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Luis Enrique López

(editor)

Diversidad y ecología
del lenguaje en Bolivia

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PROEIB ANDES
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así

áv*"

P o rrad a:
Ilu stra c ió n ri.-a!izada p o r M irra C w irk o para la A g e n d a 2 0 0 7 : Rostros nativos ele BoUvia,
e la b o ra d a p o r ¡a E d ito ria l de la F u n d a c ió n A m ig o s de la N a tu ra le z a . L a ilu s tra c ió n se
in sp iró en la fo to g ra tía to m a d a p o r G ra c ie la Z o lc z z i a una líd e r a y o re a re c o n o c id a p o r
su tra y e c to ria y c o n trib u c ió n al d e s a rro llo de la a rtesa n ía de su p u e b lo . Es ed u cad o ra
y a c tu a lm e n te viv e en el B a rrio B o lív a r de la ciud ad de S a n ta C m z de la S ie rra .

l'o to g ra lía s : C h ris tia n .\lujica, H e rn .ín .-Vndía, X o é P o rn ig a l, C a r lo s L ó p e z , R o d o lfo


G o y ria , D a n ie l Ja m e s, Ib ico S o liz , C ris tia n S a lv a tie rra , V e ró n ic a T e je rin a , Su san a
C h ;ív e z y F e rn a n d o P rad a.

C u id a d o de e d ició n : PROEIÜ .-Vndes

© l’ ROI-.IB .\.iKÍes / P lu ra l e d ito re s, 2 0 0 6


© L u is E n riq u e L ó p e z, 2 0 0 6

P rim e ra ed ic ió n : d ic ie m b re de 2 0 0 6

IS B X : 9 9 9 5 4 -1 -0 4 4 0 3
D .L .: 4 - 1 - 2 1 7 0 - 0 6

Prcjducción
íl l P lu ral e d ito re s
c. Rosendt> C iu tié rre z .^95 esq. E cu ad o r
T el. 2 4 1 l ü l S / C a silla 5 0 9 7 / L a P;vz-B olivia
E m ail, p lu ra lS a c e le r a te .c o n i

bnprcsu cu Bulii iü
Pueblos indígenas, lenguas,
política y ecología del lenguaje

L ilis E n riq u e L ópez

Los pueblos indígenas y orighm rios constitnhnos más dcl 6 2 %


de la población de S o livia, que durante viá s de cinco siglos he-
vrossido excluidos, oprijnidosy explotados sistaiuhicainentepor
el Estado y la sociedad boliviana y nos han considerado covio si
fuérm uos inquilinos en nuestro propio teiritorio. E l sistevin
educativo colonial y el republicano neocolonial, etnocida y
castellanizante han pretendido an iq u ilar vuestras culturas, len­
guas, conocimientos y saberes; u surp ar nuestros territorios, ter­
m in a r con nuestros recursos naturales y las fo n iia s ancestrales
de organización y fm icionam iaito comunitario.
(F ro ilá n C o n d o ri, d irig e n te qu ech u a, p resid e n te del C o ­
m ité de E d u cación de la C á m a ra de D ip u tad o s, 2 0 0 5 ) .

Resumen

Este capítulo sitúa el contenido de este volumen desde una triple


perspectiva. En una primera parte se comparte algunas considera­
ciones generales relativas a la política y planificación lingüística en
los Andes, con menciones explícitas al caso boliviano. En una se­
gunda, se oñ'ece información referencial básica respecto a los pue­
blos indígenas en Bolivia, a sus lenguas, así como también a la actual
situación sociolingüística nacional. Para, en la última sección, pre­
sentar y discutir la perspectiva teórica adoptada en este libro para
analizar un conjunto discreto de idiomas indígenas bolivianos en su
relación con el castellano y a partir del conte.xto sociohistórico espe­
cífico en el cual estas lenguas se usan, aprenden y enseñan. Si bien el
capítulo comprende tres partes claramente identificables, las ü-es
están estrechamente vinculadas por el hilo conductor de la política
dcl lenguaje en Bolivia y la consecuente preocupación por el destino
de los pueblos indígenas en Bolivia y la suerte de las lenguas que
ellos hablan y/o desean hablar, no sólo en tanto instrumentos de
comunicación en las condiciones actuales que marcan su condición
di' pueblos, sino también en tanto herramientas válidas de identifi­
cación individual y colectiva.
• • • • • • • • • • •

I Los problemas entre lenguas Consideraciones generales sobre política
i son fundamentalmente y planificación lingüística
resultado de los problemas
entre sus hablantes y entre a propia existencia de la diversidad idiomática, a menudo, genera con
las sociedades, pueblos
y estratos sociales a los
que ellos pertenecen.
L flictos curre los hablantes miembros de las diversas comunidades
lingüísticas que componen un país m uldlingüe o incluso una región
dentro de un país. T iles conflictos se derivan del contexto sociohistórico que
en su evolución configuró las normas socialmente construidas que regulan la
interacción social y, en general, el funcionamiento de la sociedad plurilingüe,
y es en esc marco desde el cual se establecen las reglas, explícitas o implícitas,
que rigen el uso de los idiomas hablados en dicha sociedad. A ello se debe que
líderes de las comunidades idiomáticas respectivas así como los gobernantes
de los países de los cuales forman parte se encuentren en circunstancias en las
que se ven forzados a intervenir y a tomar decisiones de nauiraleza lingüística,
de manera de contribuir a la solución de un problema de índole mayor deriva­
do de históricos conflictos de índole sociopolítica.
Aún cuando desde este trabajo busquemos compartir información res­
pecto a la política y planificación idiomáticas, y a las acciones que desde ella se
despliegan para atender algimas de las cuestiones que hoy preocupan a las
comunidades lingüísticas en Bolivia y a quienes trabajan con ellas, cabe plan­
tearse la interrogante de si, desde el propio campo de la política y la planifica­
ción lingüística, no se sobredimensiona a veces el papel que la lengua juega
tanto en el establecimiento como en la resolución de los conflictos sociales y
políticos referidos. Es decir, dado que se trata de un campo creado y desarro­
llado sobre todo por hngüistas y por sociólogos del lenguaje, puede ser que la
mirada lingüística parcialmente excluya otros factores, como el histórico o el
político, que por seguro cobran un papel más determinante en la generación
de los conflictos que, desde un enfoque a menudo exclusivamente racionalista,
se busca solucionar.
En otras palabras, a veces pasamos por alto que los problemas entre len­
guas son fundamentalmente resultado de los problemas entre sus hablantes y
entre las sociedades, pueblos y estratos sociales a los que ellos pertenecen. Tal
vez a ello se deba que algimos consideren que “las lenguas son especies parási­
tas cuya vitalidad depende del comportamiento idiomático de sus hablantes,
quienes a su vez responden adaptativamente a los cambios que tienen lugar en
sus ecologías socio-económicas” (Mufvvene 2002; 162)'.
No obstante, también es menester reconocer que en diversas situ;.ciones
los debates \’ discusiones en torno a la(s) lengua(s) cobran tal magnimd que
hacen que la(s) lengua(s), o las cuestiones idiomáticas, emerjan como uno de
los factores que mejor reflejan o traslucen otros problemas sociales y políticos
que subyacen al uso lingüístico y que pueden ser más difíciles de objeti\ ar. Tal
es el caso, por ejemplo, de la g u er ra de ¡as vocales que, de tanto en tanto, aviva la
discusión sobre la escritura del quechua en el Perú y, afortunadamente sólo en
casos aislados y no significativos, también en Bolivia.
Tales episodios enfrentan en el Perú a lingüistas y a bilingües hablantes y
1 M i tra d u c c ió n del o rig in a l; cultores de una variante elaborada del quechua cuzqueño. Los primeros, que
“Languages are parasitic species intentan basarse en la percepción y comprensión de los monolingües quechua
w h ose v ita lity d ep en d s on th e hablantes, favorecen una escritura trivocálica en consonancia además con las
communicative behaviours o f their
sp eak ers, w h o in tu rn re sp o n d
características fonémicas de la lengua quechua; mientras que los quechua
adaprively to changes in their socio- hablantes bilingües optan más bien por una escritura pentavocálica, como la
economic ecolo?ies”. del castellano, sobre la base de comparaciones fonéticas que establecen entre

18 9 Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


el castellano y el quechua (cf.Jungy López 1987), sin duda algxina, influenciados La lingüística moderna otorga
por la tradición escrituraria del castellano y por su propia condición primigenia preeminencia al quechua
de h a b la n te s bilingües y de c s a ih ie n tc s monolingües en castellano.- Buscando hablado por los campesinos
una supuesta relación democrática entre lenguas de naturaleza v trayectoria monolingües, y no así al a
distintas, sin tal vez quererlo ni buscarlo, condicionan la escritura del quechua
variante quechua elaborada
a aquella que rige para la escritura del castellano. Como se ha sugerido, el
que es hablada por quienes
debate cuzqueño sobre la escritura del quechua no se circunscribe al territorio
peruano; aunque, en menor grado, éste también tiene su impronta en Bolivia, se consideran herederos del
y particularmente en la ciudad de Cochabamba, donde funciona una filial de idioma del Imperio Inca.
la Academia M ayor de la Lengua Quechua del Cuzco.
Estas pugnas respecto de la escritura del quechua surgen desde mediados
de los años sesenta cuando, primero, la lingüística moderna peruana comenzó
a cuestionar la visión tradicional y acientífica precedente que consideraba al
quechua cuzqueño como el v e rd a d e ro o el m á s p u ro (sic). Desde entonces se
? reconoce la yaHdez de todas las variantes quechuas habladas en el extenso te­
rritorio en el cual se ha difundido el quechua desde Colombia hasta la Argen­
tina y Chile. A ello se añade que la lingüística moderna otorgue preeminencia
al quechua hablado por los campesinos monolingües, y no así a la variante
quechua elaborada que es hablada por quienes se consideran herederos del
idioma del Imperio Inca, y ven a su variante como la qbnpnq s iv n (lengua o
habla de los que mandan o del poder) y a todas las demás variantes quechuas
como u'a-Lüa s h n ih m n (lenguas o hablas de niños).
En rigor, subyace a c s tz g iie iT a un problema de índole mayor derivado de
un conflicto tanto étnico como de clase. No se trata únicam ente de la
jerarquización entre una variedad elaborada o c u lta , que también se escribe y
en la cual se hace poesía y se cultiva algún otro género literario, y otra varie­
dad p o p u la r, exclusivamente oral y que, como tal, recurre a los mecanismos
cognitivos, culturales y lingüísticos de la oralidad ancestral, sino y sobre todo
de la subalternización de campesinos y trabajadores pobres, por lo general 2 Destaco este hecho, a m¡ juicio,
analfabetos, también quechua hablantes que hoy usufructúan y trabajan la tie­ fundamental para entender la fija­
ción de los bilingües quechuas res­
rra que antes poseían quienes, bajo el régimen feudal de la hacienda, ostenta­
pecto de las normas escriturarias del
ban la condición de señores y habían reducido a esos otros quechua hablantes castellano (cf. Jung y López 19ñ7).
a la condición de sien^os. Esa situación llevó a los señores a enorgullecerse del
glorioso ancestro inca y a verse como sus herederos, pero a avergonzarse de 3 El ensalzamiento del pasado im­
los campesinos quechua hablantes de hoy, los mismos que serían nías bien perial inca llevó a lo largo del Siglo'
X X a m iem bros de la Academ ia
producto del empobrecimiento también cultural y lingüístico resultante de la Quechua a participar en la reinter-
colonización.^ En este contexto, el conflicto lingüístico se hizo más patente, a pretación de las historias preinca e
partir de 1969, cuando tuvo lugar en el Perú una reforma agraria que entregó inca, e incluso a la creación o recrea­
la propiedad de la tierra a quienes la trabajaban, expropiándosela a los hacen­ ción de instiruciones socioculturales
quechuas. En este marco, por ejem­
dados {Ibíd. y Cerrón-Palom ino 1987). Algo parecido ocurre también en
plo, desde mediados de los años cin­
Cochabamba, Bolivia, ciudad que se consolida como lugar de descanso y de cuenta se celebra en el Cuzco la fies­
prestación de servicios para quienes hasta 1952 poseían las tierras y las hacien­ ta del Inti Raymi, o celebración al
das que circundaban esta urbe, antes que la Revolución Nacional de entonces Sol, ocasión en la que, con motivo
redistribuyese la tierra entre los campesinos que la cultivaban. del cainbio de solsticio a mitad de
año, se escenifica la entrada del Inca
Tnito en el Cuzco como en Cochabamba funcionan hoy academias de la con su panaca'o familia real. El pa­
lengua quechua, cada una de las cuales defiende y reivindica la pureza (sic) de pel de inca fue asumido más de una
la variante cuzqueña, reconociéndola a-históricamente como la variedad inca vez por un expresidente y connota­
o imperial, cinco siglos después de que las diversas variantes quechuas entra­ do m ie m b ro de la Academ ia
Quechua quien hacía gala de su ex­
ran en contacto con el castellano. En este caso y sobre todo en el Cuzco, si
celso quechua cuando dirigía su alo­
bien los factores sociohistóricos son determinantes en el surgimiento del con­ cución al público que presenciaba el
flicto social y político, no cabe duda alguna que la cuestión lingüística consti- espectáculo: “su pueblo”.

