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Reflexiones en torno a los orígenes profundos del “Estallido

Social” chileno de 2019-2020

Resumen

Las transformaciones que una sociedad experimenta a lo largo del tiempo constituyen
fenómenos complejos cuyos orígenes suelen guardar relación con momentos históricos
previos y sus consecuencias, implicando de ese modo un origen profundo de los mismos.
Entonces, refiriéndonos a nuestro contexto particular, aparece la pregunta ¿Cuáles son los
orígenes del contexto de agitación y movilizaciones que se ha estado desarrollando en
Chile desde octubre de 2019? Así, el objetivo de este trabajo será explorar y comprender
los orígenes del denominado Estallido Social chileno. Para ello, se ha realizado un
examen del fenómeno a partir de una lectura a los clásicos de la ciencia sociológica,
complementada con las aportaciones de otros autores/as, además de un seccionamiento de
dicho análisis según las dimensiones histórica, económica, política y social del objeto de
estudio. La indagación en cuestión ha resultado en una evidencia de la no espontaneidad
del fenómeno, así como de su vinculación a condiciones, oportunidades y motivaciones
de diversa índole que fueron apareciendo en la sociedad chilena de posdictadura. De ese
modo, se han extraído las siguientes conclusiones: 1. Es en la generalidad de las
circunstancias anteriores al Estallido Social donde reside el génesis del mismo, así como
las claves para su comprensión y 2. Resulta imperativa la realización de mayores y
mejores investigaciones respecto al fenómeno a fin de orientar tanto la manera en que este
es interpretado como el modo en que este se desenvuelva a futuro.

Palabras clave: Orígenes, Explorar, Comprender, Dimensiones.

Integrantes:
Fecha de entrega: 06/03/2020
Profesor: Manuel Antonio Baeza Rodríguez
Asignatura: Debate Sociológico del Siglo XIX:
La Constitución de la Disciplina
Introducción
La temática general de este ensayo corresponde al Estallido Social que ha estado
ocurriendo en la sociedad chilena a partir de finales de 2019 hasta la fecha. Su temática
particular, por otro lado, se ocupará de realizar una detección y examen de las condiciones,
oportunidades e incentivos de índole variada que acabaron dando origen a este fenómeno.
Al respecto, es menester aclarar a qué nos referimos cuando hablamos del Estallido Social
que ha acaecido en el contexto chileno. En esencia, cuando hablamos del Estallido Social chileno
estamos refiriéndonos a un conjunto de acciones, sucesos y procesos que han estado
sucediéndose desde el día 18 de octubre del año 2019. Entre los fenómenos abarcados por el
concepto mayor puede hallarse: protestas multitudinarias, represión y violaciones a los derechos
humanos por parte de fuerzas armadas y de orden público, modificaciones de la arena política y
del espectáculo, desarrollo de reuniones y deliberaciones públicas por parte de la ciudadanía,
crítica a la configuración general de la sociedad chilena, entre otros. Aparte, debiera considerarse
que la denominación del fenómeno como Estallido Social no resulta ser ni la más antigua ni
tampoco la única existente, mas sí la más transversal y utilizada de todas al menos dentro del
espectro público y comunicativo. En síntesis, el Estallido Social consiste en un objeto de estudio
atinente a un momento particular y en desarrollo de la sociedad chilena el cual, además, posee un
alcance multidimensional, pues involucra actores e instituciones sociales de tipo vario.
Por lo que concierne a este trabajo, la pregunta en que se funda el mismo corresponde a:
¿Cuáles son los orígenes del Estallido Social? En relación a ello, hemos planteado por hipótesis
que este fenómeno poseería orígenes profundos e insertos en el contexto y temporalidad chilenas,
los cuales responderían tanto a una serie de condiciones estructurales como de oportunidades e
incentivos que, en última instancia, resultaron en la generación de situación actual.
A fin de respaldar nuestra posición, se realizará una argumentación sustentada en una
lectura a algunos de los autores clásicos de la sociología, que se verá complementada por otros
autores/as. Dicha argumentación poseerá la siguiente estructura: 1. Una exposición de la
dimensión histórica del suceso la cual establezca los vínculos del mismo tanto con el pasado
remoto como inmediato, 2. Un análisis crítico de los supuestos y principios en que se sustenta la
economía de la sociedad chilena, así como la exhibición de sus consecuencias, 3. Una revisión de
las condiciones del sistema previas a la manifestación del suceso y su relación con este y 4. Una
descripción de los aspectos sociales del fenómeno que permita comprender cómo se fue
incubando dentro de la sociedad civil. Considérese al respecto que, dentro de todas estas
dimensiones que, en su conjunto, suponen el “cuerpo” de la sociedad chilena, será resaltado tanto
el modo en que la configuración del sistema creó las condiciones para que ocurriera el Estallido
Social como la paulatina aparición de incentivos y oportunidades de transformación que
permitieron que este se manifestara plenamente.

