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PHILOSOPHIA VULGARIS

(scripta quodammodo philosophica)

REDACCIÓN

Marisa Mosto
Federico Caivano
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 12 – 2020
El fin y el principio
Número especial, dedicado a recuerdos de egresados

Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta


publicación.

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

Christián Carman. Sed segundos p. 4

Marisa Mosto. “Manos”, un muy recordado texto de Sara


Alonso Dopico, Magistra p. 12

Marisa Mosto-Luis Baliña. Un discurso en diálogo p. 17

Radulfus. A los alumnos de Letras, que terminan su curriculum


(noviembre de 2013) p. 24

Federico Caivano. Maestros p. 25

El arcón de los recuerdos p. 28

Minima p. 30

Dialoguitos en el perípato p. 32

2
PRESENTACIÓN

En este lugar encontrarás, amigo lector, algunos escritos


que se relacionan de algún modo con la filosofía. Tal relación se
manifestará en notas y minucias filosóficas: unas veces, con
humor; otras, con seriedad. Nos gustaría que nos acompañaras
con tu lectura y con tu pluma. De esta forma serás para nosotros
un nuevo Boecio, pues darás alegría y consuelo.
En este número especial queremos recordar las vivencias
que han rodeado los actos y días de egreso de nuestra querida
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica
Argentina, casa de estudios de muy buena parte de los que
escriben y leen Philosophia vulgaris.
Radulfus

3
SED SEGUNDOS 1

CHRISTIÁN CARMAN

Seguramente ustedes conocerán la historia de la universalización


de la Fiesta de Corpus Christi. Hasta ese momento era solo una fiesta
regional. Cuando el Papa Urbano IV quiso extenderla a toda la Iglesia,
pidió a dos de los más grandes teólogos de la época, Santo Tomás y San
Buenaventura, que escribieran un himno para el oficio. El primero que lo
leyó fue Santo Tomás; cuando concluyó, San Buenaventura, en vez de
leer el suyo, lo hizo pedazos, reconociendo así que era imposible
competir con el de su compañero. Agradezco tener que hablar antes que
Luis,2 porque seguramente me vería tentado a romper estas hojas, luego
de escuchar sus palabras.
La verdad no ha sido nada fácil preparar estas palabras; en
particular porque, como ya saben, el año pasado también dije unas en el
cierre y, la verdad, gasté entonces todo lo que tenía. Gasté toda la
pólvora, dije todo lo que tenía para decir. Alguno objetará que debería
haberme guardado algo para otra ocasión pero… ¿qué sabía si la iba a
tener? Me pasó lo mismo que cuando elegí el nombre de mi primer hijo
varón: me gasté todos los nombres que a un filósofo le pueden gustar. Lo
llamé Agustín Tomás. También me lo reprocharon pero… ¿y si no tenía
otro hijo varón? ¡Me quedaría sin uno de esos nombres! Cuando llegó el
segundo varón, ya no tenía nombres. Le puse Juan Ignacio. Y si algún
día Juan Ignacio me pregunta: “Papá, ¿te gusta mi nombre? ¿Te gusta
más que el de Agustín?”, deberé decirle la verdad: “No, Juan Ignacio:
sos el segundo, simplemente tenés que asumirlo, tenés que aceptarlo”.
Porque ser segundo es todo un estado, un modo de ser. Es recibir todo
usado: ropa usada, juguetes usados, libros usados, padres usados,
profesores usados, discursos usados. Ustedes, mis queridos egresados,
son los segundos, tienen que aceptarlo, tienen que asumirlo.
Al principio me preocupé porque no sabía qué iba a decirles en
un discurso tan importante, un discurso que se graba en su corazón para
siempre, inolvidable y que suele marcar el rumbo. Estaba muy
preocupado a pesar que pasaban los días y no se me ocurría nada nuevo.
Pensé en hacer un playback del discurso del año pasado; incluso
practiqué un poco, pero es realmente difícil.

1
Palabras para los egresados en 2011, ante alumnos y allegados y familiares, en nuestra
querida Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Católica Argentina.
2
Se refiere al Dr. Luis Baliña, quien ese día, a continuación, leería también unas
palabras a los egresados.

4
Por eso se me ocurrió tomar ideas del discurso que me dieron a
mí cuando egresé pero, al tratar de recordarlo, me di cuenta de que no
me acuerdo no sólo de qué dijeron en el discurso sino, ni siquiera, de
quién lo dio. Espero que no hayas sido vos, Luis, porque sería un gran
papelón. Justamente pare evitar este papelón, decidí escribirles a mis
compañeros preguntándoles. Estas son las respuestas que recibí. El
primero me dijo: “Yo no me acuerdo”; el segundo: “No me acuerdo,
sorry"; el tercero: "Fue..." –no quiero dar el nombre del profesor o
profesora que mencionan en este email, porque puede ser un poco
ofensivo que nos hayamos olvidado. Voy a usar un nombre ficticio: "Fue
Paula Delbosque, pero no me acuerdo una pizca de su discurso, aunque
sí que fue emotivo y divertido...· El último dijo: “¿Fue Courrèges...? no
me acuerdo bien.” Como ven, nadie se acuerda de este discurso. Por lo
tanto no es para nada importante. Y eso me tranquilizó por un lado. Pero,
por otro, me pregunté: “Si no se acuerdan del discurso de despedida,
¿qué se acordarán de lo que vieron en clase?”

Pero quería decirles algo propio, algo a ustedes; no quería


reciclar el discurso del año pasado. ¿Pero –me pregunté– qué les podía
decir a los segundos que no les haya dicho primero a los primeros? Hay
sólo una cosa que puedo decirles: ¡qué son segundos! Ése es mi objetivo,
ayudarlos a tomar conciencia de que son segundos. En este mundo tan
competitivo, donde todos aspiran a ser primeros, que los invite a asumir
que son segundos, creo que es una gran enseñanza.
Los segundos, como les decía hace un rato, siempre reciben las
sobras. Por eso, me parecía conveniente que ustedes recibieran algo de
las sobras del recientemente descubierto por alumnos que ahora están en
segundo año, Hilemórfico de Terracotta (nacido en 1221 y, por lo tanto,
apenas tres años mayor que Santo Tomás). Revisándolas, encontré un
comentario de Hilemórfico a un artículo perdido de la Suma Teológica
acerca de la dignidad de ser segundo, junto con la transcripción de ese
mismo artículo. En ella, efectivamente, Santo Tomás se pregunta si lo
propio del hombre es ser primero o ser segundo.
En el comentario, Hilemórfico intenta justificar la autenticidad
del artículo que él ha encontrado. Y ofrece tres argumentos dirigidos a
tal fin, basados en la misma idea: Santo Tomás habría tenido sus propias
doctrinas no escritas, de la misma manera que las tuvo Platón. En efecto,
así como Platón enseñaba ciertas cosas en sus diálogos pero guardaba
para sus discípulos íntimos las enseñanzas más profundas, así también
Tomás habría guardado su enseñanza más profunda sólo para sus
íntimos; y esta enseñanza consistiría, justamente, en la metafísica de la
secunditas.