Puebles indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje ■ 19


• • • • • • • • • • • • • • • • • « j i •
• • • • • #
Los problemas de índole tuye tnmbicn un elemento de suyo determinante, en tanto los exhacendados
idiomática, que pueden se afernin a su variedad elaborada y culta en la medida en la cual ésta constitu­
requerir de la intervención ye actualmente uno de los últimos marcadores de estatus social privilegiado y,
de los líderes de las por tanto, de prestigio en la sociedad cuzqueña.
Como se puede apreciar, los problemas de índole idiomática, que pueden
comunidades lingüísticas
requerir de la intervención de los líderes de las comunidades lingüísticas como
como de los gobernantes,
de los gobernantes, son variados y pueden abordar dimensiones diferentes
son variados y pueden
referidas al uso de uno o más idiomas en distintas esferas de la vida social. Así,
abordar dimensiones por ejemplo, pueden surgir situaciones conflictivas cuando en una sociedad
diferentes referidas, al uso plurilingüe los hablantes de una lengua o dialecto, o variante de un idioma,
de uno o más idiomas reclaman, con vistas a mayor visibilidad y participación en el quehacer nacio­
en distintas esferas nal, la oficialización de la variedad que ellos hablan, en un contexto en el cual
de la vida social. rige el uso oficial de un solo idioma o un solo dialecto para la comunicación
entre gobernantes y gobernados. En una situación tal, los gobernantes pue­
den decidir otorgar el reconocimiento solicitado, dictar medidas fragmenta­
rias que satisfagan, por los menos parcialmente, los anhelos de las comunida­
des lingüísticas subalternas o simplemente persistir en el régimen asimétrico
de elección y favorecimiento de la lengua hablada por el sector hegemónico
ante el cual reaccionaron los miembros de las comunidades lingüísticas subal­
ternas. Problemas como el aludido tienen por lo general antecedentes históri­
cos derivados de la supremacía que u:\d comunidad lingüística determinada
ejerce sobre otra, como ocurre en el caso de las sociedades de origen colonial.
Tales antecedentes, sin embargo, son a menudo pasados por alto o no
considerados en el análisis de los problemas existentes y en la búsqueda de las
soluciones, particularmente cuando se trata de los países latinoamericanos en
Planificar el uso de uno
los que, supuestamente, las taras del colonialismo fueron superadas con el
o más idiomas, o la forma régimen republicano instaurado hace casi ya 200 años. No se toma en cuenta,
en la que éstos deberían sin embargo, que la independencia en los Andes se gestó sin la participación
utilizarse sea en el plano oral indígena, hecho que influye en cuanto a que la hegemonía de lo colonial-
y/o en el escrito, implica una europeo persista aún con fuerza en todos los ámbitos culuirales y lingüísticos,
intervención deliberada y sobre todo producto de la adopción a-crítica y descontextualizada del discurso
consciente. Tal intervención igualitario y liberal temprano de la Revolución Francesa y del régimen políti­
puede afectar el régimen co e idiomático del Estado-nación unitario y uniforme de entonces. En el caso
idiomático que regula el americano en general contribuye a ello que las propias sociedades subalternas,
funcionamiento de una con el tiempo hayan asimilado, en muchos sentidos, el discurso hegemónico,
así como que, con realismo y producto de una larga historia de exclusión y.
sociedad determinada,
marginación, busquen que sus niños y jóvenes se apropien a la brevedad posi­
las características ble del idioma del poder.
estmcturales de un idioma Cuando los gobernantes de las sociedades multilingües, o los líderes de
o su evolución natural, las mismas comunidades lingüísticas, toman decisiones respecto de la lengua
cuando está en contacto o lenguas habladas en su territorio ellos inten'ienen en el campo de la política
y/o en conflicto con otro. y de la planificación idiomática. Es decir, planificar el uso de uno o más idio­
mas, o la forma en la que éstos deberían utilizarse sea en el plano oral y/o en el
escrito, implica una intervención deliberada y consciente. TIil inten'ención
puede afectar el régimen idiomático que regula el funcionamiento de una so­
ciedad determinada, las características estructurales de un idioma o su evolu­
ción natural, cuando está en contacto y/o en conflicto con otro, así como tam­
bién el papel que las lenguas involucradas pueden jugar en la educación. Por
ende, al tomar decisiones como éstas se interviene en el plano de la política y,
lo que.es más, se hace política idiomática o política con la lengua o lenguas en
cuestión, en tanto se inten'icne m editadam entey de forma premeditada sobre

20 Diversidad y ecología dei lenguaje en Solivia


ellas, de cara a solucionar problemas sociales de índole extralingüística y de La planificación idiomática
naturaleza política. debe ser vista como una
En la situación boliviana, producto de la ascensión al poder de un presi­ parte de la política lingüística
dente que hoy se reivindica como indígena y que en la opinión de todos repre­
y no como una acción
senta a las mayorías nacionales indígenas, esto se pone en evidencia cuando,
separada de ella. Menos aún
en el marco de la descolonización de la educación propuesta, se plantea la
obligatoriedad de la enseñanza de las lenguas indígenas en el sistema escolar v debe ser tomada como un
tanto en el área urbana como en la rural.También ocurre cuando se prescribe quehacer neutro o apolítico
que todo funcionario público aprenda y hable el idioma indígena predomi­ que sólo busca aplicar
nante de la región en la que trabaja. Las lenguas indígenas en este caso contri­ principios o derivar prácticas
buyen ;i generar un espacio de negociación y de disputa extralingüística, a la de la teoría sociolingüística.
vez que se \njelven en catalizadoras de nuevos tipos de relacionamiento social
entre indígenas y no-indígenas. Es decir, cuando el gobierno de Evo Morales
toma decisiones como éstas, no lo hace para solucionar un problema idiomático
ni tampoco para contribuir a la presentación y mantenimiento de las lenguas
indígenas, pues lo que está en juego es algo más importante y mayor: la desco­
lonización de las mentes y de los corazones de todos los boli\aanos. Descolnnizar
a los hispano hablantes supone a}Tjdarlos en la revisión crítica de la historia
social del país, así como para que superen las históricas prácticas racistas v
discriminadoras aún vigentes, que han ido en desmedro de todo lo indígena.
Pero ello no basta, pues también hay que descolonizar a los propios indígenas
de manera que ellos superen la naturalización que han hecho de las prácticas
discriminadoras y racistas y así reubiquen sus lenguas v sus prácticas culturales
y las revaloren. En otras palabras, las medidas de política idiomática adopta­
das por el gobierno del presidente Evo Morales trascienden la esfera lingüísti­
ca y se refieren más bien al plano político del país. Resulta obvio que tratándo­
se de un gobierno presidido por un líder popular e indígena la medida cobra
un cariz particular y la vocación antiracista y descolonizadora de la medida se
magnifica ante los ojos de los potencialmente afectados.
Dadas las relaciones anotadas en los párrafos precedentes, la planifica­
ción idiomática debe ser vista como una parte de la política lingüística y no
como una acción separada de ella. Menos aún debe ser tomada como un que­
hacer neutro o apolítico que sólo busca aplicar principios o derivar prácticas
de la teoría sociolingüística, tal como se planteaba en cierto modo cuando la
planificación hngüística surgió como disciplina en sí misma a fines de los años
sesenta (cf. Rubín yjernudd 1971). Les guste o no, los técnicos que se involucran
en procesos de determinación de políticas lingüísticas y de planificación
idiomática, a través de ello, se comprometen con las complejidades de la polí­
tica nacional y, tarde o temprano, se ven ante la disjauitiva de tomar partido
por uno de los grupos en conflicto; siuiación que se agudiza cuando se trata de
sociedades m ultilingües en las cuales una de las lenguas en pugna es un idioma
de origen colonial que desplaza gradualmente a los demás, incluso de sus ám­
bitos íntimos privilegiados.
Como en todo proceso planificador, en la planificación idiomática es ne­
cesario aplicar un conjunto de procedimientos y atravesar distintas etapas en
la toma de decisiones y de implementación de la estrategia adoptada. Esto
quiere decir que, ante la identificación de un problema determinado, el plani­
ficador jingüístico toma decisiones referidas al cambio de una situación previ-^
y, por ello, inscribe sus medidas en una perspectiva de cambio idiomático. /
Como se deriva de lo hasta- ahora e.xpresado, en casos como éstos, el cambio
lingüístico es planificado y no natural; vale decir, no se e.spera hasta que el

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje H 21


••••••••••••••«•A
La formulación de políticas conflicto idiomático y social ante el cual se decide actuar se resueh a por si
y de estrategias de sólo en el tiempo, sino se interviene y se adoptan medidas explícitas destina­
planificación idiomática desde das a modificar la situación previamente identificada como problema que es
arriba no siempre ha contado menester solucionar.
con la participación activa de Una situación lingüística conflictiva podría solucionarse por sí sola y de
manera natural, simplemente por acción del tiempo. Tal es el caso, por ejem ­
representantes de las propias
plo, del desplazamiento y eventual muerte o extinción de un idioma subalter­
comunidades de hablantes, ni
no, como producto de su falta de uso, por la superposición de otro idioma, en
menos aún con la consulta un contexto mayor de opresión colonial que determinó su devenir en idioma
previa y el consentimiento subalterno, en tanto contrapuesto al medio de expresión privilegiado del sec­
informado, como hoy lo tor social dominante y hegemónico. Como es de esperar, procesos como és­
prevén las disposiciones tos, por un lado, no ocurren de la noche a la mañana y, por otro, marcan toda
internacionales en todo lo que la historia de la humanidad. En tales situaciones, y cuando los propios actores
hace a las cuestiones que de las comunidades lingüísticas subalternas o quienes las gobiernan buscan
afectan a los indígenas. alterar este curso natural, sea para revertir el cambio lingüístico que va en
desmedro de la lengua subalterna o minorizada, como para acelerar su extin­
ción, se dan entonces procesos de planificación lingüística o idiomática.
Una última consideración que es necesario tener presente es la relativa a
los actores que intem enen en la formulación de las políticas lingüísticas y en
la planificación de su estatuto, uso, enseñanza y aprendizaje. Históricamente,
responsabilidades de esta índole han recaído en los Estados, sea a través de
órganos especializados, o comúnmente en Ajnérica Latina por medio de los
ministerios de educación, asistidos o no por la comunidad académica y los
especialistas que trabajan con los lenguas en cuestión. La formulación de po­
Con el avance del movimiento líticas y de estrategias de planificación idiomática desde arriba no siempre ha
y de las demandas indígenas contado con la participación activa de representantes de las propias comuni­
en el continente, son cada dades de hablantes, ni menos aún con la consulta previa y el consentimiento
vez más numerosas las informado, como hoy lo prevén las disposiciones internacionales en todo lo
que hace a las cuestiones que afectan a los indígenas, tanto a nivel individual
propuestas que van en
como colectivo. Ultimamente, sin embargo, han sido los propios concernidos
dirección contraria a lo usual: quienes se han involucrado en la toma de decisiones respecto de sus lenguas e
de abajo hacia arriba. incluso han formulado propuestas ante los Estados (cf. Green y Houghton
1996). De hecho, la historia de la utilización de las lenguas indígenas en la
educación boliviana está estrechamente vinculada a las demandas planteadas
de manera explícita y clara por representantes de las comunidades lingüísticas
bolivianas (cf. CSüTCB 1991, CIDOB consulta en línea 10.11.2006). Ante ello,
el Estado boliviano se ha quedado corto y no ha hecho otra cosa que reaccio­
nar afirmativamente ante las reivindicaciones de los indígenas'boli\ ianos en
materia idiomática. Como lo veremos más adelante, algo parecido ocurrió
también el año 2000, cuando el gobierno boliviano emitió un Decreto Supre­
mo que oficializó todas las lenguas indígenas habladas en el país.
Con el avance del movimiento v de las demandas indígenas en el conti-
nente, son cada vez más numerosas las propuestas que van en dirección con­
traria a lo usual: de abajo hacia arriba (cf. los ti'abajos en H ornberger 1997,
López en prensab). Ello también viene ocurriendo en Bolivia y el .-Vntepro-
yecto de Ley de Derechos y Políticas Lingüísticas entregado al Congreso
Nacional no es sino muestra de ello. De hecho, estamos ante un cambio de
paradigma que hoy se incluye en la perspectiva de la ecología del leng-uaje que
nos ha orientado en la preparación de este volumen.

§§§

22 Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


r
í Bolivia multictiiica, plurilingüe y m ulticultural Bolivia no es sólo el país
altiplánico que todos nos
Bolivja posee seis eco regiones claramente diferenciadas: el altiplano collavino, representamos sino más
los valles interandinos, la puna, los bosques secos del Chaco, los llanos orien­ bien un amplio territorio
tales y los bosques húmedos de la Amazonia. Estas tres últimas zonas, el Cha­ ecológicamente diverso
co, el Oriente y la Amazonia, conocidas como las tierras bajas, comprenden la
y complejo. Junto a esa
mayor parte del territorio nacional. A diferencia del imaginario construido
sobre Bolivia, éste no es sólo el país altiplánico que todos nos representamos diversidad geográfico-
sino nvás bien un amplio territorio ecológicamente diverso y complejo. Junto ecológica, caracterizan
a esa diversidad geográfico-ecológica, caracterizan también al país su plurali­ también al país su pluralidad
dad biológica, su complejidad cultural y su riqueza idiomática. biológica, su complejidad
Las tierras bajas constituyen las áreas de mayor diversidad biológica del cultural y su riqueza
país, las que coinciden con las regiones de mayor heterogeneidad cultural y idiomática.
lingüística. Aproximadamente, dos tercios del territorio boliviano pertenecen
a esta región ubicada entre las cuencas amazónica y platense y en ella habitan
unos 400.000 indígenas distribuidos en 33 comunidades étnicas dii'erenciadas
entre sí. A ellos se suman los tres que habitan en las tierras altas -el nlrinlano y
valles interandinos- y que juntos comprenden más de cuatro millones de po­
bladores que se autodefinen como indígenas-originarios.
Bolivia es un Estado pluriétnico, multicultural y plurilingüe; sin embar­
go, no se trata de un país con pueblos de igual condición ni tampoco de socie­
dades que han gozado de la misma atención y valoración tanto por parte del
Estado como de la sociedad en su conjunto. Producto del régimen colonial
sólo superado de manera formal, y por ello aún vigente, los pueblos indígenas
en general han vivido en la condición de comunidades subalternas (Spivak Bolivia es un Estado
1988), mientras que el control político del país ha estado en manos de la mi­ pluriétnico, multicultural y
noría blanco-mestiza que lo ha gobernado desde hace más de 180 años; Sólo plurilingüe; sin embargo, no
en las últimas tres décadas, este panorama comenzó a modificarse como resul­
se trata de un país con
tado del surgimiento y avance de un movimiento indígena y de la creciente
pueblos de igual condición ni
participación política de hombres y mujeres indígenas en distintos ámbitos de
la administración pública y del gobierno nacional. tampoco de sociedades que
Y es que Bolivia ha experimentado un sin igual proceso de redescubri­ han gozado de la misma
miento y reáfirmación étnicos que a fines de la década de los ochenta del Siglo atención y valoración tanto
XX se n'adujo en la llegada al Congreso Nacional de una mujer de pollera que por parte del Estado como de
reivindicaba su condición de aimara y también de hablante de esta lengua.'* la sociedad en su conjunto.
Varios connotados líderes que reafirmaban su condición étnica diferenciada, a
lo largo de la década de los noventa de ese mismo siglo, ocuparon carteras de
Estado y, en el período 1993-1997, un líder político e intelectual aimara ha­
blante -D on Víctor Hugo Cárdenas- llegó a la vicepresidencia de la Repúbli­
ca, y muchos más indígenas pertenecientes a distintos indígenas asumieron
papeles de importancia variada en distintas instancias gubernamentales, a la
luz del multiculturalismo liberal que entonces impregnó el país (cf. Postero
2005) bajo la influencia de distintas agencias y organismos internacionales, así
como de la ideología de la interculturalidad que impulsaban los líderes y las
organizaciones indígenas (cf. López 2005). Después, :■comienzos de la prime­
ra década de este siglo, este panorama se modificaría aún más con la asunción
al poder legislativo y a las alcaldías y consejos municipales en distintos lugares
del país de numerosos hombres y mujeres indígenas (Alhó y Quispe 2004). De
hecho, producto de la elección del año 2002, la composición étnico-cultural 4 Doña Remedios Loza, la “coma­
del Congreso Nacional se transformó significativamente para incluir a casi un dre Rem edios” fue posteriormente
tercio de mujeres y hombres que se reivindicaban como indígenas, originarios candidata a la presidencia dél país.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje H 23


