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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACION CIVIL

Magistrado Ponente:
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

Bogotá, D. C., veintitrés (23) de Abril de dos mil tres


(2003).-

Referencia: Expediente No. 7651

Se decide por la Corte el recurso de casación interpuesto


por la sociedad demandada contra la sentencia de 10 de
diciembre de 1998, proferida por la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, dentro del
proceso ordinario promovido por MARIO URIBE ISAZA
contra CINE COLOMBIA S. A.

I.-EL LITIGIO

1. De modo principal, pide el demandante en contra de la


sociedad demandada, que judicialmente se declare que el
día 3 de octubre de 1978 efectuó el pagó de lo no debido
por haber entregado la suma de $700.000 para pagar el
precio de una compraventa inexistente celebrada entre la
sociedad Inversiones Malibú Ltda. y CINE COLOMBIA S.
A., la cual se hizo constar en la escritura pública No. 1150
de 7 de junio esa anualidad; y, en consecuencia, solicita
que se le restituya dicho dinero debidamente actualizado
desde le fecha de pago y hasta la de su restitución, junto
con los rendimientos que haya producido o podido
producir desde entonces. De modo subsidiario, pide que
se declare que hubo enriquecimiento sin causa de la
demandada en detrimento patrimonial del demandante, y
que se ordene en consecuencia el reembolso de la suma
indicada, igualmente indexada, junto con los frutos que
haya producido equivalentes al interés corriente
certificado por la Superintendencia Bancaria.

2. Los hechos en que se fundan las anteriores


pretensiones admiten el siguiente compendio:

a) Las sociedades CINE COLOMBIA S.A., como


vendedora, e Inversiones Malibú Ltda., como compradora,
celebraron un contrato de compraventa mercantil de un
inmueble situado en la ciudad de Medellín, especificado
en la escritura pública No. 1150 del 7 de junio de 1978
otorgada en la Notaría 7ª de esa ciudad, por el precio de
$700.000, el cual fue pagado a la demandada el 3 de
octubre de 1978 por MARIO URIBE ISAZA, quien a la
sazón era el representante legal de la segunda de las
sociedades nombradas, pero con su propio dinero y
“convencido de estar pagando una obligación existente”.

b) Inversiones Malibú Ltda. constituyó hipoteca abierta


sobre el mismo inmueble, por ese mismo valor, en favor
de Conavi.

c) El Juzgado Séptimo Civil del Circuito de Medellín, a raíz


del proceso ordinario que promovió la vendedora contra
la compradora y Conavi, declaró inexistente el
mencionado contrato de compraventa por falta de
consentimiento de Cine Colombia S.A., y, en
consecuencia, ordenó la restitución del inmueble y otras
prestaciones; tal sentencia fue confirmada por el superior,
pero los respectivos fallos de instancia guardaron silencio
sobre la restitución del precio pagado, aunque sí
ordenaron el pago de intereses; igualmente se absolvió a
Conavi “quedando vigente la hipoteca abierta y ordenó
que las costas del proceso serían pagadas por la
demandante”. Y la adición que entonces se propuso
respecto de la restitución del precio fue denegada, no
habiéndose tampoco casado la sentencia.
d) CINE COLOMBIA S.A. y Conavi presentaron ante el
ad quem un memorial en el cual, la primera desistía de la
pretensión de declarar la extinción de la hipoteca y de la
administración anticrética en favor de la segunda, puesto
que la obligación hipotecaria ya había sido solucionada a
satisfacción de la acreedora.

f) Posteriormente, Inversiones Malibú Ltda. inició contra


CINE COLOMBIA S. A. un proceso ordinario con el fin de
obtener la restitución del precio pagado de $700.000,
junto con intereses y corrección monetaria, alegando que
hubo enriquecimiento ilícito de la vendedora dada la
declaración judicial de inexistencia de la compraventa
respectiva; o subsidiariamente que simplemente se
ordenara la restitución de dicho precio.

g) El Juzgado Sexto Civil del Circuito de Medellín absolvió


a la demandada argumentando que si bien CINE
COLOMBIA S. A. había recibido la suma de $700.000
como precio de la venta declarada inexistente, “el dinero
provino del señor MARIO URIBE no como representante
legal de la sociedad demandante, sino como persona
natural. En cuyo caso sería éste quien tiene la titularidad
del interés materia del litigio”. Sentencia que recurrida en
alzada, fue confirmada por el Tribunal Superior de
Medellín.

h) En consecuencia, ninguna de las sentencias dictadas


en los dos procesos ordinarios de que se ha dado cuenta
resolvió sobre la devolución del precio pagado a título de
la compraventa inexistente, suma que, entonces, aún se
encuentra en poder de la sociedad demandada, dándose
el enriquecimiento ilícito de ésta y el correlativo
empobrecimiento de Mario Uribe Isaza, quien además
pagó una suma de dinero que no se debía.

3. Notificada la sociedad demandada se opuso a la


prosperidad de las pretensiones; a ese efecto propuso las
excepciones de fondo que denominó de “falta de
legitimación en la causa”, “ausencia de elementos para el
enriquecimiento sin causa”, “ausencia de derecho de
repetir”, “pago” y “compensación”.

4. Tramitada la primera instancia, la Juez de


conocimiento declaró probadas las excepciones de
“ausencia de derecho de repetir” y “ausencia de
elementos para el enriquecimiento sin causa”;
consecuentemente, negó las pretensiones de la demanda.

5. Apelada la sentencia, el Tribunal la revocó y, en su


lugar, declaró el pago de lo no debido; ordenó a la
sociedad demandada restituir la suma de $700.000 con
corrección monetaria, suma que liquidada entre el 3 de
octubre de 1978 y el 30 de agosto de 1993, según el
dictamen pericial, arroja un total de $19.380.480;
igualmente dispuso que, a partir de la fecha última
mencionada y hasta la de reembolso, se aplique la
corrección monetaria según la certificación que a ese
respecto expida el Banco de la República; ordenó
igualmente el pago de “los rendimientos, de conformidad
con la tasa del 6% anual, a partir del 3 de agosto de 1978
hasta cuando se produzca su reembolso, suma que para
la fecha probable de esta providencia, corresponde a la
cantidad de $850.000, correspondiente a 243 meses,
liquidados hasta el 3 de noviembre de 1998, fecha
probable de esta providencia y, de ahí en adelante se
liquidarán a la misma tasa cuando se haga efectivo el
pago”.