5
Y, así como se dice que en los diálogos de Platón hay ciertas
referencias ocultas que sólo entienden quienes participaban de las
doctrinas no escritas, así también Santo Tomás. Hilemórfico afirma,
entonces, que hay ciertas referencias ocultas que inequívocamente nos
llevan a la metafísica de la secunditas.
En primer lugar –se pregunta Hilemórfico– ¿qué sentido tiene la
división de la Suma tal cual está? ¿Por qué, si tiene cuatro partes, Santo
Tomás la divide en primera, segunda y tercera y, luego, divide a la
segunda en dos partes, la prima secundae y la secunda secundae?
Evidentemente lo hace para reafimar, por reduplicación, la metafísica de
la secunditas. En segundo lugar, Hilemórfico afirma que la expresión
secundum esse es afirmada 1142 veces en la obra de Santo Tomás –y yo
lo he chequeado con el Index Thomisticus. Ahora bien –insiste él–
habitualmente secundum esse se traduce como ‘según el ser’ o ‘en el
orden del ser’, pero también puede traducirse como ‘ser segundo’. Y,
como vemos, esa referencia está por todas sus obras y es mucho más
abundante que primum esse, que aparece sólo 134 veces. En tercer lugar,
Hilemórfico se pregunta: ¿Dónde encontrar una referencia oculta a la
metafísica de la secunditas, si no es en la respuesta a la segunda objeción
del segundo artículo de la segunda cuestión de la segunda parte de la
segunda parte? Efectivamente, allí Santo Tomás dice: “Et per hoc etiam
patet responsio Ad Secundum”. La BAC traduce: “Con esto va indicada
también la respuesta a la segunda objeción”. Por supuesto, “objeción”
está supuesto, porque en el latín no existe. Hilémorfico, por su parte,
invita a traducir la expresión de la siguiente manera: “Y por esto, es
evidente la respuesta: Ad Secundum”. ¿Cuál es la respuesta? ¿La
respuesta a qué pregunta? Pues, si no se aclara, se refiere la respuesta a
"La Pregunta", con mayúscula. ¿Y cuál es La Pregunta? ¡La Pregunta!;
esto es: ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Hacia dónde vamos? Santo
Tomás dice, de manera cifrada, que el fin de nuestra vida es ir Ad
Secundum, hacia la secunditas. Más claro imposible.
Habiendo justificado su originalidad, Hilemórfico transcribe el
texto del artículo perdido que aquí les leo, con algunos breves
comentarios:

Parecería que el fin del hombre no es ser segundo sino ser


primero porque:
a) El Señor dice en el Evangelio: ”Sed perfectos como vuestro
Padre Celestial es perfecto” (Mt. 5, 48), pero ello implica que el
hombre debe ser perfecto. Ahora bien, el primero es más perfecto
que el segundo, ya que el segundo es cierta potencia no
completamente actualizada de lo primero. Por lo tanto el hombre
debe ser primero y no segundo.

6
b) “Todo hombre desea por naturaleza filosofar”, como dice el
Filósofo al principio de la metafísica, pero la filosofía es llamada
ciencia primera, por lo que lo propio del hombre es ser primero y
no segundo.
c) Por razón de la misma competencia. Es evidente que es
preferible ser primero que segundo, porque nadie compite para
ser segundo, sino primero.
d) Por razón de la memoria, porque dice el Narigón: “De los
segundos nadie se acuerda”.
Sed Contra: In Cepullae vice-victor dicunt: "ferre secundum esse,
victorem esse etiam est." (“Dicen en Cebollitas Subcampeón:
‘bancarse ser segundos también es ser campeón, pusimos en la
cancha, tripa y corazón’)."
Respondeo dicendum quod: Que el hombre es un ser segundo se
puede probar por la razón y por la fe. Desde la filosofía, que el
hombre, y en particular el filósofo, es un ser segundo señala que
el filósofo debe reconocer que hay algo anterior a él, a saber, la
realidad que él debe contemplar. Pero si la realidad es anterior, es
porque llegó antes que él y, si llegó antes, la realidad es primera, y
el hombre, segundo. Y esto no sólo en el orden temporal sino en el
orden del ser.
Por fe sabemos que el Verbo se encarnó por razón de redención y
de configuración; es decir, para que el hombre sea redimido al
configurarse con Cristo. Ahora bien, configurarse es asumir la
misma forma; es decir, ser alter Christus. Y Cristo es el Verbo
Encarnado; esto es, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
por lo que el fin sobrenatural del hombre es adquirir la forma del
Segundo. Pero la forma es lo que hace que la cosa sea lo que es, de
acuerdo con el Filósofo, por lo que el fin del hombre es ser
segundo.
A la primera objeción respondemos que perfección se dice de dos
maneras, en sentido absoluto y en sentido relativo. Cuando se
pide que el hombre sea perfecto como el Padre, se pide que, así
como el Padre es perfecto respecto de su perfección, que es
absoluta, el hombre debe ser perfecto respecto de su perfección,
que es relativa. Es decir, ser un perfecto hombre, esto es, ser
perfectamente segundo, como el Segundo era el primero de los
segundos, no como el Corredor, que era el segundo de los
primeros.

