. En 1811 cedió a la ciudad su propia biblioteca, creando con ello el núcleo
fundacional de las colecciones actuales del Archiginnasio. Vid., Gino NENZONI:
«Antonio Magnani e la sua donazione alia citta di Bologna», en Almanacco del
bibliotecarí italiani (1961), pp. 123-127. Andrés menciona la adquisición por Mag-
nani para el Instituto de una colección canónica, en Origen..., vol. VI, p. 527.
224 J U A N AN D U E S M OH ELL

otras lenguas exóticas, y por los autógrafos del célebre natura-


lista Aldrovandi92, del Papa Benedicto XIV93 y de otros hombres
ilustres. La observación de un antiquísimo rótulo hebreo en
cuero o piel de ternera, de algunos códices de geografía arábi-
gos y turcos, de uno griego antiquísimo de un Santo Padre, de
algunos chinos y de uno americano; el examen de algunas
variantes en la fecha de la impresión de dos ejemplares de la
Maguntina del mismo año y de la misma impresión; la nueva
sala añadida a las tres antiguas, y la llena de libros; algunos apun-
tamientos que tomé, y otras reflexiones que se iban ofreciendo,
me hicieron importante la visita de aquella biblioteca, aunque
la había visto ya tantas veces. El docto Bibliotecario Montefani94
había trabajado mucho en formar varios catálogos para ilustración
de su biblioteca, y su estudioso sucesor Magnani95 no dejará
imperfecto este trabajo. Yo quisiera que los boloñeses pensasen

92. Ulisee Aldrovandi (1522-1605). Vid. nota 82. Su obra Historia nnimalium fue
publicada entre 1599 y 1613, y fundó un jardín botánico en 1568. Después de su
muerte se publicó la Monstronnn Historia (1642), con ilustraciones fantasiosas.
93. El bolones Próspero Lambertini (1675-1758) fue elegido Papa en 1740 cuando
ocupaba la diócesis de Bolonia (1731-1740). Fue considerado uno de los grandes
canonistas de su tiempo. Un año antes de su elección fue visitado en Bolonia por
el Presidente De Brosses, con quien pasó una entretenida velada: «hombre muy
campechano que nos cuenta anécdotas de muchachas alegres o de la corte de
Roma (...) Su conservación es muy agradable; es un hombre ingenioso, muy ale-
gre y al corriente de la literatura», en Viaje..., vol. I, p. 166. Además de manuscri-
tos, Benedicto XIV adquirió para el Istittito dellc Scienze instrumentos de
fabricación holandesa y el laboratorio óptico de Giuseppe Campani (1635-1715),
muy conocido como constructor de telescopios y microscopios y abastecedor de
instrumentos ópticos a gran parte de los científicos europeos de fines del s. XVII,
como a Cassini para equipar el observatorio astronómico de París. Las relaciones
con el Istituto, sobre el que ejerció una especie de protectorado en el que era posi-
ble realizar la alianza entre la fe y la nueva ciencia, han sido estudiadas por G.
VENTURI: «Benedetto XIV e le collezioni universitarie di Bologna», en Benedet-
to XIV (Prospero Lambertini), Convegno internazionale di stndi storíci (Cento, 6-
9 diccmbre 1979), Cento, Centro Studi Girolamo Buruffaldi, 1982, vol. II, pp.
1111-1208.
94. Vid. nota 90.
95. Vid. nota 91.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 225

en dar a la biblioteca, como a todas las otras partes de Instituto, un


profesor público, y establecieran una pública escuela de bibliogra-
fía, que no sería menos singular e importante que la de anticuaría.

CÁTEDRA DE DIPLOMÁTICA
Otra nueva cátedra pública, también muy útil, he hallado ahora
en Bolonia, es, a saber, de diplomática. D. Miguel García96, espa-
ñol muy versado en archivos y escrituras antiguas, quiso hacer-
me el favor de mostrarme el archivo del Señor Masini, que
probablemente será el más rico que tenga particular alguno, y el
archivo público, que, dividido en ciertas naves con varios arcos,
forma un magnífico templo a la diplomática. Aquí vi a Lazzari97,
profesor de ella, que había puesto en buen orden todo el archi-
vo; el cual, aunque riquísimo de monumentos importantes para
la historia civil y literaria de Bolonia y de toda Italia, no tiene sin
embargo escritura alguna anterior al siglo XI, siendo las que me
mostraron por más antiguas posteriores al año 1060.

MERIDIANA DE SAN PETRONIO


No se puede ir a Bolonia sin entrar en la grande Iglesia de San
Petronio y observar en ella la famosa meridiana formada por
Cassini98, y célebre por tantas operaciones para que ha servido,

96. Miguel García Sauz S.I. (1741-1794). Nacido en Chelva (Valencia), había ingresa-
do en la Compañía de Jesús en 1756. En el momento de la expulsión era sacerdo-
te del Noviciado de Santiago de Chile. Desde 1785 residía en Roma como
preceptor de los hijos de los Príncipes Spada.
97
9 Pietro Lazzari S.I. (1710-1789).
7 Teólogo y bibliotecario.
Cían Domenico Cassini (1625-1712).8
9 Fue profesor de Astronomía en Bolonia
desde 1650, sustituyendo a Bonaventura Cavalieri, hasta que pasó a París en 1668
para dirigir su observatorio, nacionalizándose francés en 1673 tras aceptar la invi-
tación de Colbert. En 1684 descubrió cuatro nuevos satélites de Saturno, que se
añadieron a los descubiertos por Christian Huygens. A Cassini le dedicó Andrés
grandes elogios en el tomo VIII de su Origen.,., donde era calificado de «refor-
mador de la moderna Astronomía». En la nave izquierda de la basílica de San
Petronio Cassini trazó una línea dirigida al norte en 22 de junio de 1655, fecha del
226 JUAN ANDRÉS MOHKLL

y por los libros a que ha dado materia. Ya en el año 1575 el Padre


Ignacio Danti", Dominico, de quien te nombraré otras obras
astronómicas hechas anteriormente en Florencia, había bos-
quejado una imperfecta meridiana en aquel mismo lugar, sólo
con el fin de observar con alguna exactitud el verdadero tiempo
de los solsticios y equinoccios, y hacer ver cuan anterior era el
equinoccio de primavera al día 21 de marzo100. Pero en el siglo
siguiente el célebre Cassini, siendo profesor de astronomía en
aquella Universidad, y queriendo ilustrar algunos puntos deli-
cados de la teoría del sol, formó en el año 1655 una larga, exac-
ta y magnífica meridiana con todas las prudentes cautelas, que
la más escrupulosa delicadez astronómica podía desear, e hizo
en ella las observaciones que fueron causa de que los astróno-
mos mirasen la meridiana de San Petronio como el oráculo de
la astronomía solar. Con las vicisitudes del tiempo padeció ésta
algún menoscabo, y mientras Cassini estaba en Francia, adon-
de fue llamado por Luis XIV con tanto honor, Montanari101 en

solsticio de verano. De Brosses le dedicó su atención: «Pasa ahora por ser la más
perfecta de todas las que hay de este género», en Viaje..., vol. I, pp. 253-254.
99. Egnazio Danti (1536-1536). Nacido en Peruggia, fue cosmógrafo de Cosme de
Medici.
100. Danti trazó la meridiana de la Iglesia florentina de Santa Maria Novella. Andrés
se referirá a ella en la visita que efectuó a aquella iglesia acompañado por Leonar-
do Ximénes.
101. Geminiano Montanari (1633-1687). Socio correspondiente de la Academia del
Cimento, animador de la academia físico-matemática boloñesa de la Trácela y liga-
do a la escuela de Galileo, fue profesor de matemáticas, astronomía y geología en
la Universidad de Bolonia entre 1664 y 1678, año en que pasó a Paclua, dejando una
gran impronta, siendo sustituido en la cátedra por su alumno Domenico Gugliel-
mini, también citado por Andrés. Natural de Módena, construyó lentes y trazó un
mapa de la luna. Fue el primero en investigar sistemáticamente las variaciones de
luz de la estrella Algol, consideró que la astrología no era una ciencia y participó acti-
vamente en los circuitos internacionales de investigación científica. Vid. Salvatore
ROTTA: «Scienza e "pubblica felicita" in G. Montanari», en Miscellanea Seiccnto,
Firenze, 1971, vol. II, pp. 65-210. Andrés únicamente lo citó «por el estudio y las
observaciones de las aguas, particularmente de aquellas que pertenecen a la lagu-
na de Venecia», ya en el período último de su vida, en Origen..., vol. IV, p. 1S9.
B O L O N I A , FLO u E N C Í A , ROMA 227

pasando por Bolonia Cassini en 1695 quiso reconocer su meri-


PASNDO POR bOLARNIA CASSION EN 1695 QUISEO RECONOCER
diana, rectificarla y reponerla en su primera perfección. Él
mismo quiso dar cuenta al público de todas las diligencias prac-
ticadas en la primera erección de su meridiana, y en la posterior
corrección de ella, y compuso el libro que publicó Guglielmini
intitulado La Meridiana del Templo di S. Petronio tirata e pre-
parata per le osservazioni astronomiche l'anno 1655. Rivista e

102. Domenico Guglielmini (1665-1710), matemático aplicado a la hidráulica. Discípu-


lo de Geminiano Montarían, animador de la Academia de la Traccia, al que suce-
dió en la cátedra de Astronomía del Studio, miembro de la Academia r/eg/i Inquicti
fundada por Eustaquio Manfredi en 1690, e inmerso en el ambiente galileano (per-
feccionó «lo que Galileo no había hecho más que empezar», en Origen..., vol. I, p.
348), fue uno de los iniciadores de la nueva ciencia en Italia y de renombre euro-
peo, siendo partidario de buscar la verdad y la certeza a través de la observación y
el experimento. Un ejemplo de método científico moderno fueron sus Rifflessioni
filosoficlie dedotte dalle figure del salí, Bologna, 1688, donde teorizaba sobre la
composición de la materia sobre la base de las figuras geométricas de los cristales
salinos observadas al microscopio, en Maurizio MAMIANI: «II método de la filo-
sofía naturale nelle "Rifflessioni filosofiche dedotte dalle figure del sali" di Dome-
nico Guglielmini», en Science and Iamagination in Will'1' century British Culture,
Milano, Edizioni Unicopoli, 1987, pp. 247-252. Andrés la consideraba «obra magis-
tral sobre las sales», en Origen..., vol. V, p. 46. Fue también miembro de la Royal
Society y de la Academia de Ciencia de París desde 1697, y profesor del astrónomo
bolones Eustachio Manfredi, su más importante impulsor. Gracias a Guglielmini el
Senado bolones instituyó en 1694 la primera cátedra universitaria de Hidrometría,
y sus relaciones epistolares con Leibniz le facilitaron introducir en Italia el cálculo
infinitesimal, en Luigi PEPE: «II calcólo infinitesimale in Italia agli inizi del secólo
XVIII», en Bolletino di Storía delle Scienze Matematiclw, II (1981), pp. 43-101. Una
síntesis de sus estudios de hidráulica e hidrometría fue su obra Delia natura dei
fiuini, Bologna, 1697, que Andrés consideraba fundadora de la Hidrometría:
«Guglielmini fue el primero que reflexionase que el nacimiento y formación de los
cauces, siendo obra de la naturaleza, debía sujetarse a sus leyes constantes; que de
la fuerza de las aguas y de la resistencia de la materia, que forma la cama de los cau-
ces, debían tomarse aquellas leyes; que en el acto de obrar la fuerza contra la resis-
tencia la una y la otra son variables, y crece o se disminuye la una al disminuirse o
aumentarse la otra, y con estos principios se aplicó a buscar las verdaderas leyes que
sigue la naturaleza en la formación y alteración de los cauces, y a encontrar una
completa teoría de ellos y un arte bien fundado para regularlos», en Origen..., vol.
IV, pp. 190-191. Como matemático se publicó, tras su fallecimiento, su Opera
omnia mathematica, Genevae, Cramer e Perachon, 1719.
228 J U A N A N D R É S Mo H E L L

rístaurata l'anno 1695 di Giovanni Domenico Cassini]m. A prin-


cipios de este siglo verificó y rectificó Eustaquio Manfredi 104
dicha Meridiana, e hizo en ella muchas observaciones; de todo
lo cual dio parte al público en algunas disertaciones que se leen
en las actas de la Academia, y en su libro De gnomone meridia-
no bononiensi. Con el tiempo, como es natural, se fueron gas-
tando los mármoles y metales, y la meridiana llegó a ser inútil
para la exactitud que requiere la astronomía105. Diose, pues, en
el año 1776 la incumbencia de renovarla al Doctor Eustaquio
Zanotti, quien habiéndolo ejecutado con la más atenta diligencia
comunicó sus operaciones al público en el libro impreso en el año
1779 La Meridiana di S. Petronio rinovata l'anno MDCCLXX-
yjioe ^e jie hablaclo largamente de esta meridiana porque es la
más famosa y más digna de serlo que cuantas hay en Europa, y
porque ha servido gloriosamente para las observaciones de Cas-
sini y de Manfredi, que tanto han ilustrado la astronomía.

103. Giovanni Domenico Cassini: La meridiana del templo di S. Petronio tirata, e prc-
parata per le ossevazioni l'anno 1665. Riui.sta, e restauróla l'anno 1695, Bologna,
L'erecle di Vittorio Benacci, 1695.
104. Eustachio Manfredi (1674-1739). Vid. nota 60. En 1729 publicó De mnniis inc-
rrantiiimstellanim aberrationibns. Fue miembro de la Real Academia de Ciencias
de París desde 1726 y de la Royal Society de Londres desde 1729. Manfredi fue
uno de los protagonistas más influyentes en la vida del Instituto hasta su muerte.
Sobre su correspondencia, vid. Haría Magnani CAMPANACCI: «Per l'Epistolario
di Eustachio Manfredi», en Renzo CREMANTE y Walter TECA (ecls.): Scicnza e
letteratnra nella cultura italiana del Settccento, Bologna, II Mulino, 1934, pp. 521-
528, y Ugo BALDINI: «Due raccolte romane di lettere di Eustachio Manfredi»,
Ibid, pp. 529-544.
105. En 1739 daba De Brosses noticia de ese deterioro: «Me ha chocado ver que ponen
los pies encima sin respeto alguno, lo cual borra mucho los caracteres», en Viaje...,
vol. I, p. 254.
106. Eustachio Zanotti (1709-1782): La meridiana del templo di San Petronio rinnowi-
ta l'anno 1776. Si aggiitinge la rístampa del libro pnbblicato l'anno 1695 sopra la
ristaiirazione dolía Meridiana esegnita dai celebri matematici Ció. Domenico Cas-
sini c Domenico Gtiglielmini, Bologna, Istituto delle Scienze, 1779, 88 pp. Zanot-
ti fue el sucesor de Manfredi en 1739 en la dirección del observatorio de Bolonia,
al que equipó con nuevos instrumentos.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 229

BIBLIOTECA DE LOS DOMINICOS, Y RÓTULO PARTICULAR QUE EN


ELLA HAY

Además de todo lo dicho hay en Bolonia muchas y excelentes


bibliotecas, algunas de las cuales no se pueden pasar en silencio.
La de los Dominicos es una pieza hermosa y capaz10', pero se
entra en ella por un atrio tan magnífico que ofrece una biblio-
teca mucho mayor. Abunda en libros singularmente bíblicos, de
Santos Padres y de autores eclesiásticos, y tiene también varios
códices latinos, griegos, hebreos y de otras lenguas. Pero el libro
famoso, que se conserva con gran veneración en aquel conven-
to, es un rótulo, que así se suelen llamar los libros rodados, o
arrollados que usaban los antiguos, y que han usado más moder-
namente, y aún usan hoy en día en algunas sinagogas los judíos;
este rótulo es de piel de ternera, no reducida a pergamino, sino
gruesa y natural, y contiene el Pentateuco. La opinión vulgar es
que este libro sea de la mano y pluma del mismo Esdrás108,
cuando en el imperio de Ciro los judíos de la cautividad volvie-
ron a Jerusalén, y reedificaron el templo; y de hecho dicen que
se lee así en una inscripción que han cosido en el mismo rótu-
lo; pero ningún crítico cree una data tan antigua. Lo que dice
Montfaucon109, que lo examinó, es, que por dicha inscripción se

107. Construida en 1467, quedó insuficiente pocos años después para poder albergar
un patrimonio bibliográfico en crecimiento constante, pues se había enriquecido
con muchas donaciones, entre ellas de Pico della Mirándola y del jurista y hunia-
nista Ludovico Bolognini.
108. Uno de los escribas más notables del pueblo judío en el s. V a.C. De Brosses men-
cionaba también este dato: «Tienen, dicen, un manuscrito de la propia mano de
Esdrás (...) pero le enseñan menos que el cuerpo de San Domingo», en Viaje...,
vol. I, p. 257.
109. Bernard de Montfaucon (1655-1741). Benedictino de la Congregación de San
Mauro, dedicada a dar a la Historia un contenido crítico. Su Paleograpliia Gracca,
publicada en París en 1708, inició el estudio científico de los textos griegos, y su
L'Antiqncté expliqttee et rcpréscntce en figures, editada en París en 1719 en cinco
tomos en 10 volúmenes por Florentin Delaulne, en francés-latín, fue la primera
obra de conjunto sobre los monumentos de la antigüedad, presentando una ico-
nografía elaborada del arte clásico, pero sin datarlas. Andrés, pese a considerar
230 JUAN ANDRÉS MOHKLL

ve que este libro fue regalado por los judíos al Padre Ayineri-
co110 General de los Dominicos hacia los años de 1308, y que ya
entonces era tan viejo que pasaba por obra del mismo Esdrás.
La veneración en que se tiene este libro dificulta el poderlo ver;
y yo no me empeñé mucho en verlo, por estar persuadido de
que no es de la antigüedad que se pretende, y por haber visto
en la misma Bolonia otro que el Padre Montfaucon tiene por
más antiguo.

BIBLIOTECA DE SAN SALVADOR, Y OTRO RÓTULO DE ELLA


Éste se halla en la biblioteca de San Salvador de Canónigos
Regulares de San Agustín111, adonde en años pasados me acom-
pañó el Senador Casali112, y el docto Padre Trombelli113 nos

algunas deficiencias, como esta que hemos apuntado, la tenía en alta considera-
ción: «la grande obra De la Antigüedad explicada de Montfaucon se ha hecho casi
precisa para los anticuarios eruditos, y da honor a los estudios del siglo que la ha
producido», en Origen..., vol. Ill, p. 458.
110. Aymerico de Piacenza, de donde era natural, murió en Bolonia en 1327. Fue ele-
gido General de los Dominicos en 1304. La noticia que da Andrés procede del vol.
XVII del Diarium Italicum de Montfaucon, donde se menciona la donación por
Aymerico al convento de Bolonia de un texto en hebreo del Pentateuco que se atri-
buía a Esdrás.
111. La iglesia boloñesa de San Salvatore fue creada por la Congregación de canónigos
regulares de Santa Maria di Reno en el siglo XI, y reconstruida a comienzos del siglo
XVII por Mazzenga con un diseño barroco. Su biblioteca contaba con códices del
siglo V que, en parte, se conservan en la Biblioteca Universitaria de Bolonia.
112. Conde Gregorio Casali Bentivogli Paleotti. Poeta y matemático. Participó en el
ambiente de estudio de \i\Accademia dett'Istituto delle Scienze de Bolonia, donde
era profesor de Arquitectura militar, colaborando con Eustachio Zanotti y Gaeta-
no Monti, además de Secretario de la Academia Clementina entre 1759 y 1764.
113. Giovanni Grisostomo Trombelli (1697-1784). Canónigo regular del monasterio de
San Salvatore de Bolonia. Entre los códices que adquirió se encuentra el De S.
Petra apostólo carmina, del monje de la abadía de Monte Cassino Amatus, manus-
crito del siglo XI, que fue localizado en Brescia por Trombelli e incorporado a la
biblioteca de San Salvatore. Hoy se encuentra en la Biblioteca Universitaria de
Bolonia. Donado por el conde Durante Duranti, Trombelli también incorporó el
libro de horas del siglo XV Officiuin Beatae Mariae Virginis et morttiontm, de
escritura gótica e ilustrado por el Maestro Guillebert de Metz. Sobre Trombelli y
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 231

mostró individualmente los muchos y preciosos códices que


contiene. El rótulo es del libro de Esther, y de él habla así Mont-
faucon: «megillat Esther volumen ex pelle vituli subacta vetustissi-
mum et usu tritum, quale supra depinximus volumen Pentateuchi,
ab ipso Esdra, ut estimant exaratum, et videtur sane ipso Penta-
teuchi volumine antiquius»114. Gualandini y algunos otros han
querido negar que se haya jamás preparado el cuero de suerte
que se pudiera escribir en él, y pretenden que los pasajes de los
antiguos que dicen in cono se deban entender de un tegumen-
to de árbol o planta, no de piel de ternera o de otro animal. Pero
sólo en Bolonia he visto yo dos libros de piel real y verdadera,
esto es, el libro de Esther de la biblioteca de San Salvador, y otro,
aunque imperfecto, de la biblioteca del Instituto, que contiene
parte de los Números y del Deuteronomio, y uno en Roma en la
biblioteca del Señor Cardenal Zelada115. Pero dejando estos
rótulos, la biblioteca de San Salvador de Bolonia es muy rica de
preciosos códices, varios de biblias hebreas, y algunos libros rabí-
nicos. Allí hay un manuscrito de la carta impresa, que te envié
años pasados, de un tal Rabi Samuel a Rabi Isaac, en que le pro-
pone algunas dudas contra la creencia de los Judíos, y que tra-
dujo después el Padre Alfonso Bonhome116, español; varios

la biblioteca, vid. María Gioia TAVONI y Gabriella ZARRI: Giovanni Grisostomo


Trombelli (1697-1784) e i Canonici regolari del SS. Salavatore, Modena, 1991.
114. También San Agustín consideraba que Esdrás era el autor del Libro de Esther.
115. El cardenal Francisco Saverio Zelada (1717-1801). Romano, pero hijo de español.
Nombrado Cardenal en abril de 1773 por Clemente XIV, fue el administrador de
los bienes romanos de la Compañía de Jesús, e impulsor del observatorio del Cole-
gio Romano. Fue un gran coleccionista y anticuario, además de biliotecario del
Vaticano desde 1779, a la muerte del Cardenal Albani, y Secretario de Estado entre
1789 y 1796, durante el Pontificado de Pío VI. Según Pastor, compuso un trabajo
numismático titulado De nummis aliquot aeréis uncialibiis, Romae, 1778, en
Ludovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, Gustavo
Gili, 1940, p. 48.
116. Samuel Hebraeus: Tractatulus miiltum utilis ad convincendnm iudaeos de errare
suo, qni habent de Aíessia adhuc venturo et observantia Legis Mosaicae, s.l., tra-
ducido por Bonhome en el siglo XVI.
232 J U A N A N D u Es M O H E L L

códices griegos de la Escritura y de Santos Padres, entre ellos


uno de San Basilio117, y otro de San Juan Crisóstomo118 del siglo
X, y de algunos poetas, filósofos y gramáticos; y muchos latinos,
de los cuales no te citaré en particular sino el Lactancio119, que
Montfaucon creyó del VI o del VII siglo, pero que el Padre
Trombelli no juzgaba anterior al VIII, y que tiene mil raridades
que lo hacen sumamente precioso. Lo delgado de su pergami-
no, la particularidad de sus caracteres, así latinos como griegos,
y otras singularidades hacen que esté en mucho aprecio entre
los paleógrafos y los bibliógrafos. Finalmente, para darte una
idea general del mérito de los códices de esta biblioteca, basta-
rá decir que de ellos principalmente ha sacado el Padre Trom-
belli los monumentos para su libro intitulado Arte di conoscere
Veta de codici latini e italiani120, y que un erudito francés, Mr.
d'Agincourt121, que va muchos años ha recogiendo memorias
para la historia de las artes del diseño, estuvo muchos meses
examinando en dichos manuscritos la parte sola de las miniatu-
ras y del gusto del diseño en los tiempos en que se escribieron.

117. San Basilio, uno de los Padres de la Iglesia, vivió entre el 329 y el 379, y su obra
fue editada por los maurinos Garnier y Maran entre 1721 y 1730.
118. San Juan Crisóstomo, también Padre de la Iglesia del siglo IV, fue editado por los
maurinos, encargándose Montfaucon de la fijación de los 13 volúmenes de su obra,
que fueron apareciendo entre 1718 y 173S.
119. Apologista del siglo IV conocido como el «Cicerón cristiano».
120. En su labor paleográfica destacó su obra Arte di conoscere l'ctíi de codici latini a
italiani, Bologna, Girolamo Corciolani, 1756, de la que existe edición anastática en
Milano, Cisalpino-Goliardica, 1971.
121. Jean-Baptiste Seroux D'Agincourt (1730-1814). Discípulo del arqueólogo Caylus
y admirador de Winckelmaun, se dedicó al estudio del arte cristiano desde la Anti-
güedad al Renacimiento, residiendo en Italia desde 1778. Prestó una atención
preferente al estudio de las catacumbas romanas.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 233

OTRAS BIBLIOTECAS
En el Convento de San Francisco de los Conventuales122 hay
también biblioteca; pero la más digna de observarse es la del
Padre Martini123, célebre por su habilidad y erudición en la
música, quien tenía una riquísima colección de códices antiguos
y de libros de música, colección que en su línea será tal vez
única. El mismo Padre Martini poseía una abundante galería de
retratos de escritores, o profesores célebres de música.
La biblioteca del Colegio de Santa Lucia, antes de los Jesuí-
tas124, y ahora de los Barnabitas125, es biblioteca pública, y bien
provista en algunas clases y de algunos manuscritos; y los Servi-
tas126 y casi todas las Comunidades tienen muy buenas librerías.
En las casas particulares se encuentran también muchos
libros, y apenas hay persona rica o culta que no tenga sus colec-
ciones de libros y algunas raridades. Muchas había yo visto otras

122. Iniciada su construcción en 1236, es uno de los monumentos más importantes de


Bolonia y uno de los primeros exponentes en Italia del gótico francés.
123. Giovanni Battista Martini (1706-1784). Vid. nota 65.
124. El Colegio de Santa Lucia había sido fundado en 1551 por el P. Francisco Pahnio.
Su biblioteca fue ampliada en 1742, y en 1744 recibió la importante donación del
fondo bibliográfico de monseñor Francesco Zambeccari, cifrado en cerca de 2.000
tomos. Ya se encontraba abierta al público en tiempos de los jesuítas. El arzobis-
po Vincenzo Malvezzi ordenó que se hiciera cargo de la biblioteca el Barnabita
Alessandro Ugo. Vid. Luigi BALSAMO: «Le biblioteche dei Gesuiti», en Gian
Paolo BRIZZI y Anna Maria MATTEUCCI (eds.): Dall'isola alia cittá. I Gesuiti a
Bologna, Bologna, Nuova Alfa, 1988, pp. 183-192.
125. Orden religiosa fundada por Antonio Maria Zacearía en 1533 con el nombre de
Clérigos Regulares de San Pablo, llamada Barnabitas por tener su primera casa
junto a la iglesia romana de los Santos Pablo y Bernabé. Sustituyeron a los jesuítas
en el Colegio de Santa Lucia una vez extinguida la Compañía por orden del car-
denal Malvezzi.
126. La orden scrvonnn S. Mariae, conocida como de los Servitas, fue aprobada por
Benedicto XI en 1304 después de muchas dificultades. A fines del siglo XV se había
extendido por toda Italia, especialmente por el norte y centro de la Península, sur
y oeste de Alemania y por la España y la Francia mediterráneas, en R. TAUCCI:
«Servites», en D.Th.C., París, 1941, Tomo XIV, col. 1982-1987.
234 JUAN A N D R É S MOR ELL

veces; ahora vi de nuevo en casa del Conde Savioli127 una no


pequeña colección de buenas ediciones de autores clásicos grie-
gos y latinos, de historiadores, singularmente italianos y alema-
nes, de autores ingleses y de otros libros muy apreciables; y a
más de éstos tuve particular gusto de ver una colección de
estampas harto copiosa y selecta, con la raridad de formar tres
gruesos volúmenes de solas las antiquísimas de grabadores ante-
riores a Mantegna128, a Alberto Durero129 y a Lucas de Holan-
da, que son tan difíciles de encontrar.
Algunas Iglesias y muchas galerías particulares, singular-
mente la de casa Sampieri130, presentan cuadros y pinturas que
merecen ser estudiadas de los profesores, y contempladas de las
personas de gusto. La pintura ha tenido en Bolonia su escuela muy
celebrada; y el Primaticcio131, los Carraccis132, Guido Reni133, el

127. El conde bolones Lodovico Vittorio Savioli (1729-1804) fue jurisconsulto, profe-
sor de historia y poeta, amén de senador. Miembro de la Academia de la Arcadia,
en su juventud publicó su obra CU Amori, considerada el más acabado ejemplo ita-
liano de poesía rococó, en liaría MAGNANI CAMPANACCI: «La lírica bologne-
se intorno al 1750. Fra rococó e classicismo», en Mario SACCENTI (ed.): La
Colonia Reñía. Profilo documentaría e crítico dell'Arcadia bolognese, Módena,
Mucchi, 1988, vol. II, pp. 227-266. Su colección de más de 6.000 monedas y meda-
llas pasó en 1766 a las colecciones del Instituto bolones.
128. Andrea Mantegna (1431-1506) era natural de Vicenza, pero pasó a residir en Man-
tua en 1459 para trabajar para la familia Gonzaga hasta su muerte.
129. Albretch Dürer, castellanizado como Alberto Durero (1471-1528), fue maestro del
grabado, cuyas técnicas dominó. En 1494 viajó por Italia, donde regresó en 1505,
residiendo en 1506 en Bolonia y Florencia.
130. En la decoración del Palazzo Sampieri intervino Agostino Carracci entre 1593 y
1594, y Guercino, que diseñó para una de sus salas Ercole e Anteo.
131. Francesco Primaticcio, nacido en Bolonia en 1504, dedicó la mayor parte de su
vida artística a la Corte de Francisco I de Francia, donde sustituyó los temas reli-
giosos por los mitológicos.
132. La saga de los Carracci esta formada por los pintores boloñeses Agostino (1557-
1602), Annibale (1560-1609) y Lodovico (1555-1619), quienes fundaron en 1585
la Accademia degli Incatnminati, la escuela pictórica mas influyente de Italia, basa-
da en la observación de la naturaleza.
133. Guido Reni (1575-1642). Nacido en Bolonia y muerto en esa misma ciudad, estu-
vo influido en su pintura por la escuela boloñesa de los Carracci y los frescos de
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 235

Guercino134 y otros excelentes pintores hacen que la escuela


boloñesa sea de un mérito nada inferior a las más celebradas; y
Bolonia, en suma, ofrece abundantes medios para cultivar en
todos sus ramos las artes y las ciencias.

COLEGIO DE SAN CLEMENTE DE LOS ESPAÑOLES


Como en tiempos pasados tuvo esta ciudad tanta fama de docta,
se fundaron en ella Colegios de varias provincias y naciones,
como el de Napolitanos, Luqueses, Húngaros y otros; pero
podemos gloriarnos de que el más antiguo y más distinguido es
el de los Españoles, fundado por el Cardenal Albornoz hacia la
mitad del siglo XIV135. En este Colegio, a más de la librería, que
podía estar mejor surtida, hay otra pieza que creo sirve de archi-
vo, y en ella se encierran muchos manuscritos. El más precioso
es el Rábano de Cruce136, que es anterior al año 1000, y contie-
ne varías particularidades en la escritura, en la puntuación, en
las miniaturas y en otras cosas, por las cuales repetidas veces le
cita el Padre Trombelli en su obra arriba mencionada. Algunos
códices de San Isidoro137 merecieron la atención del célebre

Rafael. Sus cuadros religiosos le dieron gran fama, y su influencia en el Barroco ita-
liano fue muy importante.
134. Gian Francesco Barbieri (1591-1666). Conocido por // Guercino, nació en Cento
y falleció en Bolonia, ciudad donde desarrolló gran parte de su actividad pictórica.
135. El Colegio fue fundado en 1364 para acoger a 30 estudiantes españoles, de los que
18 debían ser canonistas, 8 teólogos y 4 médicos, por el Arzobispo de Toledo Gil de
Albornoz. Un estudio reciente sobre el Colegio puede verse en Baltasar CUART:
Colegiales mayores ij limpieza de sangre durante la Edad Moderna. El estatuto de
San Clemente de Bolonia (ss. XV-XIX), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.
136a. De laudibus Sanctae Cnicis, de Mauro Rábano, texto de los primeros siglos del
cristianismo.
137. Arzobispo de Sevilla (570-636). La edición de las obras de San Isidoro las llevaría
a cabo el también ex-jesuita Faustino Arévalo: San Isidorí Hispalenses episcopi His-
paniarum doctorís opera omnia, Roma, 1797-1803, 7 vols. Para su edición, Aréva-
lo utilizó el material que Zacearía había reunido desde 1751 para el trabajo
proyectado sobre San Isidoro y que pasó a manos del jesuíta español a la muerte
de Zacearía en 1795. Vid. Elena GALLEGO MOYA: «Acercamiento a la biografía
236 J U A N A N D R É S M on ELL

Zacearía138, que los consultó, particularmente para la edición


que pensaba hacer de todas las obras de aquel Santo. El mismo
Zacearía, en su Iter litterarium per Italiamlx\ ha publicado un
índice o memoria de aquel archivo, que lo hizo Don Pedro de
Latiguera140, cuyo título es Commentarius sive elenchus histori-
co-criticus chartarum olim Aegidii Alvari Álbornotii... qucis in
locupletissimo, in quo hue usque delituerant Bononiensis Collegii
majoris S. dementis Hispanorum archivo niincprimum congeñt,
describit, ilustratque Petrus de Lafiguera Caesamugustanus V. J.
Doctor Togatus ejusdem Collegii alumnus... Este Colegio ha
florecido en hombres grandes; y los nombres de Nebrija141, de
Sepúlveda142, de Antonio Agustín143 y de otros semejantes bas-
tan para acreditar, no sólo un Colegio, sino toda una nación.
Mucho me alegraría de que alguno de los jóvenes estudiosos
que en él se crían se dedicara a formar una historia del Colegio,
o un librito de los varones ilustres de él, con lo que podría el

del jesuíta Faustino Arévalo», en Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ (ecl.): Y en el ter-


cero perecerán..., Alicante, Universidad de Alicante, 2002, pp. 613-637.
138. Francesco Antonio Zacearía S.I. (1714-1795).
139. Debe referirse al Excursus litteraríi per Italiam ab anno MDCCXLII ad annum
MDCCLII, publicado en Venecia en 1754.
140. Pedro de Lafiguera (1725-1763). Colegial de los Españoles de Bolonia.
141. Antonio de Nebrija (1444-1522). Residió en San Clemente entre 1465 y 1470.
Sobre Nebrija, vid. Víctor GARCÍA DE LA CONCHA (ecl.): Nebrija ij la intro-
ducción del Renacimiento en España, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1983,
y Carmen CODOÑER y Juan A. GONZÁLEZ IGLESIAS (eck): Antonio Nebri-
ja: Edad Media ij Renacimiento, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994.
142. Juan Ginés de Sepúlveda (1489-1573). Humanista cordobés y cronista de Carlos
V y Felipe II. Tras estudiar en Alcalá fue Colegial en San Clemente desde 1515,
doctorándose en Artes y Teología en 1523. Siendo Colegial publicó la Historia del
Cardenal Albornoz, Bolonia, 1521. Vid. Obras completas, Pozoblanco, 1995-1998,
4 vols. con estudio histórico de Baltasar Cuart Monet.
143. Antonio Agustín (1517-1586). Humanista aragonés, Colegial en San Clemente de
Bolonia desde 1539, donde se doctoró en Derecho. Juan Andrés prepararía en
1804 la edición de sus cartas: Antonii Angnstini, Arcliicpiscopi Tarraconcnsis,
Epistolae latinae ct italicae mine prímitm editae, Parma, 1804, con un prefacio de
167 pp.
B O L O N I A , FLOUR NCI A, ROMA 237

autor adquirirse gloria, y darla a nuestra nación. Pero deseo aún


mucho más que los jóvenes que vienen a ser educados, o a ins-
truirse en él más y más, saquen toda la variedad de ventajas y
adelantamientos literarios que les puede acarrear la residencia
en aquella ciudad, y la comodidad, libertad y medios que les
suministra aquel Colegio; pues en pocos años podría llenarse la
nación de sujetos instruidos, no sólo en leyes y cánones, que se
pueden estudiar igualmente bien en España, sino en todas las
ciencias naturales, en anticuaría, en lenguas y en toda suerte de
filología y erudición.
Pero dejemos este cuidado a quien le pertenece, y pense-
mos ya en dar fin a esta carta, en la que no repetiré lo que otras
veces te he escrito de los bellos pórticos de Bolonia144, de su
famosa Ermita o Iglesia de la Virgen de San Lucas, del magní-
fico pórtico de casi una legua que conduce a ella145, de la exce-
lente vista de las pinturas ya arruinadas de San Miguel in

144. Todos los viajeros destacaban esta característica de Bolonia. De Brosses decía:
«Está toda edificada, como Padua, con soportales, bajo los cuales las gentes se
pasean a cubierto; pero en lugar de los infames soportales qne hay en Padua, aquí
son anchas y largas calles, lindadas por los dos lados de pórticos abovedados, de un
bello relieve, sostenidos hasta donde alcanza la vista por columnas de toda clase de
órdenes y por pilastras cuadradas», en Viaje..., vol. I, p. 248. Stendhal emitió sobre
ellos un juicio ambiguo: «Bolonia tiene un aspecto desierto y sombrío, porque hay
pórticos a ambos lados en todas las calles: debiera haberlos a un lado solamente,
como en Módena ( . . . ) preservan perfectamente de las grandes lluvias, como la que
me recibió el día de mi llegada», en STENDHAL: Roma, Ñapóles i¡ Florencia, vol.
I de Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 697-698.
145. El santuario de la Virgen de San Lucas, cuya construcción inicial es de fines del
siglo XII aunque la actual es del siglo XVIII, posee un pórtico de 666 arcos, fina-
lizado en 1732, que une la Iglesia con la puerta de Zaragoza, situada a 4 kms. de
distancia. Se creía que la Virgen había sido pintada por San Lucas, lo que se des-
mentía desde los ambientes racionalistas. El periódico florentino Novclle lettera-
ríe había publicado en 1744 que se confundía al evangelista San Lucas con un
pintor del siglo XI llamado Lúea Santo, especialista en la pintura de imágenes de
la Virgen, en Furio DÍAZ: «Gli sviluppi di nuovi inotivi cultural! nei giornali tos-
cani del Settecento», en Ntiooe idee e miova arte ncl '700 italiano, Roma, Accade-
mia Na/.ionale dei Lincei, 1977, pp. 179-212.
238 J U A N A N D R É S M o u E LL

hosco146, de las muchas Iglesias y Palacios, y de otras cosas de


aquella ciudad, que llaman la atención de los forasteros. Flo-
rencia me dará sobrados materiales para escribirte otra carta
más larga que ésta, y tal vez más importante.

146. Ludovico Carracci (1555-1619) decoró el claustro octogonal de San Michele in


Bosco, construido en la primera década del siglo XVII. Ya en 1739 De Brosses
advertía su mala coservación: «Desgraciadamente, estas pinturas se están echan-
do a perder cada día más, hasta el punto que apenas si podrán durar más allá de
cincuenta años», en Viaje..., avol. I, p. 257. Otras partes del complejo poseen pin-
turas de Innocenzo da Imola, Giorgio Vasari, Cristoforo Gherardi, Prospero Fon-
tana, Cesare Aretusi, Domenico Maria Canuti, Gabriele Fiorini, Giovanni Maria
Viani y Carlo Cignani.
CARTA III
Mantua, 16 de noviembre de 1785

LAS CIENCIAS Y LAS ARTES DEBEN MUCHO A LOS TOSCANOS

Te prometí en mi antecedente una carta larga sobre Florencia;


pero veo que habrán de ser muchas las que te escriba de aque-
lla ciudad, y que seguramente quedaré corto. De Bolonia pasan-
do los Apeninos se entra en la Toscana, apellidada con razón la
moderna Ática, porque la viveza, el ingenio, la elegancia, la
urbanidad y toda cultura constituye a los Toscanos verdaderos
Atenienses.
Sería nunca acabar si quisiera solamente apuntarte lo
mucho que deben a los Toscanos las ciencias y las buenas letras,
las artes liberales y las mecánicas, y generalmente toda la litera-
tura y cultura moderna. Algo he insinuado en mi primer tomo del
Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, cap. XII147;
más han dicho Manni en un librito de inventis Florentinis148;

147. Para Andrés el Renacimiento tuvo su cuna en Italia, «pero debe atribuirse la glo-
ria particularmente a Toscana», pues Dante, Petrarca y Boccaccio eran toscanos, y
lo fueron también Leonardo de Pisa, el introductor del álgebra, Guido Aretino, de
la música moderna, y Cimabue, «el Dante de la pintura», en Origen..., vol. I, pp.
281-282.
148. Domenico Maria Manni (1690-1788). Miembro de la Accademia Florentina. La
obra citada por Andrés es De Florentinis inventis commentarium, Ferrariae, 1731,
de la que existe edición en microforma realizada en Readex, New York, 1986, en
su serie Landmarks of science.
240 J U A N A N D R É S M o H E LL

Bandini en su Specimen litteratume Florentinae149; Mehus en su


erudita prefación a las cartas de Ambrosio Camadulense150, y
otros en otras obras; pero sería útil e importante un buen libro,
que nos hiciera ver en toda su extensión los adelantamientos que
en Toscana han hecho la matemática, la física y las otras ciencias;
la anticuaría, la bibliografía, la poesía, la lengua italiana, las len-
guas antiguas, la elocuencia y toda suerte de filología y buenas
letras; la pintura, la escultura, el grabado y todas las artes libera-
les, y aun las mecánicas; y generalmente nos pusiera a la vista
todos los progresos que debe a la Toscana el ingenio humano.

NATURALEZA DEL TERRENO DE TOSCANA. SITUACIÓN DE


FLORENCIA
Pero dejemos estos pensamientos a los Toscanos, y vamos a dar
una ojeada a esta hermosa porción de la más bella parte de
Europa. Desde luego que se entra en ella se ve ya un fenóme-
no no común en el pequeño volcán, que está en un collado veci-
no a Pietramala151, y que sin vomitar fuego ni cenizas, sin arrojar

149. Angelo María Bandini (1726-1803). Sacerdote erudito dedicado a la historia lite-
raria de Florencia, discípulo predilecto de Giovanni Lami, y desde 1756 bibliote-
cario de la Laurenziana, donde catalogó sus manuscritos griegos y latinos. Era
estrecho colaborador de Marco Lastri en la dirección de Novelle Lettemríe. La
obra citada por Andrés es Specimen litcraturae Florentinac saeculi XV, Florenti-
nae, 1747-1751, 2 vols.
150. Lorenzo Mehus (1716-1802): Ambrossi Travergarií generalis camaldulenalum alio-
nimque ad ipsum, etad alias de codem Ambronio Latinae epistolae a domno Petro
Canneto abbatc camaldulensi in libros XXV tríbutue variorum opera distinctac et
observationibus ilústrate, Florentiae, 1759, 2 vols. Hay edición anastáticaen Bolo-
nia, Forni, 1968.
151. Los llamados fnoclii de Pietramala fueron estudiados por Alessandro Volta. Se
trata de hidrógeno protocarbonato aprisionado por el terreno muy inflamable y
que causa un resplandor visible desde lejos, por lo que eran, desde hacía mucho,
una atracción para los viajeros. De Brosses los visitó, pero no quedó impresiona-
do, en Viaje..., vol. I, pp. 283-284. La idea del pequeño volcán de Pietramala la
había difundido el naturalista alemán Johann Jakob Ferber, y Volta demostró que
era equivocada.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 241

lava ni otras materias, sin tener boca ni cráter alguno, es todo él un


fuego cubierto, que despide pequeñas llamas por cualquier parte
que lo toquen, y aun a veces sin tocarlo. A la otra parte de Pietra-
mala, sobre un monte más alto, se ven muchas balsitas de agua tan
caliente que llega a hervir, y en otras partes de la Toscana se obser-
van tierras volcánicas, y otras aguas calientes, y señales de calor,
que pueden probar que hay en aquellos países mucho fuego sub-
terráneo, y que ha sufrido en otros tiempos más de un volcán. Ven-
cidos los Apeninos se descubre Florencia, y la hermosa vista de la
ciudad y amenos contomos hacen olvidar la dureza y aridez de los
montes que se han pasado. ¡Qué cosa tan bella es Florencia con
sus calles generalmente derechas, anchas y bien enlosadas, con
casas y edificios de buena arquitectura, y muchos de ellos sober-
bios, con plazas capaces y bien adornadas, con muchas estatuas,
columnas, fuentes y otros ornatos, con un hermoso río que la divi-
de en dos partes, unidas por cuatro puentes magníficos, y con los
más alegres y risueños rededores que se puedan imaginar! Pero yo
la quiero mirar por la parte literaria, y ésta nos da sobrado que ver
para que podamos paramos en otras cosas.

SU GALERÍA. PIEZAS DE ESCULTURA

¿Quién a lo menos no tiene noticia de que su eruditísima y


riquísima galería152 es, y ha sido años ha el pasmo y asombro de
cuantos llegan a verla? Y si ésta ha sido antes de ahora conside-
rada como un portento153, ¿qué deberá parecer al presente, que,
con la protección y auxilio del Gran Duque actual154, ha recibi-

152. La Gallería tiene su origen cuando en 1581 el arquitecto Bernardo Buontalenti,


arquitecto de Corte, recibió la orden de Francisco I de cerrar la loggia superior
para transformarla en Galería, donde debían depositarse las colecciones artísticas
del Gran Ducado.
153. «Abismo de verdaderas curiosidades» la llamó De Brosses en 1739, en Viaje..., vol.
I, p. 309.
154. Pietro Leopoldo (1747-1792), hijo de la Emperatriz María Teresa y de Francisco de
Lorena, sucedió a su padre como Gran Duque de Toscana en agosto de 1765, y en
242 JUAN ANDRÉS MOHF,LL

do tal aumento y perfección, que se puede mirar como nueva?


É questa, dice el Abate Lanzi155 subdirector de ella, en un libri-
to156 en que la describe brevemente, é questa cosí accresciuta,
cosi abbellita, cosí riordinata per comando del Real nostro Sov-
rano l'Arciduca Gran Duca, che á questo Principe meglio si con-
viene il nome di nuovo fondatore di essa, che di ristauratore, o
di ampliatore. Las salas para encerrar las preciosas raridades se
han aumentado más de otro tanto de lo que eran; cada una de
ellas ha sido enriquecida de nuevos y oportunos monumentos,
y todo se ha puesto en mejor orden y arreglo. Por una grandio-
sa escalera se sube a un atrio, donde columnas, sarcófagos y
bajos relieves, todo historiado y curioso, llaman ya desde luego
la atención de los eruditos. ¡Pero cuan agradablemente no se sor-
prende cualquiera persona de gusto al entrar en sus larguísimos
corredores llenos todos simétricamente de retratos, cuadros,
bustos y estatuas! Una abundantísima colección de retratos de
personajes dignos de ser conocidos por sus rostros, un gran
número de cuadros de diversos maestros de todas las escuelas,
una serie de bustos y estatuas de Emperadores y Emperatrices,
la más completa que se conoce en museo alguno, varías y exce-
lentes estatuas griegas, y otras etruscas de superior hermosura,
y de singularísimo valor, forman de aquellos corredores un
museo que difícilmente podrá hallarse otro igual en las demás
ciudades. Pero todo esto se puede considerar como el atrio del
nobilísimo templo de las Gracias y de las Musas, que se escon-
de en las salas de aquella galería. Una sala de bustos y estatuas

el trono imperial como Leopoldo II a su hermano José II cuando éste murió en


1790, quedando en Florencia como Gran Duque su segundogénito Fernando III.
155. Luigi Lanzi S.I. (1732-1810). Nacido en Treia y muerto en Florencia, llegó a la
capital de la Toscana en 1775 a instancias del Gran Duque Pietro Leopoldo con el
encargo de reorganizar la Real Galería. Entre 1795 y 1796 publicó La storía pit-
toríca (Vitalia, de la que existe una edición de Martino Capucci publicada en Flo-
rencia en tres volúmenes entre 1968 y 1974.
156. Se trata probablemente de La real Gallería di Firenze accresciuta per comando di
S.A.R. l'Arcidnca Gramínea di Toscana, Pisa, Grazioli, 1782.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 243

de bronce de Cellini157, de Juan de Bolonia158 y de otros exce-


lentes maestros modernos, sirve de paso para otra riquísima,
donde en armarios se encierran las más curiosas preciosidades de
estatuas de deidades griegas, romanas, etruscas, egipcias y de
otras naciones con inscripciones y divisas159, que añaden singular
valor al mérito de la obra, que es grande, y de trípodes, candele-
ros, ornamentos mujeriles, pateras, instrumentos de varias artes,
y de otras mil cosas, que no se pueden ver sin deleite e instruc-
ción. El famoso grupo de Níobe y de toda su familia160, que por
tantos años ha sido en Roma el ornamento de la Villa Mediéis, y
el estudio de los profesores, transferido ahora a Florencia por el
Gran Duque actual, llena una riquísima y espaciosísima estancia,
y aumenta notablemente las preciosidades de aquel lugar161.

PIEZAS DE PINTURA
No tiene en él la pintura menores atractivos que la escultura en
bronce y en mármol. Los más excelentes pintores de Italia, y de
fuera de ella, se pueden estudiar en esta galería, no sólo en
varios cuadros que hay de los más famosos, sino principalmen-
te en los retratos que se ven de casi todos ellos, hechos por sus
propias manos. Allí se encuentran dibujos y cartones, allí estam-
pas, allí miniaturas, allí vasos y barros pintados, allí, en suma, se
ve unido cuanto el arte de los antiguos y modernos supo hacer

157. Benvenuto Cellini (1500-1571). Nacido en Florencia, escultor y orfebre. Además


del Persea de la Loggia del Lanzi, realizó el busto del Gran Duque de Toscana.
158. Escultor flamenco (1529-1608) que desarrolló su actividad artística en Florencia,
donde residió desde 1557 hasta su muerte.
159. En 1888 fueron trasladados al Palazzo della Crocetta, hoy Museo Arqueológico.
160. En la mitología griega, Níobe, esposa del rey de Tebas, tenía 6 hijos y 6 hijas, muer-
tos todos ellos por Apolo y Artemisa como castigo a su arrogancia.
161. El grupo escultórico se encontraba con anterioridad en la Villa Medicea, en el Pin-
cio romano, desde que lo trasladara allí Ferdinando I, expuesto en los Uffizi por
vez primera en 1781 en una sala especial donde se colocaron únicamente las figu-
ras del grupo.
244 JUAN A N o u É s M o K E L L

de delicado y primoroso. Pero dos piezas singularmente deben


dejar atónitos y encantados a cuantos forasteros las ven con
algún principio de inteligencia y de gusto. Una es la de las pie-
dras preciosas, y otra la de la Venus Medicea.

SALA DE PIEDRAS PRECIOSAS


En un gabinete de forma redonda, lleno de bellas doraduras,
adornado de columnas de alabrastro y de verde antiguo, se
abren seis grandes armarios dispuestos con grandísima simetría,
con columnas de cristal de roca y de ágata, y con frisos bellísi-
mos de piedras preciosas, y en ellos unos cuatro mil camafeos y
entalles, más preciosos por la forma que por la materia, aunque
de extremada riqueza, infinitos bustos, cabezas y estatuas,
copas, vasos y otras varias alhajas de diáspero, de lapislázuli, de
ágata y de otras finísimas piedras. La plata y el oro de Creso162
me parecían escoria cuando me veía dentro de este gabinete, en
medio de tantas y tales preciosidades.

SALA DE LA VENUS MEDICEA


Pero todo cede a la tribuna o gabinete de la Venus Medicea163,
que se puede llamar el sagrario de las nobles artes, y el extremo
del buen gusto. Aquí no se puede entrar sin sentirse penetrado
de un profundo respeto a tantas obras insignes de escultura y de
pintura, superiores esfuerzos del humano ingenio. Por más que
se mire y se vuelva a mirar la hermosísima Venus, siempre se
desean ver más y más sus bellezas, y cada vez que se ponen los
ojos en ella se descubren nuevas perfecciones que admirar164.

162. Rey de Lidia en el siglo VI a. C. cuyas riquezas le hicieron famoso en la Antigüedad.


163. Procedente de la Villa Medicis de Roma, la Venus Medicea fue enviada a Floren-
cia en 1677.
164. Según Haskell y Penny en el siglo XVIII «la estatua fue venerada como la Venus
más hermosa y una de la media docena de estatuas de la antigüedad más bellas que
subsistían», en F. HASKELL y N. PENNY: El gusto..., pp. 35S-362.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 245

No sé hacerte de esta estatua mejor descripción que la que algu-


nos hacen tomándola de la Venus Cnidia165, que puedes ver en
Luciano en su diálogo intitulado los amores; sólo observo que la
Cnidia con la boca un poco abierta mostraba una dulce sonrisa,
y la Medicea muestra en la boca y en toda la cara un ligero y
amable enojo o desdén.
Junto a este portento de las gracias de la escultura, hay
otro no menor de la expresión de la misma, en otra bellísima
estatua llamada del Arrotino, o sea del Amolador166, en la cual
representa y exprime el mármol toda la atención que se pueda
notar en un hombre, que esfuerza la suya para oír lo que se dice
en secreto167; y en el mismo lugar se ven un Apolo en su
niñez168, algunos luchadores169 y otras estatuas, que no son
indignas de estar en tan noble compañía.
Parece que en aquella tribuna misma quiere la pintura
moderna entrar a competir con la antigua escultura, y a este fin
contra la Venus, el Apolo, el Amolador y las otras estatuas,
opone el San Juan de Rafael170, la Venus de Ticiano171, la Virgen

165. En la actualidad se considera que la Venus Medicea es una copia del siglo 1 a.C.
del prototipo de la Venus de Cnido de Praxiteles. Vid. Guido A. MANSUELLI:
Gallería dcgli Uffizi: Le Scultnrc, Roma, Librería dello Stato, 1958, vol. I, pp. 71-73.
166. El Arrotino (afilador de cuchillos) fue adquirido por el Cardenal Ferdinando de
Mediéis en 1578 y trasladado a Florencia en 1677 junto con la Venus Medieea. Fue
una escultura generalmente alabada, aunque no era del gusto de Winckelmann.
Vid. F. HASKELL y N. PENNY: El gusto..., pp. 173-176.
167. Desde el s. XVII se consideraba que el Arrotino escuchaba accidentalmente una
conversación sobre los preparativos de la conspiración de Catilina. Era también
conocida como «el esclavo que escucha».
1.68. Conocida como Apolino, esta escultura en mármol fue llevada de Roma a Floren-
cia en 1769-70, en F. HASKELL y N. PENNY: El gusto..., pp. 164-166.
169. Los luchadores fueron descubiertos con el Gnipo de Níobc en 1583 y trasladados
a Florencia en 1677.
170. San Juan niño (1518-1519).
171. LiiVenusde Urbino (1538).
246 J U A N A N D R É S Mo H E L L

de Correggio172, y otros excelentes cuadros de Vinci1'3, de


Andrés del Sarto174, y de los más hábiles pintores.

ANTICUARÍA
En esta magnífica escuela de todas las nobles artes tiene tam-
bién la anticuaría su distinguido lugar. Un pórtico proporciona-
do contiene las inscripciones y otras antigüedades etruscas, que
siendo antes en poquísimo número, aumentadas ahora con la
compra de dos museos, el de Galluzzi de Volterra175, y el de
Bucelli de Montepoliciano1'6, forman una colección que da
honor a un museo toscano. Las lápidas griegas y romanas, con
algunos bustos de filósofos, poetas y oradores, y con otros anti-
guos monumentos, llenan una sala lapidaria, que merece el
estudio de los anticuarios. Y las muchas y preciosas medallas
antiguas y modernas, distribuidas excelentemente en algunas
bellísimas estancias, hacen tan apreciable a los amantes de la
antigüedad la parte numismática de aquel museo, como lo es
para los de las nobles artes la tribuna de Venus.
Una librería de anticuaría y nobles artes, y un archivo de las
memorias pertenecientes a la galería, añaden nueva comodidad
para disfrutar con mayor provecho tantos tesoros de buen gusto
y de erudición. Y la plenísima libertad de entrar y salir cuando
y como se quiere, con las puertas continuamente abiertas a
todos, exceptuando sólo los criados de librea, y con sujetos asa-

172. Virgen con niño y ángeles músicos (1508-1510).


173. Leonardo da Vinci (1452-1519). Se refiere a La Anunciación (1473).
174. Andrea del Sarto (1486-1530). Además del San Jaime, también se expone su Auto-
rretrato.
175. Entre las adquisiciones efectuadas por Pietro Leopoldo se halla en 1771 la de
Galluzzi, con restos etruscos procedentes de la necrópolis de Volterra, sobre todo
urnas funerarias, y que hoy se exponen en el Museo Arqueológico de Florencia.
176. Pietro Bucelli, noble toscano, fue coleccionando restos etruscos en la segunda
mitad del siglo XVII, incorporando numerosas lápidas en la fachada de su palacio.
Parte del material pasó a las Galerías del Gran Duque en 1781.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 247

lañados para acompañar y dirigir a cuantos se presentan, echa


el colmo a tan soberana munificencia.
Muy bien te puedes imaginar que no me habré contenta-
do con ir una sola vez a esta escuela tan instructiva; me convi-
daban a repetir mis visitas la urbanidad y la erudición del
director de ella, el señor Josef Pelli177, mi conocido, hombre
docto y cortés, que me ha llenado de finezas cuantas veces he
ido allá, y me ha mostrado sin la menor reserva cuanto me podía
instruir y deleitar.
Los muchos y gruesos tomos en folio del museo Florenti-
no que publicó Gori178 te podrían dar alguna idea, aunque muy
imperfecta, de lo que en él se contiene, si lo mucho que el Gran
Duque actual ha añadido no hiciese muy diminuta e incomple-
ta aquella descripción. El Señor Pelli publicó en 1779 una Sag-
gio storico delta Real Gallería di Firenze119, donde eruditamente
va dando noticia de cuantas especies de curiosidades de la natu-
raleza y del arte han recogido en todos tiempos los Mediéis; de
cómo se empezó y ha ido creciendo la galería; de las grandes
adquisiciones que ha hecho el Gran Duque actual; y concluye
su historia, importante y curiosa, en el año 1775, en que S.A.R.
nombró por Director al mismo Pelli, y le dio por compañero y
subdirector al Abate Lanzi180, sujeto muy versado en las anti-
güedades y nobles artes, a quien traté mucho, y debí muchas
luces en Roma, donde con acuerdo de su soberano se halla ya
ha algunos meses. Éste, en el año 1782, escribió un breve índi-

177. Giuseppe Pelli Bencivenni (1729-1808). Florentino, fue estrecho colaborador del
Gran Duque Pietro Leopoldo. Su correspondencia, cifrada en 7.029 cartas, con los
más importantes ilustrados italianos, fue editada por Maria Augusta TIMPANARO
MORELLI: Lettere a Giuseppe Pelli Bencivenni, 1747-1808, Roma, Archivio di
Stato di Firenze, 1976. Sobre Pelli, vid. Vittoria CORTI: L'abatino Pelli e U sito
secólo, Masso delle fate, 1998.
178. Antonio Francesco Gori (1691-1757). Museum Etniciim, Florentiae, C. Albizinus,
1734, 3 vols.
179. Giuseppe Pelli: Saggio istorico clella Real Gallería di Firenze, Firenze 1779, 2 vols.
180. Luigi Lanzi S.I. (1732-1810). Vid. nota 155.
248 JUAN ANDRÉS MOHKI.L

ce de la Real Gallería di Firenze accresciuta e riordinata...1S1, y


ahora está imprimiendo en Roma otra obra mayor sobre la
misma galería182, pero reducida de suerte que pueda servir de
guía a quien quiera no sólo verla, sino estudiarla atentamente:
bien que es imposible dar completa descripción de una galería,
que, por el activo y generoso celo de su dueño y protector, va
cada día recibiendo nuevos aumentos. En sólo el tiempo de mi
viaje se adquirieron varias preciosidades, y a mi vuelta por aque-
lla ciudad, a más de otras piezas de menor monta, hallé en la tri-
buna o retrete de Venus un bellísimo cuadro de Guercino183 que
representa a Endimion, y es de una delicadez y colorido supe-
rior a otras pinturas de este autor; y en la sala de las piedras pre-
ciosas varias copas, y otras alhajas de elegantísima forma y de
riquísima materia.

CÁTEDRA DE NOBLES ARTES

A tantas beneficencias en favor de las nobles artes ha añadido


otra el Príncipe, fundando una escuela, y nombrando un profe-
sor que dé lecciones de ellas públicamente, y forme a la juven-
tud el gusto de las nobles artes, como se forma en otras escuelas
el de las buenas letras. No se puede imaginar auxilio ni como-
didad alguna, que pueda influir en la cultura de las nobles artes,
que no se encuentre en aquella galería; y lo más singular es que,
mientras se la iba abasteciendo de tantas riquezas, bastaban sus
despojos para erigir otras grandiosas instituciones.
Algunos instrumentos astronómicos y físicos, y una buena
colección de producciones naturales han sido el fundamento
sobre que se ha levantado el gran coloso del museo físico, de

181. Luigi Lanzi publicó en el vol. XLVII del Giornale de'letterati, correspondiente a
1782, «La Reale Gallería di Firenze», pp. 3-212.
182. Lanzi publicaría su obra más conocida, La storía pittoríca della Italia infcriare a
sia delle scuole florentina, senese, romana, napolitana, en Florencia en 1792.
183. Giovan Francesco Barbirti, il Gnercino (1591-1666). El cuadro a que se refiere
Andrés es Endimionc addonncntato, pintado hacia 1645.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 249

que te hablaré en otra, y que desde su nacimiento puede tal vez


competir con los mejores de Europa.

ARMERÍA
La serie de armas y armaduras antiguas que ocupaban algunas
salas de la galería han sido transportadas a la Armería184, donde
sirve de gran ornamento. A la limpieza y aseo con que están
todas las armas, se añade la instrucción histórica y táctica de ver
ocularmente las diferentes suertes de armas que se usaban en
otros tiempos, y de observar las mejoras que poco a poco han
ido adquiriendo. Aunque he visto otras armerías sin compara-
ción más copiosas, ésta sin embargo me causó no poco gusto por
la curiosidad y aseo que se ve en toda ella, y por esta erudita
antigualla militar. Para prueba de la limpieza de los Toscanos te
diré que quise ver un cuartel de soldados, y lo hallé tan aseado
cual sería de desear que lo estuviesen las piezas de los Colegios
de nobles.

FÁBRICA DE MOSAICO
Pero dejando las armas y volviendo a las artes, no puedo pasar
en silencio la fábrica de mosaico que está bajo la galería, y que
ha dado a la misma algunas piezas muy apreciables. Van esco-
giendo pedacitos de varias piedras de diferentes colores, y cor-
tándolos con delicadez, y uniéndolos con arte, forman con ellos
toda suerte de figuras, y así trabajan el mosaico florentino, muy
diferente del mosaico romano, y de mérito inferior a lo que yo
entiendo, pero no de menor invención, y tal vez de mayor tra-
bajo.

184. La Armería Meclicea, que ocupaba una de las Galerías de los Uffizi, fue transferi-
da en 1775 al Imperial Regio Museo de Física e Historia Natural.
250 JUAN ANDRÉS MORELL

ARCHIVO DIPLOMÁTICO
Al subir por la escalera de la galería se encuentra el archivo
diplomático185, que es, a lo que comprendo, una institución
única en Europa. Se ven desde luego algunos papiros, o instru-
mentos escritos en papiro. Estos papiros no son tan raros en Ita-
lia como en otras naciones, puesto que en Milán, en Venecia, en
Bolonia y en otras ciudades se ven algunos, y en Roma singu-
larmente hay varios en sola la biblioteca vaticana, que cubren las
paredes de la sala llamada de papirs186. Lo que he observado en
casi todos los que he visto es que son de cosas pertenecientes en
algún modo a Rávena, lo que hace creer que tales papiros son,
no de Egipto, sino de Rávena, donde sabemos que había fábri-
ca de ellos187.
Los rótulos de Herculano serán del papiro egipciaco, como
tal vez lo será también el Evangelio de San Marcos de Vene-
cia188, y algún otro libro rarísimo de este material. Pero como los
más de los papiros son escrituras de donación u otros instru-
mentos semejantes, y éstos o pertenecen a Rávena, o firmados
en aquella ciudad, se puede creer que sean de aquella fábrica y
no de Egipto. La diferencia de uno a otro papiro será poca: yo
jamás he hecho observación sobre ella, ni sé que otros la hayan
hecho; pero como quiera que sea, estos papiros son siempre
muy apreciables por las luces que dan para la historia, jurispru-
dencia, paleografía y diplomática.

185. El Archivio Diplomático fue creado por el Gran Duque Pietro Leopoldo el 24 de
diciembre de 1778 para conservar los pergaminos existentes en la Toscana y evitar
así su dispersión y posible pérdida. Actualmente se encuentra en el Archivio di
Stato di Fircnze. Vid. Cuida genérale degli Arclúvi di Stato italiani, Roma, 1983,
vol. 2, pp. 17-198.
186. La Sala de los Papiros de la Biblioteca Vaticana estaba destinada a la custodia de
los papiros antiguos. Su decoración fue realizada por Mengs cumpliendo un encar-
go de Clemente XIV. Vid. nota 540.
187. Los papiros ravenatenses procedían de Sicilia, donde, por condiciones climáticas,
se producían en el siglo X.
188. Andrés hablará de este códice en la Carta III, del vol. Ill de sus Cartas...
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 251

En Florencia es digno de particular observación un papiro


larguísimo de más de seis pies romanos189, todo de un pedazo,
que aunque está algo roído al principio y por un lado, no deja
con todo de leerse muy bien. Falta la fecha que se solía poner
al principio, pero de otras circunstancias se conjetura que sea de
la mitad del siglo V. Sería empresa muy larga querer sólo apun-
tar las observaciones que presenta aquel papiro, pues única-
mente de ellas se ha compuesto un libro en cuarto con el título
Congetture d'un socio etrusco sopra una carta papirácea dell'ar-
chivio diplomático190.
Pero dejando aparte los papiros, aunque de respetable
antigüedad y de mucho mérito, la antigüedad y buena conser-
vación de los pergaminos, el orden, el arreglo y en general toda
la constitución de aquel archivo bastan para darle una reco-
mendación muy particular.
En una larga serie de armarios en dos diferentes piezas, se
hallan encerrados los diplomas de cuantos han querido deposi-
tarlos en aquella sacrosanta custodia. El Gran Duque, su fun-
dador, ha sido el primero en poner allí cuantos le pertenecían,
y ha convidado a las comunidades y a los particulares a llevar los
que quisiesen, seguros de que se les darían gratuitamente las
copias cuantas veces las necesitasen, y se negarían, sin el per-
miso de los dueños, a los ojos de todos los otros.
Los armarios están divididos por siglos: contienen cronoló-
gicamente, el primero desde el siglo VIII hasta el XI, el segundo
el siglo XI, el tercero el XII, el cuarto el XIII; pero llegando al
XIV no basta ya un armario para todos los diplomas, ni muchas
salas bastarán para los de los siglos más recientes si no se pone

189. El pie romano equivale a unos 30 cm (0'2957 metros). Sobre los papiros florenti-
nos, vid. Guglielmo CAVALLO, Edoardo CRISCI, Gabriella MESSERI y Rosario
PINTAUDI (eds.): Scrivere librí e docttmenti nel mondo antico, Firenze, Gonne-
lli, 1998.
190. Editado por Migliorotto Maccioni: Congetture di un socio etnisco sopra una carta
papirácea dell'archivio diplomático di sua altezza reale il serenissimo Pietro Leo-
poldo, Firenze, Gaetano Cambiagi, 1781. Sobre Maccioni, vid. nota 476.
252 j

algún rigor en recibirlos. No es de extrañar que en el primer


armario se vea algún vacío, antes bien lo es muchísimo que esté
tan lleno. En pocas partes se hallarán monumentos anteriores al
siglo XI, y no es poco honor del archivo diplomático florentino
el tener otros más antiguos, y subir aún con alguno de ellos hasta
el VIII, habiendo uno del año 774, el cual a más de la antigüe-
dad tiene el mérito de ilustrar la época de Cario Magno, pues
hace ver que en junio de 774 reinaba todavía Desiderio191, y por
consiguiente no se podrá fijar dicha época, como algunos quie-
ren, en la mitad de mayo de aquel año.
Hacen también una bella vista tantos rótulos de pergami-
no, cada uno con su índice, puestos con mucho arreglo y aseo.
Los catálogos, que se están haciendo de todos ellos, serán, y son
ya útilísimos, no sólo para el gobierno y para las causas judicia-
les, sino también para la historia.
Una pequeña librería de paleografía y diplomática sirve de
oportuno y útil ornamento a este lugar, y hace ver la vasta y pers-
picaz mente de quien aun en las cosas más menudas tiene pre-
sente el mayor provecho y comodidad.

OTRAS COSAS DIGNAS DE VERSE QUE HAY EN LA GALERÍA


La fábrica sobre que está la galería es de bella arquitectura y de
grande extensión. A más del archivo diplomático, y la fábrica de
mosaicos de que te he hablado, está allí también la biblioteca
Magliabechiana192, de que te hablaré en otra, están los tribuna-

191. El rey lombardo Desiderio reinó entre el 757 y el 774, en que fue derrocado por
Carlomagno, su antiguo yerno, pues una de sus hijas contrajo matrimonio con
Carlomagno, quien la repudió después.
192. El 25 de diciembre de 1736 un decreto decidió que un ejemplar de todas las obras
impresas en Florencia debía ser depositado en ella, ampliándose en 1743 a toda
publicación impresa en el Gran Ducado de Toscana. En 1747 fue abierta al públi-
co con el nombre de biblioteca Magliabechiana. Magliabechi había nacido en Flo-
rencia en 1633, y en 1673 fue nombrado bibliotecario por el Gran Duque Cosme
III. Vid. María MANNELLI GOGCIOLI: La Biblioteca Martiabcchiana. Lihrí,
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 253

les, está la casa de la moneda, y están otras mil cosas que mani-
fiestan lo vasto de aquel hermoso edificio.
La lonja que llaman de Lanzz193, obra del siglo XIV, es de
un gusto de arquitectura muy superior a su tiempo, y digna de
la admiración de los que saben mirarla con ojos eruditos. Los
grupos de Judit cortando la cabeza de Holofernes, y de Perseo
que la corta a Medusa de Donatello194, y otro del rapto de las
Sabinas de Juan de Bolonia195, añaden mucho lustre a aquella
noble lonja; y ésta y la bellísima fuente con la estatua colosal de
Neptuno, y otras de Ninfas y dioses marinos, obra de Ammanna-
ti196; la estatua ecuestre de Cosme I19', y otros pedazos de escul-
tura y de arquitectura que se ven en aquella plaza, hacen de todo
aquel lugar una escuela de nobles artes, que merece las prime-
ras atenciones de un viajero.

PALACIO PITTI
Pero dejando la galería y sus inmediaciones, de donde no se
puede salir sin una dulce melancolía, tendría mucho que decirte
del palacio Pitti198, comparable, por su grandiosa y noble arqui-
tectura, a lo bueno y mejor que nos pueden ofrecer los palacios

nomini, idee per la prima biblioteca pnbblica a Firenze, Firenze, Leo S. Olschki,
2000, pp. 44-52.
193. Diseñado por Orcagna y realizado por Benci di Cione y Simone Talenti entre 1376
y 1391 para la celebración de las asambleas públicas de la Señoría.
194. Andrés se confunde al atribuir a Donatello (1386-1466) el Perseo matando a Medu-
sa cíe Benvenuto Cellini. Es, sin embargo, obra de Donatello un David de tamaño
natural en bronce tras haber cortado la cabeza a Goliat.
195. Grupo en mármol realizado por Juan de Bolonia entre 1579 y 1583. Junto a su otro
grupo escultórico, Hércules ij el centauro Ncssiis, se encuentra en la actualidad en
la Galería de la Academia de Florencia.
196. Bartolomeo Ammannati (1511-1592). Ingeniero-arquitecto y escultor, realizó la
Fuente de Neptuno en la Piazza della Signoria.
197. Obra de Juan de Bolonia realizada en 1594.
198. Edificado por el comerciante Lúea Pitti en el siglo XV, pasó a mediados del s. XVI
a Cosme de Medici, Gran Duque de Toscana, que lo amplió.
254 JUAN ANDRÉS M o u ELL

modernos, y en el que hay tantas y tan excelentes pinturas que


supera en esta parte a la misma galería. ¡Cuántos Rafaeles199, y
cuan diferentes, según los diferentes tiempos y maneras con
que pintó! ¡Cuántos Ticianos200, que tal vez no habrá otros tan-
tos en toda Venecia! Allí se ve la célebre Madonna della seggio-
la de Rafael201, que se mira como el portento de la pintura, y de
que se han sacado tantas copias y estampas; allí se conoce el
mérito de Fray Bartolomé, maestro y discípulo de Rafael202; allí
se forma el justo aprecio de Andrés del Sarto203; allí de Miguel
Ángel Buonarroti; y allí de todos los mejores maestros de la pin-
tura. Las riquezas de algunos muebles y alhajas, algunas precio-
sas raridades de la capilla, la grandeza, disposición y hermosura
del jardín204, que se ve con gusto aun después de vistos los de

199. En el Pitti se conservan numerosos lienzos de Rafael: Madonna deU'impannata,


que pintó para el banquero Altoviti; La Grávida, de su época florentina; la Madon-
na del Gramínea, por haber sido adquirida por Fernando II de Lorena en su exi-
lio napoleónico; el Retrato de Tommaso Ingliirami, que fue bibliotecario pontificio;
el Retrato de Angola Doni, coleccionista de arte y de Maddalena Doni; la Madon-
na del baldacchino, encargada por el florentino Benedetto Dei; la Visión de Eze-
quiel, adquirida por Francesco I de Medici; y el retrato femenino de La Volata,
además de la Madonna dclla Seggiola.
200. Entre los Tizianos destacan: Retrato de Tommaso Mosti, adquirido por el cardenal
Leopoldo de Medici; La Magdalena y el Retrato viril, también conocido como «El
hombre de los ojos grises»; los retratos de Pietro Aretino e Ippolito de'Medicis, con
ropas húngaras.
201. Composición circular, típicamente florentina, donde la Virgen abraza a su hijo.
Pasa por ser el grupo sagrado más célebre de Rafael.
202. De Fra'Bartolomeo se conserva la Piedad, procedente del retablo del altar de la
iglesia de San Gallo, la Madonna in trono e santi, en la llamada Sala de la Ilíada, y
el Cristo como Salvator Mundi, en la Sala de Saturno, donde se encuentra la mayo-
ría de los lienzos de Rafael.
203. En el Pitti se conservaban el retablo Virgen con el niño y santos, La Asunción de
la Virgen, San Juan Bautista, Episodios de la vida de José, Lamentación sobre
Cristo muerto, la Sacra Famiglia Medid, que pintó para Octavio de Medici, y
la Disputa sobre la Trinidad.
204. El Jardín de Bóboli había sido restaurado por el Gran Duque Pietro Leopoldo,
quien incoiporó esculturas e instalaciones hídricas.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 255

Roma, y otras varías cosas que pertenecen a aquel palacio, me


darían asunto para una carta larga, si no quisieras tú particular-
mente las cosas literarias, y éstas no fueran tantas que dejaran
lugar a las otras.
En el correo siguiente entraré en las bibliotecas y museos,
y como estas cosas merecieron más mi atención, y también lla-
man más justamente tu curiosidad, puedes prepararte para una
carta mucho más larga que las pasadas.
This page intentionally left blank
CARTA IV
Mantua, 23 de noviembre de 1785

Una de las cosas que en Florencia merecen más la atención de


un forastero es la grande abundancia de libros y manuscritos. Los
florentinos, en los siglos XIV y XV, fueron los mayores tauma-
turgos de la milagrosa resurrección de autores sepultados entre
el polvo, y roídos de la polilla, y por esto posee Florencia tantos
manuscritos que casi puede competir con la misma Roma, lo
que hace que el examen de las bibliotecas sea muy importante.

BIBLIOTECA MAGLIABECHIANA
Como yo debía tan particulares favores al Abate Perini205, de
quien tienes noticias como Secretario que es de la Real Acade-
mia Florentina206, y como éste es también Prefecto de la biblio-

205. Ginlio Perini fue bibliotecario de la Magliabechiana, preocupándose de adquirir


obras de carácter científico relacionadas con la medicina, la física y las matemáti-
cas. Sobre su labor, vid. Paola PIRÓLO e IsabellaTRUCI (eds.): L'Archivio Maglia-
bccliiano dclla Biblioteca nazionale céntrale di Firenze, Firenze, 1996. Perini
escribió una oración de exaltación al trono del Archiduque Fernando III en 1784.
206. Perini fue también vicesecretario de la Accademia Florentina, creada el 7 de julio
de 1783 para sustituir a las Academias degli Appatisti, clella Cnisca ij la Florenti-
na. Sus líneas programáticas fueron expuestas por Perini en su Orazione proemia-
le per ¡'apertura della Rcale Accademia Florentina, Firenze, Cambiagi, 1784,
pronunciada el 27 de noviembre de 1783. En ella defendía la unidad del saber, es
decir, un saber enciclopédico en el que cada ciencia estaba ligada a las demás y era
258 JUAN ANDRÉS M o u ELL

teca Magliabechiana, la primera visita que hice en Florencia, el


mismo día que llegué, fue a dicha biblioteca; lo cual, y la comodi-
dad de la mayor inmediación, y mayor copia de libros, me han
hecho volver a ella con más frecuencia que a todas las otras. Esta
es famosa en toda Europa por los libros raros y manuscritos de que
la llenó el erudito Magliabechi207, su fundador, a los que se aña-
dieron los muchos y buenos de la librería de Marmi208, y a todos
ellos ha acumulado posteriormente tantos otros el Gran Duque
actual, que no pueden caber en los estantes, y se ven amontona-
dos, aunque con algún orden, en medio de una de las piezas de la
biblioteca, hasta que se concluya otra capaz de contenerlos.

LIBROS IMPRESOS
El Gran Duque reinante ha juzgado a propósito que de la
biblioteca Laurenciana, tan célebre por los manuscritos, se tras-
laden a la Magliabechiana los libros impresos, que allí no llega-
ban a parecer bien, y que en recompensa recibiese de ésta
varios manuscritos que pudiesen convenirle; y tal es el motivo
de faltar en la Magliabechiana muchos preciosos códices que

esencial para todas ellas: «l'amor della lingua ando conginnto all'amor clelle scien-
ze, e di quelli studi che alio Stato ed al bene pubblico si convenivano», en Vieri
BECAGLI: «Economía e política del sapere nelle rifonne leopoldine. Le Accade-
mie», en Giulio BARSANTI, V. BECAGLI y R. PASTA (eck): La política della
scienza. Toscana e stati italiani ncl tardo Scttcccnto, Firenze, Leo S. Olschki, 1996,
pp. 35-65. La cita en p. 53.
207. Antonio Magliabechi (1633-1714). Discípulo de Mabillon y Montfancon, fue
bibliotecario de la Palatina por encargo de Cosme III, y realizó un catálogo de los
manuscritos hebreos y orientales de la Laurenzíana. Dejó en testamento a la ciu-
dad de Florencia en 1714 su biblioteca de unos 30.000 volúmenes, «a beneficio
universal de la ciudad de Florencia (...) para promover los estudios, la virtud, la
ciencia, la piedad y el bien universal».
208. Antón Francesco Marmi (1665-1736). Entre los 5.799 manuscritos que constitu-
yen el Fondo Magliabechiano se encuentran los provenientes de la biblioteca de
Antón Francesco Marmi, colaborador de Antonio Magliabechi y su albacea testa-
mentario, además de los 7.000 volúmenes de su propiedad que pasaron en 1736 a
la Biblioteca.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 259

antes tenía, pero todavía le quedan varios otros que le dan


mucho honor.
De los impresos no cuento el gran número de los volúme-
nes, que asciende casi a cien mil, sino que considero la raridad y
mérito de muchos de ellos. El Abate Períni estaba entonces exa-
minando las mejores ediciones que tienen del siglo XV, y hallaba
muchísimas que no habían llegado a noticia del Padre Audiffre-
di209, autor de una obra sobre dichas ediciones, que había hecho
tantas pesquisas en esta materia210. Causa gran gusto el poder
manejar las primeras ediciones de muchos libros, especialmente
de los que se han hecho más famosos, parangonarlas con otras
que se hicieron posteriormente, confrontar los impresos unos
con otros, todos con los manuscritos, y los mismos manuscritos
entre sí, y ver en una ojeada lo que no se puede aprender bien
de los bibliógrafos, de los comentadores y de otros escritores.

MANUSCRITOS ANTIGUOS
Un bellísimo códice en folio mayor de la geografía de Tolo-
meo211 con sus mapas muy bien hechos, y con importantes pre-
faciones; otro códice de inscripciones de Fray Jocundo de
Verona212; otro de los primeros escritores de la antigüedad, y

209. Giovanni Battista Audiffredi (1714-1794), dominico, fue bibliotecario de la Biblio-


teca Casanatensis de Roma desde 1765, de la que publicó su catálogo, aunque sólo
alcanzó la letra L, tras editar cuatro tomos entre 1761 y 1788. Es considerado un
ejemplo de criterios catalográficos, en A. SERRAI: «II pensiero e l'attivita catalo-
grafica di Giovanni Battista Audiffredi», en Angela Adriana CARRARA (ed.): Gio-
vanni Battista Audiffredi (1714-1794), Roma, De Lucca, 1994, pp. 15-62.
210. Se refiere Andrés al Catalogns Instorico-criticns Romanomm editiomnn sacculi
XV, Roma, 1785.
211. Claudio Tolomeo (87-150 d.C). Astrónomo, matemático y geógrafo alejandrino. Su
sistema geocéntrico fue considerado válido hasta Copérnico. Se trata de un códi-
ce de 435x295 mm del siglo XV. En los ff. 75v-76r aparecía el mundo entonces
conocido, incluyendo Europa, Asia, África, hasta Groenlandia y la India «extra
Gangem Fluvium».
212. Fray Giovanni Giocondo (1445-1525). Dominico. Fue profesor de latín y griego en
Verona, su ciudad natal, y animó a la recopilación de manuscritos antiguos, dedi-
260 J U A N AN D U E S M O H F L L

muchísimos códices y libros raros de geografía y de anticuaría,


ocuparon particularmente mi estudio en dicha biblioteca, des-
pués de haber satisfecho la natural curiosidad de observar las rari-
dades que me manifestó el erudito y atento bibliotecario. Entre
otras obras, que pueden pertenecer a los españoles, vi una rela-
ción del Perú de un tal Pedro López213, y un libro de la vida y de
los ritos de los Indios con muchas figuras, todo manuscrito214.
Un códice tuve particular gusto de ver por lo que interesa
a mi obra del Origen, progresos... En mi primer tomo hablo de
un tratado de Leonardo de Pisa215 en que se ven los números
arábigos, pero hablo solamente citando a Targioni216; ahora lo vi

candóse también a la arquitectura. Pasó a Francia para trabajar como arquitecto


para el rey, y allí descubrió un manuscrito de Plinio de correspondencia con Tru-
jano, que publicó en París con dedicatoria a Luis XII. Intervino, con Bramante y
Rafael, en la construcción de San Pedro. Editó en Italia las Epístolas de Plinio, y
preparó la primera edición correcta de Vitrusius, publicada en Venecia en 1511.
Andrés, siguiendo a Maffei, consideraba que Fr. Giocondo «fue el primero que
ejerció la crítica en las lápidas, y empezó a distinguir las falsas de las verdaderas»,
en Origen..., vol. Ill, p. 447.
213. Relación de Pedro López del Peni. Según María Teresa Cacho, en el inventario de
1834 se daba ya por desaparecido. Vid. María Teresa CACHO: Manuscritos his-
pánicos en las bibliotecas de Florencia (descripción e inventario), Firenze, Alinea,
2001, vol. I, p. 131.
214 Se refiere al Libro de la vida que los indios antiguamente hacían. Vid. María Tere-
sa CACHO: Op. cit., vol. i, p. 226.
215. Según Andrés, como prueba de la introducción de la numeración arábiga, se refie-
re a un códice de Leonardo de Pisa citado por Targioni, en Origen..., vol. I, p. 186.
Sobre la aportación de Leonardo de Pisa a las matemáticas puede verse la intro-
ducción de Paul Ver Eecke al libro del propio Leonardo DE PISA: El Libro de los
números cuadrados, Buenos Aires, Eudeba, 1973.
216. Giovanni Targioni Tozetti (1712-1783) fue director del Jardín Botánico de la Uni-
versidad de Pisa y, desde 1738 hasta su muerte, director de la Biblioteca Maglia-
becchiana, en cuyo puesto elaboró un Catalogo genérale dci niannscriti
Alagliabcchiani, en 11 vols. manuscritos. Abordó con gran intuición la investiga-
ción geológica y estatigráíica de la Toscana con su obra Pródromo della corografía
e della topografía física della Toscana, Firenze, Stamperia granducale, 1754. Pre-
tendió la revalorización de antiguas creencias campesinas en su dbmAliinnrgia o
sia modo di rendare mcno gravi le carestie, proposto persollievo de' povcrí, Firen-
ze, 1767, escrita inmediatamente después de la catástrofe agraria de 1766, donde,
BOLONIA, FLOUENCIA, ROMA 261

y examiné por mí mismo. Este Leonardo era de Pisa, y por eso


se llama Pisano, y era hijo de Bonaccio, por lo que se llama tam-
bién Fibonaccio. El título de su obra aritmética es Líber Abba-
ci compositus a Leonardo filio Bonaccii Pisano in anno 1202217,
y este códice contiene la obra según la compuso el autor la pri-
mera vez, porque en la biblioteca del Subdecano Riccardi, de
que te hablaré luego, hay otro códice que contiene la misma
obra retocada por el autor, y el título dice: Líber... y añade, et
correctus ab eodem 1228. En efecto la dedicatoria, Miguel
Escoto218, que en este segundo está al principio en su propio
lugar, en el de la Magliabechiana se ve añadida al margen de
letra muy menuda. Vi también el otro códice, que cito en mi pri-
mer tomo sobre lo mismo, de Juan de Sevilla219, en que se hallan
los números a veces romanos, y otras arábigos.

u la manera de Toaklo, relacionaba clima y agricultura y recogía muchos prover-


bios populares paralelamente a datos meteorológicos, si bien el propósito último
era lograr del campesino un cambio de hábitos culturales en su alimentación para
que consumiera sucedáneos del trigo, como centeno, sahína o mijo. En cualquier
caso, fue acusado de no haberse despojado de inútiles tradiciones y de faltarle espí-
ritu filosófico, en Franco VENTURI: Scttecento rifonnatore, vol. V (1), pp. 412-415,
y más ampliamente en «Scienza e riformu in Toscana nel Settecento. Targioni Toz-
zeti, Lapi, Montelatici, Fontana y Pagnini», en Rivista Storíca Italiana, 1977, pp. 77-
105. Andrés no comentó esta importante obra, considerada como el primer tratado
de patología vegetal, aunque sí utilizó otra mucho más voluminosa de Targioni:
Rclazioni d'alcnni viaggifatíi in diverse partí (¡ella Toscana per osservare le produ-
zioni natnrali, e g/i cintichi monumenti di essa, Firenzc, Stamperia granducale,
1768-1779,12 vols., para afirmar que desde principios del siglo XIII comenzó a uti-
lizarse la numeración arábiga. Vid. Juan ANDRÉS: Origen.,., vol. I, p. 186 y 189.
217. Sobre el Líber Abbaci de Leonardo Pisano, vid. Lucia SALOMONE (ed.): E'clia-
si della terza parte del XV capitulo del Liber Abaci nella trasecha a cura di Maes-
tro Benedetto: secando la lezione del Códice L.IV.21 (Sec. XV) della Biblioteca
Comunales di Siena, Siena, Universidad de Siena, 1984.
218. En 1217 tradujo en Toledo del árabe el Líber Astronomiae, base del sistema geo-
céntrico de Aristóteles, y posteriormente tradujo los Comentarios de Averroes.
Andrés lo menciona en varias ocasiones como difusor de obras griegas en latín a
partir de textos árabes, vid. Juan ANDRÉS: Origen..., vol. V, pp. 103 y 427.
219. Según Riou, bajo el nombre de lohannes Ilispalensis se pueden encontrar muchos
personajes enigmáticos del siglo IX. Vid. Yves-Francois RIOU: «Alfarabi, Alistóte,
Plutarque et Ptolémée a Reims vers 1479», en Scriptorium, XLIX/2, pp. 106-133.
262 JUAN ANDRÉS M o 11 K L L

MANUSCRITOS MODERNOS
Otra suerte de códices muy preciosos, aunque muy modernos,
hay en la Magliabechiana, que se ven con singular gusto por los
amantes de las ciencias. Estos son infinitas memorias, y menudas
noticias de los descubrimientos, y de todo lo que se hacía en la
Academia del Cimento22® y de muchísimas circunstancias par-
ticulares pertenecientes a Galileo221, Torricelli222 y a los otros
físicos y matemáticos toscanos de aquellos tiempos. Targioni223,

220. Institución académica fundada en Florencia en 1657 por el Gran Duque Fernan-
do de Medici. En la Sala de Manuscritos de la Biblioteca se encuentra un índice
Genérale dei Manoscriti scientifici dall'epoca di Galileo all'altra dcll'Accademia del
Cimento que describe 306 manuscritos.
221. Galileo Galilei (1564-1642). En la Biblioteca se conservan 335 manuscritos de
Galileo. Sus obras completas, en edición de Antonio Favaro, fueron publicadas
entre 1890 y 1909 en 20 vols. en Florencia, y el propio Favaro publicó el índice
alfabético ij topográfico del commercio epistolare, Firenze, 1889, y el índice cro-
nológico del Carteggio Galileano, Firenze, 1896, donde se recogen los manuscri-
tos de la Magliabecbiana. Las obras completas se reeditaron en 1968. Su herencia
en la Toscana del siglo XVIII y en la ilustración italiana fue muy considerable.
Sobre lo primero, vid. Paolo GALLUZZI: «I sepolcri di Galileo. Le spoglie "vive"
di un eroe della scienza», en AA.W: // Pantheon di Santa Croce a Firenze, Firen-
ze, Cassa di Rasparmio di Firenze, 1993, pp. 145-182. Para lo segundo, Paolo
CASINI: «Biografía, scienza e Illuminismo», en Intersezioni XV (1995), pp. 23-40;
A. R. HALL: «Galileo nel XVIII secólo», en Rivista di Filosofía XV (1979), pp. 367-
390; Gianni MICHELI: «L'idea di Galileo nella cultura italiana dal XVII al XIX
secólo», en Galileo. La sensata esperíenza, Cinisello Balsamo, Pizzi Editore, 1988,
pp. 163-187, y, más extensamente, Michael SEGRE: Nel segno di Galileo. La scuo-
la galilciana tra storía e mito, Bologna, II Mulino, 1993, traducción italiana de In
the Wake of Galileo, New Brunswick, Rutgers University Press, 1991.
222. Evangelista Torricelli (1608-1647). Discípulo de Benedetto Castelli, el más destaca-
do de los discípulos directos de Galileo. Residió desde 1641 en Florencia como
astrónomo y profesor de matemáticas e hidrostática, y sustituyó a Galileo tras su
muerte en enero de 1642. Inventó el barómetro y contribuyó con sus trabajos geo-
métricos al desarrollo del cálculo integral. Vid. Francois de GANDT (ed.): L'oenvrc
de Torricelli: science galilcenne et nonvellegeometric, Paris, Les Belles Lettres, 1989.
223. El P. Andrés hace referencia a la obra de Targioni Relazioni d'alciini viaggifatti in
diverse parti della Toscana perosservarc le produzioni naturali, e gli antichi monu-
ment i di essa, Firenze, Stamperia granducale, 12 vols., 1768-1779. Andrés la utili-
zó como fuente en sus comentarios a la fundación de la Academia del Cimento,
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 263

en sus cuatro tomos en 4° de los adelantamientos de la Toscana en


las ciencias naturales en el siglo pasado, casi no ha hecho más que
ordenar y vaciar estas memorias; y yo, si con el tiempo hiciese una
reimpresión de mi Saggio della filosofía del Galileo, no dejaría de
aprovecharme cuanto pudiese de aquellos manuscritos.

BIBLIOTECA LAURENCIANA
Pero la más singular entre las bibliotecas es la Laurenciana224.
Una bellísima pieza de arquitectura de Miguel Ángel ofrece ya
desde luego que admirar a las personas de gusto en el hermoso
atrio y curiosa escalera225. Al entrar en la biblioteca, y ver una
sala de muy buena arquitectura, llena por una y otra parte de
bancos, y en éstos amarrados con cadenas muchísimos gruesos
tomos, y saber que a esto se reduce la celebérrima biblioteca, no
puede menos de quedar uno sorprendido por la novedad; pero
cambia de objeto, y crece mucho más la sorpresa, cuando se
empieza a ver la multitud y valor de preciosos manuscritos que
en aquellos bancos se contienen.
El célebre bibliotecario de ella, el Canónigo Bandini226,
famoso autor de varios tomos del catálogo de dichos códices, de

fundada en 1657, y sus primeros miembros. Vid. Origen..., vol. IV, p. 346. Sobre
Targioni, vid. Giorgio WEBER: Autopsia, edite e medite, di Giovanni Targioni Toz-
zetti ed espío razio ne di un códice «médico-anatómico» del XVI secólo, Firenze,
1999, y la edición de Curzio Cipriani al manuscrito Opuscoli e scJiede mineralogi-
che, Firenze, 2000.
224. La Biblioteca Medicea Laurenziana fue creada por Clemente VII en 1523 en el
claustro de la Iglesia de San Lorenzo de Florencia, o de los Canónigos. Abierta al
público en 1571, se vio enriquecida en 1771 con el ingreso de un gran número de
códices orientales.
225. Miguel Ángel recibió en 1524 el encargo de diseñar la escalera de la Biblioteca
Laurenziana, en la que trabajó hasta 1527.
226. Angelo María Bandini (1726-1803). Principal discípulo de Giovanni Lami, a quien
acompañó en sus viajes a Pisa, Viena y Roma. Director de la biblioteca Laurenzia-
na entre 1756 y su fallecimiento, donde catalogó todos los manuscritos latinos y
griegos de la biblioteca: Catalogas codician mannscriptorum Bibliothecae Medi-
ceac Latircntianae, Florentiae, Typis Regiis, 1764-1770, 3 vols. Decidió, con el
264 J U A N AN D U E S MOIUCI.L

varias ediciones de autores griegos, y de muchas obra filológicas


y anticuarías, apenas tuvo noticia de mi llegada a Florencia
cuando me vino a visitar, y sabiendo el día que yo pensaba ir a
su biblioteca, me previno sobre una mesa varios códices de los
más particulares con que quiso dulcemente sorprenderme.

CÓDICE DE LA BIBLIA AMIATINA


La grande y hermosa Biblia Amiatina227 en un grandísimo tomo
en folio, con varias figuras y otras cosas que manifiestan haber-
se hecho para presentarla el Papa San Gregorio, y la hacen muy
digna de recomendación, es el códice de Biblia latina que se
conoce de mayor antigüedad; códice que con justas conjeturas
cree el Canónigo Bandini haberlo escrito un Abad Servando,
contemporáneo de San Gregorio, después de la mitad del siglo
VI; códice que fue consultado y llevado a Roma por mucho
tiempo para formar la célebre edición de la Biblia Sixtina228; y
códice que además de algunas variantes en la lección de la
Escritura, da materia a muchas curiosas observaciones para el
conocimiento de los códices antiguos y de la paleografía.

apoyo del Gran Duque, que la Laurenziana conservara los códices, mientras que
la Magliabechiana únicamente fuera depósito de libros contemporáneos.
227. Es el más famoso manuscrito latino de la Biblia. Realizado hacia el año 700 por los
monjes ingleses del monasterio de Jarrow, en el condado de Northumberland,
como obsequio al pontífice, nunca llegó a Roma, quedando en manos de los mon-
jes del monasterio de Monte Amiata, en el Senese, pasando a la Biblioteca Lau-
renziana de Florencia en 1786 tras la supresión del monasterio y siendo
bibliotecario el Canónigo Bandini. Sobre el manuscrito, vid. Valentina LONGO,
Sabina MAGRINI y Marco PALMA (eds.): Bibliografía (Mía Biblia Amiatina,
1990-1999, Roma, Viella, 2000.
228. Impresa en el Vaticano por Sixto V en 1590 a dos columnas con el título Vnlgalae
editionis ad concilii Trídentini pracscríptuin eméndala a Xixto V P.M. rcco^nita ct
ap
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 265

CÓDICE DE PABLO OROSIO. CÓDICE LAS PANDECTAS


Para gozar mejor de las luces que dan estos códices, me mostró
el erudito y atento Canónigo Bandini, juntamente con éste, los
otros dos más conocidos de Paulo Orosio229 y de las Pandec-
tas230. De Paulo Orosio, nuestro insigne español, hizo el docto
Havercampio231, en Holanda el año 1738, una bellísima edición
por este manuscrito, que llama Codex Florentinas, venerandae
ínter omnes códices vetustatis, y de cuyos caracteres ha impre-
so en aquella edición algunas muestras. Las Pandectas han sido
copiadas, impresas, consultadas y confrontadas tantas veces que
podría muy bien escribirse un tomo de la historia de ellas; pero
esto lo hizo ya Henrique Brenkman232, que para ello emprendió
aposta el viaje de Alemania a Florencia, y escribió el tomo en
cuarto que poseo, y que tú habrás visto, intitulado Historia Pan-
dectamm, seufatum exemplaris Florentini; y el quererte yo ins-
truir en un punto de erudición perteneciente a las Leyes, sería

229. Se trataba de los primeros seis libros de la Historíele adversas Paganos. Paulo Oro-
sio (ca. 350-385), Padre de la Iglesia, era discípulo hispanorromano de San Agus-
tín. Se enfrentó a los seguidores de Prisciliano, Orígenes y Pelagio, siendo autor
del ya citado Historíae advcrsam paganos, del que hay versión en castellano de
Enrique Gallego-Blanco, responsable también del estudio preliminar y las notas.
Barcelona, Puvill libreros, 1983, y de Casimiro Torres, La Coruña, Fundación
Bardé de la Maza, 1985. También sobre Orosio, vid. Fabrizio FABBRINI: Pablo
Orosio, uno storíco, Roma, Edizione di storia e letteratura, 1979, y más reciente-
mente Antonio POLICHETTI: Le "Historíae" di Orosio e la "storiografia ecle-
siástica" accidéntale (311-417 d.C.), Napoli, Edizine Scientifiche Italiane, 2000.
230. Justiniani Angustí Digestonim sen Pandectamm Coclex Florentinas, editado por A.
CORBINO y B. SANTALUCIA, Firenze, Leo S. Olschki, 1988. Sobre este códi-
ce, vid. Enrico SPAGNESI: Le pandette di Ginstiniano: storía cfortuna della Lit-
tera Florentina, Firenze, Leo Spagnesi, 1983. Recoge el catálogo de la exposición
de códices y documentos celebrada en la Laurenciana entre el 24 de junio y el 31
de agosto de 1983.
231. Sigibert Haverkamp (1684-1742): Historiamm adversas paganos librí VII Pauli
Orosii presbt/terí Hispani.
232. Henrik Brenkman (1681-1736). En 1722 publicó su Historia Pandectamm, sen
Fatnm exemplarisflorentini.
266 J U A N A N D R É S M o u F. L i.

como decían los antiguos sus Minervam. Lo que te diré es que


este códice se conservaba antes con mucha religiosidad en la
Guardarropa del Palacio antiguo, donde estaba encerrado con
muchas llaves, y no podía verse sino con las formalidades que
podrás leer en los autores que tratan de él; ahora el Gran Duque
actual lo ha hecho pasar a la Laurenciana, donde sin embargo no
se puede mostrar sino enviando antes la llave un caballero dipu-
tado para tenerla; formalidad que no sé por qué motivos políti-
cos ha querido conservar S.A., pero que sólo sirve para dificultar
a los curiosos viajeros el gusto de ver un monumento tan pre-
cioso, y que da tanto honor a aquella biblioteca y a la ciudad. En
efecto, yo tampoco lo hubiera visto si el atentísimo Canónigo
Bandini no hubiera prevenido al caballero diputado, y se hubie-
ra hecho llevar a tiempo la llave. Estos tres códices, que vienen
a ser de un mismo siglo, viéndose juntos suministran mutua-
mente muchas luces para fijar varios puntos sobre la edad de los
códices, sobre el modo de escribirlos, y sobre otras curiosidades
eruditas, que difícilmente se pueden establecer fuera de allí sin
auxilio de tantos monumentos de tal antigüedad.

CÓDICE DE VIRGILIO MEDICEO


Pero el códice más antiguo que se conozca de data notoria y
cierta es el famoso Virgilio Mediceo233, o de la biblioteca Lau-
renciana. Los caracteres, el modo de escribir, el arreglo de las
páginas y otras señales, que suelen examinar los críticos para
juzgar del tiempo de algún códice, pueden engañar, como no
pocas veces sucede, y aun cuando no engañen prueban sola-
mente el tiempo poco más o menos, y no pueden determinarlo
con precisión. Pero en el Virgilio Mediceo los caracteres y todas

233. El códice Virgilio Mediceo (M = Florentinus Laurentianus 39,1) está datado hacia
el 494, y había permanecido hasta 1461 en el monasterio de San Colombano, en
Bobbio, para pasar a ser adquirido por Francesco I, sucesor de Cosme I, a la fami-
lia romana de Del Monte. Una edición facsímil de Enrico Rostagno fue publicada
en Roma en 1931 por la Regia Officina Polygraphica.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 267

las señales muestran la mayor antigüedad, y además de esto


tiene la data determinada leyéndose en él: Turcius Rufius Apro-
nianus Asterius... legi et distinxi codicem... y más abajo en una
línea este dístico: Distinxi emendans gratum mihi munus amici
suscipiens operi sedulus incubui234. Ahora pues, este Turcio
Ruño Aproniano Asterio fue Cónsul en el año 494; y si revio,
notó y corrigió este códice, veas cuánta será su antigüedad, que
por lo menos ha de ser de fines del siglo V235. Lo que he copia-
do aquí lo he escrito con nuestros caracteres ordinarios, pero en
el códice no está así, sino que todo él se halla escrito con letras
mayúsculas, y dos de ellas son particulares y diferentes de las
que se usan comúnmente. Estas son la A, que siempre se escri-
be como una 1 griega X, y la V, que se escribe siempre V. La tinta
en el cuerpo del escrito es negra, pero hay algunas letras y pala-
bras interlineales coloradas. Faltan al principio de las églogas
algunas hojas hasta hacia la mitad de la égloga que empieza:
Prima Syracusio dignata est luciere versu23G.
En la Vaticana de Roma hay algunas de esta hojas, que las
conservan con gran empeño, y las muestran para cotejar la anti-
güedad del Virgilio Vaticano237 con la del Mediceo. Pero sea lo
que fuere de todas las señales, el Vaticano no tiene la época fija,
mientras la revisión y corrección de Turcio Rufio Aproniano238

234. «Yo, Turcio Ruño Aproniano Asterio... leo y he puesto signos de puntuación al
códice... Lo he puntuado corrigiéndolo; tras aceptar el encargo, grato para mí, del
amigo, me consagré, diligente, a la tarea».
235. Turcius Rufius Asterius fue editor de las obras de Sedilius, poeta cristiano del siglo
V, además de realizar las anotaciones al Virgilio Mediceo a las que hace referencia
Andrés.
236. Égloga VI de Virgilio: «Se dignó, la primera, a cantar en verso siracusano».
237. El manuscrito Virgilio Vaticano, al igual que el Mediceo, está datado entre los
siglos IV y V. Se encuentra ilustrado con miniaturas.
238. Turcio Rufio Aproniano Asterio era Cónsul en Roma en 494, y declaraba haber
leído, anotado y corregido el texto: «... legi et distinxi... emendans», en Paola
CASCIANO: «L'edizione romana del 1471 di Virgilio di Sweynheym e Pannartz»,
en Massimo MIGLIO (ed.): Scríttnra, Bibliotcche e Stampa a Roma nel Quattro-
cento, Citta del Vaticano, Scuola Vaticana di Paleografía, 1983, pp. 653-668.
268 JUAN AN'DUES MOHKI.L

determinan el tiempo del Mediceo, y lo hacen único entre todos


los códices, y la joya más preciosa que conozca la bibliografía239.