• • • • •
En el país conviven O cam pesinos, y que a m enudo hacían gala en las cám aras legislativas c!e hablar
36 pueblos indígenas un idiom a indígena.
diferentes, distribuidos en El corolario de todo este proceso de avance indígena en la poh'tica bolivia­
los nueve departamentos na fue la elección, a fines del año 2005, a la primera magistratura del país de un
que componen Bolívía y líder social que reivindica su condición de indígena. La llegada al poder de Evo
Morales marca así un viraje profundo en la comprensión del país y modifica el
en las seis ecoregiones
imaginario social que todos los bolivianos se habían construido. Que el gobier­
antes mencionadas.
no del presidente Morales apueste por la refundación del país, impulsando una
Asamblea Constituyente; haya adoptado la ideología de la descolonización del
país; se plantee la nacionalización de los recursos naturales; y la reubicación de
las culturas así como de los hombres y mujeres indígenas, tiene profundas
implicancias para las lenguas indígenas y para el castellano.

P ueb los y lengxias indígenas’

El último Censo Nacional de Población de 2001 dio cuenta de que el 62,05%


de la población nacional de 15 o más años de edad se autoidentificaba como
indígena. De ellos, la gran mayoría es sea quechua o aimara, en ese orden, l'.l
30,7% de la población nacional se considera quechua, el 25,2%, aimara, el 2,2%
chiquitano, el 1,6% guaraní, el 0.9% mojeño y un 1,4% se autoidentificó con
otro pueblo indígena. El 38,0% estaría conformado por los criollo-mestizos.
El Cuadro 3 y el Mapa 1 dan cuenta de la diversidad éüiica, cultural y
lingüística que caracteriza a Bolivia. En el país conviven 36 pueblos indígenas
diferentes, distribuidos en los nueve departamentos que componen Bolivia y
en las seis ecoregiones antes mencionadas.
En las regiones altiplánica y de valles interandinos se asientan los
demográficamente más numerosos: los aimara y los quechua que superan los
cuatro millones de individuos (90% de toda la población indígena a nivel na­
cional). A ellos se suma el pueblo uru, el único minoritario de las tierras altas.
En contraste, en las regiones chaqueña, oriental y amazónica viven 33 pueblos
indígenas, en un e.xtenso territorio, con poblaciones generalmente pequeñas,
algunas de cuyas lenguas y culturas están bajo una seria amenaza de extinción
como es, por ejemplo, el caso de los guarasugwe con 30 habitantes.
Es menester resaltar, sin embargo, el caso araona, cuya población sólo ex­
cedería los 150 habitantes pero que se caracteriza por una fuerte lealtad étnica,
cultural y lingüística, hecho que pone en evidencia una vez más que el factor
demográfico, sobre todo en determinados contextos ecológicos, no es determi­
nante de la e.xtinción éniica (cf. PR O E IB Andes 2000). Más bien en este caso, las
prácticas socioculturales y la propia organización social de este pueblo parecen
determinar la conveniencia de mantener una población de número “maneja­
ble”, precisamente para asegurar su continuidad como pueblo con una cultura y
práctica de vida específica. A ello se debería que a través del tiempo, su pobla­
5 Este subcapítulo así como el si­ ción siemjire ha bordeado la centena pero pocas veces la ha excedido. Este no es
guiente, por su naturaleza, retom an el caso de los guarasugwe que presentan condiciones de alta \oilnerabilidad, que
en mucho secciones similares publi­
han ido empeorando a través del tiempo. De hecho, como veremos más adelan­
cadas en mi libro De resquicios a bo­
querones. La educación imerculturul te la mayoría de ellos vive hoy en el área urbana.
bilingüe en Bolivia (López 2005). X o Exceptuando a los pueblos indígenas mojeños (ignacianos, javerianos,
obstante, sus contenidos han sido loretanos y trinitarios), que comparten un idioma común, aunque con algimas
actualizados a raíz de nueva infor­ diferencias dialectales entre un pueblo y otro, producto de su confinamiento
mación V análisis ahora disponible
(M olina y A lb ó 2 0 0 6 y PRO EIB
en misiones católicas igualm ente específicas, y también de mosetenes y
.\ndes 2006). chimanes cuyas lenguas son por lo general inteligibles, todos los demás pueblos

24 B Diversidad y ecología del lenguaje en Ecüvia


rieneii idiomas propios. Ello determina que en Bolivia no sea posible establecer Muchas lenguas vienen
una relación unívoca entre pueblo indígena y lengua, pues estamos ante 36 pue­ experimentando procesos
blos indígenas mas sólo frente a 33 idiomas diferentes, aunque varios de ellos de desplazamiento, pero en
pertenezcan a una misma familia lingüística. El caso del quechua puede ser inclu­ otros casos y habida cuenta
so más complejo, si uno toma en cuenta su marcada fragmentación dialectal, la
de las políticas de
cual a menudo coincide con ima no menos importante fragmentación étnico-
multiculturalismo
identitaria que bien puede llevar a priorizar la filiación regional antes (jue la étnica.
La situación lingüística que caracteriza a los pueblos indígenas es mucho y de interculturalidad
más compleja aún. Por un lado, muchas de estas lenguas vienen e.xpcrimen- desarrolladas a lo largo
tando procesos de desplazamiento, pero en otros casos y habida cuenta de las de las dos últimas décadas,
políticas de multiculturalismo y de interculturalidad desarrolladas a lo largo determinadas zonas del país
de las dos últimas décadas, determinadas zonas del país confrontan nuevas confrontan nuevas situaciones
situaciones en las que se busca recuperar o “reaprender” una lengua en despla­ en las que se busca recuperar
zamiento e incluso en virtual extinción, incluyendo, entre quienes buscan o “reaprender" una lengua en
reapropiarse del idioma ancestral, a los que son originarios de los pueblos en desplazamiento e incluso en
cuestión y también a quienes, desde las alturas de los Andes, migraron hacia virtual extinción.
estos territorios. Tales son los casos, por ejemplo, de pobladores andinos que
hoy se identifican como leeos o tacanas y que buscan apropiarse de la lengua
ancestral y asumir prácticas socioculuirales indígenas orientales para consolidar
su presencia en los nuevos territorios que ahora ocupan. Paradigmático es el
caso de etnogenesis tacana que ha “devuelto” a su condición de pueblo indígena
a pobladores tacanas que, en muchos casos desde la Revolución de 1952, ya se
veían a sí mismos sólo como campesinos (I-Ierrera 2005). Por otro lado, los
movimientos poblacionales campo-ciudad y la creciente presencia indígena ur­
bana conlleva también procesos de urbanización de lenguas como el aimara, el
quechua y el guaraní, que deben ahora responder a necesidades que trascienden
las ancestrales, directamente relacionadas con la vida en la comunidad y en el
campo. El uso de estos idiomas en el área urbana y en los medios de comunica­
ción masiva nos confrontan con situaciones como las que en la década de los 40
y 50 s;, e.xperimentaran con el guaraní en el Paraguay.

P u eb los in d íg e n a s en tie r r a s a lta s

Los pueblos indígenas que habitan la zona occidental o andina del país son
tres: los aimaras, los quechuas y los urus. Los quechuas históricamente se han
ubicado en los valles interandinos y los aimaras y los urus en las zonas
altiplánicas. Esta población indígena comprende aproximadamente entre el
40 y el 90% de habitantes de la región andina, dependiendo de su ubicación
en áreas rurales o urbanas (cf. /Vlbó 1995); ellos constitaiyen el 56% de la po­
6 La mayoría de urus adultos son
blación total del país. De éstos, según el último censo, y tomando en cuenta ho y bilingües de cuna de uru y
sólo la población de 6 años o más, aproximadamente 1’470.000.- son aimaras aimara, lenguas que coexisten inclu­
(23,0%), 2’ 125.000.- quechuas (33,0%) (INE 2002) y se estima que sólo unos so en el seno del hogar. En las nue­
1.500 raerían urus (0,02%). vas generaciones cada vez se obser­
va un' bilingüismo de castellano y
Los quechuas ocupan principalmente los valles interandinos v parte del
uru, sin que sea hoy necesario como
altiplano y puna de los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y antes, tener al aimara como lengua
Tarija, aunque también existen poblaciones quechuas en el departamento de de pasaje al castellano. Las migra­
Oruro y en el norte del departamento de La Paz, conectadas geográficamente ciones temporales a Chile exigirían
con poblaciones peruanas vecinas igualmente quechuas. También por razones un aprendizaje más rápido, y tam­
bién directo, del castellano. Los urus
de migración existe población de habla quechua en todos los demás departa­ constituyen una suerte de enclave
mentos del país. Actualmente los quechuas se ubican tanto en espacios rurales idiomático y se encuentran rodea­
como urbanos, con una presencia importante incluso en la ciudad de Santa Cniz. dos de aimaras.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje H 25


Actualmente los quechuas Los ainiiiras habitan principalmente el altiplano de la meseta del Collao 3'
se ubican tanto en espacios los valles adyacentes al este de los departamentos de La Paz y Oruro; también
rurales como urbanos, con habita población de habla aimara en algunas provincias del departamento de
una presencia importante Potosí (Bustillo, Charcas y Alonso de Ibañes)' y en algunas comunidades del
incluso en la ciudad de departamento de Cochabamba. Al igual que en el caso quechua, producto de
Santa Cruz. la migración tanto temporal como permanente, existe población aimara en
distintos departamentos del país tanto en espacios rurales como urbanos. Un
gran número de aimaras (cerca de 60% del total) habita en las ciudades de La
Paz y El Alto (INE 2002).
Si bien se observa un notable avance de quechuas y aimaras en todas las
principales ciudades del país (cf. Cuadro 2), transcendiendo incluso aquellas
ubicadas en sus extensos territorios ancestrales, ellos habitan sobre todo en las
áreas rurales del país: “En la región andina los 2,5 millones de quechuas y 1,6
millones de aymaras se sienten más fuertes por ser mayoría: son del 80% al
99% en el campo y del 46 al 70% en las ciudades” (Albó 1999:17).

M apa 1
L e n g u a s in d íg e n a s h a b la d a s en B oN via

YAfvlirjAH'JA
fAÁCHINERI

Los urus constituyen, en cambio, una sociedad eminentemente rural,


7 Profesores de estas provincias par- aunque también se dan casos de migración uru hacia localidades chilenas ru­
riciparon en el Programa de Capa­
rales y urbanas. En Bolivia, ellos habitan en la provincia Atahuallpa y en los
citación D ocente en Lenguas O ri­
g in a ria s, q u ie n e s m a n ife s ta ro n alrededores del Lago Poopó en el departamento de Oruro, así conio en las
trabajar en contextos aimaras y con cercanías del Lago Titicaca en el departamento de La Paz. Los urus son en
niños hablantes de esta lens:ua. total 1.500 y comprenden tres subgrupos; los uru-chipayas, los uru de Iru-Itu

26 Diversidad y ecoiogia del lenguaje en Bolivia


Y los uru-muratos. Los uni-chipayas son cerca de 1.350 (90,0% del total), Los uru-chipayas
mientras que los urus de Iru-Itu son únicamente 142 (10,0%).^ Los uru-chipayas se caracterizan por su alta
se caracterizan por su alta lealtad lingüística pues el 95,0% de ellos manifiesta lealtad lingüística pues
hablar su lengua, ellos son en su mayoría bilingües de uru y castellano (83,0%) el 95,0% de ellos manifiesta
y un 39,0% afirma también conocer el aimara. Hay entre los urus mayores
hablar su lengua, ellos son
quienes también hablan el quechua. En cambio, los urus de Iru-Itu y los uru-
en su mayoría bilingües de
muratos son hoy hablantes de aimara, salvo el caso de algunas personas mayo­
res que recuerdan o saben algunas palabras y expresiones básicas de la lengua uru y castellano (83,0%)
ancestral. Producto de la reafirmación étnica en proceso, la relación uru-aimara y un 39,0% afirma también
estaría redefinicndose, con la consecuente pérdida en las nuevas generaciones conocer el aim ara..
de la condición de trilingües que al menos los uru-chipayas ostentaban; fi-ente
a esta situación el bilingüismo más característico entre ellos sería de uru-cas-
tellano y el aprendizaje de esta última lengua no supone más el p,T?nje por el
aimara (R. Cerrón-Palomino, comunicación personal). A ello estaría contri­
buyendo la creciente migración estacional uru hacia Chile.
Cabe señalar que, también por razones de migración, existen actualmen­
te bolsones de quechua y aimara hablantes que habitan, por lo general, en
centros poblados del Oriente, Chaco y Amazonia; es decir, en las tierras bajas.
Los indígenas de tierras altas, que habitaban en tierras bajas del país, en 1992
eran aproximadamente unos 250.000 (cf. iMurillo 1997). Hoy estos llegarían a
los 300.000 (Censo 2001). Hoy habría más quechuas en el departamento de
Santa Cruz (13,3%) que en el de Chuquisaca ( 12, 1%) (Molina y Albo 200.6:72).
Sólo en las ciudades de Santa Cruz y Alontero, el 14, 9% y 24,7% de la pobla­
ción urbana sería quechua (Molina y Albó 2006:74). La ciudad de Santa Cruz
contaría con 206,417 quechuas y 48.040 aimaras.

