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Honestidad.

¿Qué tal si viviésemos en un mundo regido por la honestidad? ¿Qué tal si el derecho a conocer la
verdad se hiciese valer más? ¿Qué tal si dejásemos a un lado nuestra percepción egoísta de que la
virtud se encuentra en la riqueza y la abundancia y en su lugar la pusiésemos en la honestidad?
¿Qué tal si en vez de preocuparnos por aumentar nuestras riquezas incluso por los métodos de la
más baja calaña, nos preocupásemos por ser personas más honestas? ¿Qué tal si empezásemos a
ver más allá de nosotros e hiciésemos algo por los demás de una vez, dándonos cuenta de que
ayudar al prójimo es ayudarnos a nosotros mismos?

¿Qué tal si empezamos por preguntarnos primero por qué ocultamos la verdad exactamente?
¿Qué tal si usted, estimado lector, mira un poco hacia su pasado y se pregunta por qué o para qué
le ha mentido a los demás? ¿Qué tal si comenzamos por las simples e inocentes mentiras blancas,
aquellas que tanto parecen estar justificadas? ¿Qué tal si nos cuenta sobre aquella vez que usted
rompió el jarrón de decoración que su mamá puso en la sala por andar jugando? ¿Qué tal si lo hizo
porque su mamá lo habría regañado o castigado? ¿Qué tal si, en definitiva, mintió esa y muchas
otras veces porque la verdad duele?

¿Qué tal si le digo que ninguna mentira es inocente? ¿Qué tal si le digo que, por más blancas que
sean sus mentiras, habrá consecuencias? ¿Qué tal si le digo que, conforme usted aumenta la
frecuencia con la que miente, usted adquiere el hábito de dibujarle un mundo de fantasías no sólo
a los demás, sino que también a usted mismo? ¿Qué tal si le digo que, en algún momento, usted
llegará a estar tan convencido de que vive en ese mundo de fantasías hasta el punto de arruinar su
vida por completo?

¿Qué tal si nos tomamos el tiempo de examinar esto con lupa? ¿Qué tal si nos preguntamos por
qué existen personas que eligen construir su vida a base de mentiras en primer lugar? ¿Qué tal si
le contesto que, viendo esto un poco más de cerca, es porque quieren ser felices? ¿Qué tal si le
digo que muchos escogen mentir porque creen que es el único camino hacia la felicidad? ¿Qué tal
si le digo que el concepto de felicidad que tienen éstas personas en realidad es incorrecto, puesto
que mentir daña al prójimo y en verdad la felicidad propia nace de la felicidad del prójimo? ¿Qué
tal si le digo que éste análisis es nos conduce a lo que hay detrás de los actos de corrupción que
tanto nos indignan y con los que no hemos podido acabar de una vez porque nos vale un comino
la honestidad?

¿Qué tal si hablamos de soluciones? ¿Qué tal si le echamos un ojo al sistema educativo que impera
en gran parte del mundo? ¿Qué tal si por fin nos dignamos a diseñar un sistema educativo que se
preocupe más en forjar personas íntegras, honestas, solidarias y respetuosas capaces de contribuir
a la sociedad en vez de robots capaces únicamente de responder exámenes y poco más? ¿Qué tal
si le devolvemos a la honestidad la importancia que le dimos al tener una abultada billetera? ¿Qué
tal si nos preocupamos por ser más honestos? ¿Qué tal si nos preocupamos por crear un mundo
mejor?

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