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Capitulo 1.

AMIGO DE PECADORES

Lucas 5:27-32
27 Tiempo después, al salir de la ciudad, Jesús vio a un cobrador de impuestos llamado
Leví sentado en su cabina de cobrador. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. 28
Entonces Leví se levantó, dejó todo y lo siguió.
29 Más tarde, Leví dio un banquete en su casa, con Jesús como invitado de honor. Muchos
de los cobradores de impuestos, compañeros de Leví, y otros invitados comieron con ellos.
30 Así que los fariseos y los maestros de la ley religiosa les reclamaron severamente a los
discípulos de Jesús diciéndoles: «¿Por qué comen y beben con semejante escoria?[e]».
31 Jesús les contestó: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. 32 No he venido
a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores y necesitan
arrepentirse».

Parecía un día común, Mateo salió de casa, como todos los días, a trabajar en medio de la
monotonía de una vida a la que le faltaba algo. No sé qué día de la semana que era, pero
parecía uno de esos absolutamente normales en los que nada importante sucede, quizá de
esos que parecen existir solo para ser tachados en el calendario, sumar en la estadística,
decir que eres un día más viejo o peor aún, que te queda un día menos de vida. Se me
antoja que era lunes quizá, bueno a la mayoría no le gustan los lunes, algunos porque
simplemente disfrutan tanto el fin de semana en familia, con amigos, en el estadio o
simplemente descansando que el lunes no es justamente el día más feliz de la semana.
Algunos otros porque sienten que sin importar cuan largo, feliz y entretenido sea el fin de
semana, tarde que temprano ahí estará el lunes para estropearlo, para darte ese golpe de
realidad que te pone de nuevo enfrente de una vida que no te hace del todo feliz. Una vida
a la que le falta esa chispa que soñabas experimentar cuando eras niño(a) y anhelabas
crecer para conocer el mundo y disfrutar de la vida.

Esa plenitud que soñaste experimentar y que no solo estaba relacionado con lo que
terminarías haciendo para ganarte la vida, el título universitario que obtendrías y la casa
que comprarías, sino más bien relacionado con en quien te convertirías.

Mateo era Recaudador de impuestos, un contratista del estado, ganaba mucho dinero y
tenía cierta posición de privilegio para con Roma. Parece que el deseo de acumular éxito,
fortuna, posición social y reconocimiento, tan exacerbado últimamente por los
estereotipados modelos de éxito que proliferan en medios y redes sociales, no lograban
satisfacer aquella necesidad que había en el corazón de Mateo, ese vacío que quizá hayas
experimentado y del cual te preguntas si tiene solución o del que quizá estás pensando en
acostumbrarte a él. Y es que Mateo, al igual que tú, también buscaba algo más de la vida,
esa sensación de que lo que haces va más allá de tu agenda diaria, que tu vida puede
cobrar un sentido más amplio que las meras consecuencias acostumbradas de las
actividades básicas de la vida, algo que puede significar un legado, una huella de tu paso
por este mundo, eso que algunos llaman propósito.

Ahora, en el caso de Mateo, este éxito tuvo unos costos, era odiado (como todos los
recaudadores de impuestos) por sus compatriotas por trabajar para Roma, era visto como
un traidor, además los recaudadores tenían fama de enriquecerse cobrando de más, eran
considerado por los Judíos, especialmente por los más religiosos, peor que los “pecadores
y las rameras”, era visto como una escoria que no merecía que Dios se fijara en él y menos
que lo escucharía si un día pidiera ayuda. No conozco los costos y consecuencias de la
vida que llevaste hasta hoy, si heriste personas en el camino o si te hirieron a ti, si
decepcionaste a alguien, o si en cambio, alguien te decepcionó.

