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EL MITO, EL SANTUARIO Y LA MONARQUÍA

La tumba de Santiago

El omega y alfa que mueve la peregrinación. Ambos signos se encuentran en Santiago, es el principio y
el fin del Camino.

LA LEYENDA: Tras haber sido decapitado el Apóstol Santiago, su cuerpo fue depositado en una
barca de piedra en la que viajaban dos de sus discípulos y que por sí misma llegó a la costa gallega,
remontando el río Ulla, tocando fondo en Padrón. Luego fue enterrado en el monte Libredón. Según la
tradición, a mediados del siglo IX un eremita, Pelayo, capta unos signos externos en forma de luces que
le revelan la existencia del sepulcro. Pone esta convicción en manos del obispo de Iria, Teodomiro,
quien se dirige al lugar identificando el sepulcro del apóstol Santiago.

El Rey asturiano Alfonso II construyó una pequeña iglesia. El Rey Alfonso III al terminar el siglo IX
mandó construir una basílica de mayor tamaño, convirtiéndose en un punto de referencia para todos los
cristianos.

Surge el interés de los monarcas astures de mantener unos signos de identidad claros y que pasaban
por considerarse herederos de la monarquía visigoda, acentuando el papel de Oviedo como la nueva
Toledo. Esto obliga a decantarse por el culto santiaguista frente al culto mozárabe de Toledo.
Teodomiro era obispo de la sede de Iria, pero trasladó la sede episcopal a Compostela y ello en
beneficio de la nueva iglesia santiaguista, mucho más cerca de los postulados de Roma que la antigua
sede toledana. Esto interesa a Roma, que apoya la idea, empeñada como estaba en la eliminación del
rito hispano en beneficio del romano.

Tras 250 años de los hechos del descubrimiento, tanto la Crónica de


Antealtares, como el Iriense, la Historia Compostelana o el Tumbo A,
anuncian el inicio del culto jacobeo en tiempos de Teodomiro y Alfonso II,
dejando claro que existe un hilo de continuidad entre los monarcas astures
y la antigua nobleza visigoda.

Las buenas relaciones de Teodomiro con el monarca astur Alfonso II (791-


842) traen como consecuencia el apoyo y la rápida difusión de este
acontecimiento. Conseguido el mutuo reconocimiento, monárquico y
religioso, de unos para con otros, había ahora que fabricar un símbolo con
la fuerza suficiente para poder enfrentarlo, con garantías, de éxito a su
opuesto musulmán, en el que Alá y Mahoma desempañaban un papel de
primerísimo orden. Es ahora, a finales del siglo XII y XIII, cuando surge la
figura de Santiago Matamoros:

La Alta Edad Media española se explica, en buena parte, por la influencia


que tuvo el libro del Apocalipsis, último libro de la Biblia escrito por San Juan,
de estilo dramático y simbólico.

El Apocalipsis proclama la segunda venida de Cristo para proclamar el triunfo de los cristianos y
castigar a sus enemigos. Se trata de unos textos orientados a fomentar la resistencia de los primeros
cristianos que sufren las persecuciones del Imperio, pero su contenido se extrapoló a la situación por la
que estaban pasando aquellos cristianos españoles de los siglos VIII y IX, en la que el mal (en forma de
vendaval musulmán) eran lógica consecuencia de los pecados de los herejes en tiempos de la
dominación visigoda.
En este escenario, Beato de Liébana (fallecido en el año 798), recupera una vieja noticia: la predicación
de Santiago en España. En su composición (a él se le atribuye) del himno O Dei verbum patris,
destinado al monarca asturiano Mauregato (783-788) nombra al Apóstol patrón de España.

En España, en estos momentos de la Alta Edad Media, no se cuenta con fuentes documentadas que
den noticias sobre la evangelización de sus habitantes. Tampoco se tienen noticias de que a Santiago,
pese a formar parte del grupo inicial de elegidos, Jesús le encargase evangelizar territorio conocido.
Todo cuadraba: Hispania estaba necesitada de un gran evangelizador y, Santiago, necesitaba
evangelizar una gran tierra.

