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LAS CORDILLERAS EN ANDAS

Guadalupe Santa Cruz


a Gustavo Boldrini,
a los estudiantes de Arquitectura
de la Universidad Arcis,
con quienes he compartido
más de un territorio,
a Sonia Montecino y Rolf Foerster,
a Eugenio Dittborn,
a Eva Villarroel,
a Boris,

y a quienes, aquí presentes,


me introdujeron en los parajes
de su quebrada
PASAJERA I
El viaje ensucia, no se sabe cómo. Tal vez los baños sin espejo, tal vez estar lejos de todo, los abanicos de servilletas de
papel dispuestas en copas de aluminio, las distintas barras de los buses y las micros, las ventanas abiertas y las ventanas
cerradas, los vales, las boletas, los teléfonos públicos en Centros de Llamadas, no se sabe qué es lo que se adhiere y
no puede ser retirado.
El Nylon se llama el almacén en Serón y Varón Blanco el veloz camión de transporte en la ruta a Ovalle, los nombres se
ensucian con el camino, me gusta extraviar el mío al abordar los peldaños de las máquinas de viaje.
Recorro distancias sin nombre, habito por largos instantes un espacio que no se llama hasta tropezar con palabras.
Entretanto las letras son asaltadas por aquello que ven y el Norte crece como una página en blanco que se cuela en
un libro escrito por otros. Sólo el vacío de la página me pertenece, hoja en blanco, cochina y apelmazada por el trajín
de los viajes.
Tal vez la falta de sueño, los horarios de las máquinas y el espacio comido por el tiempo ensucien como nunca. O
simplemente desplazarse, extraña, acerque de tal modo que las cosas vienen hacia una, se quedan y no pueden ser
desprendidas. Como si el cuerpo guardara en memoria la enormidad de distancia recorrida y el exceso de paisaje se
hiciera mugre con la que es preciso habitar.
Vertical u horizontal en el mapa, nocturno o diurno, y aunque en un mismo huso horario, el ensanche del viaje produce
un sudor, el sudor de los viajes que aglomera el cuerpo a los lugares.

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ANDACOLLO
La fuerza del agua hace todo lo movible del campo,
de todo lo que se vea verde en cualquier parte.
Más ahí, que hay una quebrada. Cada tiempo tiene
sus cosas y cada campo tiene sus maneras de verse
y de ser.
Igual los cerros, son terriblemente diferentes unos de
otros. Al mirar hacia el fondo la cordillera me da la
impresión de un capitán, el capitán con todos sus
soldados. Uno con lepra, otro con dificultades para
respirar, otro con dificultades para sostenerse, porque
uno está inclinado así, otro para allá.
La cordillera es un abastecimiento de vida, porque
si no nevara para allá ¿cómo tendríamos agua? La
cordillera le da el paso a la gente. Yo digo que es
como una escalera para gigantes, porque son así,
uno va arriba del otro, y si el gigante se pone en la
punta, lo más bien baja. Igual nosotros somos
gigantes, lo que pasa es que somos gigantes chicos.
Nos cuesta más subir, porque la escalera es más
grande. Pero igual nos da refugio, nos da vida. Los LAS QUEBRADAS
animales se van a la cordillera. La gente pasa. Nos Una quebrada es un lugar donde ocurre algo, algo
da el agua, porque la vida de nosotros es el agua. corre o fluye o se interrumpe. Es un declive, siempre
También la cordillera es fantástica y tiene sus sucede algo en los declives, algo se tambalea,
momentos críticos, sus momentos de pureza, cuando declina, se precipita o bascula en otro sentido.
está blanqueando. O bien sucede que se alza, que es preciso escalar,
Yo creo que la cordillera son los ojos del mundo, conmover una posición, buscar otro equilibrio,
porque la cordillera es lo más alto que hay, como desgajar el cuerpo hacia nuevas direcciones.

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que va a tocar el cielo. Se cruzan otros cuerpos, en las quebradas, hay
También es parte melancólica, de repente está ventoleras inversas que descolocan, chiflones y
triste. ¿Se ha fijado cuando tiene las copas vivas y cauces, abismos horizontales. La promesa de otras
la nieve abajo? Como que tiene un ojo abierto y el rutas.
otro tapado, entonces no mira, no mira bien a su Casi todas las quebradas del país producen a su
alrededor. largo encrucijadas. No hay país sino un paraje en
Pero es un capitán que ve a sus soldados y va a cada quebrada.
tener siempre la batalla, siempre la está dando. Él
siempre va a estar arriba, nunca va a bajar. Pueden
cambiarlo a otro capitán, pero siempre va a ser el Para vivir en una quebrada hay que ser muy sufrido
capitán. y quitado de bulla.
Lidia Castro Domingo Pérez Zepeda
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QUEBRADA DEL RÍO HURTADO
Pichasca
Los hombres que han trabajado en el valle del río Hurtado valles transversales, que traen agua frondosa y van a dar
se vuelven hombres conocedores de todo el río. al mar, a los confluentes, a algún lago que borra las pistas
–Conocí todo el río, dice el viejo que se mudó desde el del trecho recorrido, los padres, cuando aún se hallan
valle del Elqui al valle del río Hurtado. vivos, se desperezan. Se despiertan de la siesta, de la
–Mi padre conoció todo el río, dice Manuel López. enfermedad o del olvido y les dicen a sus herederos y
El río Hurtado es un río que se da, permite ser conocido. herederas que ellos no recibieron nada, así como ellos,
Aunque Pichasca haya provocado la gangrena. En sus descendientes, no recibirán nada. Ni siquiera el nombre,
Pichasca la rodilla del padre recibió un peñascazo y esa el pago del nombre.
misma rodilla quedó atrapada, a lomo de burro, entre La ropa sucia se lava en casa.
dos árboles. Pichasca hizo del niño pastor un zapatero sin Los descendientes de los descendientes, que no han
pierna, en Ovalle primeramente y luego en Andacollo. El recibido nada, lo saben.
niño pastor de Pichasca nunca le mostró su pueblo al hijo
porque había sido amputado de una pierna y de su LA MATRIZ
madre. Pichasca había hecho de su madre la empleada Calco los pies de cabra, las cabrías. Modifican levemente
de un padre patrón y posteriormente una fugitiva, una su forma según el pulso, no me canso de repetir su nombre,
paria. Un niño sin madre en Pichasca debe herrar los su silueta. Traslado el signo de un soporte a otro para
animales y hacerlos pastar, cosechar la uva de mesa en multiplicar el goce de la escritura y pienso en el viaje de
los parronales. Tiene las rodillas enclenques porque la falta las letras por nuestros cuerpos de historia, escupiendo y
de madre se aloja allí, en las articulaciones que unen el transpirando palabras.
cuerpo al camino. Sube al cerro con un puñado de harina
tostada e higos, nunca un caldo por comida porque no
hay hogar que dé tiempo para hervir el agua.
El zapatero, dice Manuel López, fue un niño que andaba PASAJERA II
pastoreando las cabras por los cerros a pata pelada y Postergo el momento de escribir porque no encuentro la
podía pisar los espinos de los cactos sin sentirlo, porque su palabra con que se abren las montañas, la tengo sellada
padre tenía una callosidad en los pies que le hacía de en la lengua y estoy en un mal paso. Por mientras vigilo
zapatos. Pero la gangrena se alojó en la rodilla y el padre los otros nombres, los trazos en el cerro que encierra mi
nunca lo llevó a Pichasca, no se la dio a conocer. El padre vista, al frente. Cotas o senderos para la mantención de
quiso olvidar ese pueblo. Estuvo dos años en el hospital las torres eléctricas: las veo, líneas paralelas en el cuaderno
de Ovalle maldiciendo los cerros, esperando que la madre de roca y matorrales. Azogue de la montaña, indistinguible
volviera a su pierna, no quería perderla, y luego aceptó a esta hora. Al fondo del cajón, en la última tramoya, las

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ser amputado. cumbres sin nieve envueltas en nubes. Guayacán es una
Manuel López se ríe porque está en Pichasca y el río palabra favorita, encontrar un guayacán hace pronunciar
Hurtado corre resbalando sobre las piedras. Las aguas la imagen retenida, el gusto acre y ácido de sus ramas
fabrican un verde vibrante contra las montañas rocosas apretadas para sortear la sequía en lo alto. Quillay, litre,
y centellean en la aridez. Un viejo, en la orilla, pregunta colliguay. Un ojo vuela por la ladera opuesta como si
por los chanchos extraviados. Vuela una garza, en el valle desplazara una imagen en la pantalla líquida del
se escucha el eco de las bandadas de tricahues apegadas computador. Enfoca con agudeza el grano que le
al verdor. Las garzas son blancas y los patos silvestres propone la magnificación de la ladera opuesta.
negros. Entre algarrobos, pimientos y sauces cruza un Protejo el momento de escribir portezuelo.
chancho el río Hurtado.
Estuvimos en Pichasca y el golpe que se dio el hijo de
Manuel López en la cabeza no lo hizo enfermar.
En todos los valles hay un hijo que recuerda al padre que
fuera hijo de la vergüenza y el poder. A la vista de los
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LOS ARNEROS
Los arneros son una de las
herramientas del ojo rastreador,
contraria al embudo que sólo mira
y trabaja de modo vertical, de una
vez. El Norte ha vivido de los arneros
tamizando el paisaje, agitando,
acariciando voraz y desesperado la
textura de las tierras. El arnero es un
foco. Cada mirada le concede los
ojos que precisa, el colador de su
suerte. Harina, áridos, oro. Cobre,
carbón. Cedazos para el maíz,
mallas y enjuncados contra el sol.
Mapas que cernen lo infranqueable
de una zona, cartas que hacen de
los senderos una trama. En el Norte
el deseo de los arneros es sacarle el
jugo a la aparente secura de las
cosas.

