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Fama, fortuna y gloria: la perpetuidad en el tiempo de Alejandro Magno y sus obras.

"Busca, hijo mío, un reino igual a ti,

porque en Macedonia no cabes"

Filipo II de Macedonia

A lo largo de la historia de la humanidad, el hombre ha tenido el deseo incansable

de conquista, que le es inherente a su propia naturaleza. Hemos dominado la tierra mediante

diferentes técnicas de cultivo que han llevado al hombre a asentarse y comenzar el largo

trayecto de evolución como civilización. Hemos conquistado el mar, desde tiempos muy

remotos, donde las grandes metrópolis han visto su posibilidad de expansión y dominación

de pueblos más débiles. Hemos conquistado el aire, pudiendo volar, haciendo realidad uno

de los máximos sueños del hombre, desde tiempos mitológicos. Incluso, hemos conquistado

el espacio exterior, viendo ahora la posibilidad de mudar nuestra vida a otro planeta, en un

futuro lejano.

Las conquistas, también tienen nombre y apellido. Numerosos personajes han

pasado por nuestra historia, representando el deseo de una civilización llevando a cabo

sueños de expansión muy por fuera de su propio territorio. Personajes que han tenido

características propias de la región y época en la que vivieron. Cada uno de ellos, ha dejado

su marca imborrable en nuestra memoria, pasando a la historia, haciendo que sus nombres

vivan eternamente, justo como ellos mismos lo soñaron.

Un hombre ha sobrevivido más de dos mil trescientos años, siendo la inspiración de

muchos otros hombres que trascendieron en la Historia, sirviendo de modelo para un sin fin

de hazañas realizadas. Nunca pudieron ser superadas sus obras, ni su fama universal, ni

mucho menos su imponente nombre. Sus seguidores han reconocido siempre con profunda

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Fama, fortuna y gloria: la perpetuidad en el tiempo de Alejandro Magno y sus obras.

tristeza, no haber podido llegar a superarlo al menos en un aspecto de su gloriosa y corta

vida.

Ese es Alejandro Magno. Quien ha superado todos los sueños de su época y del

Hombre, en un período tan ínfimo dentro de la Historia Universal, conquistando todo lo que

se proponía, ganando cada batalla en la que participaba, cumpliendo una a una sus metas

pese a la adversidad. Llevando a mundos tan diferentes al suyo, su cultura y costumbres,

respetando y adoptando las autóctonas. La amalgama con aquellas civilizaciones superó los

límites del tiempo, perdurando aún hoy su incansable trabajo, muy pocas veces reconocido

por el Hombre contemporáneo. Su muerte fue el fin de un plan de expansión y

globalización que abarcaba tierras tan occidentales como la península itálica con una Roma

en pleno crecimiento, y Cartago, un pueblo guerrero por excelencia, con un poderío

marítimo insuperable. Su sueño de unión de todos los pueblos en Babilonia (curioso que no

haya elegido a su propia patria) había culminado. Pero, sus logros no serían olvidados. Sus

obras perduraron intactas dando lugar a otros procesos.

En cada rincón de su vasto Imperio, ha quedado el recuerdo de su grandísima obra.

El Iskander egipcio sobrevive en la ciudad de Alejandría, fundada por él mismo, en el año

331 a.C., y en las leyendas del Oasis de Siwa, donde fue declarado hijo de Zeus Amón.

Alejandría sigue en pie, siendo hoy uno de los puertos más importantes del Mediterráneo.

Por supuesto, la intensa búsqueda de su cuerpo embalsamado en estas tierras milenarias

continúa hasta nuestros días.

El Sikander indio, perdura en la antiquísima y misteriosa tribu Kalash que, según

sus habitantes, desciende de aquellos macedonios que han pasado a través del Hindu Kush,

en su travesía en busca del Océano y el fin del mundo. Curiosamente, su fisonomía y

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lenguaje, así como sus ritos y religión pagana, harían confirmar ésta sospecha, allí donde el

tiempo parece haberse detenido. Finalmente, el Megas Aléxandros o Alejandro Magno

grecorromano, está presente en muchos mas aspectos de nuestra vida de lo que creemos.

Esto se explica, gracias a la expansión del Helenismo.

Este joven Rey, con tan sólo veinte años, ascendió al poder de un reino que venía

ganando territorio a pasos agigantados. El peso de la responsabilidad, luego del brillante

periodo de su padre Filippos II como Rey de Macedonia, era mucha para su corta edad y

experiencia. No obstante, una brillante actuación en la Batalla de Queronea le había dado

cierto prestigio militar como líder de tropas.

