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Revista de Desarrollo Rural y Cooperativismo Agrario (2002), 6, 25-41 25

EL COOPERATIVISMO EN CUBA:
SURGIMIENTO Y DESARROLLO

Pedro ALFONSO ALEMÁN


Universidad de Pinar del Río (Cuba)

1. INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo principal hacer un análisis de todo el proceso de
surgimiento y desarrollo del movimiento cooperativo en Cuba, así como darle al lector una
panorámica general de las formas de cooperativas que durante todos estos años se han ido
creando y fortaleciendo en nuestro país, que a diferencia de otros países, solo se ha desarro-
llado en la rama agropecuaria.

2. DESARROLLO
El cooperativismo cubano puede considerarse uno de los más jóvenes del mundo, ya que
comienza a gestarse a partir del año 1959, año del triunfo de la revolución y el mismo abarca
solo al sector agropecuario, por cuanto, en primer lugar la economía cubana en esos años se
caracterizaba por depender única y exclusivamente de la producción agropecuaria, en lo fun-
damental de la caña de azúcar, esfera que era explotada por los grandes latifundios nortea-
mericanos; y en segundo lugar por la situación que como resultado de lo primero presentaba
la inmensa mayoría de la población del campo cubano.
Ante esta situación heredada del régimen económico imperante antes del 59, se hacía
necesario llevar a cabo un proceso de transformación radical que tributara a resolver la caó-
tica situación social en que vivían miles de obreros agrícolas y campesinos, cuya única vía era
entregando la tierra a quien realmente la trabajara, lo que constituía legítima demanda social
del movimiento obrero y campesino.
Ante tales demandas una de las primeras leyes promulgadas por la revolución cubana
para cambiar la situación social del campesinado la constituyó la promulgación de la Primera
Ley de Reforma Agraria, la cual estaba dirigida en lo económico a dos metas fundamentales:
1. Facilitar el surgimiento y extensión de nuevos cultivos que suministraran a la indus-
tria nacional de materias primas y que a la vez satisficieran las necesidades de consu-
mo alimenticio, consolidaran y ampliaran los renglones de producción agrícola con
destino a la exportación, como fuente de divisa para las necesarias importaciones.
2. Elevar la capacidad de consumo de la población mediante el aumento progresivo del
nivel de vida de los habitantes de las zonas rurales, lo que fortalecería el desarrollo de
otros renglones productivos.
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En el sector agrícola cubano era frecuente el contrato de aparcería y el sistema de cen-


sos, lo cual desalentaba a los productores creándoles obligaciones inequitativas, antieconómi-
cas y en muchos casos, extorsionadoras, impidiendo de este modo el mejor aprovechamiento
de las tierras cultivables.
El Censo Agrícola Nacional efectuado en el año 1946, evidenció que la mayoría de las fin-
cas sometidas a trabajos de cultivo estaban siendo trabajadas por campesinos que carecían de
la propiedad sobre la tierra y que la trabajaban a título de aparceros, arrendatarios, colonos y
precaristas.
Por otra parte, el propio censo reveló la extrema concentración de la propiedad de la tie-
rra en unas pocas personas, existiendo una situación tal que 2.336 fincas, representaban el
dominio sobre un área de 317.000 caballerías de tierra, lo cual quiere decir que el 1.5% de los
propietarios de tierra poseían más del 46% del área nacional en fincas, situación aún más grave
si se tiene en cuenta que existían propietarios que poseían varias fincas de gran extensión; y
por otra parte el 70% de las fincas, solo disponían de menos del 12% del área nacional en fin-
cas.
Por todo ello, el 17 de mayo de 1959, a solo cuatro meses del Triunfo de la Revolución,
fue promulgada la primera Ley de Reforma Agraria, que por su contenido y alcance constitu-
yó la Ley más radical y trascendental de transformación socioeconómica llevada a cabo desde
entonces.
La aplicación de esta Ley trajo consigo un profundo cambio en el régimen de tenencia
de la tierra descrito anteriormente, el cual imperaba en el país a lo largo de la República
mediatizada instaurada en 1902. Como resultado de esta primera Ley de Reforma Agraria se
fijó un límite máximo de tenencia legal de la tierra de 402,6 hectáreas ( 1 caballería = 13,4
hectáreas), con excepción de hasta 1.342 ha para tierras en óptima explotación, de esta forma
la explotación latifundista de la tierra pasó al patrimonio nacional, lo que repercutió en que
más de 100.000 familias campesinas recibieran de forma gratuita un límite de hasta 67 ha de
tierras.
La profundidad de estos cambios condujo a la transformación del panorama social del
campo cubano. Desaparece totalmente el sector latifundista, se redujo el número de fincas
mayores a 400 ha, y sobre todo, su extensión total, las que pasaron a constituir el 0,4% y el
8,5% del total de las fincas.
Otros resultados sociales y económicos que trajo consigo la aplicación de esta Ley fue-
ron:
a) La disminución de los niveles de desempleo en el sector campesino.
b) Comienzo de la erradicación del hambre y la miseria y la explotación a que estaban
sometidas las grandes masas de campesinos y obreros agrícolas.
c) Se produjo un incremento considerable de la producción agrícola.
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¿Cómo se llevó a cabo la entrega de las tierras?


