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CONTUMACIA ARGENTINA EN EL KEYNESIANISMO.

Fundación Libertad XVI CONGRESO de ECONOMÍA Octubre 2019


Dr. Antonio I. Margariti
Los argentinos somos un pueblo que se obstina en caminar por el sendero equivocado. Nos
encanta el desacierto, que adoptamos como un desafío a nuestra ignorancia. Durante décadas y
décadas, insistimos en repetir las mismas políticas que arrasaron la pasada grandeza y que nos
mantienen sometidos a la decadencia.
Esa actitud podría llamarse “la jactancia en la contumacia”. Que es el orgulloso
empecinamiento en el error, considerándolo como la prueba de coraje, a pesar de que ése error nos
cause un daño muy profundo.
Esperamos el milagro imposible.
Tan despistada conducta, nos recuerda la reflexión de don Benito Pérez Galdós en su libro
“La Fe nacional y otros escritos sobre España” (1912):

«Los dos partidos que se han concordado para turnarse en el Poder son dos manadas de
hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin
elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de este infeliz pueblo,
pobrísimo y analfabeto. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a
España a un estado de consunción que -de fijo- ha de acabar en la muerte. No acometerán ni el
problema económico, ni el laboral, ni el impositivo, ni el educativo; no harán más que burocracia
pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna
eficacia práctica y adelante con los farolitos... Si nada se puede esperar de la derecha
monárquica, tampoco debemos tener fe en la grey de izquierda. No creo ni en la izquierda
revolucionaria de nuevo cuño ni en los revolucionarios antediluvia

1. EL PLAGIO DEL KEYNESIANISMO.


Nunca podríamos entender el presente sin conocer -con objetividad histórica- el pasado.
La historia no es sólo la ciencia del pasado. Ella «sistemáticamente recoge los hechos pasados, los
clasifica y reagrupa según las necesidades presentes. Para mejorar, la historia interroga al pasado
y, sólo en función de esa experiencia de vida, podremos organizar el presente”.
Ahora, vamos a ver con los hechos históricos cómo se implantó la decadencia estructural en
la Argentina.
El fin de la II Guerra Mundial permitió una formidable e inédita comparación entre Gran
Bretaña y Alemania Federal. Ambos países organizaron distintos sistemas económicos y
sancionaron diferentes regímenes jurídicos. Uno, basada en el predominio burocrático del Estado,
el otro apoyado en el dinamismo creador del Mercado.
En esa época surgió también el pensamiento político y social que hoy sigue dominando en
Argentina: populista, igualitario, estatizante, sindicalista y corporativo, cargado de derechos y
negador de deberes o responsabilidades personales.

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I°. El experimento inglés del laborismo-fabiano, se implantó en 1945 nacionalizando
las grandes empresas británicas. Fue concebido por un grupo de intelectuales e ilustres aristócratas,
económicamente acomodados, que pretendían imponer y dirigir un socialismo benévolo de
postguerra, impidiendo que lo conduzca la “plebe inculta” o los “violentos agitadores de izquierda”.
Tal grupo integró la Fabian Society, sociedad secreta que pretendía “instalar gradualmente el
socialismo”.
Los fabianos se definían como una elite de influyentes personajes que pretendían infiltrarse
en las instituciones existentes, digitar a los líderes naturales y guiar el desarrollo económico hacia
objetivos distributistas con un ritmo lento.
Su inspirador, fue el general romano Quinto Fabio (a) Cunctactor, seudónimo latino que
significa “gradualista”.
Esos fabianos fueron: John M. Keynes, sir William Beveridge, Orson Welles, George Bernard
Shaw, Virginia Wolff, Bertrand Russell, Julian S. Huxley, Sidney & Beatrice Webb, George D.H.
Cole, Ramsay MacDonald y Clement Attlee.
Desde 1945 a 1979, el socialismo Fabiano gobernó la Gran Bretaña y provocó una similar
decadencia a la Argentina, hasta que Margaret Thatcher decidió liquidarlo definitivamente
soportando una feroz huelga de mineros que duró varios años. Al revertir el modelo del socialismo
fabiano, la Thatcher durante sus 12 años de gestión como primera ministro hizo que el PBI
británico volviera a expandirse y creciera sin interrupciones al 4,1 % anual acumulativo.

