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PUBLICIDAD DEL DELITO E INSEGURIDAD CIUDADANA

Lola Aniyar de Castro(Universidad del Zulia, Ven.)

Un tema recurrente: delito y medios de comunicación. Apocalípticos e integrados.

No hay viejo libro de criminología que no dedique algunas páginas a la presunta


relación entre delito y medios de comunicación, bajo el titulo genérico, bajo el titulo
genérico, polvoriento y siempre aproximativo, de “factores exógenos del delito”.
Toda la criminología casualista y centenares de encuentro criminológicos,
internacionales locales, han tenido el tema bajo foco. Sobre muchas vaguedades,
más bien intuitivas, se ha tratado de construir un conocimiento “científico” del
delito. La influencia de la prensa (y luego del cine y la televisión) no podían hacer
falta. Por otra parte, la prisión misma de los medios de comunicaciones masiva,
sin duda de los mas importantes acontecimientos de la era moderna, ha fascinado
y atraído la atención de legos y especialistas: no era difícil deducir que la alta
tecnológica que implica, su potencialidad de uniformar criterios, de anular
individualidades, de inducir comportamientos, pudiera incidir en cada uno de los
espacios de la vida cotidiana. Y, como suele suceder, hay bandos enfrentados.
Por un lado están aquellos alucinados por las posibilidades tecnológicas (el
hadware). Mac Luhan, por ejemplo, un clásico en la materia, dice, para cortar las
discusiones posibles, que “el mensaje es el medio”. El medio que llevaría, en si
mismo, toda su potencia estructurante. Decir que lo que cuenta es el mensaje,
agrega, eludiendo así analizar sus contenidos, “es una opaca posición de idiota
tecnológico”.

Para usar la terminología de Umberto Eco, los “integrados” son los que ven en los
medios aportes positivos: la televisión, la radio, el cine, las historietas, la novela
popular y el Reader”s Digest, pondrían al alcance de todos los bienes culturales, y
facilitarían el aprendizaje ampliando el campo de la información y el conocimiento.
Los “apocalípticos” (o “idiotas tecnológicos”) son los que disienten: los que
teorizan la peligrosa cultura de masas: toda una escuela filosófica sobre el poder,
la dominación, la legitimación y la liberación se ha fundado prácticamente sobre la
critica cultural y el rol de las ideologías en el capitalismo tardío ( Marcuse,
Habermas). Esta, llamada Escuela de Frankfurt, ampliamente reputada e
influyente en los mejores medios intelectuales, acusa la unidimensionalidad de los
valores y discute aun la noción misma de comunicación (Habermas la llama
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“discurso”). “Solo es autentica comunicación la que se asienten en un esquema de


relaciones simétricas, en una paridad de relaciones entre trasmisor y receptor…”
“…Si el receptor es una masa sin capacidad interlocutora, no puede haber
comunicación…” dice Pascuali; “y no hay, por lo demás, relación de comunicación
que masifique”, dice Castilla del Pino.

“Los medios crean una sensación de universalidad, de un mundo sin pugnas…” y


“expropian al hombre su capacidad de intervenir en los procesos sociales, de
interpretarlos…” dice Xiomara Villasmil, “…El medio despersonaliza la acción del
emisor, de los contenidos ideológicos del mensaje y presenta en su lugar un
Pseudoactor, un actor imaginario llamado “opinión publica”, que le permite
contrabandear la opinión de clase del emisor y ofrecerla como la opinión de las
grandes mayorías.

Apocalípticos, pues e integrados. Grandes pugnas. No es un tema inocuo, en


verdad. Sobre él puede construirse, o una teoría del poder político revolucionaria,
u otra fríamente manipuladora cibernética.

La concentración del poder comunicacional origina la necesidad de utilizar


mensajes omnicomprensivos, y, como consecuencia, la masificación del
perceptor. Esta omnicomprension seria, en realidad, la esencia del orden social:
“nivela al ordenado con el rasero de la misma obediencia”. Los llamados
“Grandes informadores” trabajan sobre la base de la entrega de los cerebros. Así,
pues, no se trata, en puridad, de “comunicación”, pues no hay respuesta. Se trata
de una labor de ingeniería social donde la orden permanece oculta y la obediencia
tiene raíces subliminales.

Si esto es así, y si, como dice Luhmann, el poder consiste en reducir la


complejidad de la vida social, en vista de la limitada capacidad que tienen los
hombres de procesar información, la comunicación es poder, porque reduce
complejidades, entrega el producto terminado, proporciona la ilusión de participar
y asume la tarea de legitimar el mandato.

Los medios de comunicación han demostrado ser claves en la construcción de las


ideologías. Y, como consecuencia, de las actitudes y de los valores.

Llevado a esto a su última expresión, la tecnología masificante parece representar


el más aterrorizante instrumento de control y dominación, no solo a niveles de
naciones concretas, sino, más dramáticamente aun, en el ámbito internacional. En
agosto de 1971, Nixon recibe de uno de sus asesores, John Ehrilchman, un
informe producto de los expertos en telecomunicaciones y educación de la Casa
Blanca, sobre las posibilidades de aplicación del aparataje comunicativo
electrónico a las “necesidades sociales”. En el documento se hacia referencia al
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conocido programa Plaza Sésamo (Sesame Street) como instrumento de


conformación de actitudes y valores en los niños desde la mas temprana edad.
Como dice textualmente el mencionado informe: “Se trata de crear la base de
actitudes necesarias para generar un tipo de ciudadano flexible (el cursivo es
nuestro) que, como ya lo han vaticinado muchos, será necesario para el Siglo
XXI”. Este programa de comunicación electrónica se integraría a la función de la
familia, a su vez articulada a los objetivos del programa, para, inclusive, la
formación prescolar (niños de 18 a 36 meses de edad), en base a estímulos
apropiados auditivos, proveyéndose monitores para circuitos cerrados de video
con una doble vía de comunicación desde el centro infantil hasta las oficinas
centrales de educación… para observación de los niños (el párrafo es textual en
el informe). E incluye la posibilidad de un sistema de comunicación por satélite
para informar a los niños sobre los acontecimientos internacionales. Se construiría
un “circuito de televisión cerrado de un solo canal montado en la camita del niño o
en el techo de la habitación, con un medio de encendido controlado por el niño”,
se produciría así un liderazgo moral incuestionables y un autoritarismo
educacional que no admite respuesta del educando.

Además, este sistema propuesto por los especialistas de la Casa Blanca incluiría
un sistema de manejo electrónico del correo (ya se sabe que existe un espionaje
internacional de las comunicaciones privadas); y entre otros, también un sistema
para facilitar la ejecución de la ley y la justicia criminal, el cual permitiría
sistematizar, a través de un banco de datos, todos los delitos y tumultos que
existen en el país, controlando así las actividades de los ghettos y de los lideres
radicales por medios mas refinados que lo tradicionales.

La Nasa, la General Electric y la ITT, que constituyen, como se sabe, la “sagrada


familia” de la dominación electrónica interna e internacional, estarían implicadas
en un proyecto, como apunta Mattelart, que conocería inclusive cuales serias las
reacciones ideológicas, culturales y políticas del Tercer Mundo, organizándolas en
función de la dominación. (El programa Plaza Sésamo, por ejemplo, fue evaluado
para su aplicación a niños latinos, y sus valores tradicionales, en un intento de
uniformarlos con la sofisticación del niño norteamericano, quien “ve más
televisión”. Fue “adaptado al medio” en México, se vio mucho en Venezuela, y fue
prohibido en Perú, por considerársele autoritario).

Todas estas y aun más exploraciones conceptuales, son indispensables para


abordar con honestidad el tema de la publicidad del delito y la inseguridad
ciudadana. Si comunicación es poder, estamos hoy simple y llanamente
analizando las relaciones entre el poder y la inseguridad ciudadana. Y, desde
luego, las relaciones entre el delito y el poder.
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Para ser honestos también, debemos evitar limitarnos a definiciones de conceptos


que parecerían implícitas, por lo habituales, en el tema: Publicidad, delito,
seguridad. Por eso queremos avanzar la manera que se concentre sobre ella su
atención y que crea en ellas.

