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¿Habrá una posibilidad de dar consistencia a un tipo de actuación que despierte

en el cuerpo que actúa una pregunta a abrazar hasta el último día? Una pregunta que
se renueve pero que no cese.
En tal derrotero, ocurre que no se trata de reproducir lo existente. Hay que
aceptar algo complejo: puede que no haya nada que enseñar.
Se enseña lo que existe. Que la formación sea un acontecimiento de creación solicita
enseñar lo que no existe, arbitrar las condiciones para su emergencia.
Y, ¿cómo hacer para que esto de “que tal vez no haya nada que enseñar” sin
embargo no vacíe de sentido la experiencia de formación?
Hay una formación que puede consistir en tener experiencias que incentiven la
puesta en crisis del cuerpo que actúa. Hacerlo dando puntos de apoyo para
comprender físicamente su deseo, su potencia y sus bloqueos.
¿Cuál es el lugar de lxs docentes en este planteo? Ya dimos el indicio en
párrafos anteriores: crear las condiciones de posibilidad para que un otrx pueda asumir
riesgos cada vez mayores en el terreno de su praxis acorde a lo que para cada une se le
presente como desafío.
Nuestra propuesta quiere ser el espacio en el que podamos pensar otras
posibilidades de actuación atravesados por todo lo que implica ser parte de este nuevo
siglo. Cada une entrena en el siglo que le tocó y asumir esta realidad debiera ser
ineludible.
En nuestra propuesta no se niega lo racional, se usa para entender que no hay
nada que pueda depender de un énfasis en la intelección de la escena.
Nuestra propuesta quiere ser, ya hace muchos años, más una indagación ética
que una propuesta poética o metodológica. Tener más elementos con los que
inventarse a sí mismes como cuerpos actuando, que elementos con los que depender
de nosotres para autorizarse a un estar actuando.
Ahora bien, la voluntad de sostener dicho posicionamiento carece de un
método que lo materialice y pide la creación renovada de procedimientos inéditos
según las circunstancias de cada proceso de construcción de actuación (sea en los
soportes de lo teatral o de lo audiovisual). Las indagaciones éticas guían un modo del
producir, pero admiten caminos diversos para llegar hasta nuestra práctica. Caminos
en los que quedan expuestos el azar, lo inconsciente y las condiciones de producción
que ninguna metodología podrá controlar. Se pueden consolidar los marcos que den
seguridad para arriesgar, pero no se puede, ni sería deseable, que se consoliden
métodos y/o técnicas, o estilos didácticos personalistas que operando desde la
sugestión hipnótica desmientan lo incapturable de la tarea que nos convoca.
Arrojados a una indagación “ética”, que en este caso es lo mismo que decir: un
posicionamiento, (nunca en el afán de crear prescripción) sólo necesitamos excusas
para tener experiencias que pongan en juego un modo de estar en mundo desde la
actuación y para ello.

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