OTROS MUCHOS CÓDICES


Estos venerabilísimos códices de superior antigüedad bastarían
para dar nombre a una biblioteca; pero ¿cuántos otros suma-
mente preciosos no se hallan en la Laurenciana? Allí se ven
algunos antiquísimos evangelarios240; allí muchísimos códices
bíblicos griegos, hebreos, siriacos, caldeos, arábigos, etiópicos y
de otras lenguas antiguas241; allí muchísimos rabínicos de escri-
tores médicos, gramáticos, poéticos y de otras materias; allí tur-
cos, arábigos, persianos y de casi todas las lenguas orientales; allí
el Quintiliano de Poggio, y el famoso Tácito, padres uno y otro
de todos los Tácitos y Quintilianos manuscritos e impresos que
corren por toda Europa; allí el Celso, del que el elegante Bian-
coni242 habla mucho en sus cartas Celsianas; allí un antiquísimo
códice de las epístolas de Cicerón; allí otro de las mismas escri-
to de mano del Petrarca; allí Horacios y otros latinos antiguos, o
escritos o apostillados por la mano cíe este grande hombre243; allí

239. Nota de Carlos Andrés: «Del Paulo Orosio, de las Pandectas y del Virgilio se ha
impreso muchísimo, y todo el mundo literario tiene noticia de estos manuscritos;
pero de la Biblia Amiatina nadie había escrito, ni se tenía noticia alguna. El Canó-
nigo Bandini ha escrito posteriormente al autor de estas cartas, que ha impreso una
disertación suya sobre dicha Biblia, de la que se han tirado 50 ejemplares para
regalar a los amigos, en cuyo número le cuenta».
240. Entre los más importantes el llamado Protovangelo di Giaconw, de formato casi
cuadrado, datado en el siglo IV.
241. Sobre los códices en papiro de fragmentos bíblicos o de los Santos Padres, vid,
Antonio CARL1NI: «Papiri cristiani e tradizione dei testi biblici e patristici», en
Scríverc librí e documenti ncl mondo (íntico, Firenze, Gonnelli, 1998, pp. 25-38.
242. Se trata del conde bolones Giovanni Ludovico Bianconi (1717-1781), autor de
Lcttere sopra A. Conidio Celso al celebre abate Girolamo Timboschi, publicadas
en Roma en 1779.
243. La Laurenziana guarda códices con obras de Tácito, Plinio, Esquilo, Sófocles y
Quintiliano, entre otros.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 269

mil otros sumamente preciosos, griegos, latinos, árabes, persia-


nos, italianos, franceses, provenzales y de todas las lenguas.

MONUMENTOS AUTÉNTICOS DEL CONCILIO FLORENTINO


Una de las cosas que vi con mayor gusto fueron los monumentos
auténticos del Concilio Florentino244, en los cuales hay mucho
que observar; la Bula está escrita en latín y en griego; se firma el
Papa Eugenio III Ego Eugenias... definiens snbscripsi, pero los
otros Obispos no ponen sino subscripsi; firman griegos y latinos
en diferentes columnas, y antes de los griegos firma su Empera-
dor. En otras Bulas que se ven en otras partes, y allí también se
ve una, firman sólo los latinos, y en otras los griegos, según el des-
tino de ellas. En Bolonia vi en el archivo otra Bula, en la cual sólo
firman los latinos, y en la otra columna el Emperador solo.
Entre muchos códices provenzales vi con particular gusto
el Donato provenzal245, o una gramática de aquella lengua, que
tal vez sea la primera gramática de lenguas vulgares, porque no
se puede contar entre éstas la teutónica, de la cual se pretende
que en tiempo de Cario Magno se hiciese, o se quisiese hacer
una gramática. Vi también el Diccionario provenzal, que tiene
tal vez el mismo mérito. Pero yo no puedo decir sino un poco
de lo que vi, y no vi sino poquísimo de lo mucho que allí hay. Si
quieres formar algún concepto de esta riquísima biblioteca, da
una ojeada a los gruesos tomos que componen el catálogo de

244. El Concilio Florentino, convocado por Eugenio IV (1383-1447), inició sus sesiones
en 1431 y finalizó en 1445. Logró la unión temporal de armenios y coptos a la Igle-
sia romana. Vid. Joseph GILL S.I.: // concilio di Fircnze, Firen/e, Sansoui, 1967,
donde se analizan tanto las cuestiones teológicas debatidas — el ejercicio de la pri-
macía pontificia o la existencia del Purgatorio - como la ayuda económica y militar
en la guerra contra el turco. Las actas del Congreso internacional sobre el Concilio
celebrado en septiembre de 1989 fueron editadas por G. ALBERIGO: Chríst'wn
Unity: The Council of Ferram-Florence 1438/1439, Leuven, Peeters, 1991.
245. Es posible que se refiera al Manuscrito provenzal «J» copiado en Languedoc en el
siglo XIV con la signatura de la Biblioteca Nazionale Céntrale de Firenze Conv.
Sopr. F4,776.
270 J U A N AN units MOR ELL

ella, pero que, según me ha dicho el Canónigo Bandini, autor de


los más de ellos, se necesitan ya a lo menos otros tres por los
muchos códices con que todos los días se va enriqueciendo. En
sólo el tiempo de mi viaje ha recibido notable aumento por
haberle entrado, según me ha dicho el mismo Bandini, más de
200 manuscritos.
La singularidad de esta biblioteca consiste en no tener
libro alguno impreso, y estar toda llenísima de preciosos y raros
manuscritos; pero yo quisiera que tuviese algunos libros que
considero precisos, y que no le quitarían su singularidad, como
son todos aquellos de que existen allí los códices, y éstos aun de
más de una edición; pues de este modo quien quisiera examinar
algún manuscrito tendría a mano el impreso con que poderlo
confrontar.
Cinco o seis mañanas he pasado en aquella biblioteca, entre
las cadenas que tienen atados los libros, y que a veces me ataban
a mí, revolviendo códices griegos, latinos, italianos y provenzales,
y complaciéndome de tener entre las manos tantos preciosos
manuscritos. Los códices están encadenados porque no se los
pueda llevar algún amante de estas cosas poco escrupuloso; pero
se abren o sueltan a personas conocidas a quienes pueden fiar-
se, como cortésrnente me desencadenaron cuantos yo quise exa-
minar con más comodidad, o copiar de ellos algunos pasajes.
Otros, en los que sólo quería cotejar algo, y darles una ojeada, los
manejaba en sus mismos bancos, y me complacía de pasar de
uno a otro, confrontar tres o cuatro de una vez, y ver en sus fuen-
tes muchas cosas que se nos presentan alteradas por la imagina-
ción de los editores. Sé muy bien que no todos los viajeros hallan
tanto placer en revolver papeles y pergaminos; pero yo antepon-
go una mañana de la Laurenciana a todas las óperas y bailes que
se puedan dar en los más suntuosos teatros.
Sola la biblioteca Laurenciana basta para ennoblecer sobre
manera a Florencia; pero allí mismo hay no pocas otras, que
aumentan justamente su celebridad. El mismo Canónigo Ban-
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 271

dini es bibliotecario de la Marucelliana246, que es también públi-


ca, y tiene muy buenos libros y manuscritos, y una preciosa
colección de estampas, que forma varios tomos247.

BIBLIOTECA RICCARDIANA
La Riccardiana248, fundada en el siglo XVI por Ricardo Riccar-
di 249, discípulo del célebre Pedro Victorio250, es conocida en
toda Europa por las muchas noticias que ha suministrado al eru-
dito Mehus251 y a otros escritores, por lo que ha servido a algu-

246. La Biblioteca Marucelliana fue abierta al público el 18 de septiembre de 1752. Su


fondo original procedía de la biblioteca del Abate Francesco Marucelli (1625-
1703), que, en su testamento de 1703, había dejado instituido que sus libros se des-
tinaran a crear en Florencia una biblioteca pública. El edificio de nueva planta fue
levantado por el sobrino del fundador, Alessandro Marucelli (1672-1751), quien
también donó sus libros, y designó bibliotecario a Angelo Maria Bandini, que
ocupó ese puesto basta 1802.
247. La colección de estampas de la Marucelliana entró en la biblioteca en 1783 por
donación de Francesco de Ruberto, también miembro de la familia del fundador.
248. La Biblioteca Riccardiana, ubicada en el Palacio Medici Riccardi, conserva manus-
critos de Petrarca, Boccaccio, Savonarola y otros buniauistas y códices miniados,
hasta un total de 4.382 volúmenes. Cuenta también con 724 incunables. Fue crea-
da en 1600 y abierta al público en 1715. Es considerada como un apéndice de la
Biblioteca Laurenziana.
249. Riccardo Romolo Riccardi, impulsor de las colecciones que darán origen a la Ric-
cardiana y coleccionista de esculturas clásicas en su villa de Valfonda, publicó en
1609 su Conversions di Santa María Maddalcna, ridotta en tragedia, Firenze, 1609.
250. Pietro Victorius [Petrus Victorinus] (1499-1584). Humanista florentino, profesor
de griego y latín en su ciudad natal.
251. Lorenzo Mehus (1716-1802). Filólogo, erudito e impulsor del dómale de Lette-
rati en su primera etapa, entre 1742 y 1753, en Mario ROSA: «Per la storia dell'e-
rudizione toscana del '700: profilo di Lorenzo Mehus», en Annali della señóla
spcciale per arclnvisti e bibliotecari dcü'Universitá di Roma, II (1962), pp. 41-96.
La Riccardiana conserva su correspondencia. Mehus enseñó a Andrés un códice
en pergamino existente en aquella Biblioteca con el prefacio de la Historia vene-
ciana de Martine da Gánale: «Aún no era muy conocida en las otras naciones la len-
gua italiana, y por ello, queriendo Martín Gánale que corriesen por todo el mundo
las acciones de los venecianos y la Historia de Venecia, escribió una en francés, tra-
duciendo los historiadores latinos anteriores, como lo dice él mismo en la preía-
272 J U A N A N D R É S M o u F. L L

nos editores de autores antiguos, y por los varios códices de ella


que ha publicado Lamí252, el cual ha sido por tantos años su
bibliotecario e ilustrador. Ahora lo es el Abate Fontani253, docto
grecista y amante de los estudios eclesiásticos, de poesía griega
y latina, y de antigüedad, el cual, además de continuar la obra
de Lamí254, haciendo un Novae delitiae eruditorum255, en que
publica muchas obras inéditas sacadas las más de los códices
Riccardianos, piensa en publicar una Anthologia griega mucho
más copiosa que cuantas se han publicado hasta ahora; quiere
hacer una edición de varias cosas de Focio256, ilustrando su vida

ción a su Historia, que se halla en un códice de pergamino de la biblioteca del mar-


qués Gabriel Riccardi, anunciado por Mehus, quien me lo hizo ver con mucha
urbanidad», en Origen..., vol. Ill, p. 280.
252. Giovanni Lamí (1697-1770). Profesor de Historia Eclesiástica en la universidad de
Florencia, Bibliotecario de la Riccarcliana, donde se conserva parte de su corres-
pondencia, y autor del semanario Novella Lctteraríe, el más importante periódico
literario toscano, cuyo propósito era hacer compatible la nueva ciencia y la nueva
filosofía con los dogmas de la fe. De Brosses lo consideraba «uno de los hombres
más sabios de Italia», en Viaje..., vol. I, p. 304. Según Giuseppe Ricuperati, el
semanario dirigido por Lamí cubrió el período de los años 40 a 60, considerado de
transición entre la prensa erudita dominante entre 1668 y 1740 y la prensa de opi-
nión, que se impone entre 1760 y 1789. Cfr. Giuseppe RICUPERATI: «Política,
cultura e religione nei giornali italiani del '700», en Mario ROSA (ed.): Catolicesi-
mo e Lumi nel Settecento italiano, Roma, Herder, 1981, pp. 49-76. Los restos de
Lami están enterrados en el templo de la Santa Croce de Florencia. Sobre Lamí,
vid. Eric COCHRANE: Florence in the forgotten centuries, 1527-1800, Chicago,
University Chicago Press, 1973, pp. 317-396.
253. Francesco Fontani (1748-1818). Como helenista publicó I ríti nnziali de' Crecí,
Firenze, 1789.
254. Fontani hizo un elogio de Lami el 27 de septiembre de 1787 en la Real Academia
Florentina, y lo publicó con el título Elogio del Dr. Giovanni Lami, Firenze, 1789.
255. Andrés se refiere a Novae eniditonnn deliciae, 3 vols., Florentiae, 1785-1793. Fue
citada en su Origen... al referirse a que Fontani «ha querido exponer la apología
de Focio con las acusaciones de todos los Papas que se opusieron a sus ambicio-
nes», en vol. VI, p. 188 y 190.
256. Patriarca de Constantinopla. Murió en el 891. Andrés, siguiendo a Fontani, le
dedicó un apartado al comentar el Cisma de Oriente, elogiando su obra Bibliote-
ca, a la que consideraba obra llena de «vastísima erudición, finísimo gusto y sólido
juicio», aunque su «desmesurada ambición y genio turbulento» provocaran el
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 273

y sus escritos, y se manifiesta lleno de buenos deseos por el ade-


lantamiento de la literatura. Me ha favorecido varias veces con
su compañía, y me ha comunicado largamente sus proyectos
literarios, a lo que le he animado, y dado algunas luces en cuan-
to he podido. Se me mostró muy atento las dos veces que fui a
aquella biblioteca, y me franqueó lo más raro y precioso que hay
en ella de libros y manuscritos, como varios Santos Padres, espe-
cialmente griegos, Dantes, Petrarcas y varios otros en cantidad,
con un inmenso número de ediciones del siglo XV, que casi pue-
den contarse entre los manuscritos.
De éstos el más famoso es el códice de Plinio257, de una
grande antigüedad, que el Abate Mehus cree ser el más antiguo
códice de Plinio, y con todo, según me dijeron, no ha sido aún
cotejado por alguno de los editores de Plinio. Creo que éste y
otro códice de Ñapóles, de que te hablaré más adelante, debe-
rían ser examinados con mucha atención por quien quisiera
hacer una buena edición de Plinio, que tanto lo merece. Otro
precioso códice hay en aquella biblioteca, que a nosotros por
nacionales nos debe interesar más; éste es una colección canó-
nica de Gregorio Presbítero de Compostela258, de principios del
siglo XII, con el título Policarpus. Está dedicado a Diego Gel-
mírez259, el cual, nombrado Obispo de Compostela hacia fines
del siglo XI260, fue después declarado Arzobispo, creo que por

Cisma. Esperaba la posible publicación por Fontani de sus epístolas. Vid. Ori-
gen..., vol. VI, pp. 188-190.
257. Se trata de una Historia natnralis de Plinio del siglo XII. Fue el primer Plinio ínte-
gro adquirido por Cosme el Viejo asesorado por Niccolo Niccoli.
258. A ella se refiere Andrés en Origen, vol. VI, pp. 526-527.
259. El más importante de los prelados compostelanos. Logró de Calixto II la dignidad
de metropolitana para la Iglesia de Santiago en 1122. El jesuíta exiliado Francisco
Masdeu dedicó a su figura más de un centenar de páginas en el tomo XX de su His-
toria crítica de España y de la cultura española, Madrid 1805, pp. 1-144, critican-
do sus procedimientos de señor feudal.
260. Entre el 1095 y el 1099 ejerció el cargo de administrador de la diócesis composte-
lana, en sede vacante, por fallecimiento del obispo Dalmacio.
274 J U A N A N D R É S M o u F. L L

Calixto II. Ahí tal vez habrá varios códices de esta colección,
pues la hizo Gregorio a instancia del Obispo Gelmírez, que que-
ría reformar la disciplina eclesiástica de su Iglesia; pero sin
embargo queriéndose hacer una edición de ella, que la tengo
por inédita, sería el caso de consultar este códice, aunque falto
de los dos últimos libros, estando la colección dividida en ocho.
También hay otro códice de cartas latinas de Pedro de las
Viñas261, escritas a nombre del Emperador Federico II, de
quien Pedro era Secretario, que el Abate Mehus colacionó por
orden del Marqués Tanucci262, queriendo hacer en Ñapóles una
edición del códice Federiciano, que después no tuvo efecto.
Otro de un pedazo inédito de historia del famoso Maquiavelo;
otro de Sicco Polenton263, y varios otros.

BIBLIOTECA DE RICCARDI, SUBDECANO DE LA CATEDRAL


Además de esta biblioteca de la casa de Riccardi, el Subdecano
de la Catedral, que es de la misma familia, y tío del actual Mar-
qués, tiene otra particular que no es inferior, y antes bien en

261. Fiero della Vigna o Petrus de Vinea (¿-1249). Desde 1221 formaba parte de la Can-
cillería imperial como mague enríe index, y posteriormente pasó a dirigir la admi-
nistración imperial de Federico II. Creó un modelo para todas las cancillerías de
la época mediante nuevas fórmulas estilísticas y de retórica epistolar, en Fulvio
Delle DONNE: «Lo stile della cancillería di Federico II ed i presunti influssi
arabi», en Attl della Accademia Pontaniana, 41 (1992), pp. 153-164. Sobre su acti-
va participación en el ambiente cultural de la corte imperial, vid. Antonino DE
STEFANO: La cultura alia Corte di Federico II imperatorc, Bologna, Nicola Zani-
chelli, 1950.
262. Bernardo Tanueci (1705-1784). Acompañó a D. Carlos a Ñapóles junto a otros tos-
canos como Bartolomeo Incieri y Bartolomeo Corsini, para encargarse de la Secre-
taría de Gracia y Justicia de las Dos Sicilias entre 1734 y 1755. Desde junio de 1755
ocupó la Secretaría de Estado, hasta que fue sustituido en 26 de marzo de 1776 por
presiones de la reina María Carolina. Entre 1759 y 1776 desempeñó funciones de
Primer Ministro.
263. Sicco Ricci Polenton (1375-1447). Humanista trentino. En 1419 escribió la que se
considera la primera comedia humanística-renacentista latina, Catinia, reeditada
en 1996 por la Comune de Anguillara Véneta con traducción al italiano, introduc-
ción y notas de Paolo Baldan.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 275

muchas cosas es superior a la de la casa. Este Subdecano me era


muy apasionado por la lectura de mis libros, y con mucha aten-
ción me convidó una mañana para que pudiese examinar con
toda comodidad su librería. Acompañóme el Abate Mehus,
sujeto doctísimo singularmente en las cosas de Florencia, y más
práctico en aquella librería que el Bibliotecario y el mismo
dueño; pero sin embargo quiso aquel atentísimo caballero, aun-
que en la edad de 81 años, irme enseñando por sí mismo todos
los libros raros, y los muchos y preciosos códices que posee. El
Abate Mehus no sólo me hizo el favor de mostrarme distinta-
mente las mejores cosas de dicha biblioteca, sino que se tomó
el trabajo de darme un erudito índice de ellas, con el que puedo
hablarte más largamente de esta biblioteca, y notarte más par-
ticularidades, porque muchas cosas de las otras bibliotecas se
me han ido de la memoria.
Los manuscritos de ésta son unos 1.800, parte orientales,
parte griegos, parte latinos, parte provenzales y muchísimos ita-
lianos. Los orientales son unos 40, pero no contienen cosa par-
ticularmente notable. Los griegos unos 20, dos de ellos
apreciables por su antigüedad, uno de las obras morales de Plu-
tarco264, y otro de San Basilio, escrito de mano de Andrónico
Zegaromata, que fue de Jorge Escolario265. Entre los muchos
latinos se ve con particular gusto un gran tomo de Líber Cen-
suum Romanae Ecclesiae, obra de Cencio Sabelli266, Camarlen-
go de la Iglesia de Roma, y después Papa con el nombre de

264. Las obras de Plutarco, reunidas en Moralia, fueron editadas por Mariano Valver-
de, Helena Rodríguez y Carlos Alcalde: Obras morales ij de costumbres, Madrid,
Credos, 1984.
265. Según Andrés, Escolario, «más conocido por el nombre de Gennadio, fue el pri-
mero que, sosteniendo el partido de Aristóteles, abatió no tanto la doctrina de Pla-
tón cuanto el escrito de su profesor Gemisto», en Origen..., vol. I, p. 292.
266. Cencio Sabelli (¿-1227). Fue elegido Papa con el nombre de Honorio III. El títu-
lo exacto es Líber censuum Romanae Ecclesiae Sec. XII, manuscrito de la Biblio-
teca Vaticana de 263 ff. Vid. Massimo CERESA: Bibliografía deifondi manoscrítti
dolía Biblioteca Vaticana, Citta del Vaticano, 1991.
276

Honorio III267, que la compuso en el año 1192 en el pontifica-


do de Celestino III. Esta obra fue continuada por otros Camar-
lengos sucesores de Cencio, hasta el año de 1388 en que se
escribió este códice, y es insigne por los monumentos que con-
tiene, que son la basa de gran parte de los estados y de la juris-
dicción temporal del Papa. Un Julio César muy antiguo que fue
de un tal Nicodemus Tranchedini268 de principios del siglo XV,
que ya entonces lo llamaba antiquísimo; una obrita de San Isi-
dro de notis de letra antiquísima. Un Asconio Pediano269 de
mano del famoso Poggio Bracciolini270, que lo copió del códice
que él mismo halló en 1417 en el Monasterio de San Gallo2'1, y
que se conserva en la Laurenciana. El códice de Leonardo de
Pisa, de que te he hablado arriba, según la corrección que de él
hizo Leonardo en 1228. Una historia de Milán desde su funda-

267. Honorio III (¿-1227). Nombrado Cardenal por Inocencio III, fue elegido Papa en
1216, un año después de celebrado el Concilio de Letrán. Fue preceptor del
Emperador Federico II, con el que posteriormente tuvo relaciones conflictivas.
268. Nicodemo Tranchedini, «oratore ducal» al servicio de Francesco Síbrza. Fue autor
del primer diccionario Italiano-Latino, con incorporación de términos de uso coti-
diano, con un léxico de casi 7.000 entradas. Hay edición reciente de Federico
Pelle: U vocabulario italiano-latino, Firenze, Leo S. Olschki, 2001.
269. Asconio Pediano (9 a. C.-76 d. C.). Gramático latino dedicado al estudio de Cice-
rón y Virgilio. Fue descubierto por Poggio Bracciolini. Andrés lo mencionaba
como «comentador de algunas oraciones de Cicerón», en Origen..., vol. Ill, p. 510,
pues sólo se han conservado algunos fragmentos.
270. Poggio Bracciolini (1380-1459). Participó en el Concilio de Constanza (1414-
1417), pero destacó como estudioso de textos manuscritos latinos, cuyos descu-
brimientos comunicaba a otros humanistas, en particular a Niccolo Niccoli. Con
motivo del VI centenario de su nacimiento la Biblioteca Laurenziana celebró en
1980 una exposición de sus manuscritos, con catálogo editado por Ricardo Fnbini
y Stefano Caro ti.
271. En el monasterio de St. Gall, en Suiza, Poggio Bracciolini localizó manuscritos lati-
nos de Valerius Flaccus, Laclando, Quintiliano y otros, además del texto referido
de Asconius Pedianus, «que yo copié con mis propias manos», según comunica en
carta a su amigo Guarino da Verona, en Phyllis Walter GOODIIART GORDAN
(ed.): Two Renaissance Book Hunters: The Letters ofPoggius Bracciolini to Nico-
laus dc Niccolis, New York, Columbia University Press, 1974, pp. 193-195.
BOLONMA, F L O U K N C I A , ROMA 277

ción hasta el año 1371 de un tal Beltramus de Gallante, que


tengo por inédita; y otra de Sicilia de un Lorenzo Bonincon-
tro2'2, de la cual publicó seis libros Lami2'3 en sus Deliciae eru-
ditorum, y tres están inéditos. Dos códices de música inéditos,
uno intitulado Jo anís de Ciconia libri quatuor musicae novae,
del siglo XV, y otro posterior, Hieromjmi Meii de modis musicis
veterum libri quatuor. Un bellísimo códice en folio, Bernardi
Oricettarii2'4 collectanea Romanamm antiquitatum ad Pallan-
temfilium. Ésta es una de las primeras obras de antigüedad que
se han compuesto, y muy apreciable por su mucha y buena eru-
dición; se imprimió en Florencia en el año 1770. Un códice del
arriba nombrado Nicodemus Tranchedini, que contiene
muchas cartas de Petrarca, y varias de ellas inéditas. Muchos
códices de cartas latinas de Coluccio Salutato270, de Cándido
Decembrio2'6, de Pablo Maffei277, de Hugonino Verino278 y de

272. Lorenzo Bonincontri (1410-1491). Humanista e historiador natural de San Minia-


to, cerca de Lucca. Sobre su labor historiográfica en el Ñapóles de la segunda
mitad del Cuatrocientos, vid. Giacomo FERRAU: // tessitore di Antecjucra. Sto-
ríografia tiinanistica mcridionale, Roma, Istituto storico italiano per il Medio Evo,
2001, donde a Bonincontri se le dedican las pp. 131-174.
273. Vid. nota 252.
274. Bernardo Rucellai (1449-1514). En 1724 fue publicado en Londres por G. Bow-
yer su De bello itálico coniinentaríns ex anthentici mamiscripti apographo mine
prímum in Incem editus, Londres, 1724. En 1770 se publicó en Florencia sn Líber
de urbe Roma. El catálogo de su correspondencia ha sido editado por Rita Maria
COMANDUCCI: Cartero di Bernardo Rucellai, 1448-1514, Firenze, Leo S.
Olschki, 1996.
275. Lino Coluccio Salutato (1331-1406). Formado en Bolonia, pasó a Roma como
secretario de Urbano IV, y más tarde a Florencia para ocuparse de la secretaría lati-
na de la República. Su epistolario latino fue publicado por Francesco Novati en 4
vols. en Roma entre 1891 y 1911, y sus códices manuscritos por Berthold Louis
Ullman en Florencia en 1957 con el título Cohicii Salutati de sécula et religionc ex
codicibns inanuscríptis.
276. Pier Candido Decembrio (1392-1477). Nacido en Vigevano, cerca de Milán, fue
secretario de Filippo Maria Visconti, en la corte Pontificia y en Ñapóles. Tradujo
al latín a los griegos Appiano, Plutarco, Platón y Hornero. Su Epistolario es consi-
derado fuente muy importante para la historia política y literaria del siglo XV.
Entre sus corresponsales se encontraba el obispo de Burgos, y hombre de la Corte
278 JUAN ANDRÉS MOKELL

otros varios por la mayor parte inéditas, y que son muy impor-
tantes para la historia literaria del siglo XV. Pero en materia de
cartas es singularmente precioso el códice de las de Poggio
Bracciolini279; de éstas se imprimieron 19 en el siglo XVI280, y en
éste en Florencia 57281, pero este códice tiene más de 700. En
ellas da noticia a Nicolás Niccoli282 y a otros de los descubri-

de Juan II, Alonso García de Cartagena, comentador y traductor de Séneca, y


también corresponsal de Poggio Bracciolini. Vid. L. GONZÁLEZ ROLAN y P.
SEQUEIRO: «Actitudes Renacentistas en Castilla durante el siglo XV: la corres-
pondencia entre Alfonso de Cartagena y Pier Candido Decembrio», en Cuaderno.';
de Filología Clásica. Serie Estudios latinos I (1991). Decembrio se encuentra ente-
rrado en la Basílica milanesa de San Ambrosio.
277. Paolo Alessandro Maffei (1653-1716). Utilizó el seudónimo de Romualdo Rico-
baldi para defender las posiciones de la historia crítica de Montfaucon. Su obra
más importante fue Raccolta su statue antic]¡e e moderne data in luce sotto i glo-
riosi auspici della Santitá di N.S. Papa Clemente XI, Roma, 1704, donde se reco-
gían 163 grabados comentados de estatuas antiguas, renacentistas y de Bernini,
Algardi y Du Quesnoy. Escribió una biografía de San Pió V: Vita di San Pió Quin-
to, publicada en Roma en 1712.
278. Ugolino Verino (1438-1516). Nacido y muerto en Florencia. Fue admirador de
Savonarola, con quien mantuvo correspondencia, y escribió en 1487 De gloria
tirbis Florentina. Sobre la relación epistolar entre Verino y Savonarola, vid. el libro
clásico de Pasquale VILLARI: Life and times of Girolamo Savonarola, London,
1888, 2 vols.
279. Vid. nota 270.
280. En Basilea fue publicada en 1538 su Opera, collatione cmendatoruin exemplarium
recognita.
281. En la imprenta florentina de Paperini fue editada en 1741, con la activa participa-
ción del erudito Mehus, amigo de Andrés, y en 2 vols., la obra Leonardi Bruñí
Arretini Epistolantm librí VIII adfidem coda. mss. supplenti, et castigati et plus-
(jnam XXXVI epistolis, quae in cditione c¡uüc¡ue Fabríciana deerant, locupletati
reccnscnte Laurentio Mehus... qui Leonardi vitam scripsit, Manetti ¿y Poggi ora-
tiones praemisit, índices, animadversiones, parefactiionemque adjecit, libromque
nonum, ac decimum in Incem protulit.
282. Niccolo Niccoli (1364-1437). Humanist» florentino al servicio de Cosme de Medi-
éis, para quien adquirió manuscritos muy valiosos por Europa. Para Juan Andrés,
Niccoli fue el primer anticuario: «...el primero que con todo derecho se adquirió
este nombre no fue otro que Nicolás Niccoli, célebre por la generosidad con que
promovió las Letras y protegió a los literatos, y por la insaciable ansia y vivo deseo
que tuvo de recoger libros antiguos y toda especie de monumentos de la Antigüedad»,
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 279

mientos de buenos libros antiguos que iba haciendo en sus via-


jes de Alemania, Francia e Inglaterra, y son un tesoro de histo-
ria literaria, y singularmente de erudición bibliográfica. Entre
los códices antiguos de lengua francesa es de particular consi-
deración uno de historia veneciana de un italiano, Martín Gána-
le283, que, con la autoridad de Mehus, cito en el tomo de mi obra
que ahora se imprime284. Los códices italianos de algún mérito
son muchísimos, pero poco te podrán interesar siendo la mayor
parte pertenecientes o a la lengua, o a la historia italiana.
Esto es por lo que toca a los manuscritos; pero los impresos
no son menos dignos de consideración. Más de 300 son las edi-
ciones del siglo XV, de las que sólo nombraré algunas. Homerus
graece. Florentiae 1488, dos tomos en folio impresos en papel.
La Antología griega de Lascaris285, y el Calimaco del mismo286,

en Origen..., vol. Ill, p. 445. Su biblioteca, de más de 800 volúmenes, pasó a su


muerte a propiedad del convento de San Marcos. Las cartas entre Poggio Brac-
ciolini y Niccoli se han publicado con anotaciones de Phyllis Walter GOODHART
GORDAN: Op. cit.
283. Martino da Gánale, autor del siglo XIII, escribió en francés una historia de Vene-
cia que fue editada en 1845 en italiano por el Conde Calvan i con el título Crona-
ca dei vencziani del Maestro Martina da Gánale, Firenze, 1845.
284. En el tomo VI, libro III de Origen..., Andrés dice: «Aún no era muy conocida en
las otras naciones la lengua italiana, y por ello, queriendo Martín Gánale que
corriesen por todo el mundo las acciones de los venecianos y la Historia de Vene-
cia, escribió una en francés, traduciendo los historiadores latinos anteriores, como
lo dice él mismo en la prefación a su Historia, que se halla en un códice de perga-
mino de la biblioteca del marqués Gabriel Riccardi, anunciado por Mehus, quien
me lo hizo ver con mucha urbanidad», en Origen..., vol. Ill, p. 280.
285. Janus Lascaris (1445-1535). De origen griego, pasó a Italia tras la caida de Constan-
tinopla, dedicándose a la enseñanza del griego, elaborando una Antología Griega que
publicó en Florencia en 1494. Al servicio de la familia Medici pasó a Roma en 1513
con León X Medici, el primer Pontífice miembro de aquella familia. Sobre Lascaris,
vid. Borje KNÓS: Un ambassador de l'hcUenisine, Janus Lascaris et la tradition
gréco-byzantine dans I'lmmanismefraneáis, Uppsala, Almqvist & Wiksells, 1945.
286. Lascaris editó entre 1494 y 1499 a Calimaco, Apolonio de Rodas, Luciano y cinco
piezas de Eurípides.
280 JUAN A N o R É s M o n E L L

entrambos con caracteres unciales287, y en papel. Aristóteles


graece. Venetiis 1495, impreso en pergamino. Lucianas graece.
Florentiae 1497288, en pergamino. A los que puedes añadir Julii
Pollucis Onomasticum graece cuín notis manuscriptis Laurentii
Jacominii Tebalduccii Malespinii. Venetiis apud Aldum 150228'\
De las ediciones latinas está el famoso Lactancio impreso en el
Monasterio de Subiaco en 1466290, que quieren haya sido el pri-
mer libro impreso en Italia, aunque otros lo niegan. S. Agustinas
de Civitate Dei, Romae 1468. Plinii epistolae, Neapoli 1476, con
las notas manuscritas de Francisco Pucci291, discípulo del famo-
so Poliziano292, y profesor de humanidades en Ñapóles. Con las
notas manuscritas del mismo Pucci hay un Cátulo, Tíbulo y Pro-
percio, impresos en Reggio a principios del siglo XVI293. La his-
toria Florentina de Leonardo Aretino294, y la de Poggio

287. En la imprenta los caracteres unciales son mayúsculas. En los manuscritos, todas
las letras unciales eran mayúsculas de una pulgada, y se utilizaron hasta el siglo VIL
288. Lucianus Samosatensis (120-180).
289. Se trata de la obra de lulius Pollux, que vivió en el siglo II d.C. Bethe realizó una
edición deljnlii Pollucis Onomasticum e codicibus ab ipso derivo en Leipzig, 1900.
290. Los alemanes Konrad Sweymhein y Arnold Pannartz imprimieron desde 1464 en
el Monasterio de Subiaco textos de Cicerón, Lactancio y San Agustín.
291. Francesco Pucci (1543-1597). Luigi Fiípo y Renatto Piattoli publicaron entre 1955
y 1959 en 2 vols. cartas y documentos de Pucci: Lettcrc, documenti c testimonian-
ze, Firenze, 1955-1959.
292. Angelo Poliziano (1454-1494). Una exposición de sus manuscritos, libros y docu-
mentos se realizó en la Biblioteca Laurenziana de Florencia entre el 23 de sep-
tiembre y el 30 de noviembre de 1954. Vid. Alessandro PEROSSA (ed.): Mostra
del Poliziano, Firenze, Sansoni, 1955. Más recientemente, puede verse el catálo-
go editado por Paolo VITI: Pico, Poliziano e l'Umanesimo di fine Qnatrocento,
Firenze, Leo S. Olshki, 1994, sobre la exposición celebrada también en la Lau-
renziana entre el 4 de noviembre y el 31 de diciembre de 1994.
293. En el texto figura siglo XV, corregido en la fe de erratas del primer tomo, publica-
da en el segundo.
294. Leonardo Bruno Aretino (1369-1444) escribió la Historiannn Florentine popnli
libri XII. La edición más reciente, en inglés y latín, es la de James Ilankins, publi-
cada por la Harvard University Press, Cambridge, Mass., 2001.
BOLONIA, FLOUENCIA, ROMA 281

Bracciolini290, una y otra en italiano, impresas en Venecia en


1476, y ambas en pergamino; como también Joanis Simonettae
res gestae Francisci Sfortiae. Mediolani 1486; Virgilii carmina; y
Sonetti, canzoni e trionfi di Francesco Petrarca, impresos en per-
gamino por Aldo296, uno y otro sin data de lugar ni de tiempo.
Horatii carmina del mismo Aldo, Venetüs 1501, en pergamino;
como también A. Gellii nodes. Florentiae 1513,' y/ algunos
o
otros.

TRADUCCIÓN ESPAÑOLA DE LAS VIDAS DE VARONES ILUSTRES DE


PLUTARCO
En ésta y otras bibliotecas se ven algunos códices de las vidas de
Plutarco en italiano, que dan noticia de una traducción españo-
la297, de que tal vez no habrá hablado Pellicer en su Biblioteca
de traductores298, que años atrás leí de paso en Bolonia, y ahora
no puedo consultar. Dicen, pues, estos códices (de los que sólo
en esta biblioteca del Subdecano Riccardi hay tres diferentes)
que la Crónica de Plutarco (así llaman al libro de los varones
ilustres) fue traducida de gramática griega (esto es de griego
antiguo, o, como dicen, literal) en griego vulgar, por un filósofo

295. Poggio Bracciolini (1380-1459) escribió su Historíete Florcntini poptili, editada en


Venecia en 1715 con el título Poggii Historia florentina mine primnm in lucem
edita. Vid. nota 270.
296. Aldo Manuzio fue un importante impresor florentino nacido en 1494 y muerto en
1515. Sobre su labor, vid. Luciana BIGLIAZZI (ed.): Aldo Manuzio tipógrafo,
1494-1515, Firenze, Biblioteca Medicea Lanrenziana, 1994, que reúnen las actas
del Congreso Internacional Aldo Manuzio c la cultura rinasciinentalc, celebrado
en Florencia en 1994.
297. Francisco de Enzinas tradujo en 1547 Las vidas de dos {Ilustres varones Cimón
Griego tj Lucio Lncuüo Romano, s.l., 1547.
298. Juan Antonio PELLICER Y SAFORCADA: Ensayo de una Biblioteca de Traduc-
tores españoles, donde se da tioticia de las traducciones que hay en castellano de la
Sagrada Escritura, Santos Padres, Filósofos, Historiadores, Médicos, Oradores,
Poetas, así griegos como latinos, y de otros autores (¡ue lian florecido antes de la
invención de la imprenta, 2 tomos en 1 volumen, Madrid, 1778. Hay edición fac-
símil, con estudio preliminar de Miguel Ángel Lama, publicada por la Universidad
de Extremadura, Badajoz, 2002.
282 J U A N AN D U E S M O U K L L

griego llamado Domitritalolic/ui, y del griego en aragonés por un


frayle predicador Obispo de Tudernopoli (aquí varían los códi-
ces, diciendo uno Tudernopoli y otro Andrinopoli), muy sufi-
ciente griego, instruido en varias ciencias, grande historiador y
experto en varias lenguas, por mandato del M.R. en Cristo padre
y señor Messerfray Juan de Eredia, por la gracia de Dios, Maes-
tre y Señor de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén,
etc., etc. Ya ves cómo se pueden sacar de aquí algunas noticias
pertenecientes a los españoles, y más por la variedad que hay en
los mismos códices, en los que se ponen más o menos títulos al
Gran Maestre Heredia299, y más o menos elogios al fraile predi-
cador, cuyo nombre no se expresa. El Abate Mehus, en su vida
de Ambrosio Camandulense, que es un tesoro de erudición de
historia literaria300, habla largamente de estos códices, y de la
intención que Coluccio Salutato301 tenía de sacar otra traduc-
ción latina de la aragonesa302. Por carta de Salutato, que está en

299. Juan Fernández de Heredia (1310-1396). Caballero de la Orden de San Juan de


Jerusalén, fue Castellan de Amposta desde 1346. En 1377 fue designado Gran
Maestre de la Orden, y en 1382 se trasladó a Avignon, donde recopiló diversas
obras y tradujo libros griegos de Plutarco, Tucídides, Orosio o Eutropio. Vid. José
Manuel NIETO SORIA: «Las inquietudes historiográficas del Gran Maestre hos-
pitalario Juan Fernández de Heredia (ni. 1396): una aproximación de conjunto»,
en En la España Medieval 22 (1999), pp. 187-211.
300. La Vida de Ambrosio Camandulense era una Historia literaria florentina desde
1192 a 1440, y para Andrés «contiene tanta copia de originales y exquisitas noticias
literarias que interesa vivamente la universal curiosidad de los eruditos europeos»,
en Origen..., vol. Ill, p. 313.
301. Vid nota 275.
302. Nota de Carlos Andrés: «La erudita curiosidad de Don Juan Antonio Pellicer no
le ha sugerido noticia alguna del códice de que aquí se habla, y en su Ensayo de
una biblioteca de traductores sólo hace mención de la traducción de las vidas de
varones ilustres de Plutarco hecha por Don Alonso de Falencia, la que además de
ser más moderna, y por consiguiente menos gloriosa para España, es acaso no tan
buena, puesto que el Fraile predicador estaba suficientemente enterado en el
griego, de donde sacó su traducción, lo que no tenía Falencia, y así tradujo del latín;
y que Coluccio Salutato quería traducir en latín la traducción aragonesa, lo que no
hubiera intentado no teniéndola por buena».
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 283

dos códices de esta biblioteca, se ve que el Gran Maestre Here-


dia era muy amante de libros, y que había formado de ellos una
muy rica colección, pues le dice Salutato: ínter alia quibus
delectaría est copia cumulatioque librorum, in qua re tanto stu-
dio, tantaque cura vacasti, ut iam sit omnibus persuasum, frus-
tra librum quaeri, quem apud te non contingent reperiri. Sed
inter olios te praecipue dilexisse semper históricos.. .303. Y es de
observar que esto era aún antes de ser Heredia Gran Maestre,
cuando sólo era Castellan de Amposta, que es decir antes del
año 1376, cuando creerán algunos que en España aún no se
conocían los buenos libros, y que sólo en Italia se apreciaban y
buscaban estas cosas. Me he alargado un poco en estos códices,
porque creo que gustarás de las noticias literarias honoríficas a
nuestra nación que se pueden sacar de ellos. A más de los códi-
ces, y de las ediciones antiguas, abunda aquella biblioteca de
otras bellas ediciones modernas, y el Subdecano la va enrique-
ciendo más y más.
Ahora está en un alto de la casa, pero en breve se colocará
en una sala inmediata a la otra en que está la Riccardiana, y for-
marán las dos una biblioteca que podrá competir con las mejo-
res de Italia, especialmente de particulares. Un pequeño
gabinete, que queda en medio de estas dos piezas, servirá de
museo, en que se encerrarán las medallas, los camafeos y otras
antigüedades que se ven ahora en la galería.
En el magnífico patio de aquel soberbio palacio están colo-
cadas con simetría muchas antiguas inscripciones, que han
adquirido mayor celebridad por la severa crítica que de ellas
hizo el Marqués de Maffei304, y por la defensa del Abate Del

303. «Entre otras cosas con que te deleitas, está la copiosa acumulación de libros, cosa
en la que ocupaste el tiempo con tan gran estudio y tan gran cuidado que todos
están convencidos de que no lograrán encontrar un libro que tú no tengas... Pero
que tú, entre otros, preferiste siempre los (libros) de historia...».
304. Scipione Maffei (1675-1755). Vid. nota 87, y Giuseppe SILVESTRE: Scipione
Maffei europeo del Settecento, Vicenza, 1968; Ezio RAIMONDI: / lumi deU'ent-
284 J U A N A N D R É S M o u r: L L

Signore305; y aquel palacio por todas partes respira grandeza,


buen gusto y erudición.
La biblioteca Stroziana no ha sido menos famosa que la
Riccardiana; pero, habiendo pasado por muerte del último
poseedor a las manos del Gran Duque actual, la ha distribuido
S.A. entre la Laurenciana306 y la Magliabechiana. Hay también
varias librerías particulares muy dignas de atención, pero que no
pude examinar teniendo harto que estudiar en la Laurenciana y
en la Magliabechiana, que visitaba con más frecuencia.

BIBLIOTECA DE SAN MARCOS. CARTA DE SAN JUAN CRISÓSTOMO


Las comunidades religiosas están muy bien provistas de libre-
rías307. Vi la de San Marcos de Padres Dominicos308, que en el
siglo XV se intitulaba librería pública de los Mediéis. La fundó
Cosme de Mediéis309, llamado el Padre de la Patria, y la enri-

dizione: sag~n &nl scttecento italiano, Milano, 1989; Gian Paolo MARCIII: Un italia-
no in Europa: Scipione Maffei ira passíonc anticuaría e impegno civile, Verona 1992;
y las actas del Congreso celebrado en Verona entre el 23 y el 25 de septiembre de
1996 publicadas como Scipione Majfci ncll'Enropa del Settcccnto, Verona, 1998.
305. Pier Lorenzo DEL SIGNORE: I manni Riccardiani difesi dalle censure del már-
chese Scipione Maffei, Firenze, Francesco Molcke, 1781.
306. La biblioteca Medicea-Laurenziana se abrió al público en 157J. Destacan los tex-
tos científicos antiguos aportados por Lorenzo el Magnífico, en particular los
manuscritos de Arquímedes conocidos como Códice A, escritos de Hipócrates, la
Nattimlis Historia de Plinio, y los manuscritos y códices griegos y latinos proce-
dentes del Monasterio de Camaldoli.
307. La supresión de los conventos en 1808 trasladó sus fondos líbranos y manuscritos
a la Biblioteca Magliabechiana.
308. La biblioteca Medicea-Laurenziana tenía su origen en la colección medicea de
libros custodiados por los dominicos en su Iglesia de San Marcos, quienes la ocu-
paron desde 1436 por concesión del Papa Eugenio IV, y que fue restaurada por
Michelozzo en la segunda mitad del siglo XV Sobre el catálogo de su biblioteca y
el índice de sus manuscritos, vid. B.L. ULLMAN y P. A. STADTER: 77(6- Public
Library of Renaissance Florence: Niccole Niccoli, Cosiino de'Mcdici and tlie
Library of San Marco, Padova, 1972.
309. Cosimo de Medici (1389-1464), conocido por Cosme el Viejo, asumió el gobierno
de la República de Florencia a partir de 1434 durante treinta años. La misma
expresión que Andrés fue utilizada por Stendhal: «Cosme de Mediéis, uno de los
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 285

queció especialmente con los códices del célebre Nicolás Nic-


coli310, de quien has visto, en el primer tomo de mi obra311,
cuántas pesquisas hacía para hallar libros; y los otros Mediéis, y
otros literatos la aumentaron más y más. Además de una gran
pieza llena de buenos libros, tiene otra menor que sirve sólo
para los manuscritos, que son unos 900, alguno hebreo, otros de
otras lenguas orientales, más de 50 griegos, y más de 800 entre
latinos e italianos. El más célebre de todos es uno muy antiguo
según parece por la forma de la letra, si bien no tiene data algu-
na que indique su edad determinada, y sólo está escrito al prin-
cipio de él: ex hereditate doctissimi viri Nicolai de Nicolis de
Florentia, lo que se lee en muchísimos otros códices, tanto de
esta misma librería, como de la Laurenciana y de otras. En este
códice se contienen varios tratados y epístolas de padres y escri-
tores griegos, como de San Atanasio312, Nacianceno313, Cirilo314
y otros; pero particularmente la epístola de San Crisóstomo a
Cesario315, que es la que ha dado fama a este códice. Aunque los

más ricos negociantes de la ciudad, nacido en 1389, poco después de los primeros
restauradores de las artes, se hizo amar como su padre, protegiendo al pueblo con-
tra los nobles ( . . . ) Cosme, el Padre de la Patria, pues tal es su nombre en la His-
toria, murió en 1464», en STENDHAL: Historia de la pintura en Italia, vol. I de
sus Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, p. 361.
310. Niccolo Niccoli (1364-1437). Dejó en testamento 600 volúmenes, que pasaron a
engrosar la Biblioteca de San Marcos, una de las primeras bibliotecas públicas del
mundo. Sobre Niccoli bibliófilo, vid. Phillis Walter GOODHARTGORDAN: Op. cit.
311. Andrés, en el epígrafe titulado Cuidado en buscar libros y monumentos antiguos,
hace la siguiente referencia a Niccoli: «Nicolás Niccoli, después de haber recogi-
do más de ochocientos códices, quiso con generosa liberalidad formar una biblio-
teca pública, por cuya institución quieren los italianos darle la gloria de renovador
del ejemplo de los antiguos», en Origen..., vol. I, p. 286.
312. San Atanasio (295-373). Padre de la Iglesia debelador del arrianismo.
313. San Gregorio Nacianceno (325-389). Padre de la Iglesia y Obispo de Nacianceno,
en la Capadocia. Como San Atanasio escribió contra la herejía arriana.
314. San Cirilo de Alejandría (376-444). Padre de la Iglesia, enemigo de la herejía nes-
toriana y defensor del dogma de la Encarnación.
315. San Juan Crisóstomo (347-407). Patriarca de Constantinople!. Padre de la Iglesia y
Patrón de los predicadores.
286 JUAN A N n n É s M o u F, L L

autores son griegos el códice es latino, y aun dicen los inteli-


gentes que lo han examinado que se conoce que el traductor
tenía poca habilidad, lo que se ve manifiestamente en dicha
carta de San Juan Crisóstomo. En esta carta hay un pasaje sobre
la Eucaristía de que han hecho mucho mérito los herejes, y aun
han esparcido en muchos libros que los católicos han cortado
dicha carta de aquel manuscrito. Sería muy largo de contar el
pasaje y las disputas que sobre él se han movido, y las respues-
tas que han dado los católicos, singularmente el Marqués Maf-
fei en sus opúsculos eclesiásticos impresos al fin de su historia
teológica316; lo que diré a nuestro propósito es que no solamen-
te no se cortó de aquel códice dicha carta, sino que existe en él
todavía, y se muestra desde luego como una de las cosas más
famosas. Te he hablado acerca de esto por ser una cosa de que
se ha escrito tanto, y sin el menor fundamento.

OTROS PRECIOSOS CÓDICES


A más de este códice, célebre por la controversia a que ha dado
materia, tuve particular gusto de ver el del grande Etimológico,
que hizo padecer equivocación al famoso Angelo Policiano317.
En el frontispicio está el Lábaro con la palabra griega NIKA, y
habiéndolo visto Policiano creyó que Nica fuese el nombre del

316. Se refiere Andrés a la Istoría teológica dclle dottríne e dclle opinioni come ne'pri-
ini cinque secoli della Chiesa in proposito dclla divina grazia, del libero arbitrio e
della prcdestinazione, Trento, Gianbattista Páreme, 1742. Al final del volumen se
adjuntan alcnni opuscoli ccdesiastici deU'antormedesimo con importanti anccdo-
ti in membrane anticclüssime ríveniiti. En opinión de Andrés, esta obra, cuyo títu-
lo traducía como Historia de la Gracia, «ha enseñado el modo de tratar las
cuestiones teológicas, siguiendo históricamente la doctrina que sobre ellas ha abra-
zado siempre la Iglesia», considerando a su autor entre los que han hecho progre-
sar las ciencias eclesiásticas, en Origen..., vol. I, p. 370.
317. Angelo Policiano (1454-1494). Humanista italiano, preceptor de los hijos de
Lorenzo el Magnífico y poeta en latín y toscano. Las actas del Congreso Interna-
cional celebrado en noviembre de 1994 en su ciudad natal de Montepulciano fue-
ron editadas por Vincenzo FERA y Mario MARTELLI (eds.): Aguólo Poliziano,
poeta, scrittore, filólogo, Firenze, Le Lettere, 1998.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 287

autor del Etimológico, y tradujo Etijmologicum Nicae, y Vossio318


y otros le siguieron en el mismo engaño. Cree que es grande el
gusto que se logra viendo estas cosas en sus fuentes, y aunque de
sola curiosidad instruyen mucho.
Da también placer ver tantos códices escritos de mano del
mismo Nicolás Niccoli319, copiados de los primeros ejemplares
que se hallaron de dichas obras. Tales son las de Tertuliano, de
las que hay otra copia de mano del célebre Ambrosio Caman-
dulense, y otra de dos frailes Menores, todas sacadas del mismo
ejemplar que se halló en Alemania; las comedias de Plauto; la
historia de Aniano Marcelino320, y otros. Entre los libros impre-
sos hay uno: Ovidii Nasonis opera. Parinae 1477 infolio cum
notis manuscriptis Angelí Politiani, cuyas notas son copiosas y
doctas. Hay también otros códices de mayor mérito y de más
antigüedad. Uno de San Atanasio, otro de San Basilio, otro de
San Jerónimo, y algún otro de otros, que ascienden hasta el siglo
IX. Muchos Santos Padres griegos y latinos de grande antigüe-
dad; gran copia de rituales, breviarios, menologios, etc., casi
todos muy antiguos de griegos, rutenos, armenios, árabes y otras
naciones; algunos escritos del propio puño de San Antonino,
otros del famoso Savonarola321 y otros muchísimos que sería

318. Gerhard Johann Vossius (1577-1649). Profesor de teología y griego en la Univer-


sidad de Leiden.
319. Vid. nota 282.
320. Ainmianus Marcellinus (330-395). Historiador que catalogó la fauna egipcia.
Andrés lo sitúa en la época de la decadencia de la Historia romana, aunque de
mayor altura que los autores de la llamada Historia Augusta: «Posteriormente, tuvo
algo más de aire histórico Amiano Marcelino, el cual, griego y militar, no pudo lle-
gar a poseer la lengua latina ni escribir con fluidez y elegancia, pero supo guardar
algún orden e introducir algún enlace en la relación de los hechos», en Origen...,
vol. Ill, pp. 273-274.
321. Girolamo Savonarola (1452-1498). Monje dominico y prior del Convento de San
Marcos de Florencia desde 1491. Reformó la vida monástica siguiendo estricta-
mente la regla de la orden, y pretendió también reformar las costumbres de los flo-
rentinos y de la propia Iglesia, criticando la inmoralidad de la Curia y del Papa
Alejandro VI, que lo fue entre 1492 y 1503. En mayo de 1496 fue condenado a
288 JUAN A N D ií K s M o u F. L L

largo de contar. Quiero con todo citarte un códice de medicina,


porque en él hay un tratado: Magistri Petri Hispani de aegritu-
dinibus oculonim, y si éste no es el mismo que según D. Nicolás
Antonio se halla en Oxford con el título de oculis, tendremos otra
vez otro Pedro Hispano que añadir a los citados por D. Nicolás
Antonio.
En este convento visité la celda de dicho Savonarola, no
tanto por haber sido de un hombre tan famoso, cuanto por las
bellas pinturas que hay en ella de Fray Bartolomé322. Con más
veneración visité la de San Antonino323, besé su hábito y su som-
brero, y adoré otras preciosas reliquias de aquel gran Santo.

BIBLIOTECA DE LA ANUNCIATA
Vi también la biblioteca de la Anunciata324 de los Padres Servi-
tas, donde el docto Padre Adami325, ex-General de esta Orden,
y profesor honorario de la Universidad de Pisa, conocido por un
diario literario en que tuvo la mayor parte, y por otras empresas
literarias muy estimadas, me llenó de favores, y me fue mos-

morir en la hoguera. Sobre las obras cíe Savonarola existentes en la Biblioteca de


Florencia, vid Fiero SCAPECCIII: Catalogo dclle edizioni di Cirolaino Savona-
rola (secc. XV-XVI) possednte dalla Biblioteca Nazionalc Céntrale di Firenze,
Firenze, Galluzzo, 1998.
322. Se encuentra un retrato de Savonarola de Fra Bartolomeo (] 475-1517), del que
también hay tablas y frescos en otros lugares del convento, como Cristo con Cleo-
fás ij Lucas. Según Vasari, «el modo en que difuminaba las figuras, nunca visto
hasta entonces, hace que adquieran tal relieve que parece que estén vivas», en
Giorgio VASARI: Las vidas, Madrid, Cátedra, 2002, p. 499.
323. En las lunetas se encuentran frescos de los siglos XVI y XVII ilustrando la vida de
San Antonino.
324. El santuario de la Annunziata fue fundado por los Siervos de María en el siglo XIII
y la iglesia por Michelozzo entre 1441 y 1455.
325. Francesco Baimondo Adami (1711-1792). Natural de Florencia y Servita. Fue lec-
tor de Teología dogmática de la Universidad de Pisa desde el curso 1744-45 hasta
su jubilación en 1790. Dirigió el dómale de 'Letterarí desde 1757, cuando pasa a
editarse en Pisa, en M. MICCOLI: «Adami, F.B.», en Dizionario biográfico dcgli
italiani, vol. 1, Boma, Istituto della Enciclopedia italiana, 1960, pp. 233-234.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 289

trando las muchas y excelentes ediciones de autores clásicos


griegos y latinos, de Santos Padres y de otros autores, y de los
muchos libros buenos en cada facultad, recogidos la mayor
parte por el mismo Padre Adami; y después me introdujo en
otra pieza ocupada solamente de las ediciones del siglo XV y de
los manuscritos. De éstos te citaré uno de miscelánea en el que
se halla un Líber de malo senectutis et senil, obrita latina de un
tal Bene di Campagno Florentin de principios del siglo XIII,
que dicen haber sido el primer catedrático de elocuencia de la
Universidad de Bolonia; y otro de otra miscelánea, en que se lee
una obrita latina sobre las metamorfosis de Ovidio de un tal
Maestro Juan, que llamaban de Virgilio por la grande imitación
de aquel poeta. De este Maestro Juan son célebres unas églo-
gas latinas entre él y el famoso Dante, que fueron las primeras
cosas que renovaron el buen gusto de la latinidad, que había
estado perdido por tantos siglos. El cuarto mismo del Padre
Adami lleno de medallas, pinturas antiguas, y otras raridades, es
un precioso museo, que manifiesta el conocimiento y buen
gusto de su dueño, y sirve como de apéndice a la rica librería.
Santa Maria Novella326, los Camandulenses, los Benitos y
otras comunidades tienen también muy buenas librerías; pero
sería nunca acabar quererlas ver todas, y las ya nombradas me
dieron tanto en que ocuparme, que no pasaba día sin ir a algu-
na de ellas, y no me dejaban lugar para ver las otras, a más de
que no sólo las librerías llamaban justamente mi atención.

326. La biblioteca del Convento dominico de Santa Maria Novella fue construida entre
1338 y 1340, y ampliada por Leonardo Dati en 1421, y nuevamente entre 1618 y
1636. Los fondos existentes en la época en que Andrés la visitó, con unos 15.000
volúmenes, de los que 80 eran incunables y 781 códices manuscritos, quedaron dis-
persos entre diversos archivos y bibliotecas florentinas tras su requisa por los fran-
ceses en 1809. Sobre esta biblioteca, vid. Stefano ORLANDI: La Biblioteca di
Santa Alaría Novella in Firenzc del sec. XIV altee. XIX, Firenze, II Rosario, 1952,
en que se incluye el inventario compilado por Tommaso di Matteo en 1489.
290 J U A N A N o a Es M o u F.I.I.

MUSEO DE FLORENCIA
El cígabinete físico327 merece tanta consideración como la Cale-
ría y las bibliotecas. En brevísimos años, con la activa y eficaz
protección del Gran Duque, y con la sabia dirección del Señor
Félix Fontana328, se ha visto nacer y crecer hasta la más alta per-
fección este soberbio edificio, que causa maravilla a cuantos lo
ven, aun sin saber el corto tiempo en que se ha formado. Lle-
gan a 32, si no me engaño, las salas de aquel palacio de la física
(que palacio más que gabinete debe llamarse).
La anatomía en cera se ha trabajado en Bolonia y en otras
partes, pero en ninguna creo que se haya reducido a tanta per-

327. En 1775 el Gran Duque Pietro Leopoldo creó en el Palaeio Torrigiani el Museo
Imperial y Regio de Física e Historia Natural, organizado por Giovanni Targioni
Tozzetti y el abate Felice Fontana. Era un centro de investigación que disponía de
laboratorios, jardín botánico, biblioteca y observatorio astronómico.
328. Felice Fontana (1730-1805). Nacido en Pomarolo, en el Trentino, tras estudiar en
Paclua y Bolonia pasó a Pisa en el curso 1765-66 como lector de Instituciones dia-
lécticas en su Universidad con el apoyo del Gobernador de la Lombardía, Cario
Firmian, y de la propia Emperatriz, y en 1766 a Florencia llamado por el Gran
Duque Pietro Leopoldo para reorganizar las colecciones gran-ducales de geología
y zoología que darán lugar al Museo de Física e Historia Natural, encargándose de
la docencia como profesor extraordinario de Física. Vid. Simone CONTARDI:
«Unita del sapere e pubblica utilitá: Felice Fontana e le collezioni di Física dell'Im-
periale e Regio Museo», en Giulio BARSANTI, V. BECAGLI y R. PASTA (eds.):
La política della scienza. Toscana e statí italiani ncl tardo Settecento, Firenze, Leo
S. Olschkí, 1996, pp. 279-293. Y, más extensamente, La Casa di Saloinonc a Firen-
ze. L'imperiale e realc musco de física estaría natnralc (1755-1801), Firenze, Leo
S. Olschki, 2002. Entre 1775 y 1780 viajó por Francia e Inglaterra, participando en
la Royal Society londinense, ya que estos países representaban el modelo de la
ciencia aplicada. Autor de diversas obras científicas: Osservazioni sopra la ntggi-
ne del grano, Lucca, 1767; Ricerche fisiche sopra il vcleno della vípera, Lucca,
Yl&l \Ricerchc fisichesopra l'ariafissa, Firenze, 1775; Saggio di osservazioni sopra
ilfalso ergot, e tremella, Firenze, 1775; Opnsctiliscicntifici, Firenze, 1783. Repre-
senta una concepción del saber instrumental y práctico, donde la investigación
experimental y la observación están en el centro de su concepción metodológica.
329. Nota de Carlos Andrés: «En esta Corte trabajan ya algunos con mucho primor,
entre ellos Don Ignacio Lacaba, director anatómico del Real Colegio, ha hecho
hasta ahora 12 piezas, que, con otras que se harán en adelante, servirán para la for-
mación de un gabinete anatómico».
B O L O N I A , FLO u E N C Í A , R O M A 291

fección, como lo está ahora en Florencia329. Me dijeron que


doce o más ejercitan este arte, y algunos con habilidad particu-
lar, y que se ha hecho un ramo de comercio para aquella ciudad.
A mi vuelta por Florencia vi muchos y grandes cajones con las
armas imperiales, llenos de partes anatómicas en cera, trabajadas
allí por dirección del Señor Fontana, y de orden del Emperador,
para colocarlas en el museo de Viena; y son muy frecuentes las
comisiones que de estas obras vienen de varias partes. ¡Cuántas
salas de diferentes partes anatómicas! Hombre y mujer enteros
con piel y sin ella, mostrando todos los músculos, venas y arte-
rias, abiertos para hacer ver todo lo interno, y en suma puestos
de cuantos modos se pueda imaginar para dar a conocer todas
sus partes: todos los miembros grandes y pequeños, enteros y
rotos, dispuestos en todas aquellas situaciones en que son sus-
ceptibles, y que pueden contribuir para su absoluto conoci-
miento, forman un estudio de anatomía que no se puede lograr
con la inspección misma de los cadáveres, y que da tanto placer
cuanto causa hastío la vista del cuerpo muerto. La multiplicidad,
variedad, exactitud y perfección de las piezas creo que puedan
competir con las de cualquier otro lugar, y bastarían por sí solas
para hacer respetable aquel museo; pero esto no es más que una
sola parte, y todas las otras se hallan con la misma profusión.
La parte mineralógica dijo el Señor Fontana que no cede
sino al museo imperial de Viena, bien que éste apenas abraza
otra cosa que la mineralogía, cuando en el florentino se hallan
con magnífica abundancia, y con exquisita elección, aves, peces,
insectos, conchas, plantas, mármoles, tierras y todas las clases de
los tres reinos de la naturaleza. A todo esto se añaden varias salas
de física experimental llenas de muchas y finísimas máquinas, y
una librería provista de buenos libros, que pueden servir para el
estudio de todo cuanto se contiene en aquel museo. Para que
nada faltase se erigió allí cerca un observatorio astronómico, y
se empezó a adornar con instrumentos correspondientes; pero
éste no se ha llevado a la perfección a que se ha llegado lo
demás.
292 JUAN A N o u it s M o u F, L L

Es director y prefecto de este museo el Señor Félix Fonta-


na, sujeto conocido en toda Europa por sus muchas y doctas
obras de física, y por varios e importantes descubrimientos que
ha hecho en ella. Éste me ha hablado muchas veces largamente
de los museos de París y Londres, y de varios otros que ha visto,
y venía a concluir que considerando el conjunto de todas las par-
tes, computando la abundancia y excelencia de las piezas con el
buen orden, arreglo, disposición, elegancia y limpieza en todo, el
museo florentino en su nacimiento se puede llamar superior a los
adultos y más celebrados de toda Europa. Esto me dijo Fonta-
na, quien como director, y por lo mismo parte apasionada, habrá
tal vez mirado su museo con sobrada afición, y esta le habrá
hecho abultar sus riquezas. Yo sin embargo te puedo decir que
he visto casi toda Italia, y en ella no hay ciertamente otro museo
que iguale al de Florencia. De los de París, Londres y del Stad-
houder330 de Holanda, que son los más famosos de Europa331, no
tengo más que algunas noticias leídas acá y allá, y según éstas, y
lo poco que pude ver en Florencia en dos veces que he estado,
aunque en una de ellas pasé más de cuatro horas, creo que el
museo de Florencia debe ceder mucho a los otros en copia y rari-
dad de los más de los ramos, pero que sin embargo tal vez los
supera en otros, y que el aseo, la elegancia, el arreglo, el buen
orden, y todo lo que presenta una agradable vista a un viajero,

330. Las colecciones de arte reunidas por los Stutuders o Stadhouder holandeses fue-
ron el origen del actual Rijksmuseum de Amsterdam, creado en 1800 para mos-
trar estas colecciones según el modelo francés.
331. Nota de Carlos Andrés: «Don Antonio Ponz, en el tomo I de su Viage fuera de
España, carta VI, núm. 11, hablando del gabinete de París dice: "Sin embargo de
los años que ya tiene este gabinete, y de los pocos que cuenta el nuestro de esa calle
de Alcalá, puede V. asegurar, que acaso no tiene en alguna línea tantas y tan raras
curiosidades el de París como el de Madrid; y al orden y curiosidad del nuestro no
llega ciertamente el de esta ciudad. Podrá tener más número de cosas, pero no más
singulares en los ramos que forman estas colecciones". Y en el tomo 2, carta III,
núm. .36 dice del de Holanda: "Pero éste no es comparable con el nuestro de
Madrid aunque tan moderno"».
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 293

que no puede ir buscando las cosas raras en cada ramo, iguala,


por no decir que supera, a todos los demás.
Por compañero de Fontana, o subdirector de aquel museo,
está Juan Fabrini332, joven de mucho talento y habilidad, que da
honor a su profesión; y bajo las órdenes de éstos hay otros
muchos empleados en la custodia y servicio de dicho museo,
para cuya manutención, además de los gastos extraordinarios
que hasta ahora han sido muchos, expende anualmente el Gran
Duque 34.000 libras florentinas, que son 100 y tantos mil reales
de vellón, y que puestas en buenas manos hacen lucir a Floren-
cia en esta parte científica, como se celebraba antes en la de las
nobles artes y del buen gusto.

MUSEOS DE PARTICULARES

Además de este gran museo Real hay otros particulares, cuya


vista causa mucho placer. Yo sólo he visto el del noble Antonio
Fabrini, director de la casa de la moneda, que, habiéndome
convidado a ver metódicamente todas las operaciones de dicha
fábrica (en lo que tuve mucho gusto), me hizo también el favor
de mostrarme su museo de historia natural, donde se notan algu-
nas raridades considerables; y otro del Doctor Targioni Tosset-
ti333, que recogió su padre, hombre célebre por sus escritos334, y

332. Se refiere a Giovanni Fabbroni (1752-1822), el más brillante de los alumnos de


Felice Fontana, con el que viajó a Francia e Inglaterra en 1775 para la adquisición
de libros e instrumentos científicos para el Regio Museo de Física e Historia Natu-
ral de Florencia, inagurado por el Gran Duque el 22 de febrero de 1775. Estaba
dotado de grandes cualidades organizativas, demostradas, en los cargos que osten-
tó en el período lorenés como en el napoleónico, pues en 1810 pasó a dirigir el
Dipartimento dei Fonts cí Cliaussees creado por la administración francesa. Sobre
Fabbroni y su época es fundamental la obra de Renato PASTA: Scienza, política c
rcvohizionc. L'opera di Giovanni Fabbroni (1752-1822) intcllctnalc efnnzionario
al servizio dei Lorena, Firen/e, Leo S. Olschki, 1989.
333. Ottaviano Targioni Toz/etti, hijo de Giovanni Targioni, colaborador de Fabbroni
en \iiAccadcinia dei Gcorgofili, e impulsor, junto a otros destacados médicos, como
Attilio Zuccagni, de la gran reforma hospitalaria que, entre 1778 y 1790, puso las
bases de la renovación de la medicina toscana.
294 J U A N A N D R É S M o 11E L L

que lo formó casi todo de solas las producciones de la Toscana.


Dicho Doctor Targioni me mostró en su librería una multitud
de obras inéditas de su padre, entre las cuales son muy aprecia-
bles las que refieren los adelantamientos que las ciencias natu-
rales deben a los Toscanos en los tiempos tenebrosos de su
república, que es decir, en los siglos XIV y XV, y aun antes, cuan-
do se conocían poco en Europa estos estudios.

MUSEO DE MILORD COWPER


Pero el museo excelente, y tal vez único entre los particulares,
es el de física experimental que tiene en su casa Milord Cow-
per335, caballero inglés establecido en Florencia más de 30 años
ha, y a quien el Emperador en estos años pasados creó Príncipe
del S.R.I.336. Yo no he visto en toda Italia máquinas, no digo
superiores, pero ni aun que se acerquen a la magnificencia, deli-
cadez y exactitud de las Cowperianas; pues aunque en el museo
del Gran Duque se encuentran más en uno u otro ramo, y no
faltan algunas semejantes a éstas, sin embargo no hay compara-
ción en el número ni en la calidad, y en todas las Cowperianas
se descubre mayor perfección y delicadez.
Hay una sala para las atracciones, donde la electricidad se
ve en grande, y con tal distinción y particularidad, que los más
dudosos y equívocos fenómenos se presentan tan perceptibles y
claros, que no puede quedar de ellos la menor duda; donde se

334. Vid. nota 216.


335. El gabinete de física experimental y la biblioteca de Lord Cowper, que conserva-
ba en su palacio de Florencia, fue adquirido por el Instituto en 1791 por la inter-
mediación del Cardenal Andrea Gioannetti y algunos nobles boloñeses. La
colección estaba formada por más de 400 máquinas de los mejores constructores
ingleses y se distribuía en las siguientes materias: electricidad, magnetismo, mecá-
nica, neumática, termología, hidrostática y óptica. Vid. Giorgio DRAGONI y Vin-
cenzo PALLOTTI: «Strumenti, didattica e ricerca: la física sperimentale
nell'Istituto delle Scienze», en / materíali dcll'lstituto delle Scienze, Bologna, Acca-
demia delle Scienze, 1979, pp. 217-229.
336. Sacro Romano Imperio.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 295

ven atracciones magnéticas grandísimas, cuales no las he visto


en otra parte; y donde otras varías atracciones de diversos cuer-
pos y en diferentes circunstancias manifiestan en distintos
aspectos la variedad de las atracciones. Otra sala vecina sirve de
librería, y lo es principalmente de libros físicos por la mayor
parte ingleses, los cuales, no siendo aquí muy comunes, son
todavía más apreciables; otra es de mecánica, llena de máquinas
ingeniosísimas, y de la mayor tersura y pulidez, con varios ordig-
nos337 para notar exactamente las más pequeñas diferencias;
otra de hidróstatica; otra de pneumática, o para los aires; otra de
química, y otra finalmente de óptica, donde hay una meridiana,
y un instrumento astronómico de tal complicación de usos que
puede él solo servir por un observatorio astronómico.
A la copia y perfección de los instrumentos añade mayor
realce el físico Guadagni338, profesor de Pisa, y al mismo tiem-
po director, la mayor parte del año, de este museo, en donde
privadamente tiene todos los años un breve curso de física expe-
rimental. Su buen modo, habilidad y facilidad en el manejo de
las máquinas hacen más instructiva y apreciable la vista de aquel
museo; y yo, en las dos veces que he ido a él, he logrado de su
urbanidad, no sólo que me mostrase las máquinas, sino que me
las hiciese ver en ejercicio en aquellas circunstancias que las
hacen mas interesables. Además de este docto profesor man-
tiene Milord Cowper un custode, que también me pareció harto
inteligente.
En las salas de Milord hay excelentes cuadros de Rafael y de
los mejores maestros, como también de algunos ingleses de los
que actualmente tienen más fama, los que me alegré de ver, para

337
337. En italiano instrumentos.A
338. Garlo Alfonso Guadagni (1722-1801). Primer catedrático de Física experimental
de la Universidad de Pisa, creada en 1748, hasta su jubilación en 1796. Ligado a la
aristocracia florentina, divulgó la física experimental en sesiones de alta divulga-
ción. Colaboró con George Cowper, residente en Florencia, y escribió en 1779 la
obra Specimen Experíincntonun Natiiraliiun.
2a96 JUAN ANDHF.S M o u E L i,

tener alguna idea del gusto actual de Inglaterra en esta parte.


¡Cuan bien empleado está el dinero de un gran personaje en cosas
que son tan decorosas, y que sirven de ornamento a toda la ciu-
dad! ¡Ojalá nuestros grandes entraran en este gusto, y en vez de
consumir inútilmente, y sin saber cómo su dinero, lo empleasen
en cosas útiles a la patria, y honoríficas a sí y a sus casas!

OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DEL ABATE LEONARDO XIMÉNEZ


Un bellísimo observatorio astronómico vi repetidas veces con
mucho gusto, hecho enteramente a costa y por dirección de un
pobre religioso, que es el Abate Leonaardo Ximénez339, siciliano,
aunque oriundo de España, cosmógrafo y matemático del Gran
Duque; el cual siendo jesuíta, con el dinero que le producían las
continuas comisiones de aguas y caminos en que lo empleaban,
aprovechando un ángulo y un desván del Colegio en que resi-
día, se hizo su habitación, su librería y su comodísimo observa-
torio; y aunque después pasó aquel Colegio a los esculapios, el
Gran Duque le ha dejado gozar por toda su vida de la obra de
sus manos340. Es un gusto ver en un lugar reducido tantas como-
didades para hacer con facilidad y exactitud, sin salir de su cuar-
to, todas las observaciones que se hacen en los más vastos y

339. Leonardo Ximenes (1716-1786). Nacido en Trapani y muerto en Florencia, era ex-
jesuita. En 1756 fundó en Florencia un observartorio astronómico en el convento
de San Giovannino. En 1761 pasó a ser geógrafo y matemático del Gran Duque
de Toscana, dedicándose al saneamiento de la marisma toscana y de la laguna de
Bientina, también en la Toscana, para lo que realizó un complejo sistema de cana-
les, publicando Delia física ridnzione de la Maremina Scncsc, Firenze, 1769, y
Piano di operazioni idraulicJic per ottencr la massima deresaione del lago di Seslo,
osfiia di Bientina, Lucca, 1782. Sobre Ximenes, vid. Silvia FERRIGHI: L'Oafscr-
vatoiio Xiineniano di Firenze, Brescia, 1932.
340. Nota de Carlos Andrés: «En carta del mes de mayo último me manifiesta el autor
su sentimiento por la muerte repentina de este célebre literato, acaecida en 3 de
dicho mes, en la edad de más de 80 años; y añade que en agosto de 85 hizo su tes-
tamento fundando una cátedra de astronomía, y otra de hidrostática, con dotación
de 80 duros anuales para cada uno de los profesores, a quienes deja todos sus
libros, instrumentos y observatorio; y nombra por catedráticos al Padre Rico y al
Padre Canovai, ambos esculapios».
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 297

ricos observatorios. La perfección de los instrumentos, su colo-


cación y modo de emplearlos prueban el buen gusto y la inteli-
gencia de su dueño y fundador.

MERIDIANA DE LA CATEDRAL. OBSERVACIONES HECHAS POR


XlMÉNEZ EN ESTA MERIDIANA Y SUS PRINCIPALES RESULTADOS
El mismo Ximénez me convidó para que asistiese a algunas
observaciones que está haciendo en la meridiana de la Catedral,
que él ha hecho tan célebre341. Este gnomon, el más antiguo y
el más alto, y por consiguiente el más perfecto que se conoce
hasta ahora, es obra de Pablo Toscanela342, célebre médico y
matemático del siglo XV. Un monumento tan precioso ha esta-
do por algunos siglos enteramente desconocido, hasta que
Ximénez lo descubrió, y pensó hacer que sirviese para perfec-
cionar la astronomía. Montucla343, en su historia de las mate-
máticas344, atribuye la gloria de este descubrimiento a M. de La
Condamine345, y, aunque no se atreve a dársela enteramente,

341. En 1755 restauró el gnomone del reloj solar de Santa Maria del Fiore, publican-
do Del vecchio e nnovo gnomone jiorentino e elelle osscrvazioni astronomiclie,fisi-
clie ct arcliitcttonichefatte ncl verifícame la costnizione, Firenze, 1757.
342. Paolo Dal Pozzo Toscanelli construyó en 1475 el gnomone de la cúpula de Santa
Maria del Fiore, el más alto hasta entonces construido.
343. Jean-Étienne Montucla (1725-1799). Su obra Histoirc des matliématiques, depnis
lenr origen jusqu'a nosjours, París, 1758,2 vols., fue fuente básica para Andrés, quien
la calificó de «grande historiador de las Matemáticas», en Origen..., vol. I, p. 128.
344. Histoirc des mathématicjues dans la (¡uellc on rend coinpte de leurs progrés (lepáis
leurorigejnsqii'a nosjours, 2a edic., 1799-1802. Hay reimpresión de A. Blanchard,
1960,3 vols. Dividía las matemáticas en dos partes: las puras o abstractas, y las com-
puestas o físico-matemáticas, donde incluía la mecánica, la óptica, la astronomía, la
arquitectura, la acústica y la música. Vid. Morris KLINE: El pensamiento matemá-
tico de la Antigüedad a nuestros días, Madrid, Alianza, 1992, tomo II, p. 816.
345. Charles-Marie de La Condamine (1701-1774). Con Bouger promovió el viaje cien-
tífico para medir un grado de meridiano en el Ecuador y comprobar la anchura de
la tierra. De ese viaje publicó el journal dn voyage fait parordre dn roí a l'Eqtui-
tenr, Paris, Impriinerie Royale, 1751. Hay edición en castellano reciente: Diario
del viaje al Ecuador, Quito, 1991, y la reedición de la vieja traducción de Ruiz Mor-
cuende del Viaje a la América meridional, Madrid, Espasa-Calpe, 1999.
298 JUAN ANDRÉS M o R E L L

pues sólo dice le decouvrit en quelque sorte, le compara a Cice-


rón, el cual descubrió a los sicilianos el sepulcro de su paisano
Arquímedes346 que ellos no conocían. No tenía razón Montucla
para echar en cara esta burla a los italianos, si bien Condamine
no dejaba de tener alguna parte en este descubrimiento. Iba
Ximénez estudiando los medios de rehacer aquel gnomon, y de
ponerlo en estado de ser útil a la astronomía, cuando llegó a Flo-
rencia Condamine, quien oyó de su boca este precioso descu-
brimiento, y habiendo visto una y otra vez, tanteando, tocando
y examinando de varias maneras dicho monumento, quedó
enteramente persuadido de su exactitud, y se llenó tanto de
entusiasmo por tan importante descubrimiento, que habló de él
con mucho calor a varios, y singularmente al Conde de Riche-
court347, Ministro entonces de Toscana, y con su autoridad hizo
que se pusiese en ejecución lo que meditaba y deseaba Ximé-
nez. Ésta fue, pues, la parte que tuvo Condamine, y así se cons-
truyó la gran meridiana que se ve ahora, y en la que desde aquel
año de 1755 no ha dejado Ximénez de hacer constantemente
sus observaciones solsticiales, de las que ha dado parte al públi-
co en su docto libro dett'antico e nuouo gnomone florentino348,
en una disertación sobre sus observaciones solsticiales, y en una
memoria que está inserta en el segundo tomo de la sociedad ita-
liana. Los principales resultados de dichas observaciones son:
1.- Que el más precioso período secular de la oblicuidad de
la Eclíptica es de 34" con una fracción.

346. Cuando Cicerón fue nombrado cuestor en Sicilia en el 75 a. C., descubrió la tumba
de Arquímedes gracias a una inscripción que éste había mandado grabar, y la
mandó restaurar.
347. Conde Emmanuel Nay de Richecourt. Cabeza del Consejo de Regencia de la Tos-
cana hasta 1757, y conocido en Florencia como «lo straniero lorenese».
348. Leonardo Ximenes: Del veccliio e nuovo gnomone florentino e delle osservazioni
astronomiche, fmclie et arcliitettoniche faite nel verifícame la constmzione, librí
IV, Firenze, Stainperie imperiale, 1757.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 299

2.- Que en la nutación producida del movimiento del nodo


lunar es de 19" con pequeñísima fracción.
3.- Que la densidad de Venus puede determinarse por
medio del período secular de la oblicuidad de la eclíptica,
y resultará en esta determinación casi la mitad de la densi-
dad de la tierra.
4.- Que añadiendo a la mutación de la tierra el nuevo ele-
mento del perigeo lunar, cuya ecuación se hace de 2", se
explican mucho mejor las irregularidades de esta mutación.
5.- Que con dichos elementos se determina mejor la pro-
porción de las fuerzas del sol y de la luna, para los efectos
de las mareas.
6.- Que la precedencia de los equinoccios, causada por las
fuerzas de los dos luminares, se determina con más preci-
sión de lo que se ha hecho hasta ahora.

DE MONUMENTOS DE ASTRONOMÍA

He querido referirte individualmente estas cosas, para que veas


que no sin razón se empeñó tanto en este descubrimiento su
autor el Abate Ximénez, y que Florencia, aun en la astronomía,
en que es menos celebrada, tiene un singularísimo monumen-
to, que no pueden verlo sin admiración los forasteros eruditos.
Pero para mayor gloria suya no es éste el único. El mismo Ximé-
nez me hizo el favor de llevarme a Santa Maria Novella349, Igle-
sia de los Dominicos, para que observase en ella dos notables
monumentos de astronomía. El Padre Ignacio Dante350, reli-
gioso de aquel convento, de quien te hablé en otra carta, antes
de pasar a Bolonia hizo en esta Iglesia una tentativa de meri-

349. Es la primera de las grandes basílicas florentinas. Iniciada en 1246 por los Domi-
nicos, su fachada fue concluida entre 1450 y 1470 por León Battista Alberti.
350. Vid. notas 99 y 100. Se trata de Egnazio Danti (1536-1586). Danti, además de las
meridianas de Santa Maria Novella en Florencia y San Petronio en Bolonia, cons-
truida en 1576, fue autor de una gran representación cartográfica mural de Italia
existente hoy en los Museos Vaticanos.
300 JUAN A N D R É S MOHF.LI.

diana, de la que apenas queda algún rastro; pero existen todavía


a un lado de la portada de la Iglesia una esfera annilar30', pues-
ta por dicho Padre con intervención de Cosme de Mediéis, y al
otro un gnomon o reloj solar. Quise copiar las inscripciones que
hay en ellos, de las que sólo te pondré aquí una que está junto
a la esfera: Cosimus Medicas Magnus Etnisconim Dux post
Aegijptiorum Reges primus Astronomiae studiosis posuit
MDLXXV. VI. Idus Martii. Y baste ya de observatorios, de meri-
dianas y de monumentos astronómicos.

HOSPITAL DE SANTA MARIA NOVELLA


Otra fábrica de algún modo literaria, pero más económica y cris-
tiana que literaria, vi con no menor gusto que todas las otras.
Esta es el Hospital de Santa Maria Novella302, cosa la más gra-
ciosa y más bella que pueda desear un corazón cristiano y pia-
doso, y un alma filosófica. ¡Qué limpieza, qué aseo, qué orden,
qué arreglo en todo hasta en las cosas más menudas! No me
paro en el jardín de simples, no en el laboratorio químico, no en
la escuela y museo anatómico, no en la provisión de instrumen-
tos de cirugía y de vendajes (que es la parte menos perfecta,
pero que ahora se está perfeccionando según las instrucciones
del médico-cirujano del Emperador el Doctor Brambilla303); en

351. Representación de la esfera celeste formada por aros metálicos graduados repre-
sentando el ecuador y algunos meridianos y paralelos. A Egnaxio Danti se debe
una descripción completa de lo que él llamaba «Astrolabio armillare de Tolomeo»
en su libro Dclle'nso etfabbrica dell'astrolabio ct del plan if ero de .1578.
352. El Reglamento del hospital, publicado en 1783, indicaba que «tutti gli infermi di
qualunque malattia ritrovassero quivi asilo, assistenza e sollievo nei loro bisolgni»,
en Aurora SCOTTI: «Malati e strutture ospedaliere dall'etá dei Luini all'Unita»,
en Dranco DELLA PERUSA (ed.): Storia d'Italia, Annali 7, Mal alt id e medicina,
Torino, Einaudi, 1984, pp. 233-296.
353. Giovanni Alessandro Brambilla (1728-1800). Enrolado en el ejército imperial
como médico, fue, desde 1779, el responsable del servicio sanitario del ejército
imperial y médico personal de José II. Fue un decidido partidario de la cirugía y
de su instrumental, fundando en Viena la Academia médico-quirúrgica en 1786
bajo la protección de José II, e impulsando una cátedra de anatomía y cirugía en
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 301

ninguna de estas cosas me paro, aunque cada una de ellas mere-


ce ser contemplada con atención particular; el extremado aseo,
el gran orden, el prudente y sabio arreglo en economía, limpie-
za, comodidad, y en toda asistencia de los enfermos, es lo que
me ha llenado de admiración y de gusto. Sin el menor hastío se
puede pasear por todas partes, nada tiene que sufrir la vista, ni
el olfato, no se percibe olor alguno que ofenda, ni se nota cosa
desapacible, antes bien da gusto el ver largas salas de buena
arquitectura, limpias, aireadas, claras, sanas y alegres, y en ellas
largas filas de camas con simetría y bien compuestas; todos los
muebles bien ordenados, las servilletas, los cubiertos, los vasos, los
platos, la repostería, la guardarropa, la botica, y todo tan aseado,
tan bien puesto y tan bello, que sirve de adorno, y presenta un
grato espectáculo aún a los ojos menos filosóficos, que sólo bus-
can la apariencia.
El Senador Covoni304 es el Superintendente, y asiste allí la
mayor parte del día; en lo poco que le traté me pareció de mucho
juicio y de buen celo. Un enfermero muy atento, y que mostra-
ba bastante inteligencia, empezó a enseñarme algunas cosas
hasta que pudo venir el Doctor Giuntini, director de química, a
quien se debe la mayor parte de aquellos reglamentos. Con este
fui registrando todos los rincones, botica, cocina, guardarropa,
baños, jardines y cuanto hay que observar, y admiraba con sumo
gusto las miras útiles que en cada sitio había sabido encontrar su

la Universidad de Pavía. Autor de Storia delle scopertefisico-incdidie-dnatoinico-


dñnirgichefatte dagli notnini illiistrí italiani, Milano, 1782, 2 vols., y Trattato clú-
rurgico practico sopra il flcmmone e il sito esito, Milano, 1777, 2 vols. Sobre
Brambilla, vid. Giovanni Alcssandm Brainbilla nclla cultura medica del Settecen-
to europeo, Milano, Cisalpino-Goliardica, 1980. Las dos referencias de Andrés en
el capítulo VII, tomo IX, del vol. V dedicado a la Medicina, en Origen..., son poco
relevantes.
354. Marqués Marco Covoni Girolami (1742-1824). Era director de Santa Maria Nuova
desde 1782 y redactor de su nuevo reglamento. Sus memorias fueron editadas en
1981 por Leonardo Ginori Lisci con el título de Ricordi e memorie di un perso-
naggio florentino, Firenze, Cassa di Raspannio di Firenze, 1981, 2 vols.
302 J U A N A N D R É S MOHF,1.1,

sutil penetración, y que ciertamente no hubiera advertido por mí


mismo sin el auxilio de sus importantes reflexiones.
Una de las cosas que más me gustaron fue la aplicación de
los hornillos económicos, no sólo para el ahorro de leña, que es
muy considerable, puesto que, según me aseguraron, en sola la
botica se ahorran al año 700 pesos fuertes355, sino para tener
siempre agua caliente, y enviarla con facilidad a todos los luga-
res donde se quiera para baños, lavar, etc., para enjugar ropa
blanca, y cualquier otra que esté húmeda, y para otras muchas
comodidades. No sé si ahí se habrá puesto en uso esta invención
de los hornillos económicos, y me alegrará mucho de que lo
estuviese por las grandes ventajas que acarrea.
El Hospital está bien provisto de médicos, practicantes y
muchos sirvientes que cuidan de los enfermos, los cuales ade-
más están asistidos con curiosidad de algunos eclesiásticos y
seculares de todas clases, que ejercen con ellos la caridad, como
las mujeres con las enfermas, las que tienen también un con-
vento de monjas inmediato al Hospital, que las suministra con-
tinuamente atentas y celosas enfermeras. Además del grueso
del Hospital hay varias salas para gentes distinguidas, donde
poco antes había estado un caballero forastero, y donde van con
frecuencia personas muy bien nacidas, que no pueden tener en
sus casas la asistencia correspondiente; y las salas y el trato son
en realidad tales que cualquier hombre honrado puede ir sin
reparo alguno. Hay también un lugar cómodo adonde muchos,
que no quieren, o que no pueden quedarse en el Hospital, pero
sí ir a él y volverse a sus casas, van a que les hagan las operacio-
nes de cirugía, logrando de este modo el cirujano y las medici-

355. Nota de Carlos Andrés: «Habiéndome parecido excesivo este ahorro lo escribí al
autor, quien me respondió, que también a él le había causado novedad, pero que así
se lo habían asegurado, no sólo en la botica sino fuera de ella; y que habiendo pre-
guntado en la cocina cuánto se ahorraría al año, le respondieron que no lo sabían,
pero que pasaría de mil duros, lo que de algún modo conviene con lo de la botica».
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 303

ñas pagadas, y volviéndose a su casa a asistir y ser asistidos de los


suyos; y hay en fin muchas cosas buenas dignas de ser alabadas.
El Rey de Ñapóles, al ver un arreglo tan bien meditado,
quiso un modelo de este Hospital, y se le hizo con mucha exac-
titud; yo le vi cuando apenas estaba concluido, y tuve nuevo
gusto de examinar todo el Hospital cumplidamente pieza por
pieza en su modelo: ahora he oído decir que no solamente se ha
llevado a Ñapóles, sino que ha ido también el médico Doctor
Targioni para poner en práctica el mismo arreglo. Te considero
ya cansado de leer tanto de Florencia, pero sin embargo antes
de cerrar esta carta diré algo, aunque no tanto como quisiera, de
su Academia de nobles artes, de sus Iglesias y palacios.

ACADEMIA DE NOBLES ARTES


La Academia de las nobles artes es realmente cosa muy buena;
a más de los corredores y varias salas, donde tienen algunos
monumentos antiguos o modernos propios de su profesión, se
ven grandes salas de grabadores, de pintores y de otros artistas.
A esta Academia tuve el gusto de concurrir con un viajero ame-
ricano de Filadelfia.

CATEDRAL
Las Iglesias tienen mucho que ver: la Catedral356 es grande y de
buena arquitectura para ser de fines del siglo XIII; lo que tiene
de particular es la media naranja, obra de Brunelleschi357, tal vez
la primera, y aun la más grande que se conozca, pues dicen ser
mayor que la de San Pedro de Roma; el Abate Ximénez me ase-
guró que es más alta, y que la anchura no es fácil de decidir,

356. Santa María del Fiori.


357. Filippo Brunelleschi (1377-1446). Dio solución a problemas arquitectónicos hasta
entonces no resueltos, en Howard SAALMAN: Filippo Bninellesclii: the Cnpnla of
Santa María del Fiori, London, Zweminer, 1980. Según Vasari, Bruneleschi «en
Roma, consideró todas y cada una de las dificultades de la Rotonda, así como el pro-
cedimiento que hizo posible su construcción», en Giorgio VASARI: Op. cit.,p. 257.
304 J U A N AN DUES M O K E L L

siendo las dos de forma diversa. El pavimento y todo el exterior


de la Iglesia está cubierto de mármoles blancos y negros bien
compartidos, como también la torre de campanas, la que además
tiene varios nichos con buenas estatuas. Es famoso el bautisterio,
que parece un templo antiguo, como algunos quieren que lo
fuese, y ciertamente éste y el de Pisa son los más magníficos
bautisterios que yo he visto. Las puertas de bronce llenas de
bajos relieves son admirables, especialmente dos de Ghiberti358,
de un primor de diseño muy superior a los principios del siglo XV
en que las trabajó.

IGLESIA DE LA ANUNCIATA
La Anunciata3°9 es una bella Iglesia, pero es particularmente
famosa la Capilla donde se conserva el cuadro de la Anuncia-
ción360, de quien toma nombre la Iglesia, y que dicen ser un cua-
dro milagroso pintado por los Ángeles; lo cierto es que está
tenido en particular veneración. En toda la Iglesia y en los
corredores hay muchas pinturas estimadas; pero la Madonna cid
Sacco de Andrés del Sarto361, que está en el corredor, se lleva
todas las atenciones.

358. Lorenzo Ghiberti (1378-1455). Las puertas de bronce del batisferio de Florencia,
con escenas del Viejo Testamento, fueron finalizadas en 1452, tras ganar el con-
curso para su realización en 1401, por lo que la puerta norte es claramente gótica
mientras que la puerta llamada del Paraíso presenta rasgos renacentistas. Vid. las
actas del Congreso Internacional celebrado en Florencia en octubre de 1978,
Lorenzo Ghiberti nelsuo tempo, Firenze, Leo S. Olschki, 1980, 2 vols.
359. Fundada en 1250 y sede de los Siervos de María.
360. Diseñada por Michelozzo (1396-1472), se encuentra el fresco de la Anunciación,
anónimo toscano del siglo XIV. Según la tradición, un supuesto monje, Fray Bar-
tolomeo, fue ayudado por los ángeles para su finalización. Decía Stendhal, con iro-
nía, al referirse al milagro: «En nuestros días, a un maldito filósofo llamado Lami
se le ha ocurrido discutir el milagro. Los frailes quisieron asesinarle», en STEND-
HAL: Historia de la pintura en Italia..., p. 375.
361. Fresco pintado en 1525, muy admirado. Decía Stendhal: «sin Cimabue no hubié-
ramos tenido nunca al amable Andrea del Sarto, y yo caminaría con gusto veinte
leguas por ver una segunda Madonna del Sacco», en STENDHAL: Historia de la
pintura en Italia, vol. I de sus Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1988, p. 376.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 305

IGLESIA DE SANTA CROCK


San Croce362 es una grande Iglesia, en la cual son muy dignas de
observarse algunas pinturas de Cimabue363 y de Giotto364, que
se miran como los restauradores de la pintura, y los sepulcros365
del inmortal Miguel Ángel Buonarroti y del gran Galileo, dos
sujetos que bastan para ennoblecer no una ciudad sola, sino
toda una nación.

IGLESIA DE SANTA MARIA NOVELLA


Santa María Novella366, Iglesia de los Dominicos, tiene tam-
bién mucho que observar por la arquitectura, aunque de fines
del siglo XIV y principios del XV, por varias pinturas de Ghir-
landaio367, de Vasari368 y otros, y por los de una Capilla de casa
Strozzi369, donde están pintados los tres poemas de Dante.

362. Iglesia franciscana cuya construcción se inició en 1295 y se finalizó en 1442.


363. Benvicenni di Pepo, conocido como Cimabue (1240-1300). Renovó la pintura
bizantina con una sensibilidad occidental. Es considerado como uno de los precur-
sores de Giotto, del que fue maestro, en M. BOSKOVITS: Cimabue c i preciirsori
di Giotto, Fireuze, Scala, 1976. El crucifijo de Cimabue, pintado hacia 1272, fue
restaurado después de los daños sufridos en 1966 por la inundación del Amo.
364. Giotto de Bondone (1266P-1337). Giotto decoró la capilla Peruzzi con escenas de
la vida de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista, y la capilla Bardi.
365. En Santa Croce se encuentran los sepulcros de Miguel Ángel, Dante, Maquiave-
lo y Gállelo.
366. Santa Maria Novella fue comenzada en 1278 y finalizada en 1330, siendo su facha-
da de mediados del siglo XV.
367. Domenico Bigordi, conocido por Ghirlandaio (1449-1494). Pintó la capilla mayor,
que finalizó en 1490, y el retablo del altar mayor, cuyas partes se encuentran en
diferentes museos. Vid. M. CHIARINI: «Bigordi, Domenico», en Dizionarío bio-
gráfico degli italiani, vol. X, Roma, 1968, pp. 448-453.
368. La «Virgen del Rosario» (1568).
369. La capilla Strozzi está decorada por frescos de Andrea di Cione Orcagna y su her-
mano Leonardo di Cione, que representan el Infierno, el Paraíso y el Purgatorio
de Dante. Según Vasari, «en las paredes representó el Infierno, con los círculos y
las fosas de Dante, mientras se deleitaba con su estudio para intentar compren-
derlo», en Giorgio VASARI: Las vidas...
306 J U A N A N D R É S M OH E L L

COLEGIAL DE SAN LORENZO


Hay otras varias Iglesias que tienen alguna singularidad, pero
sobre todas la famosa Colegial de San Lorenzo370, de elegantí-
sima arquitectura. En ella está el sepulcro del gran Cosme de
Mediéis371, que mereció el glorioso renombre de padre de la
patria; el sepulcro es sencillo y sencillísima la inscripción, pero
en su misma sencillez tiene la más noble sublimidad. Dice así, y
nada más: Decreto publico patri patriae. Allí está la rica y cele-
brada Capilla que se llama de San Lorenzo o de los Mediéis372,
la cual, aunque no concluida, por su buen gusto y riquezas pasma
a cuantos la ven. Para entrar en esta Capilla se pasa por otra muy
digna de observarse por las insignes obras de escultura de
Miguel Ángel que hay en los sepulcros de los Mediéis; y entran-
do en la Capilla queda satisfecha la vista con la noble y elegante
arquitectura, en la que se ven unidas la grandeza, altura y capa-
cidad correspondientes, y la bellísima proporción de cornisas,
pilastras, capiteles, basas y todo lo demás; y sorprende la rique-
za de los jaspes, ágatas orientales, lapislázuli, calcedonias y otras
piedras preciosas de que están cubiertas todas las paredes.

PALACIOS
A más de las Iglesias tienen también mucho que ver los Palacios:
grandiosos y magníficos son los de Riccardi373 y Corsini374, que

370. Contruicla por Brunelleschi y Manetti entre 1425 y 1446.


371. Muerto en 1464.
372. La capilla fue comenzada en 1604. Se trata de un vasto octógono cubierto por una
cúpula con muros revestidos por mármoles y piedras a las que hace referencia
Andrés. Se encuentran enterrados Cosme I (1574), Francisco I (1587), Fernando I
(1609), Cosme II (1620), Fernando II (1670) y Cosme III (1733). La nueva sacris-
tía, situada a la izquierda, fue construida por Miguel Ángel entre 1520 y 1533 y
finalizada por Vasari en 1557. En ella se encuentran las tumbas diseñadas por
Miguel Ángel, la de Lorenzo II (1519), de Julio Medici (1515), Lorenzo el Mag-
nífico (1492) y su hermano Julio (1478).
373. El palacio perteneció a los Medici hasta 1659, en que fue cedido a los Riccardi.
Contiene una importante colección de bustos de mármol que representan filósofos,
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 307

he visto por dentro varias veces, y lo mismo me pareció el de


Strozzi3'5 y otros que sólo vi por fuera; el de Pandolfini376, si no
me engaño, dicen que es diseño de Rafael377, y en efecto es muy
elegante.
Además de los Palacios tienen los Señores ílorentines un
Casino dentro de la misma ciudad; pero yo sólo vi el Casino del
Senador Marqués Ginori378, que realmente es una joya por la
disposición, pulidez, elegancia y gracia que brilla en todo él. En
lo alto tiene un bellísimo observatorio astronómico, y todas las
piezas del Casino tienen algo de particular; pero singularmente
una sala china, otra que llaman Camera ñera, forradas todas las
paredes de charol y nácar, con sillas, mesas y todos los muebles
del mismo gusto, otra pieza al piso de tierra llena de varias y her-
mosas porcelanas; y el gabinete y tocador de la Marquesa son la

poetas o atletas griegos, y particulares o miembros de la familia imperial romana,


como Caracalla o Sabina. Sobre esta colección, vid. F. PAULUCCI y V. SALADI-
NO (eds.): Volti di marmo, Firenze, Leo S. Olschki, 2001.
374. De estructura barroca, fue construido a iniciativa de Bartolomeo Corsini (1622-
1685) y su hijo Filippo Corsini (1647-1705) durante 50 años, y decorado entre 1692
y 1700.
375. Su construcción se inició en 1489 bajo la dirección de Benedetto Da Maiano y fue
finalizada por Simone del Pollaiuolo, considerándose uno de los mejores ejemplos
de arquitectura renacentista privada.
376. Construido para el Cardenal Pandolfini hacia 1520 por Gian Francesco da Sanga-
llo, sobre diseño de Rafael.
377. En la vida de Rafael de Urbino, Vasari afirma: «También diseñó uno para el obispo
de Troya, que lo encargó construir en Florencia en via de San Gallo», en Giorgio
VASARI: Las Vicias..., p. 538. La edificación del Palacio la inició Gian Francesco
da Sangallo y la finalizó Aristotile Sangallo.
378. Lorenzo Ginori (1734-1791). Hijo de Cario Ginori, quien fundó en 1737 la manu-
factura de porcelana de Doccia, inspirada en el diseño chino, que abasteció de pie-
zas a los Grandes Duques de Toscana-Lorena, siendo el Marqués, al mismo
tiempo, un gran aficionado a las ciencias experimentales. Lorenzo Ginori era socio
de la Academia de los Georgofili, dedicado a mejorar la gestión de la empresa ini-
ciada por su padre, y Provvcditore dell'Abbondanza hasta la supresión del tribu-
nal, diputado de la Cámara de Comercio, Artes y Manufacturas de Florencia,
creada en 1770, y desde 1765 chamberlán de la Corte.
308 JUAN A N D R É S MOR ELI,

cosa más graciosa y llena de comodidades que se pueda imagi-


nar. El huerto, el jardín, algunas aves y peces raros, el modo de
tenerlos y varías singularidades que se ven en las cosas más
comunes, me hicieron pasar una tarde muy divertida cuando fui
a ver aquel Casino.
A más de las Iglesias y de los Palacios podría también
hablarte del jardín botánico379, el cual aunque es bueno no tiene
cosa particular, y el huerto agronómico, que es un buen pedazo
de tierra con una casa donde habita el profesor de agricultura, el
cual tiene aquellos campos para hacer las experiencias conve-
nientes a su profesión; podría decirte mil otras cosas, pero ¿cómo
podría poner fin a esta carta que es ya sobrado larga? Dejo pues
todo esto, y me reservo para otra el hablarte de las Academias
literarias, y de los literatos que he conocido en Florencia.