II.-FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO

Ellos se pueden resumir, así:

a) Se enuncian, con fundamento en el artículo 2313 del


Código Civil, en citas doctrinarias y en jurisprudencia de
esta Corporación, como elementos estructurales de la
acción de pago de lo no debido, los siguientes: que dicho
pago lo haya efectuado el demandante; que el mismo
carezca de fundamento jurídico real o presunto y que
obedezca a un error de quien lo hace, aun cuando sea de
derecho.

b) Aquí se encuentra demostrado que el pago de


$700.000 fue efectuado por MARIO URIBE ISAZA a
CINE COLOMBIA S. A., como lo acreditan el recibo de
caja No. 153477 de fecha 3 de octubre de 1978, la
certificación del revisor fiscal de la citada sociedad y la
aceptación que de tal hecho hizo su representante legal al
absolver interrogatorio de parte.

c) El referido pago fue realizado por el demandante como


persona natural y no en su calidad de representante legal
de Inversiones Malibú Ltda., como “quedó demostrado
dentro del proceso con el fallo proferido por el Juzgado
6º. Civil del Circuito de Medellín y lo ratificado por el
representante legal de la sociedad CINE COLOMBIA S.
A., dentro de la diligencia de interrogatorio de parte a la
que se hizo mención”.
d) El pago carecía de fundamento jurídico real o presunto
porque el contrato de compraventa a cuenta del cual se
hizo fue judicialmente declarado inexistente por falta de
consentimiento de la supuesta vendedora, quien estuvo
representada en el acto por persona que no tenía
facultades para obligarla; de allí que “no puede hablarse
de causa para el pago, ni que se estaba pagando deuda
ajena, porque dicha deuda nunca existió en cabeza de
nadie, lo que sucedió fue que se pagó una deuda
inexistente y, a un acreedor que nunca tuvo la calidad de
vendedor, y quien por ello, no ostentaba la calidad de
verdadero accipiens”.

e) El error del demandante se deduce por haber obrado


con el convencimiento equivocado de estar pagando una
deuda u obligación existente a cargo de una tercera
persona, cuando tal deuda “en verdad no existía”.

f) Es evidente que la jurisdicción cuando falló sobre la


inexistencia del contrato de compraventa, no hizo
pronunciamiento en relación con la restitución de los
$700.000, “a la demandada de ese proceso, pues,
consideró que al existir un tercero de buena fe (CONAVI),
éste no tenía porque (sic) verse afectado con los efectos
de tal declaración. Pero la amenaza de tal perjuicio, fue
desechada al solucionarse (sic) satisfactoriamente el
gravamen hipotecario, por la obligada a restituir el
inmueble, quien obtuvo la cancelación del gravamen
hipotecario que pesaba sobre el apartamento
constituyendo hipoteca por el valor de $700.000 a favor
de Conavi en otro bien de su propiedad”.

g) Las denominadas excepciones de “falta de legitimación


en la causa” y la de “ausencia de los elementos para el
enriquecimiento sin causa” hallan su fracaso en los
argumentos expuestos en la presente sentencia. En
cuanto a la de “ausencia de derecho para repetir”, dijo el
sentenciador “que no existía identidad objetiva ni
subjetiva, en los procesos que fueron ventilados dentro
de la jurisdicción, además, que no existía objeto ilícito”.
Finalmente, en cuanto a las excepciones de “pago” y
“compensación” las consideró improcedentes “en virtud,
de que el pago fuera efectuado por el señor MARIO
URIBE ISAZA y no por INVERSIONES MALIBU LTDA.”.

h) El reembolso de la suma de $700.000 deberá hacerse


con el valor que tenga al momento de producirse la
devolución y con intereses a la tasa del 6% anual por
tratarse de una obligación civil; y como el dictamen no
fue objetado, se acoge la estimación que hicieron los
expertos al fijar la cuantía de aquélla cantidad, a 30 de
agosto de 1993, en $19.380.480 y, de ésta fecha en
adelante se liquidará teniendo en cuenta la corrección
monetaria que certifique el Banco de la República al
momento del reembolso. Además, “Para la fecha probable
de esta providencia se han causado intereses legales en
cuantía de $850.000 correspondientes a 243 meses
habidos entre el 3 de agosto de 1976 y el 3 de agosto de
1998, de ahí en adelante se liquidarán a la misma tasa
hasta cuando se haga efectivo el pago”.

III. LA DEMANDA DE CASACION:

Tres cargos se elevan contra la sentencia del tribunal,


todos apuntalados en la causal primera de casación, los
cuales se despacharán en el orden propuesto.

CARGO PRIMERO:
En él se acusa a la sentencia de violar de manera
indirecta y por aplicación indebida los artículos 1494 y
2313 del Código Civil, a causa de los errores cometidos
en la apreciación de las pruebas aportadas al expediente.

Al desarrollar el cargo lo sustenta así:

1. La legitimación en la causa se da por establecida en


cabeza del demandante al concluirse que el pago de lo no
debido fue realizado por él en su propio nombre y no en
el de Inversiones Malibú Ltda., sociedad de la que era su
representante legal, según se desprende del recibo de
caja fechado el 3 de agosto de 1978 expedido por la
demandada (C. 1, folio 4), en el certificado del revisor
fiscal de ésta (C. 1, folio 7) y en el reconocimiento que de
tal hecho hizo el representante legal de CINE COLOMBIA
S. A. al absolver interrogatorio de parte en el curso del
proceso (C. 1. folio 104), además de lo dicho por el
Juzgado Sexto Civil del Circuito de Medellín al desatar en
primera instancia el proceso ordinario promovido por
Inversiones Malibú contra CINE COLOMBIA S.A., cuando
aseveró que el pago de la venta lo hizo Mario Uribe, “no
como representante de la sociedad demandante
(Inversiones Malibú Ltda.) sino como persona natural”, o
sea en su propio nombre y por lo mismo es el titular de la
acción respectiva.