La publicidad puede ser de hechos reales o de hechos de ficción: el cine inventa


historias de violencia y publicita la violencia cuando la entrega al público para que
lo procese y lo asimile. De esta manera, tanto la llamada pagina de sucesos, o
página roja, o “cronaca nera”, que trasmiten hechos supuestamente reales, como
los telefilms y el cine, están generando publicidad. Cual de estos modos de
publicitarla tiene más efectos, trataremos de verlo más adelante. Lo que queremos
destacar por el momento, es que solo articulando la totalidad de los medios es
posible entender la publicidad del delito y la violencia.

Delito: Es algo más que hurtos, atraco, homicidios, violaciones. El título del tema
pareciera remitirlo sólo a estos delitos, así estereotipado y no a otros, los de los
poderosos, por ejemplo, y la misma violencia institucional.

Inseguridad: es una situación real de desprotección, la cual a veces no pasa por


la conciencia de los ciudadanos, y no llega a configurar un “sentimiento de
inseguridad”. Por lo demás, ese “sentimiento” de inseguridad puede tener niveles
puramente imaginarios, de manera que un ciudadano puede sentirse inseguro
cuando no lo está, y viceversa.

Po otra parte, y para completar nuestros requerimiento de honestidad,


empezaremos por el final, adelantando que sería aventurado ofrecer afirmaciones
asertivas sobre las relaciones de la publicidad del delito, con la inseguridad (la
cual a veces es real y no depende de la publicidad), o con el sentimiento de
inseguridad. Hay muchas investigaciones en este campo, pero el fenómeno es
muy complejo. Complejidad que desciende de niveles muy globales, como el del
poder de comunicar (qué, cómo, a quién, y por qué), hasta los más particulares de
los fenómenos psicosociales y psicológicos puros, que se producen en el
momento de la percepción, y luego en el momento de la acción posterior a la
percepción.

Pero hay suficiente información disponible que, nos parece, puede ayudarnos a
construir diferentes conjuntos de hipótesis y aún para sustentar una aproximación
aceptable a afirmaciones iniciales.

Así, dividiremos la exposición en varias partes: un primer capítulo sobre “La


publicidad del delito y el sentimiento de inseguridad”, que estará centrado:
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1. En la noticia como construcción social de la realidad y en cómo esta


situación puede generar un “sentimiento” de inseguridad, que es selectivo.
2. En la noticia como mercancía, lo que puede guiarnos hacia la explicación
de un sentimiento, también selectivo, de inseguridad, así como, posiblemente,
generar una real situación de inseguridad.
3. Intentaremos, sobre la base del producto de investigaciones experimentales
en psicología, ver como los procesos perceptivos pueden influir en la creación de
este sentimiento.

Luego, un segundo gran capítulo sobre la Publicidad del delito y la inseguridad


real.

Para ello haremos una breve exposición a la publicidad del delito y la reacción
delictiva misma, lo cual crearía, según algunos, una situación de inseguridad. Y,
por último, haremos en el texto referencia a varias investigaciones del Instituto de
Criminología de la Universidad de Zulia que demostrarían: 1) La creación de
estereotipos diferenciales del delito convencional y el delito de cuello blanco o de
los poderosos, a través de la prensa. 2) de dónde surge y por qué, el sentimiento
de inseguridad ciudadana, que es también diferencial, en nuestro país, sobre la
base de una encuesta hecha especialmente para la exposición que hoy nos
ocupa.

Todo esto, sin embargo, será remitido a las vinculaciones indispensables de la


estructura comunicacional con el poder real, (civil, económico y militar), el cual
aparece mediatizando todas las instancias.

I La publicidad del delito y el sentimiento de Inseguridad

La noticia como construcción social de la realidad

Una tendencia epistemológica en boga actualmente, también en el ámbito


criminológico, nos anuncia que nunca aprendemos el fenómeno social tal cual es.
Al percibirlo y filtrarlo por nuestros procesos sensoriales, interpretativos,
emocionales y definicionales, estamos construyendo una realidad subjetiva y
personalizada. La realidad es más bien algo construido socialmente; de un
constructo social de primer grado se pasaría a otro segundo grado, y así,
sucesivamente, estaríamos trasmitiendo y recibiendo, y trasmitiendo de nuevo,
realidades acumulativamente construidas, mediatizadas y reformuladas. Una cosa
seria, en el campo que nos ocupa, la estructura latente de la noticia, y otra es la
noticia como nos es trasmitida. Habría pues, que comenzar entendiendo la noticia
como construcción social de la realidad.
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Si los actores sociales, según Schultz, crean significado y a la vez una conciencia
compartida del orden social, el orden social sería dependiente de los resultados
compartidos. Esto es lo que hace trascendente esta perspectiva.

Un frase de Hoffman ilustra el sentido de lo dicho: El titular del Daily News anuncia
hoy: “mujer de pelo castaño apuñalada a muerte”. Debajo, en tipos de caja baja:
“6.000 muertos en terremoto iraní”. Me pregunto de qué color tenían el pelo. O lo
que es lo mismo: entre una muerte y seis mil, todos los matices posibles. Todos
los detalles por revelar, todos los detalles por encubrir. Sabemos algo de una
persona, nada de muchas. Y entre esos extremos, toda una realidad por construir.

La noticia va a asumir la forma que determinan múltiples factores: 1) necesidades


técnico-profesionales: resumir, llamar la atención, atraer compradores, o bien,
simplemente, trasmitir la propia ecuación personal del periodista que recibe y
redacta, 2) intereses políticos y comerciales: los “porteros”, es decir, los que filtran
el flujo de la información, decidirán qué es noticia y qué no lo es, de acuerdo a los
intereses de la empresa o de las presiones que puedan recibir.

No siempre se trata de decisiones definidas por intereses: en ocasiones la


“construcción de la realidad” es causada por la rutina profesional y la urgencia de
obtener información o de trasmitirla. Pero siempre, de alguna manera, hay una
selección de las fuentes de información que mediatizará tanto la trasmisión del
“fenómeno tal-cual-es”, como misma concepción e interpretación de las cosas.
Como bien dice Tuchman; “la red informativa se basa en instituciones
legitimadas… e invoca a la autoridad legitimada al buscar a los gobernadores, a
los alcaldes, los aspirantes a la presidencia, los senadores, otros legisladores y a
los líderes cuasi legitimados… como si fueran la encarnación de los procesos
políticos…vuelven borrosas las distinciones entre lo público y lo privado, puesto
que objetivan a los representantes políticos y burócratas como “la ciudad”, “El
Estado”, “el país”… y se deja a cargo de los informadores determinar qué es la
ciudad y qué es el público.

Esto ocasiona la exclusión de otros puntos de vista sobre la cuestión.


Independientemente de que la suma de puntos de vista contrapuestos no dé
tampoco la totalidad de la realidad, por lo menos permitiría una construcción más
completa aproximativa y rica de la misma.

Todo esto tiene sentido, especialmente, si se toma en cuenta que existe lo que
Schultz llama “la actitud natural” de la gente: los perceptores asumen como
objetiva y total una realidad que se les presenta de manera tan precaria. Así pues,
a veces resulta menos importante qué es lo que pasa en el mundo que cómo se le
conoce.
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La noticia revela y oculta: esta es la conclusión que podemos asumir de lo


anteriormente dicho. Cuando revela, da a la noticia carácter público. Es allí cuando
sumado a “la actitud natural”, puede generarse un sentimiento de implicación, por
parte de los perceptores, que puede alcanzar niveles imaginarios y conformar, la
relación a una supuesta realidad delictiva, sentimientos de inseguridad que no
siempre son acordes con “el fenómeno tal-cual-es”.