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Si no atrapara el arnero, sería un
hoyo, pasaría todo de largo.
Lidia Castro
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PASAJERA III
Soñé anoche que trazaba bosquejos y tomaba apuntes en la orilla alta de una quebrada, y es lo que hago. Pero la
quebrada era verde, de arriba abajo verde. Las anotaciones y los esbozos eran algo que yo podía fácilmente extraviar,
mas alguien los recogía y custodiaba para mí, me eran devueltos.
Antenoche eran dos criaturas. Me eran prestadas –una gruesa y otra frágil, endeble, las criaturas– por un pueblo cuyas
fronteras eran hileras de matorrales franqueables. En aquel pueblo se reiniciaba un paisaje. En el pueblo y en el paisaje
conozco un sendero que no posee trazado, son rutas que empalman sin continuarse unas a otras, es un recorrido que
mi ansia prolonga.
A veces estos paisajes de debajo los párpados se alfilerean sobre un emplazamiento, como molde de papel de costura
sobre una tela estampada. Me sobrecoge la forma de un cuadrilátero arrombado, de un círculo incierto. El modo
preciso, aunque indescriptible, del declive de un terreno.
Pienso haberlo experimentado en alguna ciudad, recuerdo una plaza vaga, la vista desde algún piso, desde la ventana
hacia el barrio o, luego de haberle dado la espalda a esa ciudad, la vista sobre una pieza, sobre un cuerpo sentado o
de pie en aquella pieza.
Yo que no he podido ser del paisaje, me es prestado, y los lugares me persiguen, me hacen falta.
Las formas son borrachas y los pueblos parecen tan nítidos, pero son desconocidos.

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LA MATRIZ
Esta es la promiscuidad deseada, es ésta.
Trasladarme. Llevar la mancha de un lado a otro
dejando huellas de reconocimiento, distante de
aquí allá, disuelta en todas las tintas en que aparece
lo escrito, lo visto. Vivo en la tinta que me produce
lo vivido, lugares, luz echada sobre la plancha que
fija un detalle que vuelve a prender aquella otra
estancia. Con el bruñidor, remarco. Con la punta
seca. Despejo una esquina insistiendo con viruta fina
y papel de lija, deseo ver la palabra del mapa que
me permite sentirla.
Pronuncié, detalladamente y con paciencia de
amor a los lugares, S G O W, de Glasgow. La S la
dejé a medias, tal como venía en el marco de la
foto en la luz que me cogía en aquel momento.
Aunque al subrayar su fantasma se hizo inverosímil
como vista y apareció una visión. Demasiadas
palabras soltándose, siempre desprendidas, que me
gusta fijar. Signos que se pueden ir, como las
pequeñas tumbas del cementerio indígena de
Calama dibujado en el mapa de las mujeres. He
impreso en una misma hoja borrador un tumulto de
planchas de aluminio como Copia de estado,
juntando por economía de papel grafías de distinta

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procedencia. Me di lugar mimetizado por el grano
de la aguatinta, confundida en la secreta trama
que recorre los paisajes entre el blanco y el negro,
dicha en el grabado. Como si las palabras se
hubiesen abierto a esa vasta gama, lejos de lo que
dicen, y yo fuese del paisaje, éste, acotado,
cambiante, promiscuo.
He suprimido mucha y al escribir. La y es un problema.
Le dedico este problema a Lidia, Manuel y Antonio.
A Pamela también.
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QUEBRADA DE LOS CHOROS El año 91, en el mes de agosto, como a las tres de la tarde,
Dicen que antes hubo sequedad, porque encontraron todos los días, tengo la visión de que el 15 de agosto del
cosas enterradas, árboles. Después vino más agua. Cuando año 97 iba a quedarse Los Choros aislado, sin agua, sin luz.
yo estaba chica había mucha agua, el agua corría por Se iban a enterrar los pozos. En eso venía un temblor grande
todos lados. Y después vino otra vez sequedad y otra vez y empezaba la pobreza. No iba a servir de nada tener
estaba subiendo el agua. Siempre ha corrido subterráneo plata en el Banco ni tampoco tener propiedades, porque
este río, creo que es más grande que el Choapa. no iba a haber plata para pagar los arriendos. Yo pasaba
Vilma Aguirre Campusano por arriba de los muertos y después de la mortandad nos
veníamos a Los Choros. Teníamos que buscar semillas,
El río Los Choros aparece y desaparece. teníamos que almacenar, porque íbamos a comer lo que
El mar queda retirado, pero se lo presiente. plantáramos, no iba a haber comida. Después de un año
Sube por el llano y luego por la quebrada, sube en el salíamos a buscar refugio y yo me iba al mar, aunque era
nombre de Los Choros. como que alguien me decía “no te vayas al mar”. Y como
El río inexistente va a dar al mar, el mar está presente en yo sé pescar, iba a comer pescado. Estuve todo el mes
esa ausencia. yéndome al mar y tenía que irme al otro extremo, porfiada.
El mar queda retirado pero está cerca. Antes, los niños en Tenía que tener un vehículo grande, un jeep doble tracción
los pueblos eran esclavos de su familia, trabajaban, no para trasladar a la familia. Y llegaba hasta el refugio y no
conocían el mar, aunque no estuviera tan retirado, y los encontraba refugio. Pasaron los años, empecé a sacar
amarraban para darles chicotazos, dice Vilma Aguirre préstamos como mala de la cabeza. Yo era contadora y
Campusano. La profesora los golpeaba y los padres la la gente no paga. Empecé a juntar plata y a poner negocio.
autorizaban, no decían nada. Los milicos atemorizaban a Llegó el año 97. De repente me ponía a predicar, de que
los niños. Si agarraban a uno le cortaban el pelo. Se juntaran cosas, porque se iban a quedar aislados. Después
entretenían disparándole a los guanacos en las piernas. me ponía a pensar, yo debo estar loca. Mandé de todo
a mi casa, donde mi mamá, cien mil pesos en mercadería,
velas, una lámpara. No me hacían caso, y yo estaba segura.
Dicen que antes el mar traía choros inmensos. Que bajo A veces dudaba. A veces le pido perdón a Dios por no
las arenas se encuentran conchales de estos choros haber creído.
gigantes. Luego el mar dejó de arrojarlos. Por años se El 15 de agosto salió el viento, venía del norte. Cuando
perdieron y de la noche a la mañana volvieron a aparecer. llegamos a Porotito, antes de La Serena, llovía todo el
Dicen que las arenas de la playa son blancas debido a camino, empezó a llover ahí. A las 5 de la mañana Los
esas conchas trituradas por el tiempo. Choros quedó aislado. Había gente en la Punta, mucha
Las aguas del río ahora inexistente también se mueven. En gente, porque era feriado. Había cualquier gente, gente
otros tiempos se hacían tan abundantes que los habitantes en la isla, niños, llamaban de que por favor mandaran un
de Los Choros Bajos se mudaban de vivienda, ocupaban helicóptero. No había agua, no había luz, la quebrada se
una ribera en invierno y otra en verano. llevó todos los postes y los tiró al mar, todo el alumbrado

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Los olivos fueron traídos por los españoles. Quinientos años público se lo llevó. Yo tuve la visión que se enterraban los
tienen algunos, se nota en el grosor de los troncos, dice pozos ¿qué pasó con los pozos? pasó la quebrada, entró
Vilma Aguirre Campusano. por los huertos, no se los llevó pero sí enterró todos los pozos.
Semanas estuvieron aislados. No había bebida, no había
qué comer. Lo único que dejaron fue el pisco, después
empezaron a tomar agua de la quebrada. Nadie me hizo
caso, ni mi hermana llenó el tambor. Después me decían
bruja, que yo tenía la culpa. Yo del año 91 me preparé
hasta el 97, hice capital. Y ahora ¿cómo estamos? los robos
¿cómo están? Mucha gente no se da cuenta de que la
situación cada vez va más baja, va peor. La gente que
trabaja en el pueblo no lo siente, pero se nota que hay
poco billete.
Vilma Aguirre Campusano
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LOS NOMBRES
En el cementerio antiguo de Los Choros están En San José de Los Choros Bajos hay gentes, cuerpos
enterrados los nombres Zoila, Araceli, Clarisa. Las cargados de tal manera que aunque no porten bulto
fechas inscritas en las tumbas hablan de la juventud alguno van ellos mismos formando el camino de tierra
sorprendida en las mujeres. Dicen que muchas que recorren. Fue así con la joven que emergió de
morían antes en parto. un sendero nocturno desde los huertos de olivos, iba
En el cementerio nuevo está la Señora Vergara. maquillada y vestida de fiesta, pedía fuego para un
Changa, dice el pueblo, se sabe que Vergara es único cigarro que encendió camino al local de la
apellido chango. plaza de donde brotaba música electrónica. Llevaba
Ernestina Campusano asistió a su madre en el parto el sendero de tierra en la espalda, como estela. Fue
de un hermano, pero según la fecha de inscripción así con un hombre grueso que venía por otro sendero,
en el Registro Civil, Ernestina sólo hubiera tenido a plena luz del día. El compás de su paso iba abriendo
entonces tres años. Se nacía en las casas y se inscribía camino con el trazado del trecho que dejaba atrás.
el nombre y las fechas a destiempo, del modo en Y, sin embargo, los senderos están allí. No pienso que
que se escucharan. Los hombres y los tinterillos de hallan sido consignados en el plano de San José de
las municipalidades se concentraban más bien en Los Choros Bajos, pero están dibujados en el suelo y
inscribir las minas de oro, propiedades de minas son de uso para todos.
recién descubiertas. Al azar eran descubiertas las
minas, defecando en un cerro o probando una y
otra vez, haciendo resbalar la tierra en una poruña,
dice Isolina Ossandón.