II°. Frente al fabianismo inglés estuvo, el proyecto alemán de capitalismo


bávaro o economía social de mercado, implantado el 20 junio de 1948 con la reforma
monetaria que creó el Deutsche mark y la economía libre. Fue concebido por la Escuela Ordo de
Friburgo y la Escuela Austríaca de economía integradas por Ludwig von Mises, Friedrich August
von Hayek, Wilhelm Röpke, Walter Eucken, Ludwig Erhard, Fritz Machlup, Alfred Müller-Armak,
Franz Böhm, Hans Großmann-Doerth, Leonhard Miksch. y Konrad Adenauer.
Dos inestimables autores: Johannes Messner (alemán) y André Pietre (francés) estudiaron
paso a paso los resultados del experimento inglés del socialismo y del experimento alemán de
capitalismo, y escribieron sendos libros con riquísima información histórica.
III°. En 1946,terminada la IIª guerra mundial, el gobierno constitucional
argentino eligió el mismo camino del laborismo británico, plagiando exactamente sus
leyes y modelo económico. El Dr. José Arce, (1881-1968) médico y diplomático conservador, fue un
importante agente intelectual de esta decisión política. Desde Londres, tradujo y publicó las
propuestas fabianas del laborismo británico que luego adoptó el peronismo. El Gobierno militar lo
nombró embajador en China y Jefe de la Delegación Argentina ante la O.N.U. Fue presidente del
Consejo de Seguridad entre 1946-1949. El Dr. Arce participó en la creación del F.M.I. en 1945. En
estas instituciones defendió calurosamente los derechos de España vulnerados por un injusto
bloqueo soviético-americano. Por ello, lleva el nombre de Dr. José Arce una de las elegantes
avenidas de Madrid, en los barrios Salamanca y Chamartín.
Como curiosidad hay que señalar que la Sociedad Fabiana Británica, compartía muchos
principios del socialismo corporativo de Benito Mussolini escritos en la Carta del Lavoro de 1927.
En nuestro país, este violento y shockeante viraje institucional fue impuesto mediante
16.268 Decretos-Leyes del gobierno militar presidido por el Gral. Edelmiro J. Farrell (siendo
vicepresidente, secretario de Trabajo y Ministro de Guerra, el Cnel. Juan D. Perón) que fueron
apareciendo sucesivamente en el Boletín Oficial desde el 1 febrero de 1946 (DL 3.002) al 26
noviembre de 1946 (DL 19.270). Tal arsenal de “cambios jurídicos y económicos” fue luego
convalidado por el gobierno del Cnel. Perón, mediante la Ley 12.922, sancionada por el Congreso en