2. Los errores manifiestos de hecho en la apreciación de


tales pruebas son los que pasan a destacarse:

a) Quizás el más trascendente, es no haber visto que en


los dos procesos anteriores al presente y promovidos, en
su orden, por CINE COLOMBIA S. A. contra Inversiones
Malibú Ltda. de inexistencia de contrato de compraventa,
y el de ésta sociedad contra aquélla de restitución del
precio y de enriquecimiento sin causa, en los cuales
MARIO URIBE ISAZA intervino como representante legal y
gerente de Inversiones Malibú Ltda, la reclamación se
hizo para la citada sociedad y en ningún momento para él
como se está haciendo en este caso; así se pone de
manifiesto en el memorial en el que se solicitó al Tribunal
Superior de Bogotá la adición de la sentencia para que se
ordenara la restitución del precio a la sociedad, petición
“en la que indudablemente hay un reconocimiento
indirecto de Mario Uribe I. de que el derecho a la
restitución del precio pagado estaba radicado en Malibú
Ltda.”. Así como también en el segundo proceso, tal como
se desprende del poder otorgado por él como
representante de la indicada sociedad; del mismo libelo
demandador, hechos 9 a 11; de los alegatos,
“circunstancias éstas de las cuales se deduce, sin la
menor duda, que al través de su representante legal,
Mario Uribe I., Inversiones Malibú Ltda. sostuvo la tesis
de que el precio de la venta fue pagado por ella, y que,
naturalmente, esta tesis fue compartida por Uribe Isaza”.

b) No haber tenido en cuenta los hechos 9 a 13 de la


presente demanda ordinaria en los que reaparece la tesis
sostenida en los dos anteriores procesos ordinarios
consistente en que el aquí demandante al hacer el pago
“no lo hizo en su propio nombre sino obrando para
Inversiones Malibú Ltda”.

c) Para replicar la posibilidad de que se diga que la


confesión de MARIO URIBE ISAZA a la que se hace
referencia se encuentra desvirtuada se pasa a indicar en
qué consiste la equivocación en la estimación de las
pruebas:

Ni el recibo de pago, ni el certificado del revisor fiscal ni lo


dicho por la demandada en el interrogatorio de parte,
tienen el significado probatorio que le atribuyó el
Tribunal. No es tema de discusión que el pago fue hecho
por MARIO URIBE ISAZA, lo que sí es motivo de
controversia es que lo hizo a nombre propio y no como
representante legal de Inversiones Malibú Ltda., por lo
que el sentenciador vio en ellos “más de lo que reza su
contenido, que es precisamente el ejemplo típico del error
de hecho en la apreciación de la prueba”. Lo que cabría,
sostener, entonces, es que el pago fue hecho por aquel a
nombre de la sociedad representada porque “si la
situación hubiese sido la otra, de seguro se habría dejado
la constancia del caso, pero, desde luego, esta
circunstancia colateral tampoco fue captada por el
Tribunal”.
d) Otro error protuberante se halla en haberse acogido el
aserto que se hizo en la sentencia del Juzgado Sexto Civil
del Circuito de Medellín en el proceso de restitución del
precio promovido por Inversiones Malibú Ltda. contra
CINE COLOMBIA S.A. consistente en que el pago fue
hecho por el demandante y no por la sociedad que él
representaba. Yerro que es manifiesto, ya que como lo
tienen definido jurisprudencia y doctrina, “el documento
que contiene copia de una sentencia judicial sólo es apto
para demostrar lo dispuesto por ella en su parte
resolutiva, nunca para utilizar como prueba en otro
proceso las apreciaciones y juicios que respecto a la
cuestión de hecho o de derecho haya emitido el juez en la
parte motiva de ese fallo”.

El error cometido es de derecho porque una sentencia


judicial no es prueba sino de lo dispuesto en la parte
resolutiva y no de lo expuesto en la parte motiva, pues,
en aquélla es donde se encuentra la declaración que hace
la jurisdicción “y es sobre esa parte declarativa que recae
la fuerza probatoria que el art. 264 del C. de P. C. le
atribuye a los documentos públicos. Así que, en este
caso, la violación medio recae sobre el mencionado art.
264 del C. de P. C.”.

3. Queda demostrado, entonces, que el demandante


carece de legitimación en la causa, puesto que no pagó
en su propio nombre sino como representante legal de
Inversiones Malibú Ltda., tal como lo confesó en los dos
anteriores procesos y “Por lo mismo, no es aplicable aquí
la norma del art. 1.494 del C. C., en cuanto dispone que
los cuasi contratos son fuente de obligaciones, y más
concretamente que del caso de autos se dé en relación
con el actor MARIO URIBE ISAZA el cuasicontrato de
pago de lo no debido contemplado en el art. 2313 y la
titularidad de la acción respectiva”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

1. Como es sabido, la legitimación en la causa, entendida


como la designación legal de los sujetos del proceso para
disputar el derecho debatido ante la jurisdicción,
constituye uno de los presupuestos requeridos para dictar
sentencia de fondo, sea estimatoria o desestimatoria. Y
en caso de no advertirla el juez en la parte activa, en la
pasiva o en ambas, deviene ineluctablemente, sin
necesidad de mediar ningún otro análisis, la expedición
de un fallo absolutorio; de allí que se imponga examinar
de entrada la legitimación que le asiste a la parte
demandante para formular la pretensión de pago de lo no
debido, estimada en la sentencia impugnada, y
controvertida en el primer cargo.

2. Hecha esa precisión, se observa que el Tribunal al


declarar la viabilidad de la acción de pago de lo no debido
y ordenar las restituciones consecuentes, halló
establecida la legitimación en la causa por activa en
cabeza del demandante MARIO URIBE ISAZA con apoyo
en tres pruebas fundamentales, a las cuales agregó el
criterio hermenéutico adoptado en sentencia ejecutoriada
dictada por otros juzgadores dentro de sendos procesos
ordinarios, pero relacionados con el punto medular
sometido a controversia en éste, como es el relativo al
pago del precio por la suma de $700.000 de la
compraventa del inmueble que se hizo en favor de CINE
COLOMBIA S. A., como vendedora, con ocasión del
contrato celebrado con Inversiones Malibú Ltda., cuya
inexistencia fue declarada judicialmente.

En efecto, el pago del referido precio por el demandante


quedó acreditado plenamente, en sentir del sentenciador
de segundo grado, con el recibo de pago donde sólo se
menciona el nombre del actor como quien lo hizo, la
certificación del revisor fiscal de la sociedad contradictora
en el que se hace constar dicho pago y la confesión del
representante legal de ésta al absolver interrogatorio,
según diligencia llevada a cabo en el curso del proceso.
De tales medios de convicción dedujo que el pago fue
efectuado por MARIO URIBE ISAZA, quien actuó como
persona natural y a su vez tercero en relación con la
persona jurídica Inversiones Malibú Ltda.

A tal argumentación añadió, para robustecerla, lo


demostrado “dentro del proceso con el fallo proferido por
el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Medellín”, en donde
expresamente, y de acuerdo con las pruebas practicadas
allá, se negó la pretensión de Inversiones Malibú
destinada a obtener la restitución del pago efectuado a
propósito de la venta declarada inexistente, tras haberse
constatado que lo había efectuado Mario Uribe, como
persona natural y no como representante legal de
aquélla.