379. Iniciado en 1545 a iniciativa de Cosme de Medici y diseñado por Niccoló Tribolo.
CARTA V
Mantua, 1 de diciembre de 1785

ACADEMIA DEL CIMENTO


De las Academias de Florencia no te hablaré con tanta satisfac-
ción como de los otros establecimientos. Florencia ha sido la
primera ciudad que ha logrado el honor de tener una Academia
de Ciencias en su famosa Academia del Cimento380. En Roma
había el Príncipe Cesi381 establecido años antes en su casa una
Academia llamada de los Linceé82 porque quería que los aca-
démicos tuviesen ojos de lince para ver la naturaleza; pero ésta
no era más que una Academia privada. La del Cimento fue la

380. Sobre la actividad científica de los miembros de la Academia del Cimento Giu-
seppe Campani y Enstachio Divini, vid. Maria Luisa RIGHINI BONELLI y
Albert VAN IIELDEN: Dicini and Campani: a forgotten chapter in the history of
the Accademia del Cimento, Firenze, Editoriale Parent), 1981.
381. Federico Cesi (1585-1630). Noble romano, partidario de Galileo, al que apoyó, y
estudioso de la botánica. Fundó en 1603 la Accademia del Lincei, a la que hace
referencia Andrés.
382. La Accademia del Lined fue fundada por Federico Cesi en 1603 para renovar el
saber frente al aristotelismo, defendiendo las posiciones de Galileo frente a la cul-
tura tradicional y a la oposición de las autoridades eclesiásticas. Tomó como emble-
ma al lince, ejemplo de penetración y agudeza visual. Sobre la Academia, vid.
Francesco SOLINAS: L'nceeleria: un libro di arte e di scienza nella Roma dei
prími Lincei, Firenze, 2000, estudio introductorio a la reproducción en facsímil del
libro de Giovanni P. Olina L'nccelería. La Academia quedó disuelta tras la muerte
de su fundador el Príncipe Cesi en 1630, y sería recuperada en 1745 en Rímini.
310 JUAN ANDRÉS MOHKLL

primera pública, y con establecimento del Soberano fundada en


1657 por el Cardenal Leopoldo de Mediéis383. El célebre mate-
mático Viviani384 era el alma de esta Academia inventando
máquinas, instrumentos y experiencias y descubriendo nuevas
verdades. Alfonso Borelli385, Pablo y Cándido del Buono386, Ale-

383. Leopoldo de Mediéis (1617-1675). Hijo de Cósimo II Mediéis y María Magdale-


na de Austria, y hermano de Fernando II Mediéis. El Cardenal Leopoldo de
Mediéis fundó la Academia del Cimento en 1657 junto a su hermano Fernando,
manteniéndose activa hasta 1667. Su actividad se centraba en exclusiva en la
ciencia experimental, y el resultado de sus investigaciones se difundía en su publi-
cación Saggi di naturali esperienze.
384. Vincenzo Viviani (1622-1703). Nacido en Florencia, discípulo de Galileo y ayudan-
te suyo desde 1639 hasta su muerte en 1642, autor de De maximis ct minimis geo-
métrica divinatio, 2 vols., Firenze, 1659, y de una biografía de su maestro, que
permaneció inédita: Vita di Galileo, reeditada por Rizzoli, Milano, 1954, sobre el
texto original de 1654 publicado por vez primera en 1717 por la Academia Florenti-
na. En 1647 fue nombrado por el Gran Duque matemático de su Corte, y una déca-
da después fue uno de los primeros miembros de la A academia del Cimento, en la
que se responsabilizó de las observaciones astronómicas, además de supervisar las
grandes obras públicas como miembro de la burocracia técnica del Gran Ducado, en
Danilo BARSANTI: «La scuola idraulica galileana operante in Toscana», en Bollct-
tino Storico Pisano LVIII (1989), pp. 83-129. Fue también miembro de la Royal
Society desde 1696 y de la Academia de Ciencias de París desde 1699. Sobre Vivia-
ni, vid. María Luisa BONELLI: «L'ultimo discepolo: Vincenzo Viviani», en C. MAC-
CAGNI (ecl.): Saggio su Galileo Galilei, Firenze, Barbera, 1972, pp. 656-688.
385. Giovanni Alfonso Borelli (1608-1679). Matemático, fisiólogo y astrónomo napoli-
tano, exponente de la escuela galileana. Miembro de la Accademia dei Cimento y
de la napolitana Accademia degli Investiganti. Presentó planes para la bonificación
de la llanura de Pisa en los años 60. En su Historia et metereologia incendi aetna-
ei, publicada en 1670, describió la catastrófica erupción del Etna de 1669, y fue de
gran importancia para los estudios de vulcanología del Setecientos, lo que destacó
Andrés, en Origen..., vol. V, p. 150. Vid. Nicoletta MORELLO: La macclnna dclla
Terra. Teorie geologiclie dal Seicento all'Ottocento, Torino, Loescher, 1979. Fue
también el principal representante de la doctrina iatromecánica, dirigiendo su
atención a la contracción muscular en su De motn animalium, publicado en Roma
en 1680 y dedicado a Cristina de Suecia, de la que fue médico, obra que Andrés
consideraba tenía su origen en los escritos de Galileo, del que era discípulo, en Ori-
gen..., vol. I, p. 405 y vol. IV, p. 163 y 188, así como Borelli había permitido los
estudios del médico Lorenzo Bellini (1643-1704), todos ellos iatromecánicos, en
Origen..., vol. V, pp. 302-303. Sobre Borelli, vid. Ugo BALDINI: «Borelli, Gio-
vanni Alfonso», en Dizionario biográfico dcgli Italiani, vol. 12, Roma, 1970, pp.
543-551, y T. DERENZINI: «Giovanni Alfonso Borelli, físico», en Celebrazione
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 311

jandro Marsaili387, Antonio Oliva388, Carlos Rinaldini389, el famo-


so Redi390 y algunos otros de este jaez eran los miembros de

della Accademia del cimento nel tricentenario dcllafondazione, Pisa, 1958, pp. 35-
52. La recopilación bibliográfica más completa sobre Borelli puede verse en Ugo
BALDINI: «Gli studi su Giovanni Alfonso Borelli».
386. Paolo Del Buono (1625-1659). Estudió en Pisa como alumno de Famiano Miche-
lini. En 1655 pasó al servicio del Emperador Fernando III como ingeniero en las
minas de los Cárpatos, falleciendo en Polonia. Participó como miembro corres-
pondiente por Alemania en la Academia del Cimento. Vid. W. E. K. MIDDLE-
TON: «Paolo del Buono on the Elasticity of the Air», en Archive for History of
Exact Sciences 6 (1960), pp. 1-28. Su hermano Cándido Del Buono (1618-1776)
era alumno de Galileo.
387. Alessandro Marsili (1601-1670). El más anciano de los miembros iniciales de la
Academia del Cimento. Enseñaba Filosofía peripatética en Pisa. Publicó en 1626
su Theorcmata cid doctrina Aristotclis, Senis, 1626.
388. Antonio Oliva (1624-1690). Nacido en Reggio, Calabria, llegó a Florencia en 1657,
participando en la creación de la Academia, y fue catedrático de obstetricia de la
Universidad de Pisa en 1663. Marchó a Roma en 1667, y en 1690 fue arrestado
acusado de herejía y se suicidó al arrojarse por una ventana.
389. Cario Rinaldini (1615-1698). Nacido en Ancona, fue Profesor de Matemáticas en la
Universidad de Pisa entre 1649 y 1663. Al tiempo participaba de las novedades cien-
tíficas de Galileo y de la tradición aristotélica. Su actuación en la Academia del Cimen-
to fue secundaria, y sus relaciones con Borelli fueron tensas. Abandonó Florencia en
1666 para hacerse cargo de la cátedra de anatomía de la Universidad de Padua.
390. Francesco Redi (1626-1698). Miembro de la Accademia del Cimento florentina y
discípulo de Galileo. Inició el debate sobre la generación espontánea, de la que era
contrario, con la publicación en 1668 de su trabajo Esperienze intorno alia gcne-
razione degli'insetti, de la que existe edición de Walter Bernardi, con estudio intro-
ductorio, publicada en Firenze en 1996. Fue un modelo de observaciones precisas
y detalladas con el microscopio, y su método fue elogiado por Andrés como mode-
lo a seguir: «hizo muchas experiencias, las repitió de muchos modos, quitó, añadió,
varió las circunstancias en los experimentos, examinó atentamente los resultados,
sacó de ellos con la más escrupulosa severidad las precisas e incontrastables con-
secuencias», en Origen..., vol. V, p. 118. Sobre Redi, además de la biografía de
Antonio Belloni Francesco Redi (1626-1698), Torino, 1931, vid. las actas del Con-
greso Francesco Redi Arctino, publicadas por Lorella Magnani y Giuseppe Marti-
ni, Arezzo 1999, y los estudios de Francesca ALTIEN BIAGI: Lingua e cultura di
Francesco Redi, medico, Firenze, 1968, y los publicados por Walter BERNARDI
y Luigi GUERRINI: Francesco Redi: un protagonista de la scienza moderna: docn-
menti, esperimenti, immagini, Firenze, 1999. La obra de Redi fue reeditada con
frecuencia en el Setecientos: dos veces en Venecia (1712 y 1742), otras cuatro en
312 J U A N A N D R É S MOR ELL

aquella ilustre Academia. El pequeño pero sustancioso libro391


que se publicó de sus experiencias, y que después ha juzgado
digno de sus notas e ilustraciones el físico Musschenbroek392,
prueba cuánto fruto sacaban las ciencias de las sesiones de
aquella Academia. El médico y físico Targioni, en una obra que
se ha impreso en estos años sobre el adelantamiento de las cien-
cias en Toscana bajo la dominación de los Mediéis393, trae mil
otras ventajas de aquella Academia; y todo prueba que los pocos
años que duró han producido más adelantamientos a las ciencias
que otros tantos o más años de cualquier otra de las más famo-
sas. Pero este útil y glorioso establecimiento fue de poca dura-
ción, puesto que sólo existió diez años o poco más aquella

Ñapóles (1740-41, 1748, 1760 y 1778). Sobre las ediciones napolitanas, vid. Anto-
nio BORRELLI: «Fortuna di Francesco Redi a Napoli nel Sei-Settecento», en
Fabrizio LOMONACO y Maurizio TORRINI: Galileo e Napoli, Napoli, Cuida
Editare, 1984, pp. 399-427.
391. Andrés se refiere al libro publicado por el Secretario de la Academia Lorenzo
MAGALOTTI: Saggi di naturali espcrienze fatte nell'Accademia del Cimento,
Firenze, Cocchini, 1666, 269 pp. En 1731 se reeditó en Leiden con comentarios
de Musschembroek.
392. Pieter van Musschenbroek (1692-1761). Profesor de Física en la Universidad de
Leiden. Su empirismo era muy apreciado en Italia, donde era considerado uno de
los pioneros de la ciencia experimental, así como su obra Introductio ad liistoriam
naturalem, publicada en Leiden en 1762 y en Pacloua en 1768, y que era, pese a
su título, un manual de física y no de biología. Su aprecio venía incrementado por
su defensa de que la investigación de la naturaleza debía partir de la idea de un
Dios creador y omnipotente. Andrés se refiere en su observación a Qnibiis com-
mentaríos, nova experimenta, et orationem De methodo institnendi experimenta
plujsica addidit Petnis van Miissclienbrock, que acompaña la publicación en Lei-
den del Saggi di naturali esperienze ya reseñado en la nota anterior.
393. El control del poder político florentino por la familia Mediéis se inicia en el siglo
XV con Cosimo il Vecchio y se consolida en la segunda mitad de siglo con Loren-
zo el Magnífico. Targioni es utilizado por Andrés para reivindicar los avances logra-
dos en el Seiscientos en Toscana, durante los reinados de los Grandes Duques
Cosme II (1590-1621) y Fernando II (1610-1670), un período considerado dora-
do para las letras y las ciencias. Ariosto, Tasso, Galileo y Torricelli supieron com-
pensar a quienes «abrazaron un estilo hiperbólico y lleno de sutilezas» alejados,
según Andrés, del buen gusto en escribir, en Origen..., vol. I, p. 329.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 313

Academia, que se acabó tan en breve sin saber cómo, y con gran
perjuicio de las ciencias.

OTRAS ACADEMIAS QUE HUBO EN FLORENCIA. REAL ACADEMIA


FLORENTINA
Además de esta Academia había tres en Florencia, que en otro
tiempo se hicieron famosas, la Florentina394, erigida más ha de
200 años; la de la Crusca395, cuyo diccionario le dio mucho cré-
dito396; y la de los Apatistas39', que se honró con los nombres de
varios sujetos de distinguido mérito; pero estas Academias habían
perdido su antiguo esplendor, y estaban poco menos que extin-
guidas cuando el Gran Duque actual pensó en suprimirlas, y
formar de ellas, como lo hizo, una Academia que se intitulase

394. La Academia Florentina ya editó en 1534 su Opuscola adversus Aviceniuitn, ct


medicos ncoterícos, (¡ni Galcni disciplina neglecta, barbaros coliiinnt...
395. La Academia de la Crusca inició sus actividades en 1583 a iniciativa de Leonardo
Salviati (1540-1589), con el propósito de estudiar la lengua toscana. Según De
Brosses, Crusca significa salvado de harina «porque el objetivo de la institución es
cerner y volver a cerner la lengua italiana», en Viaje..., vol. I, p. 307. Sus estatutos
pueden verse en Severiana PARODI: Qnattro secoli di Cnisca, 1583-1983. Firen-
ze, 1983, pp. 193-243.
396. En cumplimiento de su propósito fundacional, la Academia dclla Cnisca inició la
recopilación de un vocabulario que registrara el uso correcto de la lengua toscana
siguiendo el ejemplo de los principales escritores, para con ello crear un canon lin-
güístico. Supone la primera obra lexicográfica dedicada a una lengua moderna.
Sobre la labor lingüística de la Crusca, vid. La Cnisca nclla tradizionc lettcraria e
lingüistica italiana: atti del Congress» internazionale per il IV centenario dell'Ac-
cadenúa dclla Cnisca, Firenze, Accademia della Crusca, 1985, y Antje BIEL-
FELD: Methoden der Belegsammlnng fiir dan «Vocabulario dclla Crusca»:
exemplarísJi vorgestcllt and lexikographisclien Wcrk Francesco Redi, Tübiengen,
M. Nieineyer, 1996.
397. La Accademia degli Apatisti nació en 1635 por iniciativa del literato Agostillo Col-
tellini con el propósito de estudiar y difundir la lengua toscana. A la muerte de
Coltellini en 1693, la Academia quedó bajo la protección de Cosme III de Medi-
éis. Sobre la Academia florentina de los Apatisti, vid. Edoardo BENVENUTI:
Agustino Coltellini e I'Accademia degli Apatisti a Firenze nel secólo XVII, Pistola,
Oficina Tipográfica Cooperativa, 1910.
314 JUAN A N D R É S MOR ELL

Real Academia Florentina398. Ésta es la principal Academia que


hay ahora en Florencia, y la que nos ha hecho el honor a ti y a mí
de nombrarnos sus académicos399, y tú puedes gloriarte de haber
sido el primer español residente fuera de Italia incorporado a ella.
Es presidente el Caballero Mozzi400 de la Orden de San
Esteban, a quien he tratado sólo dos o tres veces brevemente;
pero a todos he oído hablar de él con mucho elogio. El Abate
Perini es, corno sabes, su secretario, y con su actividad, celo y
habilidad procura darle toda el alma de que es capaz su consti-
tución. Él mismo imprimió una oración dicha en la abertura de
la Academia401 para hacer correr más el nombre de ella. Este
verano ha publicado el Doctor Gianetti un elogio de Cook402,
pronunciado en la misma Academia, que se ha impreso en su
original italiano, y traducido en inglés por Milord Meiy. He visto
manuscrita una disertación del Señor Pelli403, director de la

398. El 7 de julio de 1783 el Gran Duque Pietro Leopoldo ordenó que la Academia Fio-
rentina, la de los Apatisti y la de la Crusca se unieran en una única institución, la
Real Academia Florentina, que inició sus sesiones el 27 de noviembre de 1783 en
un acto celebrado en la Biblioteca Magliabechiana, en el que Giulio Perini, en la
Orazione proemiale de las sesiones, marcaba claramente la línea programática de
fidelidad al Gran Duque. Vid. Renato PASTA: «Scieuza e istituzioni nell'etá leo-
poldina. Riflessioni e comparazioni», en G. BARSANTI, V. BECAGLI y R. PASTA
(eds.): La política dclla scienza. Tascaría e stati italiani nel tardo settccento, Firen-
ze, Leo S. Olschki, 1996, pp. 3-34.
399. Entre los títulos honoríficos concedidos a Juan Andrés que Angelo Antonio Scot-
ti añadió a su Elogio histórico, figura que Andrés se hallaba inscrito en el catálogo
de académicos con diploma de la Real Academia Florentina.
400. Giulio d' Mozzi. Había sido presidente de la Academia della Crusca a la muerte de
Giovanni Federighi, y fue elegido por Pietro Leopoldo para presidir la Accademia
Fiorentina por su posición conservadora.
401. Orazione proemiale per ¡'apertura della nuova R. Accademia letta il 27 novembre
1783 dall'ab. Giulio Perini, Firenze, C. Cabiagi, 1784.
402. Micheliangiolo Gianetti: Elogy of Captain Cook, editado por G. Cambiani, Flo-
rence, 1785.
403. Giuseppe Pelli Bencivenni vivió en Florencia entre 1729 y 1808. Sus relaciones
epistolares entre 1747 y 1808 fueron publicadas por Maria Augusta TIMPANARO
MORELLI: Lettere a Giuseppe Pelli Benciveni, Roma, Archivio di Stato di Firenze,
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 315

galería, sobre el estudio de la anticuaría, dicha también en el


mismo lugar, que si se imprimiese podría dar honor al cuerpo
que la ha producido. Y así no dejan de verse algunos frutos de
esta Academia Florentina; pero todo esto no basta para hacerla
digna de estar al lado de la galería, del museo físico, y de las
bibliotecas Laurenciana y Magliabechiana, cosas todas que tie-
nen crédito en toda Europa.
Florencia debe tener una Academia como las de París,
Londres, Berlín y Petersburgo; y una Academia Florentina
debería aspirar a igualar, o superar a estas otras, como sus
museos y bibliotecas igualan o superan a lo mejor que en esta
línea se ve en el mundo. La constitución de Florencia es a pro-
pósito para una Academia que en nada ceda a los otros esta-
blecimientos suyos, y que sirva para ilustrarlos más. Yo quisiera
que hubiese allí una Academia que abrazase ciencias, buenas
letras y nobles artes. El museo físico, el jardín botánico, el
observatorio y los otros establecimientos científicos, darían
campo a los académicos para ilustrar las ciencias a que perte-
necen. La galería ofrece en todos los ramos de la anticuaría
asunto para muchas ilustraciones nuevas e importantes. La
misma galería suministra bastantes materiales a quien quiera
contemplar las nobles artes histórica o filosóficamente, que es
como debería mirarlas una Academia de esta naturaleza. La
bibliografía y toda la parte filológica, ¿cuánto lustre no recibi-
ría aprovechándose los académicos de las inmensas riquezas de
códices y de libros que encierra aquella ciudad? ¿Y qué impor-
tantes disertaciones no se podrían formar dando noticia de
algunos manuscritos no conocidos, proyectando nuevas edicio-
nes, confrontando muchos pasajes oscuros y difíciles de los
autores impresos, y haciendo el correspondiente uso de aque-
llas bibliotecas?

1976. Un estudio reciente sobre el personaje puede verse en Vittoria CORTI: L'a-
batino Pelli c il sito secólo, Masso delle Fate, Signa, 1998.
316 juan znd

Tampoco faltan sujetos que puedan componer un cuerpo


de esta naturaleza: Ximénez, Fontana, Ferroni404, Targioni400 y
varios otros, tal vez de igual mérito, aunque no de tanta fama,
algunos profesores de Pisa, y otros o naturales o extranjeros,
que podrían entrar en la Academia, harían brillar la parte de las
ciencias; Mehus en la historia literaria, eclesiástica y civil de los

404. Pietro Ferroni (1745-1825). Natural de Florencia y Matemático Regio de Tosca-


na. Desde 1770 era catedrático de matemáticas e hidrostática del Studio florenti-
no, y desde 1773 lector de matemáticas en la Universidad de Pisa, pero con sede
en Florencia para la formación de ingenieros. Sus proyectos de crear un centro de
enseñanza específico para ingenieros no llegó a materalizarse por la falta de tradi-
ción militar en la Toscana, al contrario que en el Piamonte. Colaboró intensa-
miente con el Gran Duque Leopoldo en el ordenamiento híclrico y viario del
territorio toscano, proyectando el encanzamiento del Amo para convertirlo en
canal navegable, bonificando tierras pantanosas de la llanura pisana, y colaboran-
do en las labores catastrales del Val di Nievole y Pistoya, hasta su caída en desgra-
cia en 1790. Cfr. Leonardo ROMBAI: «Pietro Ferroni, "matemático regio". Ascesa
e declino di un territorialista illuminato nella Toscana lorenese», en Rivisfa di sto-
ría dell'agrícoltura XXVIII, 2 (1988), pp. 87-143, y del mismo autor «Scien/a idrau-
lica e problem! della regimazione delle acque nella Toscana tardo-settecentensca»,
en Giulio BARSANTI, Vied BECAGLI y Renato PASTA (eds.): La política dclla
acidiza. Toscana e fitati italiani ncl tardo Scíteccnto, Firenze, Leo S. Olschki, 1996,
pp. 171-205. También participó en los proyectos para mejorar la tecnología indus-
trial del Gran Ducado en 1776 por encargo del Consiglio di Finan/e. Estuvo en
relación con Felice Fontana en la creación del Museo de Física e Historia Natu-
ral de Florencia, y colaboró con luAccademia dei Ceorgofili en la revisión y adap-
tación de términos técnicos ingleses al italiano en la traducción realizada en 1773
por Giacomo Paolo Lelorgne de la obra de William Bailey Advancement of Ark,
Manufactures and Commerce, siendo el redactor del Discurso preliminar por
encargo del director de la Cámara de Comercio Filippo Neri, y donde se efectua-
ba un llamamiento al diálogo necesario entre el poder y los intelectuales. Vid.
Renato PASTA: «L'Accademia dei Georgofili e la riforma deH'Agricoltura», en
Riviata Storica Italiana CV, 2 (1993), pp. 484-501, y Daniele BAGGIANI: «Tec-
nología e riforme nella Toscana di Pietro Leopoldo: la traduzione del "The Advan-
cement of Arts, Manufactures and Commerce" di W. Bailey», en Rivistd Storica
Italiana 105 (1993), pp. 515-554. Danilo Barsanti editó en 1994 sus memorias con
el título Discorso atanco dclla mía vita natnrale e civile dal 1745 al 1825, Firenze,
Leo S. Olschki, 1994, con un estudio introductorio de Leonardo Rombai.
405. Según Andrés, gracias a las Rclazioni de los viajes de Targioni por la Toscana «se
tenía alguna noticia de la Historia Natural de Italia», vid. Origen..., vol. V, p. 156.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 317

tiempos bajos406; Bandini407 en bibliografía y anticuaría; Pelli,


Lanzi408, Perini409, Lastri410, Fontani411 y varios otros en otros
ramos, podrían dar a la Academia Florentina un esplendor que
igualase, o, aun tal vez con el tiempo, superase el de San Peters-
burgo, Berlín, Londres y París. Pero yo me pierdo en mis ima-
ginaciones, y empleo el tiempo en escribirte lo que quisiera que
fuese la Academia Florentina, cuando tú deseas que te descri-
ba lo que es actualmente.
Dos veces asistí a ella en el tiempo que estuve en aquella
ciudad. Casi todas las semanas, los jueves algo antes de mediodía,
se juntan en la biblioteca Magliabechiana los Académicos, sin
negar la entrada a otros que no lo son. Dase principio recitando
una disertación un académico avisado por el Secretario en tiem-

406. Se refiere a la Vita di Ambrosio Camandulease, donde se recogía la producción


literaria florentina entre 1192 y 1440.
407. Angelo María Bandini (1726-1803). Vid. notas 149 y 226.
408. El ex-jesuita Luigi Lanzi, nacido en Treia en 1732 y muerto en Florencia en 1810.
Vid. notas 155 y 180.
409 .Vid. notas 205, 206 y 398.
410. Marco Lastri (1731-1811). Economista agrónomo. Fue editor, desde 1770, del
Magazzino toacano junto a Save rio Manetti, y desde ese año sustituyó al recién
fallecido Giovanni Lamí en la direción de NovcUe Ictteraríe, adhiriéndose a la doc-
trina fisiocrática. En 1773 formó parte de la comisión instituida por el Gran Duque
Pietro Leopoldo para liberalizar los bosques y permitir la explotación forestal, en
Maria Pia PAOLI y Rosalba GRAGLIA: «Marco Lastri: aritmética política e statis-
tica demográfica nella Toscana del '700», en Annali dclla Fondazione Lnigi Einau-
di, XII (1978). Fue socio de la Academia de los Georgofilos, y Ventnri lo sitúa
distante tanto de la tradición erudita como de la jansenizante, en F. VENTURI: Sct-
tcccnto liforinatore, vol. II, p. 95. Su Corso d'agricolttira practica, ossia rístainpa
de' Innarii per i contadini dclla Toscana, Firenze, 1787-1790, 5 vols., es considera-
do como el mejor testimonio del debate sobre la agricultura italiana de fines de
siglo. Vid. Marino BERENGO: «Le origin! settecentesche della storia dell'agrono-
mia italiana», en L'cta dei liiini. Studi in onore di Franco Ventnri, Napoli, Jovene
Editore, 1984, vol. II, pp. 863-890. Fue autor, en esta misma línea, de la Biblioteca
geórgica, Firenze, Moücke, 1787, un catálogo de los escritores de agricultura.
411. Francesco Fontani (1748-1818). El 27 de septiembre de 1787 dio una disertación
en la Academia en elogio de Giovanni Lami, y el 30 de septiembre de 1794 otra
en elogio de Cario Roberto Dati.
318 JUAN ANDHKS MOKKU,

po oportuno, y concluida ésta recitan los que quieren algunas


composiciones suyas en verso, y se finaliza la sesión más o menos
pronto según lo largo de la disertación y el número de los poetas.

SOCIEDAD COLOMBARIA
La Sociedad Colombaria412, otra Academia florentina, no es más
que Academia privada, pero que se ha adquirido crédito con
algunas eruditas disertaciones que ha publicado en dos
tomos413. Hiciéronme el honor de darme la patente, y asistí una
vez por la noche, que es cuando se junta, no con mucha fre-
cuencia, y se lee o se habla, o se manifiesta alguna novedad lite-
raria según el gusto de los concurrentes.

SOCIEDAD AGRARIA
Fui también convidado a la Sociedad agraria414, en la que me
pareció haber algo más de formalidad. En la sesión a que yo asis-
tí (entre otras cosas que se trataron) el Señor Fabbroni415, Secre-

412. La Colombaria inició sus actividades en 1735 a iniciativa de Giovanni Girolamo de


Pazzi con el objetivo de estimular los estudios históricos, filológicos y científicos.
Su nombre procede de efectuar sus primeras reuniones en una pequeña torre del
Palacio Pazzi llamada colombina. Su actividad científica era muy escasa en el últi-
mo tercio del Setecientos, como indica Andrés.
413. Los Annali registraban la actividad de la Academia. En 1747 fue publicado el pri-
mer volumen de la Mcmoríe di varíe cnulizionc della Socictá Colombaria Floren-
tina, y en 1752 el segundo. No se publicaría un tercero hasta 1803.
414. La Accadcmia dei Gcorgofili fue fundada en Florencia en 1753, siendo la primera
en Europa dedicada a los estudios agrarios. En 1783, con la protección del Gran
Duque Pietro Leopoldo, se unió a la Socictá Botánica. Gozaba de gran prestigio
en Europa. Sobre la Academia, vid. Renato PASTA: «L'Accademia dei Georgofili
e la riforma deiragricoltura», en Rivista Storíca Italiana, CV,2 (1993), pp. 484-501.
415. Giovanni Fabbroni (1752-1822). Colaborador de Felice Fontana en la organiza-
ción del Museo de Física e Historia Natural de Florencia, del que llegó a ser direc-
tor entre 1805 y 1807. Desde 1783 era socio de la Accadcmia dei Georgofili,
logrando orientar sus actividades académicas en sentido experimental, dándole un
perfil similar a los centros de experimentación agraria europeos, en Renato
PASTA: «L'Accademia...», en Rivista Storíca Italiana CV, 2 (1993), pp. 484-501.
BOLONIA, FLOHENCIA, ROMA 319

tario de la correspondencia extranjera, leyó las peticiones del


célebre naturalista Daubenton416, y del casi igualmente célebre
físico Bertholon417, que deseaban ser admitidos en dicha Socie-
dad. Daubenton lo fue por aclamación universal; por Bertholon
se votó, pero fue recibido por todos los votos.

ALGUNOS LITERATOS DE FLORENCIA


Además de estas Academias hay algunas tertulias, donde se jun-
tan varios literatos, y tienen algunos ratos de buena conversa-
ción: yo estuve dos veces en la del Doctor Clemente del Pace,
y tuve el gusto de conocer en ella a varios sujetos muy instruidos
y cultos. Estos son muchos en Florencia, y oí decir, que, que-
riendo contar sólo los escritores, llegaron a más de ochenta.
Supongo que no todos son excelentes, pero basta que haya algu-
nos buenos, muchos medianos, y los más malos, como suele
acontecer en todas partes.
No he visto al patriarca de los literatos italianos, el célebre
Manni418; su extremada vejez de más de 90 años me ha quitado
las ocasiones de verle. Vi dos veces, aunque por casualidad no
le pude hablar, al Abate Galluzzi, autor de una historia de Tos-

M an tuvo correspondencia con científicos extranjeros, como el inglés Joseph Pries-


tley, o con científicos parisinos, en Ferdinando ABBRI: Le ierre, l'accma, le uñe.
La rívoluzione clümica del Settcccnto, Bologna, II Mulino, 1984, pp. 243-244 y 378.
416. Louis Daubenton (1716-1800). Principal colaborador de Buff on, encargado de
organizar las colecciones del Jardín dn Roí, origen del Museo de Historia Natural,
y uno de los creadores de la anatomía descriptiva de los animales y de la anatomía
comparada. Sus trabajos fueron utilizados para elaborar una teoría general del
hombre en relación con otros animales. Andrés destacó su labor en el Jardín dn
Roí y las descripciones anatómicas de los animales, en Origen..., vol. V, f. 159.
417. Pierre Bertholon (1742-1800). Será conocido por sus trabajos sobre la electricidad
de los cuerpos, especialmente por De l'électricité dn corps hnmain dans Vétat de
sanie et de maladie, Paris, 1780. Su aplicación a la medicina fue seguida por Gal-
vani y considerada por Volta como pseudociencia. Vid. Marcello PERA: La rana
ambigua. La controversia snU'elettricitá anímale tra Galvani e Volta, Torino,
Einaudi, 1986, y Walter BERNARDI: Iflndi della vita...,Op. cit.
418. Domenico María Manni (1690-1788). Vid. nota 148.
320 JUAN ANDRÉS M o n F, L L

cana bajo la dominación de los Mediéis, que le ha hecho céle-


bre419. Pero sólo los que he conocido bastan para dar nombre de
literata a aquella docta ciudad. En el discurso de estas cartas te
he nombrado a Ximénez, Fontana, Bandini, Mehus, Adami,
Pelli, Lanzi, Perini, Fontani, Gianetti, Fabbroni y algún otro;
además de éstos he conocido al Abate Bracci420, anticuario, que
ha escrito sobre algunos particulares monumentos de antigüe-
dad, y que ahora está imprimiendo otra obra mayor acerca de
los grabadores en piedras y otras materias preciosas421, de la
que sólo vi un tomo en folio, que no pude leer; conocí al Abate
Brenna422, elegante escritor latino, que ha escrito varios tomos
metafísicos y eruditos del consentimiento universal de las gen-
tes en la existencia de Dios423, y de la infinita perfección del
mismo Dios, algunas vidas latinas de literatos célebres y otras
obritas menores; conocí al Proposto Lastri424, autor Delle Nove-
lle letterarie; conocí al Senador Nelli 42t> , autor de un ensayo

419. lacopo Riguccio Galluzzi (1739-1801). Real Archivero del Gran Ducado, publicó
en 5 vols. la htoria del grandncato di Toscana sotto il gobernó de la casa Medid,
Firenze, Stamperia di R. del Vivo, 1781. Entre 1782 y 1784 apareció en París la tra-
ducción francesa efectuada por Lefévre de Villebnine y Mile, de Karolio en 9 vols.
420. Domenico Augusto Bracci (1717-1793).
421. Andrés se refiere a la obra de Bracci Memorie degli antichi inci.sorí clie scolpirono
i loro noini in gemine e cammci con molti inonnmenti inediti de anticlñta, statne,
bassiiilievi, gemine, cuyo primer volumen apareció en Florencia en 1784, y el
segundo en 1786.
422. Se trata del ex-jesuita Luigi Brenna (1737-1812). Sobre Brenna, vid. Francesco
SURDICH: «La lettera "sopra i selvaggi d'America" dell'Abate Brenna (1780)», en
Sardegna, Mediterráneo e Atlántico... Stndi storíci in memoria di Alberto Bascó-
lo, vol. Ill, Cagliari 1993, pp. 493-502.
423. Brenna había publicado la obra metafísica De infinita pcrfcctione Dei, Florencia, 1774,
y De generis Immanis consensn in agnoscenda Divinitate, Florencia, 1773, 2 vols.
424. Marco Antonio Lastri (1731-1811). Vid. nota 410.
425. Giovanni Battista Clemente de Nelli (1725-1793). Ejerció distintos cargos en la
estructura burocrático-administrativa del Gran Ducado, como SoprassindacH de la
Camere della conuinita del contado e distretto florentino creada por el Gran
Duque el 22 de junio de 1769 para reglamentar y controlar los trabajos públicos.
Nellí articuló el trabajo de los ingenieros y creó la figura del capo-ingegnere como
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 321

sobre la literatura toscana426 y de otras cosas, singularmente de


una vida de Galileo427 en que trabaja años ha; conocí al Abate
Del Signore428, autor de la defensa de las inscripciones del pala-
cio de Riccardi429 contra la nota de apócrifas que las puso el
Marqués Maffei en su arte crítica lapidaria430; conocí al Conde
Pierucci431, excelente naturalista y agricultor; conocí al Canóni-
go Zucchiqui432, profesor de agricultura; al docto e ingenioso
Lastili, antes profesor en Pisa, y ahora maestro de los hijos del
Gran Duque; al Conde Hohenwarth433, alemán, y principal
maestro de los mismos, y a varios otros sujetos hábiles que sería
cosa larga el nombrarlos.

su director técnico, en Diana TOCCAFONDI: «Nascita di una professione: gli


ingegneri in Toscana in Eta Moderna», en Giulio BARSANTI, Vieri BECAGLI y
Renato PASTA (eds.): La política dclla scicnza. Toscana e stati italiani ncl tardo
Settccento, Firenze, Leo S. Olschki, 1996, pp. 147-170.
426. Giovanni B. C. de Nelli: Srtggio di storía letteraría florentina del secólo XVII,
Lucca, 1759.
427. La obra en 2 vols. de Nelli salió finalmente publicada en 1793 en Losanna con el
título Vita e commercio Icttemrío di Galileo Galilei.
428. Pier Lorenzo Del Signore. Andrés se refiere a su obra / marini Riccardiani difesi
dalle censure del marqúese Scipione Maffei, Firenze, Francesco Moecke, 1781.
429. El Palacio Medici Riccardi fue construido por Cosme el Viejo en el siglo XV, y fue
adquirido por los Riccardi en 1659.
430. Artis críticae lapidaríae era obra sobre epigrafía y no fue valorada muy positiva-
mente por Andrés al no considerarla definitiva, sino limitada: «distraído [Maílei]
con tantas fatigas literarias no pudo dar a ésta el deseado cumplimiento y hubo de
dejarla poco más que bosquejada, sin reducirla a aquella perfección que él sabía
dar a sus trabajos», en Origen..., vol. Ill, p. 458.
431. Es probable eme Andrés se refiera a Pietro Pierucci, miembro de la Academia Flo-
rentina, donde estaba encargado de la sección de arquitectura militar.
432. «Zucchiqui» en el original. Andrea Zucchini. Director del Jardín Botánico y pro-
fesor de agricultura en Florencia.
433. Sigismund Antón, conde de Hohenwarth, tutor de los hijos de Pietro Leopoldo,
fue nombrado obispo de Trieste en 1791, cuando el Gran Duque había sucedido
en el trono imperial a su hermano José II.
322 JUAN ANDRÉS M o u E L L

TRES MUJERES CÉLEBRES

Pero no puedo dejar de hablarte de tres mujeres que pueden


entrar en la clase de literatas. ¿A dónde no ha llegado la fama de
la célebre poetisa de repente, o como aquí dicen improvvisatri-
ce, Gorilla434? Ésta ha logrado el rarísimo honor de ser corona-
da en el Capitolio, honor que logró solamente el Petrarca, fue
decretado al Tasso, que murió antes de obtenerlo, y en este siglo
se dio al Caballero Perfetti435, famoso en componer de repente,
y que últimamente, aunque con ojoosición de la mayor y más
sana parte de Roma, se concedió a la célebre Gorilla. Esta rara
mujer, sin haber hecho estudio de ciencias ni buenas letras, con
su natural talento, su despejo, su voz y su canto ha llegado a
adquirirse tal nombre que pocos literatos la pueden igualar. No
pasa por Florencia Príncipe, literato, ni persona distinguida, que
no quiera conocer a Gorilla, y su tertulia es una de las más luci-
das de la ciudad. Me llevaron a ella el Doctor del Pace, y el
Canónigo Baridini, y Gorilla manifestó tener noticia de mis
obras, y me recibió con muchas demostraciones de aprecio. El
Gran Duque le da una pensión de 200 pesos duros; lo mismo le

434. Gorilla Olímpica (1727-1800). Llamada en realidad Maria Madclalena Morelli-


Fernández, fue una famosa poetisa arcádica que llegó a ser coronada en el Cam-
pidoglio el 31 de agosto de 1776, dando lugar a una gran polémica, por estar
apoyada por el partido antijesuita, entre los que se encontraban los Cardenales
Negroni y Pallavicini, este último Secretario de Estado. Vid. Ludovico PASTOR:
Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, Gustavo Gili, 1940, pp. 44-45,
not. 6. Natural de Pistoya, estaba separada de un español, y durante sus interven-
ciones conseguía un gran efecto sobre el público, próximo al éxtasis. Luciana
Morelli ha publicado su correspondencia con el projansenista abate Giovanni Cris-
tofano Amaduzzi: // cartero ira Amaduzzi e Carilla Olímpica (1775-1792), Firen-
ze, Leo S. Olschki, 2000. Según Mattolini, vivía en Florencia protegida por la Gran
Duquesa. Vid. Mario MATTOLINI: La Toscana dci Lorena. Il Príncipe llhimina-
to Pictro Leopoldo, Firenze, Edicioni Medicea, 1981, pp. 100-101.
435. Bernardino Perfetti (1681-1747). Fue llamado «príncipe de los improvvisatorí», y
coronado de laurel en el Campidoglio el 13 de mayo de 1725. Tras su muerte se
publicó una antología de sus composiciones poéticas, efectuada por Domenico
Cianfogni, parte de las cuales había improvisado: Saggi di poesie, parte dette all'im-
provviso e parte scrítte, Firenze, 1748, 2 vols.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 323

da la Emperatriz de Rusia436, que la convidó a que fuese a su


Corte, pero ella no quiso ir; 300, coche, mesa cuando quiere, y
todo lo que desea, le da el Senador Ginori; y Gorilla vive glorio-
sa disfrutando los favores de sus protectores, y los aplausos de
toda la Europa. Ahora ya no improvisa, porque sus años, que
empiezan a pesarle, y una grave enfermedad que padeció estos
años pasados, hacen que le sea difícil, o casi imposible, el canto
y la fatiga de improvisar.
Diferente de ésta es la Señora Fortunata Fantastici437, otra
poetisa, que no contenta con su mucho talento natural para la
poesía lo ha cultivado con el estudio. Versada en el francés y en
el latín ha querido estudiar el griego, y además de las letras
humanas ha procurado adquirir buenos conocimientos en la físi-
ca y otras ciencias. Su porte serio y compuesto, y habla modes-
ta y mesurada, su buen modo, sus luces y su habilidad le
granjean el afecto de cuantos la visitan, que son casi todos los
forasteros que se detienen en Florencia. La noche que fui yo a
oírla fueron también Monseñor Stratico438, Obispo de Capo de
Istria, unas señoras forasteras acompañadas de otras florentinas,
varios caballeros y el Secretario de Monseñor Dugnani439, que

436. Catalina II.


437. Fortunata Sulgher Fantastici (1755-1824). Poetisa florentina cuyo salón era muy
visitado por escritores y artistas, como Vincenzo Monti (1754-1828). La pintora
Angélica Kauffmann la retrató en 1792, cuadro que se conserva en la Galería degli
Uí'fici, Publicó, entre otras, Componimenti poctici di Fortunata Sulglier Fantasti-
ci fra g/¿ arcadi Temir Parraside accademica florentina, Firenze, Pietro Allegrini,
1785. Fue reeditada en 1794 en Livorno y en 1796 nuevamente en Florencia en la
Imprenta gran ducal.
438. Giovanni Domenico Stratico (1732-1799). Alumno del matemático Jacquier, ingre-
só en la orden de Santo Domingo. Fue profesor de Teología en la Universidad de
Siena entre 1763 y 1767, en que pasó a la de Pisa, y obispo desde 1776. Era her-
mano del científico Simone Stratico. Como obispo reformador en Dalmacia, fundó
una academia agraria en 1789. Sobre Stratico, vid. Franco VENTURI: Settecento
ríforinatorc, vol. V (2), pp. 394-411.
439. Antonio Dugnani (1748-1818). Sacerdote desde 1771, fue ordenado obispo el 12
de junio de 1785, y nombrado Nuncio en París dos días después. Tras la ruptura
324 J U A N A N D H Es M O K E LI,

iba de Nuncio a París; también había de ir el mismo Monseñor


Nuncio, pero después de haberle esperado un rato envió reca-
do diciendo que ciertos accidentes impensados le impedían el
ir. Improvisó muy bien la Fantastici en varios asuntos que se le
dieron; y como uno de éstos fuese sobre la filosofía de este siglo,
se valió de esta ocasión para echarme en cara un elogio muy
entonado, y hacer ver que había leído mi primer tomo440. Des-
pués nos vimos otras veces en la Academia y en su casa; la hice
ver el librito de Poesías de Meléndez441 que poco antes se había
publicado, y le gustó de suerte que, aunque entiende difícil-
mente el español, desde luego se puso a traducir en verso ita-
liano algunas de sus anacreónticas, y deseó tener el librito, como
en efecto le regalé, a mi vuelta por Florencia, el que para este
fin me enviaste.
La Señora Irene Parenti ni tiene la facilidad ni el mérito de
estas otras, pero no deja de estar muy apreciada. Ella es pinto-
ra y poetisa, pero harto mejor pintora que poetisa, y aunque ni
en uno ni en otro es excelente, sin embargo no le es poco glo-
rioso el poseer en algún grado dos prendas que cada una de ellas
basta para honrar a quien la tiene. Tres mujeres como éstas en
pocas ciudades se hallan, y Florencia puede gloriarse de produ-
cir, aun en las mujeres, ingenios que llaman la atención de los
forasteroas.

NOTICIA DE LA UNIVERSIDAD DE PISA


Como yo estuve en Florencia a fines de junio y principios de
julio, tiempo de vacaciones, tuve ocasión de conocer allí a varios

diplomática entre la Francia revolucionaria y el Vaticano, abandonó Francia el 3


de mayo de 1791. Le sería concedido el capelo cardenalicio el 21 de febrero de
1794.
440. El primer tomo del Dcll'Orígine... había salido de las prensas de la Stamperia
Reale de Pariría en 1782, tres años antes de la redacción de esta carta.
441. Debe referirse al primer tomo de Poesías de D. Juan Meléiulez Valdós, Madrid, J.
Ibarra, 1785.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 325

profesores de Pisa, que debo nombrarte por el respeto que pro-


feso a su mérito. El primero de ellos es Monseñor Fabroni442,
Prefecto o Rector de la Universidad, el cual me honraba ya
antes con su correspondencia epistolar, y entonces me hizo el
favor de venir luego a visitarme, convidarme con su casa, y obli-
garme a lo menos a lograr frecuentemente su compañía en la
mesa. Las vidas latinas de italianos ilustres443, y otras muchísi-
mas obras que ha compuesto, han hecho célebre en toda Italia,
y aun fuera de ella, el nombre de Fabroni. También es famoso
Lampredi por sus obras legales444. Lo es Pignotti445, catedrático

442. Angelo Fabroni (1732-1803). Vid. nota siguiente sobre su obra. Amén de su labor
como biógrafo de italianos ilustres de los siglos XVII y XVIII, tuvo también gran
actividad como impresor y editor, entre otras publicaciones, del Giomale de' Lct-
terati pisano entre 1771 y 1796. Vid. Fiorella MARCIIET: «L'attivita tipografico-
editoriale di Mons. Angelo Fabroni (Pisa, 1771-1803)», en La Bihliofilia, LXXXII
(1980), pp. 51-73.
443. Vitae Italomm doctrina excelcntinm c¡ui saccnlis XV// ct XVIII, Pisis, 1778-1805,
20 vols. Los volúmenes 19 y 20 fueron editados por Domenico Pacchi (1733-1825)
tras la muerte de Fabroni. Se trataba de 154 bio-bibliografías, donde se incluía
correspondencia, parte de la cual había sido publicada en Leí tere inecliie di tioini-
ni illiifitri, Firenze 1773-1775, 2 vols. En 1784 había publicado sus Elogi d'alcnni
iUiifitrí italiani, Pisa, 1784. Andrés opinaba que «algunas de aquellas vidas no están
escritas por Fabroni sino por Marotti, Fontana y Brenna, y en nada ceden, por no
decir más, en erudición y elegancia a las fabronianas», en Origen.... vol. VI, p. 753.
Algunas de estas biografías fueron utilizadas como fuente por Andrés, como la de
Genovesi, perteneciente al tomo XV, al igual que cartas de Sarpi o Galileo. Sin
embargo, Andrés reprochaba a Fabroni que hubiera centrado toda su atención en
la actividad literaria de los biografiados, obviando otros aspectos de la vida de los
seleccionados, en Origen..., vol. Ill, pp. 314-315. También Andrés utilizó la bio-
grafía de Lorenzo el Magnífico, Laurentii Medicis Magnifici vita, Pisis, 1781, 2
vols., en Origen..., vol. Ill, p. 445.
444. Giovanni Maria Lampredi (1732-1793). Lector de Instituciones canónicas en la
Universidad de Pisa desde 1763 hasta 1773, y desde el curso 1773-74 profesor ordi-
nario de Derecho Público hasta su fallecimiento, disciplina en la que destacó en
toda Europa. Sobre Lampredi, vid. Paolo COMANDUCCI: Settecento comerva-
tore: Lampredi e il dirítto naturalc, Milano, Giuffré, 1981. Su obra más conocida es
Del commercio dci popoli nentrali in tempo di guerra, Firenze, 1788, 2 vols., tra-
ducida a diversos idiomas, entre ellos el español, con versión de Cesáreo de Nava y
publicada en Madrid, Imprenta Real, en 1793. Andrés lo citaba en su Origen...,
326 J U A N A N D R É S Mo u ELL

de física y autor de algunas obritas de esta ciencia, pero más


conocido por su librito de fábulas esopianas446. Guadagni, pro-
fesor de física experimental, y Santi447 de química, son sujetos
de distinguido mérito. Tuve el gusto de conocer a todos éstos, y
particularmente con Pignotti concurrí con frecuencia a la mesa
del Gran Prior Corsini, de quien está muy favorecido, y con
Santi trabé amistad.
Mientras estaba en Florencia di una breve vuelta por la
Toscana. En Pisa uno de los objetos más dignos de ser exami-
nados con atención es la Universidad448, por ser de las más
famosas de toda Italia, y conocida en toda Europa por Galileo y

vol. V, p. 560. Dejó la enseñanza en 1792 al ser llamado para colaborar en la redac-
ción de un nuevo código.
445. Lorenzo Pignotti (1739-1812). Nacido en Arezzo. Profesor extraordinario de Físi-
ca de la Universidad de Pisa desde 1774. Miembro de la Academia de las Bellas
Artes de Florencia que sustituyó a la famosa Accademia del Disegno, nacida en
1563 a iniciativa de Vasari. Su presidente, Giovanni Federighi, le encargó la reali-
zación de las voces sobre arquitectura militar y táctica para su proyectado Dizio-
na río delle art i del disegno.
446. Sus fábulas, muy editadas en el siglo XIX, fueron publicadas con el título de Faoo-
le c novelle. Hay edición en Venecia de 1785. También imitó las sátiras de Hora-
cio. No eran del gusto de Andrés, pese a su éxito, pues «carecen de la tan deseada
neutralidad y verdad», en Origen..., vol. Ill, p. 377.
447. Giorgio Santi (1746-1822). Alumno de Felice Fontana. Desde 1782 era profesor
de botánica e historia natural en Pisa. Fue director del Jardín Botánico. Andrés lo
consideraba químico por sus trabajos sobre análisis de aguas minerales, especial-
mente por Analisi cliimica dclle deque dei bagni pisani, Pisa, Raffaelli, 1789, y,
sobre todo, por ser el introductor en Pisa de los grandes temas de la química euro-
pea, en Origen..., vol. V, p. 47 y vol. VI, p. 835. Santi definió la revolución que la
Química conoció a finales de siglo como «un torrente precipitoso che trova osta-
coli, é vero, nía che li supera, e che seco vittoriosamente tutto trasporta», en Fer-
dinando ABBRI: «La Cliimica in Toscana da Fontana a Gazzeri», en Giulio
BARSANTI, Vieri BECAGLI y Renato PASTA (eds.): La política dclla scienza.
Toscana e stati italiani nel tardo Scttecento, Firenze, Leo S. Olschki, 1996, pp. 265-
277. Cita en p. 277.
448. Creada en 1343 por Bula Pontificia, no sería hasta tiempos de Cosme I, que la dotó
de nuevos estatutos, cuando el Estudio Pisano alcanzó prestigio en Europa. En la
segunda mitad del XVIII se crearon nuevas cátedras científicas y un observatorio
astronómico. Vid. Storia dell'Universitá di Pisa, Pisa, Pacini, 1993, 2 vols.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 327

otros hombres grandes que han enseñado en ella. Pero como


cuando yo estuve era tiempo de vacaciones, y por consiguiente
estaba todo cerrado, y ausentes los más de los profesores (algu-
nos de los cuales conocí en Florencia como ya te he dicho), no
pude examinarla por mí mismo, y pedí después a un amigo, que
tiene mucha parte en ella, una individual relación. Éste me hizo
el favor de enviarme la que voy a copiarte, estando bien per-
suadido de que no puedo por mí mismo dártela más clara, ni
más exacta.
He aquí, pues, de que modo se explica: «Aquella Universi-
dad tiene un Prefecto general y único superior, que informa al
Príncipe de lo que pertenece al régimen de ella, y es siempre un
sujeto distinguido (ahora lo es Monseñor Fabroni que te he
nombrado antes, el cual es también Prior de la Orden militar de
San Esteban de Toscana449, Orden muy distinguida que exige
calificada nobleza, y que tiene en Pisa su asiento e Iglesia prin-
cipal). Hay un Tribunal que juzga todas las causas civiles y cri-
minales pertenecientes a los maestros, y a los estudiantes. Los
más de éstos son toscanos, pero suelen concurrir también algu-
nos genoveses, luqueses, corsos y griegos. Hay un Colegio de
piamonteses fundado por un piamontés Del Pozzo450, Arzobis-
po, de Pisa. El Cardenal Ricci de Montepulciano451 fundó otro
Colegio para sus paisanos; el de la Sapientia es para toscanos
pobres, que nombra el Príncipe a consulta del Prefecto, y para

449. La Sacro Militare Online di San Stefano fue creada por el Gran Duque Cosme de
Mediéis y aprobada por el Papa en 1561. Era Gran Maestre el misino Duque, y
tenía su sede en Pisa, donde se custodiaban los estandartes tomados a los turcos.
450. Se trata del Collegia Putcano di Pisa, fundado en 1604 por el Arzobispo Cario
Antonio Da Pozzo con el propósito de favorecer estudios en la Universidad de Pisa
a jóvenes de poblaciones piamontesas que venían indicadas en el artículo IV de sus
estatutos.
451. Giovanni Ricci de Montepulciano (1497-1574). Al servicio del cardenal Gian Mana
Ciocchi, futuro Julio III, fue Nuncio en Portugal, y desde 1544 obispo de Siponto. Fue
elevado al cardenalato en 1551. Creador de la Villa Medici sobre el Pindó en 1564,
que fue adquirida por Fernando de Mediéis en 1576, tras la muerte del Cardenal.
328 JUAN ANDRÉS M o u K L L

ello deben sujetarse a un examen; y el Ferdinandeo para jóve-


nes que nombran algunas comunidades del estado.
»E1 número de maestros no es fijo. El observatorio astro-
nómico452 está bien provisto, y su descripción se lee en la pre-
fación a las primeras observaciones que se publicaron, pero
desde entonces se ha aumentado mucho. El profesor debe
publicar cada dos años sus observaciones, y Slop453, que lo es
hoy en día, ha publicado ya varios bienios, que se ven citados por
los más doctos astrónomos, quienes nombran con particular ala-
banza las observaciones que establecen la teoría del nuevo pla-
neta Herschel404. Slop es diligente e infatigable, y puede pasar
por uno de los mejores astrónomos de Italia, o por el mejor,
puesto que en el día no sé que haya otro que pueda comparar-
se con él. El álgebra tiene un excelente maestro en la persona
de Paoli455, cuyos opúsculos impresos en Liorna, su patria4'56, y

452. Su construcción fue iniciada en 1734, siendo uno de los primeros observatorios de
Italia y el primero de la Toscana. Su primer director fue el profesor de astronomía
de la Universidad de Pisa Tominaso Perelli (1704-1783), quien en 1765 contó con
la ayuda de Slop de Caclenberg, quien posteriormente le sustituyó al frente del
observatorio.
453. Giuseppe Antonio Slop de Cadenberg (1740-1808). Trentino de origen y astróno-
mo de Pisa. Fue profesor extraordinario de Astronomía en la Universidad pisana
desde 1771 hasta 1783, y ordinario de esa misma disciplina desde el curso 1783-
1784. Sustituyó a Tom maso Perelli en la dirección del observatorio pisano e inició
la publicación de volúmenes que recogieran las investigaciones astronómicas allí
efectuadas, de los que llegaron a editarse seis.
454. Se trata del nuevo planeta Urano, descubierto en 178] por el astrónomo William
Herschel (1738-1822), quien construyó por sí mismo sus telescopios. Andrés des-
tacó este descubrimiento diciendo: «su más notable e importante descubrimiento
ha sido el del nuevo planeta conocido bajo el nombre de Herschel y de Urano, el
cual ha dado desde luego a los astrónomos motivo para muchas especulaciones y
tal vez podrá con el tiempo acarrear grandes mutaciones a las teorías astronómi-
cas», en Origen..., vol. IV, p. 323.
455. Pietro Paoli (1759-1839). Nacido en Livorno. Lector extraordinario de Álgebra en
la Universidad de Pisa desde 1784 hasta 1799. Fue miembro de la Socictei Italia-
na fundada en 1782, siendo el más joven de los cuarenta científicos que la consti-
tuyeron, pues contaba con sólo 23 años. De ahí que Andrés destaque también su
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 329

algunas memorias de las Actas de Verona manifiestan muy bien


su profundidad en la ciencia que profesa, y que no se excederá
quien, aunque joven, le coloque entre los primeros algebristas
vivos de Italia. El Padre Abate Cometti457, otro profesor de
matemática, ha publicado muchas partes de un curso de ella, de
las que se hace uso en varias escuelas; pero aunque es loable por
el método y claridad, no manifiesta un ingenio creador. De éste
goza Tommasini458, antiguo profesor de álgebra, aunque es algo
singular en sus principios, y su obra de los máximos y de los
mínimos le da mucho honor459.
»La física tiene tres profesores. Bartolomé Bianucci460 es
tal vez el primero que introdujo entre nosotros los principios de
Newton; sabe bien las matemáticas; está muy versado en las
buenas letras; tiene una facilidad admirable en recitar oportu-
namente largos pasajes de autores clásicos; no ignora la teología,
y es respetado de todos, no menos por su talento, que por la reli-
giosidad de sus costumbres. Discípulo suyo es el Doctor Andrés
Ostili461, que, después de haber enseñado varios años la física

juventud. Publico sus Element i di algebra, Pisa, Mugiiiaiui, 1794, 2 vols., de la que
se hicieron varías ediciones.
456. Andrés debe referirse a Opitscnla analytica, Liburni, 1780.
457. Ottaviano Cometti (1711-1789). Amplió el libro de Andreae Tacquet (1612-1660)
Elementa Enclidea geometriae planae, Venetii, Remondiniana, 1762, 2 vols.
458. Jacopo-Andrea Tommasini (1741-1790). Natural de Pietrasanta. Lector de Álgebra
universal en la Universidad de Pisa entre 1764 y su jubilación en 1789.
459. Jacopo-Andrea Tommasini: De maximis ct minimis ad institntiones geométricas
accomodatis specimen, Pisis, Pizzorni fratelli, 1774.
460. «Binucci» en el original. Bartolomeo Bianucci (1718-1791). Natural de Montecar-
lo. Lector de Lógica en la Universidad de Pisa en el curso 1745-46, y desde 1746
hasta 1750 lector de Instituciones dialécticas. Profesor extraordinario de Física
durante el curso 1750-51 y ordinario de esta misma disciplina desde 1751-52 hasta
su fallecimiento.
461. Andrea Ostili (1736-1797). Natural de Florencia. Profesor de física de la Univer-
sidad de Pisa desde 1765, formó parte de la comisión nombrada en 1767 por el
Gran Duque Pietro Leopoldo para proponer ideas para su reforma, vid. Leonar-
do RUTA: «Tentativi di riforma dell'Universita di Pisa sotto il Granduca Pietro
330 J U A N A N D U E S M o u ELL

juntamente con su maestro, ha quedado privado de él la Uni-


versidad por haber sido nombrado maestro de filosofía y mate-
mática de los hijos del Gran Duque, cuya elección ha sido muy
acertada por reunirse en este sujeto la doctrina, el juicio y la
prudencia. Es tan excelente escritor italiano, que en cuanto ha
escrito nihil est quod addere Del demere possis46'2. Pignotti es el
tercer profesor, pero mejor poeta que físico.
»Para la física experimental está Josef Guadagni, hombre
diligente y exacto, que sabe explicar, ejecutar y aun perfeccio-
nar todas las experiencias con claridad, orden y aseo. Profesores
de Química son Nicolás Branchi463, el cual, aunque viejo, sabe
cuanto se ha inventado y se inventa en esta ciencia, y repite muy
bien todas las experiencias; y Jorge Santi464, que ha ejercitado
por muchos años en París, y que además de la química profesa
la historia natural y la botánica; Boscovich 465es su panerigista,

Leopoldo (1765-90)», en Qtiaderni fiorentini per la storia del pcnsiero ginridico


1979, pp. 197-273, nota 46. Fue preceptor de los Archiduques entre 1784 y 1792.
462. «No hay nada que se pueda añadir o quitar».
463. «Bracci» en el original. Antonio Niccoló Branchi della Torre (1723-1810). Natural
de Florencia. Comenzó como profesor extraordinario de Química en el curso de
1757-58 hasta 1774-75, pasando a ordinario de esa misma disciplina en 1775-76.
464. Giogio Santi (1746-1822). Natural de Pienza. Desde el curso 1782-83 ejercía de
profesor ordinario de Botánica, Historia Natural y Química.
465. Se trata del ex-jesuita Ruggiero Giuseppe Boscovich (1711-1787). Natural de
Ragusa (Dubrovnik), en Croacia, destacó en las matemáticas y fue defensor del
heliocentrismo copernicano. Llegó a Roma para enseñar matemáticas en el Cole-
gio Romano en 1740. Fue profesor en la Universidad de Pavía entre 1764 y 1769,
en que pasó a Milán como profesor de las Escuelas Palatinas. En 1773 pasó a París
como Director de Óptica de la Marina francesa, hasta su regreso a Italia en 1782.
Vid. C. OÑATE: «Un sabio del siglo XVIII», en Letras de Detisto 18 (1988), pp.
199-209, y sobre todo Ugo BALDINI: «Boscovih e la tradizione gesuitica in filo-
sofía naturale: continuita e cambiamento», en Ntincius 2 (1992), pp. 3-68, y Giu-
seppe COSENTINO: «L'insegnamento delle matematiche nei collegi gesuitici
nell'Italia settenlrionale», en Physis, 1971, pp. 205-217. No es recomendable por
excesivamente hagiográfica la voz «Boskovic», en el Diccionario Histórico de la
Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, vol. I, pp. 499-500, debido a I. Strilic,
donde el jesuíta es presentado como precursor de la teoría de la relatividad y
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 331

pero tal vez con sobrada generosidad. La medicina tiene en el


Doctor Petri466, médico de los baños, un excelente maestro; es
prudente y moderado en sus principios, diligente en sus obser-
vaciones y juicioso en la composición de sus escritos. Después
de éste entra el Doctor Torrigiani467. Vaccá468 tiene tal vez más
ingenio que estos dos, pero es atrevido en sus principios, y se
figura ver luz donde no la hay; ha publicado varias obras que son
estimadas y buscadas. El joven Catellacci es excelente en la ana-
tomía, y ahora ha ido a Inglaterra con Milord Cowper, donde
podrá perfeccionarse en su arte; es de ingenio vivo; posee bien
las lenguas latina y griega; ama las buenas letras, y yo espero
mucho de él. Su antecesor Brogiani469, muerto pocos meses ha,

superior a Newton y a Leibniz. Andrés, que lo consideraba «astrónomo doctísimo»,


destacó su afán por la mejora de los medios de observación astronómica, en Ori-
gen..., vol. IV, pp. 264-6 y 321.
466. Giuseppe Petri (¿-1806). Natural de Montecarlo. Desde 1762 hasta 1780 fue profe-
sor extraordinario de Medicina práctica de la Universidad de Pisa, pasando a ser pro-
fesor ordinario de la misma disciplina desde 1780-81 hasta su jubilación en 1798.
467. Francesco Torrigiani (¿-1816). Nacido en Pescia. Profesor de Medicina práctica en
la Universidad de Pisa desde 1781, y primer profesor clínico en el Hospital de
Santa Chiara de Pisa.
468. Francesco Vaccá Berlingheri (1732-1812). Natural de Ponsacco. Profesor extraor-
dinario de Cirugía teórica en la Universidad de Pisa desde 1766 hasta 1782, en que
pasó a profesor ordinario de esa misma disciplina. Médico del Hospital de Santa
Chiara. Publicó varios tratados de medicina: Delia nutrizione accrescimento
dccrescimento e morte senile del corpa umano, Pisa, Paolo Giovanelli, 1762, ree-
ditada en 1801 en Venecia, y Elementi di física del carpo humano in stato di salu-
te, Pisa, Carotti, 1783.
469. Domenico Brogiani (1716-1786). Florentino. Profesor de Instituciones dialécticas
de la Universidad de Pisa desde el curso 1748-49 a 1750-51. Nombrado profesor
extraordinario de Medicina teórica entre 1751-52 y 1753-54, pasó a ser ordinario
de Anatomía desde 1754-55 hasta su fallecimiento. Formó parte de la comisión
nombrada en 1767 por el Gran Duque Pietro Leopoldo para la reforma de la Uni-
versidad, en Leonardo RUTA: «Tentativi di riforma dell'Universita di Pisa sotto il
Granduca Pietro Leopoldo (1765-90)», en Quaderni fiorentini per la storia del
pensicro giurídico, 1979, pp. 197-273, nota 46. Publicó un Elogia di Francesco
Redi, Pisa, Pizzorni fratelli, 1779, y su obra sobre los venenos animales, que cita
Andrés y que queda reseñada en la nota siguiente.
332a JUAN ANDRÉS Mo u F. L L

tenía gran concepto en Toscana, pero era gratuito, y su libro de


los Venenos es poco estimable4'0.
»Fassini471, dominico, y ahora Abate, es hombre docto, de
bello ingenio y conocido por muchas obras; enseña la historia
eclesiástica, y le distinguen la crítica, la erudición y la libertad
de pensar. El Padre Adam i, que ha sido General de los Servitas,
tiene algún nombre en la teología, y a él se debe en gran parte
la bella biblioteca de la Anunciata de Florencia. Hablando de
bibliotecas la de la Universidad tendrá unos 20.000 libros, pero
es más útil por lo selecta, que magnífica por copiosa. Lo mismo
se puede decir del gabinete de historia natural. El jardín botá-
nico, aunque el más antiguo de Italia472, cede a los de las otras
Universidades; pero los generosos cuidados del Soberano harán
que dentro de algunos años pueda compararse por los mejores.
»Creo que en lo legal nuestra Universidad sea la primera
de Italia. Vannucchi473, hombre eruditísimo, trata muy bien el
derecho feudal, es al mismo tiempo buen poeta, y si hubiera
amado más la gloría que el dinero, amor que le ha empeñado a

470. Domenico Brogiani: De veneno aniínantiiim natiirali et adc/nisiio tractaíu.s, Flo-


rentine, Bonclucci, 1752.
471. Vincenzo Domenico Fassini O.P. (1728-1787). Natural de Racconigi. Lector cíe
Sagrada Escritura en la Universidad de Pisa entre 1772 y 1784, y lector de Sagra-
da Escritura e Historia Eclesiástica desde el curso 1784-85 hasta su muerte. Publi-
có obras de historia eclesiástica, como De vcteniin (¡nonindam diristianonim
propríis sclcstis(¡ue nominibns dissertatio, Venetiis, Zatta, 1772, 152; Divinae libri
Apocalijpfieofi auctorítatis vindiciac ex momimentis graccis, Lucae, Bonsignori,
1778, y De apostólica origine Evangelioniin ecclesiae catliolicac libcr singularis
advcrsus Nicolaiim Freretuin, Liburni, 1775. Fue el editor de la Histoirc de Id
Tliéologie, obra póstima de Bonaventure d'Argoune, Lucca, Bonsignori, 1785.
472. Uno de los más antiguos fue el Jardín Botánico de Pisa fundado por Lúea Ghini en
1533, anterior al de Padua, creado por Buonafede poco después.
473. Antonio Maria Vannucchi (1724-1792). Natural de Castelfiorentino. Profesor
extraordinario de Derecho feudal de la Universidad de Pisa desde el curso 1751-
52. Como jurista publicó Dissertazione del método di acíjuístarsc la giitrispnidvn-
za crítica, Firenze, Bonclucci, 1750. Como poeta utilizó el seudónimo de Soristo
Filandrio.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 333

aceptar cuantas causas forenses se le presentaban, hubiera podi-


do aumentar mucho la fama de la Universidad. Lampredi es un
feliz ingenio, y profesor de derecho público, del que ha impre-
so las Instituciones474, y antes de serlo publicó algunos libritos
sobre la filosofía de los etruscos4'0, y otras cosas pertenecientes
a la erudición; todo lo cual le hace muy estimable entre nosotros
y en el resto de Italia. Maccioni4'6 y Tosí47' son dos excelentes y
eruditísimos maestros de leyes. El Doctor Pellegrini478, sucesor
del célebre Guadagni4'9 en la intei-pretación de las Pandectas,
es un jurisperito práctico, que pasma a los más ejercitados y

474. Se trata de los dos volúmenes de Juris publici universally sive juris naturae et gen-
tium tlieorcmata, Liburni, Vincentius Falenius, 1776-1778, 2 vols. Su obra más
importante, Del commercio dei popoli neutrali in tempo di guerra, no sería publi-
cada hasta 1788.
475. Giovanni María Lampredi: Saggio sop reí la filosofía degli anticlii Etrusclii, Firen-
ze, Bondueei, 1756.
476. Migliorotto Maccioni (1732-1811). Nacido en Patrovecchio. Fue profesor de Ins-
tituciones civiles desde 1758 hasta 1762, en que pasó a la docencia de Derecho
civil. Era uno de los discípulos predilectos de Giovanni Lami y decidido partida-
rio de la renovación de la jurisprudencia. Desde 1792 fue profesor de Pandectas.
Publicó Osscrvazioni e dissertazioni varié sopra il diritto feudale concernenti l'is-
toria, e le opinioni di Antonio da Protoveccliio celebre giureconsulto del secólo XV
e rifonnatorc dei libri de'feudi, Livorno, Marco Coltellini, 1764.
477. Lorenzo TOSÍ (¿-1816). Florentino. Profesor de derecho civil de la Universidad de
Pisa desde 1762. Formó parte de la comisión nombrada en 1767 por el Gran
Duque Pietro Leopoldo para la reforma de la Universidad, en Leonardo RUTA:
«Tentativi di riforma dell'Universita di Pisa sotto il Granduca Pietro Leopoldo
(1765-90)», en Qiuiderni fiorcntini per la storia del pensiero ghirídico, 1979, pp.
197-273, nota 46.
478. Bartolomeo Francesco Pellegrini (1718-1794). Nacido en Coreglia Antelminelli,
fue lector de Instituciones civiles desde 1744 a 1758, año en que fue nombrado
profesor extraordinario de Derecho civil hasta 1760, en que ejerció como profesor
ordinario. En el curso 1785-86 pasó a profesor ordinario de Pandectas, jubilándo-
se en el curso 1793-94.
479. Leopoldo Andrea Guadagni (1705-1785). Florentino. Profesor de Instituciones
civiles entre 1737 y 1743, y de Pandectas entre 1743 y 1785. En 1752 publicó su
De florentino Pandectanun exeinplari an sit impcnit, Romae, Palearini, 1752.
334 JUAN ANDRÉS M o aELL

famosos. El Doctor Foggi480, profesor de instituciones civiles,


sirve al Archiduque Fernando en el estudio de las diferentes
partes de la jurisprudencia. El Canónigo Albizi481, profesor de
cánones, es conocido por su varia erudición, y por su selecta
librería. Otro profesor de cánones (muy estimado del Príncipe,
y con razón) es el Caballero Peribeni, cuyo amor a la quietud y
al retiro ha hecho que no se manifestase al mundo su varia doc-
trina. Con un poco de ambición hubiera lucido mucho en la
república literaria; pero no quiere otra gloria que la de ser útil
a sus discípulos y cumplir con su obligación.
»El Padre Antonioli482, esculapio y profesor de buenas
letras, tiene mucho ingenio y buen gusto, y posee bien el latín y
el griego. Es bibliotecario un tal Del Turco483, ilustre viajero, de
grande ingenio y de saber no vulgar, pero extravagante en su
doctrina y en sus hechos. Malanima484 es vicebibliotecario y pro-

480. Francesco Foggi (1748-1824), Profesor de Instituciones canónicas entre 1775 y


1782, en que pasó a explicar Derecho canónico hasta 1784. Entre 1785 y 1787
explicó Derecho civil, para volver a dedicarse a la docencia del Derecho canónico
entre 1788 y 1799. Publicó Saggio sopra l'impnnita leggittiina o l'asilo, Livorno,
Falorni, 1774.
481. Francesco degli Albizi (1722-1787). Canónigo pisano. Desde el curso 1743-44
hasta el de 1754-55 estuvo encargado de impartir Instituciones canónicas como
lector, y desde 1755-56 hasta su fallecimiento como profesor ordinario.
482. Garlo Antonioli (1728-1800). Nacido en Correggio. Comenzó su docencia como
lector de Instituciones dialécticas en el curso 1752-53, pasando a lector de Etica y
Metafísica desde el curso 1761-62 hasta 1765-66. Entre 1766-67 fue lector de
Lengua y Literatura griega, y de Letras Humanas desde el curso 1774-75. Publi-
có Antica gemma etnisca spiegata ed illustrata con due dissertazioni, Pisa, Giova-
nelli, 1757.
483. Giovanni Del Turco. Sucedió como director de la Biblioteca de la Universidad de
Pisa a Giovanni Gualberto De Soria en 1768, y ejerció su cargo hasta 1780, siendo
sustituido por Cesare Malanima, que era vicebibliotecario. Siendo vicebiblioteca-
rio de De Soria, Del Turco publicó su Illnstrazione ai principi mntteinatici di filo-
sofía naturale d'lsacco Newton, Livorno, Marco Coltellini, 1745.
484. Cesare Malanima (1736-1819). Profesor de Lenguas Orientales desde 1773. Suce-
dió en la dirección de la Biblioteca de la Universidad de Pisa a Giovanni Del Turco
en 1780, y fue el responsable de la Biblioteca hasta su fallecimiento en 1819. En 1798
redactó el Catalogus Bibliothecae Pis. Accademiae. Sobre su posición contraria a
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 335

fesor de lenguas orientales; no tiene ingenio ni gusto, pero sabe tal


vez lo que enseña. La dotación anual de la Universidad es de 16.000
escudos, o pesos fuertes que están a disposición del Prefecto».
Te he copiado esta larga descripción, porque creo que ten-
drás gusto de ver el estado de aquella Universidad, y el juicio
que hace de sus profesores una persona que los conoce, y que
habla con libertad confidencial. En Bolonia no pensé en buscar
tales noticias, habiendo estado allí tanto tiempo, y conociendo
personalmente los más de los profesores; lo siento ahora, por-
que tal vez hubiera sido de tu gusto una noticia semejante de
aquella Universidad y de su Instituto, dos cosas diferentes, pero
que entre las dos forman una Universidad o cuerpo de estudios
el más lleno y cumplido de Italia, aunque no se puede negar que
la fama de los estudios de Bolonia ha decaído mucho en estos
últimos años.

OTRAS COSAS NOTABLES DE PISA Y DE OTRAS CIUDADES DE TOSCANA


En el poco tiempo que estuve en Pisa, el célebre astrónomo Slop
me mostró el observatorio, y me hizo ver con gusto la delicadez
y primor de los instrumentos, y el Doctor Malanima la bibliote-
ca de la Universidad aunque muy de prisa. El Padre Antonioli no
se separó de mí ni un momento, y me favoreció con su compa-
ñía y luces para hacer que tuviese el gusto de ver las raridades de
la Catedral, de la célebre torre de campanas485 (la cual sin embar-
go de estar tan torcida que parece que vaya a caer, dura sólida y
firme cinco o seis siglos ha sin haber padecido el menor vaivén),

la pena de muerte, vid. Salvatore ROTTA: «Un awersario della pena di inorte:
Cesare Malanima (1786)», en Studi in memoria di Giovanni Tardío, Milano,
Giuffré, vol. I, pp. 467-540, donde se analiza su obra Commentarío filológica-crí-
tico sopra i (Jclitti e le pene secando il gins divino, Livorno, Tommaso Masi, 1786.
Fue editor, entre 1789 y 1790, del Decameron de Boccaccio, publicado en 4 vols.
485. El campanario de la Catedral, de planta circular, conocida por la Torre de Pisa,
cuya construcción se inició en el siglo XII.
336 J U A N A N D R É S MOHF.LL

del singular y bellísimo Bautisterio486 y de la grande obra del


Campo Santo487, que ella sola prestaría materia para un tomo
entero. Estos preciosos monumentos son sumamente importan-
tes para la historia de la arquitectura, escultura, pintura y tam-
bién varias de las otras artes, y no pueden verse sin mucho gusto
aun por quien no entiende de estas cosas.
En esta ocasión estuve en Liorna, donde vi la Iglesia de los
Armenios y la de los Griegos488, algunas riquísimas tiendas de
mercaderes, especialmente la de Micali489, cual no he visto otra,
el puerto490 y poco más que hay allí que ver. Como entonces
estaba en aquel puerto la armada que trajo a los Reyes de Ñapó-
les, pasé a bordo del navio en que venían SS.MM. y quedé sor-
prendido de la belleza, comodidad, riqueza y magnificencia que
se veía en todo él.
Pasé por los baños de Pisa, famosos en toda Italia491; pasé
por Lucca, y formé alguna idea de aquella ciudad y república;

486. El Batisferio, dedicado a San Giovanni, se alza frente a la fachada de la Catedral.


Se trata de un edificio cilindrico, resultado de distintas fases constructivas de más
de dos siglos, tras su inicio en 1153.
487. Construido a fines del siglo XIII, conserva frescos de los siglos XIV y XV de Tadeo
Gaddi, Andrea Bonaiuti y Benozzo Gozzoli, 84 sarcófagos y estatuas romanas,
esculturas y lápidas.
488. A fines del siglo XVI ya residían en Livorno una colonia armenia, dotada de consu-
lado propio, y otra griega, cuando Cósimo I potenció la flota del Gran Ducado para
combatir la piratería mediterránea. La comunidad armenia inauguró su iglesia, pro-
yectada por Giovanni del Fantasia, en 1714, mientras que la griega construyó a sus
expensas la de la Santísima Trinidad en 1760, después de que en 1757 el Gran
Duque Pietro Leopoldo concediera un estatuto específico a la comunidad ortodoxa.
489. Giacinto Micali era el más importante negociante de Livorno, especializado en la
importación de productos ingleses en uno de los puertos más activos del Medite-
rráneo. La importancia de Micali se puede apreciar en el catálogo de géneros que
tenía a la venta en 1789, impreso en la imprenta de Tommaso Masi, y que incluía
ron jamaicano, mostaza francesa, bustos de mármol, porcelanas, sedas chinas, ins-
trumentos musicales y un largo etcétera.
490. Livorno poseía uno de los puertos más importantes de Italia. De Brosses en 1739
lo encontró «lleno por completo de buques mercantes», en Viaje..., vol. I, p. 345.
491. Situadas en la Puerta de Lucca existían los restos de unas antiguas termas roma-
nas de la época de Adriano.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 337

pero no pude ver los códices y algunas raridades literarias que


contiene, por no estar entonces en la ciudad dos caballeros que
eran los únicos que allí conocía; pasé por Pistoya y por Prato, y
en sólo el espacio de tres días tuve el gusto de correr la más bella
y mejor parte de la Toscana.
Pero lo que me causó mayor complacencia fue el que vuelto
a Florencia tuve la honra de ser presentado a su A.R. la Señora
Infanta Gran Duquesa492 por el Gran Prior Corsini, su Mayordo-
mo mayor. Esta gran Princesa, que divide sabiamente las horas
entre Dios, su familia, sus labores y sus libros, había tenido la
paciencia de leer todo mi primer tomo, y la bondad de honrar-
lo con su soberana aprobación, y con sus elogios tan dignos de
ser apreciados. Me recibió con singular humanidad; usó conmi-
go las más benignas expresiones, propias de su ánimo dulce y
generoso, y habiéndome detenido un buen rato, con suma afa-
bilidad y varios discursos (en que me manifestó la memoria y
afecto que conserva a España, y lo mucho que se interesa en el
honor de ella), me despedí lleno de inexplicable complacencia
y de gratitud, añadiendo para colmo de sus favores que me
esperaba otra vez a mi vuelta de Roma. En efecto, entonces me
presenté de nuevo a besarla la mano, y esta segunda vez hallé a
S.A. igualmente humana y afable, tan llena de bondad y cle-
mencia como la había encontrado la primera. Le presenté tu
traducción de mi obra493, como también el original que para
este efecto había hecho venir de Parma, y tuvo la dignación de
mostrar que le era apreciable uno y otro.

492. María Luisa de Borbón, hija de Carlos III. Su boda se había negociado al tiempo
que la del rey de Ñapóles, Fernando IV, con la Archiduquesa María Carolina. La
ceremonia nupcial se celebró en Innsbruck el 5 de agosto de 1765, pocos días des-
pués de la muerte del Duque de Parma Felipe de Borbón, tío de la Infanta espa-
ñola y suegro del Emperador José II, hermano de Pietro Leopoldo. Vid. Adam
WANDRUSZKA: Pietro Leopoldo. Un grande rifonnatore, Firenze, Vallecchi Edi-
tore, 1968, pp. 100-103.
493. La traducción de Dett'Origme al castellano, efectuada por Carlos Andrés, comen-
zó a editarse en 1784 por Antonio Sancha.
338 J U A N A N D R É S M O K E u,

A la vuelta tuve también el distinguido honor de presen-


tarme al Gran Duque, lo que no había logrado a la ida por estar
S.A. ausente cuando llegué, y después indispuesto; y además de
haberme recibido con mucha humanidad, me han escrito des-
pués que ha tenido la bondad de acordarse de mí, y honrarme
con expresiones de algún aprecio. Un acontecimiento impensa-
do me hizo encontrar con el Excmo. Sr. Marqués Manfredini494,
Ayo de los Archiduques, a quien no conocía; me llenó de las más
lisonjeras expresiones, y, habiéndome hecho el honor de pre-
sentarme a sus Reales discípulos, me hizo ver otra prueba del
favor que debía a la Gran Duquesa, en la benigna acogida y
honoríficas expresiones que me dispensaron sus hijos, nacidas,
según me dijo el Señor Marqués, de lo bien que habían oído
hablar de mí a su Augusta Madre.
Sobre lo mucho y bueno que hay que ver en Florencia me
olvidaba decirte una singular circunstancia, que es la suma faci-
lidad de verlo todo sin el más mínimo gasto, puesto que no sólo
no se debe, pero ni aun se puede regalar un ochavo a los custo-
des que están pagados por el Príncipe con orden severa de no
recibir cosa alguna. Es realmente una grandiosidad del Gran
Duque tener, en la Capilla de San Lorenzo, en la galería y en
todos los establecimientos públicos, criados para todo el mundo,
quienes a expensas de S.A. guardan, cuidan, y lo tienen todo
limpio y bien puesto, y están allí a pie firme para servir a todos
los que se presentan, acompañarlos, guiarlos y mostrarlos todas
las cosas sin el menor interés. Yo tuve la ventaja de ser conoci-
do de los Directores y Prefectos de la galería, museo y bibliote-
cas, los cuales me hicieron el favor de mostrarme por sí mismos
con más particularidad cada cosa, y de ayudarme con sus sabias
reflexiones; pero el más pobre y desconocido puede ir cuantas
veces quiera, asegurado de que será bien recibido y servido
atentamente de los custodes que están allí para esto.

494. Federico Ferdinando Manfredini di Rovigo. General, era instructor de los hijos de
Pietro Leopoldo de Toscana. Vid. Adam WANDRUSZKA: Op. cit., p. 582.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 339

Mucho podría decirte de la corsa de'cocchi, o carrera de los


coches, divertimiento del gusto de los antiguos romanos que no
he visto en otra parte, y de otras diversiones públicas que cabal-
mente hubo en los días que estuve en aquella ciudad; mucho de
los favores que recibí de aquellos Señores y literatos; mucho del
gobierno y de la legislación toscana (de la que se habla ahora en
toda Europa, y que yo quise examinar con alguna atención);
pero sería nunca acabar, y no hallaría jamás modo de salir de
esta ciudad.
Lleno de complacencia de los veinte días felices que había
gozado en ella; confuso de los honores no merecidos que debía
a su A.R. y a los urbanísimos florentines; y penetrado de una
dulce melancolía por dejar aquellos lugares y personas que me
habían sido de tanto gusto, me puse en camino para Roma, per-
suadido de no poder hallar hasta que llegase a ella cosa que lla-
mase mi atención después de las muchas y bellas que había visto
en Florencia.
Pero al día siguiente mudé de opinión hallando en Siena
muchas cosas que me causaron admiración y gusto aun tenien-
do tan presentes las de Florencia.

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE SIENA


Santi, de quien te he hablado arriba, me dio cartas muy expre-
sivas para Pandolfo Spannochi495, culto caballero, y para el
Abate Ciaccheri496, bonísimo y afabilísimo literato, a quien la
biblioteca y el museo de la Universidad deben todo su ser, y la
patria las muchas luces que de sus antiguas artes ha adquirido
en estos tiempos. Spannochi me enseñó en su casa muchos

495. Pandolfo Spannocchi fue arrestado en los violentos conflictos que afectaron la
Toscana en 1790.
496. Giuseppe Ciaccheri (1724-1804). Bibliotecario de la Universidad senense, era al
mismo tiempo responsable de la Pinacoteca de Siena, cuyas colecciones inició.
340 JUAN A N D R É S MOR ELL

dibujos y cartones del célebre pintor sienes Beccafumi 49 ', que


debió mucho a sus antepasados. Este caballero tuvo que irse al
Palacio de la ciudad por no sé qué empleo que ejerce, y entre-
tanto estuve con el docto y amable Ciaccheri, quien me hizo ver
en su recién nacida biblioteca muchas cosas que podrían dar
honor a la más adulta y formada: tales son una gran colección de
cartas originales de Ochino498, de Soncino499, de Cittadini000, de
Macchiavelo y de otros hombres famosos; un antiquísimo Ritual
sienes del año 1213, publicado recientemente por el Padre
Trombelli, aunque sin la correspondiente exactitud501 (en el cual
entre otras cosas muy reparables me hizo observar Ciaccheri un
lugar, donde se dice que sean tres los cantores de la epístola
empezando uno un verso hebreo, otro uno griego, y el tercero
uno latino); un códice de principios del siglo XV lleno de varian-
tes arábigas del Salterio; un misal con miniaturas no muy bue-
nas en letra bellísima, escrito en el año de 1463 por un clérigo
de Barcelona llamado Juan, y varios otros misales que tienen
alguna particularidad importante para la historia, la liturgia, o
las buenas artes.

497. Domenico di Giacomo, conocido por Beccafumi (1486-1551). Es uno de los pri-
meros pintores que se inclinaron hacia el manierismo.
498. Bernardino Ochino (1487-1564). Franciscano observante, fue amigo del erasmis-
ta Juan de Váleles. Perseguido por su defensa de la justificación por la fe, se incor-
poró a la Reforma protestante. Algunas de las cartas de Ochino fueron publicadas
en el siglo XX: Due letterc ineditc di Bernardino Ocliino, Roma, Societa Romana
di storia patria, 1905.
499. Raimondo Soncino fue embajador del Duque de Milán en Londres ante Enrique
Vil a fines del siglo XV.
500. Celso Cittadini (1553-1627). Gran parte de estas cartas serían editadas en 1890 con
el título Lcttcre ineditc di Celso Cittadini cénese, Firenze, S. Landi, 1890.
501. Giovanni Crisistomo TROMBELLI: Ordo officionuin Ecdesiae Sencnsis ad Ode-
rico Ecclesiae Canónico, Anno MCCXIII, Bologna, 1766.
BOLONIA, FLOKENCIA, ROMA 341

MUSEO
El mismo Ciaccheri ha unido a la biblioteca un pequeño museo
que ha formado de vasos etruscos, idolillos, bajos relieves, y otras
antigüedades etruscas y romanas halladas por él en varías partes
del territorio de Siena y, lo que es más apreciable, de dibujos,
pinturas, esculturas, y varios monumentos de las artes en los
principios de su restablecimiento, que son respetabilísimos por
su edad, y sumamente preciosos para la historia de las artes.
Subiendo después a su propio cuarto, que está en la misma Uni-
versidad, me hizo ver otros varios manuscritos y raridades, que
aumentarán el mérito de la biblioteca y del museo, y la gloria de
su sabio y generoso celo por la ilustración de su patria.

PALACIO DE LA CIUDAD, CATEDRAL Y HOSPITAL


Pasadas unas tres horas en examinar todas estas cosas me con-
dujo al Palacio de la ciudad, donde estaba Spannochi, y uno y
otro me hicieron observar varias pinturas antiguas, las bellísimas
de Beccafumi502 que adornan la sala, y otras también excelentes
de Sodoma503, pintor sienes de gran mérito y fama, y varias otras
singularidades de aquel antiguo Palacio, entre las cuales hay un
mapa topográfico del estado sienes pintado en un gran lienzo, y
hecho a modo de rueda que se puede mover y girar estando fijo
en la pared con un eje504. Su autor es Ambrosio Lorenzetti505,
pintor de la mitad del siglo XIV, de quien se ven en aquel Pala-
cio varias pinturas notables. De allí fuimos a la Catedral, que es
tal vez la mejor fábrica gótica que se conoce, y muy célebre por

502. Vid. nota 497.


503. Giovanni Antonio Bazzi, conocido como Sodoma (1477-1549).
504. Se trata del Mapamundi de Lorenzetti, de 1345. Es una tabla circular giratoria que
representa la tierra hasta entonces conocida, y con la ciudad de Siena en el centro.
505. Ambrogio Lorenzetti (1285-1348). Sienes. Era hermano de Pietro Lorenzetti
(1306-1342). Entre 1338 y 1741 pintó los frescos de la Sala della Pace del Palacio
Público, destacando Efectos del buen gobierno en la ciudad ij en el campo.
342 J U A N A N D R É S MOR ELL

su arquitectura y varios ornatos, por el pavimento, por los libros


de coro, por las pinturas de la sacristía y por varias cosas alaba-
das de todos los viajeros. Pasábamos después al Hospital506,
fábrica antiquísima, que algunos quieren que sea del siglo X, y
otros del IX, pero que con las muchas renovaciones y añadidu-
ras que se le han hecho, apenas conserva de lo antiguo más que
algunos subterráneos, y otros pedazos, que bastan para hacer
ver la solidez con que se fabricaba en aquellos tiempos. El regla-
mento y la economía son como en el de Florencia, y aunque las
salas no tienen la limpieza y el aire de nuevas que se ve en aqué-
llas, gozan de mayor espaciosidad y anchura que las hará más
sanas, y en cierto modo más majestuosas.

PINTURAS ANTIGUAS
Siena tiene pinturas antiguas que no pueden contar otras ciu-
dades. El Padre de la Valle507, Menor conventual, que ha escri-
to dos tomos en 4° de cartas senesas508, dice haber en Siena
varias pinturas de los siglos XI y XII, y haber tenido desde
entonces aquella ciudad muchos pintores, como él va probando
con algunos documentos. Yo no las vi de tanta antigüedad, pero
no quise dejar de examinar la famosa pintura que hay en la Igle-
sia de los Dominicos de Guido de Siena509 del año de 1221, la
más antigua que se conoce con fecha clara; y si bien aun de ésta
han querido dudar algunos (y yo confieso que la belleza de la
pintura cotejada con otras de tiempos posteriores me hacen

506. Hospital de Santa María della Scala. Citado en documentos de fines del siglo XI,
fue creado por los canónigos del Duomo para acoger a los peregrinos y asistir a los
pobres. Poseía un importante patrimonio agrario, lo que le suponía unas rentas
saneadas. En el siglo XVIII colaboraba con la Facultad de Medicina.
507. Guglielmo Della Valle (1740-1794).
508. Lctterc sanesi sopra le belle art i, Roma, Giovanni Zempel, 1785-1786, 2 vols.
509. Guido da Siena, pintor del siglo XIII de estilo bizantino, discípulo de Duccio de
Buoninsegna. Andrés se refiere probablemente a una Madonna con niño existen-
te en el Palacio Público de Siena.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 343

temer que no sea tanta la antigüedad), no tiene fundamento


seguro esta duda, y hay tantos documentos a favor de la antigüe-
dad, que podrían desvanecerla aunque fuese harto fundada510.
Una de las cosas que dulcemente me sorprendieron en
Siena fue la casa del librero Pazzini Carli511, la cual, además de
una gran sala y gabinete de libros bastante selectos, y de los que
se venden en la tienda, tiene una decente galería de cuadros, un
buen museo y una pequeña colección de antigüedades y rarida-
des del arte y de la naturaleza, y en todo hace ver el buen gusto,
y la loable actividad de aquel librero. Con éstas y otras observa-
ciones, y con la buena compañía de los ya nombrados, y de otros
senenses que me favorecieron se pasó alegre y útilmente con
todo aquel día y continué con felicidad mi viaje a Roma, lo que
nos dará asunto para entretenernos con repetidas cartas en los
correos siguientes.

510. Pese a que la fecha que aparece es la de 1221, ésta ha sido motivo de controver-
sia, pues los expertos consideran que sólo tenía carácter conmemorativo y no como
fecha de ejecución, que fue más tardía, en torno a 1270.
511. En la imprenta de Vincenzo Pazzini Carli se imprimeron algunas obras de Vitto-
rio Alfieri y el dómale letterarío di Siena, publicación mensual que se editó entre
enero de 1776 y junio de 1777.
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CARTA VI
Mantua, 8 de diciembre de 1785

LLEGADA A ROMA, Y LO QUE vio EL PRIMER DÍA


Heme ya en Roma, en donde, habiendo llegado la mañana del
19 de julio, hallé al paisano D. Antonio Eximeno que con ami-
gable ansia me esperaba, y aquella misma mañana fuimos a la
biblioteca de la Minerva512, donde tuve el gusto de ver a varios
españoles, que continuamente están estudiando en ella; pasa-
mos después a la del Colegio Romano513, y vi a varios otros;
entramos en las Iglesias de Jesús y de San Ignacio514; estuvimos
largo rato en la Rotunda515, y por la tarde continuamos en ver la

512. Fundada a fines del Seiscientos por el Cardenal Girolamo Casanate (1620-1700) con
su biblioteca de 25.000 volúmenes. A su muerte pasó a depender del convento domi-
nico, aunque manteniendo sus fondos separados de la biblioteca conventual. Fue su
bibliotecario más distinguido Giovanni Battista Auditfredi, citado por Andrés.
513. En el siglo XVI se enriqueció con las donaciones de libros de Marco Antonio
Mureto y Giovanni Antonio Ventimiglia, incrementándose en 1640 con el legado
de Monseñor Coccini, decano de la Santa Rota. El catálogo elaborado a medida-
dos del siglo XVIII por su bibliotecario, el P. Lazzeri, daba un total de uno 40.000
libros ya catalogados, pero el P. García Villoslada calcula que podrían alcanzar los
80.000 en 1773, en Ricardo G. VILLOSLADA: Storia del Collegia Romano dal sito
inizio (1551) alia soppresionc dclla Compagina di Gcsii (1773), Roma, Universi-
dad Gregoriana, 1954, pp. 188-193.
514. Ambas fueron iglesias de la Compañía de Jesús: 17 Cesh, construida entre 1568 y
1584, fue el primer templo de los jesuítas en Roma, con fachada diseñada por Gia-
como Delia Porta (1533-1602), y San Ignazio fue levantada en 1626 por Oracio
346 JUAN A N D u É s M o u rc L L

Cartuja, Monte-Caballo, y otras varias cosas que nos venían al


paso. Cada una de ellas debe visitarse más de una vez, como en
efecto lo hice, y sólo te cuento las cosas que vi en aquel primer
día, para que de algún modo te figures cuántas habré visto en
todos los otros de los dos meses y cerca de medio que allí estu-
ve. Pero, ¿corno podré formarte una relación de tantos museos,
tantas bibliotecas, tantas galerías, tantas Iglesias, tantos Pala-
cios, tantas Villas, tantas antigüedades y tantas maravillas como
presenta aquella ciudad?
Sólo Roma antigua, su topografía, sus reliquias, sus tem-
plos, sus sepulcros, su magnificencia y toda su constitución puede
ocupar a un erudito anticuario, no meses, sino años. Roma ecle-
siástica no merece menos atención de quien se dedica a estudios
sagrados; sus Iglesias, sus calles, sus contornos, sus subterráneos,
sus piedras y todos sus monumentos sagrados son otros tantos
libros, que presentan a la vista los principales hechos de la his-
toria eclesiástica, y de la más fundada tradición. Roma moder-
na es el emporio de las nobles artes; sus estatuas antiguas y
modernas, sus pinturas y sus fábricas son la verdadera escuela
de la escultura, pintura y arquitectura; y sus plazas, sus fuentes,
sus jardines y sus Villas, si dejan a Roma moderna inferior a la
antigua, la hacen muy superior a todas las otras ciudades moder-
nas de todo el mundo. Sus bibliotecas son tantas, y se hallan por
todas partes tantos códices y tantos libros, que sola la parte
bibliográfica de Roma merece que se haga un viaje aposta para
examinarla. Los bibliógrafos, los anticuarios, los eclesiásticos, los
artistas, y los hombres de gusto, todos hallan en Roma inagota-
ble materia con que alimentar su justa curiosidad. Puedes muy
bien figurarte que no es posible escribir las infinitas cosas que
en cada uno de estos ramos he procurado ver; pero ya que quie-

Grassi (1583-1654) con fachada de Alessandro Algardi (1595-1654). En // Ccsii se


encontraban los sepulcros de San Ignacio y San Francisco Javier, y en San Ignazio
el de San Luis Gonzaga.
515. Se refiere al Panteón, levantado por el Emperador Adriano sobre lo construido por
Marco Agripa.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 347

res absolutamente que te escriba de ellas con alguna extensión,


y yo deseo complacerte en cuanto pueda, te iré diciendo breve y
confusamente algo de lo mucho que vi en infinitas de ellas.

VATICANO
¿Qué te puedo yo decir de la gran fábrica de todo el Vaticano
que sea digno de la majestad de aquel edificio? La inmensa
plaza, su gran obelisco, sus copiosas e inagotables fuentes, sus
vastísimos pórticos con las muchas y muy gruesas columnas, la
gran cornisa, y las ciento y más de treinta estatuas que hay en
ella, la gradería, el frontispicio de la Iglesia, y todo aquel agre-
gado de cosas grandes hacen tal impresión en el ánimo que es
preciso pararse atónito por un rato, y ceder al pasmo y a la sus-
pensión. El largo y ancho atrio con la bellísima bóveda, y con las
grandes estatuas ecuestres en que termina, introduce en el tem-
plo, el cual, según todos convienen, no causa a primera vista la
maravilla que se esperaba. Pero crece ésta al paso que se consi-
dera; su grandeza se va conociendo cuando se examina cada
parte, y se ve cada Capilla que puede pasar por una Iglesia, y
cada pilastra que puede contener una Capilla; cuando se mide
el tiempo que se necesita para ir de una parte a otra, y cuando
se consideran las infinitas y grandes cosas que en aquel templo
se encierran, sin que unas a otras se causen la menor confusión.
No me tomé el trabajo de contar, ni los pasos que tiene de largo
y de ancho, ni el número de las estatuas, ni el de los cuadros, ni
otras muchas curiosidades: la majestad y buena disposición de
la arquitectura, la belleza de algunas estatuas y de algunas pin-
turas me tuvieron bastante ocupado las cinco o seis veces que
quise ver aquella soberbia Iglesia.
Además de la Iglesia hay también en el Vaticano otras
muchas cosas que admirar. La escalera de Bernini se considera
como un portento de arquitectura516; la Capilla Sixtina, en que

516. La Scala Regia fue construida por Bernini (1598-1680) entre 1663 y 1666. Era la
entrada principal al Palacio Vaticano. Vid. Tod A. M ARDER: Bcnnni's Scala Regia
al the Vatican Palace, Cambridge, Cambridge University Press, 1997.
348 J U A N AN O K I ' S MOIUÍIJ,

está la pintura del juicio de Miguel Ángel51'; el pórtico y las


estancias de Rafael518 son la maravilla de los pintores y de las
personas de gusto; y yo, aunque poco inteligente en esta mate-
ria, quedé embelesado singularmente en aquella estancia donde
está la escuela de Atenas519, y tantas otras pinturas que hacen
ver la superior alma de Rafael. Pero me entretuve más larga-
mente en el museo y en la biblioteca.

