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RE-EVOLUCIÓN POLÍTICA: Soberanía Participativa

Artículo 39 de la CPEUM.

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ÍNDICE

1. A manera de Introducción

2. La Transformación

3. Participación Democrática

4. Deliberación Democrática

5. Esfera Pública

6. Ciudadanos del Siglo XXI

7. Democracia en Tiempo Real

8. El Poder sin Mascaras

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SOBERANÍA PARTICIPATIVA
Participante en lugar de Gobernado

Artículo 39 de la Carta Magna Mexicana: “La soberanía nacional reside esencial y


originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para
beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o
modificar la forma de su gobierno”.

La forma de gobierno la define el artículo 40 de nuestra Constitución: “Es voluntad del


pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática…”

1. A manera de introducción

Que significa lo anteriormente expuesto en el epígrafe. Tomar nota de que una


“República” es una “cosa pública o de todos”, los asuntos del Estado son de dominio
público y de interés general.

“Representativa”: que el pueblo soberano es quien gobierna, por medio de sus


representantes, que él mismo elige, por un determinado tiempo.

“Democrática”: que los representantes del pueblo, se eligen a través del voto de los
ciudadanos.

El pueblo decide darse una organización jurídica y política creando el Derecho, así se
otorga una estructura que se expresa en el ordenamiento fundamental y autodetermina
una forma de gobierno.

El pueblo una vez que se organiza políticamente, ejerce su soberanía, mediante los
órganos de poder por él creados -Articulo 49 CPEUM- , los cuales sólo podrá actuar
dentro de límites que la Carta Magna les asigna.

El pueblo decide darse una organización económica y autodetermina, en los artículos 26


y 27 de la carta magna, que la propiedad de las tierras y aguas corresponde
originariamente a la Nación y estipula el procedimiento de organización de un sistema de
planeación democrática y deliberativa; mediante mecanismos de participación, se
recogerá las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas al plan y los
programas de desarrollo para el logro de los fines del proyecto nacional

Lo anteriormente referido conlleva a concluir que somos mucho más que simples
observadores experimentando un breve lapso de tiempo de la creación de los
constituyentes de 1917.

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Para ejercer cabalmente el derecho de “alterar o modificar la forma de gobierno”, es
necesario derrumbar el muro de la relación gobierno-gobernados, pasar al otro lado,
transformarnos en participante en lugar de gobernado.

Tomar la decisión de comportarnos menos como unidades gobernables y proceder más


como partes de un todo mayor -la Soberanía- que responde a la realidad en continuo
movimiento, para asegurar nuestra supervivencia como sociedad, mediante nuestra
capacidad y disposición de compartir prácticas de afirmación de la vida que provengan
de una visión unificada dado que la soberanía es indivisible, es una unidad que no se
puede desintegrar y que se determina por sí misma.

En las actuales circunstancias, el binomio incertidumbre-complejidad es la principal


amenaza. Lo inesperado-desconocido puede volverse miedo, parálisis. De ahí la
importancia de procesar correctamente los elementos que conducen a lo incierto para
tener respuestas apropiadas que nos alejen de lo indeseable y adverso y conduzcan a la
oportunidad.

Con base en el análisis antes expuesto, se concibe la necesidad de dialogar, reflexionar


colectivamente para definir premisas que contribuyan a la consolidación, la construcción
del país que reclama una comunidad activa, consiente y participativa. Se requiere
reconocer y empoderar a una ciudadanía decidida a construir con mejores
denominadores comunes.

Los seres humanos no somos la especie más fuerte del planeta, no somos los más veloces,
los más inteligentes, pero la ventaja que tenemos es nuestra habilidad para cooperar,
para ayudar a los demás, estamos programados para la compasión, altruismo, empatía,
eso nos hace más fuertes, veloces e inteligentes por eso sobrevivimos, por eso vivimos.
Esos principios sociales deben ser conocidos, analizados y evaluados, por cada uno de los
mexicanos, cualquiera que sea su origen, lugar de residencia o actividad, ¡no importa
donde nacimos, no importa donde vivimos, lo que importa es como organizarnos para
vivir juntos con nuestras diferencias! mujeres y hombres, expresión pareja de la especie,
en síntesis igualitaria: la fraternidad y el esfuerzo compartido deben ser una autentica
mística social.