PASAJERA IV
La gente no habla por trauma. Yo me estudié. Yo Bandas de visión horizontales, películas que corren
me empecé a estudiar más o menos a los quince sin avanzar, se despliegan sin marco, sin fin, de un
años de por qué yo soy así, por qué digo a cada costado a otro.
rato soy tonta, soy tonta. Después se me pasó eso Me encuentro en el sentido de la quebrada de Los
y empecé a decirme tengo rabia, tengo tanta rabia Choros, en la planicie que se abre hacia el mar. Desde
¿por qué, con quién tengo tanta rabia? Hay cabros el pueblo de San José de Los Choros Bajos el llano se

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que no quieren ver Los Choros, odian Los Choros halla dulcemente ordenado por la extensión olivar,
porque les pegaron tanto. Han estudiado, pero se longa y calma. Incluso el sonido de los esporádicos
han quedado, se ponen a tomar, no quisieron vehículos sucede hacia el costado. Puedo seguir con
progresar, no quisieron salir de eso donde habían la vista la distancia que recorren, atraviesan pequeños
caído. Nadie habla, sólo los que vienen de afuera. paisajes transversales como aquel que enmarca la
Mientras están en reunión, nadie habla. Tienen miedo malla de la puerta de entrada de este recinto, entre
a hacer el ridículo, es como una enfermedad. Antes las piedras pintadas de blanco, los postes y el cerro
era peor, si yo hablaba le tenía miedo hasta a mi longitudinal de fondo.
voz. Pero igual, cuando me fui de aquí pedí beca Franjas horizontales de visión, mirada a la ronda.
en la Junta de Auxilio. Aunque me pusiera roja, iba
y hablaba, sin conocer a nadie. Era un muro que
tenía que atravesar, tan duro, pero lo atravesaba.
Vilma Aguirre Campusano
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LOS DESLINDES LA MATRIZ
En terreno yermo salta a la vista un límite. Los cercos ¿A qué va el paisaje?
parecen irrisorios y, por ello mismo, inquietan. Se turba El paisaje no es la imagen.
la vista y se aloja de inmediato allí, en el espacio El paisaje es el deseo, hoy, de raspar. Querer del negro
delimitado. En lo que contiene un cerco de cactos, atraer blanco, extraer luz y relieve de una zona
en lo que encierra una pirca, en la zona que guarece oscurecida. Precisar que el óxido se abra a la textura
la hilera de piedras blancas, un suelo barrido, los que encubre su capa crujiente, que muestre el surco
espinos que despuntan del muro de adobe, hirsutas disimulado bajo su taimada protección. También es
ramas de espino incrustadas en el muro de adobe seguir el movimiento del cuerpo borrador, lanzarse
y clavándose en el cielo, las calaminas de zinc, las en un desdecir abierto, sin topes, que suprime con
hileras de churque, de chañar. Un vagón de tren gestos arrojados un área entera y arriesga otra vez el
como muro, una escultura en troncos de copao blanco, un blanco habitado de espectros anteriores,
como gallinero. El ojo se pone turbio porque nada se de intentos que no llegaron a ser. Surge a ratos un
enmaleza, la nitidez rasguña, pregunta. Una imagen enamoramiento por esos bellos gestos perdidos y
golpea y persiste en su inmovilidad como pueden conservo el ademán, el paisaje de aquel ademán
insistir las imágenes en algún soliloquio del paisaje. fallido que conduce sin embargo a esta hora. Hago
Corral para atajar los animales. Pirca para espantar uso del taladro y su remolino de lijas, desgasto de
los animales. Piedras arrejuntadas, acurrucadas contra manera decidida, aunque compasivamente,
la vastedad. Tambo, cementerio, plaza, arena para reservándole al ojo algo ignoto, preparando un
espantar la confusión de las piedras y sus signos espacio para aquel paisaje por venir que puja en
encontrados. Predios verdes dibujados por el riego, mis muñecas.
por el agua domesticada en los pozos, por el O mi paisaje ansía ir al encuentro del parto en líquidos
afloramiento de aguas en los oasis. Mancha de los de una imagen y aíslo el taller, sumo el cuerpo, las
humedales, manantiales que oscurecen el verde de herramientas y la matriz de metal en una oscuridad
las verdes vegas, del amarillento verde de los que solo atenúa el foco rojo de la lámpara. Bañamos
bofedales, manchas. Fronteras apenas que hacen en una atmósfera de luz silenciosa y tibia, somos todos
de su recinto un espacio plumeado por la historia, imprecisos bultos. Dispongo la matriz de aluminio bajo
una y otra vez, ahí, donde el ojo se clava. Atalayas una fina napa de emulsión, huevo secretamente
levantadas a poca altura desde donde se hablan abierto a la luz en espera del impacto de los contrastes,
los confines que surgen y mueren en esa palabra, ungüento fotográfico que se vuelve página, extensión
miradores tal vez, muros divisorios que se cifran en dispuesta a la curiosidad. Sobrepongo la transparencia

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lenguaje. La saliva deslinda y es enorme su orilla. Las que porta una imagen. Esta imagen no es el paisaje.
letras retienen. Lo que juega en aquellos minutos es el intervalo entre
todos los cuerpos. La distancia actúa a modo de
acercamientos de la luz con la mirada, de la ilusa
correspondencia entre imagen y paisaje –aquel
eufórico segundo de la posesión–, del roce entre
aluminio y transparencia, del rigor del reloj calzado
al tiempo, de la promesa de una copia, de la
concentración de todo. La mirada, luego, escruta
amorosa y pacientemente las aguas de soda cáustica
diluida para atrapar el momento en que va
revelándose algo entre la imagen y el paisaje, entre
el paisaje y yo.
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QUEBRADA CARRIZAL
El Escorial y los pavimentos
Hay que saber estar acuclillada o de rodillas, hay que saber La hermana de Juvenal enfermó de a poco, hasta callar.
apisonar. Hay que querer recubrirlo todo, darle piso a los Sólo habla sola, en voz muy fuerte pero a solas. No se
pies, poseer una plataforma ideada para sí, que sugiera muestra. Deja a la vista su obra, el inicio de la pavimentación
movimiento en el suelo excesivamente fijo, que invente del extenso sitio que habitan, con los árboles, los dos molinos
senderos imperceptibles en la repetición cotidiana de una y los dos pozos, los zorros chilla que bajaron del monte luego
quebrada. Hay que amar los accidentes que presenta la del año de sequía y se allegaron al patio de la casa. Algunos
tierra seca, una raíz tal vez o bolones que asoman o una vecinos deben saber por qué la hermana de Juvenal
piedra que se encontraba allí, para respetar de este modo enfermó, sólo ellos pueden saber la razón de su silencio,
el relieve por pavimentar persiguiendo su curva o su quiebre algo alcanzó a decir ella, algo a medias palabras, acerca
de manera literal, adoptando apasionadamente su forma. de los vecinos.
Se precisa también mucha paciencia, la tenacidad de un Juvenal cumple con la promesa de cuidarla, tal como se
cuerpo que se halla solo. Quizás busque anclarse y anclar lo pidió la madre. También debe velar por que no pasen
este emplazamiento de Canto del Agua, justo allí donde las cabras de un vecino por un sector del muro de la
la quebrada Carrizal se abre a un vasto llano llamado La propiedad, destruyen lo que encuentran a su paso, se
Jaula, exactamente en el lugar en que el agua, mucho comen las plantas. Ahora la hermana de Juvenal echa
antes imagino, y las estrellas abandonan este desfiladero abajo, cuando se arrebata, lo que ella misma plantó o
que las contiene y se dispersan por el espacio abierto del levantó. Durante el día Juvenal trabaja al frente, en el
llano La Jaula. escorial, extrayendo carbón coke de la antigua Fundición,
En una época remota era el tren que aplomaba esta paleando la tierra en profundidad y arneándola. Y sale a
quebrada hasta Carrizal Bajo, llevaba y traía peso, vinculaba la puerta de la pirca y conversa sobre una ancha vereda
con el Pacífico. Juvenal Santibáñez me muestra el sello de de ladrillos que antecede a su propiedad solitaria, enclavada
la línea férrea, un pequeño montículo regular, un desnivel al final de la quebrada de Carrizal, entre los cerros Pan de
sostenido a lo largo de la quebrada como si fuesen los Azúcar y El Molle.
bordes del lecho de un río desaparecido. El tren transportaba Al decirle a Juvenal Santibáñez que él parece hacer de
cobre de la Fundición inglesa instalada frente al terreno de portero entre la quebrada y el llano, inicia de pronto el
Juvenal Santibáñez y su hermana, cuando Canto del Agua relato de la CNI cuando estuvo apostada durante días
era un pueblo. En el escorial de hoy Juvenal hace acopio frente a su propiedad, luego del internamiento clandestino
de los ladrillos refractarios que conformaron los altos hornos de armas descubierto en Carrizal Bajo, en tiempos de la
de la Fundición a principios del mil ochocientos, los vende dictadura. Apostada, dijo. La palabra caía con todo su
en sacos y amontona otros para su hermana adentro del aplomo. Portero, dije. Militares de civil, la CNI apostada al
muro de pircas del predio que les pertenece. La hermana frente durante días, contestó. Se habían acercado al fin,