Su MUSEO
El Abate MarinP20, archivero de Castel Sant Angelo y de San
Pedro, sujeto de carácter excelente, y de profunda instrucción
en historia, antigüedades y otras materias, me quiso hacer el
favor de mostrarme por sí mismo todo el museo. Conduce a éste
un larguísimo corredor que será casi de medio cuarto de legua,
y cuyas paredes están llenas de lápidas, que divididas en varias
clases, griegas y latinas, eclesiásticas y profanas, votivas, sepul-
crales y otras muchas, sirven de ornato al corredor, y dan que
estudiar para muchos meses a un erudito anticuario. Luego que
se entra en el museo se ve un recentísimo descubrimiento, que
es un precioso tesoro, y se puede mirar como un mineral riquí-
simo de nuevas luces para los anticuarios. Éste es el sepulcro cíe

517. Construida por Sixto IV della Rovere entre 1475 y 1433, su techo fue decorado por
Miguel Ángel (1475-1564) por encargo de Julio II entre 1508 y 1512, y su altar
mayor, con el Juicio final, entre 1535 y 1541 por encargo de Pablo III.
518. Raffaello Sanzio (1483-1520). Desde su llegada a Roma en 1509 fue el responsa-
« ble de los frescos de las estancias a utilizar por el Pontífice Julio II: Signatura;
Stanza di Eliodom; DcU'incendio di Borgo; y Stanza di Constantino.
519. Situada en la Stanza della Segnatnra, fue pintada al fresco por Rafael entre 1509
y 1510. En un marco arquitectónico están representados los filósofos griegos, ocu-
pando el centro de la escena Platón y Aristóteles. Andrés, en su visita a la Ambro-
siana de Milán, hablará del cartón preparatorio de este fresco.
520. Gaetano Marini (1742-1815). Papirólogo, anticuario y erudito. Como archivero
publicó I papiri diplomat id, Roma, 1805. Pío VI le encargó la publicación de las
inscripciones de los hermanos Arvali que se hallaron junto a la sacristía de San
Pedro: Atti e inonnincnli delfratclli Arualí, Roma, 1795.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 349

los Escipiones521, que ha sido de la mayor importancia para el


conocimiento de la antigua topografía de Roma, de la ortogra-
fía, de la gramática, de la historia civil, y de las artes entre los
romanos de aquel tiempo022. Luego sigue una sala llena de can-
delabros antiguos grandes y ricos de preciosas labores, y de otras
antigüedades de mármol excelente; y se entra en el famoso patio
de las estatuas de Apolo, Laocoonte y Antinoo, que Antinoo se
ha llamado hasta ahora, aunque ya con más razón quieren que
sea Baco o Mercurio523. El Antinoo es ciertamente una estatua
bellísima capaz de dar honor al artífice más famoso; pero para
mi gusto, la expresión noble, vigorosa y natural del Laocoon-
te024, y sobre todo la agilidad, el movimiento y la hermosura
varonil del Apolo son lo más acabado y perfecto que puede
hacer el arte, y sólo comparables con la celebrada Venus Medi-
cea. No puede uno salir de aquel sitio por tenerle atónito y sus-
penso la maravilla que le causan bellezas tan superiores, y se

521. Fue descubierto el 23 de mayo de 1780 en un terreno situado en la Via Appia, ante
la puerta de San Sebastián. Se trataba de un sarcófago que fue transportado por
orden de Pío VI hasta el Vaticano. Según Castagnoli eran raras las familias, como
los Escipiones, que conservaran la inhumación en lugar de la generalizada prácti-
ca de la incineración, en Ferdinando CASTAGNOLI: Topografía e urbanística di
Roma Antica, Bologna, Licinio Capella, 1969, p. 116.
522. Esta valoración también se encuentra en Origen...: «Sólo el sepulcro de los Esci-
piones, descubierto recientemente e ilustrado por el inteligente y erudito Viscon-
ti, ha producido nuevos conocimientos sobre las Artes, sobre el gusto y sobre la
lengua de los antiguos romanos, y ha hecho mudar en varios puntos las ideas de los
anticuarios», vol. Ill, p. 456.
523. El Antinoo Belvedere es también conocido por Mercurio. Desde mediados del siglo
XVI se encontraba en el patio Belvedere del Vaticano. La teoría de que fuera Mer-
curio se debía a Ennio Visconti, en su libro sobre el museo Pío-Clementino, apo-
yándose en la existencia de otra versión de la misma figura con sandalias aladas.
524. Andrés sigue la opinión de Winckelmann, para quien el grupo de Laocoonte y sus
dos hijos enroscados por dos serpientes, del s. I a.C., prueba la superiodad del arte
griego por su «noble sencillez y una serena grandeza (...). Tal es el alma qvie se
revela en el rostro de Laocconte —y no sólo en el rostro— dentro de los más vio-
lentos sufrimientos», en J. J. WINCKELMANN: Reflexiones sobre la imitación del
arte griego en la pintura ij la escultura, Barcelona, Península, 1987, pp. 36-37.
350 JUAN ANDRÉS MORRLL

está en él sin pensar, volviéndose del Antinoo al Laocoonte, y de


éste al Apolo, cotejando uno con otro, y descubriendo en todos
a cada mirada nuevas perfecciones. El respeto a la antigüedad,
el conocimiento de nuestra pequenez, la propia confusión y un
cierto abatimiento animoso, para aspirar a la perfección en las
propias producciones, son los afectos que se excitan en un alma
sensible a la vista de tales obras; y al lado de estas estatuas se des-
precian algunos sarcófagos y vasos que allí se ven, y que serían
muy preciosos en otra parte.
Se pasa después a las muchas salas que los Papas Clemen-
te XIV y Pío VI han unido al famoso patio de las estatuas llama-
do el Belvedere525, y que juntas con cuanto te he descrito forman
el célebre museo Pío-Clementino526. Yo no puedo acordarme,
no sólo de las infinitas estatuas, bustos y bajos relieves que allí
vi, pero ni aun de las muchas salas que los contienen. Entrando
en la primera sala se ven, si no me engaño, a la siniestra el cele-
brado grupo del río Nilo527 rodeado por todas partes de
genios528 y de símbolos alusivos a sus particulares circunstan-
cias529, y a la derecha otro grupo semejante, aunque no tan her-

525. En 1503 Julio II contrató a Bramante para que uniera la villa llamada Belvedere
al Vaticano mediante pasillos con patios, uno de ellos de forma octogonal dedica-
do a la exposición de esculturas, especialmente del Apolo, que formaba parte de
su colección particular.
526. Sobre las colecciones de Clemente XIV y Pío VI de escultura antigua que forman
el museo, vid. Gian Paolo CONSOLI: // Musco Pío-Clementino: la scenas dcll'an-
tico in Vaticano, Modena, Panini, 1996.
527. Fue sacado en 1513 de las excavaciones realizadas en las proximidades de Santa
María sopra Minerva, y quedó instalado en 1523 en el patio del Belvedere. Fue
cedido a Francia por el Tratado de Tolentino de 1797, y regresó a Roma en 1816.
Se trata de una copia del original helenístico.Vid. F. HASKELL y N. PENNY: Op.
cit., pp. 301-302.
528. Los dieciséis «putti» que trepaban por el dios hacían referencia a los dieciséis
codos en que se elevaba el nivel de las aguas en la estación de las lluvias.
529. Andrés hace referencia a los atributos que figuran en la estatua: cocodrilo, hipo-
pótamo, esfinge, Ibis...
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 351

moso, del Tiber530; y se admira una grandísima copia de estatuas


de animales, que pueden servir de ejemplares los más perfectos
para los pintores y escultores, y aun para los poetas que hayan
de trabajar sobre esta materia. Se sigue otra sala, que creo toma
el nombre de la famosa Cleopatra, y allí se ven a uno y otro lado
largas filas de estatuas muy estimables, o por la hermosura de la
labor, o por alguna circunstancia que da luces para la mitología,
o para la historia; se pasa también por otra llena de bustos de
Emperadores y de otros hombres grandes, y se encuentra el
gabinete donde reside el majestuoso y hermoso Júpiter. Varias
salas grandes y pequeñas acá y allá contienen estatuas, bustos,
bajos relieves y otras antigüedades preciosas. Se va después al
bello octágono que forma la sala de las Musas con Apolo, con
Hércules musagete531, con bustos y con cabezas muy importan-
tes de poetas y filósofos de la antigüedad. Las estatuas de esta
sala son las que se encontraron no hace mucho en la Villa Tibur-
tina de Casio532; y el pavimento es de un hermoso y erudito
mosaico descubierto poco ha en Otricoli533. Se llega finalmente
a una magnífica Rotunda, que causa respeto por su majestuosa
grandiosidad, pero que tal vez por su misma elevación perjudi-
ca a las estatuas que contiene, las cuales, sin embargo de ser
todas colosales, parecen pequeñas en una sala tan grande. El
pavimento, que se está colocando ahora, es también de un her-
moso mosaico hallado poco ha en la Ruffinella, en Frascati,
donde estaba el antiguo Tusculano534. Al pie de la escalera, por

530. Encontrada en 1512 en la misma excavación donde fue hallada la escultura Nilo
un año después, se colocó frente a aquélla en el patio del Belvedere. Pasó también
a Francia en 1797, y hoy está expuesto en el Louvre.
531. Es posible que se refiera al Hércules Cómodo que existía en el Belvedere.
532. Fueron descubiertas en Tívoli en 1774, en Cario PIETRANGELI: Scavi e scopcrtc
di antichita sotto il pontificato di Pió VI, Roma, Istituto di studi romiuai, 1958, p. 140.
533. Se trata de un mosaico polícromo procedente de las termas de Otricoli.
534. Tusculanum era el nombre romano de Frascati. La Carta VIII está dedicada a la
visita de los alrededores de Roma, y en ella Andrés habla de la antigua Tusculanum.
352 JUAN A N i) u F. s M o u E L L

donde se ha de subir al museo, se está ahora haciendo un atrio


que servirá de entrada. Quien considere que en pocos años se
ha empezado y concluido por los dos Papas Ganganelli y Bras-
chi535 este soberbio museo, y que casi todas las piezas de él se
han descubierto en solo este tiempo, habrá que concluir que
dura aún en Roma la magnificencia romana, y que en aquellas
ciudades es, y será siempre un manantial inagotable de precio-
sas antigüedades.
Me dejó atónito la primera vista de tantas y tan singulares
cosas como se encuentran en aquel museo, y quise después de
algún tiempo, hecho ya a ver las otras estatuas de Roma, volver
a verlas segunda vez. Entonces me hizo el favor de acompañar-
me el Abate Enio Visconti536, mi amigo, excelente grecista,
sumo anticuario, sujeto de fino gusto, y acostumbrado desde
niño a ver y conocer las antigüedades, y los primores del arte.
Este joven muy práctico en toda suerte de antigüedades lo es
singularmente en las que hay en aquel museo, del cual está
haciendo una eruditísima descripción en dos tomos en folio
grandísimos que ha publicado53', y en otros que irá publicando.

535. Clemente XIV y Pío VI habían transformado los museos Vaticanos con las Salas
visitadas por Andrés, la de las Musas y la Sala Rotonda, bajo la dirección arquitec-
tónica del neoclasicista Michelangelo Simonetti.
536. Ennio Quirino Visconti (1751-1818). En opinión de Hanns Gross, Visconti fue
«perhaps the gratest native mind the city produced in the eighteenth century», en
Hanns GROSS: Rome in the Age of Enlightenment, Cambridge, 1990, p. 311.
Publicó numerosas obras, destacando las que tratan del museo Pío-Clementino,
que inició con su hermano Giambattista, y cuyo primer tomo se publicó en 1782 y
el último, y sexto, en 1796. Sus obras completas fueron publicadas a su muerte en
Milán en 12 vols. en francés: Ocuvrcs de Ennins Quirinus Visconti, Milán, 1818,
entre las que destacan su recopilación de imágenes de emperadores, reyes y hom-
bres ilustres de la antigüedad clásica, y el catálogo de las esculturas de Villa Borg-
hese. Stendhal afirmaba: «Desde 1700, Roma ha dado algunos buenos anticuarios;
el más reciente, Quirino Visconti, es conocido en toda Europa y merece su cele-
bridad. A mi juicio, es un hombre único», en STENDHAL: Paseos por Roma,
Obras Completas, Madrid, 1988, tomo II, p. 382.
537. Se trata de los siete volúmenes de // museo Pío-Clementino que Visconti comenzó
a publicar en Roma en 1782 y que concluyó en 1807.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 353

Más de cuatro horas estuvimos encerrados entre aquellos bus-


tos y estatuas; cada palabra suya era una importante lección, o
para gustar de alguna delicadez del arte, o para conocer alguna
costumbre antigua, o para entender algún paso de autores grie-
gos o latinos, o para introducirme en las más secretas particula-
ridades de la mitología y de la historia; y yo no trocaría aquellas
cuatro horas por cuatro meses de los más lucidos espectáculos,
y de las fiestas más alegres.

BIBLIOTECA
No tuve tanta felicidad en gozar de la biblioteca Vaticana sin
embargo de que lo deseaba con más ahínco. Una vana política
tiene celosamente cerrada aquella riquísima biblioteca a las pes-
quisas de los literatos538, y sólo se permite ver las salas, los arma-
rios y algunos pocos manuscritos que se muestran por curiosidad.
El Señor Cardenal Zelada, que me hizo muchos favores, y con
quien había hablado de la dificultad que todos decían haber
para disfrutar dicha biblioteca, de la cual es su Eminencia el pri-
mer Bibliotecario, me dio un billete muy expresivo para el
Abate Santoloni, uno de los que tienen en cuidado de enseñar
aquella biblioteca, encargándole encarecidamente que me com-
placiese en un todo, y que le dijese lo mismo de parte de su
Eminencia a Monseñor Reggi539, custode de la biblioteca. La

538. Durante los siglos XVII y XVIII la biblioteca sólo se podía visitar entre dos y tres
horas al día, con muchas restricciones. No se abriría a científicos cualificados hasta
el 13 de agosto de 1883. Stendhal, en la segunda década del XIX, ironizaba sobre
los inconvenientes que se ponían a la consulta de sus fondos: «Monseñor Maio es,
además, el bibliotecario menos amable de Europa, y en la biblioteca del Vaticano,
de la que es director, niega el examen de los manuscritos más inocentes, por ejem-
plo, un Virgilio. Este celo por la difusión de las luces le hará cardenal», en STEND-
HAL: Roma, Ñapóles ij Florencia. Op. cit., p. 732.
539. Giovanni A. Reggi. Sustituyó a Steffano Assemani como primer bibliotecario de la
Vaticana cuando éste falleció en 1782. Pastor lo califica de «enteramente inepto»,
en Lndovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, Gusta-
vo Gili, 1940, p. 49. Las apreciaciones de Andrés parecen confirmar ese juicio.
354 JUAN A N D u É s M o u E L L

dificultad de hallar a Monseñor Reggi, que es el único que tiene


las llaves de los armarios en que está todo cerrado, el poco orden
de los catálogos, y de la colocación de los libros, y generalmen-
te la mala constitución de aquella vastísima biblioteca, hicieron
que me fuesen casi inútiles las dos visitas que hice a ella con no
poco gasto e incomodidad. Se enciende el celo y la rabia litera-
ria al ver tantas salas, tan hermosos armarios, tantos sujetos asa-
lariados, tantas sumas de dinero gastadas, y ¿para qué? para
tener sepultados tantos códices y tesoros literarios, cerrarlos
bien con dos llaves, y guardarlos celosamente para que ninguno
los vea, ni aun sepa que los hay, en fin para hacer un bibliotap-
hio, no una biblioteca.
Dejando aparte las quejas que a todos oía hacer de alguno
de los que tienen a su cargo aquel riquísimo tesoro, y cuanto
puede provenir de defectos personales de los sujetos emplea-
dos, la lejanía y distancia del centro de la ciudad es un gran
impedimento para ir con alguna frecuencia, y el orden y la dis-
posición misma de la biblioteca inutilizan todavía más las rique-
zas bibliográficas recogidas por tantos Papas, o regaladas por
tantos Príncipes y tantos particulares. Pasada la primera pieza se
entra en la que están los escribientes, sujetos harto costosos, y
frecuentemente desocupados, aunque pudieran emplearse con
mucha utilidad y ventaja de toda la literatura. Allí se presenta
uno de los que tienen a su cargo el de enseñar la biblioteca, e
introduce al sujeto que va a verla en aquellas infinitas e inmen-
sas salas, donde sólo se ven armarios bien cerrados, y paredes
bien pintadas, hasta que por una parte se llega a la sala de los
papiros, donde están las paredes cubiertas por varios papiros, y
el techo excelentemente pintado por Mengs540; y la vista de esta

540. Antón Rafael Mengs (1728-1779). La Sala de los Papiros fue pintada por Mengs
en 1775. En su Noticia de la vida tj obras de Don Antonio Rafael Mengs, José Nico-
lás de Azara informa de esta obra en los siguientes términos: «Por este tiempo le
propusieron de parte del Papa Clemente XIV que pintase alguna eosa en el Vati-
cano; y como esto lo deseaba infinito por dejar alguna memoria en aquel emporio
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 355

bella pintura es la única recompensa de tanta fatiga empleada


en correr las salas de una biblioteca tan rica sin poder ver libro
alguno. Por la otra parte, pasadas también varias salas, se llega
al museo de los camafeos, donde se ven algunos pedazos de
extraordinaria grandeza, y de suma hermosura, y esto sirve tam-
bién de algún consuelo; finalmente al salir por la misma puerta
por donde se entró enseñan el Terencio, el Virgilio y algún otro
códice, y pagada la manda o propina de tres paulos, que son 6
reales de vellón, se sale al largo e interminable corredor que
conduce al museo.
Esto es lo que comúnmente se hace con todos los foraste-
ros, pero conmigo, que iba armado del billete referido, se por-
taron de otro modo. Los varios recados que el Abate Santoloni
envió a Monseñor Reggi me hicieron esperar largo rato, y vini-
mos a parar en que Monseñor no estaba en casa; y como éste es
el único que tiene la llave de las llaves, sólo se me podían mos-
trar las cosas acostumbradas, que son las que te acabo de refe-
rir. En efecto vi con mucho gusto el antiquísimo Virgilio, que
algunos quieren que sea más antiguo que el de la Laurenciana, y
el famoso Terencio, ambos con varias figuras; algunos códices de
mano del Petrarca con sus borrones y correcciones541, y algunos
otros más curiosos que se ven con singular gusto. Cabalmente
cuando había visto esto, y estaba para partir, envió Monseñor a
buscar al Abate Santoloni, le manifestó el disgusto que le había
causado el no haberlo sabido antes, y le dio la llave y orden de

de las Artes, aceptó la proposición; pero con la protesta de que no se le hablase de


paga. Emprendió, pues, la pintura de la cámara del Museo que se destinaba para
custodia de los fragmentos de Papijros antiguos», en Obras de D. Antonio Rafael
Mengs, primer pintor do Cámara del Rey, publicadas por D. José Nicolás de Azara,
Madrid, Imprenta Real, 1780, pp. XVIII-XIX.
541. Los códices 3195 y 3196 contienen el original del Canzionere y otro códice autó-
grafo de Petrarca. Sobre el segundo, vid. la edición de Laura PAULINO: // Códi-
ce dedi abbozzi, Milano, Ricciardi, 2000. En 1977 se reeditó en Módena el libro
O ' '

clásico de Marco VETASSO: 1 Codici petrarclicschi della Biblioteca Vaticana,


Roma, Tipografía Vaticana, 1908.
356 JUAN ANDRÉS MOKKI.L

hacerme ver todo lo posible; pero era ya sobrado tarde, y nos


contentamos por aquella mañana con ver el Museo Cristiano042,
digámoslo así, donde se encierran varios instrumentos con que
eran atormentados los Santos Mártires, diversos dípticos, orna-
mentos sagrados, y varios otros monumentos de los antiguos
cristianos, que forman un museo muy digno de ser ilustrado,
pudiendo dar muchas luces para la historia eclesiástica y civil, y
que es de extrañar que no se haya hecho en medio de tantas
descripciones de otros museos que se ven salir cada día. Pasa-
mos después a ver algunos camafeos particulares, y quedamos
en que volvería otro día para examinar algunos códices. Juzgué
del caso antes de partir hacer una visita, y dar las gracias a Mon-
señor Reggi, que me hizo muchas y muy atentas expresiones y
ofrecimientos.
Habiendo vuelto otro día tuve que esperar un rato aquella
bendita llave, llegó finalmente, y se abrió ante todos los otros un
armario donde hay varias llaves, y con una de ellas el armario de
los catálogos. Una multitud de catálogos es la primera dificultad
que se presenta para disfrutar aquella biblioteca. Para buscar un
libro se han de registrar muchos catálogos; catálogo de los libros
latinos y de los griegos, catálogo de la Vaticana antigua, de la
Ottoboniana043, de la Palatina, de la Urbinate544, y qué sé yo

542. Llamado Museo Pío Cristiano. Fue creado por Clemente XIV y reunía restos
arqueológicos de los primeros cristianos, sobre todo esculturas del buen pastor,
sarcófagos e inscripciones procedentes de las catacumbas de Roma, Ostia y Porto.
543. Fondos procedentes de la familia veneciana de los Ottoboni, entre los que desta-
có el Cardenal Pietro Ottoboni (1689-1740), mecenas del arte, y, en opinión de
Harms Gross, '<the most energetic patrono of all the arts of his time», en Hanns
GROSS: Op. cit., p. 286. El catálogo de sus códices griegos fue publicado a fines
del siglo XIX por Ernest FERON et alii: Codices manuscript i graeci ottobonuini
Bibliotliecac Vaticanae descrípti, Roma, 1893. Vid. también Jeanne BIGNAMI
ODIER: Premieres recherches sur le fonda Ottoboni, Citta del Vaticano, 1966.
544. La biblioteca del duque Federico de Montefeltro (1410-1482), conocida como
Fondo Urbinate por ser Duque de Urbino, fue depositada en la Vaticana en 1658
por Alejandro VII. Destacaba la llamada Biblia Urbinate o de Federico de Mon-
tefeltro, un códice miniado del siglo XV.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 357

cuántos catálogos. Hallado en el catálogo el libro hay nueva difi-


cultad en los armarios cerrados con dos llaves con puerta y enre-
jado de hilo de alambre, porque estando los armarios sin alguna
señal exterior es menester abrir a tientas hasta dar en el que se
halla el número que señala el códice. La cita no siempre es pun-
tual, como me sucedió a mí una vez, y entonces se ha perdido el
tiempo y el trabajo; pero si se halla el libro, como creo que suce-
derá las más de las veces, entonces se podrá finalmente leer. El
haber de causar tanto trabajo por cada libro quita las ganas de
buscar muchos. En efecto, aunque veía mucha cortesía y aten-
ción en dicho Abate, no me atreví a darle mayor incomodidad
que la de buscarme tres o cuatro, y me contenté con consultar
de prisa estos solos, mientras en la Laurenciana habré examina-
do con toda comodidad más de treinta, y aquí deseaba examinar
muchos más.
Con tantas dificultades puedes figurarte muy bien que no
habrá quien concurra a aquella biblioteca. Una suma soledad, y
un profundo silencio, muy buen fresco, y bellísimas salas hacen
más sensible el no poder pasar allí largas horas revolviendo con
libertad tantos códices. Los pocos armarios que abrieron me
hicieron ver las inmensas riquezas de todas clases que se encie-
rran en todos ellos. ¿Qué días tan felices no hubiera yo logrado
en un paraje tan apacible, si hubiera podido gozar de aquella
biblioteca como gocé de la Laurenciana? Pero baste esto para
desahogo de mi cólera filobíblica, y dejemos estar a los custodes
y a los que tienen el cuidado de enseñar la biblioteca, de quie-
nes yo en particular no tengo motivo para quejarme, sino antes
bien debo alabar la atención y urbanidad que usaron conmigo.
El plan general, y la mala constitución, es lo que hace mirar con
dolor, y aun con indignación, una biblioteca que debería formar
las delicias de todos los literatos. Aquélla no es biblioteca para
ir a estudiar, sino sólo para consultar algún códice, o para copiar
o confrontar algún pasaje; y en tal caso lo más acertado será lle-
varse algo que comer, y pasar allí todo el día, porque no se
puede ir y venir con mucha frecuencia y con poca incomodidad.
358 JUAN A N D R É S M o u ELL

La fábrica material es vastísima y magnífica; a las varias salas que


la componen se añade ahora otra que ha de servir para las
estampas, y se está pintando alusivamente a lo que ha de conte-
ner; pero aún es más magnífica su riqueza bibliográfica. Allí se
encuentran códices orientales de casi todas las lenguas; allí pro-
fanos y eclesiásticos; allí antiguos y modernos, y allí cuanto
puede desear la más erudita curiosidad. Monseñor Assemani545
publicó algunos tomos del catálogo de dicha biblioteca, y estos
solos, que no abrazan más que una pequeñísima parte de lo que
hay que decir en este punto, bastarán para hacerte formar algu-
na idea de la inmensa y selecta copia de preciosidades que se
contienen en ella.
Las bibliotecas de Roma merecían una larguísima carta, y
aun así no se describirían bien, puesto que sola la Vaticana
podría llenar útilmente algunos tomos. Pero en general te diré
de todas que no hay tal vez ciudad alguna que tenga tantas
públicas, y tan poca comodidad para disfrutarlas. Ya has visto a
qué se reduce la Vaticana. La de la Minerva, que es la más
cómoda por su situación, y por la abundancia de libros, se cie-
rra una hora antes del medio día, que sería el tiempo más opor-
tuno para abrirla. La Angélica aún no se abre para el público. La
del Colegio Romano está cerrada gran parte del año, y cuando
se abre es privadamente y no para todos. La Barberina está en
una altura incómoda, y sólo se abre dos veces a la semana. La
Imperial una o ninguna. La Corsini todos los días, pero por la
tarde, y está a mucha distancia del poblado de la ciudad. Y así
con tantas bibliotecas públicas no hay una pública comodidad

545. El maronita Giuseppe Simone Assemani (1687-1768), prefecto de la Biblioteca,


redactó, con la ayuda de su sobrino Stefano Evodio Assemani (1711-1782), un catá-
logo de manuscritos de la Vaticana en 3 vols., que se publicó en Roma entre 1757
y 1759 con el título Bibliothecae apostolicae vaticanae codicnm mss. catalogus, del
que Andrés se hizo eco. Sobre el segundo, el Cardenal Tisserant (1884-1972),
también bibliotecario vaticano, escribió el opúsculo Notes pour servir á la bio-
graphic de'Etienne Evade Assemani. Andrés lo colocaba entre los «doctos maroni-
tas», junto a Casiri y Abraham Ecchellense, en Origen..., vol. Ill, p. 488.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 359

para estudiar. Pero entrando en estas y otras bibliotecas de las


infinitas que hay en Roma, ¿qué inmensa riqueza no se halla en
ellas de códices y de libros?

BIBLIOTECA DE LOS CANÓNIGOS ROQUETINOS DE SAN PEDRO IN


VINCOLIS
La de los Canónigos Roquetinos de San Pedro in vincolis no es
de las celebradas, pero con los libros del Cardenal Galli546, y
mucho más con lo que cada día va aumentando el Padre Abad
Monsecrati, ha logrado estar provista, de suerte que en punto de
libros impresos poco tiene que envidiar a las más famosas,
estando llena de excelentes ediciones de autores clásicos y San-
tos Padres, muchos y buenos, y algunos raros de antigüedades y
de otras clases. Dos veces estuve en ella favorecido del docto y
humanísimo Padre Monsecrati, y vi varios libros que no había
encontrado en otras. Como buscaba algunos de antigüedades
hallé entre otros raros el de las medallas de Mazzocchi547, que
muchos atribuyen a Sadoleto548, o a otros, y es el primero que

546. «Cali» en el original. Antonio Andrea Galli (1607-1767). Cardenal desde 1753, era
miembro de la Congregación de los Canónigos Regulares, y fue enterrado en San
Pietro in Vincolis.
547. Fueron dos los libros de Giacomo Mazzocchi utilizados por Andrés en Origen...:
«he leído las dos obras que, en Roma, publicó Mazzocchi, consideradas común-
mente como las primeras obras anticuarías que se han dado a la luz: vina numismá-
tica del año 1517 con el título de Retratos cíe los hombres ilustres y, la otra, lapidaria
de 1521 intitulada Inscripciones de las ciudades antiguas». Aunque las considerara
«imperfectas e informes», «sirvieron de estímulo a los anticuarios para mover todas
las piedras y manejar todas las monedas con el fin de ilustrar con sus obras la Numis-
mática y la Lapidaria», en Origen..., vol. Ill, pp. 448-449. El primero de los libros
citados por Andrés es Epigrammata antiquae urbis, Romae, 1521, pero es proba-
ble que el libro que Andrés atribuye a Mazzocchi sea, efectivamente, Claromm
virortim de Sadoleto, que ofrece los retratos de Dante, Teodoro Prodomus, Petrar-
ca, el duque de Milán Visconti, Coluccio Salutati y Leonardo Bruñí.
548. Cardenal Jacobo Sadoleto (1477-1547). Una de las más importantes figuras del
humanismo modenés. «Elegante y culto teólogo» lo denominó Andrés, que admi-
raba su elocuencia latina, en Origen..., vol. Ill, p. 153 y vol. VI, p. 275. En el estu-
dio de Richard M. DOUGLAS: Jacobo Sadoleto, 1477-1547: humanist and
360 jofdsbfkjbskdgvbkb

se ha impreso de esta materia, y que habiéndolo yo buscado en


todas las bibliotecas, porque quería hablar de él, no lo había
podido encontrar en ninguna. Esto me movió a pedir el Lasta-
nosa549, que aquí también es muy raro, y yo no lo había visto
jamás, y tuve el gusto de hallarlo, recorrerlo y ver en el siglo
pasado cultivada en España la anticuaría más de lo que común-
mente se cree, y de lo que yo mismo pensaba. En la Iglesia de
aquel monasterio está la famosa estatua de Moisés hecha por
Miguel Ángel, y considerada como un portento de la escultura
moderna550. Las dos veces que estuve allí la vi y contemplé lar-
gamente con atención y gusto, admirando la expresión y la fuer-
za en todos los músculos, ropajes, etc. y deseando sólo más
nobleza y naturalidad en cara y barba; pero conociendo siempre
mi insuficiencia para juzgar de estas cosas.

reformer, Cambridge, Harvard University Press, 1959, se estudian sus controver-


sias con Calvino.
549. Vicencio Juan de Lastanosa y Baraiz de Vera (1607-1684). Colaborador de Gra-
ciún y numismático. Andrés se refiere a su obra Musco de las medallas descono-
cidas españolas, Huesca, Iván Nogués, 1645, que tan sólo había podido citar en
el vol. Ill de su Origen: «Ya en el siglo pasado Lastanosa, Ilottingery algún otro
publicaron algunas monedas arábigas», en p. 467, y que «Lastanosa abrió un
nuevo campo a las investigaciones anticuarías con su museo de las medallas des-
conocidas de España», Ibid., p. 452. Hay reproducción facsímil del libro de Las-
tanosa publicada en Valencia en 1985 por la Librería Paris-Valencia. Sobre
Lastanosa, vid. José Enrique LAPLANA GIL (ed.): La cultura del Barroco. Los
jardines, arquitectura, simbolismo y literatura, Huesca, Instituto de Estudios
Altoaragoneses, 2000 y Ricardo del ARCO Y CARAY: La erudición aragonesa en
el sj'g/o XVII en torno a Lasta nosa, Madrid, Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios
y Arqueólogos, 1934.
550. Realizada por Miguel Ángel entre 1513 y 1515, formaba parte del mausoleo de
Julio II. Moisés se halla sentado entre Raquel, que representa la vida contempla-
tiva, y Lía, la vida activa.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 361

BIBLIOTECA VALICELIANA
La biblioteca Valiceliana, o de los Padres del Oratorio de San
Felipe Neri551, además de abundar mucho de libros y códices
especialmente eclesiásticos, tiene para nosotros la particulari-
dad de que, siendo fundada por el famoso portugués Aquiles
Estacio552, abunda de libros y manuscritos latinos y castellanos
de autores españoles, a los cuales se añadieron muchos otros del
célebre Bartolomé Carranza553, que se alojó allí mientras estu-
vo en Roma a seguir su proceso554. Es también preciosa la
correspondencia epistolar del Cardenal Baronio555, donde se

551. El origen de la biblioteca estaba ligado a San Felipe Neri (1515-1595) y a la Con-
gregación del Oratorio por él fundada. Sobre la biblioteca Vallicelliana, vid. Elena
PINTO: La Biblioteca Vallicelliana in Roma, Roma, Societá Vallicelliana, 1932.
552. Aquiles Estaco (1524-1581). Legó toda sn biblioteca, formada por 1.700 libros
impresos y 300 manuscritos. Vid. Maria Teresa Rosa CORSINI: I librí de AcJiille
Stazio: alie origene della Biblioteca Vallicelliana, Roma, De Lucca, 1995.
553. Arzobispo de Toledo Bartolomé Carranza (1503-1576), erasmista, acusado de
hereje por la Inquisición.
554. Sobre el proceso a Bartolomé Carranza, vid. José Ignacio TELLECHEA: El pro-
ceso romano del Arzobispo Carranza, 1567-1576, Roma, Iglesia Nacional Espa-
ñola, 1983.
555. Cardenal Cesare Baronio (1538-1607). Fue el primer bibliotecario de la Vallice-
lliana entre 1584 y 1587, y sus libros y manuscritos pasaron a la Biblioteca en el
siglo XVII. Andrés lo consideraba «padre de la Historia Eclesiástica», y sus doce
volúmenes de Annali cccle.siastici, publicados en Roma entre 1588 y 1607, eran
calificados por Andrés de «obra clásica y magistral» y «rico tesoro de erudición
eclesiástica» e «inmensa compilación de monumentos», que venían a recopilar los
doce primeros siglos de la cristiandad, aunque no dejaba de indicar que contenía
algunas inexactitudes que Andrés justificaba por la vastedad de la obra y la falta de
antecedentes. Fue muy utilizada por Andrés en el volumen dedicado a las Cien-
cias Eclesiásticas, sin olvidar que su propósito era polémico, pues el contrarreíor-
mista Baronio pretendía confirmar la verdad de la doctrina católica contra los
ataques protestantes, en Origen..., vol. VI, pp. 544-6. Sobre su actividad contra-
rreformista, vid. las actas del Congreso Baronio Storíco e la controiiforina, publi-
cadas por Romeo De Maio, Luigi Gulia y Aldo Mazzacane en el Centro di studi
soriani «Vincenzo Patriarca», Sora, 1982, y las monografías de Cyriac K. PULLA-
PILLY: Caesar Baroniím, Counter-Reformation historian, Notre-Dame, London
University Press, 1975, y Stefano ZEN: Baronio Storíco: contrarifonna e cmi del
método umanistico, Napoli, Vivarium, 1994.
362 JUAN A N D R É S MOR ELL

ven eruditas cartas de aquel hombre grande, y de sus doctos


correspondientes. La distancia de mi habitación no me permi-
tió ir a esta biblioteca con la frecuencia que deseaba y a que me
convidaba la religiosa urbanidad de aquellos Padres, y me hube
de contentar con tomar de ella algunos apuntamientos, y la justa
idea de su valor literario.

BIBLIOTECA ANGÉLICA
La biblioteca Angélica556 del Convento de los Agustinos era para
mí mucho más cómoda, y concurrí a ella con más frecuencia,
franqueándomela atentamente aquellos Padres, aunque no es
todavía pública por no haberse concluido un completo catálogo
que se está haciendo de ella. Esta librería que antes era ya harto
rica, lo es ahora mucho más por la agregación de la del Carde-
nal Passionei557, que después de su muerte se compró por más
de 30.000 duros. Allí conocí al célebre Padre Giorgi558, hombre
docto y versado en lenguas exóticas; me pareció buen viejo y

556. Fundada por el obispo agustino Angelo Rocca (1546-1620), que poseía 20.000
libros, en el Convento de San Agustín. Sobre la Biblioteca Angélica de Roma, vid.
Paola MUNAFÓ y Nicoletta MURATORI: La biblioteca angélica, Roma, Istituto
poligrafía) dell Stato, 1989.
557. Cardenal Domenico Passionei (1682-1761). En 1762 fue incorporada la riquísima
biblioteca de Passionei, muy rica en textos jansenistas, muchos de los cuales fueron
adquiridos en sus viajes como enviado pontificio por distintos países europeos. En
su residencia romana solían tener reuniones bisemanales los integrantes del círculo
literario llamado del tamburo, como Francesco Bianchini, Celestino Galiani y Gior-
gio Baglivi, en Alberto CARACCIOLO: Domenico Passionaei ira Roma e la Rcpnb-
blica delle Lettere, Roma, Edizioni di storia e letteratura, 1968. Sobre su biblioteca,
vid. el libro de la Princesa de Montignano Maria CASTELBARCO ALBANI: Un
grande bibliófilo del sec. XVIII, il Cardinale Domenico Passionei, Firenze, Leon S.
Olschki, 1937. Enemigo de los jesuitas, Andrés lo ignoró en su obra.
558. Antonio Giorgi (1711-1797). Fraile agustino. En 1759 había publicado en Roma su
Alphabetum tibetanum missionuin apostolicanim commodo editum. Andrés se refi-
rió a sus comentarios a traducciones de libros escriturísticos, como el que acompa-
ñaba a la realizada por Andreas Cristian Hwiid (1749-1788) del códice del
Pentateuco conservado en la Biblioteca Barberina, Specimen ineditae versionis ara-
bico-samarítanae Pcntateucln, Romae, 1780, en Origen..., vol. VI, pp. 379 y 400.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 363

modesto, y me dijeron que realmente lo es, sino cuando se le


tocan los puntos de Cordícolas y Anticordícolas559, y otras dis-
putas teológicas que luego le acaloran, y le hacen perder los
estribos; efecto harto común de tales disputas, de las que por lo
mismo he sido siempre contrario, viendo que con ellas nada
gana la fe, y pierde mucho la caridad.

BIBLIOTECA DEL COLEGIO ROMANO


Pero la biblioteca que más frecuenté fue la del Colegio Roma-
no, en la cual, por la amistad de su Bibliotecario el Abate Laz-
zeri560, y del Subbibliotecario el Abate Luchini561, estaba con
plenísima libertad manejando a mi gusto los libros, tomando
por mí mismo los que quería, y estando hasta la hora que me
acomodaba. Aunque mis estudios se dirigían a otras pesquisas,
no dejé de examinar los manuscritos de aquella biblioteca por
la mayor parte de autores jesuitas, y entre ellos encontré varios
de nuestros ilustres españoles Mariana562, Maldonado563, Perpi-

559. Polémicas sobre el culto al Corazón de Jesús.


560. Pietro Lazzeri S.I. (1710-1789). Fue el primer catedrático de Historia Eclesiástica
del Colegio Romano, desde el curso 1742-43 hasta la extinción de la Compañía en
1773, y Bibliotecario del Colegio. Según Andrés, fue el editor de la Opera del jesuí-
ta valenciano, profesor en el Colegio Romano, Pere Joan Perpinya S.I. (1530-1566).
Según el P. García Villoslada se trataba de Pctríjoannis Perpiniani Valentín, e Socie-
tatejesu Opera, publicada en Roma en 1749 en cuatro volúmenes, el último de los
cuales incluía un estudio sobre el P. Perpinyan titulado De vita et scríptis Pctríjoan-
nis Perpiniani, en Ricardo G. VILLOSLADA: Op. cit., pp. 252-255.
561. Francesco Maria Luchini S.I. (1727-?).
562. Juan de Mariana S.I. (1536-1624). Teólogo e historiador jesuita. Tras enseñar teo-
logía en Roma y París, pasó a la Casa Profesa de Toledo en 1574, donde preparó
su Historíae de rebus Hispaniae, publicada en 1592, y que abarca desde la llegada
del primer hombre a España hasta la muerte de Fernando el Católico, y que tra-
dujo al castellano en 1601. Su libro más polémico es De Rege et Regís Institutio-
ne, publicado en 1599, donde aprueba el tiranicidio promovido por la voluntad
general del pueblo. Sobre Mariana, vid. Alan SOONS: Juan cíe Mañana, Boston,
Twayne, 1982, y Manuel BALLESTEROS GAIBROIS: El padre ¡nan de Maria-
na: la vida de un sabio, Barcelona, Amaltea, 1944.
364 jkjfdhdshfhlsdhhjk

ña564 y otros, que no dejarán de interesar mucho para la histo-


ria literaria de nuestra nación. Entre otros muchos concurría
frecuentemente a esta biblioteca el español Diosdado065, el cual,
en compañía de algunos otros, iba recogiendo materiales para
corregir y aumentar la Bibliotheca Hispana de D. Nicolás Anto-
nio566, y tenía gran copia de apuntamientos, con los que se
podría mejorar mucho aquella grande obra, que es un portento
por las circunstancias en que se hizo, pero que ciertamente
admite, y aun pide mucha reforma.

BIBLIOTECA DE MINERVA o CASANATENSE


La biblioteca de la Minerva, llamada Casanatense^' por el Car-
denal Casanate568 que la fundó, es ciertamente la mas copiosa,

563. Juan Malclonado S.I. (1533-1583). Profesor de teología en Roma y París, donde
tuvo duras controversias con los teólogos de la Sorbona. Sus Commentaríi in i/na-
tnor Evangelistas, publicados en 2 tomos entre 1596 y 1597, conocieron treinta y
dos ediciones durante el siglo XVII. Sobre Maldonado, vid. Paul SCHMITT: La
reforme catholi(¡ne: le combat de Maldonat (1534-1583), Paris, Beauchesne, 19S5,
y José Ignacio TELLECIIEA IDÍGORAS: La Inmaculada Concepción en la con-
troversia del P. Maldonado S.J. con la Sorbona, Vitoria, Seminario, 1958.
564. Pedro Juan Peipinya S.I. (1530-1554). Natural de Elche, fue profesor en Lisboa,
Évoray Coimbra, de donde pasó a Roma entre 1561 y 1565, y de allí a Lyon y París,
donde murió. Sobre Peipinya, vid. Miguel RATLLORI: «II pensiero della Rinas-
cenza in Spagna e Portogallo», en Grande antología filosófica 7 (1964), pp. 327-416.
565. Ramón Diosdado Caballero S.I. (1740-1773). Vid. nota 38. Andrés se refiere a su
publicación De prima tt/pograpJiiac hispanicae aetate specimen, Roma, Fulgo-
nitim, 1793, 134 pp., de la que se publicó una versión castellana en 1865 debida a
Vicente Fontán. Diosdado también trabajó en su Bibliothecae scriptonim Societa-
tisjesn Suppleinenta, que venía a continuar la Biblioteca scríptonnn Socictatis lesa
de Pedro de Ribadeneira. La primera parte del manuscrito sería publicada en
Roma en 1814, y el segundo volumen en 1816.
566. Nicolás Antonio (1617-1684). Su Bibliotheca Hispana Nova recogía los libros
publicados por escritores españoles entre 1500 y 1670, y la Vctns desde tiempos
de Octavio Augusto hasta el 1500.
567. Sobre la Casanatense, vid. Cario PIETRANGELI: La Biblioteca casanatensc,
Firenze, Nardini, 1994.
568. El cardenal napolitano Girolamo Casanate (1620-1700) fue presidente de la Con-
gregación del Santo Oficio y protector de Mabillon y Papebroek. Poseía una rica
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 365

y aun es de maravillar que no lo sea mucho más, porque según


me dijeron tiene la rica renta de 6.000 pesos fuertes, y aunque
de éstos se ha de sacar lo que se da a cuatro Padres con el títu-
lo de Teólogos Casanatenses, a dos Bibliotecarios, a dos legos
destinados para dar los libros que se les piden, a dos Abates
copiantes, y algún otro sirviente, con todo quedan a lo menos
4.000 duros para la compra de libros; y éstos bien empleados
¿qué copiosa y selecta biblioteca no deben haber formado en
tantos años? En efecto, es grande la abundancia de toda suerte
de libros que hay en ella, y no cabiendo ya en la grandísima
pieza de la biblioteca se han de tener aparte en otras salas; pero
en una biblioteca semejante más es de maravillar que falte algún
libro de los que pueden y aun suelen buscarse, que el que abun-
de en tantos otros que yacen y yacerán perpetuamente olvida-
dos. Faltan muchos de matemáticas, física y demás ciencias
naturales, lo que es más de extrañar siendo astrónomo y mate-
mático el Padre Audiffredi, Bibliotecario actual569. 4.000 pesos
fuertes cada año, y buen gusto en quien los emplea, bastan para
tener la biblioteca bien provista de todos los libros modernos
que merecen estar en ella, y para ir comprando los antiguos que
faltaren. Ésta es la biblioteca más frecuentada de cuantas hay en
Roma, y aun en toda Italia no habrá tal vez otra que tenga igual
concurrencia; yo al menos no la he hallado en otra alguna,
habiendo visto ya todas las más famosas; pero esto mismo me

colección que convirtió en 1698 en biblioteca pública. El catálogo de la Bibliote-


ca Casanatense fue publicado en Roma entre 1761 y 1788 en 5 volúmenes con el
título de Bibliotliccae Casanatensis catalogus libromm tt/pis imp reason un, y fue
elaborado por el dominico Giovanni Battista Audiffredi (1714-1794), con la cola-
boración de Gabriela Fabric!, Francesco Severio Timoni y Lorenzo Alessandro
Zaccagni, pero la publicación quedó incompleta, pues sólo llegó a la mitad de la
letra L. Sobre la biblioteca de Casanate, además de lo citado en la nota anterior,
vid. Vincenxo DE GREGORIO: Casanatense e dintorni: sflggi su biblioteclw e cul-
tura particularmente a Roma nel XVII secólo, Napoli, Cuen, 1997.
569. Giovanni Battista Audiffredi (vid. nota 209) estudió el Gran Cometa de Messier,
aparecido en 1769, publicando un año después el resultado de sus observaciones
en Diinost razionc clclla stazione della cometa, 1769.
366 J U A N A N D R É S M o u E LL

quitaba en parte las ganas de frecuentarla, porque entre tanto


concurso es difícil encontrar el silencio y la quietud que con-
viene para el estudio. En efecto, no fui más de cinco o seis veces
con sólo el fin de consultar libros que no son comunes, y que no
pudiendo encontrarlos fácilmente en otra parte los fui a buscar
allí, y tuve la desgracia de que fuesen más los que faltaron que
los que hallé; pero Roma abunda tanto de libros que los que no
se hallan en una parte se pueden hallar en otra, y sabiéndolo
buscar no hay libro que no se encuentre.

BIBLIOTECA CASA BARBERINI


La casa de Barberini tiene una biblioteca pública5'0 ricamente
provista de manuscritos que, según dicen, ascienden a 9.000,
entre los cuales están el célebre Pentateuco Samaritano5'1, una
liturgia de San Basilio con caracteres unciales y sin acentos, que
por todas las señas se cree del siglo VII, o a lo menos del VIII,
y algunos códices griegos y latinos de suma antigüedad, con
otros runos, chinos, persianos y de otras lenguas exóticas. Su
Bibliotecario el Abate Garatoni572, que era mi conocido, me hizo
el favor de mostrarme, en las dos veces que fui a ella, las más
preciosas raridades.

570. En 1902 los manuscritos fueron adquiridos a la familia Barberini por la Vaticana,
siendo Prefecto de la Biblioteca el P. Franz Ehrle S.I.
571. Encontrado en Damasco por el P. Teófilo Minuti (1592-1662). Compuesto en tres
columnas en caracteres samaritanos entre los siglos XIII y XV, presenta tres ver-
siones: texto hebraico a la derecha, traducción árabe en el centro y samaritano a la
izquierda. Pasó a formar parte de la Biblioteca del Cardenal Francesco Barberini
en 1637, y en la actualidad se encuentra en la Biblioteca Vaticana en la serie Bar-
berini Orientali.
572. Gaspare Garatoni (1743-1817). Publicó una biografía de Eustachio Zanotti: De
Vita Eustachii Zanotti commentarius, itenim editas, Roma, 1785.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 367

BIBLIOTECA CORSINI
La biblioteca de casa Corsini573 también es pública, y en mi con-
cepto la más abundante de libros entre todas las bibliotecas de
particulares. Varios libros que no había podido hallar en las
bibliotecas más ricas tuve el gusto de verlos en ésta. Hablando
de la gramática, en el tomo que se está imprimiendo de mi obra,
sentía citar la edición Aldo Manucio574 de los gramáticos griegos
sin haberla podido ver575,a y sólo la encontré en esta biblioteca
habiéndola buscado en otras muchas. No había hallado en otras
los geógrafos griegos menores de Hudson576, de la que sólo hay
dos tomos en la del Colegio Romano, y aquí los encontré todos;
pero supe después que los tienen Monseñor Saliceti57', y algún
otro particular. El Servet5'8 de Trinitate5í(} es libro rarísimo, y se
halla también aquí, como otros muchos que hacen muy apre-
ciable aquella biblioteca. Tres veces solamente pude ir a ella,

573. Iniciada por el Cardenal Neri Corsini (1624-1679), y enriquecida por el también
Cardenal Lorenzo Corsini, elegido Papa en 1730 como Clemente XII. Se hallaba
abierta al público desde 1754.
574. Aldo Manncio (1450-1515). Impresor veneciano, inventor de la itálica cursiva.
575. Se refería Andrés a los dos tomos editados por Manucio que cita en el apartado
Gramáticos griegos del vol. Ill de su Origen..,, pp. 496-497.
576. John Hudson (1662-1719). Bibliotecario de la Bodleian Library de la Universidad
de Oxford y editor de clásicos como Tucídides, Dionisio o su Geograpliiae vetáis
scriptorcs gracci minores, Oxoniae, 1698-1712, 4 vols., que Andrés citó: «Juan
Hudson, en su Colección cíe los antiguos geógrafos nos presenta las obras de
muchos escritores griegos de esta clase», en Origen..., vol. I, p. 55.
577. Natale Saliceti (1714-1789). A su muerte se publicó el Catalogo ddla biblioteca
dclla ch. me. di monsignorc Natale Saliceti, Roma, 1789. Era el médico de Pío VI.
Vid. notas 600 y 1176.
578. Miguel Servet (1511-1553). Médico y teólogo español. Su oposición al concepto de
la Trinidad le llevó a ser acusado de herejía por los calvinistas y quemado en Gine-
bra el 27 de octubre de 1553. Vid. Ángel ALCALÁ: Miguel Servet, Zaragoza, Caja
de Ahorros Inmaculada, 2000. El propio Dr. Alcalá ha editado en la Universi-
dad de Zaragoza sus Obras completas en 2003.
579. Michaelem SERVETO: De Trinitatis erroribns libri septem, s.l., hay edición fac-
símil de la de 1531 en Frankfurt, Minerva, 1965.
368 JUAN ANDRÉS MOKF.LL

porque la mucha distancia de mi habitación hacía que no fuese


una de las que más frecuentaba. Además de la copia de libros
tiene también varios manuscritos singularmente griegos. Vi con
gusto un oficio de la Virgen que usó Colón, y en él un codicilo
que escribió de su propio puño, usando del privilegio militar; y
lo tuve mayor de ver las muchas y buenas estampas, que forman
algunos centenares de gruesos tomos en folio.
En la misma casa de Corsini estaba por Secretario un
Abate Rossi 58°, que murió esta primavera, y había formado una
preciosa biblioteca, que se pondrá en venta, y cuyo catálogo se
está ahora imprimiendo581. El Abate Giovanucci, familiar de la
misma casa y profesor de historia eclesiástica en el Colegio
Romano, testamentario de dicho Abate Rossi, me hizo el favor
de mostrarme todos los libros, y realmente vi con gusto, y no sin
admiración, muchas hermosas y raras ediciones de autores clá-
sicos, muchas rarísimas del siglo XV, y varios otros libros muy
buenos con no pocos manuscritos.

BIBLIOTECA CHIGI
La biblioteca de Casa Chigi582 no es pública, pero el Príncipe
me honró con varias distinciones, y entre otras la de permitirme
la entrada en ella siempre que quisiese. Su Bibliotecario el
Abate Visconti583, de quien te he hablado arriba, me mostró con
la mayor amistad los libros más raros que son pocos, y los
muchos y preciosísimos manuscritos, entre los cuales es célebre

580. Niccoló Rossi (1711-1785). En 1786 se publicó un catálogo de su biblioteca: Cata-


logas selectissimae bibliothccae Nicolai Rossi cut praemissiim est cominentaríohim
de ejus vita, Romae, Tipographio Paleariniano, 1786.
581. El catálogo de su biblioteca, en Catalogas selectissimae bibliothccae Niccolai Rossi
cid praemissiim est commentarioliim de ejus vita, Roma, 1786.
582. Agostino Chigi. Para Stendhal, «el banquero más rico de Roma», en STENDHAL:
Historia de la pintura en Italia..., p. 365.
583. Ennio Quirino Visconti (1751-1818). Fue nombrado, jovencísimo, en 1771, biblio-
tecario de la Chigi. Vid. nota 536.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 369

uno de los Profetas según la versión de los Setenta, que tiene


más de 800 años de antigüedad, y del cual el Padre Simón De
Magistris584, del Oratorio de San Felipe Neri de Roma, ha saca-
do el Daniel, que ha publicado en un magnífico tomo en folio585,
según la interpretación de los Setenta al modo de los tetraplos
de Orígenes586, libro que falta en las biblias griegas según dicha
interpretación. Está también allí el famoso códice de Dionisio
Halicarnaseo587 del siglo X, en el que se ve al principio un retra-
to de Dionisio que está escribiendo, y por consiguiente se ve el
tintero, la pluma, el cortaplumas y otras cosas, según las usaban
los antiguos, como lo podrás ver en la paleografía griega de
Montfaucon588, donde está dicho retrato. Y hay varios códices
de la Santa Escritura en griego, hebreo y armenio, varios grie-
gos de Santos Padres, y de autores antiguos, y otros muchísimos
latinos, italianos y de otras lenguas modernas.

584. Simón De Magistris (1728-1802). Obispo de Cirene.


585. Daniel secnndum Septnaginta ex tetraplis Orígcnis mine primus cditns e singularí
Chisiano códice annonunsupra DCCC, Roma, Propaganda Fidei, 1772. Vid. Carta
XI. Andrés mencionó esta edición del libro de Daniel, según un códice de la Biblio-
teca Chigiana, en repetidas ocasiones, vid. Origen..., vol. VI, pp. 377, 384 y 433.
586. Orígenes, Padre de la Iglesia, nació en Egipto, probablemente en Alejandría entre
los años 183-184, y es considerado uno de los más fecundos polígrafos de la Anti-
güedad. Gracias a su formación en filología griega restableció la pureza del texto
original de los Setenta, la traducción de la Torah al griego ordenada por el rey Tolo-
meo II y realizada por 72 hombres, 6 por cada tribu de Israel, en 72 días. La labor
de Orígenes fue restablecer la comparación del texto con el hebreo y con otras ver-
siones griegas. Fue reeditado en el siglo XVIII por el maurino Charles-Vicent De
la Rué entre 1733 y 1759. Vid. G. BARDY: «Origéne», en D. Th.C., Tomo XI, pp.
1490-1566.
587. Dionisio de Halicarnaso era un historiador griego de la época del emperador
Augusto. Hay una reciente edición de su Historia antigua de Roma, Madrid, Gre-
dos, 1984-1989, 4 vols.
588. Bernard de MONTFAUCON: Pakeographia graeca, sive De ortu et progresan
litterannn graecamm, Paris, Ludovicum Gnerin, 1708.
370 JUAN A N D H É s M o u E i, L

BIBLIOTECA ALBANI
La biblioteca Albani es abundantísima de libros, y tiene también
varios códices muy preciosos. El Abate Morcelli589, su Bibliote-
cario, autor de la excelente obra del estilo de las inscripciones590,
y de otro tomo de inscripciones591, está en el Jesús; pero va por
las tardes a la biblioteca, y trabaja en ella con gran tesón. Ahora
quiere publicar un códice griego inédito de un tal Gregorio
Agrigentino592, que está en aquella biblioteca, e ilustrarlo con su
traducción latina, y con las notas y noticias oportunas. Entre
muchos manuscritos me enseñó uno que viene a ser compen-
dio, o una breve noticia de los descubrimientos naturales de
nuestro famoso Hernández593.

589. «Murcelli» en el original. Stefano Antonio Morcelli S.I. (1737-1821).


590. Stefano MORCELLI: De stilo inscríptionum latinarum librí III, Ex officina Giun-
chiana, 1781.
591. Stefano MORCELLI: Inscríptiones commentaríis subiectis, Roma, Ex offieina
Giunchiana, 1783.
592. Gregorio Agrigentino (559-630). Obispo nacido en Agrigento, Sicilia, participó en
el Concilio de Constantinopla y recorrió el Oriente predicando la conversión de los
infieles. Es considerado uno de los más importantes exégetas de la patrística grie-
ga. No hemos localizado la posible edición del códice de que habla Andrés.
593. Francisco Hernández (1517-1587). Médico de Felipe II. Andrés le dedicó un epí-
grafe en el volumen dedicado a la Botánica. Su obra sobre la fauna y flora de Méxi-
co, en 17 volúmenes, quedó inédita y fue destruida casi en su totalidad en 1671,
en un incendio de El Escorial. Fue impreso el volumen Nova plantanim, anima-
lium ct mineraliiiin Mexicanonim historia, Roma, Zenobius Masottus, 1651.
Andrés citaba la traducción al castellano realizada por Francisco Jiménez (1666-
1730): Quatro libros de la Naturaleza y virtudes de las plantas y animales (¡nc están
recibidos en el uso de Medicina en la Nueva España, México, Viuda de Diego
López Dávalos, ] 615. Casimiro Gómez Ortega editó De Historia plantamm Novae
Hispaniae, Madrid, Typographia Ibarrae Heredum, 3 vols., 1790. Según Andrés,
«infinitas eran las plantas que describió en su peregrinación, en la cual iba acom-
pañado de doctos jóvenes que oportunamente le ayudaban en las investigaciones
botánicas. Mil doscientas tenía ya bien descritas en Méjico cuando le vio el Padre
José Acosta, y después fueron aún muy aumentadas», en Origen..., vol. Ill, p. 69.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 371

BIBLIOTECA COLONA
La biblioteca de Casa Colona594 tiene también varios manuscritos,
y algunos de ellos griegos. En ella vi el célebre bajo relieve de la
apotheosis de Hornero, de que tanto han escrito los anticuarios595.

BIBLIOTECA BORGHESE
Los libros de la biblioteca Borghese son por la mayor parte vie-
jos, y legales o escolásticos; pero hay algunos manuscritos que
son dignos de consideración, especialmente de españoles. Allí se
halla el breviario del Petrarca, que, habiendo estado desatendido
200 años, Juan Bautista Rota596, Canónigo de Padua, lo conservó,
y puesto en un decente estuche fue regalado a la Casa Borghese.
El Abate Parisio, Secretario de la casa, y autor de una obra de ins-
trucción a los Secretarios, y del modo de escribir cartas, tiene a su
cargo lo poco que hay que hacer en la biblioteca; y yo le quedaré
muy agradecido porque, aunque su gota y sus años le impiden
subir tantas escaleras para visitarla, quiso, por el aprecio que hace
de mi obra, y por su mucha atención, satisfacer mi curiosidad, y
mostrarme lo que hay que ver en aquella librería.

BIBLIOTECA DE MONSEÑOR SALICETI


No te hablaré de la biblioteca de la Sapienza597, ni la de la Impe-
riali, aunque públicas, porque las vi con sobrada superficialidad;

594. La biblioteca, compuesta por unos 7.000 volúmenes, fue iniciada por el Cardenal
Ascanio Colonna, prefecto de la Biblioteca Vaticana.
595. Se refiere a la polémica entre Winckelmann y el inglés Reinhold sobre la datación
del bajorrelieve. Reinhold pretendía que fuera hecho entre la LXXII y la XC Olim-
piada y, por lo tanto, obra de las más antiguas del arte griego, lo que fue refutado
por el historiador alemán, que la consideraba de tiempos del emperador Claudio.
Fue encontrado en una propiedad de la Casa Colonna cerca de la Via Apia.
596. Giambattista Rota (1722-1786). En 1804 se publicó su Dell'origene e della atona
antica de Bergamo, Bergamo, Vincenzo Antoine, 1804.
597. Llamada también Biblioteca Alessandrina, fundada en 1670, era la biblioteca de la
Universidad de Roma, construida por Borromini.
372 dslhfflknhljkjkd

no de las privadas de Conti598, Altieri y varias otras dignas de


verse, pero que yo no vi; ni tampoco la del difunto Cardenal
Mareíbschi599, que estaba y está aún vendible, y que según
dicen es copiosa y selecta. No pude ver la riquísima librería que
Monseñor Saliceti600, médico del Papa, tiene en el Vaticano;
porque como entonces habitaba Su Santidad como lo acostum-
bra en los meses de verano, en el Palacio de Monte-Cavallo601,
no tenía allí a mano Monseñor sino algunos de sus libros, que
quiso mostrarme, y aun me hizo el favor de prestarme alguno de
ellos. Ofreció llevarme un día al Vaticano a ver los otros; pero
sus muchas ocupaciones y mi viaje a Ñapóles no permitieron
que llegase aquel día, que para mí hubiera sido de sumo gusto,
y me lo hacían desear más los libros que vi en Monte-Cavallo.
Una de las cosas que hacen recomendable esta librería es que
abunda de libros de ciencias naturales, de los que comúnmen-
te están faltas todas las de Roma, y tiene también otros muchos
costosos y raros por las láminas, y otras particularidades, que
aumentan su valor y raridad.

OTRAS BIBLIOTECAS
No hay casa en Roma que no abunde de libros: muchos son los
Príncipes y Señores que, además de la librería de la casa, tienen
en su cuarto algunos libros particulares; los Secretarios, los

598. Abate Antonio Conti (1677-1749).


599. Mario Compagnoni Marefoschi (1714-1780). Cardenal. Se publicaron dos catálo-
gos de su biblioteca: Bibliothecae Maní Compagnoni Marefnsclú S.R.E. cardina-
lis catalogas, Roma, 1786, y Catalogo ddla maggior parte dclla biblioteca dalla
cliiara memoria dell'eminentissimo Cardinale Mario Compagnoni MarcsfoscJü,
Roma, 1787.
600. Natale Saliceti (1714-1789). Médico y sacerdote. Era corso, y se trasladó a Roma
a ejercer la medicina en 1757. Ganó fama al lograr el restablecimiento del Pontí-
fice durante la larga enfermedad que sufrió Pío VI desde mediados de marzo de
1779. Vid. Lndovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona,
Gustavo Gili, 1940, pp. 27-29.
601. El Quirinal.
B O L O N I A , F L O 11 F. N C I A , R O M A 373 373

Maestros, los Capellanes, los Mayordomos tienen también sus


libros; los abogados, los Abates, los Prelados, los Cardenales tie-
nen sus librerías, y donde menos se piensa se encuentran estan-
tes llenos de libros, y muchas veces selectos y raros. El Señor
Cardenal Valenti Gonzaga602, aunque está Legado en Rávena,
tiene en Roma su librería, y me dio permiso, no sólo para ir a
ella cuando quisiese, sino también para llevarme a mi habitación
los que gustase para poderlos leer con más comodidad. El
mismo favor me hizo el eruditísimo Abate Zacearía, el cual en
varios puntos me daba la doble ventaja de sugerirme los libros
oportunos y prestármelos; y a varios otros debía también el favor
de dejarme disfrutar de sus libros con toda comodidad. Como
yo no buscaba los raros, sino los que no puedo tener en esta ciu-
dad, donde realmente hay muchos, y en algunos ramos nota-
blemente más que en cualquiera otra ciudad subalterna, y aun
que en algunas capitales, pero donde es preciso que falten otros
muchos, me valí de tan buena ocasión para verificar muchos
pasajes, examinar muchos libros, formar apuntamientos, y
lograr allí lo que aquí no había podido; y tuve mucha compla-
cencia de hallar en aquellos Señores tanta bondad y favor.

CASA DEL SEÑOR CARDENAL ZELADA


Sería nunca acabar si quisiera dejar correr libremente la pluma
para escribirte cuanto me ofrece la parte bibliográfica de Roma;
pero no puedo dejar de hablarte de la biblioteca del Señor Car-
denal Zelada603, cuya casa sola me daría sobrada materia para
una larga carta. La escalera es un museo lapidario, por estar toda

602. Luigi Valenti Gonzaga (1725-1808). Sobrino del Cardenal Silvio Valenti Gonxaga.
Fue Nuncio en España desde septiembre de 1773, y fue nombrado cardenal en el
Consistorio de abril de 1776. Era legado pontificio en Rávena desde 1778.
603. Vid. nota 115. Poseedor de una gran biblioteca, la donó a la Vaticana, excepto sus
manuscritos, que fueron a la Catedral de Toledo y, posteriormente, a la Biblioteca
Nacional de Madrid. Publicó la obra de numismática De nninmis alicjnor aeréis \tnda-
libns epístola, Roma, 1778. El catálogo de monedas ocupa de la pág. 19 hasta la 36.
374 JUAN ANDRÉS MOHKLL

llena de lápidas griegas y romanas; y llegando a la vastísima


librería se ven cinco o seis salas, todas llenas de libros, algunos
raros, otros preciosos por alguna circunstancia particular, y los
más muy buenos y magistrales en sus clases, que todas las abra-
za aquella biblioteca. En dos salas se encierran los manuscritos
antiguos y modernos, entre los cuales, además de muchos pre-
ciosos por lo que contienen, hay otros recomendables por lo
raros, como son un Salterio en lengua siriaca de láminas de
bronce, otro libro de corteza de árbol, un rótulo de piel de toro,
algunos de miniaturas singulares, y otros de alguna otra raridad.
Su museo de medallas es particular por la gran colección
que tiene de ases, semises, y otras monedas de esta clase, sobre
las cuales ha impreso su Eminencia dos cartas dirigidas al Señor
Cardenal Archinto604, y por las series enteras de las medallas
modernas de algunos reinos, y de algunos Príncipes, muchas de
las cuales tienen la recomendación de ser regalos hechos a su
Eminencia por los mismos Soberanos. Muchos idolillos, varios
instrumentos antiguos y otras antigüedades forman una buena
pieza de museo anticuario. También es hermoso el museo de
historia natural, arreglado con simetría y buen orden en más de
una sala. Otra harto grande ocupan las máquinas de física expe-
rimental, en las que se ve la inteligencia de quien las compra.
Dos o tres salas contienen el museo anatómico de bellas prepa-
raciones en cera de todas las partes de la anatomía. Además de
todo esto en otras salas superiores tiene observatorio astronó-
mico, y en otras inferiores una pequeña galería de cuadros.
Hasta su capilla doméstica se puede mirar como un museo, y
por ella quiso su Eminencia empezar la ostensión de sus rarida-
des, mostrándome por sí mismo un bellísimo bajo relieve de mar-
fil de la muerte de San Javier, Santo de su nombre, un Crucifijo,
preciosa reliquia por haber servido al mismo Santo en sus viajes
apostólicos, y algunas otras devotas y respetables curiosidades.

604. Cardenal Giovanni Archinto (1736-1799). Mayordomo papal a la muerte de Cle-


mente XIV, fue Nuncio en Florencia. El 15 de abril de 1776 fue elegido Cardenal
junto al Nuncio en Madrid Valenti Gonzaga.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 375

La humanidad y cortesía de su Eminencia me facilitaron el


ir varias veces a su biblioteca, que se me hacía más apreciable por
hallarse en ella de Bibliotecario el eruditísimo Abate Lazzeri605,
quien unía el auxilio de sus luces al de los libros que me sumi-
nistraba. Ciertamente es un consuelo hallar en la casa de un par-
ticular cumplidos medios para cultivar con adelantamiento y
provecho todas las ciencias; es un portento ver tantas y tan varias
preciosidades unidas por un hombre solo en el breve transcurso
de pocos años; da honor a la generosidad y buen gusto del dueño
el emplear sus rentas en adquisiciones tan loables, y franquear-
las noblemente a cuantos pueden aprovecharse de ellas. ¡Oh! y
si se introdujese este gusto entre nuestros grandes, y ricos Seño-
res, ¡qué ventajoso no sería a la cultura de la nación! ¡Cuánto
mejor y más honoríficamente estarían empleadas en esto las
inmensas rentas que ahora se consumen sin saber en qué! Uno
de los muchos millares que malgastan en vanidades, aplicado
anualmente para adquirir libros u otros instrumentos literarios,
podría en pocos años llenar las casas de bibliotecas, de museos,
de medios para educar bien sus propios hijos, de cultivarse, y de
dar honor a la nación. Son deseos tal vez vanos, pero que nacen
del verdadero amor de la patria, y de su provecho y honor. El
ejemplo del Serenísimo Señor Infante D. Gabriel606, que tantas
eruditas colecciones de códices, de medallas, de cosas naturales,
y de otras raridades ha sabido formar en pocos años, podría y
debería estimular a todos esos Señores a emplear el tiempo y el
dinero en cosas tan útiles. Quiera Dios que lo hagan; y logre yo
el consuelo de oír que se han cumplido mis deseos patrióticos
más pronto de lo que pienso. Entre tanto baste por ahora de
carta, y dejemos para otra los museos y las galerías, que me
darán sobrado qué decir.

605. Vid. nota 560. Pietro Lazzeri S.I.


606. Gabriel de Borbón (1752-1788). Hijo de Carlos III y María Amalia de Sajorna.
Sobre el mecenazgo del Infante D. Gabriel, vid. Juan MARTÍNEZ CUESTA: Don
Gabriel de Borbón y Sajorna: mecenas ilustrado en la España de Carlos III, Valen-
cia, Pre-Textos, 2003.
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CARTA VII
Mantua, 15 de diciembre de 1785

MUSEO CAPITOLINO
Roma abunda tanto de museos y de galerías como de bibliote-
cas: no hay casa que no tenga sus libros, ni la hay que no tenga
estatuas y cuadros; hay algunas galerías y museos públicos, y hay
infinitos particulares. El museo más famoso de toda Europa es
el Capitalino60', visitado por los Príncipes, por los literatos, y por
cuantos forasteros de algún gusto van a aquella ilustre capital. El
museo Vaticano, de que te he hablado en mi antecedente, es
obra de solo dos Papas en estos 14 ó 15 años últimos608, cuando
parece debía estar ya exhausto el terreno romano para producir
nuevos frutos de antiguas piedras; ¿qué será, pues, el Capitali-
no, obra de tantos Papas por tan largos años, y cuando el terre-
no virgen, por decirlo así, abundaba de las más bellas
antigüedades? El lugar donde está aquel museo es un lugar
digno de respeto, que merece la más diligente atención, y a cada
paso ofrece muchísimo que observar.

607. Iniciado por Sixto IV al clonar al pueblo romano en 1471 algunas esculturas anti-
guas conservadas en el Luterano. Las piezas reunidas en el Palazzo dei Conserva-
tori fueron trasladadas al Palazzo Nuovo en 1654, una vez finalizada su
construcción, que fue abierto al público en 1734 por Clemente XII, quien incor-
poró estatuas y retratos que habían pertenecido al Cardenal Albani.
608. Clemente XIV y Pío VI.
378 J U A N A N D R É S MoaELL

ESTATUA ECUESTRE DE MARCO AURELIO


El Capitolio mismo es el trono del museo Capitalino609. De la
falda de aquel sacro monte, en una plaza rodeada de buenas
casas, y con una gran fuente en medio, se ven dos altas y anchas
graderías, una a mano izquierda, más alta y elevada empedrada
aquí y allí de bajos relieves y de otras piedras antiguas, que con-
duce a la Iglesia de Ara Coeli610, y otra en medio, más magnífi-
ca, más espaciosa, más cómoda y majestuosa, que lleva a la plaza
donde está el museo Capitalino. Dos hermosas fuentes con
algunas estatuas adornan el pie de la gradería, y el remate está
coronado de una gran balustrada611 de mármol, de las estatuas
colosales de Castor y Pólux612 con sus caballos, de algunas gran-
des columnas milliarias, de los trofeos de Mario y de otras esta-
tuas. Al subir por aquel venerable monte se siente el ánimo
conmovido con la memoria de tantos respetables héroes dueños
del Universo, que subieron a él triunfales llevando los despojos
de todo el mundo. La soberbia estatua de Marco Aurelio613 es a
quien se ofrecen los primeros tributos de la admiración. Caba-
llo más animado y más vivo, que tenga más movimiento y más
alma no sé si se habrá visto antiguamente, pero es cierto que no
se ve ahora entre todos los caballos antiguos y modernos que ha
sabido formar la escultura. En las obras clásicas y magistrales
después de satisfecha la admiración de las superiores bellezas,
entra el amor propio a buscar en ellas algún defecto con que
hacerlas de algún modo más cercanas a nuestra pequenez. En
el caballo de Marco Aurelio me parecía encontrar algún exceso

609. El Palazzo Ntiovo proyectado por Miguel Ángel se convirtió en Museo en 1734 por
Clemente XII. La colección la inició Sixto IV en 1471.
610. Santa Maria in Ara Coeli data del siglo VI.
611. Figura «balustre» en el original, aunque corregido en la fe de erratas.
612. Las estatuas de los Dióscuros —Castor y Pólux— rematan la escalinata que ascien-
de desde Piazza Venezia hasta el Capitolio. Son clásicas, si bien restauradas.
613. La estatua ecuestre en bronce de Marco Aurelio data del siglo II d. C. Andrés pudo
verla en su pedestal en el centro del Campidoglio.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 379

en lo ancho del vientre, lo que puede provenir de haberse con


el tiempo y con el peso de la estatua de Marco Aurelio viciado el
bronce, sin que el artífice tuviese parte en este defecto; y de
cualquier modo es aquella estatua un portento del arte, que tra-
bajada en tiempo de su decadencia podría parecer digna del
siglo de Alejandro, y de los más felices tiempos de la escultura.

PALACIO DEL SENADOR


Enfrente de esta plaza está el Palacio del Senador614, al que se
sube por una escalera de dos ramos, en medio de los cuales hay
una fuente, obra de Miguel Ángel; sobre ésta se ve una estatua
antigua de Roma triunfante, y más abajo en el balustre dos esta-
tuas del Nilo y del Tiber615. A la mano derecha de la misma
plaza está el Palacio de los Conservadores616, que podría mirar-
se como un rico museo si no estuviera cerca del otro mucho más
rico. Apenas se entra en el patio de este Palacio se ven grandes
pedazos de estatuas colosales617; una cabeza de bronce, otra de
mármol, dos pies y algunos otros fragmentos hacen ver la gran
mole de aquellas estatuas de las cuales eran éstos pequeñas par-
tes. Colosal, aunque de muy inferior grandeza, es la estatua de
Roma triunfante que se ve allí mismo; al lado de ella hay otras dos
de dos Reyes cautivos con los brazos cortados bástalos codos, que
están trabajadas con más primor. Se ve en aquel mismo patio una
estatua de gusto egipciaco, que Winckelmann618 creía antiquísi-
ma de no sé qué griegos transferidos al África, y que después el

614. En el Palazzo Senatorio se reunía el Senado romano desde el siglo XII.


615. Fueron trasladas desde el Quirinal a mediados del siglo XVI.
616. La fachada del Palazzo dei Conservators fue construida por Giacomo Delia Porta
a partir de 1563.
617. Entre ellas la de Constantino II, de la que se conservaban únicamente la cabeza,
una mano y otros fragmentos.
618. El alemán Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) revolucionó la crítica del
arte con su Histoire de l'art dans l'antiqnité, Leipzig, 1781,3 vols., prestando aten-
ción hacia monumentos romanos y griegos poco atendidos hasta entonces. En
380 J U A N A N D R É S Mo u E i. L

Abate Martini, por una inscripción que se lee en ella, y que


Winckelmann había columbrado, pero sin poderla leer, ha des-
cubierto ser obra de un griego de tiempos mucho más recien-
tes, esto es, del segundo o tercer siglo de la era cristiana; con lo
que se desvanece la conjetura de los artífices griegos pasados a
África, y se ve un monumento de la decadencia del arte entre los
griegos de aquel tiempo. Pero el mejor fragmento que se ve en
aquel patio es un león que despedaza un caballo, lleno de alma,
expresión y verdad, y que es una de las obras más perfectas en
su género del cincel griego.
Al pie de la escalera está la columna rostrata619 Duilio, que
ilustró nuestro Chacón620, que después han ilustrado aún más
otros anticuarios, y que da muchas luces para la historia, y para
la lengua y ortografía de aquel tiempo. Algunas estatuas y bajos

1755 llegó a Roma tras su conversión al catolicismo. En 175S pasó a ser bibliote-
cario y conservador artístico del Cardenal Albani, su protector, alcanzando el cargo
de inspector-presidente de antigüedades de Roma en 1763, catalogando fondos
antiguos. Andrés era un seguidor entusiasta de Winckelmann. En Origen..., le
dedica un párrafo muy elogioso: «El más sólido, más profundo y más perfecto anti-
cuario, que tal vez podrá llamarse por antonomasia el Anticuario, es el célebre
Winckelmann: ingenio, gusto y erudición se juntaron en él felizmente para hacer-
lo intérprete y arbitro de toda la Antigüedad. El fuego de su fantasía y la viveza de
su ingenio le hicieron caer alguna vez en aserciones poco seguras, pero, en sus
Monumentos inéditos, ha esparcido tantas luces y ha hecho tan útiles observacio-
nes para la explicación de las figuras y para el conocimiento de las artes, que con
razón puede decirse que ha formado una nueva ciencia de la Anaglíptica. Su Ensa-
yo sobre la Arquitectura de los Antiguos y las otras obritas suyas llevan impreso el
carácter de la antigüedad. Pero, singularmente, su Historia de las Artes y del dise-
ño es tal vez la más noble e importante obra que ha producido la Anticuaría», en
Origen..., vol. Ill, p. 459.
619. Columna rostral o rostrada, por estar su fuste adornado por espolones de nave, ya
que conmemoraba la batalla naval de Mylas en el 260-261 a. C., en que venció el
cónsul Cayo Duilio a los cartagineses.
620. Alfonso Chacón (1540-1599). Dominico, prior del convento de Santo Tomás de
Sevilla y residente en Roma desde ] 567 como confesor en el Vaticano. Andrés, en
su Origen..., ya hizo referencia a la labor de Chacón para «explicar su inscripción
y suplir juiciosamente lo que le faltaba», en Origen..., vol. Ill, pp. 450-451. Su
libro sobre la columna Trajana se cita en la nota 968.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 381

relieves adornan la escalera; y en las salas se ven estatuas anti-


guas y modernas, y diferentes pinturas; pero sólo te nombraré
la famosa loba de bronce que da leche a Rómulo y Remo, la cual
estaba antiguamente en el Capitolio621, y el día que dieron la
muerte a César fue quemada por un rayo en el pie izquierdo, de
lo que se ve aún la señal; la célebre estatua también de bronce
de un pastorcillo, que se saca una espina del pie622, y muestra en
su expresión la atención más viva, de la cual se ven muchas
copias antiguas y modernas; y la rara y singular estatua de la
Diosa triforme, la Luna, Diana y Hécate623, sin hacer mención
de varias otras, que no dejan de tener su mérito particular.
En una de aquellas salas se ven diferentes fragmentos de
los famosos fastos consulares, que en el imperio de Augusto
puso en orden el gramático Verrio Flaco624, y que han dado
tanta luz para la cronología romana625. De estos fastos se ha
encontrado posteriormente otro fragmento en Palestrina626
junto a una estatua del mismo Verrio, y esto ha hecho ver la ver-
dadera lección del paso de Suetonio De lllustr. Gramm621.

621. La loba capitolina data del siglo V a. C. Las figuras de Rómulo y Remo fueron aña-
didas en el siglo XV.
622. El Spinario corresponde al siglo I d. C.
623. Representaba las tres caras de la hermana de Apolo, hija de Zeus y Leto: Artemi-
sa o Diana es concebida también como Selene o Luna y como Hécate, la diosa de
las sombras lunares y los abismos infernales.
624. Desarrolló su actividad en los reinados de los emperadores Augusto y Tiberio, y fue
preceptor de los nietos de Augusto.
625. Andrés hace referencia a los Fasti Pracncstini, grabados en mármol, de los que
algunos fragmentos fueron encontrados en 1771 y 1778.
626. La romana Praeneste está situada entre Fracati y Tívoli, en el Lacio. Andrés debe
referirse a los fastos organizados por Sila para celebrar su victoria sobre Mario,
reconstruyendo el oráculo de Fortuna Primigenia destruido durante la toma de la
ciudad por las tropas de Sila.
627. Se refiere al texto de Suetonio De grammatiás ct rlietoribus que en algunas edicio-
nes del siglo XVII aparecía como De illustríbns gmmmaticis ct de clarís rhctoríbus.
628. «Tiene una estatua eu Preneste, en la parte inferior del foro, enfrente del hemi-
ciclo en el que había publicado los fastos ordenados por él, incisos en la pared de
mármol», en De grainmaticis ct Hictoríbiis, c. 17, c. 4.
382 J U A N A N D Hits Mo u ELL

hablando de Verrio: Statuam habet Praeneste in inferiore fori


parte contra hemicyclium, in quo fastos a se ordinatos, et mar-
móreo parieti incisos publicarat628, donde muchos, no sabiendo
qué tuviese que ver Praeneste o Palestrina con los fastos, habían
querido mudar prope Vestae dentro de Roma, o pro Vesta, o
pedestrem, cuando realmente no debe decir sino como dice
Praenestre, donde estaba la estatua de Verrio y sus fastos, en el
lugar donde todavía se ve el semicírculo, junto al cual se ha
hallado ahora un fragmento de los fastos, cuya mayor parte
había sido transportada a Roma en tiempos pasados. Monseñor
Foggini629 ha compuesto un libro para ilustrar este fragmento
de fastos hallado recientemente.
A estas y otras antigüedades, a las muchas estatuas antiguas
y modernas, y a las varias pinturas que se ven en aquellas salas
quiso el Papa Benedicto XIV una galería de buenos cuadros del
Tiziano, de Guercino, de Caravaggio630, de Pablo Veronés y de los
mejores pintores. No te nombraré de ellos sino uno de Guido631,
que representa el alma bienaventurada632, el cual me quedó
impreso particularmente por un cierto colorido ligero y claro633,
y al mismo tiempo expresivo y fuerte, que no he visto en cuadro
alguno de otro pintor, y que sólo le semeja otro del mismo
Guido que hay en aquella galería.

629. Pier Francesco Foggini (1713-1783). Hijo del escultor y arquitecto florentino Gio-
vanni Batista Foggini (1652-1725), se dedicó a la patrística y estuvo próximo a las
ideas jansenistas. Su libro De romano divi Pctrí Hiñere et episcopatn denunciaba
como falsa la leyenda que afirmaba que San Rómulo había sido el primer discípu-
lo de San Pedro.
630. San Juan Bautista fue pintado por Caravaggio entre 1595-1596.
631. Guido Reni (1575-1642). Vid. nota 133. Con Tiziano y Rafael, era el pintor prefe-
rido de Moratín. El museo conservaba numerosos cuadros de la escuela boloñesa,
sobre todo de los Carracci y Reni.
632. Se trata de Anima Beata, que Reni pintó entre 1640 y 1642. También es conocida
por Amo re divino.
633. Hay casi ausencia de colores: sólo una tela rosa rompe los tonos blancos y grises
que dominan el cuadro.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 383

PALACIO DE LOS CONSERVADORES


Pero volviendo al museo Capitolino, se ve éste a la izquierda de
la plaza en una fábrica de la misma arquitectura que el Palacio
de los Conservadores; y entrando en el atrio se empiezan ya a
ver estatuas y más estatuas por todas partes. Al pie de la escale-
ra hay una estatua colosal634, que se cree ser de Pirro, Rey de
Epiro, y en efecto en su peto, en su morrión y en su escudo tiene
algunos símbolos que a ninguno pueden convenir mejor que a
aquel Rey; y el ser la única de este sujeto añade mucho al méri-
to de su labor. Allí mismo se ven expresadas en el mármol las
medidas, y algunos instrumentos que usaban los romanos, y sir-
ven mucho para la inteligencia de los escritos antiguos. Se entra
en una sala toda llena de estatuas hechas según el gusto de los
egipcios, que se han hallado modernamente en las cercanías de
Tívoli en la Villa de Adriano635, y se cree estar todas trabajadas
en tiempo de aquel Emperador; cuya circunstancia, y el valor de
la materia, hace más apreciables las estatuas que el mérito de su
escultura.
Es preciosa la escalera no sólo por las estatuas antiguas
que la adornan, sino mucho más por varios fragmentos de un
importante mosaico que representa la antigua planta de Roma,
y es el más erudito monumento que se ha hallado de la romana
iconografía; pero subiendo por dicha escalera se pierde un
forastero curioso entre tantos bajo relieves, vasos, bustos, esta-
tuas, lápidas y toda especie de antigüedades. El mismo corredor
está lleno de ellas, y no se pueden volver los ojos a parte alguna

634. Winckelmann ya había señalado qvie se trataba del rey Pirro: «Además cíe las meda-
llas del rey Pirro, de bella factura, hay una estatua de tamaño mayor que el natu-
ral que se conserva en el museo Capitolino», en Historia del Arte..., p. 431. La
estatua fue encontrada en el Aventino, y adquirida por la familia Colonna por
2.000 escudos.
635. La más famosa es el Fauno rojo, de mármol rojo, una versión del siglo II d. C. de
un original griego. En Tívoli, a treinta kilómetros al noreste de Roma, construyó
Adriano una Villa para residencia veraniega, con reproducciones de edificios grie-
gos y egipcios. La sala egipcia del Capitolio fue inagurada en 1748.
384 J U A N AN D U E S M O H K L L

sin que se encuentren con alguna antigüedad. Un vaso grandí-


simo de excelente labor, puesto sobre una ara en que están
esculpidas con maestría todas las divinidades gentílicas, y otros
preciosos vasos y relieves estimables, o por el primor de la escul-
tura, o por las noticias de la mitología o de la historia, llenan la
primera sala. Muchas estatuas grandes y pequeñas ocupan la
segunda; pero entre ellas las que más llamaron mi atención fue-
ron una Agripina sentada, o medio recostada636, un Hércules
niño637, en quien se ve toda la fuerza que ha de tener con el
tiempo, y sobre todo el hermoso y amable Antínoo638.

OPINIÓN DE WlNCKELMANN

Una gran sala inmediata continúa en tener estatuas, entre las


cuales se distingue el gladiador cadente, y sobre todo el gladia-
dor moribundo639. La delicadez del trabajo, la exactitud de todas
las partes y la viveza de la expresión sorprenden, y ponen esta
estatua, con el Antinoo y algunas otras pocas, entre las obras más
clásicas de la antigüedad. Hasta ahora siempre se había creído
que aquel moribundo fuese un gladiador que expiraba por la
herida que tiene en un lado; pero el docto e ingenioso Winc-
kelmann quiso poner en ello alguna duda, inclinándose a que
fuese un heraldo muerto por una herida que le hicieron los ene-
migos, y conjetura que pueda ser un tal Antemócrito pregone-

636. Muy estimada en el Setecientos, fue conocida como Agripina, madre de Nerón, o
como Agripina, nieta de Augusto y madre de Caligula. Según Haskell y Penny hoy
está catalogada como representación de Elena, madre de Constantino. Vid. F.
HASKELL y N. PENNY: Op. cit., pp. 149-151.
637. Estatua en basalto adquirida en 1570 y conocida por Ercole Avcntino por el lugar
en que fue descubierta.
638. El Antinoo Capitalino se había encontrado en la Villa Adriano y fue adquirida por
Clemente XII para el Museo en 1733. En opinión de Winckelmann «nuestra natu-
raleza no producirá fácilmente un cuerpo tan perfecto como el de Antinoo Admi-
randus», en J. J. WINCKELMANN: Reflexiones..., p. 29.
639. Adquirido por el Papa Clemente XII en 1737 para el Museo Capitolino. Se trata-
ba de una de las esculturas más famosas y admiradas de la Roma clásica.
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 385

ro, trompeta, o heraldo de los atenienses muerto por los mega-


renses. En efecto, el cuerno con que llamaban a parlamentar, la
soga al cuello y alguna otra señal que existe en dicha estatua
convienen más a un heraldo que a un gladiator; pero o sea heral-
do o gladiator es ciertamente una bellísima estatua, que no se
puede ver sin sumo gusto640.

FASTOS CONSULARES
En otra sala641 se hallan ciento y tantos bustos de filósofos, poe-
tas y oradores griegos y romanos; allí se conocen por sus caras
todos los hombres doctos de la antigüedad, algunos se ven en
dos o tres bustos a veces semejantes, y otras veces de diferente
fisonomía, y sirven unos y otros para confrontarlos con otras
estatuas, o con algunas noticias que de ellos nos han dejado los
escritores antiguos. Lo mismo digo de otra sala de Emperado-
res y Emperatrices con algunos de sus hijos, en medio de la cual
hay una Venus algo mayor que el natural, que el custode decía
que formaba las delicias de Mengs, y realmente es muy hermo-
sa, si bien en mi concepto queda inferior a la Medicea642.
A todas estas preciosidades añadió el Papa Benedicto XIV
una sala llena de variedad de monumentos antiguos en mármol
y en bronce, aumentados después por Clemente XIII, algunos
de los cuales son estimabilísimos por la labor, como el famoso
mosaico de las palomas643 del Cardenal Furietti644, algunos vasos,

640. Según Haskell y Penny, esta teoría de Winckelmann era poco creíble: «No parece
que nadie tomara en serio la teoría de Winckelmann, pero sirvió para que la gente
pensara de nuevo en el verdadero tema de la estatua», en F. HASKELL y N.
PENNY: Op. cit., pp. 247-251.
641. Llamada Sala de los filósofos.
642. Andrés se refiere a la Venus Esqitilina, del siglo I a. C.
643. El Mosaico de las palomas formaba parte de la decoración de la Villa Adriano en
Tívoli. Winckelmann lo consideraba «el ejemplar más bello de esta clase», en His-
toria del Arte..., p. 357.
644. Giuseppe Alessandro Furietti (1685-1764). Andrés lo consideraba el primer estu-
dioso de los mosaicos: «los estudios de los mosaicos y los vidrios se pueden consi-
386 JUAN ANDRÉS M o u K LL

trípodes y otras cosas muy primorosas, y otras no menos estima-


bles por haber dado asunto a muchos y doctos escritos de céle-
bres autores, como la célebre tabla Ilíaca645, o sea un bajo relieve
que expresa los hechos de la guerra de Troya o de la Ilíada; la
famosa lámina de la ley regia, y algunos otros monumentos anti-
guos, que, leyéndose ilustrados en los libros, se ven con nuevo y
mayor placer en sí mismos, y cuya vista hace repetir con nuevo
gusto y con más exacta inteligencia su lectura en los libros.
No te contentes con formar alguna idea de aquel precioso
museo por lo poco que yo te digo, puesto que sólo puedo apun-
tarte brevemente algunas de las cosas que me quedaron más
impresas. Dos gruesas obras tenemos de este museo, una que
abraza la antigüedad escrita, y otra Infigurada. Monseñor Bot-
tari646 empezó a publicar la figurada y dio a luz tres tomos en
folio, y otro más grueso compuso después Monseñor Foggini
ayudado del Canónigo Foggini su sobrino, que ha sido su edi-
tor. De la escrita ha tratado en tres tomos en folio el Canónigo
Guaseo647, recogiendo en ellos todas las lápidas. Pero no bastan

derar como nuevos y debidos a las eruditas pesquisas de Furietti y de Bonarroti»,


en Origen..., vol. I, p. 371. Autor de De miisivis, Romae, 1752.
645. Encontrada en las proximidades de la Via Apia por un canónigo durante una cace-
ría. En ella se ve a la madre, hermanas y parientes de Héctor rodeando la tumba
del héroe. Vid. Winckelmann: Observaciones sobre la arquitectura de los antiguos,
Madrid, Aguilar, 1989, p. 552.
646. Giovanni Gaetano Bottari (1689-1775). Monseñor filo-jansenista y erudito floren-
tino. Autor de Museum Capitolinum, publicada en Roma entre 1750 y 1755, a la
que hace referencia Andrés, y de Dialogln sopra le tre arti del disegno, editada en
Lucca en 1754. Sus opúsculos jansenistas y antijesuitas, redactados en colaboración
con Pier Francesco Foggini, aparecieron bajo el anagrama de Gino Bottagrifi, y
ambos tradujeron al italiano la literatura francesa antijesuita. Vid. Franco VEN-
TURI: Scttecento reformatore, vol. II, pp. 22-23. Es por esta razón por la que
Bottari no aparece citado en el Origen... andresiano. Sobre el Jansenismo roma-
no vid. el cap. 12 de Hanns GROSS: Op. cit., pp. 270-285, y el libro de Enrico
DAMMING: // movimcnto giansenista a Roma nella seconda inieta del s. XVIII,
Citta del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, 1945.
647. Francesco Eugenio Guaseo (1725-1798): Museo Capitolini antic/nac inscríptio-
nes, Romae, Salomoni, 1775, 3 vols.
BOLONIA, FLOHF.NCIA, ROMA 387

todos estos volúmenes para hacer formar una exacta idea de


aquella riquísima colección; es menester verla, y verla con ojos
eruditos una y muchas veces, para enterarse a fondo de aquel
tesoro. Yo no pude ir a él más que dos veces; pero una de ellas
fui en compañía del Abate Lanzi, de quien te hablé en otra
carta648, y éste, como profundamente versado en el buen gusto
y en las antigüedades, me dio muchas luces que ciertamente no
hubiera podido adquirir por mí mismo.

MUSEO DEL COLEGIO ROMANO


De otro gusto diferente, pero también muy apreciable, es el
museo del Colegio Romano, llamado Kircheriano por haberlo
formado en gran parte el Padre Kircher649. Los artistas no tie-

648. En la Carta III.


649. Athanasius Kircher S.I. (1601-1680). Discípulo del aristotélico Niccoló Cabeo,
defendió el concepto de naturaleza mágica en la que se difuminaba las fronteras
entre lo natural y lo sobrenatural, que Andrés criticó suavemente al señalar que
cometió «algunos errores de antigua preocupación» o que le faltaba en ocasiones
«fina crítica», en Origen..., vol. IV, pp. 452-453 y vol. V, p. 117. Kircher intentó
encontrar en los jeroglíficos egipcios, los ideogramas chinos y en los símbolos
alquímicos una lengua filosófica universal que permitiría la mejor labor misional,
en Diño PASTINE: La nascita dell'idolatría. Loríente religioso di Athanasitis Kir-
cher, Firenze, La Nuova Italia, 1978. Andrés, no obstante sus reservas, utilizó
como fuente numerosas obras del jesuíta alemán, especialmente Mundus subte-
rrancns, Amstelodami, 1665, 2 vols., considerado como el primer texto cíe Geolo-
gía moderna, pero también Ars magna lucís et umbrae, Romae, 1646, Magues, siue
De arte magnética, Romae, 1641, 3 vols. Egiptólogo, conocedor de la lengua copta,
coleccionista de objetos enviados por misioneros, formó con todo ello el Museo
Kircheriano del Colegio Romano, del que se publicó una descripción a principios
del Setecientos, Musaeum Kirclierianum, Romae, 1709. De sus interpretaciones
de los jeroglíficos también Andrés reseñó su Obeliscus Pamphilius, Romae, 1650,
560 pp., que interpelaba los jeroglíficos del obelisco erigido por Inocencio X, y las
obras Oedipus aegijptiams, Romae, 1652-1654, 3 vols. y Prodornus coptns sive
aegijptiacus, Roma, 1636. Para Andrés, sus obras de egiptología no eran muy rigu-
rosas: «ni eran bastante correctas en la crítica, ni estaban libres de ingeniosos deva-
neos», en Origen..., vol. Ill, p. 465. La visión más actualizada sobre Kircher puede
consultarse en Saverio CORRADINO: «Athanasius Kircher: "Damnatio memo-
riae" e revisione in atto», en Archivinin Storícitm Societatis lesn 117 (1990), pp. 3-
26, y la voz «Kircher» en el Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús que
firma el propio P. Corradino, vol. Ill, pp. 2196-2198.
388 J U A N AN>DUES MOHF,I.L

nen aquí tantas bellezas en que complacerse; pero los eruditos


hallarán tal vez más campo para sus eruditas pesquisas en algu-
nas antigüedades etruscas, egipciacas y de otras naciones, en
algunas pateras llenas de eruditas figuras, en tantos monumen-
tos antiguos de sacrificios, de ornamentos femeniles y varoniles,
de artes y de varias otras cosas, que dan mucha luz para el cono-
cimiento de los antiguos, y la inteligencia de sus escritos. Este
museo puede también decirse público, y además de ser aprecia-
ble por las antigüedades, lo es también por muchas preciosas
raridades naturales, por varias cosas de la China y de otros paí-
ses remotos, y por otras curiosas singularidades, como podrás ver
en los tomos que hay de las antigüedades y de las cosas natura-
les del museo Kircheriano. El Abate Calandrelli650, docto mate-
mático y profesor de las escuelas públicas de aquel Colegio, que
es una especie de Universidad, me hizo el favor de enseñarme
este museo. Además de estos museos públicos se ven otros
muchos privados en las casas y en las Villas particulares.

GALERÍA DEL PALACIO JUSTINIANO


Es famosa la galería de cuadros y estatuas del Palacio Justinia-
no651, de la cual corren impresos dos gruesos tomos en folio de
solas las estatuas y bajos relieves, de los que están llenos el atrio,
el patio, la escalera y la antesala. Pero entrando después en las

650. Giuseppe Calandrelli (1749-1827). Canónigo y profesor de matemáticas y direc-


tor del observado del Colegio Romano tras la fundación por Clemente XIV, una
vez extinguida la Compañía de Jesús, del Observatorio Pontificio del Colegio
Romano el 14 de julio de 1774, que dirigirá hasta 1824, en que los jesuítas volvie-
ron a ocupar el Colegio Romano, retirándose Calandrelli al seminario romano de
San Apolinar, llevándose consigo los instrumentos astronómicos de su propiedad.
En 1787 supervisó la construcción de un nuevo observatorio en una de las esqui-
nas de la fachada del colegio, concocido como «torre Calandrelli».
651. El Palazzo Ciiistiuiani fue levantado por iniciativa de Vincenzo Giustiniani (1564-
1638), hijo de un acaudalado banquero genovés, que reunió en su palacio la más
importante colección de estatuas antiguas, y fue el primero en ofrecer un catálo-
go ilustrado impreso de su colección en 1628 con una segunda edición ampliada
en 1631, a las que hace referencia Andrés.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 389

salas se ven excelentes pinturas juntas con algunos bustos, y otros


mármoles antiguos; y singularmente en la última sala se ven un
bellísimo vaso antiguo, que no tiene a quien compararse sino al
del museo Capitolino, y la celebradísima pintura de Pausino de
la muerte de los Inocentes602, con otras de Guercino y de otros,
que no son tan celebradas, pero que en mi concepto merecen
serlo a lo menos tanto como la de Pausino. Además de todas
aquellas salas de pintura y escultura, hay otra gran pieza entera-
mente llena de estatuas por la mayor parte bellísimas, y algunas
de ellas particularmente apreciables por ser únicas.

GALERÍA MATTEI
Todo el atrio, todas las paredes del patio y gran parte de la esca-
lera del Palacio Mattel653 está lleno de antigüedades; y entran-
do en las salas, además de las varias pinturas y esculturas
estimables, se ve el busto de Cicerón, que se tiene por el más
verdadero y legítimo de cuantos se ven en tantos museos654. El
Abate Amaduzzi605, en los tres tomos en folio de Horti Caeli-
montani656, o sea de la Villa Mattel en Monte Celio, trae los más
de los monumentos de antigüedad que existen en aquel Palacio.

652. La matanza de los Inocentes fue pintado por Poussin para Vincenzo Giustiniani
hacia 1626. Hoy se encuentra en el Museo Conde, en Chantilly.
653. Conocida como Villa Celimontana, fue construida por la familia Mattei hacia 1580.
654. Fue destacado por De Brosses: «única imagen auténtica que tenemos de este gran
hombre», en DE BROSSES: Op. cit., vol. II, p. 260.
655. Giovanni Cristoforo Amaduzzi (1740-1792). Rigorista y antijesuita. Considerado
por Harms Gross «the foremost champion of the second generation of Catholic
reformers in Rome», en Harms GROSS: Op. cit., p. 262. Andrés lo catalogó entre
los anticuarios romanos que daban a conocer los nuevos descubrimientos, con Vis-
contiy Oderici, en Origen..., vol. Ill, p. 457.
656. Giovanni Cristoforo AMADUZZI: Vet em monnmenta qnae in hortis Caelimonta-
nis et in aedibus Matthaeionun adservantnr, Romae, Monaldini, 1776-1779, 3 vols.
390 JUAN ANCHES MORELL

GALERÍA SPADA
El Palacio Spada657 tiene también muchas y excelentes pinturas,
y varias antigüedades. Una pintura al fresco que dicen ser de
Julio Romano, un cuadro del mismo, la Dido658, de Guercino, el
retrato del cardenal Bernardino Spada de Guido659, otros retra-
tos de Tiziano660, de Van Dyck661 y Rembrandt662, y algunos
otros cuadros muy hermosos, con algunas antigüedades no
comunes hacen importante la visita del Palacio Spada; pero
sobre todo se debe observar en él la célebre estatua de Pompe-
yo663 que se cree ser única, y, además del mérito de su labor, se
dice tener la memorable particularidad de haber muerto a sus
pies Julio César664.

657. El Palacio fue construido hacia 1540 por el Cardenal Capo di Ferro, pero pasó a
ser residencia del Cardenal Spada en el s. XVII, que contrató a Bernini para rea-
lizar una galería de columnas, coleccionando pinturas y esculturas. A De Brosses
le pareció que su arquitectura tenía «algo de rústica», en DE BROSSES: Op. cit.,
vol. II, p. 260.
658. Se trata de La muerte de Dido del Guercino. Fue pintada en 1631 y recoge la esce-
na narrada por Virgilio en la Eneida.
659. Pintado por Guido Reni en 1631. El Cardenal Bernardino Spada (1594-1661) fue
el iniciador de la colección de pinturas.
660. Se conserva el «retrato de violinista», un óleo pintado por Tiziano en 1515.
661. En el original «Wandik». Antón Van Dyck (1599-1641). Van Dyck residió en Roma
en 1622, antes de pasar a Venecia y a otras ciudades de Italia. Desconocemos que
la Gallería Spada poseyera ningún cuadro del artista flamenco.
662. Desconocemos que existiera en la pinacoteca Spada algún Rembrandt.
663. Estatua de mármol de 3'45 m de altura que fue regalada por Julio III al Cardenal
Capo di Ferro entre 1550 y 1555. Winckelmann expresó sus dudas de que se trata-
ra de Pompeyo y también E. Gibbon, y esta cuestión fue ampliamente debatida hasta
mediados del siglo XIX. Vid. E HASKELL y N. PENNY: El gusto..., pp. 326-330.
664. Esta afirmación se había convertido en un lugar común carente de todo funda-
mento. Respondía a la tendencia erudita, iniciada a principios del siglo XVIII por
el Conde de Caylus, de ver en algunas estatuas una ilustración de episodios impor-
tantes de la historia de Roma. Era tan aceptada la vinculación de la estatua de Pom-
peyo al asesinato de Julio César que en septiembre de 1798 fue trasladada al teatro
Apolo para formar parte del decorado de la obra de Voltaire La morí de César.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 391

GALERÍA FARNESE
El Palacio Farnese665 es por todas sus circunstancias, aunque no
el más grande, el más soberbio Palacio que hay en Roma, y tal
vez en toda Europa. Una espaciosa y hermosa plaza, adornada
con dos magníficas fuentes con pilas bellísimas de pórfido666, da
no poco realce al Palacio. La arquitectura de éste es noble, seria
y majestuosa; y las piedras de que se compone tienen la raridad
de haber sido del célebre coliseo, por lo que cada una de ellas
se puede mirar como una verdadera reliquia de la grandeza
romana; y aunque acuerdan con dolor la barbarie de quien las
sacó de aquel grande edificio, hacen mirar con respeto este
Palacio adornado con tan preciosos despojos. El atrio, el patio,
la escalera, los corredores, todo es bello y grandioso. La pintu-
ra y la escultura no tienen en aquel Palacio menos en qué com-
placerse que la arquitectura. La galería pintada por Aníbal
Carracci667 es de lo mejor que en su línea tiene el arte; las
muchas láminas que se han abierto de ella, y las copias que se
están sacando continuamente han hecho harto conocida esta
pintura. Yo he tenido que verla muchas veces (con el motivo de
visitar al Caballero Ricardielli, ministro de Ñapóles que vive
allí668, por las dificultades que sabes del pasaporte) y siempre la
veía con nuevo gusto. En la misma galería hay varios bustos, y
particularmente algunos de ellos muy apreciables. Por todo el

665. Construido para el Cardenal Alejandro Farnesio, Papa desde 1534 como Pablo III,
por Antonio da Sangallo (1483-1546) y Miguel Ángel, y concluido en 1589 por Gia-
como Delia Porta.
666. Fueron realizadas en el siglo XVII con materiales extraídos de los baños de Cara-
calla y decoradas con flores de lis, emblema de la familia Farnese.
667. Aníbal Carracci (1560-1609). Fue llamado a Roma en 1595 por el Cardenal
Odoardo Farnese para pintar los frescos de la Galería, lo que concluyó en 1604.
668. El embajador Ricardielli informó al Papa Pío VI de la negativa de Ñapóles al pago
del tributo feudal que el Reino de las Dos Sicilias abonaba a la Santa Sede, lo que
dio lugar a una fuerte tensión en 1788. Residía en el Farnese porque el Palacio era
propiedad de los Borbones de Ñapóles.
392 J U A N ANDKF. s MouF.I.I.

Palacio hay estatuas antiguas y modernas; pero aunque algunas


sean muy buenas, se olvidan todas por el famoso Hércules669, obra
del griego Glycon670, y por el no menos famoso grupo del toro6'1.
Este grupo, que por sí solo puede servir de museo por la multitud
y variedad de las estatuas que lo componen, tiene la particularidad
de ser todo él de un mismo pedazo de mármol, y trabajado con el
mayor primor por Apolonio y Taurisco, escultores griegos6'2.

GALERÍA BORGI-IESE
Es célebre el Palacio Borghese6'3, llamado el Címbalo Borghese
por imitar en su construcción la figura de un címbalo. En su mag-
nífico patio, con dos órdenes de columnas en dos como pórticos,
se ven algunas estatuas colosales antiguas que añaden mucho
ornamento a la arquitectura. En las salas que están al piso de tie-
rra, se halla la copiosa y rica galería que dicen contener más de mil
cuadros de Leonardo de Vinci674 que hay en toda la Lombardía, y

669. La estatua Hercules Fantcsio de 3'17 metros ya estaba en el Palacio a mediados del
siglo XVI. Andrés lo admiró cuando se encontraba expuesto en el primer patio del
Palacio, antes de pasar al estudio de Cario Albacini para su restauración. Poco des-
pués, en junio de 1787, fue enviado a Ñapóles, donde se halla actualmente.
670. Mengs dudaba de la inscripción que indicaba que Glicón era su autor: «Aunque el
Hércules Farnesio tiene el nombre de Glicón, debemos sospechar que sea falsifi-
cado», en Antonio Rafael MENGS: Obras, Madrid, Imprenta Real, 1780, p. 166.
671. El grupo Toro Farnesio fue descubierto en 1545, pasando al Palacio Farnesio un
año después. Pocos años después de admirarlo Andrés, lúe enviado a Ñapóles, en
1788, y hoy se expone en el Museo Nazionale de aquella ciudad.
672. Esa paternidad fue atribuida por el anticuario romano Francesco Ficoroni en su
obra Le meiiiorie plú singolari di Roma, Roma, Giovanni María Salvioni, 1730, y
aceptada por Winckelmann: «Este monumento es todo él de un solo bloque de
mármol y está compuesto por varias figuras, siendo obra de Apolonio y de Tauris-
co», en Historia del Arte..., p. 430.
673. Construido por Flaminio Ponzío y Giovanni Vasazio en la década de 1620, aunque
fue renovado por Marcantonio Borghese en los años 70 del Setecientos.
674. Se trata de pintores de la escuela de Leonardo da Vinci (1452-1519), y que eran
considerados obra del maestro, como el Cristo portacrocc de Andrea Solario, la
Testa femininile, Leda, o la Pietá del pintor de Siena Sodoma, que durante mucho
tiempo se atribuyó a Leonardo.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 393

más del Tiziano675 que en toda Venecia. A la multitud y hermosu-


ra de los cuadros se junta en algunas salas la riqueza, grandiosidad
y buen gusto, que las hacen dignas del mayor Monarca, y dan
mucho honor al Príncipe actual Don Marco Antonio676 que no ha
omitido gasto para su adorno y magnificencia.

