Sei sulla pagina 1di 2

¿De qué se enfermó Chile? Sanar requiere un diagnóstico.

El desenfreno del vulgo está siempre aunado a la locura y al delirio distópico; a su cosmovisión
pervertida y decadente, esa que pretende disolver en el ácido de un resentimiento infinito y
odioso, las bases que han elevado a la humanidad. Buscan hacer desaparecer un mundo
floreciente, libre y honorable, para poder instaurar uno a su decadente imagen y semejanza
socialista, en el que puedan dejar salir al desnudo su libertinaje y sueños húmedos totalitarios, en
el que todos, sin excepción, deben sumirse a creer, hacer, y defender lo que a ellos les place que
debemos y por ningún motivo otra cosa más que su inmoral causa.

Muchos no comprenden cómo hemos llegado hasta este triste puerto, a la decadencia de un
sueño casi logrado, al por poco ser un país desarrollado, saludable, y próspero. Incontables
ciudadanos se toman la cabeza desesperados, y se preguntan “¿en qué momento llegamos a
tener que acatar que desde la escuela les sugieran a nuestros hijos que se sometan a un
tratamiento invasivo de hormonas para feminizarse?”, o, “¿cómo es que hemos llegado desde
una democracia legítima a tener que negociar con terroristas violentos, sedientos de sangre y
destrucción, la viabilidad de nuestra constitución?”.

Y es así, es que sucede que La Ventana de Overton, es decir, la delimitación entre lo Normal y lo
Patológico, está continuamente siendo ultrajada por la izquierda radical, y juegan con el límite de
lo aceptado a su antojo absoluto. Se han adueñado sin preguntar a nadie, frente a los ojos de todo
el mundo, el derecho de prefabricar una escala moral falaz, en busca de ser ellos quienes
condenen a su antojo, a quién quieran, a ser eliminado del mapa. Cualquiera que atente contra su
verdad, aunque sea en lo más mínimo, debe ser abolido, desterrado, agredido, o al menos
amenazado.

Pero seamos responsables también, pues es un saludable hábito propio de la gente honorable y
responsable. El individuo ha renunciado a ser industrioso en el uso de su pensamiento analítico,
de pensar científicamente, de modo crítico. Aun así, más gravemente, las personas han dejado de
ver el lenguaje mismo como algo sacrosanto, cómo una herramienta poderosa, que construye
realidad, se quiera así o no.

El discurso, la repetición de ideas, es un nicho creador en sí mismo, uno en el que los


manipuladores patológicos, los Sociópatas, han aprendido a inseminar, astutamente, ideas
nefastas, hasta convertirlas en un experimento social perverso, y desenfrenado. Interviniendo,
mediante ingeniería social, los vínculos de apego temprano, a diseccionar y desintegrar a la
familia, a pervertir a la espiritualidad, a dinamitar la libertad de religión, todo mediante
apoderarse del lenguaje, haciéndose de propaganda explícita, y aún más, dominando el poderoso
elemento de la sugestión subliminal.

Mientras todos hipnotizados entre la televisión, rutina laboral y el disfrute de todos los frutos
jugosos del capitalismo, olvidamos cuidar nuestra puerta, de proteger la posibilidad de que dicho
merecido bienestar siguiese siendo posible. Asimismo, precisamente, en ese mismo intertanto, la
izquierda construía en sigilo total, su máquina letal. Y es que han creado una toxina obnubilante,
y la han inyectado indiscriminadamente, bajo nuestras narices, en el colectivo de las mentes
más vulnerables, niños inocentes, personas menos favorecidas intelectualmente, y sobre todo
desdichados, resentidos e infelices, así, su retorcida versión de mundo, llamada posmodernidad ha
sido instaurada en dichas mentes. Una toxina que sostiene la insalubre idea central de “si no
obtengo ya mismo lo que quiero, debe arder todo y todos”.

La izquierda ha construido una verdadera e infalible maquinaria de ingeniería lingüística, en son


de modificar el mundo empírico percibido por cada ser humano pisando el globo. En búsqueda de
fagocitar en cada mente, de cada ciudadano, su dogma tóxico, su trampa mortal. Han
materializado el Golem pervertido de Antonio Gramsci, y lo han replicado, exitosamente, en
tantas mentes como les ha sido posible. Han levantado así, a una casi completa generación de
seres no pensantes, de soldados kamikaze, dispuestos a acatar toda orden, sin miramientos, por
ser considerados parte de la gran horda que quiere quemar todo lo que quiere tener sin esfuerzo
ni disciplina, clamando que es suyo “por derecho”.

Entonces, es ahí que nace el verdadero atentado contra la salud de la República, cuando se
instaura una absoluta Patocracia, es decir el régimen totalitario encabezado por seres enfermos de
la emoción, del carácter, la moral y la mente, es ahí cuando llega un grupo de psicópatas al poder,
es ahí que el Marxismo al fin ha encontrado una ventana para inseminar su virus mortífero. El
cerebro está localizado en los grupos de elite política y financiera, y su lanceta venenosa, es el
tonto útil.

Sin un diagnóstico honesto y lúcido, qué dé cuenta de la enfermedad, no existe posibilidad de


sanar nada.

Roberto García Fuentealba


Psicólogo Investigador

Potrebbero piacerti anche