Desarrollo

Dimensión Histórica.

Para dar inicio a nuestra exposición acerca de las continuidades históricas, remotas e
inmediatas, a las cuales puede identificarse como agentes clave en la formación y manifestación
del fenómeno, habremos de anunciar previamente de manera clara y precisa aquello que
comprendemos por historia.
Kahler (1966) nos dice de la historia que: “La historia, en su esencia, no es ni el desarrollo
de la conciencia histórica ni el mero curso de los acontecimientos. Es la interacción de ambos.

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[...] la interacción indisoluble entre actualidad y conceptualidad” (pp.185, 179). Por ende, queda
claro que la historia consiste, fundamentalmente, en el modo en que los sujetos comprenden y se
relacionan, de manera consciente o inconsciente, con el conjunto de los acontecimientos.
Habiéndose planteado lo anterior, preguntémonos: ¿De qué modo se ha relacionado la
sociedad chilena con su historia? La respuesta a dicha cuestión variará según el grupo al que se la
plantee, pues como expresa Winn (2013):
Sus historias de Chile [élite] eran historias de constituciones escritas y ratificadas, de
instituciones establecidas, de leyes estatuidas, de obras públicas construidas y avances
económicos logrados. Sus libros retrataban una sociedad y una cultura donde el progreso
era el santo y seña, y el modelo, Europa. [...] Pero había otra visión muy diferente de la
historia de Chile, una visión desde abajo a través de los ojos y experiencias de indígenas,
campesinos, mineros, trabajadores urbanos y sirvientes domésticos. [...] Más adelante,
este otro Chile [...] quiso liberarse del «peso de la noche» que lo mantenía sometido a las
élites y exigir un justo reparto del pastel producido con su trabajo, así como la igualdad
ante la ley y programas estatales que paliaran su pobreza y dieran a sus hijos la
oportunidad de tener salud, educación y el sueño de un mejor futuro. (p.21-22)
De este modo, queda en evidencia el modo en que en Chile las temáticas de la
desigualdad, la exclusión, la dominación y la adversatividad no son novedades, sino constantes.
La consideración de esto adquiere su importancia a raíz de supone el nexo comunicativo entre el
pasado de la sociedad chilena y su presente.
Si examinamos las demandas populares hechas por la sociedad previa y posterior a la
dictadura, nos daremos cuenta que poseen muchas similitudes. En ambos casos existe: 1. Un
reclamo por la ampliación y mejora del sistema de salud pública, 2. Una exigencia tanto por el
incremento de los alcances del sistema educativo como por la transformación de su sentido (Ej: la
democratización de la estructura educativa o la necesidad de un orientación no mercantil en la
formación de los futuros profesionales), 3. Una perspectiva crítica respecto a la estructura
económica del país (rechazo de un modelo sustentado en la exportación de materias primas),
entre otros. Por supuesto, hay distancias, como el énfasis en la cuestión medio ambiental o de la
mujer y las disidencias sexuales. Mas, como esto no anula las semejanzas apreciadas entre las
motivaciones para la movilización entre una y otra época, no se le dará mayor relevancia.
Esta continuidad entre lo que ocurrió antes y después del establecimiento de la dictadura
cívico-militar que provocó una “ruptura institucional que hizo volar en pedazos la historia pública
del país, fracturando asimismo el sistema simbólico-cultural que había dado sentido a la sociedad
chilena” (Waldman, 2014) desempeña un rol clave en la comprensión del Estallido Social que
nos ocupa. A través de ella, se esclarece que el génesis de los fundamentos de la movilización
actual constituyen una cuestión profunda e histórica, la cual se remite a un conjunto de
aspiraciones reprimidas e incumplidas para una importante fracción de la población chilena.
Lo mismo ocurre si trasladamos dicho examen desde el pasado remoto al inmediato.
Desde antes del 18 de octubre de 2019 ya habían dado eventos de movilización y protesta
masivos, tales como las movilizaciones estudiantiles de 2006 y 2011 o la ola feminista de 2018.
Incluso si nos remontamos a los días anteriores de aquel mismo mes, notaremos que ya existía un
clima de efervescencia social en ascenso, expresado a través de evasiones masivas en los
servicios de transporte público y consignas.
Entonces, y en relación a todo lo que ha sido dicho hasta ahora, se otorga razón a la
postura que explica el orígen de estos fenómenos desde una perspectiva que realza las
condiciones para la ocurrencia del fenómeno a través de afirmaciones como:

