Sei sulla pagina 1di 1

Llegó por fin la consabida primera prueba de este semestre: el partido de copa contra el

Medellín. Estoy seguro de no ser el único hincha que, desde el semestre pasado, está
esperando que en estos partido Millonarios dé un paso adelante y demuestre por qué es
Millonarios, el peso de nuestra historia, de esta camiseta azul cielo inmensa… pero no. Una
vez más, nos quedamos con las ganas.

Y sí, que las fallas defensivas, que el equipo está desorganizado, que todavía pesa
psicológicamente lo del semestre pasado… en fin. Una larga cadena de etcéteras que intentan
justificar qué es lo que está pasando con el equipo. Después de todo, cada hincha a su manera
intenta encontrar culpas, razones, motivos para pasar la pena después de partidos tan
insípidos como el ofrecido en el Atanasio el miércoles pasado. Yo, francamente, debo
decirlo: estoy preocupado. Y no es una preocupación de esas que encuentran consuelo. Todo
lo contrario, una preocupación que conlleva angustia y desazón por el futuro, al menos el
futuro cercano.

Desde el semestre pasado, la frase que más utilizan analistas, periodistas e incluso muchos de
nosotros para definir este cuento que hoy es Millonarios es: gana, pero no convence. Sin
embargo, el semestre pasado la cosa se veía un poco mejor: Pérez contaba con el fuego del
recién llegado, Jaramillo y Duque volaban (y cuando no, ahí estaba Carrillo en un nivel
tremendo); Macalister, quizá por la competencia que implicaba sentir a Marrugo en la nuca,
estaba en un nivel fenomenal; incluso Lasso, quien empezó con tantas dudas, terminó dando
partidos memorables. Este semestre todo eso parece haberse esfumado.

El asunto es que, en este equipo de tantas incógnitas, el principal problema es, aceptémoslo:
la falta de ideas. Me acuerdo esa etapa de Lunari en la que el hombre salía a por todas, y si
nos meten dos nosotros metemos tres o cuatro, pero siempre hacia adelante, a proponer. Hoy,
como diría Eduardo Galeano, reconocido escritor uruguayo, nos arrastramos por el Nemesio
rogando por una idea, una jugadita medio buena; y cuando la hay, la aplaudimos a rabiar…
aún cuando de esas en Millonarios deberían sobrar, se deberían caer a mares. Ese es el
problema del elogio de la táctica: en algún punto se llega al exceso de la racanería, de pensar
que no tener ningún mago es el secreto, que con el solo físico basta. Quién sabe hasta cuándo
nos toque esperar para ver en el coloso de la 57 uno de esos tesos, que con uno o dos toques
nos ponga a suspirar, que justifique el hambre de los delanteros y que, si no es mucho pedir,
nos ponga a soñar, ahí sí, con la 16.

Potrebbero piacerti anche