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La Búsqueda De Evidencia Negativa
James McGaha, Joe Nickell, Traducido por Alejandro Borgo
From: Volume 40, No. 6
November / December 2015
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Artículo traducido por Alejandro Borgo, Director del CFI/Argentina.

A todo el mundo le gustan los misterios. Resuelva uno en el campo científico y enseguida vendrán
los elogios. No así en el reino de lo paranormal, donde la evidencia, la lógica y las teorías suelen
quedar patas para arriba. Mientras que los científicos forenses, digamos, comienzan por la
evidencia para llegar a la solución más probable de un misterio, los “paracientíficos” empiezan por
la respuesta deseada y a partir de allí buscan la evidencia, empleando el sesgo de la confirmación:
buscan aquello que parece confirmar sus creencias y desacreditar cualquier posición contraria, o a
quien la sostenga.

Por ejemplo, en el campo paranormal de la criptozoología (término acuñado por Ivan T. Sanderson
para describir el estudico de animales “ocultos” o sin verificar ), los defensores de la existencia del
Bigfoot (Pie Grande) ofrecen una gran cantidad de evidencia. Lamentablemente, ésta es muy
pobre: relatos de testigos, huellas de pisadas, muestras de pelo -justamente aquello que se puede
atribuir a la percepción defectuosa o al engaño. Toda esa evidencia es cuestionable porque, más
allá de los fraudes, no se dispone de ningún Pie Grande vivo, un esqueleto, ni siquiera de una
muestra de ADN para someterlos a un estudio científico.

This article was originally featured in Skeptical Inquirer in English.


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Ocurre lo mismo con otras afirmaciones: fenómenos parapsicológicos, fantasmas, poltergeists y
demonios, platos voladores y extraterrestres, el monstruo del Lago Ness, la combustión humana
espontánea, la curación por la fe y las estatuas que lloran, el Triángulo de las Bermudas, etc, etc,
etc. La ciencia no ha verificado ninguno de estos objetos, entidades o hechos como fenómenos
paranormales genuinos.

Debatir sobre los misterios


Los paracientíficos usualmente se desvían del camino. Para ellos la investigación no es una
búsqueda para explicar un misterio (lo cual ridiculizan como “justificación”) sino seleccionar
misterios acerca de cualquier hecho paranormal en el que crean, con lo cual esperan convencer a
la gente de que “algo debe haber”. Para decirlo brevemente, no son detectives sino traficantes de
misterios.

Para ellos, el misterio es esencialmente un punto de llegada más que de partida. Si no se explica
rápidamente, no protestan por la falta de evidencia. En cambio, de alguna manera suponen que se
ha determinado algo: “No sabemos qué hizo que apareciera aceite en una estatua; por lo tanto,
debe ser un signo divino”. Pero este es un tipo de falacia lógica conocida como argumentum ad
ignorantiam, un razonamiento que parte de la ignorancia -esto es- llegar a una conclusión a partir
de la falta de conocimiento. Uno no puede decir “no sabemos” y luego afirmar que por lo tanto lo
sabemos.
Y sin embargo, este razonamiento defectuoso se halla en la mayoría de las afirmaciones sobre lo
paranormal: “No podemos explicar qué causó A, por lo tanto probablemente sea B”, donde A es el
avistaje de un monstruo peludo o una luz suspendida en el aire o una curación médica inesperada
y B es presumible y respectivamente un Pie Grande, un plato volador o un milagro. Realmente
podría tratarse -otra vez respectivamente- de un oso, de Venus visto a través de las capas
atmosféricas, o el resultado de un tratamiento médico previo.

La evidencia negativa
Como observara el psicólogo Ray Hyman (1996, 23) sobre una disciplina paranormal: “La historia
de la parapsicología está repleta de experimentos “exitosos” que no pueden repetirse”. Señalando
que las llamadas visión remota y otras supuestos tipos de PES (Percepción Extrasensorial) se
definían negativamente -esto es, como un efecto remanente luego de que las explicaciones
normales fueran supuestamente eliminadas- Hyman nota que un mero problema técnico en los
datos experimentales puede ser tomado como evidencia de un fenómeno parapsicológico. “Lo que
se necesita, por supuesto”, dice con razón Hyman, “es una teoría positiva del funcionamiento
parapsicológico que nos permita decir cuándo psi está presente y cuándo ausente” (destacado en
el original). Agrega: “Según mi opinión, cualquier otra disciplina que pretenda ser una ciencia trata
con fenómenos cuya presencia o ausencia pueda ser claramente establecida”.

