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“Los retos Teórico- prácticos de la enseñanza de la Psicología

Clínica”

Mtra. Marta Campillo R

Revista de Psicología de la Salud, Pag.109-118, Vol 4, l994.

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"Afirmamos por nuestra parte que la técnica no puede ser comprendida,
ni por consiguiente correctamente aplicada, si se desconocen los
conceptos que la fundan"
J. Lacan
“Función y campo de la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis”(4)
El objetivo del presente trabajo es reflexionar acerca de la función que desempeña la postura
teórica al crear una manera de interpretar la realidad y construir un mapa a través del cual se
realizan las elaboraciones que se emplean como guías para planear las intervenciones
terapéuticas.
Así, primero se discutirá la manera de recurrir a la teoría en el análisis del "síntoma" o
realidad-problema del paciente. Posteriormente se analiza como el caleidoscopio de enfoques
terapéuticos actuales pone dificultades especiales para la formación de recursos a nivel de
licenciatura. Por último, se analizan las condiciones necesarias que se tienen que salvaguardar
para desarrollar las habilidades profesionales de un psicoterapeuta.

Los lentes con que se construye la historia del paciente


El hombre piensa la realidad y esta capacidad de distanciarse de los fenómenos le brinda
oportunidades que ninguna otra especie tiene. Puede pensar en dos sentidos: "pensar" como el
acto mismo de percibir, razonar, interpretar, y "pensar" para analizar las relaciones existentes
entre fenómenos de tipo psicológico, biológico, físico, social e, incluso, el proceso mismo de su
funcionamiento cognoscitivo: el hombre se piensa a sí mismo.
A simple vista, esto es, con solo tener la experiencia o vivencia de los fenómenos, no podría
explicarse por qué operan así (Kosik, 1976). Si no se hubiera propuesto el concepto de la
gravedad, se tendría únicamente el conocimiento sensorial (las cosas caen), lo cual no basta para
descubrir la manera como se relacionan las variables físicas. Es esta posibilidad de ir más allá de
los sentidos lo que ha permitido entender y demostrar como operan unos elementos en función de
otros, y desarrollar así un cúmulo de conocimientos. De la observación, la sistematización y la
investigación se estructuran las teorías sobre las relaciones determinantes de los hechos que no
podrían percibirse de manera sensorial. Foerster (1991) plantea que “El conocimiento no puede
ser fruto de una recepción pasiva, sino que se origina como producto de la actividad de un
sujeto activo”.
El “sujeto activo” tiene actividad como experiencia y actividad reflexiva, cognoscitiva sobre
la realidad. Para poder analizar esa “actividad cognoscente” y poder sistematizar aquello que ha
conocido (observado, analizado) tiene que distanciarse de los productos de su pensamiento y
verlos desde lejos, Watzlawick (1988) propone lo siguiente “El cómo sabemos es ya un problema
mucho más difícil. Para penetrarlo, el entendimiento debe, por así decirlo, salirse de sí mismo y
observar como trabaja. (...) en efecto, si el qué del conocimiento está determinado por el
correspondiente proceso cognoscitivo (el cómo), luego nuestra imagen de la realidad no
depende de lo que es exterior a nosotros, sino que inevitablemente depende también de cómo
concebimos ese qué”.
Así, las construcciones teóricas sobre el objeto psicológico no son el objeto real, son las
construcciones que concebimos sobre éste, de las cuales se parte para interpretar el mundo y
actua en él.
Se entiende aquí a la teoría como la concreción del conocimiento acumulado con el cual se
conocen y "piensan" los fenómenos, los acontecimientos o la realidad-problema de los pacientes.