GALERÍA DORIA
El Palacio Doria es de extremada grandeza6'7, y puede servir, y
aun sirve, por muchos Palacios. Magnífica es también su gale-
ría, y yo tuve el gusto de visitarla en compañía del español
Camarón6'8, joven hábil pensionado por esa Academia de San
Fernando que volvió ahí este año. Entre los muchos cuadros de
esta galería hay algunos que los pintores los miran como clási-
cos; pero sólo te nombraré el retrato del Papa Pamphili hecho
por nuestro Velazquez6'9, y que él solo basta para dar honor a la
pintura española. Otro excelente monumento del mérito de
nuestros pintores vi en la rica galería del Palacio Corsini680, y es
una Virgen de Murillo681 de una tal delicadez y suavidad que me

675. Entre los Tizianos reunidos en Villa Borghese se encontraban Amor divino ij amor
profano, pintado en 1534, Venus (¡ue venda los ajos de Amor, de 1565, La flagela-
ción de Cristo y San Doménico. Otros cuadros eran atribuidos erróneamente a
Tiziano, como la Ultima Cena de Jacobo Bassano.
676. Marcantonio IV Borghese (1730-1800). Transformó la villa en la década de 1770 y
la convirtió en centro difusor del neoclasicismo en Roma.
677. Uno de los más grandes palacios romanos, construido en distintos períodos, y con
diferentes fachadas, pues el palacio da a la Via del Corso, a la Via del Plebiscito, a
la Via della Gatta y a la Plaza del Colegio Romano. La pinacoteca fue iniciada en
1651 por Inocencio X Pamphili.
678. José Juan Camarón y Meliá (1761-1819), hijo del pintor José Camarón Bonanat.
679. El retrato de Inocencio X destacaba en la pinacoteca Doria. También para Stend-
hal: «parece singular entre tan bellas cosas», en STENDHAL: Paseos por Roma,
p. 399.
680. Clemente XII lo adquirió para su nepote el Cardenal Neri Corsini, y fue recons-
truido por Ferdinando Fuga entre 1729 y 1732.
681. Se trata de Madonna col Bambino.
394 J U A N A N D R É S Mo H E L L

dejó enamorado; inmediato a él está un cuadro del célebre


Rubens682, y este pobre flamenco con toda su celebridad pier-
de mucho por estar al lado del español. ¿Por qué nuestros bue-
nos grabadores Carmona683, Selma684 y otros no hacen correr
por Europa los cuadros de nuestros buenos pintores, que pue-
den dar honor a la nación? Una estampa que me enviaste de una
Virgen de Murillo grabada por Carmona dio aquí a muchos
alguna idea del diseño español, e hizo desear ver muchas otras
de éste y de otros pintores de nuestra nación.

GALERÍA CORSINI
La galería Corsini fue una de las que más me gustaron por lo ale-
gre de su situación, por ser de las primeras que vi, y por haber
tenido la compañía de algunos de la casa que me hacían obser-
var lo más digno de verse. En ella está el cuarto donde vivió y
murió la famosa Cristina Reina de Suecia685, que, como sabes,
dejó su reino por profesar la religión católica y la literatura.

GALERÍA LA FARNESINA
Delante de casa Corsini hay un pequeño Palacio llamado la Far-
nesina686, que es una preciosa galería por algunas estatuas anti-

682. Pieter Paul Rubens (1577-1640). Es un San Sebastián curado por los ángeles pin-
tado entre 1602 y 1603, poco después de su llegada a Italia, aunque fue comprado
por el Cardenal Nerí Corsini en Bruselas.
683. Manuel Salvador Carmona (1734-1820). Estaba casado con la hija mayor de Anto-
nio Rafael Mengs, y fue considerado por Azara como «grabador célebre en
Madrid», en J. N. de AZARA: Noticias de la vida y obras de Don Antonio Rafael
Mengs, Madrid, Imprenta Real, 1785, p. X.
684. Fernando Selma, grabador valenciano, nacido en 1752.
685. Cristina de Suecia (1626-1689). Hija de Gustavo II Adolfo, abdicó del trono sueco
en 1654 en su primo Carlos X, exiliándose a Italia y dedicándose a la adquisición
de obras de arte, como el grupo Castor y Pólux en 1678 y el Fauno del Cabrito en
1676, que en la actualidad se halla en el Museo del Prado.
686. Construido a principios del siglo XVI por Baldassarre Peruzzi para el banquero de
Siena Agostino Chigi. Según Stendhal, Chigi «muestra su opulencia elevando el
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 395

guas, singularmente por la Venus Calipigia587, y mucho más por


sus apreciabilísimas pinturas de la mano de Rafael. Toda la pri-
mera sala está pintada por Rafael688; pero habiendo padecido
mucho por la humedad fue retocada por Carlos Maratta689, si
bien se dice comúnmente que éste no hizo más que dar colori-
do al fondo sin tocar las pinturas. Algunos hechos de la fábula
de Psiquis, y otras acciones mitológicas690, dan campo a la fan-
tasía del pintor para juguetear con objetos majestuosos y serios,
y con otros amenos y delicados. En otra sala más adentro está la
célebre pintura de la Galatea de Rafael691, de la que hay muchas
estampas; y allí mismo, en un óvalo del alto de la pared, se ve
pintada, según dicen por Miguel Ángel con un carbón, la cabe-
za de un fauno, que por respeto a su autor se ha conservado cual
él la dejó, y que en su misma imperfección hace ver la grande
alma de aquel pintor.

GALERÍA BARBERINI. OTRAS GALERÍAS


La galería Barberini692 es una de las más célebres por algunos
cuadros, especialmente uno de Pousino693, por unas pinturas

palacio de la Farnesina y haciendo que lo pinte Rafael de Urbino», en STEND-


HAL: Historia cíe la pintura en Italia..., p. 365.
687. Fue trasladada a la Farnesina en la segunda mitad del Setecientos, y pasó al taller
del restaurador Cario Albacini un año después de que la viera Andrés, antes de que
fuera trasladada a Capodimonte, en Ñapóles. Hoy se encuentra en el Museo
Nazionale de Ñapóles.
688. El diseño es de Rafael de Urbino, pero parece que la realización se efectuó por
gentes de su escuela.
689. Cario Maratta (1625-1713). En 1693 fue encargado por el Duque Ranuccio Far-
nesio de restaurar las pinturas por la gran admiración del pintor hacia la obra de
Rafael, lo que efectuó con materiales reversibles, como pinturas pastel y lápices.
690. El tema fue diseñado por Rafael, pero realizado entre 1515 y 1517 por Giulio
Romano, Raffaellino del Colle y Giovanni Penni.
691. Representa a Calatea raptada por los dioses marinos.
692. El Palazzo Barberini fue construido por el Cardenal Maffeo Barberini, elegido
Papa como Urbano VIII. Iniciada por Maderno, a su muerte la dirección de las
obras pasó a Bernini.
396 396 JUAN A N D u É s M o u E i. L

antiguas que sirven para la erudición, como las de la Villa Aldo-


brandini694 (y otras, y por algunas estatuas, singularmente un
fauno695 de extremada belleza). Además de éstas y de otras gale-
rías de Príncipes hay muchísimas otras en las casas particulares
de ricos y de pobres, que no son tan conocidas, pero que tienen
mucho mérito. Oí decir que la casa Soderini696 tenía una colec-
ción de cuadros, que, si cedía a las otras galerías en el número,
las superaba en lo selecto. Vi muchísimos cuadros de manos
maestras en casa Costaguti697, y entre otros, muchos de Pousino.
Donde menos se piensa, entrando en algunas casas, se encuen-
tran algunos cuadros que podrían dar honor a una buena galería.
Como yo no hacía estudio particular de ver pinturas no las
fui buscando privadamente, ni hice en esta parte pesquisa algu-
na, y así se me pasó por alto, y lo sentí, el ver una colección que
había leído y oído celebrar a varios como única en toda Europa.
Esta es la del abogado Mariotti, quien no ha procurado recoger
cuadros excelentes sino antiguos, y ha formado una serie de pin-
turas desde los primeros siglos de la Iglesia que es sumamente
importante para la historia de la pintura. Aun sin internarse en
las casas, sólo con pasar por el patio de algunas de ellas se entra

693. Nicolás Poussin (1594-1665). Su trayectoria artística estuvo ligada a Roma, donde
llegó en 1624, y donde viviría hasta su muerte. El Cardenal Barberini fue uno de
sus primeros patronos, y para él pintó en 1627 «La muerte de Germánico», que se
encuentra hoy en el Museo de Minneapolis.
694. Se refiere al fresco romano de las bodas Aldobrandinas o Noce Ahlobrancline,
hallado en 1606 en las proximidades de Santa María la Mayor. Representa las
bodas de Tetis y Peleo.
695. El Fauno Barberini pertenecía al Cardenal Francesco Barberini y se conservó en
el Palacio hasta su venta en 1790. Vid. F. HASKELLy N. PENNY: El gusto..., pp.
224
696. El Palazzo Soderini fue levantado por el Cardenal Francesco Soderini en 1511. En
1569 pasó a propiedad del Cardenal Marco Sittico Altemps, que lo decoró con pin-
turas de Lattanzio Bonastri, Martirio Longhi y Giacomo della Porta.
697. El Palazzo Costaguti fue construido en la primera mitad del siglo XVI por Costanzo
Patrizi, y muy reformado en el Seiscientos, cuando fue adquirido por la familia
Costaguti. Poseía pinturas del Guercino y del Dominichino.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 397

en otros tantos museos. En el patio de casa Rondadini, de Cap-


pom698, de Lancelotti699 y de otros muchos hay que estudiar
lápidas, estatuas y bajos relieves tanto como en varios museos de
otras ciudades.

AMOR QUE HAY EN ROMA A LAS NOBLES ARTES Y A LAS


ANTIGÜEDADES

Lo que me contentó mucho en Roma, por lo que toca a pintu-


ras, fue la aplicación de muchos estudiosos en copiar las mejo-
res, y la facilidad de los dueños de ellas en dejarlas copiar. En
las estancias de Rafael en el Vaticano vi 12 ó 14 pintores, que
estaban sacando copias de aquellas pinturas; 6 ó 7 en la galería
del Palacio Farnese, y entre éstos había la particularidad de ser
uno de ellos americano; varios vi también en la galería Borghe-
se, y en casi todas se hallaba, o el pintor que copiaba, o los ins-
trumentos de quien debía ir a hacerlo. Esto mismo sucedía aun
en algunas Iglesias, como vi en la de los Agustinos por una Sibi-
la que hay en una pilastra pintada por Rafael'00, y en la de los
Capuchinos por el famoso cuadro de San Miguel de Guido
Reñí'01. Todo lo cual prueba el buen gusto y el amor a las nobles
artes que hay en aquella ciudad en la que esta cultura, y una tal
cual inteligencia en esta parte, es universal en nobles y en ple-
beyos, en hombres y en mujeres, y en toda suerte y clase de per-
sonas: Et pueri nasuin Rhinocerontis habent se les puede decir

698. El Marqués Alessandro Gregorio Capponi fue el primer director del Museo Capi-
talino cuando fue abierto al público por Clemente XII.
699. Estaba decorado con frescos pintados por Agostino Tas si (1578-1644).
700. En el tercer pilar de la izquierda de la nave central de la Iglesia de San Agustín,
Rafael pintó al fresco al profeta Isaías.
701. Situado en una de las capillas de Santa María della Concezione, había sido pinta-
do en 1630. Fue muy elogiado por Winckelmann: «¡Qué pocos son los conocedo-
res que ha encontrado el hermoso San Miguel de Guido en la iglesia de los
Capuchinos de Roma, conocedores capaces de comprender la grande/a que el
artista dio a su arcángel!», en J. J. WINCKELMANN: Reflexiones..., p. 41.
398 JUAN A N D u É s M o u E L L

con Marcial702. Hasta los cocheros y lacayos, los más bajos arte-
sanos \ la gente más plebeya se ven con frecuencia examinando
alguna estatua o algún cuadro, y dando bien o mal su dictamen;
pero de las personas más cultas se puede aprender mucho en la
conversación por los justos conocimientos que tienen en esta
parte, y por las sutiles reflexiones que suelen hacer.
Una prueba del gusto de los romanos en este particular
puede ser el diario o gaceta que sale todas las semanas con el
título de Memorias de las nobles artes, donde se da noticia de las
obras que van saliendo de pintura, escultura, arquitectura, gra-
bado y de todo lo que pertenece a las nobles artes, haciendo
sobre cada una de ellas sus reflexiones, esparciendo de este
modo por toda la ciudad el buen gusto, y animando a los pinto-
res y otros artistas con el estímulo del aplauso. Con las nobles
artes se junta en este diario la antigüedad, y realmente tienen
entre sí tal conexión estos estudios, que injustamente se querrían
separar; y así los romanos se ven igualmente instruidos en esta
parte que en la de las nobles artes, y las nociones de mitología y
de historia griega y romana, que en otras ciudades darían honor
a un sujeto harto erudito, son en Roma comunes a las personas
menos literatas. Hechos a ver siempre antigüedades por cual-
quier parte que vuelvan los ojos, y a oír hablar todos los días de
cosas antiguas y de nuevos descubrimientos en este particular,
no pueden dejar de adquirir algún gusto, e internarse algo en
estas cosas.
Fuera de Roma difícilmente se puede cultivar la anticua-
ría en toda su extensión; pero en Roma tiene un estudioso tan-
tas ventajas para adelantar en esta ciencia, que con igual talento
y aplicación puede hacer más que doblados progresos que otro
forastero. En todas las ciudades sería bueno que se promovie-
sen con empeño aquellos estudios para los cuales hubiese más
proporción; y así en Roma deberían cultivarse con el mayor

702. Marcial 1, 3, 6: «Los niños tienen nariz de rinoceronte».


BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 399

esmero ciencias sagradas, anticuaría, buenas letras, lenguas exóti-


cas y nobles artes. ¿Cuánto mejor no estaría en Roma que en París
una Academia como la de las Inscripciones y Buenas Letras703?

MUSEO DE MEDALLAS DE MONSEÑOR GAETANI

No te he hablado de museos de medallas porque realmente vi


pocos, y ninguno de ellos estaba tan lleno y completo que pudie-
ra mirarse como tal. Una pequeña colección de medallas me
enseñó Monseñor Gaetani, cuyo mérito consiste en ser casi todas
de las que tiene algo perteneciente a la arquitectura; y en el poco
tiempo que la ha empezado a formarla ha juntado algunas que se
hacen muy apreciables en esta parte. Sería cosa muy útil para las
ciencias y las artes que algunos anticuarios se empeñasen en pre-
sentar juntos todos los monumentos antiguos que pertenecen a
alguna determinada facultad, por ejemplo, todas las medallas,
bajos relieves y pinturas que representan algunas fábricas, y
todas las inscripciones que hablan de ellas o hacen mención de
arquitectos; todos los monumentos que presentan plantas, ani-
males y otros objetos de historia natural, y así de los demás; un
arquitecto, un naturalista, un profesor de cualquier ciencia o arte
podría sacar muchos conocimientos que ahora se pierden en las
manos de los anticuarios destituidos de tales noticias.

MUSEO DE MEDALLAS DE MONSEÑOR BORJA

Monseñor Borja704, Secretario de Propaganda, tiene en Velletri'05,


su patria706, un riquísimo museo, que se ha adquirido ya crédito en

703. Fundada el 3 de febrero de 1663 por Colbert, la Academic des Inscriptions ct


Bcllcs-Lcttres se llamó hasta enero de 1716 Academic des Inscriptions ct Mcdai-
lles. Tenía como propósito, según sus estatutos, el estudio científico de los monu-
mentos, documentos, lenguas y culturas de las civilizaciones de la Antigüedad, la
Edad Media y el Renacimiento, como también de las civilizaciones no europeas.
Fueron miembros eruditos por los que Andrés sentía una gran admiración, como
Mabillon, Montfaucon, el Abate Barthélemy o el Conde de Caylus.
704. Stefano Borgia (1731-1804). Publicó una historia medieval de Benevento en tres
tomos en 1763, donde defendía los derechos de la Santa Sede sobre esta población
400 J U A N AN D U E S M O H F L L

toda Europa; yo sólo pude verlo deprisa en el corto tiempo en


que se mudaron los caballos cuando iba a Ñapóles, y lo poco que
vi me hizo sumamente sensible al no poderlo ver más despacio,
y con mayor comodidad. En Roma sólo tiene un armario de
medallas, y algunas piezas de antigüedad; pero en este poco, hay
tantas cosas notables y singulares, que con razón puede mirar-
se como un copioso museo. Su urbanidad y cortesía hicieron
que suspendiese por un rato los eruditos estudios, en que se
ocupa con tanto honor, y los negocios de su gravísimo empleo
para enseñarme este precioso tesoro. Un monumento de valor
Volsca de Velletri con su inscripción antiquísima'07, descubier-
to en estos últimos años, se ve con sumo placer por las luces que
da del estado en que en aquellos tiempos se hallaban las artes
entre aquellas gentes, de las que se sabe tan poco.
En las medallas posee una serie abundante de las de Egip-
to, las cuales tienen eruditos reversos, que dan campo a muchas
investigaciones. Un docto dinamarqués llamado Zoega'08 las está

napolitana. Se le concedió el capelo cardenalicio en marzo de 1789. Fue coleccio-


nista de antigüedades, y Secretario y Prefecto de Propaganda Fide desde 1770.
Parte de su colección terminaría por integrarse en el Museo Borbónico de Ñapó-
les, sobre todo los manuscritos coptos no bíblicos, mientras que los estrictamente
bíblicos, con las monedas, formaron el Museo Borgiano de Propaganda Fide, y
fueron más tarde trasladados a la Biblioteca Vaticana.
705. Población en las cercanías de Roma que, con Tívolí y la Sabina, era una de las zonas
más productivas del Lacio. En ella la familia Borgia poseía un Palacio donde el
Cardenal guardaba sus colecciones. El 10 de julio de 1787, el pintor Tischbein
escribía a Goethe: «En Velletri almorzamos en casa del cardenal Borgia y la con-
templación de su museo constituyó un placer especial para mí, ya que me fijé en
detalles que la primera vez había pasado por alto», en J. W. GOETHE: Viaje a Ita-
lia, Barcelona, Ediciones B, 2001, p. 377.
706. Había nacido en Velletri el 3 de diciembre de 1731.
707. Existía la tradición de que la ciudad de Velletri había sido fundada por los Volscos
hacia el 700 a. C., un pueblo guerrero del Lacio. Según Suetonio, en Velletri se
hallaba un templo dedicado a Marte, dios tutelar del pueblo Volscio. Otros, sin
embargo, la consideraban de origen etrusco.
708. Georg Zoega (1755-1809). Considerado uno de los fundadores de la arqueología
moderna. En 1788 recibió el encargo de Pío VI de recopilar información sobre los
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 401

ilustrando, y Monseñor espera que su obra ha de dar muchas y


nuevas luces a los eruditos. Ya te envié un ejemplar del Museum
Cuficum Borgianum, o de las medallas arábigas del museo Bor-
giano, que ilustró Adler709, también dinamarqués; pero a éstas se
han añadido tantas otras, que podrá hacerse de ellas otro tomo
no menos voluminoso que el primero. Tiene también otras
medallas muy importantes por alguna particularidad, como algu-
nas de las desconocidas de España que tal vez podrían servir al
Señor Bayer'10. Una griega de Alejandro está batida con tal pri-

obeliscos. Estuvo protegido por el Cardenal Stefano Borgia, quien le colocó como
intérprete en Propaganda Fide. En sus trabajos para Borgia, Zoega publicó Nnmi
Aegijptii imperatorii prostantes in Musco Borgiano, Roma, 1787, que describía las
monedas romano-egipcias de su monetario a las que hacía referencia Andrés, y un
catálogo de los manuscritos coptos propiedad del Cardenal, que se publicó en
1810, ya fallecido Zoega, con el título de Catalogas Codicum Copticonim manu
scríptorum (¡ni in Museo Borgiano Vclitrís adservantur, y del que hay edición de
1973, con estudio introductorio de Joseph-Marie Sauget. Vid. Ludovico PASTOR:
Historia cíe los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, 1940, pp. 41-42 y 45-47. En los
Origen..., Andrés también hace referencia a la labor de Zoega en el museo Bor-
giano: «Nuevas e importantes observaciones sobre la Historia Civil y la Natural, y
sobre otras partes de la literatura se esperan de la copiosa y selecta colección de
las monedas imperiales del Egipto, que posee Borgia y que ahora va ilustrando el
danés Zoega», en vol. Ill, p. 457.
709. Jakop G. Adler (1756-1834). Teólogo protestante y orientalista, autor del Museum
Cuficum Borgianum vclitrís, Romae, Antonium Fulgonium, 1782-1795, 2 vols.
Clemente XIII prohibió que se le facilitara el trabajo, pero el Cardenal Zelada
levantó esa prohibición en 1781, en Ludovico PASTOR: Historia de los Papas...,
vol. XXXVIII, Barcelona, Gustavo Gili, 1940, p. 49. Andrés, que sólo conocía el pri-
mer volumen publicado, le dedicó un epígrafe en el vol. Ill de su Origen...: «Un
buen ensayo de ésta [numismática arábiga] nos ha dado Adler en su museo cúfico
borgiano. Él ha formado una breve Historia de las monedas arábigas y ha explica-
do sus ventajas para poder conocer mejor la Historia de los musulmanes y de los
cristianos, la Geografía, el comercio y las costumbres, la Paleografía, las cifras
numerales y varios otros puntos importantes para la literatura arábiga y para la
europea. A él debemos la publicación de muchas monedas, sellos, pateras y otros
monumentos arábigos, y nuevas explicaciones que estaban ya publicadas; y éste, en
suma-, puede ser tenido por el primer verdadero ensayo de Anticuaría y Numis-
mática arábiga», en vol. Ill, p. 468.
710. Francisco Pérez Bayer (1711-1794). Valenciano, fue canónigo de Barcelona y Tole-
do, Catedrático de Hebreo en las Universidades de Valencia y Salamanca, pre-
402 J U A N A N D u Es Mo H E L L

mor y tiene una cabeza de aquel Rey tan bien formada que creo
haya pocas, o ninguna, que le igualen en esta línea.
Entre otras raridades me enseñó una inscripción griega en
una laminita de bronce, que con razón cree ser la más antigua ins-
cripción griega de Italia, o sea de la Grecia Magna. La envió a
Francia a Mr. Barthélemy711, quien le dio una inteipretación que
algunos anticuarios de Roma quisieron abrazar, pero a otros no
contentó. Uno de éstos es el Abate Lanzi, que le dio otra inter-
pretación, y que a estas horas ya tal vez la habrá publicado en
Roma; otra le da el Abate Visconti712, y otros le darán otras sien-
do difícil de encontrar una que enteramente satisfaga a todos. La
quiero poner aquí para que la enseñes al Señor Bayer, por si acaso
su erudita sagacidad le sugiere alguna adecuada inteipretación:

0EOM. TVÍA-MAOTEM-AIA
OTI-MIKASNEAL-TAN-rOI
KIAN-KAITAAAATANT
AAAMZOPIMTAPAIOP
AM-TPO+ENOZ-MINKON
APMO+IAAMOM-AIA0AP
slOM-ONATAM-EPEKOP
OM

ceptor de los Infantes y director de la Real Biblioteca. Vid. Inmaculada SERRA


PONS: «Pérez Bayer educador de príncipes y reformador de Colegios Mayores»,
en Educación e Ilustración en España. III Coloquio de Historia de la Educación,
Barcelona, Universidad de Barcelona, 1988, pp. 186-191.
711. Jean-Jacques Barthélemy (1716-1795). Era contemporáneo de Winckelmann, y
participó con él en las reuniones del círculo del Cardenal Passionei, interesado por
el mundo antiguo. Viajó por Italia dando a conocer sus antigüedades, especial-
mente las de Ñapóles, que visitó en 1756. Su Voyage en Italic fue publicado en
París en 1801. Andrés lo citó con relativa frecuencia entre los estudiosos de la anti-
cuaría de su siglo en el volumen III de su Origen, y prestó gran atención a su libro
Voijagc dnjeune Anadiarais en Crece, París, De Bure, 1790, 7 vols., en las adicio-
nes de las ediciones de Roma y Panna. Vid. vol. VI, pp. 739-740. La obra de Bart-
hélemy conoció varias traducciones al castellano, siendo la última la publicada en
Madrid por la Biblioteca Selecta en 1852-1853, en 3 tomos en 2 vols.
712. Ennio Quirino Visconti (1751-1818). Vid. nota 536.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 403

Una de las singularidades de esta inscripción es tener tres


letras griegas no conocidas por paleógrafo alguno, como son el
F por G, o F, el 0 por ch, o X según se ve en AIAOAPlOM APA
0APXOZ, y el + por X como en 5 como en ITO+ENOL, Pro-
xenoi o nPOOENOI. Una estatua egipciaca, escrita por delante,
por detrás y por todos lados, con variedad de figuras, podrá dar
mucho que estudiar a quien guste de este estudio. Estas y otras
preciosidades adornan el pequeño museo que Monseñor tiene
en Roma, quien a la fineza de enseñármelas añadió el estimable
regalo de sus obras y del Museo Cúfico Borgiano.

COLEGIO DE PROPAGANDA
Ya que estamos en Propaganda, de la cual es Secretario Monse-
ñor Borja713, quiero concluir esta carta dándote alguna breve
idea de este célebre establecimiento. El Colegio de Propagan-
da es una magnífica fábrica erigida por Gregorio XV714 y por
Urbano VIII715, donde se educan algunos jóvenes de naciones
extranjeras y remotas, para que después vuelvan a sus patrias a
propagar la religión. En este Colegio habita el Secretario, que
es siempre un Prelado, y no deja el empleo sino por la Púrpura.
Aquí se tratan todas las cosas de las misiones extranjeras sujetas
a Propaganda, porque hay muchas que en nada dependen de
ella. Las rentas que los Papas, algunos Cardenales y Prelados, y
otros celosos de la religión cristiana han dado a este Colegio son
muy considerables; pero hay tantas personas asalariadas, tantas

713. Se trata de Stefano Borgia (1731-1804). Vid. nota 704.


714. Alessandro Ludovisi (1554-1623). Elegido Papa en 1621, tomó el nombre de Gre-
gorio XV. La Bula Incnistabili Divinae de 22 de junio de 1622 creó la Sacra Con-
gregado de Propaganda Fide para la propagación de la fe católica.
715. Maffeo Barberini (1568-1644). Arzobispo de Nazareth y obispo de Spoleto, llegó a
cardenal en 1606 y fue elegido Papa en 1623 con el nombre de Urbano VIII. Estu-
vo estrechamente vinculado a la Academia dei Lincei, pero posteriormente prohi-
bió el Dialogo intorno ai due massini sistemi cid mondo galileano y le condenó en
1633. Erigió el Colegio de Propaganda Fide para la formación de misioneros.
404 JUAN A N D H É s M o u F, L L

pensiones y tantos otros gastos, que no puede emplearse en los


objetos de religión todo el dinero que sería menester. Yo no he
examinado íntimamente la educación que se da en este Cole-
gio a los jóvenes; pero de lo poco que pude observar, y de lo
que oí a algunos de ellos con quienes hablé, temo que no sea
la más conforme y propia de las circunstancias de unos alum-
nos, que deberían formarse ministros hábiles de la propaga-
ción del Cristianismo.
La biblioteca no es muy selecta ni copiosa; pero, como con-
tiene muchos libros exóticos y monumentos venidos de naciones
tan remotas, tiene con qué mover la curiosidad de los eruditos.
Quise registrar varios diccionarios indianos, georgianos, persia-
nos y otros de lenguas poco conocidas de los más eruditos euro-
peos; y vi uno chino-castellano manuscrito compuesto por algún
Jesuita de Filipinas, como también otro manuscrito Thesaurus
linguae indianae compuesto por un Capuchino, y en él una
memoria del célebre Mr. d'Anquetil'16, quien, habiéndolo pedi-
do al Papa por medio del Cardenal de Bernis' ] / , lo restituyó

716. Louis Pierre Anquetil Du Perron (1723-1808). Historiador francés, autor de una
Historia Universal traducida al español por el P. Francisco Vázquez: Compendio
de la ¡listona universal o pintura lii.stóríca de todas las naciones: su origen, vicisi-
tudes y progresos hasta nuestros días, Madrid, Imprenta Real, 1801-1807, 17 vols.
Andrés se interesó por sus incursiones en la historia persa, y su propuesta de rea-
lizar misiones literarias a países no europeos. Anquetil había publicado una supues-
ta traducción de una obra de Zoroastro que tituló Zend-Avesta, París, Tilliard,
1771, que sintetizaba las ideas teológicas y morales del legislador y las ceremonias
de culto de la religión que había establecido. Andrés se refirió a ello, aunque duda-
ba de su fiabilidad: «Anquetil ha traducido el Zend-Avesta, que es la Sagrada Escri-
tura de los persas y contiene muchas antiguas noticias verdaderas y falsas de
aquellas naciones», en Origen..., vol. Ill, p. 231, y vol. I, p. 27.
717. Francois Joachim de Fierres, cardenal de Bernis (1715-1794). Embajador en Vene-
cia entre 1751 y 1755, Secretario de Estado francés entre 1756 y 1758, cardenal
desde 1764, pasó a Roma como embajador en 1769, permaneciendo hasta 1791.
Colaboró con José Moñino, embajador español, para lograr de Clemente XIV la
extinción de la Compañía de Jesús. Vid. Isidoro PINEDO y Arantza ZABALA:
«Bernis y Floridablanca: dos diplomáticos de la Ilustración en la campaña de extin-
ción de los jestiitas», en Estudios de Geografía e Historia, Deusto, Universidad de
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 405

dando muchas gracias, y haciendo algunas observaciones. Pero


los impresos, siendo tantos los que allí hay de lenguas exóticas,
forman la parte más apreciable de aquella biblioteca. La Iglesia,
con tan varios y extraños ornamentos, y con ritos desconocidos
para nosotros, presenta una curiosa novedad en algunas funcio-
nes que se ven con mucho gusto.
Toda la casa tiene aire de singularidad con tanta diversidad
de caras, de vestidos y de lenguas, y con una mezcla de gentes
que difícilmente se podrá hallar en ninguna otra parte. Allí se
ven dálmatas, esclavones, griegos, armenios, árabes, indios, tun-
quineses y de todo el mundo; y en aquel Colegio se pueden de
algún modo correr todas las naciones. Antes no había chinos, los
cuales iban a Ñapóles, donde hay un Colegio para ellos718, por-
que dicen que les conviene más el aire de aquella ciudad; pero
estando yo en Roma oí decir que había llegado uno, y que tal vez
iría algún otro.
Una de las cosas dignas de verse en aquel Colegio es la abun-
dante y rica tipografía'19, que ocupa muchas estancias, y algunas
espaciosas y despejadas, donde hay oficina para la fundición de
los caracteres, salas con muchos y grandes armarios para guar-
darlos, muchas prensas, y todas las comodidades de una grande y
rica tipografía. Son ya casi 40 las diferentes especies de caracte-
res que tiene aquella imprenta, y algunos de ellos enteramente
desemejantes a los que se ven en otras. El Malabárico, por ejem-
plo, tiene más de mil caracteres, y para la composición de éstos
ha de estar el cajista en continuo movimiento, corriendo de una

Deusto, 1983, pp. 523-536. Sobre su actividad al servicio de la Monarquía france-


sa, vid. el libro de Frederic MASSON: Le Cardinal cíe Bemis (¡espitis son ministcrc,
175S-1794: la snpression desjóstiites, le schisme constitutionnel, París, Pión, 1884.
718. En abril de 1729 Mateo Ripa fundó un colegio misionero en Ñapóles, conocido
como Colegio Chino.
719. El origen de la imprenta fue un regalo, en 1626, por el emperador Fernando II,
de una imprenta protestante confiscada durante los primeros años de la Guerra de
los Treinta Años. Fue llamada Políglota y destinada a imprimir libros en la lengua
de pueblos en tierras de misión.
406 JUAN ANDRÉS M o u K L L

caja a otra en busca de la letra que necesita. Allí se ven alfabetos


bracmánico, tibetano, georgiano y otros de casi toda el Asia, de
parte del África y de toda Europa; y en este particular se logra lo
que en ninguna otra ciudad puede conseguirse.
El Secretario de Propaganda tiene correspondencia con
todas las partes del mundo, lo cual le facilita el adquirir de ellas
cuantas noticias se le ofrecen, de modo que cuando este empleo
cae en buenas manos, como ahora en el docto y atento Prelado
Monseñor Borja, puede ser muy útil para el adelantamiento de
la literatura; y la fundación de Propaganda, estando como debe
estar, es útilísima para adelantar las letras y para propagar la reli-
gión. Tú fácilmente convendrás conmigo, y yo dejaré aquí la
pluma hasta otro correo en que te escribiré de las Villas y de las
principales Iglesias.
CARTA VIII
Mantua, 22 de diciembre de 1785

Las Villas o casas de campo de Roma se pueden considerar


como otros tantos museos. Ciertamente es una ograndiosidad de
los Príncipes y Señores romanos, y una delicia de los forasteros
la abundancia y la magnificencia de tantas y tan ricas Villas como
se ven dentro y fuera de Roma. Sólo te hablaré de algunas
pocas, y aun de éstas brevemente y en general, porque sería
nunca acabar el quererte describir con alguna individualidad
sola esta parte de la grandeza y magnificencia romana.

VILLA MEDICEA o PINCIANA


De la plaza de España (por una grandiosa gradería de mármol' 20
de ciento y treinta gradas con varios descansos, y dividida hacia
la mitad en dos ramos, que presenta un gran golpe de vista,
aunque tenga algunos defectos que le notan los inteligentes en
la arquitectura)721 se sube al monte Pincio, en cuya cima está la
Villa Medicea722, llamada por ello Villa Pulciana. Ésta pertene-

720. Moratín rectifica esta afirmación de Andrés: «no es cierto, toda esta escalera se
compone de la piedra ordinaria que llaman en Roma trabertino, muy parecida a la
piedra blanca de Colmenar que se usó en las obras de Madrid, aunque algo más
parda», en Leandro FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Viage a Italia, edic. de Belén
Tejerina, Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 575.
721. La escalinata de la Trínitá di Monti fue construida en 1726 por Francesco de Sanctis.
722. Levantada por Aníbal Lippi en 1540 para el Cardenal Ricci de Moutepulciano.
Pasó a propiedad del Cardenal Alejandro de Medici, y posteriormente a los
Duques de Toscana, sirviendo de embajada del Ducado ante la Santa Sede.
408 J U A N A N D R É S Mo H E L I .

ce al Gran Duque de Toscana, o, por mejor decir, al público,


estando siempre abierta para todos los que quieren ir a ella, y
sirviendo de paseo público a una multitud de personas. Entra-
se por la casa, y subiendo una escalera pasadas algunas estancias
se sale al jardín. Dentro y fuera de la casa todo está lleno de lápi-
das, estatuas y bajos relieves; y la fachada de la parte del jardín
toda embutida de bajos relieves antiguos, excepto sobre el pór-
tico, donde hay algunas estatuas, y en la parte más baja, donde
hay otras estatuas y muchas inscripciones. Por las paredes, pla-
zas y otras partes de la Villa se van viendo inscripciones, bustos
y estatuas. Dos grandes concas de granito adornan la plaza del
jardín; y varias calles de árboles bien cuidados, espesos y fron-
dosos, terminando en algún buen punto de vista, forman un
paseo muy divertido: la situación misma, que domina la ciudad
y mucha campiña, añade mayor alegría; y la compañía de las
Cleopatras, de los Tulios, de los Hércules y de otros hombres
ilustres, héroes y dioses de la antigüedad, da mudas y repetidas
lecciones, y echa el colmo al útil divertimento de aquel paseo.
Allí se ve el lugar donde estaba el célebre grupo de Níobe, que,
llevado en años pasados a Florencia, ocupa ahora la magnífica
sala de que te hablé en otra723.

VILLA LUDOVISI
No muy lejos de allí está la Villa Ludovisi724, en la cual no se
puede entrar libremente como en la Medicea, sino que es
menester, como en todas las otras, pagar su manda o propina
para poderla ver, y en ésta se han de dar dos mandas por haber
en ella además de la casa un casino, y en una y otro su diferen-
te guarda. Esta Villa tiene más extensión de campo, y más abun-
dancia de estatuas que la Medicea, y algunas de éstas son dignas

723. Vid. Carta III, y notas 160 y 161.


724. Edificada a expensas del Cardenal Ludovico Ludovisi, nepote de Gregorio XV, y
diseñada por Domenichino.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 409

de observarse con atención 1particular,' como las de dos ogladia-


dores trabajadas con mucho primor725, un Marco Aurelio726 y
algunas otras. Pero lo singular de aquella Villa son los dos gru-
pos que se dice ser uno de Arria y Peto727, y otro de Papirio Pre-
téxtate728 y su madre. Winckelmann no quiere convenir en estas
denominaciones, y juzga que en el primero, en vez de Peto
(Senador romano en tiempo de Claudio) y de Arria su mujer,
que después de haberse herido mortalmente dio la espada o
puñal a su marido para que siguiese su ejemplo, se ha de reco-
nocer a Macareo y Canace729 su hermana y amante, los cuales
se mataron uno después de otro; y en el otro, en vez del joven
Papirio, que preguntado por su madre de lo que pasó en el sena-
do la engañó prudentemente con una ingeniosa ficción, cree ver
a Hipólito atónito de oír a su madrastra Fedra que le descubre
su amor'30; a otros oí que no querían que fuese uno ni otro, sino
Orestes y Electra su hermana731.
Las investigaciones de lo que significan éstas y otras esta-
tuas sirven para conocer si son buenas, y para hacerse cargo de

725. También conocido como Marte Lndovisi. Fue adquirido en 1622 por los Ludovi-
si. Era muy popular en el Setecientos al ser muy alabada por Winckelmann.
726. Era citada por Winckelmann: «hay una cabeza colosal de Marco Aurelio», en His-
toria del Arte..., p. 329.
727. Descubierto en las primeras décadas del siglo XVII cuando se construía la Villa
Ludovisi. El grupo escultórico fue muy valorado en el Setecientos, y se discutía
sobre el tema, como señala Andrés. La versión más extendida era el suicidio del
matrimonio entre el senador Cecina Peto, implicado en una conspiración política
fracasada, y su esposa Arria, que se suicidó primero para darle valor.
728. El grupo escultórico fue descubierto hacia 1623.
729. Macareo y Canace, hijos de Eolo, fueron obligados a suicidarse al descubrirse su
relación incestuosa.
730. El tema fascinó desde su descubrimiento. Fue a principios del Setecientos cuan-
do comenzó a ser conocido como Papirio Pretéxtalo, aunque otros, como Scipio-
ne Maffei, preferían el nombre de Hipólito y Fedra.
731. Era ésta la opinión defendida por Winckelmann. El escultor Menelao se había ins-
pirado en la Electra de Sófocles, y la escena representaba a Orestes cuando se da
a conocer a su hermana Electra, que lo creía muerto.
410 JUAN ANDRÉS M o n K L L

la verdad de su expresión; porque diferente ha de ser el sem-


blante de Hipólito que oía con maravilla y horror, del de Papi-
rio que hablaba con burla, o del de Orestes que reconoce a su
hermana. Sirven para la historia del arte, y para fijar el conoci-
miento del gusto en diferentes tiempos, porque si el grupo es de
Arria y Peto no puede ser sino del tiempo de Clausio, o aun pos-
terior, y se ve cómo todavía se conservaba entonces el buen
gusto. Sirven para varios otros conocimientos, y a Winckelmann
particularmente para apoyar su sistema que convendría mucho
verificar para comodidad de los anticuarios, es a saber, que los
escultores, y generalmente los artistas antiguos, trabajaban por
lo regular sobre asuntos del cielo místico, insinuados en los poe-
mas de Hornero, u ocurridos en los tiempos de la guerra de
Troya, o algo anteriores a aquella época. En el grupo de Papirio
está el nombre del escultor griego Menelao, discípulo de Esté-
fano: MENEAAOI STEOANOY MA0HTHEZ EHOIEI732; y
aunque parece más natural que un griego tomase un asunto
griego, con todo no era de extrañar que trabajase en uno roma-
no, como de un tal Praxiteles griego moderno dice Cicerón que
trabajó una figura de Roscio'33.
Se ven en esta Villa grandes, largas y hermosas calles de
árboles con bellas y espaciosas plazas que forman un delicioso
paseo; y en todas partes se encuentran infinitas estatuas, no sólo
antiguas, sino también algunas modernas muy estimadas, pero
sobre todas las del Sátiro de Miguel Ángel. Me acuerdo que en
vista de todas éstas y de las muchísimas que se hallan por toda
Roma, pregunté al Abate Lanzi qué serían en Roma más, los
vivos o los muertos, esto es, los hombres o las estatuas, y habien-
do reflexionado un poco resolvió que las estatuas solas no serán
tantas como los hombres; pero que tal vez lo serán juntas con los
bustos y cabezas, y serán ciertamente muchas más si se cuentan

732. «Menelao, hijo de Stefano Macetes, lo hizo»


733. Famoso actor romano.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 411

entre ellas las figuras de los bajos relieves. Lo que te escribo,


aunque dicho por una chanza, es para que infieras de aquí cuán-
to será el número de las estatuas habiendo en Roma unas
170.000 almas.
En el casino de esta Villa hay una bellísima pintura de
Guercino que representa la Aurora desterrando la noche734, una
cabeza colosal de Juno'35, y un busto muy bueno de un anóni-
mo, que el Abate Lanzi que me acompañaba juzgó ser de Pom-
peyo por no sé qué señales que observó en su frente, conformes
a lo que de Pompeyo dejó escrito Plutarco736.

VILLA BORGHESE o PINCIANA


Aún es más grandiosa y magnífica la Villa Borghese737. El Prín-
cipe actual Don Marco Antonio738, después de haber hecho
adornar y disponer mejor la suntuosa galería de su Palacio, de
que te he hablado en otra739, ha querido que su arquitecto Anto-
nio Asprucci'40, sin pararse en gastos, ordenase y adornase su
Villa Pinciana (llamada así, como la Medicea, por pertenecer su
territorio al monte Pincio), que es una rica galería de hermosas
estatuas. En efecto, arquitectura, pintura, escultura, entalle,
doradura, todo se ha hecho servir con magnífica profusión para
dar mayor realce a aquella preciosa Villa. Algunos han notado no

734. En 1621 pintó el Guercino por encargo del Papa Gregorio XV, Alessandro Ludo-
visi, el fresco del carro de la Aurora, dotado de gran dinamismo y perspectiva.
735. Descrito por Winckelmann como busto colosal de Juno, es hoy considerado como
el retrato de Antonia Augusta.
736. El tomo V de sus Vidas paralelas traza las biografías de Agesilao y Pompeyo, y las
de Alejandro y Julio César.
737. Encargada su construcción en 1605 por el cardenal Scipione Borghese, fue remo-
delada en el siglo XVIII.
738. Marcantonio IV Borghese (1730-1800). Vid. nota 676.
739. Carta VII.
740. Antonio Asprucci (1723-1808). Dirigió la decoración de Villa Borghese para el Prín-
cipe Marcantonio sobre la base de mármoles policromados, bajorrelieves y pinturas.
412 J U A N A N D a RS M O H K L L

sin razón que se coloquen dentro de las salas bajos relieves


hechos ahora para adornar las paredes, y se dejen fuera expues-
tos al sol y a la lluvia tantos y tan hermosos relieves antiguos;
porque efectivamente toda la pared de la fachada, y aun parte
de las otras, está llena de bajos relieves antiguos, y algunos de
ellos tan importantes, o por su contenido, o por su labor, que
causa sentimiento el verlos tan expuestos, y no poderlos disfru-
tar más cerca y con mayor comodidad.
Un pequeño atrio presenta antes de entrar en la casa algu-
nas estatuas, inscripciones y relieves; y luego que se entra en ella
se ven pinturas, molduras y dorados, y muchas columnas riquí-
simas de pórfido, verde antiguo y otros mármoles preciosos;
pero singularmente se admiran las ocho de pórfido todas igua-
les, grandes y hermosas, colocadas con mucho orden en la gran
sala de la entrada. Una sala se llama egipciaca por estar toda
llena de estatuas, mármoles y monumentos egipciacos; otra es
la del famoso gladiador741, una de las estatuas más célebres de
Roma por la fuerza, agilidad y expresión del gladiador, que
Winckelmann quiere que sea un soldado'42; y en la misma sala
se han puesto otras estatuas antiguas de atletas para que hagan
compañía al gladiador. No es menos famosa la estatua del her-
mafrodita'43 por la morbidez y delicadez de todos sus miem-
bros, y la finura de toda su labor. También son muy buenas las

741. Conocida como Gladiador Borglwse, por situarse en su centro la estatua de gla-
diador que hoy se encuentra en el Louvre tras el expolio napoleónico. La sala tenía
un diseño plenamente neoclásico. Las paredes se encontraban adornadas por telas
de Jean-Baptiste Tierce.
742. Winckelmann consideraba que se trataba de un guerrero distinguido por su valor y
rechazaba que se tratara de un gladiador apoyándose en dos razones: los griegos no
hubieran erigido una estatua a un gladiador, y no había gladiadores en Grecia en una
fecha tan temprana, en F. IIASKELLy N. PENNY: El guato..., pp. 243-247.
743. Fechada en torno al 150 a. C., es una copia del original griego, si bien el colchón
fue añadido en el siglo XVII por Píetro Bernini, padre del gran Gian Lorenzo
Bernini. Fue en el siglo XVIII una de las estatuas más admiradas de la colección
Borghese.
B O L O N I A , FLOHK NCI A, ROMA 413

dos estatuas de Apolo Sauróctono'4-4, o en el acto de matar la


seqnente745; Plinio habla de una excelente que sobre este asun-
to hizo Praxiteles746, y de aquélla se habrán copiado estas dos y
otras semejantes que se ven en Roma. Un grupo de Marte y
Venus, que Gronovio747 falsamente tuvo por Coriolano y su
mujer, una Venus armada y un Cupidillo, un célebre fauno y
otras estatuas muy estimadas ocupaban varias salas, a las que se
les han añadido los adornos correspondientes a la estatua prin-
cipal, que da el nombre a la sala. Entre éstas y otras estatuas
antiguas hay algunas modernas, que con razón están tenidas en
aprecio, como también el grupo de Apolo y Dafne748, que es lo
que más me ha llenado entre las muchas cosas que en Roma he
visto de Bernini. Además de las gracias del arte se goza en esta
Villa de las de la naturaleza, porque siendo su extensión de unas
tres millas, hay lugar para poner en ella cuanto se quiere; y así
se ven fuentes y pequeños arroyos, estanques con peces y con
aves acuátiles, bosques con venados y otros animales, jardines,
árboles, paseos y variedad de delicias, que en todo respiran
magnificencia de Príncipe.

744. Era considerada una de las estatuas más bellas de Roma y reproducida frecuente-
mente en camafeos y entalles. Fue adquirida en 1807 por Napoleón de su cuñado
Gamillo Borghese, encontrándose actualmente en el Louvre.
745. En realidad un lagarto. La estatua es también conocida como Apolo del lagarto.
746. La referencia procede de Winckelmann, quien, siguiendo a Plinio, aseguró que la
escultura podía ser de Praxiteles, aunque posteriormente dudó que fuera original.
Actualmente se considera copia del original en bronce descrito por Plinio. Vid. F.
HASKELL y N. PENNY: El gusto..., pp. 169-171.
747. Jacobus Gronovius. De origen alemán, trabajó en Holanda. Su obra monumental,
Tliesaunts Gmccantm Antiqíiitatnm, en 12 vols., fue publicada en Leiden entre
1697 y 1702, y citada por Andrés como una importante recopilación de tratados de
antigüedades griegas y; prueba que, después del siglo XVI, no habían desapareci-
do totalmente los estudios sobre la antigüedad, en Origen..., vol. I, p. 353.
743. Obra realizada por Bernini en 1622, representa a la ninfa Dafne huyendo de Apolo
y transformándose en árbol.
414 J U A N A N D R É S Mo H E L L

VILLA PANFILÍ
Todavía es mayor la Villa Panfili749, que aseguran tener hasta
cinco millas de extensión. Bosques, prados, plantíos de limones
y de árboles agradables a la vista y al olfato, jardines, huertos,
juegos de agua, paseos y divertimentos de varias especies se dis-
frutan en esta Villa con una especie de profusión. Las fuentes y
los juegos de agua son muchos, varios y muy hermosos. Una
especie de teatro con diferentes estatuas y bajos relieves, y con
muchos caños de agua750; una gruta con fuente copiosa, con
estatuas correspondientes al lugar que se representa y con un
deleitable órgano hidráulico'51; arroyuelos, riachuelos, surtido-
res, cascadas, calles de árboles que se pierden de vista, plazas,
arboledas, graderías y otras muchas magnificencias recrean a
cuantos forasteros van a ver esta Villa. Los eruditos tienen ade-
más su pasto en los bajos relieves, y en las lápidas y estatuas que
se ven dentro y fuera de la casa. La más bella estatua de Diana
vestida con ropa talar, lo que no es común en esta diosa que
siempre suele vestir de corto; una ingeniosa estatua de Ulises
que da el vino a Polifemo, en la que con mucho arte se hace
comprender la estatura agigantada de Polifemo, el temor de
Ulises, y varias otras cosas no notadas por Hornero; otra de Uli-
ses debajo del carnero; una cabeza de Plutón, y algunas otras
antigüedades dan varias luces, e instruyen agradablemente a
quien sabe mirarlas con ojos eruditos.

749. Proyectada y edificada en la segunda mitad del Seiscientos. En 1644 fue elegido
Pontífice el Cardenal Giovanni Battista Pamphili, Inocencio X, quien patrocinó la
obra para mayor prestigio de su familia.
750. Era conocida como el Giardino del Teatro.
751. Se trataba de una máquina hidráulica instalada por el Príncipe Girolamo
Pamphili en 1758.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 415

VILLA ALBANI
Pero la Villa más preciosa, más rica y más deleitable, la perla y
la joya de todas las Villas, es la de Albani752, la más moderna, y
creo que la más pequeña de cuantas logran mayor celebridad,
pero que se ha hecho la más famosa de todas las Villas. Aunque
tiene también sus arboledas, sus fuentes y sus paseos, no es esto
lo que en ella se busca, ni lo que causa placer, porque en esta
parte es realmente inferior a las otras. Se buscan allí las perfec-
ciones del arte, las riquezas de los romanos, la erudición de la
antigüedad, la delicadez del buen gusto y todas las delicias de un
hombre culto. Yo no te la podré escribir ni aun superficialmen-
te sin embargo de haber estado tres veces a verla; son tantas las
cosas dignísimas de observarse que se pasa de una a otra con
una especie de encanto, se está en un continuo éxtasis, y no es
posible retener en la memoria tanta maravilla.
Al entrar en ella se encuentra un octógono, si no me enga-
ño, con hermosas columnas y bajos relieves, y con largas y mag-
níficas galerías a uno y otro lado; más adelante se halla un
soberbio pórtico lleno de columnas y estatuas con dos pequeños
templos a los lados; y, pasando con la vista los jardines y huer-
tas, se ve al fin una hermosa fábrica en forma de semicírculo con
su espacioso pórtico enteramente adornado de columnas y esta-
tuas, de suerte que sola esta primera entrada presenta ya un
espectáculo que deja satisfecho y contento el ánimo de quien lo
disfruta. Se vuelve a un lado para subir a la casa, y al pie de la
escalera se ven por todas partes inscripciones griegas y latinas,

752. La Villa Albani fue construida por el Cardenal Alejandro Albani entre 1757 y 1763
bajo la dirección de Cario Marchionni (1702-1786), quien, posteriormente, reali-
zaría por encargo de Pío VI la Sacristía de San Pedro (1776-1784). Winckelmann
no fue ajeno a la idea de Albani de construir un templo digno para su colección de
estatuas, ni a la participación en su decoración de pintores como Mengs. Vid. Louis
HAUTECOEUR: Rome at la renaissance de I'Anti(¡uité a la fin du XVIII siecle,
París, Fontemoing, 1912, pp. 62-64, y David IRWIN: «Introduzione» a Johann J.
WINCKELMANN: II bello nell'arte. Scríttisnll'arteantica^oríno, Einaudi, 1980,
pp. X-XI.
416 J U A N AN DUES M O H E L L

relieves, mosaicos y otras antigüedades. Una capillita que hay


allí bajo tiene en su altar una bellísima urna antigua de granito,
y por adornos monumentos de antigüedad cristiana, como son
bajos relieves de Abraham en acto de sacrificar a su hijo, de
Joñas y de nuestro Señor Jesucristo, con cuatro bellas columnas
y pilastras correspondientes.
La escalera, sus descansos y un pequeño corredor al fin de
ella, todo está por el mismo gusto; pero entrando en las salas se
disfrutan mayores preciosidades. Sola una cíe ellas, llena de
pequeñas estatuas de alabrastro, de vasos, de pateras y de otros
ornamentos de piedras finísimas y de excelente labor, vale más
que un rico mayorazgo. El Apolo Souróctono de bronce'53 es
tan lindo que se mira como una perla de aquella Villa; y el bajo
relieve de mármol de Antinoo'54, y el busto singular de mármol
precioso de un fauno son piezas de particularísimo valor. Una
hermosísima pintura de Mengs, en la que se representa a Apolo
con las nueve Musas'55, y otra que será Mnemósine, con una
gracia y delicadez inexplicable, echa el colmo a las muchas y
rarísimas preciosidades que se ven en aquellas salas.
No es menos apreciable lo que hay que ver en las galerías
y salas de abajo. Dos largas galerías presentan cabezas, bustos y
estatuas de los principales sujetos de la antigüedad, griegos y
romanos, hombres y mujeres756; y varios de ellos son dignos de

753. Se trataba de una versión en bronce del Apolo San raciono en mármol pertene-
ciente a la colección Borghese. Winckelmann fue el que llamó al Apolo de bronce
de Albani versión reducida del Sanróctono, que medía 2 metros y medio.
754. Descubierta en las excavaciones realizadas por el Cardenal Albani en 1735 en la
Villa de Adriano. Fue muy admirada por Winckelmann, que la consideraba la
mejor obra de arte de la época de Adriano, pues se realizó entre la muerte de Antí-
noo en el año 130 y la de Adriano en el 138.
755. En su biografía de Mengs, Azara escribe: «Vuelto a Roma emprendió pintar la
bóveda de la galería de la villa del Cardenal Alejandro Albani, donde representó a
Apolo, con la Memoria, y sus bijas las Musas. En esta obra aprovechó mucho de
las observaciones que hizo en las pinturas antiguas de Herculano, que había visto
en el museo de Pórtici», en J. N. de AZARA: Noticias..., p. XIII.
756. La colección de escultura existente en Villa Albani era inmensa, en su mayor parte
expropiada por Bonaparte.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 417

observarse, o porque no se ven comúnmente, o porque tienen


circunstancias singulares que no se hallan en los otros sus seme-
jantes. Una estatua de Eurípides, imperfecta y hecha pedazos,
a la* que han debido restaurar la cabeza y otros miembros, y
pegar y ajustar varios trozos757, es con todo sumamente apre-
ciable por una lista que tiene de los títulos de las tragedias de
aquel autor. En ésta no están nombradas todas las tragedias,
sino sólo treinta y seis, si bien se ve que falta otro pedazo de
mármol en que habría otros títulos; pero por su magnitud se
conoce que sólo podían caber unos diez o pocos más, cuando las
tragedias de Eurípides citadas por los antiguos son muchas más,
como puedes ver en Fabricio758. Sin embargo en estas 36 hay
una intitulada EFIEIOE, que no se ve nombrada por otros, y que
habrá tenido por argumento a Epeo, hijo de Panopeo, Rey de la
Fócide en la Grecia'59. También se ve entre éstas repetido el
título de Antígona, lo que hace creer que compuso dos tragedias
sobre este argumento'60, como compuso a lo menos dos de Ifi-
genia'61. Varias otras observaciones se pueden hacer sobre este
elenco de las tragedias de Eurípides, y varias han hecho ya
Winckelmann, Amaduzzi y otros que han escrito de esta estatua.
Otra estatua, que el Abate Marini cree de Ptolomeo, nos da el
nombre de su autor Estéfano, discípulo de Praxiteles, y este

757. Fue mencionada por Winckelmann como restaurada: «Y en la figura de Eurípides


que se conserva en la Villa Albani se ve la traza de un báculo parecido, que el poeta
sostiene con la mano derecha. También pudiera ser que llevara un tirso, como los
demás autores trágicos, a lo que se alude en un epigrama sobre el autor. Por eso
en la restauración de esta figura de que hablamos se ha colocado un tirso», en His-
toria dd Arte..., pp. 346-347.
758. Johann Albert Fabricius (1663-1736): Bibliothcca «meca, swe notitia scriptonun
vctennn graeconnn, qiionimcnmqne monnincnta integra aut fragmenta edita
extant, Hambourg, 1705-1728.
759. La tradición conserva el título 'ETtevoa de un tragedia de Eurípides, en PW, vol.
5,2; col. 2.717, Berlín, 1905.
760. Eurípides sólo escribió unnAntígona. Vid. Albín LESKY: Historia de la literatura
griega, Madrid, Credos, 1968, p. 401.
761. Se trata de Ifigcnia en Aulide e Ifigenia en Táuride.
418 J U A N AN D U E S M O R E L L

Estéfano habrá sido el maestro del Menelao de la Villa Ludovi-


si, lo que da alguna luz para la historia de la escultura'62.
También es dignísima de estudiarse una conca de mármol
blanco de 32 palmos de circunferencia, toda historiada y la
mayor de cuantas se han descubierto hasta ahora, en la cual
están figurados todos los trabajos de Hércules, pero con muchas
particularidades, que dan luz para la inteligencia de algunos
pasajes de los antiguos. Los canopios763, esfinges y otras esta-
tuas, de diferentes especies de mármoles preciosos, trabajadas
en Roma según el gusto de los egipcios, una Agripnia'64, un
Hércules'65, un Rey prisionero, un sacerdote etrusco'66, y varias
otras estatuas y bustos tienen particularidades que las hacen
apreciables para los eruditos.
De las hermosas galerías, del magnífico pórtico y de las
varias salas, todas dignas de consideración por algunas piezas de
singular mérito, se pasa por los campos adornados de hermosas
fuentes y pilas, de estatuas y bajos relieves, y se va al Cajfeaux o
pieza donde se toma el café, que tiene un magnífico pórtico

762. Sigue en esto la opinión de Winckelmann: «Considero a este artista [Estéfano]


como el mismo de que habla Menelao, autor de un grupo de dos figuras de tama-
ño natural que se conserva en la Villa Ludovisi, y le considera como maestro suyo
en la inscripción griega que hay en dicha obra», en Historia del Arte..., p. 469.
763. Los vasos destinados a guardar las visceras de los cadáveres.
764. Citada por Winckelmann como una de las tres estatuas que llevan el nombre de
Agripina. Las otras dos se encontraban en La Farnesina y en los Museos Capitali-
nos, en Historia del Arte..., p. 479.
765. Según Winckelmann, «fue comprada por el Cardenal [Albani] por quinientos escu-
dos romanos», en Historia del Arte..., p. 329.
766. También citado y descrito por Winckehnann como ejemplo de estatua de mámol
etrusca: «Se trata de la estatua de un supuesto sacerdote, ejemplar de tamaño
mayor que el natural y muy bien conservado en todas sus partes, excepto los bra-
zos, que están restaurados. La actitud en que se halla esta figura es perfectamen-
te recta y sus pies no están separados. Los pliegues del vestido, que no tiene
mangas, se hallan dispuestos paralelamente unos sobre otros de una manera bas-
tante simétrica. Las mangas de la túnica tienen muchos plieguecitos abombados»,
en Historia del Arte..., p. 130.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 419

semicircular lleno de columnas, de estatuas colosales y de otros


ornatos antiguos, de donde se entra en dos salas que forman una
galería pintada por Lapiccola'67, y adornada con varias especies
de estatuas, y con otros hermosos y cómodos muebles. A alguna
distancia se ve una pequeña fábrica medio caída, que imita un
templo antiguo derruido, con algunas columnas y mármoles
hechos pedazos, y caídos en tierra, que presenta una buena vista.
Los bajos relieves, las pinturas, los mosaicos y las inscrip-
ciones son de muchísima instrucción para los eruditos anticua-
rios, y para los artistas inteligentes. Allí se ve una escuela de
filósofos y una escena de teatro, y de uno y otro se aprenden
noticias no comunes. Un solo bajo relieve representa un libro
entero de la Odisea de Hornero. Una inscripción griega contie-
ne una didascalia, de la cual el Padre Oderici768 ha sabido sacar
noticias importantes en una larga y docta carta sobre esta ins-
cripción. Plinio sólo nos refiere los nombres de los tres esculto-
res del famoso Laocoonte, a saber Agesandro, Atenodoro y
Polidoro769; pero en un pedazo de inscripción de esta Villa se ve

767. Nicoló Lapiccola (1730-1790). Pintor crotones neoclásico.


768. Los comentarios del P. Oderici a piezas obtenidas en excavaciones arqueológicas
fueron citados por Andrés: «Ha salido recientemente de la tierra una didascalia
que, con las ilustraciones de Oderico, nos presenta la noticia de los poetas vence-
dores en los juegos escénicos», o «Y cada día, ¿no se ven aclarar muchas materias
y descubrir nuevas raridades con los monumentos que continuamente van salien-
do de la tierra y que explican doctamente Oderici, Visconti, Amaduzzi y varios
otros anticuarios?», en Origen..., vol. Ill, pp. 411 y 457.
769. Giuliano da Sangallo, arquitecto de Julio II, fue encargado de inspeccionar la esta-
tua cuando se descubrió en enero de 1506, y afirmó que era la que se refería Pli-
nio que habían realizado Agesandro, Polidoro y Atenedoro para ornato del palacio
de Tito, lo que fue objeto de polémica en el Setecientos. Mengs no creía que el
Laooconte fuera el grupo al que se refería Plinio: «También se puede dudar que
éste sea el mismo grupo de que habla Plinio, pues dice que aquel era de un solo
pedazo de mármol, y éste es de cinco. El nombre de Agesandro no se halla cele-
brado como de excelente escultor», en Antonio Rafael MENGS: Op. cit., p. 167,
mientras que Winckelmann sí creía que fueran Agesandro, Polidoro y Atenodoro
sus autores, «todos ellos de Rodas», y que Agesandro era el autor del Laooconte
padre, y Polidoro y Atenodoro de los dos hijos, en Historia del Arte..., p. 418.
420 JUAN ANDRÉS MORELL

que Atenodoro era hijo de Agesandro, y Winckelmann conjetu-


ra que lo fuese también Polidoro, y que un padre con sus dos
hijos haya hecho aquel maravilloso grupo de Laocoonte con los
dos suyos. De otra inscripción saca el Abate Marini dos escul-
tores, que son Gritón y Nicolao, no citados por autor alguno"0;
y en suma en aquella Villa todo instruye y deleita.
Para conocer qué tesoros de buen gusto y de erudición se
encierran en aquella Villa, basta que des una ojeada a Winckel-
mann en su Historia de las artes del diseño771, y en sus Monu-
mentos incaitos'72, dos obras clásicas y magistrales para los
anticuarios y artistas. El abate Morcelli'73 ha impreso un tomi-
to en 8° para dar a los forasteros un índice o una noticia de las
cosas preciosas que allí hay que ver7'4. El Abate Marini ha publi-
cado las inscripciones775; y aquella Villa ha dado y dará mucho
que estudiar a todos los anticuarios.

770. Las numerosas interpretaciones sobre el Laooconte pueden seguirse en F. IIAS-


KELL y N. PENNY: Op. cit., pp. 266-270.
771. Acababa de ser traducida al italiano por Carlos Fea con el título Storia (¡elle art i
del disegno presso gii anticJü, Roma, Pagliarini, 1783-1784, 3 vols.
772. Debe referirse a Montimenti antichi inediti, Roma, 1767.
773. Steíano Morcelli S.I. (1737-1821). Antes de la extinción de la Compañía fundó en
el Colegio Romano una academia arqueológica. Tras la supresión de la orden igna-
ciana, pasó a bibliotecario del Cardenal Giovanni Francesco Albani. Andrés valo-
raba sus estudios sobre inscripciones, aun sin citarlos, como Inscriptioncs
commentariis siibjcctis, Roma, 1783, y «el arte de componerlas», refiriéndose sin
duda a su obra De stilo inscriptioniim latinanim, Roma, 1781, en Origen..., vol.
II, pp. 372-373. Andrés siguió con atención sus trabajos. En ediciones posteriores
a su enciclopédica obra dio noticia de su África cliristiana, una monumental his-
toria del cristianismo en aquel condénente que Andrés aseguraba «que veremos
escrita en breve en tres gruesos volúmenes», que no se publicaron hasta 1816-1817
en Brescia, en Origen..., vol. VI, p. 891.
774. Indicazione antiquaria per la villa suburbana dell'ecellentissima cana Albani,
Roma, 1785.
775. Gaetano MARINI: Iscrizioni antiche delle ville e de'palazzi Albani, Roma, Stam-
peria di Paolo Giunchi, 1785.
BOLONMA, FLORENCIA, ROMA 421

FRASCATI o TÚSCULO
No sólo en Roma y sus cercanías tienen los romanos Villas mag-
níficas, sino que también las tienen en varias otras ciudades de
la comarca; pero Frasead7'6 es singularmente célebre en este
particular. Frascati, ahora pequeña y pobre ciudad, era antigua-
mente, como sabes, fuerte y respetable, y es bien conocida en la
historia romana con el nombre de Tusculum. El Rey Tarquino el
soberbio, echado de Roma, se retiró a Túsculo; de Túsculo se
hizo mucho aprecio entre los romanos por su alianza: Túsculo
hizo frente a Aníbal y a sus tropas vencedoras; Túsculo, en
suma, fue muy considerable entre los antiguos por su fuerza y
poder; pero mayor nombre ha dejado a la posteridad por sus
delicias, y por las Villas que en ella tuvieron posteriormente los
romanos; y las Villas tusculanas de Lucillo y de Cicerón"7 han
inmortalizado más el nombre de Túsculo que todas sus antiguas
glorias militares.
En los tiempos bajos volvió a adquirir Túsculo alguna fuer-
za, e intentó oponerse a Roma; y Túsculo campea por sus
empresas militares más en la historia eclesiástica de aquellos
siglos que en la antigua historia romana; pero perdió también
esta gloria, y perdió aun hasta la existencia y el nombre, porque,
destruida por los romanos la antigua ciudad, los tusculanos se
retiraron a un arrabal que fueron engrandeciendo, y le dieron el
nombre de Frascati.
Posteriormente, en los tiempos de la mayor cultura, emu-
laron los modernos romanos la magnificencia de los Tulios y
Lúculos en la construcción de soberbias Villas en el territorio de

776. La Tusculum romana era uno de los lugares de descanso preferidos por los patri-
cios romanos, y a mediados del Setecientos la nobleza romana construyó esplén-
didas villas, algunas de las cuales son citadas por Andrés.
777. Se trata de las villas del patricio Lucio Licinio Lúcido, que, tras servir a los ejérci-
tos de la República, se retiró a las posesiones en Túsculo, y la llamada Villa de Cice-
rón, descubierta en el siglo XVI, y objeto de muchas especulaciones, sin demostrarse
que fuera la auténtica residencia de Cicerón.
422 JUAN A N D R É S MOKF.LL

Túsculo. Su situación en el pendiente de un alto collado con una


espaciosa vista que domina todo el campo romano, y termina en
la ciudad distante 12 millas, sus aguas abundantes y sanas, sus
buenos aires, y la amenidad de sus villegiaturas7'8; y aun los que
no tienen allí Villas alquilan algunos cuartos, o buscan algún
otro medio para ir a Frascati.
Ahora me decían que se había enfriado este deseo de ir a
Frascati, y que muchos lo habían abandonado, e ídose a otras
partes a otoñar, lo que sentían mucho los frasquetanos, porque
perdían la ganancia y los divertimentos que les daban los roma-
nos el mes o los meses que estaban allí. Echaban la culpa de esto
al Obispo, el Eminentísimo Duque de York779; su campo han
movido a los romanos a tener sus Villas en Frascati para pasar
en ellas el otoño, o como dicen hacer villegiatura, quien por su
celo episcopal quitaba algo de libertad a los romanos, que iban
allí para lograr lo que no podían tener en Roma. Sin embargo no
dejan de ir aún varios, y en los pocos días de octubre que estu-
ve en Roma habían ido a Frascati, y lo mismo oí decir de otros
muchos.

VILLAS DE FRASCATI. VILLA CONTI


De las Villas de Frascati son las principales las de Conti, Belve-
dere o Panfili, Taberna y Mondragone de Borghese y alguna
otra. En todas ellas son muy amenos y agradables los juegos de
agua, las calles de árboles, los cocchios780, como ellos dicen, las
grutas, los prados, jardines, campos, arboledas y otras delicias.
En la Villa Conti781 es muy hermosa la cascada con tantas y tan

778. Finca destinada al veraneo.


779. Enrique Stuart, duque de York, Cardenal desde 1747, era Obispo de Frascati.
Murió en 1807.
780. Entoldados o paseos sombreados.
781. Conocida también como Villa Torlonia, por ser los Torlonia sus propietarios desde
1841, aunque hoy es parque público. Cuando la visitó Andrés era propiedad de la
familia Conti, que la mantuvo hasta 1820.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 423

espaciosas gradas, con tantas estatuas y con tantos caños, que


hacen saltar el agua en varias formas: se ven con gusto los jardi-
nes alrededor de la casa, y dentro de ella, además de una senci-
lla elegancia, son dignas de observarse algunas reliquias de una
gran fábrica antigua que quieren sea de la Villa de Lúculo.

VILLA PANFILI
La Villa Panfili, llamada Belvedere782, tiene una buena casa, y
enfrente de ella un teatro para juegos de agua. En medio de éste
hay un grupo de Hércules que ayuda a Atlante a llevar el mundo
figurado en un globo783, del cual salen infinitas fuentes; a los
lados hay una estatua de un centauro, que con la fuerza del agua
toca una trompeta, y hace tal ruido que dicen se oye de algunas
millas, y otra de un cíclope que toca la flauta más delicada, y con
ella varias sonatas'84.

VILLA TAVERNA Y MONDRAGONE


La Villa Taverna785 es de casa Borghese, y de ella se va a la Villa
Mondragone786, que también es de la misma casa. El espacio
que hay de una a otra Villa y sus contornos presenta un magní-
fico golpe de vista por los copiosos y hermosos juegos de agua,
por los jardines y por la variedad de las arboledas. Se camina

782. Llamada así por su posición panorámica, fue de los Aldobrandini hasta 1681, en
que pasó a propiedad de Gamillo Pamphili, casado con Olimpia Pamphili.
783. Se encontraba en el llamado Teatro delle Acque, un hemiciclo con nichos y colum-
nas. En el nicho central estaba situado un Atlante sosteniendo el mundo, junto a
un Hércules en acto de ayudarlo.
784. Se trataba del gigante Encelado.
785. Llamada así por ser su primer propietario el Cardenal Ferdinando Taverna. Desde
1614 era propiedad de los Borghese, al ser adquirida por el Cardenal Scipione
Borghese. Fue residencia de la familia en el Setecientos por su mayor comodidad,
en perjuicio de Villa Mondragone.
786. Levantada en la segunda mitad del siglo XVI, recibe ese nombre del dragón,
emblema de Gregorio XIII Boncompagni.
424 J U A N A N D u Es M O H E L L

apaciblemente por bajo de aquellos cocchios o entoldados, que


ofrecen un suave fresco, y un hermoso y frondoso verde, y que
templando la fuerza del calor y de la luz tienen el ánimo en una
especie de alegre serenidad y dulce melancolía, terminando siem-
pre en alguna gruta, o pequeño templo, u otra imitación de fábri-
ca, que sirve de descanso y término de estos amenos paseos. La
Villa Mondragone es de una extensión interminable, de modo
que ha servido varias veces para alojar cómodamente al Papa
Paulo V y a toda su Corte. Ahora está muy abandonada' 8 ', y sólo
se ven en ella algunas estatuas de Bernini, y sobre todo un busto
colosal antiguo de Antínoo788 en mármol parió, del cual Winckel-
mann dice que testa piu grande, piu bella e piu consérvala di
questa d'Antínoo non credo trovarsi altrove'8'\ y de él toma los
verdaderos caracteres distintivos de Antínoo, y saca otras noti-
cias importantes para el arte.

VILLA LA RUFFINELA
La Ruffinela'90, habitada ahora por los portugueses, era una
Villa de los Jesuitas del Colegio Romano, la cual estando en un
alto goza de un aire muy puro, y una hermosísima vista; pero
sólo tiene de bueno la situación, y ésta lleva consigo la incomo-
didad de la subida sobrado agria. Aquí quieren algunos que
estuviese la Villa tusculana de Cicerón, y varios mosaicos y otros

787. Los Borghese prefirieron utilizar la vecina Villa Taverna, lo que aceleró el deterioro
de Villa Mondragone.
788. Winckelmann lo destacaba por tener los ojos incrustados de mármol palombino.
789. Dice Winckelmann: «La gran cabeza del Antinoo de la Villa Mondragona, cerca de
Frascati, ejemplar de la más rara belleza», en Historia del Arte..., p. 326.
790. Llamada así por ser su primer propietario el Cardenal Alessandro Ruffini, a cuya
muerte en 1578 pasó a ser propiedad de la Cámara Apostólica, aunque también era
llamada Villa Tusculana por creerse que en aquel lugar se hallaba la antigua villa
de Cicerón, como indica Andrés. Fue adquirida por el Colegio Romano de los
jesuitas en 1740, que la destinaron para residencia veraniega. Tras la supresión de
la Compañía en 1773, la villa volvió a pasar a la Cámara Apostólica, que permitió
que fuera residencia de jesuitas portugueses hasta 1790.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 425

fragmentos de antigüedad que se han hallado pueden probarlo


de algún modo. Varías otras Villas hay en Frascati que hacen
muy delicioso aquel lugar, y la inmediación de una a otras
aumenta la comodidad y la alegría de todas.

TÍVOLI

Tívoli791 es otra ciudad donde van a otoñar los romanos, y el


antiquísimo Tybur, del cual habla Virgilio no sólo como existen-
te, sino como poderoso al tiempo de la venida de Eneas, donde
estaba una Sibila que por esta razón se llamó Tiburtina. Los
romanos gustaban de pasar en esta ciudad como en Túsculo
algunos días de placer, y Mecenas, Salustio, Lépido y varios
otros, y posteriormente Adriano tenían aquí sus Villas. Lo her-
moso de la situación, y aún más la salubridad del aire, hacían
muy apetecible la residencia en aquel lugar. Marcial no encuen-
tra país más sano que Tívoli, y lo trae por ejemplo de salubridad,
como a Cerdeña de insalubridad: Cuín mors venerit in medio
Tybure Sardinia esttm. Ahora no hay en Tívoli tantas Villas como
en Frascati, pero no por esto hay menos que ver.
Un portugués Abate Cabral, que reside en el Colegio que
era de los Jesuitas, ha compuesto un libro erudito de las cosas
que hay en Tívoli dignas de verse por un forastero'93. Yo espera-
ba hallar en Tívoli a este Abate, y en él una buena guía, o, como
dicen aquí, buen Cicerón que me hiciese observar lo que hubie-
se más digno de ello; pero cabalmente estaba fuera de la ciudad

791. Situada a 31 km de Roma. Fue residencia de los patricios romanos por su rique-
za en agua y su clima templado. Vid. Sergio CARTOCCI: Tívoli. La ciudad tibnr-
tina en la Instaría y en el arte, Roma, Ediciones de Arte, 1974.
792. Marcial 4, 60, 5-6: «Cuando la muerte llega, en medio de Tibur está Cerdeña».
793. Estevam Diaz Cabral (1734-1811), italianizado como Stefano Cabral. Fue profe-
sor de matemáticas en el Colegio Romano, regresando a Portugal en 1788. El libro
sobre Tívoli es el titulado Dclle ville e de pin notabili monumenti antichi delle cittá
e del territorio di Tivoli, Roma, Stamperia del Puccinelli, 1779. Agradezco a Mar
García Arenas los datos aportados sobre este jesuíta portugués.
426 J U A N A N D R É S Mo u ELL

aquel día, y aunque hallé otros Abates que me hicieron el favor


de acompañarme, naturalmente me hubiera sido más instructi-
va la compañía de un sujeto tan enterado en esta materia.

VILLA DEL EMPERADOR ADRIANO


Antes de llegar a Tívoli pasé a ver la famosa Villa del Empera-
dor Adriano794, que fue un portento de arquitectura, de escul-
tura, de todas las artes griegas, y de toda la grandeza y
magnificencia romana. Desde luego se ve en ella un teatro que
se conserva aún bastante entero para dar clara idea de su cons-
trucción. Así, en este teatro como en los de Herculano y Pom-
peya vi mucha semejanza'95, pero con alguna diversidad; las
plantas de éstos, con las que tenemos de Sagunto y de alguna
otra ciudad, podrán hacer que se conozca bien la antigua cons-
trucción de los teatros, y que se entiendan varios pasajes de
autores antiguos alusivos a ellos, que ahora son difíciles de
entender. Luego se ve un buen templo, y una gran plaza, que
dicen servía de palestra para hacer sus ejercicios los soldados; a
un lado de ella están las centum cellae, o cien celdas o aposen-
tos, que era el cuartel de los soldados de las Guardias Pretoria-
nas, y alrededor de este cuartel se ve todavía un foso, cuya agua
servía como de muralla para no dejar salir a los soldados. Al otro
lado de la palestra se levanta un edificio desde donde el Empe-
rador veía dichos ejercicios.
En un lugar algo más elevado se ven algunas salas no muy
espaciosas que dicen servían de biblioteca; y esta forma de biblio-
teca sería tal vez propia de las de campo, puesto que la única que

794. Conocida su existencia desde el siglo XV, se habían realizado excavaciones ocasio-
nales, que en la primera mitad del siglo XVIII efectuaron la familia Bulgarini y el
arqueólogo Giuseppe Alessandro Furietti. Ocupaba unas 300 Ha y fue levantada
entre el 121 y el 137 d. C. como residencia Imperial.
795. El llamado Teatro Marítimo, que contaba con un gran pórtico circular de 134
metros de circunferencia. Andrés escribió extensamente sobre los teatros de Her-
culano y Pompeya en su carta XIV, de 2 de febrero de 1786.
BOLONIA, FLOHKNCIA, ROMA 427

hasta ahora se ha hallado en una casa de campo de Herculano796


estaba también en una sala pequeña. Se ve un lugar que mi Cice-
rón dudaba si había sido templo o hippodromo, teniendo algunas
cosas que parecen más propias de un picadero o lugar para correr
caballos, que de un templo; y luego hay tantos otros lugares que
dicen eran templos, y realmente tienen apariencia de haberlo
sido, que se puede quitar éste sin que se disminuya mucho el
número de ellos. Se ve una especie de corredores que podían ser-
vir para pasearse; y se ven algunas otras paredes y ruinas que
habrán sido parte de la habitación del Emperador, o de su fami-
lia. La fábrica era tan vasta que dicen se extendía a más de tres
millas, y así podía abrazar cuanto se quiera.
A la grandeza de la fábrica correspondía la riqueza de los
ornatos; y las infinitas columnas, estatuas y mármoles preciosos,
que se han descubierto y se van descubriendo todos los días,
hacen ver la inmensa profusión que había de ellos. Todas éstas
y varias otras ruinas no se ven enteras y juntas, sino que se van
hallando algunos pedazos entre malezas y campos cultivados, y
no es fácil formar una idea completa de lo que era esta gran Villa
imperial, aunque por algunos pedazos mejor conservados que se
pueden lograr se echa de ver la magnificencia, la solidez, y al
mismo tiempo la hermosura de la arquitectura romana.

ANTIGÜEDADES DE TÍVOLI
Entrando en Tívoli se ven calles y casas no muy buenas, y toda
la ciudad me pareció pobre y melancólica. En ella reina como
en Roma el gusto de recoger antigüedades, y en las pocas calles
que pasé di desde luego con una casa que tenía todo el zaguán
y patio lleno de lápidas y bajos relieves. Entre varios fragmen-
tos de antigüedad es ciertamente el más respetable el templo

796. Se refiere a la llamada «Casa de los Pisones», por creerse propiedad de L. Cal-
purnio Pisón, suegro de César, o «Villa de los papiros». Andrés trata de ella en la
Carta XV, fechada el 9 de febrero de 1786.
428 J U A N A N D R É S Mo u F, L L

que dicen de la Sibila'97: los inteligentes en arquitectura no se


sacian de mirar una y otra vez aquel precioso monumento del
arte; y yo sin entender de estas cosas encontraba singular gusto
en ver una fábrica tan sólida y tan despejada, redonda y bien dis-
puesta, cubierta de mármoles tiburtinos, rodeada de un corre-
dor sumamente sencillo y majestuoso, con columnas estriadas
de orden corintio muy elegantes y serias, con bellísima cornisa
y un friso lleno de ornatos, pero al mismo tiempo ligero, con
estucos y florones trabajados con mucha gracia y solidez, con
una hermosa cúpula en que va terminando el templo, con ven-
tanas y puerta cuadradas de una hermosísima forma, en ver, en
suma, un edificio tan perfecto en todas sus partes y de tanto
gusto. La elegancia y perfección de la fábrica es un claro argu-
mento de no ser éste el templo de la Sibila de que habla Varrón,
aunque le convienen las señas del lugar.

CASCADA
Cerca de este templo está la célebre cascada que ciertamente es
digna de verse. El río, que baja de la montaña vecina con mucha
copia de agua y gran corriente, se va encerrando entre aquellas
rocas, reduciéndose a la estrechez de unos 30 pies, o poco más;
por ésta pasa aquel gran caudal de agua, y se despeña con ímpe-
tu en la profundidad perpendicular de unos 50 pies: los borbo-
llones y espumas, la majestad y limpieza de aquel espejo de
agua, la hermosura del arco que forma, las partículas de agua
que con el golpe de la caída se levantan, y forman como una
nube de humo blanco y resplandeciente que sube a una grande
altura, el ruido de las piedras y peñascos batidos por el agua, y
el de los molinos de papel y otros que por allí hay, forma todo
junto un golpe de vista, que tiene por un rato embelesado a

797. Construido en el siglo I a.C., es un templo circular de 18 columnas corintias dedi-


cado al culto de Vesta; junto a él se encuentra el templo jónico rectangular del siglo
II a.C., dedicado al culto de Sibila Albunea.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 429

quien lo disfruta. Desde un puente mirando por un lado de él


se logra este bello espectáculo, y pasando al otro lado, el río, que
corre más libre y anchuroso por un valle entre montañas poco
elevadas y coronadas de árboles y de fábricas, presenta una vista
no menos agradable y deliciosa aunque muy diferente de la otra.
La mañana un poco lluviosa me impidió ir a ver las peque-
ñas cascadas, que suelen verse con gusto por los forasteros, y las
reliquias de la Villa de Mecenas798, las que hubiera visto con
mayor placer por lo dignas de aprecio que son las cosas de aquel
gran protector de las letras, más famoso por haber sido amigo de
Virgilio y de Horacio que por haberlo sido de Augusto; ejemplo
para los grandes Señores de cuánto les conviene para su buen
nombre proteger y honrar a los literatos.

LUGAR DE LA VILLA DE HORACIO


En las cercanías de Tivoli han querido algunos poner también la
Villa de Horacio; pero Holsteni799 y Fabretti800 descubrieron ya
en el siglo pasado que esta Villa no se había de buscar sino en
Licenza801, vecina al monte Gennaro, que era el Lucretil adon-
de enviaba Horacio a pacer a sus cabras802, y en estos últimos

798. Gracias al político romano Cayo Mecenas (70 a. C.-8), Virgilio pudo entregarse por
entero a la literatura. Fue Mecenas quien le sugirió componer las Geórgicas, ade-
más de ponerlo en relación con Augusto, y también apoyó económicamente a
Horacio.
799. Lucas Holsteni o Holstenius (1596-1661). La Biblioteca Apostólica Vaticana publi-
có el estudio de Roberto ALMAGIA: L'opcm geográfica di Lúea Holstenio, Citta
del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, 1942.
800. Raffaele Fabretti (1618-1700). Su obra más importante fue De aquis ct aquacduc-
tibus vctcrís Roinae, Roma, 1680. Hay edición facsímil publicada en 1972 en Por-
tland, Oregon, por Collegium Graphicum en su colección «The printed sources of
Western art».
801. Civitella de Licenza, pequeña población situada en los Montes Lucreteli, en el
Lazio, al noroeste de la campiña romana.
802. Andrés se refiere a la Oda I, 17 de Horacio: Vclox amocnnm saepe Lucretilcín/
mutdt Lijcaco Faunas ct igncam/dcfcndit aestatem capellis/usc¡ne mcis phivh)fi(jnc
430 JUAN ANDRÉS M o u ELL

años lo ha puesto en la más incontrastable evidencia el Aboga-


do Sanctis803, en una erudita disertación sobre la Villa de Hora-
cio impresa y reimpresa muchas veces. Este mismo Abogado ha
impreso otra disertación sobre el sepulcro de los Plaucios804,
precioso monumento de antigüedad que se ve en el camino
unas tres millas antes de Tivoli.

VILLA ESTENSE
Por la tarde fuimos a ver la Villa Estense805, fabricada casi tres
siglos ha por el Cardenal d'Este806 con una suntuosidad y magni-
ficencia verdaderamente de Soberano. Entrando por la puerta
del jardín se ven plantíos de cipreses y pinos, y un jardín hermo-
so y magnífico; a mano izquierda se halla un bosque, dentro del
cual hay su fábrica para los juegos de agua, y entre éstos se oyen
los órganos hidráulicos; en otro bosquecillo hay otra fábrica, que
llaman el antro o cueva de la Sibila, con sus juegos de agua de
diferente manera, con hermosas fuentes, y con arroyos que se
despeñan entre algunas rocas, y forman graciosas cascadas.

vento («Muchas veces Fauno se traslada, veloz, del Liceo al placentero Lucrétil y
protege sin cesar a mis cabras del calor ardiente y de los vientos húmedos», en tra-
ducción de Cristóbal López de Epodos ij Odas, Madrid, Alianza, 1985. Agradezco
a la Dra. Elena Gallego Moya la localization de la oda horaciana.
803. Domenico De Sanctis (¿-1798). Andrés se refiere a su obra Disscrtazionc sopra la
villa de Orazio Placeo, Roma, Salomoni, 1761, con posteriores ediciones en 1768
y 1784.
804. En 1784, y dedicado al cardenal Luigi Valenti Gonzaga, De Sanctis publicó //
mausoleo de Platizi in Tivoli, junto a su disertación sobre la villa de Horacio y otra
sobre la ciudad de Antino, Ravena, Antonio Roveri, 1784.
805. La Villa D'Este y su jardín es una de las más célebres del Renacimiento italiano
por su iconografía simbólica. Fue levantada por el Cardenal Ippolito d'Este, nom-
brado gobernador de Tivoli en 1550. Los jardines fueron diseñados por el napoli-
tano Pirro Ligorio.
806. Ippolito d'Este (1509-1572). Hijo de Lucrecia Borgia y de Alfonso d'Este, y nieto
del Papa Alejandro VI.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 431

Desde el jardín hasta la casa se puede decir que hay una


montaña, a la cual se sube por una grandísima escalera, dividi-
da en dos tramos, e interrumpida por diferentes descansos, con
grutas y otras fábricas para los juegos de agua. En el primer des-
canso se ven en toda su extensión muchos vasos y caños que
hacen saltar el agua algunos horizontal, y los más verticalmen-
te. Serán más de 40 los caños verticales, y cayendo el agua en
algunas hermosas pilas se forman otras tantas pequeñas casca-
das que presentan muy buena vista. En el otro descanso está la
gran girándula807, que creo sea la más copiosa y más alta de
todas las girándulas que se ven en Roma y en Frascati. Yo no sé
explicarte estos juegos de agua, ni sé qué nombre dar a todas
estas cosas y a otras muchas, porque con la larga residencia en
Italia me he olvidado de los términos castellanos, y te las digo
del mejor modo que sé. Estos varios descansos están adornados
con diferentes ornatos, uno de los cuales se compone de peque-
ños modelos de las más notables fábricas de Roma; y toda aque-
lla grande escalera, que tiene por remate la casa, y está rodeada
de árboles, de aguas y de deliciosos jardines, forma un magnífi-
co golpe de vista, que sorprende aun después de haber visto las
preciosidades de las otras Villas.
La casa podría ser buena, pero como está deshabitada y
mal alhajada no presenta cosa particular: las pinturas de Zucca-
ro808, y algunas estatuas antiguas, es lo único que hay que ver,
aunque la mayor y más selecta porción de estatuas se ha vendi-
do; pero sin embargo la casa desmantelada y toda la Villa mal

807. Artificio giratorio que se pone en las fuentes. La Girándula fue diseñada por Pirro
Ligorio sobre un mecanismo inventado por Tommaso da Siena. Se llama también
de los Dragones por ubicar en el centro cuatro dragones alados en homenaje al
Papa Gregorio XIII, cuya familia, los Boncompagni, tenían como emblema el dra-
gón alado.
808. Taddeo Zuccaro (1529-1566). Aparece como Zucarro en el original. Representan-
te de la escuela manierista. Pintó la bóveda de la llamada Sala de los Filósofos, con
alegorías a las artes, la naturaleza y las ciencias y la Sala de la gloria d'Estc, en exal-
tación de dicha familia.
432 JUAN A N D u É s M o u E L L

cuidada respiran una real magnificencia que sorprende a cuan-


tos la ven809; ¿qué sería si todo estuviese en orden y bien pues-
to? A más de Frascati y de Tívoli hay Villas en otras ciudades y
en otras partes de aquellas cercanías; pero yo no he tenido tiem-
po ni proporción para ir a ellas, y las que he visto me han basta-
do para formar idea de la grandiosidad, magnificencia y gusto de
los romanos en este particular.

FUENTES DE ROMA
Otra de las cosas que en Roma me han maravillado mucho han
sido las muchas y hermosas fuentes que se encuentran a cada
paso. Tres obras de los antiguos romanos aturdían a Mr. Ber-
gier810, a saber, los caminos, las cloacas y los acueductos. Estos
últimos, si ahora no son de tanto esplendor, son de no menor
comodidad, y tal vez de mayor profusión. En la pequeña casa
donde yo estaba había dos fuentes, y una de ellas con varios caños
de agua; y desde mi cuarto entre mi casa y las confinantes veía
seis. No se entra en casa alguna, ni se vuelven los ojos a algún
patio que, se vean fuentes y más fuentes; pero entre éstas casi infi-
nitas se ven algunas de una grandeza y hermosura superior.
Yo estaba cerca de la fuente de Trevi811, una de las mejo-
res, la cual viene a estar en el mismo sitio y tiene la misma agua

809. La villa estaba muy abandonada desde que pasó a los Habsburgo, emparentados
con María Beatriz, última descendiente estense. No recuperaría su antiguo esplen-
dor hasta que pasó a propiedad del Cardenal de Hohenlohe en las primeras déca-
das del siglo XIX.
810. Nicolás Bergier (1567-1623). Publicó una historia de los caminos que enlazaban
Roma con los últimos rincones de su Imperio: Histoirc des grands cliemins de
l'Empire romain, París 1622. Es probable que Andrés conociera la edición, en 2
vols., publicada en Bruselas en 1736.
811. Proyectada por Nicoló Salvi en 1735, durante el pontificado de Clemente XII, y
finalizada en 1762. De Brasses, en 1739, dio cuenta de las obras: «La fuente de
Trevi, dcU'aajua Vcrgine, cuyo manantial es excelente y muy abundante, no será
ya, como lo ha sido hasta ahora, una fuente rústica de la que no se hacía caso.
Se trabaja sin descanso en adornarla con una rica arquitectura; la obra está ya
BOLONIA, FLOHENCIA, ROMA 433

que la que fabricó Agripa812 para el agua virgen, que él quiso lla-
mar augusta en obsequio de Augusto. Grandes piedras amasa-
das forman una roca, en medio de la cual hay un Neptuno sobre
una gran concha tirada de caballos marinos gobernados por tri-
tones; se levantan cuatro columnas que sostienen una ática con
un balaustre; y además de todo esto hay algunas estatuas que
hacen la fábrica más grandiosa. De la concha de Neptuno sale
gran torrente de agua, y de varias partes de la roca descuellan
arroyuelos que imitan los naturales, y presentan una agradable
vista. La misma agua virgen va a la fuente de la plaza de Espa-
ña, que se llama la Barcaccia813, porque su estructura represen-
ta una gran barca.
La más copiosa de todas las fuentes es la de San Pedro
Montorio814, sobre el monte Janículo815. El Papa Paulo V816,
como se lee en la inscripción que hay en ella817, la fabricó,
haciendo venir el agua desde el lago Braciano, distante 35

terminada en la tercera parte del total; será una de las más bellas fuentes de
Roma», en DE BROSSES: Op. cit., vol. II, pp. 178-179. Se encuentra apoyada
sobre la fachada del Palazzo Poli. Inspirada en la mitología romana, de estilo barro-
co, Neptvmo se halla situado en su centro sobre delfines.
812. Agripa la construyó en el 19 a. C. con un recorrido de 20'8 kms., y con arcos de
1'04 km.
813. Encargada su construcción por la familia Barberini, a la que pertenecía el Papa
Urbano VIII, fue proyectada por Gian Lorenzo Bernini al pie de la escalinata de
Trínitá del Monti, utilizando en su decoración abejas y soles que figuran en el escu-
do de armas de los Barberini.
814. Realizada por Paulo V Borghese entre 1608 y 1612 siguiendo el diseño de Giovanni
Fontana, para conmemorar la reapertura de un acueducto de la época de Trujano.
815. Monte Gianicolo, frente al Tiber. En él se encuentran las iglesias de San Onofrio,
San Pietro il Montorio y el Tempictto de Bramante.
816. Gamillo Borghese (1552-1621). Cardenal desde 1596, fue elegido Papa en 1605 a
la muerte de León XI.
817. La inscripción dice así: PAVLUS QVIN1VS PONTIFEX MAX1MVS AQVAM IN
AGRO BRACC1ANENS1S SALVBERRIMIS FONTIBVS COLLECTAM VETE-
RIBVS AQVAE ALSIETINAE DVCTIBVS RESTITVTIS NOVISQVE ADD1TIS
XXXV AB MILIARIO DVXIT.
434 J U A N A N o u Es M O H K L i.

millas, renovando los antiguos conductos del agua sabatina, y


construyendo otros nuevos. Algunas columnas de granito sos-
tienen un arquitrabe; entre estas columnas hay cinco grandes
nichos, y de tres de ellos salen no fuentes sino ríos caudalosos;
en los otros nichos algunos dragones, alusivos a las armas de
Borghese, de cuya casa era Paulo V, echan tan gran copia de
agua, que ella sola bastaría para hacer muy copiosa aquella fuen-
te. Toda esta agua se recoge en un grande estanque enlosado y
circundado de mármol, y de allí, por varios conductos subterrá-
neos, se esparce entre herrerías, molinos y otras oficinas, y va a
parar a otras fuentes, singularmente a las dos copiosas y hermo-
sas girándulas de la plaza de San Pedro818, que causan admira-
ción a todos los forasteros.
En el Viminal8lQ está la gran fuente llamada il Fontano-
820
ne , fabricada por Sixto V, que, por los conductos antiguos
renovados y por otros nuevos, hizo venir el agua de un lugar lla-
mado Colonna821, distante más de 20 millas. En esta fuente hay
una grande estatua de Moisés, que toca con su vara una roca, y
salen de ella tres grandes arroyos de agua.

SIS. La fuente situada a la derecha se debe a Cario Maderuo en 1613 por deseo de
Paulo V; la de la izquierda fue levantada en 1675 durante el pontificado de Cle-
mente X.
819. Una de las siete colinas de Roma.
820. Andrés la confunde con la fuente que llama de «San Pedro Montorio». La que des-
cribe aquí es la Fontana dcll'Acqua Felice, conocida popularmente por Fontana del
Mosé por la estatua de Moisés situada en el nicho central. La estructura fue diseña-
da por Domenico Fontana para señalar el final del acueducto del Acc/na Felice, lla-
mado en honor de Felice Peretti, elegido Papa en 1585 con el nombre de Sixto V.
821. Población próxima a Roma, en el Valle Latino, cuyas fuentes abastecían Roma
desde que en el 226 d. C. el emperador Alejandro Severo construyera el Acc/ue-
dotto Alcssandrino, el último de los grandes acueductos romanos, reconstruido por
Sixto V En la inscripción se indica el nombre del Pontífice que la construyó y la
procedencia de las aguas: SISTVS V PONT. MAX. PINCENVS AQVAM EX
AGRO COLVMNAE VÍA PRAENST. SINISTRORSVM MVLTAR COLLEC-
TIONE VENARVM DVCTV SINVOSO A RECEPTACVLO MIL. XX A CAPI-
TE XXI ADDVXIT FELICEMQ. DE NOMINE ANTE PONT. DIXIT.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 435

Estas son las principales fuentes, o digamos fuentes


madres, aunque hay además otras muchas hermosísimas. Tres
hay en la plaza Navona822, pero la de en medio es, por decirlo
así, un portento de arquitectura fontanal823. Un gran peñasco se
divide en cuatro partes, y sobre ellas hay cuatro estatuas de los
cuatro ríos Danubio, Ganges, Nilo y la Plata; en medio de estos
pedazos de peña se levanta un obelisco, y de las bocas del peñas-
co salen un león y otros animales. Los cuatro ríos echan agua de
sus urnas, la cual habiendo girado por la pila se despeña en las
cavernas de las rocas, de donde por nuevos conductos va a salir
por las otras fuentes. Bellísima es la fuente del Tritón824 de la
Plaza Barberini, bellísima la de la Tortuga825, y bellísimas otras
muchas fuentes que se encuentran en varias plazas y otras par-
tes de toda Roma, y que de ningún modo podría yo referirte.
A la vista de tantas aguas y de tan magníficas Villas me ocu-
rría con mucha frecuencia una reflexión, que me disminuía gran
parte del gusto que producen tan hermosas vistas. Causa com-
pasión, y aun una especie de horror el ver toda la campaña
romana tan yerma, árida, estéril y perdida. ¡Tantas aguas pródi-
gamente esparcidas por toda la ciudad, y los campos tan secos!
¡Tanta frondosidad, verdura y lozanía en las Villas, y en los cam-
pos tanta aridez! ¡Tanto cuidado en lo delicioso, y tanto aban-
dono en lo útil! Ciertamente es una lástima ver todos los campos
incultos, yermos, sin un árbol y sin una planta, cuando la ame-
nidad y verdura de las Villas que se ve en medio de aquella

822. Finalizada su construcción en el siglo XVII sobre las ruinas del estadio de Diocle-
ciano, es un ejemplo del barroco.
823. Se trata de la Fontana del Finmi, realizada por Bernini e inaguracla en 1651 por
Inocencio X.
824. Diseñada por Bernini entre 1642 y 1643 para el Papa Urbano VIII, de la familia
Barberini, cuyo palacio se encuentra próximo.
825. La Fontana dellc Tartaniglie fue encargada por la familia Mattei a Giacomo della
Porta entre 1581 y 1588, pero las tortugas que le dan nombre fueron añadidas a
fines del siglo XVII.
436

espantosa melancolía, prueban evidentemente que ésta no es


efecto de la naturaleza, sino falta de industria, y culpa de la desi-
dia de quien no quiere trabajar el terreno, y hacerle producir los
frutos que ahora se pierden con perjuicio de la humanidad. Pero
dejemos estas reflexiones para los interesados, y demos fin a esta
carta, reservando para otra las Iglesias, de las que pensaba escri-
birte en ésta.
CARTA IX
Mantua, 29 de diciembre de 1785

IGLESIA DE SAN PEDRO


Las Iglesias de Roma, por las memorias cristianas que conser-
van, y por las cosas preciosas y raras que contienen de arquitec-
tura, pintura y escultura, pueden ser visitadas como objetos de
particular devoción, y como otros tantos museos de antigüeda-
des cristianas y de nobles artes. En la primera carta te hablé ya
de la Iglesia de San Pedro; pero te hablé solamente por lo que
mira al gusto, y no te dije el precioso tesoro que contiene de
veneración cristiana y de eclesiástica erudición.
La confesión de San Pedro es el sepulcro de este glorioso
Príncipe de la Iglesia, y allí se encierra el depósito de sus vene-
rables reliquias. Algunos herejes, y algunos críticos impruden-
tes, han querido negar que San Pedro haya estado jamás en
Roma, pero esto no tiene fundamento. Otros han dicho sola-
mente que el cuerpo de San Pedro no está, como se cree, en
aquel templo; pero Monseñor Rorja, de quien te he hablado en
otra826, con una constante serie de testimonios eruditamente
demuestra, en una obra intitulada Vaticana Confessio Divi
Petri82', que en vano se quiere poner en duda este punto. Las

826. Carta VIL Se trata de Stefano Borgia (1731-1804), que sería Cardenal. Vid. nota 704.
827. El título exacto es Vaticana confcssio beat i Pctri príncipis apostolonim, chronolo-
gicis tam vctcnnn cjiíain rcccntionimscriptorum testimoniis ilustrata, Roma, 1776.
438 J U A N A N D R É S M o u E i. \.

apariciones, las curaciones, los milagros que se han obrado en


aquel lugar, y la veneración con que lo han visitado tantos San-
tos, y los hombres más grandes de la cristiandad, infunden una
cierta devoción que penetra el ánimo de quien se acerca con
alguna consideración. El Papa actual828 en el tiempo que habi-
ta en el Vaticano baja todos los días a venerarlo, y por el verano
cuando está en Monte Caballo va todos los domingos con
mucha edificación.
En el subterráneo, donde está la Capilla o confesión de
San Pedro, hay varias inscripciones, pinturas, esculturas y
mosaicos antiguos, que representan memorias eclesiásticas; y
todo está lleno de monumentos de antigüedades cristianas, que
pueden llamar la atención de un erudito. La Capilla donde está
el cuerpo del Santo abunda de preciosos mármoles, como tam-
bién de estatuas y otros adornos de bronce dorado y de fina
labor. Cien o más lámparas de plata iluminan aquel lugar, y todo
respira magnificencia y devoción. Todo esto está en el subterrá-
neo que se dice ser la Iglesia antigua, de la cual hay varias his-
torias, empezando por una de Mallio829 del siglo XII o XIII.
La Iglesia moderna, que es la magnífica de que te hablé
brevemente en otra, y no te quiero hablar en ésta con más
extensión, porque nada puedo decirte que corresponda de
modo alguno a su mérito, se empezó en el año 1506 en el Pon-
tificado de Julio II830, siguiendo el diseño de Bramante831.
Muerto este famoso arquitecto, el Papa León X832 la hizo conti-

828. Pío VI.


829. Se trata de Pietro Mallio, que redactó su Dcscriptio Basílicas Vaticanas entre el
1159 y el 1181.
830. Juliano de la Rovere (1443-1513). Elegido Papa en 1503 a la muerte de Pío III, era
franciscano. Fue protector de artistas e impulsó la construcción de la Basílica de
San Pedro, cuya primera piedra puso el 18 de abril de 1506.
831. Donato Bramante (1444-1514). Trabajó por encargo de Julio II en el proyecto de
reconstruir la Basílica de San Pedro y en los palacios vaticanos. Aunque sus ideas
no se llevaron a cabo, influyeron decisivamente en la construcción de San Pedro.
832. Giovanni Medici (1475-1521). Sucedió a Julio II en 1513 y prosiguió su labor de
mecenazgo. Para Stendhal, «desgraciadamente su reinado fue muy corto, y sus
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 439

miar bajo la dirección de Julio de San Gallo833, de Fray Jocun-


do y de Rafael. La muerte de León hizo que cesase por mucho
tiempo esta fábrica; pero Paulo III834 la volvió a emprender, y se
valió de la dirección de Miguel Ángel. Varios otros arquitectos
entraron en la continuación de esta gran fábrica, cuya historia
sola podría formar, como ha formado, varios tomos; finalmente
el Papa Sixto V835 con su incomparable actividad se propuso
concluirla. Seiscientos y más hombres trabajaban día y noche; y
el Papa tuvo el consuelo de bendecir la última piedra, que se
colocó el día 14 de mayo del año 1590. Pero sin embargo,
hallándose que faltaban algunas cosas en esta gran fábrica, el
Papa Paulo V836 la dio la última mano bajo la dirección del arqui-
tecto Maderno837; se alargó la parte oriental de la Iglesia, se
hubo de demoler el atrio, que se había hecho antes, y se hizo
otro nuevo, se le puso en frontispicio, y en él la inscripción que
dice haberse hecho en el año 1612, séptimo del Pontificado de
Paulo V.

sucesores demasiado indignos de él ( . . . ) Después de estos grandes hombres, los


papas no han sido nada más que devotos», en STENDHAL: Historia (le la pintu-
ra en Italia..., p. 363.
833. Giuliano da Sangallo (circa!443-1517). Había restaurado el techo de la Basílica de
Santa María la Mayor y se había encargado de la reconversión de la Mole de Adria-
no en Castel Sant'Angelo. Como indica Andrés, a la muerte de Bramante en marzo
de 1514, prosiguió los trabajos, en colaboración con fray Giocondo, en la fábrica
de San Pedro, que había iniciado en 1511 junto a Bramante. El nombramiento de
Rafael como único responsable en 1515 permitió a Giuliano regresar a Florencia
«agotado por el excesivo trabajo y vencido por la vejez y por un mal de piedra que
lo torturaba», en Giorgio VASARI: Las Vidas..., p. 518.
834. El pontificado de Paulo III transcurrió entre 1534 y 1549.
835. Felice Peretti (1520-1590). Franciscano, elegido Papa en 1585 como Sixto V.
Durante su pontificado desarrolló un extenso programa de obras públicas, a lo que
hace referencia Andrés.
836. Paulo V fue Papa entre 1605 y 1621.
837. Cario Maderno (1556-1629). Sobre Maderno, vid. Howard HIBBARD: Carlo
Maderno and Roman architecture, 1580-1630, London, Zwemmer, 1971.
440 JUAN ANDRÉS MOHKLL

Su SACRISTÍA Y ESCRITOS ACERCA DE ELLA


El Papa actual ha querido hacer la Sacristía838, en la que los inte-
ligentes encuentran muchos defectos, aunque no se puede
negar que es obra grandiosa en su línea, y que ha sido de mucho
costo839. Lo que presenta a primera vista es una cierta pequenez
en su misma grandeza con tantas divisiones y tantos escondrijos,
y la grande distancia de la Iglesia que la hace incómoda para los
que la han de frecuentar. El Abate Cancellieri840 ha impreso un
libro sobre esta Sacristía841; pero tiene escrita otra obra grande
sobre el mismo asunto, de la que me habló largamente, y que no
sabe si podrá imprimir. Ésta contendrá no menos que cinco
tomos, en los cuales tratará en general de las Sacristías antiguas
del Oriente y Occidente, y viniendo a la de San Pedro, hablará
de las fábricas que había en aquel lugar, de las inscripciones pro-
fanas y eclesiásticas que se han hallado, y de varias otras cosas,
que harán una obra más importante para los eruditos de lo que
promete el título842. Pero vuelvo a decirte que para hablar con
alguna dignidad del magnífico y soberbio templo de San Pedro
no bastaría un tomo entero, y que sólo por ver aquella singular
fábrica se puede hacer un viaje.