2. El cambio

En el universo existe un estado de flujo constante. A los humanos no nos gusta el


cambio, lo combatimos, preferimos creer en un mundo del ahora, sin embargo, él ahora
se va en un instante, la vida es un movimiento, cada nanosegundo es distinto del anterior,
el tiempo nos obliga a adaptarnos porque cada vez que parpadeamos el mundo cambia.
Pero quizá eso sea bueno porque el cambio nos hace fuertes y resistentes y nos enseña a
evolucionar.

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La soberanía reside en el pueblo, pero no como una unidad naturalmente considerada,
carente de pasado y tradición, sino como un cuerpo estable llamado nación donde los
valores históricos se amalgaman para impedir los cambios bruscos que puedan violentar
la tradición e historia del país. Lo que conduce a considerar un “buen cambio”, a aquel
que hay que consolidar poco a poco para conseguir un “gran cambio”: creer en algo más
grande.

Lo que fue concebido como noble, una división de poderes como sistema de frenos y
contrapesos para que la acción gubernamental siempre se de en un entorno regulado y
la sanción por el exceso o defecto en esa acción sea la activación de los mecanismos de
control de rendición de cuentas de la “cosa pública”, se ha vuelto una cruda realidad:
altos porcentajes de impunidad y corrupción del sistema político y social.
Lo que fue concebido como noble, la representación, en contraposición de la democracia
directa de los antiguos, el representante llamado a velar por los intereses de los
ciudadanos electores, en la cruda realidad, se ha vuelto un “delegado” de los intereses
particulares -disciplina de partido, sindicatos, grupos de interés-, fenómeno político que
en la práctica ha sido denominado, bien o mal, neocorporativo.

Lo que fue concebido como noble, la democracia, el valor de la expresión constitucional


del artículo tercero, esa concepción en la que se procura no sólo el derecho del individuo
como persona digna, con todas sus manifestaciones constitucionales clásicas, sino
además un esfuerzo por llegar a la Justicia Social, en la cruda realidad el propósito de
dar contenido a la democracia, se ha transformado en una expresión puramente formal y
vacía que se llena de cualquier manera y en cualquier ocasión.

El proyecto social de 1917 fue pensado para una sociedad mucho menos compleja como
la de hoy: aumentaron los problemas políticos que requirieron capacidad técnica,
empero, tecnocracia y la democracia son antitéticas; sobrevino un crecimiento del
aparato de poder ordenado jerárquicamente y en consecuencia diametralmente opuesto
al sistema de poder democrático; y, el rendimiento del sistema democrático, la
gobernabilidad, no puede responder a las peticiones cada vez más numerosas que
provienen de la sociedad.

La transformación del ideal de soberanía popular para hacerla más operativa en


soberanía participativa, consiste en adaptar el principio abstracto a la realidad, como
una expresión de la determinación de todos los detentadores originarios del poder
último, los individuos específicos.

El pueblo tiene en todo el tiempo, el inalienable derecho de modificar la forma de


gobierno, asume el poder, fuerza pura, por encima del derecho y apta para crear una
nueva, de acuerdo al artículo 135 de la Carta Magna.

3. Participación Democrática

La historia demuestra, no el historicismo, la historia que es un tejer constante, un hacer


para deshacer y un deshacer para hacer, que los mejores propósitos políticos, las más
científicas planeaciones y los programas más estudiados, en cualquier nivel, fracasan

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cuando la participación no se establece, no se da, cuando no se tiene en cuenta la
dimensión de la integración democrática de opiniones conjuntas.

La clave para despertar el poder de la participación consiste en transformar nuestra


perspectiva del paradigma de la política, un cambio de forma que permita usar la fuerza
de la unión -del “todo” soberano- para resolver los problemas.

