Sei sulla pagina 1di 2

1.

ENCARNACION LAZARTE
En el momento menos pensado y mientras
realiza sus labores rutinarias, la inspiración le
llega y con ella, las letras de una copla. Así
compone Encarnación Lazarte Zurita, la
mujer que llevó a varias regiones del país los
populares versos que se escuchan durante
las fiestas de Carnaval, Pascua, Santa Vera
Cruz, Espíritu y Todos Santos, estrofas que
nacen en su regodeo constante con la
naturaleza.

Su certificado dice que nació el 27 de marzo


de 1938, en Sunch’upampa, Cliza, en la
provincia Germán Jordán de Cochabamba.

Es la mayor de 10 hermanos, pero solo ella desarrolló el gusto por el canto que no fue heredado a
nadie; Encarnación recuerda que su papá tocaba el acordeón mientras su madre, María Zurita, tenía
preferencia por el baile. El lugar donde vive actualmente era una hacienda, “he conocido patrones”,
asegura y relata que sus padres trabajaban para el dueño del lugar mientras la familia sufría carencias,
hasta el punto de no tener qué comer y qué vestir. Pero después de 1952, su vida mejoró. Siempre le
permitieron cantar, aunque nunca fuera del pueblo. Sin embargo, cuando Encarna cumplió 25 años el
2 de mayo de 1963 escapó de casa para participar en la fiesta de Santa Vera Cruz, lugar al que su papá
le había prohibido asistir.

Ella cuenta que salió de Cliza caminando, y que en el recorrido encontró a dos jóvenes que también
iban a cantar; animadas, las amigas buscaron músicos y se presentaron en la fiesta. Tomaron chicha y
al calor del elixir entonaron sus coplas a viva voz. Eran varias las mujeres que cantaban, pero ninguna
como Encarna, y su voz quedó registrada en una cinta. “Cantá, te vamos a grabar”, le dijo aquella vez
el productor y empresario Laureano Rojas, quien no preguntó su nombre ni de dónde venía.

A lo largo de su carrera ha recibido innumerables reconocimientos, aunque el sello para el cual


grabó sus mejores temas nunca pagó lo que debía.

Terminada la fiesta y al no saber cómo encontrarla, Laureano la buscó durante tres meses por todo el
valle alto; las estrofas grabadas se difundieron en radios locales, ofreciendo una recompensa a quien
ubicara a la jovenzuela dueña de aquella hermosa voz. Y cuando la encontró, comenzó su fama, pero
también su calvario. Si bien hacía lo que más le gustaba en la vida, que era cantar, nunca recibiría
remuneración alguna que la ayudara a salir adelante. Con la cabeza agachada, el semblante triste y
sosteniendo sus manos, Encarna relata que en 1963 grabó el primer disco junto a los músicos Ananías
y Abel Rocha. También ese año firmó un contrato con la disquera Lauro Records por cuatro
temporadas, pero el documento la mantiene hasta ahora “presa”.

Mamá Encarna es una mujer sencilla en su trato, capaz de acoger a la gente a pesar de sus carencias y
no pedir nada a cambio. Nunca reclamó a Lauro que vendió más de 5.000 discos y evitó pagar regalías
a la compositora, tampoco a las autoridades departamentales o municipales, que en los últimos años
le entregaron un reconocimiento por su arte, y nada más. “Qué voy a pedir, nada me van a dar, la
gente más bien me va a criticar si pido algo”, cuenta y afirma que no tiene ni un disco grabado en
Lauro. “Solo escucho en la radio y a ratos canto, bailo también, a veces lloro de emoción al recordar”. 

Potrebbero piacerti anche