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INTRODUCCIÓN

La hipertensión arterial (HTA) (PA mayor o igual a 140/90 mmHg), es una epidemia mundial y, además, la
causa más importante de muerte por enfermedades no infecciosas, independientemente de la región
geográfica, los ingresos o el estrato social al que pertenezca el individuo. Se estima que la cantidad de
pacientes hipertensos de la población mundial aumentará de 918 millones de adultos en el año 2000 a 1560
millones en 2025.
La última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en la Argentina arrojó una prevalencia de HTA de
34.6%, sin mucha variación en los últimos años. Esto implica que para los años futuros tal vez tengamos una
prevalencia cercana al 40%, haciendo una proyección basada en el estudio antes mencionado.
Entre los adultos hipertensos tratados, aproximadamente la mitad estaban controlados en países de ingresos
altos, en comparación con una cuarta parte en los países de ingresos medios y bajos.
La HTA, como factor de riesgo cardiovascular predominante, determina que las enfermedades cardiovasculares
sean la principal causa de muerte por enfermedades no transmisibles en todo el mundo. De acuerdo a datos del
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), de casi 300.000 defunciones anuales, aproximadamente
90.000 correspondieron a enfermedades del aparato cardiovascular, lo que da una tasa de 230-240 por cada
100.000 habitantes por año, más alta en los varones que en las mujeres. Conocer la prevalencia de esta
enfermedad permite planificar con mayor certeza los planes de prevención.
Lamentablemente, el control de la presión arterial (PA) en la Argentina y en el mundo es bajo. Resultados
provenientes de los estudios RENATA (Registro nacional de hipertensión arterial) permiten demostrar que solo
un cuarto de los pacientes con HTA están realmente controlados.
En el año 2017, por primera vez en su historia, la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) llevó
adelante una campaña para mejorar el conocimiento y control de la hipertensión arterial (HTA) en nuestro país,
“Ayudando de esta manera a difundir aspectos importantes sobre esta enfermedad y generar conciencia entre
la población afectada para que puedan recibir un tratamiento adecuado”, expresó la Dra. Judith Zilberman,
presidente de la SAHA. El 50.8% de los encuestados resultaron hipertensos, un porcentaje mayor a la
prevalencia de HTA reconocida en nuestro país. Del total de hipertensos, el 25.2% desconocían su situación, el
2% sabían sobre su condición pero no se trataban, el 37.1% estaban siendo tratados pero no controlados y el
35.7% estaban siendo tratados y controlados.
Es importante reconocer la relación directa que existe entre la hipertensión y la forma de vida de la sociedad. El
auge de la llamada “comida chatarra”; el hecho de que todas las empresas vendedoras de este tipo de
alimentos compiten agresivamente entre sí buscando diferenciarse con ingeniosas propuestas subjetivas,
muchas veces con un contenido lúdico, recurriendo habitualmente a un elemento diferenciador cuantificable,
que es un mayor tamaño de la porción con respecto a la competencia, razón principal por la cual el contenido
calórico de la propuesta a través del tiempo se ha ido incrementando; el consumo masivo de las golosinas;
snacks, bebidas carbonatadas con alto contenido de azúcar, entre otros productos similares, son exhibidos al
alcance de la mano del consumidor, por lo que obedecen a las reglas de las compras compulsivas. Estos
consumos alimenticios, sumado a la falta de una actividad física apropiada relacionada con el sedentarismo que
caracteriza nuestra sociedad actual, favorecen a la obesidad, calificada actualmente como una epidemia
mundial, que va en aumento y es uno de los grandes cimientos del desarrollo de la HTA. El problema del
sobrepeso se inicia a temprana edad, y en Latinoamérica, el país que mayor índice de obesidad infantil tiene,
luego de Cuba, es Argentina, con un registro de casi un 10% de obesos menores de 5 años. En las sociedades
de consumo, los medios de comunicación masiva transmiten, por razones comerciales, que la magnitud de la
felicidad tiene una relación directa con la adquisición de bienes materiales. Esto induce a la población consumir
compulsivamente, con frecuencia de una manera innecesaria y con recursos insuficientes. Por lo tanto,
debemos motivar a la población a generar cambios del estilo de vida en pos de un hábito saludable y de esta
manera tratar y evitar una gran cantidad de enfermedades crónicas no transmisibles que son las que
actualmente aquejan a la población, incluyendo la hipertensión arterial. El compromiso con un “estilo de vida
saludable” puede ser suficiente para evitar, retrasar o reducir el uso de medicaciones para el tratamiento de la
hipertensión arterial. En términos poblacionales, se puede esperar una reducción de la presión con el descenso
de peso (5-20 mm Hg/10 kg), con la dieta DASH (8-14 mm Hg), la reducción de la ingesta de sodio (2-8 mm
Hg), con el aumento de la actividad física (4-9 mm Hg), con la moderación del consumo de alcohol (2-4 mm Hg)
y con la cesación tabáquica. Los cambios terapéuticos de estilo de vida deberían ser no sólo el paso inicial, sino
también una constante al tratar la hipertensión arterial y, como consecuencia, también la enfermedad
cardiovascular, a través de la implementación de medidas de prevención primaria tales como asegurar una
adecuada nutrición maternofetal, realizar actividad física aeróbica moderada durante 30 minutos la mayoría de
los días, mantener el peso corporal normal (IMC 18,5-24,9 kg/m2 ), disminuir el consumo de sodio a menos de
100 mmol/día (<6 g de sal), limitar el consumo de alcohol, limitar el consumo de fructosa en especial en la
infancia y adolescencia, mantener un consumo de potasio > 90 mmol/día (> 3,5 g/ día) y consumir una dieta rica
en frutas y vegetales y baja en productos grasos, con un reducido contenido de grasas saturadas y totales.

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