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El Socialismo
a) La teoría de la alienación
Marx por casi toda su vida ha trabajado como periodista. Proveniente de
una familia hebrea convertida al protestantismo, después del examen de
selectividad fue a Berlín para estudiar jurisprudencia. Ahí conoció a algunos
jóvenes hegelianos de izquierda y se adentró en la lectura de las obras de
Hegel. Desde el 1842 colaboró en un periódico de oposición en Renania.
Cuando el periódico el año siguiente fue vetado por las autoridades
prusianas, Marx se transfirió con su esposa a Paris. En 1844 publicó un
artículo que tenía por título Para la crítica de la [109] filosofía del derecho
de Hegel, en el cual hacia las cuentas también con Feuerbach. Refiriéndose
a la crítica feuerbachiana de la religión, Marx constataba que la fe religiosa
es la expresión de la autoconsciencia del hombre, pero de la consciencia ideal
de un hombre que vivía en la miseria real. La ilusoria felicidad futura objeto
de la esperanza de los fieles constituía en realidad la reacción desesperada a
las condiciones miserables de la vida terrena; a causa de su miseria se
refugian en fe en Dios como en una forma de narcótico. «La miseria religiosa
exprime tanto la miseria real cuanto la protesta contra esta miseria», por lo
cual la religión según Marx «es el opio del pueblo»2. A diferencia de
Feuerbach, él no inició una polémica contra las convicciones religiosas; se
propuso no quitar el opio a quien aparentemente lo necesitaba sino cambiar
die Protestation gegen das wirkliche Elend. Die Religion […] ist das Opium des Volks»
(K. Marx, «Zur Kritik des hegelschen Rechtsphilosophie» [1841] in: K. Marx, F. Engels,
Werke, Dietz, Berlin, 1956-90, vol. 1, p. 378.
las condiciones económicas y sociales que hacían necesario esperar en el más
allá.
La crítica de la religión, para Marx, tenía que transformarse en crítica del
derecho y de la política, y tal crítica a su parecer no podía que implicar la
superación de la filosofía hegeliana. Marx había llegado a esta convicción a
través de un confronto de los diferentes países europeos: mientras en Francia
por los eventos del 1789 y del 1830 los soberanos autoritarios habían sido
depuestos, los reyes de Austria y de Prusia continuaban a reprimir con mano
dura a la oposición. Alemania, en virtud de la filosofía hegeliana había
llegado de alguna manera la misma consciencia política de los países
cercanos. «Los alemanes – escribe Marx – en la política tienen pensado lo
que los demás pueblos han hecho»3. Pero, no obstante la revolución francesa
y la filosofía especulativa, la situación del pueblo era aún muy desfavorable
en entrambas las orillas del Rin. Marx por consiguiente concluyó que quien
quisiese combatir efectivamente la miseria social, tenía que ser adversario
también del pensamiento de Hegel. El núcleo de una crítica de este tipo, para
Marx, consistía en el desenmascaramiento de lo que él definió como
alienación del hombre moderno. El término, que es central en el discurso
marxista, lo desarrollo por primera vez en los ya nombrados Manuscritos
económico-filosóficos, escritos [110] en su estancia en Paris durante el 1844.
Marx en este periodo inició su amistad con Friedrich Engels que lo condujo
al estudio de la economía política de Adam Smith (1723 – 1790), de David
Ricardo (1772 – 1823) y de Jean-Baptiste Say (1767 – 1832). El fruto de las
reflexiones marxistas fueron algunos manuscritos dedicados al análisis de
varios conceptos económicos, como el salario, la ganancia, el dinero y la
propiedad privada. El fulcro de las investigaciones era la elaboración de una
concepción del trabajo alienado, que utilizaba varios elementos de la
filosofía hegeliana para contrarrestar las teorías de los economistas.