Tal como lo había escrito Platón es su obra “La República”, encarnaba en su sola

persona todas las cualidades necesarias para ser un gran gobernante:

"La felicidad del mundo no estará asegurada hasta que el

poder político y la filosofía se concentren en la misma persona". 1

A Alejandro, le sentaban perfectamente éstas palabras. No sólo tenía habilidad

como estratega, como político, como líder de hombres en el campo de batalla, como

estadista y Rey. También era una persona culta, educada por el mejor maestro que su padre

podría haberle designado como tutor, el filósofo de Stagira, Aristóteles. Poseía

conocimientos de medicina, botánica, literatura y claro está, de filosofía. Aristóteles le

había inculcado el amor por la cultura griega. Es así, como Alejandro tuvo su inspiración en

una obra del reconocido Homero, La Iliada, de donde tomó la actuación de Aquiles como

musa inspiradora para su valentía en el campo de batalla. También tomó como modelo de

rey ideal a Ciro, el medo que unificó los reinos de Media y Persia, logrando un vasto
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PLATON, La República; Buenos Aires, Editorial Losada, 2005.

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imperio universal, dando origen a la dinastía Aqueménida. Su natural avidez de

conocimiento, lo llevó a interesarse desde joven por otras culturas.

Sus padres, Filippos II y Olimpia de Epiro, tuvieron una gran influencia en la

formación de su hijo, que fue educado siempre para ser el mejor. Su padre lo influenció en

el campo militar y político. Su madre en el religioso. Fue así, como él participaba en la

dirección de ceremonias religiosas, llegando a imbuirse realmente en la religión tradicional,

siendo tal vez esa la explicación del real convencimiento de su origen divino.

Sus batallas han quedado impresas en la memoria, sobre todo, de generales, reyes y

magistrados importantes, que han querido superar los logros militares y políticos que lo han

hecho tan célebre en la antigüedad. Y es que, nunca fue vencido por ningún rival, aún

estando en desventaja numérica. En cada batalla aplicó una táctica diferente que lo llevó al

triunfo de manera brillante. Siempre ha conservado su posición en la vanguardia,

poniéndose casi a la altura de cualquier soldado raso: cualquier militar que aspire a la

gloria, admiraría a alguien como Alejandro.

Julio Cesar, Octaviano Augusto, Caligula, Napoleón, entre otros, han respetado a

este gran Rey, incluso queriendo imitar por completo su persona. Caligula, un emperador

romano de la era post cristo, recordado por su poco juicio al actuar, admiraba

profundamente a Alejandro, a tal punto que robó su coraza y la usó. En cuanto a Augusto,

fundador del Imperio Romano, existe la leyenda alrededor de su persona, que cuenta como

fue a visitar su tumba, dejándole una corona de oro digna de un Rey. Cuando un lugareño le

sugirió visitar la tumba de Ptolomeo, éste le respondió: “Lo que deseaba era ver a un rey,

no cadáveres”2. Julio Cesar, un emblemático romano, reconocido a lo largo de la historia

casi al mismo nivel que Alejandro Magno, tiene en su haber también una leyenda en torno a
2
SUETONIO, Vida de los doce Cesares; Barcelona, Editorial Juventud, 1996

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su tristeza, por no haber podido superar la grandeza del macedonio. Para este hecho, hay un

fragmento en la biografía de Julio Cesar, escrita por el historiador Plutarco:

"Se ha dicho que en otra ocasión, cuando libre de

los negocios en España, después de leer algunas

partes de la historia de Alejandro, él se sentó

un gran rato muy meditabundo, y al final rompió

en lágrimas. Sus amigos estaban sorprendidos,

y le preguntaron la razón de ello. '¿Piensas',

dijo él, 'que yo no tengo causa para llorar,

cuando considero que Alejandro a mi edad había

conquistado tantas naciones, y yo en este tiempo

no he hecho nada que sea tan memorable'?".3

Un ser tan extraordinario como Alejandro, con visión, con juventud, con valentía,

con fama, con el amor de su ejército, sus compatriotas y conquistados, con fortuna, con

aciertos políticos, de hermoso aspecto, candidez en su trato, fue modelo de muchos, pero

estigma de otros.

