Sei sulla pagina 1di 6

BIOGRAFÍA DE CASIODORO DE REINA

Casiodoro de Reina, o “Reyna” es uno de los grandes desconocidos del siglo XVI español.
Perseguido por la Inquisición, por las autoridades españolas y por algunos calvinistas ultra-
ortodoxos, es uno de los mayores exponentes del intento de implantar la reforma en España. Supo
ser tolerante en una sociedad intolerante y dogmática. Su mayor aportación fue la primera
traducción de la Biblia al castellano, leída hoy día por millones de personas en todo el mundo.

Nació en 1520 en Montemolín, Reino de Sevilla.

Ingresó en el monasterio Jerónimo de San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla); este
convento se había transformado en un foco de "luteranismo" (Antonio del Corro, Cipriano de
Valera, etc), hasta el punto de atraer sobre sí la atención de la Inquisición. El Nuevo Testamento
de Juan Pérez de Pineda y otras obras protestantes, traídas de contrabando por Julianillo
Hernández, eran el alimento cotidiano de los frailes de aquel convento. De hecho, Casiodoro se
transformó en el guía espiritual de aquel lugar e incluso del grupo seglar simpatizante de las
doctrinas de la Reforma en la ciudad de Sevilla. Según testimonio de los mismos inquisidores
Casiodoro había propagado con mucho éxito la doctrina evangélica entre los seglares de Sevilla
(interrogatorio de María de Bohorques); basándose sobre documentos hoy desaparecidos, el
historiador de la Inquisición Juan Antonio Llorente dijo ser debida a ‘un Fray Casiodoro’ la súbita
conversión al luteranismo de todos monjes de San Isidro; en su libro ‘Sanctae Inquisitionis
Hispanicae artes’, afirma Casiodoro solamente que fueron dos frailes de San Isidro a dar ‘inicio a
este negocio’, con el resultado que en pocos meses casi todos los frailes del convento o se habían
convertido o al menos simpatizaban con ellos.

Ante la represión de la Inquisición que culmina con el auto de fe de 1557, Casiodoro y otros
compañeros, entre los que estará Cipriano de Valera, huyen a Ginebra, donde se une a la iglesia de
los Italianos y posteriormente llega a pastorear una pequeña congregación de españoles . De
todos los frailes de San Isidro del Campo que en 1557 huyeron de Sevilla y se dirigieron a Ginebra,
fue Casiodoro de Reina el único que no tuvo que hacer estudios suplementarios de teología bajo
Théodore de Bèze en Lausanne y también el único (aparte de Juan de Sosa, un joyero anabaptista
de Sevilla, ahogado en Amberes en 1560) a quien los Inquisidores sevillanos en el Auto de Fe de 23
abril 1562 dieron el honorable título de ‘heresiarca’, es decir, maestro de herejes. Un segundo
grupo huyó a Frankfort. Sin embargo, lo que ve en Ginebra no es de su agrado: La condena de
Servet y la rigidez imperante le llegan a hacer decir que Ginebra se ha convertido en una nueva
Roma, tras lo cual decide marcharse a Frankfort en 1559, uniéndose allí a la iglesia Calvinista de
habla francesa.

Cuando Isabel I asciende al trono de Inglaterra, Casiodoro se encamina hacia allá, encontrándose a
otros españoles que huyen de la persecución en España, siendo elegido pastor de la congregación
de habla española. Otros españoles reformados tales como Juan Díaz y Juan de Leon no pudieron
llegar a este país, siendo capturados y devueltos a España para ser juzgados por herejes.
En 1562 solicita a la reina de Inglaterra, de la cual era amigo personal, que se le conceda el uso de
una iglesia para sus cultos, petición que será atendida, pues se les permite el uso de la iglesia de
Santa María de Harás. Poco después se casa, como también hizo Lutero tras colgar los hábitos, y
trae a sus padres convertidos a le fe evangélica.