Por otra parte, no sólo los medios imponen, deciden, lo que los perceptores deben
conocer, independientemente, inclusive, de los que éstos quieran efectivamente
conocer, sino que orientan selectivamente la atención del público a cierto número
de noticias, aún dentro del mismo día de aparición. Así, por ejemplo, se sabe con
suficiente fundamentación cuál es la preferencia de las lecturas del público.

Esto se explica también por el hecho de que algunos lectores, al darse cuenta de
que sólo pueden informarse superficialmente de los fenómenos políticos,
económicos y sociales, dejarán de leer esas páginas: no es fácil saber qué debe
hacerse en relación con problemas como la renegociación de la deuda pública, la
carrera armamentista, el mercado cambiario. Eso requiere de continuidad en la
información pero también de una cierta cultura o especialización. Por eso es que,
en realidad, en la prensa, la clase alta se encuentra a sí misma, a sus iguales, a
sus amigos o sus cómplices. Sólo en la página roja, con motivos de crímenes,
catástrofes o sucesos pintorescos, se verá retratada la clase subalterna. Por eso
puede decirse que “la crónica roja es la página social de la clase explotada”.

La atracción que ejercen las informaciones llamadas sensacionalistas es tan


importante que se sabe que el gran volumen de ventas de un diario, por ejemplo,
no depende de la calidad de sus páginas de opinión, de especialidad internacional,
política y económica, sino de la cantidad de noticias de tras índoles: Sexo, Deporte
y Crimen. Esta parece ser la regla de oro del periodismo informativo para la
obtención del lucro. S + C + C = V (Ventas). “Editar un periódico sin cubrir la parte
potencial es como hacer una torta sin harina u operar un carro sin gasolina”, dice
Carl Warren, reportero del N. Y. Daily News, y profesor universitario.

Si esto es así, la capacidad que tienen los medios de convertir simples


acontecimientos en sucesos, según las características que adopte la información y
la página donde aparezca, también orienta la posibilidad de que la gente asuma
un mayor o menor grado de inseguridad, especialmente cuando se trata de
información sobre delitos. La página donde aparece, pues, no deja de tener su
significación, hasta el punto de que su precio varía, para la publicidad, según el
tipo de página que se lee más, y en el cuál lugar de la misma se ubica la noticia (la
última página (sucesos) y el extremo superior derecho son lo más caro). También
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influyen la presencia de fotos, la cantidad de espacio dedicado y los caracteres de


los titulares.

Una vez que el acontecimiento se ha transformado en suceso, se le ha dado a


este un carácter particular, que es el siguiente: el acontecimiento tiene siempre
una explicación contextual, histórica, política, sociológica o psicológica, que puede
o no buscarse cuando se conoce la noticia, pero que insta o motiva a su
interpretación; en cambio, el suceso es mítico, es autónomo, no remite a nada
fuera de sí, se convierte en símbolo de algo (violencia, infelicidad, maldad o vicio).

Para construir un suceso, no es necesario que haya “un gran hecho”, basta que se
pongan en juego elementos que permitan al lector sentirse afectado, movido en su
rutina. Esto aparece cuando le pasa algo a un “personaje” de la farándula, de la
política o de los deportes, por ejemplo.

Lo delictivo participa de esta mítica sustancia del suceso : “su drama , su magia ,
su misterio , su extrañeza ,su poesía ,su carácter tragicómico ,su poder de
comprensión y de identificación , el sentimiento de fatalidad que lo había , su lujo y
su gratuidad “ . Y, mientras que el acontecimiento sólo se comprende en relación
con otro, el suceso es una información total, inmanente; “no es preciso saber nada
del mundo, no remite a nada fuera de sí mismo “, dice Barthes.

Es el caso de los desastres, los asesinatos, los robos, los accidentes .El suceso
es “como un agujero por el que se conecta con otro mundo, maravilloso mundo de
los enigmas, de los por qué sin respuestas. Los detalles del suceso interesan al
público: ¿quién es? , ¿Cómo pasó? .La dramatización dada al suceso lo convierte
en “parte de la vida real, en algo así como la telenovela de la cotidianeidad”.

Aun cuando el suceso es, pues, en realidad, lo banal, tiene el poder de lo místico,
es decir, de ser “la categoría cardinal de nuestro pensamiento mágico”.

Los mitos, por lo tanto, innecesariamente explicables, despiertan la fantasía y la


emotividad. Serían de esta manera otro elemento facilitador del sentimiento de
inseguridad. Agréguese a esto que hay un sincretismo en el diario, que junta lo
real con lo imaginario y los confunde. Ello da lo “noticiado” su carácter de realidad
total.

El mito esta también relacionado con los grandes principios: el principio de la


dicotomía entre buenos y malos, y el del suspenso. Ambos son típicamente
elementos de la información sobre delitos. Una vez que se ha tomado partido y
que se espera un resultado demorado en el tiempo (suspenso) hay más
posibilidades de que la implicación y la emotividad jueguen un papel en el
sentimiento de inseguridad.
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Las dicotomías maniqueas y los mitos, sin embargo, tienen un efecto asegurador a
un nivel más general. Por eso dice Burguelin: “si compramos cada día nuestro
diario, no es sólo para estar informados: es también porque el orden del diario (el
mito) se hace cargo del desorden del mundo”. Es el poder, pues, como dijimos, de
reducir complejidad y de crear un conocimiento, falso o no.

La presencia de material visual de la información sobre sucesos, por su parte,


acentúa el grado de aparente objetividad, y, por lo tanto, la implicación, la
subjetividad y la potencialidad de un sentimiento de inseguridad.

De las características antes indicadas podemos extraer una primera gran


conclusión interpretativa: El sentimiento de inseguridad está socialmente
construido y es, por ello selectivo.

Veamos ahora cómo funcionamiento uno de los elementos que hemos destacado
como modificadores de la información.

El poder:

El poder económico o político (generalmente no hay posibilidad de deslindar amor


conceptos), que hace de la prensa un instrumento mediatizado y selectivamente
mediatizador, se refleja en los siguientes datos concretos:

1. La concentración progresiva de lo medios en pocas manos: Jacques Kay-


ser en su obra Mort d´une liberté (la libertad de prensa), analiza cómo
desaparecen, por aparente muerte natural, centenares de periódicos de Estados
Unidos, Gran Bretaña, Bélgica, Suecia, Alemania y Francia, entre los comienzos y
la mitad de este siglo.

La pequeña empresa periodística tiende a ser absorbida por la grande. Algunos


diarios, sin embargo, como el Times, con inconmoviles. En América Latina la regla
es que el periódico se pliega a lo intereses norteamericanos, o estos los adquieren
a través de testaferros locales. Este proceso es lo que Kayser llama “imponer el
silencio a los poderes”, a menos que éstos, los diarios pobres, vivan de
suscripciones privadas.

En América Latina la prensa escrita está en pocas y ticas manos: en Argentina, en


mano de la aristocracia ganadera de los Mitre (La Nación), de los Gainza Paz (La
Prensa) y los Noble. En Chile, la industria de los Edwards tiene 3 diarios en la
capital y 7 en la provincia, entre ellos El Mercurio. En Colombia están Los Santos,
los Cano y los Ospina Pérez (Familias absorben el 75% de la circulación total y 5
presidentes de los últimos 40 años llevan el apellido de esas 6 familias), en tanto
que dos habían sido directores de El Tiempo. Existen los periódicos “laneros” de
Uruguay. El comercio, de Mantilla, en Quito. El Universal, de Caracas, de la familia
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Núñez, y dos famosos periódicos mexicanos (Excelsior y Novedades), han pasado


a ser la mano larga de los grandes consorcios norteamericanos
En Venezuela, durante los períodos pre-electorales, los diarios suelen ubicar sus
representantes en el Congreso a cambio de la subordinación de sus contenidos a
diferentes partido políticos del status.