P u eb los in d íg e n a s d e tie r r a s b a ja s

Los pueblos indígenas de tierras bajas son 33 y se encuentran fundamental­


mente en los departamentos de Beni, Santa C i t i z y Pando. También hay po­ 8 Un estudio rccicntc consigna la
blación indígena de tierras bajas en la zona norte del departamento de La Paz e.>ástencia de sólo 87 que residen en
Iru Itu. A diferencia de lo que con­
(principalmente en las provincias Iturralde y Larecaja) y en parte de los de­
signa el censo de 1992, a partir del
partamentos de Chuquisaca (en las provincias Hernando Siles y Luis Calvo) y autoreporte, respecto a que la mi­
Tarija (en las provincias O’Connor y Gran Chaco). En algunos registros se tad de la población conserv'aría aún
consigna que 36 y no 33 serían los pueblos de tierras bajas (A P C O B 1994:3-4). el uchumataqu, nom bre que local­
Tres grupos indígenas o no mantendrían contacto con la sociedad boliviana, o mente se le asigna a la variedad de
Iru Itu, ninguna persona hablaba la
sólo lo harían esporádicamente: los ayoreos que habitan en el sudeste de la lengua ni siquiera al nivel poder res­
provincia Cordillera (Departamento de Santa Ciiiz), y los toromonas y nahuas ponder a pregimtas sobre vocabula­
del noreste de la provincia Iturralde (Departamento de La Paz) {Ibíd.)!’ rio específico. C laro está que en la
Los indígenas de tierras bajas habitan en los llanos y bosques húmedos de consulta realizada el 2001 sólo par­
ticiparon hombres. M uysken sospe­
la cuenca amazónica, así como en los bosques secos del Chaco y en los de la
cha que las mujeres podrían saber
cuenca del Río de la Plata. No obstante, al 2001 sólo comprenderían en total más uru (Muysken 2002; 239). Te­
aproximadamente unas 400.000 personas, o aproximadamente el 4,5% de la nemos conocimiento, sin embargo,
población nacional. “Los grupos étnicos del bosque tropical son indígenas del deseo de las autoridades origi­
que en su adaptación al medio mantuvieron una población pequeña, y que en narias de prom over la reactivación
del uso activo de este idioma, hecho
■SUcontacto colonial han suñ'ido una gran disminución poblacional” (A P C O B que podría influir en en la auto-per-
1004:5). Sin embargo, cabe señalar que no se sabe con precisión cuánta pobla­ cepción de la comunidad respecto de
ción indígena realmente existe en las tierras bajas. Ello se debe, fi.indamental- su com portam iento y conocim ien­
mente, a que los censos de población no han logrado todavía llegar a lugares to lingüístico.
remotos, como algunos de los cuales en los que habita población indígena, a la
9 Poblaciones no consignadas en el
dispersión poblacional que caracteriza al país en su conjunto y a las tierras cuadro 2.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 27


“Los grupos étnicos bajas en particular, así como al hecho que muchos indígenas de tierras bajas,
del bosque tropical son tanto aquellos que habitan en zonas rurales accesibles como en las ciudades,
indígenas que en su pasan, por lo general, desapercibidos por su buen conocimiento del castellano
adaptación al medio y por el bilingüismo que los caracteriza y muchos, sino todos, son considera­
mantuvieron una población dos y registrados como monolingües castellano hablantes.
■ Lo que sí sabemos es que existe una gran diversidad demográfica entre
pequeña, y que en su
los pueblos indígenas de tierras bajas. Estos pueblos podrían clasificarse en
contacto colonial han sufrido
siete grupos'”; (i) los que tienen entre 200.000 y 100.000 habitantes, (ii) los
una gran disminución que cuentan con entre 99.900 y 20.000 habitantes, (iii) los que tienen entre
'pobladonal”. 19.999 y 10.000 pobladores, (iv) los que cuentan con 9.990 y 5.000 habitantes,
(v) aquellos que cuentan con entre 4.999 y 1,000 habitantes, (vi) los que tienen
entre 999 y 500 habitantes, y (vii) los que tienen menos de 500 habitantes,
llegando a casos en los que un pueblo cuenta sólo con pocas decenas de
hablantes o incluso con menos. Como se puede apreciar, entre el primer gru­
po y el segundo hay una baja numérica considerable.

C u a d ro 1
P u e b lo s in d íg e n a s en B o liv ia

Región Pueblos-' Lengua Fam ilia lingüística Población aproximada


Andes (vailes y 1. Ainisra 1. Aimara' Aru 0 jaqi 1.600.000
altiplano) 2. Quechü: 2. Quechua' Quechua 2.500.000
Existe una gran diversidad 3. Uru 3. Uru No clasificada 1.200
demográfica entre los pueblos Chaco 4. Guaraní 4. Guaraní’ Tupi-guaraní 90.000
5. Tapieté 5. Tapieté' Tupi-guaraní 41
indígenas de tierras bajas. 5. Vi/eenhayek 6. Weenhayek' Mataco-noctene 1.800
Oriente 7. Avoreo 7. Avoreode' Zami.c3 1.240
6. Ctiiquitano 8. Bisiro No clasificada •9 6.000
9. Guarayo 9. Guarayu Tupi-guaraní 11.950
Annazonia 10. Araona 10. Araona Tacana 160
11. Baure n. Baure Arawak 885
12. Canichana 12. Canichana' No clasificada 400
13. Cavineño 13. Cavineña Tacana 1.680
14. Cayuvaba 14. Cayubaba No clasificada 790
15. Chácobo 15. Chácobo Paño 520
16. Chiman 30. Tsinüane No clasificada 8.600
17. Ese-ejja 16. Ese-ejja' Tacana 730
18. Guarasugwe 17. Guarasugwe' Tupi-guaraní 15 •
19. Itonama 18. Itonama' No clasificada 2.790
20. Joaquiniano 19. Joaquiniano' Arawak 300
21. Leco 20. Leco' No clasificada 4.180
22. Machineri 21. Machinen' Arawak 30
23. Maropa (Reyesano) 22. Maropa' Tacana 4.920
24. Mojeño-ignaciano 23. Mojeño^ Arawak 2.000
25. Mojeño-javeriano 23. Mojeño^ Arawak 300
26. Moieño-loretano 23. Mojeño^ Arawak 2.200
27. Mojeño-trinitario 23. Mojeño’ Arawak 30.000
28. Moré 24. Moré Chapacura 65
29. Mosetén 25. Mosetén No clasificada 1.590
30. Movima 26. Movima No clasificada 12.230
31. Pacahuara 27. Pacahuara' Paño 45
32. Sirionó 28. Sirionó Tupi-guaraní 500
33. Tacana 29. Tacana' Tacana 5.500
34. Yaminahua 31. Yaminav/a' Paño 95
35. Yuki 32. Yuki Tupi-guaraní 210
36. Yuracaré 33. Yurakaré No clasificada 2.830
Sin especificar 55.180 .
fuente: Actuaicacion ce un c j íj : c cduiáo en Lóp« 2ú05; 3¿ Eicoraüón píopia con tasé en Censo 2001, Aiaó y Moílts 2006 y PROEIB Andts 2001. b citras r--r. sido reflondeadas.
Flotas;
PueDlos y ienguas con al otro lado de la frontera en cr. pais tin u :rc!e. A in u r a s y qu ech uas, por rabones de m igrac ión , habitan p ráa ica m e n te en to d o s l o : departam entos del
país y tanto en la 2ona rural c c .t.s en la urt^ana.
1 0 Clasificación organizada a par­ 2. Lerguas de ana vuinen>C.-2ad conür con muy por.s f^tlamss. por lo general ya mayores. Asi. por eiefT4slo. sólo 132 tíc 4180 leeos haWanan la lengua ancestral jüna y Albó 2006).
3. E n este caso nos basacr.ss en L s datos le co g idc s en u.-.-cr-o por la eran disparidad e u ste nie entre eilos y a ios Que se ik g a en los análisis de los d ato s censales t i .'.'jiina y A lb ó 2006 ,
tir de los datos ofrecidos por iMurillo o o n ce se consigna m as de SO &D 0 s o te n o s .
1 9 9 7 , P R O E IB A n d es 2 0 0 0 y 4. A los pueblos consignados en este c u : :í ; 9 . A P C O B ( 19 ^ : 4 ) a * j d e los stguier^tes que considera en actual e o n d ó n : aguachile. de la p rovincia F r a n : Tam ayo ( L :. Pa 2) . b oro ro . de la
provincia Velasco (S a n u C r ;: 2). cT.um ene. de la p rovincia It u r a d e l U P a z ) , ctu kirscn . de ta provincia C M u i t o s (Sa n ia Cru ¿). paiLoneka y saraveka. de la p rovincia V . lasco (Santa Cru¿).
M olina y .-Mbó 2006. Esta m ism a tuem e agrupa 3 t :s puebles m ojeños bato una so!a C!''.OtT.ir.ac<cn.

23 Diversidad y ecología del lenguaje en Solivia


]in el primer grupo se ubicaría sólo uno de estos 3 3 pueblos: el chiquitano El chiquitano es el tercer
(196.000); en el segundo se encontrarían dos; el 'yuarani (90.000) y el mojeño- idioma indígena
trinit..rio (30.000); en el tercero estarían otros dos: el movima (12.230) y el demográficamente
guarayo (11.950); en el tercero también dos: chiman (8.600) y tacana (5.500); más importante.
en el quinto estarían 10: maropa o reyesano (4.920"), yuracaré (2.S30), itonaina
(2.790), loco (2.500), mojeño-loretano (2.200), mojeño-ignaciano (2.000),
cavineño (1.800), weenhayek (1.800), mosetén (1590) y ayoreo (1.240). En el
sexto grupo estarían tres pueblos: cayubaba (cerca de 800), chácobo (520),
baurc (886) y ese-ejja (730). El sétimo gi-upo comprendería 13 pueblos con
una población que oscilaría entre las 400 y las 13 personas; canichana (400),
mojeño-javeriano (300), joaquiniano (300), sirionó (268), }oiki (210), araona
(160). yaminahua (95), moré (65), tapíete (41), pacahuara (31), machinen (30)
y guanisugvve (13).
Las cifras actualizadas, con base en análisis recientes (Molina y Albó 2006),
difieren significativamente de aquellas que partían del Censo Indígena de 1994 y
de esnidios realizados en terreno (PROEIB Andes 2000). Los cambios más signifi­
cativos se dan, de un lado, en pueblos en los que el nombre de un pueblo es
utilizado como patronímico, como es el caso de itonama para denominar a los
pobladores de Riberalta, sean indígenas o no, y el de reyesano, para quienes pro­
vienen de o viven en Reyes. Quien sabe si lo m.ismo no haya ocurrido en esta
oporti-inidad con el criterio de autope—cnencia cuando se refiere a la población
m o jeñ p u es la discrepancia es grande entre la cifi-a hoy consignada (> 80.000) y la
que recogimos el año 2000 (< 35.000. De otro lado, también se han obsen'ado
modificaciones numéricas importantes en algunos pueblos indígenas, enffe los
cuales destacan el chiquitano, cuya demografía pennite hoy identificarlo como el
tercer pueblo indígena demográficamente más importante del país, después de los
dos andinos mayoritarios -el quechua y el aimara-, aun cuando en el imaginario
nacional se sira
O refiriendo al O
<maraní como el tercero. Del mismo modo,’ en alm O-
nos pueblos vemos una reducción significativa entre las cifi-as que manejábamos
sólo hi’sta hace pocos años (PROEIB rVndes 2000, López 2005), como en el caso de
los ayoreos, pai'a quienes antes se registraba una población que oscilaba enti'e los
2.000 y los 4.000 miembros, y hoy no llegarían a los 1.250.
L*na llamada de atención merecen las cifras ofrecidas para los pueblos se­
parados por las acmales fronteras de Bolivia y sus países vecinos, así como res­
pecto de aquellos que, por esa misma razón u otras, transitan entre ün país y
otro. Por ese motivo, los números ofrecidos para los pueblos ayoreo, ese-ejja,
guaraní, machinen, tapieté, yaminahua y weenhayek deben ser relativizados, 11 Pocos de quienes se dcnpminnn
pues el análisis de los mismos, tanto con fines sólo demográficos como para revésanos, a m enudo a partir del
analizar la continuidad de los mismos y la vitalidad de sus lenguas, no puede nom bre de la ciudad de Reyes, ha­
b lan el m arop a. El e stu d io del
dejar de lado la realidad de los pobladores de estas mismas comunidades que PROEIB Andes 2000 registró úni­
habitan al otro lado de la frontera o que se mueven periódicamente entre lo que camente 9 maropa parlantes. Algo
hoy son para fines formales un país y otro. Así, por ejemplo, el pueblo yine, en el parecido ocurre en los casos del caso
Perú, conocido como machinen en Bolivia y Brasil, vive un proceso singular de leco, del itonama o del tacana. El
caso leco frente a 41 hablantes re­
reafirmación étnica; lo mismo ocurre en la Argentina, con los wichís, conocidos
gistrados en el año 2000 se cuenta
en Bolivia como weenhayeks o matacos. Demás está decir que en algiinos casos, con más de 4 .0 0 0 personas que se
como por ejemplo el de los tapietés, se cuenta con un número mayor de pobla­ autoidentifican como tales. Molina
dores en el país vecino, la Argentina. Lo mismo ocurre con los ese-ejjas, y A lbó registran 132 hablantes, a
machiiieris y yaniinahuas. Por ello, mirar la realidad demográfica, cuhairal y partir de los datos censales, pero re­
sulta difícil imaginar cómo se podría
lingüística de estos pueblos sólo desde lo que ocurre en Bolivia resulta desacei-- haber triplicado la cifra registrada
tado, sobre todo cuando estamos ante fronteras formales pero en la práctica hace sólo un lustro, con base en en­
generalmente ine.xistentes o vivas, al menos para los indígenas. trevistas realizadas in situ.