Inicio de la traducción de la Biblia: Durante su estancia en Inglaterra inició el trabajo para la


traducción de la Biblia en lengua castellana, haciendo indagaciones incluso acerca de un impresor
dispuesto a asumir los riesgos de dicha empresa. Ante las maquinaciones de Felipe II, que le pone
espías y precio a su cabeza, como se lee en una carta del gobernador de Amberes a la regente de
los Paises Bajos: ‘Su Majestad ha gastado grandes sumas de dineros por hallar y descubrir al dicho
Casiodoro, para poderle detener, si por ventura se encontrase en las calles o en cualquier otro
lugar, prometiendo una suma de dinero a quien le descubriese’. Casiodoro se marcha al
continente errando durante más de tres años entre Francfort, Heidelberg, el sur de Francia,
Basilea y Estrasburgo. Finalmente, se establece a la ciudad de Amberes acompañado de su familia.

En Amberes fue absuelto de las acusaciones de herejía y sodomía por los tribunales de esa ciudad.
La situación quedaba en suspenso y sus enemigos aprovechaban para echar todo tipo de
descalificaciones sobre su persona. Algunos autores han hablado de la relación de Casiodoro de
Reina con el espionaje inglés. Esto es del todo imposible, ya que no hay ni un solo documento que
lo demuestre. Tan sólo se sabe que cobraba una pensión de 70 libras de pensión.

A principios del año 1565 se le propuso pastorear una congregación en una Iglesia Calvinista de
Estrasburgo, al tiempo que completaba la traducción de la Biblia, pero la intervención de tres
teólogos calvinistas, que le acusan de faltas graves en su concepción de la Eucaristía y la ascensión
del Señor, dificultaron su nombramiento. Casiodoro escribió una defensa, pero los informes que
llegaron de Londres parecían ratificar las acusaciones de los teólogos. Las razones por su
enemistad con los calvinistas proceden de su afinidad a Sebastián Castellion (traductor de un NT al
latín, del cual se usó Enzinas para traducir al castellano el NT), opuesto a Calvino y los calvinistas,
entre los que se encontraban Juan Pérez, Valera y otros españoles, por considerarlo “tolerante en
materias de religión”. A este llegó incluso Casiodoro a escribirle una carta llamándole “docto et pio
viro Sebastiano Castalioni”.

El resultado de toda esta controversia fue la pérdida de la oferta del pastorado en Estrasburgo y su
partida de nuevo a Frankfort. A partir de este momento se dedica exclusivamente a traducir la
Biblia al castellano.

Publicación de la Biblia: En Frankfort reanuda sus trabajos sobre la traducción de la Biblia al


castellano para lo cual cuenta con el apoyo económico de Simón Sulzer y Huldrich Köchlein, dos
luteranos de Basilea y Marcos Pérez, un banquero calvinista. Al terminar el Antiguo Testamento,
en 1567 viajó a Basilea, para firmar el primer contrato para la edición de 1100 ejemplares de la
Biblia en el verano de 1567 con el famoso editor Oporino, antiguo amigo de Enzinas, adelantando
400 florines. Por desgracia para Casiodoro, en el mes de julio 1568 y antes de poder dar comienzo
a la impresión de la Biblia, Oporino murió y resultó estar de tal manera embargado y arruinado.
A pesar de lo anterior, la noticia llegó con errores a Madrid, haciendo pensar a la Inquisición que
efectivamente se había impreso la Biblia, por lo que en el verano de 1568 se ordenó a los
inquisidores de los puertos de la península de estar bien sobre aviso sobre los libros que entran,
pues ‘Casiodoro ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española’. La respuesta del Tribunal de
Granada no se hizo esperar y el 2 de Julio de 1568 escribe: ‘Después de muchos controles
podemos asegurar a vuestras Excelencias que en este reino [de Granada] no ha entrado ni un solo
ejemplar de la Biblia de Casiodoro’.