3. Ahora bien, en cuanto a la apreciación de las pruebas


distintas del fallo precedente acabado de citar, de las
cuales deriva el sentenciador la legitimación en la causa
del demandante, no halla la Corte el error manifiesto de
hecho denunciado por el impugnante.

a) Examinados los dos documentos reseñados, o sea el


recibo de pago del precio y la certificación expedida por el
revisor fiscal de la sociedad demandada y beneficiaria en
ese instante del citado dinero, y la manifestación hecha
por el representante legal de ésta al absolver
interrogatorio de parte, emerge que el pago lo hizo
MARIO URIBE ISAZA, sin precisarse en ellos a qué
título obraba. Justamente la constancia de que el pago
fue efectuado por la mencionada persona natural, sin
especificarse otra cosa que su nombre, permite advertir la
lógica de la conclusión del fallador, pues antes bien si otra
era la condición en que actuaba debió expresarse así y
concretamente que lo hacía en representación de
Inversiones Malibú, y no necesariamente a la inversa,
como sugiere el casacionista, debió señalar su proceder
con la indicación exacta de ser persona natural.

Sea lo que fuere, en esas circunstancias a lo sumo puede


emerger una equivocidad sobre el carácter en que actuó
Mario Uribe en el acto de pago del precio, la cual,
justamente por ser tal, no alcanzaría para estructurar el
error manifiesto de hecho derivado de que el sentenciador
se haya remitido exclusivamente a lo que dice
textualmente el recibo de pago, siendo esta una opción
de interpretación válida, máxime que el sentenciador la
halló avalada por una decisión judicial anterior
coincidente en esa conclusión.
b) En lo que se refiere a que hay prueba de confesión
abundante que apunta a fijar en la sociedad Inversiones
Malibú Ltda. la titularidad exclusiva de las acciones
impetradas, debe decirse que ella, de existir, está en
contraposición con lo demostrado dentro del proceso, lo
que equivale a decir, de conformidad con el artículo 201
del Código de Procedimiento Civil, que se halla infirmada,
según se desprende precisamente de las pruebas antes
analizadas, respecto de cuya apreciación no se ha
verificado error evidente; además, si bien el demandante,
a la sazón obrando como representante de Inversiones
Malibú, afirmó que el derecho a la restitución del precio
pagado estaba en cabeza de su representada, tal aserto,
amén de que no puede considerarse como confesión
personal del demandante, quedó judicialmente
desvirtuado en ese mismo proceso.

c) Es suficiente el respaldo probatorio analizado para


concluir que se mantienen en pie los hechos y pruebas
esenciales por los que el sentenciador halló acreditada la
legitimación en la causa del demandante, motivo por el
cual resulta superfluo examinar la acusación por error de
derecho que expone el censor en relación con el valor
probatorio que cabe darle a los fallos judiciales traídos en
copia al proceso y particularmente con el que el fallador le
dio a la sentencia mediante el cual en un proceso anterior
se desestimó la pretensión de Inversiones Malibú de
obtener la restitución del mismo pago que es ahora
objeto de litigio, por haberse demostrado allí que lo hizo
el señor Mario Uribe; tanto más si esa apreciación
positiva aparece en el fallo impugnado a manera de
refuerzo o complemento de las demás pruebas apreciadas
para determinar la legitimación comentada.
5. El cargo, en consecuencia, no está llamado a
prosperar.

CARGO SEGUNDO

También con fundamento en la causal primera de


casación, se tilda la sentencia acusada de ser violatoria,
de manera directa y por aplicación indebida, de la norma
de derecho sustancial contenida en el artículo 2313 del
Código Civil.

El cargo se desarrolla de la siguiente manera:

a) El Tribunal dio por demostrado que MARIO URIBE


ISAZA pagó en su propio nombre, no como representante
legal de Inversiones Malibú Ltda, la suma que ésta
adeudaba a Cine Colombia S. A. por concepto de la
compraventa celebrada entre ambas; y como considerara
que en virtud de la sentencia judicial que declaró la
inexistencia de ese contrato, aquél resultó efectuando el
pago de lo no debido, en los términos del artículo 2313
del Código Civil, le dio cabida a la demanda de restitución
de dicho pago.

b) Con abstracción de cualquier error de apreciación


probatoria, se impugna directamente la aplicación del
artículo 2313 del C. Civil, a partir de que ni en la
demanda inicial ni en la sentencia recurrida se sostiene la
tesis de que MARIO URIBE ISAZA hubiera pagado a CINE
COLOMBIA el precio de la venta incurriendo en el error de
tenerse o considerarse como deudor de tal prestación,
puesto que en ambas se arranca del supuesto de que
Uribe pagó con dineros propios la obligación, a sabiendas
de que el deudor real y verdadero de ella era Inversiones
Malibú; en el punto recuerda el censor que el demandante
era el representante legal, tanto de la compradora como
de la vendedora, en la fecha en que se suscribió la
escritura de venta, 7 de junio de 1978, y en la que hizo el
pago del precio, 3 de agosto siguiente (C. 6, folio 13 y
folio 558), circunstancias éstas de tiempo y modo
incompatibles “con la idea de que el pago hecho por Mario
Uribe Isaza pudiera haber sido realizado por éste dentro
de la falsa creencia de que él fuera el deudor y no
Inversiones Malibú Ltda.”.

c) Es evidente, pues, que el actor nunca fue deudor de la


obligación de pagar el precio de la compraventa, ni
tampoco al hacerlo incurrió en error de considerarse
deudor del mismo, puesto que hizo el pago teniendo
conciencia plena de no serlo, situación que no encaja
dentro de la hipótesis desarrollada por el artículo 2313 del
Código Civil, “pues de acuerdo a su texto quien paga lo
hace protagonizando el papel de deudor, bien porque lo
fue en realidad pero dejó de serlo por alguna causal que
extinguió la obligación definitivamente, no obstante lo
cual, por olvido o ignorancia, resulta extinguiéndola
nuevamente por el pago”. Del contexto del mencionado
precepto civil sustancial surge la idea inequívoca “de que
quien paga lo hace desempeñando el papel de deudor, sin
serlo en la realidad, idea que excluye, desde luego, la de
que quien paga lo haga a sabiendas de que no es deudor,
sino, por el contrario, de que el deudor es un tercero”.
Esto es lugar común respecto del instituto del pago de lo
no debido, según la jurisprudencia y la doctrina que se
citan por el Tribunal en su sentencia.