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La teoría tiene diversas funciones y niveles. Cuando se refieren diferentes niveles de abstracción
en la organización de los elementos explicativos que constituyen la Teoría, se trata de hacer
evidente que el conocimiento acumulado o “mapa” con el que se entiende la realidad posee una
estructura o articulación de conceptualizaciones y categorías que varían en la cantidad de
elementos relacionados con los fenómenos. Estas pueden ir desde una “descripción” de las
características particulares de los hechos hasta las conceptualizaciones hipotéticas de las
relaciones o funciones de las diversas variables.
En la ciencia, la creación de conceptos o categorías es el método lógico para explicar funciones;
estas muestran las relaciones que determinan el accionar de los fenómenos.
No es posible aproximarse a la realidad sin una teoría (Lacan, 1976). Dentro de los diversos
sentidos en que se puede manejar la teoría se encuentran los siguientes: a) Teoría como posible
"mapa" de la realidad; b) Teoría como síntesis develadora de las determinaciones y relaciones de
los fenómenos; c) Teoría como método, como cuerpo organizado de categorías y leyes; d) Teoría
como orientadora de la práctica; e) Teoría como fuente de hipótesis sobre la realidad, de nuevas
ideas a comprobar (heurística), y f) Teoría como promotora de teoría relacionada con la técnica.
La teoría constituye la visión que el terapeuta tiene sobre la causalidad del problema. Estos
"anteojos" determinan no solamente cual es su visión etiológica de la queja del paciente, sino
además el empleo que hace de diversas técnicas terapéuticas para el manejo del psicotrastorno.
En la resolución de problemas concretos en una disciplina, el profesional actúa a partir del
conocimiento existente sobre su campo, con lo que desemboca en una técnica particular. Cabe
hacer la siguiente pregunta: ¿será esta manera de intervenir el único camino por el qué se pueda
lograr el cambio?. La realidad del desarrollo de las aproximaciones psicoterapéuticas da la
respuesta, la cual es negativa; no existe una única manera de entender la realidad o de cambiarla.
Pueden existir varios "mapas" o construcciones teóricas para explicar la realidad, éstos
contienen elementos diferentes o recortes diferentes de los determinantes y de las relaciones
fundamentales explicativas de la etiología de los problemas; y también contienen diferentes
propuestas de la técnica terapéutica. De hecho, no existe práctica terapéutica sin una teoría que la
fundamenta.
Las consideraciones necesarias para intervenir con un enfoque determinado se pueden resumir
de la manera que se indica adelante. Dicho resumen incluye elementos que vinculan de manera
biunívoca a la teoría y la técnica:
a) Conocimiento de las bases teóricas fundamentales del enfoque.
b) Supuestos internos de la técnica.
c) Estructura, lógica de construcción del enfoque, “mapa”.
d) Reglas de aplicación de la técnica y sus límites.
e) Población a la que se aplica.
f) Problemas que resuelve.
g) Escenario requerido para su aplicación.
h) Demandas al terapeuta: entrenamiento requerido.
Cada propuesta técnica emana de una construcción o aproximación teórica, si se desconoce
este fundamento se terminará haciendo una aplicación mecánica de los principios; Packman