Fue entonces que intervino de nuevo Marcos Pérez, prestando a Casiodoro a fondo perdido la
suma de 300 florines (equivalente al sueldo de tres años de un profesor de Universidad) que
sirvieron para cerrar un nuevo contrato con el impresor Thomas Guarin, como revela la
dedicatoria de una Biblia de Casiodoro a la Universidad de Basilea. En esta ocasión, se imprimieron
2600 ejemplares de la Biblia completa en 1569. La Biblia, es conocida como “La Biblia del Oso” por
el dibujo que tiene en su portada. Dicho oso, era la estampa de Samuel Apiario, un editor de libros
de pequeño formato y texto limitado al que Casiodoro compró o pidió prestado la grafía, ya en
desuso para Apiario, para ilustrar la portada de la después llamada Biblia del oso. Esta es pues la
primera traducción de la Biblia al castellano a partir del hebreo y del griego. Su amigo Sturm
escribió a petición suya una introducción dedicada a la Reina Isabel, aunque se decide suprimir la
dedicatoria, para que los lectores españoles no se sientan ofendidos. En el catálogo o cartel de
ventas que Guarin imprimió para la feria de libros de Fráncfort de 1578 figura la Biblia de
Casiodoro: ‘Biblia in Hispanicam linguam traducta’

Fuentes empleadas para la traducción: Sobre las fuentes utilizadas por Casiodoro para la
traducción de su Biblia nos informa parcialmente él mismo en su ‘Amonestación al lector’: Además
de las fuentes originales hebrea y griega, la versión de Sanctes Pagnini y la doble edición judeo-
española de Ferrara 1553. Para las partes griegas del Antiguo Testamento Casiodoro parece haber
seguido sobre todo la Biblia latina de Zürich y en parte la de Castellion, de quien tomó no solo el
término ‘Jehová’ en lugar del comúnmente usado Señor’, sino también el modo de indicación de
los textos añadidos de la Vulgata. Ambas Biblias han sido silenciadas por Casiodoro, así como las
versiones castellanas igualmente utilizadas (Enzinas, Juan Pérez y Juan de Valdés), pues todas
figuraban ya en el Indice de libros prohibidos de Roma y de España. Y siendo precisamente la
divulgación de la Biblia en España su mayor interés, Casiodoro intentó prevenir a la ineludible
prohibición inmediata, haciendo pasar su Biblia como obra católica y respetando el orden de los
libros bíblicos según la Vulgata, cuyo Canon había sido recientemente confirmado por el concilio
de Trento.

Cuando se comenzó la impresión, la traducción de Casiodoro no estaba terminada, sobre todo la


del Nuevo Testamento, y a medida que avanzaba el trabajo de las prensas, Casiodoro se vio cada
vez más apremiado por el tiempo. Las esperanzas que Casiodoro tenía de utilizar todavía la
revisión del Nuevo Testamento de Juan Pérez que se imprimía en Paris se vieron frustradas en
1568 por la intervención del embajador español que ordenó el apresamiento de los editores y
requisó el material encontrado. Sólo le quedaban pues la versión de Enzinas y las cartas paulinas
traducidas por Valdés, de donde Casiodoro a veces incorporó literalmente frases o expresiones en
su propio texto o a veces las indicó solamente al margen como ‘otras variantes’. Al llegar al
Apocalipsis, en junio de 1567, la labor del impresor había casi ya alcanzado a la del intérprete y a
Casiodoro no quedó otro remedio que servirse a manos llenas del correspondiente texto de
Enzinas, contentándose meramente con una rápida revisión.