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menos de 1 minuto en la noche del 21 de diciembre de 1946: caso único en la historia legislativa
mundial de una ley ómnibus que consagrase como leyes a 16.268 decretos de facto.
Allí se sacralizaron las actuales leyes, que forman la máquina de impedir, que traban la
expansión y obstaculizan la personalidad creadora de aquellos que intentan emprender algo.
Argentina es un gigante paralizado por su propio Estado. (ANALES DE LA LEGISLACION
ARGENTINA, ed. La LEY, T° VI 1946, Bs.Aires 1ª quincena junio de 1947).
IV° Quienes hoy examinen esos 16.268 Decretos Leyes se sorprenderán por sus
detalles, extensión y minuciosidad. Es evidente que tamaño esfuerzo legislativo no pudo
hacerse de la nada y en pocos meses. Sólo queda la alternativa de un plagio. Registros históricos y
documentos de la época (12), dan indicios que toda la parte social y económica de las nuevas leyes,
fue tomada de los Planes Laboristas británicos, incluyendo lemas políticos empleados en esa época;
mientras que los aspectos militares de seguridad, vigilancia y control a la población, se sacaron de
las instrucciones del Oberkommando der Wehrmacht
V°Así nació la “Nueva Argentina” o “Argentina laborista”, llamada luego
“Argentina peronista”, “Argentina justicialista”, o “Argentina potencia”. También nacieron “los
Trade Union, columna vertebral del movimiento”, “los campeonatos infantiles Hombre Nuevo”, “el
país que nos merecemos” y “el Premier hará lo que el pueblo quiera”.
El país terminó convertido en la “Argentina rentista” buscadora del éxito…..sin esfuerzo!
Así surgió el Estado despilfarrador, populista, corporativo, abusivo y sindicalista. Así seguimos
teniendo un Estado elefantiásico e inútil, omnipotente e inepto, omnisapiente e ignorante,
omnisciente y torpe.
}

2. QUÉ ES EL KEYNESIANISMO
El keynesianismo es la teoría económica concebida en 1936 por John M. Keynes después de
apostatar del clasicismo contenido en dos libros pro-germanos: “Consecuencias económicas de la
Paz” (1919) y “Tratado del dinero” (1930), donde sostenía que “si se atesoraba el incremento del
ahorro, sin expectativas favorables para nuevas inversiones, se produciría una inexorable
contracción económica”.
Enamorado de su propio “razonamiento perplejo”, John M. Keynes se transformó a partir
de 1936 en el profeta del consumo. Abogó en favor del aumento del gasto público y defendió la
influencia del déficit presupuestario para incrementar la demanda global, a marchas forzadas.

LA POLÍTICA KEYNESIANA ES SUMATORIA DE IMPROVISACIONES


Esta herejía doctrinaria en contra del ahorro y la inversión, terminó instaurando la
inflación estructural, destruyó puestos de trabajo y generó la estanflación o sea estancamiento +
inflación.
Sin embargo, tales concepciones entusiasmaron a políticos, insensatos e irreflexivos, que
prontamente adoptaron esas ideas como una revelación profética que les permitiría gastar para
asegurarse la continuidad en los cargos del poder político.
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Ochenta años más tarde, los mismos pensamientos keynesianos se siguen enseñando a los
alumnos de Universidades públicas argentinas quienes, luego de graduarse, se transforman en
ministros o ejecutores de esas insensatas políticas.
Pero, en países adelantados, que habían experimentado las peores crisis de inflación con
estancamiento, caída de empleo, burbujas financieras y aumento de la pobreza, sus gobiernos
reaccionaron frente a la doctrina keynesiana que, ahora, no sólo es considerada un pensamiento
erróneo sino una teoría muerta.
Argentina es una excepción, porque el keynesianismo sigue operativo, vivito y coleando,
en la mente de nuestros políticos. No sólo induce políticas desacertadas sino que ha inficionado
la legislación sancionada desde 1946 a la fecha, convirtiendo las leyes en una auténtica máquina de
impedir.
El penúltimo libro de Keynes «Teoría general del empleo, el interés y el crédito (1936)» fue
juzgado por los políticos progresistas como “profético”. Retrataba al Mercado, existente en la
época posterior a la gran depresión de 1929, como una institución abominable y esencialmente
inestable. Al mismo tiempo, calificaba al Estado como la gran esperanza estabilizadora del mundo
en crisis.
Hoy, en cambio las cosas son exactamente al revés.
El Sector privado, con un Mercado competitivo operando con moneda estable, es
básicamente más prudente y estabilizador que cualquier Sector Público integrado por el Estado.
Los Gobiernos, por medio de políticas erróneas, y los Bancos Centrales, emitiendo dinero espurio,
son básicamente las dos instituciones que causan toda la inestabilidad, desequilibrio e
incertidumbre que nos rodea.