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enferma pavimenta con los ladrillos la entrada, más allá y a preguntarle por un vehículo. La ruta que sigue la quebrada
más acá de la pirca. vincula Carrizal Bajo con la Panamericana, Juvenal distingue
Hay que poder relanzar la memoria, darle cuerda suelta cada vehículo que transita por ella, son pocos los
y nueva vida a las ruinas. Hay que haberse propuesto volver movimientos y son espaciados. Los hombres de la CNI ya
a enderezar el derrumbe, pieza por pieza. Haber aprendido no están apostados, forman ahora una rueda humana en
a repetirse, día tras día, que lo muerto está vivo, que es torno a Juvenal y preguntan sobándose las armas. Las
posible darle forma a los restos, fabricar caminos de marca preguntas giran como carrusel, cambian de tono mientras
propia con desechos de una fábrica foránea que, a su el círculo se estrecha. Juvenal describe ese círculo desde
vez, utilizaba ladrillos estampados en Lota, fabricados y un centro angustiado. Hasta que acierta con una respuesta
estampados por las mujeres de los mineros en Lota y anodina sobre quién es él y qué hace y qué representan
Glasgow, Escocia. Tal vez se viniera abajo una edificación para él los vehículos que suceden por la quebrada, y el
más delicada en la cual la hermana de Juvenal pasó parte círculo se rompe, el círculo que oprime como puede oprimir
de su vida, tal vez ésta se interrumpiera de pronto, tal vez un aro humano cargado de objetivo en medio de esa
algo la desgastó. O quizás la agrietara un acontecimiento. vastedad y ese silencio sin dirección.
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Ahora han venido otros uniformados, del Instituto Geográfico Juvenal distingue el trazado íntegro del pueblo. Me indica:
Militar, a cronometrarlo todo, los nombres de los cerros, su la calle principal, una panadería y sus hornos, la joyería que
ubicación, el apelativo de las minas, sus mensuras. Juvenal sufrió el atraco de unos cuatreros, la nave de la iglesia, la
es solicitado por su conocimiento del lugar, pero también plaza, otra panadería, el telégrafo; del otro lado de la ruta,
atiende a aquello que desconoce. Escuchó una secuencia el burdel y el camal, donde se beneficiaban y se carneaban
de nombres de minas que lo hacen sonreír, La Flaca, La los animales. Insiste Juvenal en la planta de la nave de la
Pudiera, Los Lachos. Más que nada conservó el verbo antigua iglesia, dibuja un bosquejo en la arena porque no
cronometrar. Llama así al saber que él domina sobre el la distingo y es el registro que él más ha trabajado.
lugar, a los modos de renovar su inteligencia de la zona. Juvenal Santibáñez entiende la curiosidad que me mueve,
Cada primero de enero Juvenal Santibáñez toma la él remueve la tierra y construye mapas de una historia que
precaución, dice, de observar la posición de las sigue sucediendo. Me habla de su hermana como si yo,
constelaciones en el cielo, por ejemplo, el volantín que a mi vez, pudiera entender aquella obsesión. Escuchamos
vemos nítidamente enmarcado por las dos trenzas de el silencio de su hermana y, a lo lejos, sus soliloquios, mientras
cerros que conforman el final de la quebrada. Toma esa recorremos el predio pavimentado entre las distintas áreas
precaución, dice, porque la tierra se balancea. Debido a de trabajo donde, dice Juvenal, ha llevado a cabo diversos
los tres movimientos de la tierra, la rotación, la traslación y experimentos: la fabricación de los molinos, el arado para
el balanceo, todo cambia de lugar. Juvenal lee todo la tierra, los arneros, la plantación de algodón, de olivares
aquello que cae entre sus manos, a quienes se detienen y de viñedos. Junto al antiguo maray que trabajaron con
en la quebrada les solicita periódicos recientes para su padre político cuando eran pirquineros, Juvenal expone
completar su información. Mientras ausculta el mapa un montaje de las piezas de colección que ha rescatado
celeste que se tiende como río sobre la quebrada, recuerda en sus distintas exploraciones. Se trata de descifrar palabras
haber leído hace años la respuesta que dio el primer en los fragmentos de loza de otros siglos que él escoge
astronauta en expedición por el espacio ante la pregunta entre las rumbas de platos rotos, vajilla inglesa y vajilla de

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formulada desde nuestro planeta ¿ves algo? No veo, había la Cámara de Diputados de Chile. Es un museo caótico y
sido la respuesta. Algo era dios, su cielo, su infierno. Juvenal hay que descifrar palabras, juntar unas con otras, como
Santibáñez no es creyente. ladrillos. Palabras, ladrillos refractarios.
Juvenal Santibáñez, hijo natural de Polanco, como se Juvenal lee la tierra. Vive en la certeza de las ruinas de un
presentó, precisa conocer y entender. Comprende mi pueblo que yo no distingo y habita frente a un escorial que
deseo desmesurado de ahondar en las quebradas. A partir no se percibe desde la ruta. Sólo aparece la entrada
del escorial reconstituye arqueológicamente la planta del pavimentada a su predio, el magnífico espectro de una
establecimiento de la Fundición y, más allá, la planta del plaza inconclusa lanzada por su hermana desde la puerta
pueblo de Canto del Agua. Sus excavaciones le permiten de la propiedad hacia el espacio abierto, perpendicular
ver bajo la tierra: yo me hallo frente a un peladero allí donde a la quebrada Carrizal.
QUEBRADA DE LOS LOROS
Soñé en Tierra Amarilla que las personas éramos injertos en cruz de dos animales humanos.

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QUEBRADA DE CHAÑARAL EL CAMINO DEL INCA
Finca de Chañaral Si usted sube de aquí de la Finca más o menos unos
Aquí, en la Finca, hay unos hoyos, muchos decían seis kilómetros hacia arriba, descuelga hacia Inca de
que eran cementerios pero no son cementerios, son Oro. Ahí tiene usted una cruz grande, pasa hacia el
casuchas que ellos hacían. Le ponían monte primero, Poniente, más o menos por unos quinientos metros,
un monte que hay allá arriba que es verde, le llaman se tira derechito por arriba, pasa por unas minas, las
brea. Luego le ponían barro, lo embarraban, como llaman Las Guías, y se tira a Tres Puntas, de ahí pasa
la espalda del horno que está aquí, así lo hacían. por el desierto de la mina Ema hacia la cordillera, a
Con el filo de los años seguro vino el aluvión, la lluvia, la parte alta, cruza al cerro de la Chinchilla hacia la
eso se aterró, y ahora como han visto esos montones costa. Ahí hay unos cerros medanosos, ese cerro que
han pensado que son cementerios, no, no son de repente está aquí y de repente se corre, es así, la
cementerios. Se asentó, entonces al escarbarlo sale tierra se corre. Pasa por la orillita y va a dar a Juan
el barro y abajo del barro la capa de monte, se nota Godoy y de ahí va a salir a Pedro León Gallo, después
que tienen que haber sido rucos. a Copiapó.
Conozco todos los cerros. Éste pertenece a De la Finca hacia el Norte, a pie, usted no tiene una
Puntunchara, en éste otro hay unas minas que se parte recta. A un kilómetro, más o menos un kilómetro
llaman La Cuchara, La Islita. Por este lado pertenece y medio, de ahí sale directo, al costado de un cerro,
a Puntunchara, por el otro pertenece prácticamente más o menos como ése pero más piedrudo, donde
a la Rincón, a la Quisco, un mineral grande, la Gallo hay una quebrada que entra para arriba. De ahí se
está un poco más allá, están divididas por el bordo descuelga a otra quebrada y cruza una huella que
del cerro. El bordo es la mitad del cerro, como el está para La Polola, después cruza la mina La
techo aquí. Si es angosto es un zanjón, si no, es una Abundancia, más o menos a unos cuatrocientos
quebrada. Arriba le pusieron bordo de Varas, porque metros para abajo y se tira derechito al portezuelo
si usted lo mira de lejos ve una pampa, pero si usted de Topón Azul y de ahí se descuelga a Potrerillo, cruza,
llega ahí, arriba, ve que la pampa tiene una baja a la quebrada, que es una quebrada áspera,
quebrada. Claro, por acá hay unos cerritos más altos, y cruza por el río Sal al Poniente y al cerro de Salvador
pero el bordo de Varas es un bordo pelado, con una hacia el Naciente. De ahí no conozco más.

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tierra blanca, es limpiecito, como para sembrarlo, Domingo Pérez Zepeda
porque no hay ni piedras.
Domingo Pérez Zepeda
PASAJERA V
El paisaje está lleno de ojos. Son ellos la memoria de
un lugar, miradas que se agazapan en las distintas
perspectivas, en los encuadres ofrecidos por la
inmensidad y que chocan contra los cerros o rastrean
una quebrada. Cada mirada buscaba algo. Ese algo
es el forado que veo en el paisaje, es lo que en él me
vence.
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QUEBRADA DEL SALADO PASAJERA VI
Cecilia Ramos Jerónimo jugaba con el teléfono a En el Salar de Pedernales los lugares se mueven. Dormí
manivela de la Estación de trenes en la quebrada en la sensación de encontrarse nuestro campamento
del Salado. fuera del recinto de Bórax, en los extramuros, y él sintió
Cecilia Ramos Jerónimo muestra los peoquenes en que dormía con la puerta de la carpa contra el muro
el bofedal de la quebrada del Salado. de las ruinas.
Cecilia Ramos Jerónimo sabe cuántas cabras pueden El recinto dentro del cual nos guarecimos es en piedras
alimentarse en las vegas. Los padres de Cecilia Ramos de tiza rosada interrumpidas a ratos por bloques de
Jerónimo bajaron de Pedernales donde también roca negra. Custodia huesos de guanaco que aún
criaban cabras. Le han dicho que el lugar se llamaba llevan pelo en los extremos, clavos de la fábrica
Bórax. Cecilia Ramos Jerónimo no conoce el Salar inglesa, pedernales que sacan chispa al
de Pedernales pero imagina la oscuridad inmensa entrechocarlos en la oscuridad de la noche y
que se ve allí de noche. grabados en el adobe de la franja superior de los
Cecilia Ramos Jerónimo dice que es coya. Alcanzó muros. Nuestro piso es arena, no se encuentra
a conocer a su bisabuela Estanislaba Jerónimo. El pavimentado con piedras oscuras como la terraza
apellido Jerónimo es coya. Cecilia Ramos Jerónimo más alta.
dice que ella dice con orgullo que es coya. Que Soñé los flamencos que no hemos visto. El primer
antes estuvo todo en silencio y se perdió el plano que abarcaba todo el cuadro de mi sueño
conocimiento de los coya. eran las patas, patas de flamenco rosadas y vivas. El
Entre Diego de Almagro y la quebrada va a vivir zoom se centraba en la articulación de los huesos de
ahora Cecilia Ramos Jerónimo, porque su hijo entra sus patas en movimiento, muy distantes de los huesos
al colegio. Ella estudió en Potrerillos. Subía todos los de guanacos muertos esparcidos por la arena. Juvenal
días con el bus de los trabajadores. Trabaja en una Santibáñez le tenía nombre a la calavera del burro
casa particular en El Salvador, también sube con el que había sido suyo y la consignaba entre las piezas
bus de los trabajadores. Cecilia Ramos Jerónimo de museo que amontonaba en su predio. La calavera
siempre ve en un cerro de la carretera hacia Diego del guanaco es anónima aquí, contra el muro del
de Almagro la forma de un gato acostado. recinto principal de Bórax en Pedernales. Salí de la
Dice Cecilia Ramos Jerónimo que en su casa en la carpa en plena noche, había olor a orina y escuchaba
quebrada se escuchan los zorros chilla, que cuando pasos de animales a lo lejos. El cielo no estaba hondo,
se están apareando cantan. a las estrellas les costaba brillar en aquella bóveda
Es cantarina la voz de Cecilia Ramos Jerónimo en grisácea, de negro pálido como una aguatinta que