7
El final de esta respuesta merece alguna aclaración. Los autores
discuten, pero en general se acepta que, cuando Santo Tomás habla de
“El Segundo” se refiere a Javier Portales. Espero que lo recuerden, era el
compañero de Alberto Olmedo en muchos programas cómicos. Olmedo
también era acompañado, sobre todo en películas, por Jorge Porcel, pero
siempre con Porcel compartían el protagonismo. En cambio Javier
Portales no competía con Olmedo, estaba allí para que Olmedo se
luciera, no tenía problema en ser su segundo; estaba allí para hacerlo
jugar a Olmedo. Tan bien hacía de segundo que en su época era
conocido como “el número uno de los número dos”.
La interpretación de “El Corredor”, en cambio, es mucho menos
controvertida: todos acuerdan en que se refiere a Reutemann que
siempre salía segundo, queriendo ser primero. Así, dice Santo Tomás, el
hombre debe ser perfectamente segundo, como el Segundo era el
primero de los segundos –esto es, como Javier Portales, que cumplía
perfectamente su papel de segundo de Olmedo–, no como el Corredor,
que era el segundo de los primeros –es decir, no como Reutemann, que
siempre salía segundo. Portales era el primero de los segundos;
Reutemann el segundo de los primeros.
A la segunda, que la metafísica es llamada ciencia primera, pero de
los segundos, esto es, de los hombres, mientras que la ciencia
divina es la ciencia primera del Primero, esto es, de Dios.
La tercera no vale la pena que yo, Santo Tomás, la conteste porque
ya lo ha hecho brillantemente Hilemórfico de Terracotta.
Sin duda se trata aquí de un texto espurio. La mayoría de los
estudiosos se lo atribuyen al mismo Hilemórfico, que quiso aprovechar
la ocasión para ganar un poco de prestigio para sí, buscando un apoyo
ficticio de Santo Tomás. El signo más elocuente de que Santo Tomás no
escribió el texto es que Santo Tomás se llama a sí mismo “Santo
Tomás”, lo cual es sumamente improbable. En general se lo considera
una gran torpeza de Hilemórfico; pero los que lo conocemos mejor
pensamos que con esto también Hilemórfico nos quiere decir algo. En
efecto, Tomás fue canonizado por Juan XXII. Y no sólo eso, sino que
fue el segundo Santo Tomás que canonizó este papa. El primero fue
Santo Tomás Cantelupe (obispo de Hereford).
A la cuarta respondo que El Narigón no es nada, excepto
Narigón, si no es por participación de la Fama de El Maestro.
Sólo una breve aclaración antes de continuar. Sin duda “El
Narigón” es Bilardo y “El Maestro”, sobre todo por lo que viene
después, se refiere a Maradona. Continua Santo Tomás...

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Ahora, a partir de dos sentencias de El Maestro, id est, de El 10,
puede mostrarse que lo que dijo el Narigón no corresponde con la
realidad de las cosas. En primer lugar, el Maestro dijo (Magister dixit):
“Mi primer sueño es jugar un Mundial y el segundo ser campeón”. Pero
es claro que son más recordados los que cumplen el segundo sueño; esto
es, ganar un mundial, que los que cumplen el primero; esto es, sólo
jugarlo; por lo tanto los segundos (sueños) no sólo son recordados, sino
más recordados que los primeros. En segundo lugar, El Maestro también
dijo de un desconocido jugador brasileño: “Si yo no me hubiera drogado,
Pelé no salía ni segundo”, dando a entender que Pelé sería tercero porque
los dos primeros puestos serían ocupados por el Maestro: el primero por
el Maestro sin Drogas y el segundo por el Maestro con Drogas. Pero el
Maestro sin drogas es sólo un ente de razón, siendo el ente real el
segundo, el Maestro con Drogas, del que todos se acuerdan, por ser el
más conocido del mundo. Por lo tanto, nuevamente, el segundo es
recordado. Que ser segundo es más digno que ser primero, además, lo
prueba el mismo Maestro con su vida, porque su virtud se notó magis in
lacrimis nonagesimi anni quam in gambetis anni octogesimi sexti (‘más
en las lágrimas del noventa que en las gambetas del 86’).

Permítanme sólo algunos comentarios breves, ahora un poco en


serio, a la cuestión de la Suma. Sean segundos. En filosofía, sean
segundos. Serlo es ya haber hecho correctamente las grandes opciones
metafísicas. En primer lugar, es reconocer que hay multiplicad; en
segundo, es reconocer que esa multiplicidad está ordenada, que hay un
orden, una jerarquía y, en tercer lugar, que en ese orden jerárquico no
tenemos el primer lugar y, por lo tanto, no lo hemos puesto nosotros
(porque si no, nosotros nos habríamos puesto primeros). Es, en fondo,
reconocer la creaturidad. Reconocerse segundos es reconocerse
creaturas. Es, casi, una nueva vía de la existencia de Dios, que llegaría a
Dios como el Primero.
Como filósofos, es reconocer que la realidad está primero, que
ser filósofo es contemplar, no dominar esa realidad. Por supuesto, ser
contemplativos no promueve el quietismo, como el ocio no promueve la
pereza. Implica esfuerzo, mucho esfuerzo. Hace un tiempo hicimos el
sistema de riego en nuestro parque; el jardinero encargado de hacerlo
tardó mucho en arrancar y se excusaba diciendo: “lo que pasa es que no
consigo nadie que me ayude, los chicos de ahora no quieren agarrar la
pala”, como diciendo: no quieren trabajar duro, con quieren transpirar.
Los filósofos, ustedes, tienen que agarrar la pala, tienen que cavar
profundo, tienen que esforzarse y transpirar para llegar a lo más
profundo de la realidad.

9
Pero no les voy a dar consejos prácticos sobre cómo dar los
primeros pasos, porque los di el año pasado y me ignoraron totalmente.
Nadie me hizo caso. Son consejos sin estrenar, están nuevitos, así que se
los pueden pedir a sus hermanos mayores y los estrenan ustedes.
Han recibido –hemos recibido– como don, una de las mejores
vocaciones que se pueden tener. La vocación no se elige, es un llamado,
pero nos han llamado a algo espectacular. Y han sido fieles, hasta ahora
han sido fieles. Felicitaciones. Estamos orgullosos de ustedes. Es un
medio espectacular el que el Señor nos ha dado para alcanzar algo
todavía más espectacular, la vida eterna. Es maravilloso que Dios me
pida que, para salvarme, lea, estudie, piense, escriba, hable.
Me encanta la vocación que Dios me ha dado, nos encanta la
vocación que nos ha dado. Pero ése puede ser el mayor peligro: cuanto
más espectacular es el transporte, más riesgo corremos de olvidarnos de
que es un medio de transporte, de frenar y quedarnos a vivir ahí. De
olvidarnos de a dónde nos lleva. O nos debería llevar. Considerar la
filosofía como fin es poner a la filosofía en primer lugar, ser segundos de
la filosofía. No pongan a la filosofía en primer lugar. Ustedes son
filósofos porque son Cristianos, y no al revés. Sobrenaturalicen su
vocación filosófica, no naturalicen su fe.
El demonio dijo: “non serviam” (‘no serviré’), “no quiero ser
segundo”. En el fondo, siempre servimos a alguien, el punto es elegir a
quién queremos servir, de quién somos segundos, quién es nuestro
primero. Si Dios, la filosofía, las cosas o nosotros mismos. Tomás Moro,
otro Santo Tomás, dijo poco antes de morir: "First, God". Primero Dios,
después nosotros.
Ser segundo es jugar para el primero, dejar que el primero juegue
(como Portales y Olmedo), no ustedes; que el primero se luzca, no
ustedes; hacer paredes con el primero para que él defina. Dejen que Él
crezca y que ustedes disminuyan. Me atrevería a decir que el mundo no
necesita tanto de filósofos, ni siquiera de Cristianos, necesita de Cristos,
necesita de Santos. Háganle lugar a Cristo. Si le entregáramos nuestra
vida, él haría maravillas. Es así, es una evidencia empírica. Siempre me
impresiona el caso de la madre Teresa. Si uno la analiza humana, no
valía mucho: era petisa, fea, bastante inculta, pero el Señor hizo
maravillas con ella. Ustedes tampoco valen mucho. Entréguense.
La Filosofía es preparación para la muerte, como nos enseña
Sócrates. Vivan esta vida como una preparación para la otra. Ensanchen
el alma haciéndose muchas preguntas. Ésa es nuestra tarea como
filósofos. En el Cielo no se nos responderán las preguntas que acá no nos
hayamos formulado. Pregúntense mucho, para que allá se responda
mucho.