3. AUGE Y DECADENCIA KEYNESIANA


Según Roger W. Garrison en su trabajo “El problema con Keynes” (en The Freeman,
Octubre 1993) la aceptación académica del keynesianismo llegó al máximo en la década de 1960.
Posteriormente, el entusiasmo por Keynes se fue desvaneciendo pese a que sus defensores
trataron de corregirlo, aportando nuevas ideas a la Teoría General o introduciendo propuestas
demagógicas y populistas. Los economistas habían advertido que, desde 1936 a 1960, las políticas
keynesianas se habían convertido en la causa de inflación y del caos imperante en entornos
económico-políticos.
Según Roger W.Garrison, la razón técnica radicaba en que el sistema contable de la Renta
nacional o Producto Interno Bruto, creado por la teoría keynesiana, había cambiado la visión de los
gobernantes, asignando la prioridad científica del enfoque numérico macroeconómico frente a la
investigación y el conocimiento pormenorizado de la realidad microeconómica.
Hoy mismo, es frecuente escuchar a los políticos y sus asesores económicos, decir que la macro está
desequilibrada. Pero no hay gobernantes ni ministros de Economía que se preocupen porque la
micro (personas + familias + empresas) esté desquiciada por culpa del intervencionismo.

ECUACION FUNDAMENTAL DEL KEYNESIANISMO: GRANDES AGREGADOS.


PBI = CONSUMO + INVERSIÓN + GASTO PÚBLICO + BALANZA COMERCIAL
Muchas de las autoridades en países económicamente fracasados, como el nuestro, piensan
y obran en términos de AGREGADOS ECONÓMICOS. Suman peras con manzanas y metros con
kilómetros y así, forman una mezcolanza o “pasticcio” como dicen los italianos. Adicionan los

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datos de bienes y servicios para tener un TOTAL AGREGADO que llaman Producto Interno
Bruto.
Vale decir que la comprensión de nuestros gobernantes queda encerrada en
esos DATOS AGREGADOS. típicos de la macroeconomía, ignorando la realidad.

4. DATOS AGREGADOS Y VISIÓN DE LA MICRO.


Pero se les escapa el entendimiento del proceso humano real y cotidiano, estable y
rutinario, basado en la morfología de mercados, en la sobriedad de impuestos, en la excelencia
escolar, en la libertad de elección, en sistemas jubilatorios voluntarios y en el libre uso de monedas
para todo tipo de transacciones.
Como consecuencia de su visión macro, los actuales gobernantes se sienten desligados del
resultado micro. Observen sus discursos y comprobarán que sólo se preocupan por la micro cuando
la crisis les estalla en el rostro. Durante toda su gestión sólo se preocupan por el financiamiento de
ese monstruo elefantiásico que es el Estado, arrebatando sin piedad los recursos de personas físicas
y empresas privadas como si fueran bienes mostrencos, sujetos a depredación. Nunca los ajustes
oficiales se hacen dentro del Estado. Siempre expolian a la Sociedad. Han convertido al Sector
Público en el Leviathán, Ogro despilfarrador que vive a expensas del Sector Privado.
Esta es la nefasta influencia keynesiana. Por eso, hoy en día tenemos:
a) Enormes gastos públicos; b) Caída del consumo en hogares; c) Excesivos impuestos, alta

inflación y enorme endeudamiento; d) Dificultades para mantener y conservar bienes de capital;


e) Ausencia absoluta de nuevas inversiones; f) Saldos negativos en la balanza comercial; g)