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(1991) hace hincapié en ello: “El paso que va de la tecnología a la teoría es el mismo que el
terapeuta expuesto a éstos conceptos puede dar: de tecnólogo que da por sentado los modelos
que aplica, a cuestionador y generador de modelos. Y, dicho sea de paso, ¿no es ése también el
movimiento que pretendamos promover en nuestros pacientes?. De ideólogo ciego de su propia
vida a regulador de sus propios condicionamientos, para generarle y generar un mundo para sí”.
En el momento actual del desarrollo de la psicoterapia coexisten una multiplicidad de
enfoques (psicoanálisis, terapia conductual, guestalt, terapia corporal, terapia breve, terapia de
familia, terapia profunda, terapia rogeriana, programación neurolingüística, terapia grupal,
sexología, hipnosis ericksoniana, terapia cognoscitiva, terapia racional emotiva, musicoterapia,
terapia de juego, por mencionar algunas), los cuales difieren en el énfasis sobre diferentes
aspectos del ser humano y varían en los métodos para lograr el cambio. También definen, de
manera a veces opuesta, quién es el paciente, cómo se diagnóstica y los niveles y recursos que se
emplean, la definición del foco terapéutico -el cual oscila desde lo intrapsíquico inconciente hasta
lo contextual relacional-, el grado de directividad de las intervenciones y el manejo de la
presencia o ausencia de prescripciones y tareas, el rol que el terapeuta debe tener, el uso de la
interpretación en oposición a las prescripciones, el uso del lenguaje y el énfasis en el insight o en
la priorización del cambio en la acción.
Pareciera que, en lo que concierne a la Psicología, se han desarrollado diversas
aproximaciones que abordan parcialmente algunos aspectos del proceso psicobiológico humano,
relevando desde cada óptica un eje particular para la intervención.
Las diferentes Teorías Psicológicas recortan, desde su propio ángulo particular, las variables
que incluyen dentro de la ecuación de la causalidad, a fin de tener una perspectiva de la
adecuación de la propuesta teórica y del recorte de los elementos que se priorizan.
Comenzaremos por imaginar a la persona (paciente) inmersa/o en un contexto relacional
comunicacional, en el cual hay relaciones de cualidades diversas, con diferente valor para la
sobrevivencia del individuo (Fig. 1).

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La descripción del proceso de conceptualización de las diferentes posturas se puede
ejemplificar puntualizando dos dimensiones (individual vs. contextual) con sus respectivos
niveles, los cuales se esquematizan en una dimensión de coordenadas: el individual (subjetual) en
la vertical y el contextual (objetual) en la horizontal, (Fig. 2).

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La explicación de la psicopatología ha estado en el interés de algunas teorías, mismas que han
incluido uno o varios de los aspectos del Nivel Individual (subjetual) o han puesto su énfasis en
el contexto. Dependiendo de la elección teórica que se tenga será el recorte que se haga de la
etiología, ya sea recalcando lo individual o tomando en cuenta el contexto interaccional-
comunicacional. La elección psicoterapéutica incluirá aspectos del nivel individual (lo
intrapsíquico, cognoscitivo, conductual y corporal) o se situará en lo relacional contextual, (la
pareja, la familia o la red comunitaria).
Cada aproximación se articula con un sistema de reglas de manejo de sus elementos. Existen
concepciones cuya epistemología1 es lineal, esto es, se analizan los problemas en términos de
causa-efecto. Otras, sin embargo, se han planteado una manera sistémica o circular en la cual A
está causalmente enlazado a B, B a C, C a D y D. nuevamente a A. Las redes conceptuales se han
enriquecido con el cambio epistemológico, donde los fenómenos no son observados de manera
“neutra” sino que existe una relación entre el objeto y el sujeto. “El terapeuta no es alguien que
describe al sistema tal cual desde afuera sino alguien que co-construye al sistema del que él
también es participante, y más aun, el terapeuta mismo emerge como tal a través de esa
participación y del tipo de instrumentos conceptuales que usa, genera, co-genera en dicha
participación” (Packman, 1991).
Muchas veces la teoría con la que nos conducimos es ingenua o padece un eclecticismo poco
profundo, dado que se hace una sumatoria sin integrar las diferentes técnicas terapéuticas y sin
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Epistemología definida como “el intento de responder explícita o implícitamente a las preguntas básicas sobre el
conocimiento, sus procesos y mecanismos, sus límites y condiciones, su sujeto y su objeto” (Marcelo Packman,
Introducción. En H.V. Foerster, Las semillas de la Cibernética, México: Gedisa, 1991)

