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El orden de los simulacros en una mirada a la oscuridad

Presentado por Rafael Ardila Rodríguez

En este documento veremos algunas relaciones que se establecen entre las categorías u
ordenes de simulacros de Baudrillard y la parte final de Una mirada a la oscuridad,
novela de Phillip K Dick.

La sustancia M puede verse como análoga con el concepto código de Baudrillard


porque moldea, de acuerdo a un modelo, a todas las personas que la prueban. Esta droga
se asemeja a un código porque al ser consumida se manifiestan en todos los adictos, sin
distinciones, una serie de signos y síntomas típicos, como las alucinaciones o la
paranoia. A la par de estos patrones típicos, la sustancia M lleva al consumidor a
padecer la misma consecuencia: el adicto perderá su voluntad, será un robot.

Esta consecuencia no es casual. La sustancia M hace parte de todo un sistema bien


organizado que invade todas las esferas humanas, es una pieza clave dentro del control
social en la sociedad de Bob. La droga simula un objeto de primera necesidad para
algunos individuos no conformes con el modo de vida mayoritario, como Bob.
Rápidamente terminan dependiendo de la sustancia, se vuelven consumidores asiduos.
Si se mira detalladamente, estos adictos no se diferencian en mucho al ciudadano
promedio, aquel que también es dependiente de objetos que el sistema ha hecho creer
como necesarios. En otras palabras, la novela ilustra un sistema caracterizado por la
serialización de signos multiplicados al alcance de todos, y principalmente por signos
configurados según un modelo, como la sustancia M.

La industria de esta droga es horrorosamente muy tecnificada. Téngase muy presente


que los efectos que provoca en el organismo no son casuales: despoja al individuo es su
voluntad, convirtiéndolo finalmente en un robot que trabaja como fuerza de trabajo para
New Path, los únicos proveedores de sustancia M. New Path es una maquinaria que se
alimenta a si misma, es a la vez una analogía del sistema socioeconómico en el cual
vivimos para producir y consumir.

Bob termina sufriendo el destino de ser una pieza más para New Path, sin embargo, es a
la vez un robot de la policía. Su mente fue reconfigurada por ambos bandos durante su
transformación de adicto en robot; ambos frentes le implantaron un fin, una misión qué
cumplir. Recuérdese cuando Hank recomienda a Bob a viajar al campo, “a las montañas
de San Bernardino, cerca de los lagos.” Este agente, que a la vez es Donna, no solo está
dando un buen consejo. Principalmente está reforzando en la mente de Bob la imagen
de “lugar ideal para vivir” que Donna anteriormente ya había implantado. La
humanidad de este hombre ha sido banalizada en pro de hacer de él una pieza de ajedrez
o un engranaje de la gran máquina.

Bob y sus amigos son una pieza más dentro del proceso de reproducción de robots. Este
proceso es una serialización. Es evidente en la novela el simulacro industrial. Seres
humanos son serializados por New Path mediante la sustancia M. Su vida es
reconfigurada por esta droga, la cual les impone un modelo de conducta. Los amigos de
Bob, Laura, George, Charles o los amigos de Phillip K Dick, y por poco él mismo,
todos ellos marginados de la sociedad de una u otra forma, son finalmente
transformados en objetos que no generan problemas. En el caso de Bob, este termina
siendo un robot más que produce beneficios para el sistema, o en palabras de Mike, la
sustancia M reduce a Bob a ser “una maquina refleja, como una hormiga, que repite la
instrucción recibida”. Véase a la droga como un elaborado filtro que capta indeseables o
marginados para luego usarlos como fuerza de trabajo.

En el capítulo 13 encontramos un ejemplo de lo digital. Los resultados del test que le es


realizado a Bob/Fred ejemplifican el sistema binario del que habla Baudrillard. Esto lo
vemos cuando uno de los médicos le explica a Fred su escisión cerebral: “es por culpa
de la sustancia M. Es normal que la droga produzca este efecto, funcionalmente. Era lo
que esperábamos, y los test lo han confirmado”. La droga es el estímulo, y la respuesta
son todos los signos y síntomas que Fred está padeciendo. El estímulo lleva al sujeto a
padecer una serie de respuestas típicas, pero bien delimitadas, e igualmente, la droga
lleva a Fred hacia una sola dirección: ser robot. Esta respuesta es una imposición del
estímulo. Lo binario lo vemos en la misma escisión cerebral, la cual convierte a Bob en
un ser disociado, un individuo que no puede reconocer su unidad. A la par, este efecto
divide en dos la realidad de Bob, ello ultimas anula la realidad misma. Asimismo, el
fenómeno de lo binario lo vemos en la configuración misma del test, ya que las
preguntas de este limitan las respuestas del paciente en dos opciones: si o no. Por otra
parte, el test ejemplifica un simulacro de objetividad, ya que esta mediado por ese
sistema binario de pregunta/respuesta. Del test no se puede extraer un conocimiento
objetivo, debido a que las respuestas de Fred están condicionadas por las preguntas del
test.
Sobre el monotraje, digamos que es un ejemplo de simulación industrial, pues serializa
al individuo porque lo despoja de su singularidad al darle una cara y voz genéricas.
Bob/Fred es consciente de este efecto, y en un momento dado lo ve como una ventaja:
“Vestido así, pensó Fred, podría echarme encima de ella y tirármela. Nadie sabría quién
habría sido el culpable”. Puede evidenciarse en esta escena un efecto curioso dado por
el traje: los preceptos moralmente establecidos pueden ser quebrantados por el
individuo. Lo curioso es que normalmente no llevamos monotrajes; podemos ser
hipócritas sin necesidad de ellos, podemos simular ser correctos porque a cada momento
podemos contar con las máscaras que hemos conformado. Tenemos mascaras para cada
ocasión: usamos la máscara del devoto en la iglesia, la máscara del altruista cuando se
habla de los pobres. También tenemos la máscara del buen hijo, la del buen padre, la del
buen esposo o la máscara del buen amigo. Puede notarse que a cada momento
simulamos. ¿Cuándo dejamos de simular?, ¿tal vez cuando somos xenófobos, racistas,
egoístas o envidiosos?, ¿qué es en efecto simulado y qué es en efecto real?, ¿quiénes
somos realmente? Todas estas son preguntas que nos plantea Philip K Dick ¿podremos
darles algún día respuesta?