La transformación que necesitamos consiste en vernos como parte integral de la


soberanía en lugar de separados de ella, porque los actos de participación ciudadana
son los materiales de construcción de la soberanía.

Cuando se habla de democracia en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno


autocrático, es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas que establecen
quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas, bajo qué procedimientos y
la manera de comunicarlas para legitimarlas.

1. Por lo que respecta a los sujetos llamados a tomar las decisiones colectivas debemos
hacer más operante nuestra democracia, esforzarnos cada vez más en la capacitación
para participar a un número muy elevado de miembros del grupo.

2. Por lo que respecta a la modalidad de la decisión la legitimidad reside en la voluntad


de estos individuos organizados por el principio de mayoría, como la posibilidad de la
unanimidad que parece ser un perfecto contra factual en las sociedades modernas.

Decisiones legítimas, por lo tanto, se construyen cuando se basa en la voluntad de la


mayoría y no de todos. Con ello se pretende no sólo la legitimidad, sino también la
eficiencia en el proceso de toma de decisiones del gobierno.

3. Por lo que respecta al cómo comunicarlas y legitimarlas, aquellos que están llamados
a decidir deben planteen alternativas reales y estar en condiciones de seleccionar una
de ellas, en función de su contribución a la estabilización del sistema social mediante
estrategias de comportamientos sociales selectivos para reducir la contingencia
actualizando continuamente las posibilidades.

La democracia como método, está abierta a todos los posibles contenidos, pero a la vez
es muy exigente en el pedir respeto para las instituciones, porque precisamente en esto
reposan todas sus ventajas.

Las instituciones de un pueblo sólo ese pueblo las puede idear y construir. Las
extrapolaciones son artificiales, las imitaciones son contraproducentes. Los Gobiernos de
los pueblos se los dan los pueblos de acuerdo con sus realidades, de conformidad con
sus tradiciones y en concordancia con sus ideales.

Las instituciones digieren los conflictos que puedan surgir, se sirven de la democracia
como método, para evitar el desmembramiento causado por la complejidad del entorno,
lo cual, permite al sistema social poder subsistir inalterado.

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Lo que nos conduce a reemplazar la antigua idea de democracia, definida como
voluntad general, por la nueva idea de instituciones al servicio de la libertad del sujeto y
de la comunicación entre los sujetos.

La democracia requiere de la integración de un círculo virtuoso:


Por una parte, de la sensibilidad del gobierno ante los mensajes y necesidades de un
individuo o grupo de individuos.
Y por la otra, de la participación social en la creación de respuestas favorables dentro de
un lapso apropiado para integrar opiniones conjuntas.

4. Deliberación Democrática

La comunicación es vital para cualquier proyecto económico-político que se inicie, como


continuación y nueva etapa del proceso histórico social.
La comunicación es una condición necesaria para que se haga verdadera, real y eficaz la
participación de los ciudadanos en la resolución de los desafíos a los que se enfrentan.

Las opiniones conjuntas de los individuos racionales en foros, el debate y la negociación


debe ser el sostén del proceso de toma de decisiones del gobierno.

El resultado no es la consecución de una agregación de preferencias fijas e individuales,


sino el corolario de un proceso de comunicación en el espacio público, que precede y
ayuda a la formación misma de la voluntad de los ciudadanos.

Los ciudadanos consideran hechos relevantes y dialogan con otros sobre las diferentes
opciones posibles. La legitimidad deriva por lo tanto, de los procedimientos de la
formación de la opinión. Las estructuras comunicativas reaccionan a las presiones de los
problemas sociales y estimulan opiniones para tomar decisiones vinculantes.

La cooperación ciudadana como fuerza de operación del ideal de la soberanía para la


expresión de la determinación de todos asegura la legitimidad de las decisiones para el
ejercicio del poder de los gobiernos en sociedades complejas.