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Una formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las fuerzas
productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jamás ocupan su lugar
relaciones de producción nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia
de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de la propia antigua sociedad. (Marx,
2008, p.5)
No obstante, comprendemos que la misma resulta insuficiente, por cuanto:
A menudo se da por supuesto que si todos los miembros de un grupo de individuos o de
empresas tienen un determinado interés en común, el grupo manifestará una tendencia a
satisfacerlo. […] Si examinamos con cuidado la lógica de la frecuente suposición […],
cabe apreciar que es básica e indiscutiblemente errónea. (Batlle, 2001, p.203)
De este modo, debe considerarse también que “La acción colectiva prolifera cuando la
gente adquiere acceso a los recursos necesarios para escapar a su pasividad habitual y encuentra
oportunidades de usarlos” (Tarrow, 1997, p.148). Como se expresara ya hace tiempo en el
pensamiento de autores como Tocqueville, “La revolución ocurre cuando está cerca el objetivo,
cuando se ha recorrido ya un buen trecho hacia él. Es el sentimiento de la privación de quien
tienen a medias [...] el que las motiva” (Giner, 2013, p.490).
La consideración de este aspecto del problema es de vital importancia, puesto que indica
no ya los motivos que acabaron por dar forma y sustento al Estallido Social, sino también el por
qué de su ocurrencia en relación a una serie de oportunidades concretas que fueron apareciendo y
aprovechándose en la sociedad chilena de posdictadura. En dicho respecto, algunos de los
sucesos y/o actitudes que pudieran identificarse como creadores de oportunidades para el
desencadenamiento del Estallido Social son: 1. Retorno a la democracia: con el fin de la
dictadura, el contexto de censura, represión y persecución sistemática que habían imperado en la
sociedad chilena desapareció, por lo que actores sociales que habían permanecido inactivos a
consecuencia del mismo pudieron reaparecer. Un ejemplo de dichos actores serían los mapuche,
quienes han visto intensificado su conflicto con el Estado Chileno desde la década del noventa, 2.
El distanciamiento de la política tradicional por parte de grandes sectores de la sociedad: A
medida que las promesas realizadas por la Concertación de Partidos por la Democracia se fueron
postergando y, en último término, incumpliendo, la ciudadanía empezó a apartarse de las
expresiones formales de la política, lo cual debilitó su sustento de legitimidad y las aisló de la
ciudadanía al volverlas, paulatinamente, cada vez menos representativas y 3. Aplicación de la
Ley de Seguridad de Estado a los evasores del metro: como ya se dijo, en los días
inmediatamente anteriores al Estallido Social se habían desarrollado múltiples actos de protesta
en forma de evasión. Dichos actos, en principio efectuados únicamente por estudiantes, ya habían
logrado incentivar a parte de la ciudadanía a seguir sus pasos, de modo que una respuesta tan
brutal por parte del gobierno no habría hecho sino contribuir a la inestabilidad ya existente.
De esta forma, quedan en evidencia las relaciones de continuidad que unen la historia de
la sociedad chilena pasada y presente en lo relativo a sus aspiraciones, experiencias y conflictos,
al tiempo que comprobamos el rol fundamental que ha desempeñado la aparición de
oportunidades e incentivos para la acción colectiva al momento de dar origen al estado de
agitación y/o efervescencia que se ha dado en tiempos recientes.

Dimensión Económica.

Antes de pasar a explicar las razones por las que la actual configuración económica de la
sociedad chilena ha resultado y resulta ineficaz para la solución de los numerosos conflictos que
en ella habitan al tiempo que ha sido uno de los elementos que permitió su aparición y