Pueblos ¡ndigenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 29


• • • # # •
No todos los indígenas de Los pobladores indígenas del Oriente, Chaco y Amazonia bolivianos ha­
tierras bajas fiablan hoy su bitan tanto en zonas rurales como urbanas del país, constituyendo uii conti­
lengua ancestral, pues nuo que va de lo más tradicional-rural a lo más urbano. Así, por ejemplo, es
producto de la opresión importante el número de chiquitanos y mojeños que habita en centros pobla­
colonial y de la evangelización dos frente a los chimanes y jTakis que ocupan principalmente zonas boscosas y
se dedican a la pesca, caza y recolección, aunque cada vez más se abocan tam­
. muchos tienen hoy como
bién a tareas agrícolas. Aun cuando se estima que el 95% de los indígenas de
lengua materna una variante
tierras bajas son agricultores sedentarios y viven “de una agricultura migratoria
regional del castellano. de subsistencia, complementada por la caza, pesca y recolección y en algunos
casos por la producción artesanal y la pequeña industria” (A P C O B 1994:11),
cabe reconocer que cuatro pueblos cuenta con una población mayoritariámente
urbana: 51,9% de los movimas, 62,1% de los reyesanos o maropas, 65,3% de
los guarayos y el 81% de los guarasugwes (Molina y Albó 2006).
A este respecto, cabe también acotar, como se verá más adelante, la gran
complejidad sociolingüística que caracteriza a los pueblos indígenas de tierras
bajas, en varios de los cuales la situación de mudanza, y de consecuente pérdida
lingüística, parece constiuiir hoy un hecho irreversible. Esta no es necesaria­
mente la situación de pueblos con baja demografía, por lo cual podemob afirmar
que el criterio demográfico no puede ser el único a tomar en cuenta.
No todos los indígenas de tierras bajas hablan hoy su lengua ancestral,
pues producto de la opresión colonial y de la evangelización muchos tienen
hoy como lengua materna una variante regional del castellano. Tal es el caso,
por ejemplo, de los chiquitanos que siendo cerca de 200.000, tendría sólo
entre un 2% {Ihíd.) y un 30% (PR O E IB Andes 2000) de su población como
hablante de la lensma
O ancestral.
Sorprende también, por ejemplo, que ante pueblos con más de 2.500
habitantes como el itonama, en el cual quedarían únicamente pocos mayores
que hablan el idioma ancestral (A'Iilly Crevels, comunicación personal'--), e.\is-
ten otros con muchos menos pobladores en quienes el uso del idioma indíge­
na persiste y resiste aún el avance incuestionable del castellano. Tal es el caso,
por ejemplo, de los araonas que, pese a ser sólo poco más de una centena y
media conforman un pueblo con bajo porcentaje de bilingües y de monolin-
gües hispano hablantes, lo que supone que quien se considera araona habla la
lengua ancestral. Esto también se da entre los ayoreos que constituyen uno de
los pueblos con menos monolingües hispano hablantes (sólo un 8.9%), de
conformidad con los estudios que llevamos a cabo los años 1999 v 2000 (PRO EIB
Andes 2000).

I n d íg e n a s en la s ciu d a d es

Los hablantes de lenguas originarias están presentes en todos y cada uno de


12 M olina y *\Jbó (2006) conside­ los nueve departamentos que componen el país, aunque la mayor concentra­
ran, sin embargo, la existencia de 389 ción se da en los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca, La Paz, Oruro
hablantes, o el 13,9% de la pobla­
Potosí, y en algunas provincias y municipios de Beni, Pando, Santa Cruz y
ción total. Haude (2006) consigna
que sólo los mayores de 50 años se­
Tarija. Cabe reiterar que un fenómeno nuevo es el referido a la presencia cre­
rían hablantes fluidos de la lengua y ciente y autoreconocida de hablantes de lenguas originarias en todas las ciuda­
que no habría niños que hablan la des capitales del país, hecho que las convierte en urbes plurilingües en las que
lengua. N o obstante, en nuestros la mayoría de la población habla o conoce también una lengua indígena, como
estudios del 2000 pudimos encon­
en Potosí (69%), El Alto (64%), Sucre (61%), La Paz (56%), Cochabamba
trar que los niños de la comunidad
de M aravillas aún hablaban el idio­ (55%) y Oruro (51%) (Censo 2001). Estos porcentajes pueden incluso ser
ma ancestral (PROEIB .-Viides 2000). mayores en ciudades intermedias en las cuales llegan a superar el 70 u 80%.

30 Diversidad y ecología del lenguaje en Bollvia


BoIiioncs.de hablantes de lenguas originarias se encuentran también en ciuda­ Las ciudades del Oriente
des capitales castellano hablantes como Santa Cruz y Tarija. En Tarija los y Amazonia bolivianos
hablantes de lenguas originarias llegan al 18 % de la población total y en Santa son las que ahora atraen
Cruz a un 17% (Ibúl.).
más migrantes de las áreas
En lo referente a las ciudades del Oriente y Amazonia bolivianos, que
andinas quechua o aimara.
son las que ahora atraen más migrantes de las áreas andinas quechua o aimara
hablantes, es necesario mencionar la presencia importante de varones que, en
todos los casos superan al número de mujeres. Así, por ejemplo, en Trinidad,
capital del departamento del Beni, el Censo 2001 registra la presencia de 1.117
aimara hablantes varones frente a sólo 637 mujeres que hablan este idioma, así
como de 1.409 varones quechuas frente a 867 mujeres de esta lengua. /Vlgo
parecido sucede en Cobija, capital del amazónico departamento de Pando; allí
hay 969 hombres y 483 mujeres aimaras, y en cuanto a su población migrante
de habla quechua 789 son varones y 338 mujeres. Estos datos dan cuenta de
una posible estrategia migratoria de la población andina, que favorece talvez
como avanzada la salida de los varones. El porcentaje menor de mujeres puede
tener efectos a la larga, sobre la conservación y desarrollo de las lenguas andinas
en las tierras bajas.

C u a d ro 2 Llama también la atención


Las d o s le n g u a s in d íg e n a s m a y o rita ria s y las c iu d a d e s p lu rilin g ü e s m ás p o b la d a s .
que ia población aimara haya
(C o n b a s e en in fo rm a c ió n re la tiv a a su p o b la c ió n d e 6 o m á s a ñ o s )
salido del espacio altiplánico
Ciudad Aim ara Quechua para cobrar presencia
Cochabamba 7% 48% también en los valles y
El Alto 58% 6% en las tierras bajas. Se
La Paz 45% 11%
registra población aimara
Oruro 16% 35%
tanto en Cochabamba, Sucre
y Tarija como en Santa Cruz.
Potosí 2% 67%
Santa Cruz 4% 13%
Sucre 2% 59%
Tarija 3% 15%
Víacha 60% 5%
Promedio 2 1 .2 % 2 8 .8 %

Fuente: Elaboración propia, con base en Censo 2001


NB. Las cilras han sido redondeadas. Ellas reflejan también diversos grados de bilingüismo y de trllingüismo. en tanto una misma
person.i puede, por ejemplo, hablar aimara, quechua y castellano.

Como se puede apreciar en el cuadro 2, los aimaras y quechuas están


presentes, en mayor o menor grado, en todas las ciudades más pobladas del
país. Llama también la atención que la población aimara haya salido del espa­
cio altiplánico para cobrar presencia también en los valles y en las tierras bajas.
Se registra población aimara tanto en Cochabamba, Sucre y Tarija como en
Santa Cruz. Si bien siempre hubo bolsones de aimara hablantes en las alturas
de Cochabamba, éste nunca fue históricamente el caso ni de T irija ni de Santa
Cruz. Estos migrantes, en gran número, se dedican hoy al comercio.
No cabe duda que el número de hablantes de lenguas indígenas en el país
es mayor al que registra el Censo. Por una parte, es conocido que, producto
de la histórica discriminación social y de la propia exclusión de lo indígena,
quien habla un idioma indígena no siempre lo reconoce al momento del cen-

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 31


• • • • • • • • • • • • • •
Existe una gama so, ni tampoco quien recoge 1-a información censal posee herramientas que le
de realidades permitan discernir quién habla sólo castellano y quién habla además uno o
sociogeográficas y de más idiomas indígenas. Por otra parte, es necesario añadir a la cifra censal
situaciones socioiingüísticas aquella correspondiente a la población menor de 5 años, a quienes no se les
que reflejan también distintos formuló la pregunta respectiva, ésta puede ser inferida de quienes \iven en
hogares donde ambos padres hablan un idioma originario. A ello hay que aña­
niveles de presencia y uso
dir a aquellos indígenas que, por razones políticas y sociohistóricas que no es
de las lenguas indígenas
del caso analizar aquí, han perdido su lengua ancestral y hablan hoy una varie­
y de bilingüismo. dad regional o local del castellano pero que se reconocen como indígenas y
reivindican su etnicidad, como ocurre con frecuencia en distintos pueblos del
Oriente, Chaco y Amazonia bolivianos (cf. PR O E IB Andes 2000).

C aracterizació n sociolingüística

Con base en los resultados del Censo Nacional de Población de 1992, Albo
(1995) identificó en el país una gama de realidades sociogeográficas y de
situaciones socioiingüísticas que reflejan también distintos niveles de pre­
sencia y uso de las lenguas indígenas y de bilingüismo. Cabe señalar, sin
embargo, que las cifras consignadas por el autor, como las estimadas por
nosotros (ci. PROEIB Andes 2000), deben ser consideradas únicamente como
Para establecer con mayor indicativas de una tendencia antes que como datos certeros. Ello se debe al
precisión las distintas áreas hecho que los censos nacionales de población se basan en preguntas simples
socioiingüísticas que el país que el entrevistado puede contestar como desee, ya que muchos hablantes
comprende habría que aplicar de idiomas originarios todavía esconden su real filiación lingüística, como
tanto censos sociolingüísticos resultado del estatuto socialmente desfavorable históricam ente asignado a
específicos cuanto también las lenguas indígenas y a sus hablantes, así como también a la ecuación indí­
realizar estudios etnográficos gena = pobreza.
de casos y también, La diversidad sociolingüística boliviana comprendería diez realidades di­
ferentes, a partir de la distinción fundamental entre pueblos andinos (o de
al menos muestralmente,
tierras altas) y no andinos (o de tierras bajas). Sin embargo, como veremos
aplicar pruebas de más adelante, tales realidades o áreas socioiingüísticas podrían ser aún más
dominio lingüístico. numerosas, sobre todo cuando se mira al interior de lo que se ha definido
como una gran zona de pueblos étnicos minoritarios no-andinos. En rigor
para establecer con mayor precisión las distintas áreas socioiingüísticas que el
país comprende habría que aplicar tanto censos sociolingüísticos específicos
cuanto también realizar estudios etnográficos de casos y también, al menos
muestralmente, aplicar pruebas de dominio lingüístico.