De ahí la invitación constante para tratar las cuestiones, con el propósito de armar las
soluciones y apuntarlas en un programa debidamente clasificadas, las cuestiones
desordenadamente propuestas, para que tengan las respuestas adecuadas.

Tal procedimiento debe ser realizado con base en la suposición de que los resultados
racionales y justos se obtendrán a través de un flujo de información relevante cuyo
trabajo no debe ser obstruido. Su puesta en marcha depende de la institucionalización
de los procedimientos y las condiciones de comunicación, así como de la interrelación
de los procesos deliberativos institucionalizados con las opiniones informalmente
constituidas.

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Los procedimientos democráticos estructuran los procesos de formación de la voluntad
con el fin de resolver las cuestiones prácticas: una actividad basada en expectativas
coordinadas, organizada y guiada por reglas reconocidas públicamente. Es una noción
compartida de los términos que se puede esperar que acepte cada participante, siempre
y cuando todos y cada uno también lo acepte.

Los gobiernos fundamentan sus operaciones en la elevada coordinación de las


expectativas que les son favorables: el entrelazamiento de las condiciones bajo la cuales
la mayoría de los individuos puede contar con que todos los demás hagan lo que ellos
hacen.
Mientras que las expectativas contrarias -que uno violen la ley- resultan por lo común
bastante poco coordinadas, de modo que ningún individuo puede confiar en que
provocará la caída de un gobierno organizando una revolución concertada en su contra.

La soberanía participativa está vinculada al ideal intuitivo de una asociación democrática


en la que la justificación de las condiciones de asociación viene a través de argumentos
públicos de ciudadanos iguales que comparten un compromiso para resolver los
problemas de elección colectiva a través del razonamiento público y considerar sus
instituciones fundamentales como legítimas.

El procedimiento para el diálogo y toma de decisiones requiere de un sistema


catalizador de la evolución social que separe la génesis de los problemas y transfiera su
solución al subsistema social que este mejor preparado y especializado para resolverlo:
mantenimiento de pautas -familia y núcleos domésticos; economía, adaptación al medio
ambiente y sus cambios -ciencia y tecnología-; política, logro de objetivos del grupo;
integración -cultura, instituciones de educación, religión y comunicación de masas.

5. Esfera Pública.

La esfera pública, es un espacio donde se genera la opinión pública y se convierte en


poder comunicativo. Y por espacio no se refiere a un lugar físico; sino una participación y
varios criterios acerca de temas que tienen la sociedad plural; regido por el uso público de
la razón, de la virtud como “amor a la cosa pública”; de espontaneidad social que de vida
a la transparencia del poder al “poder sin mascaras”; con representantes libres de
intereses particulares y oligárquicos y disciplinas de partidos políticos
La esfera pública es vulnerable a los efectos excluyentes del poder social desigualmente
distribuido y de la comunicación distorsionada por el ámbito público. Tiene la ventaja
de ser un medio de comunicación sin restricciones: los conflictos se pueden percibir de
forma sensible; los discursos pueden ser vocalizados de forma amplia; las identidades
colectivas y las necesidades de interpretación se pueden articular con más libertad. La
formación de la voluntad de opinión dependerá de la oferta de la opinión pública
informal que se desarrolla en las estructuras de una esfera pública política colapsada. 

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La esfera pública debe gozar del apoyo de una base social en el que la igualdad de
derechos ha alcanzado eficacia social, ciudadanos activos con ideales de tolerancia y no
violencia, dispuestos a la renovación gradual de la sociedad mediante el libre debate de
ideas y el cambio de mentalidad y la manera de vivir, participantes de la revolución de la
fraternidad.

El resultado es un modelo que no se centra en el sistema político-administrativo a cargo


de tomar decisiones vinculantes ni en la sociedad. 

La democracia debe ser analizada desde la relación entre las decisiones tomadas a nivel
del sistema político que deberá estar motivadas y justificadas por la sociedad, a través de
una esfera pública revitalizada. 