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agravamiento, describiremos de manera sucinta qué es el neoliberalismo, por qué es Chile un país
neoliberal y las consecuencias que ha tenido el neoliberalismo sobre la realidad chilena.
En esencia, cuando hablamos de neoliberalismo nos referimos a:
una política económica que, desde sus primeras versiones, ha promovido una re-fundación
del paradigma liberal clásico [...], y su aplicación técnica en las economías de todo el
mundo. En lo central, esta perspectiva sostiene que el libre mercado es el mejor espacio
para la asignación e intercambio de recursos económicos. (Memoria Chilena, s.f.)
En este respecto, es importante señalar que ello resulta en que el neoliberalismo incorpora
entre sus características principales:
1) una perspectiva negativa de la igualdad socioeconómica, 2) una perspectiva
instrumental de la democracia y 3) la idea de que las economías contemporáneas no
pueden basarse más en el laissez faire (que había sido tomado como bandera por el
liberalismo clásico y que suponía que las sociedades podían autorregularse sin ayuda de la
autoridad central). (Gutiérrez Campos, 2019)
Entonces ¿Cómo es Chile un país neoliberal? La historia de Chile y la del desarrollo del
paradigma neoliberal se hallan estrechamente vinculados por el hecho de que fue en este país
donde se aplicaron por primera vez los principios de esta perspectiva política y económica de
manera práctica, lo cual motivó el calificativo hacia esta experiencia como el “experimento
neoliberal”. El neoliberalismo chileno experimentó varias etapas las cuales fueron,
paulatinamente, transformando su modo de proceder desde una férrea ortodoxia inicial hasta un
pragmatismo y flexibilidad posteriores. No obstante, puede afirmarse que ya con la adopción de
una serie de reformas estructurales llevadas a cabo desde fines de los años setenta y conocidas
como “Las siete modernizaciones”, el neoliberalismo chileno ya se halla definitivamente
consolidado. Dichas transformaciones, que aspiraban a objetivos como la liberalización del
comercio, la reducción del gasto público y varios otros, tuvieron como consecuencia:
1) la reforma del conjunto de los servicios sociales (salud, educación, previsión social) y
su privatización total, o bien su carácter de ámbito parcialmente subsidiario; 2) la reforma
al sistema judicial y al aparato burocrático-administrativo (bajo el slogan de la
"regionalización"); y 3) la desregulación del trabajo y la modificación de sus formas
organizativas. (Memoria Chilena, s.f.)
Así, la condición de Chile como un país neoliberal resulta una cuestión asentada sobre
bases sólidas, no siendo ni mucho menos una calificación arbitraria. Sin embargo, lo que aún no
queda claro es ¿Qué consecuencias ha tenido la implementación de este paradigma político y
económico para el contexto chileno? El establecimiento de un sistema de previsión social
administrado por instituciones financieras privadas, la privatización de la mayor parte de las
industrias estatales, la consolidación de un rol subsidiario por parte del estado el cual ha generado
una importante disparidad entre servicios públicos y privados, la profundización de una
importante desigualdad social, la fijación de un modelo extractivista respecto a la explotación de
los recursos naturales, entre otros.
Habiéndose aclarado, de manera sucinta, los fundamentos y características de la sociedad
chilena en cuanto inserta en un régimen político y económico neoliberal, cabe realizar las
siguientes preguntas: ¿Por qué resulta inadecuado el paradigma neoliberal para atender las
aspiraciones y necesidades de la sociedad chilena, así como contribuir a la resolución de sus
conflictos? ¿Puede el neoliberalismo y su teoría ser remodelado de manera tal que se adapte a las
exigencias que la realidad chilena le plantea? Para responder a la primera pregunta, es menester
la realización de un análisis crítico de los supuestos y principios en que se sustenta el sistema.
Para la segunda, bastará con efectuar una observación detallada del tránsito histórico que ha