Este requisito -esta necesidad- de obtener evidencia positiva en lugar de negativa es ignorado o
descartado por los traficantes de misterios. En los títulos de sus libros y documentales de
televisión, ponen palabras como “no resuelto”, “inexplicado”, “desconocido” -presentando a los
misterios no como algo que debe ser investigado y resuelto sino supuestamente como enigmas
que prueban (usando el argumentum ad ignorantiam) la existencia de lo paranormal.

Consideremos, por ejemplo, las afirmaciones sobre curaciones milagrosas en Lourdes, Francia. Son
afirmaciones que provienen de aquellos casos que se consideran “médicamente inexplicables”
-argumento clásico que parte de la ignorancia. (En 2008, sin embargo, el Comité Médico
Internacional de Lourdes anunció que el panel de médicos ya no debería estar en el asunto de los
“milagros”: a partir de ahí, solo debería indicar si un caso era “extraordinario”. “No deberán inferir
un milagro a partir de lo “médicamente inexplicable” ).

Respecto de los “milagros” y otras afirmaciones paranormales, apelar a la evidencia negativa es


algo común. Por ejemplo: Grant Wilson, que conducía junto a Jason Hawes el programa de
televisión Ghost Hunters, dijo que su enfoque respecto de la caza de fantasmas consistía en “solo
terminar con aquellas cosas que no puedes justificar” (Hawes y Wilson, 2007, 6).

En el libro Ablaze! The Mysterious Fires of Spontaneous Human Combustion Larry Arnold (1995,
463) dice descaradamente: “Soy el primero en admitir que la CHE (combustión humana
espontánea) desafía al sentido común y suena misteriosa. No tengo todas las respuestas para ello;
puede que no tenga ninguna respuesta. Y ciertamente, no tengo todas las piezas de este
rompecabezas enigmático”. Sin embargo, concluye, “lo que puedo decir con seguridad es esto: la
combustión humana espontánea es un hecho, aunque haya permanecido oculto”.

Aquellos que creen en los círculos de maíz (crop circles) han sugerido varias “teorías” para explicar
los patrones supuestamente inexplicables en los campos de maíz en Inglaterra (a pesar de la
abundante evidencia de fraude ). Ken Rogers, de la Sociedad de lo Inexplicado opina: “Los círculos
son verdaderamente el resultado del aterrizaje de un OVNI para investigar los cultivos. No hay otra
explicación…” (citado en Randles and Fuller, 1990, 16).

Objetos voladores no identificados


Quizá nunca se vio tanta evidencia negativa, y promovida tan ávidamente como en el caso de los
ufólogos, cuyo principal objeto de estudio comienza con el término no-identificado (unidentified,
por Unidentified Flying Objects, N. del T.). Charles Fort (1874-1932) se destacó entre los
coleccionistas de evidencia negativa. Alguna vez considerado como el “primer” ufólogo (Clark
1998, I:420), Fort fue un proveedor de misterios de escritorio. Con una herencia que le permitió
darse el gusto de tener un hobby, pasó sus últmos veintiseis años explorando viejos periódicos que
contenìan casos inusuales -incluyendo fenómenos aéreos anómalos- provocando a los científicos
“ortodoxos” para que los expliquen (Fort 1941). Su evidencia no solo era anecdótica y su enfoque
acientífico, sino que su “documentación no era completamente rigurosa” (Gross 2001, 204).

Sin embargo, Fort es adorado por muchos ufólogos y otros aficionados a los fenómenos que
supuestamente “desafían una explicación natural”, lo que ellos llaman “Fenómeno Forteano” o
“Forteana” (Guiley 2001, 212-213; Gross 201, 203-205; Clark 1998, 420-425).

Uno de los ufólogos “top” de la historia fue el astrónomo J. Allen Hynek (1910-1986), consultor y
autoproclamado “desmitificador” en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos cuando investigaba el
Proyecto Libro Azul. A Hynek (1977, 7-9, 17) le impresionó que, al principio, el 23 por ciento de los
OVNIs que estudió permanecieron como “desconocidos” y -luego de fundar el Centro para el
Estudio de los OVNIs (CUFOS)- adoptó la evidencia negativa:

La transformación de escéptico -no a no-creyente, porque ello tiene cierta connotación


“teológica”- sino a un científico que sintió que estaba en la senda de un fenómeno interesante, fue
gradual, pero a fines de los 60 ya era total. Hoy no perdería ni un minuto con los OVNIs si no
pensara seriamente que el fenómeno OVNI es real y que los esfuerzos para investigarlo y
comprenderlo, y eventualmente para resolverlo podrían tener un profundo efecto – siendo quizás
el trampolín hacia una revolución respecto de cómo el hombre se ve a sí mismo y su lugar en el
universo.