Las observaciones de Marx demuestran una profunda comprensión del
valor antropológico del trabajo. Por lo que a esto respecta, Marx podía
referirse a la dialéctica entre señor y siervo, descrita en el cuarto capítulo de
la Fenomenología del espíritu: el siervo se exprime y se realiza a sí mismo
mediante el trabajo. Cultivando la tierra, transformando las cosas, el siervo
ejercita un dominio sobre la naturaleza y al mismo tiempo incrementa sus
capacidades y aptitudes (véase cap. 5). Marx acogió substancialmente la
concepción hegeliana, pero pensando más bien que el trabajo, en la sociedad
industrializada, pierde su función substancial puesto que el trabajo no
contribuye en algún modo a la autorrealización del hombre. Para describir el
cambio que se realiza en la edad moderna, Marx usa el término alienación es
decir enajenación (Entfremdung) – también tomado de la Fenomenología de
Hegel, en la cual significa un espacial malestar del hombre moderno. Marx
3 «Die Deutschen haben in der Politik gedacht, was die anderen Völker getan haben»
aplicó el concepto a las modernas condiciones de trabajo que impedían al
obrero de desarrollar sus propias capacidades, antes bien tendían a agravar
ulteriormente su miseria. Este efecto, según Marx, se debía a tres factores
alienantes: el trabajador ante todo es separado de los productos de su propia
actividad, puesto que los bienes que producía no le pertenecían a él sino al
industrial y mientras éste último vivía en la riqueza el obrero y su familia,
apenas sobrevivían en la indigencia. La expropiación no solo era de los
bienes producidos sino también, y en segundo lugar, del trabajo mismo. Lo
que tendría que constituir una actividad esencial del hombre, terminaba por
ser en el caso de los obreros explotados en las industrias en mal necesario,
indispensable para su solo sustento. El trabajo alienado era realizado no para
realizarse a sí mismos, ni para fabricar una determinada cosa, sino solo para
mantener a su familia. El tercer factor alienante, al final, corresponde a las
relaciones interpersonales: en lugar de cooperar entre ellos y perseguir fines
comunes, los hombres se han alienado los unos de los otros. La sociedad
moderna estaba, en efecto, dividida en dos clases hostiles, la burguesía y el
proletariado, la clase dominante de los propietarios y la clase trabajadora.
[111]
El proceso de alienación, para Marx, reflejaba exactamente el modo en el
cual la tradicional economía política, y ósea la ciencia económica, concebía
el trabajo salariado. La alienación, en otras palabras, correspondía al proceso
a través del cual el trabajo humano se había transformado gradualmente en
una especie de mercancía, que los obreros vendían y los industriales
compraban a un determinado precio de mercado.
«Los jóvenes hegelianos concuerdan con los viejos hegelianos cuanto creen
en el predominio de la religión, de los conceptos, de lo universal en el mundo
existente; sólo que unos combaten este predominio como una usurpación,
mientras que los otros lo exaltan como legítimo»5
Marx cambia esta visión idealista de la historia por una visión materialista;
lo que significa partir no de los conceptos o de las representaciones para
explicar las concretas condiciones históricas, sino al contrario partir de la
existencia material de los hombres para explicar cómo desde ella tienen
origen las formas espirituales es decir los reflejos ideológicos. Para Marx, en
pocas palabras, «no es la consciencia la que determina la vida sino la vida la
que determina la consciencia»6. La historiografía por consiguiente debe estar
fundada sobre una base material, sobre el examen crítico de la vida real en
4 «Die Philosophen haben die Welt nur verschieden interpretiert; es kommt darauf an,
sie zu verändern» (K. Marx, «Thesen über Feuerbach» in: Werke, vol. 2, p. 7).
5 «Die Junghegelianer stimmen mit den Althegelianern überein in dem Glauben an die
Herrschaft der Religion, der Begriffe, des Allgemeinen in der bestehenden Welt. Nur
bekämpfen die einen die Herrschaft als Usurpation, welche die andern als legitim feiern»
(K. Marx; F. Engels, Die deutsche Ideologie, in: Werke, vol.2, p. 19).