La figura de Santiago, montado sobre un gran caballo blanco, impartiendo justicia, sí llegaba al pueblo.
Es el jinete celestial del Apocalipsis:

“Vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que le montaba es llamado Fiel, Verídico, y con
justicia juzga y hace la guerra. Sus ojos son como llamas de fuego, lleva en su cabeza muchas
diademas y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino El mismo, y viste un manto empapado en
sangre, y tiene por nombre Verbo de Dios. Le siguen los ejércitos celestiales sobre caballos blancos,
vestidos de lino blanco, puro. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y El
las regirá con vara de hierro y El pisa el lagar del vino del furor de la cólera de Dios todopoderoso.
Tiene sobre su manto y sobre su muslo escrito su nombre: Rey de reyes, Señor de señores"
(Apocalipsis 19, 11-16).

A mediados del siglo XIII, los soldados cristianos se lanzan contra el enemigo musulmán al grito de
“Santiago y cierra España”, tal como ocurre en las Navas de Tolosa (1212); al grito de “Sancti Yagüe”,
como lo hizo el Cid o al grito de “Santiago, Santiago”, en la toma de Granada (1492).

El culto a Santiago se convirtió en una enorme fuerza de cohesión frente al peligro musulmán.

Independientemente de que sea Santiago o cualquier otro personaje el que ahí este enterrado, lo cierto es
que la “inventio” traerá consecuencias importantes que determinarán un movimiento de gentes sin
parangón en el occidente europeo, en menos de cien años, la afluencia de gentes es un hecho.

ELEMENTOS DEL CAMINO

Los peregrinos.

Peregrino debe de entenderse, en términos generales, como aquella persona que viaja por tierras
extrañas. En el caso concreto de la peregrinación a Santiago debe de añadirse, además, un componente
ascético -de purificación- mediante el cual una persona inicia un viaje con destino a un lugar santo. Este
concepto es recogido en Las Partidas de Alfonso X el Sabio “...peregrino tanto quiere decir como hombre
extraño, el que va andando a otros lugares de lengua y de extraña tierra...”,

Sin embargo, con ser esto cierto, desde muy pronto la palabra peregrino quedó reservada para aquellas
personas que iniciaban el desplazamiento a Santiago de Compostela, para los que acudían a Roma se
utilizaba el término de romeros y de palmeros para los que iban a Jerusalén. De este modo quedaron
prontamente tipificados los participantes de las tres grandes peregrinaciones de la cristiandad.

De la conveniencia de aplicar apropiadamente el término de peregrino al fenómeno del Camino de


Santiago durante la Edad Media lo demuestra el hecho de que Dante, en la Vita Nuova, acota el
concepto de la siguiente manera :”...solo se puede entender por peregrino aquel que va o viene de la
tumba del Apóstol...”.
Los motivos de la peregrinación entonces, como hoy, fueron de distinta índole:

• Búsqueda de la perfección personal, proceso de ascesis en el cual es importante estar


en contacto con las reliquias y santos lugares pero lo principal es hallar la paz consigo
mismo. Esto es posible tras un Camino de dificultades a lo largo del cual una persona
abandona su casa enfrentándose a multitud de problemas (nutrición, salud, hospedaje,
seguridad, inclemencias...). Todo ello tendrá sentido con la llegada a la meta establecida.
• Búsqueda del milagro que posibilite la curación de una enfermedad o solución de algún
problema.
• Búsqueda de objetivos estratégicos de tipo político o militar. Se aprovecha el tirón de
una religiosidad efectista, de tal manera que la peregrinación de un rey, obispo o noble era
un buen modo de animar a un contingente elevado de población para realizar el viaje.
• Búsqueda de aventuras. Motivos de aventura y de conocer nuevas tierras y culturas
distintas. En la Edad Media, señores de la nobleza y del clero, geógrafos y escritores
realizaron la ruta. Fruto de este tipo de peregrinación es el Codex Calixtinus.
• Forzadas, con el objetivo de redimir una pena impuesta por la autoridad civil o
eclesiástica. Este tipo se da con cierta frecuencia a partir del siglo XII.
• Las realizadas por otro, como consecuencia -por ejemplo- del fallecimiento de la
persona que debía de realizarla.
• Las falsas peregrinaciones. Un nada desdeñable número de individuos poblaban los
caminos con la intención de obtener sustento y alojamiento haciéndose pasar por
peregrinos. Los caminos eran el medio de su sustento.

 La concha : La tradición cuenta que los peregrinos recogían las conchas de la vieira, un
molusco bivalvo muy común en Galicia, para demostrar que habían culminado la peregrinación. Con el
tiempo, se convirtió en símbolo y señal para muchos peregrinos.
 La vestimenta: la indumentaria de los caminantes de antaño constaba de sombrero redondo
de ala ancha y el bordón o bastón largo del que cuelga una calabaza que hacía las veces de
cantimplora, y el zurrón.