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El sábado, después del asado de alumnos y profesores, mis hijos,
Agustín y Ana, fueron a un cumpleaños y volvieron con la típica bolsita
con sorpresas y golosinas. Pero cuando llegaron, ya se habían comido
todo. En un acto de gran generosidad les dije que les iba a llenar, de
nuevo, la bolsita con caramelos. “¿Toda llena?”, me preguntó Agustín.
“Sí, –le contesté– se la voy a llenar toda, hasta arriba”. Agustín metió las
manos en la bolita de plástico y empezó a ensancharla. Terminó con el
doble del tamaño original y, por supuesto, con el doble de caramelos. En
el fondo, ya entendió el dictum medieval: Omne quod recipitur, ad
modum recipientis recipitur. Ensanchen el alma para que al final del
viaje entre más.
Disfruten del viaje, que es maravilloso. Nos vemos al final.
Lleguen. Luis, sus profesores y yo los esperaremos con otro discurso,
pero esta vez de bienvenida. Aunque no creo que, en ese momento,
tengan ganas de escucharnos a nosotros. Gracias.

CHRISTIÁN CARMAN

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“MANOS”, UN MUY RECORDADO TEXTO
DE SARA ALONSO DOPICO, MAGISTRA

El siguiente texto fue escrito hace muchos años por una muy
querida profesora de latín de la UCA, Sara Alonso Dopico, alias
MAGISTRA. Magistra escribió este discurso “a tres voces”, a propósito
de una fiesta de despedida de los alumnos del último año de la carrera de
Filosofía. Podría titularse “Manos.” ¡Nuestro recuerdo para esa gran
profesora que nos hacía reír en sus clases de latín, incluso los sábados de
8 a 10 de la mañana! No es poco, ¿no? Considerando que además
aprendíamos tanto con ella, que en unos meses ya nos encontrábamos
traduciendo como por milagro.
Marisa Mosto

MANOS

Alumno 1. Estimadísimos profesores, con orgullo bien ganado


venimos a explicar nuestra celebérrima Gran-tesis-Gran, que nos
permitirá pasar a la posteridad.

Alumno 2. Durante 10 años investigamos siguiendo las normas


que ustedes nos han dado. Sí, este trabajo se lo debemos y
dedicamos a ustedes.

Alumno 3 Primera norma: el escrito debe ser coherente y


adecuarse a la realidad. Segunda norma de origen magistral: los
antiguos No eran deficientes mentales: razonaban muy bien. En la
traducción y solo en ella puede haber disparates. Tercera norma:
no apartarse de la ló-gi-ca y sus re-glas.

Alumno 2. El tema de nuestro estudio ha sido un pequeño pueblo


de la Atlántida, a orillas del Argenti Rivus, cuya civilización aún
no ha sido suficientemente estudiada.

Alumno 1. Esto es comprensible porque sólo se han encontrado


trozos de sus papeles, ninguna obra concreta. Pero con esos trozos
hemos reconstruido los pensamientos y las costumbres de esta
extraña sociedad (con desprecio), si así se la puede llamar.

12
Alumno 3. Con asombro hemos encontrado que el centro de toda
su vida es ¡la mano! Así los Argentini consideraban que el
universo se refleja en las palmas de sus manos y dedicaron siglos
y siglos a estudiar sus rayas, signos y expresividad.

Alumno 2. (Doctoral) A tal punto que todo saber lo comparaban


con sus manos y de un sabio –a criterio de ellos– decían: “conoce
esa cuestión como la palma de su mano”.

Alumno 1. Estas palabras equivalían a decir que tenía summa cum


laude (rápido). Pero no sólo en orden al conocimiento se valoraba la
mano; también se la consideraba el centro del amor, de la amistad,
de la generosidad y sus contrarios: la ira, la avaricia, la mentira.
Era el origen de las pasiones. Los movimientos de la mano tenían
valoración ética, no la mano misma.

Alumno 3. Primero la mano como sede del amor. Hemos


encontrado una frase es-cla-re-ce-do-ra. “El enamorado pidió la
mano de su hija y sonriendo el padre ¡se la dio!”

Alumno 1. Analicemos: 1) esta ceremonia era previa al


casamiento; 2) sin duda era un rito sagrado y tenido en alto valor
y el padre no vacilaba en DAR, ¡oigan bien!, DAR la mano de su
propia hija; (acota) el novio, sin duda, debía conservar esa mano
toda la vida o mientras durara el matrimonio.

Alumno 2. 3) Esta ceremonia se realizaba de manera incruenta o


por fanatismo religioso, porque la joven se privaba de su mano
con gusto y aun ¡sonriendo! Conclusión: Era, indudablemente,
una sociedad estancada en una época muy primitiva.

Alumno 3. La pregunta es: ¿si no se casaba, había que devolver la


mano? ¿O el novio podía guardar la mano y tener dos o tres
manos de distintas novias? Este punto aún queda en la oscuridad.
Será tema para otra investigación.

Alumno 2. “Dar la mano” no sólo se hacía en la ceremonia


matrimonial. Una persona le podía pedir a un amigo
“que «le eche» o «le dé» una mano”, cuando tenía necesidad.

13
Alumno 3. Además, cuando dos personas se encontraban, se
“daban la mano”; es decir, hacían intercambio según lo expresa la
frase de una rara canción llamada tangus: “mano a mano hemos
quedado”.