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tenido el neoliberalismo desde su aparición y consolidación como ordenamiento hegemónico
hasta la actualidad.
Para resolver la primera interrogante, debemos partir por lo más elemental: ¿De qué
tradiciones se nutre el neoliberalismo?¿Qué lo inspira? La solución a esta cuestión es evidente,
mas sólo en la mitad de su planteamiento. El neoliberalismo se sustenta en el liberalismo, por
cuanto toma de este su antropología filosófica y planteamientos éticos, además de su teoría
política y social.
A partir de las contribuciones realizadas por autores como John Locke, Adam Smith o
John Stuart Mill, el paradigma neoliberal extraerá una serie premisas según las cuales elaborará
su enfoque. Es de este modo que el neoliberalismo llega a afirmar del ser humano que este es,
ante todo, un ser individual e individualista el cual busca, de forma racional y permanente, la
satisfacción de su propio interés, de modo que el utilitarismo y el hedonismo resultan legítimos,
así como toda restricción a las capacidades u opciones del individuo, por parte de poderes o
instituciones de cualquier tipo, una cuestión perniciosa e indeseable. Es de este modo que el
neoliberalismo articula tanto su concepción acerca de qué es el ser humano como sus supuestos
respecto a su comportamiento y modos para la elaboración de juicios morales y la organización
de las sociedades.
Sin embargo, en cuanto participa también de las ciencias sociales, el neoliberalismo
necesita también de una epistemología, siendo ese el momento en que aparece la mitad del
planteamiento que había quedado pendiente, el positivismo.
Respecto al positivismo, Ritzer (1993) nos indica que “Aunque este término tiene
multitud de acepciones, se utiliza generalmente para referirse a la búsqueda de las leyes
invariantes del mundo natural, así como del social” (p.93). Al respecto, es importante señalar la
característica de que esta corriente, aunque afirma procurar mantenerse en el terreno de los
hechos, comprende a los mismos como “no tanto los datos inmediatos de los sentidos, sino las
relaciones entre dichos datos, es decir, las leyes científicas” (Tejedor Campomanes, 2017, p.349).
La herencia positivista del neoliberalismo se manifiesta en su continuación y profundización de
las teorías y desarrollos llevados a cabo por la escuela del pensamiento económico neoclásico,
razón por la que origina una disciplina axiomática y matematizada la cual:
construye una visión abstracta del modo en que los individuos aislados toman decisiones e
intercambian bienes escasos sobre la base de pocos principios básicos, sin instituciones ni
historia y teniendo como símil la física newtoniana y sus leyes y una supuesta tendencia al
equilibrio en las interacciones de los agentes económicos. Este enfoque se rige por el
«individualismo metodológico», que atribuye plena racionalidad maximizadora del interés
propio en la conducta individual y la aplicación generalizada del principio del «costo-
beneficio». (Martner, 2018, p.38)
Entonces, habiendo sido revisados los fundamentos que dan forma y sentido al
neoliberalismo en la totalidad de sus configuraciones, pasaremos a realizar una crítica al mismo.
En primer lugar, resulta evidente que la concepción que el paradigma neoliberal posee del
pensamiento y acción humano es tremendamente parcial, limitada. Ello ya que, al presumir que
las personas permanente se guían y actúan de acuerdo móviles individualistas y utilitarios, se
vuelve incapaz no ya de comprender, sino de tan siquiera concebir otras formas de pensar y
actuar. Respecto a este punto, la ciencia sociológica tiene importantes consideraciones al
respecto, como las de Weber (2014), quien afirma que:
La acción social, como toda acción, puede ser: 1. racional con arreglo a fines:
determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior
como de otros hombres, y utilizando esas expectativas como “condiciones” o “medios”

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para el logro de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos. 2. racional con
arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor [...] propio y absoluto
de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente en
méritos de ese valor. 3. afectiva, especialmente emotiva: determinada por afectos y
estados sentimentales actuales. y 4. tradicional: determinada por una costumbre arraigada.
(p.151-152)
Esta consideración por las distintas formas que puede adoptar el pensamiento y actuar de
los seres humanos resulta clave en un contexto como el que atraviesa la sociedad chilena en estos
momentos, por cuanto es requisito para la reelaboración del concepto que esta comunidad
nacional tiene de sí misma (sobre todo en lo concierne a las cuestiones indígena y de la
inmigración), además de otras problemáticas, como las relaciones medioambientales o de trabajo.
En consecuencia, que el paradigma político y económico que impera en esta sociedad sea incapaz
de responder a las preocupaciones e intereses que han despertado en la misma, no es sino prueba
de su estrechez de horizontes e ineficacia, al menos en lo que a la amplia mayoría de la población
respecta.
Por lo que atañe a la otra pregunta planteada con anterioridad acerca de si puede (o no) el
neoliberalismo ser rearticulado exitosamente a nuestras circunstancias actuales, resulta una
cuestión bastante improbable. El neoliberalismo, en el mundo pero sobre todo en Chile, ha
experimentado una interesante evolución en la cual ha adquirido tanto formas dogmáticas como
configuraciones de tipo más pragmático y flexible, por no mencionar las revisiones que se han
hecho del mismo con el fin de darle un “rostro humano”. Sin embargo, la estructura de base ha
seguido siendo la misma y, por ende, sus consecuencias no han hecho sino variar en su grado, de
modo que la problemática no radicaría tanto en el modo en que debiera ser reensamblado el
sistema como en el tipo de alternativas que se pudieran utilizar para su reemplazo.
De este modo, la crítica al neoliberalismo por su estructura constitutiva acompañada de la
experiencia de sus consecuencias, han contribuido a la generación de unas nuevas condiciones de
consciencia económica las cuales, a su vez, han supuesto la creación de ventanas de oportunidad
para el debilitamiento y retroceso del paradigma neoliberal.