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esta quebrada áspera. no fue mordida suficiente tiempo por el ácido. En ese
cielo bajo e irregular vi, vi las zonas oscuras que
envolvían algunas estrellas, vi que formaban formas
en el revés de las estrellas, formas a las que no di
formas. No quise buscar a la llama amamantando a
sus crías, ni su leche, ni la vía láctea. Desdeñé la
palabra yakana, me asustó hallarme tan lejos con
un cielo poco ancho.

LAS RUINAS
Las ruinas rara vez son cerradas, tienen huecos que
se ama recorrer. Por eso las ruinas, no por otra cosa.
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LA MATRIZ
El aluminio no posee memoria, es blando, cuesta que rodean Potrerillos vistos desde la otra ladera de la
permanezca una traza bajo la nueva mordedura del Quebrada del Salado. El espejismo de la blanca
ácido. O tal vez aquella blandura le confiera otro ciudadela industrial se encontraba también envuelta
modo de memoria, una susceptibilidad que lo vuelve en las emanaciones del ácido nítrico que la hicieron
alerta a lo inmediato. No se lo puede pasar a llevar, desalojar y yo leía este espejismo contaminado junto
registra el gesto mínimo de un error, una punta seca a la diseminación de las comunidades coya que
que se cambia de lugar, otra plancha que lo roza abandonaron Potrerillos.
inadvertidamente, todo lo raya y ensucia el trabajo. Es temible el ácido. Carcome hasta perforar. Su
Ensucia por lo mismo que el aluminio es blando, que ebullición acelera el desgaste que se concentra en
no resiste la borradura completa, nunca retorna al las zonas permeables. Cuando éstas son frágiles
blanco. recubro la brea con barniz blando, la manteca lo
El Norte no es la pampa y la pampa no es el desierto, hace más resistente. Bajo la mascarilla y empecinada,
sin embargo lo desértico del Norte es su escritura las manos enguantadas y febril ante el efecto del
entornada, no fatiga ni agrede como el libro de las ácido obrando en la obra siento la transpiración
ciudades que fuerzan a contradecirlas, páginas y salada en torno a la boca, recuerda la sal en los
páginas por responder, hojas y hojas, capítulos enteros momentos del amor, la misma tensión, la misma
de anotaciones al margen, de tarjar, de leer atención sujeta a una esquina de la carne que se
entrelíneas, de hacerme cuerpo con sus dichos para expande hasta delirar. Delirio salado y sin forma,
atravesarlos en el modo de la distancia que permite trasladándose de un puerto a otro, carente de
ir allende su afanoso cuaderno. nombre. No choca con lo conocido, salvo para volver
Prefiero corregir las inscripciones en la matriz de en sí. Es el momento en que retiro la matriz del líquido
grabado. corrosivo para observarla a la luz. Extiendo un dedo
El ácido grabó por sí solo un bordo en el revés y palpo el nuevo relieve. No sé en qué dirección
desprotegido de la placa que trabajo. En otro inscribió escribe este signo su alfabeto, no sé siquiera si escribe,
un cerro empinado, semejante a los farellones que pero deseo escribir.

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CALAMA
No es una quebrada, Calama, pero es un hito. Puede trabajan en Codelco y viven enterrados en la tierra de
que la mina a tajo abierto de Chuquicamata sea su las poblaciones, como ellas, salen a gritarle a los
propia quebrada, una quebrada que la mina abre y marchantes: Piojos Hinchados. Dicen que se está dentro
cierra a voluntad, acoge, expulsa y tapia la vida de sus o fuera de Codelco, que Codelco es la clase privilegiada,
habitantes. Calama es un hito junto al Loa y el Loa es provoca diferencias de clase, confrontación con el
un río que juega con las coordenadas, desdice lo mundo popular que es distinto. También dentro de
transversal y contraría geográficamente el damero. Las Codelco hay diferencias, entre el Rol A, con sus tres
mujeres de Calama dicen que Calama es una U porque clases, y el Rol B. Que antes había Rol C, lo peor. La mina
es la forma del río Loa, es como un trapecio. a tajo abierto es un remolino en el mapa de las mujeres.
El hito de Calama es ser lugar obligado de paso hacia En el Estadio techado se hacían las reuniones con los
las quebradas. La U tiene una apertura y un fondo trabajadores.
donde pueden aposarse relatos, las mujeres de Calama En la Escuela CGR estudió Rosa Toro y en el techo de
no cesan de ser historia, saben que todo lo vivido lo es, esta escuela acribillaron a varios jóvenes universitarios
que es suya, que las palabras son para quedarse, poseen en el año 1973. Una de las mujeres de Calama estuvo
un fondo. presa, todas guardamos silencio, las mujeres de Calama
Muchos viajes, por ejemplo, van a dar a Calama. En adivinan lo que significa haber estado presa, que no
1905, 1915, 1930, 1945, 1953, las familias de las mujeres hay relato para aquella memoria. En 1988 hubo la
de Calama llegaron de Ovalle, de Cochabamba, de marcha por el NO. El 1 de mayo del 2002 tuvo lugar la
Antofagasta, de La Paz, de Santa Cruz, de Tucumán. Protesta de los calameños cesantes, María Barrientos es
Vinieron en tren o atravesaron la cordillera montadas presidenta de la Agrupación de Cesantes.
en burro. De seis hijos en una familia, cinco entraban a En el mapa de Calama consignan el cementerio
trabajar a Codelco-Chuqui. Para dejarlos entrar a la indígena, la Fosa Común, la animita de la Botitas Negras,
mina les abrían la boca y veían si la dentadura estaba una prostituta asesinada por un taxista, y el Monolito de
sana. Otras familias compuestas de mujeres, como los Topoter por el combate en la Guerra del Pacífico del
Martínez, le entregaban a la Chile Exploration Company 23 de marzo de 1879. Cuentan que se aparece La
300 overoles semanales para sus trabajadores. Llorona, una mujer que se mató con sus hijos a causa
Para dibujar un mapa de su memoria las mujeres de de la infidelidad de su marido con mujeres de los Buques
Calama dicen que hay que tener un punto de partida de Chuqui. Que no se agradeció a la Pachamama
y demarcar la cordillera ubicando el San Pedro y el San para la inauguración de la Mina El Abra y hubo tres
Pablo, los dos volcanes gemelos, y el Licancabur. Antes accidentes, que se pidió challar y que cuando lo hicieron