Sin embargo Hynek se volvió cauteloso acerca de la hipótesis extraterrestre, remarcando que “se
enfrenta a una gran dificultad, a saber, que estamos viendo demasiados OVNIs. La Tierra es solo
un grano de polvo en el universo. ¿Por qué tendríamos el honor de ser visitados tan
frecuentemente?” En cambio dijo: “me siento más inclinado a pensar en términos de algo
metaterrestre (sic), una suerte de realidad paralela”, planteando que “los OVNIs están
relacionados a ciertos fenómenos parapsicológicos” (citado en Story 2001, 252). De esta manera,
¡trató de “explicar” un fenómeno desconocido invocando otro!

Hoy, los ufólogos, por ejemplo Peter B. Davenport, director del Centro Nacional de Informes sobre
OVNIs (NUFORC), creen que el gran número de casos no identificados indican al menos que hay
algo muy transcendente tras ellos. Debido a “la impresionante cantidad de datos principalmente
provenientes de testigos”, dice Davenport, cuando se sabe que la mayoría de las descripciones de
testigos son de muy pobre calidad, “muchos de los informes de avistajes de alta calidad implican
ciertos aspectos objetivos, los cuales, para un espectador con mentalidad abierta, son bastante
impactantes”. Agrega que “la firme evidencia sugiere que estamos tratando con un fenómeno
causado por objetos sólidos, palpables, cuyas características no pertenecen al diseño humano, y
cuyo comportamiento sugiere un control inteligente” (citado en Story 2001, 150). Por supuesto,
está refiriéndose a extraterrestres -con evasivas- mientras los “objetos” permanecen como no-
identificados.

Otro que cita la naturaleza inexplicada de los OVNIs es Richard Hall, un partidario de los OVNIs
asociado con grupos tales como MUFON y CUFOS. Enfatiza: “entre los cientos de los llamados
‘informes OVNI’ que aparecen cada año, una fracción considerable de los que son claramente
observados por testigos respetables permanecen inexplicados- y es muy difícil explicarlos en
términos convencionales”. Hall cree que “colectivamente, estos casos constituyen un misterio
científico genuino, que necesita imperiosamente una investigación sistemática y bien sustentada”.
Otra vez, vuelve a decir: “La evidencia circunstancial -a veces física- indica que está ocurriendo
algo real para lo cual no hay explicación satisfactoria”.

Hall cree que las observaciones incorrectas de objetos terrestres así como la “imaginación/fraude”
deben ser rechazadas como explicaciones porque ambas son “inaplicables a los casos límite
inexplicados”. En cambio, prefiere la posibilidad de los “llamados ‘secretos’ visitantes de otro
lugar” (citado en Story 2001, 239).

Vacilando, el ufólgo/mitólogo Thomas E. Bullard (2010, 311) sugiere, al menos tentativamente:

Los investigadores de informes OVNI actuales e históricos han filtrado aquellos casos con
suficiente evidencia creíble para que califiquen como defendibles. Estos casos sugieren que la
naturaleza de las historias sobre OVNIs depende en parte de la naturaleza de los eventos OVNI, y
dichos eventos deben su naturaleza a una fuente independiente de la mitología OVNI… Incluso
aceptando la falibilidad humana y el autoengaño, parece que hay un misterio genuino.

Bullard está basándose claramente en el método de proceso de eliminación, que es la base de la


evidencia negativa.

Luego está Stanton T. Friedman, que promueve la noción de visitas extraterrestres con jactancia,
pantallas de humo y alharaca. Friedman racionaliza: “Aprendí rápido que la ausencia de evidencia
no es lo mismo que evidencia de ausencia”. Aunque esto sea cierto, sigue aún con ausencia de
evidencia. Este ufólogo, que una vez se autodefinió como “físico nuclear itinerante” fue engañado
por los “documentos MJ-12” hechos por amateurs, que pretendían probar que el gobierno de los
EE.UU. había rescatado un platillo volador con ocupantes humanoides que se había estrellado.
Friedman cree, que una consipiración de alto nivel ocultó la evidencia positiva (Friedman 1996, 8,
13, 209-219; Nickell y Fischer 1992, 81-105)

Conclusión
El problema con semejante extrapolación de datos es que falta evidencia positiva. No ha sido
capturado ningún piloto extraterrestre o plato volador- a pesar de los fraudes, cuentos folclóricos
y teorías conspirativas. Solo hay informes de testigos, fotos, rastros en el suelo y otras cosas por
estilo, todas sobre algo no identificado.