d) La regulación del evento en que una persona paga a


sabiendas deuda ajena está regulada por los artículos
1630 a 1633 del Código Civil e incluso por los artículos
2304 y siguientes que regulan el cuasicontrato de agencia
oficiosa, normatividad que sería aplicable al asunto
estudiado, naturalmente que en proceso aparte “ y habida
cuenta de la doble condición de Mario Uribe Isaza como
representante simultáneamente de la sociedad acreedora
y de la sociedad deudora, atrás comentada, aquella
solución, sería, por lo menos, la del art. 1631 del C. C.,
que más o menos coincide con la del art. 2308 ibidem”.
De esto se desprende que el demandante no tiene a su
alcance la acción de repetición por pago de lo no debido,
sino “la subrogatoria contra Inversiones Malibú Ltda.
prevista en el citado numeral 5º del art. 1668 del C. C.”.

e) Incurrió el sentenciador en error jurídico directo al


acceder a la acción de repetición por pago de lo no debido
en la hipótesis aducida por el actor en la demanda, “visto
que a tal cuestión no le es aplicable legalmente el artículo
2313 del C. C., violado por lo tanto al serle aplicado a
aquella”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

1. La tesis que pregona el recurrente obliga a examinar si


la procedencia de la acción derivada del pago de lo no
debido, en los términos del artículo 2313 del C. Civil,
exige que el pago haya sido efectuado por quien se
consideraba deudor, o como dice el censor, bajo la idea
inequívoca “de que quien paga lo hace desempeñando el
papel de deudor, sin serlo en la realidad, idea que
excluye, desde luego, la de que quien paga lo haga a
sabiendas de que no es deudor, sino, por el contrario, de
que el deudor es un tercero”, evento éste en el que
considera aplicables las reglas del pago con subrogación o
de la agencia oficiosa, mas no la norma citada.

2. A fin de resolver lo que corresponda, se impone


previamente hacer el siguiente análisis:

1º) Según prescribe el artículo 1626 del C. Civil, “el pago


efectivo es la prestación de lo que se debe”, y constituye
la satisfacción del interés del acreedor, tanto si lo efectúa
directamente el deudor o quien obra en su nombre, como
un tercero extraño a la obligación; de allí que el artículo
1630 ibidem, habida cuenta de que no hay razón
justificativa del acreedor para rechazar el pago bajo el
pretexto de no provenir exactamente del deudor, cuestión
que en últimas ha de resultarle indiferente, disponga de
modo tajante que “puede pagar por el deudor cualquiera
persona a nombre de él, aun sin su conocimiento o contra
su voluntad, y aun a pesar del acreedor”, salvo que se
trate de obligación de hacer en la que influya la aptitud o
talento del deudor, evento en el cual “no podrá ejecutarse
la obra por otra persona contra la voluntad del acreedor”.

2º) Cumple el pago, entonces, por excelencia una función


de satisfacer al acreedor que, a su vez, constituye motivo
de la extinción de toda obligación; por eso no llama a
sorpresa que entre los medios extintivos enumerados en
el artículo 1625 del C. Civil se incluya, en primer orden,
“la solución o pago efectivo”, siéndolo cualquiera sea la
persona que lo haga- solvens-, es decir, sea que
provenga del deudor o de quien lo represente, o de un
tercero. Igualmente, haciendo ecuación perfecta con lo
anterior, el pago que recibe el acreedor puede ser
conservado para sí por él, únicamente en la medida en
que haya tenido por causa una obligación civil o natural,
pues careciendo de ese preciso fundamento jurídico
deviene inválido-solutio sine causa vel indebiti-, y antes
que permitírsele mantener lo pagado, se le impone su
devolución.
3º) Significa lo anterior que un pago adecuado, a la par
que conforma o satisface al acreedor, extingue la
obligación; ya liberándose al deudor del vínculo que
contrajo, si fue el mismo u otro en su nombre quien hizo
el pago; o ya, sin que opere tal liberación, como ocurre
en aquellos casos en que el tercero que paga toma la
posición del acreedor en relación con el del deudor, lo
cual no obsta para reconocer el efecto extintivo definitivo
respecto del original acreedor.

Ahora bien, que el pago pueda ser efectuado por un


tercero no solo es una posibilidad jurídica admitida
legalmente, sino que se consagran medidas tendientes a
protegerlo patrimonialmente, tanto que en determinadas
hipótesis no obstante ser ajeno a la obligación que le
sirve de causa ingresa como sujeto activo, por vía del
“pago con subrogación”, por el cual se le trasfiere, ope
legis, la posición del acreedor, como ocurre cuando “paga
una deuda ajena, consintiéndolo expresa o tácitamente el
deudor” (art. 1668, numeral 5º, del C. Civil).

Y si el tercero paga a espaldas del deudor o inclusive


contra su voluntad, tiene acción para pedir al deudor el
correspondiente reembolso, a condición, sólo en último
caso, de que la gestión le hubiere sido efectivamente útil
al deudor, “y existiere la utilidad al tiempo de la
demanda, por ejemplo, si de la gestión ha resultado la
extinción de una deuda que, sin ella, hubiere debido
pagar el interesado”, según se deduce de lo dispuesto en
el artículo 2309 del C. Civil.

4º) En consecuencia, mirado el asunto en el contexto de


las normas que regulan el pago, sobre todo a partir de
que el mismo cumple sus efectos así no lo haya efectuado
el mismo deudor y aun en contra de la voluntad del
acreedor, no se ve por qué deba ser excluida en todos los
casos la posibilidad de que un tercero que paga, aun
habiendo obrado a sabiendas de que la deuda es ajena,
pueda acudir a la acción de repetición, particularmente
cuando, en ejercicio de una intervención legalmente
aceptada, ha efectuado el pago de lo que ciertamente no
se debía, siendo ella medio expedito para ser restituido
en el patrimonio que de ese modo le resulta
menoscabado.

Hay casos, y el que ofrece este proceso constituye


ejemplo rutilante, en que privar a quien paga de esa
acción, únicamente por haber conocido que la deuda era
ajena, significa imponerle una consecuencia patrimonial
en su contra, sin reparo alguno a la circunstancia de que
el pago se hizo recaer en una deuda inexistente, por cuya
apariencia de ser decidió extinguirla, situación que se
torna más grave cuando la ley no consagra modos
distintos para hacer valer su derecho; hipótesis esta que,
valga decirlo, no es extraña en otras legislaciones que la
consagran como especie del pago de lo no debido, “el
pago sin causa en sentido estricto (esto es: pago afectado
en el antecedente del acto”[1]

En verdad, no puede darse el mismo tratamiento en todas


las hipótesis, y sobre todo en relación con la situación
fáctica que el presente caso ofrece, consistente en la
inexistencia total de la obligación, declarada judicialmente
en proceso anterior, punto éste que en lo que concierne
con este cargo se halla por fuera de toda duda y
discusión.