Los hospederos

La acción de continuo movimiento de los peregrinos necesitaba, como contrapartida, de la de una


parada para recuperar fuerzas. Fue necesaria la aparición en el Camino del concepto de la
hospitalidad, sin la cual no hubiese sido posible tal fenómeno.

La hospitalidad es el ejercicio llevado a cabo por los hospederos para con los peregrinos, dándoles un
lugar en donde descansar, alimentarse, y en donde se le prestaba auxilio tanto material como
espiritual y, llegado el caso, también cristiana sepultura. Podía ser una labor desinteresada
desempeñada por particulares o por la Iglesia, pero también se formó un aparato mercantil basado en
este concepto.

La Iglesia fue la primera institución que puso en marcha una red de atención a los peregrinos,
inicialmente en los propios monasterios, no en vano la virtud de la hospitalidad practicada por los
hospederos es recogida en el mandato evangélico: “...quien a vosotros recibe, a mi me recibe, y quien
me recibe a mi, recibe a Aquél que me ha enviado...” (Mateo, 10,40).

Los Hospitales

Son los edificios que, gestionados por los hospederos, recogen a los peregrinos que transitan por el
Camino de Santiago aunque, en la práctica, no sólo atendían a los peregrinos sino a toda una legión
de gentes desarraigadas que hacían del Camino un medio para sobrevivir.
Eran centros en los que se atendían problemas de salud pero, bajo este concepto, también quedan
referidos los refugios y albergues.

Llegaron a ser muy numerosos ya que debían de atender un flujo que, en los momentos de mayor
apogeo -en el siglo XII y XIII-, podía llegar a los 500,000 peregrinos anuales. Atendiendo a su
capacidad los había de todo tipo pero, lo normal, es que ofreciesen 12 camas siendo muy frecuentes
aquellos que no pasaban de 3 ó 4 y que eran los creados por iniciativas particulares. Raros eran los
que, como el Hospital del Rey -en Burgos- o el de Roncesvalles podían ofrecer más de 80 camas.

Una vez admitido el peregrino podía hacer uso de las instalaciones por una noche. Esto en el caso de
estar bien de salud, en el caso de estar enfermo el hospital lo hospedaba el tiempo que fuera
necesario, hasta sanar o morir. En este caso se le proporcionaba cristiana sepultura.

Todo hospital ofrecía cama y calor a la lumbre, que no era poco. También ofrecía alimento, pero es
aquí en donde las diferencias entre los grandes hospitales y los más pequeños era más notoria. Puede
decirse que, en el caso de los grandes, la alimentación era buena y abundante, otra cosa era en el
caso de los pequeños...

Junto con la labor de acogida, prestación alimenticia y sanitaria, en el hospital se tenía acceso al
consuelo espiritual. Eran muchos los peregrinos que enfermaban haciendo el Camino o que ya salían
enfermos desde sus casas con la esperanza de que se produjese el milagro de la curación. Con
frecuencia esto no ocurría y el peregrino moría. En el caso de llegar enfermos al hospital debía, antes
de ser atendido por la enfermería, confesar, comulgar y hacer testamento. Si llegaba a perecer era
enterrado con la solemnidad debida en un cementerio anexo al propio hospital o de una iglesia
cercana.

Si bien todos cumplieron una función importantísima, cabe destacar aquellos que se encontraban
situados en zonas especialmente dificultosas, altas laderas o puertos de montaña, como es el caso del
de Roncesvalles, Somport, Foncedabón o Cebreiro.

INTRODUCCIÓN: GENERALIDADES
El Año Jacobeo o Año Santo Compostelano es aquél en el que el 25 de julio, festividad de
Santiago, coincide con domingo. Según dictamina la Iglesia Católica, en Año Jacobeo, cumpliendo
ciertos requisitos, se puede alcanzar la indulgencia plenaria o perdón de todos los pecados. El próximo
Jacobeo será dentro de once años, en el 2021.

Cruces y cruceros: A lo largo del Camino de Santiago se suceden las cruces y cruceros. La
mayoría están realizadas en piedra en la que se ha tallado la cruz y, en ocasiones, también la imagen
de la Virgen o del apóstol Santiago. Estas Cruces y cruceros indican la senda que debe seguir el
caminante hacia Santiago.

En la Edad Media más de medio millón de caminantes llegaban a la ciudad desde distintos puntos de
Europa cruzando los Pirineos, vistiendo capas y un sombrero con adornos de conchas de vieira símbolo
del Santo.

