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Fórmula ritual
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RICA 33
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CCE 1243
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RICA 226
1
vuestros hijos, iluminados por Cristo, caminen siempre como hijos de la luz. Y
perseverando en la fe, puedan salir con todos los santos al encuentro del Señ or”4.
Iluminación
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San Pablo también hace referencia a la luz que el Evangelio trae (2Cor 4, 4-
6; Ef 1, 18; 2Tim 1, 10). Especial relevancia tiene el himno al que Pablo alude en Ef
5,14, donde encontramos una clara referencia al bautismo como sacramento de
iluminació n: “Despierta tú que duermes y levá ntate de entre los muertos, y te
iluminará Cristo”.
Habiendo recibido la luz de Cristo, los cristianos mismos también son luz:
“Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas pero; pero ahora sois luz en el Señ or” (Ef
5, 8); “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). Los cristianos son llamados
“luminarias”7, “hijos de la luz”8, “iluminados”9. El bautismo constituye el momento
en el que el hombre pasa del reino de las tinieblas al reino de la luz 10.
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Flp 2,15: “Para que seá is irreprochables y sencillos hijos de Dios sin tacha, en medio de
una generació n perversa y depravada, en medio de la cual brillá is como estrellas (luminarias) en el
mundo”.
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Ef 5,8: “Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas pero ahora sois luz en el Señ or: Vivid
como hijos de la luz”; 1Tes 5,5: “Pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día”; Jn 12,35-36:
Todavía por un poco de tiempo. Estará la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis luz, para que
no os sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas no sabe a dó nde va. Mientras tenéis la luz,
creed en la luz para que seá is hijos de la luz”.
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Heb 6,4: “Es imposible que cuantos fueron una vez ilumnados, gustaron el don celestial y
fueron hechos partícipes del Espíritu Santo”; Heb 10,32: “Traed a la memoria los primeros días en
que, después de ser ilumnados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate”.
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Col 1,12-13: “Gracias al Padre, que os hizo capaces de participar en la luminosa
herencia de los santos. É l nos libró del poder de las tinieblas y nos traslado al Reino de su Hijo
querido”; 1Pe 2,9: “Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nació n santa, pueblo
adquirido, destinado a anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su
admirable luz”.
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Justino, I Apología, 61, 12 y 13; 65, 1
12
Clemente de Alejandría, Protreptico, 94,2; Paedagogo, I,26,1 y 2; 28,1; 29,2; II, 79,3;
Stromata 5,15.
13
Jn 9
14
Gregorio Nacianceno Or. 40,34; Ambrosio de Milán, De Sacramentiis, III,11-15
15
Cirilo de Jerusalén, Protocatequesis, 15; Juan Crisó stomo, Catequesis Bautismales, III, 1-
4; IV, 3-4
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En el bautismo, la luz divina penetra profundamente en ser del cristiano,
transformá ndolo. Así afirma Gregorio Nacianceno: “Convirtá monos en luz…
convirtá monos en luminarias del mundo, es decir, en potencia vivificadora para los
demá s. Recibamos la divinidad, recibamos la luz primera y má s pura”16.
16
Gregorio Nacianceno, Or., 40, 37
17
Justino, Apología I, 61,13; 61, 1)
18
Justino, Diálogo, 122,4-5. PG 6,760
19
Justino, Diálogo, 39, 2. PG 6, 560
20
Clemente de Alejandría, Paedagogo, I, 6, 28, 1-2; 27, 3. PG 8, 284; 283)
21
Clemente de Alejandría, Paedagogo, I, 6, 28, 1. PG 8, 284, 283
22
Clemente de Alejandría, Paedagogo, I, VI, 26, 32. PG 8, 281, 288
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En la vigilia pascual, momento privilegiado desde siempre para el
bautismo, “el pueblo congregado enciende el fuego nuevo, y del fuego nuevo se
enciende el cirio pascual, que es símbolo de la resurrecció n, como creació n nueva
de todas las cosas en Cristo. (…) Por eso, ya desde antiguo se comenzó a utilizar en
el bautismo este símbolo del cirio, como símbolo de la luz y de la vida, de la
resurrecció n y de la iluminació n pascual de la que participan los recién bautizados.
Este símbolo de la luz explicita el símbolo central del agua”23.
“ILUMINACIÓN:
La tradició n no tardará en atribuir expresamente esta iluminació n al bautismo e
incluso a convertirla en uno de los términos técnicos para significar este
sacramento (phôtismós, phôtisma). La curació n del ciego de nacimiento (Jn 9),
figura tradicional del bautismo cristiano, les permite hablar de este efecto
bautismal. Aunque a veces se emplean expresiones menos fuertes como recibir o
revestirse de luz , en el bautismo la luz divina penetra profundamente en el ser del
cristiano transformá ndolo en el Señ or . A los recién bautizados llaman
ordinariamente ‘recién iluminados’ (neophôtistous) y les saludan como astros
resplandecientes (Cirilo de Jerusalén, Procatequesis, 15; Juan Crisó stomo,
23
BOROBIO, D. Celebrar para vivir
24
Pseodo-Dionisio Areopagita, Hier. Eccl. III, 1.