838. Con el propósito de prestigiar a la Iglesia, tras los convulsos pontificados de Cle-
mente XIII y Clemente XIV, Pío VI inició una política de realizaciones. En el pri-
mer año de su pontificado se inició, bajo la dirección de Cario Marchionni, la
Sacristía de San Pedro, de gran complejidad.
839. Según Ceschi, los contemporáneos la acogieron fríamente y «la giudicarono pin
ricca che bella», al igual que Andrés. Vid. Cario CESCHI: Le ciñese di Roma dagli
inizi del ncodassico al 1961, Bologna, Cappeli Editore, 1963, p. 28.
840. Francesco Cancellieri (1751-1826). Aconsejó a Pío VI en materia urbanística,
como la erección del obelisco egipcio encontrado en 1781 junto a la Iglesia de San
Rocco.
841. Francesco Cancellieri: Sagrestia vaticana eretta dal reinante pontefice Pió scsto,
Roma, Casaletti, 1784.
842. Según Pastor, Pío VI la hizo imprimir a sus expensas, en Ludovico PASTOR: His-
toria de los Papas..., vol. XXXVIII, Barcelona, Gustavo Gili, 1940, p. 43.
BOLONIA, FLOHENCIA, ROMA 441

IGLESIA DE SAN JUAN DE LETRÁN


Las otras Basílicas son también muy dignas de verse una y otra
vez con particular cuidado. La Iglesia más antigua de todo el
mundo cristiano es la de San Juan de Letrán843. La familia Plo-
cia Late rana844 dio el nombre de Laterano a aquel lugar, donde
tenía un magnífico Palacio, que pasó después al Emperador.
Constantino lo cedió al culto de Dios, haciendo fabricar en él,
por los años 324, el primer templo que se erigió en la cristian-
dad; y el Papa San Silvestre845 lo consagró con toda solemnidad.
El lugar y la extensión de aquella Iglesia es lo que ahora subsis-
te, porque la fábrica pereció casi enteramente en un incendio en
el siglo XIV; y aunque entonces procuraron restablecerla, no se
hizo enteramente hasta que Inocencio X y Alejandro VII la
hicieron según la planta de Borromini cual ahora se ve.
La Iglesia, aunque no comparable con la de San Pedro, es
ciertamente espaciosa y magnífica. Cada una de las pilastras
tiene su estatua colosal de un Santo Apóstol, sobre las cuales hay
algunas pinturas. Un pabellón, sostenido por cuatro columnas de
pórfido, cubre el altar mayor, donde hay dos bustos que dicen
contener las cabezas de San Pedro y de San Pablo846. Es bellísi-
ma la Capilla del Sacramento y tiene un rico tabernáculo de pie-
dras preciosas847, algunas estatuas y otros adornos. Más magnífica

843. Iniciada su construcción por el emperador Constantino como primera Basílica


cristiana. Posteriormente ha sido sometida a varias reconstrucciones, siendo la
última de ellas la de Borromini en 1646 para el interior, mientras que la fachada
principal fue levantada en el siglo XVIII.
844. Las propiedades de la familia Laterani fueron expropiadas por Constantino para
la construcción de la Basílica.
845. San Silvestre fue Pontífice entre los años 314 y 335.
846. En el llamado altare pápale se custodiaban dos relicarios, que decían contener las
cabezas de San Pedro y San Pablo, cincelados por Giovanni di Bartolo y destrui-
dos tras su entrega a Napoleón por el Tratado de Tolentino.
847. La tradición decía que era una parte de la mesa donde Jesús celebró la última cena.
442 JUAN A N D H É s M o 11E L L

es la Capilla Corsini848, fabricada por el Papa Clemente XII849,


que era de aquella casa. El altar es de bronce dorado sobre fondo
de alabastro oriental con dos columnas de verde antiguo, y tiene
por cuadro un mosaico de San Andrés Corsini850. A los lados de
la Capilla hay dos sepulcros, uno del Cardenal Neri Corsini851, y
otro del Papa852, cuyo cuerpo está en una urna antigua de pórfi-
do, la cual estuvo mucho tiempo bajo el pórtico de la Rotunda, y
dicen que contenía las cenizas de Agripa.
Entrando en la Sacristía, donde hay algunas pinturas exce-
lentes, me llevaron a un claustro que contiene varias antigüeda-
des; allí vi los nombres de algunos catalanes de los siglos XII o
XIII, por no sé qué proeza hecha en favor de la Iglesia; vi tam-
bién dos sillas de piedra con una grande abertura en medio, que
han servido de argumento a los que han querido defender la
fábula de la Papisa Juana853; pero basta verlas para conocer cuan
neciamente se ha querido apoyar con ellas tal ficción.
Junto a la Iglesia está el bautisterio, donde algunos quieren
que San Silvestre bautizase a Constantino; pero ahora común-
mente convienen los más de los eruditos en que Constantino no

848. Realizada por Alessadro Galilei (1691-1737) entre 1732 y 1737 para el Cardenal
Corsini. Galilei era florentino y arquitecto del Gran Duque de Toscana, y fue lla-
mado a Roma por Clemente XII, de la familia florentina de los Corsini.
849. Clemente XII Corsini fue Papa entre 1730 y 1740.
850. El mosaico, situado en el retablo, es una copia de la pintura de Guido Reni para
Sant'Andrea Corsini.
851. Cardenal Neri Corsini. Secretario del Santo Oficio, y nepote del Papa Clemente
XII Corsini.
852. Lorenzo Corsini (1652-1740). Cardenal desde mayo de 1706, fue elegido Papa en
julio de 1732 después de más de cuatro meses de Cónclave, tomando como nom-
bre el de Clemente XII (1732-1740).
853. Leyenda aparecida a mediados del siglo XIII y que situaba a la Papisa hacia el año
1100. En la versión de Martin de Troppau, penitenciario del Papa y fallecido en
1278, Juana dio a luz durante la procesión desde San Pedro a San Juan de Letrán.
Como prueba de su carácter mítico se destacó que el Papa se sentaba en Letrán
en una silla de mármol procedente de unos baños romanos, lo que dio lugar a los
comentarios a que hace referencia Andrés.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 443

se bautizó en Roma, y que aquel bautisterio se haría de orden


suya con intención de usarlo en su bautismo, o que es obra pos-
terior. La fábrica es un octágono adornado en la parte superior
con pinturas de Sacchi854, y en la inferior de Maratta855 y de
otros pintores; en medio de este edificio hay ocho columnas
antiguas de pórfido, que sostienen un arquitrabe de mármol
también antiguo, y sirven de recinto a lo que propiamente es
baptisterio. A éste se baja por algunas gradas, y al fin de ellas se
ve en el medio una grande pila de agua hecha de mármol de
Egipto con una cubierta de bronce dorado. Toda la fábrica es
elegante y de buen gusto, y renueva las memorias de la historia
eclesiástica.
Al otro lado de San Juan de Letrán está la escalera santa856,
la misma que estaba en la casa de Pilatos, y que el Señor subió
y bajó algunas veces en el tiempo de su pasión. Dicen que no se
puede subir por esta escalera sino de rodillas; pero yo no subí,
ni vi el Sancta Sanctorum85' que está en lo alto de ella. En la
plaza de San Juan hay un bellísimo obelisco, que quieren que
sea el más hermoso de cuantos se ven en Roma858.

854. Andrea Sacchi (1599-1661). Pintor y arquitecto, fue el principal exponente del cla-
sicismo barroco, que tenía a Rafael como su principal referencia. Las pinturas a las
que se refiere Andrés estaban situadas en la cúpula octogonal del baptisterio.
855. Cario Maratta (1625-1713). El más importante discípulo de Andrea Sacchi.
856. La Scala Santa, de 28 escalones, fue colocada por el Papa Sixto V, y existía la leyen-
da de que por ella ascendió Jesús hasta la residencia de Pilatos para ser juzgado,
siendo trasladada a Roma desde Jerusalén por Santa Elena.
857. El Sancta Sanctorum o Capilla de San Lorenzo fue construida por el Papa Nico-
lás III en 1278, y contiene importantes reliquias.
858. Es el obelisco más alto y antiguo de los existentes en Roma, pues su altura es de
31 metros. Llegó a Roma en el siglo IV y se colocó en el Circo Máximo. Redescu-
bierto en 1587, fue levantado en la Piazza di San Giovanni in Laterano.
444 J U A N A N D Hits M O R E L I ,

IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR


No lejos de allí está la otra Basílica antiquísima de Santa María
la Mayor859, o Nuestra Señora de las Nieves. La Iglesia celebra
la fiesta de la fundación de este templo el día 5 de agosto, cuan-
do la misma Virgen se apareció al patricio romano Juan y a su
mujer, y les dijo que le edificasen un templo en el lugar en el
que se vería la nieve, y sin embargo de estar en el rigor del vera-
no se vio en el Esquilmo860, donde se edificó esta Iglesia. Esto
fue en el año 353, siendo Papa Liberio861. El Papa Benedicto
XIV la hizo solar de nuevo, retocar el techo, limpiar las colum-
nas, dorar los estucos, hacer la fachada y renovar toda la faz de
la Iglesia862; pero no quedó muy contento de su obra, y la her-
mosura y magnificencia del tempo no correspondieron a los gas-
tos y cuidado que le costaron.
La Capilla Sixtina que hay en esta Iglesia863 es muy digna
de verse por los sepulcros de Sixto y Pío V, y por sus muchos
ornatos; pero es mucho más magnífica la Capilla Borghese,
donde está el sepulcro de Paulo V864. El Altar es de lo más rico
que hay en Roma: el fondo de lapislázuli con cuatro columnas
de jaspe oriental, con basas y chapiteles de bronce dorado; los
pedestales revestidos de jaspe y de ágata, y todo muy precioso y
de buena labor865.

859. El edificio primitivo es del siglo V, con Sixto III, pero sus cúpulas gemelas y la
fachada corresponden al barroco.
860. La mayor de las siete colinas de Roma. Quedó integrada en la ciudad hacia el siglo
VI a. C., convirtiéndose en una de las más populosas de Roma, sin monumentos ni
edificios públicos, y con sólo templos dedicados a cultos populares.
861. Se conmemora cada año el milagro con una ceremonia en la que caen desde el
techo de la Basílica miles de pétalos blancos.
862. La fachada principal fue diseñada en 1743 por Ferdinando Fuga, y es considera-
da «la última grandiosa arquitectura del siglo», en Carlo CESCHI: O¡). cit., p. 1.2.
863. Llamada así porque Domenico Fontana la construyó para Sixto V (1585-1590), y
en ella está enterrado el Pontífice.
864. La capilla fue realizada en 1611 por Flaminio Ponzio para el Papa Pablo V Borghese.
865. El altar y baldaquino, con columnas de pórfido rojo y bronce, son obra de Ferdi-
nando Fuga, quien los realizó entre 1740 y 1750.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 445

En esta Iglesia hay un mosaico antiquísimo del siglo V en


un arco que está sobre el Altar mayor866; y este precioso monu-
mento es más apreciable por haber sido citado en el segundo
Concilio Niceno867, para probar con su autoridad la tradición de
la Iglesia sobre el culto de las imágenes. En el fondo del coro
hay otros mosaicos del siglo XIII868, que creo sean de la misma
mano que otros semejantes de San Juan de Letrán, y pueden
también dar luz para algunos puntos de erudición eclesiástica.
En el pórtico de la Iglesia se ve una grande estatua de bronce
de nuestro Felipe III, su bienhechor869; y en la plaza de enfren-
te se levanta una bellísima columna que era antiguamente del
templo de la Paz, y fue restaurada y transportada aquí por Car-
los Mademo bajo las órdenes de Paulo V870, para colocar enci-
ma de ella una estatua de la Virgen con el título de Regina
pads8'1. En Roma triunfa la religión al lado del buen gusto.

IGLESIA DE SANTA CRUZ


A la otra parte de San Juan de Letrán está Santa Cruz en Jeru-
salén, Basílica antiquísima, que se cree edificada por Constan-
tino para contentar la devoción que su madre Santa Elena tenía
a la Santa Cruz872. En el subterráneo se ven varias memorias

866. Los mosaicos datan de fines del siglo XIII, y se realizaron por iniciativa del Papa
Nicolás IV.
867. Las sesiones del II Concilio de Nicea se desarrollaron entre el 24 de septiembre y
el 23 de octubre del 787, durante el pontificado de Adriano I. Se puso fin a la con-
troversia sobre la veneración a las imágenes condenando a los iconoclastas.
868. Está representado Cristo sentado en su trono de la loggia.
869. Según Moratín, «debe leerse Felipe 4°», lo que es cierto. Vid. Leandro
FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Op. cit., p. 575 y not. 303 bis.
870. Fue Pontífice entre 1605 y 1621.
871. La columna de mármol procedía de la Basílica de Constantino en el Foro. En 1615
fue rematada por una imagen en bronce de la Virgen con niño.
872. La Basílica de Santa Croce in Genisalcmme fue fundada en el 320 por Santa Elena
en terrenos de un antiguo palacio.
446 JUAN ANDRÉS M o u E L L

sagradas de Santa Elena y de la Santísima Cruz8'3. La fábrica de


la Iglesia es toda de planta del Papa Benedicto XIV8'4.
En esta Iglesia vi dos sepulcros de dos célebres Cardena-
les españoles, Carvajal875 y Quiñones876; otro vi del Cardenal
Toledo y de mejor arquitectura en San Juan de Letrán o en
Santa María la Mayor877; y la vista de éstos y de otros muchos
monumentos de ilustres españoles me suscitaba el deseo de una
obra que podía ser muy útil para la historia de España, cual
sería una colección, con las ilustraciones correspondientes, de
todas las inscripciones que en Roma, en Ñapóles, en Milán y en
algunas otras ciudades de Italia se hallan de ilustres españoles.
El Padre Varami, dominico cremonés, que ha estado muchos
años en Roma, hizo una obra semejante de solos los cremonen-
ses sepultados en Roma; ¿cuánto más importante no sería una
que abrazase tantas gloriosas memorias de famosos españoles,
que se han dado a conocer en toda Europa?

IGLESIA DE SAN PABLO


Fuera de Roma, en la vía Ostiense, está la Basílica de San Pablo8'8
en el lugar donde fue sepultado este Santo, y donde se ha con-
servado su cuerpo879. En este templo, empezado por Teodosio, y

873. Santa Elena trajo de Jerusalén diversas reliquias de la Crucifixión: fragmentos de


la cruz de Cristo, y parte de la inscripción que Pilatos ordenó colocar en lo alto de
la cruz en latín, griego y hebreo.
874. La fachada fue realizada en 1743 por Gregorini con la colaboración de Passalacqua.
875. Se trata de Bernardino López de Carvajal (1456-1523). Embajador de los RR.CC.
ante el Papa, fue designado Cardenal por Alejandro VI en 1493.
876. Francisco de los Angeles Quiñones (1475-1540), franciscano. Creado Cardenal en
1526. Fue autor del nuevo breviario Brcviaríuin Sanctae Cnicis, labor que le fue
encomendada por Clemente VIL
877. El jesuíta Francisco de Toledo (1534-1596) fue designado Cardenal en 1593. Reci-
bió sepultura en Santa María la Mayor.
878. San Pablo Extramuros, Basílica del siglo IV que quedó destruida por un incendio
el 15 de julio de 1823, excepto el claustro, que data de 1214.
879. Se supone que el cuerpo de San Pablo está enterrado bajo el altar.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 447

concluido por Honorio, como se lee en un mosaico que está en el


arco del Altar Mayor, son dignas de observarse, además de la
arquitectura, las grandes y hermosas columnas de mármol, que
algunos quieren que hayan sido del sepulcro de Adriano; y para
la historia eclesiástica puede servir la pintura de todos los Papas
hecha con la más atenta cronología, pintura que se empezó en
tiempo de San León I, y continúa hasta el presente.

IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN, Y LA CATACUMBA QUE HAY EN ELLA


De la Iglesia de San Pablo suelen pasar algunos a ver le trefon-
tane o las tres fuentes, que dicen haber salido en los lugares
donde saltó la cabeza de San Pablo después de muerto880; pero
yo no fui a verlas, sino que volviendo atrás, y tomando a la dere-
cha, me encaminé a San Sebastián, Iglesia también antiquísima
que dicen ser del tiempo de Constantino881, donde estaba el
cementerio de Calixto, tan célebre en las vidas de los Santos882.
Por esta Iglesia se entra en las Catacumbas, con calles sub-
terráneas bajas, estrechas e incómodas, donde se encerraban los
Santos Mártires y los primeros cristianos para hacer sus devo-
ciones, y evitar las persecuciones de los gentiles. Realmente
causa un santo horror ver la angustia y miseria a que debían
reducirse aquellos fieles para seguir la religión. Un medio cuar-
to de hora que pasé examinando aquellos lugares pareció a mi
inmortificación un siglo por lo que me incomodaba la humedad,
obscuridad y melancolía que respiraba todo; ¡cómo, pues, seño-
ras y personas delicadas podían pasar allí horas y días, y aun
meses enteros!

880. Según la tradición, San Paolo alie Tre Fontana fue levantada en el lugar donde San
Pablo fue ejecutado. Fue reconstruida por Giacomo della Porta en 1599.
881. La Iglesia de San Sebastiano que visitó Andrés había sido construida en el siglo
XVII en un lugar donde se alzaba una basílica de la época de Constantino.
882. Sepulcro oficial de los primeros obispos de Roma y Pontífices, las catacumbas de
San Calixto ocupan unos veinte kilómetros.
448 JUAN A N D 11É s M o n F. L L

Yo no vi sino corredores estrechos con algunos como


nichos, que servían de sepulcros; en algunas partes se veía señal
de que se pasaba a otro corredor, pero ya cerrado, y dicen que
se ha hecho así para evitar que los que van a visitarlos se pier-
dan en aquella obscuridad. En un espacio algo mayor se ve un
Altar, donde dicen que se juntaban para las devociones; pero el
ánimo se llena de profunda veneración considerando la religio-
sa fortaleza de aquellos piadosos cristianos, y de una saludable
confusión de nuestra delicadez y flaqueza que la más mínima
incomodidad nos atemoriza y espanta.

IGLESIA DE SAN LORENZO


De San Sebastián pasé a San Lorenzo883, Basílica de igual anti-
güedad, que también se dice haber sido obra de Constantino884.
Había allí un templo que se cree de Neptuno, y se ve aún una
parte de él en el coro con grandes columnas corintias885, y un
friso de extraño gusto. Toda la Iglesia respira antigüedad en la
arquitectura, en los materiales y en todo lo demás: el pavimen-
to está lleno de losas, muchas de ellas con inscripciones anti-
guas, y hay también algunas pinturas de los tiempos bajos, pero
de mucha antigüedad, y que serán muy importantes para la his-
toria de la pintura. En ésta y otras Iglesias se leen varias ins-
cripciones de los tiempos bajos de mal latín y mal gusto, pero
que pueden ser de mucha utilidad para la historia eclesiástica y
aun para la civil. También hay en esta Iglesia Catacumbas, pero
más húmedas y peor conservadas que las de San Sebastiaán, por
lo que no quise verlas.

883. Erigida extramuros de la ciudad por Constantino en el lugar donde fue martirizado
San Lorenzo a mediados del siglo III. Reconstruida en la segunda mitad del siglo VI,
se unió a la iglesia del siglo anterior dedicada a la Virgen María en el siglo XIII.
884. Como San Sebastiano, San Lorenzo fuori le Mura fue erigida originalmente por
Constantino, pero fue reconstruida en el 576 por el Papa Pelagio.
885. Las columnas situadas en el coro corresponden a una iglesia del siglo V dedicada
a la Virgen María y que quedó posteriormente unida a la de San Lorenzo.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 449

IGLESIA DE SANTA INÉS Y OTRAS


Estas son las siete Basílicas famosas, y las que se visitan el año
Santo para ganar el Jubileo; pero además de estas Iglesias hay
infinitas otras antiguas y modernas dignas de verse. Tal es Santa
Inés, fuera de Roma cerca de una milla, que también se dice ser
fábrica de Constantino886. Se baja a ella por un pórtico con una
escalera de mármol y muchas inscripciones cristianas a uno y
otro lado, griegas y latinas. En esta Iglesia hay de singular, ade-
más de la arquitectura, ciertas columnas de granito todas de una
pieza, y algunas de ellas estriadas, lo que no es común por la
dureza del granito. Allí cerca se ve un templo antiguo que llaman
de Baco, pero que no es sino de Santa Constancia, y dicen que
lo fabricó Constantino para bautisterio de su hermana y de su
hija887. En efecto, entonces no habían aún empezado a aprove-
charse para culto de los cristianos los templos de los gentiles, y
el gusto de su arquitectura y ornatos no es de los buenos tiem-
pos del arte. Es redondo al modo de los antiguos, y está sosteni-
do de varias columnas888, en medio de las cuales se halla el Altar,
y en él las reliquias de Santa Constanza y de otras Santas889.
Te he hablado de otra de las Iglesias de San Pedro in vin-
culis, también antiquísima: en ella se veneran las cadenas de San
Pedro, que dicen ser dos cadenas que llevó el Santo, una en
Jerusalén, y otra en Boma890, y que a presencia del Papa San
León se unieron milagrosamente. Santa Práxedis es también

886. Se supone que la Iglesia de Sant'Agríese j"non le Mura fue levantada a petición de
Constanza, hija del Emperador, en agradecimiento a la santa por haberla librado
de la lepra.
887. La Iglesia de Santa Constanza, de planta circular, se construyó en el siglo IV para
mausoleo de las hijas del Emperador Constantino, Constanza y Helena.
888. La cúpula se sostiene sobre 12 pares de columnas de granito.
889. El sarcófago de la Santa pudo ser todavía contemplado por Andrés, pues en 1790
fue trasladado a los museos Vaticanos y sustituido por una réplica.
890. Según la tradición, San Pedro estuvo preso en la cárcel Mamertina, en el Foro.
Andrés pudo verlas expuestas bajo el altar mayor.
450 J U A N A N D R É S MOR ELL

muy antigua891. Al entrar en esta Iglesia se ve una reja de hierro,


y allí dicen que la Santa escondía los cuerpos de los Mártires;
debajo del Altar mayor hay un subterráneo donde se cree haber
más de dos mil enterrados892, y en una Capilla se conserva un
pedazo, que dicen ser de la columna a la cual fue atado el Señor
cuando le azotaron. Allí vi varias reliquias y memorias de San
Carlos Borromeo893, que era Cardenal del título de esta Iglesia.
Santa Bibiana, Iglesia también del siglo IV, pero restable-
cida en el pasado por Urbano VIII según la planta de Bernini,
de quien es la estatua de la Santa, una de las mejores de este
autor894; Santa Cecilia, Iglesia edificada antiguamente en la
misma casa de la Santa, donde se ve aún el baño en que fue mar-
tirizada895; la estatua de la Santa, trabajada por Esteban Mader-
no896, es una de las mejores piezas de la escultura moderna89';

891. Santa Prassede, en el Esquilmo, cerca de San Píctro in vinciili. Se levantó en el


siglo IX sobre un oratorio del siglo II.
892. Santa Prassede fue fundada por el Papa Pascual I en el siglo IX, y fue decorada por
artistas bizantinos, sobre la primitiva iglesia conocida como Titnlns Práxedis, con-
siderada como la primera parroquia romana. Por motivos de seguridad, fueron
trasladados a la Iglesia, enjillió del 817, los cuerpos de 2.300 mártires cristianos.
893. Cario Borromeo (1538-1584). Era frecuente parangonar la obra de Pietro Leo-
poldo con la del Santo Borromeo. Vid. Fabrizio VANNINI: «Giovanni Lnigi Tar-
gioni...», Op. cit., pp. 133-145.
894. La fachada de Santa Bibiana fue la primera realización arquitectónica de Bernini.
La imagen de la Santa fue también la primera figura vestida que esculpió Bernini.
En ella está representada Santa Bibiana junto a la columna donde fue torturada
por orden de Juliano el Apóstata, llevando en su mano las cuerdas de plomo con
que fue flagelada.
895. La Iglesia de Santa Cecilia se encuentra en el Trastevere. El martirio de la Santa
se produjo en el 230, introduciendo su cuerpo en agua hirviendo y luego decapi-
tándola.
896. Stefano Maderno (1566-1636). Además de la Santa Cecilia, su más importante
escultura, también trabajó en la decoración de la Capilla Borghese en Santa María
la Mayor.
897. La imagen de la santa se encuentra frente al altar. Maderno empleó como mode-
lo los restos de la santa, milagrosamente bien conservados, y desenterrados en
1599.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 451

Santa María in Trastevere8®8.' S. Clemente899,' S. Crisógono


O
900
y
J
varías otras Iglesias antiguas, son dignísimas de verse por algu-
nos vestigios de antigüedades cristianas, y por algaunas pinturas
o esculturas modernas.

IGLESIA DE SAN EUSEBIO Y PINTURAS DE MENGS


La pintura de Mengs atrae a los forasteros a la Iglesia de San
Ensebio901. Yo no entiendo de pinturas, pero no dejo de decir
que las tres que he visto de Mengs en Roma, a saber, la de la sala
de los papiros de la Biblioteca Vaticana902, la de la Villa Albani903
y ésta de San Eusebio, harán que Mengs sea tenido por el pin-

898. Iglesia del siglo XII, con algunos añadidos del XVIII. Es famosa por sus mosaicos
del ábside y de la fachada.
899. Situada en el Luterano, San Clemente es una iglesia del siglo XII edificada sobre
otra del siglo IV, y que estaba regida por dominicos irlandeses cuando la visitó
Andrés.
900. También situada en el Trastevere, se levantó en el siglo VIII, si bien se reconstru-
yó en el XII, utilizando en su construcción columnas y materiales de edificios
romanos.
901. La Gloría (Je San Ensebio, realizada en 1755, con la colaboración de Antonio
Marón, es una de las primeras obras de Mengs tras su llegada a Roma en 1752.
Según Azara, «pensó que le convenía hacerse conocer más del público con alguna
obra que estuviese a la vista de todos; y por eso abrazó la ocasión de un cuadro a
fresco, que los Padres Celestinos querían se hiciese en la bóveda de su Iglesia de
San Eusebio (...). Acabada esta obra, mereció aplauso general, teniéndose antes
por imposible que se pudiesen hacer semejantes tintas al fresco», en J. N. de
AZARA: Noticias..., p. XI.
902. Destinada a custodiar los papiros latinos de la Biblioteca Vaticana, fue realizada
bajo la dirección de Mengs por encargo de Clemente XIV entre 1771 y 1775, con
Cristoforo Unterberger sustituyendo al pintor de Dresde durante sus ausencias.
Ene configurada como un espacio museístico independiente, pese a formar parte
de la Vaticana. El fresco central era una alegoría a la fundación del Museo Pío Cle-
mentino, vid. Cinzia ROBBIATI: «La Sala dei Papiri nella Biblioteca Vaticana:
ritorno agli antichi, teorie museographiche ed istanze razionalistiche nella prassi
progettuale», en Chiara FELICETTI (ed.): Cristoforo Unterberger. Un pittore
fieinmcse ncll'Europa del Scttcccnto, Roma, Edizioni De Lúea, 1998, pp. 69-72.
903. En Villa Albani, Mengs pintó un fresco representando a Apolo en medio de las
Musas.
452 JUAN A N D H É s M o u E L La

tor de este siglo, y le pondrán al lado de los pintores de primer


orden de todos904. Estas son pinturas al fresco, que tienen
mayor dificultad; de sus pinturas al óleo no he visto más que un
bellísimo retrato del Señor Cardenal Zelada905, y en Milán una
Virgen y un San Juan que posee la Excelentísima Señora Con-
desa Clerici906, mujer del Conde Bigli, y todos estos tres cuadros
le acreditan de gran pintor. No pude ver los varios cuadros que
tiene el Señor Azara90', por estar todos amontonados para pasar-
los a la galería que entonces se estaba haciendo; pero oí decir a
algunos inteligentes que en ellos se conoce la maestría de
Mengs. Las glorias de este célebre pintor me tocaban de algún
modo como patrias, considerándole no como natural de Alema-
nia, sino como pintor del Rey de España. En el lugar que ocupa
la Iglesia estaba la prisión donde murió San Eusebio, y en los
subterráneos había antiguamente cementerios. Se quiere que
allí estuviese el Palacio de los Gordianos908; y la situación del
lugar, y las muchas columnas y mármoles que se han hallado y
se hallan todavía, convienen muy bien con la descripción que de
aquel Palacio ha dejado Julio Capitolino909.

904. Su primer biógrafo, Banconi, ya liabía señalado que Mengs era el más importante
pintor del Setecientos y comparable tan sólo con Rafael y Apeles en toda la His-
toria, en Thomas PELZEL: Anton Raphael Mengs and Neoclassicism, New York-
London, Garland, 1979, pp. 1 y 266-267.
905. El retrato del Cardenal Zelada obra de Mengs se encuentra en el Museo Cívico de
Pistoya.
906. En 1740 Mengs trabajó en la decoración del palacio milanés de los Clerici.
907. A primeros de 1774 Mengs pintó el retrato de Azara en óleo sobre tabla, con la ins-
cripción «Mengs a su amigo en Florencia por enero de 1774», en Gabriel
SÁNCHEZ ESPINOSA: Memorias del Ilustrado aragonés José Nicolás de Azara,
Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000, p. 13 y nota 17, y pp. 18-19.
908. Saga de tres emperadores romanos que reinaron entre el 239 y el 244 d. C., en
plena crisis de autoridad imperial.
909. Julio Capitolino es uno de los autores a los que se atribuye la Historia Augusta, una
serie de biografías de emperadores desde Adriano a Numeriano. Se cree que Capi-
tolino fue el autor de nueve de las treinta biografías que componen la obra.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 453

VARIAS OTRAS IGLESIAS


La Iglesia de Ara CoeliQ1° está en el lugar que ocupaba el tem-
plo de Júpiter Capitolino tan celebrado por los romanos; y algu-
nas columnas que aún existen se dice que han sido de aquel
templo. San Esteban911 es una Iglesia antigua formada de un
templo antiguo, que se ha conservado bastante bien con 50 o
más columnas de granito. Santa Maria in Cosmedin, o la boca
de la verdad®12, erigida en el lugar que ocupó un antiguo tem-
plo de la Prudencia, donde se dice que estuvo la escuela griega
cíe Adriano, y tuvo su cátedra San Agustín, tiene dos órdenes de
columnas antiguas, y dos pulpitos al uso de la antigua Iglesia. Se
llama la boca de la verdad por una gran piedra redonda de color
rojo en forma de máscara con ojos, narices y boca, en la cual
debían poner la mano los testigos que deponían alguna cosa.
Magnífica es la Iglesia de la Cartuja913; su figura, su pavi-
mento, su hermoso mármol, sus ornatos y su meridiana, todo la
hace digna de ser observada; y un templo antiguo de Rómulo, o
de no sé qué deidad, que se encuentra al entrar, añade valor a
la fábrica de aquella Iglesia914. En San Gregorio in Monte Cae-
lio915 vi con particular gusto un bellísimo cuadro de San Grego-

910. Santa María in Aracocll se encuentra en la parte sur de la colina del Capitolio.
Veintidós de sus columnas proceden de edificios antiguos.
911. Santo Stefano Rotondo, situada en el monte Celio, fue construida en el siglo V en
planta circular sobre un antiguo templo romano. Sus dos corredores están dividi-
dos por las columnas que menciona Andrés.
912. Construida en el siglo VI, a la que se añadió posteriormente el campanario. Santa
María in Cosmedin tiene en uno de sus muros la famosa Bocea de la venta.
913. Santa María degli Angelí, construida junto a las ruinas de las termas de Dioclecia-
no en 1563.
914. Según Moratín, «no es cierto, allí no hay restos de templo ninguno, ni jamás le
hubo. La iglesia y el convento se edificaron aprovechando las bóvedas de las Ter-
mas de Diocleciano, y la pie/a circular que está en la entrada de dicha iglesia no
es otra cosa que una sala de ingreso de las antiguas termas», en Leandro
FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Op. cit., p. 576.
915. San Gregorio Magno, situada en la subida a la Colina Celio. De construcción
medieval, fue restaurada ente 1629 y 1633 por Giovanni Battista Soria.
454 J U A N A N D H É S Mo H E L L

rio pintado por Sacchi916, y otro de la Virgen ante el cual dicen


que oraba el Santo917, lo cual le hace sumamente respetable
como monumento de antigüedad cristiana, y de pintura roma-
na de aquel tiempo. La Iglesia de los Capuchinos918 es una gale-
ría de ricas pinturas, como una Concepción de Lanfranco919, un
San Francisco del Domenichino920, San Pablo curado por Ana-
nias de Pedro de Cortona921, y sobre todas el excelente cuadro
de San Miguel de Guido Reni922.
San Pedro Montorio923, Iglesia de reformados de San
Francisco, es pequeña, y situada en un lugar alto e incómodo;
pero sin embargo visitada de todos los forasteros, y conocida en
toda Europa por el famoso cuadro de la Transfiguración de
Rafael, que es el portento de la pintura924. La Iglesia de San
Romualdo se ve con particular gusto por un bellísimo cuadro de
este Santo con otros monjes suyos, pintado por Sacchi925. San

916. Giovanni Antonio de Sacchis (1483-1539), conocido como el Pordedonc.


917. El cuadro de la Virgen se encuentra en la Sanviati.
918. La iglesia de Santa Maria della Concezione es llamada de los Capuchinos, como lo
hace Andrés, por haber sido fundada por el Cardenal Antonio Barberini, herma-
no de Urbano VIII y fraile capuchino.
919. Giovanni Lanfranco (1582-1647). Situada en el altar mayor.
920. Domenico Zampieri, Domenichino (1581-1641). Pintor bolones, discípulo de
Ludovico Carracci, tío de Annibale Carracci, con el que trabajó en los frescos del
Palazzo Farnese. El San Francesco se encuentra junto al altar mayor.
921. Pietro Barrettini, Pictro da Cortona (1596-1669). Pintor y arquitecto barroco, esta-
blecido en Roma desde 1613. El cuadro al que se refiere Andrés es el conocido
como Conversione di S. Paolo.
922. El San Miguel de Reni, pintado en 1610. Son frecuentes las referencias a este cua-
dro en las Cartas de Andrés. Vid notas 701 y 1067.
923. San Pietro in Montorio, en el Janículo, fue reconstruida a fines del siglo XV bajo el
patronazgo de Isabel la Católica. Como indica Dandelet, «el principal interés de su
patronazgo era realzar el prestigio de la monarquía española en Roma», en Thomas
J. DANDELET: La Roma española (1500-1700), Barcelona, Crítica, 2002, pp. 16-17.
924. En la actualidad la Transfiguración de Rafael se encuentra en los museos Vaticanos.
925. Andrea Sacchi (1599-1661). Andrés se refiere al cuadro Vision di S. Romualdo,
pintado en 1631, y que en la actualidad se encuentra en la Pinacoteca Vaticana.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 455

Jerónimo de la Caridad, aunque no es más que Iglesia de una


Cofradía, la van a ver todos los forasteros por el célebre cuadro
del Domenichino de la comunión de San Jerónimo926. Toda la
Iglesia de San Andrés del Valle927 es alabada de los artistas por
la pintura y por los ornatos. Famosa es la Iglesia de Nuestra
Señora de la Victoria928 de Carmelitas Descalzos por la estatua
de Santa Teresa de Bernini929.
San Andrés930, que era Noviciado de los Jesuítas, y ahora
creo que de los Pensionistas, o de los de San Vicente Paul, es
pequeña, pero tan hermosa por la arquitectura de Bernini, y por
los mármoles que la adornan, que se mira como una joya.
Subiendo a un corredor se ve en un aposento, donde murió San
Estanislao931, una bellísima estatua del Santo cuando estaba
moribundo del célebre escultor francés Legros932, que se consi-
dera como una de las mejores de la escultura moderna. Jesús933
es la Iglesia que fue casa Profesa de los Jesuitas, y donde ahora
viven juntos los Ex-Jesuitas. Además del magnífico buque de la
Iglesia se admira el riquísimo altar de San Ignacio934 todo de

926. Es obra de la primera época del Domenichino (1581-1641), pues fue pintada en
1614. En la actualidad se encuentra en el Vaticano.
927. Comenzada en 1591 y finalizada por Garlo Maderno en 1650, y con la cúpula
mayor de Roma tras la de San Pedro.
928. Construida por Cario Maderno en 1620.
929. Realizada en 1646, es considerada como la obra maestra de Gian Lorenzo Berni-
ni (1598-1680).
930. Conocida como San Andrea dei Pudrí Gesniti, estaba situada junto al Palacio del
Quirinal. Su cúpula elíptica fue la única de las diseñadas por Bernini en Roma.
931. San Estanislao de Kotska (1550-1568). Uno de los primeros santos jesuítas. Fue
beatificado el 16 de agosto de 1670 y canonizado el 31 de diciembre de 1726 junto
al también jesuíta San Luis Gonzaga.
932. Pierre Legros (1666-1719). La escultura yacente de San Estanislao fue realizada
en 1705.
933. La iglesia del Gesfi fue comenzada por Vignola en 1568 y finalizada por Giacomo
della Porta en 1568, al que se debe la fachada. Considerada como prototipo de igle-
sia jesuítica.
934. Diseñado por Andrea Pozzo en 1700.
456 JUAN ANDRÉS MOHELL

plata y bronce dorado, de alabastro, lapislázuli y piedras precio-


sas. Me hallé en Roma el día del Santo, y tuve el consuelo de
pasar la mañana en varias salas consagradas a su memoria y lle-
nas de sus reliquias. Entre otras cosas se ve una estatua de la
misma altura y corpulencia del Santo, con el rostro copiado del
busto que se sacó después de muerto, vestido con su camisa, su
sotana y demás ropa, y con los ornamentos sacerdotales con que
solía decir Misa; monumentos todos que inspiran respeto y
devoción.
San Ignacio935, Iglesia del Colegio romano, es bella y
majestuosa y de buena arquitectura. San Luis de los France-
ses936, la Trinidad del Monte93' y varias otras Iglesias son dignas
de verse por algunos cuadros de los maestros más célebres938,
como por una estatua de Miguel Ángel lo es la Iglesia de la
Minerva939, llamada así por haber el gran Pompeyo erigido en
aquel lugar un famoso templo a Minerva. Pero, ¿cómo puedo yo
ni tan solamente nombrarte todas las Iglesias que tienen alguna
particularidad que las dintingue, y llama la atención a los foras-
teros? Sin embargo no puedo dejar de hablarte de una particu-
larísima Iglesia que es única en su línea, y que en la arquitectura
tiene un mérito que la hace superior a las demás.

935. Construida entre 1626 y 1685 por Grassi sobre planos de Domenichino.
936. Edificada entre 1518 y 1589, con fachada de Giacomo della Porta. Es la iglesia
nacional de Francia.
937. Levantada por orden de Carlos VIII de Francia en 1495, es una de las iglesias fran-
cesas de Roma.
938. En San Luis de los Franceses se encuentran frescos de Domenichino y, sobre todo,
cuadros de Caravaggio, mientras que en la iglesia de Trinita dei Monti se hallan
frescos de Pierino del Vaga (1501-1547) y el descendimiento de Daniele da Volte-
rra (1509-1566).
939. La Iglesia de Santa María sopra Minerva se alza sobre las ruinas de un templo de
Minerva con fachada renacentista atribuida a Meo del Caprina. La escultura de
Miguel Ángel que cita Andrés es el Cristo llevando la crux, que el artista realizó
en 1521.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 457

LA ROTUNDA o PANTEÓN
Ésta es la famosa Rotunda, o el antiguo panteón fabricado por
Agripa940, y reducido después a templo cristiano941. La arqui-
tectura de aquel edificio es la maravilla de los inteligentes. Pasa-
do el magnífico atrio en un espacioso pórtico con 16, si no me
engaño, columnas de granito, muy gruesas y de bellísima pro-
porción942, se encuentra una gran puerta, que introduce en
aquel templo; ésta es cuadrada, de forma elegante y majestuo-
sa, de bronce y de un peso exorbitante, pero que se abre y se cie-
rra sin mucha dificultad. Entrando en la Iglesia se ve una
bellísima rotunda, que dicen ser tan ancha como alta, sin venta-
na alguna, y con sólo una abertura en lo más alto de ella, por
donde no sólo entra la luz, sino el agua y la nieve, que se desa-
guan fácilmente por bajo de tierra943.
Todo el rededor está lleno de grandes nichos que sirven de
Capillas donde se dice Misa, y se celebran todas las funciones
sagradas; por las pilastras de todo el contorno hay varios bustos
de Rafael, de Carracci, y de otros famosos artistas944, con sus
honoríficas inscripciones, y nuestro Ministro D. José Nicolás de
Azara ha hecho poner el de Mengs con esta seria y expresiva ins-
cripción: Aut, Raphaeli Mengs Pictori Philosopho Jos. Nic. de
Azara amico suo P945. Posteriormente, un francés, Mr. D'Agin-

940. Construido por Marco Agripa, colaborador de Augusto, en el año 27 a. C., y


reconstruido más tarde por el emperador Adriano entre 118 y 128. Estaba dedi-
cado a las siete divinidades planetarias. En 1609 fue consagrado al culto cristiano
con el nombre de Santa Maria dei Martiri.
941. Consagrado como templo cristiano en el año 608, lo que no era frecuente.
942. Dieciséis columnas, nueve de granito rojo, y siete de granito gris.
943. La cúpula mide 43'5 metros de diámetro y otros tantos de altura, y posee una única
abertura de 9 metros de diámetro a cielo abierto.
944. También se encuentran los sepulcros de Giovanne da Udine, Pierino del Vaga,
Zuccaro y Peruzzi.
945. Stendhal responsabilizaba a Azara de la fama excesiva que había alcanzado Mengs:
«En el gabinete de los Papiros hay varios frescos de Rafael Mengs que, durante
458 J U A N A N D R É S Mo u ELL

court946, que por el amor a las nobles artes está en Roma años
ha sin saber salir de ella, ha levantado también un monumento
semejante al célebre pintor de la Francia Pausino947, que mere-
cía muy bien estar en tan buena compañía. También se ve allí el
busto de Winckelmann que ha servido tanto a las nobles artes;
y oí decir que el Eminentísimo Riminaldi948 quería poner (lo
q
m
Pero lo que en aquel edificio causa mayor admiración
gusto es la grandiosidad y elegancia, la majestad, ligereza, her-
mosura y solidez de la arquitectura de toda la fábrica: una bóve-
da de aquella grandeza, elevación y solidez, sin la menor
pesadez, antes bien con tanto despejo y ligereza, es un prodigio
de arquitectura que no se conoce en estos tiempos. La vista de
este edificio, y de los bustos de tantos artistas famosos que allí
se encuentran, hace que se reflexione sobre la ventaja que en
estaparte nos llevan los antiguos: los arquitectos modernos más
celebrados no son capaces de idear una fábrica que pueda de
algún modo cotejarse con ésta, que según dice Plinio parece
haber sido obra de un tal Diógenes, quien no había adquirido
entre los antiguos particular celebridad. Pero dejemos ya las
Iglesias, y demos, antes de salir de Roma, una ojeada a las obras
antiguas, que, o se conservan enteras, o han dejado considera-
bles fragmentos de su venerable grandiosidad.

medio siglo, ha pasado por ser un gran pintor, gracias al hábil charlatanismo de M.
de Azara», en STENDHAL: Paseos por Roma, p. 489.
946. Jean-Baptiste Seroux D'Agincourt (1730-1814). Vid. nota 121. Se había estableci-
do en Roma con el propósito de proseguir la obra de Winckelmann y redactar la
Historia del Arte en la Edad Media.
947. Nicolás Poussin (1594-1665). Francés, pero ligado durante su carrera a Roma,
donde llegó en 1624. Es citado por Andrés por la influencia que ejerció su acade-
micismo en la pintura neoclásica.
948. Cardenal Giovanni Maria Riminaldi (1718-1789).
949. Pietro Trapassi, conocido como Metastasio. El busto fue encargado al escultor
Cerrachi, quien, como buen imitador de los antiguos, lo representó sin peluca. Vid.
L. HAUTECOEUR: Op. tit., p. 201.
CARTA X
Mantua, 5 de enero de 1786

MEMORIAS ANTIGUAS QUE SE OFRECEN ANTES DE ENTRAR EN ROMA


En Roma no se puede dar un paso sin que se tropiece con algu-
na antigüedad, o se vea algún monumento de la antigua historia
y grandeza romana. Quacumque ingredimur, se puede decir
con Cicerón, in aliqua historia vestigium ponimus950. Ya antes
de entrar en Roma se van recorriendo varias memorias antiguas
de todos aquellos sitios. El Tiber, río miserable, se mira sin
embargo con respeto particular por los elogios que le dieron
antiguamente los poetas, y por las acciones heroicas de los pri-
meros romanos de que fue testigo. No pude dejar de reírme
cuando llegué al puente Milvio951, célebre por la victoria de
Constantino, representándoseme vivamente en la imaginación
aquel pobre español de quien nos refiere Marcial que, después

950. "Por cualquier parte que caminemos, en alguna historia ponemos nuestros pasos]",
en CIC. Definibus bononim et malonim, 5, 2.
951. El puente Milvio se encontraba fuera de Roma, al otro lado de la puerta Flaminia.
Era referencia obligada en los escritos de los viajeros que llegaban a Roma. De
Brosses llegó a Roma a la caída de la tarde del 19 octubre de 1739 atravesando el
puente Milvio y recordando a Cicerón, en Op. cit., vol. II, pp. 124-125.
460 JUAN A N D R É S MOR ELL

de haber hecho el largo viaje de España a Roma, al llegar aquí


Occurrít lili Sportulanim fábula, a ponte rediit Milvio®°~.

LUEGO QUE SE ENTRA EN ELLA


Entrando en la ciudad se ve desde luego en medio de la plaza del
Popólo, sirviendo de punto de vista a las tres bellas calles de Ripet-
ta, del Corso y delta Piazza de Spagna, el grande y hermoso obe-
lisco de granito oriental, uno de los dos que puso Augusto en el
Circo Máximo, y trasladó allí Sixto V953. Se va después por el Corso
caminando por el lugar del antiguo campo Marcio904, y se llega a
la plaza Colorína, donde está la magnífica columna toda historia-
da con bajos relieves de las acciones de Antonino y de Marco
Aurelio955, erigida por éste en memoria de Antonino su padre. La
inscripción dice: M. Aurelius... Triunphalem hanc columnam
rebus gestis insignem Imp. Antonino Pió Patri dedicavit.

952. La cita de Marcial es: «Romam petebat esuritor Tuccios/ prof'ectus ex Hispania./
occurrit illi sportularum fábula:/ a ponte rediit Mulvio» [A Roma se dirigía el
hambriento Tu ció/ procedente de España. Le salió al paso la historia de las espor-
tillas: / se volvió desde el puente Milvio], en MAR. 3,14.
953. Tras la conquista de Egipto, Augusto trajo a Roma un obelisco para el Circo Máxi-
mo. Sixto V encargó en 1589 a Donieníco Fontana que lo erigiera en el centro de
la plaza. Fontana describió la dificultad de su transporte en Delia tmnsportatione
dcll'obelisco Vaticano, Roma, 1590.
954. La expansión urbana del Campo Mando romano se efectúa a iniciativa de los Pon-
tífices del Renacimiento. En 1513 León X diseñó Via Ripetta, y Clemente VII, en
1525, trazó la Via del Babuino hasta la Piaz/.a de Spagna, complementada por el
Corso, la antigua Via Lata romana. Vid. Christoph Luitpol FROMMEL: «Papal
Policy: The Planning of Rome during the Renaissance», en The Journal of Inter-
disciplinary History, 17 (1986), pp. 339-365.
955. Conmemora las victorias logradas por el Emperador en el Danubio con sus 28 tam-
bores de mármol. Situada entre el templo de Marco Aurelio y de Adriano, fue tras-
ladada a su ubicación actual por Sixto V en 1588, quien sustituyó la estatua de
Marco Aurelio que la coronaba por otra de San Pablo en bronce.
BOLONIA, FLOKKNCIA, ROMA 461

Pasada esta plaza se ve a mano derecha otra, y en ella el


Monte Citoria donde hay varios tribunales956; éste era antigua-
mente el Citatorio, donde se llamaba o citaba al pueblo para dar
sus votos en los comicios. En medio de esta plaza hay un mag-
nífico pedestal con esta inscripción: D. Antonino Augusto Pió
Antoninus Augustus et Venís Augustus filii con bajos relieves de
una marcha triunfal, de juegos funerales que se celebraban
cerca del sepulcro del Emperador, y del apoteosis de Antonino,
en que un genio alado lleva sobre sus espaldas a Antonino y a
Faustina su mujer, con la figura de Roma, y otras bien trabaja-
das y alusivas a aquella supersticiosa ceremonia. Se cree que
este gran pedestal había servido para una columna de Antoni-
no, y que ésta había sido una grande y gruesa de granito que se
ha hallado en el presente siglo allí cerca, y ahora se ve por tie-
rra en el patio de Monte Citorio. Se va luego a la Aduana, donde
hay un grandioso frontispicio de antiguas columnas de orden
corintio, y una larguísima y ancha cornisa que dicen ser toda de
una pieza957, y donde estaba el Palacio de Antonino958.

956. Iniciado por Bernini como palacio para la familia Pamphili, fue finalizado en 1697
por Cario Fontana, a quien Inocencio XII había comisionado para transformar el
palacio en sede cíe los tribunales papales o Curia Innocenziana. Cumplió esta fun-
ción hasta 1871, en que pasó a ser la Cámara de Diputados del nuevo estado ita-
liano. Vid. Paolo PORTOGHESI: Roma barocca, Roma-Barí, Laterza, 1995, pp.
333-334.
957. Moratín rectificó esa opinión: «Parece que [Andrés] se inclina a creer que el cor-
nisamento antiguo de la Aduana sea de una pieza, opinión del vulgo, que se des-
miente al observar con algún cuidado aquel edificio», vid. Leandro FERNANDEZ
DE MORATÍN: Op. cíí.,"p. 576.
958. Casa de aduanas del Papa, las once columnas corintias de mármol a que se refie-
re Andrés decoraban el ala norte del Templo que Antonino Pió dedicó en el 145
d. C. a Adriano. De Brosses se indignó del uso que se le daba: «Fui a dar en la
Aduana; era en otros tiempos la Curia Antoniana. Mientras estaba embobado como
un papanatas considerando este admirable pórtico de columnas antiguas acanala-
das y me indignaba contra ese trabajo de bestias que ha llenado los intersticios de
estas columnas con un infame amasijo para hacer un refugio de bribones, los mal-
ditos empleados de la Aduana registraban mis maletas», en DE BROSSES: Op.
cií.,vol. II, pp. 141-142, y 177.
462 J U A N A N D R É S Mo u ELL

LAS NOBLES ARTES DEBEN MUCHO A TRAJANO

Pero en Roma a ningún Emperador deben tanto las nobles artes


como a nuestro español el gran Trajano959. Este Emperador,
digno de inmortal memoria, superó a todos sus antecesores en
levantar soberbios edificios, de los cuales los que se han con-
servado hacen ver los últimos esfuerzos a que puede llegar el
poder humano, como dice Dión Casio960, en particular del
puente que construyó en el Danubio961. Vese todavía en Anco-
na el célebre arco de Trajano962, y aturde su estructura toda de
una sola pieza de mármol, de más de 26 palmos de largo y 17 de
ancho, trabajada con tanto primor963. En Roma fabricó su famo-

959. Marco Ulpio Trajano, Emperador entre el 98 y el 117.


960. Dión Casio (155-235). Sn Historiae Románete tuvo varias ediciones en el siglo
XVIII. La de 1750-52 en Hainburgo, la de Roma en 1790-92 en 4 vols. y la de 1798
en Bassani. Habla del puente sobre el Danubio en LXVIII 13, Iss.
961. Según García Bellido, «sin abandonar aún la Dacia ha de ponderarse como se
debe la admirable obra ingenieril del puente tendido sobre el Danubio, obra que
si desaparecida (aún quedan, empero, testimonios in situ) nos la describen los tex-
tos y nos lo representa el relieve de la columna trajana. El paso se hizo en lo que
hoy se llama Turnu Secerin, en el lugar en que el caudaloso Danubio atraviesa los
Cáqiatos y el cauce es más estrecho; es decir, en las llamadas Puertas de Hierro
(Portile de Fier, en rumano). Veinte pilares de piedra sostenían una calzada de
madera en una longitud de más de un kilómetro (exactamente 1.070 m.). Esta
gigantesca obra... fue un alarde técnico del arquitecto imperial Apollódoros de
Damasco», en Antonio GARCÍA BELLIDO: Arte romano, Madrid, C.S.I.C.,
1972, p. 349. Sigue a Winckelmann: «Los pilares del puente que Trajano mandó
construir sobre el río Danubio, que han sido demolidos, permitían juzgar, según
frase de Dión, "hasta dónde pueden llegar las fuerzas humanas"», en Historia del
Arte...,p. 491.
962. Fue erigido el 115 d. C. como homenaje del Senado y pueblo de Roma al Empe-
rador por su victoria en Dacia, y levantado por Apolodoro de Damasco. Moratín
corrigió a Andrés en su afirmación de que el arco era de una sola pieza: «además
de ser falso, a cualquiera debería parecer imposible. Ésta y otras muchas equivo-
caciones en que cae, particularmente en todo lo relativo a las artes, hace desear
que el autor corrija con algún cuidado su obra, la cual, por otra parte, no carece de
mérito», en L. F. DE MORATÍN: Viage..., pp. 578-579.
963. Sigue a Winckelmann: «no se encuentra ningún edificio antiguo en el que se hayan
empleado bloques de mármol de tan gran tamaño», en Historia del Arte..., p. 491.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 463

sísimo foro cerrado con pórticos964, cuyas bóvedas eran o de


bronce, o cubiertas de este metal. De la Basílica Ulpia965, de la
biblioteca, de los arcos triunfales y de otros edificios, que serví-
an de ornamento a este foro, nos dan alguna ligera idea las
columnas de granito, un pedazo de cornisa del arquitrabe, otros
fragmentos que se han descubierto estos años pasados, y varios
vestigios que se ven aún en las columnas y en las paredes de las
fábricas modernas.

COLUMNA DE TRAJANO
La mejor prueba de la magnificencia y buen gusto de las fábri-
cas de Trajano es la celebradísima columna966, que estaba en
medio de su foro, y que todavía se conserva en aquel lugar. Su
elevación se dice ser de 128 pies, y comprendiendo el pedestal
de unos 150; por dentro está hueca, pero tiene una escalera en
la cual se descubren 178 escalones, y recibe luz por 43 ventani-
llas o troneras puestas en lugar proporcionado, para que dando
luz a toda la escalera en nada deformen la labor de los relieves.

964. Trajano no se limitó a cerrar su foro con pórticos, sino que construyó grandes
hemiciclos en las pendientes del Quirinal y el Campidoglio, delimitando el espa-
cio con una nueva solución urbanística. Así lo describe Castagnoli: «Per la costru-
zione del Foro Traiano fu asportata una sella montuosa tra Campidoglio e
Quirinale. La párete del Quirinale fu ritagliata sulla pianta di un emiciclo e rives-
tita di una párete latericia a due piani: in essa si aprono van i per taberna, mentre
il piano superiore é forato di una serie de finestre arcuate che ripercuotono le
ombre di un corridoio interno; al di sopra é una terrazza che resulta alia quota sulla
quale furono eretti i cosí detti Mereati di Traiano, il quali a loro volta si adattano,
nella pianta e nelPalzato, al pendió del Quirinale. Un emiciclo simétrico, nía di
minore sviluppo, sera sull'opposto lato del Foro Triano, addossato alie pendici del
Campodoglio», en Ferdinando CASTAGNOLI: Op. cit. p. 127.
965. Situada en la plaza del Foro Trajano, fue inagurada en el 112 d. C., dándole el nom-
bre de la familia del Emperador. Dividida en cinco naves, medía 170 x 60 metros,
la más grande de la Roma imperial.
966. Levantada por Trajano en el 113 d. C. para conmemorar sus victorias en Dacia,
mide 40 m de altura. En bajorrelieve aparecen más de 2.500 figuras humanas y,
entre otras escenas de las campañas en Dacia, también se representa la construc-
ción del puente sobre el Danubio al que se refiere Andrés.
464 J U A N A N D u Es M o H E L L

Un inmenso pedestal, correspondiente a la magnitud de la


columna, se ve ahora más abajo del nivel de la calle donde esta-
ba sepultado; el Papa Sixto V lo hizo desenterrar, y le formó alre-
dedor una pequeña plazuela, o un correspondiente recinto para
que se pueda ver con comodidad. Las elegantes cornisas y los
delicados relieves, que expresan algunos trofeos, forman una
graciosa arquitectura.
Toda la columna está de arriba abajo cubierta de una faja
que gira en espiral, y en ella se ven representadas en bellos
relieves todas las hazañas de las dos guerras dácicas967, en las
cuales nuestro Alfonso Chacón968 escribió una docta historia
sacada de los relieves de esta columna. Fabretti969, Beloni970 y
otros han escrito tomos sobre el contenido de este glorioso
monumento, y todos los anticuarios tienen muchísimo que estu-
diar en dicha columna. No la miran con menor atención los
artistas admirando en ella el artificio de su labor, pues aunque
compuesta de varias piezas están tan bien dispuestas que no se

967. Las dos campañas en Dada tuvieron lugar en los años 101-102 y en los 105-106.
Desde el siglo XVI los relieves se consideraban de gran valor documental, pues
proporcionaban información sobre «las costumbres y usos de los antiguos en todo
lo referente a la vida civil y militar». Cfr. F. HASKELL y N. PENNY: El gusto...,
p. 63.
968. Alfonso Chacón (1540-1599). La obra a la que hace referencia Andrés es Historia
titrinsqiie Belli Dacici a Traiano Caesarc gesti ex siinulachris (¡nac in columna
einsdem Romae visimturcollccta, Roma, F. Zanettum et B. Toium, 1576. Era una
exaltación de lo español, no sólo por la condición de nacido en Hispania de Trajti-
no, sino por hacer partícipes a soldados españoles en las tropas que derrotaron a
los Dacios. Andrés ya hizo referencia a ella en el Origen...: «De los bajorrelieves
de la columna de Trajano formó el mismo una exacta y completa historia de las dos
guerras dacias», en vol. Ill, p. 451.
969. Raffaele Fabretti (1618-1700). Vid. nota 800.
970. Debe decir Bellori, quien hizo añadidos al texto de Alfonso Chacón. Vid. F. HAS-
KELL y N. PENNY: El gusto..., p. 63. Como Bellori aparece en el Origen...:
«.. .monumentos antiguos fueron ilustrados por Bellori, y nos dieron curiosos y úti-
les conocimientos de Roma y de las cosas romanas», vol. Ill, pp. 453-454. El biblio-
tecario y anticuario Giovanni Pietro Bellori estuvo al servicio de la reina Cristina
de Suecia después de 1671.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 465

conoce diversidad alguna; los relieves de abajo tienen menos


realce, y se va aumentando éste a proporción que están más
altos y distantes de nuestra vista, con lo que todos se ven igual-
mente bien; todas las figuras son hermosas, trabajadas con
maestría, por un estilo noble y majestuoso, pero natural y sen-
cillo, y, aunque hechas por diferentes manos, todas son de un
mismo gusto. Venuti971 dice que entre figuras enteras y medias
figuras habrá 2.500, y no me causa la menor maravilla este
número atendidas las muchas que vi.
¡Qué diferencia no hay de los antiguos artistas a los moder-
nos por más que nos queramos gloriar de las luces de nuestro
siglo! Dos mil y quinientas figuras, y otras tantas, poco más o
menos, de la Antonina, se hicieron en poquísimo tiempo, y con
tanta perfección; ¿cuántos siglos ocuparían a nuestros esculto-
res? y ¿cómo nos podríamos prometer que llegasen a igualarlas?
La columna Trajana es de mucho mejor estilo que la Antonina,
y de una a otra se ve la decadencia del gusto en el transcurso de
pocos años. Antiguamente estaban sobre estas columnas las
estatuas de Trajano y de Antonino, ahora las ocupan más digna-
mente las de San Pedro y San Pablo.

CAPITOLIO
Tiempo es ya de que subamos al Capitolio, adonde te llevé otra
vez para hacerte ver el museo y su moderna situación972. Allí es

971. El Abate veronés Ridolfo Venuti (1705-1763) fue, junto con Bianchini y Quirino
Visconti, uno de los mejores estudiosos setecentistas de la antigüedad romana, tra-
bajando junto a Winckelmann. Miembro de la Roí/al Society of Antiquaries of
London. Dos fueron sus obras más importantes: Collectanea Antiquitatum Roma-
no rum, Roma, 1736, y Accurata, e snccinta descrizione topográfica e delle anticliita
(Je Roma, cuyos dos volúmenes también fueron publicados en Roma en 1763 y ree-
ditados en aquella ciudad en 1767. Su hermano Marcello fue uno de los primeros
divulgadores de los descubrimientos arqueológicos de Herculano, publicando en
Roma, en 1748, Descrizione delle prime scoperte dell'antica cittá di Ercolano ritro-
vata vicino a Napoli.
972. Vid. Carta VIL
4 j

d
condenados a muerte973; se busca
subir los Galos, y de donde los rechazó Manlio avisado por el
graznido de los ánsares, y se renuevan con gusto las memorias
de los antiguos romanos974. Allí estaba el castillo, del que se ven
algunas reliquias en el Palacio Caffarelli975 erigido en aquel
lugar, y se admira lo ancho y lo sólido de las paredes del castillo.
En aquel mismo lugar se va buscando con la imaginación la
Curia Calabra9/G, donde el Pontífice convocaba la plebe para
anunciarle los días de las nonas; el templo de Juno Moneta,
donde se conservaban los cuños de las monedas y los pesos
públicos; el templo de Júpiter Feretrio977; la casa de Rómulo9'8,
y otras antiguas memorias.
Júpiter tenía por todo el Capitolio estatuas y templos, pero
el templo llamado por antonomasia Capitolino, el templo adon-
de los más ilustres Generales de los romanos iban a reconocer
el supremo dominio de Júpiter, el templo conocido y respetado

973. Llamada Tarpeia por la hija de Espurio Taqoeio, defensor de la colina del Capito-
lio en la guerra contra los Sabinos del siglo VII a.C., que traicionó a su padre.
974. En el año 390 a. C., los galos, dirigidos por Brenno, entraron en Roma y derrotaron
al ejército romano junto al río Alia. Durante varios meses trataron de asaltar la roca
del Capitolio, donde se habían refugiado algunos romanos. Una noche, cuando esta-
ban a punto de conseguirlo, los gansos que se hallaban en el santuario de la diosa
Juno comenzaron a graznar y a batir sus alas, lo que provocó que despertara Manlio,
tomara las armas y diera la orden de ataque. Tito Livio relata el suceso en 5, 38-43.
975. El Palacio Caffarelli fue construido a principios del siglo XVI por Bernardino Caf-
farelli, y en él se alojó Carlos V en 1536.
976. La Curia Calabra estaba situada en el Capitolio. Era, el lugar donde el Pontífice
menor convocaba al pueblo para anunciarles las nonas del mes. Terencio Varrón
se refiere a esta ceremonia en De lingua latina 6, 4, 27. Agradezco a la Dra. Elena
Gallego Moya esta información.
977. Situado en la cumbre meridional de la colina Capitalina, era el templo más impor-
tante de la antigua Roma. Según Winckelmann, tenía tres naves y el techo de
madera, en Historia del Arte..., p. 551.
978. Ruinas de una habitación romana en el Palatino, cercana al Templo de Cibeles,
cuya puerta se hallaba guarecida con un porche, que la tradición llamaba Casa de
Rómulo.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 467

por todo el mundo, y adonde de todas las provincias enviaban


ofrendas y tributaban adoraciones, estaba en la cima del Capi-
tolio, donde ahora más justamente se venera la Santísima Virgen
en su Iglesia de Ara Coeli979. Algunos pedazos de pared que se
ven en aquel convento indican una grandísima fábrica, y no des-
dicen de la magnificencia de aquel templo tan decantado de la
antigüedad.
Puesto en la plaza del Capitolio un ánimo erudito está en
una docta inquietud buscando el pórtico público; el tabulario o
archivo donde se conservaban los Senatusconsultus980, los Ple-
biscitos, las Leyes y demás actos públicos; la biblioteca Capito-
lina, y el ateneo y la escuela, donde los poetas y los oradores
recitaban sus composiciones, y donde se celebraban certámenes
literarios; el intermoncio981; el asilo; el arco triunfal de Nerón, y
tantos otros célebres monumentos de que nos hablan los anti-
guos. Pero de tantas obras de la grandeza romana no quedan
sino algunas ruinas en el Palacio del Senador982, que no bastan
para dar indicio de lo que fueron antiguamente.

CAMPO VACCINO
Bajando del Capitolio a Campo Vaccino983 se va a lo más pobla-
do de la antigua Roma, y allí sí que realmente no se puede dar

979. La iglesia de Santa Maria de Aracoeli se levanta en la parte sur de la colina Capi-
talina, y data del siglo VI.
980. El Tabiilarium estaba en la fachada que daba al Foro.
981. Uno de los barrios de la Roma antigua situado entre dos cumbres del Capitolio.
982. Denominado así por ser sede de los senadores y magistrados de Roma cuando la
comuna de Roma fue establecida en 1143. La construcción medieval, levantada
sobre el Tabiilarínm romano, fue diseñada de nuevo por Miguel Ángel y poste-
riormente por Giacomo Delia Porta.
983. Así era conocido el Foro por el ganado vacuno que sesteaba a la sombra de las rui-
nas. Así era denominado hasta las excavaciones ordenadas por Napoleón y dirigidas
por Tournon a partir de 1803, primeras que se efectúan sistemáticamente. Vasi, en
su libro de vistas de ruinas, publicado en 1786, llama Campo Vaccino al Foro. Vid.
G. VASI: Raccolta delle pin belle vedute antiche e moderne di Roma, Roma, 1786.
468 J U A N AN DUES MouELL

un paso sin que se encuentre algún monumento de antigüedad.


Se ve luego a mano izquierda la cárcel que llaman Tuliana o
Mamertina984, o San Pietro in Carcere, donde estuvieron los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo, por lo que se tiene aquel lugar
en mucha veneración; enfrente está el arco de Septimio Seve-
ro985 medio sepultado en tierra986, y lleno de bajos relieves his-
toriados, pero de un gusto inferior a los otros más antiguos; a
mano derecha se ven varias ruinas del templo de Júpiter Tenan-
te987, y del de la Concordia988; al otro lado en San Adriano se ven
reliquias de un templo de Saturno989, y en medio del campo
Vaccino se conservan tres bellísimas columnas con una gran-
diosa cornisa, que fueron del templo de Júpiter Estator990; ¿qué
noble idea no se nos presenta del templo de Antonino y de
Faustina991 a la vista del magnífico vestíbulo y de otros frag-
mentos que se ven de él? Entrando después en la Iglesia de San
Cosme y San Damián se ve aún el templo de Remo992; y en la
misma Iglesia quieren algunos que hubiese un templo de Venus,

984. Situada bajo la iglesia de San Giuseppe dei Falegnami, construida en el siglo XVI.
Según la leyenda, en ella estuvieron encarcelados San Pedro y San Pablo.
985. Erigido en el 203 d. C. en el tercer aniversario de Septimio Severo como Empe-
rador por sus victorias sobre los partos. Según Stendhal, «ante este monumento,
se comprende bien la perfecta razón que regía el espíritu de los antiguos; puede
decirse que en ellos lo bello era siempre una consecuencia de lo útil», en
STENDHAL: Paseos por Roma, Op. cit., p. 469.
986. Hasta 1803 no fue desenterrado completamente.
987. El templo de Júpiter Tenante se hallaba en el Capitolio y no en el Foro.
988. Situado entre las columnas del templo de Vespasiano y el Tabulado de Sila, fue
construido en 367 a. C. por Marco Fu rio Camilo y restaurado por Tiberio.
989. Los restos datan del siglo IV d. C. Consisten en una plataforma sobre la que se yer-
guen ocho columnas y una sección de entablamento.
990. Construido en el siglo II a. C.
991. Dedicado en el 141 d. C. al Emperador Antonino Pío y su esposa Faustina, fue
consagrado como templo cristiano en el siglo XI, si bien la Iglesia actual, San
Lorenzo in Miranda, se levantó en el siglo XVII.
992. También llamado templo de Rómulo, que sirvió de vestíbulo de la iglesia de San
Cosme y Damián levantada en el 527 por el papa Félix IV.
BOLONIA, FLOHENCIA, ROMA 469

y que allí se hiciesen las tramoyas que después se habían de pre-


sentar en el coliseo y en el circo.
Causa admiración la magnitud del templo de la Paz993,
habiendo de corresponder toda la fábrica a los tres grandes
arcos que se ven de él. La opinión común atribuye estos arcos
al templo de la Paz que se sabe haber fabricado Vespasiano en
aquellas cercanías después de la guerra judaica; pero otros por
la sola consideración de su grandiosidad, y de los otros frag-
mentos de fábrica que los rodean, y les parecen sobrados para
un templo, quieren que sean parte del famoso Palacio áureo de
Nerón, y no el templo de la Paz. Contigua a estos residuos está
la Iglesia de Santa Francisca Romana994, donde se ven vestigios
de dos templos, que algunos quieren que sean del Sol y de la
Luna, otros de Venus y de Roma, y otros de Isis y de Serapis995.
Son tantos los templos gentílicos de que existen todavía resi-
duos, que no dudo asegurar que tenía más templos la pagana
superstición que tiene ahora la devoción cristiana, sin embargo
de ser tantas las Iglesias de Roma que pasman a los forasteros
por su número, no menos que por su belleza y grandiosidad.

ARCO DE TITO
Se pasa luego por el arco de Tito996, que es de una elegantísima
arquitectura, con unos bellísimos relieves; y dicen que Rafael

993. Construido por Vespasiano en honor de la pacificación de Jndea en el 70 d. C. Paz


era una divinidad alegórica, hija de Júpiter y Temis.
994. Construida en el siglo VIII, con una fachada levantada durante el pontificado de
Pablo V por Carlo Lombard!.
995. El culto a las divinidades egipcias Isis y Serapis llegó a Roma a través del helenis-
mo, en María Amparo ARROYO DE LA FUENTE: «El culto Isíaco en el Impe-
rio Romano. Cultos diarios y rituales iniciáticos: iconografía y significado», en
Boletín de la Asociación Española de Egiptología 12 (2002), pp. 207-232.
996. Mandado erigir en el 81 d. C. por Domiciano en honor cíe las victorias de su her-
mano Tito en Judea, asolando el Templo de Jerusalén. Entre el botín que se repre-
senta en los relieves aparece un candelabro de siete brazos al que hace mención
Andrés.
470 J U A N A N D u Es Mo H E L L

estudiaba mucho aquellas figuras, y que ha puesto varias veces


en sus pinturas uno de los semblantes que allí se ven. Entre las
figuras de aquel arco se conserva muy entera la del gran cande-
lera del templo de Jerusalén, dejando el Señor a vista de todos
este recuerdo de la verificación de su profecía de la ruina y
desolación de aquel templo y ciudad de los Judíos. Poco más
adelante se halla un pequeño rastro de la meta sudante, que era
una fuente en medio de una gran plaza delante del Coliseo997.

a
¿Qué pasmo y admiración no causa la vista de tan grandioso edi-
ficio como es aquel coliseo, o anfiteatro? Barbara pijramidum
sileat spectacula Memphis... Omnis Caesareo cedat labor
Amphytheatro se exclama naturalmente con Marcial998. ¿Qué
portentosa fábrica no habrá sido ésta por su grandeza, su rique-
za, su majestad, su buen gusto y por toda la perfección de la
arquitectura? Ahora sólo se conserva la parte exterior, y aun ésta

997. La fuente de Meta Suclans, hoy desaparecida, recibía su nombre al brotar el agua
de una bola de metal situada en la punta de su cono de ladrillo.
998. Andrés cita el siguiente epigrama de Marcial: Barbara pijramidum sileat miracu-
la Memphis,/ Assyrins iactet nec Babylona labor,/ me Tríviae templo malíes lau-
dentur Iones,/ dissimiilet Delon cornibus arafrecjuens;/ aere nec vacuo peiulentia
Mausolea/ laudibus immodicis Cares in ostra ferant./ Omnis Caesareo ccdit labor
Amphitheatro,/ unumpro cunctis faina locjuetur opus. («Silencia la bárbara Men-
fis la maravilla de sus pirámides, no se envanezca la laboriosa Asiría de su Babilo-
nia, ni reciban alabanza los afeminados jonios por su templo de Trivia, oculte a
Délos el altar de numerosos cuernos; no eleven los carios hasta los astros con
inmoderadas alabanzas el Mausoleo que cuelga en el vacío aire. Cualquier mara-
villa cede al anfiteatro del César, la fama hablará sólo de esta obra, por delante de
todas»), en MART. Spcct. 1, Iss. Es probable que Andrés manejara una edición de
Marcial en la que apareciera spectacula en lugar de miníenla. Agradezco la tra-
ducción de la Dra. Elena Gallego Moya.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 471

en algunos lugares no poco deteriorada; pero ella sola ¿qué con-


cepto tan alto no nos hace formar de su todo?999.
La elevación de la fachada se tiene por de 222 palmos, y
está dividida en los cuatro órdenes de arquitectura. Las pilastras
inferiores y columnas de medio relieve con sus arcos son de
orden dórico; siguen después otros arcos con sus pilastras de
orden jónico sin columnas; el tercer alto es de orden corintio con
semejantes arcos y pilastras; y últimamente el cuarto alto, que
llega a la cima del edificio, sin arcos y sólo con grandes ventanas
con pilastras, de orden compuesto. Se conservan todavía varios
corredores con sus vomitorios, pero apenas se ve señal alguna de
las gradas de los asientos. La plaza interior es de figura oval, su
longitud de 845 palmos, y la latitud de 700. Cien mil o aun más
personas, según dicen los autores, podían ver en aquel lugar los
espectáculos. Ahora todo lo interior está arruinado por habérse-
le arrancado en varias veces las piedras y otros ornamentos, lo
que sienten mucho todas las personas de gusto1000.
Como muchos Santos Mártires santificaron con su sangre
aquel lugar, muriendo en él arrojados a las fieras o a manos de
los sayones, se ha instituido allí una Vía Crucis y una Capilla
para excitar la devoción de los fieles que lo quieran visitar. Allí
cerca está el arco de Constantino1001, en el cual se echa de ver
la decadencia de las artes, porque del arco de Trajano que había
en el foro Ulpio se sacaron algunos ornatos para colocarlos en
éste1002, faltando entonces artistas que los supieran trabajar.

999. Construido por Vespasiano en el 72 d. C., Stendhal lo consideraba el vestigio más


bello de la Roma clásica: «El mundo no ha visto nada tan magnífico», en STEND-
HAL: Paseos por Roma, p. 388.
1000. El 7 de septiembre de 1786 escribía Goethe: «Lo que los bárbaros dejaron en
pie, lo han demolido los arquitectos de la Roma moderna», en Johann W.
GOETHE: Viaje a Italia, Op. cit., p. 145.
1001. Se levantó para conmemorar la victoria de Constantino sobre Majencio en el
puente Milvio en el año 312 d. C. Como señala Andrés, fueron utilizados mate-
riales procedentes de otros monumentos de mayor antigüedad.
1002. Representan escenas de las victorias de Trajano en la Dacia.
472 JUAN ANDRÉS MORRLL

MONTE PALATINO
Mientras se ven todas estas cosas se deja a mano derecha el
monte Palatino1003, la cuna, digámoslo así, y el centro de la anti-
gua Roma, que ahora se llama los huertos Farnesios1004, y donde
quieren que estuviese el Palacio del Rey Evandro y de Palan-
te1005; a la falda de este monte estuvieron abandonados Rómu-
lo y Remo, y se fabricó después un templo a Rómulo, donde está
ahora la Iglesia de San Teodoro1006; allí se va buscando el luper-
c<2/1007, gruta antes, después ara dedicada al Dios Pan, la higue-
ra Ruminalms, el compito, el templo de la Fortunata Seja, el
Velabrom9 y mil otras memorias de la más remota antigüedad.
Haría una larga lista si quisiera solamente nombrar los templos
de Apolo1010, de Vesta1011, de Baco, y de otros, y las demás infi-
nitas fábricas que se hallan citadas en los autores antiguos como
existentes en aquel monte.

1003. En el Palatino surgió la primitiva Roma, y posteriormente pasó a ser residencia


cíe los emperadores.
1004. Orti Farnesiani, llamados así por los jardines construidos por la familia Farnesio
después de haber comprado gran parte del monte Palatino durante el pontifica-
do de Pablo III.
1005. En el Libro XI de la Eneida, Virgilio canta la muerte en combate de Púlante, hijo
del rey Evandro, aliado de Eneas. En la mitología, Evandro, natural de Arcadia,
en el Peloponeso, llegó a Italia y fundó Pallantion en una colina, llamada poste-
riormente colina del Palatino en honor a su hija Pallantia.
1006. Iglesia de planta circular del siglo V, situada en el Palatino.
1007. En la gruta lupercal la loba amamantaba a Rómulo y Remo. Según la tradición,
el rey Evandro estableció la Lupercalia, fiesta anual que se celebraba el deci-
moquinto día antes de las kalendas de marzo. Se trataba de un rito de purifica-
ción y fertilidad.
1008. Según la tradición, el pastor Fáustulo encontró junto a la higuera Ruminal a
Rómulo y Remo amamantados por una loba.
1009. De velum anrenm, el vclabro, es de una zona de Roma entre el Campidoglio
y el Aventino por donde discurría el Tiber, y poseía un carácter comercial y
artesano.
1010. Anejo a la Domtis Augnstana, fue construido todo él en mármol de Carrara.
1011. Templo circular, también llamado de la Sibila, construido en época republicana.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 473

PALACIO DE LOS CÉSARES


Pero la fábrica de las fábricas fue el Palacio de los Césares1012,
que se erigió en un recinto de aquel monte, y se fue después
ampliando, y tomando más y más extensión. Magnífico era ya el
Palacio de Augusto con templo, biblioteca y otros ornamentos;
lo engrandeció después Tiberio, y Caligula lo aumentó tanto
que llegó hasta la punta del monte Palatino, y formando un
grande y espacioso puente o pasadizo lo unió con el Capitolio.
Mucho más lo extendió después Nerón, que no contento con el
Palatino ocupó todo el espacio que hay entre éste, el Celio y el
Esquilmo1013; y a todo esto dio el nombre de Transitoria; pero
después del famoso incendio, él mismo fabricó otro Palacio más
soberbio, que es tan celebrado entre los antiguos con el nombre
de domus aurea]OU. Vespasiano y Tito lejos de aumentar la
extensión del Palacio quisieron disminuirla; la redujeron a los
confines del Palatino, y sobre las ruinas de la casa áurea se fabri-
có el anfiteatro, las termas, el templo de la Paz y otras fábricas.
Suetonio, Tácito, Dión Casio y otros antiguos hablan mucho de
este Palacio; varios modernos lo han querido ilustrar, y Pirane-
si1015 y otros nos han dado los mapas topográficos de él; pero

1012. La Damns Flavia ocupaba toda la parte central del Palatino. La llamada aula
regia, utilizada para las audiencias imperiales, tenía unas dimensiones conside-
rables.
1013. En la ladera del Esquilmo que da a la confluencia con los Montes Capitalino,
Palatino y Celio se construyó la Basílica de San Pedro in vincoli.
1014. Se conservaban únicamente algunos restos subterráneos.
1015. Giovanni Battista Piranesi (1720-1778). El máximo exponente en el siglo XVIII,
junto a Giuseppe Vasi, del arte de la vcdutc. Sus colecciones de estampas sobre
la Roma clásica se publicaron en dos libros: Delia magnificenza en architettnm
cle'Romani, 1761, y Accnrata, e sucinta descríziones topográfica e istoríca di
Roma moderna, Roma, 1767, 2 vols. (Hay edición de 1977). Sobre Piranesi, vid.
Georges BRUNEL (ecl.): Piranese et les Francais, Roma, 1978, y las Actas del
Congreso celebrado en Roma entre el 14 y el 17 de noviembre de 1979: Pirane-
si e la cultura antiquaría: gli antecedents e il contesto, Roma, Multigrafica, 1983.
474 J U A N A N D R É S Mo u E L L

Bianchini1016 ha tratado este punto con más extensión en un


gran tomo en folio mayor1017.
Ahora sólo se ven ruinas, grandes paredes con algunos
corredores estrechos, arcos, salas derruidas y otros grandes pero
desmantelados fragmentos, que en medio de su destrucción y
ruina hacen ver la incomprensible grandeza y suntuosidad de
aquel soberbio edificio. Me acuerdo haberlos estado contem-
plando de la parte del monte Celio delante de la Iglesia de San
Gregorio, y aunque no veía más que paredes derrocadas y mon-
tes de piedras, me causaban una notable admiración. El poder
y la grandeza romana, la solidez y magnificencia de la arquitec-
tura antigua, y por otra parte la vanidad e insubsistencia de las
cosas humanas se representaban en el ánimo con tal viveza que
lo tenían en una tranquila melancolía y dulce suspensión. Ahora
hay huertos donde antes habitaban los dominadores del Uni-
verso; y algunos pedazos de sus salas doradas y cargadas de las
más ricas alhajas de la tierra están en el día reducidos a servir de
miserables pajares de heno.
Yo no encuentro fábrica moderna que nos pueda dar idea
del Palacio de los Césares, sino los Palacios del Papa el Quirinal
o de Monte Caballo1018, y el Vaticano. Al entrar en el Quirinal por

1016. Francesco Bianchini. Seguidor de la metodología maurina, fue uno cíe los pri-
meros que en Roma se sirvieron del método crítico para el estudio de los restos
arqueológicos., publicando a fines del Seiscientos su Storia nnivcrsale provata
con monninenti efigurata con simboli degli anticlü, Roma 1697. Sus excavacio-
nes en los jardines Palatinos le llevaron a la conclusión de que allí se encontraba
el palacio de los Césares.
1017. En su obra postuma Del palazzo de'Cesari, Verona, 1738. Stendhal lo conside-
raba fruto de la imaginación: «Las fantasías de Bianchini, desprovistas de toda
lógica, según costumbre de los arqueólogos, no pueden darnos ninguna idea del
Palacio de los Césares», en STENDHAL: Paseos por Roma, p. 485.
1018. Iniciada su construcción por Gregorio XIII para residencia estival, fue comple-
tada por Pablo V Borghese (1605-1621) bajo la dirección de Cario Maderno. En
la actualidad es sede oficial del Presidente de la República.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 475

la Dataría1019, y pasando varios corredores, salas, escaleras y


patios, salir después por el inmenso corredor donde está aloja-
da la mayor parte de la familia pontificia, y mucho más al per-
derme por aquel dilatado espacio del Vaticano con tantos
corredores, tantos pórticos, tantas estancias, tantas Capillas, con
una biblioteca tan vasta, un museo de tanta extensión, uno o más
archivos, con tantos cómodos alojamientos para bibliotecario,
custode, archivero y tanta multitud de empleados, con tantos
cuartos para el Papa, y tantos otros para la familia, con jardines
y patios, con tanta variedad de cosas, y tanta inmensidad de
habitación, me ocurría frecuentemente ¡qué tal sería el Palacio
de los Césares, que superaba tanto a los pontificios, cuánto era
mayor su opulencia y su lujo! Sin embargo se ve que el gusto de
los romanos es el mismo que era en los tiempos de su poder, y
que aún después de destruido el romano imperio se ha conser-
vado en Roma el amor a la magnificencia y al esplendor.

CIRCO MÁXIMO
Desde un magnífico mirador del Palacio de los Césares se veía
el Circo Máximo1020, donde se celebraban los famosos juegos
circenses: yo vi de éstos un pequeño remedo en Florencia la vís-
pera de San Juan, y tuve de ello mucho gusto: ¿qué habrán sido
los de Roma con tanto aparato y tanta ostentación? El Circo
Máximo estaba entre el monte Palatino y el Aventino, y aunque
aquel terreno está reducido ahora a campos cultivados se reco-
noce todavía muy bien la figura del circo, y se ven algunos peda-
zos de sus cuneos, donde estaban las gradas o asientos de

1019. Via della Dataria, llamada así por encontrarse la oficina de la Dataría Apostólica,
edificio construido por Pablo V Borghese, que otorgaba provisiones y beneficios
reservados a la Santa Sede. Por ella se accede al Quirinal.
1020. Su construcción se inició en el siglo IV a. C. y estuvo en uso hasta el 549 d. C. En
el lado que da al Palatino, Augusto construyó un palco sagrado, y posteriormen-
te colocó sobre la espina el obelisco egipcio que el Papa Sixto V trasladó a la Piaz-
za del Popólo.
476 JUAN ANDRÉS MOHRI.L

mármol, y otros residuos de su antigua grandiosidad. La des-


cripción de este circo pedía un tomo entero: lee el tratadillo del
circo saguntino del Padre Miñana1021, y fórmate alguna idea de
lo que habrá sido el romano, figurándote siempre sobrepujar
tanto a ése y a todos los demás, como Roma a las otras ciudades.

Haec tantum alias ínter caput extulit urbes,


Quantum lenta solent ínter viburno- cupressim2.

En tiempos de los Reyes se erigió ya este circo, que de


pequeños principios fue siempre ganando más extensión y
esplendor, y en tiempo de los Emperadores adquirió su mayor
lustre, hasta que en el incendio de Nerón fue destruido; pero se
rehízo poco después, y Trujano le dio una amplitud y magnifi-
cencia cual no la había tenido jamás. Dionisio de Halicarna-
so1023, que vivía en los últimos tiempos de la República, dice
que cabían en el circo 150.000 personas; Plinio dice 260.000, y
Aurelio Víctor1024 posteriormente 380.000: ¡qué grandioso
espectáculo no sería sólo el ver de un golpe tantos millares de

1021. Durante la Guerra de Sucesión e] fraile Trinitario Juan Manuel Miñana (1671-
1730) se dedicó al estudio arqueológico del Teatro romano de Sagunto, cuyos
descubrimientos se publicarían, ya fallecido su autor, con el título «De Theatro
saguntino Dialogus» y «De circi antiquitate et ejus structura Dialogus», en
Utriusfjiiic Thesauri Antiqnitatiim Romanontm Graecanim^ne nova Stiplcinen-
ta, Venecia, 1731, pp. 410-442 y 450-458.
1022. El texto es de las églogas de Virgilio, Vcrg. Ecl. 1, 24-25: «.. .esta (ciudad) levan-
tó la cabeza entre otras ciudades tanto cuanto suelen los cipreses entre los flexi-
bles viburnos».
1023. Dionisio de Halicarnaso (¿-7 a. C.). Historiador griego que vivió en Roma en
época de Augusto. Su obra, conocida por Andrés es Antigüedades romanas.
Andrés concedió gran importancia a su figura, ya que sema de nexo entre la cul-
tura griega y romana: «fue mérito particular de la Cronología el unir, como él lo
hizo antes que los demás cronólogos, las cosas griegas con las romanas, y hacer
que los tiempos y los hechos de aquellas dos naciones se auxiliasen mutuamen-
te», en Orige/i..., vol. Ill, p. 405.
1024. Historiador latino del siglo IV d. C., autor de De Caesaríbus, que compuso en
360.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 477

personas juntas en un lugar! Los Emperadores pasaban por un


arco del Palacio al circo; pero a veces veían los juegos desde el
mismo Palacio en un magnífico mirador1025, donde se celebra-
ban convites, yJ tenían cerca un teatro con escogida
o música. Al
considerar la distancia del Palacio a la platea del circo, y la
pasión que tenían los romanos a estos espectáculos, me ocurría
un pensamiento, y es el de que acaso tuvieran ya entonces,
como tenemos ahora nosotros, algún auxilio de la vista para
poder aun desde lejos verlo todo con distinción, no pareciéndo-
me natural que los Emperadores se contentasen con asistir a
tales espectáculos sin poderlos disfrutar enteramente.

OTRAS ANTIGÜEDADES
No te iré notando con individualidad todos los infinitos monu-
mentos antiguos que a cada paso se van encontrando: allí cerca
se ve un pedazo de Cloaca Máxima1026, una de las obras de los
1027
romanos que i
con razón admiraban a Mr. Bergier O
,' siendo
realmente una grandísima empresa el formar debajo de casi
toda Roma una fábrica de tanta capacidad y solidez; allí cerca el
arco de Jano1028, obra magnífica de cuatro fachadas, y en cada
una de ellas doce nichos de grandísimas piedras y de perfectísi-
ma arquitectura, donde se juntaban los mercaderes o cambian-
tes; allí cerca el foro boario1029, otro arco de Septimio1030, y

1025. Construido por Augusto en el 10 a. C.


1026. El mayor de los colectores romanos, construido entre el siglo II y el I a. C. Es
una bóveda en cañón seguido que desemboca en el Tiber y que drena las aguas
residuales del Foro, en Ferdinando CASTAGNOLI: Topografía e urbanística di
Roma Antica, Bologna, Licinio Capella, 1969, p. 70.
1027. Nicolás Bergier (1567-1623). Vid. nota 810.
1028. Arco de mármol de cuatro caras de la época de Constantino, donde hay esculpi-
das figuras de Juno, Ceres, Minerva y Roma.
1029. En el Fonun Boarinm, junto al Tiber, se encuentran los templos del siglo II a. C.
consagrados como iglesias cristianas: Fortuna vi lilis o de Fortuno, y el templo de
Hércules o cíe Vesta. Así lo denominaba Vasari en Las vidas,.., p. 53.
473 J U A N A N D R É S MOUFM.L

tantas otras antiguas memorias que sería nunca acabar el que-


rerlas nombrar todas.

TERMAS DE LOS ROMANOS


Una de las cosas de que se conservan más residuos, y que real-
mente se hacen con admiración, son las termas. Junto a la
Rotunda o Panteón hay todavía pedazos de las termas de Agri-
pa1031, que éste dejó en legado al pueblo romano, con jardín,
bosque y todas las comodidades que podían hacer más aprecia-
bles los baños. De las termas fabricadas por Nerón, y restaura-
das y ampliadas por Alejandro Severo1032, se ven aún residuos en
el Palacio del Gobierno y en aquellas cercanías. El Palacio Ros-
pigliosi1033 está sobre las termas de Constantino, de las cuales,
entre otras antigüedades, se han sacado los dos bellos caballos
que se ven en el monte Quirinal, y que le han dado el nombre
de Montecaballo1034. ¿Qué inmensa fábrica no habrán sido las
termas de Diocleciano1035, que ocupaban todo el recinto del

1030. El arco de Septimio Severo fue levantado en el 203 d. C. en el Foro. Se conme-


moraba la victoria del Emperador sobre los partos.
1031. Considerada la primera de las grandes termas romanas, fueron construidas en
torno al año 20 a. C.
1032. Alejandro Severo (208-235). Las Thermae Alexanclrinae fueron, en efecto, una
reconstrucción de las de Nerón en Campo Marcio. Para llevar agua a los baños
levantó el Acueducto Alexandrina.
1033. Iniciado como jardín por el Cardenal Scipione Borghese en las proximidades del
Quirinal, y adquirido posteriormente por Clemente IX Rospigliosi. En 17SO el
grabador Marco Carloni reprodujo doce pinturas encontradas bajo el Palacio,
construido sobre las termas, y los originales fueron conservados en su lugar, en
Hanns GROSS: Op. at., pp. 313-314.
1034. Se trata del conjunto Alejandro y Encéfalo, de 5'6 metros de altura. La idea de
Andrés de que procedían de las Termas de Constantino proviene de Onofrio
Panvino en su Reipnblicae Romanae Coinentaríontin, publicado en Venecia en
1558, que recogió Maffei, de donde probablemente se informó Andrés. Vid. F.
HASKELLy N. PENNY: El gusto..., pp. 151-156.
1035. Construidas entre 298 y 306 d. C., eran las mayores de Roma, pues ocupaban una
superficie estimada de 130.000 metros cuadrados, donde podían asistir unas
3.200 personas.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 479

monasterio, huerto e Iglesia de los Bernardos, el de los Cartu-


jos, lo que ahora son graneros públicos, y gran parte de la Villa
Negroni1036 y de aquellas cercanías? Dicen que trabajaron en
ellas 40.000 cristianos; tenían muchísimos pórticos, 3.000 luga-
res para bañarse, una pinacoteca, una biblioteca y qué sé yo
cuántas cosas.

TERMAS DE TITO
Célebres son las termas de Tito1037, de las cuales existen nueve
estancias, si bien por estar enterradas dos de ellas no se ven más
que siete, que se llaman vulgarmente le sette sale. Éstas están en
una huerta de los Padres Canónigos Regulares de San Pedro in
vinculis, y aunque fui dos veces a verlas, y una de ellas acompa-
ñado de algunos de aquellos Padres, jamás pude entrar en ellas
por no hallarse el que tenía las llaves; pero cuantos las ven se
maravillan de la consistencia de la fábrica en paredes y pavi-
mentos, y celebran los residuos de pinturas antiguas que todavía
se conservan. Las ruinas, que se descubren en las inmediaciones,
hacen ver cuan vastas eran aquellas termas; y los preciosos
monumentos, que en varias ocasiones se han ido desenterran-
do, muestran la riqueza y el lujo de los romanos en una como-
didad que nosotros apenas conocemos. El singularísimo grupo
de Laocoonte nos ha venido de aquel lugar.

1036. Piranesi edita un aguafuerte que tituló Vednta degli avanzi snperíori delle Tcrmc
di Diocleziano con la inscripción siguiente: Granan publici e (¡nartiere de solda-
ti; Case fabbrícate da Sisto V nel concondario elella sita villa oggi de Signad
Negori; Clüesa di S. María degli Angelí. Se halla incluida en las láminas de John
WILTON-ELY: The Mind and the Art of Giovanni Battista Piranesi, London,
Thames and Hudson, 1977. En 1777 fueron descubiertas unas pinturas murales
romanas en Villa Negroni, que hacía poco tiempo había sido adquirida por José
Nicolás de Azara, en Thomas PELZEL: Op. cit., p. 160.
1037. Quedaron sepultadas bajo el parque del monte Oppio, aunque todavía eran visi-
bles sus ruinas a mediados del siglo XV. En ellas fue encontrado el grupo escul-
tórico del Laocoonte.
480 JUAN A N D u É s M o u E L L

TERMAS DE CARACALLA
Infunden respeto las enormes moles de piedra, y los grandes
residuos de las famosas termas de Caracalla1038, que se encuen-
tran en las faldas del Aventino; y éstos no son más que peque-
ños fragmentos del plano superior de aquella fábrica inmensa.
Las espaciosas salas que se ven, conservan algunos indicios de
su riqueza en mármoles, columnas, estatuas, pinturas y otros
ornatos. Del plano inferior, donde estaban propiamente los
baños, se puede gozar muy poco; pero lo mucho que nos dicen
de su lujo y magnificencia los escritores antiguos se hace creí-
ble por algunas cosas que los modernos anticuarios han podido
ir observando en varias circunstancias, y por los preciosos frag-
mentos y ricas piezas que se han descubierto en aquel lugar, y
que se ven todavía en varias partes de Roma. Se advierten algu-
nos residuos de los pórticos, de los conductos y de los conser-
vatorios del agua, un templo y otras reliquias de su antigua
grandiosidad.

ORIGEN Y ANTIGÜEDAD DE LA ARQUITECTURA GÓTICA EN ESPAÑA


Pasando por el camino que hay delante de este edificio me hizo
novedad ver en él un arco puntiagudo a la moda gótica: me paré
a observarlo con más atención, porque una tal forma de cons-
truir en tiempo de Caracalla echaría por tierra las varías opinio-
nes de los modernos sobre la época de la introducción de la
arquitectura llamada gótica. El cotejo de este arco con todos los
demás me hizo pensar que rehaciéndolo para reparar alguna
rotura le darían tal vez la forma puntiaguda que tiene, puesto
que todos los demás arcos son redondos, están a un mismo nivel
y algunos un poco rotos, y que éste, que es el único que tiene la

1038. Construidas en las primeras décadas del siglo III en las estribaciones meridio-
nales del Aventino por el emperador Marco Aurelio Caracalla, son, junto a las de
Diocleciano, las más grandes de las construidas en Roma.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 481

punta algo más alta que los demás, estaría a nivel con todos si
faltándole la punta fuera redondo como los otros.
Te he dicho esto, aunque no merezca tan larga relación,
porque quisiera que tuvieses de mi parte una conferencia con
Don Antonio Ponz1039, y le pidieses su dictamen sobre la anti-
güedad de esta arquitectura en España y sobre su origen, y si
cree probable que pueda venir de los árabes, como nos han
venido tantas otras cosas buenas y malas. Me acuerdo haber
leído en las antigüedades de España de Morales1040 la descrip-
ción de la mezquita, si no me engaño, de Córdoba, fabricada
desde el año 770 hasta el 8001041, y ya según el gusto de la pos-
terior arquitectura llamada gótica. Ninguno mejor que Ponz,
que ha examinado con ojos eruditos todos los edificios de Espa-
ña, donde quedarán todavía varias fábricas romanas, arábigas y
góticas, podrá resolver la cuestión del verdadero origen de esta
arquitectura1042.