Alumno 2. Es lícito deducir que los Argentini no mostraban


interés en tener las dos manos iguales. Una podía ser grande y la
otra pequeña; una de un color y la otra, de otro.

Alumno 1. Que era fácil perder la mano se comprueba por


carteles que se ponían en las vías con la consigna “Conserve su
mano”.

Alumno 3. Pero lo insólito es que otros carteles indicaban


“Cambio de mano” ¿Tenían manos de repuesto que llevaban en
una bolsa, se quitaban y cambiaban? Aún no tenemos respuesta.

Alumno 2. Que tenían varias manos está probado porque al


vender los productos se aclaraba si eran de primera, segunda o
tercera mano, de acuerdo con la que se usaba para elaborarlos.

Alumno 1. Hemos hablado de connotaciones éticas de las manos.


No residen en ellas mismas sino en los gestos que se hacían. Así
“tener mano abierta” significaba generosidad y cerrada, avaricia.

Alumno 3. Se habla de “buena y mala mano” de una manera


extraña: tener buena o mala mano para una parrillada, por
ejemplo. ¡La comida adquiría un contenido ético otorgado por las
manos!

Alumno 2. Para juzgar a alguien se decía “tiene la mano limpia o


sucia”. Lo peor: ¡meter la mano en la lata! Se consideraba un acto
profano. El metal era considerado ¡demoníaco!

Alumno 3. La mano tenía papel preponderante en la educación


pues ésta podía ser “con mano blanda o mano dura”. Sin duda en
el último caso los maestros las cubrían con cemento antes de
enseñar. Y en el caso de blanda, con alguna crema suavizante.
Queda claro que el medio para educar era la mano y no la
palabra.

14
Alumno 2. La mano podía tener distinto tamaño según cómo se
usara; ante un mendigo se podía “alargar la mano” para
ayudarlo. Y Lo contrario era achicarla.

Alumno 1. Se manifestaba la ira por “alzar o levantar la mano”


pero si un policía detenía un ladrón decía “Arriba las manos”.
¡Qué contradicción! Quizás el castigo era que se enojara con él
mismo por portarse mal… (meditando) … rara educación.

Alumno 2. Había distintas clases de manos. Los albañiles tenían


una mano de arena y otra de cal. Los carpinteros una mano de
cola y otra de barniz. Los pintores tenían más: dos o tres manos
de pintura o de esmalte y las lavanderas “una mano de jabón”. Es
decir, la mano era del mismo elemento que usaban.

Alumno 3. La desesperación se expresaba llevándose las manos a


la cabeza. Y cuando se peleaban “se iban de manos”. Como el
verbo ir indica movimiento, significa que tenían que caminar
apoyados en las manos ¡Incomprensible!

Alumno 1. Tenían un juego en que intercalaban figuras. Al


comenzar a darlas una persona decía “yo doy esta mano”. Y para
finalizar el juego “esta es la última mano”. ¡Apostaba su propia
mano!

Alumno 2. No siempre la mano era la extremidad del antebrazo,


pues se indicaba que alguien era pobre diciendo “tiene una mano
adelante y otra atrás”

Alumno 3. ¿Qué se deduce de todo esto? Los Argentini eran


bárbaros; no sabían expresarse con palabras; su lenguaje era por
medio de las manos a las que daban un valor extraordinario o
ínfimo.

Alumno 1. Pertenecían a un estadio anterior a la edad de piedra o


de metal. Sí, señores ¡Hemos descubierto la edad MANUAL!

Alumno 2. ¡La Edad de la Mano como centro intelectual, ético y


social!

15
Alumno 3. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas
históricas y gracias a nuestro ingenio, ¡entraremos en la
inmortalidad!

Alumno 2. ¡Sólo nos falta el summa cum laude que ustedes nos
otorgarán! Porque creemos que ustedes reconocerán en nosotros
la obra maestra de su labor docente.

Todos: ¡Somos sus clones! ¡Los profesores del futuro!"

SARA ALONSO DOPICO

16
UN DISCURSO EN DIÁLOGO1

MARISA MOSTO
LUIS BALIÑA

M: –¿Te dijo Guillo?


L: (con sorpresa) –¿Qué cosa?
M: –Que quieren que les hagamos el discurso de despedida.
L: –¿En serio? ¿Ya terminan? ¿No me digas? ¡Cómo pasa el
tiempo!
M: (haciendo una pausa) –El tiempo no “pasa”, Luis
L: –¿Cómo que no pasa? Si ayer no más me parece que estaban en
primer año. (silencio) ¿Te acordás de ellos en primer año? ¿Te
acordás de Francisco actuando de Schopenhauer?
M: –¡Si tenés razón! ¿Y se dedicó a Schopenhauer?
L: –Mmm creo que no, creo que estuvo toda la carrera intentando
salir de Schopenhauer.
M: –¿Lo logró?
L: –Creo que sí.
M: -¿Cómo sabés?
L: –Sonríe.
M: –¿Sonríe?
L: –Sí. A veces sonríe.
M: –Es un buen síntoma.
L: –Sí, haber hecho toda la carrera y sonreír. No es poca cosa. Pasó
todo este tiempo y sonríe
M: –¡Otra vez, Luis! Te dije que el tiempo no “pasa”.
L: -¿Cómo que no pasa? ¿No me decís que terminan de cursar?
Empezaron a cursar, cursaron, terminan de cursar. ¿Eso no
significa que “pasó” el tiempo?
M: –No, Luis, el tiempo no “pasa”. Vos como titular de Antigua,
deberías saberlo. ¡El tiempo es un “ente de razón”! Ellos pasaron
de la potencia al acto. Nada más. No pasó nada más.
L: –¿Nada más? ¿Y te parece poco?
M: –A mí no me parece nada. Lo único que sé es que tenemos que
hacer el discurso de despedida, ¿no te dijo Guillo?

1
Es claro que el discurso tiene alusiones que pueden conocer los autores, sus alumnos
y sus colegas. Pero creo que el humor y las ideas generales se notan y muestran el
cariño que existe en nuestra Facultad. [Radulfus]

17
L: –¿Y cómo vamos a hacer?
M: –No sé.
L: -¿Querrán que escribamos algo por separado y lo leamos
juntos?
M: –¿Te parece?
L: –¿Si entre los dos hacemos UNO? Leemos a dos voces.