Cambiando de tema, Bob es el ejemplo de individuo dentro del sistema capitalista que
no cuestiona los fundamentos de su sociedad ni cuestiona su rol social, simplemente
actúa. Es un simulacro de ciudadano que se encuentra inmerso dentro de la ilusión de
participación social. Nunca fue un agente, sino una pieza en manos de sus superiores. Se
asemeja a los virus: el virus carece de vida, sin embargo, funciona según un código.

Bob es también víctima del referéndum, una moda en donde ya no hay referencial, pues
todo signo se presenta como pregunta/respuesta. “Nadie lo obligó a hacerlo a punta de
pistola”, comenta Hank cuando Bob afirma que solo “hizo su trabajo”. En efecto,
realizó la tarea que sus superiores le asignaron, sin embargo, la mente de Bob solo actuó
binariamente, es decir, él solo actuó de acuerdo a una orden/solución: infiltrarse = ser
adicto. Un desenlace distinto solo habría sido posible si Bob hubiese tomado distancia
del estímulo/orden que condicionó su respuesta. Tomar distancia es, en otras palabras,
deliberar respuestas fuera del código que rige al estímulo. Esto se logra abstrayendo el
estímulo, un ejercicio cognitivo que no pueden hacer los animales o los robots. Lo
anteriormente dicho infiere que Bob Arctor fue el actor perfecto porque en su “ADN”
tenía el código que lo condicionó a ser un robot, un código heredado por el sistema
socioeconómico en el cual creció, un código que pocos llegan a evidenciar.
Gracias a esta condición, fue a la vez víctima de un montaje, debido a que sus
superiores lo manipularon como a una marioneta. Participó en un montaje porque fue
condicionado a seguir un rol. Su apellido no puede ser fortuito; los directores de la gran
obra han sido sus jefes. Finalmente conoce o es consciente de su situación cuando le
pregunta a Hank “¿Cuál ha sido mi papel entonces?”. Todo este tiempo ha sido
simplemente el anzuelo para el gran pez oculto en las profundidades. Es sacrificado por
una causa mayor, es visto, no como un ser humano, sino como un objeto prescindible,
desechable, un sujeto configurado según un modelo, un robot que siguió como se
esperaba las ordenes y cumplió con su misión.

“Ahora había iniciado otro tipo de vida, una vida similar a la de una rata: correr de un
lado a otro sin utilidad alguna”. Estas palabras del narrador sintetizan el destino ultimo
de Bob. Arctor es una analogía de todos los productos/signos que a diario se producen
según un modelo, se consumen y se desechan.

La analogía del espejo que conforma Bob/Fred para comprender su salud mental ilustra
lo hiperreal. “No se trataba de mirar a través de un telescopio o sistema óptico, objetos
que no invertían nada, sino simplemente ver su propio rostro reflejado, invertido,
estirado a través del infinito. Tal como acaban de explicarme. No es a través de un
espejo, sino la reflexión de un espejo. Y ese reflejo eres tú, es tu cara y no lo es”. Es un
ejemplo de lo hiperreal porque Bob experimenta, en palabras de Baudrillard, esa
“alucinante semejanza de lo real consigo mismo”; lo real se confunde con su propio
reflejo. Bob entra en confusión cuando Hank le dice “hace tiempo descubrí su identidad.
Usted es Arctor.” Bob responde “¿Quién dice que soy?”. La pregunta evidencia que
choca con su reflejo (Fred), pues ya no sabe quién es, pierde su identidad. Bob cae en un
bucle, se anula.

Arctor nunca fue un transgresor. Nació dentro del código capitalismo, es hijo de tal
sistema, replicó el código en sus conductas. El haber salido del código del capitalismo
hacia el código que impuso la droga no lo convirtió en transgresor, pues no dejó de
actuar binariamente. ¿Por qué Bob no pudo ser libre? Vivimos en un simulacro de
libertad condicionado por un código cerrado que tiene un sistema binario. Al final,
nuestra vida es un simulacro, pues, como dice uno de los personajes que discutía los
conceptos de vida y muerte en el capítulo 14, “actividad no significa necesariamente
vida. Los quasars son activos. Y un monje meditando no es un ser inanimado “. Estar
verdaderamente vivo implica abstraer la realidad, ello nos dota de autonomía. Para
tenerla debemos cuestionar nuestra realidad, debemos ponernos a la tarea de identificar
los parámetros o normas que rigen nuestro mundo; si no lo hacemos estamos sometidos
a ir en vaivén por las circunstancias que la sociedad nos impone. Terminamos siendo
robots, los cuales funcionan por el sistema de estímulo/respuesta. Este sistema binario
nos impide ser conscientes de la vida.

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