El sistema político debe estar conectado a las redes de la esfera pública política a través
de la comunicación que parte de las redes informales de la esfera pública y se
institucionaliza por medio de los órganos legislativos del sistema político influenciando
la toma de decisiones y garantizando que las influencias generadas por la publicidad y
el poder comunicante se transformen, a través de la legislación, en poder
administrativo utilizable.

La esfera pública es un sistema de alarma dotada con sensores que, aunque no


calificados, son sensibles a toda la sociedad. Por consiguiente, se debe fortalecer la
presión ejercida por los problemas, es decir, no se puede limitar a detectarlos e
identificarlos, también deben problematizarse de manera convincente y eficaz, en
cuanto a ser tratados por el complejo legislativo. 

La capacidad para resolver los problemas es limitada. Pero esta capacidad debe ser
empleada para supervisar los problemas de procesamiento adicionales que tienen lugar
dentro del sistema político. La esfera pública, funciona por lo tanto, como una "caja de
resonancia" de los problemas a ser resueltos por el sistema político.

Los procedimientos democráticos, ubicados en el complejo legislativo y legal, actúan


como filtros que regulan el acceso de los flujos comunicativos desde la periferia a los
centros de toma de decisiones. Para que determinado punto de vista gane forma de
poder político tiene que pasar por éste sistema de filtros para asumir el carácter
persuasivo sobre los miembros del sistema político, determinando los cambios en su
comportamiento.

La sociedad civil formada por asociaciones, organizaciones y movimientos en sintonía con


la resonancia de los problemas sociales, captura y transmite las cuestiones temáticas
amplificadas en la esfera pública e influye en la definición de temas a ser
problematizados a través de la esfera pública. Una vez publicados deben ser abordados
por el sistema político y administrativo. La esfera pública capta los impulsos generados
en la vida cotidiana y los transmite a los consejos pertinentes que articulan
institucionalmente el proceso de formación de la voluntad política y la construcción de
decisiones legítimas.

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6. Ciudadanos del Siglo XXI

La democracia nació de una concepción individualista de la sociedad. Sin embargo, lo que


ha sucedido en los Estados democráticos es exactamente lo opuesto, los grupos se han
vuelto cada vez los sujetos políticamente relevantes. La realidad es que tenemos ante
nosotros es la de una sociedad que no tiene un solo centro de poder, sino muchos: el
pueblo dividido objetivamente en grupos contrapuestos, en competencia entre ellos.

Para que los ciudadanos jueguen un papel de sujetos con proyecto de vida personal, no
es suficiente destacar el influjo procedente de la esfera pública; es necesario señalar
otras formas de participación que proporcionen la promesa de la democracia radical y
de gobierno legítimo: institucionalizar la solución directa de problemas por los
detentadores originarios del poder último, los individuos específicos.

Ciudadanos que no consideran el factor paternalismo, porque no desean la existencia de


un “Estado Paternalista” en el que todas las situaciones y aspectos son resueltos por
éste, ni éste sea el encargado de suministrar todos los recursos, sino que esta capacidad
se le delega a la gente.

Para decidir, los ciudadanos tienen que examinar sus propias determinaciones a la luz
de las experiencias de otras personas que se ocupan de problemas similares en
jurisdicciones comparables. 

Lo ideal sería combinar las ventajas del aprendizaje local con la disciplina del
aprendizaje social más amplio y una responsabilidad política mayor que se produce
cuando los resultados de algunas innovaciones son adjuntadas para permitir el control
público, la efectividad de estrategias y de los líderes.

La idea es que la legislatura publicite áreas de políticas abiertas a la acción


deliberativa: establecer los objetivos generales de la política; ver la organización de
potenciales escenarios deliberativos para lograr esos objetivos; hacer la revisión de los
recursos a disposición de los cuerpos solucionadores de problemas deliberativos a
intervalos regulares; verificar las asignaciones de recursos y responsabilidades.

Los organismos administrativos deben proporcionar la infraestructura para el


intercambio de información. 