Restricciones aduaneras; h) Impedimento para crear puestos de trabajo; i) Predominio del


asistencialismo; j) Uso forzoso de la mala moneda; k) Fuga de capitales hacia divisas estables; l)
Incremento de la pobreza y desnutrición infantil.
La gestión keynesiana de la política económica fue perdiendo la visión de la realidad
microeconómica creyendo que se podría gobernar buscando un ilusorio equilibrio macro a través
de mesas de dinero oficiales que adulteran el crédito, manipulan la moneda y elevan a niveles
galáxicos la tasa natural de interés.
A las extrañas sumas de DATOS AGREGADOS los expertos keynesianos les llaman, con
jactancia académica, “los fundamentals” de la macro.
Por tales razones, las autoridades políticas, analfabetas de la interdependencia existente
entre distintos órdenes en que se desenvuelve la vida de los seres humanos, e imbuidas de
keynesianismo militante, se muestran listas para improvisar medidas tras medidas.
Cuando la producción total (que se supone refleja la demanda de los mercados) queda por
debajo de las necesidades sociales, se dedican a controlar la producción y regular la
comercialización en supermercados, complicando el panorama y trabando las iniciativas de
quienes se dedican a producir y vender.
Entonces, frenéticamente hacen todo al revés en lugar de promover la producción
eliminando regulaciones y rebajando impuestos. Comienzan a estimular la demanda. Otorgan
subsidios, regalan planes a líderes subversivos, controlan precios, compran apoyos sindicales,
generan déficit, reparten migajas, imprimen billetes, se endeudan en dólares, aumentan
impuestos y suben irracionalmente el gasto público.
La Nueva Economía de Keynes, desvía el foco de atención del Gobierno porque desplaza al
Mercado y entroniza al Estado, con miles de regulaciones intervencionistas que traban e impiden la
expansión económica.
Por eso los políticos actuales son incapaces de responder a estas elementales preguntas:
¿Cómo estimular la creación de empresas? ¿Cómo aumentar la oferta de puestos de
trabajo? ¿Cómo capacitar laboralmente a individuos que carecen de disciplina laboral? ¿Cómo
reconvertir personas que viven de subsidios públicos? ¿Cómo permitir que el salario alcance
para cubrir necesidades básicas elementales? ¿Cómo lograr que los sueldos generen excedentes
para formar el ahorro familiar? ¿Cómo impedir que inescrupulosos grupos corporativos cobren o
retengan compulsivamente, recursos legítimos de los trabajadores? ¿Cómo asegurar el
financiamiento de la vivienda propia a largo plazo? ¿Cómo garantizar la equidad de los
intercambios con una moneda convertible que conserve su valor en el tiempo?
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Podríamos lanzar un desafío. Ver si hay alguien que recuerde alguna idea, alguna reflexión,
algún pensamiento o alguna solución sensata de nuestros gobernantes para responder a estas
cruciales cuestiones. La única respuesta es la nada o la sanata.
Nuestros políticos siguen apelando a nociones keynesianas básicas para justificar sus planes
electorales. El uso de políticas dirigidas a estimular el consumo (gastando dinero recién impreso o
tomando prestado antes de las elecciones) requiere que entendamos, de una buena vez por todas,
en qué consiste la economía keynesiana y cuáles son sus terribles efectos. También identificar las
falsas certezas que se producen en las mentes de estudiantes adoctrinados en universidades
públicas sin posibilidad de contar con un pensamiento crítico acerca de lo que se les está
inculcando.
El nivel de agregación en la economía keynesiana deja de lado todo el abanico de decisiones
y acciones que pueden adoptar los compradores y vendedores individuales.
La economía keynesiana renuncia simplemente a tratar la oferta y demanda en el sentido
convencional de esos términos, que se refieren a personas, familias y empresas. Por el contrario,
analizan al sector privado a granel, y lo dividen en solo dos categorías globales: los bienes de
consumo y los bienes de producción, como si no hubiese centenares de miles de variantes de
productos en calidad, diseños, costos, tamaño, aplicaciones, duración y utilidades.
Los patrones de precios dentro de estas dos gigantescas categorías keynesianas
sencillamente hacen desaparecer la imagen de las cosas reales que se diluyen en el palabrerío
macro. Para empeorar las cosas, el único precio relativo que mantienen (valor relativo de bienes de
consumo frente a bienes de inversión, afectados por la preferencia temporal) es la determinación
burocrática del tipo de interés, manipulado mediante las mesas de dinero y el control de cambio
del Banco Central.