1039. Antonio Ponz y Piquer (1725-1792). Autor de Viagc de España, 19 vols. Madrid,
1772-1794, y Viage fuera de España, 2 vols. Madrid, 1785. Existe una edición de
Aguilar de ambas obras publicada en Madrid en 1947. Vid. el artículo de Móni-
ca BOLUFER PERUGA: «Visiones de Europa en el siglo de las Luces: el Viage
fuera de España (1785) de Antonio Ponz», en Esttidis 28 (2002), pp. 167-204.
1040. Ambrosio de MORALES: Las antigüedades de las ciudades de España, Alcalá de
llenares, íñiguez de Lequerica, 1575. Hay reproducción facsímil de la edición
de 1792 por Librerías Paris-Valencia, Valencia, 2001, 2 vols.
1041. La construcción fue iniciada en 786 y se concluyó en 796 durante el reinado de
Ilixem I, hijo de Abderrahmán.
1042. Nota de Carlos Andrés: «Don Antonio Ponz, cuyo voto en punto de nobles artes
es de gran peso, cree que no se puede determinar el verdadero origen de la
arquitectura llamada gótica, sin hacer un atento y prolijo examen de todos los
monumentos que existen, y que aun después de este examen no podrán acaso
pasar de meras conjeturas las pruebas que se deduzcan. El Señor Don Gaspar
de Jovellanos del Consejo de S.M. en el de las Ordenes, que tiene bien acredi-
tada su erudición, gusto e inteligencia en las nobles artes, en la oración que en el
año 1781 dijo en la Real Academia de San Fernando, que le cuenta por uno de
sus individuos de mérito, manifestó su opinión de que la arquitectura llamada
gótica es hija de la arábiga o morisca. Habiendo este caballero hecho un viaje a
Asturias su patria en el año de 1782, escribió algunas cartas, dando en ellas noticia
482 J U A N A N D R É S Moiuu.i,

OTRAS TERMAS
Pero volviendo a las termas de Roma, se ven termas de
Decio1043, termas de Aureliano1044, termas de Constantino, ter-
mas de su madre Santa Elena1045, y termas de otros muchos,

de lo que observaba, que si se imprimiesen darían al público muchas luces y bue-


nos conocimientos; y hablando en una de la Cámara Santa de la Catedral de
Oviedo, se explica en estos términos: "Los Árabes, a la verdad, no observaron los
órdenes, los adornos ni las proporciones de la arquitectura griega; pero si se exa-
minan con cuidado sus obras antiguas se hallará que habían derivado de ella toda
la idea de sus edificios. Por esto, y porque el carácter de la arquitectura tudesca
dista mucho más de la griega que de la morisca, creo que la arquitectura llama-
da gótica es hija de la morisca y nieta de la griega. La descendencia puede ser de
este modo. Los Árabes empezaron imitando los monumentos griegos de que
estaba llena el Asia al tiempo de sus conquistas; pero los imitaron sin medirlos ni
estudiarlos. Era forzoso que en esta ciega imitación confundiesen los órdenes,
alterasen las proporciones y desfigurasen los adornos; y que deseosos después de
mejorar, arbitrariamente y sin sujeción a modelos determinados, todos los miem-
bros de sus edificios, produjesen una arquitectura peculiar, que alguna vez fue
capaz de grandiosidad, de elegancia y de delicadeza, como manifiestan los monu-
mentos de Córdoba. Creo también que los Tudescos tomaron inmediatamente
de ellos su modo de edificar, y particularmente su sistema de adornar sus edifi-
cios, y que un examen analítico de las obras que hicieron unos y otros en dife-
rentes épocas, acabaría de comprobar mi dictamen que podrá parecer nuevo,
pero que ciertamente no es mal fundado". Este examen analítico que propone el
Señor Jovellanos acarrearía tal vez a nuestra nación la gloria de dar a conocer a
todo el mundo el verdadero origen de la arquitectura llamada gótica, que hasta
ahora no han podido averiguar los eruditos. Por lo que toca a la época de la intro-
ducción en España de esta arquitectura hay la misma incertidumbre. Don Anto-
nio Ponz cree que debe fijarse por los siglos XII o XIII; el Señor Jovellanos, en
la carta ya citada, quiere darle alguna más antigüedad, y que se refiera a fines del
XI, o principios del XII. Pero si fuese cierto que la arquitectura llamada gótica
provenga de la alteración y variación de la arábiga, como esta alteración era pre-
ciso que se hiciese lentamente, no es fácil determinar a punto fijo la época; y así
quizás será aún más difícil la averiguación de esto que la del origen».
1043. Construidas por el Emperador Decio (249-251) en el Aventino, pero de dimen-
siones menores que las de Caracalla.
1044. Construidas por el Emperador Aureliano (270-275).
1045. Conocidas como termas de Constantino y termas Helenianas, fueron las últimas
en construirse, ya en el siglo IV. Las de Constantino fueron levantadas en el
extremo occidental del Quirinal, siguiendo el modelo ortodoxo, y las de su madre
se construyeron en la zona de Letrán.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 483

como si los romanos no hubiesen pensado en fabricar más que


termas, cuando fabricaron tantas otras cosas, y todas las hicieron
con igual magnificencia y esplendor.

ACUEDUCTOS
Te he dicho que una de las tres obras de los romanos que cau-
saban admiración a Mr. Bergier eran los acueductos; y en reali-
dad deben pasmar a cualquiera que considere algunos residuos
que de ellos se conservan. Había conductos del agua Marcia, del
agua Augusta, del agua Claudia y de otras aguas1046, y todos eran
soberbios. El conducto de la Claudia corría más de 46 millas por
debajo de tierra, y tenía más de 10 de fábrica exterior, de las que
tres o más estaban con arcos, y cerca de la ciudad con grosísi-
mos machos1047. ¡Qué suntuoso y noble es el arco que se ve aún
en la puerta mayor, que parece un arco triunfal, y no un mero
acueducto! Se ven en él tres vastos órdenes, y en cada uno de
ellos su inscripción, que dicen, la primera, que Claudio hizo
aquel conducto; la segunda, que Vespasiano lo restauró; y la ter-
cera, que Tito lo volvió a restaurar, de modo que parece que
todos los Emperadores querían tener la gloria de haber contri-
buido a la conservación de tales conductos. Este edificio está
tenido por los inteligentes como uno de los más bellos de la anti-
gua Roma, y es de una elevación y anchura singular entre todos
los otros. A la puerta de San Lorenzo se ve otro magnífico
monumento del conducto del agua Marcia1048, y en él varias ins-

1046. Las conducciones de agua a Roma llevan el nombre del cónsul o emperador que
las construyó, y eran un total de doce. El aqua Marcia corresponde a la época
republicana, mientras que la Augusta y la Claudia se construyeron en época
imperial. Vid. Carlos FERNÁNDEZ CASADO: Ingeniería hidráulica romana,
Madrid, Turner, 1985, pp. 303-315.
1047. Iniciada por Caligula en el 38 d. C., fue finalizada por Claudio en el 52 d. C. Su
acueducto era de 9.600 metros. Los arcos de la parte terminal fueron reforzados
en época de Tito, Septimio Severo y Caracalla.
1048. Construido por el pretor A. Marcius en el 144 a. C., traía agua a Roma desde 91
km de la ciudad, en los Apeninos, con un acueducto de 9'6 km de extensión.
484 JUAN ANDRÉS M o u F, L L

cripciones que nos refieren su historia; este conducto era de


más de 60 millas. Por todas aquellas inmediaciones, dentro y
fuera de Roma, se ven gloriosos residuos de éste y de otros
varios acueductos, que daban honor a la arquitectura romana.

SEPULCROS
No debe pasmar menos otra especie de edificios de que nosotros
apenas tenemos idea, y de que se conservan en Roma muchos y
grandiosos monumentos. Éstos son los sepulcros, en los que pare-
ce querían echar el colmo la ambición y el lujo romano. Toda la
vía Apia1049 estaba casi llena por uno y otro lado de sepulcros, y
los más de ellos magníficos. Se descubren acá y allá por aquellos
campos varios fragmentos, que en todo hacen ver más o menos
una magnífica arquitectura. Bellísimo es el de Cecilia Metella]()o<),
de una grandísima fábrica de forma cuadrada en la parte inferior,
y en la superior de un segundo orden de forma redonda con pie-
dras grandísimas, tan pulidas y tan bien unidas que causan admi-
ración y placer. Dentro de él se halló una urna elegante y rica que
se conserva en el patio del Palacio Farnese1051.
De diferente gusto es el célebre sepulcro de C. Cestio, el
cual está junto a las puertas de San Pablo, o puerta de Ostia1052.

1049. La Regina Viarínin o Via Apia fue construida en el siglo IV a. C., por el cónsul
Apio Claudio. En los lindes de sus 18 kilómetros se encuentran sepulcros, tum-
bas y monumentos funerarios, ya que la ley romana prohibía los enterramientos
en el interior de la ciudad.
1050. Mausoleo erigido para Cecilia, hija de Quinto Mételo, conquistador de Creta, y
esposa de Craso. Había sido modificado en 1302 por la familia Caetani, que lo
convirtió en un recinto fortificado.
1051. Comenzó a construirse en 1517, reformado por Antonio Sangallo hacia 1534, y
terminado en 1589. Para De Brosses, el Palacio Farnesio «tiene en su arquitec-
tura exterior más majestad, grande/.a y solide/, que gracia y adorno», en Op. cit.,
vol. II, p. 256.
1052. Sepultura de Cayo Cestio construida en 12 a. C., y situada cerca de la Puerta de
San Pablo, donde se inicia la Via Ostiense que conduce al puerto de Ostia. Es la
única pirámide existente en Roma.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 435

Este sepulcro consiste en una grandiosa pirámide de más de 160


palmos de alto, cubierta toda de grandes losas de mármol, y
dentro de ella hay una pequeña cámara sepulcral, cuyo techo y
paredes están adornadas de estucos y de pinturas. La inscrip-
ción, que se lee hacia la mitad de la pirámide, ha dado que dis-
putar a los anticuarios diciendo C Cestius. L.F. Pob. Epulo. Pr.
Jr. Pl.VII. VIR. Epulonum, porque algunos quieren que el epulo
sea un empleo distinto del septem vir epulonum, y otros que sea
nombre de la familia Cestia, como lo es Augur de la Mucia1053.
Alrededor de la pirámide había columnas, estatuas y varios
ornamentos de que se ven algunos vestigios. Hacia la puerta
mayor se descubren considerables restos del sepulcro de los
Arruncios1054, y otros tal vez mayores del de los Aurelios.

SEPULCRO DE AUGUSTO
Pero sin irte refiriendo infinitos otros sepulcros, de los cuales se
conservan algunas memorias, te nombraré solamente dos que
bastan para humillar la vanidad de los modernos. Éstos son el
Mausoleo de Augusto y el sepulcro de Adriano100'5. ¡Qué grandio-
so concepto no nos hace formar Estrabón del mausoleo de Augus-
to1056, con aquella elevada y soberbia fábrica de mármol blanco
coronada con una estatua de bronce de Augusto, circundada de

1053. Epulo es nombre de dignidad. Los epulones constituían un colegio de sacerdo-


tes romanos instituido en el 190 a. C. y se encargaban de organizar el banquete
ritual de Júpiter. Cestio, al que se refiere Andrés, íueseptenivirepiilonnin. Agra-
dezco a la Dra. Elena Gallego Moya esta aclaración.
1054. El sepulcro de Lucio Arruncio Stella, nacido en el 62 a. C., poeta latino y cónsul
en época de Trajano, fue dibujado en grabado por Piranesi en 1756 en su Anti-
cliita Romana.
1055. Ambos participan de la tradición etrusca del túmulo. El Mausoleo de Augusto es
un túmulo cilindrico sobre un cono de tierra, mientras que en el de Adriano, cons-
truido entre el 130 y el 133, el cilindro se apoya en un gran basamento cuadrado.
1056. Edificio circular en cuyo centro se encontraba la tumba de Augusto, en corres-
pondencia con la estatua en bronce del emperador a la que hace referencia
Andrés. Estrabón (63 a. C.-24 d. C.) pasó muchos años en Roma.
486 JUAN ANDRÉS MORELL

árboles que la hermoseaban con su verdura, con un bosque, un


paseo, grandes verjas de hierro, una plaza adornada de obeliscos,
y con otras especies de delicias y suntuosidad! Los anticuarios de
los siglos pasados describen aún varias cosas que existían enton-
ces en aquel sepulcro, y lo que ahora se ve hace creíble cualquie-
ra grandiosidad que nos digan de él. Una gran fábrica redonda
que se va estrechando a modo de pirámide en órdenes, y que ter-
minaba en una cúpula, se ve todavía en gran parte, estando ente-
rrado lo inferior, y desmoronado lo superior: los paredones de
bajo son tan enormes que en los gruesos de ellos se hicieron
cámaras sepulcrales1057; su extensión era tal que en la parte supe-
rior, donde era ya más estrecha, había un campo tan espacioso
que este verano se hacían corridas de toros, con su pretil, sus
varias filas de asientos y palcos muy capaces, y sin embargo que-
daba fuera de este recinto anchuroso espacio para pasear y tomar
el fresco. Ahora las paredes están sin sus adornos, pero no obs-
tante muestran la antigua magnificencia de todo el edificio.

SEPULCRO DE ADRIANO
A la otra parte del río Tiber fabricó Adriano su sepulcro cele-
brado con el nombre de Moles Adriani1058, y ahora Castel Sant
Angelo, y quiso superar en él la magnificencia de Augusto. El
primer orden de este edificio es cuadrado, y el segundo redon-
do, todo ancho y alto, y todo de hermoso mármol y de elegantí-
sima arquitectura. Éste se ve aun ahora; pero las columnas,
estatuas y otros riquísimos ornamentos, que el lujo de Adriano
hizo poner en él, han sido destruidos en gran parte, y algunos
pocos, que todavía se conservan en el Vaticano y en otras partes
de Roma, manifiestan lo que habrá sido todo aquel rico y sober-
bio mausoleo.

1057. Para los miembros de la dinastía Julio-Claudia.


1058. Era el mausoleo ordenado levantar por Adriano para su tumba, más tarde fortifica-
do e integrado en la muralla entre fines del siglo III y principios del IV. Finalmente
fue transformado en castillo por Alejandro VI en los últimos años del siglo XV.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 487

OTRAS ANTIGÜEDADES
Mas yo no podría concluir esta carta si quisiera sólo nombrarte
los infinitos monumentos antiguos de que se ven aún en Roma
las reliquias. ¿Cuánto no podría decirte de los foros, de los tea-
tros y de otras mil cosas? ¿Cuánto del gusto que se logra en ver
el puente sublicio, que tan valerosamente defendió Horacio
Cocles1059; en pasar por la puerta Tergemina, por donde dicen
que salieron los tres Horacios a pelear con los tres Curiados1060;
en pasar con Horacio por la Via Sacra1061, con Marcial por la
Suburra1062, por el Argileto1063 y por otros varios parajes; en
entrar con Virgilio en la cueva que dicen de Caco1064, y exami-
nar con él todo el Aventino; y así ir corriendo con todos los his-
toriadores, poetas y escritores antiguos por las calles de Roma?

1059. Horacio Cocles defendió Roma en el 507 a. C. en el puente Sublicio, sobre el


Tiber, ante el ataque del rey de los Etruscos, Pórsena.
1060. Se trata de la leyenda de los tres hermanos Horacios de Roma que se enfrentaron
con los tres hermanos Curiados, de Alba Louga, para dirimir la supremacía de una
de las dos ciudades, y que acabó con la victoria de los Horacios, aunque sólo uno
sobrevivió al combate. Fue una historia muy popular en la Edad Moderna: Cor-
neille escribió la tragedia Horace en 1640, y fue incorporada como cierta en uno
de los libros más difundidos que sobre el tema se escribieron en la primera mitad
del Setecientos, la Histoire Romaine de Charles Rollin, publicado en 1738, para
finalmente convertirse en el tema central del manifiesto neoclásico por excelen-
cia, el cuadro de David Sennents des Horaces, que Andrés pudo ver cuando se
presentó en Roma en agosto de 1785, con la conmoción que suscitó.
1061. Cruzaba el Foro hasta la colina Capitalina, y por ella discurrían los desfiles de los
generales romanos victoriosos.
1062. El barrio más antiguo de Roma. Marcial en sus Epigramas, XII, 18, compara la
agitación de la vida en Roma («vas de un lado a otro por la ruidosa Suburra») con
la vida tranquila en Bílbilis, «a la que he vuelto después de que han pasado
muchos años, me recibe y me hace campesino».
1063. Argileto era la calle de los libreros en Roma y estaba situada en las proximidades
del teatro Marcello.
1064. Decía Virgilio: «Allí hubo en otro tiempo una cueva apartada, espaciosa, profun-
da, inaccesible a los rayos del sol, donde moraba Caco, hombre monstruoso, de
horrenda catadura», en Eneida, Barcelona, Planeta-Agostini, 1995, VIII, pp. 194-
199, en traducción de Javier de Echave-Sustaeta.
488 J U A N A N D Kits M O H E I . L

Créeme, gustos semejantes no se los puede imaginar sino quien


ha tenido ocasión de probarlos; y por más que yo quisiera decir-
te para describírtelos, jamás podría hacerte formar una justa
idea de lo que son. Sólo te quiero decir que frecuentemente me
venías a la memoria, imaginándome el gusto que hubiera teni-
do de ver toda aquella ciudad en tu compañía.

COTEJO DE ROMA ANTIGUA CON ROMA MODERNA


En Roma todo es grande, todo instructivo, todo singular. En
ninguna parte hay tantas librerías, ni tan provistas de códices y
de libros no comunes; en ninguna tantos ni tan ricos museos; en
ninguna tantas ni tan copiosas y selectas galerías de pinturas; en
ninguna templos y Palacios tan grandiosos, y de buen gusto;
en ninguna tantas y tan magníficas fuentes y Villas; en ninguna
tantas memorias de antigüedad. Por todas partes se ven precio-
sas producciones de las artes modernas; por todas se admiran
excelentes obras de las artes antiguas, y soberbios monumentos
de la magnificencia romana antigua y moderna; y las perfeccio-
nes y primores de todos los mejores siglos, juntos y unidos en
Roma, hacen que aquella ciudad sea la escuela de la erudición
anticuaría y eclesiástica, y de las nobles artes, el emporio del
buen gusto, y la maravilla de todo el mundo.
La magnificencia y hermosura de los templos, Palacios y
otros edificios, de las plazas, de las fuentes, de las Villas y de tan-
tos otros monumentos del buen gusto en todas las artes, pueden
hacer dudar si el esplendor de la moderna Roma ha llegado a
igualar, o tal vez superar el de la antigua; y estoy persuadido a
que varios decidirán en favor de la moderna. Yo, sin embargo,
asombrado de la grandiosidad y belleza de todo el moderno
Vaticano, y de otros Palacios y templos, encantado de las pintu-
ras de Rafael, de Carracci, de Guido, de Mengs, y de otros
maestros, enamorado de algunas estatuas de Miguel Ángel, de
Maderno, de Bernini y de otros modernos, no dudo dar libre-
mente la preferencia a la antigua Roma. Los fragmentos que
vemos de las fábricas antiguas nos presentan desde luego una
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 489

valentía, grandeza y elegancia que nos hacen dar con muchas


ventajas la preferencia a la arquitectura antigua sobre lo mejor
y más decantado de la moderna; y algunos residuos de su rique-
za, y los vestigios y memorias que nos quedan de ella, hacen que
nos confundamos de nuestra miserable vanidad y presuntuosa
pobreza.
La moderna escultura no puede entrar en cotejo con la
antigua. ¿Qué tienen que ver el Moisés de Miguel Ángel, la
Santa Teresa de Bernini1065, la Santa Cecilia1066 y otras celebra-
das estatuas modernas, con las medianías y menos conocidas de
los antiguos? Y luego aquella multitud de millares de estatuas y
bajos relieves, que se conservan de los antiguos, hace desapare-
cer los pocos monumentos que nos han dejado los modernos. La
pintura moderna podrá con más razón competir, no sólo con la
antigua pintura, de la que no se ven en Roma monumentos igua-
les a los suyos, sino aun con la escultura, que nos da mejor idea
del gusto de los antiguos. Sin embargo, comparando en dife-
rente línea el San Miguel de Guido1067, con el Apolo de Belve-
dere1068, la Transfiguración de Rafael1069, el San Jerónimo y
otras pinturas de Domenichino, de Guercino y de los mejores
pintores, con el Laocoonte, el Antínoo, el Gladiador y otras
muchas famosas estatuas, parece que se halla mayor gusto en la

1065. El Éxtasis de Santa Teresa fue esculpido por Cían Lorenzo Bernini (1598-1680)
en 1646 para la capilla Cornaro de Santa Maria della Vittoria, que él mismo
construyó entre 1644 y 1652.
1066. De Stefano Maderno. Vid. nota 896.
1067. El San Miguel de Reni, pintado en 1610, se encuentra en la Iglesia de los Capu-
chinos. Muestra al arcángel con las alas desplegadas y los brazos abiertos, viste
coraza y enarbola una espada, vid. nota 701.
1068. Estatua de mármol de 2'24 m de altura situada en una hornacina del patio de las
estatuas del Belvedere. Pío VI la cedió a Francia en 1797, obligado por las cláu-
sulas del Tratado de Tolentino, pero regresó al Vaticano en 1816. Winckelmann,
que tanta influencia tuvo sobre Andrés, la consideraba ejemplo de estatua ideal.
Vid. F. HASKELLy N. PENNY: El gusto..., pp. 166-169.
1069. Vid. Carta IX.
490 JUAN ANDRÉS M o H E L L

contemplación de las estatuas antiguas que en la de las pinturas


modernas.
Y generalmente Roma antigua, en la magnificencia, sun-
tuosidad y riqueza, y en la inteligencia, elegancia y buen gusto,
queda en mi juicio tan superior en sus obras a la moderna, como
ésta lo es a todas las ciudades del mundo. ¡Qué gusto, pues, no
ha de ser el gozar de los monumentos de Roma antigua y
moderna, y ver en una ciudad las mayores perfecciones del arte
humana, y lo mejor del Universo! En todas las bibliotecas no hay
libro que enseñe y deleite tanto como el gran libro de Roma,
pues un libro es toda ella, llena de eruditas memorias y de agra-
dables lecciones de fino y sólido gusto. Pero baste ya de Roma,
que tal vez nos ha llevado sobrado tiempo.
CARTA XI
Mantua, 12 de enero de 1786

SUJETOS QUE TRATÓ EN ROMA


En este correo no puedo salir todavía de Roma, porque me
dejaba una cosa sobrado esencial, y que tú deseas mucho más
que varias de las que te he escrito hasta ahora. Te he hablado
hasta aquí de las cosas que he visto en Roma, y tú quieres que
te hable de los sujetos que he conocido, y que te dé alguna idea
de la literatura de aquella ciudad. Creo haberte escrito desde
Roma cómo me había convidado a su mesa el Señor Cardenal
Archinto1070, donde concurrieron el Señor Cardenal Ghilini1071,
con Monseñor Galletti1072, Obispo in partibus, autor de una
voluminosa colección de inscripciones de los tiempos bajos10'3
y de algunas otras obras, con Monseñor de la Somaglia1074, docto
prelado y escritor de buen gusto, de quien corren impresas algu-

1070. Vid. Carta VI y nota 604.


1071. Tommaso María Ghilini (1718-1787).
1072. Pier Luigi Galletti (1724-1798). Benedictino, fue bibliotecario de la Vaticana y
consagrado Obispo por Pío VI en San Paolo fiiori le Mura, en cuyas proximida-
des existía un monasterio donde residía Galletti. Vid. Notizie spettanti alia vita
del P. abbate Pierluigi Galletti, Roma, 1793.
1073. Inscriptiones romanae infimi aevi Romae extantes, Roinae, 1760, 3 vols.
1074. Giulio Maria della Somaglia (1744-1830). Era entonces Secretario de la Sagrada
Congregación de Ritos, y llegaría a cardenal en 1795.
492 J U A N AND u it s Mo H E L L

ñas cosillas, con un Olivetano, el P. Gallerati10'5, pintor y autor


de no sé qué opúsculo de pintura, con el célebre Abate Bosco-
vich10'6, que se hallaba entonces en Roma, y con algunos otros,
que todos juntos formaban una Academia más que una mesa, y
podía llamarse aquella comida una cena de sabios, no menos
que un convite cardenalicio.

CARDENALES
El Señor Cardenal Archinto entre otras curiosidades tiene una
colección de estampas de los más célebres grabadores; pero de
nuestros españoles sólo tiene una de Carmona 10 ' 7 que éste pre-
sentó a la Academia de París10'8, y la Virgen del Pez de
Selma10'9; me le quejé amigablemente de que no tuviera otras
varias que le nombré; pero me respondió quejándose mutua-
mente de los españoles, que son tan avaros de sus cosas que no
las comunican a las otras naciones, y cuando todos procuran
hacer comercio de sus libros, estampas y otras producciones,
sólo los españoles se las tienen encerradas en sus Pirineos sin
quererlas comunicar a los demás. Esta misma queja he oído a
varios que nos hacían el favor de creer que tenemos cosas dig-
nas de comunicarse, porque otros no quieren creer tanto, pues
que en efecto nada ven. Quisiera que, si no el interés, a lo
menos el amor a la patria estimulase a nuestros libreros, y a
otros comerciantes, a hacer correr por fuera de España estam-
pas y libros, y todo cuanto ahí se haga que nos pueda dar honor.

1075. Francesco María Gallerati, miniaturista y alumno de Angelo Gottarelli.


1076. El ex-jesuita Ruggiero Giuseppe Boscovich (1711-1787). Vid. Carta V y nota
465.
1077. Manuel Salvador Carmona (1734-1820). Grabador de Cámara de los Reyes de
España y director de la Real Academia de San Fernando. En 1768 contrajo
matrimonio en Roma con la hija primogénita de Mengs.
1078. Carmona estuvo pensionado en París entre 1752 y 1763.
1079. Del grabador valenciano Fernando Selma, nacido en 1752. Hoy forma parte de
la colección de grabados de la Real Academia de San Carlos de Valencia.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 493

vPero dejando esto ahora, tú ves sólo en auna mesa varios sujetos
que merecen ser conocidos.
Respecto a los otros Cardenales te he hablado de lo que
me favoreció el Señor Cardenal Zelada, quien puede entrar en
la clase de los anticuarios por unas cartas que escribió al Señor
Cardenal Archinto sobre los ases1080. También me honró el Señor
Cardenal Borromeo1081, docto y ejemplar Cardenal, y éste, que
conoce las buenas impresiones de España, se quejaba de que no
fueran más conocidas, y deseaba, lo que yo también te he escri-
to algunas veces, que se empleasen nuestras bellísimas impren-
tas en doctas ediciones de autores clásicos que se hagan estimar
en todas las naciones. En la mesa del Embajador de Venecia1082
concurrí con el Eminentísimo Carrara1083, con quien respetuo-
samente disputé acerca de los Árabes, a los que su Eminencia
no quería conceder tanta cultura como yo les doy; pero convino
últimamente en que nos ajustásemos concediéndome su Emi-
nencia la cultura para los Árabes españoles, y dejándole yo la
barbarie para los africanos y asiáticos. Ya ves que estas mesas
dan pasto al espíritu no menos que al cuerpo.
Concurrí algunas noches a la conversazione, o tertulia del
Señor Cardenal Boschi1084, sujeto de amenísima conversación,
y lleno de noticias, que conoce muy bien varios de nuestros
autores españoles, y se divierte mucho con Fray Gerundio, del

1080. Vid. Carta VI.


1081. Vitaliano Borromeo (1720-1793).
1082. Girolamo Zulian. Hombre muy vinculado al arte neoclásico y al coleccionismo de
piezas antiguas. Tras la llegada de Can ova a Roma en 1779, habilitó en el Palaz-
zo di Venezia un taller para que trabajara, y en 1781 encargó a Canova la escul-
tura 'leseo snl Minotauro.
1083. Francesco Carrara (1716-1793). Nacido en Bérgamo, fue creado Cardenal en el
consistorio de 14 de febrero de 1785.
1084. Giovanni Cario Boschi (1715-1788). Maestro de Cámara y Cardenal. En el Cón-
clave de 1774 tuvo posibilidades para ser elegido Papa.
494 JUAN ANDRÉS M o R E u L

que ha visto ediciones que yo jamás he sabido que existiesenJOSo.


Conocí al Señor Cardenal Riminaldi1086, de quien te escribí108'
que envía tantos regalos a la biblioteca y al museo de Ferrara su
patria, sujeto docto, y lleno de urbanidad y buen trato. Había
conocido en Mantua al Señor Cardenal Boncompagni1088, ahora
Secretario de Estado, sujeto de gran capacidad y cultura, y versa-
do en la erudición singularmente latina e inglesa. Conocí a algu-
nos otros Cardenales, pero muy poco para decir que los conocí.

PRELADOS
De los Prelados te he hablado otra vez de Monseñor Borja]089,
el cual ha escrito de Benevento, de una cruz de Velletri que le
da motivo para esparcir mucha y no vulgar erudición, del Agnus
Dei, de la Confesión Vaticana de San Pedro, y de otros puntos
eclesiásticos y eruditos1090. Monseñor Todeschi ha escrito varios

1085. De la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes,
se habían hecho segundas ediciones, más o menos furtivas, en 1770 y 1772, hasta
llegar a la editada en Madrid en 1787 en la imprenta de Gabriel Ramírez, en 3
vols. Vid. Francisco AGUILAR PIÑAL: Bibliografía de autores españoles del
siglo XVIII, Madrid, C.S.I.C., 1986, tomo IV, pp. 591-593.
1086. Giovanni Maria Riminaldi (1718-1789).
1087. Vid. Carta IX.
1088. Ignazio Boncompagni Ludovisi (1743-1790). Bolones. Cardenal desde 1775. En
1780, como legado pontificio, elaboró un plan de reforma fiscal de inspiración
fisiocrática que provocó una fuerte oposición, al no haberlo consultado con el
senado, y a la que se sumaron los intelectuales vinculados al Instituto, la Uni-
versidad y las Academias literarias, en defensa de una supuesta libertad ciuda-
dana frente a Roma, pese a que la reforma fiscal atacaba los privilegios fiscales y
favorecía las inversiones capitalistas que mejorasen la agricultura, vid. Renato
ZANGHERI: «Echi della riforma bolognese del cardinali Boncompagni», en
L'Archiginnasio 65 (1966), pp. 1-13.
1089. Stefano Borgia (1731-1804). Vid. Cartas VII, IX y nota 704.
1090. Stefano Borgia: Vaticana confessio beati Petri principis apostolonnn, chronolo-
gicis tain vetennn c¡nam recentionnn scriptonim testimoniis inlustrata, Roma,
Propaganda Fide, 1776.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 495

opúsculos económicos1091 y literarios, y me hizo el honor de


regalármelos. Te he hablado en otra de Monseñor Gaetani1092,
el cual, además de las medallas de reversos pertenecientes a la
arquitectura, tiene varias otras curiosidades literarias que cor-
tésmente me quiso enseñar. Te he nombrado arriba a Monseñor
de la Somaglia, cuya compañía logré varias veces; concurrí tam-
bién en muchas Academias, en la biblioteca del Colegio Roma-
no, y en mi viaje a Ñapóles con Monseñor Coppola, joven
napolitano de mucho mérito; y dejo de nombrarte otros muchos
por no hacerte una letanía.

PRÍNCIPES ROMANOS
De los Príncipes romanos conocí al Príncipe Chigi1093, que me
hizo el honor de regalarme sus obras1094, y es sujeto de ingenio
y cultura; concurrí a su mesa con el Abate su bibliotecario1095, y
se habló mucho de la pintura al encausto de nuestro Reque-
no1096, y de otras cosas literarias, y se hizo también ésta una
comida erudita. Concurrí una noche a la tertulia de la Señora
Maria Pezzeli, dama muy culta y de muy buen trato, donde hay
siempre muy buena compañía de Caballeros y Prelados litera-
tos, romanos y forasteros. Allí vi al Príncipe Rospigliosi1097, que
después supe ser de fino gusto, e inteligente en el griego, latín
e italiano, y en todas las nobles artes. Concurrí varias veces a una
Academia con un joven Canónigo de S. Pedro, hijo del Prínci-

1091. Claudio Todeschi: S«gg¡ di agricultura, manifatture e commercio, Roma, 1770. En


1779, publicó en Roma, en 3 vols., su Opere di Momignore Claudio Todeschi.
1092. Vid. Carta VII: Museo de medallas de Monseñor Gaetani.
1093. Sigismundo Chigi (1736-1793), Príncipe de Farneta.
1094. Chigi publicó Specimen phijsicae experimental'^, Siena, 1752; Applausi poetici,
Siena, 1752, y el libreto de la ópera II Conclave dcll'anno 1769, Roma, 1775.
1095. Ennio Quirino Visconti (1751-1818). Vid. nota 536.
1096. Vicente Requeno y Vives S.I. (1743-1811). Vid nota 7.
1097. Luigi Rospigliosi Pallavicini (1756-1835).
496 JUAN ANDRÉS M o u E L L

pe Lante1098, que me pareció culto y estudioso; concurrí a otras


partes con otros Príncipes y Señores romanos, que no pude tra-
tar tan largamente, ni conocer como a éstos.
El Duque de Ceri es un Príncipe joven, que, además de
poseer las lenguas vivas más cultas, se emplea en estudiar la
griega, cultiva con fruto la poesía italiana, y conoce las gracias de
la latina. Éste tiene en su casa todos los jueves por la tarde una
Academia llamada de los ocultos, y desde el primer día me hizo
el favor de convidarme a ella, a la que fui con mucho gusto, por-
que concurren varios sujetos de mérito. No estaba entonces en
Roma el Señor Senador Rezzonico1099, a quien había tenido el
gusto de conocer en Mantua, caballero muy amante, inteligen-
te y protector de las nobles artes. Te he nombrado estos Carde-
nales, Prelados y Príncipes porque deseas saber los que he
conocido, y, aunque no son todos de particular mérito, pueden
sin embargo servir para darte a conocer de algún modo aquella
ciudad.

LITERATOS
Los Príncipes romanos que conocí los hallé muy cumplidos y
atentos, lo que me hace creer lo mismo de los demás. Pero
dejando estos Señores de superior rango, y viniendo más parti-
cularmente a los literatos, te puedo decir que éstos en Roma son
como las estatuas, pinturas, antigüedades y libros, que se
encuentran a cada paso. No veía Abatillo que no me lo hicieran
conocer por algún título literario, y donde menos pensaba, en
cualquier Secretario, en cualquier empleado encontraba un
autor. ¡Qué lista tan larga no debería formar si quisiera nom-
brarte, no digo todos los literatos, no todos los escritores, sino

1093. Luigi Lante, duque de Bomarzo (1740-1795).


1099. Abondio Rezzonico, sobrino de Clemente XIII, Senador de Roma y hermano de
los Cardenales Cario y Gianbattista. A iniciativa suya se encargó a Canova la cons-
trucción del sepulcro a Clemente XIII en San Pedro.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 497

solamente todos aquellos que traté! Te referiré algunos según


me vendrán a la memoria, y dejaré que te imagines cuántos y
cuáles más habrá en aquella gran ciudad.

EN LA ANTICUARÍA

Empiezo por dos cuyas obras había visto antes de salir de Espa-
ña, y son Zacearía1100 y Lazzeri1101. ¿A quién le vendrá de nuevo
el nombre de Zacearía, conocido en toda Europa por tanta infi-
nidad de obras eruditas? Si te quisiera hacer el catálogo de ellas
llenaría ciertamente muchas páginas: en la edad de 73 ó 74 años
está siempre trabajando, y continúa en aumentar el número de
sus obras impresas. Lazzeri no ha impreso tanto, ni es tan cono-
cido fuera de Roma, pero no es menos erudito ni menos esti-
mado dentro de ella; y en la misma edad de Zacearía continúa
en estudiar con igual ardor. Entre sus obras, la que más nos
interesa a nosotros es la edición de las obras del español Perpi-
ñá con su vida latina1102. El aplauso de esta edición se puede
conocer por lo rara que se ha hecho, pues, por más que he
encargado que me la buscasen, no me ha sido posible encon-
trarla venal. Lazzeri vive ahora con el Señor Cardenal Zela-

1100. Francesco Antonio Zacearía S.I. (1714-1795). Fue nombrado por Pío VI profe-
sor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Roma. En las polémicas sobre
el Diablo, frente a la incredulidad ilustrada defendió, junto al dominico Mama-
chi, la necesidad de estar vigilantes ante los poderes de Satanás.
1101. Pietro Lazzeri S.I. Vid. nota 560.
1102. Pere Joan Perpinya S.I. (1530-1566). Humanista valenciano y profesor de letras
en el Colegio Romano. Fue uno de los impulsores de la primera Ratio Studio-
nim. Vid. Miguel BATLLORI: «La Ratio Studiorum», en Cultura i finances a
l'Edad Moderna, Valencia, 1997, pp. 37-63. El ex-jesuita Esteban de Arteaga
tuvo interés en publicar sus obras completas, en BATLLORI: La cultura hispa-
no italiana..., pp. 153-154. En 1749 se publicaron en Roma, en la imprenta de
los hermanos Palearini, los 3 vols. de su Opera.
1103. Zelada, como administrador de los bienes romanos de la extinta Compañía de
Jesús, tenía su residencia en el Colegio Romano, donde también residían algu-
nos ex-jesuitas dedicados a la docencia. Esta decisión de Zelada, según Azara,
«escandalizó toda la Europa», en José Nicolás de AZARA: El espíritu de D. José
498 J U A N A N OH Es M O H E L L

da1103; al mismo tiempo es bibliotecario del Colegio Romano, y


no pudiendo acudir a la obligación de este empleo con la debi-
da puntualidad hace sus veces el Abate Luchini1104, traductor e
ilustrador de las actas de los Mártires de Ruinart1105.
En el Jesús traté a varios Abates conocidos por sus escritos:
Morcelli, de quien te he hablado en otra1106, es autor de una
obra clásica en un tomo en 4° del estilo de las inscripciones1107,
y de otro tomo igual de inscripciones suyas1108, de un tomito de
sermones latinos según el gusto de Horacio1109, y de alguna otra
obrita; ahora está trabajando en la edición de un autor griego
inédito, que es Gregorio Agrigentino, por un códice de la biblio-
teca Albani, y otro de no sé qué parte, que ha podido cotejar1110.
Ambrogi1111 es conocido por la magnífica edición del Virgilio
con su traducción en verso italiano1112; Sánchez de Luna1113 ha
escrito algunas cosas lógicas y matemáticas, y no sé qué obrita

Nicolás de Azara descubierto cu su correspondencia epistolar con D. Alanucl de


Roda, Madrid, Librería de Sojo, 1846, vol. Ill, pp. 22-25.
1104. Vid. Carta VI, y nota 561.
1105. El benedictino Thierry Ruinart (1657-1709) publicó en París en 1698 su Acta
prínwmm martijmm sincera et selecta, traducida al italiano por Francesco María
Luchini S.I. (1727-?): Att'i sinceri de prími martin della cliicsa cattolica, Roma,
Paolo Giunchi, 1777-1779, 4 vols.
1106. Stefano Morcelli S.I. (1737-1821). Vid. Carta VIII y nota 773.
1107. Stefano Morcelli: De stilo inscríptiomnn latinamm Libri III, Roma, 1781.
1108. Stefano Morcelli: Inscríptiones comnientaríis snbiectis, Roma, 1783.
1109. Stefano Morcelli: Serinonnin librí II, Roma, 1784, 167 pp.
1110. Stefano Morcelli: Menologion ton Evaggelion Eortastikon Kalendarínin ccclesiae
Constantinopolitanae CD annonun vetustate insigne primitas e bibliotlieca
romana Albammim in lucein editiim et vetemm monumentaniin comparatione
ditmiiscme commcntaríis illnstratiim cura S.A. Morcelli, Roma, 1788, 2 vols.
1111. Antonio María Ambrogi S.I. (1713-1788).
1112. í! Virgilii Maronis Bucólica, Geórgica et Aeneis, ex cod. mediceo-lanrcntiano
descripta ab Antonio Ambrogi Florentino S.I., itálico versn reddita adnotationi-
bus atcjue varíantibus Icctionibns et antujiiíssimi codicis vaticani pictnrís plnrí-
bnsqne alus vetemm monumentis aere incisis et el. viromm (lissertationibns
illnstrata, Romae, 1763-1765, 3 vols.
BOLONIA, FLOBENCIA, ROMA 499

de lengua griega; Spagni1114 tiene impresos algunos tomos de


materias metafísicas; Mazzolari1115 se ha adquirido muy buen
crédito por su elegante latinidad; y varios otros de aquella casa
se han dado a conocer por algunos escritos.

EN LA POESÍA

Dos raguseos, Stay1116 y Cunich1117, son conocidos en toda


Europa por sus poesías latinas. Monseñor Stay, Secretario del
Papa de cartas latinas, compuso en versos latinos la filosofía Car-
tesiana, y después hizo lo mismo más extensamente con la New-
toniana, ilustrada con notas y con suplementos por el célebre
Boscovich1118, también raguseo. El Abate Cunich se ha distin-
guido por la traducción en verso latino de algunos epigramas y
otras poesías de los poetas griegos más celebrados1119; pero su

1113. Gennaro Sánchez de Luna (1725-1794). Jesuita napolitano. Fue invitado a pasar
a residir en Roma tras la publicación en Florencia de su obra La verítá difesa col
disvclar.si nella sincera esposizione de'fatti sinistramente accennati contra la
Compagina di Gesñ da'cclcbrí riflessionisti, Firenze, Antonio Zatta, 1761, en la
que defendía a la orden frente a Venecia y Portugal, en Franco VENTURI: Sct-
tcccnto riformatore, vol. II, pp. 166-167, y también escribió contra la beatifica-
ción del obispo Palafox. La obra que cita Andrés es la titulada Assertiones logicae
ac metaphysiccae, Naapoli j
111
11
Orationes, Roma, 1773, y Diario
s
1116. Benedetto Stay (1714-1801). Secretario de Breves. Publicó en Venecia en 1744
su Pliilosophiae a Benedetto Staij ragtisino versibns traditae librí sex.
1117. Raimondo Cunich S.I. (1719-1794).
1118. Andrés se refiere a Philosophiae a B. Stay ragnsino versibus traditae librí X...
cum adnotationibiis et suplementis P. Rogerii Joscplii Boscovich, 3 vols., Roma,
1755-1792.
1119. Autor de Anthologia sive Epigrammata anthologiae graecomm selecta latinis
versibns reddita et animadversionibns illnstrata, Romae, 1771, y reeditado en
Venecia en 1784.
500 J U A N A N D R É S M o u rc n,

mayor obra es la enérgica y elegante traducción de la Iliada 1I2(> ;


es hombre que se acerca a los 70 años, pero se mantiene fresco
y vigoroso, y continúa en regentar su cátedra de retórica en el
Colegio Romano, en que ha estado empleado por tantos años.
También escribe elegantes versos latinos el Abate Taruffi"21,
autor de otras obritas, y leyó algunos muy buenos en la acade-
mia del Duque de Ceri; y hay varios otros escritores de poesías
latinas que yo no tuve ocasión de conocer. Te he hablado en otra
del Abate Marini1122, que es Archivero de Castel Sant Angelo y
de San Pedro, autor de una obra histórica de los Archiatros1123,
o primeros médicos pontificios, y de otras obras de antigüedad
y erudición.
Grande anticuario y profundo grecista es el Bibliotecario
del Príncipe Chigi, el Abate Visconti, de quien también te he
hablado1124; éste escribe del museo Pio-Clementino, y en las
antigüedades de Roma, del Piranesi; y al mismo tiempo se
emplea en otras pequeñas obras. Conocí al Canónigo Guas-

1120. Homerí Illas latinis versibtis expresa a Raijmnndo Cnnicliio, Romae, Joannes
Zempel, 1776.
1121. Giuseppe Antonio Taruffi (1722-1786). Entre otras obras, escribió un Elogio acca-
cleinico del chiarissimo poeta cesáreo Pictro Metastasío, Roma, 1782. En 1769 le
fue ofrecida una cátedra de elocuencia e historia en la Universidad de Pavía.
1122. Gaetano Marini (1742-1815). Vid. Carta VI y nota 520.
1123. Gaetano Marini: Dcgli archiatri pontifica, Roma, 1784, 2 vols.
1124. Ennio Quirino Visconti (1751-1818). Vid. nota 536. Andrés lo consideraba el
depositario de la herencia intelectual de Winckelmann: «Roma ve crecer un
hombre perfecto en esta ciencia [la Anticuaría] en el joven Visconti, nacido, por
decirlo así, anticuario. El uso que desde la infancia hace de las antiguallas, el
pleno conocimiento que tiene de la lengua griega y de la erudición antigua, y la
vida, digámoslo así que pasa entre los antiguos le hacen dueño y señor de las esta-
tuas, piedras preciosas, monedas y de todas las riquezas de la Antigüedad; y se
muestra tal en las explicaciones que ha hecho de muchas piezas del Museo Vati-
cano y de otros monumentos antiguos de Roma. Quiera el cielo que, dejando
para otros inferiores a él estas exegéticas vigilias, se dedique a obras de ingenio
más dignas de su mérito anticuario y más útiles al público», en Origen..., vol. Ill,
p. 459.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 501

co1125, prefecto del museo Capitolino, colector e ilustrador de


las lápidas que hay en él, y autor de una obra sobre los funera-
les de los antiguos1126. Vi sólo un momento sin poderlo tratar al
Abate Amaduzzi 1127 , anticuario y filólogo, profesor e inspector
de la imprenta en el Colegio de Propaganda, profesor también
en la Sapiencia, y empleado en varios destinos literarios. Nin-
guna clase abunda en Roma de tantos cultivadores como la anti-
cuaría, y sería cosa larga quererte hablar del Abate Giovanazzi,
Bibliotecario del Príncipe Altieri1128, ilustrador de Aveia, ciudad
de los Vestinos1129, de un fragmento inédito de Tito Livio, y de
varios puntos de antigüedad; del Padre Maguan1130, Mínimo
francés establecido en Roma, autor de muchas obras numismá-
ticas1131; de un Padre Biasi, si no me engaño, camandulense,
ilustrador de algunas lápidas griegas y de otras antigüedades; de
un Padre Paoli1132, que ha escrito de las antigüedades de Poz-
zuolo, de Pesto y de otras1133; y de tantos otros anticuarios que
se distinguen con más o menos honor.

1125. Francesco Eugenio Guaseo (1725-1798). Vid. también Carta VII, tomo I, nota
647. La obra de Guaseo contra el Sínodo de Pistoya, Diccionario Ricciano i/ anti-
rícciano, fue traducida al castellano por el Marqués de Méritos y publicada en 2
vols. en Madrid en 1796.
1126. Francesco Eugenio Guaseo: / rítifitnebrí di Roma pagana, Lucca, Benedini, 1758.
1127. Giovanni Cristoforo Amaduzzi (1740-1792). Vid. Carta VII y nota 655.
1128. El Palazzo Altieri, situado cerca del Gem, había sido construido en la segunda
mitad del siglo XVII por Giovan Antonio De Rossi, quien se inspiró en el Palaz-
zo Farnese.
1129. Habitantes del territorio comprendido entre los Apeninos y la costa del Adriáti-
co, en los Abbruzzo, y cuya capital era Aveia, la actual Fossa, a poca distancia de
la ciudad de L'Aquila.
1130. Dominique Maguan O. M. (1731-1796).
1131. Bnittia numismática, Roma, 1773; Miscellanea numismática, Roma, 1772-1774,
4 vols.; Lncania numismática, Roma, 1775.
1132. Paolo Antonio Paoli (1720P-1790?), de la Orden de San Juan. Fue nombrado pre-
sidente de la Accaclemia Ecclesiástica.
1133. Andrés se refiere a Antichitá di Pozznoli, Napoli, 1768, y a Pacsti, quod Posido-
niametiam dixere, rudera, Roma, 1784.
502 JUAN ANDRÉS M o R E L L

Poetas lo son todos los italianos, y en la Academia del


Duque de Ceri y en la Arcadia oí varias composiciones latinas e
italianas de los poetas romanos; pero el poeta que actualmente
escribe en Roma con más crédito, y es más celebrado por toda
Italia, es el Abate Monti1134, ferrares, de quien, además de un
tomo de poesías, corren varias piezas sueltas muy estimadas, y
singularmente su canción sobre los globos aerostáticos se ha
reimpreso ocho o diez veces1135. Conocido es aun fuera de Ita-
lia el Abate Pizzi, más por su empleo de Secretario de la Aca-
demia que por sus poesías1136.

EN LAS CIENCIAS NATURALES

Las ciencias naturales no se cultivan tanto en Roma como las


eclesiásticas y la anticuaría; pero sin embargo allí está el célebre
Padre Jacquier1137, tan famoso en las matemáticas, viejo de casi

1134. Vincenzo Monti (1754-1828). Residía en Roma desde 1778. Llegó a ser secreta-
rio del sobrino de Pío VI, Luigi Braschi. Respondió a Alfieri cuando en un sone-
to criticó a Pío VI, y cantó el viaje del Pontífice a Viena en su poema Pcllegrino
apostólico, en Ludovico PASTOR: Historia de los Papas..., vol. XXXVIII, Bar-
celona, Gustavo Gilí, 1940, p. 44.
1135. De la amplia producción de Monti, Andrés se refiere a los 3 vols. de Versi, publi-
cados por la Stamperia Reale de Parma, y a la oda Sopra i palloni volanti.
1136. Gioacchino Pizzi (1716-1790). Era Secretario de la Arcadia desde 1766. La lec-
tura de su Ragionamenti sulla trágica e cómica poesía, publicada en Roma en
1772, donde defendía una moderada imitación de la literatura neoclásica fran-
cesa, provocó un agrio debate entre los académicos. Vid. Calogero COLICCHI:
Le polemiche contra I'Arcadia, Messina, 1972, pp. 29-33. Sus poesías eran amo-
rosas, religiosas (a la festividad de la Asunción), o dedicadas a personajes diver-
sos, como a Metastasio, al rey de Cerdeña Cario Emanuele III, a Clemente XIV
o a José II cuando visitó Roma en 1769.
1137. Francois Jacquier (1711-1788). Franciscano mínimo residente en el monasterio
francés en Trinitá dei Monti, fue comentarista de Newton, publicando su Com-
mentaire sur Newton en 4 vols., y sus Iiistitutiones plúlosopliicae ad studia theo-
logica potissimnm accomodatae, Roma, 1776-1777, 5 vols. Fue editor de los
Principia matliematica newtonianos. Fue llamado a Roma por Benedicto XIV
junto a Boscovich en el intento pontificio de hacer posible el encuentro entre
ciencia y religión.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 503

80 años, y catedrático en el Colegio Romano y en la Sapiencia.


El Abate Calandrelli1138, Catedrático de Física en el mismo
Colegio Romano, es sujeto muy versado en las Matemáticas, de
que ha impreso algunos opúsculos1139, y ahora trabaja en obser-
vaciones meteorológicas para la Academia de Monaco, de la
que es individuo. El Abate Cavalli1140, también Catedrático del
Colegio Romano, ha impreso dos tomos de cartas meteorológi-
cas1141, en las cuales expone algunos instrumentos inventados
por él, o a lo menos mejorados, y varias observaciones suyas
hechas con dichos instrumentos; es también director del obser-
vatorio astronómico del Duque Gaetani de Sermoneta1142, al
que asiste juntamente un portugués, de cuyo nombre no me
acuerdo. Matemático es también el Abate Pezzuti, autor princi-
pal de las Efemérides literarias1143, que ha sido profesor de
Matemáticas en Rusia, y ha escrito algunos opúsculos.
Me hizo una visita muy larga un buen viejo, Arena1144; es
Jesuíta siciliano, autor de una obra sobre el cultivo de las flo-
res1145, que con razón ha sido aplaudida dentro y fuera de Italia;

1138. Giuseppe Calandrelli (1749-1827). Profesor de Matemáticas en el Colegio


Romano, colaboró con Boscovich, cuando éste regresó a Roma en 1785, para
retomar el proyecto de dotar al Colegio de un observatorio astronómico, de cuya
dirección se encargó el propio Calandrelli.
1139. Los opúculos de Calandrelli fueron reunidos en una publicación en 1806: Opos-
ciili astronomici, Roma, 1806, 209 pp.
1140. Attanagio Cavalli. Carmelita, enseñaba Física en el Colegio Romano desde la
extinción de los Jesuítas. Inició en 1785 las observaciones diarias de viento, tem-
peratura, precipitación y presión atmosférica.
1141. Attanagio Cavalli: Lettcre meteorologiclie romane, Roma, Pagliarini, 1785.
1142. Francesco Gaetani, duque de Sermoneta. Logró en 1795 que regresara a Roma
la Accadcmia (leí Lincei, que había funcionado en la capital romana entre 1603
y 1630, para volver a funcionar en Rimini a partir de 1745.
1143. Effemerídi letteraríe di Roma. Se publicó entre 1772 y 1823, 41 vols.
1144. Filippo Arena S.I. (1708-1789). Profesor de Matemáticas y Filosofía en Palermo,
estuvo interesado en estudiar la polinización de las flores por medio de insectos.
1145. Filippo Arena: Delia natura e cultura de'fiori físicamente esposata, Palermo, A.
Felicella, 1768, 3 vols. El primer volumen está dedicado a la anatomía y
504 JUAN A N D u F, s M o u E L L

ha impreso después parte de un sistema físico de su inven-


ción1146, y piensa en ir imprimiendo las otras partes que le fal-
tan; y, lo que me hizo reír en su edad de 76 años, después del
sistema quiere imprimir algunas máquinas que ha inventado y
antes ha de verificar; luego ciertas otras, que sólo las tiene en la
mente, las quiere poner en ejecución, verificarlas, imprimirlas
y después morir. Un Padre Gaudio1147, Esculapio, y otros regu-
lares cultivan y promueven entre los suyos estos estudios. El
Duque Gaetani de Sermoneta tiene su observatorio que no vi,
pero oí decir que estaba muy bien provisto de instrumentos, y
en él se hacen muchas observaciones astronómicas y meteoro-
lógicas. Te escribí en otra del museo y observatorio que tiene el
Señor Cardenal Zelada1148. Así que aun estas ciencias que pare-
cen más abandonadas en Roma tienen varios sujetos que las
acogen con mucho honor.

EN LAS CIENCIAS SAGRADAS

No me atrevo a tocar las ciencias sagradas porque sería nunca


acabar. Aunque no tuve proporción de tratar al Eminentísimo
Gerdil1149, no puedo dejar de nombrártelo como hombre gran-
de y docto escritor en física, en moral y en teología, y fuerte

fertilización de las flores, y los dos restantes a horticultura y la jardinería. Las imá-
genes que ilustran el texto fueron realizadas por el pintor Mario Cammerari.
1146. Filippo Arena: Plujsicae quaestiones praecipuae novis expcrímentis, et observa-
tionibiis rcsolntae, Roma, M. A. Barbiellini, 1777.
1147. Francesco Maria Gandió (1726-1793). Sucedió a Thomas Lesueur en la Cátedra
de Matemáticas de la Sapienza, y logró una gran reputación como ingeniero
hidrostático, publicando Memoria irostatica preséntala a inonsignor Passionei,
scgretarío della Sacra Congregaziotw dclle Acc/ue, Roma, 1783, y Discurso sulla
replczione e deplezione de' lag] i i o riccttacoli, Roma, 1736.
1148. Vid. Carta VI.
1149. Giacinto Sigismondo Gerdil (1718-1802). Barnabita saboyano y Cardenal desde
1777, fue un convencido cartesiano y uno de los más importantes apologistas de
la Iglesia Católica en el Setecientos. Sus obras más importantes fueron L'imina-
teríalitédc l'áme demontrée contre M. Locke, Turin, 1747, y Defense dn sentiment
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 505

combatidor de la irreligión y de la incredulidad. No había llega-


do aún a Roma el Eminentísimo Garampi1150, quien se ha dig-
nado de hacer algún honor a mi obra del Origen, progresos,
etc., y a quien me hubiera logrado conocer; su erudición anti-
cuaría y eclesiástica le hace uno de los mayores literatos de
Roma; y sus obras, aunque de asuntos sobrado reducidos, y al
parecer pequeñas, están llenas de investigaciones importantes,
y prueban su vasta erudición1151.
Pero dejando el Sacro Colegio, y entrando en los claustros,
¿cuántos te podría nombrar empleados en obras de estas mate-
rias? Conocido es por sus obras y por su carácter el griego
Dominicano Padre Mamachi1152, maestro del Sacro Palacio1153,

dii M. Malebranche sur la nature ct /'origine des idees contre I'examen de M.


Locke, Turin, 1748. También editó, entre otras, su Breve esposizione de' caratte-
rí della vera religione, Roma, 1785. Era contrario a las ideas episcopalistas, y se
manifestó radicalmente opuesto a Febronio, al josefismo y al Sínodo de Pistoya.
1150. Giuseppe Garampi (1725-1792). Nuncio en la Corte Imperial y Cardenal desde
1785. Como anticuario publicó su Sr/gg/ di osservazioni snl valore delle anticlie
inonete pontificie, Roma, 1766, y también Notizie, rególe e orazione in onore de'
ss. martiri dclla ss. basílica Vaticana, Roma, 1756. Fne protector del Colegio
Germánico, e impulsó el primer intento de catalogar sistemáticamente los fon-
dos del Archivo Secreto Vaticano.
1151. Andrés hace mención de las consultas que su amigo, el Abate Lorenzo Mehus,
hizo a Garampi cuando éste se hallaba de nuncio en Viena, en Origen..., vol. VI,
pp. 526 y 707.
1152. Tom in aso Maria Mamachi. Fne, junto a Zacearía, el mayor defensor de la auto-
ridad pontificia. En 1782 fue nombrado por Pío VI Maestro del Sacro Palazzo, y
desde 1785 dirigió el Giornale Ecclesiastico. Venturi lo considera «l'esempio piú
cospicuo di questa nova ondata di polemisti cattolici, tutti tesi a cercar di strut-
tare in senso conservatore e reazionario la volontá ovinque allora diííusa d'un
ritorno alie origine, al mondo primitivo cosí come a la chiesa anteriore a la Con-
troriforma», en Franco VENTURI: Settecento rífonnatore, vol. II, Torino, 1979,
p. 185. Su obra más importante es La pretesa filosofía de' nwdenii incredidi,
Roma, 1767, 2 vols. Andrés destacó su labor «para combatir a los enemigos de la
sede apostólica y la verdad de la religión católica», pero también ponía cierta dis-
tancia respecto a posiciones de Mamachi próximas a la superstición cuando afir-
maba: «favorece las sencillas tradiciones de los católicos, que no siempre sabe
sostener con mucha fuerza», en Origen..., vol. VI, pp. 659 y 882.
1153. Sustituyó en ese cargo al Cardenal florentino Giuseppe Agostino Orsi, la figura
más importante de la Orden de Predicadores en el siglo XVIII, fallecido en 1761.
506 JUAN ANDRÉS M o u E L L

de quien ya tienes noticia, aunque no sea más que por la carta


que le escribió el Abate Eximeno1154 por su modo de proceder
en el extracto que de mi primer tomo se puso en la Efemérides
de Roma1155. Ahora estando yo allí quería un impresor reimpri-
mir esta mi obra; pero el Padre Mamachi como maestro del
Sacro Palacio le negó la licencia si no tenía antes conmigo una
conferencia, y sabía qué es lo que diré yo en el último tomo
sobre las ciencias sagradas1156. A un tal recado, que me trajo
muy confuso el impresor, me venían ganas de ir a conocer per-
sonalmente a este Reverendísimo Padre Maestro que tan extra-
ño uso hacía tan repetidas veces de la autoridad de su empleo;
pero, temiendo perder la paz del ánimo, respondí al impresor
que ni podía ir por tener que marchar a Ñapóles el día siguien-
te, ni adelantaríamos nada aunque fuese, porque no podía decir-
le más que en el último tomo, como en todos los otros, hablaría
como buen católico, y que mi obra se imprime en Parma 115/ , y
no se ha impreso ni se imprimirá tomo alguno de ella sin la
aprobación del Padre Inquisidor Dominicano. No sé en qué ha
parado este negocio, pero ciertamente es cosa muy extraña no
permitir la reimpresión de una obra, sin leerla ni tener nada que
censurar, sólo porque no se sabe lo que se dirá en los tomos que

1154. Antonio Eximeno Pujades S.I. (1729-1808). Andrés se refiere a la Letteru dell'A-
bate D. Antonio Eximeno al Reverendísimo P.M. Fr. Tommaso María Mamacchi
sopra l'opinione del Signar Abate D. Giovanni Andrés intorno alia Letteratnra
ecclesiastica de'Secoli Barban, Man tova, 1783, que fue traducida al castellano
por Francisco Javier Borrull y publicada en Madrid en 1784. Se ha incorporado
al apéndice del vol. I de la edición del Origen, progresos..., dirigida por Pedro
Aullón de Haro, Valencia, Verbum, 1997, pp. CLXXVI-CLXXXVI.
1155. Vid. Belén TEJERINA: «Las reseñas de libros españoles en las Effancrídi lette-
raríe di Roma (1772-1798)», en Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXIII
(1984), pp. 311-326.
1156. La cuarta parte de los Origine, progresi... (vols. VI y VII de la edición de Parma)
estaba dedicada a los estudios eclesiásticos, y no fue traducida al castellano en la
edición española de la imprenta de Sancha. Se ha efectuado por vez primera por
Santiago Navarro Pastor en la edición dirigida por Pedro Aullón de Haro.
1157. En la Stainpería Reale.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 507

se han de imprimir. Mas dejando esto a un lado, no se puede


negar que el Padre Mamachi es un hombre erudito en materias
eclesiásticas, aunque no siempre se le observa un justo racioci-
nio en sus obras.
Los Dominicos tienen al Padre Becchetti1158, continuador
de la historia eclesiástica de Orsi1159; al Padre Audiffredi1160,
que antes ha sido matemático y astrónomo1161, y ahora se ha
dedicado todo a la bibliografía, y ha escrito sobre las impresio-
nes del siglo XV1162, y tienen algunos otros sujetos doctos. Los
Padres del Oratorio, además del Padre de Magistris1163, de

1158. Filippo Angélico Becchetti (1743-1814). Dominico y Obispo de Pieve desde


1810. Escribió la Historia de la Iglesia desde el siglo VII, en que la había dejado
el Cardenal Orsi. Era antijesuita y escribió contra la Compañía en la Rusia Blan-
ca, cuando fueron acogidos por Catalina II. Para Andrés su trabajo no era ple-
namente satisfactorio, y es posible que en su opinión pesara la posición hostil de
Becchetti contra los jesuítas. Según Andrés, tanto la Historia de Orsi como la de
su continuador eran «muy prolijas para quien no tenga tiempo ni ganas de
emprender largas lecturas y acaso no suficientemente instructivas para quien
desee informarse a fondo sobre tales materias», en Origen..., vol. VI, p. 613.
Tampoco serían del gusto de Andrés las posiciones del prelado para rehabilitar
el relato del diluvio universal en su libro Teoría genérale de la térra, Roma, Giun-
chi, 1782, donde recogía todos los testimonios científicos favorables al texto bíbli-
co para contrarrestar los escritos sobre la edad del mundo de los geólogos. Sobre
esta cuestión, vid. Lúea CIANCIO: «Geología e ortodossia. L'eredita galileiana
nella geología véneta del secondo settecento», en Giulio BARSANTI, Vieri
BECAGLI y Renato PASTA (eds.): La política dclla scienza. Tosca na e stati ita-
liani nd tardo Settecento, Firenze, Leo Olschki, 1996, pp. 491-507.
1159. Giuseppe Agostino Orsi (1692-1761). Cardenal. De su Historia Eclesiástica tra-
dujo González Cañaveras una parte con el título Trabajos de los apóstoles en la
fundación de la iglesia cristiana, Madrid, 1793, 2 vols., añadiendo que incluía
«notas críticas a varios descuidos que se hallan en la traducción de la Historia
eclesiástica escrita por el Padre Fray Joseph Agustín de Orsi».
1160. Giovanni Battista Audiffredi (1734-1794). Vid. notas 209 y 569.
1161. Publicó sus observaciones sobre el planeta Mercurio: Mercurins in sole visits, s.l.,
1753, y Novissiimis Mercnrn transitas sub sole, Romae, 1756.
1162. Giovanni Battista Audiffredi: Catalogus lústoríco-críticns Roinanonnn editio-
nnm saccnli XV, Roma, 1785, y Bibliotliccae Casanatensis catalogas librontm
tijpis imprcssonim, Romae, Salvioni, 1761-1788, 5 vols.
1163. Simón de Magistris. Vid. Carta VI y nota 584.
508 JUAN A N D R É S MOKFÍI.L

quien te he citado la edición e ilustración del códice griego de


Daniel secundum LXX1164, tienen al Padre Saccarelli1-165, autor
de una historia o anales eclesiásticos de mucha mayor extensión
que los de Baromo1166; y todas las religiones tienen uno u otro
sujeto que ha escrito sobre asuntos sagrados.
El Padre Bonafede, Abate Celestino, a quien has visto que
Loschi1167 dedica la reimpresión que de mi obra se hace en
Venecia1168, es más célebre por su historia de la filosofía, pero ha
escrito también de cosas eclesiásticas. Concurrí a una Academia
con el Abate Spedalieri1169, que ha escrito con erudición y agu-
deza contra el inglés Gibbon1170 a favor del Cristianismo, y ha
merecido la aprobación de S. Santidad, y de los sujetos juicio-

1164. Con introducción y versión griega de Simone De Magistri (1728-1802), en texto


a dos columnas, se publicó con el título Daniel secnndum Scptnaginta ex telraplis
Orígenis minepríiniini editas csingular! Cliisiano códice annontm supra DCCC,
Roma, Propaganda Fidei, 1772. La introducción de De Magistris de 44 pp.
1165. Gaspare Sacarelli, autor de Historia ecclcsia.stica per anuos digcsta uariisc/ne
observationibus illustrata, Roma 1771-1794, 24 vols.
1166. Cardenal Cesare Baronio (1538-1607). Entre sus obras se encuentran los 12 vols.
de los Alíñales ecclesiastici, Roma, 1588-1607. Sobre Baronio, vid. nota 555.
1167. Luigi Antonio Loschi (1744-1811).
1168. La edición veneciana de DeH'Oiigine se inició por Giovanni Vito en 1783. Fina-
lizó en 1800, con un total de 22 tomos en 8".
1169. Nicola Spedalieri (1740-1795). Siciliano. Siguiendo los deseos de Pío VI de inte-
grar la nueva filosofía con la religión, publicó Dei dirittí dell'uomo lil>ri VI, Assi-
si, 1791, donde se recogían las ideas rousseaunianas del Contrato Social, pero
señalando que era la religión cristiana la guardiana del contrato social y de los
derechos del hombre. Sobre su obra acerca de los derechos del hombre, publi-
cada en 1792, vid. Diario del P. Manuel Luengo, vol XXVI, f. 76, y Claudio GIU-
RINTANO: Socitá e Stato in Nicola Spedalieri, Palermo, 1998.
1170. Edward Gibbon (1737- 1794). Spedalieri polemizó con Edward Gibbon, recha-
zando su obra Decline and Fall oftlie Roman Empire, con una obra en 2 vols.
publicada en Roma en 1784 titulada Confntazione deU'esainc del cristianesimo
falto dal signar Eduardo Gibbon. Vid. Arnaldo MOMIGLIANO: «Edward Gib-
bon fuori e dentro la cultura italiana», en Sesto contríbnto alia storia dcgli stndi
classici e del mondo antico, Roma, 1980, vol. I, pp. 239-241.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 509

sos y doctos. Te hablé en otra del Abate Cancellieri1171, y de su


voluminosa obra sobre la Sacristía de San Pedro, que, según la
descripción que él mismo me hizo, será importante para la anti-
cuaría, y para la historia eclesiástica, y aun para la civil. Los estu-
dios eclesiásticos, no menos que la anticuaría, se pueden
considerar como propios de Roma, y estoy persuadido, como te
escribí de la anticuaría, que con igual talento y aplicación podrá
cualquiera tratar en Roma las materias eclesiásticas con doble
mayor fruto que en cualquiera otra ciudad. Conocí un buen
viejo, que me dijo haber pasado más de 20 años leyendo y vol-
viendo a leer todo el Baronio con algunos otros historiadores
eclesiásticos, y yendo al tiempo de su paseo a visitar algunos de
los lugares mencionados en la historia, y que era raro el día en
que su lectura no le presentase algún monumento que visitar;
era entonces la quinta vez que leía a Baronio, y pasaba con esta
lectura y paseo una vida feliz.

EN OTRAS CIENCIAS

Pero aun fuera de los estudios eclesiásticos se encuentran en


Roma sujetos cultos en varios otros. El Abate Serassi11'2, autor
de la vida de Tasso, y varios otros italianos ilustres, es hombre
muy distinguido en la literatura italiana por la elegancia de su
estilo, y por lo dilatado y profundo de su erudición en este par-
ticular. El Abate Garatoni11'3, Bibliotecario de la Barberina,
escribe muy bien en italiano y en latín, y ha impreso algo de filo-

1171. Francesco Cancellieri (1751-1326). Vid. Carta IX y notas 840 y 841. Andrés se
refiere a su Sagrestia vaticana..., Roma, Casaletti, 1784.
1172. Pierantonio Serassi (1721-1791). Por encargo del Pío VI escribió una historia de
Cesena, ciudad natal del Pontífice, una biografía de Tasso, publicada en Roma
por Pagliarini en 1785, y una vida del pintor Mazzoni. Vid. Daniele ROTA: L'e-
nulito Pier Antonio Serassi biógrafo di Torqnato Tasso: riccrca sulla vita e sntte
opere attraverso il carteggio inédito, Viareggio, M. Baroni, 1996.
1173. Gaspare Garatoni (1743-1817). Publicó una biografía de Eustaquio Zanotti en
1785.
510 J U A N A N OH its Mo H E L L

logia. El Señor Bonis, Caballero de San Esteban de Toscana,


muy amante e inteligente en arquitectura, y el Señor Rossi,
escriben las memorias de las nobles artes.
Para las lenguas orientales en ninguna otra parte puede
haber tanta proporción como en Roma, donde concurren varios
de todas las partes del mundo. Te he hablado en otra del Agus-
tino Padre Georgi1174, el cual, además de varias obritas teológi-
cas y de erudición, ha escrito un Alphabetum Tibetanum11 í5 lleno
de erudición oriental. De médicos no conocí sino al célebre
Monseñor Saliceti1176, Archiatro Pontificio, conocido en toda
Europa, y al Doctor Lucchini, muy versado en ciencias natura-
les. Los Juristas son en Roma casi tantos como los anticuarios y
los teólogos, pero yo sólo conocí a un viejo abogado, Mazzei11'7,
que ha escrito en su facultad, y tiene una librería harto copiosa,
la que me dejó disfrutar libremente. De éstas y de todas las otras
facultades te podría nombrar muchos escritores romanos, pero
sería molesto, y aun imposible el nombrarlos todos.

ACADEMIAS PRIVADAS
Lo sería también el referirte particularmente todas las Acade-
mias privadas, donde concurren varios literatos, y leen algunas
composiciones. Te he dicho arriba cómo el Duque de Ceri
desde el primer día me convidó a su Academia, y fui a ella todos
los jueves que pude; concurrían algunos Prelados, y otros Aba-

1174. Debe decir Giorgi, pues se trata de Antonio Giorgi (1711-1797). Vid. Carta VI y
nota 553.
1175. En 1759 había publicado en Roma su AlpJiabctinn tibetaniim missioinnn apos-
tolicanim commodo eclitum.
1176. Natale Saliceti (1714-1789). Médico del Palacio apostólico y de la Curia de Cle-
mente XIV, y posteriormente de Pío VI, vid. nota 600. Opinó sobre la contro-
vertida muerte de Clemente XIV, según el P. Manuel Luengo, en Pe/peles Varios,
vol. V, f. 226. Agradezco esta información a la Dra. Fernández Arrillaga.
1177. Francesco Mazzei (1710-?). Autor de De legitimo actionis spolii nsii commenta-
ríus, Roma, 1773, y de De matrimonio conscicntiac vulgo minctipato líber siii-
t'ularís, Roma, 1766.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 511

tes y seculares, y se leía alguna composición en verso, o en prosa;


el mismo Duque recitó una bellísima canción que había hecho
a la Duquesa su esposa. El Abate Eximeno me llevó a otra Aca-
demia donde concurren algunos de los que van a la del Duque
de Ceri, como el mismo Eximeno, y otros muchos que no van a
aquélla; aquí oí recitar algo al Abate Spedalieri1178, al Abate Vis-
conti11'9 y a otros; yo mismo leí una disertacioncita que escribí
entonces de prisa sobre los varios significados que se daban anti-
guamente a la palabra Museo, y sobre el origen del que se le da
actualmente, a lo que me movió la vista de tantos museos como
hay en aquella ciudad. Estuve una vez en otra Academia de
Monseñor Cauriani, joven mantuano Prelado, donde otros Pre-
lados y Abates leen disertaciones sobre asuntos eclesiásticos. Y
así en otras muchas casas hay varias Academias, las cuales, si no
sirven mucho para los progresos de las ciencias, son ciertamen-
te útiles para conservar la cultura de la ciudad.

ARCADIA
Estas son Academias privadas; de públicas no hay en Roma sino
la Arcadia1180, la cual propiamente no es más que Academia de
poesía, pero que admite en las prefaciones en prosa toda suerte
de asuntos. Una o dos veces al año, en primavera o verano, se
junta la Academia en el bosque Parrasio, y las demás veces en
una sala de una casa particular. El bosque Parrasio es un bos-
quecillo contiguo a San Pedro Montorio con una buena plaza
redonda en medio, rodeada de algunos órdenes de escaños de
piedra, donde se sientan los concurrentes, y con otro escaño
igual en una parte algo superior destinado para Damas y Carde-
nales; además de esto hay una casita donde no entré, y supongo

1178. Nicola Spedalieri (1740-1795). Vid. nota 1169.


1179. Ennio Quinao Visconti (1751-1818). Vid. nota 536.
1180. Sobre la Accademia degli Arcad i, vid. Rainieri SCHIPPISI: «.L'Arcadia», en Lct-
teratnra italiana. Le correnti, Milán, 1956, pp. 505-556.
512 J U A N A N D R É S Mo H E L L

servirá para retirarse en caso de lluvia, o de alguna otra ocurren-


cia; y todo esto junto forma un aspecto teatral de una nueva
forma que deleita la vista1181. Para comprar este sitio, y reducir-
lo al estado presente, propio de una junta pastoril, pues todos los
Académicos son pastores arcades, concurrió en todo o en gran
parte el Rey de Portugal, si no me engaño, Don Juan V1182.
Estando yo en Roma se celebró una función, y tuve el
gusto de verla. Por el viento frío que hizo aquel día, sólo concu-
rrieron dos Cardenales, Antonelli1183 y Archetti1184, y ninguna
Dama, varios Caballeros romanos y forasteros, Prelados, Abates,
etc. Concurrió el célebre Almirante francés Baylio de Suf-
fren1185, y yo estuve cabalmente sentado a su lado, no habiendo
más distinción de asientos que para Damas y Cardenales. Leyó
su prefación el Abate Visconti sobre el paso de Horacio. Nec

1181. A finales cíe 1787 Goethe fue invitado a ingresar en la Academia, narrando su
experiencia en la anotación del 10 de enero de 1788 y reproduciendo el diploma
que recibió como recuerdo del acto, «in segno dell' altissima stima, che fa la nos-
tra Pastorale Letteraria Repubblica de'chiari e nobili ingegni e perpetua memo-
ria». Se indicaba que le fue dado «dentro il Bosco Parrasio». Cfr. Johann W.
GOETHE: Viaje a Italia, pp. 512-517.
1182. Juan V (1689-1750). Era instruido, amante de la música, las matemáticas y la poesía.
1183. Leonardo Antonelli. Penitenciario Mayor, fue elevado al Capelo cardenalicio en
abril de 1775. Desde la muerte del Secretario de Breves Conti, el 15 de noviem-
bre de 1785, desempeñaba ese cargo.
1184. «Archenti» en el original. Giovanni Andrea Archetti. Nuncio en Polonia desde
1776 como sucesor de Garampi, se implicó notablemente en la cuestión jesuíti-
ca en Rusia, protestante por el restablecimiento de los jesuítas en Bielorrusia,
viajando a San Petersburgo en 1783 como Legado Pontificio hasta junio de 1784,
lo que le valió ser nombrado Cardenal en septiembre de 1784.
1185. Pierre André Suííren (1729-1788). Conocido como el «Almirante Satán», obtu-
vo éxitos militares en el Indico frente a Inglaterra en la campaña de 1781-83, con
el apoyo del sultán Haider-Ali, en particular en Gondeloure el 26 de julio de
1783. Sobre sus campañas en la India, vid. Francois CARÓN: La Guerra ¡ncoin-
prí.'íc, Vincennes, Service historique de la Marine, 1996; Roderick CAVALIERO:
Admiral Satan: tJic life and campaigns of Stiff re n, London-N. York, Tanris, ] 994,
y Claude DES PRESLER: Snffren dans I'Ocean Indien (1781-1783), París, Eco-
nómica, 1999.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 513

quarta loqui persona laboretl]86; luego otro recitó un poema


latino, otros varias poesías italianas, y en medio de éstas un
Abate francés una en su lengua. A esto se redujo la Academia,
que me divirtió por la novedad, y por el espectáculo que pre-
sentaba todo aquel concurso en aquel sitio.

ESTUDIOS PÚBLICOS
Esto es por lo que toca a Academias. Para estudios, o escuelas,
está la Sapiencia1187, que es la Universidad, con bella fábrica,
muchos maestros, y una buena imprenta, que es la que quería
reimprimir mi obra, como te he dicho arriba. Pero adonde con-
curren más estudiantes es al Colegio Romano, antes de los
Jesuítas1188, que es una especie de Universidad bien provista de
maestros. Hay muchos Colegios de Nobles, como el Nazare-
no1189, de los Padres Esculapios, el Clementine de los Padres

1186. Horacio, ars 192-193: «Y no hace falta que el cuarto actor hable».
1187. La fundación de la Universidad de la Sapienza era atribuida a Bonifacio VIII en
1303. La imprenta, que era también la de la Curia pontificia, estaba situada en
uno de sus extremos desde 1715. A fines del siglo XVIII contaba con cinco facul-
tades. Con Pío VI se crearon cátedras de obstetricia y cirugía en la Facultad de
Medicina, y el rector Costantini elaboró un nuevo plan de estudios que puso más
hincapié en fijar el número de profesores en cada facultad que en renovar los
contenidos. La Facultad de Derecho era, con mucho, la que contaba con mayor
número de alumnos. Vid. Maria Rosa di SIMONE: La «Sapienza» romana ncl
Scttcccnto. Organizzazione universitario c insegneinento di dirítto, Roma, Edi-
tion! dell'Ateneo, 1980.
1188. El Colegio Romano, fundado por Gregorio XIII, fue, con la Universidad de la
Sapienza, el principal centro educativo de Roma. Con la extinción de la Compa-
ñía de Jesús, la dirección pasó a una Congregación de tres Cardenales, pero
algunos de los antiguos profesores jesuítas del Colegio siguieron encargándose
de la docencia. Sobre el Colegio Romano, vid. Ricardo GARCÍA VILLOSLADA:
Storia del Collegia Romano dal sno inizio (1551) alia soppresione della Coni-
pagnia di Cesñ (1773), Roma, Universitá Gregoriana, 1954.
1189. El Colegio Nazareno fue fundado en 1618 por el Cardenal Tonti, y estaba diri-
gido por los Escolapios.
514 JUAN ANDRÉS MOUF,LL

Somascos1190, el Apolinar para los Alemanes 1191 , el Inglés, el


Griego y otros muchos1192; y luego el de Propaganda para todo
el mundo1193, como te he escrito en otra1194. Roma se llama la
Ciudad Santa, y podría, por tantos auxilios como tiene para
saber, llamarse igualmente la Ciudad docta.

EXTRANJEROS QUE HAY EN ROMA


Una de las ventajas de Roma es hallarse en ella sujetos de todas
las naciones; y así, como yo quería algunas luces sobre la litera-
tura inglesa, hallé muchos ingleses, y entre otros al Abate Con-
nel, que me favoreció cortésmente. Te hablé en otra de un tal
Zoega1195, dinamarqués anticuario, y conocí a otro dinamarqués,
Münter1196, que iba en busca de códices latinos, y aún más de

1190. Fundado en 1596 por Clemente VIII (1536-1605), estaba encomendado desde
1595 a los padres de la Compañía de los Siervos de los Pobres, conocidos como
Padres Somascos. Era una institución docente exclusiva de la noble/a, tanto ita-
liana como extranjera. Vid. Luigi ZAMBARELLI: // tiobíli pontificio collegia
Clcincntino di Roma, Roma, Istituto Gráfico libertino, 1936.
1191. El Colegio Germánico estaba situado junto a la Iglesia de San Apolinar.
1192. El Colegio Germánico tenía como sede el palacio de San Apolinar, que desde
1580 se llamaba Germanico-Ungarico. El Colegio Griego fue fundado por Gre-
gorio XIII en 1577 y el Colegio Inglés se fundó en 1579.
1193. Colegio de Propaganda Fide.
1194. Vid. Carta VIL
1195. Georg Zoega (1755-1809). Vid Carta VII, y nota 708, donde le llama «un docto
dinamarqués».
1196. Friedrich Münter (1761-1830). Arqueólogo danés, miembro de la masonería,
que visitó Roma en febrero de 1785. Goethe lo menciona en su carta de 20 de
diciembre de 1786: «El doctor Münter ya ha regresado de su viaje a Sicilia, un
hombre enérgico y vivaz del que descono/co sus proyectos. Estará con vosotros
en mayo y os podrá contar muchas cosas. Ha \najado dos años por Italia. Está des-
contento con los italianos, que no han prestado demasiada atención a las impor-
tantes cartas de recomendación que llevaba consigo y que debían servirle para
acceder a algunos archivos y bibliotecas privadas; de modo que no le ha sido posi-
ble cumplir sus deseos por completo», en J. W. GOETHE: Viaje..., p. 168. Dejó
un libro de impresiones de su viaje a Sicilia: V/r/gg/o ni Sicilia, versión italiana de
Francesco Peranni, Palermo, 1990, 2 vols.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 515

griegos. El Padre Agustino, que me favoreció con muy buen


modo en la biblioteca Angélica1197, era un alemán Asistente de
Alemania. De españoles había infinitos en tantos conventos ente-
ros de españoles, tantos empleados en la Embajada, en la Teso-
rería, en la Rota1198, tantos pensionados por el Rey, y por la
Academia de San Fernando1199, y tantos otros por otros motivos.
Los que más traté, dejando aparte Eximeno y otros amigos anti-
guos, fueron los Padres Trinitarios, donde había un Padre Lector
y algunos estudiantes muy aplicados y deseosos de saber, dos jóve-
nes Benedictinos, que su Abad había enviado allá para que se ins-
truyesen más y más, un tal Don Juan Temes de la Universidad de
Valladolid, joven de muy buen porte y de infatigable aplicación, y
pocos otros. Igualmente se hallan franceses y griegos, y de todas
las naciones, y en Roma se conoce a todo el mundo.

ARTISTAS
No interesan menos en Roma los artistas que los literatos, y
antes bien gozan más universal aprecio las artes de Roma que
las ciencias. Tú sabes que esa Academia de San Fernando envía
cuatro pensionados para que se perfeccionen en las nobles
artes, y otros mantiene el Rey que los llevó allá Mengs. Yo cono-
cí uno de Alicante llamado Espinosa1200, pensionado por el Rey,
que está todavía en Roma, y otro de Segorbe, Camarón 1201 , pen-
sionado por la Academia, que volvió a esa Corte este otoño; y oí

1197. Vid. Carta VI.


1198. En Roma servían dos Auditores de Rota españoles, uno por la Corona de Casti-
lla y otro por la de Aragón.
1199. La Academia de San Fernando fue un importante centro de arte neoclásico en
España.
1200. Se trataba de Carlos Espinosa Moya, hijo del también pintor alicantino Agustín
Espinosa. Carlos estuvo matriculado en la Academia de San Fernando en 1773,
y fue pensionado de Carlos III.
1201. José Juan Camarón y Meliá (1761-1819), hijo del pintor José Camarón Bona-
nat. Estuvo pensionado en Roma desde 1779, y a su regreso fue nombrado
516 J U A N A N D R É S Mo u E L I ,

también alabar a Ramos, que no tuve ocasión de conocer. Los


franceses tienen en Roma una Academia1202, y una gran casa
para ella con su director y muchos jóvenes pensionados. Corría
toda Roma, y yo también fui dos veces, a ver un excelente cua-
dro que hizo para Francia Mr. David1203, el cual había sido edu-
cado en aquella Academia, y después, habiendo de trabajar un
cuadro para el Rey, prudentemente pensó en volver a Roma
para hacerlo. Los elogios que los romanos dieron al cuadro fran-
cés honraban no menos a los Romanos que al Francés.

PINTORES
De todas las naciones concurren a Roma pintores para perfec-
cionarse, y muchos se quedan toda su vida no sabiendo salir de
ella. Conocí un alemán, Unterberger1204, y un inglés, Moore1205,

Académico de San Carlos de Valencia y director de pintura de la Real Fábrica de


Porcelanas, y Académico de San Fernando.
1202. La Academic de France en Roma fue creada por Colbert en 1666. Vid. Henri
LAPAUZE: Histoire de I'Academic de France a Rome, vol. I (1666-1801), París,
Plan-Nourrit, 1924, y Pierre PIÑÓN y Francois-Xavier AMPRIMOZ: Les envois
de Rome, 1778-1968, Roma, Ecole Francaise de Roma, 1988.
1203. Jacques-Louis David (1748-1825). Llegado a Roma en 1775, su cuadro Senncnt
des Horaces («El juramento de los Horacios»), pintado en 1785, fue considera-
do como la culminación del neoclasicismo, y su exhibición en agosto de aquel año
en su estudio conmocionó toda Roma. Vid. Edgard WIND: «The sources of
David's Horaces», en Journal of the Warburg and Conrtaidd Institutes, 4 (1940-
41), pp. 124-138; Anita VROOKNER: Jacques-Louis David, London, Chatto &
Winclus, 1980; Jean Jacques LÉVÉQUE: La vie ct l'oenvre de Jacc/iies-Loiiis
David, Paris, Courbevoie, 1989; Sophie MONNERET: David ct le ncoclassicis-
me, Paris, Terrail, 1998; y Simon LEE: David, London, Phaidon, 1999.
1204. Cristoph Unterberger (1732-1798). Compañero de Anton Marón (1733-1808),
casado con una hija de Mengs. Colaboró con él en la pintura de los techos de
algunas salas de Villa Borghese (salas IX y X), y decoró el techo del Cortile del
Belvedere y se encargó de la restauración del fresco de las bodas Aldobrandinas
descubiertas en 1606. En opinión de Moratín, «las pinturas de los techos, obra
moderna, de corto mérito, a mi entender», en L. F. DE MORATÍN: V/V/ge a Ita-
lia, p. 570. Vid. Chiara FELICETTI (ed.): Crístofom Unterberger un }>¡ntorc
ficmmese nell'Enropa del Scttcccitto, Roma, Edizioni De Lúea, 1998.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 517

pero había muchísimos otros: un Tischbein de Asia1206,


Sablet1207 de Lausanna, Hackert1208, prusiano, y otros de otras
partes de Alemania, y de Inglaterra un Durnow1209 y algunos
otros. Lo mismo que de Alemania y de Inglaterra, los hay tam-
bién de Suecia y de toda Europa, y aun de América vi uno de la
Isla de Santo Domingo; de modo que Roma puede llamarse la
escuela de pintura y de las nobles artes de todo el mundo.

] 205. Se trata del escocés Jacop Moore, quien contaba con la protección de Marcan-
tonio Borghese. Diseñó los jardines de su villa Pincianay fue también paisajista,
especializándose en puestas de sol con ninfas o en auroras con la presencia de
Flora en su carro.
1206. Wilhelm Tischbein (1751-1829). Era austríaco, amigo de Goethe, al que retrató,
y miembro de la masonería. Residía en Roma desde 1782, donde dirigía una aca-
demia privada muy renombrada. El 1 de noviembre de 1786, Tischbein acompa-
ñó a Goethe a Monte Cavallo para presenciar en el Quirinal una misa de difuntos
oficiada por el Papa, y las pinturas de Maratti, Guercino y Tiziano, entre otras. Vid.
J. W. GOETHE: Viaje..., pp. 142-145, y en su viaje a Ñapóles de un año después,
pp. 199-243. Vid. Hermann MILDENBERGER: Johann Hcinrich Wilhelm
Tischbein: Cocthcs Malerund Fraiind, Neumüster, K. Wachholtxz, 1986.
1207. Jacques Sablet (1749-1803). Vid. el catálogo confeccionado por Dominique
Costa sobre los hermanos Sablet, pintores, diseñadores y grabadores, que se
expuso en el Museo Cantonal de Lausanne entre el 29 de marzo y el 12 de mayo
de 1985.
1208. Jakob Philipp Hackert (1737-1807). Considerado como el fundador del paisajis-
mo alemán, y uno de los primeros pintores que visitó Paestum y Ilerculano, tras
lo que se asentó en Roma en 1768. Vid. Giuliano BRIGANTI: «Paestum and
View Painting in the Eighteenth Century», en Joselita RASPI SERRA (ed.),
Paestum and the Doric Revival, 1750-1830, Florencia, Centro Di, 1986, pp. 56-
58. Fue visitado por Goethe en Ñapóles el 28 de febrero de 1787: «Hoy hemos
visitado al famoso paisajista Philipp Hackert, quien goza de los favores del rey y
de la reina. Le han dispuesto un ala del palacio de Francavilla, que ha mandado
amueblar con gusto de artista y donde reside satisfecho. Es un hombre muy deci-
dido, inteligente, que sabe gozar de la vida en medio de su incesante labor», en
J. W. GOETHE: Viaje..., p. 207. Sobre Hackert, vid. Claudia NORDIIOFF:
Jakob Plúlipp Hackert, 1737-1807. Ve\~eiclmis seiner Wcrke, Berlin, Akademie
Verlag, 1994, 2 vols.; Giuseppe VASALE:/o/iflfm Wolfgang Goethe e Jacob Phi-
lipp Hackert, San Severo, Cerní, 1996; y Thomas WEIDNER: Jakob Philipp
Hackert: Landschaftsmaler im 18 JahrJuindc'rt, Berlin, Deutscher Verlag für
Kuustwissenschaft, 1998.
1209. Se trata del pintor Durnow, interesado en pintar tipos de la Baja Edad Media.
518 JUAN ANDRÉS MOKELL

El príncipe de los pintores de Roma es sin disputa alguna


el célebre Batoni1210, quien en la edad de 80 años continúa en
pintar con la misma soltura que tenía en su juventud. Los
Romanos están indecisos sobre quién deba llevarse la preferen-
cia entre Mengs y Batoni, y algunos quieren que Batoni tenga
más genio y facilidad, Mengs más arte y estudio. Yo no entien-
do de esta materia, pero sin embargo confieso que, aunque me
han gustado las pinturas de Batoni, me han llenado más las de
Mengs. Lo cierto es que uno y otro son excelentes pintores, y
que ahora ha quedado Batoni sin disputa por príncipe de los
pintores.
En honor del sexo femenil entra en la gloria de la pintura,
después de Batoni, la Señora Angélica Kauffmann1211, que no

1210. Pompeo Batoni (1708-1787). También Moratín le daba el calificativo de «céle-


bre Batoni» (p. 169), y era considerado el pintor más caro de Roma, donde se
había establecido en 1728 procedente de su Lucca natal. Tenía abierta una de las
Academias privadas más célebres, de Roma. En 1783, con ocasión de una visita
a Roma del Emperador José II, realizó un retrato de éste acompañado de su her-
mano el Gran Duque de Toscana, y que se conserva en el Kunsthistorisches
Museum de Viena. Sobre Batoni, vid. Anthony M. CLARK: «Batoni's Professio-
nal Career and Style», en Henry A. MILLÓN (ed.): Studies in Italian Art and
Architecture. Fifteenth though Eightcentli Centuries, Maas. and London, Uni-
versity of Cambridge, 1980, pp. 323-337; y Lorenza COCCHETI: «Pompeo
Batoni e il neoclassicismo a Roma», en Cominentari 4 (1952), pp. 274-289. El
propio Clark publicó el catálogo de sus obras: Pompeo Batoni: a complete cata-
logue of his works with an introductonj text, New York, New York University
Press, 1985.
1211. Angelica Kauffmann (1741-1807). Pintora suiza, conocida también por «Mada-
me Angelica». Es mencionada por Moratín en su visita al Palacio de Caserta, en
Ñapóles: «Hay muchos cuadros repartidos por las habitaciones de la familia Real
(...) Hay uno muy grande, obra de Angélica Kauffman, en que representó del
tamaño natural al Rey, a la Reina y todos sus hijos», en L. F. DE MORATÍN:
Viage..., pp. 241-242. Goethe coincidió con ella en marzo de 1787 durante su
viaje a Ñapóles: «Angelika ha empezado a pintar un cuadro basado en mi Ifigc-
nia, la idea es muy feliz y la ejecuta a la perfección (...). También aquí es apre-
ciable la finura de sus sentimientos, y cómo Angelika sabe hacer suyo cuanto
pertenece a su oficio», en J. W. GOETHE: Viaje..., p. 226. Sobre Kauffmann,
Adeline HARTCUP: Angelica, the portrait of an eighteenth-century art, London,
W. Heiuemann, 1954; Siegfred OBERMEIER: Die Muse von Rom, Frakfurt am
B O L O N I A , F LO u E N C Í A , R O M A 519

conocí en Roma por estar entonces en Ñapóles, y que había


poco antes pintado un cuadro para la Emperatriz de Mosco-
via1212, con el que se había adquirido un aplauso universal. Los
autores de las memorias de las nobles artes llaman a la Señora
Angélica la pintora de las gracias, y no dudan darle la preferen-
cia entre todas las mujeres célebres que han dejado distinguido
crédito en la historia de la pintura. Oí celebrar a Corvi1213 como
buen pintor y como excelente en hacer lucir las buenas pintu-
ras desfiguradas por las injurias de los tiempos, o por la incuria
de los hombres. Conca1214 es pintor de crédito, e infinitos otros
se distinguen con más o menos celebridad.

ESCULTORES
En la escultura oí celebrar a un joven llamado Monti1215, el cual
hizo la estatua de una Ninfa con tal primor que los Académicos
de San Lucas, que como sabrás es la Academia del diseño1216, la

Main, Oberon, 1987; y Oscar SANDNER (ecl.): Angelika Kauffman c Roma,


Roma, De Lucca, 1993. Casada con el pintor veneciano Antonio Zucchi, fue
enterrada, junto a sn marido, en la iglesia romana de S. Andrea clelle Fratte.
1212. Catalina II.
1213. Domenico Corvi (1721-1803). Intervino en la decoración de Villa Borghese bajo
la dirección del arquitecto Asprucci, junto a otros artistas neoclásicos. Una bio-
grafía y una valoración sobre sn obra puede verse en Walter CURZI y Auna LO
BIANCO: Domenico Corvi, Roma, Viviuniarte, 1999.
1214. Tommaso Maria Conca. Hijo de Giovanni Conca, y hermano de Sebastiano
Conca, también pintores. Trabajó para Pío VI junto a Unterberger, y para Mar-
coantonio Borghese en la decoración de algunas salas de su villa en el Pincio,
como la de los Faunos y la Sala Egipcia.
1215. Es probable que se trate del escultor ravenés Gaetano Monti (1776-1847). Un
apunte biográfico fue publicado en Forlí en 1869 por Filippo Mordani.
1216. La de San Lucas era la Academia más antigua de Roma, pues fue fundada por
Gregorio XIII en 1577 siguiendo los consejos del pintor Muziano. Pese a las
reformas acometidas por Clemente XI en 1715, era en el siglo XVIII un lugar sin
pulso, donde pequeñas rivalidades distraían a unos académicos desocupados.
Clemente XI le concedió el privilegio de que monopolizara todos los encargos
del Estado Pontificio.
520 J U A N A N D R É S Mo u ELL

tuvieron por copia de alguna estatua griega. Pero el que oí cele-


brar más en la escultura es Canova1217, que ahora está trabajan-
do en el sepulcro del Papa Clemente XIV1218. Falconi es
también escultor de nombre, y lo son algunos otros.

GRABADORES
En el grabado de cornerinas y relieve y camafeos es también
Roma maestra de la Europa. Actualmente el más insigne en
este particular es Pichler del Tirol1219, establecido en Roma

1217. Antonio Canova (1757-1822). Argan ha señalado la influencia de Winckelmann


sobre Canova al afirmar que con él la «forma plástica non representa la figura,
ma la sublima, ne trasforma l'essenza. Non le crea intorno una diversa dimen-
sione di spazio, un alone prospettico; la cala e l'isola nello spazio reale e, ¡solán-
dola, la idealizza», en Giulio Cario ARGAN: Dal Bramante al Canova, Roma,
1970. Vid. también Carlo CESCHI: Op. cit., pp. 32-36; M. PAVAN: «Antonio
Canova», en Dizionarío biográfico dcgli italiani, vol. XVIII, Roma, 1975, pp.
196-219; Giuseppe PAVANELLO: Antonio Canova e ilsuo ambiente artístico fra
Venezia, Roma e Parigi, Venezia, Istituto véneto di scienze, lettere ed arti, 2000;
Eugenio RICCOMINI: «La scultura del Settecento e gli inizi del Canova», en
Nuove idee e nnova arte ncl '700 italiano, Roma, Accademia Nazionale dei Lin-
cei, 1977, pp. 63-69, y las actas del Congreso Antonio Canova, también publica-
das en Venecia por el Istituto véneto di scienze, lettere ed arti en 1997.
1218. El sepulcro de Clemente XIV le fue encargado a Canova en 1786 por Cario Gior-
gi, y significa la culminación del neoclásico, al igual que Sermcnt dea Horneen, de
David, en pintura. Representaba al Pontífice flanqueado por dos alegorías, la
Templanza y la Mansedumbre, pero, a diferencia de sepulcros de otros Papas,
como el de Benedicto XIV de Bracci, el de Canova era más estático, utilizando
sólo como material mármol blanco de Carrara y gris lumacliello veneciano. Una
vez finalizado, realizó entre 1787 y 1797 el sepulcro de Clemente XIII en San
Pedro. Sobre el sepulcro de Clemente XIV, vid. L. IIAUTECOEUR: Op. cit., pp.
194-197.
1219. Johann [Giovanni] Pichler (1734-1791), famoso grabador de piedras preciosas.
Nacido en Ñapóles, hijo de un orfebre, Antón Pichler, de origen alemán. Desde
1775 vivía en Roma dedicándose a imitar o copiar piezas de la antigüedad. Su
correspondencia con el P. Giuseppe du Frey y con el Príncipe Aberico Barbiano
d'Este fue publicada por Gabriella Tassinari en Milán en 2000. Sobre la activi-
dad de los orfebres y grabadores en los pontificados de Pío VI y Pío VII, vid. Alvar
GONZÁLEZ-PALACIOS: «I maní del Piranesi-Valadier padre e figlio», en
Nuove idee c nuova arte nel '700 italiano, Roma, Accademia Nazionale dei Lin-
cei, 1977, pp. 47-61.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 521

como Mengs1220, Winckelmann1221, y otros muchos verdaderos


inteligentes y amantes de las nobles artes. Los camafeos que
Pichler ha trabajado son infinitos, teniendo continuamente
comisiones de toda Europa. También goza fama universal
Cades1222, romano que trabaja camafeos para los Príncipes y
Señores más inteligentes. Otro romano Wetter1223, un tal Paz-
zaglia1224, y el inglés Marchant1225 son igualmente celebrados
por el grabado.
En el de láminas tienen mucha fama Volpato1226 y Cune-
go , pero en mi concepto les gana Morghen1228; ahí habrán
1227

1220. Antón Rafael MENGS (1728-1779).


1221. Johann Joachim WINCKELMANN (1717-1763). Vid. Carta VII.
1222. Giuseppe CADES (1750-1799). Trabajó en la decoración de Villa Borghese bajo
la dirección del arquitecto Antonio Asprucci. Académico de San Lúea desde
1786, que más tarde, en 1795, llegó a presidir. Como pintor dio muestras de su
eclecticismo pictórico, al estilo de Rubens o Paolo Veronese, en sus cuadros
«Storia di Gualterio di Angers», en la Gallería Borghese, «San Giuseppe da
Copertino», en los Santos Apóstoles, y «Beati dell'ordini dei Minimi», en San
Andrea delle Frate, vid. Maria Teresa CARACCIOLOa: Giuseppe Cades, 1750-
1799, et la Rome de son temps, París, Arthena, 1992.
1223. Giovanni Wetter.
1224. Antonio Pazzaglia (1736-1815). Grabador de piedras y medallas e hijo del tam-
bién grabador Stefano Pazzaglia.
1225. Nathaniel Marchant (1739-1316). Es considerado por Haskell y Penny como «el
más grande grabador de piedras preciosas inglés». Durante su estancia en Roma
se especializó en la exportación de vaciados de escayola a Inglaterra y en la repro-
ducción de estatuas antiguas sobre gemas. Vid. F. HASKELL y N. PENNY: El
gusto..., p. 113.
1226. Giovanni Volpato (1735-1801). El más famoso de los grabadores romanos a fines
del Setecientos. Desde 1785, Volpato, amigo de Angélica Kauffman y Canova,
abrió un alfar en la Via Pudenziana de Roma, con la intención de obtener piezas
de cerámica imitando en miniatura esculturas clásicas para su venta a viajeros
extranjeros. Vid. Hugh HONOUR: «Statuettes after the Antique. Volpato's
Roman Porcelain Factory», en Apollo 63 (1967), pp. 371-373; Giorgio MARINI
(ed.): Giovanni Volpato, 1735-1803, Rassano del Grappa; Ghedina & Tassotti,
1988, y L. IIAUTECOEUR: Op. at., pp. 216-217.
1227. Domenico Cunego (1726-1803). Junto a Volpato y Morghen hizo posible un
auge de la calcografía.
522 JUAN A N D u K s M o u E L L

llegado sus estampas, a lo menos las de una obra que hizo impri-
mir en Parma con todo el lujo tipográfico el Excelentísimo
Señor Príncipe de la Roccela de Ñapóles en memoria de su
difunta mujer, pues el mismo Príncipe, que me regaló en Ñapó-
les un ejemplar, me dijo que había enviado algunos a Madrid. La
finura y delicadez de Morghen llenan mucho mi gusto, y deseo
saber qué han parecido ahí donde ahora florece tanto el buril.
Así que todas las nobles artes tienen en Roma sus profesores
que las cultivan con mucho honor, y conserva aquella ciudad la
gloria de ser el trono de las artes y el emporio del buen gusto.

ESCUELA DE SORDOS Y MUDOS


Otra escuela vi en Roma de la que apenas podía formar alguna
idea, y que me dio singular gusto. Ésta es la escuela de sordos y
mudos, donde se enseña a hablar a los mudos1229. Un abogado
llamado Pietro1230, si mal no me acuerdo, movido de caridad
hacia los pobres mudos, envió a su costa a París a un Abate lla-
mado Silvestri1231, para que aprendiese del Abate d'Epée1232 el

1228. Raffaelo Morghen (1761-1823). Napolitano. Formó parte de la Scola d'ineisione


di Partid, encargada de la reproducción de las piezas extraídas de Herculano.
Moratín lo consideraba el más importante grabador romano: «El grabado es una
de las artes que más florecen en esta ciudad: ¿quién ignora el mérito de Morg-
hen?», en L. F. DE MORATÍN: Viage..,, p. 585, pero Stendhal dudaba de su habi-
lidad para el dibujo: «no sabe dibujar», en STENDHAL: Paseos por Roma, p. 402.
1229. Andrés publicó en italiano, y en Viena, un curioso texto sobre el origen de ense-
ñar a hablar a los sordomudos: Dclle origine e dclle vicende dell'arte d'imegnar
a parlare ai sordi mtiti, Viena, 1793, que sería traducido por su hermano Carlos
y publicado en Madrid por el impresor Sancha en 1794.
1230. Se trata del abogado consistorial Pasquale di Pietro. Envió a Silvestri a París en
1783 para que aprendiera la técnica de enseñanza del Abate l'Epée basada en un
lenguaje de signos.
1231. Tommaso Silvestri (1744-1789). Creador de la primera escuela de sordomudos
en Roma en 1784, aunque combinó el lenguaje de signos creado por l'Epée con
el método oral, en Maria Cristina CASELLI, Simonetta MARAGNA et alii:
Linggtia«io e sordita: parole e segni per l'cducazione dei sordi, Firenze, La Nuova
Italia, 1994, pp. 31 y ss.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 523

método de enseñarlos a hablar; y este Silvestri, en la propia casa


de dicho Abogado, tiene escuela pública donde concurren
varios discípulos, y aun algunas discípulas de Roma y de aque-
llas inmediaciones: hasta de Módena ha ido un pobre mudo a
gozar del beneficio de esta instrucción. Bajo la dirección del
Abate Silvestri hay otro Abate, que es como su ayudante de
escuela, y otro que el Rey de Ñapóles ha enviado para que prác-
ticamente se instruya en este método, y vuelto después a Ñapó-
les pueda entablarlo en un escuela que S. M. quiere fundar1233.
Diez o doce eran los discípulos, entre los cuales dos
muchachos y una muchacha estaban notablemente más adelan-
tados. Dos veces fui a esta escuela, por curiosidad la primera, y
la segunda convidado por el mismo Abate Silvestri, que desea-
ba darme algunas pruebas que no había podido el primer día]234.
Tuve realmente gran gusto de ver cómo sin palabras se llega a
dar a entender cosas que parece imposible explicarlas de aquel
modo; pues las ideas más abstractas, las más pequeñas diferen-
cias, las cosas espirituales e incorpóreas, y las más difíciles de ser
explicadas aun con palabras, se les dan a entender con señas, tal
vez más clara y más sensiblemente que las comprendamos noso-
tros con las voces. Oí leer harto bien a estos tres, pero la mucha-
cha pronunciaba con más facilidad y con mayor distinción.