2. Los mediatiza también su dependencia de los grandes centros de poder


internacionales, en razón de los recursos tecnológicos que allí se generan, así
como de los monopolios de tinta y de papel. Y, por último, dependen hasta de los
servicios de distribución. El consorcio Hachette, por ejemplo, controla la
distribución de casi todos lo periódicos franceses.

3. Más importante aún es la dependencia de las Agencias Internacionales de


Noticias.

En Europa, Charles Havas organizó una oficina de noticias en 1825, con


corresponsales en varias capitales europeas, con la finalidad de reunir noticias
para suscripciones privadas (generalmente, hombres de negocios y diplomáticos).
Después, algunos diarios se suscribieron a ella. Wolff y Rreuter, ex empleados de
Havas, decidieron poner sus propios negocios en Alemania, Europa del norte
(1848); y en Londres, en 1851, respectivamente.

Fue el primer comercio de noticias. Ellas se vendían a quien las pagara. Durante
la década de 1840, surge la Associated press, aunque con otro nombre. Entre
esos 4 grupos se instaura el primer cartel de noticias. “para luchar contra el
monopolio” (diríamos mejor, para integrarse a él), Schripps funda la United Press
en 1907, la cual se una con la United News Service, de la cadena Hearst, para
formar la actual UPI. La havas se convierte en la gente France Press en 1944.Hoy
hay solo 5 agencias mundiales (AFP, Reuter, APyTass): cinco centros donde se
elabora nuestro conocimiento del mundo, y su ignorancia también. Que sepamos
en América Latina, solo México tiene agencias noticiosas propias (Notimex o
Informex), y Cuba, su “Prensa Latina”, la única posibilidad de obtener algún tipo de
contrainformación.

Por eso, ya Balzac decía, con intuición de literato que intento descubrir la sociedad
en que vivía: “El publico puede creer que hay barios periódicos, pero en definitiva
solo hay un periódico. Cada cual tiene en blanco, en rojo o en azul la noticia que le
manda M. Havas “.

Se produce así un público homogéneo, estándar. Y “se quiebra estratificación


social, por sexos, edades, nacionalidades…el publico queda sincretizado bajo un
dominador común: “hombre medio”, “clase media”.
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4. Un último gran factor de mediatización de la información son las compañías


Trans nacionales y Nacionales de Publicidad. Para 1957, cuatro grandes
agencias publicitarias norteamericanas tenían cifras de facturación superiores a
los 200 millones de dólares, “Es decir que J. Walter Thompson, MC Cann Erikson,
Young and Rubican y la BBDD… manejan más dinero que muchos de los nuevos
Estados africanos o centroamericanos, cuyos presupuestos anuales son
inferiores“. Hoy se considera que ellos consumen el 15% de los gastos de la
industria norteamericana.

Los films publicitarios de algunos productos en nuestra televisión vienen ya


diseñados en Estados Unidos. Más aún, un noticiero informativo radial de larga
tradición y prestigio en Venezuela fue, durante muchos años patrocinado por la
Creole Petroleum Corporation. Era “El Observados Creole”.

Este factor es importante porque lo que hace que la Comunicación sea lucrativa
no es la circulación o difusión que tiene; sino la inversión en publicidad que
representa.

En Venezuela había, para 1970, 157 empresas publicitarias. 28 son “house


agencies” (creadas por los mismos anunciantes), como Colgate –Palmolive,
CADA, Tabacalera Nacional, Beco-Blohm, Procter and Gamble Montana, Mavesa,
Sidney Ross, Indulac y Sear´s. Las más importantes están vinculadas a la
International Advertising Association, a través de la FEVAP (Federación
Venezolana de Agencias Publicitarias, que representa el Capítulo Regional de la
IAA=Mc Cann Erikson, Kittay Gray Adversiting, Walter Thompson, Novas
Criswvell, Young and Rubican (agrégueseles: “de Venezuela, C.A.”) miembros
principales de esa FEVAP.

La rama trasnacional, así, en Venezuela, aparece completa: Agencias Noticiosas,


Compañías de Publicidad, Empresa privada, Dependencia Tecnológica.

La situación es similar para todos los medios de comunicación. En Venezuela hay


unas 2.000 cuñas diarias en televisión, que son las que la mantienen.

Para comprender al servicio de quién están los medios, se recuerda que un


Decreto del Gobierno venezolano (10-1-74) obligando a nacionalizar el capital de
la radiodifusión privada, no produjo ningún cambio en la programación. Estas
radiodifusoras están afiliadas a la Asociación Interamericana de Radiodifusión, en
cuyos Estatus (aparte B del art. 1) se lee nada menos que lo siguiente: “La
radiodifusión comercial debe ser privada y no constituye un servicio público”. Y en
la asamblea de sus miembros, en Montevideo (5-3-75) resuelven: “que la
imposición por parte del Estado de programaciones de tipo nacionalista, a la vez
de suponer una peligrosa limitación, atenta contra la deseable competencia entre
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los medios y constituye un atentado contra la cultura, que es y debe ser universal”.
De todos modos, siendo el Estado 65 veces menos poderoso que la radiodifusión
privada, y estando al servicio de las clases que lo sustentan, no habría tampoco
mucha garantía de una mayor libertad.

Nuestra televisión y la de toda América Latina (con excepción de Cuba) es privada


comercial a diferencia de lo que pasa en Europa, en lo que estamos acompañados
sólo por algunos lejanos países de África y Asia, y, por supuesto, por los Estados
Unidos. En Venezuela se importan 11.000 mediometrajes, lo que quiere decir que
hay 11.000 veces más posibilidad de ver un programa norteamericano que uno
colombiano o brasilero. Y, como si fuera poco, en el Canal 8, del Estado, se
trasmite los domingos un 79% de tele-cine norteamericano.

Ante todas estas evidencias, ¿cómo puede cumplirse el art, 59 de la Constitución


y el 11 de la Declaración de los Derechos del hombre, que protegen “el derecho
de expresarse libremente y por todos los medios”?

Y si el proceso de socialización es continuo y los medios forman parte de él,


¿cómo influye un proceso educativo dirigido por la industria, la publicidad, y las
trasnacionales?

Es así como se crean los valores básicos en función de los cuales se resolverán
cuestiones posteriores.

Y es así como subliminalmente, los medios crean los estereotipos. Por eso han
sido llamados “Seductores Secretos”.

LOS ESTEREOTIPOS:

En el terreno de la Criminología, es Chapman quien desarrolla la teoría del


estereotipo del delincuente. Ya Goffman, había definido al desviado como alguien
que no es “joven, casado, blanco, habitante de lugares urbanos, proveniente de
los estados del Norte, heterosexual, protestante, padre, con instrucción
universitaria, buen empleo, bella tez, el peso y la estatura justas, y dado a diversos
deportes”.

Los estereotipos son elementos simbólicos, fácilmente manipulables en las


sociedades complejas. El estereotipo del delincuente (como alguien perteneciente
a las clases subalternas, de condiciones afectivas y familiares precarias, agresivo,
incapaz de incorporarse con éxito al aparato reproductivo) tiene dos funciones
escenciales:

1. Sirve para que la supuesta mayoría no-criminal se reddefina a sí mismo en


base a las normas que el delincuente ha violado, y refuerce el sistema de valores
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dominante. Reproduce el sistema y contribuye a delimitar la zona del bien de la


zona del mal, liberando la conducta dañina de los poderosos, quienes estarían
amparados por su no pertenecía al estereotipo. Habría, pues, clases criminales y
clases no criminales.

2. Funciona como chivo expiatorio, ya que hacia él deriva toda la agresividad


latente en las tensiones de clase que, en caso contrario, se dirigiría contra los
detentadores del poder.