El Rey de Macedonia ha llevado a casi todo el mundo conocido la cultura e idioma

griego y, a su vez, ha abierto a la civilización del Mediterráneo un mundo muy poco

conocido, cambiando para siempre el rumbo de nuestra historia. Es impensable un presente

como el nuestro sin sus campañas. Abrió caminos entre Oriente y Occidente, fusionando

ambas culturas en una súper cultura que abarca lo mejor de cada una de ellas. Él mismo

adoptó costumbres persas e indias, muy a pesar de sus compatriotas, rompiendo

3
PLUTARCO, Alejandro Magno y Julio Cesar: Vidas paralelas; Madrid, Editorial Edad, 1999

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inteligentemente brechas que separaban a ambas civilizaciones. Nunca entendieron la

verdadera finalidad de Alejandro, que estuvo muy lejos de olvidar su propio origen.

El respeto de Alejandro hacia los mundos desconocidos que conquistaba, se deja

entrever en numerosas leyendas y textos antiguos, donde él dejaba expresada su aberración

ante el desprecio por parte de sus hombres hacia los mal llamados “bárbaros”. Prueba de

esto, es el discurso que dio frente a sus hombres en Opis, en el año 324 a.C., poco antes de

su deceso:

“No hago distinción entre griegos y bárbaros.

El origen de los ciudadanos, o la raza dentro de la

que han nacido no me conciernen. Yo solo sigo

el criterio por el cual distingo su virtud”. 4

Esta igualdad de trato para con el conquistado, ha despertado el amor por parte de

muchos que lo recibieron como a un Rey salvador. Incluso, es famosa la leyenda que dice

que Sisigambis, la madre de Darío III, rey persa antes de la conquista de Alejandro, lo

amaba tanto como a un hijo, que el día que le comunicaron su muerte, se volteó hacia una

pared, sin comer y sin beber, hasta morir de dolor.

Luego de su muerte, con el comienzo de la época Helenística, los diadocos,

herederos políticos de Alejandro, abrieron una era de luchas sucesorias que ha culminado

con el establecimiento de reinos aislados y poderosos de origen helénico, en tierras asiáticas

y africanas. Claro ejemplo de ello es la poderosa dinastía Lágida, fundada por Ptolomeo,

general macedonio de Alejandro, que al morir éste, se hizo cargo de la gobernación de

4
KOSTOPOULOU, Eleni, The “oath” of Alexander the Great [en línea], 16-03-2006 [28-12-2008],
Friendship Online.

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Egipto. Sólo el poderío romano pudo destruir una dinastía helena tan bien arraigada, no sin

dar antes batalla, con la famosa reina heleno-egipcia, Cleopatra VII.

Mediante ésta fusión de culturas orientales y mediterráneas, provenientes de la

península helénica, es que se conforma el cristianismo como dogma religioso. Por lo que

podemos afirmar que, Alejandro con sus conquistas e intercambio cultural, sentó las bases

para la constitución, siglos después, del cristianismo, la religión con más adhesión e

influencia luego del momento cero. Y es que ésta religión, que marca un antes y un después

en la historia occidental, habiendo nacido justamente en el polo contrario, posee una fuerte

influencia griega en lo que respecta a corrientes filosóficas (neoplatonismo de Plotino,

estoicismo, epicureismo, etc.). Las ideas de salvación, juicio final, resurrección,

inmortalidad del alma y amor son aportes introducidos por los griegos. Gracias a esa

expansión cultural durante el reinado de Alejandro, se puede decir que el cristianismo ha

tomado numerosas enseñanzas de Grecia.

La influencia filosófica griega se deja ver hasta el Siglo XXI, que sigue siendo

estudiada y analizada, y posee un grado de adeptos cada vez mayor. Es que estos

pensadores, que han pasado a la Historia por su gran brillantez, siguen tan vigentes como en

su época. Esto se debe también, al aporte cultural que Alejandro hizo en sus campañas, y

que continuaron sus sucesores. Asimismo, el idioma griego fue absorbido en Oriente de

manera tal, que los intentos de Roma en su Era de imperialismo por imponer el latín como

idioma de Imperio, fueron en vano. Tuvieron que aceptar ésta realidad, decretando el latín y

el griego como idiomas oficiales: el fantasma de Alejandro sobrevivía a través de los siglos.

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El modelo de ciudad, la polis griega, fue llevado a la práctica en los territorios

conquistados, ya que, para el griego, era el único e imprescindible medio de desarrollo de

los hombres.

Su obra fue un éxito. En lo que concierne a planes futuros de conquista, sus sueños

murieron con él aquel 13 de Junio de 323 a.C. Sus sucesores estuvieron más ocupados en

repartirse las grandes riquezas y extensos territorios, que en continuar el sueño de

Alejandro, que podría haberlos llevado a una mayor expansión. Pero la codicia y la

ambición ante la oportunidad de ocupar el lugar del gran Rey, cegó hasta a sus más fieles

seguidores. Lo que nos da la pauta que, mas allá de los sacrificios compartidos, el esfuerzo

colectivo y el aporte de todos sus seguidores, Alejandro era el verdadero sostén del Imperio.