1232. Charles Michel de l'Epée (1712-1789). Su método consistía en desarrollar un


lenguaje de signos convencionales precisos a través del cual los alumnos pudie-
ran aprender a leer y escribir. Su escuela comenzó a funcionar en 1770. Su libro
Institution des sourcls et mnets, París, Butard, 1774, donde recopilaba los ejerci-
cios a realizar con los alumnos sordomudos, contribuyó a popularizar el método.
Hay edición reciente con el título La veritable maniere d'instniire les sonreís et
mnets, confirmee par une longne experience, París, Fayard, 1984.
1233. Nota de Carlos Andrés: «Está ya establecida en Ñapóles esta escuela». La escue-
la napolitana fue dirigida por Benedetto Cazzolino, alumno de Silvestri, conver-
tida en instituto público en 1788.
1234. Al igual que su maestro L'Epée, el Abate Silvestri acostumbraba a realizar
demostraciones públicas para difundir el método. Este tipo de demostraciones
están descritas en el libro de Harían LANE: When the minds hears: a history of
the deaf, New York, Vintage Books, 1989.
524 JUAN ANDRÉS MOKEI,L

Apenas entré cuando a pocas señas del maestro me dieron


un papel escrito que decía: Questo Signore é un Sacerdote mol-
tissimo letterato che desidera vedere la riostra scuola de sordi e
muti, noifaremo di tutto per complacerlo. Le pedí que me escri-
biesen otras cosas que yo dicté, e hizo que lo ejecutasen con la
misma facilidad. Uno de ellos llegó a tener una corta conversa-
ción conmigo sirviéndome de intérprete el maestro con algunas
señas, y respondiéndome el mudo con palabras adecuadas y
bien pronunciadas, aunque con alguna dificultad de los órganos
aún no bien acostumbrados. Les vi, pues, hablar, leer y escribir.
Quiso el maestro que los examinara en cuentas, en gramá-
tica, en doctrina cristiana y en otras cosas. Les di por escrito una
cuenta que la sumaron, y otra que la multiplicaron. Les dije un
período, y en un cartón, donde estaban ingeniosamente dis-
puestas todas las partes de la oración, me fueron haciendo gra-
máticamente una análisis de toda la cláusula; por ejemplo,
empezaba io temerei, fueron con una pluma señalando io, pro-
nombre, número singular; temerei, verbo, primera persona,
número singular, tiempo pretérito imperfecto, modo subjunti-
vo. Les pregunté acerca del misterio de la Encarnación, y for-
maron lo siguiente:

corpo ed anima,
Dio ed nomo;
uomo Jesu Cristo

y de otro modo semejante, de la Trinidad, de los preceptos


morales y de todo lo demás que les fui preguntando, respon-
diéndome ellos a todo con más acierto de lo que suelen hacer-
lo otros muchachos, no sólo de su edad, sino mayores, y con más
tiempo de estudio. También quiso el maestro que les hiciese
formar algún raciocinio, y habiéndole dicho que lo hiciese él, les
escribió estas premisas: Un letterato sá molte cose; questo Sig-
nore éun letterato; y tomando ellos el lápiz escribieron: aunque
questo Signore sá molte cose. Me contenté con esta pequeña
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 525

prueba para ver que sabían también su poco de lógica; y conocí


claramente que los sordos mudos son capaces de adelantar en
cualquier ciencia como todos los demás.
En todas estas cosas me gustó mucho el ingenio y habilidad
del Abate Silvestri, que, con una metafísica y filosofía superior
a cuanto se enseña en las escuelas, sabe dar cuerpo y hacer visi-
bles todas las ideas, y presentar de un modo nuevo, pero claro y
proporcionado a sus discípulos, toda suerte de materias. Me
edificó también la paciencia y caridad con que trataba a sus dis-
cípulos, y la gratitud, respeto y amor con que éstos le corres-
pondían. Yo mismo sentí interiormente un afecto, no tanto de
compasión, como de cariño hacia aquellos pobrecitos; y dicién-
dole que veía la paciencia que necesitaba para aquella educa-
ción, pero que suponía los afectos que le debía excitar, me
respondió que realmente había dado en el blanco, y le había
leído el corazón. Las expresiones que me hicieron los mucha-
chos la segunda vez que fui me manifestaron su sensibilidad:
finalmente todo me gustó, y sólo sentí no ver más animada y
protegida del gobierno una enseñanza de esta naturaleza. Te he
hablado largamente de esta escuela, porque el arte de hablar los
mudos es originalmente español, y los primeros maestros en
hechos y en escritos han sido españoles1235. Sería sensible que
ahora, cuando la Francia, la Alemania, la Italia y todas las otras
naciones procuran abrir semejantes escuelas, sólo la España se
descuidase de dar tan útil alivio a esta porción desgraciada de la
humanidad.
Pero volviendo a Roma, de lo poco que te he ido diciendo
en estas cartas puedes haber conocido cuánto puede aprovechar

1235. Andrés defendía que el lenguaje de signos o alfabeto manual se debía a un monje
benedictino español del s. XVI, Fray Pedro Ponce, y expuesto de manera más
completa en 1620 por Juan Pablo Bonet en su libro «Reducción de las letras y
arte para enseñar a hablar a los mudos». Con esta reivindicación de lo español,
Andrés quería salir al paso de quienes propagaban que la pedagogía de los sor-
domudos era invención del abate francés Charles Michel de l'Epée.
526 JUAN ANDRÉS MOKRI.L

en ella el que quiera examinarla con deseo de adelantar en las


ciencias, en las nobles artes, y en todas las artes liberales. La
abundancia indecible de libros y de literatos, de monumentos
de historia profana y de la eclesiástica, de excelentes piezas de
arquitectura, escultura, pintura y grabado, y de todas las artes
del diseño antiguas y modernas, deleita e instruye insensible-
mente en todas clases; y no se puede decir si es mayor el gusto,
o el provecho, el placer, o la instrucción que se logra en aquella
singular y única ciudad.

VIAJE DE ROMA A ÑAPÓLES


Sesenta días había yo estado en ella, cuando finalmente el 19 de
septiembre pude lograr el tan dificultado pasaporte, absoluta-
mente necesario para ir a Ñapóles. Ya te escribí desde Roma
sucintamente estas dificultades, y no hay para qué volverlas a
referir. La detención en Roma nada me incomodaba no sólo por
algunos días, sino aunque hubiera sido por meses y años; pero
esta detención me quitaba el tiempo de estar en Ñapóles, y sen-
tía no poder examinar aquella gran ciudad y sus cercanías con
alguna comodidad. Ajusteme, pues, con el correo de Ñapóles,
no teniendo medio más cómodo para hacer aquel viaje; y el día
20 poco antes de media noche entré en la calesa para Ñapóles,
lo que sentí por no poder ir examinando los muchos monu-
mentos antiguos, y la constitución topográfica de aquellos con-
tornos de Roma.
La mañana siguiente por ser día de San Mateo nos para-
mos a oír misa en Velletri, y corrí luego a casa Borja para ver,
aunque deprisa, su museo1236; pasé después por las famosas

1236. En Velletri, Monseñor Stefano Borgia, luego Cardenal, poseía un Palacio donde
guardaba sus colecciones, muy importantes en monedas egipcias. Goethe lo visi-
tó el 22 de febrero de 1787: «...reunió en este lugar excelentes antigüedades y
otros objetos notables: ídolos egipcios labrados en la más dura piedra, figuritas
de metal más o menos viejas y bajorrelieves de arcilla procedentes de excavacio-
nes en las cercanías y que obligan a atribuir a los pueblos antiguos un estilo
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 527

lagunas pontinas1237, que el Papa actual ha hecho agotar1238, y


que vi en gran parte bonificadas y cultivadas con grandísimo
provecho de algunos propietarios. Sobre esta grande obra de
agotar aquellas lagunas se ha hablado mucho en pro y en con-
tra, y los más han hablado como de empresa inasequible y de
infinito gasto1239; yo no dudo que el gasto habrá sido y será gran-
de, pero veo que ya se ha ejecutado mucho, y espero que se eje-
cute lo que falta que hacer. Lo que me pareció es que se
necesitará siempre gran cuidado en tener limpios los canales, y
que uno de ellos se habrá aún de ensanchar; y esto es lo único
que pude observar pasando tan deprisa. Caminé largo trecho
sobre la antigua Vía Apia, y observé con admiración las grandes
piedras tan bien cortadas y unidas formando un camino tan
soberbio y magnífico1240.
En una casa de postas antes de Terracina1241, llamada,
según creo, Meso1242, mientras mudaban caballos examiné algu-

propio», en J. W. GOETHE: Viaje..., p. 200. Los veinticuatro años de Borgia


como Secretario de Propaganda Fide le permitieron, gracias a los misioneros, ali-
mentar sn coleccionismo.
1237. En 1739 las describió De Brasses: «antaño tan fértil, hoy llanura absolutamente
desierta, sin una sola planta; es pantanosa, apestada; en una palabra, horrible a
la vista ( . . . ) El país es tan detestable, que ni los brujos quisieran ya habitarle», en
Viaje..., vo\. II, p. 11.
1233. Pío VI decidió en 1777 desecar las lagunas pontinas cansantes de malaria
siguiendo el proyecto elaborado por el ingeniero bolones Gaetano Rappini. El
propio Pontífice visitó las obras en abril de 1780, residiendo en el Palacio Vite-
lli de Stelano Borgia. Goethe la calificó de empresa «vasta y grandiosa», en J. W.
GOETHE: Viaje..., pp. 200-1.
1239. Según Pastor, «también fue criticada esta costosa obra, en la que estaban
empleados unos 3.500 obreros. Pero a pesar de todos los ataques, en ningún caso
Pío VI quiso desistir de una empresa de cuya ejecución podía prometerse tanto
honra como provecho», en Ludovico PASTOR: Historia Je los Papas..., vol.
XXXVIII, pp. 33-36. Según Gross fneron bonificadas unas 1.475 Has con un
costo de 1.621.963 escudos, en II. GROSS: Rome..., p. 173.
1240. El canal principal de desagüe, llamado Linia Pía, corría paralelo a la Via Apia.
1241. Terracina era la última ciudad de los Estados Pontificios antes de entrar en el
Reino de las Dos Sicilias, y el límite de las lagunas pontinas. La carretera
528 JUAN A N D u É s M o u F. L L

nos residuos de sepulcros antiguos que había allí cerca, algunas


columnas milliarias1243, y varias lápidas, que por todos aquellos
campos se habían encontrado, y que del atrio de una casa,
donde estaban recogidas, formaban un museo lapidario, que en
otra parte hubiera sido muy estimado, pero en las cercanías de
Roma ni aun merece particular consideración. Por la tarde se
comió algo en Mola de Gaeta1244, y tuve particular gusto en con-
templar aquel mar, ver aquel golfo, aquella punta y todo aquel
seno bien poblado y hermoso, y acordarme que éste era el sitio
del antiguo Formiano, casa de campo de Cicerón que él cita en
sus obras varias veces; y pasando de noche por Capua, Avers a y
otras ciudades, llegué de madrugada a Ñapóles, de la que te
hablaré en otras.

Velletrí-Terracina fue muy mejorada por Pío VI para lograr una comunicación con
Ñapóles más rápida. Goethe también cambió sus caballos en esa misma posta en
su viaje a Ñapóles de febrero de 1787, en J. W. GOETHE: Viaje..., p. 201.
1242. Es probable que se trate de Torre di Mezza Via, «casa aislada donde está la
posta», según De Brasses: Viaje..., vol. II, p. 10.
1243. Las mismas ruinas fueron visitadas por De Brasses: «Lo mejor que tiene Terra-
cina es un pórtico compuesto de algunas columnas, delante del templo de Júpi-
ter», en Viaje..., vol. II, p. 12.
1244. Al igual que Andrés, De Brosses, Moratíu y Goethe pasaron por Mola di Gaeta
camino de Ñapóles: «se goza desde el camino la vista del mar, y a lo lejos se ven los
montes cercanos a Ñapóles y la isla de Ischia», en L. F. DE MORATÍN: Viagc...,
pp. 212-213; «Mola di Gaeta nos saludó de nuevo con sus magníficos naranjales.
Allí nos quedamos unas horas». También De Brosses y Goethe quedaron impre-
sionados por «uno de los más bellos panoramas», en J. W. GOETHE: Viaje..., p.
203, y por una «lindísima ciudad, situada agradablemente y con bellas vastas en la
misma orilla del mar», en Presidente DE BROSSES: Viaje..., vol. II, p. 16.
ÍNDICE ONOMÁSTICO

Abbri, Ferdinando: 106n, 163, Alberola Roma, Armando: 26n,


319n, 326n. 163.
Adami, Francesco Raimondo: 76, Alberti, León Battista: 299n.
108, 288, 288n, 289, 320, 332. Albizi, Francesco degli: 103, 334,
Adler, Jakop G.: 142, 142n, 401, 334n.
401n. Alcalá, Ángel: 163.
Adriano I, Papa: 445n. Alcalde, Carlos: 275n.
Adriano, Publio Elio, Emperador: Aldrovandi, Ulisse: 39, 39n, 49, 220,
115, 119, 120, 138, 336n, 346n, 220n, 221n, 224, 224n.
383, 383n, 416n, 425, 426, 447, Alejandro el Magno: 379, 41 In.
452n, 457n, 485,485n, 486,486n. Alejandro Severo, Emperador:
Agesandro: 419, 419n, 420. 434n, 478, 478n.
Agesilao: 411. Alejandro VI: 137, 287n, 430n,
Agnesi, Maria Gaetana: 42, 96. 446n, 486n.
Agrigentino, Gregorio: 145, 498. Alejandro VII 356n, 441.
Agripa, Marco: 118, 346n, 433, Alemany Peiró, Amparo: 15n, 16n,
433n, 442, 457, 457n, 478. 163.
Agripina: 384, 384n, 418, 418n. Alfieri, Vittorio: 343n, 502n.
Aguilar Piñal, Francisco: 163,494n. Alfonso, Ignacio: 199, 199n.
Agustín, Antonio: 29, 29n, 52, 52n, Algardi, Alessandro: 278n, 346n.
71n, 236, 236n. Ali, Marqués: 203.
Albacini, Garlo: 392, 392n, 395n. Almagiá, Roberto: 163, 429n.
Albani, Alejandro, Cardenal: 126, Altemps, Marco Sittico, Cardenal:
138n, 231n, 380n, 415n, 416n, 396n.
418n, 420n. Altien Biagi, Francesca: 163, 311n.
Alberigo, G.: 163, 269n. Altieri, Príncipe: 501.
530 J U A N A N D R É s MORELL

Alvarez de Miranda, Pedro: 21n, Aproniano, Turcio Ruíio: 267,


61n, 163. 267n.
Amaduzzi, Giovanni Cristofano: Archetti, Giovanni Andrea, Carde-
322n, 389, 389n, 417, 419n, nal: 512, 512n.
501, 501n. Archinto, Giovanni, Cardenal: 139,
Ambrogi, Antonio Maria: 144, 140, 141, 491, 492, 493.
144n, 145n, 498, 498n. Arco Caray, Ricardo del: 164.
Ammannti, Bartolomeo: 253, 253n. Arco y Caray, Ricardo del: 360n.
Amprimoz, Francois-Xavier: 152, Ardit Lucas, Manuel: 14n, 164.
182, 516n. Arena, Felippo: 150, 503, 503n,
Andreasi, Marqués: 18. 504n.
Andrés, Carlos: 11,14,15n, 20n, 25, Aretino, Guido: 56, 56n, 239n.
26, 26n, 28n, 32, 56n, 81n, 87, Aretino, Leonardo: 280, 280n.
96, 142, 156n, 161, 193, 209, Aretusi, Cesare: 238n.
223n, 268n, 2S2n, 290n, 292n, Arévalo, Faustino: 53, 53n, 235n,
236n.
296n, 302n, 337n, 481n, 522n,
Argan, Giulio Garlo: 154, 154n,
523n.
520n.
Andrieux, Maurice: 95n, 120, 120n,
Ariosto, Ludovico: 210, 210n, 212,
143n, 164.
312n.
Angeleti, Marqués: 219, 220.
Aristófanes: 212.
Aníbal: 421.
Aristóteles: 261n, 275n, 348n.
Anquetil, Louis Pierre: 404, 404n.
Arnaldi, Girolamo: 222n.
Anton, Sigmundo: vid. Hohenwart,
Arnauld: 108n.
Conde de. Arquellada, Domingo José de:
Antonelli, Leonardo, Cardenal: 202n.
512, 512n. Arquímedes: 284n, 298, 298n.
Antonino Valerio, Emperador: 115, Arroyo de la Fuente, María Ampa-
460, 461, 461n, 465, 468. ro: 164, 469n.
Antonio, Nicolás: 132, 205, 205n, Arruncio, Lucio: 485, 485n.
288, 364, 364n. Arteaga, Esteban de: 23, 23n, 43,
Antonioli, Cario: 100, 334, 334n, 43n, 216n, 497n.
335. Arvali, Hermanos: 348n.
Apeles: 452n. Asprucci, Antonio: 155n, 411,411n,
Apio Claudio: 484n. 519n, 521n.
Apolodoro de Damasco: 462n. Assemani, Guiseppe Simone: 129n,
Apolonio de Rodas: 279n, 392, 358, 358n.
392n. Assemani, Stefano Evodio: 129,
Appiano: 277n. 129n, 353n, 358n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 531

Assunto, Rosario: 113n, 154n, 164. Bandini, Angelo Maria: 57, 58, 70,
Atenodoro: 419, 419n, 420. 71, 73, 95, 240, 240n, 263-266,
Audiffredi, Giovanni Battista: 66, 270, 271, 271n, 317, 317n, 320,
6611, 133, 259, 259n, 345n, 365, 322.
365n, 507, 507n. Barberini, Antonio, Cardenal:
Augusto, Cayo, Emperador: 119, 454n.
132, 364n, 381, 381n, 384n, Barberini, Francesco, Cardenal:
429, 429n, 433, 457n, 460, 135, 366n, 396n.
460n, 473, 475n, 476n, 477n, Barberini, Maffeo, Cardenal: vid.
485, 485n, 486, Urbano VIII.
Aullón de Haro, Pedro: 12n, 19, Barbieri, Gian Francesco: vid.
24n, 26n, 29n, 46n, 56n, 61n, Guercino.
68n, 110n, 147n, 148n, 162, Barceló, Antonio: 16, 16n, 17.
164, 506n. Baronio, Cesare, Cardenal: 130,
Aureliano, Emperador: 482, 482n. 131, 131n, 361, 361n, 508,
Averroes: 261n. 508n, 509.
Aymerich, Mateo: 15, 196, 196n. Barotti, Gianandrea: 199, 199n.
Barrettini, Pietro: vid. Cortona, Pie-
Aymerico de Piacenza, Fray, : 50,
tro da.
230, 230n.
Barrotti: 214.
A/ara, José Nicolás de: 130n, 139,
Barrufaldi: 214.
139n, 206, 206n, 354n, 394n,
Barsanti, Danilo: 82n, 84n, lOOn,
416n, 451n, 452, 452n, 457, 165, 310n, 316n.
457n, 458n, 479n, 497n, Barsanti, Giulio: 69n, 77n, 78n, 82n,
Bacon de Verulamio: 36n, 37n, 54, 106n, 149n, 258n, 290n, 314n,
54n, 107n,221n. 316n, 321n, 326n, 507n.
Baggiani, Daniele: 89n, 164, 316n. Barthélemy, Jean-Jacques: 399n,
Baglivini, Gregorio: 131, 362n. 402, 402n.
Bailey, William: 89, 89n, 316n. Bartolo, Giovanni di: 44In.
Balbo, Marco Nonio: 124. Bartolomeo, Fra: 60, 254, 254n,
Baldacchini, Lorenzo: 196n. 288, 288n, 304n.
Baldan, Paolo: 274n. Bas Martín, Nicolás: 25n, 165.
Baldini, Ugo: 49n, 68n, 85n, 149n, Bassano, Jacobo: 393n.
164, 228n, 310n, 311n, 330n. Bassi, Laura: 40, 42, 96, 96n, 97n,
Baldinucci, Filippo: 57, 57n. 215, 215n, 218n.
Ballesteros Gaibrois, Manuel: 165, Batllori, Miquel: 13n, 23n, 27n, 30,
363n. 43n, 132n, 165, 166, 195n,
Balsamo, Luigi: 50n, 52n, 165, 196n, 197n, 199n, 20In, 204n,
223n, 233n. 212n, 214n, 364n, 497n.
532 J U A N A N D R É s MO R E L L

Batoni, Pompeo: 153, 154, 154n, Bernini, Pietro: 412n.


518, 518n. Bernis, Cardenal de: 404, 404n,
Battistini, Andrea: 22n, 34n, 51n, 405n.
166, 201n. Bernoulli: 45, 218n.
Becagli, Vieri: 66n, 69n, 77n, 78n, Bertholon, Pierre: 89, 90, 319,
82n, 93n, 106n, 149n, 166, 319n.
258n, 290n, 314n, 316n, 321n, Besanti, G.: 66n, 93n.
326n, 507n. Bettinelli, Saverio: 19.
Beccafumi, Domenico di Giacomo: Biancani Tazzi, Giacomo: 39, 217,
340, 340n, 341. 218n, 222, 222n.
Beccari, Giacomo Bartolomeo: 40, Bianchi, Marqués de: 18, 28.
41, 42n, 215, 215n. Bianchini, Francesco: 41, 120, 121,
Becchetti, Filippo Angélico: 148, 121n, 131, 215n, 362n, 465n,
149, 507, 507n. 474, 474n.
Belletini, Pierangelo: 166, 196n, Bianconi, Giovanni Ludovico: 73,
199n. 73n, 268, 268n.
Bellini, Lorenzo: 210, 310n. Bianucci, Bartolomeo: 104, 105,
Bellini, Vincenzo: 210n, 211, 211n 329, 329n.
Belloni, Antonio: 31 In. Biasi, Padre: 501.
Belloni, L.: 107n, 166. Bielfeld, Antj'e: 167, 313n.
Bellori, Giovanni Pietro: 117, 464, Bigli, Conde: 452.
464n. Bigliazzi, Luciana: 167, 281n.
Belón y Cedrón, Tomás: 205, 205n. Bignami Odier, Jeanne: 167, 356n.
Benedicto XI: 233n. Boccaccio: 56, 57, 239n, 271n,
Benedicto XIV: 39, 42, 45, 49, 49n, 335n.
79, 150, 216, 220n, 224, 224n, Bodoni: 20n.
382, 385, 444, 446, 502n, 520n. Bolgeni, Giovanni Vincenzo: 108.
Benitez i Riera, Josep: 166, 197n. Bolignini, Ludovico: 50.
Benvenuti, Edoardo: 166, 313n. Bolognini, Ludivico: 71n, 229n.
Berengo, Marino: 166, 317n. Bolonia, Juan de: 63, 243, 243n,
Bergier, Nicolás: 432, 432n, 477, 253, 253n.
477n, 483. Bolufer Peruga, Mónica: 167, 481n.
Bernardi, Walter: 97n, 166, 31 In, Bomarzo, Duque de: vid. Lante,
311n. Luigi.
Bernini, Giovanni Lorenzo: 113, Bonaiuti, Andrea: 336n.
113n, 114,115,278n, 347,347n, Bonaparte, José: 29.
390n, 412n, 413, 413n, 424, Bonaparte, Napoleón: 28, 118,
433n, 435n, 450, 450n, 455, 413n, 416n, 441n, 467n.
455n, 461n, 488, 489, 489n. Bonastri, Lattanzio: 396n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 533

Bonatti: 213. Boschi, Giovanni Carlo, Cardenal:


Boncompagni Ludovisi, Ignazio, 139, 493, 493n.
Cardenal: 139, 494, 494n. Boscovich, Ruggiero: 149, 149n,
Boncompagni, Baldassare: 67n. 150, 150n, 330, 330n, 492,
Bonelli, María Luisa: 167, 310n. 492n, 499, 502n, 503n.
Bonet, Juan Pablo: 28, 157, 525. Boskovits, M.: 167, 305n.
Bonfioli Malvezzi, Alfonso: 45, 45n, Bottari, Giovanni Caetano: 101,
217, 217n. 124, 124n, 386, 386n.
Bonhome, Alfonso: 231. Bouger: 297n.
Bonifacio VIII: 513n. Bourlié, Franciscum: 132n.
Bonincontro, Lorenzo: 277. Bowyer, G.: 277n.
Bonis, Caballero: 510. Bracci, Domenico Augusto: 91,
Bonnet, Charles: 45, 45n, 217n. 91n, 320, 320n, 520n.
Bono Guardiola, María José: 33n, Bracciolini, Poggio: 75, 75n, 276,
167, 200n. 276n, 278,278n, 279n, 281,281n.
Borelli, Giovanni Alfonso: 84, 85, Bramante, Donato: 120, 350n,
85n, 310, 310n, 311n. 433n, 438, 438n, 439n.
Borghese, Gamillo: 413n, 433n. Brambilla, Giovanni Alessandro:
Borghese, Marcantonio: 153, 392n, 107,107n, 175,300,300n, 301n.
393,393n, 411,411n, 517n, 519n. Branchi della Torre, Antonio Nic-
Borghese, Scipione, Cardenal: coló: 105, 330, 330n.
41 In, 423n, 478n. Braschi, Luigi: 502n.
Borgia, Lucrecia: 430n. Brau, Jaqueline: 107n, 167.
Borgia, Stefano, Cardenal: 141, Bravieri, Diño: 80n, 167.
141n, 142, 399, 399n, 400, Brenkman, Henrik: 71, 265.
400n, 401, 401n, 403, 403n, Brenna, Luigi: 92, 101, 320, 320n,
406, 437, 437n, 494, 494n, 526, 325n.
526n, 527n. Briganti, Giuliano: 152n, 167, 5l7n.
Borja, Francisco de: 15. Brizzi, Gian Paolo: 34n, 50n, 52n,
Born, Barón: 59n. 98n, 201n, 223n, 233n.
Borrelli, Antonio: 85n, 167. Brogiani, Domenico: 331, 331n,
Borromeo, San Carlos: 450, 450n. 332n.
Borromeo, Vitaliano, Cardenal: Brookner, Anita: 112n, 167, 516n.
139, 140, 493, 493n. Brunei, Georges: 120n, 168, 473n.
Borromini, Francesco: 114n, 441, Brunelleschi, Filippo: 303, 303n,
441n. 306n.
Borrull y Villanova, Francisco Bruñí, Leonardo: 57, 57n, 359n.
Javier: 12, 12n, 19, 19n, 147n, Bucelli, Pietro: 63, 246n.
506n. Buffon, Conde de: 89, 319n.
534 JUAN ANDRES M OR ELL

Buonafede: 332n. Cancellieri, Francesco: 440, 440n,


Buoninsegna, Duccio de: 342n. 509, 509n.
Buontalenti, Bernardo: 241n. Canova, Antonio: 154, 154n, 155,
Busacchi, Vincenzo: 168, 221n. 164, 493n, 496n, 520, 520n,
Caballero, Ramón Diosdado: 132, 521n.
205, 364, 364n. Canovai, Padre: Sin, 296n.
Cabeo, Niccoló: 387n. Canterzani, Sebastiano: 44,45, 217,
Cabral, Estevam Diaz: 425, 425n. 217n.
Cacho, María Teresa: 68, 68n, 168. Canuti, Domenico María: 238n.
Cades, Giuseppe: 155, 155n, 521, Capitolino, Julio: 452, 452n.
521n. Capo di Ferro, Cardenal: 390n.
Cadilhon, Francois: 98n. Capponi, Alessandro Gregorio: 397,
Caerols Pérez, José Joaquín: 26n, 397n.
168. Caprina, Meo del: 456n.
Caetani, Familia: 484n. Capucci, Martino: 62n, 242n.
Caffarelli, Bernardino: 466n. Caracalla, Marco Aurelio, Empera-
Calandrelli, Giuseppe: 150, 150n, dor: 119, 307n, 39In, 480, 480n,
151n, 388, 388n, 503, 503n. 482n, 483n.
Calcagnini, Celio: 212, 212n. Caracciolo, Alberto: 131n, 168,
Calderón de la Barca, Pedro: 20. 362n.
Caligula, Emperador: 384n, 473, Caracciolo, Maria Teresa: 155n,
483n. 168, 521n.
Calimaco: 279, 279n. Caravaggio: 382, 382n, 456n.
Calixto II: 273n, 274. Cardinal!, Sandro: 45n, 168, 217n,
Calvino: 360n. 218n.
Camadulense, Ambrosio: 249, 282, Cariacono, Salvatore: 48n.
287, 317n. Carlini, Antonio: 168, 268n.
Camarón Bonanat, José: 393n, Carlo Emmanuel III de Cerdeña:
515n. 110, 146,502n.
Camarón y Meliá, Juan José: 151, Garlo Teodoro, Elector palatino:
393, 393n, 515, 515n. 40, 218n.
Camineri Turra, Elisabeta: 97. Carlomagno, Emperador: 252,
Cammerari, Mario: 504n. 252n, 269.
Campani, Giuseppe: 49, 224n, Carloni, Marco: 478n.
309n. Carlos III: 16, 17, 151, 203n, 274n,
Campcerver, Ignacio: 198, 198n. 337n, 515n.
Campomanes, Pedro R. de: 196n. Carlos IV: 30, 30n, 44, 217n.
Gánale, Martirio da: 58, 58n, 271n, Carlos V, Emperador: 236n, 466n.
279, 279n. Carlos VIII de Francia: 456.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 535

Carlos X de Suecia: 394n. Catalina II de Rusia: 149, 221, 323,


Carmena, Manuel Salvador: 140, 323n, 507n, 519, 519n.
394, 394n, 492, 492n. Catellacci: 80.
Carnero, Guillermo: 168, 198n. Cattani, Domenico: 218n.
Carón, Francois: 512n. Cátulo: 280.
Caroti, Stefano: 276n. Cauriani, Monseñor: 511.
Carracci, Agostino: 53, 234, 234n. Cavalieri, Buenaventura: 225n.
Carracci, Annibale: 53, 234, 234n, Cavaliero, Roderick: 512n.
391, 391n, 454n, 457, 488. Cavalli, Attanagio: 150, 150n, 503,
Carracci, Ludovico: 53, 234, 234n, 503n.
238n, 454n. Cavallo, Guglielmo: 169, 251n.
Carranza, Bartolomé: 130, 130n, Cavazza, Marta: 45n, 38n, 40n, 97n,
361,361n. 169, 217n, 220n.
Carrara, Angela Adriana: 259n. Caylus, Conde de: 222n, 232n,
Carrara, Francesco: 493, 493n. 390n, 399n.
Cartocci, Sergio: 168, 425n. Cazzolino, Benedetto: 523n.
Casali, Filippo María: 19, 19n. Celestino III, Papa: 276.
Casali, Gregorio: 51, 218, 218n, Cellini, Benvenuto: 59, 63, 243,
230, 230n. 243n,253n.
Casanate, Girolamo, Cardenal: 133, Celso, Cornelio: 72, 73n, 268, 268n.
345n, 364, 365n. Cerda Rico, Francisco: 15n.
Casciano, Paola: 168, 267n. Ceresa, Massimo: 169, 275n.
Caselli, María Cristina: 157n, 168, Ceri, Duque cíe: 143, 146, 496, 500,
522n. 502,510,511.
Casini, Paolo: 262n. Cerrachi: 458n.
Casio, Dión: 462, 462n, 473. Ceschi, Garlo: llln, 153n, 169,
Casiri, Miguel: 129n, 358n. 440n, 444n, 520n.
Cassini, Gian Domenico: 46.46n, Cesi, Federico: 309, 309n.
83n, 224n, 225, 225n, 226, 227, Cestio, Cayo: 484, 484n, 485, 485n.
228. Chacón, Alfonso: 116, 116n, 117,
Castagnoli, Ferdinando: 119n, 169, 117n,380,380n,464, 464n.
349n,463n,477n. Chiarini, M.: 169, 305n.
Castelbarco Albani, María: 131n, Chigi, Agostino: 135, 394n.
169, 362n. Chigi, Príncipe Segismundo: 143,
Castellacci: 331, 331n. 143n, 495, 495n, 500.
Castelli, Benedetto: 68, 262n. Ciaccheri, Giuseppe: 339, 339n,
Castro, Agustín Pablo de: 35, 35n, 340, 341.
202, 202n. Ciando, Lúca: 149n, 169, 507n.
Castronovo, V.: 93n. Cianfogni, Domenico: 94n, 322n.
536 J U A N A N D R É S M oREL L

Cicerón: 43, 114, 194, 268, 276, Coccheti, Lorenza: 154n, 170,518n.
2SOn, 298, 298n, 389, 410, 421,Coccini, Monseñor: 345n.
421n, 424, 424n, 425, 427, 459,Cochrane, Eric: 58n, 82n, 103n,
459n, 528. 105n, 170, 272n.
Cicogna, Emmanuele: 58n. Cocles, Horacio: 487, 487n.
Cignani, Garlo: 238n. Codoñer, Carmen: 170, 236n.
Cimabue, Benvicenni di Pepo: 56, Colbert, J. B.: 46n, 152,225n, 399n,
57, 57n, 59, 239n, 305, 305n. 516n.
Ciocchi, Gian Maria: vid. Julio III, Colicchi, Calogero: 146, 170, 502n.
Papa. Colle, Raffaellino del: 395n.
Cioffi Martinelli, Hosanna: 139n, Colomés, Juan Bautista: 33, 33n,
169. 34, 200, 200n, 201.
Cione, Benci di: 253n. Coltellini, Agostino: 87n, 313n.
Cipriani, Curzio: 163n. Coluccio Salutato, Lino: 75, 75n,
Ciriacono, Salvatore: 169. 282, 283.
Ciro, Emperador de Persia: 229. Comanducci, Paolo: 102n, 170,325n.
Cittadini, Celso: 340, 340n. Comanducci, Rita María: 170, 277n.
Clark, Anthony M.: 154n, 170,518n. Cometti, Ottaviano: 103,104,104n,
Claudio, Emperador: 483, 483n. 329, 329n.
Clavigero, Francisco Javier: 35, Conca, Antonio: 27, 27n, 196,196n,
35n, 202, 203n. 199.
Clemente IX: 478n. Conca, Giovanni: 519n.
Clemente VII: 70, 114, 137, 263n, Conca, Sebastiano: 519n.
446n, 460n. Conca, Tommaso María: 153, 519,
Clemente VIII: 158, 514n. 519n.
Clemente X: 434n. Condorcet: 45, 218n.
Clemente XI: 38, 278n, 519n. Connel, Abate: 514.
Clemente XII: 124, 384n, 397n, Consoli, Gian Paolo: 123n, 170,
432n, 442, 442n. 350n.
Clemente XIII: 17, 385, 401n, Constantino I, Cayo Flavio Valerio,
440n, 496n, 520n. Emperador: 118, 119, 384n,
Clemente XIV: 18,40, 95,123,130, 441, 441n, 442, 445, 445n, 447,
146, 154, 218n, 231n, 250n, 448, 448n, 449, 449n, 459,
350, 350n, 352, 352n, 354n, 471n, 477n, 482, 482n.
355n, 388n, 404n, 440n, 45In, Constantino II, Emperador: 125,
502n, 510n, 520, 520n. 379n.
Cleopatra: 351. Contardi, Simone: 69n, 77n, 78n,
Clerici, Condesa: 452, 452n. 170, 290n.
Cocastelli, Conde: 18. Cook, Capitán: 314, 314n.
BOLONIA, FLORENCIA. ROMA 537

Copérnico, Nicolás: 259n. Cowper, Lord George: 79, 80, 204,


Coppola, Monseñor: 495. 204n, 294, 294n, 295, 295n,
Corbino, Alessandro: 71n, 265n. 331.
Corneille: 487n. Coyer, Abée: 37n, 42,43n, 59n, 64n.
Corona Baratech, Carlos: 170, 206n. Craso: 484n.
Coronel, Fernando: 32, 32n, 34n. Cremante, Renzo: 37n, 43n, 49n,
Corradino, Saverio: 170, 387n. 216n,217n, 228n.
Correggio, Antonio Allegri: 63, 246. Creso, Rey de Lidia: 244, 244n.
Crisci, Edoardo: 169, 25In.
Corsini, Bartolomeo: 274n, 307n.
Cristina de Suecia: 85, 117, 310n,
Corsini, Filippo: 307n.
394, 394n, 464n.
Corsini, Lorenzo: vid. Clemente
Cuart Monet, Baltasar: 52n, 171,
XII.
235n, 236n.
Corsini, Maria Teresa Rosa: 130n, Cuccagni: 199n.
170, 361n. Cunego, Domenico: 155,521,521n.
Corsini, Neri, Cardenal: 137, 393n, Cunich, Raimondo: 145, 499, 499n.
394n, 442, 442n. Curzi, Walter: 171, 519n.
Corsini, Sant'Andrea: 442, 442n. D'Agincourt, Jean-Batiste Seroux:
Cortés, Hernán: 35. 232, 232n, 457, 458, 458n.
Corti, Vittoria: 61n, 171, 247n, D'Alembert: 21, 45, 218n.
315n. D'Argonne, Bonaventure: 332n.
Cortona, Pietro da: 454, 454n. D'Este, Aberico Barbiano: 520n.
Corvi, Domenico: 153, 519, 519n. D'Este, Alfonso: 430n.
Cosentino, Giuseppe: 149n, 171, D'Este, Ippolito, Cardenal: 430,
330n. 430n.
Cosme I Mediéis: 9,72, 75n, 83,92, D'Este, Isabel: 29.
D'Este, Luis, Cardenal: 210n.
98, 253, 253n, 266n, 278n, 284,
D'Este, María Beatriz: 13, 432.
284n, 285n, 300, 306, 306n,
Da Maiano, Benedetto: 307n.
308n, 312n, 321n, 326n, 336n.
Da Pazzo, Cario Antonio: 99.
Cosme II Mediéis: 310n, 312n. Da Pozzo, Cario Antonio: 327,
Cosme III Mediéis: 65, 71, 87n, 327n.
252n, 258n, 306n, 313n. Da Vinci, Leonardo: 63, 246, 246n,
Cospi, Ferdinando: 39n, 220, 220n, 392, 392n.
221n. Dal Pozzo Toscanelli, Paolo: 82n,
Costa, Dominique: 517n. 297, 297n.
Costantini, Rector: 158, 513n. Dahnacio, Obispo de Compostela:
Covoni Girolamo, Marco: 106, 107, 273n.
107n, 301, 301n. Damming, Enrico: lOln, 124n, 171.
538 J U A N A N D R É S M O R E LL

Dandelet, Thomas J.: 1l7n, 171, Del Turco, Giovanni: 334, 334n.
454n. Delia Perusa, Draneo: 300n.
Dante: 56, 59, 239n, 273, 289, 305, Delia Peruta, Franco: 106n.
305n, 359n. Delia Porta, Giacomo: 345n, 379n,
Danti, Egnacio: 46, 83, 83n, 226, 391n, 396n, 435n, 455n, 456n,
226n, 299, 299n, 300n. 467n.
Dati, Carlo Roberto: 3l7n. Delia Valle, Guglielmo: 342, 342n.
Dati, Leonardo: 289n. Delle Donne, Fulvio: 171, 274n.
Daubenton, Louis: 89, 89n, 90,319, Demerson, Paula: 97n, 171.
319n. Demóstenes: 24n.
David, Jacques-Louis: 111, 11 In, Derenzini, T: 172, 310n.
112, 112n, 152, 154, 487n, 516, Des Presler, Claude: 158n, 172,
516n,520n. 512n.
De Brosses, Charles: 36n, 42, 42n, Descartes: 54n,
50, 50n, 53n, 55, 55n, 56, 113n, Desiderio, Rey de Lombardía: 252,
114, 114n, 115, 115n, 133,
252n.
133n, 134n, 150, 171, 216n,
Despuigy Dameto, Antonio: 201n.
219n, 224n, 226n, 228n, 229n,
Di Cione, Leonardo: 305n.
237n, 238n, 240n, 241n, 313n,
Di Matteo, Tommaso: 289n.
336n, 389n, 390n, 432n, 433n,
Di Pietro, Pasquale: 156, 522,522n.
459n, 461n, 484n, 527n.
Di Rovero, Cristóforo: 200n.
De Gregorio, Vincenzo: 134n, 171,
Di Simone, Maria Rosa: 158n, 172,
365n.
De Maio, Romeo: 131, 361n.
513n.
De Rossi, Giovanni Antonio: 501n. Diaz, Furio: 92n, 98n, 172, 237n.
De Soria, Giovanni Gualberto: 104, Diderot: 21, 45, 218n.
334n. Dietrich, Philippe-Frédérich: 59n.
De Steñxno, Antonino: 172, 274n. Diez del Corral, Luis: 195n.
Decembrio, Pier Candido: 75, 75n, Diez Sánchez, Marta: 162.
277, 277n, 278n. Diocleciano, Emperador: 435n,
Decio, Emperador: 482, 482n. 478, 480n.
Dei, Benedetto: 254n. Diógenes: 458.
Del Buono, Cándido: 84, 310, 31 In. Dionisio: 135n.
Del Buono, Paolo: 84, 310, 31 In. Diulio, Cayo: 380n.
Del Negro, Fiero: 98n, 171, 222n. Divini, Eustachio: 309n.
Del Pace, Clemente: 90, 95, 319, Domenichino, Domenico Zampie-
322. ri: 114, 396n, 408n, 454, 454n,
Del Signore, Pier Lorenzo: 92n, 455, 455n, 456n, 489.
284, 284n, 321, 321n. Domiciano, Emperador: 469n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 539

Domínguez Moltó, Adolfo: 13n, Estéfano: 410, 417, 418, 418n.


33n, 172. Estrabón: 485, 485n.
Domínguez, Joaquín María: 180. Eugenio III, Papa: 269.
Donatello, Donato di Nicoló: 59, Eugenio IV, Papa: 72, 269n, 284n.
253, 253n. Eurípides: 279n, 417, 4l7n.
Dossi, Dosso: 209, 209n. Eutropio: 282n.
Douglas, Richard M.: 172, 359n. Eximeno Pujades, Antonio: 27, 27n,
Dragoni, Giorgio: 80n, 172, 294n. 43,43n, 44,122,132,147,147n,
Du Frey, Giuseppe: 520n. 157, 173, 204, 204n, 216n, 345,
Du Quesnoy. 278n. 506,506n,511,515.
Duffy, Michael Hollowell: 138,172. Fabbrini, Fabrizio: 173, 265n.
Dugnani, Antonio: 323, 323n. Fabbroni, Giovanni: 77, 77n, 318,
Duque Gómez, Luis: 205n. 318n, 320.
Duranti, Durante: 51n, 230n. Fabretti, Raffaele: 117, H7n, 429,
Durero, Alberto: 234, 234n. 429n, 464, 464n.
Durnovv: 153, 517, 517n. Fabri, Maurizio: 26n, 173.
Ecchellense, Abraham: 129n, 358n. Fabrici, Gabriele: 133, 365n.
Echave-Sustaeta, Javier de: 487n. Fabricius, Johann Albert: 417,4l7n.
Egido, Teófanes: 30n, 172. Fabrini, Antonio: 293.
Eguía Ruíz, Constancio: 33n, 172, Fabrini, Giovanni: 293, 293n.
202n. Fabroni, Angelo: 101, lOln, 102,
Ehrle, Franz: 366n. 102n, 325, 325n, 327.
Enrique VII Tudor: 340n. Falconi: 520.
Enzinas, Francisco de: 281n. Fantappié, Garlo: 108n, 173.
Ercolani, Príncipe: 219. Fantasia, Giovanni del: 336n.
Ercoli, Giuliano: 172. Fantastic!, Fortunata: 95, 96, 96n,
Escipiones, familia: 119, 119n. 323, 323n.
Escolarlo, Jorge: 275, 275n. Fantuzzi, Conde: 218.
Escoto, Miguel: 261. Farnesio, Alenadro, Cardenal: vid.
Esdrás: 50, 229, 230n, 231n. Pablo III.
Esopo: 105. Farnesio, Odoardo, Cardenal:
Espinosa Carbonell, Joaquín: 173, 391n.
200n. Farnesio, Ranuccio: 395n.
Espinosa Moya, Carlos: 151, 515, Fassini, Vincenzo Domenico: 107,
515n. 332, 332n.
Espinosa, Agustín: 151, 515. Faustina, Emperatriz: 115, 461,
Esplugues, Juan Bautista: 34, 200n. 468, 468n.
Esquilo: 212, 268n. Favaro, Antonio: 68n, 262n.
Estaco, Aquiles: 130,130n, 361,361n. Fea, Carlos: 420n.
540 J U A N A N D R É S M O R E LL

Febronio: 140, 505n. Ferrad, Giacomo: 173, 277n.


Federico II, Emperador: 274, 276n Ferrer Amorós, José: 201, 201n.
Federighi, Giovanni: 314n, 326n. Ferri: 213.
Feijoo, Benito Jerónimo: 56n. Ferrighi, Silvia: 173, 296n.
Felicetti, Chiara: 152n, 173, 451n, Ferrone, Vincenzo: 105, 105n, 173.
516n. Ferroni, Pietro: 88, 88n, 316, 316n.
Felipe de Borbón, Duque de Fibonaccio, Leonardo: 261.
Parma: 337n. Ficoroni, Francesco: 392n.
Felipe II: 116n, 236n. Filandrio, Soristo: vid. Vannucchi,
Felipe III: 137, 445. Antonio María.
Felipe IV: 137, 137n, 445n. Findlen, Paula: 96n, 174.
Félix IV, Papa: 468n. Finestres, José: 201n.
Fenollar, Bernat cíe: 15. Fioravanti, Anna María: 174, 210n.
Fera, Vincenzo: 173, 286n. Fiorelli, Pietro: 71, 72n, 174.
Ferber, Johann Jakob: 59n, 240n. Fiorini, Gabriele: 238.
Fernández Arrillaga, Inmaculada:
Firmian, Garlo: 290n.
162, 510n.
Firpo, Luigi: 280n.
Fernández Casado, Carlos: 119n,
Flaccus, Valerius: 276n.
173, 483n.
Floridablanca, Conde de: vid.
Fernández de Heredia, Juan: 282,
Moñino, José.
282n, 283.
Focio: 74, 74n, 272, 272n.
Fernández de Moratín, Leandro:
Foggi, Francesco: 103, 334, 334n.
vid. Moratín.
Fernando de Borbón, Duque de Foggini, Giovanni Batista: 382n,
Parma: 13, 29. 386.
Fernando de Lorena, Archiduque: Foggini, Pier Francesco: 124n, 382,
13, 242n, 257n, 334. 382n, 386.
Fernando de Mediéis: 68, 83, 243n, Fontán, Vicente: 364n.
262n, 306n, 327n. Fontana, Garlo: 115, 461n.
Fernando el Católico: 363n. Fontana, Domenico: 434n, 444n,
Fernando II Médici: 254n, 310, 460n.
312n. Fontana, Felice: 59n, 77, 77n, 78,
Fernando II, Emperador: 134, 78n, 79, 101, 105, 106n, 215n,
405n. 217n, 290-293,316,316n, 318n,
Fernando III, Emperador: 31 In. 320, 325n, 326n,
Fernando IV de las Dos Sicilias: 13, Fontana, Giovanni: 433n.
29, 337n. Fontana, Prospero: 238n.
Fernando VIL 12. Fontani, Francesco: 73, 74, 74n,
Feron, Ernst: 173, 356n. 272,272n, 273n, 317,317n, 320.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 541

Fontenelle, Bernard de: 36, 36n, Galli, Antonio Andrea, Cardenal:


221, 221n. 359, 359n.
Francesco Steíano de Lorena: 55, Gallissá i Costa, Luciano: 195,
241n. 195n, 196, 199, 211, 212n, 213,
Francisco I Mediéis: 72, 241n, 254n, 213an.
266n, 306n. Galluzzi, lacopo Riguccio: 63, 91n,
Francisco I Valois: 234n. 320n.
Francisco I, Emperador: 13, 29. Galluzzi, Paolo: 83, 83n, 84n, 174,
Frank, Johan Peter: 106, 106n. 262n, 319.
Frattarolo Orlandi, Livia: 49n, 50n, Galvani, Luigi: 45, 90n, 218n, 319n.
174. Gandt, Francois de: 174, 262n.
Frizzi: 214. Garainpi, Giuseppe: 140, 505,
Frommel, Christoph Luitpol: 115n, 505n, 512n.
174, 460n. Garatoni, Gaspare: 135, 135n, 366,
Fubini, Ricardo: 276n. 366n, 509, 509n.
Fuentes, Conde de: 34n. García Arenas, Mar: 425n.
García Bellido, Antonio: 116n, 174,
Fuga, Ferdinando: 393n, 444n.
462n.
Furietti, Giuseppe Alessando: 128,
García de Cartagena, Alonso: 75n,
385, 385n, 426.
278n.
Gabriel Antonio de Borbón y Sajo-
García de la Concha, Víctor: 174,
rna: 141, 141n.
236n.
Gaddi, Tadeo: 336n.
García Gómez, María de la Cari-
Gaetani, Francesco: 503, 503n, 504.
dad: 24n, 174.
Gaetani, Monseñor: 399, 495, 495n. García Sanz, Miguel: 202, 202n,
Galiani, Celestino: 131, 362n. 225, 225n.
Galilei, Alessandro: 137, 442n. García Trobat, Pilar: 15n, 175.
Galileo Galilei: 19, 19n, 41, 46, 48, García Villoslada, Ricardo: 129n,
68, 68n, 81, 84, 85, 85n, 86, 93, 131n, 151n, 175, 345n, 363n,
93n, 101, 105, 105n, 200n, 513n.
218n, 226n, 227n, 262, 263, Garofalo, Benvenuto TOSÍ: 210,
305, 305n, 309n, 310n, 31 In, 210n.
312n, 321, 321n, 325n, 326. Garrido Palazón, Manuel: 68n, 175.
Gallego Moya, Elena: 53n, 162,174, Garrido Zaragoza, Juan José: 24n,
235n, 430n, 466n, 470n, 485n. HOn, 175.
Gallego-Blanco, Enrique: 265n. Gandió, Francesco María: 151,504,
Gallerati, Francesco Maria: 492, 504n.
492n. Gazzeri, Giuseppe: 106n.
Galletti, Pier Luigi: 141, 491, 491n. Cea, Salvador: 34, 202, 202n.
542 J U A N ANDKIÍ.S M O H K L L

Gelmírez, Diego: 74, 273, 273n, Giorgi, Carlo: 520n.


274. Giotto de Bondone: 56, 59, 305,
Genovesi, Antonio: 101, 325n. 305n.
Gentili, Carlo: 39n, 47, 47n, 175. Giovanazzi, Abate: 501.
Gerdil, Giacinto, Cardenal: 110, Girlandaio, Domenicol: 59.
HOn, 140, 504, 504n. Girolamo de Pazzi, Giovanni: 90,
Gerenés, Miguel: 195n, 196n. 318n.
Ghedini, Antonio: 215n. Giuntini, Doctor: 301.
Gherardi, Cristoioro: 238n. Ginrintano, Claudio: 143n, 175,
Ghiberti, Lorenzo: 177, 304, 304n. 508n.
Ghilini, Tommaso Maria, Cardenal, Giustiniani, Vincenzo: 388n, 389n.
491, 491n. Glicón: 392, 392n.
Ghini, Luca: 100, 332n. Godet, P.: HOn, 175.
Ghirlandaio, Domenico Bigordi: Goethe, J. W.: 95n, 118, 118n, 141,
305, 305n. 142, 151n, 152, 152n, 153,153n,
Gian Gastone de Mediéis: 55. 157,158n, 159,175,400n, 471,
Gianetti, Micheliangiolo: 314, 314n, 512n, 514n, 517n, 518n, 526n,
320. 527n, 528n.
Gibbon, Edward: 143, 143n, 390n, Gómez Ortega, Casimiro: 44, 44n,
508, 508n. 216, 216n, 217n.
Gil de Albornoz, Cardenal: 52, 235, Gonzaga, Francesco: 29.
235n, 236n. Gonzaga, San Luis: 132, 455n.
Gill, Joseph: 175, 269. González Cañaveras, Juan Antonio:
Giménez López, Enrique: 16n, 507n.
17n, 24n, 26n, 53n, 175, 236n. González Iglesias, Juan A.: 170,
Giner de los Ríos, Francisco: 12n. 236n.
Ginés de Sepúlveda, Juan: 52, 236, González Roldan, L.: 75n, 176, 278n.
236n. González-Palacios, Alvar: 155n,
Ginori Lisci, Leonardo: 107n, 301n. 520n.
Ginori, Carlo: 60, 307n. Goodhart Gordan, Phillis Walter:
Ginori, Lorenzo: 60,307,307n, 323. 75n, 176, 276n, 279n, 285n.
Gioannetti, Andrea, Cardenal: Goodman, Dena: 94n, 176.
294n. Gori, Antonio Francesco: 62, 62n,
Giocondo, Giovanni: 67, 259, 259n, 247, 247n.
439, 439n. Gottarelli, Angelo: 492n.
Gionetti, Andrea, Cardenal: 80, Gozza, Paolo: 43n, 175, 216n.
204n. Gozzoli, Benozzo: 336n.
Giorgi, Antonio: 131, 134n, 362, Gradan, Baltasar: 360n.
362n, 510, 510n. Graglia, Rosalba: 181, 317n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 543

Granada, Miguel A.: 54n, 176. Halicarnaso, Dionisio de: 476,


Grandi, Guido: 104, 215n. 476n.
Grassi, Orado: 345n, 346n, 456n. Hall, A. R.: 176, 262n.
Gregorio de Compostela: 74. Haller: 45, 218n.
Gregorio XIII: 423n, 431n, 474n, Haloander: 71n.
513n, 514n, 519n. Hanisch, Walter: 35n, 176, 202n.
Gregorio XV: 403,403n, 408n, 41 In. Hartcup, Adeline: 96n, 153n, 176,
Grimaldi, Marqués de: 31n, 32n. 518n.
Gronovius, Jacobus: 413, 413n. Haskell, Francis: 64n, 116n, 117n,
Gross, Harms: 122n, 124n, 176, 119n, 123n, 125n, 155, 155n,
352n, 356n, 389n, 478n, 527n. 176, 244n, 245n, 350n, 384n,
Guadagni, Cario Alfonso: 80, 204n, 385n, 390n, 396n, 412n, 413n,
295, 295n. 420n, 464n, 478n, 489n, 521n.
Guadagni, Francesco: 103. Hautecoeur, Louis: 122n, 123n, 127,
Guadagni, Giovanni: 104, 330. 128n, 155n, 159, 159n, 176,
Guadagni, Leopoldo Andrea: 333,
415n, 458n, 520n, 521n.
333n.
Havercampio: ver Haverkamp, Sige-
Gualandini: 231.
bert.
Guaseo, Francesco Eugenio: 124,
Haverkamp, Sigebert: 71, 7ln, 265,
124n, 146, 146n, 386, 386n,
265n.
501, 501n.
Herodoto: 24n.
Guercino, Giovan Francesco Bar-
birti: 53, 63, 114, 234n, 235, Herschel, William: 100, 328, 328n.
248, 248n, 382, 389, 390, 396n, Hervás y Panduro, Lorenzo: 196n,
411, 411n,489,517n. 199n, 205.
Guerrini, Luigi: 166, 31 In. Hibbard, Howard: 176, 439n.
Guglielmini, Domenico: 46, 47, Hipócrates: 24n, 284n.
47n, 48, 226n, 227, 227n. Hixem I: 481n.
Guiard, escultor: 122n. Hohenlohe, Cardenal: 432n.
Guido da Siena: 342n. Hohenwart, Conde de: 93, 94, 105,
Guillard: llln. 321, 321n.
Guillebert de Metz: 51n. Holsteni, Lucas: 429, 429n.
Gulia, Luigi: 131n, 361n. Holstenius: vid. Holsteni, Lucas.
Gusta, Francisco: 199, 199n. Hornero: 24n, 146n, 277n, 410,414,
Gustavo II Adolfo de Suecia: 394n. 419, 500, 500n.
Gutierrez de la Huerta, Francisco: Honorio III, Papa: 275, 275n, 276,
12n. 276n.
Habraeus, Samuel: 231n. Honorio, Emperador: 447.
Hackert, Jakop: 152,152n, 517,517n. Honour, Hugh: 156n, 176, 521n.
df J U A N A N D r E S M O R E LL

Hontheim, Johann Nikolaus von: Kauffman, Angélica: 95, 95n, 96n,


Vid. Febronio. 152, 153, 153n, 155, 323n, 518,
Horacio: 105, 145, 203, 268, 281, 518n, 519, 519n, 521n.
326n, 429,429n, 430,430n, 487, Kircher, Athanasius: 387, 387n.
498, 498n, 512, 513n. Kline, Morris: 177, 297n.
Hudson, John: 135, 135n. Knoefel, Peter: 77n, 174.
Humfrey, Peter: 176, 209n. Knós, Borje: 177, 279n.
Huygens, Christian: 41, 46n, 225n. Kotska, San Estanislao: 455, 455n.
Hwiid, Andreas Cristian: 362n. L'Epée, Charles Michel de: 28,156,
Ibarra, Joaquín: 96. 156n, 157, 522, 523, 523n,
Iglesias, Carmen: 195n. 525n.
Imola, Innocenzo da: 238n. La Condamine, Charles-Marie de:
Incieri, Bartolomeo: 274n. 297, 297n, 298.
Inocencio III: 276n. La Porcada, Pedro: 34n.
Inocencio X: 387n, 393,393n, 414n, La Parra López, Emilio: 12n, 177.
441. Lacaba, Ignacio: 290n.
Inocencio XII: 115, 461n. Lactancio: 232, 232n, 276n, 280,
Irwin, David: 112n, 139n, 177,415n. 280n.
Isabel la Católica: 454n. Latiguera, Pedro de: 236.
Isla, José Francisco de: 493n, 494n. Lama, Miguel Ángel: 281n.
Iturri, Francisco Javier: 206n. Lambertini, Próspero: vid. Bene-
Jacquier, Francois: 150,150n, 323n, dicto XIV.
502, 502n. Lamí, Giovanni: 73, 73n, 74, 92,
José II: 13, 106, 107, 146, 154, 92n, 93, 103, 109, 240n, 263n,
242n, 291, 294, 300n, 321n, 272, 272n, 277, 317n, 333n.
337n, 502n,518n. Lampredi, Giovanni Maria: 102,
Jovellanos, Garpar Melchor de: 102n, 325, 325n, 333, 333n.
481n, 482n. Lañe, Harían: 157n, 177, 523n.
Juan II: 75n, 278n. Lanfranco, Giovanni: 454, 454n.
Juan V de Portugal: 512. Lante, Luigi: 496, 496n.
Juana, Papisa: 442, 442n. Lanzi, Luigi: 61, 62, 62n, 63, 65,
Julia, Antonio: 205, 205n. 124, 242, 242n, 247, 247n,
Julia, Ignacio: 205, 205n. 248n, 317, 3l7n, 320, 387, 402,
Julia, Javier: 205, 205n. 410,411.
Julio César: 276, 381, 390, 411n, Lapauze, Henri: 177, 516n.
427n. Lapiccola, Nicoló: 419, 419n.
Julio II, Papa: 348n, 350n, 360n, Laplana Gil, José Enrique: 177,
419n, 438, 438n. 360n.
Julio III, Papa: 327n, 390n. Larraz, Blas: 196, 196n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 545

Lascaris, Janus: 279, 279n. Livio, Tito: 466n, 501.


Lassala, Manuel: 34, 200, 200n, Llampillas, Francisco Javier: 20, 27.
201. Lo Bianco, Anna: 171, 519n.
Lastanosa, Vicencio Juan de: 360, Locco, Mauro: 176, 209n.
360n. Locke, John: 140, 504n.
Lastili: 321. Lombard!, Carlo: 469n.
Lastri, Marco Antonio: 92, 93n, Lomonaco, Fabrizio: 312n.
240n, 317, 317n, 320, 320n. Longhi, Martino: 396n.
Laterani, Plocia, Familia: 441, Longo, Valentina: 7ln, 177, 264n.
441n. Lope de Vega y Carpió: 20.
Lazzari, Retro: 225, 225n. López de Carvajal, Bernardino,
Lazzeri, Pietro: 132, 135, 140, 144, Cardenal: 137, 446, 446n.
144n, 345n, 363,363n, 497,497n. López, Cristóbal: 430n.
Lecina, Mariano: 35n, 132, 188, López, Isidro: 32, 33n, 202, 202n.
196n,198n,203n,205n. López, Pedro: 67, 68, 260, 260n.
Lee, Simón: 112n, 177, 516n. Lorenzetti, Ambrogio: 341, 341n.
Legros, Pierre: 455, 455n. Lorenzetti, Pietro: 341n.
Leibniz, Gottfried Wilhelm: 41, 47, Lorenzo Medici el Magnífico: 101,
150n, 227n, 331n. 102n, 284n, 286n, 306n, 312n,
Lelli, Ercole: 221n. 325n.
Lelorgne, Giacomo Paolo: 316n. Lorgna: 2l7n.
León I, Papa: 447. Loschi, Luigi Antonio: 508, 508n.
León X, Papa: 114, 279n, 438, 438n, Lovarini, Emilio: 38n, 219n.
439, 460n. Lúea Santo: 237n.
León XI, Papa: 433n. Lucano, Marco Anneo: 20,
Leonardo de Pisa: 56,67,67n, 239n, Lucas de Holanda: 234.
260, 260n, 261, 261n, 276. Lucchini, Doctor: 510.
Leopoldo I, Emperador: 38, 219n. Luchini, Francesco María: 363,
Leopoldo II, Emperador: vid. Pie- 363n, 498, 498n.
tro Leopoldo de Lorena. Luciano de Samosata: 245, 279n,
Lépido, Marco Emilio: 425. 280, 280n.
Lesky, Albín: 177, 417n. Lúculo, Lucio Licinio: 421, 42In,
Lesueur, Thomas: 151, 504n 423.
Lévéque, Jean Jacques: 112n, 177, Ludovisi, Alessandro: vid. Gregorio
516n. XV.
Liberio, Papa: 444. Luengo, Manuel: 197n, 198n, 508n,
Ligorio, Pirro: 430n, 431n. 510n.
Linneo, Carl von: 44, 218n. Luis XIV: 226.
Lippi, Aníbal: 407n. Luis XV 40, 218n.
546 JUAN ANDRÉS MORELL

Luzzatto, Sergio: 177, 213n. Mamachi, Tom mas o Maria: 144,


Mabillon, Jean: 65, 133, 258n, 147, 147n, 148, 199n, 497n,
365n, 399n, 505, 505n, 506, 506n, 507.
Maccagni, C.: 310n. Mamiani, Maurizio: 47n, 178, 227n.
Muccioni, Magliorotto: 64, 64v, 102, Manera, Francesco: 13n.
103, 109, 251n, 333, 333n. Maneti, Giulio M.: 65n, 178.
Maderno, Garlo: 434n, 439, 439n, Manetti, Saverio: 89, 306n, 3l7n.
Manfredi, Eustachio: 40,41,47,48,
445, 455n, 474n.
49, 49n, 215, 215n, 227n, 228,
Maderno, Stefano: 450, 450n, 488,
228n.
489, 489n.
Manfredi, Gabriele: 40, 41, 215n.
Maffei, Paolo Alessandro: 277,278n.
Manfredini di Rovigo, Federico:
Maffei, Scipione: 39n, 67, 91, 92n,
338, 338n.
119n, 214n, 222, 222n, 283, Manfron, Anna: 196n.
283n, 284n, 286, 321, 321n, Manlio: 466, 466n.
409n, 478n. Mannelli Gogglioli, María: 65n,
Magalotti, Lorenzo: 312n. 178, 252n.
Magistri, Simone de: 507, 507n, Manni, Domenico Maria: 56, 57,
508n. 57n, 239, 239n, 319, 319n.
Magliabechi, Antonio: 65, 66, 252n, Mansuelli, Guido Achule: 64n, 178,
258, 258n. 245n.
Maguan, Dominique: 146, 501, Mantegna, Andrea: 234, 234n.
501n. Mantelli, Roberto: 178, 204n.
Magnani Campanacci, liaría: 49n, Manucio, Aldo: 135, 135n, 281,
52n, 177, 178, 228n, 234n. 281n.
Magnani, Antonio: 49, 50, 50n, 223, Manzini, Paola: 97n.
223n, 224. Manzolini, Giovanni: 42, 216, 216n.
Maquiavelo, Nicolás: 274,305n, 340.
Magnani, Lorella: 178, 31 In.
Maragna, Simonetta: 157n, 168,
Magrini, Sabina: 71n, 177, 264n.
522n.
Majencio: 471n.
Maratta, Carlos: 395, 395n, 443,
Malanima, Cesare: 99, 99n, 334,
443n.
334n, 335, 335n. Marcellinus, Ammianus: 287, 287n.
Maldonado, Juan: 133, 133n, 363, March, José María: 34n, 178, 201n.
364n. Marchant, Nathaniel: 155,521,521n.
Malfatti, Gian Francesco: 178, 213, Marchet, Fiorella: 178, 325n.
213n, 217n. Marchi, Gian Paolo: 178, 284n.
Mallio; Pietro: 438, 438n. Marchionni, Garlo: 138n, 415n,
Malvezzi, Vincenzo: 233n. 440n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 547

Marcial: 20, 398, 398n, 425, 459, Masdeu, Juan Francisco: 204,204n,
460n, 470, 470n, 487, 487n. 273n.
Marcáis, A.: 483n. Masson, Frederic: 179, 405n.
Marco Aurelio Valerio, Emperador: Matteucci, Anna Maria: 34n, 50n,
115, 124, 125, 127, 378, 378n, 52n, 201n, 223n, 233n.
379, 409, 460, 460n. Matteuci, Petronio: 217n.
Marder, TodA.: 178, 347n. Matteuzzi, Maurizio: 40n, 179.
María Carolina de la Dos Sicilias: Mattolini, Mario: 94n, 179, 322n.
274n, 337n. Mayans, Gregorio: 15,15n, 16,16n,
María Luisa de Borbón: 30, 337, 25, 29, 179.
337n. Mayans, Juan Antonio: 15, 15n.
María Magdalena de Austria: 310n. Mazzacane, Aldo: 131, 361n.
María Teresa de Austria: 55, 77, Mazzei, Francesco: 510, 510n.
24 In. Mazzeo, Guido Ettore: 14n, 23n,
Mariana, Juan de: 133, 363, 363n. 179.
Marini, Gaetano: 123, 123n, 348, Mazzocchi, Giacomo: 359, 359n.
Mazzolari, Giuseppe María: 144,
348n, 417, 420, 420n, 500,
144n, 145, 499, 499n.
500n.
Mecenas, Cayo: 425, 429, 429n.
Marini, Giorgio: 156n, 178, 521n.
Médici, Alejandro de, Cardenal:
Mario, Cayo: 38In.
407n.
Mariotti, Abogado: 396.
Médici, Ferdinando de, Cardenal:
Marini, Antón Francesco: 66, 258,
245n.
258n. Médici, Leopoldo, Cardenal: 254n,
Marón, Antón: 152, 451n, 516n. 310, 310n.
Marotti, Giuseppe: 101, 325n. Médici, Octavio de: 254n.
Marsigli, Luigi Ferdinando: 36n, Mediéis, Giovanni: vid. León X.
38, 38n, 39, 44, 45, 215n, 217n, Mehus, Lorenzo: 57, 58, 73, 74,
219-221. 74n, 75, 109, 249, 249n, 271,
Marsili, Alessandro: 84, 84n, 311, 271n, 273-275, 279, 282, 316,
311n. 320, 505n.
Martelli, Mario: 173, 286n. Meléndez Valdés, Juan: 96.
Martínez Cuesta, Juan: 179. Melzi, Gaetano: 30n.
Martínez Solbes, Pedro: 13n, 179. Menelao: 410, 418, 418n.
Martini, Giuseppe: 178, 311n, 380. Menéndez Pelayo, Marcelino:
Martini; Giovanni Battista: 40, 43, 212n.
43n, 52, 216, 216n, 233, 233n. Mengs, Antonio Rafael: 130, 130n,
Marucelli, Alessandro: 73, 271n. 138-140, 152, 153, 206, 250n,
Marucelli, Francesco: 73, 271n. 354, 354n, 355n, 385, 392n,
548 J U A N A N D R É S MO RE L L

394n, 415n, 416, 416n, 419n, Momigliano, Arnaldo: 143n, 180,


451,45n, 452,452n, 457,457n, 508n.
488, 492n, 515, 516n, 518, 521, Mondini, Garlo: 44, 45, 218, 218n.
521n. Mondot, Jean: 98n.
Méritos, Marqués de: 146, 501n. Monneret, Sophie: 112n, 180, 516n.
Mery, Milord: 314. Monsecrati, Abad: 359.
Messeri, Gabriella: 169, 251n. Montanari, Geminiano: 46,46n, 47,
Mestre Sanchis, Antonio: 15n, 16n, 48, 226, 226n, 227n.
179. Montefani Caprara, Antonio: 223,
Metastasio, Pietro Trapasi: 146, 223n.
458, 458n, 502n. Montefari Caprara, Ludovico: 50,
Metella, Cecilia: 484, 484n. 50n, 223, 223n, 224.
Mételo, Cecilio Quinto: 484n. Montefeltro, Federico de: 356n.
Miani, Laura: 179, 217n. Monteiro, Ignacio: 212, 212n.
Micali, Giacinto: 336n.
Montengón, Pedro: 27, 198, 198n.
Miccoli, M.: 179, 288n.
Montfaucon, Bernard de: 50, 65,
Michelangelo Buonarroti: 59, 70,
229, 229n, 230, 230n, 231, 232,
113, 124, 254, 263, 263n, 305,
232n, 258n, 278n, 399n.
305n, 306,348,348n, 360,360n,
Monti, Filippo María: 49.
379, 391n, 395, 410, 439, 456,
Monti, Gaetano: 44, 217, 217n, 218,
456n, 467n, 488, 489.
218n, 230n, 519, 519n.
Micheli, Gianni: 179, 262n.
Monti, Giuseppe: 44, 217n, 218n.
Michelini, Famiano: 31 In.
Monti, Vincenzo: 146, 146n, 323n,
Michelozzo di Bartolomeo: 284n,
304n. 502, 502n.
Michieli; Adriano Augusto: 33n, Montignano, Princesa: vid. Castel-
179, 201n baro Albani, María
Middleton, W. E. K.: 180, 311n. Montón, Bartolomé: 198, 198n.
Miglio, Massimo: 267n, Montón, Juan Francisco: 198,198n.
Miglori, Abate: 214. Montucla, Jean-Étienne: 297, 297n,
Mildenberger, Hermann: 152n, 180, 298.
517n. Moñino y Redondo, Francisco: 203.
Millas, Joaquín: 206. Moñino y Redondo, José: 203n,
Millón, Hemy A.: 154n, 518n. 404n.
Minuti, Teófilo: 135, 366n. Moore, Jacop: 153, 516, 517n.
Minzoni, Canónigo: 214. Morales, Ambrosio de: 481, 481n.
Miñana, Juan Manuel: 476, 476n. Morandi, Anna: 40, 40, 42, 96, 216,
Molina González, Juan Ignacio: 34, 216n, 221, 221n.
35, 35n, 202, 202n. Morandini, Antonietta: 72n, 180.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 549

Moratín, Leandro Fernández de: Neri, Filippo: 316n.


76,77n, 115n, 116n, 137n, 153n, Nerón, Emperador: 384n, 467,469,
156n, 173, 382n, 407n, 445n, 473, 476, 478, 478n.
453n, 461n, 462n, 516n, 518n, Newton: 19, 19n, 41, 105, 105n,
522n, 528n. 150, 150n, 215n, 329, 331n,
Morcelli, Stefano: 144, 145, 145n, 499, 502n.
420, 420n, 498, 498n. Niccoli, Niccolo: 74n, 75, 75n, 273n,
Mordacchini, editor: 109. 276n, 278, 278n, 279n, 285,
Mordani, Filippo: 519n. 285n, 287.
Morelli, Luciana: 180, 322n. Nicolás III, Papa: 443n.
Morelli, Maria Magdelana: vid. Nicolás IV, Papa: 445n.
Olimpica, Gorila. Nieto Soria, José Manuel: 180,
Morello, Nicoletta: 85n, 180, 310n. 282n.
Morghen, Raffaelo: 155, 156, 521, Nordhoff, Claudia: 180, 517n.
522, 522n. Novati, Francesco: 75n, 277n.
Mozzi, Giulio: 88, 314, 314n. Numeriano, Emperador: 452n.
Munafó, Paola: 180, 362n. O'Neill, Charles E.: 180.
Münter, Frierich: 151, 151n, 514, Obermeier, Siegfred: 96n, 180,
514n. 518n.
Muñoz, Juan Bautista: 15n, 199n. Ochino, Bernardino: 340, 340n.
Muraris, Conde: 18. Oderici, Padre: 419, 419n.
Muratori, Ludovico: 103, 108n. Olaechea, Rafael: 180, 206n.
Muratori, Nicoletta: 180, 362n. Olimpica, Gorila: 94, 95, 322, 322n,
Mureto, Marco Antonio: 345n. 323.
Murillo, Bartolomé Esteban: 206, Olina, Giovanni P.: 309n.
393, 393n, 394. Oliva, Antonio: 84, 311, 31 In.
Musschenbroek, Pieter van: 312, Olivieri, Aníbal: 222.
312n. Oñate, C.: 149n, 181, 330n.
Muziano, Girolamo: 519n. Orcagna, Andrea di Cione: 59,
Nassau Clavering, George: Vid. 253n, 305n.
Cowper, Lord. Orígenes: 265n.
Nava Palacio, Cesáreo: 102n, 325n. Orlandi, Stefano: 76n, 181, 289n.
Navarro Pastor, Santiago: 24, 148n, Orosio, Paulo: 71, 265, 265n, 282n.
506n. Orsi, Giuseppe Agostino, Cardenal:
Nebrija, Antonio de: 52, 236, 236n. 148, 505n, 507, 507n.
Negroni, Cardenal: 95, 322n. Ostili, Andrea: 105, 329, 329n.
Nelli, Giovanni Battista: 93, 93n, Otero, Francisco: 204n.
320, 320n, 32In. Ottoboni, Pietro, Cardenal: 356n.
Nenzoni, Gino: 50n, 180, 223n. Ovidio, Publio: 287, 289.
550 J U A N A N D R É S M o H E LL

Ozanam, Diclier: 31n, 181, 203n. Parodi, Saveriana: 181, 313n.


Pablo III: 348n, 391n, 439, 439n, Partenio, Guiseppe Mariano: vid.
472n. Mazzolari, Giuseppe Maria.
Pablo V: 137, 424, 433, 433n, 434, Pascual I, Papa: 450n.
439, 439n, 444, 444n, 445, Passionei, Domenico, Cardenal: 131,
445n, 469n, 474n, 475n. 131n, 151n, 362, 362n, 402n.
Pacchi, Domenico: lOln, 325n. Pasta, Renato: 66n, 69n, 77n, 78n,
Palafox y Mendoza, Juan de: 499n. 82n, 93n, 106n, 149n, 181,
Palcani Caccianemici, Luigi: 44, 45, 258n, 290n, 293n, 314n, 316n,
218, 218n. 318n, 321n, 326n, 507n.
Falencia, Alonso de: 282n. Pastine, Diño: 181, 387n.
Palladlo, Andrea: 118. Pastor, Ludovico: 95n, llln, 129n,
Pallavicini, Lazzaro, Cardenal: 95, 142n, 181, 231n, 322n, 353n,
322n. 401n, 440n, 502n, 527n.
Pallotti, Vincenzo: 39n, 80n, 172, Patrizi, Costanzo: 396n.
181, 294n. Paulucci, E: 181, 307n.
Palma, Marco: 71n, 177, 264n. Pausino: vid. Poussin.
Palmieri, Vincenzo: 108. Pavan, M.: 182, 520n.
Palinio, Francisco: 233n. Pavanello, Giuseppe: 182, 520n.
Pamphili, Gamillo: 423n. Pavesi, Conde: 18.
Pamphili, familia: 115, 414, 423, Pazzaglia, Antonio: 521, 521n.
461n. Pazzaglia, Stefano: 521n.
Pamphili, Giovanni Battista, Carde- Pazzini Carli, Vincenzo: 343, 343n.
nal: vid. Inocencio X. Pediano, Asconio: 276, 276n.
Pamphili, Girolamo: 414n. Peham, Helga: 65n, 182.
Pamphili, Olimpia: 423n. Pelagio, Papa: 448n.
Pandolfini, Cardenal: 60, 307n. Pel agio: 265 n.
Pannartz, Arnold: 280n. Pelle, Federico: 276n.
Panvinio, Onofrio: 119n, 478n. Pellegrini, Bartolomeo: 103, 333,
Paoletti, Gaspare: 63. 333n.
Paoli, Maria Pía: 181, 317n. Pelli Bencivenni, Giuseppe: 61,
Paoli, Paolo Antonio: 146, 501, 61n, 62, 63, 65, 247, 247n, 314,
501n. 314n, 315n, 317, 320.
Paoli, Pietro: 103, 104, 104n, 328, Pellicer y Saforcada, Juan Antonio:
328n. 281, 281n, 282n.
Paolino, Laura: 129n, 181, 355n. Pelzel, Thomas: 182, 452n, 479n.
Papebroek, Daniel: 133, 365n. Penni, Giovanni: 395n.
Párente, Irene: 96. Penny, Nicholas: 64n, 116n, 117n,
Parma, Anna: 106n, 181. 119n, 123n, 125n, 155, 155n,
BOLONIA, F L O R E N C I A , ROMA 551

176, 244n, 245n, 350n, 384n, Pietrangeli, Garlo: 133n, 182, 35In,
385n, 390n, 396n, 412n, 413n, 364n.
420n, 464n, 478n, 489n, 521n. Pietro Leopoldo de Lorena: 13, 55,
Pepe, Luigi: 45n, 47n, 182, 218n, 60-66, 70-72, 76, 78, 81-83, 86-
227n. 89, 94, 94n, 99, 99n, lOln, 105-
Pera, Marcello: 182, 319n. 107, 154, 241, 241n, 242n, 243,
Peranni, Francesco: 151n, 514n. 246n, 247n, 248n, 251, 254n,
Perelli, Tommaso: 100, 328n. 258, 264n, 266, 284, 289, 289n,
Peretti, Felice: vid. Sixto V. 293, 294, 296, 313, 314n, 316n,
Pérez Bayer, Francisco: 142, 401, 317n, 318n, 329n, 331n, 333n,
401n, 402, 402n. 336n, 337n, 338,
Pérez Caldos, Benito: 11, lln. 338n, 450n, 518n.
Perfetti, Bernardino: 94, 94n, 322, Pignatelli, José: 29, 34, 34n, 201,
322n. 201n.
Peribeni, Caballero: 334. Pignotti, Lorenzo: 105, 325, 326,
Perini, Giulio: 65,65n, 66,66n, 257, 326n.
Pinazo, Antonio: 206.
257n, 259, 314, 314n, 317, 320.
Píndaro: 212.
Perossa, Alessandro: 182, 280n.
Pinedo, Isidoro: 182, 404n.
Perpinyá, Pedro Juan: 132, 132n,
Pini, Giovanni: 42n.
133, 363n, 364, 364n, 497,
Piñón, Pierre: 152, 182, 516n.
497n.
Pintíiudi, Rosario: 169, 251n.
Peruzzi, Baldassarre: 394n, 457n. Pinto, Elena: 182, 361n.
Petrarca, Francesco: 54n, 56, 129,
Pío III: 438n.
129n, 239n, 268, 271n, 273, Pío V: 278n, 444.
277, 281, 322, 355, 355n, 359n. Pío VI: 22n, 119, 123, 138n, 141,
Petri, Giuseppe: 331, 331n. 144, 146, 155n, 158, 231n,
Pezzeli, María: 143, 495. 348n, 349n, 350, 350n, 35In,
Pezzuti, Abate: 503, 503n. 352, 352n, 391n, 400n, 415n,
Piattoli, Renatto: 280n. 438, 438n, 440, 440n, 489n,
Pichler, Antón: 520n. 491n, 497n, 502n, 505n, 508n,
Pichler, Johann: 155, 520, 520n, 509n, 510n, 513n, 519n, 520n,
521. 527, 527n, 528n.
Pico della Mirándola, Giovanni: 50, Pío VIL 30, 155n, 520n.
229n. Piranesi, Giovanni Battista: 120,
Picó, Miguel Ángel: 27n, 43n, 182, 120n, 155n, 182, 473, 473n,
204n. 479n, 485n, 500.
Pierucci, Conde Pietro: 93, 321, Pirólo, Paola: 65n, 182, 257n.
321n. Pirro, Rey de Epiro: 383, 383n.
552 JUAN ANDRÉS MORELL

Pisano, Leonardo: vid. Leonardo de Pozzi, Cesáreo: 199n.


Pisa. Pozzo, Andrea: 455n.
Pisón, L. Calpurnio: 427n. Prats, Buenaventura: 199, 199n.
Pitágoras: 24n. Praxiteles: 64, 245n, 410, 413, 417.
Pitti, Lúea: 253n. Priestley, Joseph: 319.
Pizzi, Gioacchino: 146, 502, 502n. Primaticcio, Francesco: 53, 234,
Pía, Joaquín: 195, 195n, 196, 213, 234n.
213n. Prisciliano: 265n.
Platón: 275n, 277n, 348n. Prodomus, Teodoro: 359n.
Planto: 287. Propercio: 280.
Plinio, Cayo: 74, 74n, 268n, 273, Protovecchio, Antonio de: 103n.
273n, 284n, 413, 413n, 419, Pucci, Francesco: 280, 280n.
419n, 458, 476. Puerto Sarmiento, Francisco Javier:
Plutarco: 275, 275n, 277n, 281, 44n, 183, 217n.
282n,411. Puig-Samper Mulero, Miguel
Polenton, Sicco Ricci: 274, 274n. Ángel: 46n, 68n, 183.
Polichetti, Antonio: 183, 265n. Pullapilly, Cyriac K.: 131n, 183,
Policiano, Angelo: 286, 286n, 287. 361n.
Polidoro: 419, 419n, 420. Quesnel, Pasquier: 108n.
Poliziano, Angelo: 71n, 280, 280n. Quintiliano: 268, 276n.
Pollaiuolo, Simone del: 307n. Quiñones, Francisco de los Ange-
Pollux, lulius: 280, 280n. les, Cardenal: 137, 446, 446n.
Pomatelli, Bernardino: 56n. Quirós Bernal, José: 198, 198n.
Pombal, Marqués de: 31. Rábano, Mauro: 235, 235n.
Pompeyo, Cneo: 390, 390n, 411, Rafael Sanzio deUrbino: 60, 63,
411n, 456. 114, 119, 138, 235n, 245, 254,
Pompilio, Angelo: 43n, 183, 216n. 254n, 295, 307, 307n, 348,
Ponce, Fray Pedro: 28, 157, 525. 348n, 382n, 395, 395n, 397,
Ponz, Antonio: 27n, 481, 481n, 397n, 439, 439n, 443n, 452n,
482n. 454, 454n, 457, 469, 488, 489.
Ponzio, Flaminio: 392n, 444n. Raimondi, Ezio: 183, 283n.
Pordedone: vid. Sacchi, Giovanni Ranuzzi, Girolamo: 221, 221n.
Antonio. Rappini, Gaetano: 527n.
Pórsena, Rey etrusco: 487n. Raspi Serra, Joselita: 128n, 152n,
Portoghesi, Paolo: 115n, 183, 461n. 517n.
Possevino, Antonio: 52. Redi, Francesco: 84, 85, 85n, 311,
Pou, Bartolomé: 201, 201n. 311n, 312n, 313n, 331n.
Poussin, Nicolás: 389, 389n, 395, Reggi, Giovanni A.: 129, 353, 353n-
396n, 397, 458, 458n. 357.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 553

Rembrandt, Harmenszoon van Riminaldi, Giovanni María, Carde-


Rijn: 390, 390n. nal: 139, 211, 458, 458n, 494,
Reni, Guido: 53, 114, 234, 234n, 494n.
382, 382n, 390, 390n, 397, Rinaldini, Garlo: 84, 311, 311n.
397n, 442n, 454, 454n, 488, Ríos Carratalá, Juan Antonio: 26n,
489, 489n. 183.
Requeno y Vives, Vicente: 196, Riou, Yves-Fran£ois: 67n, 183,
196n, 495, 495n. 261n.
Ripa, Mateo: 405n.
Rezzonico, Abondio: 496, 496n.
Robbiati, Cinzia: 184, 451n.
Rezzonico, Cario, Cardenal: 496n.
Rocca, Angelo: 131, 362n.
Rezzonico, Gianbattista, Cardenal:
Roccela, Príncipe de la: 522.
496n.
Rodríguez de Campomanes, Pedro:
Ribadeneira, Pedro de: 132, 205n, vid. Campomanes, Pedro R. de.
364n. Rodríguez, Evangelina: 22n.
Ricardielli, Caballero: 391. Rodríguez, Helena: 275n.
Riccardi, Gabriel: 58, 60, 272n, Roger, Narciso: 205, 205n.
279n, 281. Roggero, Marina: 98n, 184.
Riccardi, Riccardo: 73, 75, 271, Roig, Jaume: 15.
271n. Rollin, Claude: 487n.
Ricati, Giordiano: 33n, 200n. Romagnini, Gian Paolo: 184.
Riccati, lacopo Francesco: 33, 33n, Romano, Giulio: 290, 395n.
45, 200n, 2l7n. Rombai, Leonardo: 82n, 88n, 165,
Riccati, Vincenzo: 33, 200, 200n, 184, 316n.
Ricci de Montepulciano, Giovanni, Roñan, Charles E.: 35n, 184, 203n.
Cardenal: 99, 327, 327n, 407n. Rondelli, Geminiano: 50n.
Rosa, Mario: 92n, 184, 271n, 272n.
Ricci, Giovanni: 36n, 183,
Rospigliosi Pallavicini, Príncipe
Ricci, Scipione de: 72, 109.
Luigi: 495, 495n.
Riccómini; Eugenio: 183, 520n.
Rossi, Paolo: 37n, 107n, 184.
Richecourt, Emmanuel, Conde de:
Rostagno, Enrico: 72n, 266n.
82, 298, 298n. Rota, Daniele: 184, 509n.
Rico, Padre: 81n, 296n. Rotta, Salvatore: 46n, 184, 226n,
Ricobaldi, Romualdo: vid. Maffei, 335n.
Paolo Alessandro. Rousseau, J. J.: 45, 218n.
Ricuperati, Giuseppe: 92n, 93n, Rovere, Juliano de la: Vid. Julio II.
183, 272n. Rovero, Cristodoro di: 33n.
Righini Bonelli, Maria Luisa: 183, Rubens, Pieter Paul: 394, 394n,
309n. 521n.
554 J U A N A N D R É S M O R EL L

Ruberto, Francisco de: 73, 27ln. San Cirilo de Alejandría: 285, 285n.
Rucellai, Bernardo: 277, 277n. San Gregorio Nacianceno: 285,
Ruffini, Alessandro, Cardenal: 285n.
424n. San Gregorio Papa: 264.
Ruinart, Thierry: 497, 497n. San Ignacio de Loyola: 455, 456.
Ruiz Morcuende, Federico: 297n. San Isidoro: 53, 53n, 235n, 236.
Ruta, Leonardo: 99n, 103n, 185, San Isidro: 276.
329n,331n. San Jerónimo: 287.
Saalman, Howard: 185, 303n. San Juan Crisóstomo: 212, 231,
Sabelli, Cencío: vid. Honorio III, 232n, 285, 285n, 286.
Papa. San Juan Damascene: 212.
Sablet, Jacques: 152, 517, 517n. San Lucas: 237n.
Saccarelli, Gaspare: 508, 508n. San Silvestre, Papa: 441, 441n, 442.
Saccenti, Mario: 52n, 177, 234n. Sancha, Antonio: 161, 204n, 337n.
Sacchi, Andrea: 443, 443n, 454, Sánchez de Luna, Gennaro: 498,
454n. 499n.
Sacchi, Giovanni Antonio de: 454, Sánchez Espinosa, Gabriel: 26n,
454n. 185, 206n, 452n.
Sadoleto, Jacobo, Cardenal: 359, Sánchez, Gaspar: 201, 2()ln.
359n. Sánchez-Blanco, Francisco: 19n,
Saint Clair Segurado, Eva: 35n. 185.
Saladini, Girolamo: 44, 45, 217, Sanctis, Domenico de: 430, 430n.
217n. Sanctis, Francesco de: 407.
Saladino, Vincenzo: 181, 307n. Sandner, Osear: 96n, 153n, 519n.
Salelles, Juan Antonio: 199, 199n. Sangallo, Antonio: 391n, 484n.
Saliceti, Natale: 510, 510n. Sangallo, Aristotile: 307n.
Salieri, Antonio: llln. Sangallo, Gian Francesco: 307n.
Salomone, Lucia: 67n, 185, 261n. Sangallo, Giuliano da: 419n, 439,
Salustio: 425. 439n.
Salutati, Coluccio: 57n, 277, 277n, Santa Elena: 445, 445n, 446, 446n,
359n. 482, 482n.
Saluzzo, Monseñor: 128. Santalucia, Bernardo: 7ln, 265n.
Salvi, Nicoló: 432. Santi, Giorgio: 105, 106, 106n, 326,
Salviati, Leonardo: 313n. 326n, 330n.
San Agustín: 231n, 265n, 280n, 453. Santolini, Abate: 353, 355
San Antonino: 287. Santoro, Mario: 185, 210n.
San Atanasio: 285, 285n, 287. Sarpi, Paolo: 101, 325n.
San Basilio: 232, 275, 287, 366. Sarto, Andrea del: 59, 60, 63, 246,
San Calixto: 447, 447n. 246n, 254, 304, 304n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 555

Sauget, Joseph-Marie: 401n. Silvestri, Tommaso: 156, 157, 522,


Savini, Pompeo: 128. 522n, 523, 525.
Savioli, Ludovico Vittorio: 52, 218, Simeoni; Luigi: 41n, 187, 215n.
234, 234n. Simonetti, Michelangelo: 352n.
Savonarola, Girolamo: 75n, 271n, Sixto III: 444n.
278n, 287, 287n, 288, 288n. Sixto IV: 124, 348n.
Savorgnano; Urbano: 39n, 222. Sixto V: 115, 264n, 434, 434n, 439,
Sbaraglia, Marco Antonio: 50n, 439n, 443n, 444, 444n, 460,
223n. 460n, 464, 475n.
Scapecchi, Fiero: 185, 288n. Slop de Cadenberg, Giuseppe Anto-
Scarselli, Flaminio: 218n. nio: 100, 328, 328n, 335.
Schippis, Rainieri: 157n, 186, 511n. Soderini, Francesco, Cardenal:
Schmitt, Paul: 186, 364n. 396n.
Scotti, Angelo Antonio: lln, 13, Sodoma, Giovanni Antonio Bazzi:
13n, 300n, 314n. 341, 341n, 392n.
Scotti, Aurora: 106n, 185. Sófocles: 268, 409n.
Solano, Andrea: 392n.
Sebastián, Félix de: 35n.
Solinas, Francesco: 186, 309n.
Segre, Michael: 185, 262n.
Somaglia, Giulio María della, Car-
Selma, Fernando: 394, 394n, 492,
denal: 491, 491n, 495.
492n.
Soncino, Raimondo: 340, 340n.
Sempere y Guarinos, Juan: 139,
Soons, Alan: 186, 363n.
139n.
Soria, Giovanni Battista: 453n.
Séneca, Lucio Anneo: 20,75n, 278n.
Spada, Bernardino, Cardenal: 390n.
Septimio Severo, Emperador: 118,
Spada, familia: 202n, 390.
468, 468n, 477, 478n, 483n. Spada, Nicola: 40, 218n.
Sequeiro, P: 75n, 175, 278n. Spagnesi, Enrico: 186, 265n.
Serassi, Pierantonio: 509, 509n. Spagni, Andrea: 144, 145, 499,
Sermoneta, Duque de: vid. Gaeta- 499n.
ni, Francesco. Spallanzani, Lazzaro: 97, 97n.
Serra Pons, Inmaculada: 185, 402n. Spallanzani, Mariafranca: 37n, 44n,
Serrai, A.: 186, 259n. 186, 217n.
Serrano, Mateo: 15. Spannocchi, Pandolfo: 339, 339n,
Servet, Miguel: 135. 340.
Sevilla, Juan de: 67, 261, 261n. Spedalieri, Nicola: 143, 143n, 508,
Sforza, Francesco: 276n. 508n, 511.
Siena, Tommaso da: 431n. Stadter, P.A.: 188, 284n.
Sila, Lucio Cornelio: 381n. Stafford, Barbara María: 125n, 186.
Silvestre, Giuseppe: 186, 283n. Stay, Benedetto: 499, 499n.
556 J U A N A N D Hits M O K E L L

Stefani, Gino: 43n, 186, 216n. Taruffi, Giuseppe Antonio: 145,


Stella, Pietro: 108n, 186. 500, 500n.
Stendhal: 42, 42n, 53n, 118, 118n, Tassi, Agostino: 397n.
121, 121n, 122n, 156n, 186, Tassinari, Gabriella: 520n.
237n, 284n, 285n, 304n, 352n, Tasso, Torcuato: 210, 210n, 212,
353n, 393n, 394n, 395n, 438n, 312n, 322, 509, 509n.
439n, 457n, 458n, 468n, 47In, Taucci, R.: 187, 233n.
474n, 522n. Taurisco: 392, 392n.
Stocchi, Manlio Pastore: 222n. Taverna, Ferdinando, Cardenal:
Stolte, Bernard H.: 71n, 186. 423n.
Stoye, John: 38n, 187, 220n. Tavoni, Maria Gioia: 51n, 187,
Stratico, Giovanni: 96, 98, 98n, 323, 231n.
323n. Tega, Walter: 36, 37n, 43n, 49n,
Stratico, Simone: 323n. 187, 216n, 217n, 228n.
Strilic, I.: I50n, 330n. Tejerina, Belén: 26n, 77n, 147n,
187, 506n.
Strozzi, Familia: 59.
Tellechea, José Ignacio: 130n, 133n,
Stuart, Enrique: vid. York, Duque
187, 361n, 364n.
de.
Temes, Juan: 515.
Suetonio: 381, 381n, 400n, 473.
Teodosio, Emperador: 446.
Suffren, Pierre Andre: 158, 158n,
Terencio: 129, 355.
512, 512n.
Tertuliano: 287.
Sulgher Fantastici, Fortunata: vid.
Testa, Fausto: 24n, 114n, 127n, 187.
Fantastic!, Fortunata. Tiberio, Emperador: 381n, 468n,
Surdich, Francesco: 187, 320n. 473.
Sweymheim, Konrad: 280n. Tibulo, Albio: 280.
Tácito: 268, 268n, 473. Tierce, Jean-Baptiste: 412n.
Tacquet, Andrea: 104n, 329n. Timoni, Francesco Severio: 134,
Talenti, Simone: 253n. 365n.
Tamburini, Pietro: 108, 109. Timpanaro Morelli, Maria Augusta:
Tanucci, Bernardo: 274, 274n. 61n, 187, 247n, 314n.
Targioni Tozetti, Giovanni: 67, 68, Tiraboschi, Gerolamo: 19, 73, 73n.
68n, 69, 69n, 76, 77, 260, 260n, Tischbein, Wilhelm: 11 In, 141,
262, 262n, 263n, 290n, 316, 142n, 152, 152n, 400n, 517,
316n. 5l7n.
Targioni, Ottaviano: 69, 293, 293n, Tisserant, Cardenal: 129n, 358n.
294, 303, 312. Tissot, Simon Andre: 106.
Tarpeio, Espurio: 466n. Tito, Emperador: 119, 419n, 469,
Tarquino el Soberbio: 421. 469n, 473, 479, 483, 483n.
BOLONIA, FLOKKNCIA, ROMA 557

Tiziano, Marco Vecellio: 63, 245, Ullman, Berthold Louis: 75n, 188,
245n, 254, 254n, 382, 382n, 277n, 284n.
390, 390n, 393, 393n, 517n. Unterberger, Cristoph: 152, 152n,
Toaldo, Giuseppe: 261n. 451n, 516, 516n, 519n.
Toccafondi, Diana: 93n, 187, 321n. Urbano IV, Papa: 277n.
Todeschi, Claudio: 142, 143, 494, Urbano VIII: 395n, 396n, 403,
495n. 403n, 433n, 435n, 450, 454n.
Toledo, Francisco de, Cardenal: Uñarte, José Ignacio: 35n, 132,188,
446, 446n. 196n,198n, 203n, 205n.
Tolomeo, Claudio: 83n, 259, 259n. Vaccá Berlingheri, Francesco: 331,
Tommasini, Jacopo Andrea: 103, 331n.
104, 104n, 329, 329n. Vaga, Pierino del: 456n, 457n.
Tonti, Cardenal: 158, 513n. Valdés, Juan de: 340n.
Tord, Félix: 206. Valenti Gonzaga, Cayetano: 19,
Torres, Casimiro: 265n. 19n.
Torricelli, Evangelista: 68, 262, Valenti Gonzaga, Luigi, Cardenal:
262n, 312n. 430n.
Torrigiani, Francesco: 331, 331n. Valle Pimentel, Miguel: 188, 202n.
Torrini, Maurizio: 312n. Valverde, Mariano: 275n.
Tosí, Lorenzo: 102, 103, 333, 333n. Van Dyck, Antón: 390, 390n.
Tournon, Barón de: 118, 467n. Van Espen, Zeger Bernard: 108n.
Trajano, Marco Ulpio, Emperador: Van Helden, Albert: 183, 309n.
115-117, 433n, 462-465, 471, Vannini, Fabrizio: 69n, 188, 450n.
47ln, 476, 485n. Vannucchi, Antonio Maria: 103,
Trampus, Antonio: 22n, 144, 144n, 103n, 332, 332n.
188. Varami, Padre: 446.
Tranchedini, Nicodemo: 276, 276n, Varani, Alfonso: 214, 214n.
277. Vargas Llaguna, Antonio de: 30n.
Tranfaglia, N.: 93n. Varmi, A.:98n.
Travesar!, Ambrosio: 57. Varrón, Terencio: 428, 466n.
Tribolo, Niccoló: 308n. Vasale, Giuseppe: 152n, 188, 517n.
Trombelli, Giovanni: 51, 51n, 230, Vasari, Giorgio: 59, 102n, 238n,
230n, 232, 235, 340, 340n. 288n, 303n, 305, 305n, 307n,
Troppau, Martín de: 442n. 326n, 439n, 477n.
Truci, Isabella: 65n, 182, 257n. Vasazio, Giovanni: 392n.
Tucídides: 135n, 282n. Vasi, Giuseppe: 117, 117n, 120,
Tugnoli Pattaro, Sandra: 188, 220n. 467n,473n.
Udine, Giovanne da: 457n. Vázquez, Francisco: 404n.
Ugo, Alessandro: 233n. Vega Sentinenat, José: 16n.
558 J U A N A N D R É S M o u F, L L

Velazquez, Diego: 206, 393, 393n. Visconti, Ennio Quirino: 119n, 120-
Ventimiglia, Giovanni Antonio: 345n. 122, 122n, 135, 349n, 352n,
Ventura, Irene: 179, 217n. 402, 402n, 419n, 465n, 495n,
Venturi, Franco: 69n, 96n, 124n, 500, 500n, 511,511 n,512,
147, 147n, 188, 261n, 3l7n, Visconti, Filippo María: 277n.
323n, 499n, 505n. Visconti, Giambattista: 123.
Venturi, Giovanni: 49n, 188, 210n, Viti, Paolo: 189, 280n.
224n. Vito, Giovanni: 508n.
Venuti, Marcello: 121, 465n. Viviani, Vincenzo: 84, 85, 86, 310,
Venuti, Rodolfo: 120, 121, 465, 310n.
465n. Volpato, Giovanni: 155, 156n, 521,
Ver Eeche, Paul: 260n. 521n.
Veratti, Giuseppe: 42, 215n, 216n, Volta, Alessandro: 27, 240n, 319n.
217, 217n, 218n. Voltaire: 45, 215n, 218n, 390n.
Verger, Jacques: 98n. Volterra, Daniele de: 456n.
Verino, Ugolino: 75, 75n, 277,278n. Vossius, Gerhard Johann: 287, 287n.
Veronese, Paolo: 382, 521n. Wandruzka, Adam: 72n, lOln, 105n,
Verrio Flaco: 381, 381n, 382. 189.
Vespasiano, Tito Flavio: 118, 469, Weber, Giorgio: 189, 263n.
469n, 471n, 473, 483. Weidner, Thomas: 189, 517n.
Vetasso, Marco: 129n, 188, 355n. Wetter, Giovanni: 155, 521, 521n.
Vianello, Nereo: 3()n, 188. Wilton-Ely, John: 189, 479n.
Viani, Giovanni María: 238n. Winckelmann, J. J.: 23, 24, 24n, 64,
Víctor, Aurelio: 476, 476n. 64n, 111-113, 114n, 120-128,
Victorinus, Pietro: 73, 271, 271n. 138, 138n, 155, 159, 159n, 177,
Vigna, Piero della: 274, 274n. * 189, 222n, 232n, 245n, 349n,
Vignola: 455n. 379, 379n, 380, 380n, 383n,
Villacañas Berlanga, José Luis: 29v, 384, 384n, 385n, 390n, 392n,
189. 397n, 402n, 409-412, 413n,
Villari, Pasquale: 75n, 189, 278. 415n, 416n, 417, 417n, 418n,
Vinea, Petrus de: vid. Vigna, Piero 419n, 420, 424, 424n, 458,
della. 458n, 462n, 465n, 466n, 489n,
Viñas, Pedro de las: vid. Vigna, 500n, 521, 521n.
Piero della. Wind, Edgard: llln, 189, 516n.
Virgilio: 26, 26n, 129, 145n, 267n, Ximénez, Leonardo: 79, 80, 81,
276n, 281, 289, 355, 390n, 425, 81n, 82, 82n, 83, 226n, 296,
429, 429n, 472n, 476n, 487, 296n, 297, 298, 298n, 299, 303,
487n, 498. 316, 320.
Visconti, Duque de Milán: 359n. York, Duque de: 422, 422n.
BOLONIA, FLORENCIA, ROMA 559

Zabala, Araritza: 182, 404n. Zarri, Gabriella: 51n, 187, 231n.


Zaccagni, Lorenzo Alessandro: 134, Zeechini: 213.
365n. Zegaromata, Andrónico: 275.
Zacearía, Antonio Maria: 233n. Zelada, Francisco Saverio, Carde-
Zacearía, Francesco Antonio: 53, nal: 128, 135, 139, 140, 231,
53n, 144, 144n, 147, 235n, 236, 231n, 353, 401n, 452, 452n,
236n, 497, 497n, 505n. 493, 497, 497n, 504.
Zambarelli, Luigi: 158n, 189, 514n. Zen, Stefano: 131n, 189, 361n.
Zambeccari, Francesco: 233n. Zoega, Georg: 142,142n, 400,400n,
Zambeccari, Giovanni: 31, 31n. 401n, 514, 514n.
Zanetti, Guidantonio: 218n. Zoli, Sergio: 60n.
Zangheri, Renato: 140n, 189, 494n. Zoroastro: 404n.
Zanotti, Eustachio: 40, 41, 48, 135n, Zorzi, Alessandro: 22, 213n.
215,215n, 228,230n, 366n, 509n. Zuccagni, Attilio: 69, 69n, 293n.
Zanotti, Francesco María: 40, 41, Zuccaro, Taddeo: 431, 431n, 457n.
44,45,48,50n, 215,215n, 218n. Zucchi, Antonio: 96n, 153n, 519n.
Zanotti, Gianpietro: 40, 41, 215n, Zucchini, Andrea: 93, 321, 321n.
215, 215n. Zulian, Girolamo: 493n.

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