1531, con la fundación española de la villa de San Miguel de Culiacán, en
lo que hoy es Sinaloa, Muño de guzmán llevó a cabo la última etapa sojuzgamiento del occidente de México. En los 10 años que siguieron el saqueo de Tenochtitlán por cortés, los conquistadores extendieron las fronteras de nueva España 1 100 Km hacia el límite norte de Mesoamérica y destruyeron dos de los más poderosos imperios aborígenes nuevo mundo, el azteca y el tarasco. En 1540 coronado avanzó desde Culiacán con el objeto de conquistar el noroeste, pero tuvo que regresar, luego de un funesto fracaso, dos años más tarde.
El carácter único de la experiencia española en el noroeste proviene de las
culturas nativas de la región. El mundo con el que se encontraron los españoles no era el producto de su propia construcción ni tampoco similar al que ya habían conquistado, si no a de los pueblos nativos de la zona, creados por ellos antes del arribo de los españoles y sin ninguna anticipación de su llegada. Además, era un mundo dinámico. Las culturas aborígenes no eran ni rígidas ni estáticas, si no el resultado de siglo de cambio y desarrollo. La variación también existía dentro de ese mundo, de modo que la conquista de nuevo México fue más parecida a la de Mesoamérica que a la colonización del noroeste de México. Nuestra comprensión de la experiencia europea y de las causas que la diferenciaron de lo ocurrido en Mesoamérica depende del conocimiento de las circunstancia heredadas del pasado aborigen. La arqueología proporciona uno de los medios principales de acceder al conocimiento de este periodo, ya transcurrido. LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS Y EL ANÁLISIS HISTÓRICO
En el altiplano mesoamericano los españoles encontraron ciudades-
estados e imperios aborígenes bien organizados. El control centralizado y la jerarquía que existía dentro de esas formas de gobierno facilitaron la rápida conquista española, cuya expansión procedió remplazando la elite gobernante indígena por otra constituida por los europeos y sus aliados aborígenes. Una vez sometidos los estados mesoamericanos, los españoles modificaron las instituciones derivadas de la reconquista y la estructura social aborigen existente, de modo que unos pocos españoles pudieron gobernar una gran masa de indios.
La forma de gobierno, las instituciones y las estrategias que con tanta
rapidez habían reducido al Altiplano mesoamericano no dieron muy buen resultado en el Norte. Los indios de esta región no estaban subordinados a Estados ya existentes. La Conquista exigió el sojuzgamiento y la conversión aldea por aldea. Era difícil explotar el trabajo indígena. Enfrentaban al repartimiento, aldeas enteras huían a otra región. Los españoles esclavizaban a los indios, a fin de obtener mano de obra, pero el número de indios disponibles era limitado.
Las instituciones y los mecanismos de la conquista solo dieron algún
resultado, aunque limitado, entre los pueblos de nuevo México, y la estrategia española en el temprano Nuevo México fue la más parecida, en el Norte, a la de Nueva España. Los españoles no encontraron Estados, sino un sistema de asentamiento más concentrado que en cualquier otra zona del Norte de Nueva España, con extensos pueblos que pudieron haber albergado hasta 2000 habitantes cada uno. La conquista española de Nuevo México fue similar a la de Nueva España en varios aspectos: la habilidad de un pequeño número de españoles para conquistar una numerosa población aborigen, el uso de la encomienda, la conversión de los indios y la rapidez de la Conquista. Tal como ocurriera en Mesoamérica, algunos cientos de españoles, apoyados por aliados indios, conquistaron una población igual o superior a 60,000 indígenas.