M: –Mmm no lo sé. Preferiría mantener la dualidad. No me


gustan los monismos. Huelen mal.
L: –¿Huelen mal?
M: –Sí, todo se mezcla, es muy promiscuo. Prefiero la dualidad.
L: –¿Y cómo hacemos?
M: –No sé. Es un problema. Nos piden a los DOS que hagamos
UN discurso de despedida.
L: –Hagamos como en Rizoma.
M: –¿Vos decís? ¿Cómo es eso?

18
L: –Eso de las planicies de Deleuze y Guattari. Es así: yo escribo
una frase, cinco líneas por aquí y después venís vos y escribís
cinco por allá. Cada uno toma una planicie diferente. Luego las
ponemos de forma circular. Ellos dicen que han tenido
experiencias a-lu-ci-na-do-ras. Suena divertido.
M: –No entiendo
L: –Es que no se trata de entender sino de que la pasemos bien.
M: –Te desconozco, Luis. Parecías tan serio
L: –Es que José me regaló su botella de tequila. Y ahora todo es
distinto.
M: –¿Cómo distinto?
L: –Ahora me doy cuenta de lo que decía Nietzsche.
M: –¿Qué cosa de Nietzsche?
L: –Eso de Dioniso. Creo que Nietzsche también tomaba Tequila.
Seguro que, en esos viajes que hizo, estuvo en México.
M: –¿¡Te parece!?
L: –No sé, puede ser. Todo puede ser.
M: –No, Luis, deberías saberlo. No todo puede ser. No creo que
Nietzsche haya estado en potencia de ir a México. No lo creo.
L: –Si vos los decís. Volvamos al discurso. ¿Lo hacemos como un
rizoma?
M: –Va a quedar algo sin sentido.
L: –¿Es que algo tiene sentido?

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M: –¡Otra vez, Luis! ¡Hombre! Te desconozco. Nos pasamos toda
la carrera diciéndoles que hay que buscar la verdad. Que vale la
pena el esfuerzo de ser un ave nocturna, abrir grandes los ojos en
penumbras… ¿Y ahora querés hacer un discurso sin sentido?
L: –¿Y acaso tiene sentido buscar y buscar, para terminar diciendo
“solo sé que no sé nada”? ¡Acabemos con esta pantomima de una
vez!
M: –Pero, Luis, ¡los chicos se van a recibir! No podemos
desalentarlos así.
L: –Mmmm entonces démosles la alternativa de la hermenéutica.
M: –¡Eso está mejor! Ya vamos poniéndonos de acuerdo en algo.
L: –Para eso está el diálogo.
M: –Para generar consenso. Eso.
L: –Eso.
M: –¿Y qué hacemos? ¿Les deseamos suerte?

L: –¡SUERTE! ¿Acaso no sos vos la profesora de ética? ¿Y hablás


de SUERTE? No existe la suerte. ¿Y qué pasó con la libertad? Vos
deberías saberlo.
M: –Yo no sé nada.
L: –¿Ves que no sabemos nada?
M: –¡Otra vez!

20
L: –¿No te dije lo de las planicies circulares? Acabamos de
recorrer una.
M: –¡Tenés razón! ¡Es como una montaña rusa!
L: –¿Hay una rusa? ¿No?
M: –Sí, Sofía, y no sabés cómo cocina. ¡Hace unos postres!
L: –Sí, sí. Los comimos en tu casa, con el tequila.
M: –¿Te acordás? ¡Qué noche, esa noche!
L: –¡Cómo pasa el tiempo!
M: (muy nerviosa) –¡Te dije que el tiempo no pasa!
L: -Y bueno y YO te dije que no es cuestión de desearles suerte.
Eso de la suerte y el destino es de otra época. Ahora digámosles
que cada uno se forja su propio camino.
M: –Se hace camino al andar
L: –Exactamente.
M: –Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de
volver a pisar. ¡Qué triste! (suspirando) ¡Cómo pasa el tiempo!
¡Ups!
L: –¡Ah! ¡Ahora sos vos!
M: –Se me escapó. Es un modo de decir.
L: –Coherencia ¡Mujer! ¡¿Qué les vamos a transmitir a estos
chicos?!
M: –Mmmm, decíamos que les íbamos a decir eso de la libertad.
Que cada uno se forja su camino. Como tu Ulises.
L: –¿Qué tiene que ver Ulises?
M: –¡Ese, el que fue a Ítaca! Digámosles que encuentren su Ítaca.
L: –¿Y cómo es eso?
M: –No sé. Que la busquen y que la encuentren y que vayan.
L: –¿Y existirá? ¿Pensás? ¿Estará Penélope?
M: –Yo creo que sí, tal vez ahora se llame Inés, Guadalupe, Juana
o… La cuestión es que siempre inspiran las ganas de volver.
L: –¿Y mientras tanto de qué van a vivir?
M: –Mmm, es difícil. Quizás podríamos sugerirles que vayan
pensando en algún oficio.
L: –¿Decís? ¿Cómo cuál?
M: –No sé.
L: -¿En qué lo ves laburando a Guillo?
M: –¡De actor! No sabés qué bien interpretó a un alienado
recitando a Nietzsche.
L: –¿En serio?

21
M: –Sí, sí. Fue una tarde, hace unos años. En la clase de
Introducción. Les hicieron una broma a los de primer año. Se
engominó el pelo. Se puso un traje ajustadito con chaleco, se
mezcló entre los alumnos y de repente se levantó de la silla y
empezó a recitar un ditirambo delante de los chicos que recién
entraban a la facultad. (silencio) No quedó nadie en ese curso…
(silencio)
L: –¿Y a José Manuel?
M: –Eso es fácil. ¡Qué se ponga un bar de tacos! Guadalupe y
Juana, hacen de mozas. Inés y Sofía preparan los postres. José
puede cantar las mañanitas cuando es el cumple de alguien. Lo
hace muy bien.
L: –¿Canta bien?
M: –¡Muy bien! y Teresa también. Pueden hacer un dúo a lo
Pimpinela. Si cantan “Laura no está”, se les llena el bar de gente.
L: –Es una vieja tradición argentina eso de que los intelectuales
sean adictos a los bares. Ameghino tenía uno y le había puesto “El
Gliptodonte.”
M: –¿Y éste cómo se puede llamar?
L: –Bar del alma.
M: –¿No del ánimo?
L: –También.
M: –¿Y el soma?
L: –Para eso están los restaurantes…
M: –Entonces el bar es un símbolo.
L: –Claro, de la alimentación del alma.
M: –Pero no se ve.
L: –No se ve pero se manifiesta
M: –¿Dónde?
L: –En la vida, en la alegría, ¿no la viste a Tequi?
M: –Con esa alegría atraería muchos clientes al bar del alma.
L: –¿Y Gonzalo?
M: –Gonzalo que se dedique a la política. Es el mejor negocio.
Quizás les consiga algún puestito a los que faltan. A Santiago
Gigena en el ministerio de agricultura (¿viste que siempre anda
vestido de gaucho?)
L: –Desde Filón de Alejandría miramos la cultura desde la imagen
de la agri-cultura.
M: –¿Y Fede a qué Ministerio iría?