Vemos así, paso a paso, cómo la construcción social de la noticia mediatizada por
el poder económico y político, va generando actitudes y valores, es decir,
elementos de juicio, para que se cree un sentimiento de inseguridad que es
absolutamente selectivo. Ese proceso indica qué es lo que hay que temer, dejando
en la oscuridad situaciones y conductas abiertamente dañinas que no causan
temor. Numerosas investigaciones realizadas por el Instituto de Criminología de la
Universidad del Zulia sobre la prensa, especialmente en el campo del consumo de
drogas y de los delitos de los poderosos, demostraron ampliamente la difusión de
un estereotipo diferencial de delincuentes. Mediciones de espacio, ubicación de la
noticia en la “página roja”, y no la de “economía” o de “sociales”, o de “actualidad
nacional”, donde aparecen los casos de corrupción administrativa, las
especulaciones prohibidas, los grandes fraudes al consumidor y aún hechos de
violencia a los que se vinculan personajes del poder político, y económico; el uso y
tipo de fotografías, análisis del vocabulario utilizado, se hicieron con gran rigor
metodológico. (La prensa latinoamericana en general presentaba esos
caracteres).

Igualmente estudiamos diversos casos de Delitos de Cuello Blanco,


conjuntamente con el Grupo Latinoamericano de Criminología comparada:
adulteración de sustancias alimenticias, venta en el Tercer Mundo de productos
farmacéuticos prohibidos en el mundo llamado desarrollado, delito ecológico etc.
Acabamos de ver que sólo en abril de 1985, sacan de circulación el Tanderil
(Laboratorio Geigy) el cual, según noticia de prensa (El Nacional 16-4-85, primera
página, en pequeño recuadro, y no en la de sucesos), había matado entre 1960 y
1982, 329 personas (hace 3 años), mientras que la Butazolidina, entre 1952 y
1982, había matado 701 personas. Otro ejemplo aparece en el Nacional (14-4-85)
en la página de” Ciencia”. El titular dice. “Complicaciones post operatorias (?)
denuncia un diario alemán: venta de riñones humanos provenientes del Tercer
Mundo”. Y, en el texto: Harms (un médico de Aix-La-Chapelle) “La describe como
una solución interesante para las poblaciones de los países en vías de
desarrollo…”
14

Este es un ejemplo muy reciente de una real situación de inseguridad que no es


percibida por la ciudadanía. A estos delitos no se les tiene miedo, pasan debajo de
la mesa de la distribución selectiva de las noticias, y gracias al estereotipo
diferencial que se difunde, el que en este caso, tiene que ver con la manipulación
del poder en las relaciones Norte-Sur.

Una consecuencia del estereotipo del delincuente es también la siguiente: como


“los que están próximos el uno al otro en el espacio y en el tiempo, o que se
parecen entre sí, tienden a ser percibidos como una estructura común”, el
estereotipo del delincuente como perteneciente a una sola clase social, produce
una ampliación del sentimiento de inseguridad, porque se teme, más bien a toda
una clase social. El delincuente es un enemigo de clase: ese principio de
psicología explica también el que, si percibimos la crisis al mismo tiempo que la
delincuencia en aumento, asociaremos ambos acontecimientos en relación de
causa-efecto, aunque no sea cierto. Así, si creemos (como se demostró en la
encuesta que realizamos para apoyar este trabajo) que las crisis económicas
producen delincuencia, temeremos a todos los que sufren las crisis, y el temor
será mayor. El principio perceptivo de asociación también explicará una relación
entre la apariencia y el efecto: (“tiene el aspecto de haber cometido un crimen”, o
“ese parece ladrón).

A veces hay un interés muy claro en crear sentimientos de inseguridad, por varias
razones:

POLITICAS:

1. Para desviar la atención pública de acontecimientos nacionales más


importantes. Esto es lo más habitual.
2. Para movilizar la actividad pública, y formalizar la reacción en Leyes o
Decretos.
3. Para que la opinión pública acepte medidas autoritarias para el
aseguramiento del orden político, creándose así una imagen de fuerza en medio
de una crisis económica, o de liderazgo.

Este fue el caso de la campaña contra las drogas en Venezuela, en 1984, y la


respuesta de los llamados operativos policiales (o redadas), que militarizaron el
control de la vida ciudadana. Como consecuencia, centenares de “presuntos”
delincuentes están siendo asesinados en “presuntos” enfrentamientos con la
policía.
15

ECONOMICAS:

1. Un ejemplo reciente en el país está representado por la publicidad de


aparatos que dependerían del delito: puertas. Cerrraduras y rejas de seguridad (T-
V-Lock, mul-Lock, etc) y cajas fuertes (Mossler). La publicidad de una inseguridad
que se presenta como real, mediante gráficas terribles y agresivas, estimula el
sentimiento de inseguridad, y las ventas.
Si a esto se agrega que la comunicación, generalmente es un refuerzo de otros
medios de control social informal (familia, religión, educación), no sólo porque
interesa trasmitir siempre los mismos valores, sino porque, por razones de lucro,
los medios de comunicación trasmiten justamente lo que corresponde a los
valores y expectativas existentes, debemos concluir en que la noticia, como la
totalidad de los medios, es una forma de control social.

2. La noticia como mercancía, la distracción como mercancía y la


conformación de un estado de inseguridad:

En América Latina, de cada 10 personas, 2 leen diarios, 3 ven televisión, 5


escuchan radio. Como se trata de medias estadísticas, no hay en estas cifras
discriminación de zonas rurales o urbanas, ni proporción de analfabetismo
relacionado con el tipo de medio al cual se acude con más frecuencia. De todos
modos, sólo una articulación total de los medios nos permitirá conocer sus
posibles efectos.

Ya hemos dicho que la regla de oro del periodismo comercial es “Sexo + Crimen +
Deporte = Ventas “. El periodismo de misceláneas es periodismo de relleno, dice
Mujica. Son servicios colaterales que acolchonan la información policial, deportiva
y económica. The Sporting News es más solicitado que The New York Times,
France Soir más que Le Monde, e Il Corriere dello Sport, en Italia, tiene tanta
venta que hasta I”Unitá, del PCI, dedica el lunes más de la mitad de su edición al
Deporte. El Nacional de caracas tiene uno de sus cuatro cuerpos diarios
dedicados a lo mismo.

El delito agresivo, pues de éste se trata, se publicita a través de la prensa, y los


noticieros de radio y televisión. Aparece, pues, allí, como información, esto es,
como realidad. También la estructura comunicacional recreativa publicita la
agresividad, especialmente a través del cine, la radio y la televisión. Aparece allí
como diversión. Por eso no extraña que no haya a veces correspondencia entre
los estereotipos trasmitidos por la prensa oral o escrita y la recreación. En esta
última hay policías torpes y ladrones fascinantes. En la prensa los ladrones
generalmente resultan repugnantes.
16

La historia de la prensa comienza con el llamado “amarillismo” (la expresión viene


de un Comic de la época de la empresa Hearts: The Yellow Kid), que fue, como
arma para ganar lectores, tan agresiva, que hay una época conocida en la historia
como “la guerra de los tab”s” (o guerra de los tabloides). Se afirma que un
televidente de unos 15 años en nuestro continente ha visto unos 150.000
crímenes. Los delitos excibidos por canales de televisión norteamericanos, si
hubieran sido cometidos por una persona sumarían 3.633 años de cárcel, según
un estudio hecho en California en 1977. Por eso se ha dicho que algunos editores
son vampiros: lo que les interesa es la sangre. Y es que en el proceso de cambiar
un acontecimiento en suceso hay que generar mucha violencia.

Hay un sistema de clasificación de los acontecimientos que separa los hechos en:
“políticos, económicos, culturales, policiales, deportivos”. Este es el momento en el
cual empieza la distorsión; allí empieza a tomar su significación. Por ejemplo, es
mucho más eficaz ideológicamente convertir un hecho político en delictivo que
simplemente censurarlo en otras páginas”.