Pueblo.': iin d h io s

Entre los pueblos andinos, es posible enconti'ar las siguientes zonas:

• Rural andina tradicional, con predominio del aimara o del quechua en


los distintos órdenes de la vida social pero que incluye también el uso
del castellano, aunque en menor grado y sólo en algunos ambientes
(72% entre los aimaras y 49% entre los quechuas). Incluye un porcen­
taje importante de la población indígena andina (25% del total) que
sigue habitando en áreas rurales y viviendo en comunidades dedicadas a
actividades agrícolas y pecuarias, situación que coadyuva al m anteni­
miento y reproducción de las culturas y lenguas ancestrales. De la po­
blación que habita en estas zonas, el 97% sería quechua y el 94% aimara

32 B Diversidad y ecología del lenguaje en Solivia


y los niños y niñas llegarían a la escuda, ya sea en condición do monolin- Puede ser común el
^ e s de idioma originario o con un conocimiento pasivo o incipiente del trilingüismo aimara-quechua-
castellano. castellano o quechua-aimara-
De frontera quechua-aimara, variante de la situación tradicional ante­ castellano.
rior, en la que hay un fuerte bilingüismo quechua-aimara, comprende a
cerca de 150.000 personas (3.6% del total) y es resultado, sobre todo, de
una creciente e histórica migración quechua hacia zonas originalmente
aimaras, aunque también ocurre el fenómeno inverso en el norte del de­
partamento de La Paz. También en esta zona es posible encontrar pobla­
ción que además habla el castellano, en diverso grado, y, por tanto, puede
ser común el trilingüismo aimara-quechua-castellano o quechua-aimara-
castellano. Salvo estas precisiones, las condiciones productivas y
sociolingüísticas de niños, jóvenes y adultos en cuanto a su conocimiento v
uso del castellano serían similares a las de las áreas andinas tradicionales.
Rural andina bilingüe, en la que el uso de los idiomas originarios (aimara
o quechua) se combina con el del castellano, idioma hablado en mayor o
menor grado por cerca del 80% de la población. No obstante, se observa
que el alto uso del castellano no conduce necesariamente a la pérdida de
vigencia de las lenguas originarias y tales zonas podrían constituirse en
áreas eminentemente bilingües. Si bien es probable que en algunos casos,
los niños y niñas lleguen a la escuela con un bilingüismo incipiente, aquí
la mayoría de las mujeres continuaría usando predominantemente el idio­
ma ancestral.
Rural andina no-tradicional, zona igualmente rural pero con fuerte pre­
sencia indísrena
O vinculada a una economía de mercado *v ubicada en la
frontera agrícola. Estas zonas constituyen también espacios de coloniza­
ción ubicados tanto en vías de transición hacia las tierras bajas o en zonas
de extracción aurífera. En cualquier caso se trata de ámbitos que han
atraído y aún atraen a migrantes andinos de las áreas rurales tradicionales
que en total comprenderían cerca de 500.000 aimaras y quechua.s (apro.xi-
madamente 9% del total de indígenas andinos). En estos ambientes, el
uso de las lenguas originarias estaría cediendo cada vez más, ante la
predominancia del castellano y los padres y madres estarían optando por
t socializar a sus hijos e hijas en el idioma hegemónico.
De poblaciones intermedias andinas, área de transición entre la comuni­
dad rural y los espacios propiamente urbanos. “Sólo algunos de estos
pueblos provincianos superan la cifra de 2000 habitantes [...] según las
categorías censales. No son pocos los que tienen incluso menos pobla­
ción que algimas de las comunidades rurales que de ellos dependen” (Albó
1999a:40).‘-' Sin embargo, se diferencian de las áreas andinas rurales por
í su adhesión a lo castellano y a lo “moderno” y por su literal desprecio de
< lo tradicional-indígena, aún cuando muchos vivan todavía de la produc­
i ción agrícola o mantengan lazos estrechos con el campo. Pese a ello, sus
i- pobladores se consideran “vecinos” y, por ende, distintos de los comune­
13 En Bolivia, un centro poblado
i
I
ros o campesinos aimara o quechuas. En estos espacios la diferenciación con 2000 personas o más es conside­
sociolingüística es mayor y la situación más compleja, caracterizada, por rado urbano, aun cuando, en muchos
lo general, por una mayor predominancia del castellano y por el hecho de casos, desde un punto de vista más
que los vecinos se esfuerzan por intentar hablar en el pueblo exclusiva­ socioculrural e incluso socioeconó­
mico éste constituya un asentamien­
mente en esta lengua. Sin embargo, su habla revela su condición de aimara
to complementario de población ai-
o quechua hablantes. No obstante, cabe destacar el carácter bilingüe de ral e indígena que, de un modo u
muchas de estas poblaciones. otro, vive de sus lazos con el campo.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 33


• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • <
• • •
Los asentamientos mineros Comprenden también esta área poblaciones como las descritas, ubicadas
se caracterizan por un en zonas de frontera aimara-quechua y en áreas de extracción minera.
mayor uso del castellano, Entre las primeras es frecuente el desplazamiento del aimara por el quechua,
debido, entre otras cosas, lo que supone un bilin ^ ism o castellano-quechua con uso predominante
al carácter de lengua del castellano. Los asentamientos mineros se caracterizan por un mayor
uso del castellano, debido, entre otras cosas, al carácter de lengua franca
franca que este idioma
que este idioma ostenta entre pobladores provenientes de distintas áreas
ostenta entre pobladores
emolingüísticas. Si bien es posible encontrar allí las tres lenguas (aimara,
provenientes'de distintas quechua y castellano), también es probable que la presencia de monolin-
áreas etnolingüísticas. gües hispano hablantes desplace a las lenguas originarias hacia usos social­
mente más restringidos y, por lo general, limitados a lo doméstico.
De ciudades andinas plurilingües, de gran atracción migratoria, en las
que la mayoría de la población es de origen aimara o quechua, y en las
cuales muchos de los pobladores mantienen la lengua ancestral y dan
lugar a variantes urbanas del aimara y del quechua así como de las mis­
mas culturas originarias. Estos constituyen espacios privilegiados para la
alternancia o cambio de código entre una lengua originaria y el castella­
no, así como para el desarrollo de variantes orales del castellano con mar­
cado sustrato indígena.
Como es de suponer, en estas ciudades la gran mayoría usa el castellano
cotidianamente y para cumplir distintos fines. Ello hace que el uso de las
Las ciudad andinas lenguas indígenas se restrinja a determinados barrios o a algimos espa­
plurilingües son espacios cios domésticos y académico-institucionales, pues es aquí donde más tra­
privilegiados para la bajan instituciones dedicadas a la recuperación y revitalización de las
alternancia o cambio manifestaciones hngüísticas y culturales ancestrales. Cabe destacar que,
de código entre una lengua en el caso boliviano, la presencia lingüística indígena urbana en la zona
originaria y el castellano, así andina del país es cada vez más importante, tal como lo mostramos en el
como, para el desarrollo de cuadro 2. La presencia de las lenguas indígenas en ámbitos urbanos
andinos comprende porcentajes de la población que oscilan entre un 50%
variantes orales del
y un 70%. Estos porcentajes pueden incrementarse en barrios o seccio­
castellano con marcado
nes de estas ciudades; así, mientras que, según el Censo de. 1992, para la
sustrato indígena. ciudad de Cochabamba se consignaba en total un 59% de hablantes de
un idioma originario (50% de quechua y 9% de aimara), en sus barrios
populares el uso de estas lenguas alcanzaba al 67%. Por su parte, la ciu­
dad de Sucre tenía un 62% de hablantes de lenguas originarias (60% de
quechua y 2% de aimara), pero en sus barrios populares el uso de estas
■lenguas llegaba al 77% (/Vlbó 1995). Una década después, habida cuenta
de un nuevo censo (2001), esta misma ciudad registraba un 54,5% de
quechuas, 2,5% de aimaras, 1, 1% de guaraníes, un 03% de chiquitanos,
un 0,2% de mojeños y 0,4% de otro nativo (A4olina y Albó 2006).
*
A rca d e p u e b lo s n o -a n d in o s

• De grupos étnicos minoritarios. Referida a los 33 pueblos indígenas ya


mencionados en los que se hablan 30 idiomas indígenas diferentes. Como
se ha señalado, no todos los indígenas de tierras bajas hablan hoy su len­
gua ancestral y muchos tienen hoy como materna una variante regional
del castellano. En general, entre estos 33 pueblos, el conocimi.;nto del
castellano está bastante generalizado pero ello no necesariamente signi­
fica que los indígenas orientales desconozcan o nieguen sus particulari­
dades émicas. Puede uno encontrar incluso pueblos con un avanzado grado

34 Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


de bilingüismo, pero en los cuales el porcentaje de monolingíies caste­ Entre todos los pueblos de
llano hablantes es relativamente bajo; tal es la situación, por ejemplo, tierras bajas, la identidad'
de ayoreos y chácobos entre los cuales el bilingüismo comprendería al étnica no parece estar
80,9% y 55,6% de la población, frente a sólo un monolingüismo en determinada por el
castellano del 8,9% y del 25,7% respectivamente. El pueblo chiman,
conocimiento y uso de la
por su parte, sería el que consei'va el más alto grado de monolingüismo
lengua indígena.
;n lengua indígena en toda esta región: el 42,4% (cf. Censo Indígena
1994). Estas evidencias nos llevan a concluir que entre todos los pueblos
de tierras bajas, a diferencia de lo que ocurre entre los de tierras altas, la
identidad étnica no parece estar determinada por el conocimiento v uso
de la lengua indígena.
Como se ha podido apreciar, a través de los datos ofrecidos, esta área
merece un mayor desmenuzamiento pues tras ellas se encubre una am­
plia diversidad de situaciones sociolingüísticas ubicadas en un verdade­
ro continuo que va del monolingüismo en lengua indígena (como ese
42% chiman) a un monolingüismo en una variedad del castellano (como
en los casos maropa o reyesano y cayubaba (91,6%), canichana (96,0%),
guarasugw'C, huaracaje y loretano (96,5%), baure e itonamana (96,8%)
y joaquiniano (97,8%). Entre un extremo y otro del continuo, la diver­
sidad de tipos de situaciones bilingües es también ilustrativa de la diver­
sidad sociolingüística característica de las tierras bajas de Bolivia.
Según estudios de cobertura nacional, llevados a cabo por el PR O EIB An­ La diversidad de tipos
des entre los años 2000 y 2006, tales pueblos pueden ser agrupados de la de situaciones bilingües
.siguiente manera: es también ilustrativa de la
diversidad sociolingüística
pueblos con persistencia de una importante presencia de población característica de las tierras
monolingüe en la lengua indígena que comprende a más del 40% de bajas de Bolivia.
la población, aun cuando los monoHngües coe.\istan con bilingües de
lengua indígena y castellano e incluso con algunos que son ya o mo-
nolingües en castellano o bilingües con conocimiento pasivo del idio­
ma ancestral comunitario;
pueblos de alto grado de bilingüismo de lengua indígena y castellano
que involucra a más del 50% de su población pero en los cuales, y pese
a ello, predomina aún el uso de la lengua indígena, aunque ésta com­
parta funciones y roles con el castellano y aun cuando en tales comu­
nidades haya ya también población monolingüe hispano parlante;
pueblos con alto grado de bilingüismo que involucra a más del 50%
de su población y en los que predomina el uso cotidiano del castella­
í. no, aunque este idioma comparta todavía funciones y roles con el idio­
ma ancestral y aun cuando en tales comunidades haya todavía algima
población monolingüe de lengua indígena o bilingüe con conocimiento
de dos o más idiomas indígenas;
pueblos en los que solamente una pequeña parte de la población, me­
nor al 20%, conserva la lengua ancestral mientras que la mayoría se ha
mudado ya al castellano;
pueblos en los que prácticamente el castellano ha desplazado a la len­
gua indígena y cuyos pobladores tienen hoy a este idioma como len­
gua de la cotidianidad en todos los roles y fiuiciones que antes osten­
taba la lengua ancestral, aun cuando formen parte de ellos algimas
personas, por lo general, ancianos que conservan algún conocimiento
del idioma indígena (PR O E IB Andes 2000).

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología dei lenguaje 35


Los territorios indígenas A este intento de taxonomúi sociolingáiistica, aibe además añadir tres
multiétnicos que albergan situaciones particulares relacionadas entre sí que caracterizan a algunos pue­
a pueblos de distinta blos indígenas de tierras bajas. Por una parte, la peculiar situación de aquellos
identidad y lengua que pueblos cuyo territorio ancestral se encuentra parcelado a uno y otro lado de
los límites de Bolivia con sus países vecinos, como resultado de una demarca­
plantean complejas
ción político territorial que no tomó en cuenta la existencia de los ancestrales
situaciones sociolingüisticas
territorios émicos, caso que llevado al plano interno nacional nos confronta
que es menester analizar con situaciones en las que el territorio de un mismo pueblo se fragmenta por
con mayor detalle. los líniites departamentales, provinciales e incluso municipales. A éstos se aña­
den alg\mos casos de desplazamiento poblacional de grupos o comunidades
completas de miembros de un pueblo indígena determinado que antes se asen­
taba en el territorio de un país vecino. Estas dos situaciones se dan en el caso
de pueblos que habitan tanto en Bolivia como en Argentina (guaraní, tapieté,
weenhayek), en Bolivia y en Paraguay (ayoreo y guaraníe), en Bolivia y en el
Perú (ese-ejja), en Bolivia y Brasil (moré) y en Bolivia, Brasil y Perú (machineri
y yaminahua).''* En este grupo cabe añadir el caso de los territorios multiémicos,
como los de Isiboro-Sécure, el T IP N IS (Territorio Indígena y Parque Nacio­
nal Isiboro Sécure), el moseten-chimán y el mojeño, que alberga a pueblos de
distinta identidad y lengua que plantean complejas situaciones sociolingüisticas
que es menester analizar con mayor detalle.
Por otra parte, y también en los casos referidos en el párrafo anterior, hay
que mencionar la existencia de comunidades triling-ües en las que al lado de la
indígena se hablan dos lenguas hegemónicas de la región: el castellano y el por-
uigués. Como es de esperar, esto ocurre cuando se trata de pueblos que viven
tanto en Bolivia conio en Brasil, como es el caso de machineris y yaminahuas.