Distribución de la Biblia: Después de la publicación de la Biblia, ‘en septiembre 1569’ como reza la
portada y en la que, por razones obvias de cautela para su difusión en tierras católicas, no se
mencionaban ni el nombre del traductor ni el lugar de impresión, los enemigos de Casiodoro no
levantaron la guardia. Apenas un año y medio más tarde, el 19 de enero 1571, el Consejo Supremo
de la Inquisición se había enterado ya de que ‘la Biblia en romance’ se había impreso en Basilea y
ordenó la recogida de todos los ejemplares que se descubrieran. Diez años después, en 1581, el
titular del obispado de Basilea, Blarer von Wartensee, denunciaba al cardenal Carlo Borromeo que
en Basilea se habían impreso con fecha de 1569 unos 1600 ejemplares de la Biblia en español y
que 1400 de ellos acababan de ser enviados de Fráncfort a Amberes. En Amberes finalmente se
cambiaron las portadas de muchos de estos ejemplares por el frontispicio del célebre Diccionario
de Ambrogio Calepino a fin de poderlos mejor difundir en España. Esta estratagema no funcionó
siempre, como demuestra el caso un envío descubierto por la Inquisición en 1585, que dio lugar a
un nuevo avisó a los tribunales de provincia: ‘Biblias en español, cubiertas de hojas del Calepino,
se prohíben’. Otros muchos ejemplares quedaron durante decenios depositados en manos de los
miembros de la familia de Casiodoro en Fráncfort, quienes hicieron ‘refrescar’ periódicamente los
ejemplares invendidos actualizando las portadas. Esto explica que existan ejemplares con el falso
pie de imprenta ‘Frankfort 1602’, Frankfort 1603’ o ‘Frankfort 1622’.

Su residencia final: Su residencia a partir de 1570 va a ser Frankfort, donde sobrevive dando clases
a hijos de familias judías acomodadas. Tras los primeros meses Casiodoro se integró en la capilla
calvinista, aunque Teodoro de Beza, otro de sus antagonistas y estudioso del NT griego realizando
aportaciones al Textus Receptus de Robert Stienne (Stephanus) de 1550, escribió repetidas veces
al consistorio de Frankfort para que no fuera admitido. El 6 de agosto Casiodoro cumple su sueño
y manda cuatro toneles llenos de Biblias a su amigo Huber, para que los introduzca en Flandes y de
allí partan para España.

Muerte:
Casiodoro murió en Frankfort en 1594. La Inquisición lo quemó en efigie en el auto de fe celebrado
en Sevilla en 1562 y sus escritos fueron puestos en el Índice de Libros Prohibidos. Al morir le
sucedió en el pastorado de la comunidad luterana de habla francesa en Frankfort uno de sus hijos,
Marcos. Allí se conserva un retrato suyo al óleo en el orfanato de los holandeses y un grabado en
la sala de sesiones de los ministros evangélicos de esa ciudad, donde era muy respetado, que reza
así: "Casiodoro de Reina, nacido en Sevilla..."
BIOGRAFÍA DE CIPRIANO DE VALERA
Cipriano de Valera (Sevilla, c. 1532-Ginebra a, c. 1602)
Escritor español. Monje del monasterio de San Isidoro del Campo de Sevilla, huyó de la Inquisición,
antes del auto de fe de Sevilla (1559), y se refugió en Ginebra. Realizó una excelente traducción de
la Biblia (Biblia del Oso, 1602) y es autor de diversos opúsculos religiosos (Los dos tratados del
papa y de la misa). Humanista y sacerdote español (1532-1602), que llevó a cabo una traducción
íntegra de la Biblia, publicada en 1602.

Fue el más diligente y prolífico de todos los escritores adheridos a la causa reformada. Nació en
Sevilla y entró de joven en el monasterio de San Isidro del Campo, donde aceptó la Reforma. Huyó
de allí antes de iniciarse la persecución, en 1555, y se refugió en el extranjero. En Ginebra, en
Holanda, en Inglaterra, dondequiera que residió el fugitivo, pero especialmente en este último
punto, hizo crujir las prensas con los escritos de su pluma.