Dimensión Política.
Siendo “política” un concepto tan amplio, es necesario aclarar que este punto será tratado
con un enfoque en la clase política y la relación de la ciudadanía con los procesos de
participación política, sobre todo las votaciones.
Comenzando por esto último, si revisamos las estadísticas entregadas por el Servicio
electoral de Chile (Servel) sobre la Segunda Votación de la Elección Presidencial 2017. nos
encontramos con que solo el 48,977% de las personas habilitadas para votar ejercieron su
derecho, es decir, 7.007.668 votantes de un total de 14.308.151 habilitados. El actual presidente
de la república, Sebastián Piñera Echeñique, resultó electo con un total del 54,57% de los votos,
lo que se traduce en 3.769.918 votos. Con estos datos en mente es posible declarar que el jefe de
estado, a pesar de haber ganado las elecciones por mayoría simple, en realidad fue electo sólo por
el 26,35 % del padrón electoral.
De esta situación queremos desprender dos reflexiones principales. En primer lugar
vemos cómo estas estadísticas dejan en clara evidencia la baja participación en los procesos
electorales por parte de la ciudadanía chilena, la cual en este sentido está inmersa en una
tendencia mundial por cuanto “incluso en países con sistemas democráticos bien asentados [...]
cada vez hay más síntomas de apatía en los votantes y una desconfianza generalizada hacia los

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políticos y los procesos electorales” (Giddens y Sutton, 2013, p.1098). Al respecto, téngase en
consideración que en dicha tendencia podrían influir factores como la carencia de educación
cívica como asignatura en el currículum escolar así como el llamado “desencanto” con la política,
basada en años de campañas llenas de promesas que no se cumplen y de no ver una mejora
tangible en servicios básicos como salud o educación, esto último sumamente permeado por las
lógicas neoliberales del modelo bajo el cual se rigen las políticas del país.
Por otro lado esta baja participación en las votaciones presidenciales crea un problema de
legitimación del mandatario, pues al ser elegido por un prácticamente un cuarto del padrón
electoral deja al sector mayoritario con una sensación de “este no es mi presidente”, pues
literalmente no votaron por él, o con un trato indiferente, situación sumamente peligrosa para
cualquier figura de autoridad pero también para el Estado. Esto por cuanto contribuye a su
debilitamiento al no gozar de un amplio apoyo de la población. Tarrow (1997) menciona esto
como una oportunidad para los movimientos sociales pues “un Estado débil deja espacio para un
mayor número de variaciones de estructura y estrategia que uno fuerte” (p.165).
Dejando de lado la figura del presidente y enfocándonos en la clase política en general, es
decir, senadores, diputados, ministros, alcaldes, etc., nos encontramos que también son figuras
distanciadas de la población. Pero, en este caso podemos notar como este distanciamiento genera
una brecha social, pues el nivel de vida de estas personas es muy distinto al de la mayoría de las y
los chilenos. Nos encontramos con diputados y senadores con sueldos millonarios legislando para
una población donde 7 de cada 10 trabajadores tiene un sueldo inferior a los 550.000 pesos
chilenos líquidos (Fundación Sol, 2019). Esta diferencia tan marcada ha tenido como
consecuencia diversos dichos pronunciados poco antes del 18 de octubre, tales como:
“El que madrugue será ayudado, de manera que alguien que sale más temprano y toma el
metro a las 7 de la mañana tiene la posibilidad de una tarifa más baja que la de hoy” (El
desconcierto, 2019) dicha por el Ministro de Economía Juan Andrés Fontaine en contexto
del alza de los pasajes en horario punta.
“Los pacientes siempre quieren ir temprano a un consultorio, algunos de ellos, porque no
solamente van a ver al médico, sino que es un elemento social, de reunión social” (El
desconcierto, 2019), pronunciada por el, en ese entonces, subsecretario de Redes
Asistenciales, Luis Castillo
“Es un debate transversal, sobre todo en un país donde la gran mayoría son o somos
propietarios, no tenemos mucho más, porque es nuestro patrimonio… La casita, dos
departamentos” (El desconcierto, 2019) pronunciada por el Ministro de Vivienda, Cristián
Monckeberg, mientras intervenía durante una audiencia de la Comisión de Vivienda y
Urbanismo.
Si bien más frases de esta índole han sido declaradas, destacamos tres en específico por el
amplio rechazo que generaron en la población en su momento. Situaciones como estas no
hicieron más que aumentar la desconfianza en una clase política ya debilitada por la poca
participación cívica.
Con los argumentos recién expuestos es posible declarar que el estallido social surge en
un momento en el cual la relación clase política-Ciudadanía es débil, lejana y llena de
desconfianza por parte de esta última.