Como habíamos explicado anteriormente, en la agricultura cubana existían el campesi-
nado y los obreros agrícolas, estos últimos empleados en las tierras de los grandes latifundios
y los campesinos en calidad de aparceros o arrendatarios. Por lo tanto el tratamiento a ambos
no podía ser por igual.
En primer lugar hubo que enfrentar la entrega de tierras a los campesinos, los cuales
veían la solución de sus condiciones económicas en la obtención de la propiedad sobre la tie-
rra que se les entregó con un mínimo de extensión de 26,8 ha hasta un máximo de 67 ha.
En segundo lugar, con relación al obrero agrícola, el tratamiento fue diferente, ya que la
mayor parte de ellos trabajaban en los latifundios, por lo que el reparto de estas tierras hubie-
ra sido irracional, tanto en el plano económico como social. Desde el punto de vista econó-
mico implicaba la división de las economía antes existentes, es decir, el paso de la gran pro-
ducción a la pequeña y al fraccionamiento en pequeñas fincas de todas las tierras cultivables
del país, además se hacía necesario seguir desarrollando la producción azucarera, la cual es
imposible desarrollar por medio de la fragmentación de las tierras. En el plano social, el repar-
to de las tierras implicaba la transformación del obrero asalariado carente de sentido de per-
tenencia en propietario privado.
De esta forma y como resultado de esta Ley, a manos del Estado pasó el 40% de todas las
tierras del país, en las cuales se organizaron las llamadas Granjas Estatales, así como las pri-
meras cooperativas agrícolas, (cañeras en lo fundamental).
La estructura socioeconómica resultante de la aplicación de la primera Ley de Reforma
Agraria quedó conformada de la siguiente forma:
1. El sector estatal público.
2. La producción cooperativa, en la cual el peso fundamental lo ocupaban las coopera-
tivas cañeras. En este caso estaban constituidas por la aportación, por parte del Estado
de las tierras y demás medios de producción y trabajadas por los antiguos obreros
agrícolas (estas formas iniciales de cooperativización desaparecen en 1963 con la cre-
ación de las Granjas Estatales).
3. La Pequeña Producción Mercantil, representada por los campesinos dueños de la tie-
rra y cuyas parcelas no rebasaban las 67 ha.
4. La producción Capitalista, representada por los propietarios de fincas que oscilaban
entre 67 y 402 ha y en las cuales se mantenían vigentes las relaciones capitalistas y la
explotación del trabajo por el capital.
Al evaluar los resultados de esta primera Ley de Reforma Agraria, cabe destacar que aun-
que la inmensa mayoría del campesinado cubano se favoreció con la entrega gratuita de la tie-
rra, existían fincas mayores de 67 ha (5 caballerías) cuyos propietarios retenían en sus manos,
explotando mano de obra y pagando ínfimos salarios a los mismos niveles que los que paga-
ban antes del triunfo de la revolución. De igual manera dichos propietarios obstaculizaban la
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producción de alimentos para la población y en muchos casos utilizaban con fines antisocia-
les los elevados ingresos que obtenían de la explotación del trabajo.
Bajo estas condiciones se hacia necesario establecer las bases definitivas sobre las cuales
se desarrollaría nuestra agricultura, con el esfuerzo coordinado de las empresas estatales
agropecuarias y los pequeños agricultores, los cuales constituían la gran mayoría de los cam-
pesinos beneficiados por la Ley de Reforma Agraria.
Es por ello que el 3 de octubre de 1963, fue promulgada la segunda Ley de Reforma
Agraria, la cual estableció el límite máximo de la propiedad sobre la tierra de hasta 67 ha, dis-
poniendo la nacionalización y por consiguiente, la adjudicación al Estado Cubano de todas las
fincas con una extensión superior a 67 ha de tierra.
Los propietarios de las fincas expropiadas en virtud de la Ley y que las estuvieran explo-
tando directamente o mediante administración, tenían derecho a percibir una indemnización
mensual por caballería expropiada a la suma proporcional que correspondía en el caso de uni-
dades de superficie menores, durante el período de 10 años.
Consecuentemente, a partir de esta Ley quedaron definidos dos grandes sectores en que
se asentaría, a partir de entonces, la agricultura cubana: de una parte, el sector estatal, forma-
do por las Granjas de todo el Pueblo, y el sector de la Pequeña Producción Mercantil, repre-
sentado por el campesinado trabajador, estos últimos ocupaban alrededor del 30% del total de
las tierras.
Es obvio señalar que el proceso de transformación de la Pequeña Producción Mercantil
en Cuba, tiene como basamento la profunda transformación efectuada en el régimen de
tenencia de la tierra, y por consiguiente, en las relaciones de producción imperantes hasta el
triunfo de la revolución.
Creemos importante señalar además, que la Reforma Agraria en Cuba no solo se limitó a
la entrega de tierra a los campesinos, sino también, se instrumentaron una serie de medidas
económicas que permitieron el desarrollo económico de la agricultura cubana, como fueron:
créditos bancarios con intereses muy bajos, aseguramiento técnico, precios oficiales y estables
para los productos que cosechaban, etc. No puede omitirse tampoco el hecho de las trans-
formaciones llevadas a cabo en la educación, la salud pública, la recreación y el deporte, las
cuales beneficiaron a todo el pueblo y representaron una especial connotación en el campo
cubano.
Paralelo al otorgamiento de todas las ventajas económicas antes descritas, el estado cuba-
no a través del Ministerio de la Agricultura y el de la Industria Azucarera, brinda a los campe-
sinos el servicio de la maquinaria agrícola, así como el asesoramiento técnico. En resumen, fue
realizada en nuestros campos una profunda transformación socioeconómica, sin el estudio de
la cual sería imposible conocer y explicar las particularidades del proceso de cooperativiza-
ción en nuestro país.
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3. LA COOPERATIVIZACIÓN
Como ha quedado demostrado anteriormente, por las transformaciones realizadas, se ins-
tauran en la agricultura cubana dos sectores básicos: el sector estatal, el cual abarcaba el 70%
de las tierras cultivables del país, y el sector privado (30%)
La transformación de estos productores privados hacia formas cooperativas de produc-
ción, poseía determinadas particularidades que la diferenciaron de otras transformaciones rea-
lizadas en otros países. Por ejemplo:
1. El fortalecimiento de la pequeña producción mercantil se llevó a cabo sobre la base
de las tierras que los campesinos cultivaban bajo arriendo antes de la Reforma Agraria,
y no a cuenta de la distribución de las tierras de las grandes fincas nacionalizadas.
2. La forma inicial y principal de transformación del agro fue la formación de granjas
estatales.
3. La transformación hacia formas cooperadas de producción entre los pequeños pro-
ductores se plantea cuando la transformación social de la agricultura había sido eje-
cutada en lo fundamental.
4. La necesidad de resolver a través de la cooperativización las contradicciones existen-
tes entre los intereses del desarrollo industrial y las necesidades de la economía nacio-
nal de una parte y la pequeña producción mercantil de otra, no se planteó de forma
tan aguda como en otros países.
En Cuba, desde los primeros años de la revolución, no se impulsó a los pequeños pro-
ductores hacia el cooperativismo, sino que se mantuvo a este sector durante casi 17 años
superviviendo en lo fundamental, en sus formas tradicionales de productores privados.
Además y como planteamos al inicio de este trabajo, tampoco existían experiencias exitosas
de cooperativas.
El hecho de no impulsar este movimiento respondía al hecho de las condiciones con-
cretas resultantes del proceso de transformación de la agricultura cubana, y por otra parte,
teniendo en cuenta la ausencia durante un periodo determinado de condiciones que motiva-
ran en el campesinado un movimiento espontáneo hacia el proceso de cooperativización de
sus fincas. En este sentido tenemos que referirnos nuevamente que como resultado de la
Reforma Agraria el estado cubano pasó a ocupar el 70% de las tierras del país, aspecto este
que requería de grandes cantidades de recursos materiales y humanos para hacer producir
estas tierras.
Otro factor no menos importante lo constituía el hecho de que los campesinos dueños
de tierra obtuvieron fincas con una extensión de hasta 67 ha (5 caballerías), fincas bastante
grandes, sumado a ello la ayuda que desde sus inicios obtuvieron del estado cubano en lo eco-
nómico y en lo social. Todo esto permitió al campesino trabajar sus tierras en condiciones
muy favorables, así como obtener magníficos resultados productivos los cuales se revertían en
ingresos ventajosos.
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Es decir, el campesinado logro su anhelado sueño de garantizar un bienestar económico


