Sei sulla pagina 1di 3

Tú, Yo, y Nosotros

Relaciones Sanas Bajo el Gobierno de Dios


No es bueno que el ser humano esté solo…

Encarar y Resolver Conflictos


Una de las costumbres más destructivas que hay es la de ser una persona
conflictiva. Eso incluye a cualquiera que a menudo se vea involucrado en un
conflicto, lo haya “empezado” o no.
“Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda
obra perversa.”! Santiago 3:16
Queremos evitar conflictos, y sobre todo, ser personas conflictivas, toda vez
que sea posible. Los beneficios de “ganar” un pleito raras veces compensan la
pérdida espiritual que éste causa. Por ejemplo, puedes vencer a alguien en un
argumento, y tener la satisfacción de ser quien más supo, pero lo que pierdes en
términos de relación o amistad es mucho más que lo que ganaste. Además, como
dice el versículo anterior, un ambiente de conflictos, aunque no sean visibles,
atrae la operación de fuerzas demoniacas a nuestras vidas. Por eso:
“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con
todos los hombres.” Romanos 12:18

La Evasión
Un error igualmente grande que ser abiertamente conflictivo, y mucho más
común, es evadir los conflictos en vez de resolverlos.
Con tal de no tener un disgusto con alguien, actuamos como si no hubiese
problema alguno. “Todo está bien, todo está bien —decimos— no importa”, pero en
nuestro corazón hay reclamos, juicios y resentimientos. No es ninguna virtud
evadir un conflicto por cuanto encararlo pueda causar una situación incómoda.
Veamos cómo Dios trata situaciones de conflicto. Cuando él creó al hombre,
lo hizo para que gobernara la tierra, estando éste bajo Su gobierno personal.
Cuando el ser humano traicionó la confianza que le fue dada, y se rebeló contra
Dios, lo echó a perder todo. Desde entonces los seres humanos hemos llenado
nuestras vidas de acciones, palabras y decisiones contrarias a su voluntad.
Dios nunca ignora estas cosas, ni las pasa por alto. La Biblia dice que él es:
“tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión,
aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable...” (Números 14:18). Él no
ignora ni minimiza nuestros pecados. Al contrario, nuestro pecado ha causado
una enemistad entre el cielo y la raza humana.
“He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni
se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho
ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Isaías 59:1–2
O sea que, ¡hay un conflicto entre el hombre y Dios! Pero lo asombroso es
la manera en que Dios encara este conflicto, y a gran costo personal, lo resuelve.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo
por Cristo… que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…
Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:18-21
Dios no ignoró nuestro pecado, ni lo evadió. Enfrentarlo fue difícil e incómodo;
sin embargo, sólo de este modo podía verdaderamente terminar el conflicto:
encararlo con miras a resolverlo.
El Espíritu Santo hace esta labor en nuestras vidas. El nos trae convicción de
pecado, es decir, nos obliga a “ver” lo que hemos hecho mal, no para restregarlo
en nuestra cara, sino para que podamos reconocerlo, pedir perdón, y entonces
ser reconciliados con Dios. (Leer Juan 16:8)
Esta es la razón por la cual Jesús confrontó a la mujer samaritana acerca de
su pecado de inmoralidad sexual (Juan 4:16-18) y a los fariseos acerca de su
falsa piedad e hipocresía. El no buscaba humillarlos públicamente —recuerda—
él vino para salvar, no para condenar.

Tomando la Iniciativa
Jesús enseñó que cuando hay un conflicto, yo debo tomar la responsabilidad
de resolverlo, sin importar si yo soy el ofendido o quien ofendió.
1. Cuando alguien considera que tú eres quien ha cometido la ofensa:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y
anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta
tu ofrenda.” Mateo 5:23–24
2. Cuando tú eres el ofendido:
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú
y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” Mateo 18:15
El objetivo es resolver el conflicto y así quitar toda opresión del enemigo. Nada
es más importante que esto.
A continuación veremos algunos consejos de la Escritura que nos ayudarán a
no caer en trampas comunes que acompañan a las situaciones conflictivas. Nos
serán útiles en la victoria sobre cualquier conflicto.
Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún
enojados, ni den cabida al diablo. Efesios 4:26–28
• No es pecado enojarse, pero cuando tus emociones se alteren no pierdas el
control de ti mismo. Sobre todo, cuida de no dar rienda suelta a tu lengua.
• Encara y resuelve el conflicto ¡PRONTO!

Lee Romanos 14:1-7


• No es necesario estar de acuerdo en todos los detalles. No entres en un
conflicto sobre cosas que no son importantes.

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y


maledicencia, y toda malicia. Efesios 4:31–32
• Evita los dramas, las lágrimas y los gritos. Evita el sarcasmo y las burlas.

Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad.


2 Corintios 13:8
• SIEMPRE opera con la verdad. Sé honesto el 100% del tiempo. Nada se
resuelve con mentiras; sólo se demora y se empeora lo inevitable.
• Trata el asunto con hechos reales, no suposiciones y acusaciones.
• Es importante comunicar lo que sientes, pero no para herir o manipular.

• Identifica y ataca al problema, no a la otra persona. Tampoco utilices otros


asuntos para desviar la atención del problema real.
• Resuelvan una sola cosa, la que está causando el conflicto. No abarquen
demasiadas cosas a la vez.

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos


unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:32
Ahora que hemos sido perdonados por Cristo, y reconciliados con Dios, vamos
a aprender cómo resolver conflictos a la manera del Señor. Vamos a extender la
misma misericordia que hemos recibido, no para evadir momentos incómodos,
sino para en verdad resolver los conflictos que vienen a nuestras vidas.
Nuestra disposición a operar bajo la influencia de Cristo en las dificultades
que nos vienen determinará no sólo el progreso de nuestra alma, sino también
todo lo demás.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Mateo 5:9

Potrebbero piacerti anche