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Resumen Libro de Meggs

Capítulo 9: el diseño gráfico y la revolución industrial

Luego de la Revolución Industrial, el ritmo más rápido y las necesidades de comunicación masiva de una sociedad cada vez más
urbana e industrializada provocaron una rápida expansión de las imprentas que trabajaban a destajo, la publicidad y los carteles. Se
pedían una escala mayor, más impacto visual y nuevas características táctiles y expresivas y la tipografía de libros, que había
evolucionado lentamente desde la letra manuscrita no satisfacía estas necesidades.
Inglaterra desempeñó un papel fundamental donde lograron importantes innovaciones de diseño. Se llegó a la invención de los
caracteres ultragruesos por parte de Robert Thorne. Estos caracteres son letras romanas con más contraste y más peso, por
engrosamiento de los trazos gruesos.
En 1815 se publicó un muestrario de impresión donde aparecía una gama completa de estilos modernos, antiguos (egipcios) –los
cuales fueron la segunda gran innovación del diseño tipográfico del siglo XIX- y numerosas tipografías de poca calidad, como las
tridimensionales. Estas letras antiguas transmiten una sensación enérgica y mecánica, con remates planos y rectangulares, el mismo
peso en toda la letra y astas ascendentes y descendentes cortas. Fueron denominadas egipcias probablemente debido a la
fascinación de la época por la cultura del antiguo Egipto, además de que se observaban similitudes de diseño entre los alfabetos
geométricos gruesos y las características visuales de algunos objetos egipcios.
En 1845 William Thorowgood and Company registró los derechos de una egipcia modificada llamada Clarendon, las cuales eran
egipcias condensadas con mayor contraste entre los trazos gruesos y los finos y remates algo más discretos.
Los fundidores de tipos ingleses intentaban inventar todas las variantes de diseño posibles modificado formas o proporciones y
aplicando todo tipo de adornos a sus alfabetos. En 1815 fueron presentados estilos que proyectaban la ilusión de tres dimensiones,
teniendo mucho éxito.
Los tipógrafos podían multiplicar cada tipografía en un caleidoscopio de variantes, las fundiciones hicieron proliferar tipografías con
entusiasmo ilimitado. Al mecanizarse los procesos de fabricación durante la revolución industrial, aplicar decoración resultaba más
económico y eficiente. Durante la primera mitad del siglo se aplicaron a las letras decorativas dibujos, motivos vegetales y adornos.
La tercera gran innovación tipográfica de principios del siglo XIX, la tipografía de palo seco, hizo su modesto debut en un muestrario
de 1816 publicado por William Caslon IV. Estas tipografías de palo seco, que fueron tan importantes para el diseño del siglo XX,
tuvieron un comienzo experimental. Las primeras eran pesadas y se usaron fundamentalmente para subtítulos y material
descriptivo, debajo de caracteres ultragruesos muy pesados y egipcios.
En 1830 la tipografía de palo seco apareció en un alfabeto en minúsculas, y a mediados de siglo se usaban cada vez más.
Otra invención fueron los carteles impresos con tipos de madera, ya que al aumentar el cuerpo tipográfico para carteles era difícil
cumplir las expectativas fundiendo metal. Es por ello que tras experimentos en 1827 se hizo posible la fabricación en serie y a un
precio económico de tipos de madera. Duraderos, ligeros y a la mitad del precio de los grandes tipos de metal, tuvieron una
influencia muy significativa. La demanda de carteles públicos aumentaba, y aparecieron empresas especializadas en material
tipográfico decorativo. Tipográficamente, el diseñador tenía acceso a una gama casi infinita de cuerpos, estilos, pesos y efectos
ornamentales nuevos y la filosofía de diseño era que había que usarlos. A partir de 1870 estas empresas comenzaron a decaer
debido a las mejoras en la impresión litográfica, que permitía hacer carteles más gráficos y coloridos, además de restricciones
legislativas a la fijación de carteles.
Otro gran avance fue la prensa cilíndrica de vapor, alrededor de 1804, la cual imprimía cuatrocientas hojas por hora, y entre otras
innovaciones incluía un método para entintar los tipos mediante rodillos, en lugar de tampones para entintar a mano. Este invento
fue evolucionando hasta que en 1827 imprimía cuatro mil hojas por hora, por las dos caras. En toda Europa y América del Norte, los
impresores de libros y periódicos comenzaron a retirar sus prensas manuales y a sustituirlas por prensas de vapor. La prensa de
vapor de múltiples cilindros producía treinta y dos impresiones por cada una que se hacía con la prensa manual y el coste de la
impresión comenzó a caer en picado, a medida que el tamaño de las ediciones aumentaba a un ritmo vertiginoso (antes eran de
pocas páginas).
En 1803 se inventó la primera máquina de producción de papel.
Otro avance fue la mecanización de la tipografía. Componer a mano y a continuación volver a colocar los tipos en la caja tipográfica
seguía siendo un proceso lento y costoso. A mediados del siglo XIX, las prensas eran capaces de producir veinticinco mil copias por
hora, pero cada letra de cada palabra de cada libro, periódico y revista se tenía que componer a mano. Es así que en 1880 es
inventada la linotipia, una máquina para componer textos tipográficos que fundía el metal de las letras de una línea completa de
texto y facilitaba la composición. Esta nueva tecnología provocó una explosión de material gráfico sin precedentes. Los precios de los
periódicos se redujeron, la cantidad de páginas se multiplicó y la circulación se disparó. La publicación de libros se expandió con
rapidez, a medida que la ficción, las biografías, los libros técnicos y las historias se sumaron a los textos educativos y las obras
clásicas de la literatura que se estaban publicando. La linotipia provocó un aumento repentino de la producción de publicaciones
periódicas y los semanarios ilustrados llegaron a un público de millones de personas antes de finales de siglo.
A partir de 1840, el grabado en madera predominaba en la ilustración de libros, revistas y periódicos. Sin embargo, preparar estos
bloques grabados en madera resultaba costoso. En 1880 se produjo un gran adelanto al poder reproducir una fotografía con toda la
gama tonal en un periódico. Ésta se imprimió a partir de una trama que dividía la imagen en una serie de puntos minúsculos que, al
variar de tamaño, creaban tonos. Durante las décadas de 1880 y 1890, la reproducción fotomecánica (técnica para obtener
transparencias negativas o positivas de dibujos, fotografías y textos. Que servirán en primer lugar para hacer una copia exacta en la
plancha, estando en pleno contacto con ella), cada uno de ellos con su porcentaje) comenzó a dejar obsoletos enseguida a los
artesanos altamente cualificados que transferían los diseños de los ilustradores a las planchas de impresión hechas a mano. Se había
llegado a tardar una semana para preparar una xilografía complicada, en cambio, los procesos fotográficos reducían el tiempo de
pasar la ilustración a la plancha a una o dos horas, con lo cual se abarataba el proceso.