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de llegar a Chiu-Chiu se encuentran los dos ríos, el Loa, se detuvieron los accidentes. Que antes existía el
dulce y de agua para beber, y el Salado. Sanatrón, se juntaban restos de salitre en el cerro y se
Las mujeres de Calama conservan en la memoria quemaban. Que en la Fiesta de la Primavera se le ponen
numerosas fechas. La Población Arturo Prat corresponde pompones a los animales.
a un terreno tomado el 20 de mayo de 1960, Rosa Rivas, Las mujeres de Calama se llaman María Barrientos
una de las mujeres de Calama, dirigió esta toma y la Barraza, Eloísa Galleguillos Iraola, Caren Marey Vera,
de la Población 21 de Mayo. Angelina Martínez Leiva, Sandra Pérez Herrera, Rosa
Dicen que en los conflictos de trabajadores en Chuqui Rivas Robledo y Rosa Toro Rivas. Dicen que Calama es
se caminaba por la Avenida Granaderos dieciséis un laberinto de callejuelas estrechas, que las calles son
kilómetros hasta Calama, los hombres con sus bototos angostas y chicas, cortas. Que se les llama los Tapamugre
y las mujeres sólo con zapatos, que los trabajadores se a los departamentos que esconden la pobreza. También
sentían orgullosos que las mujeres apoyaran los dicen que en el subsuelo hay pantanos, que era zona
movimientos. Aunque los Patas Con Tierra, los que no de pantanos antes.
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QUEBRADA DEL LOA
Dos niños de Chiu-Chiu introducen sus coladores en las casa en Ayquina pero todavía no la ha podido techar.
aguas musgosas del Loa en búsqueda de pumpuyos, dicen Para la procesión desde Ayquina a Toconce tiene terreno
que es carnada para la pesca de truchas un poco más en su pueblo pero no ha podido construir. En Conchi tiene
abajo, en el Salado. Uno de los coladores ha sido sólo una pieza construida, la usa para la fiesta de la Virgen
confeccionado con una malla amarilla para cebollas y del Carmen. En el pueblo de Lasana, en el bajo, los muros
limones. Dicen que pumpuyo se escribe con y. de la casa los levantó un maestro con piedra de Caspana
Al internarme hacia los pueblos del Loa las quebradas y su marido acaba de techarla. Ya puede llegar ahí el Baile
plisan el mapa, grieta del río Salado, del Turi, del Toconce. Tinkus que formó Irene Yere. Tiene que pensar en cómo
El piso no es más que una plataforma, se resquebraja y pagar la deuda a la banda Carismática Super Premiere
surge más abajo el verde, terrazas de cultivo y vegas. de Calama. Pensar en cómo volver a Oruro a comprar
Irene Yere dice que tuve suerte de terciarme con ella. más trajes para el Baile, ahora van a ser cerca de cincuenta
Vengo escuchando el verbo terciarse desde Finca de integrantes. Pensar en cómo pasar por la aduana las
Chañaral hasta Tarapacá, pero nadie lo conoce como monteras para los danzantes, no las dejan entrar porque
Irene Yere que se mueve en la intersección de varios pueblos son de cuero animal. Tampoco las sonajeras de pesuñas.
del interior. Vive en Calama y vive en Lasana. Cuando su Quiere que el baile tenga un segundo traje, de color verde
marido Francisco Pérez Yufla, paisano de Lasana, tiene petróleo. Las plumas son más baratas en Bolivia. Las cintas
descanso de Codelco van para allá, pero también va sola que cuelgan del sombrero de las mujeres las cosen las
o con los hijos. Debe regar las plantas, no puede dejar de integrantes del Baile. Tiene que pensar en traer más música
ir. Tienen una casa en el bajo, cerca del pukara, y otra en de Tinkus de Bolivia, en bajar algunas bandas de música
el alto, apartada del pueblo, en Punta Blanca. Desde arriba de internet para aprender nuevos pasos en los ensayos.
se domina todo el valle del Loa, las siembras, el agua que Sobre todo, tiene que ver cómo pagar la deuda a la banda.
cae junto al molino, los canales, los hombres a lo lejos Ver cómo paga el santuario que mandó a construir en
arando con un caballo, un cuerpo o un vehículo que se Toconce. Algo de dinero le llegue tal vez al rezar para el
mueve. Desde la ventana de la cocina Irene Yere me invita
Día de los Muertos. Irene Yere es rezadora. Se sabe el orden
a sapear. Se escucha el agua que corre. Abajo, en el valle,
de los rezos y el tono de cada uno. Tiene un cuaderno
mucha gente se ha ido a Calama y ha dejado de sembrar,
donde los copió y otros los aprendió con los más viejos. Hay
se ve sobre todo la maleza de la brea, la chilca junto al río
veces que la gente no la toma en cuenta porque cree
y la cortadera de donde se saca la cola de zorro. Irene
Yere tiene un retamo, claveles, rosas, margaritas, lavanda, que sólo pueden ser rezadores los hombres. En todos lados
cardenales. Las violetas se le secaron. También se le han hay envidia. Lo que hace Irene Yere no es para lucirse,
dado perales, olivos, limones, naranjos, un damasco, un aunque ella es la única en llamarse Irene, la única de
níspero, un tunal. La higuera tiene algunas hojas amarillas. apellido Yere entre sus hermanos, la única en tener un jardín
Los membrillos son los más frondosos, uno de ellos tiene en Lasana, la única rezadora en Toconce. Lo hace por fe,
carga. El manzano se secó pero tiene un brote verde, no por darle lo mejor a San Santiago, patrón de Toconce. Hizo

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lo va a arrancar. Ahora quiere plantar una palmera, ahí, al la promesa de formar el Baile cuando estuvieron enfermos
lado de la casa, en la cima del promontorio. Desde la sus hijos. También los llevó al médico y consultó con alguien
punta del promontorio la casa y el jardín parecen marcar que le indicó que una persona les había echado un mal.
una frontera entre el valle verde y el paredón rocoso de la Al escarbar la tumba de su hermana encontraron enterrados
quebrada con su piso arenoso y árido. Es el único jardín en dos huevos con ataúdes de miniatura adentro para que
el valle. Irene Yere es oriunda de Toconce, le digo que se la hermana difunta se llevara también a sus dos hijos. En
llevó las terrazas de cultivo a Lasana. Ella misma juntó las todos lados hay envidia y la maldad existe, dice Irene Yere.
piedras y apisonó la tierra entre las rocas del promontorio.
Más adelante quiere drenar agua del Loa con una Irene Yere cree que me interesan las leyendas y dice que
motobomba para que las plantas crezcan más rápido. no se las sabe bien. Aunque le digo que no busco leyendas
Saber del terceo exige pensar constantemente, pensar me cuenta que la laguna Inca Coya tiene que ver con
dónde llegar, cómo alojar a todos, cómo pagar. Hay que una princesa triste y un rey que no volvía. Lo que sí sabe
saber ir al Carnaval, a la limpia de canales. A rezar. Para Irene Yere es que los hombres que van solos a la laguna
la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe Irene Yere tiene Inca Coya no vuelven, se los traga la laguna, que es mujer.
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LOS NOMBRES LA MEMORIA
Francisco Pérez Yufla, dice su señora Irene Yere y dicen Es distinto mirar los mapas cuando en sueños ha
sus hijos, le cambia el nombre a todo. En la casa del aparecido la frase Las Cordilleras de La Lengua.
alto en Lasana Francisco Pérez cuenta cómo es la Recién entonces emerge la calle Prat en Ayquina,
limpia de canales en su pueblo, y cómo es el Día de emerge con violencia. Ayquina se escribe con y, me
los Muertos y cómo es Carnaval. Irene y Francisco dice Margarita Ayavire en Ayquina. También me dice
dicen que es distinto en cada pueblo. En Lasana la que podría ir para el Día de Los Muertos, que no
comida que se ha servido al finado queda ahí por pasaría hambre, en todas las casas dan de comer,
varios días, los invitados tienen que comérsela tal cual, mucha cazuela.
mientras en Toconce, dice Irene, se prepara a diario Si no fuera por el nombre de los bailes grabados o
la comida favorita del difunto. En los dos pueblos se escritos con spray en algunas puertas de Ayquina,
queman al final los restos de la comida. Algunos ven parecería un pueblo deshabitado. Si no fuera por el
en el humo quiénes van a morir después. Hay veces orden de los verdes al fondo del cañón. Si no fuera
que no se ve nada, dice Francisco Pérez. En Lasana por el Museo de Nuestra Señora de Guadalupe. Si
hay Yungas y en Toconce no. Los Yungas son los que no fuera porque conozco la dicha en el
van a quemar y cuando vuelven son otros, con otro desplazamiento hacia las fiestas, en La Tirana, en San
nombre, dice Francisco Pérez. El nombre que eligen Lorenzo, la dicha y la nostalgia en el retorno colectivo
es picante, todos lo saben y les preguntan ¿cuál es desde María Helena a Pedro de Valdivia, la dicha
el apellido? Para Carnaval, asimismo, el Viejo y la del encuentro en el desplazamiento de las Pampillas,
Vieja ya no son ellos al llegar, dice Francisco Pérez, del reencuentro en la pampilla de churrumatinos
son carnavales. expulsados diecinueve años atrás del pueblo que
Juan Pérez, hermano de Francisco Pérez, vive en enriqueció a Andacollo. Si no fuera por los cementerios
Lasana. Su hermano lo llama así, Juan Pérez. Ahí va floridos pampa adentro, por el cementerio de Ayquina
Juan Pérez, dice Irene Yere mirando los movimientos cuyas flores se destiñen en la intemperie del exacto
en el valle desde la ventana de la cocina. La hija de reloj que traza un año solar, el pueblo parecería
Irene y de Francisco dice que su tío, Juan Pérez, es el deshabitado. Si no fuera por los candados en las
hombre más famoso en el país. puertas de las casas de Pedro de Valdivia y de
Ayquina, parecerían ruinas, serían museos de sitio o
lugares de memoria. El agua de los embalses, la torta
y la turbia de las compañías mineras son las únicas
sepulturas que arrebatan candados, pintura y flores