5º) En efecto, el pago de lo no debido puede ser de


carácter objetivo cuando la obligación que le sirve de
causa es totalmente inexistente, bien porque no nació a
la vida jurídica, o bien porque después, a pesar de haber
tenido visos de ser, llega a desplomarse su apariencia y,
por lo mismo, desaparece, habiéndose de borrar todo
rastro de ella; eventos en los cuales el pago efectuado
por error, o sea bajo la creencia de que la obligación tiene
existencia, sin darse ella respecto de ninguna persona,
significa por fuerza que se ha hecho efectiva una
prestación jamás debida, lo que posibilita, sin más, la
restitución de lo pagado. Ciertamente que “basta probar
la no existencia de la deuda; en ello consiste el error del
solvens”[2].

6º) Todavía más, la restitución sólo puede solicitarla la


misma persona que realizó la prestación, sin importar si
ésta se sustrajo del patrimonio de aquélla o de otra
persona; lo cual armoniza con que, tratándose de la
inexistencia total de la obligación, realmente no puede
verificarse la presencia de un acreedor, de un deudor y de
un tercero que paga; simplemente quien ha pagado, para
cualquier efecto o con cualquiera intención, mediando el
error sobre la existencia misma de la obligación, queda
habilitado, per se, para pedir la repetición de lo pagado,
dado que no hay una obligación civil o natural
preexistente que le sirva de causa al pago; se abre paso,
pues, la aplicación del artículo 2313 del C. Civil que sin
referirse solamente al deudor indica que “si el que por
error ha hecho un pago, prueba que no lo debía, tiene
derecho para repetir lo pagado”.

No hay, pues, caso más palmario de pago de lo no


debido, que pagar lo que nadie debe a nadie; ni hay
proceder más alejado de la equidad que privar a quien lo
hace por error, de la acción correspondiente, desde luego
que remitirlo eventualmente a la acción subsidiaria del
enriquecimiento sin causa, implica para él afectado
demostrar el empobrecimiento padecido, el cual puede
incluso no darse cuando, por ejemplo, ha pagado con
bienes ajenos.

7º) Para nada influye, por lo tanto, que el supuesto


tercero haya obrado a sabiendas de que su pago estaba
destinado a extinguir una deuda ajena, porque lo que
justifica la acción de repetición es la absoluta falta de
causa del pago, es decir, precedente a conocer con
certeza quiénes son sujetos de la obligación para
establecer las consecuencias del pago, importa saber si
hubo error en cuanto a la existencia de aquélla; no
resulta lógico que si el tercero paga deuda ajena pero
inexistente, deba correr, sin más, con las consecuencias
patrimoniales; allí el error que predomina no es sobre a
quién pertenece la deuda, sino en cuanto a que la
considera existente, sin ser de ninguna persona ni para
ninguna; si se quiere, tórnase indiferente saber en ese
caso si se quiso pagar deuda ajena o propia. Tal
cuestionamiento únicamente importa cuando la deuda
existe y se paga indebidamente, evento en el cual se
involucran otras instituciones relacionadas con el pago.

8º) Cabe agregar, para afianzar la idea de que cuando se


paga una obligación inexistente adviene en favor del
solvens la acción de pago de lo no debido, que en punto
de la sustitución o cambio de acreedor se pueden
presentar distintas situaciones: a) el acreedor recibe el
pago de su crédito por parte del deudor y la obligación en
consecuencia se extingue; b) el acreedor cede su crédito
a un tercero quien en tal virtud puede exigir el pago,
cumplidas las demás condiciones de la cesión, caso en el
cual el cedente responde por la existencia del mismo, de
modo tal que el cesionario en caso de no existir el crédito
tiene acción contra su cedente para obtener la restitución
de lo que haya dado o pagado por él; c) el acreedor
recibe el pago de un tercero, evento en el que se
extingue el vínculo que lo ata con el deudor, y quien
paga, bajo determinadas circunstancias, se subroga en
los derechos del acreedor; y en este último caso,
tratándose de subrogación legal, el acreedor que ha
recibido el pago no responde de la existencia del crédito
ni de la correspondiente deuda, en ese evento el tercero
que paga, como subrogado, no tiene contra el acreedor
inicial sino acción del pago de lo no debido; vale decir,
que el pago con subrogación exige como presupuesto la
existencia de la obligación sobre la cual recayó el pago.

9º) De otro lado, puede darse un pago indebido de


carácter subjetivo, o sea cuando el error se produce en
la persona, bien porque el pago se hace por el deudor o
un tercero pero en favor de quien no es el acreedor; o
bien porque lo hace quien no es el deudor, pagándose
deuda ajena. En tales hipótesis no está en duda la
existencia misma de la obligación, la disconformidad se
halla en los sujetos que verdaderamente lo son de la
obligación. Allí sí, cuando interviene el tercero para pagar
una deuda ajena que existe, pero a sabiendas de que no
es suya, la situación se regula por las normas previstas a
partir del artículo 1630 del C. Civil, incluido, claro está, el
pago con subrogación, cuando sea del caso; en efecto,
simplemente un tercero puede pagar una deuda ajena, y
cuando obra “consintiéndolo expresa o tácitamente el
deudor” se produce el fenómeno de la subrogación legal
que importa la “trasmisión”, o mejor dicho la sustitución,
de los derechos del acreedor al tercero que le paga,
según lo dispuesto en los artículos 1666 y 1668, numeral
5o. ibidem.
Y si lo hace porque se cree deudor sin serlo, o sea
convencido de que debe y resulta pagando deuda ajena,
puede ejercitar la acción de repetición de que trata el
artículo 2313 ibidem, “salvo contra el que, a consecuencia
del pago, ha suprimido o cancelado un título necesario
para el cobro de su crédito”, hipótesis en que se le
permite subrogarse en las acciones del acreedor; y si
obra a sabiendas de que es ajena, pero equivocándose
del deudor que ha querido favorecer, quiere decir que
obra como tercero respecto de la obligación que extingue
equivocadamente, en cuyo caso se aplican las normas
que regulan el pago sin conocimiento del deudor, a que
se refiere el artículo 1631 del C. Civil.