Ese andar de los caminantes atravesando campos fue denominado por el poeta Dante
“peregrinaje”.

El Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad, no solo tiene un significado


espiritual que es el de ganar el perdón de las culpas, sino también el de haber sido el eje de la unidad
cultural de Europa.
Los caminos de mayor relevancia son los provenientes de Francia por los Pirineos, según lo antes ya

apuntado, pero hay otros caminos que también fueron haciéndose un lugar en el ya conocido:

Camino Francés – Camino Aragonés – Camino Vasco – Camino Primitivo – Camino del Norte – Camino

de la Plata – Camino Portugués – Camino de Fisterra


En los siglos XII y XIII, Orio experimentó un importante desarrollo directamente
relacionado con el paso del Camino de Santiago de la Costa. Después de atravesar
Mendizorrotz, viniendo de Donostia-San Sebastián, los peregrinos cruzaban la localidad en
dirección a Zarautz. Para salvar la otra orilla de la ría, estos debían cruzar la ría, teniendo
el privilegio real de ser exceptuados del pago de un maravedí por cruzarla.
En la actualidad Orio sigue siendo población de tránsito de los peregrinos de Santiago, La
ermita de San Martín de Tours, la iglesia San Nicolás de Bari y el Casco Histórico de Orio
están considerados monumentos y lugar afectos al Camino de Santiago de la Costa.

El Camino que une Saint Jean de Pied de Port (Donibane Garazi) con
Santiago de Compostela es el eje más importante y popular de las
peregrinaciones jacobeas.

31 etapas del Camino Francés


Camino Francés Etapa 1: S. Jean Pied de Port - Roncesvalles collado de Bentarte, donde encontramos
la Fuente de Roldán, que recuerda al oficial de Carlomagno derrotado junto a su ejército en el año 778
por los vascones

Monumento: Real Colegiata de Roncesvalles


Dedicada a Santa María.
Iglesia consagrada en el año 1219.
Estilo gótico francés.
Planta basilical, dividida en tres naves sin crucero, separadas por arcos ojivales

Con el fin de asistir a los peregrinos después de cruzar los Pirineos en su ruta jacobea, hacia 1127, el
Obispo de Pamplona, a instancias del rey Alfonso el Batallador, fundó la institución hospitalaria de
Roncesvalles. Fue algo más tarde, a principios del siglo XIII, cuando el monarca navarro Sancho VII
hizo construir su iglesia, la Real Colegiata de Roncesvalles.

La iglesia se realizó en estilo gótico francés, tomando como patrón la Catedral de Nôtre Dame en Paris
y utilizando piedra caliza de Burguete.

En su interior se encuentran la imagen de la Virgen de Orreaga, con el niño en brazos y en el claustro,


dentro de la sala capitular o capilla de San Agustín, está la tumba con la estatua yacente de Sancho el
Fuerte, en tamaño real (2,25 metros, según cuenta la tradición).

etapa 2: Roncesvalles - Zubiri

Valle del Erro: Bizkarreta, fin de etapa en el siglo XII gracias a la existencia de un hospital de
peregrinos, Ya no quedan restos.

Lintzoain: Iglesia de San Saturnino, del siglo XIII reformada en el siglo XVI.
LA TUMBA DEL APÓSTOL
Sabemos por medio del Nuevo Testamento que Santiago, el Mayor, es hijo de Salomé y Zebedeo, que
fue pescador en las costas del mar de Galilea (también llamado mar de Tiberiades o lago Genesaret).
Santiago pertenece a la tribu de Judá y, junto con su hermano Juan, son reclutados por Jesús al
mismo tiempo que los hermanos Simón y Andrés, todos ellos pescadores, formando el grupo inicial de
escogidos. Por su carácter impetuoso y explosivo, Santiago es apodado por el Maestro como
Boanerges, que significa “hijo del trueno”. Entre los años 42 y 44 Santiago es mandado degollar por
Herodes. Muere en la ciudad de Jerusalén, convirtiéndose en uno de los primeros mártires del
primitivo cristianismo.

LA LEYENDA: Tras haber sido decapitado el Apóstol Santiago, su cuerpo fue depositado en una barca
de piedra en la que viajaban dos de sus discípulos y que por sí misma llegó a la costa gallega,
remontando el río Ulla, tocando fondo en Padrón. Luego fue enterrado en el monte Libredón .