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de las manos volviendo definitivamente deshabitado
un lugar. Sus habitantes los pueblan de otro modo,
viven aquí y allá, la memoria suya es movediza, como
el agua, apegada a los lugares de agua.
Yo también estuve en nuestra calle. En los límites del
pueblo, como de costumbre.
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LA MATRIZ
No doy con el Loa, un río misterioso, aunque su misterio En cambio, todo es piedra. Soñé de las piedras como
sea sencillo, es pequeño y se camufla entre la chilca y separación, soñé las piedras de la separación. Es cierto,
las algas, la espuma que produce el agua al las pircas delimitan, los pukara están compuestos de
contornearlas lo disimulan verde entre los verdes de las muros defensivos, las apachetas señalan la partición
vegas. No doy con el Loa, cuesta diferenciar en la entre lo conocido y lo desconocido, en el pukara el
plancha de aluminio el blanco del agua del blanco montículo geométrico de piedras al centro de un recinto
más blanco de la espuma y resaltar su suave curso entre señala el apartamiento del rito –es una mesa ceremonial,
las hierbas. Es difícil recordar en la textura la forma me dijo Irene Yere–, y las trojas –los intersticios entre las
aparentemente lenta que tiene de fluir. Bruño su suave rocas reforzados con piedras, en el pukara y en el
caudal sabiendo que es el río más largo del país y que promontorio de su casa– son lugares de almacenamiento
atraviesa un desierto. No busco verosimilitud aunque de víveres, piedras que dividen la alimentación en
debo hacer con ella. Busco el lugar exacto de una luz tiempos, un presente y una reserva. Sin hablar de otras
que despierta la imagen en el aluminio. El río Loa me ha maneras de piedra y de la superposición de formas de
forzado a lavarme las manos y pasar bruscamente a la separar, las distintas dominaciones en la historia
zona limpia de la escritura, el río Loa me fuerza a escribir, aplastando un modo y desdiciéndolo, o construyendo
tengo humedad. A mi costado el bidón de ácido parece su modo sobre las bases del otro modo, aprovechando
un animal amaestrado, sé que todo el desorden del y apropiándose el esfuerzo anterior del acarreo, del
taller y el silencio de las herramientas no me obedece. labrado, de la fatiga y de la conmoción en ensamblar
El misterio del Loa se dobla en la imagen porque es el piedras que separan.
lugar en que confluyen el Salado y el Loa, una punta
de diamante geográfica y un punto del mapa
PASAJERA VII
insignificante en la imagen que, encontrándose una en
En los viajes duerme el sueño sobre superficies
aquella intersección, posee la extrañeza de los lugares
inimaginables, sobrevuela océanos, salares, cordones
inexplicables, es irrisorio e intimida a la vez. Al sur de Chiu-
montañosos. Atraviesa puentes, viaductos, líneas férreas,
Chiu, en un descampado que es tierra de nadie, el río
desvíos de tierra en una carretera y parece no inmutarse.
Salado se vuelca en el río Loa. Todo parece bajo, plano
El sueño se deja transportar y su planicie se funde con
y sin embargo es un acontecimiento.
la cáscara del paisaje, ambas son láminas que se dejan
También sucede que repaso el jardín de Irene Yere en
remover, rasguñar.
el promontorio de Lasana, las líneas ondulantes de la
El llano de los sueños posee varias dimensiones, gira a

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manguera que lleva el agua por goteo, el contorno de
veces sin orden aparente, sufre vuelcos, bruscos cambios
las piedras y rocas de sus terrazas que se confunden
de escena, al igual que la bandeja de la pampa que
con las piedras y rocas de los acantilados de la quebrada,
vive en la quietud de sus accidentes geológicos –fisuras,
confusión que no importa si no fuera porque entre ambas
lava derramada, aparición y desaparición de aguas–
se encuentra un jardín. Repaso la breve y entrecortada
y del volumen intangible de los colores que la recorren.
ondulación de las enormes terrazas de regadío en
Toconce vistas desde lo alto. Ante la grandiosa
perspectiva siento que me hallo frente a un puzzle, cada
detalle cumple su maña coleccionista y debo, entonces,
alejar el fetiche de la panorámica porque todo, todo
pudo ser fotografiado y no llevo registro, sino una huella
más grabada en mí.
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QUEBRADA DE TARAPACÁ
Fiesta de San Lorenzo
Otras manos le tejen las trenzas. Ella se está quieta, simulando una cabellera. En la Quebrada de
sentada en un piso, la cabeza a la altura de aquellos Tarapacá unas figurillas similares fueron hechas en
dedos. Se ha lavado recién el pelo, ella lo ha arcilla cruda y sus formas recuerdan a las de
desenredado y cepilla ahora la densa cabellera que Chinchorro, pero a diferencia de ellas exhiben
siente colgar en el movimiento de los brochazos peinados o turbantes. Francisco Gallardo escribe que
regulares sobre su espalda. Mediante el primer diente en esa época –entre 1.500 y 1.200 a.C.– el pelo,
del peine lleva a cabo la partidura. No son ya greñas humano y animal, era considerado una sustancia
ni crenchas. El cabello está lo más liso que darse privilegiada y que, en épocas posteriores, lo
puede. Pende como una sustancia. Son madejas dominante será la sustancia tejida, la complejidad
brillantes, se tornasolean a la luz y, hasta hace un rato del entramado de los peinados equiparándose con
rebeldes y sueltas, se ciñen ahora a un diseño sólo aquella de los textiles.
para traspasar esa locura al cuerpo que desea bailar. Sagital, dice el diccionario de Julio Casares, es la
Otras manos lo hacen por ella, atarle el cabello. Reunir porción de recta comprendida entre el punto medio
las madejas en nudos lucientes, a un lado y otro de de un arco de círculo y el de su cuerda.
La trenza de las fiestas la portan las mujeres en la
la raya que separa su cabeza en doble atuendo,
cabeza y en las manos las mujeres que las hilaron.
una corona partida que nace de adentro. De la
Entre el ritmo insistente de los tambores y la trama
alimentación, del respiro, del corazón que bate le
regular de las trenzas suceden los cuerpos.
brotan esas hebras.
Entre la percusión que vuelca y revuelca la sangre y
Otras manos las hilan en ella. Mientras le tejen las
la gracia repetida en los cabellos, torciendo y
trenzas en el eco del casco su sosiego fabrica un
retorciendo un antiguo relato, tiene lugar el baile.
espejo y siente, siente la forma que va en adorno
Entre los pendones de San Lorenzo y los estandartes
suyo, siente aquel tocado, se va tramando con él, de polvo que levantan las cofradías y hermandades
entrelazándose en el envés y revés con el haz de los de danzantes al golpear el suelo de tierra, sucede el

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cuerpos que vienen a su encuentro y que ella, ya espacio de la fiesta.
trenzada, quiere prolongar. Trenza de luces el campamento de peregrinos que
En la costa de Iquique, escribe Francisco Gallardo, rodea el pueblo de Tarapacá, las carpas nómades,
fueron encontradas unas figurillas Chinchorro las avenidas de comercio ambulante, la fila de
manufacturadas con una mezcla de arena y cenizas, máquinas y vehículos arribando o dejando la plaza
en las cuales destaca el tronco, sin extremidades, y de estacionamiento de Tarapacá.
la cabeza, donde se han modelado con cierto detalle Trenza de luces los trajes. Los cintillos, prendedores,
cejas, ojos, nariz y boca. En la parte superior es visible capas, cinturones, máscaras, botas, báculos y
una sutura sagital, escribe misteriosamente Francisco bastones.
Gallardo, en la que presumiblemente se insertó pelo Trenza de sangres.
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PASAJERA VIII
La máquina se iza hacia los altos y luego cae hacia Mi rapidez es el deseo de distinguir lo que hay de
el río o el lecho seco, avanzamos por la Panamericana nombre en el nombre, escuchar, mirar por el nombre,
cruzando una y otra vez las profundas quebradas saber cómo es, un nombre.
como si fueran calaminas enormes en el asfalto de Me falta y me sobra tiempo, las residenciales y posadas
la carretera que impiden la velocidad, el olvido de aciertan al llamarnos pasajeros. Hubiese inquirido
aquellos parajes. sobre el desplazamiento de Hilda Huarachi desde
Son rajaduras transversales en la verticalidad de la Belén a Codpa, un tramo que persigo con los ojos
Vía Panam, en el mapa. Quisiera ser una carta, tal vez lo consigo
el tajo de Tiliviche a ratos. Los ríos corren desde las cordilleras hasta el
el tajo de Tana mar y levantan el relieve a su paso, pero son también
el tajo de Chiza finas crenchas que prolongan una cabellera cuyo
el tajo de Camarones casco es el Pacífico. Son arterias que acercan las
el tajo de Chaca cordilleras al océano, acarrean historia a contrapelo.
el tajo de Acha.
Se sube a las fiestas de Andacollo, de La Tirana, de
El bus de la línea La Paloma se abre camino por la
San Lorenzo.
Pampa de Camarones, sigue la estrecha cima, tal
Se sube por minerales, por metales.
vez el bordo de un cerro, por la línea tenue, endeble,
Se sube a hacer pastar los animales.
que hace equilibrio entre dos quebradas, que pasa
Baja el agua. Baja la lengua aymara y baja la negritud.
de un lomo a otro, por un mar de tierra arrugada,
Baja el pulso de los tambores y bajan los trajes
entre los pliegues de la tierra seca que van en todas
esplendentes para las fiestas, por el corredor de los
direcciones. Si no tuviese en el cuerpo el vértigo
Atuendos con Bolivia.
conocido de la máquina que se alza hasta Machu-
Picchu, el forzado abandono a una escalada que Terceo, dijo el cargador de las máquinas negociando
parece inverosímil para este mi cuerpo, que no a gritos el precio del pasaje desde Tarapacá a Iquique,
entiende aquella otra razón, no dejaría que el sueño para la fiesta de San Lorenzo.
durmiese cabeceando contra la ventana del bus La En las quebradas tiene lugar el terceo, aquello que