5. IGNORANCIA DE LA ESCASEZ DE RECURSOS.


La economía anterior a Keynes, como la de John Stuart Mill o Alfred Marshall así como
la mayoría de las teorías contemporáneas de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Milton
Friedman y Wilhelm Röpke, destacan la noción de escasez y la limitación de los recursos, lo
cual implica un equilibrio esencial entre la producción de bienes de consumo y la producción
de bienes de capital.
Tradicionalmente se ha entendido que la Economía consiste en decidir cómo utilizar
bienes escasos frente a necesidades ilimitadas. La ecuación se resuelve con criterios
racionales, culturales y éticos: SELECCIÓN Y LIMITACIÓN. Es decir seleccionar las urgencias
y necesidades y limitar el uso de recursos disponibles.
Podemos tener más de ciertos bienes, pero sólo a costa de los otros. Por ejemplo, la
construcción de fábricas y equipos adicionales debe facilitarse por un mayor ahorro, es decir,
por una abstención del consumo. Pero, al mismo tiempo y como los recursos son escasos, no
puede invertirse en la construcción de nuevas plantas industriales simultáneamente con
nuevas autopistas. Por supuesto, que las inversiones en obras públicas hacen posible una
mejora del consumo en bienes futuros, pero simultáneamente si se postergan las fábricas no
podría ofrecerse mayor trabajo. El keynesianismo no entiende que lo que se consume no se
puede invertir. Esperan que la magia, el milagro o la suerte les arregle los problemas
Hayek había advertido que los agregados keynesianos sirven para ocultar esos
mecanismos sutiles y esenciales en la asignación inter temporal de recursos desarrollados por
el mercado y que aseguran la estabilidad macroeconómica. Porque, en definitiva, los
desequilibrios de la macro sólo pueden arreglarse logrando los equilibrios de la micro.
En la teoría keynesiana, todo esto que venimos diciendo, es decir la idea de un equilibrio
entre consumo e inversión sencillamente queda relegado.
Coherentes con el recelo contra el mercado y la supuesta perversidad del mecanismo
de precios, los keynesianos creen que los niveles de las actividades de consumo e inversión se
mueven en la misma dirección.
Por eso dicen: “Más inversión genera más renta, lo que financia más consumo” y “Más
consumo estimula más inversión”. Este círculo perfecto, caracteriza toda la teoría keynesiana,

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pero en realidad implica una gran quimera, generadora de inestabilidad para la economía de
mercado. Así resulta que ellos no pueden explicar cómo funciona una economía sana de
mercado ni tampoco explicar cómo el proceso el mercado permite que un tipo de actividad se
compense frente a la otra mediante el sistema de precios.

6. FALACIA DEL “MULTIPLICADOR - ACELERADOR”


La inestabilidad aparece en los libros de textos keynesianos como la interacción entre el
“multiplicador”, a través del cual la inversión afecta al consumo, y el “acelerador”, a través del
cual el consumo afecta la inversión.
El multiplicador se deduce sencillamente de que el gasto de una persona se convierte en
ganancias de otra, lo que a su vez, permite a ésta, un mayor gasto.
Así que cualquier aumento en el gasto, tanto originado en el sector privado como en el
público, se multiplica través de sucesivas rondas de ganancias de renta y gasto de consumo.

