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Fraternidad Misionera de María

Departamento de Ciencias de la Religión


Universidad Francisco Marroquín
Diplomado en Teología Pastoral
Curso:
Profesor: Carmelina del Rosario Xajil
Tohón

ENSAYO SOBRE EL LIBRO ¿QUIÉN ES JESÚS?

Albert Nolan quiere ofrecer con su obra un retrato de Jesús claro, convincente,
sugerente y distinto. Una presentación del hombre tal como fue antes de ser
encerrado en doctrinas, dogmas y ritos, antes de convertirse en objeto de la fe
cristiana. Nada se da por supuesto; se permite, por el contrario, que hablen por
sí mismos los datos históricos que poseemos acerca de Jesús. Nos hallamos ante
un hombre profundamente comprometido con los verdaderos problemas de su
tiempo, que resultan ser también los verdaderos problemas de nuestro tiempo.
Sin embargo, como dice el autor, el principal objetivo que se plantea con este
libro no es la fe, ni tampoco la historia. Acerca de Jesús no se puede presuponer
nada. La invitación que nos hace es a tratar de verle con los ojos con que le
vieron sus contemporáneos antes de convertirse en objeto de la fe cristiana. En
definitiva, lo que por encima de todo le preocupa es el sufrimiento diario de
tantos millones de personas, y la perspectiva de un sufrimiento mucho mayor en
un futuro próximo. Lo que pretende es descubrir qué es lo que puede hacerse al
respecto.

Nolan quiere tirar por tierra muchas ideas preconcebidas sobre Jesús. Al
comienzo del libro ya dice que muchos millones de personas han venerado el
nombre de Jesús, pero muy pocas le han comprendido, y muchas menos han
puesto en práctica lo que él quiso que se hiciera. Sus palabras han sido
tergiversadas, y se ha hecho uso y abuso de su nombre para justificar crímenes,
alentar el miedo en el pueblo o promover verdaderas locuras. "La suprema ironía
consiste en que algunas de las cosas a las que más enérgicamente se opuso en su
tiempo han sido las más predicadas y difundidas a lo largo y ancho del mundo...
¡en su nombre!". A Jesús, por tanto, no se le puede identificar plenamente con el
cristianismo. Fue mucho más que un fundador de una nueva religión. El
cristianismo no puede arrogarse su posesión exclusiva. Porque Jesús pertenece a
toda la humanidad.
¿Qué podemos hacer, pues? Mirar al hombre. Mirar su mensaje. Mirar el contexto
en el que actuó. Solo desde ahí, a juicio del autor, es posible descubrir al Jesús
divino. La fe no puede ser previa a la mirada del hombre Jesús. Es su conclusión.
Con otras palabras, no se puede creer en la divinidad de Jesús si no es a través
de su humanidad. "La fe que Jesús despierta en nosotros es, al mismo tiempo, fe
en él y fe en su divinidad" (pág. 226). Por tanto, para creer en Jesús es necesario
leer los signos de nuestros tiempos como Jesús leyó los de los suyos. Creer en
Jesús no consiste en limitarse a repetir lo que él dijo, sino a analizar nuestros
tiempos con el mismo espíritu con que él analizó los suyos. Es ese Espíritu de
Jesús el que debe iluminar nuestras vidas para que, en definitiva, el reino de
Dios pueda ser una realidad en nuestros corazones y en el corazón del mundo.

En su momento, como podéis imaginar, este libro suscitó cierta polémica en el


mundo de los teólogos (si cae en ciertas herejías de los primeros tiempos del
cristianismo, si el método que utiliza se ajusta a lo establecido o no, si separa lo
humano y lo divino en Jesús, etc.). Me consta que hoy hay todavía mucha gente
que se siente incómoda ante este tipo de enfoques (no tenéis más que trastear
un poco por Internet para ver que hay comentarios para todos los gustos sobre
esta obra). Mi apuesta: la verdad os hará libres. Y para acceder a la verdad,
debemos asumir el riesgo incluso de equivocarnos. Eso sí, siempre con
honestidad, buena voluntad y con mucho amor. Por lo demás, como dice el
autor, "Jesús no tiene necesidad de mí, ni de nadie, para salvarle. Él puede
cuidar de sí mismo, porque la verdad puede cuidar de sí misma".

Con esto termino. Creo que el libro aporta muchos elementos que pueden
despertar en nosotros una mirada distinta de Jesús y de los evangelios, una
mirada rica, descubridora de nuevos horizontes, posibilitadora de un nuevo
encuentro con Jesús y, también muy importante, con el mundo. ¿Es posible ser
cristiano y no intentar cambiar nuestro corazón y nuestro mundo desde las claves
de Jesús y de los evangelios? Que cada cual honestamente trate de contestar
esta cuestión y procure llevarla a la práctica.

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