“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por
vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” Hebreos 13:17. “Obedezcan a sus líderes, porque ellos cuidan de ustedes sin descanso, y saben que son responsables ante Dios de lo que a ustedes les pase. Traten de no causar problemas, para que el trabajo que ellos hacen sea agradable y ustedes puedan servirles de ayuda” Versión moderna. Introducción La carta a los Hebreos fue escrita aproximadamente en al año 67-69 d.c. tiene como tema central manifestar la bendición de la gracia por encima de la imposición de la ley, resaltar la persona gloriosa del Señor Jesucristo por encima del gran legislador Moisés, es decir, habla sobre “el mejor pacto”. Este último capítulo de la carta a los Hebreos habla de los “deberes cristianos” que quiere decir, la práctica de los mandamientos del Señor en nuestra vida diaria. El autor de esta carta, que es anónimo, aconseja sobre el amor fraternal, la hospitalidad, la visita a los presos, la santidad en el matrimonio, la generosidad, el valor de la gracia que nos permite entrada libre a la presencia de Dios, y principalmente la sujeción a nuestros líderes de la iglesia. El principio de la sujeción y el sometimiento unos con otros (Romanos 13:1- 7, Efesios 5:21, 1º Pedro 2:13) es de mucha importancia en estos días en que nuestra sociedad reina la anarquía, la rebeldía y la insurrección (Deuteronomio 21:18, Salmo 78:8, Sofonías 3:1, Tito 1:16) y que también este pecado grave pretende patentarse en nuestras iglesias actuales y aun pretende ser justificado por muchos “personajes” que abogan no por la llamada “libertad de conciencia”, sino lisa y llanamente por el libertinaje y la insurrección (Éxodo 23:21, Números 16:31, Isaías 65:2, Tito 3:3, Judas 11). Presentación Este verso sintetiza este principio de sujeción a los líderes de las instituciones religiosas, Dios ordena que los creyentes debemos estar sometidos a los pastores que Dios designó para enseñarnos la palabra de Dios, guiarnos y cuidar de nuestra vida espiritual. El consejo es obedecerlos y sujetarnos a ellos, porque ellos tienen la responsabilidad de velar por nuestras almas y ellos también darán cuenta delante Dios por nosotros. Si no nos sujetos, no los amamos y obedecemos, ellos en vez de alegrarse por nosotros, se pueden quejar de nosotros. La versión Latinoamericana lee; “Estén sometidos a sus pastores y obedézcanlos, sabiendo que cuidan del alma de todos ustedes y tendrán que rendir cuentas. Que ojalá encuentre ellos razones de alegrase más bien que de quejarse. Eso sería perjudicial para ustedes”, la antigua versión Vulgata Latina dice; “Obedece a vuestros prelados, y estadles sumisos, ya que ellos velan, como que han de dar cuenta de vuestras almas, para que lo hagan con alegría, y no penando, cosa que no es provechosa”. Este planteamiento nos coloca a todos los cristianos como ovejas de un redil donde el gran pastor de los pastores es Jesucristo (Juan 10:11, Hebreos 13:20, 1º. Pedro 2:25, 1º. Pedro 5:4) pero esas ovejas deben estar bajo la cobertura de estos pastores que a su vez están bajo la cobertura del Señor (Salmo 23:1, Salmo 100:3, Juan 10:3, Juan 21:15-17, Efesios 4:11, 1º. Pedro 5:1-3). Si existe una labor ingrata es la de ser pastor, y para un pastor también es vital tener buenas ovejas, ovejas fieles. No olvidemos que Dios respeta su palabra y si Dios llama a un hombre a esta labor siempre lo confirmará, no importan cuantos se le levanten y se opongan. Aplicación Por eso hablar mal del pastor que nos formó es un pecado, es sencillamente “una canallada”. Cuando el creyente nuevo llega al evangelio no sabe nada de nada, y no debe olvidar que fue su pastor quien lo “mudó” y le dio su primer “biberón” más bien dicho; lo enseñó, lo instruyó, lo soportó, lo levantó. Cuantas veces vemos que un “hermanito” que fue nuestro “hijo en la fe” crece, madura, aprende y como ve fallas y errores en su viejo pastor le falta el respeto. Por eso cuando se reciben hermanos de otras iglesias se les debe hacer un “buen chequeo” y no permitir que hablen mal de su antiguo pastor. A veces revisamos videos o Dvd antiguos y vemos a muchas ovejas que se han ido y los vemos en uno de nuestros cultos, danzando, alabando a Dios, llorando al oír a su pastor predicar o pasar al altar conmovido y después de un tiempo se van y hablan mal de su antiguo pastor esa es una “oveja canalla”. Hoy muchos cristianos sufren “amnesia espiritual”, nunca te olvides del pastor que te formó, el te puede decir como dijo Pablo a Filemón; “…por no decirte que aun tú mismo te me debes también” Filemón 19. David el gran pastor de Israel cometió muchos errores y pecados, pero fue hombre de Dios, conforme al corazón de Dios, el dulce cantor de Israel, el ungido de Jehová (1º Samuel 13:14, 2º. Samuel 23:1, 2º. Samuel 22:51) todos los hombres que estuvieron bajo su cobertura fueron bendecidos y todos los que se levantaron contra él fueron maldecidos (2º. Samuel 18:14-17). Absalón el 3º hijo de David conspiró contra su padre. El era hermoso, inteligente y carismático, se robó el corazón del pueblo y se rebeló contra su padre el que lo engredó y lo crio. Reunió más de 200 personas y sublevó a Ahitofel consejero de David y hombre de confianza del rey (2º. Samuel 15:1- 12). David conoció y experimentó profundamente la deslealtad y la traición es decir tuvo muchas ovejas canallas. Pero también conoció la lealtad de mucha gente, es decir tuvo muchas ovejas fieles, especialmente un extranjero llamado Itai geteo uno de sus valientes, quien cuando David lo conminó a volver a su tierra para salvar su vida frente a la rebelión de Absalón, Itai oveja fiel, respondió; “Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo” 2º. Samuel 15:21, como dijera Pablo ante el abandono de su mejores amigos; “Solo Lucas está conmigo…” 2º. Timoteo 4:11. Culminación Los varones de Dios muchas veces son anónimos, son llamados por Dios y no por los hombres, su palabra es poderosa y se cumple. Ellos no tienen miedo de enfrentar a los poderosos, oran por sus enemigos, son consagrados, tienen firmes convicciones, no se venden por ofrendas ni diezmos, pero se equivocan y se confunden como mortales al igual que Elías y Juan el Bautista (1º. Reyes 19:1-3, Mateo 11:2-6, Santiago 5:17-18) el diablo podrá golpearlos, pero no destruir su obra. Para finalizar diremos que todos los pastores, siervos de Dios y ministros del evangelio son solo hombres, débiles y frágiles, quienes no pueden ser venerados ni idolatrados, que son falibles, que cometen errores y aciertos, y Dios les ordena estar sometidos a sus santa palabra pero deben ser amados, respetados y considerados como dice la escritura en Hebreos 13:7, 1º. Tesalonicenses 5:12-13, 1º. Timoteo 5:17-19. Amén, Gloria a Dios.