22
L: –A Fede lo veo en el de comunicaciones (es muy hei tech, Fede;
sería un golazo en ese ministerio de la creatividad). ¿Y Santiago
Voršič?
M: –Santiago ya tiene trabajo. Trabaja, creo, en una biblioteca
municipal.
L: –¿Y qué hace?
M: –Cuenta cuentos, creo. A mí me contó una historia
larguiiiiiísima sobre una tal Natacha que se enamoró de un tal
Aliocha. Una historia de desencuentros, traiciones, y
reconciliaciones. Una historia llena de detalles. Le gustan los
detalles. Era una historia rusa.
L: –¡Otra vez los rusos!
M: –Es que Santiago es medio ruso.
L: –No ruso, no. Esloveno.
M: –¡Esloveno! ¿Y qué es eso?
L: –Eslovenia. ¿Eslovenia? Queda por ahí también. (Silencio)

M: –Bueno, Luis ¿qué hacemos?


L: –No sé, ¡qué responsabilidad!
M: –Mejor escribimos por separado. Esto del rizoma no anda.
L: –No, no anda.
M: –Volvamos a lo nuestro entonces. Hagamos algo por separado.
L: –Mientras duró fue divertido.
M: –Sí, muy divertido. ¡Cómo nos hemos divertido con estos
chicos!
L: –¡El tequila de José! ¡Cómo pasa el tiempo!
M: –Tenés razón, Luis ¡Cómo pasa el tiempo!

MARISA MOSTO
LUIS BALIÑA

23
A LOS ALUMNOS DE LETRAS,
QUE TERMINAN SU CURRICULUM
(noviembre de 2013)

Filii dilectissimi, gratias permultas


toto ex corde vere ago et sincere:
Alma in Matre non paucos degimus
dies; iam semina in agros iacta sunt;
fructus scientiae, laboris, laetitiae
maneant vobiscum.
Hijos queridísimos, muchísimas gracias
les doy, sinceramente, de corazón.
En esta Alma Mater no pocos días
pasamos; las semillas fueron a los campos;
frutos de conocimiento, trabajo y alegría
tengan para siempre.

En esta ocasión haré una lectio. Que tal lectio brevis sea sobre
algo que yo mismo escribí parece excesivo, soberbio. Creo que no lo es,
porque el autor no fui yo, sino la musa alegre de ustedes. Los llamo
“hijos”, porque lo son; porque los alumnos son hijos de sus maestros,
porque padre no tiene que ver etimológicamente con la generación, sino
con la idea de ‘venerable’, ‘respetable.’ Por eso Virgilio decía pater
Aeneas, ‘el venerable Eneas.’ Por eso decimos “Padres de la Iglesia”,
porque tuvieron, en su venerable doctrina, una generación espiritual. Yo
hasta tengo nepotes, ‘nietos’, en el conocimiento.
Pero el peso mayor de lo que me dictó mi pobre musa está en la
palabra “gracias.” Es lo más importante que todos podemos decir en
nuestra querida Casa, a nuestros compañeros (alguna vez compartimos
asado con pan y té con masitas), a nuestros maestros (vivos y difuntos) y
a los futuros frutos que de todo ello recibí y ustedes reciben.

Pero ya es suficiente, porque quise escribir una suerte de


epigrama y me encuentro camino a un epyllion, a un pequeño poema
épico. Vaya entonces mi sincero afecto y no se alejen nunca de aquí,
porque todos somos parte importante en esta historia académica… Un
pequeño capítulo en la historia de la belleza.
RADULFUS

24
MAESTROS

FEDERICO CAIVANO1

Hay un símbolo bastante fuerte dentro del inconsciente colectivo,


que es el de la figura del filósofo (y la de los científicos más teóricos)
como un sabio de la montaña, ermitaño, casi chamánico, el cual se
conecta con los misterios del universo de manera solitaria, en rotundo
desapego del mundo y de los demás, excepto cuando el resto de los
mortales lo requieren para solucionar sus problemas o facilitar respuestas
a sus inquietudes. Tal vez no sea una imagen del todo desviada de la
realidad, pero mi sensación después de estos 5 años en la carrera es que
no es esa la esencia de la filosofía.

Puedo decir sin miedo a exagerar que nunca me sentí tan cómodo
en un grupo, una comunidad, como me siento acá. Y realmente me llevo
de esta facultad el recuerdo de convivir en fraterna búsqueda por la
verdad. Búsqueda, por otra parte, que, siendo que todo hombre es
filósofo, trasciende los límites físicos del edificio y puede formar
fraternidades en cualquier momento y lugar. Porque cuando la vocación
filosófica es genuina, tenga la postura que tenga con quien esté hablando
o al que esté escuchando, inmediatamente considero a esa persona mi
hermano filósofo.

1
Palabras que el autor pronunció el día de su propia graduación. [Radulfus]

25
Pero la particularidad de la comunidad filosófica académica es la
existencia de la importantísima figura del maestro. Y digo “maestro” en
vez de “profesor” o “docente” para enfatizar que lo esencial no es un
título o una cátedra, sino un carisma especial producto de una vocación
real, vivida y ejercitada. Y digo que es importantísima porque nadie nace
Aristóteles (y por eso Platón es más groso por haber sido su maestro;
aunque para eso diríamos que Sócrates fue más groso, aunque a su vez
él tenía por encima suyo a un daimon). Todos tenemos maestros (me
acuerdo de que, la primera vez que escuché de Wolff, me sorprendió que
nunca me hubiera preguntado cómo se formó Kant, como si éste hubiera
nacido con 50 años en un aula dando clases). Entonces por más que
podamos decir que la naturaleza nos enseña cosas sin decir una palabra,
lo que quiero decir es que nadie crece en la verdad sin dialogarla con
otro. Si ese otro pasó años tratando de aprender de otros y de la
naturaleza misma, a ése lo llamaré maestro cuando hable conmigo, sea
quien sea.