Que nunca, a pesar de tener el mundo a sus pies, se valió de esto para sacar provecho.

Su vida tiene momentos brillantes, pero también oscuros. La quema del palacio de

Persépolis, la muerte de su amigo Clito, las noches de borracheras, la adopción de la

prokynesis o postración total, tan repudiada entre los macedonios. Se podía ver a un

Alejandro brillante, misericordioso, amigo fiel, sensible. Pero también se sabe de sus actos

despiadados y de su poco control sobre sí mismo y las situaciones que debía afrontar. ¿Se

puede entender a un joven de tan solo 27 años, con la responsabilidad de un extenso

Imperio en sus manos?

A pesar del tiempo transcurrido, Alejandro sigue despertando admiración entre sus

miles de seguidores y adeptos a su historia y vida. Arqueólogos e historiadores siguen en

busca de nuevos descubrimientos en torno a su persona, lanzando numerosas hipótesis

acerca de la localización de su cuerpo, motivados por el enorme misterio que genera su vida

gracias a sus actos heroicos.

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Las huellas del increíble pasado que nos han dejado nuestros ancestros, difundido en

su increíble obra, siguen hasta el día de hoy, latentes en cada aspecto de nuestra vida

cotidiana. Las lenguas latinas han incorporado numerosas palabras del léxico griego. Los

aportes dados a la medicina, astronomía, matemática, física, arquitectura, deporte, filosofía,

entre otras disciplinas, salen a la luz si analizamos el origen de cada una de ellas. Todo se

debe, a que él tuvo la inteligencia suficiente, para exportar toda la genialidad griega fuera de

sus fronteras, haciendo de ésta, la madre de todas las ciencias y el origen de una evolución

que estaba destinada a no tener final. Si en la actualidad nos consideramos herederos de un

pasado greco – romano, es debido no a su expansión territorial, si no cultural. Suele

reconocerse en Alejandro a un conquistador de grandes territorios, pero muy pocas veces se

reconoce en él a un predicador, en primer término, de la cultura helénica. Esa fue su mayor

virtud, la que lo distinguió de otros conquistadores.

Alejandro es, sin duda una figura atrayente. Físicamente bello, Rey de un país

poderoso, rodeado de misterios en torno a su origen divino, joven y exitoso, un temerario

capaz de enfrentarse a todos los miedos del ser humano, incluida la muerte. Generó, y

genera en los jóvenes de todas las generaciones a lo largo de la historia, una atracción que

ningún otro personaje ha logrado. Su vida, nos lleva a la imaginación, a la admiración de un

hombre que fue capaz de salir de su patria a recorrer el mundo, con un contingente tan

reducido, y enfrentarse a los más grandes retos nunca antes vistos. Fue, es, y será, la

inspiración de todo aquel que ansía cumplir un gran sueño, pese a todas las adversidades.

Nos deja una enseñanza importante: no importa cuan poderoso haya sido, siempre respetó

los derechos del ser humano como tal, su religión, sus costumbres, su idiosincrasia, sin

hacer distinción de raza ni color de piel. Para su época, para su origen, fue un visionario y

un ser que salía por fuera de toda regla. En estos tiempos donde el imperialismo es

condenado, debe entenderse el contexto en el que él vivió y, en base a eso, ver cuan distinto

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fue del resto de sus contemporáneos. Y es por esa ideología, que comenzó a contar con

numerosos enemigos, ya que para los preceptos de la época, no estaba obrando bien. Pensar

que un griego podía estar al mismo nivel que un bárbaro, era algo impensado.

Hoy en día, su figura sigue vigente. Por medio de numerosas obras literarias y

películas, su vida y obra llegan a nosotros, invitándonos a conocer su historia, y la del

entorno en la que sucedió su grandiosa y corta existencia.

Da la sensación, de que ese Alejandro, que vivió hace dos milenios y tres siglos

atrás, nunca murió, sino que se perpetuó en el tiempo, para nunca ser olvidado. Parece ser,

que su máximo deseo, contra el que luchó toda su vida, se concretó a la perfección. El

miedo a la muerte, el deseo de perdurar a través de los siglos, fueron superados. La batalla

más importante, fue ganada: la inmortalidad.

“Es hermoso vivir con valor, y morir

dejando tras de si, fama imperecedera”5

ALEJANDRO III DE MACEDONIA “EL GRANDE”

5
RENAULT, Mary, Alejandro Magno; Buenos Aires, Editorial Edhasa, 2004

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