5
Catequesis bautismales, III, 1-4; IV, 3-4). La fuente de donde llega esta iluminació n
unas veces dice que es Dios mismo (luz inaccesible), otras que Cristo (brillantísimo
Iluminador: Agustín), otras que el Espíritu Santo (luz y donador de luz: Dídimo de
Alejandría).
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recibiera la firma de la Iglesia y de las tres Personas de la Trinidad. La fe sería
informe y vaga hasta que no haya sido fijada y corroborada por el bautismo. Segú n
san Efrén, el bautismo es a la fe lo que el nacimiento a la concepció n. Gracias al
bautismo, la fe recibe como un complemento: ‘Nuestra fe, que hasta ahora era un fe
desnuda, por el sello del bautismo recibe una especie de vestidura’ (Tertuliano, De
Baptismo, 13,2). ‘La fe recibe del bautismo su perfecció n’ (Basilio, De Spiritu Sancto
12)”25.
25
OÑ ATIBIA
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sobre todo, el bautismo une a Aquel a quien la fe hace entrever. El bañ o bautismal
recibe su significació n por la proclamació n de la fe en las tres Personas divinas. Y
por el bautismo, la Trinidad cuya fe hemos recibido, viene a habitar, como en un
templo, en nuestras almas”26.
Subsidiariamente, el tema de la luz se ensancha por medio del tema del fuego. El
evangelio de los hebreos y el de los ebionitas hablan de una luz que se difunde
como un gran fuego en el bautismo de Jesú s. Y Clemente explica que la luz purifica
a los santos. Las sectas gnó sticas y las iglesias orientales utilizan ritos de fuego
26
MARTIMORT, Los signos de la nueva alianza
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para expresar que el bautismo es a la vez purificador y vivificador: purifica y crea
al hombre celestial.
El tema del bautismo como iluminació n llega a su plenitud en los Padres griegos
del siglo IV. Para Gregorio de Nacianzo el día del bautismo ‘es la fiesta de las luces’
y el vocablo ‘photismos’ parece resumir todos los demá s apelativos y expresar toda
la doctrina bautismal.
El bautismo se presenta a los padres, no como un rito má gico (aú n cuando ellos
utilicen el lenguaje misterioso desde Clemente) sino como una gracia que apela a
los recursos del hombre para el desarrollo interno y existencial de la fe, hasta el
conocimiento perfecto de Dios en la plenitud mística.
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El cará cter dramá tico de la lucha entre las tinieblas y la luz –tema a la vez de Pablo,
frecuentemente comentado en el curso de la noche pascual, que lo ponía en escena
de una manera sensible con la renuncia al demonio y la purificació n bautismal-
caracteriza a la condició n cristiana, pero con la certidumbre de que el bautizado
puede apoyarse en la victoria de Cristo sobre el príncipe de las tinieblas, para
vencerlo a su vez. Toda la existencia cristiana es purificació n y afrontamiento. El
bautismo da la seguridad de vencer. Por otra parte, esta es la razó n que da
Gregorio de Nacianzo para estimular a los catecú menos a recibir sin demora la
gracia bautismal (Sermón sobre el santo bautismo, 16-17). ‘Confiados en vuestro
cará cter bautismal, decidle: También yo soy imagen de Dios; pero al contrario de ti,
el orgullo no me ha valido ser rechazado de la gloria divina. Yo estoy revestido de
Cristo; la nueva creació n del bautismo hace de mí un Cristo; a ti te toca
prosternarte ante mí’ (Sermón sobre el santo bautismo, 10).
Por tanto hay que guardarse de dar a la iluminació n un cará cter puramente
intelectual o doctrinal: la fe es un compromiso que transforma todos los estados de
la vida, el estado de la virginidad y del matrimonio, la vida interior lo mismo que la
vida cívica y política. Siendo toda la existencia una progresió n en la fe, la
iluminació n bautismal supone una purificació n progresiva de la vida entera. El
cristiano no puede acercarse a Dios sin renunciar a todo lo que es incompatible con
él. Como dice san Agustín: ‘Purifica tu corazó n lo mejor que puedas. Hazlo con
ardor. Y para que Dios purifique tu morada, rézale, suplícale, humíllate… (Serm
261, 6).
Esto da a la iluminació n un cará cter escatoló gico. ‘Por la gracia del bautismo y de la
iluminació n del Espíritu se obtienen la plena participació n del Verbo y la gnosis
perfecta y verdadera de Dios’ (Cirilo de Alejandría, In Ioan 3,5).
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HAMMAN, El Bautismo y la confirmación
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EFETÁ
Propuesto por el RBN ad libitum (RBN 132) El celebrante toca con el dedo
pulgar los oídos y la boca del niño. Acompaña el rito con la siguiente fórmula:
“El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda a su
tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios
Padre”
“El efetá es un rito potestativo y ha perdido su tradicional cará cter exorcístico, a
pesar del modo de realizarse; simboliza la apertura del neó fito hacia la Palabra de
Dios y a sus exigencias, que se será operativa cuando alcance la madurez suficiente
para tomar decisiones personales”28.
“El rito del Effetá remite al gesto de Jesú s con el sordomudo y nos orienta a ver en
el bautismo nuestra apertura al misterio de salvació n”29.
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ABAD IBAÑ EZ
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OÑ ATIBIA
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