Su obra más extensa lleva por título: “Dos Tratados, del papa y de la misa”. En el primero se refiere
al papa y a su autoridad, y a lo que, concerniente a este punto, enseña la Sagrada Escritura y los
doctores y concilios antiguos. El segundo se refiere a la misa, aportando datos procedentes de las
mismas fuentes. El propósito de ambos tratados es el de demostrar con la palabra de Dios la falta
de base del sistema papal y de la misa.
En el tratado sobre el papa hace una recopilación de los desmanes atribuidos tradicionalmente a
los papas. Contiene una curiosa colección de refranes que reflejan el concepto que merecía en la
mente popular el clero de aquellos tiempos. La idea principal del tratado es presentar a Cristo
como el único mediador entre Dios y los hombres. Idénticos propósito y método se encuentran en
el tratado sobre la misa. Contrapone al concepto romano de la que ellos llaman eucaristía, con la
evidencia de la Iglesia antigua, o sea, la sencilla Comunión como un recuerdo y un símbolo,
adoptado de modo general por los creyentes cristianos emancipados de Roma. Al fin del tratado
se ocupa del verdadero sacerdote y del verdadero sacrificio hecho por el Sumo Sacerdote,
Jesucristo.
Otro de sus escritos es el “Enjambre de falsos milagros e ilusiones del demonio con que María de
la Visitación… engañó a muchos”, en el que su mordacidad se ceba a placer sobre la superstición
tan en boga en sus tiempos. Sin embargo, debe destacarse que es corriente que las obras
simplemente anticlericales se distingan por su malicia, en tanto que, en él, la ironía se halla
envuelta por una compasión verdaderamente cristiana, compasión que Valera siente por quienes
carecen de la verdad, por haberles sido mixtificada (falsificada). Por ello, concluye este tratado con
la seria y fervorosa amonestación de acudir a Cristo, el único que obra verdaderos milagros, para
recibir de él, el mayor de todos los milagros, la paz del alma. Cipriano de Valera atestiguó el
respeto y la estima que sentía por el reformador de Ginebra (Calvino) traduciendo sus
“Instituciones Cristianas” al castellano.
Parecido a la “Epístola consolatoria de Juan Pérez de la Pineda a los cristianos perseguidos en
España”, es su “Tratado para confirmar en la fe cristiana a los cautivos de Berbería”, que dirige
Valera a los cristianos que habían caído en manos de los numerosos y potentes piratas
mahometanos de Argelia. Su propósito es confirmar en su fe a los cautivos, para que no renieguen
de ella. Su verbo se inspira y eleva cuando pasa a describir los consuelos de la fe cristiana, y
muestra la Sagrada Escritura como un refugio de la pesadumbre y desesperación, como un arma
eficaz contra los enemigos del alma y del cuerpo, y como fuente de toda doctrina cristiana. Otra
obra suya es el “Aviso a los de la Iglesia Romana”. Sus folletos, de carácter popular, eran escritos
pensando en las masas, y en el lenguaje que éstas comprenden y gustan. En último término, lo que
procuraba era disipar la obcecación (la ceguera tenaz) de los “líderes religiosos”, que son la
minoría, y la ignorancia del pueblo, que es la mayoría, sobre puntos de capital importancia, no sólo
para los individuos como seres humanos aislados, sino también para la convivencia social;
obcecación e ignorancia que habían hecho posible una hecatombe, de la cual, como desterrado, él
mismo estaba sufriendo las consecuencias.
La obra de Valera que más fama le ha aportado ha sido su versión de la Biblia. Fue impresa en
Amsterdam en 1602. Al escribirla, Valera sigue fielmente la traducción de Casiodoro de Reina, con
muy ligeras enmiendas en el lenguaje y en los sumarios de los capítulos. Esta versión es la de
general aceptación todavía entre los cristianos actuales de habla española. Considerando que la
labor de Valera se limitó a la corrección lingüística de la traducción de Reina, merece en justicia,
que se la denomine la versión Reina-Valera y no sólo de Valera. Al cabo de 20 años y antes de su
muerte, la pudo concluir en septiembre. Escribió que los conquistadores europeos se preocupaban
más en América por sus intereses personales, que, por la fe, y que para enriquecerse robaban y
mataban a los nativos, “personas por las que Jesucristo murió”. Fue perseguido por la Inquisición,
aunque al final salió ileso. También fue editor.

Obras teológicas Opúsculos Los dos tratados del Papa y de la Misa Tratado para confirmar a los
pobres cautivos de Berbería La Biblia del Cántaro – Sagrada Biblia Revisión de Cipriano de Valera
1602.

Potrebbero piacerti anche