Ahora, ahí sentado en su escritorio, como todos los días, ¿qué esperanza había para
Mateo? ¿Qué posibilidades había de que su vida monótona, vacía, de rechazo y culpa
cambiara?
¿Te has sentido como Mateo? Quizá ya es demasiado tarde para parar, piensas, has ido
demasiado lejos. Quizá si hubieras mejorado algunas cosas hace años...quizá aquella vez
que alguien te advirtió, pero no escuchaste.
-Al final- ¡te dices!
-La vida que tengo es la que merezco, hasta aquí me trajeron mis decisiones-. Quizá tienes
a alguien más a quien culpar, y cuando lo haces, te sientes algo mejor pero cuando vuelves
a estar a solas sabes que eso no alcanza, aquí al final lo que importa es que sigues sin ser
feliz, ya no es suficiente tener a quien culpar.
Ahora, es probable que no esté tan mal, (igual, Mateo tenía amigos, un trabajo, dinero y
posición política) pero sí que falta algo, sí que no quieres que llegue el próximo lunes. Y lo
peor, “¿por qué a mí? ¿por qué me ocurriría algo extraordinario a mí? ¿por qué Dios
aparecería en mi vida para cambiar algo o, más bien para cambiarla por completo?

Pero de repente ese día normal, Jesús aparece en escena y sin dar explicaciones,
simplemente llama a Mateo y le dice: “sígueme y se mi discípulo”, ¿Mateo?, ¿Por qué
Mateo? No solo no va a la iglesia hace mucho, pasó tanto desde la ultima vez que hizo
aquella oración que la mamá le enseñó de niño cuando no podía dormir, no es que ya no
le tema a la oscuridad, es que le daba vergüenza consigo mismo seguir haciéndola ya
adulto, no recuerda cuando fue la última vez que leyó la biblia, tu quizá nunca la leiste. De
repente Mateo, el pecador, el publicano, el odiado, rechazado y señalado está sentado a la
mesa con Jesús, hace una fiesta en su honor para celebrarlo y mientras hablan se le ve
feliz, sus palabras parecen tener la paz que no lograba conseguir, hace mucho no sonreía,
solo hablaba de dinero, cuentas y cobros, ahora, sus ojos vuelven a brillar, la vida vuelve a
tener sentido, o quizá, lo tiene por primera vez.

Sus padres lo llamaron Leví (nombre de quien descienden todos los que servían a Dios en
el templo en Jerusalén) al nacer, parece que querían que sirviera a Dios, que fuese cercano
a Él y luego de una vida de fracasos, un día cualquiera, está sentado hablando con Él.
¿cómo paso? ¿qué sucedió? ¿hizo algo Mateo? Eso amigo(a) es justamente lo que la biblia
llama Gracia. No hay nada que tengas que hacer para que Dios te ame, Jesús te ama y te
está llamando para que disfrutes su amor y experimentes la vida llena de alegría, paz,
perdón y felicidad que deseas. Quizá alguien te dijo que antes necestibas alistarte un poco,
aprender un poco mas sobre Dios, sobre la biblia, tomar decisiones y acercarte a Dios para
que Él te ame y te reciba, pues justamente Jesús, es la personificación de la iniciativa divina,
es Él quien nos busca, es Él quien, sin acciones previas de nuestra parte, decide acercarse
sin ninguna razon mas que su amor.
Todo cambio para mateo con su encuentro con Jesús, no solo trajo perdón a un corazón
lleno de culpa y dolor, sino que trajo sentido a su vida, algo hace falta en la vida si con solo
unas palabras decides dejar todo y cambiar de dirección. Mateo amó a Jesús y lo siguió, lo
que vivio al lado de Jesús fue tan increíble, tan apasionante que lo dejó escrito en el
evangelio que lleva su nombre.

Casi lo olvido, ¿viste a quienes invitó Mateo a la fiesta que ofreció para celebrar que ahora
era seguidor de Jesús? Si, a sus amigos de siempre, los pecadores y cobradores de
impuestos. Seguro Mateo le preguntó si podía invitarlos, imagino a Jesús respondiendo:
“ahora que tú me sigues, cuando te vean sonreír de esa manera cada que hables de como
te sientes, ellos van a querer seguirme contigo”.

Y si, justamente Jesús vino a rescatarnos a aquellos que no nos sentíamos dignos, a
aquellos que nos sentíamos lejanos, pecadores, a aquellos que sentíamos vergüenza de
acercarnos a Él, vino para decirnos que es iniciativa suya, que es Su decisión amarnos,
solo espera que lo recibamos.

Vino a buscarnos a aquellos que necesitábamos una razon mas firme, mas real para
levantarnos cada mañana y vivir, que leas estas líneas es evidencia de ello.

El vino a buscarnos a ti y a mi.

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