En lugar de tratar de resolver, los organismos tendrían como función reducir los costos
de la información que los solucionadores de problemas ocupan: ayudarlos a determinar
qué órganos de deliberación, qué proyectos tales organismos están desarrollando y
qué cambios deben ser necesarios en las condiciones locales.

La discusión en la esfera pública incluye todos los temas y cuestiones, y se guía por
preocupaciones experimentales a las que los propios ciudadanos son conscientes. De este
modo, la red de comunicación dispersa que es el público puede acercarse tanto como
una comunidad libre de iguales para discutir en diálogo de forma independiente los
términos de su vida colectiva. 

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Cuanto más libre es la comunicación existe una mayor inmunidad contra la
interferencia del Estado en la formación de opinión y un mayor acceso a los periódicos.
La esfera pública no tendrá límites ante las exigencias técnicas de la legislatura, el partido
y el gobierno y podrá dar lugar a una discusión sin restricciones entre los ciudadanos
activos, educados para la democracia en la “cultura política”, para evitar la apatía,
combatir el voto de intercambio basado frecuentemente en la ilusión de apoyo a cambio
de favores personales.

La deliberación es un proceso de intercambio de razones, cuyo objetivo es resolver


situaciones problemáticas que no se pueden solucionar sin cooperación ciudadana. Se
basa en el diálogo, dar y recibir razones. Un resultado de una decisión real es aceptable
cuando las razones detrás de ella son suficientes para motivar la cooperación de todos.

Los criterios se encuentran cuando los participantes reconocen que contribuyen a


influenciar los resultados aún al no estar de acuerdo con ellos. Se busca minimizar las
influencias no públicas y reemplazarlas con las influencias de los contribuyentes en el
debate público. 

Dado que el diálogo es libre y abierto a todos los ciudadanos, cada actor cooperaría en la
resolución por que espera racionalmente que su visión se incorpore en la decisión, que a
su vez, será favorable o al menos no desfavorable para él.

La actividad pública deliberativa no es sólo el hecho de que todo el mundo pueda


participar en las actividades, sino también en el sentido de que, al hacerlo, ellos prueban
y mantienen su carácter público. 

Esta decisión mediante diálogo tiene que ser producida y probada en la deliberación libre
y racional en el que los ciudadanos son iguales y tienen voz efectiva. Para que esto ocurra,
debe ser producido en condiciones de no coacción, igualdad y publicidad. 

Su carácter público está determinado por las razones que se ofrecen mutuamente en las
deliberaciones y no el contenido de los temas tratados. La deliberación se hace pública
mediante el diálogo y no el discurso.

Razones formuladas de tal manera que todos las puedan entender, aceptarlas y
responder. Decisiones legítimas aun sin unanimidad, lo fundamental es que los
ciudadanos estén de acuerdo en seguir cooperando en el proceso deliberativo.

Las actividades públicas son realizadas por un sujeto plural, cada uno coopera para
responder e influir en los demás. Las personas que trabajan en conjunto con los demás
tienen diferentes perspectivas e intereses, pero necesitan definir de forma compartida el
problema, tomando en consideración la limitación espacial y temporal.

7. Democracia en tiempo real


La limitación -espacial y temporal- no se opone a la operación de la soberanía
participativa. ¿Cómo tratar enormes masas de datos sobre problemas interconectados en
situación inestable? La respuesta es el uso de técnicas de acceso a la información en

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tiempo real y de comunicación interactiva: proporcionar a los ciudadanos los medios
para mancomunar sus fuerzas, aumentar su capacidad de producirse y transformarse.

La soberanía debe desarrollar una doble estrategia: la formación de opinión informal en


la esfera pública y la formación de la voluntad formal de las instituciones políticas. Los
ciudadanos encajan solamente a influir en las decisiones de las instituciones y no a su
autoría. 

Esta estrategia no garantiza una comunicación de doble vía, porque nadie sabe a ciencia
cierta cuál es la verdadera capacidad de influencia real de opiniones colectivamente
formadas.