que le permitió desarrollarse de forma individual sin necesidad de ir hacia un proceso de coo-
perativización. Lógicamente esta situación tenía lugar bajo condiciones específicas, en las cua-
les el sector de la agricultura estatal no estaba en condiciones de responder a las necesidades
de productos del agro que demandaba la sociedad.
La agricultura cubana, tanto la estatal como la privada, se desarrollaba con una pobre tec-
nología, la mayoría de los cultivos eran trabajados y cosechados con medios de trabajo rústi-
cos, por ello para poder obtener los rendimientos que se deseaban era necesario desarrollar
una agricultura tecnificada.A partir de estas necesidades el estado comienza un desarrollo tec-
nológico en la agricultura estatal que logró elevar considerablemente los niveles de rendi-
miento, sobre todo en aquellos productos que más demandaba la sociedad.
Este proceso sirvió de estímulo e incentivo al arraigado campesino para el paso a formas
cooperadas de producción, es decir, a la creación de cooperativas, ya que los campesinos en
sus fincas aisladas y distantes unas de otras no podían recibir muchos de los beneficios tec-
nológicos del estado como por ejemplo, la fumigación aérea, el regadío, etc.
Estos aspectos antes mencionados, unido al respeto que durante todos estos años el esta-
do brindó al principio de la voluntariedad, contribuyeron a retardar el proceso de cooperati-
vización en la agricultura. Este respeto al principio de la voluntariedad tuvo un gran signifi-
cado, ya que a partir de la aplicación de la Reforma Agraria, la burguesía terrateniente y los
enemigos externos a la revolución, se dieron a la tarea de inculcar en el campesinado la idea
de que serían despojados de sus tierras mediante la cooperativización.
Sin embargo, a pesar de que en los inicios el movimiento cooperativo no se desarrollo a
toda capacidad, si surgieron diversas formas de cooperación entre los campesinos, tales como
Asociaciones Campesinas.

4. ASOCIACIONES CAMPESINAS
Las asociaciones campesinas constituyeron el resultado de la unión espontánea de los
campesinos y demás familiares, las mismas en su mayoría, estaban integradas por campesinos
de una misma zona geográfica y por lo general estaban conformadas por alrededor de 25 ó 30
familias. En esencia, los integrantes de estas asociaciones mantenían la propiedad sobre la tie-
rra y demás medios de producción y se separaban de la misma en el momento que estimaran
conveniente, en estos casos solo perdían la ayuda que se brindaba en las asociaciones.
Estas asociaciones contaban con una Junta Directiva, la cual tenía la responsabilidad de
darle solución a diversos problemas sociales de cualquier índole (de salud, compra centrali-
zada de insumos, viviendas, etc.). Estas asociaciones se crearon a lo largo de todo el territorio
nacional. En algunas de estas asociaciones y a partir de un fondo colectivo, muchas de ellas
decidieron adquirir medios de producción de uso colectivo, apareciendo de esta forma los
primeros gérmenes de trabajo colectivo.
Dada las ventajas que proporcionaban estas asociaciones campesinas, se fue masificando
la constitución de las mismas, llegando a alcanzar en el año 1979 3.571 asociaciones campe-
sinas con más de 261.200 asociados.
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Dentro de las acciones más importantes que desarrollaron las Asociaciones Campesinas
podemos destacar la creación de las Brigadas de Trabajo, las cuales tenían como objetivo fun-
damental ayudar a resolver el problema del déficit de mano de obra, tanto en las fincas que
formaban parte de ellas, como en las propiedades estatales.
A partir de esta iniciativa las diferentes organizaciones de masas del país comienzan a
unirse para darle un mayor impulso a la producción de alimentos, aspecto este de vital impor-
tancia para elevar los niveles de consumo de la población. De esta forma surgen diversas for-
mas simples de organización, como fueron las Brigadas de Mujeres Campesinas, que tenían
como objetivo central incorporar a la mujer a las tareas productivas y de esta forma tributar
a su emancipación social, haciéndola útil a la sociedad. De igual forma surgen otras brigadas
como las Brigadas de Jóvenes Campesinos, etc.
Conjuntamente con las Asociaciones Campesinas surgieron en Cuba otras formas simples
de cooperación, como fueron:
— Cooperativas Cañeras.
— Sociedades Agropecuarias.
— Planes Estatales.