La violencia que se trasmite en todos los medios viene a veces disfrazada de otra
cosa: heroísmo, por ejemplo. Los westerns son considerados por los críticos
cinematográficos verdaderos paradigmas de la discotomía entre el bien y el mal. Y
representan la romantización de un pasado histórico de valentía y nobleza. La
realidad, según el mismo Times parece ser otra: Billy the Kid, dice, era un enfermo
mental que asesinó alevosamente a sus 21 víctimas. Jesse James fue un tacaño
pervertido. Wyatt Earp un usurero ladrón: organizó personalmente el barrio de
prostitutas de Dodge City, cobrándoles semanalmente la protección, y sólo llegó a
matar algunos borrachos fastidiosos con el mango de su pistola. Bat Masterson
fue un fanfarrón cobarde: acostumbrada pegar a los pordioseros con su pesado
bastón, y una vez llegado a viejo compró su primera pistola en una casa de
empeño de Nueva York, le grabó las marcas de las 22 víctimas imaginarias y
como corresponsal del Telegraph se dedicó a inventar su propia leyenda. En
realidad los vaqueros eran sucios (incluidos los representantes de la ley), tenían
piojos y sólo podían acostarse con prostitutas, que eran las únicas mujeres
disponibles, disparaban más que nada a las moscas (se contaron 3.620 disparos
en el techo de un establo, los revólveres eran muy pesados y pocos podían dar en
el blanco más allá de 6 metros. (Estas historias, además, han dado, entre otras
cosas, por concepto de venta de juguetes vaqueros, 125 millones de dólares en
sólo un año (1960), y de David Croquet por 300 millones).

El mensaje oculto en los filmes y novelas de vaqueros y de policías podría también


sustentar un sentimiento de inseguridad: de ellos se deduce que el mal (en
definitiva) es invencible (“siempre habrá criminales”), que es el impuesto que se
paga por la llamada libertad y que la convivencia humana no se basa en la
17

solidaridad colectiva y la cooperación, sino en la presencia mesiánica de


superhombres.

El problema de la televisión es más importante el Latinoamérica si se recuerda


que difunde 240.000 horas de programas importados semanales. No se sabe muy
bien cómo se asimila todo esto en el inconsciente colectivo. Pero hay
investigaciones en Venezuela muy esclarecedoras, como la de Santoro, quien
demuestra que el 63% de los niños teleaudientes tiene una fijación de modismos
extranjeros; un 86% piensan que el héroe positivo es norteamericano, y que el
82% de los buenos es de habla inglesa; que el chino es 17 veces más malo que
bueno, y el blanco 11 veces mejor que el negro; que el rico es bueno en el 72% de
los casos y el pobre en el 41%.

La descodificación del mensaje: procesos que favorecen una mayor


implicación y una mayor influencia en el perceptor:

Los medios, pues, como hemos visto, trasmiten una imagen codificada del mundo.
Pero su influencia es variable según los casos.

Hay procesos psicológicos que favorecen o impiden una penetración total en la


percepción, es decir, que el perceptor está equipado para descodificar, al menos
parcialmente, el mensaje. Ello, aparentemente, tiene que ver con el tipo de medio
al cual se expone.

Podemos resumir así los resultados de algunas investigaciones hechas a nivel


psicológico sobre el particular:

1. Los medios favorecen la creación de actitudes sobre cuestiones nuevas


(pues no hay pre-conceptos). Pero las favorecen más si es un mensaje de
refuerzo (algo en lo que ya creen).
2. Unos estudios de laboratorio demostraron que la radio era más persuasiva
que la letra impresa (antes de 1935, y por lo tanto, antes de que existiera la TV,
estudios ratificados por Lazarsfeld, Berelson y Gaudet en 1948). Stouffer explica
que es porque la prensa llega a un público más informado, y por ello más crítico y
menos sugestionable. La prensa exige

Una mayor participación del yo que los medios audiovisuales, (ya que el mensaje
aparece en éstos más estructurado), y es más impersonal, porque el perceptor no
siente que se dirigen especialmente a él. Ambas cosas, mayor participación e
impersonalidad del medio, pueden proporcionar reacciones contrarias: una actitud
crítica que obstaculice el proceso de persuasión.
18

3. Los medios radiodifusores, incluida la TV, dan la sensación de “acceso


personal” al problema y “de realidad” a las noticias. Llegan a mayor variedad de
público (ancianos, niños y adolescentes), y a los menos instruidos. Frente a la
radio, sin embargo habría menos concentración. (Tal vez por eso los sucesos
narrados en los noticieros venezolanos son enfatizados por reiterados toques de
timbre).
4. Es más creíble una comunicación acorde con la opinión general, que con
opiniones minoritarias.
5. Las comunicaciones que despiertan temores extremados tienen menos
posibilidades de persuadir al público a adoptar precauciones, que las
comunicaciones que no parezcan tan alarmantes (este parecería el caso de la
publicidad antidrogas en Venezuela).
6. El sistema linguistico, para que influya, debe ser semejante al del perceptor
(lo que generalmente sucede con el gran público y la página de sucesos).
7. Las curvas de concentración y de la atención son modificadas por el
cansancio. Por eso los diarios, que se leen temprano en la mañana, podrían
atraerla más.
8. La percepción es mayor cuando se trata de una figura precisa.
9. La llamada trasmisión “en vivo” (y por lo tanto más la radio, la prensa y la
televisión que el cine), produce sentido de “actualidad total”, son más influyentes,
ya que no hay distancia temporal. Es, por así decir, la verdadera “noticia”.
10. En cuanto a la credibilidad, una investigación de Berelson encontró que los
interrogados veían al periódico como “mediador de noticias serias”. Sin embargo,
Head encuentra que los perceptores confiaban más en la radio que en la prensa.
11. Una investigación sobre qué medio vendía más (y era, por lo tanto, más
influyente) dio, de menor a mayor, la siguiente escala: radio, periódico, revistas,
televisión. La TV tendría, pues, el mayor prestigio propagandístico, aunque
pudiera pensarse que es porque hay más televidentes que aficionados a otros
medios: es más barato y más cómodo.
12. Habría una selección de mensajes por parte del espectador o perceptor,
que tiene que ver con su cultura y su personalidad.
13. El perceptor presta atención a los objetos que responden a sus
necesidades y a todo lo que espera percibir; e ignora todo lo que pudiera
amenazar sus opiniones, deseos y expectativas, pudiendo interpretarlo
erróneamente, adecuándolo para que pueda reforzar sus prejuicios.
14. A veces funciona el mecanismo de la “proyección”.
15. El grado de posible implicación es influyente (por eso, tal vez, en nuestra
investigación se teme más al atraco que al homicidio).
16. La “distancia emocional” parece ser importante: una mayor participación del
yo en la noticia implica más identificación. Esto es importante pues demuestra que
el mensaje no produce por sí solo el efecto, ya que cada mensaje es vivido
19

diferentemente por cada perceptor. El cine favorece una mayor participación del
yo que la TV.
17. Para que haya implicación, es necesario que la noticiase relaciones con la
vida cotidiana (eso explicaría por qué se le teme más al atraco, y a la calle más
que a ningún otro lugar).
18. Cuando no hay distancia efectiva puede crear angustia, inseguridad, y
hasta perturbación en las relaciones sociales.

Cuando hay un grado elevado de distancia emocional se habla de


“desprendimiento”, cuando la distancia es mínima se habla de “subyugación”. Hay
más subyugación cuando hay un mayor grado de “realidad del mensaje”. El cine,
por eso, produce subyugación. Pero la prensa, que se asume como “información
de la realidad”, aun cuando hay una mayor distancia emocional, es influyente en la
conformación de creencias.

Como puede verse, todos los resultados obtenidos son aproximativos, y ninguno
permite hacer aseveraciones definitivas sobre la influencia de los medios en el
sentimiento de inseguridad. Es más, algunos son contradictorios entre sí, lo que
podría inducirnos a rechazarlos todos.

La influencia de los mensajes violentos en la agresividad personal, y por lo tanto,


en una situación de inseguridad real:

Aquí se hace de nuevo presente el enfrentamiento entre “apocalípticos” e


“integrados”.

Cinco son las grandes tesis:

- La Violencia de los medios influyen directamente en la comisión de delitos.