Según la tradición, a mediados del siglo IX un eremita, Pelayo, capta unos signos externos en forma
de luces que le revelan la existencia del sepulcro. Pone esta convicción en manos del obispo de Iria,
Teodomiro, quien se dirige al lugar identificando el sepulcro del apóstol Santiago.

Más de mil años después, en el año 1070, la Crónica de Antealtares nos ofrece la noticia del
descubrimiento de la tumba del Apóstol en Santiago de Compostela, descubrimiento que debió de
tener lugar entre los años 820 y 830.

Sí parece estar fuera de dudas que esta construcción fue realizada por una reina local indígena, una
matrona no cristianizada, llamada Atia Moeta (citada también como reina Lupa o Loba). Se trata de un
edificio sepulcral, destinado a ella misma y a algunos familiares, formado por dos plantas, de tal
manera que a la cámara se accede por medio de la segunda planta, a través de una escalera interior.
Sobre este núcleo inicial fueron construidas más tarde un total de tres iglesias (El Rey asturiano
Alfonso II construyó una pequeña iglesia. El Rey Alfonso III al terminar el siglo IX mandó construir
una basílica de mayor tamaño), la última de las cuales, románica, es la que, tras sucesivas
modificaciones, ha llegado hasta nuestros días (catedral de Santiago).

Lo cierto es que, a partir del siglo X, comienzan las peregrinaciones a este lugar santo. Hacia el año
1120 Santiago de Compostela alcanza su máximo apogeo, su obispo Gelmírez consigue, en 1124, que
el Papa Calixto II otorgue el jubileo y en el año 1126 finaliza la construcción de la catedral románica,
tras cincuenta años de duros trabajos. El parentesco de Calixto II con la realeza asturiana-leonesa (es
hermano de Raimundo de Borgoña -conde de Galicia- y tío del rey Alfonso VII) facilita mucho los
éxitos de gestión del poderoso Gelmírez.

Hacia el siglo XVI, la peregrinación a Santiago ya había entrado en una profunda crisis, pero en el año
1589 va a ocurrir un hecho que casi consigue que quede olvidada. El 4 de mayo de este mismo año,
un año tras el desastre de la Armada Invencible, un fuerte contingente inglés desembarca en el puerto
de La Coruña al mando del pirata Drake. La intención es realizar una expedición de castigo que
comprende la devastación de la zona, la destrucción de las reliquias de Santiago y atacar Portugal,
que entonces forma parte de España bajo la corona de Felipe II. Esta alarmante situación lleva al
arzobispo de Santiago, Juan San Clemente, a desenterrar los restos y esconderlos en una zona situada
en el ábside de la basílica. La operación fue un total éxito pero el secretismo con que fue realizada
ocasiona que, tras la muerte de Juan San Clemente, los restos del Apóstol no estuvieran localizados
por nadie. Hay que recordar que San Clemente no sólo temía las ansias destructoras de Drake, la
intención de Felipe II de trasladar los restos del Apóstol a El Escorial eran temidos casi igualmente.

Hay que esperar casi 300 años, en 1878, para que, el entonces arzobispo Miguel Payá, encargue unos
trabajos de exploración arqueológica al reconocido Antonio López Ferreiro. Tras varias prospecciones
sin resultado decide excavar en la zona del ábside, encontrando una urna funeraria, con apariencias
de haber sido construida con mucha prisa y con material proveniente del antiguo sepulcro. En el
interior de la urna se encuentran restos, en forma de huesos, pertenecientes a los esqueletos de tres
personas en distintas fases de la vida y de los tiempos del cristianismo primitivo. Dos de ellos se
encontraban en una fase de edad media y uno de ellos en el final biológico de la vida y con síntomas
de degollamiento. Una muela atribuida a Santiago, que se encontraba en el relicario de la Catedral,
encaja perfectamente en la mandíbula de este esqueleto, al que se observa faltar la apófisis
mastoidea, que puede pertenecer a aquella que regaló Gelmírez a la catedral de Pistoya como reliquia
del santo. Tras esto, en 1884, la bula Deus Omnipotens, anuncia el hallazgo de los restos del Apóstol y
anima a los cristianos a reemprender las peregrinaciones.

LOS CAMINOS JACOBEOS


Los caminos

Un viaje semejante se realizaba por una serie de


recorridos en los que el peregrino buscaba el mayor
amparo posible y ello, inevitablemente, le hacía pasar
por una serie de puntos fijos dotados de las
infraestructuras necesarias.

En general, tanto la vía horizontal como la vertical,


aprovechaban una serie de caminos preexistentes, sobre
todo las antiguas calzadas romanas.