5. COOPERATIVAS CAÑERAS
Estas cooperativas estaban integradas por obreros agrícolas asalariados, los cuales reci-
bieron la tierra en usufructo permanente, eran propietarios de sus medios de producción, así
como de los resultados del trabajo, recibían un anticipo diario y participaban de las utilidades
obtenidas por la cooperativa.
Esta experiencia de desarrollar cooperativas realmente duró unos pocos años, entre otros
aspectos, debido a la falta de experiencia y al desconocimiento de lo que es una entidad coo-
perativa. Estas cooperativas cañeras posteriormente se convirtieron en Granjas Estatales,
donde la tierra sería propiedad del estado y los trabajadores recibían sus ingresos según el tra-
bajo aportado.

6. SOCIEDADES AGROPECUARIAS
Las Sociedades Agropecuarias surgen por iniciativa propia de los mismos campesinos, los
cuales comenzaron a unir sus tierras y demás medios de producción. Bajo estas condiciones
los campesinos con créditos del Estado producían de forma colectiva, recibiendo un anticipo
diario equivalente a un salario por el trabajo realizado al final de la actividad agrícola; las uti-
lidades se repartían tomando como base el trabajo aportado por cada socio. De igual forma,
anualmente se elaboraban los planes de producción y se firmaban los contratos de venta a las
organizaciones estatales de acopio. Cada año realizaban su balance general para determinar la
rentabilidad de acuerdo con la actividad agrícola a que se dedicaban, cubriéndose con las uti-
lidades obtenidas; en primer lugar, las obligaciones económicas contraídas por ellos con moti-
vo de préstamos recibidos del Estado, pago de impuestos, etc.
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Por último se creaba un fondo de reserva con el 40% restante, destinado al pago de las
amortizaciones anuales de la tierra y demás medios de producción aportados por los campe-
sinos asociados.
A partir de un cierto auge inicial, estas sociedades se estancan y ya para la década del 70
solo existían en el país alrededor de 40 sociedades agropecuarias, y posterior a esta fecha
desaparecen.
Con independencia a otras causas (ya mencionadas) motivadas fundamentalmente por la
falta de experiencia de antecedentes en el trabajo cooperativo, la causa principal de que las
Sociedades Agropecuarias no progresaran, radicó en el hecho, de que el Estado, al tener que
afrontar grandes inversiones en el desarrollo del sector agropecuario estatal (70% de las tie-
rras del país) no le fue posible brindar al incipiente movimiento cooperativo la ayuda nece-
saria. Por otro lado, es evidente que durante esta etapa no existía una clara comprensión de la
necesidad y la conveniencia de usar las dos vías de incorporación del campesinado: a planes
estatales o a cooperativas, a fin de avanzar hacia formas superiores de producción.
Por ello, lejos de propiciar el desarrollo de la cooperación agrícola, se marcho por el
camino de la incorporación, en diversas formas, de los pequeños campesinos a la propiedad
estatal.

7. PLANES ESTATALES
La incorporación de los campesinos a planes estatales se convirtió en una condición
importante del desarrollo agrícola del país. Esta idea respondía a la necesidad de lograr la
especialización de la producción de los pequeños productores y cuyas variantes de especia-
lización consistieron en:
Planes Especiales: Los mismos se organizaron basándose en un proyecto de desarrollo
territorial especializado, consistente en la organización en una región determinada de la pro-
ducción de un determinado cultivo con la participación de campesinos junto a las empresas
del estado y subordinados a un plan único de producción. El aseguramiento de los recursos
de toda índole corría a cargo del estado, el que planificaba y dirigía la producción. Los ingre-
sos de los campesinos provenían según las entregas, es decir, las ventas al Estado.
Planes Dirigidos: Bajo esta forma, los campesinos se organizaban en un plan único de
producción, bajo la dirección estatal.
Planes Integrales: Son aquellas formas en que la tierra y los productores aptos para
laborar se integran en planes de desarrollo agropecuario. Sus ingresos provienen de su parti-
cipación en la producción en su condición de trabajadores del plan.
Cabe señalar que la incorporación a cualquiera de los planes descritos, se realizaba
mediante la estricta observación del principio de la voluntariedad. Estos planes significaron
un paso de avance, a la vez que constituyeron peldaños en el proceso de tránsito hacia for-
mas mas desarrolladas de producción colectiva.
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El incremento de la producción sobre la base de la elevación de los rendimientos y de la


productividad del trabajo tenía como premisa la aplicación de los logros de la técnica moder-
na, estos a su vez, podían ser aplicados de forma racional y económica sobre la base de la con-
certación y especialización de la producción, para lo cual la producción en fincas aisladas
constituían un serio obstáculo bajo cualquier condición.
Esta primera etapa del desarrollo de formas simples de cooperación, constituye el resul-
tado de la política social que se llevó a cabo en el marco de las transformaciones realizadas
en el país después del año 59 y que alcanzaría un ulterior desarrollo en la década de los años
70, período que marca el inicio de una nueva etapa en el proceso de cooperativización.
A partir de mediados de la década de los años 70, comienza a consolidarse el desarrollo
del movimiento cooperativo cubano, impulsado en lo fundamental por el Estado, el cual com-
prendió las ventajas y beneficios que estas formas de producción reportarían al desarrollo
socioeconómico del campo cubano, y apoyado unánimemente por el campesinado, los cua-
les venían abogando desde el desarrollo de las formas simples de cooperación por el fortale-
cimiento de las cooperativas. A partir de entonces se produce un desarrollo vertiginoso del
movimiento cooperativo, creándose y desarrollándose los siguientes tipos de cooperativas:
— Las Cooperativas de Créditos y Servicios. (CCS)
— Las Cooperativas de Producción Agropecuarias. (CPA)