- No hay ninguna evidencia de relación causal entre ambos.
- Depende de la situación personal de cada uno.
- Menoscaban el valor de la vida humana.
- Producen catarsis en situaciones de tensión.

Los “apocalípticos” según sus matices, ven en los medios: 1. Una escuela del
crimen (la agresividad sería un comportamiento aprendido). 2. Factores
desencadenantes de pulsiones latentes. 3. Una relación directa con la comisión de
delitos. 4. Algo que orienta hacia valores negativos. 5. Un factor generador de
inseguridad. Los “integrados”, por su parte, dicen que los medios: 1) enseñan que
“el delito no paga”, y publicitan la eficacia de la Ley y el Orden, al atraer la
atención favorable de los medios hacia la victoria de las fuerzas del orden, ya que
los medios trasmiten su propio prestigio a las personas e instituciones que
destacan; 2) tienen una función socialmente integradora pues refuerzan las
20

normas sociales, y al dar publicidad a la conducta desviada instan a una moral


única.

Los expertos en comunicación parecen, de todos modos, inquietarse menos por


los efectos de la exposición a escenas violentas, que los padres, maestros y
escritores menos especializados. Una encuesta de la Gallup en 954 descubría que
un 70% de adultos atribuía al contenido de los medios la ola creciente de la
delincuencia juvenil (Yale Kamisar, en cambio, después de pasar revista a todas
las épocas, se pregunta “¿Cuándo no hubo una crisis delictiva?”). Una encuesta
hecha por Klapper, en 153, encontraba que todos los profesionales de la
programación y de relaciones públicas estaban de acuerdo en que las
descripciones de crímenes y de violencia eran el tema más frecuente de las
quejas y observaciones recibidas y que las publicaciones populares (por ejemplo,
revistas sobre educación infantil, vida familiar, etc.) se interesaban más por eso
que por ningún otro contenido de los medios.

Esto desató una avalancha de investigaciones sobre el contenido de los medios.

Head (1954), analizando 209 programas de televisión, encontró homicidios en una


proporción 22 veces mayor que la vida real, mientras que otros tipos de delitos
aparecían por debajo de lo habitual. Los 3 informes de la National association of
Educational Broadcasters, analizando 3 semanas de TV en Nueva York,
reportaban que el número aumentaba cada año (solamente en el período 1953-54
se duplicó) encontrando además que la frecuencia de violencia era mayor en los
espacios dedicados a los niños.

Para ratificar su poder de motivación, se recuerdan algunos fenómenos de pánico


colectivo provocados por los medios o la literatura: la falsa noticia de la CBS
(1938) en el programa “La Guerra de los Mundos” (que tenía que ver con un
delicado clima internacional en la época); “los pinchazos de parís”, y el de los
suicidios colectivos tras la aparición de los libros en los cuales los personajes se
suicidan: el “Werther” de Goethe, y “María” de Jorge Isaacs.

En todo caso, e independiente de las criticas metodológicas que puedan hacerse a


las investigaciones realizadas, se aducen cosas como que “el sentido común lo
dice”, o que “no son deseables”, o que “para hacer catarsis la cantidad de
violencia trasmitida parece excesiva”, etc.

Sobre los efectos de los medios, podríamos dividir las investigaciones en dos
tipos; las que intentan medir su impacto sobre el sentimiento de inseguridad, y las
que intentan medir la influencia sobre la agresividad del perceptor.
21

Sobre sus efectos en el sentimiento de inseguridad, hay una investigación


interesante, especialmente porque utilizo técnicas muy refinadas, se trata de la
encuesta de Oppenheim, Himmelveit y Vince en Inglaterra (1948). Utilización tests
sobre niños, antes y después de haber sido expuestos a la televisión; niños que
eran comparables en cuanto a la edad, el sexo, la inteligencia y la clase social. Y
encontramos que:

1. Una minoría sentía temor y pesadillas (1 de cada 1)


2. Era menos impactante el número de disparos o de episodios de agresión, que
la forma como era presentada la situación, por ejemplo, los cuchillos
atemorizaban más que los disparos. En general no tenían miedo porque
sabían que el héroe triunfaría. Y los asustaba más, por ejemplo, la serie de
Jane Eyre en la televisión.
3. Son más susceptibles a las agresiones verbales que a las físicas (gritos,
regaños e injusticia, por ejemplo).
4. La violencia real los asustaba menos que la de ficción, tal vez por que no
entraba en su experiencia personal.

En relación a los efectos sobre la agresividad de perceptor, se han hecho también


investigaciones, aun cuando, según Freud, la agresividad es “un impulso
independiente”, no mayormente susceptible de explicación o de reducción. Es un
comportamiento fundamental en la dinámica humana. Por tanto, los medios no
serian responsables de esa agresividad.

Por su parte, los sociólogos, y eso es lógico, piensan que la complejidad de la vida
social no admite explicaciones de sentido único. Nadie comete delitos solo porque
vinieron en televisión. El mismo Sutherland, padre de la teoría de las Asociaciones
Diferenciales, según la cual “el delito se aprende”, ve más importantes a los
grupos relacionales íntimos como factor de aprendizaje, que a los medios de
comunicación. Ferracuti y Lazzari hacen la más amplia recolección de
investigaciones sobre el tema, y sólo encuentran 3 casos de personas que
cometieron delitos después de haber visto un film. Las tres tenían trastornos
mentales.

Esta es también la perspectiva de la Unesco, la cual cuestiona aún la definición


que habitualmente se hace del concepto de “violencia”, el cual es mucho más
general que el de agresividad, y culturalmente relativo.

El campo de explicación, pues, parece estar tomado por los psicólogos;

Las investigaciones son muchas y sobre diferentes aspectos: Berkowitz evalúa


todas las investigaciones y encuentra que hay una mayor cantidad de ellas que
22

demuestra la hipótesis de la catarsis. Es decir, que la agresividad personalmente


retenida se canaliza y satisface a través de la violencia de los medios.

Sobre la hipótesis de la catarsis, Riley y Riley encontraron que la violencia y la


acción eran más interesantes para niños que tenían frustraciones, como medio de
descarga y de agresión, lo cual podría demostrar la tesis de Dollard, Sears y otros,
la frustración-agresión.

Bailyn encuentra también esa atracción del frustrado por el héroe agresivo, así
como que los niños en conflicto con sus padres ven y oyen más radio y televisión,
como búsqueda de catarsis a través de la fantasia, y reacción sustitutiva.

Feschbach encuentra que, cuando se da curso a la agresividad a través de la


fantasía, se reducen las tensiones agresivas. Scharamm y colaboradores
encontraban que la televisión conduce al descenso de las conductas agresivas.
Como la BBC de Londres demuestra que a mayor edad, hay mayor interés por los
programas de boxeo, ello explicaría la hipótesis de la catarsis, siendo el boxeo la
salida para los adultos.

Sobre la hipótesis de la relación entre ambas variables, Siegel afirma que niños de
4 años, después de haber visto películas de contenido agresivo se comportaban
más agresivamente en sus juegos. Madres interrogadas por Maccoby dicen que
sus hijos son más difíciles después de ver películas violentas.

Otros dicen que mientras más jóvenes y más inteligentes son, más vulnerables
son a esas influencias. Pero aún habría que demostrar cuánto tiempo dura la
influencia después de la exposición al mensaje.

Por su parte, Blumer y Hauser (1933) encontraron con ex convictos, interés por las
películas de crímenes. Hoult (1949) analizó las lecturas preferidas de 235 niños
que eran comparables entre sí y encontró que aquellos que tenían antecedentes
eran más efectos a las de crímenes y violencia. Pero esto no parece demostrar
una relación inversa: que esas lecturas o filmes conduzcan al delito.