Area rural castellana monolingüe, que comprende “. . .muchas áre^is rura­


les tradicionales de los departamentos nor-orientales y en la franj;'. que va
de Valle Grande [en la zona oriental] a Tarija, al sudeste de la región
andina [limítrofe con Argentina], [en ellas] predominan también los po­
blados y anejos con una gran mayoría monolingüe en castellano. En con­
junto, esta situación atañe a una población de unos 550.000” (Albó
I999a;44); es decir, sólo a un 8,5% de la población total del país.
• Poblaciones intermedias no andinas, también predominantemente mo-
nolingües castellano hablantes pero que albergan a pequeños bolsones de
origen aimara o quechua, dedicados al comercio. Cuando se trata de po­
blaciones orientales, pueden también albergar barrios de indígenas de
tierras bajas. No obstante, es probable que, una vez en la ciudad, la co­
municación entre ellos se dé en castellano.
• Ciudades no andinas, igualmente predominantemente monolingües cas­
tellano hablantes aunque con una presencia cada vez mayor de hablantes
de leng-uas originarias, producto de la migración. A ello se debe que en
1 4 Para los fines de la definición de ocho ciudades de Santa Cruz y Tarija haya “entre 10 y 20% de inmigrantes
una política lingüística y de una po­ [indígenas] o hijos de ellos, que hablan otras lenguas, sobre todo el quechua
lítica educativa, es m enester consi­
derar que, al margen de su limitada
y, en menor grado, abonara o alguna lengua oriental” (Albó 1999a:45).
población, los pueblos ubicados a
ambos Fados de las actuales fronte­ Como se ha señalado, los datos consignados en esta sección provienen
ras estatales podrían ser atendidos a de la sistematización del Censo de 1992, aunque ahí donde se ha podido, se
tra\ és de modalidades comunes, re­
han hecho referencias a los resultados del Censo de 2001. Es probable que,
sultantes de la concertación y los
acuerdos entre los diversos países
aun cuando las tendencias aquí descritas continúen siendo las mismas, la
involucrados. situación varíe en los años venideros, dado, de un lado, el contexto legislati-

35 ■ Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


vo y político-social más fovorablc a los pueblos indígenas v a sus manifestacio­ Debido a! equilibrio relativo
nes lingüísticas y culturales, y, de otro, si se continúa y profundiza la existente entre al menos
implcmentación en el ámbito nacional de la educación intcrcultural y bilin­ las tres o cuatro ciudades
güe, sea en el marco de la aún vigente transformación educativa iniciada en más influyentes del pais,
1994 o en el contexto de la nueva política de descolonización que se debate
no ha existido en Bolivia
ahora en el Congreso Nacional.
También se ha obscmido que en los últimos años y producto tanto de la un consenso generalizado
evolución sociopolítica nacional cuanto de los cambios internacionales en respecto a una variante
materia de legislación referida a las poblaciones étnica, cultural y lingüística­ del castellano aceptada por
mente diferenciadas, se viene obsen^ando una suerte de retorno al indio (Albó todos. Más bien se reconocen
1991). Tíil regreso bien podría confrontarnos con modificaciones sustanciales las diferencias dialectales
en cuanto a la demografía étnico-lingüística del país, a partir de la “pérdida y hasta acepta que en el país
del miedo y de la vergüenza” ante la posibilidad de admitir la real filiación se puede al menos hablar
lingüística. Esto afectaría sobre todo a la población bilingüe de un idioma como colla, como camba
indígena y castellano que, en muchos casos, podría aparecer hoy en los datos o incluso como chapaco.
censales sólo como monolingüe castellano hablante. El capítulo dedicado al
qucclnia de Cochabaniba incluido en este volumen precisamente da cuenta de
estos nuevos procesos sociolingüísticos, influenciados por cierto por la situa­
ción política del país (Sichra en este volumen).
Los cambios sociopolíticos que vive el país, y su viruial situación de re-
consti ucción social y cultural en el contexto de un proceso de fuerte reafir-
mación étnica y de desplazamiento de la hegemonía hacia un sector no clara­
mente definido, conformado tanto por líderes sindicales y populares -tanto
indígenas como criollo-mestizos- cuanto por intelectuales indígenas -predo­
minantemente aimaras, impactan también sobre el castellano y sobre la per­
cepción que de él se tiene o se tenía.
Por un lado, es menester reconocer que, a diferencia de otros países lati­
noamericanos, y debido al equilibrio relativo e.xistente entre al menos las tres
o cuatro ciudades más influyentes del país, no ha existido en Bolivia un con­
senso generalizado respecto a una variante del castellano aceptada por todos.
Más bien se reconocen las diferencias dialectales y hasta acepta que en el país
se puede al menos hablar como colla, como camba o incluso como chapaco.
Un castellano colla o andino sería aquel sobre el cual impactan, en mavor o
menoi' grado, lenguas de sustrato como el aimara y el quechua, incluso en el
habla de los monolingües castellano hablantes; mientras que un castellano
camba sería aquel hablado por los pobladores de tierras bajas, tanto indígenas
como criollo-mestizos y blancos. Además de algimos rasgos prosódicos v
paralingüísiúcos reconocidos por todos, una isoglosa que a nivel fonético-fo-
nológico diferenciaría a estas dos variantes del castellano hablado en Bolivia
sería la pronunciación de [s] al final de palabra, particularmente en el caso de
los plurales. El castellano chapaco, hablado sólo en Tarija, a diferencia de los
dos dialectos anteriores se asemeja al castellano hablado en el norte argentino
y de hecho se desarrolla bajo la influencia de esas variantes norteñas del caste­
llano argentino. Junto a las diferencias observadas en el plano fonético-fono-
lógico y prosódico, como es de esperar, se perciben también numerosas dife­
rencias en el plano léxico que guardan relación con los diferentes ecosistemas
en los que este idioma se habla y debido a la influencia que sobre el lé.xico
tienen las distintas lenguas indígenas que se hablaban o aún se u.san en estas
regiones. No obstante tales diferencias y la relativa aceptación general de las
variantes, aunque resulte obvio, es necesario reconocer que el castellano más
valorado socialmente es aquel que más similitud y cercanía tiene con aquel

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 37


Que altos dignatarios de utilizado en la lengiia escrita, lo que desplaza la discusión sobre el castellano
Estado, como el propio en Bolivia del eje regional al social. Aquellos con mayor capital cultural y
presidente de la República, social serían los portadores de una variedad más neutra, producto de su cerca­
senadores, diputados, nía a la lengua escrita.
ministros de Estado y Por otro lado, que altos dignatarios de Estado, como el propio presiden­
te de la República, senadores, diputados, ministros de Estado y funcionarios
funcionarios de alto rango,
de alto rango, sean usuarios de una variedad socialmente marcada del castella­
sean usuarios de una
no y pongan cotidianamente en evidencia que ellos hablan un castellano ad­
variedad socialmente quirido como segunda leng-ua, así como también su condición de biling-ües,
marcada del castellano y debe estar generando cambios importantes en la percepción sociolingüística
pongan cotidianamente en de todos los bolivianos. Vale decir y habida cuenta del desplazamiento en cur­
evidencia que ellos hablan un so de la hegemonía política en el país, el habla de los sectores populares e
castellano adquirido como indígenas puede estar también siendo objeto de revaloración.
segunda lengua, asi como Dcsafornmadamente, ni la educación nacional, sobre todo, ni tampoco
también su condición de los medios de comunicación demuestran haber reflexionado suficieiitemente
bilingües, debe estar sobre este aspecto inherente a la sociedad boliviana. Los textos escolares y los
generando cambios periódicos hacen abstracción de la variación regional y social del castellano en
Bolivia. Si alguna concesión se hace es sólo en el plano léxico. Como resultará
importantes en la
evidente, mayores cambios se obser\'an en la radio y en la televisión, pues
percepción socioiingíjística
producto de la impronta de comunicadores portadores de las variantes popu­
de todos los bolivianos. lares e indígenas del castellano así c o m o de las entrevistas a las autoridades,
líderes y dirigentes políticos, sobre todo andinos, se ilustra que no es necesa­
rio hablar un castellano cercano a la lengua escrita para ocupar espacios de
poder. En resumen, el desplazamiento de la hegemonía y de control del poder
de los sectores medios y altos, por lo general, monolingües castellano hablantes,
hacia sectores populares e indígenas, en su maj^oría bilingües o monolingües
hablantes de una variante del castellano con sustrato indígena, tendrá su im ­
pronta en el castellano boliviano y en la realidad sociohngüística del país.
No hay hasta la fecha ningún centro de investigación ni universidad que
Una política de preste atención a aspectos como los analizados aquí. Por cierto, la escasa aten­
ción que las universidades nacionales, públicas y privadas, prestan al estudio
descolonización como la
de las disciplinas lingüísticas redunda en que información, como la analizada
ahora anunciada debe
en esta primera parte de este capítulo, deba basarse en los datos censales y en
.también considerar la los escasos estudios puntuales que existen sobre la realidad lingüística y
inclusión en la educación sociolingüística nacional. Una política de descolonización como la ahora anun­
superior de áreas formativas y ciada debe también considerar la inclusión en la educación superior de áreas
de investigación destinadas a formativas v de investig-ación destinadas a develar la realidad sociolingüística
develar la realidad nacional así como también a describir y a analizar las lenguas que se hablan en el
sociolingüística nacional asi país. Sólo con la información que ofirezcan estudios rigurosos, tanto sociolin-
como también a describir y a güísticos como lingüístico descriptivos, se podrá acompañar el sentimiento apa-
analizarlas lenguas que se renteniente generalizado entre los indígenas de tierras bajas que quieren que “la
escuela les de\aielva la lengua que les quitó” (López 2005) y diseñar estrategias y
hablan en el país.
planes específicos de recuperación y revitalización idiomáticas.
En lo tocante al estatuto de oficialidad del cual gozan las lenguas habladas
en Bolivia, cabe señalar que estamos ante un caso atípico en América Latina
pues la Constitución Política del Estado no precribe la oficialidad de ningún
idioma. No obstante, no hay duda alguna que, en el imaginario nacional y de
facto, el castellano ha ostentando el estatuto de idioma oficial del país, desde
el inicio de la República en 1825. El Estado boliviano ha tenido al castellano
como su único idioma de relacionamiento con sus ciudadanos y sólo en deter­
minados momentos de la historia se han hecho alsnmas O concesiones a las len-

38 Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


guas indígenas, particularmente desde el sector educación y en relación con la La discusión sobre
aplicación de algunos proyectos y programas innovadores, sea de educación la oficialización de las
de adultos o de educación escolar primaria para niños. lenguas indígenas fue
La relación del Estado boliviano con las lenguas indígenas se modificó
retomada por los Consejos
sustancialmente sólo a partir de 1982 y 1994, respectivamente. En el primer
Educativos de Pueblos
caso, esto ocurrió a raíz de la puesta en marcha de una masiva campaña de
Originarios los años 2004
alfabetización de adultos que recurrió sobre todo a las lenguas aimara y quechua,
pero también a una variedad regional del castellano: el chapaco, hablado en la y 2005, a la luz de la
región de Tarija. En el segundo caso, la aprobación de la Ley 1565 de Refor­ emergencia indígena
ma Educativa, que normó la aplicación ampliada en el país de la educación cada vez más evidente
intercultural bilingüe, y que se implemento sobre todo en los territorios aimara, en ese tiempo.
quechua y guaraní, implicó de cierto modo una oficialización de estos idiomas
en el sector educación, pues así lo percibieron tanto maestros como comune­
ros y líderes indígenas. No obstante ni en el caso del SENALEP ni tampoco en
el de la Reforma Educativa, se tomó previsión alguna para sancionar el estatu­
to oficial de las lenguas indígenas y del castellano.
La atención generalizada que merecieron las lenguas indígenas a raíz de
la adopción que de ellas hizo el sistema educativo, tanto como idiomas de
comunicación en la escuela, como de lenguas vehiculares de la educación en el
aula, motivaron refle.xiones e inquietudes, sobre todo, entre los líderes y las
organizaciones indígenas de las tierras bajas de Solivia. Ello ocurrió en el año
2000, en un contexto de reanudación de las reivindicaciones periódicas de los
indígenas de tierras bajas respecto a algunos de sus derechos civiles y territo­
riales, pero también como resultado de dilaciones en la extensión de la educa­
ción intercultural bilingüe hacia sus territorios, por parte de los órganos del
Ministerio de Educación. La agenda reivindicativa indígena incluía precisa­
mente la oficialización de los idiomas indígenas de tierras bajas. Esto fue plan­
teado por la Confederación de Pueblos Indígenas de Solivia (C ID O B ), con
sede en Santa Cruz. A raíz de estas demandas y de las negociaciones que al
respecto Hderó el Ministerio de Educación, el gobierno de Bolivin dictó un
Decreto Supremo por el cual oficializó todos los idiomas indígenas hablados
en Bolivia, pero sin pronunciarse respecto al castellano. El decretó en cues­
tión fue breve y evitó normar el grado de oficialización, ni tampoco los ámbi­
tos de ejecución de esta norma, pero al parecer quedó claro para todos que
esta disposición se circunscribía al ámbito educativo.
La discusión sobre la oficialización de las lentruas
O indííjenas
O fiie retomada
por los Consejos Educativos de Pueblos Originarios (C E P O s) los años 2004 v
2005, a la luz de la emergencia indígena cada vez más evidente en ese tiempo.
Luego de varias y nutridas reuniones, una de las cuales convocó a cerca de 300
representantes indígenas de distintas regiones del país,'' en abril 2005, en el
15 Participaron represenrantes de:
Aula Magna de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la la Confederación Unica de Traba­
Universidad Mayor de San Simón y en el marco del II Encuentro de Derechos ja d o re s C a m p esin o s de B o liv ia
y Políticas Lingüísticas, se aprobó un proyecto de Ley de Derechos y Políticas (C SU T C B ), la Confederación N a­
Lingüísticas para ser presentado tanto ante el Congreso Nacional como ante la c io n a l de M aricas y A y llu s del
Qollasüyu (CO N AM AQ ), la C o n ­
Asamblea Constiuiycnte. El proyecto se encuentra desde principios del año 2006 federación de Pueblos Indígenas de
en la Comisión de Desarrollo Elumano de la Cámara de Diputados. Bolivia (CIDOB), la Asaniblea del
El proyecto propone reconocer, proteger, promover y regular los dere­ Pueblo Guaraní (APG), los Conse­
chos lingüísticos individuales y colectivos de todos los bolivianos, así como jos Educativos de Pueblos Origina­
rios (CEPO), el Bloque Indígena de
establecer políticas y competencias para su implementación, en el marco del
Parlam entarios y la Dirección de
reconocimiento de la Constitución Política del Estado, de los convenios in­ Educación Intercultural Bilingüe
ternacionales y de normas legales en vigencia. “Entre sus disposiciones gene- (DEIB) del Ministerio de Educación.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología de! lenguaje 39


El proyecto propone mies sostiene declarar a todas las lenguas existentes ancestralmente en el terri­
reconocer, proteger, torio nacional como Patrimonio Oral Intangible Histórico y Cultural del Es­
promover y regular los tado boliviano” (cf. La EIB en Bolivia, Año 3, No. 10, junio 2005). También
derechos lingüísticos considera la responsabilidad del Estado en cuanto a la promoción y rescate de
individuales y colectivos las lenguas indígenas en peligro de extinción.
El Proyecto de Ley de Derechos y Políticas Lingüísticas marca un prece­
de todos los bolivianos, así
dente histórico en el país, tanto por su contenido como también por la forma
como establecer políticas y
en la que formulado. A diferencia del Decreto Supremo del año 2000, el ante­
competencias para su proyecto de Ley de Derechos y Políticas Lingüísticas es amplio y abarca dis­
implementación, en el tintas esferas de la vida social y de la administración pública, ha sido producto
marco del reconocimiento de la iniciativa de representantes de las comunidades lingüísticas a las que
de la Constitución Política favorecería, se ha analizado y discutido ampliamente, y se ha consensuado con
del Estado, de los convenios representantes del M inisterio de Educación. No obstante y aun cuando cons­
intérnadonales y de normas tituye un ejemplo de política lingüística formulada de abajo hacia arriba, la
■ legales en vigencia. propuesta se queda corta en lo concerniente a la responsabilidad que tienen
las propias comunidades de hablantes y sus líderes en cuanto a la conser\'a-
ción, potenciamiento y desarrollo de sus lenguas. Es de esperar que esta situa­
ción sea subsanada tanto en la comisión parlamentaria responsable de su revi­
sión y puesta a consideración del Congreso Nacional, como también en las
discusiones a que haya lugar durante la discusión de la nueva Constitución
Poh'tica del Estado, por la .‘Vsamblea Constituyente que deberá concluir sus
labores en agosto 2007.