8. COOPERATIVAS DE CRÉDITO Y SERVICIOS


Estas cooperativas surgieron en su forma inicial, desde mediados de los años 60, parale-
las al surgimiento de las Asociaciones Campesinas, pero alcanzan su ulterior desarrollo a par-
tir de mediados de la década del 70.
Las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), no es más que la asociación voluntaria de
los agricultores pequeños, los cuales mantienen la propiedad o el usufructo de sus respecti-
vas fincas y demás medios de producción, así como sobre la producción que obtienen. Es una
forma de cooperación agraria mediante la cual se tramita y viabiliza la asistencia técnica,
financiera y material que el Estado brinda para aumentar la producción de los agricultores
pequeños pertenecientes a ella, así como facilitar la comercialización de sus productos.
Las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) constituyen una entidad económico-
social, con personalidad jurídica propia, responsabilidad limitada a su patrimonio y en su ges-
tión goza de autonomía respecto al Estado y se rige por la Ley General de Cooperativas.
Los agricultores pequeños y sus familiares ingresan libre y voluntariamente a las CCS de
acuerdo con sus intereses económicos y sociales a los fines de:
A. Planificar, contratar, recibir y utilizar en forma organizada los recursos materiales,
financieros, así como la asistencia técnica que el Estado u otra entidad le proporcio-
na para lograr mayor eficiencia en los resultados de la producción, mediante la utili-
zación y explotación de la tierra y demás medios de producción adquiridos a esos
fines.
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B. Fomentar la ayuda mutua y otras formas de cooperación entre los agricultores, sus
familiares y la comunidad.
C. Contribuir de forma eficaz al mejoramiento de la situación económica y social de sus
integrantes y de la comunidad.
El capital inicial de una CCS se conforma por los recursos materiales y financieros con
que cuenta al momento de su creación y se consignará en forma y cuantía en el acto de cons-
titución.
Las CCS tienen entre otras las atribuciones, funciones y obligaciones siguientes:
— Contratar con los asociados la venta de las producciones de acuerdo con lo estable-
cido para su comercialización.
— Contratar los abastecimientos técnico- materiales y servicios para las producciones
con las empresas suministradoras correspondientes, gestionando y exigiendo su cum-
plimiento.
— Tramitar con las dependencias bancarias las solicitudes y entregas de crédito a los aso-
ciados.
— Administrar el uso de los bienes de propiedad colectiva ( medios de producción
adquiridos por la CCS, insumos colectivos, etc.) y ejecutar la distribución de los insu-
mos y servicios de acuerdo con los planes de producción de cada asociado.
— Crear un fondo colectivo con un por ciento del valor de la venta bruta de los pro-
ductores según se acuerde por la Asamblea General, así como abrir, cerrar y utilizar la
cuenta de operaciones.
— Promover y organizar la utilización colectiva de los equipos y medios de propiedad
de los agricultores pequeños en beneficio de ambos.
— Propiciar la aplicación de los adelantos científico- técnicos en el desarrollo de la pro-
ducción agropecuaria.
El órgano superior de las CCS lo constituye la Asamblea General y se integra por todos
los socios de la misma, quienes eligen en su seno al Presidente y demás integrantes de la Junta
Directiva.

RÉGIMEN ECONÓMICO DE LAS CCS


Las CCS crean un fondo colectivo formado por un por ciento del valor de la venta bruta
de la producción comercializada por cada productor a las entidades acopiadoras. Este fondo
puede incrementarse con el aporte individual de los asociados, el que de forma colectiva rea-
licen sus socios y el obtenido del trabajo voluntario, destinándose el mismo para:
a) Autofinanciar la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.
b) Estimular a los socios más destacados.
c) Desarrollar actividades educativas, deportivas, recreativas y culturales.
d) Contribuir con el desarrollo de obras sociales.
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Las CCS abre su cuenta de operaciones depositando en ella los ingresos que obtenga por
concepto de los servicios prestados a sus asociados, los ingresos procedentes del área de
explotación colectiva, por su participación en las ventas efectuadas en el Mercado
Agropecuario y otras actividades realizadas, y las utiliza en el pago de los salarios a los traba-
jadores, compra de insumos para la producción, pago de la contribución a la seguridad social,
reparación de equipos, implementos e instalaciones de uso colectivo, inversiones y otras acti-
vidades sociales en beneficio colectivo.
Una vez deducidos los gastos y pagados los impuestos, las CCS destina las ganancias para:
a) Amortizar las deudas.
b) Crear o incrementar el fondo de desarrollo y contingencia.
c) Estimular a los socios de la cooperativa.
d) Contribuir con el desarrollo económico y social de la comunidad.
e) Realizar otros aportes que acuerde la Asamblea General para beneficio colectivo.
Cada CCS decide por acuerdo de la Asamblea General el tanto por ciento que destina a
cada uno de los fondos anteriores.
El fondo de desarrollo y contingencia se destina a la compra de activos fijos, para la apli-
cación de la ciencia y la técnica y cualquier otra actividad que contribuya a garantizar la con-
solidación y el desarrollo del proceso productivo de la CCS, así como para posibles contin-
gencias no cubiertos por el seguro.
Para ser asociado de una CCS se requiere:
— Tener como mínimo 16 años de edad.
— Poseedor legal de la tierra destinada a la producción agropecuaria.
— Cónyuge, hijos y demás familiares, ya sea por consanguinidad o afinidad vinculados
directamente a la producción de la tierra.
— Los apicultores sin tierra.
— Los trabajadores asalariados de las CCS que cumplan con los requisitos establecidos
en la Legislación vigente en el país.
Para ser admitido en la cooperativa, además de poseer estos requisitos se requiere la apro-
bación de la Asamblea General, con la conformidad de las 2/3 partes del total de sus inte-
grantes.
En la actualidad existen en el país 2.530 CCS, las cuales agrupan un total de 108.172 aso-
ciados, de ellos, dueños de fincas 93.362 y 29.677 usufructuarios. Las CCS ocupan un área
total de 1.081.746 ha.