6 «Nicht das Bewusstsein bestimmt das Leben, sondern das Leben bestimmt das
«Las ideas dominantes – escribió Marx – no son otra cosa que la expresión ideal
de las relaciones materiales dominantes, son las relaciones materiales dominantes
tomadas como ideas»7
Los análisis históricos prospectados por Marx debían mostrar que la vida
real en la época moderna estaba condicionada ante todo por la creciente
división del trabajo, la cual, junto a la propiedad privada había conducido a
la nota división en clases. Puesto que los contrastes entre ricos y pobres,
dominadores y oprimidos, se exasperaban cada vez más, la historia debía ir
hacia el crepúsculo de la burguesía. Marx aun así no creía que eso sucedería
a través de un simple automatismo: dadas las resistencias de la clase
dominante para perder su poder y sus privilegios, era solamente la iniciativa
revolucionaria del proletariado que la situación se voltearía y la historia se
cumpliría. Como los burgueses había realizado la revolución de 1789 de la
misma manera la clase trabajadora estaba llamada, en la cúspide de la edad
industrial, a afrontar el problema de la miseria desde la raíz, removiendo la
propiedad privada de los medios de producción y aboliendo así el trabajo
asalariado. Nació así el concepto de revolución comunista8. Marx y Engels
se unieron al movimiento obrero y se consagraban a la fundación de ligas y
partidos de los trabajadores en varios países europeos. Para esto redactaron
el Manifiesto del partido comunista, que fue publicado en febrero de 1848.
El Manifiesto del partido comunista inicia con la famosa presentación del
comunismo como un espectro que ronda por Europa y espanta a todas las
fuerzas restauradoras. Los principales objetivos de los comunistas son la
trasformación del capital en propiedad social, el final de la explotación y de
las especulaciones financiarías, y además la reafirmación del rol y de la
dignidad del trabajador. El panfleto termina con la inequivocable incitación
a la revolución violenta; los comunistas «declaran abiertamente que sus
7 «Die herrschenden Gedanken sind weiter nichts als ideelle Ausdruck des
herrschenden materiellen Verhältnisse, die als Gedanken gefassten herrschenden
materiellen» (op. cit. p. 46).
8 Marx utiliza el término comunismo como opuesto al socialismo, especialmente de
Produktionsbedingungen» (Ibid.).
consumar, sino que se deja cambiar por dinero. La cantidad de dinero que se
puede recabar por la venta de una mercancía depende no solo del objeto de
cambio en sí sino por las invisibles leyes del mercado.
El secreto del capitalismo está en el hecho que el precio de venta, es decir
el valor de cambio (Tauschwert) de cualquier producto, no corresponde
necesariamente a su valor de uso (Gebrauchswert) pero a menudo lo supera.
Sobre la diferencia entre valor de uso y valor de cambio se funda la
posibilidad de tener ganancia y de acumular riquezas. En el capitalismo se
producen mercancías no para su uso inmediato sino para venderlas
posiblemente a un precio más alto respecto al costo de los bienes empleados
para su producción. En efecto, para fabricar algo es necesaria una cierta
cantidad de materias primarias, determinadas herramientas o máquinas para
trabajar el material y finalmente la mano de obra. Todos estos factores
productivos están a la venta, tanto que el emprendedor, que ya posee los
medios de producción puede asumir fácilmente obreros para producir
mercancías. Gracias al útil14 obtenido con la venta de los productos, el
industrial logra aumentar su patrimonio, acumulando nuevo capital. La
contribución original de Marx va sobre la específica función del trabajo
asalariado para la obtención de la ganancia. Una vez que el obrero ha vendido
su propia fuerza de trabajo al emprendedor, éste último buscará emplear al
trabajador de la manera más eficiente posible, por una parta por el aumento
de las horas de trabajo y por otra parte la reducción del tiempo necesario para
fabricar el producto. Éste es el verdadero origen del plus valor (Mehrwert)
que el capitalista obtiene del trabajo del obrero. El objetivo de quien compra
la fuerza de trabajo es
16 Sobre la actualidad del pensamiento de Marx se vea también mi artículo «Che cosa
rimane di Marx dopo la caduta del muro di Berlino?:», in: La Civiltà Cattolica 160, 2009
IV, p. 127-136.