vivía, Ximena, una niña huérfana amable, inteligente y bondadosa, con un increíble talento escondido, sin embargo, ella no se daba cuenta de sus cualidades porque la gente de la aldea solo le decía que era muy fea. Vivía con su abuela en una pequeña casita muy acogedora. Cada vez que había una fiesta en la aldea y Ximena acudía, todos se alejaban de ella diciéndole “bicho feo”. Su abuela trataba de recordarle siempre que debía ser tal como era y amarse mucho, pero Ximena solo lloraba. Un día en su escuela, empezaron un concurso para elegir a la reina del baile, Ximena estaba muy dudosa de participar, recordaba todo lo que la gente le decía acerca de su fealdad, pero su abuela la apoyó y le dijo que ella tenía mucho talento para demostrar. Entusiasmada, Ximena se inscribió. Durante algunas semanas debía ir a los ensayos, pero cada día llegaba llorando a casa pues las demás participantes solo se burlaban de ella. Incluso los organizadores del concurso hablaron con Ximena para ver si quería salir del concurso y no pasar vergüenza. Les dijeron a todas las participantes del concurso que debían presentar un talento y eso tendría el mayor puntaje del concurso. Las niñas se burlaban de Ximena porque decían que ella era muy fea y tonta y no sabía hacer nada. Pero Ximena tenía un talento que nadie conocía porque ella tenía miedo de mostrarlo, sabía cantar muy bien. Una noche antes del concurso, Ximena lloraba en su cuarto porque quería salirse del concurso para que nadie se burle de ella, había pensado en cantar detrás del escenario para que nadie viera que era ella. Estaba viendo como disfrazarse para que nadie le grite bicho feo en el escenario. Su abuela la escuchó y entró a su cuarto y le dijo: “Pequeña, todos podemos conseguir grandes cosas y tenemos lo necesario para conseguirlo. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar sólo por cómo nos vean los demás”. Ximena se armó de valor y decidió presentarse en el concurso tal como era y cantar lo mejor que podía para demostrar su talento. Y así fue, esa noche del concurso, Ximena brilló como una estrella en el escenario. Cantó de una manera tan increíble que todos se sorprendieron al escuchar su melodiosa voz. La gente de la aldea se dio cuenta del daño que le habían hecho por tanto tiempo a la pequeña Ximena y se disculparon con ella. Desde ese día Ximena no volvió a dudar de sí misma y se amaba demasiado y confiaba en sus propias habilidades. Empezó a tener una vida más feliz y cada vez que veía a alguien que no confiaba en sí mismo se encargaba de demostrarle que su propia autoestima era lo más importante.