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respetar la construcción lógica interna de cada enfoque; se utilizan estrategias de intervención
que provienen de epistemologías lineales conjuntamente con propuestas sistémicas-circulares.
Muchos psicoterapeutas han sido formados con un collage técnico: psicodiagnóstico
proveniente de la psiquiatría, evaluaciones psicométricas relacionadas con la medición objetiva,
métodos de intervención provenientes de corrientes conductuales, de la guestalt o de la terapia
psicoanalítica, entre muchas otras.
Se ha planteado hasta ahora que implícita o explícitamente se actúa a partir de uno o más
modelos, generalmente sin reflexionar de dónde provienen las concepciones, cómo se han
formado o cuál es la red conceptual que las fundamenta. La idea central de la postura
constructivista (von Glaserfeld, 1988) es que, teniendo esta multiplicidad teórica, se reconozca
que todos y cada uno de los modelos son “mapas” del territorio pero no el territorio, esto es, que
la realidad de la problemática del síntoma o realidad-problema del paciente existe, pero la que la
manera de entenderlo y de manejarlo dependen del mapa teórico-terapéutico con el cual se esté
operando, y que coexisten también diversas maneras de lograr el cambio.
Packman (1991) lo plantea así: “El terapeuta no se preguntará más qué realidad encontramos
aquí, sino en qué sentido podemos (con las restricciones que la tradición de interacciones en la
que estamos participando ahora nos impide) promover la generación de realidades menos
restrictivas para nuestros pacientes en el dominio en que definamos su problemática”.

La Sabiduría de la Inseguridad
La enseñanza de la Psicología clínica se encuentra inmersa ya sea en el aprendizaje secuencial
de enfoques teóricos o en la centralización en uno de ellos como la propuesta psicoterapéutica
única, lo cual puede tener como consecuencia el dogmatismo o el eclecticismo. Esto es, se fuerza
la realidad a la teoría en el caso del primero, pues ninguna propuesta es una panacea y, si se
considera así, se pierde la riqueza que la propia complejidad de la realidad impone al cambio y
flexibilidad teórica. En el segundo, se abusa del empleo indiscriminado de modelos de
epistemología opuestas, los que no es posible mezclar en intervenciones terapéuticas espontáneas
sin planeación o análisis de cuál es el enfoque, o desde dónde se está planteando el problema.
La problemática subyacente a la elección de enfoque y tratamiento implica responder a las
siguientes preguntas: 1. ¿Qué tipo de Terapia?; 2. ¿Para qué tipo de persona?; 3. ¿Para cuáles
problemas?; 4. ¿Con qué combinaciones de técnicas?, y 5. ¿Con qué terapeuta?
En la actualidad no se tiene una respuesta clara que permita tomar decisiones fundamentales
en la investigación. El éxito terapéutico que cada enfoque ha argumentado tener con ciertos
problemas carece de una investigación sistemática que tenga la precisión requerida para conocer
qué recursos terapéuticos ó cuáles estrategias promueven con mayor eficiencia y rapidez el
cambio.
Enfrentados con una ciencia en desarrollo, donde el conocimiento es relativo y en la cual
continuamente surgen nuevos métodos y técnicas, de lo que sí se tiene seguridad es justamente de
que este es el estado actual del arte-ciencia que es la psicoterapia, lo cual obliga y demanda la
búsqueda y la definición, con la mayor claridad posible, de la perspectiva desde la cual se
enfoca el problema y se planea la estrategia de intervención.
Cada modelo tiene una propuesta para el aprendizaje de su técnica. La problemática se centra
(tomando en cuenta el caleidoscopio técnico) en la siguiente pregunta: ¿Cuál es el método para
dotar de habilidades terapéuticas a los futuros profesionales? Para aproximarnos a una respuesta,

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dos consideraciones son fundamentales: 1ª. La claridad en el mapa teórico desde el cual se va a
plantear la intervención, y 2ª. La vinculación de la teoría con la práctica.
La primera es básica, puesto que si se conoce el enfoque que se va a aplicar profundamente,
también se deben conocer sus límites y, además, habrá una buena definición de la técnica
terapéutica. La segunda plantea el fortalecimiento de las capacidades del terapeuta, su
flexibilidad y creatividad, al confrontarse con la realidad terapéutica con el apoyo y la
posibilidad de utilizar el equipo terapéutico para que lo guíe en la aplicación y manejo creativo
de sus recursos terapéuticos, en un primer momento, y para que lo capacite para la actividad
profesional al concluir su preparación.
Además se proponen dos momentos en el aprendizaje a ser tomados en consideración:
1o. Momento de la asimilación de la teoría y la adquisición de las habilidades terapéuticas.
En el momento de asimilación se pueden llevar a cabo técnicas de juegos de roles, análisis de
videos de casos clínicos, dramatizaciones o creación de videos de aplicación de una técnica
particular, para lo que debe emplearse todo aquello que garantice que el terapeuta en formación
pueda identificar sus recursos y desarrollar sus habilidades terapéuticas.