Pero todas estos no identificados ¿no valen para nada? Bueno, cantidad no es calidad. Como
muestra la gran evidencia, los casos algunas veces promovidos como inexplicados eran solo eso;
no eran inexplicables, y muchos de ellos, al ser estudiados, sucumbieron a la investigación. Ni uno
solo probó que se tratara de otra cosa que un fenómeno natural o hecho por el hombre- ni los
casos clásicos, por ejemplo, Roswell, Rendlesham Forest, Flatwoods, Kecksburg, Exeter, Phoeniz y
Stepehville (Nickel y McGaha 2012; McGaha y Nickell 2011, 2015). Puede que algunos casos nunca
sean explicados debido a errores de los testigos, evidencia falsificada, falta de información esencial
y otras fallas. Por razones similares algunos asesinatos quedan sin explicación, y sin embargo no
consideramos a esos casos evidencia de un homicidio cometido por un duende.

Nada de lo dicho hasta ahora significa que no debamos continuar investigando los fenómenos
inexplicados, incluyendo los OVNIs. Después de todo, alguna vez el escepticismo sobre piedras que
caían del cielo abrió el camino para probar la existencia de los meteoritos. La ciencia no tiene nada
que temer acerca del examen de los informes sobre OVNIs, los cuales, hasta la fecha, no han sido
inútiles después de todo: hemos aprendido mucho acerca de los engaños, percepciones erróneas y
de la fantasía, acerca de los rasgos de personalidad, sobre fenómenos extraños tales como los
relámpagos en bola, acerca de la propensión de personas inmaduras a cometer fraudes
(¡escépticos incluidos!), y mucho más. Pero la investigación debe ir más allá de la recolección de
evidencia negativa. Debe representar un intento real para resolver -esto es, explicar- un misterio.

Referencias
Arnold, Larry E. 1995. Ablaze! The Mysterious Fires of Spontaneous Human Combustion. New
York: M. Evans and Co.
Bullard, Thomas E. 2010. The Myth and Mystery of UFOs. Lawrence: The University Press of
Kansas.
Clark, Jerome. 1998. The UFO Encyclopedia, 2da ed. (en dos volúmenes). Detroit, MI:
Omnigraphics.
Fort, Charles. 1941. The Complete Books of Charles Fort. Reimpreso New York: Dover, 1974.
Friedman, Stanton T. 1996. Top Secret/Magic. New York: Marlowe & Co.
Gross, Loren E. 2001. In Story 2001, 203–205.
Guiley, Rosemary Ellen. 2001. Encyclopedia of the Strange, Mystical, & Unexplained. New York:
Grammercy Books.
Hawes, Jason, and Grant Wilson. 2007. Ghost Hunting. New York: Pocket Books.
Heuvelmans, Bernard. 1968. In the Wake of the Sea Serpents; trad. Richard Garnett. New York: Hill
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Hyman, Ray. 1996. Evaluation of the military’s twenty-year program on psychic spying. Skeptical
Inquirer 20(2)(March/April): 21–26.
Hynek, J. Allen. 1977. The UFO Report. Reimpreso, New York: Barnes & Noble, 1997.
McGaha, James, and Joe Nickell. 2011. Exeter incident solved! Skeptical Inquirer 34(6)
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———. 2015. Alien lights? At Phoenix, Stephenville, elsewhere: A postmortem. Skeptical Inquirer
39(2)(March/April): 50–53.
Nickell, Joe. 2004. The Mystery Chronicles. Lexington: University Press of Kentucky.
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Nickell, Joe, with John F. Fischer. 1992. Mysterious Realms: Probing Paranormal, Historical, and
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Nickell, Joe, and James McGaha. 2012. The Roswellian syndrome. Skeptical Inquirer 36(3)
(May/June): 30–36.
Randles, Jenny, and Paul Fuller. 1990. Crop Circles: A Mystery Solved. London: Robert Hale.Story,
Ronald. 2001. The Encyclopedia of Extraterrestrial Encounters. New York: New American Library.

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