9. COOPERATIVAS DE PRODUCCIÓN AGROPECUARIAS (CPA)


Las Cooperativas de Producción Agropecuarias (CPA), son la asociación voluntaria de los
agricultores pequeños que unen sus esfuerzos para la producción agropecuaria colectiva,
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sobre la base de la unificación de sus tierras y demás medios de producción, pasando a ser los
mismos propiedad colectiva.
La CPA es una organización económica y social y en su gestión goza de autonomía con
respecto al Estado. Desarrolla su actividad dentro de los intereses generales de la sociedad y
conforme con la democracia interna cooperativista y el trabajo común de sus asociados.
Dentro de los fines fundamentales de la CPA se encuentran:
A. Desarrollar la producción agropecuaria atendiendo a los intereses de la sociedad y de
la propia cooperativa.
B. Consolidar e incrementar la explotación social de los bienes de la cooperativa.
C. Elevar la productividad del trabajo y la eficiencia de la producción social.
D. Incrementar la producción y las ventas de los productos agropecuarios.
E. Coadyuvar a la satisfacción de las crecientes necesidades materiales y culturales de
los cooperativistas y sus familiares, estimular su participación en las diversas manifes-
taciones de la vida social y contribuir a la elevación del nivel de vida.
Pueden ser miembros de la CPA los aportadores de tierra y también el cónyuge, hijos y
demás familiares del cooperativista, los trabajadores agrícolas que trabajen con los agriculto-
res pequeños y otros ciudadanos que reúnan los requisitos siguientes:
— Haber cumplido los 16 años de edad y tener la capacidad legal.
— Haber sido aceptado por las 2/3 partes de los integrantes de la Asamblea General.
— Cumplir con las formalidades establecidas por la Ley General de Cooperativas, el
Reglamento Interno de cada CPA y otras disposiciones legales.
Una de las características fundamentales que distingue al cooperativismo cubano, es el
hecho de que un miembro de una cooperativa no puede pertenecer a otra cooperativa, ni ser
poseedor de tierras que no sea aportada a la cooperativa, ni mantener otra actividad laboral
que vaya en detrimento de los objetivos de la cooperativa.
El socio de la CPA participa de los ingresos de la cooperativa de acuerdo con la cantidad
y la calidad del trabajo aportado, en los beneficios de los fondos de la cooperativa, en las acti-
vidades culturales y deportivas que se realicen y disfrutar del descanso y la recreación.
Todo asociado tiene derecho a recibir los beneficios de la seguridad social y las demás
prestaciones sociales que la cooperativa ofrece a sus asociados; también tienen derecho a dis-
frutar de los beneficios del autoconsumo colectivo y de la vivienda que la cooperativa le asig-
ne conforme a sus normas internas.
Constituyen el patrimonio de las CPA, el conjunto de bienes, derechos y acciones, cons-
tituidas por:
— Las tierras y otros medios de producción, las viviendas, instalaciones, medios cultura-
les, recreativos y otros bienes aportados por sus miembros o adquiridos por compra
o cualquier otro título, y los construidos por la cooperativa.
El cooperativismo en Cuba: surgimiento y desarrollo 37

— Los animales y plantaciones, la producción agropecuaria y forestal y otras produccio-


nes obtenidas por la cooperativa.
— Los fondos acumulados y los recursos financieros de la cooperativa.
— Sus derechos y acciones.
Es de señalar que las tierras y cualquier otro bien que la CPA recibe en usufructo, no inte-
gran el patrimonio de la Cooperativa.
El socio cooperativista que por voluntad propia u otra causa cualquiera decida separarse
de la cooperativa, solo tiene derecho a percibir el importe que hasta esa fecha no ha sido
amortizado por los bienes que aportó, así como la participación que le corresponde en el
balance financiero en la forma que establece el Reglamento General.
En relación con los fondos de las CPA, el Reglamento General de las Cooperativas deter-
mina los mismos, así como su utilización y otorga facultades a la Asamblea General para defi-
nir la cuantía de aquellos acorde con las características de las cooperativas.
Cada CPA dispone de un área de tierra agrícola destinada al autoconsumo de sus miem-
bros para ser trabajada colectivamente por ellos cuando así lo requieran algunos cultivos o
crianzas. Estas producciones forman parte de la propiedad de la CPA. Los productos que se
destinan al autoconsumo de los asociados, deben ser pagados por estos a la cooperativa. Solo
en casos debidamente justificados y por reducidos ingresos familiares, puede autorizarse al
socio o a su familia a pagarlos a precios inferiores; esta autorización siempre se otorga por
acuerdo de la Asamblea General, la que además fija los precios a los productos destinados al
autoconsumo que, por lo general, se corresponden con los precios de costo, muy inferiores a
los precios por los cuales se comercializan los productos en el Mercado Agropecuario.
Las CPA remunera el trabajo de cada miembro de acuerdo con la cantidad y calidad del
mismo y bajo el principio “ de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”.
El cooperativista recibe periódicamente un anticipo en dinero equivalente al cumpli-
miento de la norma de trabajo o jornadas trabajadas o de las labores no normadas. Esto res-
ponde al hecho de que en la agricultura, hasta que el cultivo no se realice en el mercado o
con las empresas acopiadoras no se obtienen ingresos y existen cultivos que su ciclo es de 4
ó 5 meses. Al cierre del balance económico del año, recibe las utilidades correspondientes de
acuerdo con el trabajo aportado y según se establezca por la asamblea general.
Como habíamos planteado, la CPA es la unión voluntaria de campesinos que deciden unir
sus tierras y demás medios e instrumentos de trabajo, es por ello que dichos bienes no cons-
tituyen objeto de transmisión hereditaria. Solo se transmite a los herederos del cooperativista
fallecido, la amortización pendiente de pago de los bienes aportados por él, su participación
en las utilidades no recibidas y las utilidades pendientes de cobro.
La dirección y administración de la CPA se rige por el principio de la democracia inter-
na, en la cual la asamblea general es el órgano superior de dirección y administración de la
cooperativa y está integrado por todos los socios de la misma, quienes eligen de su seno al
presidente y demás miembros de la junta directiva.
38 P. ALFONSO