CAMINO DE SANTIAGO DE LA COSTA O RUTA DEL


NORTE: El Camino primitivo se inicia por el Norte, por
la Costa. Es quizás la ruta más histórica, la primera que
toman los peregrinos de todo el cristianismo europeo de
la época para alcanzar Santiago de Compostela.

Hay que tener en cuenta que, en los primeros siglos y a


partir del momento en que se descubre la tumba del
Apóstol, la dominación por parte de los musulmanes
alcanzaba muchos territorios de las zonas más norteñas de la península, y esta es la razón
fundamental de este primitivo trazado.

Pero a partir del año 840 las invasiones normandas (los vikingos) que llegaban por el mar, hicieron
que los peregrinos se alejaran más al Sur, así se atrasaba hacia el interior la parte española del
Camino francés.

CAMINO FRANCÉS o “la ruta de las estrellas”, es el Camino de Santiago por excelencia. En España fue
la ruta más importante.. Desde los Pirineos atravesaba toda la zona septentrional de la Meseta para
llegar a Compostela.

Partiendo de Saint Jean Pied de Port, es un viaje de casi 800 kilómetros hacia el oeste, con la Vía
Láctea que acompaña desde el cielo.

La denominación de “Francés” es debida al alto número de francos que transitaban por él. Pero no sólo
se acercaban de la vecina Francia -por extensión a todos se les solía llamar “francos”- pues esta vía
recogía una gran corriente de peregrinación de dirección este-oeste que ocasionó un fenómeno
claramente internacional.

El llamado Camino Aragonés, en realidad también es el Camino Francés, cuya procedencia en


España es el Puerto de Somport, (Summus Portus 1600 metros de altitud) y finaliza en Puente la
Reina de Navarra, donde enlaza con la otra ruta que, proviene de Roncesvalles. del mismo modo que
el que procede de Roncesvalles también es conocido como Camino Navarro.
Se trata de un trayecto de seis jornadas. Es un recorrido de apenas 170 kilómetros y la mayor parte
del itinerario se hace en compañía del río Aragón,

CAMINO MOZÁRABE – VÍA DE LA PLATA: La corriente sur-norte, peregrinación claramente peninsular,


fue posible gracias al Camino Mozárabe que transitaba de Mérida a Astorga (procedían de Málaga y
Granada, uniéndose en Córdoba hacia Mérida; o bien desde Cádiz y Sevilla hasta enlazar con los que
venían de Córdoba) y, donde se unía al Camino Francés.

Es un recorrido de prácticamente 1.000 kilómetros, por Puebla de Sanabria y Orense, hasta Santiago
de Compostela. Otra alternativa es no abandonar la Vía propiamente dicha y alcanzar la peregrina
ciudad de Astorga, donde enlaza con el Camino Francés.

Columna vertebral de la península Ibérica, eje que permitió y facilitó el tránsito de las divisiones
romanas y más tarde la invasión árabe. También fue una magnífica vía de penetración para la
reconquista de Extremadura y Andalucía.

La procedencia del nombre "Plata" puede inducir a pensar que es consecuencia del tráfico de metales
preciosos entre las minas del norte (Asturias y León principalmente) y las ciudades del sur (Mérida y
Sevilla). Sin embargo, hoy parece claro, que se debe a la evolución del término árabe B´lata, cuyo
significado es: Camino empedrado en una clara referencia a la Calzada Romana, que tanto utilizó el
Imperio Omeya en sus conquistas hacia el norte

EL CAMINO PORTUGUÉS: como su nombre indica, es una ruta que atraviesa casi todo Portugal de Sur a
Norte.

Desde el siglo XII hasta nuestros días, las vías de peregrinación partían del país vecino desde núcleos
de población tan importantes como: Lisboa, Santarem, Coimbra, Oporto, Braga y la principal puerta
de acceso a Galicia fue y sigue siendo la antigua villa de Tui.

Importancia del Camino Jacobeo

Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de
Santiago se convirtió en la más importante ruta de peregrinación de la Europa medieval.