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Paloma por sobre los rodados, por sobre los cañones, se cruza, lo imprevisto.
por sobre las gargantas. Ya sé que la máquina rastrea Las quebradas son esquinas del desierto donde es
el verde, que dará con él, con el verdor de una posible trocar y mezclarse, son una lengua húmeda
quebrada que brota desde el agua y arroja de la Pampa, su blando y abierto declive.
asentamiento, pueblo y palabra.
Mi lentitud es entregarme al horario de los buses, a PASAJERA IX
sus recorridos y terminales. A la existencia de vehículos El bosquejo sobre papel de la travesía por las
o máquinas, a su posible ingreso a una quebrada. quebradas nortinas tiene forma de llamo, de feto de
Mi lentitud es desconocer dónde voy, un nombre llamo como aparecen, largos y nervudos, viejos
que titubea, que a veces se enciende, se agarra a bastones, raíces o ramas asomando de cajas en las
algún lugar. El bus acerca al nombre. calles de La Paz.
QUEBRADA DE CAMARONES
Cuya
El río Camarones termina en la playa. Hasta la Caleta misma ahí. Prácticamente siempre somos cuatro o cinco mujeres,
llega el verde. En el 2000 corrió harto el río, hizo un forado ahora estamos dos nada más, las otras están en Arica. Sería
en la quebrada, el agua abrió el mismo puente aquí. Hizo bueno que estuvieran todas. A la gente que es tranquila
mucho daño la crecida, se juntaron los dos ríos, el siempre le va a gustar vivir en una quebrada, nosotras ya
Camarones y el de Chiza. Cuando hay harta agua estamos acostumbradas. A veces hemos quedado solas,
aparecen los camarones, hacemos Picante de Camarones, pero no pasa nada. Pero a veces la tranquilidad llega a
con locoto y con llaita, una planta de río parecida al luche. molestar. A veces se sienten los perros, es así, es bonito.
La Caleta de Camarones era una caleta que venían a Manuela Herrera Soriano
trabajar de Arica, a sacar marisco, pescado, y en la falda
del cerro hicieron el camino para poder bajar a la caleta, QUEBRADA DE CODPA
poder embarcarse después y tener sus botes. Y ahí En Codpa van cayendo las quebradas, dice Hilda
encontraron a las momias, empezaron a aflorar los cuerpos. Huarachi. La de Puquio, la Quebrada Escalera, porque
En el camino se ve, donde están las totoras, donde ellos es así, como escalera, el agua salta. La quebrada del
amarraban a sus muertitos y los enterraban. Se han valle Codpa nace en Umirpa y muere en el mar, en
encontrado puntas de flecha, canastitos. De ahí recién Caleta Vitor. En Huañachua muere la de Puquio, es
supieron que había esa cultura aquí. Igual en la quebrada, tremenda cuando baja, por los aluviones. Se asustan
cuando uno va para abajo hay, no sé si es geoglifo o cuando alguien dice que viene bajando.
petroglifo, unos llamitos que están así como envueltos en Son cuatro las fotografías que me regaló Ramón
el río, de pie. Han querido sacarnos de ahí, por lo mismo, Albarracín:
porque es zona arqueológica. Nos ha costado harto que La primera es una majada. Es un paso, dice él, un lugar
nos den terrenos, uno puede hacer un hoyo y se encuentra de paso de arrieros y antiguamente de la plata. Se tira
con huesitos, está todo plagado de cementerios. Se ve una piedra, si queda encima es buena suerte. Se
también donde ellos cocinaban, los conchales, abajo en parece a una apacheta, pero las apachetas son más
la Caleta. Uno saca las conchas y se vuelven como ceniza, arriba en los cerros.
se hacen polvo. La segunda es un batán. Los batanes eran comunitarios,
Yo siempre he andado de caleta en caleta con mi esposo. dice él, para moler el maíz y hacer pan, sopaipillas.
He estado en Mejillones, después en Chanabayita. También La tercera son cántaros para fabricar pintatani.
estuve dos meses, para el verano, en Caletita Buena, que Las tres fotografias poseen la misma superficie curva,
se va por mar nada más y nos fuimos de Pisagua hasta coronada siempre por algo: un montículo de guijarros,
Chanabayita en bote. En Caleta Buena íbamos en bote una piedra de moler, una boca.
a buscar agua a Pisagua. Después me vine para acá, a La cuarta fotografia es un petroglifo, la figura
Camarones. serpenteante de un animal.
Ana Robles Santander No me regaló la foto de los petroglifos en que aparece
el zorro flautista y el hombre-pájaro, pero me dejó

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Ha costado harto sacrificio levantar para arriba este local, fotografiar su fotografía.
Las Sirenitas. Antes vivíamos de la casa, nada más, los En la quebrada de Apanza se le aparecían cosas a la
maridos traían la pesca. Hay harto marisco, sale el loco, la gente antigua, por ejemplo, los futres, los hacendados.
almeja, la lapa, el locate. Pocas son la gente que lo Mulas blancas, toros negros. La gente tenía miedo.
conocen, es poco cocinado. También hay en el sur, pero Se sabe que hay en la zona un sector con doce cargas
es más grande. Aprendí a cocinarlo aquí, mirando a los de plata perdida. Si se aparece algo, hay que ir para
caballeros. Es un caracol, es como pariente del loco, una saber qué pasa. Un caballero agarró un cordel y el
cosa así. Hay erizo y harto pescado, pejegallo, a veces cordel nunca terminaba. Lo cortó y lo perdió, no
llega corvina, vieja colorada, pejeperro, cabrilla, sargo, alcanzó a sacar el entierro. Antes la gente juntaba
rollizo. plata y la enterraba, monedas de plata, de oro. Había
Soy de las primeras mujeres de la Caleta Camarones. gente que tenía mucho y vivía pobremente, tiene que
Primero llegaron los caballeros de la pesca, después sus ser que se fondeó mucha plata.
señoras. Ellos son buzos y pescadores, algunos no viven con El padre de Ramón Albarracín le contó los pasos que
la señora ahí, pero tienen sus casas. Llegan, trabajan, están había que seguir, darle sepultura al cuerpo que se
dos días, un día, y se van. Somos poquitos los que vivimos encontraba allí y recién entonces ver el entierro.
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LAS SOMBRAS
Al subir la niebla hasta Andacollo y traspasar la cruz pistas del asalto que la propia CNI había llevado a
verde en los cerros, sabe el pueblo que viene la cabo. En las mismas arenas duermen minas
camanchaca buscando a alguien y habrá velorio. antipersonales del tiempo de la Guerra del Pacífico.
En Codpa la pasajera debía distinguir el cóndor en Quebrada tras quebrada me lo han dicho uno por
el roquerío sobre el pueblo. Camino a Diego de uno, las aguas, las tierras, las habitaciones, las
Almagro no percibió el gato recostado que veía constelaciones y los nombres se mueven, cambian
Cecilia Ramos Jerónimo en la forma de los cerros. de lugar.
Diego de Almagro se llamaba antes Pueblo Hundido,
ha corrido mucha tinta para explicar lo hundido del
pueblo y para desmentir esta versión de la toponimia
del pueblo que debió se rebautizado como Diego
de Almeyda y fue presa de un nuevo error. El anfiteatro
rocoso del Sirawi, cerca de Taira, escribe José
Berenguer, contiene un empinado tobogán de arenas
claras, sobre las cuales suben y bajan con el viento
–como una inquieta pupila– unas arenas de color
oscuro. Es El Ojo del Sirawi.
El Cerro Peineta parece peineta, la Piedra de la
Paloma parece paloma, el Cerro Las Papas es así,
las rocas parecen papas esparcidas.
En Codpa, dice Arnaldo Butrón, por la coca hay
gente que ha descubierto a las personas que roban. LAS QUEBRADAS
Ya no hay yatiri, pero muchos saben leer la coca. En ¿Qué significa emigrar?
el humo también, al hacerle los ocho días a un muerto, Sólo dos escolares de los pueblos del interior del Elqui
despues del paguar, del chantar y de rociar la ropa supieron darle sentido a esta palabra.
con parafina arriba del cerro, se sabe quién está más Es cuando mi padre estuvo cesante, dijo el niño.
próximo de morir. Es cuando cae la quebrada, dijo la niña.
Las nubes narran historias efímeras, pero los cerros no
tienen maña, repiten una misma historia descifrada

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por quienes detienen el carrete de la película de
sombras allí, en el nombre. La luz viaja pero el relato
no se extingue, las palabras son de piedra, pueden
asaltar una mirada desatenta que cree ver en el
cerro un cerro. La pasajera enmudece, entonces. Al
plisar los ojos puede ver los camélidos grabados en
la roca, también vió al león boquiabierto, la pintura
de su desmesurada dentadura, y distinguió el plano
de las cordilleras dibujado sobre el risco. Pero también
ve sombras que atraviesan las cosas.
Entre las arenas que bordean Calama Francisco Pérez
indica el sitio en que la CNI le fabricó una cama de
dinamita a los funcionarios del Banco para borrar las
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LA MATRIZ
Es distinto escribir yermo a pulir una superficie con la goma abrasiva que lleva por nombre yermo. Es otro el placer al
bruñir una zona que, el cuerpo sabe, encubre lo que me gusta llamar la luz definitiva de ciertos lugares.
Es distinto escribir yermo a tocar la palabra y dejarse rasmillar por su materia.
Las palabras, al igual que la matriz de metal, poseen diversas napas difíciles de distinguir. Un brillo debe ser diferenciado
de otro a través de una cierta inclinación del cuerpo y, por sobre todo, del ojo. En un cierto ángulo de luz y con la pupila
dilatada aparecen las capas geológicas depositadas unas sobre otras, las capas de ocupación y otras intervenciones
que han dejado huellas. La arqueología indaga en los basurales como restos de vida material. Basurales, grabados o
pinturas rupestres y manantiales, ríos o cursos de agua se estrechan en la edad de un lugar. Yo debo exorbitar la mirada
para llevar a cabo la partición de las manchas fantasmagóricas que son propias al aluminio, del centelleo en las imágenes
fotográficas y de la oscuridad que pertenece a la historia.
Lo que me ata al grabado es el error, nada en él es definitivo. Una equivocación es punto de partida, la oportunidad
de soltar las amarras y dejarse llevar por la materia, por lo que es sugerido en este cuerpo a cuerpo entre una mano
que quiere corregir y la misma mano que hace abandono, detiene su frenesí y cae.
Amo el grabado porque es trabajo. Un delantal que resume tiempo cuando la faena toca a su fin e inscribe definitivamente,
porque la matriz que se da por terminada prolonga esa certeza de lo definitivo –una luz tajante, un momento con forma,
un dolor, una lacinante pérdida en el goce, esa imagen prendida y fija en la vibración de aquella escena– cuando es
dada de baja, finito el lento oficio de marcar, borrar, entrecruzar, tarjar, atenuar, finalizado en esta matriz que queda atrás
y se presta a ser estampa. A ser repetición. Fetiche.
La mugre, que es alegría de este trabajo y cochina como los viajes, ha sido pasada en limpio y ya no hay pasión, sólo

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contemplo un objeto.
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