Y aquí en la UCA conocí a varios y aprendí muchas cosas de


ellos. Aprendí que “El genitivo, en las declinaciones, es la señora de la
casa, porque es la que manda” y que “si ves una construcción antigua y
tiene un arco, es romana.” Que tengo que abrir mi corazón a los lagartos
espaciales, ya que mientras sean animales racionales los podemos llamar
“humanos”. Que la filosofía es como el Twister: uno puede hacer todas
las piruetas que quiera, pero siempre con un pie en la tierra. Que hay
gente que piensa que Cicerón arma oraciones tirando las palabras al aire
y como caen, caen. Que siempre hay que tener en cuenta el horizonte
histórico de los autores, porque si no, no se entienden esas cosas que a
uno le genera decir: “Pará, Platón, ¿no ves lo que estás diciendo?”

Pero bueno, en resumen, en estos maestros conocí lo que es serle


fiel a una vocación. Muchos trabajan de una manera increíble, con varias
clases en distintos lugares, haciendo y pensando constantemente
proyectos que, además, buscan la participación de otros. Y doy fe de que
no lo hacen ni por plata, ni por prestigio. Con sólo escucharlos dos
segundos se nota que están respondiendo constante y firmemente a una
íntima vocación. Cada uno desde su lugar, con su historia personal y sus
posibles desaciertos, obviamente. Y ahí está otra vez el tema de la
humildad, porque muchos no son profesores; son maestros. No profieren
palabras, te muestran verdades (a vos, en segunda persona del singular)
para escuchar tu opinión y tratar de encontrar verdades junto con lo que
pensaron autores o tradiciones anteriores. Es amor a la verdad, con todas
las letras. Y por eso pretende ser éste un espacio de homenaje a esos
grandes, que no son todos pero sí muchos.

26
Es decir, para finalizar, que lo que me llevo de valioso de estos
cinco años es que conocí gente que vale la pena. O, mejor dicho, que
vale. Punto. Gente honesta, realmente preocupada por lo importante,
abiertos al diálogo y a tender una mano cuando alguien (el que sea) la
necesita. Por esto puedo decir que lo que experimenté en esta facultad no
fue el ser parte de un grupo, sino el moverme en una comunidad viva.
Por lo que me da cosa de repente salir de ella. Me parece que todavía no
caigo en la cuenta de dónde estoy, porque tampoco sé muy bien dónde
estaré, pero por lo menos estoy haciendo lo posible en estos días por
recordar dónde estuve y por qué. Vicios de la profesión, como se dice.

Infinitas gracias a los que forman esta comunidad y me regalaron


estos 5 años.

FEDERICO CAIVANO

27
EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS

En este arcón aparecen libros y objetos peculiares de valor


incalculable. Venderlos no es una opción, pues al traducirlos en
dinero pierden significado. Sin embargo, queremos compartirlos
de alguna manera y por eso abrimos este espacio.

Leonardo Caviglia y sus recuerdos


El arcón de este número nos muestra que guardaba un raro tesoro. Son
unas fotos que nos manda Leonardo Caviglia, de su acto de egreso, allá por 1991.
Empecemos por una más general.

Siempre tuve mala memoria para rostros pero quizás alguien, agrandando
la imagen, encuentre alguno conocido. Si tengo que elegir un tema musical para
acompañar la foto, es el que pongo aquí abajo, del año del jopo.

28
Esta curioso foto parece unir lo universitario con lo colegial. No es
descaminado, pues en muchas universidades hay colegios. Están Horacio
Hernández, Ana Julia Nayar, Cristina Mazzoni, Leonardo Caviglia Grigera, Carlos
María Galmarini y Xavier Ryckeboer. [Radulfus]

No puedo dejar de recordar las paredes de ladrillo del edificio de


Bartolomé Mitre.¡Qué buenos para escribir y borrar eran esos pizarrones! Y las
mesas de los profesores estaban al estilo antiguo, sobre tarimas. Termino con la
imagen del Dr. Delbosco, junto a dos queridos alumnos. [Radulfus]

29
MINIMA

Romance de los quintos años


En esta bella jornada
los saludo, mis muchachos,
pues siempre tengo conmigo
las clases que me escucharon.
Las lecciones de la lengua
aprenderlas procuramos;
la Roma eterna y sus cosas...
nos costó menos trabajo.
Por entre verbos y versos
con pie alterno caminamos;
y seguro seguiremos
avanzando paso a paso.
En las vueltas de la vida
espero verlos, si acaso.
No sé si de mí se acuerdan...
siempre los llevo a mi lado.
Radulfus1

Latines en actos de graduación


Muy lindos recuerdos en los actos de graduación; me detengo un
minuto solo en uno de ellos. A veces, durante la Misa, algún pequeño
coro ha cantado cantos en latín. Y también es tradición entonar el
Gaudeamus igitur, versos tan imbuidos del espíritu universitario. En fin,
intento enseñar latín y es esperable que me fije en eso. [Radulfus]

1
En 2014, a alumnos del Colegio Santo Tomás de Aquino, en el acto de fin de curso.

30
Las cruces de los egresados

Es costumbre en nuestra Facultad dar a los egresados unas


sencillas cruces de madera. No hablaré sobre las muchas simbologías de
la cruz (tarea superior a mis fuerzas) pero recuerdo para mí mismo que
hay algunas cruces (pocas) en nuestra carrera humanística; pero muchas
más son las alegrías y los gozos profundos que las cruces de nuestro
estudio nos dan. [Radulfus]

31
DIALOGUITOS EN EL PERÍPATO

Esta sección incluye escritos sobre anteriores escritos de


nuestra Philosophia vulgaris. Le he puesto un título que recuerda a
los “Dialoguitos en el asfalto”, del viejo diario La razón. Creemos
que será del gusto de los lectores. [Radulfus]

A Marisa Mosto, sobre Magistra


Querida Marisa
Te agradezco el recuerdo que has hecho de Magistra. Mi
memoria se confunde mucho pero escuché en algún acto de fin de año
“Manos.” No fui su alumno, porque en mi época Letras y Filosofía
estaban en edificios separados y no constituían una Facultad común. No
obstante, muchas veces hablé con ella y la ayudé en la organización de
las jornadas de griego y latín. Me gustaría hacerle alguna vez un
homenaje en Philosophia vulgaris. Es bueno conservar en el recuerdo a
quienes nos han ayudado.
Radulfus

A Christián Carman
Fue muy grato leer tu discurso, que conocía solo en forma oral.
Te copio nada más una cosa que escribí acerca de Javier Portales, a
quien mencionás.
Es primera la cabeza
pero valen los segundos:
está en la cumbre el monarca
mas su ayuda hace lo suyo.
Además entre segundos
no eres poco, a buen seguro.
Radulfus

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