Dimensión Social.
En esta dimensión abordaremos cómo la vida de la población chilena se ha visto
condicionada por el modelo neoliberal que rige al país y las consecuencias que esto ha tenido en
el estilo de vida en distintos sectores de la sociedad.

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En primer lugar debemos aclarar de qué forma son gestionados los derechos por el Estado
chileno. En la actual constitución política se establece un rol subsidiario del Estado, como ya
hemos mencionado anteriormente. Este elemento abre el camino para que privados abran
empresas en ámbitos como la educación y salud, dando paso a una mercantilización de los
derechos. El Estado se retira de la entrega de servicios sociales como la salud, la educación o las
pensiones, y los deja en manos de privados, para intervenir solo si fuera necesario.
En el caso de la salud y la educación nos encontramos con un servicio público deficiente.
En el primer caso no se cuenta con los recursos ni la gestión necesarias para dar abasto con la
población, evidenciado en las largas listas de espera para obtener revisión con un médico
especialista o para una operación. Estos llamados pueden tomar meses en llegar o nunca hacerlo,
como ocurrió con el escándalo de la reducción artificial de las listas, de las cuales pacientes
fueron eliminados sin previo aviso. (Cooperativa, 2017)
En el caso de la educación es posible recurrir a exámenes estandarizados como la prueba
de selección universitaria en la cual los resultados de los colegios públicos prácticamente no son
parte de los más altos (CNN Chile, 2020), a excepción de unos pocos que se reconocen a sí
mismos como "emblemáticos", siendo conscientes de su diferencia para con otros colegios
públicos. Estos resultados repercuten en la posibilidad de acceder a la educación universitaria,
pues como sucedió el año pasado solo un 30% de los estudiantes de colegios municipales que
rindió la PSU quedó seleccionado mientras que un 79% de los alumnos graduados de colegios
privados fueron admitidos. (El dínamo, 2019)
Este tipo de situaciones, de las cuales la salud y la educación no son sino casos
particulares, no hacen más que profundizar la brecha social entre las personas que pueden costear
atención médica o educación de calidad respecto a aquellas que no, pese a tratarse derechos
consagrados por la ONU.
Otro gran ámbito en que el rol del Estado es débil es en la previsión social, pero a
diferencia de los dos anteriores, en este es el mismo Estado quien estipula como obligatorio
participar en estas empresas privadas que gestionan las pensiones, las AFP. Dichas empresas, que
han estado en el ojo público debido a las bajas pensiones que reciben los jubilados las cuales han
llegado a un promedio de $259.000 pesos chilenos (estando por debajo del salario mínimo
cuando en su primer planteaba que con este sistema recibirán un sueldo íntegro como jubilación),
han sido en gran medida responsables de esta situación. Esto deja a los adultos mayores en una
posición de vulnerabilidad, pues muchos de ellos cuentan con enfermedades que requieren gastar
parte de su dinero en medicamentos, reduciendo así su presupuesto para elementos tan básicos
como la comida.
Con lo expuesto anteriormente se hace evidente como parte de la sociedad chilena sufre
en su día a día la vulneración de sus derechos, pues no hay un acceso pleno a salud, educación ni
previsión social de calidad. Situación que al contrario de mejorar con el tiempo, se ha
pronunciado con el pasar de los años, haciendo a generaciones enteras pasar por el ciclo de
estudiar en una educación pública de baja calidad que les impide a acceder a trabajos
profesionales bien remunerados para terminar jubilados al borde de la pobreza por las bajas
pensiones y, por lo mismo, incapaces de costear tratamientos médicos en centros privados,
viéndose obligados a atenderse en el precario sistema de salud pública. Podemos decir que la
forma en que el Estado y el gobierno gestionan los recursos y las políticas públicas violenta
profundamente a la parte de la población con menos recursos de una forma estructural y/o
sistemática.
Son estos sectores vulnerados de la población quienes reciben el inicio de las evasiones
secundarias al metro, para el momento en que estas evasiones comienzan persistir y diversificarse