Las decisiones gubernamentales que se necesitan para ser consecuentes deben emanar
de las inquietudes, de las necesidades y de las opiniones de la base. Los representantes
del pueblo deben sentir lo que éste necesita y de lo que los ciudadanos son capaces. Esto
es dialogo permanente.
La comunicación debe ser constante no solo para tratar sino también para solucionar
los problemas, formas para resolverlos directamente con el gobierno y no sólo promover
el debate público que puede no influir en la arena política formal.

La soberanía participativa propiciaría intercambios entre los ciudadanos y las


instituciones necesarias para el control público a través de las diversas esferas públicas
que se formen en torno a cada una de las instituciones ya que no se trata únicamente de
construir una igualdad de oportunidades, válido para sociedades potencialmente iguales,
sino un catálogo de igualdad, de seguridad que es la demanda social.

8. El poder sin mascaras

La obligación de la publicidad de los actos gubernamentales es importante, no sólo,


como se dice, para permitir al ciudadano conocer las acciones de quien detecta el poder y
en consecuencia de controlarlos, sino también porque la publicidad es en sí misma una
forma de control, es un expediente que permite distinguir lo que es lícito de lo que es
ilícito.

“Todas las acciones referentes al derecho de otros hombres cuya máxima no puede ser
publicada, son injustas”. Immanuel Kant. La paz perpetua. Página 163.

La constitución de consenso depende de la participación en el proceso público. La


cooperación se verá facilitada por la regla de la mayoría en la medida en que las
minorías tienen expectativas razonables de afectar y revisar las decisiones. La posibilidad
de revisar los procedimientos democráticos para que éstos se vuelvan cada vez más
inclusivo, es lo que califica la mayoría como de deliberación.

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En lugar de una opinión pública informal, se propone la institucionalización de la
soberanía participativa a través de la mayoría deliberativa, el uso público de la
razón. Cualquier debilidad que posiblemente presente será corregida por las instituciones
judiciales.

Sin embargo, en las sociedades contemporáneas, la soberanía participativa requiere un


intercambio complejo entre las instituciones públicas y políticas que no está
contemplado en los mecanismos convencionales del Estado Constitucional de Derecho.

Las instituciones administrativas del gobierno deben crear sus propias esferas públicas
con el fin de operacionalizar sus decisiones. Si no pueden ser controladas de esta
manera, perderán la oportunidad de llegar a ser más reflexivas y democráticas.

Se niega la tesis de la incompatibilidad entre la administración gubernamental y la


soberanía, pues la burocracia y la democracia sólo son incompatibles si dichas
instituciones no están controladas públicamente. 

El problema es que las instituciones burocráticas no presentan tal control público y se


estructuran de manera jerárquica. Hacen frente a los ciudadanos de manera autoritaria,
como si fueran clientes pasivos y se olvidan de que los poderes en todos los niveles
pueden ser controlados en última instancia por los detentadores originarios del poder.

Se olvidan de que la democracia política, está relacionada con los procesos de toma de
decisiones en el Estado y que la democracia social es en cambio una praxis política que
busca socializar los instrumentos de toma de decisiones en el aparato estatal.

Se olvidan de que en la búsqueda de la eficiencia, la gestión socava el potencial


deliberativo de las instituciones lo que hace necesario el uso del concepto de "diálogo
social" como puente entre la democracia social y la democracia política para conciliar la
ejecución de decisiones legítimas con el proceso de deliberación pública de la soberanía
participativa.

Se olvidan de que la nueva soberanía cruza forzosamente por el eje de la democracia


participativa que las élites políticas y económicas están dispuestas a considerar. Lograr
cambiar esto será la gran RE-Evolución*, y será el resorte que nos impulsará a hacia un
nuevo estadio en el siglo XXI: Dar a Luz una Nueva Conciencia Ciudadana.

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*La RE-EVOLUCIÓN requiere antes que nada inestabilidad o sea que lo pequeños cambios sean
magnificados, dar sentido a estos acontecimientos para que se produzca un cambio de estructuras,
acelerar el cambio TRASCENDER más allá de la evolución.

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