En todo caso, en la subrogación, sea legal o convencional,


concurren simultáneamente el pago de lo debido y la
sustitución del acreedor por el tercero; es decir, para que
opere tal fenómeno se requiere que la obligación a cuya
extinción se provee tenga existencia como tal.

10º) A lo anterior se suma, como antes se explicó, que


cuando el tercero paga una deuda ajena inexistente no
adviene la subrogación en los derechos del acreedor, a
quien justamente se le puede reclamar el pago de lo no
debido, ni las consecuencias jurídicas de una agencia
oficiosa puesto que, en la especie de este proceso, ni por
asomo se vislumbra la intención del demandante de
gestionar un negocio ajeno que signifique utilidad para el
agenciado, y dado que, como se dirá al despachar el
cargo siguiente se haya demostrado que el demandante
como tercero pagó equivocadamente una deuda
inexistente; tener conciencia, pues, de que se paga deuda
ajena, no excluye el pago de lo no debido, si el tercero lo
hace convencido pero equivocadamente de que existe la
obligación, como vínculo que ata a una persona con otra.

11º) Por lo demás, esta Corporación en pronunciamientos


anteriores se ha referido al solvens, o a quien paga, sea
el deudor mismo o no, como la persona legitimada para
proponer la acción de repetición de que aquí se trata. En
ese sentido, ha señalado: ”Ahora bien, por el aspecto
activo, el titular o legitimado para pedir la restitución por
pago de lo no debido corresponde a la persona que lo hizo
(solvens) y, por el aspecto pasivo, quien debe responder
de tal reclamo, es la persona que recibió el pago
(accipiens)” (G. J. CC, No. 2439, página 100); y en otra
oportunidad reiteró que “puede señalarse que está
habilitado para la repetición quien demuestre que hizo un
pago al demandado, sin ninguna razón que lo justifique”
(G.J. CCXII, No. 2451, p. 258)

3. Síguese en consecuencia que la hipótesis desarrollada


a propósito de este litigio y la definición judicial que se
dio encuadran en la acción de repetición de lo pagado
prevista en el artículo 2313 del C. Civil, norma que,
entonces, no resulta quebrantada.

4. Por consiguiente, el cargo segundo no alcanza éxito

CARGO TERCERO:

Apuntalado en la causal primera de casación, se le


reprocha a la sentencia haber quebrantado el artículo
2313 del Código Civil a consecuencia de errores de hecho
consistentes en la interpretación errónea de las
sentencias fechadas el 11 de septiembre de 1981 y el 28
de junio de 1982 pronunciadas por el Juzgado Séptimo
Civil del Circuito de Medellín y el Tribunal Superior de esa
ciudad, respectivamente, por medio de las cuales se
declaró inexistente el contrato de compraventa de un
inmueble celebrado entre CINE COLOMBIA S.A., como
vendedora, e Inversiones Malibú Ltda., como compradora.
La sustentación del cargo admite el siguiente compendio:

a) El demandante con el fin de insinuar que el pago del


precio de la aludida compraventa fue hecho por él en la
creencia de que la obligación existía, la que devino
equivocada o falsa al ser declarada después “la
inexistencia del contrato”, se apoyó en las mencionadas
sentencias; a su vez, el tribunal “acoge en su fallo esta
tesis de la parte actora, y en ella hace consistir el error
cometido al pagar el precio y la falta de causa”, tal como
se evidencia en la motivación pertinente.

b) Según el recurrente, la inexistencia de los actos


jurídicos ha sido tratada por la Corte apenas como una
mera inquietud académica, pero la repudia como
institución jurídica con aplicación en Colombia, “dado que
la ley no la contempla; y para asimilarla a la nulidad
absoluta y para hacer ver que su declaración equivale a la
de una nulidad absoluta”.

c) Fue exagerada la afirmación hecha por el Tribunal de


Bogotá en el sentido de que el contrato de compraventa
en cuestión no produjo absolutamente ningún efecto,
“entre ellos el de que no hubiera llegado a tener
existencia la obligación de Inversiones Malibú Ltda de
pagar el precio”. Es cierto que la inadecuada solución
judicial plasmada en las referidas sentencias es hoy
indiscutible, pero igualmente lo es que en ellas se
desconoció, amén de la doctrina de la Corte consistente
en que en tales casos debe acudirse al régimen de la
nulidad absoluta, la realidad patente y manifiesta de que
en ellas se ordenó a la compradora la restitución del
inmueble vendido, se reconocieron algunas prestaciones
mutuas entre las partes derivadas de la ejecución del
contrato, e igualmente dispusieron la cancelación de la
escritura respectiva y la inscripción en la Oficina de
Registro de Instrumentos Públicos, por lo que “ocurrido
todo esto,-se pregunta el recurrente-cómo es posible que
en el presente proceso se haya dicho, en medio de la más
absoluta contradicción, que no hubo precio alguno?”.

d) En la sentencia atacada se incurrió en una


interpretación errónea, ostensible y manifiesta de las
aludidas sentencias porque el crédito a cargo de
Inversiones Malibú Ltda. y a favor de la sociedad
demandada “sí existía cuando, mucho antes de la
declaración de inexistencia del contrato, el actor Mario
Uribe Isaza dice haberlo pagado a Cine Colombia. Luego
no tiene sentido alguno el error que dice haber sufrido al
efectuar el pago de ese crédito, en el momento en que lo
hizo”.

e) Cuando MARIO URIBE ISAZA hizo el pago del precio


todavía no se había declarado por la jurisdicción la
inexistencia del contrato de compraventa, por lo que no
puede ahora invocar la pretensión restitutoria del mismo
aduciendo que si lo hizo fue por creer equivocadamente
que la obligación solucionada existía, bastando observar
para desvirtuar este aserto “que en el momento del pago
la equivocación que afirma es imposible, precisamente
porque entonces no existía sentencia alguna que arrasara
con el contrato de venta”.

f) El artículo 2313 del Código Civil fue indebidamente


aplicado porque el fallo censurado no sólo interpretó
equivocadamente las sentencias que declararon la
inexistencia de la plurimencionada compraventa, sino que
tampoco tuvo en cuenta que el error invocado no era
susceptible de ser cometido en la fecha en que se hizo el
pago.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

1. De tiempo atrás ha enseñado esta Corporación, con


referencia a la acción prevista en el artículo 2313 del C.
Civil, que “el fundamento de la acción de repetición del
pago de lo no debido se halla en la ausencia de una
relación jurídica entre las partes, en la falta de causa del
pago. En efecto, los doctrinantes y la jurisprudencia,
encuentran la plena justificación del derecho de repetir en
la circunstancia de no existir razón de ser del `deber de
la prestación`, o sea precisamente, `la causa de la
obligación de pagar`, pues, se trata de un pago hecho sin
razón justificativa”. (G.J. t: LXXXVI pag 107) ; y como
hipótesis propias de la misma, ha indicado que se pueden
presentar cuando: “a) No existe ninguna deuda; b) Si
existe, pero el pago se hace a persona distinta del
verdadero acreedor, y c) Si existe, pero la persona del
deudor es distinta de aquella que paga”. (G.J. t: L pag.
181).