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en cuanto a las personas que participan en ellas comienza a surgir un incentivo para participar del
movimientos pues “El acceso a la participación es el primer incentivo importante para la acción
colectiva”. (Tarrow, 1997, p.157). Esto ayuda a comprender cómo se logró la rápida masificación
del movimiento, pues si bien no era la primera vez que secundarios se manifiestan si fue la
primera vez que no lo hacían en un aspecto que afectara principalmente a los escolares, sino que
fue una demanda lo suficientemente transversal como para incentivar a unirse a la movilización a
las partes de la sociedad que también se veían afectadas.

Conclusión
Como fue aclarado al principio de este ensayo, nuestro objetivo era responder a la
pregunta ¿Cuáles son los orígenes del Estallido Social? Con el planteamiento de que estos
orígenes serían profundos e insertos en el contexto y realidad Chilena como primicia, para
aquello abordamos una dimensión histórica para rememorar el pasado del país, evidenciando
demandas historias, visitando los movimientos sociales presentes en años previos y
contextualizar el momento presente de Chile. También abordamos la forma en que el Estado
chileno se rige por lógicas neoliberales en la dimensión económica para continuar analizando la
distanciada relación ciudadanía-clase política y los problemas que genera la baja participación
cívica para la legitimidad de las autoridades en la dimensión Política. Para finalizar, se analizó
también la forma en que los elementos anteriormente mencionados repercuten en la forma de
vivir de la población chilena, encontrándonos con una sociedad con una profunda brecha social
marcada por el acceso a los servicios públicos de calidad determinado por el ingreso económico.
A través de este análisis seccional de la realidad chilena, evidenciamos también el conjunto de
oportunidades e incentivos que habían sido generadas y contribuyeron a generar las condiciones
preexistentes al Estallido Social, derribando así la idea de que este fenómeno fue generado de
forma espontánea por una protesta estudiantil, sino que responde a una población cansada de
vivir por tantos años en un sistema estatal que la violenta continuamente sin garantizar sus
derechos. Población la cual, además, fue aprovechando poco a poco las oportunidades que le
ofrecía la nueva configuración del Estado chileno de posdictadura, particularmente la
reactivación de las fuerzas o actores sociales que, producto de la persecución, censura y
represión, habían permanecido inactivos durante el periodo que transcurre desde mediados de los
setenta hasta principios de los noventa. Esto nos lleva a cambiar la pregunta de ¿Por qué pasó el
Estallido? Que tanto se ha repetido en los medios de comunicación a darnos cuenta que la
verdadera pregunta es ¿Por qué no había pasado antes? Siendo esta mucho más realista en lo
atinente al contexto en el que se ha desarrollado el fenómeno, por cuanto lleva a una
consideración que trasciende las explicaciones puramente condicionales (o de estructura),
incluyendo de ese modo los factores de posibilidad y motivación al uso de las mismas.
En lo que concierne a las limitaciones y deficiencias de este ensayo, es menester recalcar
si bien hemos logrado dilucidar y, hasta cierto punto, comprender los orígenes, oportunidades e
incentivos que dieron materia, forma y espacio-temporalidad al suceso, reconocemos la amplitud
de las dimensiones que fueron analizadas y la imposibilidad de abarcar todo lo que se comprende
dentro de ellas. Una revisión económica o histórica realmente exhaustivas requerirían
conocimientos amplios tanto de economía neoclásica como de historiografía u otros aspectos de
las mismas ramificaciones del saber, por lo que lo aquí realizado, si bien no injustificable o
completamente erróneo, si es esencialmente insuficiente, siendo lo limitado de su horizonte, por
ello, su vicio mayor. Por demás, nuestras proyecciones respecto a esta producción textual son
contribuir, a modo de esbozo o pauta general, para la comprensión multidisciplinaria que este
fenómeno requiere y, por sobre todo, nuestra sociedad demanda. En dicho respecto,

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consideramos que lo mejor que este ensayo tiene para ofrecer a otros estudiosos/as, así como a
cualquiera que lo lea, es el punto de vista según el cual la comprensión de los fenómenos de este
tipo no pasa solamente por el conocimiento de las condiciones que les dieron su fundamento o
materia, sino también por la de la serie de oportunidades e incentivos que les dieron su sentido o
forma. Solo así será posible el entendimiento de estos sucesos tanto en su diacronía como en su
sincronía.

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