Klapper reporta una investigación hecha en torno a una situación en la que


aparecían dos jóvenes, uno agresivo y autoritario, y el otro sociable y amistoso,
representando un episodio que tenía dos finales: en uno vencía el dócil; en otro el
autoritario. En cada caso, los niños se identificaron con el triunfador. De allí se
deduce que el éxito es un patrón para orientar criterios en los niños (si esto es
cierto, sería lícito preguntar si la amplitud de los crímenes de los poderosos no
insta a su comisión)

En cuanto a la prensa, se pueden dividir las lecturas en dos clases: las que dan
una inmediata recompensa psicológica (crímenes, corrupción, accidentes,
23

desastres, deportes, vida social), que serían de “Clase 1. Y las que dan una
recompensa retardada (asuntos públicos, económicos, problemas sociales,
ciencia, educación), que serían de “Clase 2”

Algunas investigaciones parecen demostrar que a menor edad y a menor


instrucción (con lo cual parecen incluirse las clases subalternas), habrían más
interés en las noticias sensacionalistas, es decir, más lecturas Clase 1. Esto
explicaría parcialmente los hallazgos antes citados, y la investigación hecha en
Venezuela por Villasmil. Pero es también importante para señalar que los
“mensajes” de la página de sucesos tienen más impacto en las clases bajas.

Ante los resultados negativos de algunas investigaciones, los productores se


defienden: según ellos hay delincuencia juvenil aun en los lugares donde no se ve
televisión y preguntan si habría que prohibir también algunos cuentos infantiles, o
la Biblia, o Shakespeare.

Sin embargo, tantas y tan variables investigaciones demostrarían una sola cosa:
que ninguna de ellas es válida y que el problema es más complejo que la simple
exposición a espectáculos violentos.

Este es el estado actual del conocimiento sobre las relaciones entre publicidad y
comisión de delitos. Como se ve, es, aunque abundante, limitado en sus
resultados conclusivos.

Pero en relación a la publicidad del delito como forma de control social, hay cosas
que, al menos en Venezuela, resultan evidentes, y cuyo resumen conclusivo
queremos afirmar aquí:

1. Los medios construyen la realidad social, al fragmentar, descontextualizar, y


vaciar de su significación (y por lo tanto de su explicación y comprensión) a la
realidad tal-cual-es.
2. Contribuyen a la construcción social del delincuente, al concretar sobre solo
un tipo de delincuencia la información de “sucesos”
3. Contribuyen a la construcción social del delincuente, al conformar el
estereotipo diferencial de delincuente, a través de la ubicación de la noticia los
caracteres, el uso de fotografías, y un vocabulario particular para referirse a él.
4. Atraen la atención del gran público, que es el más desinformado y con menor
capacidad critica, hacia un tipo de delincuencia del cual dependería
exclusivamente el sentimiento de inseguridad.
5. El sentimiento de inseguridad relacionado a un solo tipo de delincuente, se
amplifica hacia toda una clase social, a la cual se le temerá globalmente,
creando un rechazo generalizado entre ella y canalizando la agresividad
24

colectiva hacia la misma, en vez de hacia los detenedores del poder. Ello, a su
vez, quiebra la solidaridad intraclase.

6. El sentimiento de inseguridad selectivo atrae la atención del gran público,


desviándola de otros tipos de conductas antisociales y de problemas sociales de
mayor envergadura. (La encuesta Datos realizada en Caracas, en abril de 1985,
demuestra que la gente teme más a un ladrón que a perder el empleo, y que
considera que la delincuencia es el problema más grave del país, a pesar de estar
éste viviendo la peor crisis económica de toda su historia. La encuesta realizada
por el Instituto de Criminología de la Universidad del Zulia (marzo de 1985)
demuestra que la mayoría cree que “el corrupto es más dañino que el ladrón”.
Pero le teme más a ese último)

7. El sentimiento de inseguridad creado por los medios sirven para que el


estado pueda implementar medidas autoritarias (“Operarios”, leyes represivas,
militarización del orden público) y centenares de muertos en presuntos
enfrentamientos con la policía. Todo ello con el consenso colectivo, sustituyendo
como la forma de gobierno, otras acciones posibles por la más fácil actividad de la
fuerza.

8. De hecho, la investigación del instituto de criminología demuestra que, a


pasar de los excesos cometidos por los operarios (23.000 personas detenidas en
3 meses en la sola ciudad de Maracaibo, por ejemplo, en busca de antecedentes,
drogas, documentación) la gente no teme a los cuerpos de seguridad sino, que por
el contrario, solicita mayor vigilancia policial.

Un informe preliminar de una investigación realizada por Maritza Montero para


Amnistía Internacional, sobre la imagen de la tortura de Caracas, demuestra que
una mayoría piensa que la tortura puede ser necesaria.

La campaña contra las drogas, según investigación realizada por nosotros mismos
en 1984, permitió aceptar una Ley antidrogas sumamente represiva; chantajes al
poder judicial para que mantenga detenidos a los procesadores por delitos
relativos a las drogas, aún sin pruebas para ello; para que se realice la
militarización de la frontera y el imperio del gatillo alegre.

La fuerza pública comienza así a sustituir la actividad del Poder Judicial, de modo
que sin proceso legal y sin condena, se “anticipa” la pena. Una organización civil
venezolana denominada luto Activo, compuesta por familiares de personas
muertas por las fuerzas de seguridad, ha reportado centenares de ejecuciones
25

extrajudiciales (en Venezuela no existe legalmente la pena de muerte), cifras


obtenidas solamente a través de noticias de prensa y sólo en la ciudad capital (Ver
anexo). La publicidad oficial insiste en el eslogan “quien no la debe, no la teme”,
según la cual la población debería desentenderse de las violaciones del Estado de
Derecho.

Entre otras cosas, reposa en el Congreso, ya un proyecto de Ley de eximentes


especial para la Policía, y hay un plan de policías-conserjes en el Distrito federal,
en combinación con la Asociación de Administradores de Condominios (ANAI) que
controla el 90% de los edificios de la capital.
La delincuencia, es, es entendida como un “problema de orden público” y no como
problema social.

9. Y, por ultimo, los medios forman parte del proceso de socialización del
individuo, lo que quiere decir que buena parte de los mensajes trasmitidos, de
cualquier índole que sea, va a integrar la manera de ser de la población que ha
crecido sometida a su influencia. Independientemente de lo que pueda o no pueda
probarse sobre una presunta relación de casualidad entre lo que los medios
publicitan y la acción posterior de los ciudadanos, es un hecho que todo lo que se
enseña como sucede en la escuela, tiene un amplio margen de posibilidades de
que se aprenda.
10.
Tal vez estamos, simplemente, más frente a un problema de ética que de política
criminal. Como decía Durkeheim en sus “Reglas del Método Sociológico”, no hay
respuestas definitivas porque no hay preguntas finales. Esta que sigue no es. Por
lo tanto, una pregunta final, aun cuando aparezca al fin del texto. Pero, ¿no
deberíamos interrogarnos sobre una actitud moral frente a la vida, de los hombres,
frente a su dignidad, frente a la manera como “debería ser” la sociedad? ¿Sobre
los efectos políticos de la comunicación centralizada o manejada por intereses
específicos?

Aún si fuera cierto (y aún no se sabe) que los medios no producen delito, sabemos
que están asociados al poder, que producen un sistema cultural y un sistema
moral y que ello tiene efectos claros en la gestión de la vida colectiva. Sabemos
que orientan, limitan, uniforman. Que son “de sentido único” porque impiden la
respuesta. Son, por lo tanto, y eso es tal vez lo más importante, un eficaz
instrumento de manipulación, de engaño, de privación de realidades múltiples y de
opciones posibles. Reducen la libertar y la creatividad, así como la participación, y
por lo tanto la representatividad social y política, el pluralismo y la democracia.
Al menos como están utilizados hoy.
26

No creemos que ellos dejaran de ser, nunca, instrumento central de control social.
Pero sabemos que pueden ser mejores. Aunque ello está muy condicionado por el
sistema social, para el cual y desde el cual, ejercen ese control social

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