La junta directiva es el órgano ejecutivo y administrativo de la CPA y ejerce sus funcio-


nes cuando no se encuentra reunida la asamblea a la que rinde cuentas de sus decisiones.
Al cierre de diciembre del año 2000 en Cuba existían 1.135 cooperativas de producción
agropecuaria , las que cuentan con 64.248 asociados y ocupan un área de 703.637 hectáreas.
Tanto la cooperativa de crédito y servicio como la cooperativa de producción agrope-
cuaria durante mas de 20 años han ido transitando por un proceso de consolidación y desa-
rrollo, contando al cierre del año 2000 con los siguientes resultados:

TOTAL DE CPA + CCS


Total de cooperativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.665
Total de asociados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244.420
Total de hectáreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.785.383

10. EL COOPERATIVISMO Y SU PAPEL EN LA REFORMA ECONÓMICA


CUBANA A PARTIR DE LA DÉCADA DE LOS 90
Durante más de tres décadas el modelo cooperativo agrario cubano fue creando una fuer-
te base material, apoyada por una fuerza laboral técnica calificada. Este auge impetuoso del
desarrollo de las fuerzas productivas en todo el sector agropecuario a partir de finales de los
años 80, principios de los 90, se ven detenidas, influidas por factores internos y externos, lo
que se reflejó en los bajos niveles productivos, con marcada tendencia descendiente y dete-
rioro continuado de la efectividad económica.
A partir de 1993 se inicia lo que muchos especialistas han dado en llamar la tercera
Reforma Agraria, justificado por las nuevas transformaciones agrarias resultantes de la pro-
funda crisis económica y por las nuevas condiciones que presenta la economía en general.
Estas nuevas transformaciones en el sector agropecuario cubano estuvieron determina-
das por:
— La acumulación de deformaciones estructurales, las cuales estuvieron matizadas por
las grandes escalas productivas (gigantismo), déficit crónico de fuerza de trabajo, ver-
ticalización administrativa, concentración de la tierra en el cultivo de la caña de azú-
car y productos para la exportación.A todo esto hay que sumarle la carencia genera-
lizada de insumos de apoyo a las producciones agrícolas, reducción de la maquinaria
y equipos, se reducen considerablemente los combustibles y energéticos.
— Grave afectación de la producción agropecuaria y su base técnico-material; los insu-
mos importados se redujeron entre 1990 y 1993 en un 60%, lo que sumado a las afec-
taciones en los suministros nacionales, indujo una reducción en el gasto material del
64%. La producción agropecuaria decreció en un 44%.
El cooperativismo en Cuba: surgimiento y desarrollo 39

— En la década de los 80, la característica fundamental de las tecnologías aplicadas fue


el predominio de una excesiva aplicación de altos consumos de fertilizantes quími-
cos, productos fitosanitarios, combustibles, alimento animal y otros, elevados índices
de mecanización y riego, todo lo cual tuvo que restringirse súbitamente obligando a
una transformación tecnológica no programada.
— La década de los 90 comienza en el sector agropecuario con una disminución consi-
derable y un incremento de la fuerza de trabajo manual.
— La situación de desabastecimiento trajo aparejado una desorganización generalizada
de los sistemas productivos cuyo reordenamiento representó un desafío sin prece-
dentes en la reorganización de la agricultura cubana.
— La depreciación de la moneda nacional redujo el papel del anticipo, el beneficio y el
ahorro como incentivos al trabajo productivo en la agricultura.
A partir de todo este acelerado decrecimiento en la producción agropecuaria, es que se
comienza a examinar diferentes líneas y acciones para la confección de una nueva política
agraria que permitiría revertir las consecuencias negativas del sector, tanto productiva, como
financieramente.
A partir del año 1993 se comienza una nueva política agraria que se correspondía con la
realidad económica en aras de remontar la profunda crisis estructural.
Para lograr este objetivo, principalmente el aumento de la producción de alimentos, se
hacía necesario una mayor descentralización en los mecanismos de dirección, lo cual supuso
un gradual pero urgente abandono de las prácticas administrativas aún remanentes, a la vez
que de una progresiva y acelerada liberación de las fuerzas productivas, en el cual todos los
actores sociales conjugarían sus esfuerzos productivos dentro de un nuevo modelo donde
prevalecieran los mecanismos económicos y las relaciones de cooperación horizontales y ver-
ticales, teniendo en cuenta, en primer lugar, el profundo cambio estructural introducido en el
patrimonio de los activos agropecuarios a favor de actores no estatales, tanto colectivos como
privados.
No se puede obviar el papel que en estos cambios ha jugado y debe jugar el Estado en
su condición de rector del proceso de transformaciones, pero este rol lo desarrolla bajo una
nueva condición funcional, cediendo el espacio de administrador y productor directo a los
nuevos actores ya existentes en el nuevo escenario.
Dentro de la nueva Reforma Agraria, lo más sobresaliente lo constituyó sin dudas la orien-
tación al fortalecimiento y ulterior predominio de las formas de explotación colectiva de la
tierra bajo principios cooperativos. La reestructuración del sector estatal con la creación de
las llamadas UNIDADES BÁSICAS DE PRODUCCIÓN COOPERATIVA (UBPC), que se for-
maron a partir de las antiguas empresas estatales agropecuarias constituyó la transformación
más importante dentro de la reforma.
Las UBPC es una organización económica y social integrada por obreros con autonomía
en su gestión, recibe las tierras en usufructo por tiempo indefinido y posee personalidad jurí-
40 P. ALFONSO