Los caminantes partían desde Polonia, Irlanda, los Países Bajos, Suecia, Gran Bretaña, Turquía,
confluyendo en Francia para luego dirigirse hacia Galicia. El paso de los innumerables peregrinos que,
movidos por su fe, se dirigían a Compostela, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo
artístico, social y económico que dejó sus huellas a lo largo de todo el Camino de Santiago.
Contribuirá a la formación de un espíritu común “europeo” y, en el caso de España, traerá consigo
aspectos importantes como son: consolidación de fronteras de los reinos cristianos (sobre todo del
Reino astur-leonés), la repoblación de la zona (Desierto del Duero), la configuración de un espacio
urbano característico en las poblaciones a la vera del Camino, la aparición de una clase de
comerciantes y mercaderes, y la difusión cultural de más allá de los Pirineos: de la reforma de San
Benito, de Cluny, o del arte románico.

REPOBLACIÓN EN EL CAMINO
http://www.edadmediahispana.com/index.php?
option=com_content&view=article&id=85:repoblacion-poblados-
camino&catid=94:camino-de-santiago&Itemid=16

Hasta comienzos del siglo XI las tierras más al norte de Castilla-León carecen de una red urbana
como tal ya que sólo podemos encontrar algunas ciudades con funciones meramente
episcopales. A partir de estos momentos, y en poco más de 100 años, esta situación va a
cambiar, dando lugar una serie de ciudades en las que la función militar, o episcopal, no va a
ser la consecuencia de su origen o desarrollo. Estas ciudades van a surgir como consecuencia de
la vía de peregrinación y se alinean, por tanto, alrededor del Camino, teniendo como foco inicial
un monasterio, residencia real o una villa anterior que, ahora, se desarrolla. Es muy frecuente
que hagan su aparición al paso de algún rio.

El avance de la reconquista obliga a una repoblación de extensos territorios y, en este sentido,


Alfonso VI de León convierte el Camino en un espacio privilegiado para canalizar el aporte
demográfico que proviene, sobre todo, de más allá de las fronteras del reino. La llegada de
pobladores francos ocasionará una reactivación de la economía y de la vida urbana. Alfonso VI, en
1072, suprime el impuesto denominado portazgo en Autares, en las mismas puertas de Galicia;
crea buena cantidad de puentes entre Logroño y Santiago, mejora la seguridad de los viajeros,
crea una tupida red de hospitales y dota de fueros a las poblaciones.

Desde la segunda mitad del siglo XI peregrinos de toda la Europa cristiana vienen hacia estas
tierras. Los reyes, la Iglesia y los nobles se esmeran en hacer posible este fenómeno. Se cuidan
los caminos, se construyen puentes, se disponen hostales y albergues. Llegado el caso de que el
Camino no ofrezca ciudades en que dar acogida al peregrino, se crean. Esta multitud de
peregrinos necesita realizar operaciones de cambio de moneda, adquirir ropas, útiles necesarios
para continuar el camino y, de esta forma, el comercio es activado. Estas posibilidades de negocio
hacen de imán que atrae gentes dedicadas al comercio y estas provienen, fundamentalmente, de
más allá de los Pirineos.

Se les denominada genéricamente francos pero, en realidad, su origen es muy variado:


lombardos, flamencos, ingleses, borgoñeses, catalanes, provenzales, gascones… Suelen
establecerse a las afueras de las poblaciones formando burgos y los monarcas, desde Alfonso VI
hasta Alfonso IX, siguen una línea de apoyo a estas comunidades mediante la concesión de las
denominadas franquicias, exenciones que en un principio ocasionan desavenencias entre los
francos y los antiguos pobladores (muchos de ellos como consecuencia de las migraciones de corto
radio), aunque, rápidamente, fueron generalizadas para todos. Los fueros, otorgados a las
poblaciones por los monarcas o señores, fueron otro elemento que promovió la repoblación de
extensos territorios.

Los francos traen consigo también sus devociones: San Martín, San Nicolás, San Saturnino, Santa
Catalina, Santa Marina, Santa María Magdalena o San Lázaro. Su presencia contribuye a la
aparición y consolidación de la burguesía en las poblaciones del Camino, que acabarán nutriendo
lo que será el patriciado urbano.

Puede decirse que, a mediados del siglo XIII, se encuentra finalizado el proceso repoblador en el
Camino de Santiago, comenzándose un proceso de pérdida de importancia del mismo a todos los
niveles. Entre otras causas que expliquen la decadencia deben de citarse la apertura de la fachada
marítima al comercio atlántico, la repoblación sistemática de las zonas costeras atlánticas llevada
a cabo por los monarcas o la recuperación de plazas en la Andalucía Bética.