CONCLUSIONES DE CHRISTINE LAGARDE


El mecanismo acelerador, por su parte, es una consecuencia de la larga duración de los
bienes de capital, como plantas y equipos, rutas y usinas, hospitales y represas.
Por ejemplo, una existencia de 10 máquinas robotizadas, cada una de las cuales dure 10
años, puede mantenerse comprando 1 máquina nueva cada año. Un ligero y permanente
aumento en la demanda de consumo del 10%, justificaría mantener una existencia de capital
de 11 máquinas. Así que el resultado inmediato sería una aceleración de la demanda actual de
nuevas máquinas pasando de 1 a 2 por año, es decir un aumento del 100%.
Esa teoría keynesiana del multiplicador-acelerador les convence de por qué estaría
aumentando el consumo, dado que está aumentando la inversión, y por qué estaría
aumentando la inversión, dado que está aumentando el consumo. Pero es incapaz de explicar
qué es lo que determina el actual nivel de consumo e inversión, ni por qué tendría que estar
aumentando o disminuyendo, ni cómo pueden aumentar ambos al mismo tiempo.
A los alumnos que siguen cursos de economía keynesiana, se les deja colgados en el
limbo, con la idea difusa de que las dos magnitudes, inversión + consumo, pueden alimentarse
entre sí, en cuyo caso la economía experimentaría una expansión económica automática, o
podrían pasar hambre entre sí, en cuyo caso la economía experimentaría una contracción
económica. Es decir, la teoría keynesiana explica cómo el mecanismo multiplicador-acelerador
hace mejor una situación buena o hace peor una situación mala, pero nunca explica por qué la
situación es buena o mala.
Solo en los dos extremos, en el nivel de actividad económica se produce un cambio en la
dirección tanto del consumo como de la inversión. Después de una larga contracción, prevalece
el desempleo y la depreciación del capital llega a niveles críticos. Cuando la producción esencial
para el reemplazo de capital estimula una mayor vida económica, la macroeconomía empieza
una espiral al alza. Luego de una larga expansión, la economía llega a un tope. Se produce un
empacho en los mercados, tanto en bienes de consumo como de producción. Los inventarios no
vendidos disparan recortes en la producción y despidos de trabajadores, en consecuencia la
macroeconomía empieza una espiral a la baja. Keynes decía que, normalmente, la economía
fluctúa entre estos extremos experimentando una insuficiencia general de la demanda
agregada.
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7. LAVADO DE CEREBRO.
Roger W. Garrison, en su mencionado artículo, sigue diciendo que en las formulaciones
simplistas de los libros de macroeconomía, la inversión viene “dada”, según la fórmula del
propio Keynes, porque la inclinación a invertir por los empresarios, está influenciada por
factores psicológicos que resume en la sonora expresión “espíritus animales”. Cualquiera
puede dar el sentido que quiera a estas dos palabras.
Keynes apreciaba que hay algunos “factores externos” en funcionamiento, como los
asuntos exteriores, el crecimiento de la población y las nuevas tecnologías. En la práctica,
sucede que el mercado es una especie de amplificador económico que convierte los cambios
relativamente pequeños de estos “factores externos” en grandes cambios en el empleo y la
producción.
Pero los keynesianos suponen que los precios y salarios son inflexibles a la baja, o bien
cambian en proporción directa entre sí. Para ellos, el salario real (S/P) es siempre una
constante. Creen que el nivel real de salarios y precios está determinado por los sindicatos y
grandes empresas. Si el salario real es muy alto, habrá desempleo, trabajo ocioso y recursos
ociosos. El coste de oportunidad de volver a poner en marcha esos recursos es “ocio perdido”,
que no tiene coste. Debido a ello, la supuesta normalidad del ocio masivo de los recursos
asegura, según los keynesianos, que nunca entra en juego el eterno problema de la escasez.

