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Este principio sirve a su vez como anclaje para establecer de manera acabada la
diferencia entre un estado PATERNALISTA (TRANSPERSONALISTA) Y UNO
PERSONALISTA (ES DECIR, AL SERVICIO DE LAS PERSONAS DE CARNE Y HUESO QUE
LO INTEGRAN). En otras palabras, el estado debe servir a las personas y no a otro
MITO QUE LA TRASCIENDA. Alberto Binder dirá: “que, el principio de legalidad y de
exterioridad, no son suficientes para generar una estructura de protección del
ciudadano lo suficientemente fuerte y estable frente al poder punitivo. Si
presentándose estos dos principios, aún así el estado utiliza su poder, no con fines
sociales, sino para preservar su propia autoridad. Para evitar esta distorsión
existe el principio de lesividad, que orienta el uso de ese poder hacia finalidades
exclusivamente sociales para que en ningún caso el poder punitivo pueda estar al
servicio de un fin autónomo y esas finalidades ser disfrazadas con ideas como el
orden público o el interés general”. El autor también plantea, que el estado, en su
faz de administrar conflictos, no puede inventarlos, ni asignarles una relevancia que
la misma sociedad no les otorga. El desplazamiento de la idea de “intervención en
conflicto entre partes” por la idea de “infracción a un mandato de obediencia” es
una de las características centrales de los sistemas inquisitivos. Existe un
imposibilidad de intervenir si no existe una victima.
De esta manera se establece que toda acción de las personas que de ningún modo
afecten a otro, deben estar exentas de cualquier injerencia coactiva estatal.
De la idea de que te todo delito presupone una lesión a un bien jurídico, por efecto
de esta alquimia discursiva, se pasa a que todo bien jurídico demanda tutela, lo que
instiga a una penalización sin lagunas. Luego como la tutela no puede comprobarse
a nivel normativo (sino sociológico), se deja de lado la ofensividad como parámetro,
con la minimización del concepto y terminar afirmando que la función el derecho
penal se reduce a garantizar la validez de las expectativas normativas (ACÁ PUEDO
HABLAR DEL TEXTO DE MAGARIÑOS…idea de hegelianismo penal).
Para que exista una conducta que interese al derecho penal entonces debe, si o si,
existir un conflicto. Sin conflictividad, no hay afectación a bienes jurídicos ajenos,
por lo tanto, las acciones en ese marco, están exentas de la autoridad de los
magistrados. Es decir, debe existir por tanto, una lesividad, objetivamente
imputable a un sujeto.
El principio de lesividad requiere que, para que haya tipicidad, haya una afectación
concreta a un bien jurídico, ya sea por lesión o por peligro. Pero ese peligro debe
ser concreto. En los últimas décadas las legislaciones han reproducido los tipos de
peligro o de adelantamiento del momento consumativo a etapas previas a lea
lesión, lo que ha complicado seriamente el tema, pues el ámbito de lo criminalizado
excede notoriamente el de los tipos de peligro tradicionales. Es decir, la
multiplicación de los delitos de peligro abstracto.
Estos tipos penales son inconstitucionales, tanto si se los justifica como
presunciones jure et de jure, como si se lo hace diciendo que basta con que exista
un peligro de peligro. Binding los caracterizaba como delitos de desobediencia.
Por lo cual, constitucionalmente hablando sólo hay tipos de lesión y tipos de
peligro, y que en estos últimos casos siempre debe haber existido una situación de
riesgo de lesión en el mundo real.
Este tipo de construcciones dogmáticas no son más que formas de racionalizar la
violación al artículo 19 de la constitución nacional.
En cada situación concreta debe establecerse si huno o no peligro par aun bien
jurídico y, en caso negativo, no es admisible la tipicidad objetiva.
Concepto del agravante por el uso de arma de utilería.