§§§

Planificación idiomática y ecología del lengaiaje

La preocupación por e! destino de las lenguas en épocas de mundialización de


la comunicación y de globalización de la concomía se ha venido haciendo más
evidente en todo el mundo, a raíz de la impronta que distintos aspectos vincu­
lados con los patrones de vida de las sociedades de consumo del hemisferio
norte tiene sobre las países y pueblos del sur, hemisferio en el cual sobreviven
números importantes de sociedades émicamente diferenciadas y donde tam­
bién se consen^a parte importante de la diversidad biológica del'planeta. La
16 El Ethnologue del Instituto L in­ relación estrecha existente entre diversidad biológica y diversidad cultural y
güístico de Verano señala que el 96% lingüística ha atraído la atención de diversos especialistas, entre ellos los lin­
de las lenguas es hablado por cerca güistas, que ven con seria preocupación la amenaza que se cierne sobre las
del 4% de la población mundial y
culturas y lenguas distintas a las hegemónicas. De preocupaciones como éstas
que sólo un 4 % de las lenguas es
hablado por el 96% ; es decir, un 96% y también de la consideración de los idiomas como organismos vivos, ha sur­
de idiomas cuenta con un un nume­ gido la metáfora de la ecología del lenguaje (Haugen 1972).
ro e.xtrem am en te re d u c id o de Desde esta perspectiva, Haugen, primero, y otros después (Mühlhiiusler
hablantes, por lo cual se encontra­ 1996, Ciystal 2000, Nettle y Romaine 2000, entre varios) han intentado aph-
rían en riesgo de muerte. Por su par­
te, M ahia (2006) se refiere a que es­
car principios que regulan la ecología de las especies naturales o biológicas
tudios de la iViociación Americana para analizar la situación por la que atraviesan las lenguas, superando de este
para el Progreso de las Ciencias, en modo la preocupación casi exclusiva por la descripción y/o documentación de
1995, prevén que la gran mayoría de los idiomas hablados. Sobre esta base y a la luz de la evidencia de la pérdida
lenguas del m undo (9 5 % ) habrá
acelerada de lenguas que, como lo señalamos en otro lugar de este volumen,
muerto en el lapso de los próximos
cien años. Sobrevivirían únicam en­ involucra al menos a una lengua en el mundo cada quince días (Crystal 2000),''^'
te sólo apro.ximadamente 300 idio­ particularmente desde la sociolingüística y la política y planificación idiomáticas,
mas a comienzos del tercer milenio. la preocupación por la preserv^ación y cultivo de los idiomas aún hablados en

Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia


el mmicJo es cada vez mayor (Haugen 1972: 326-29). Ello ha llevado al análisis Hoy se favorece
de cada lengua en el entorno en el cual se desarrolla, en interacción con los la formulación de políticas
demás elementos que componen dicho entorno. lingüísticas que surjan
Varias son las contribuciones que la perspectiva ecológica trac al estudio
desde abajo pero que
de las . cnguas y sobre todo al develamiento de las condiciones que permiten
logren impacto en las
su con:;ervación y uso en una sociedad determinada v un área geográfica espe­
cífica que es también sociolingüística. Al ver cada leng’ia específica en rela­ decisiones que usualm.ente
ción con otras que conviven en una misma área y al estudiar la lengua a la luz les toca tomar a los Estados
de las condiciones sociopsicológicas y cognitivas (Haugen 1972) que han con­ en cuanto a la preservación
tribuido a moldearla, pero también en el contexto de la historia social del y desarrollo de su patrimonio
pueblo que la habla, la decisiones que se toman en materia de política y plani­ cultural y lingüístico.
ficación lingüística resultarán cada vez más pertinentes y acertadas, en la me­
dida que recojan también los puntos de vista de los propios concernidos. Es
por ello que hoy se favorece, como aquí lo hemos sugerido también, la formu­
lación de políticas lingüísticas que surjan desde abajo, pero que logren impac­
to en las decisiones que usualmente les toca tomar a los Estados en cuanto a la
presen-ación y desarrollo de su patrimonio cultural y lingüístico.
Desde esta perspectiva, el entorno de cada lengua resulta ser tanto
idiomático, como sociohistórico y político, pero también psicológico, pues en
cada ur.a de estas dimensiones existen y surgen periódicamente factores que,
por un lado, configuran el contexto en el cual la lengua se usa, aprende y
enseña, pero también en el cual ésta logra sobrevivir o no al émbate de las
nuevas condiciones socioeconómica que afectan la vida de las comunidades Estamos ante un intento
que las hablan, en un momento histórico de cambio acelerado como el actual. de mirada integral a los
Dada esta situación de cambio, resulta también hoy más necesario que antes procesos de conservación,
incluir la dimensión económica desde lo que se ha dado en llamar una ecología uso y desarrollo idiomáticos
socioeconómica (Mufvvene 2002). que, desde muchos sentidos,
Como se puede apreciar, esta visión ecológica del lenguaje busca a su vez, coincide también con las
desde una perspectiva integral, mirar y actuar sobre las lenguas, y con los lecturas que los propios
miembros de las sociedades que las hablan, desde ángulos que hasta hace poco
indígenas latinoamericanos
nb se relacionaban entre sí: el descriptivo, el sociolingüístico, el lingüístico
hacen del fenómeno
histórico y también el de la lingüística aplicada. Es decir, estamos ante un
intento de mirada integral a los procesos de conservación, uso y desarrollo lingüístico y de la educación
idiomáticos que, desde muchos sentidos, coincide también con las lecturas intercultural bilingüe.
que los propios indígenas latinoamericanos hacen del fenómeno lingüístico y
de la educación intercultural bilingüe (López en prensa b).

...!a nueva disciplina permite redimensionar holisticamente aspectos de la in-


vertigación lingüística que pueden así ser mejor comprendidos. Como las espe­
cies, las lenguas nacen, se desarrollan, transforman, perdiendo ciertos trazos y
ad'-uiriendo otros y finalmente o eventualmente por diferentes razones pueden
entrar en extinción. Como las especies, las lenguas mantienen contacto entre sí,
esiibleciendo diferentes tipos de relación, de la simbiosis a la predación. Un
aspecto particularmente interesante de la ecolingüística es la analogía con el
movimiento ecológico que además de la descripción y análisis de su objeto de
esr.'dio, coloca en relieve la importancia de la actitud de compromiso activo y
cooperativo en cuestiones urgentes como la extinción de las especies, como en el
caso de las lenguas vivas amenazadas de desaparecer. (Mahia 2006: 3)

Hornberger (2002) resume lo avanzado en la materia y establece que,


históricamente, tres han sido los aspectos priorizados desde una perspectiva
ecológica del lenguaje: la evolución de los idiomas, el papel del entorno y la

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 41


La perspectiva ecológica interacción de la lengiia con los diversos elementos que lo componen, y el de
por la que aquí optamos su eventual extinción y de las medidas que es menester tomar para evitar tal
no se encamina únicamente situación. Es desde esta triada que intentaremos en este volumen mirar la
hacia el estudio y siuiación de algunas de las lenguas bolivianas para, al final del libro, plantear­
documentación de las nos medidas de política y planificación idiomática en un país tan complejo
como Solivia. En cuanto a la evolución de las lenguas, consideraremos que las
lenguas y de las condiciones
lenguas, en tanto organismos vivos (Halliday 1978), nacen, crecen, se desarro­
que hacen a su
llan y mueren (Haugen 1972), naturalmente en un contexto ecológico y
supervivencia, sino también y socioeconómico determinado (Mufwene 2002) y en relación con otras len­
sobre todo a la formulación guas que las sobreviven o sustituyen. En lo tocante a la relación estrecha entre
de estrategias encaminadas lengua y entorno o ambiente, consideramos que este entorno debe enienderse
a la acción, acción que está desde una perspectiva amplia involucrando dimensiones como las anotadas en
comprometida con el párrafo anterior y que van, desde la historia social del pueblo portador de la
el mantenimiento y lengua en cuestión, hasta las condiciones socioeconómicas en las que ese mis­
desarrollo de la diversidad mo pueblo lucha por su supervivencia. En ese sentido, un componente esen­
idiomática en el planeta. cial del entorno lo constituyen la visión indígena sobre las lenguas y su apren­
dizaje y uso, y, de otro, las expectativas y deseos, explícitos o no, respecto del
papel que les asignan, o desean asignarles, en su proyecto de futuro o plan de
vida, como comúnmente ellos lo denominan. En relación con el tercer aspec­
to, el de la eventual extinción o muerte de un idioma, consideramos que es
menester trascender el estudio y la documentación de las lenguas para pasar a
la acción, y, por ende, a su reavivamiento o revitalización, siempre v cuando
sus hablantes así lo deseen.
Como se puede apreciar, la perspectiva ecológica por la que aquí opta­
mos no se encamina únicamente hacia el estudio y documentación de las len­
guas y de las condiciones que hacen a su supervivencia, sino también y sobre
todo a la formulación de estrategias encaminadas a la acción, acción que está
comprometida con el mantenimiento y desarrollo de la diversidad idiomática
en el planeta. Ello se plantea además a la luz del nuevo escenario en el cual se
desenvuelven los pueblos indígenas del mundo, en el cual incluyen la lengua
junto a sus conocimientos ancestrales y los consideran como parte de su lega­
do ancestral y como integrante del patrimonio universal. Es debido a ello que
consideramos que una perspectiva ecológica no puede obviar la relación que
también existe o debería existir entre las políticas lingüísticas dictadas desde
arriba, como aquellas que se construyen desde abajo, a la luz de las lecciones
aprendidas en el mundo en general, y en América Latina en particular desde
que, en algunos lugares como México y el Perú, el indigenismo de Estado
impregnara la visión de académicos y especialistas respecto a la política y pla­
nificación idiomáticas. Existen también casos en los que han sido los propios
concernidos han decidido tomar el toro por las altas, formulando políticas
lingüísticas desde abajo; éstos requieren también de acompañamiento, para
aprender con ellos respecto de las posibilidades de construir las sociedades
multilingües y pluriculturales que los indígenas americanos avizoran.
Como se puede apreciar, apostamos por una visión ecológica del lengua­
je no para dar cuenta de los procesos de muerte y extinción, sino y sobre todo,
desde una visión comprometida, para develar las potencialidades aún existen­
tes en los individuos y en las comunidades que pueden contribuir a la recupe­
ración y revitalización de los idiomas minorizados de América, en tanto son
los propios concernidos los que se plantean proyectos y utopías y hasta pro­
puestas de ley específicas, como la que hemos mencionado aquí para el caso
boliviano. Pero, no obstante el compromiso anotado y la convicción que la

42 B Diversidad y ecologia del lenguaje en Bolivia


muerte lingüística es en sí un concepto etnocida (Mosonyi 1985), también es Una visión latinoamericana
menester abandonar la preocupación exclusivamente disciplinar y científica de la ecología de las lenguas
del lingüista (Mufvvene 2002) y analizar la condición sociolingüística de cada se constituye a la vez en una
idioma desde una perspectiva integral pero realista, que han moldeado bajo
mirada política del lenguaje
una mejor comprensión de los procesos sociohistóricos las situaciones acma-
en general, en tanto vincula
les. Por un Jado, y como lo destaca Aiufvvene (Ibíd.), no es posible dejar de lado
los procesos socioeconómicos de cambio acelerado que experimentan muchas lengua y proyecto político
sociedades indígenas del mundo, sino todas. Pero, por otro lado, también es indígena, a la luz de
menester tomar en cuenta, procesos de emogénesis, como algunos Je los que los procesos de cambio
damos cuenta en este volumen, en el marco del deseo deliberado v conciente que vive el continente.
de retomar una identidad indígena que se había decidido abandonar. También
hay que tomar en cuenta los procesos de asimilación de un pueblo indígena a
otro, y por ende, de un idioma a otro, como el que experimentan los pacnhuaras
que optan hoy por la chacobización para continuar en su condición de indíge­
nas. Como destaca Sichra en este volumen, el panorama lingüístico boliviano
“se ha enriquecido gracias a la reemergencia de la multietnicidad y su valor
político en el nuevo escenario jurídico del país. En esta constelación, dcclnrnrse
como perteneciente a un pueblo indígena ha dejado de ser necesariamente un
estigma”. En oü*as palabras, una visión latinoamericana de la ecología de las
lenguas se constituye a la vez en una mirada política del lenguaje en general, en
tanto vincula lengua y proyecto político indígena, a la luz de los procesos de
cambio que vive el continente. Frente a la inminente globalización de la econo­
mía, buscan desde las raíces latinoamericanas y desde el refugio de las culturas,
conocimiento y lenguas indígenas, la construcción de nuevas utopías vinculadas
con el mejoramiento de la calidad de vida, a la cual los indígenas siente que
pueden aportar con sus instituciones culturales y lingüísticas desde su óptica del
buen v h ir.

Pueblos indígenas, lenguas, política y ecología del lenguaje 43


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