2o. Momento de la aplicación supervisada del manejo de la técnica.


La práctica supervisada permite un nivel intermedio en donde el terapeuta en formación aplica
la técnica terapéutica y su accionar es retroalimentado y guiado por el equipo terapéutico, de
manera tal que se haga posible monitorear el manejo (incluso apoyándose en programas de
computadora realizados para evaluar o dar seguimiento a los pasos de la técnica) que el terapeuta
está haciendo al aplicar el modelo terapéutico.
La enseñanza de la Psicología Clínica debe incorporar los avances que la informática y la
comunicación han tenido. El empleo del recurso de la videograbación, tanto para el ensayo de la
técnica como para el análisis de la actividad del terapeuta en la práctica, brinda una oportunidad
única para poder garantizar la adquisición de las habilidades profesionales de los futuros
psicoterapeutas.
Los psicoterapeutas se ven en la necesidad, a lo largo de su formación de aprender diversos
modelos de psicoterapia, los cuales provienen de epistemologías diferentes sin que exista una
sola manera de promover el cambio, o la eliminación del síntoma; lo único que debe normar el
accionar profesional de los psicoterapeutas, es la ética profesional y la responsabilidad social que
impone un conocimiento profundo de la teoría y la práctica supervisada de la técnica, de tal
modo que, sea cual fuere su orientación teórica, se garantice el bienestar del paciente y se asuma
la responsabilidad del resultado de la terapia. Como Frieda Fromm (1984), dice: “no hay malos
pacientes, hay malos terapeutas”.

Referencias Bibliográficas
Fromm-Riechman, F. Principios de Psicoterapia Intensiva. Barcelona: Paidos, 1984.
Kosick, K., Dialéctica de lo Concreto. México: Grijalbo, 1976
Lacan, J. “Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis”. En Escritos I,
México: Siglo XXI, 1976.

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Packman, M. “Introducción”. En von Foerster, H., Las semillas de la cibernética, Buenos
Aires: Gedisa, 1991.
Von Foerster, H., Las Semillas de la Cibernética. Buenos Aires: Gedisa, 1991.
Von Glaserfeld, E., “Introducción al constructivismo radical”. En Watzlawick, P. La
Realidad Inventada, Buenos Aires: Gedisa, 1988.
Watzlawick, P. “Prefacio” en Watzlawick, P., La realidad inventada, Buenos Aires:
Gedisa, 1988.

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1. ¿Cuál es la importancia del primer axioma de la comunicación y sus implicaciones para la
psicoterapia?
2. ¿En qué sentido el nivel relacional condiciona el nivel del contenido?
3. Describe qué es la comunicación analógica y qué es la comunicación digital y cuál es la
importancia de la diferenciación para el análisis en la psicoterapia.
4. Cuenta una historia desde cómo vería un problema el papá y cómo lo vería el hijo; analiza la
puntuación que cada uno tiene de la secuencia de los hechos.
5. Discute o explica que pasaría cuando hay una contradicción entre la comunicación analógica y
la digital.
6. ¿Cuándo puede volverse un problema la simetría en una relación.
7. Pon ejemplos de Relación Simétrica y complementaria.
8. Explica cómo este conocimiento sobre la comunicación cambia tu perspectiva (o la afecta) de
las relaciones con los demás.
9. Pon un ejemplo de un problema en el que hayas actuado de manera simétrica.

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