POLITICOS KEYNESIANOS HABLAN A LAS MASAS

William H. Hutt y Friedrich Hayek tenían razones para referirse a la economía


keynesiana como “Teoría de los recursos ociosos” y “Economía de la abundancia”.
El keynesianismo de libros tiene una cierta coherencia interna, dado que supone que
los precios y salarios no se ajustan adecuadamente a las condiciones de mercado (es decir, que
el sistema de precios no funciona) y entran en juego las relaciones keynesianas de los agregados
macroeconómicos. Incluso las recetas políticas parecen estar justificadas: si los salarios y
precios no se ajustan a las condiciones del mercado, entonces las condiciones del mercado
deben ser ajustadas por regulaciones legales de los precios y salarios.
Sin embargo, en el análisis final, la teoría keynesiana es una serie de improvisaciones
que se refuerzan mutuamente pero que, en conjunto, son injustificables. La política keynesiana
es una serie de recetas demagógicas para políticos irresponsables que se justifican a sí mismos.
Por ejemplo, si el gobierno está convencido de que los salarios no van a caer y está dispuesto a
contratar más empleados públicos, entonces los desocupados no estarán dispuestos a aceptar
un salario debajo del mercado, exigiendo salarios mínimos garantizados.
Así que, aunque la intención de la política keynesiana sea estabilizar la economía, el
efecto real es que desestabiliza o “keynesianiza” la economía. Hace que la economía se
comporte exactamente de la manera perversa que implican las suposiciones keynesianas. Esta
enrevesada mescolanza y entrecruzamiento dialéctico entre teoría y política ha ocultado
durante 73 años los defectos esenciales de esa teoría.

8° DEMAGOGIA Y GOBERNANZA.

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Los estudiantes inteligentes, a menudo hacen preguntas embarazosas: ¿Por qué las
políticas económicas del gobierno se basan en una teoría tan defectuosa?
Desde un punto de vista de los políticos, afanosos por mantenerse en la cumbre del
Estado, justificar e implantar una política keynesiana es la vía más segura para ganar
elecciones y asegurarse la reelección, amparados en una presunta lógica científica.
Las ganancias de emitir y gastar dinero sin medida, son inmediatas, visibles y se
concentran en miles de planeros y subsidiados que constituyen organizaciones sociales como
poderosos grupos de votantes. Los costes de esta política demagógica se pagan en fechas
posteriores y se extienden a toda la población, haciendo que la perversa relación entre política
y consecuencias a largo plazo sean difíciles de percibir por los votantes.
El desvanecimiento del keynesianismo en los círculos académicos proporciona poco
consuelo. Aunque el número de profesores t seguidores continúa disminuyendo, es a este
grupo de economistas keynesianos al que los gobiernos acuden en busca de consejo y acuerdo.
Y las oportunidades de asesorar a los círculos del poder, en lugar de cobrar migajas en las
aulas de enseñanza, son algo que cambia las mentes de los jóvenes economistas acerca de su
consultoría para estimular el Consumo y gestionar la Demanda agregada.
Imprimir y gastar dinero en búsqueda de un estímulo efímero de corto plazo, en
lugar perseguir una estabilidad a largo plazo, sigue brindando más ganancias a la casta
política.
Así que hay buenas razones para estudiar teoría keynesiana: Nos ayuda a entender
porqué la adoptan los funcionarios elegidos para altos cargos públicos. Pero para desentrañar
sus efectos reales necesitamos una teoría que aprecie lo que las fuerzas del mercado pueden
hacer por sí mismas para mantener la estabilidad macroeconómica y cómo esas fuerzas se ven
obstaculizadas por los ajustes e intervenciones proporcionados por el gobierno.
Esto es lo que, hoy en día, se llama “Gobernanza” garantizada por las siguientes
doctrinas del pensamiento económico: 1° Escuela Monetaria de Chicago, 2° Escuela del Public
Choice o Fallos del Estado, 3° Escuela Austríaca de Viena y 4° Escuela Ordo de Friburgo,
todas en amplia oposición a las fracasadas doctrinas del 5° Neo socialismo de mercado y 6°
Escuela Keynesiana.

EL ESTADO DESPLAZA AL MERCADO LA INFLACIÓN ES LA PÉRDIDA


EMPAPELANDO LA ECONOMÍA CON DE VALOR DEL DINERO EMITIDO
DINERO PARA HACER POLÍTICA POR EL BANCO CENTRAL PARA
Y ARRUINA AL SECTOR PRIVADO FINANCIAR LA POLÍTICA
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Antonio I. Margariti
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