2. A lo anterior ha agregado, “el buen suceso de la acción


de repetición del pago indebido, requiere básicamente la
concurrencia de los siguientes elementos: a) Existir un
pago del demandante al demandado; b) que dicho pago
carezca de todo fundamento jurídico real o presunto; y c)
que el pago obedezca a un error de quien lo hace, aun
cuando el error sea de derecho”, y sobre esto siempre
teniéndose en cuenta que “donde quiera que no se
encuentre error de por medio en el pago, no se abre paso
la condictio indebiti, denominación que en Roma recibió la
acción que se viene comentando, pues (...) quien
soluciona una deuda a sabiendas de que no es deudor,
voluntariamente se está imponiendo un gravamen y no
debe entonces quejarse” (G. J. CCXII, No. 2451, páginas
258 y 259).

3. Sobre el último requisito conviene precisar, por


corresponder a la hipótesis propuesta en la especie de
este proceso, que así como el pago efectuado a sabiendas
de que no existe la obligación, causa del mismo, no le
abre paso a la repetición de lo pagado, pues puede
constituir una donación; debe suceder lo contrario cuando
quien paga se halla convencido de la existencia de
aquélla, no dándose ésta, caso en el cual el solvens
queda perfectamente habilitado para invocar la acción de
pago de lo no debido, pues su error emerge justamente
de la falsa creencia de ser la obligación en el momento en
que se propuso extinguirla.

En otras palabras, si quien hace el pago advierte en ese


momento causa para pagar y así lo cree, sin haberla,
puede una vez que detecte la verdadera ausencia de la
misma deprecar la restitución de lo que resultó pagando
indebidamente.

4. Lo dicho se aplica al caso presente: Mario Uribe, el


demandante, pagó convencido de que de ese modo
satisfacía el precio de una compraventa para él entonces
existente, mas posteriormente dicho contrato fue
declarado inexistente mediante sentencia judicial, cuyo
inobjetable efecto declarativo se retrotrae al momento de
la supuesta celebración del mismo; en otras palabras, la
declaración judicial de inexistencia de dicho contrato vale
tanto como si hubiera sido dictada en el preciso momento
en que quiso celebrarse, por ende, arrasa con todos los
efectos producidos en ese momento o posteriormente,
incluido, claro está, el pago efectuado como consecuencia
del mismo.

Síguese de lo anterior que como se declaró por sentencia


judicial inexistente el contrato de compraventa que dio
origen a la obligación, cuyo pago indebido es objeto de
litigio, bajo la consideración de la falta absoluta de
consentimiento de una de las partes contratantes, todos
los efectos que haya podido producir ese acto jurídico
desaparecieron, cuanto que no debieron darse; por
consiguiente, el pago que se hizo con apoyo en él careció
de causa; y los vestigios de la existencia del mismo,
concretada en la previa ejecución material de parte de las
prestaciones, no suprimen los efectos retroactivos de la
susodicha sentencia declarativa de la inexistencia, la que
antes bien deja sin piso a aquéllas. En esa medida, el
error del demandante, quien pagó, justamente consistió
en haber solucionado una obligación creyéndola existente,
sin estarlo verdaderamente.

5. Desde esa perspectiva, no es cierto, como sostiene el


impugnante, “que en el momento del pago la
equivocación que afirma es imposible, precisamente
porque entonces no existía sentencia alguna que arrasara
con el contrato de venta”, pues, por el contrario, fue
entonces cuando el solvens tuvo la creencia de estar
pagando lo que se debía; lo contrario sería exigir que
para que haya error el deudor o quien paga debe estar
conciente de que lo está cometiendo, lo cual resulta
ilógico; antes bien, puede afirmarse que justamente por
la falta de tal sentencia en el momento del pago fue
enteramente posible incurrir en el error.

6. De otro lado, para definir lo anterior no incide para


nada la discusión que propone el casacionista sobre la
figura de la inexistencia de lo actos jurídicos, y lo que
significaría para este caso su asimilación, en el campo
civil, al fenómeno de la nulidad absoluta, puesto que la
declaración o el reconocimiento judicial de la primera
destinado a dejar sin efectos la compraventa celebrada
entre Cine Colombia e Inversiones Malibú no es objeto de
discusión aquí, incluso así lo advierte el censor cuando
dice, así sea a regañadientes, que la inadecuada solución
plasmada en las referidas sentencias previas es hoy
indiscutible.

7. Desde ese punto de vista, al sentenciador no le era


dable desentenderse de tan precisa declaración judicial
previa de inexistencia del contrato de compraventa, cuyas
obligaciones fueron la base del pago aquí disputado, ni le
era posible revivir un debate ya concluido; además, el
punto de controversia planteado por el censor- después
de aceptar, como se dijo, que la presencia de ese fallo
dictado antes no admite discusión-, se hace radicar
esencialmente en que éste se profirió después de
efectuado el pago, cuestionamiento al cual ya se dio
respuesta en párrafos precedentes.

8. De acuerdo con lo expresado no se da el quebranto de


las normas sustanciales reseñadas en el cargo, y, por
consiguiente éste no alcanza prosperidad.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO
CASA la sentencia de fecha 10 de diciembre de 1998,
proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá D. C., dentro del proceso
ordinario promovido por MARIO URIBE ISAZA contra
CINE COLOMBIA S. A.

Condénase en costas del recurso de casación a la parte


recurrente, las cuales serán tasadas en su oportunidad.

Cópiese, notifíquese y devuélvase

JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES

MANUEL ARDILA VELASQUEZ

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ


JORGE SANTOS BALLESTEROS

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

CESAR JULIO VALENCIA COPETE

[1] Bustamante Alsina, Jorge


Repetición del pago de lo que no se debe, P. 56
ED. ABELEDO- PERROT

[2] Abeliuk Manasevich, René, Las Obligaciones, Tomo II, p. 566. Editorial Temis,
1993

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