EL ESPACIO URBANO
Antes de los siglos IX y X fue imposible intentar siquiera un proyecto de abrir una gran vía de
comunicación en el territorio de la Península Ibérica. Razones de tipo militar y político, así como la
gran fragmentación del territorio, lo impedían. Hay que tener presente que sólo una gran
potencia, como Roma, fue capaz de acometer con éxito tal tipo de empresa.
Así pues, para la apertura del Camino de Santiago fueron necesarias, al menos, estas condiciones:

- El control político y militar de la sub-meseta Norte.


- La difusión de la devoción al Apóstol Santiago por toda la Europa Occidental.
- La preexistencia de cierto número de aldeas y la consiguiente red de caminos locales.

Estos requisitos fueron los que posibilitaron que el Camino de Santiago estuviese abierto entorno
al año 1000 y siguiese en crecimiento hasta bien entrado el siglo XIV. Durante este tiempo se
generan una serie de ciudades que no tienen su origen en fortificaciones militares, sino que su
génesis y/o desarrollo radica en las etapas del peregrinar a Santiago. Este aspecto se manifiesta
con más prontitud en la parte oriental del recorrido, desde Roncesvalles hasta Sahagún.

Admitiendo, sin lugar a dudas, un cierto grado de aldeanización del territorio por donde el Camino
debía de pasar, lo cierto es que, a lo largo del Camino de Santiago, se originan una serie de
iglesias y monasterios junto a los cuales se desarrollan, o surgen de la nada, tres tipos de
agrupaciones humanas:

a) Las aldeas o pueblos. Son los núcleos medievales más simples y surgen a lo largo del recorrido,
cerca de una iglesia, un hospital o un albergue de peregrinos. Son núcleos con una extensión
entre 100 o 200 metros de longitud, en donde se agrupan una serie de casas; constituyen un
ejemplo de lo dicho los pueblos de Lebodeiro o Furelos.
Estos pueblos podían tener una serie de parcelas, colindantes al camino, y alineadas al mismo,
como es el caso de Rabanal del Camino. Otro tipo sería el formado por parcelas linderas, en
franjas perpendiculares al camino. Las casas, que ocupaban una pequeña extensión de la parcela,
se levantaban al borde mismo del Camino de Santiago, a lo largo de unos 200 metros.
b) Los burgos o barrios. Estos darán lugar, posteriormente, a las ciudades y son de origen
eclesiástico, monástico, señorial o real. Bien de pequeño tamaño, como es el caso de Arzúa,
Cacabelos o Molinaseca, en los que se extiende a lo largo de 200 ó 350 metros, con una superficie
entorno a las 2,5 hectáreas; o bien de tamaño medio, como consecuencia de la unión de 2 o más
burgos (parroquias o barrios), siendo un ejemplo de este tipo Portomarín.
c) Ciudades. Las ya existentes, de origen romano, y que fueron reacondicionadas a partir del siglo
IX, como es el caso de León, Astorga o Pamplona, y las desarrolladas sobre la base del sistema
defensivo del siglo IX, tal es el caso de Nájera, Los Arcos, Burgos o Castrojeriz.
ROMÁNICO

En este estado de cosas el obispo Teodomiro, de Iria Flavia, "descubre" los restos del apóstol
Santiago. En poco tiempo el lugar del descubrimiento se convierte en el objetivo principal de las
peregrinaciones cristianas y, Santiago, en el símbolo de combate frente a los moros. El Camino,
sus caminos, se convierten en el vehículo de comunicación de toda la cristiandad y por él se
propagan las ideas benedictinas de Cluny, monasterio fundado por Benito de Nursia. Este
ermitaño organiza el tiempo y el espacio de los monjes, hasta ahora los monasterios eran
instituciones con poca efectividad. Dicta normas de convivencia e impone los votos de pobreza,
castidad y obediencia. El nuevo monasterio cluniacense es autónomo y la gran eficacia alcanzada
en los aspectos organizativos hace que sean elementos imprescindibles en la colonización de
tierras conquistadas, así como refugio de una cultura, la romana, que pudo haberse perdido. Y,
aunque el idioma que se empleaba en los ambientes culturales era el latín, los monasterios
adoptaron y contribuyeron al desarrollo de las nuevas lenguas que iban surgiendo.

El Camino de Santiago, pues, amplifica el torrente del románico y, superado el año 1000, los
reinos cristianos se van consolidando aunque con grandes diferencias entre ellos. La religión será
el nexo de unión de los mismos y, poco a poco, va desapareciendo el pesimismo milenarista. La
iglesia, mientras tanto, se había convertido en poder terrenal y espiritual, siendo el románico el
medio para transmitir su mensaje.

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