Durante el reinado de Victoria (1819 – 1901), nombrada reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, abarcó dos tercios del siglo
XIX. La época victoriana fue un período de fuertes creencias morales y religiosas, y optimismo. Los victorianos buscaban un espíritu
de diseño para expresar su época. La afición victoriana a la complejidad exorbitante se expresaba en una carpintería recargada
aplicada a la arquitectura doméstica, una ornamentación extravagante de los productos manufacturados, desde la platería hasta los
grandes muebles, y los marcos y los carteles intrincados en el diseño gráfico.
En la década de 1850 se comenzó a utilizar la palabra “victoriano” para expresar una nueva conciencia del espíritu, la cultura y los
valores morales de la era industrial. En 1849, al príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, se le ocurrió la idea de celebrar una
gran exposición, con centenares de expositores de todas las naciones industrializadas, que se concretó en la Gran Exposición de
1851, una recapitulación importante del progreso de la revolución industrial y un catalizador de los avances futuros. El
acontecimiento suele recibir el nombre de “Exposición del Palacio de Cristal”, por la sala de exposición prefabricada en acero y
cristal.

Durante el siglo XIX se desarrolló la litografía, la cual parte de un principio químico tan sencillo como que el aceite y el agua se
repelen. Con un lápiz o una pluma grasos se hace un dibujo sobre una superficie plana de piedra; se extiende agua sobre la piedra
para mojar todas las zonas, menos la imagen dibujada con aceite, que repele el agua; a continuación se unta la piedra con una tinta
grasa que se adhiere a la imagen, pero no a las partes húmedas de la piedra. Se coloca una hoja de papel sobre la imagen y se usa
una prensa de imprimir para transferir al papel la imagen entintada. Luego, en 1837 fue patentado un proceso llamado
“cromolitografía”: después de analizar los colores contenidos en la imagen original, el impresor los separaba en una serie de
planchas de impresión e imprimía cada uno de los colores por separado. Las cuatro décadas comprendidas entre 1860 y 1900
supusieron el apogeo de la cromolitografía, que dominó la impresión a color.

Avances en las imágenes infantiles. Antes de la época victoriana, en los países occidentales se solía tratar a los niños como “adultos
pequeños”. Los victorianos desarrollaron una actitud más afectuosa, que se expresó mediante el desarrollo de libros ilustrados a
color. Hasta entonces, el diseño gráfico infantil insistía en una finalidad didáctica o moral y siempre enseñaba o sermoneaba a las
criaturas, mientras que estos nuevos libros solo pretendían entretener.
Con la época victoriana también llegó a tener mucha influencia en el diseño de tipografías la ornamentación recargada. En la
segunda mitad del siglo, gracias a los avances de la tecnología industrial, las fundiciones de tipos metálicos pudieron impulsar la
ornamentación, incluida la distorsión extravagante de las formas básicas de las letras.

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