dica. Forma parte de un sistema de producción al que se integran constituyendo uno de los
eslabones primarios que conforman la base productiva de la economía nacional, cuyo objeti-
vo fundamental es el incremento sostenido en cantidad y calidad de la producción agrope-
cuaria, el empleo racional de los recursos de que dispone y el mejoramiento de las condicio-
nes de trabajo y vida de sus miembros.
En otras palabras, el Estado entrega las tierras estatales a los obreros agrícolas, los cuales
se convierten en cooperativista. A nuestro criterio esto constituyó una medida muy impor-
tante teniendo en cuenta la situación económica del país y la necesidad de incrementar los
niveles de producción y solo mediante esta forma de producción se logra una mayor entrega
del productor, por lo que la creación de las UBPC tiene como objetivo fundamental elevar las
potencialidades productivas de los antiguos obreros agrícolas, hoy convertidos en cooperati-
vistas.
Los objetivos de la producción en las UBPC los define el Estado conforme a los intereses
de la sociedad, aunque la entidad es autónoma y responsable de su trabajo. Las UBPC reciben
de acuerdo con lo dispuesto, bienes, instalaciones, medios de trabajo, combustibles y otros
insumos necesarios a través de la compra al Estado con pagos flexibles.
A diferencia de los medios de trabajo, estas cooperativas reciben las tierras y viviendas en
usufructo gratuito debiendo impulsar así la construcción y mantenimiento de las mismas, las
producciones de los autoconsumo de los asociados, garantizando el desarrollo y estabilidad
de la fuerza de trabajo ayudada por la estimulación de acuerdo a los fondos disponibles.
El patrimonio de las UBPC lo integran, el conjunto de bienes, derechos y asociaciones
integradas por las maquinarias, instrumentos, instalaciones, medios culturales, etc. En estas
cooperativas, al igual que en las CPA, las tierras y demás medios que la UBPC reciba en usu-
fructo no forma parte del patrimonio de las mismas.
El Estado juega un papel significativo en la creación y consolidación de las UBPC, el cual
se limita a la prestación de servicios, asistencia técnica y la compra de los productos resul-
tantes de su proceso productivo.
Las UBPC surgen en un contexto económico difícil para Cuba, no constituye un hecho
coyuntural ni espontáneo, sino que respondió a una necesidad económica llevada a cabo a
principios de los años 90 como vía para perfeccionar la actividad económica de la sociedad
cubana.
Con la aplicación de la nueva política agraria y la creación de las UBPC se pretende alcan-
zar los siguientes objetivos:
1) Reescalar la organización agropecuaria mediante empresas de menores dimensiones
y poner fin a la producción extensiva.
2) Recuperar y elevar la producción agropecuaria.
3) Elevar la eficiencia económica.
4) Aumentar la autosuficiencia del sector.
5) Estabilizar e incrementar la fuerza de trabajo directamente vinculada a la producción.
El cooperativismo en Cuba: surgimiento y desarrollo 41

El cumplimiento de tales objetivos tributarán en lo fundamental a:


— La diversificación de los modos de producción de la estructura agraria.
— La diversificación de la producción y el incremento absoluto de los productores coo-
perativistas e individuales.
— El predominio de las formas autogestionarias en la organización de la producción.
La reforma de la tenencia de la tierra afecta directamente al sector estatal. En conse-
cuencia, constituye un proceso dual; de un lado de desestatalización y de colectivización
simultánea, y por otro lado, de parcelación privada individual. La distribución de la tierra esta-
tal preferencia formas colectivas de socialización.
El régimen de propiedad sobre la tierra conserva el predominio de la propiedad pública,
manteniéndose la colectivo- cooperativa y la privada- individual y personal.
Desde 1993 y hasta el año 2000, se han constituido en el país alrededor de 2.856 UBPC,
lo que sumado a las 1.135 CPA y 2.530 CCS, elevan la cifras de entidades cooperativas a 6.521,
cifra que se incrementa debido a la creación de nuevas entidades cooperativas.
En consonancia con las nuevas fórmulas, se amplió la frontera del crédito bancario, via-
bilizando el acceso al mismo a los diferentes actores productivos mediante bajas tasas de inte-
rés e incluso aplazando su reintegro en correspondencia con los resultados productivos. El
volumen de créditos concedidos por la Banca Nacional a los diferentes sujetos agropecuarios
ha promediado en los últimos años una cifra que oscila en el orden de los 2 mil millones de
pesos en condiciones favorables, con tasas de interés del 4% para el sector cooperativo, el 6%
para cientos de productores privados y del 8% para las empresas estatales.
La existencia de tres tipos de propiedad (estatal ó pública, cooperativa y privada que
incluye a los campesinos y parceleros) y cuatro formas de tenencia (propietaria- estatal, coo-
perativa, campesinos y parceleros) y usufructuaria (UBPC, campesinos y parceleros) introdu-
ce una mayor complejidad, obligando a diferenciar mecanismos e instrumentos económicos
y metodológicos en correspondencia con las particularidades de cada sector de propiedad.

11. CONCLUSIONES
La gestión de la tierra en Cuba, se ha modificado de manera importante en los últimos 10
años transcurridos. Si en 1992, el estado administraba directamente el 75,2% del total de las
tierras agrícolas, en el año 2000, solo administra el 33,6%, mientras que el sector no estatal
aumentó su participación del 24,8% en 1992, al 66,4% en el 2000. Las UBPC abarcan el 42%
de la superficie agrícola nacional.
No obstante estas modificaciones, es de destacar que el sector agropecuario (estatal,
UBPC y CPA) mantiene su peso estructural de un 85% del uso de la tierra agrícola, mientras
que el 15% restante, pertenece a los propietarios privados (CCS y propietarios privados dis-
persos).

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