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Discapacidad intelectual
Definición y niveles: La discapacidad intelectual es un trastorno del
neurodesarrollo.
El término «retraso mental», utilizado anteriormente, ha adquirido un estigma
social indeseable, por lo que los profesionales de la salud lo han reemplazado por
el término «discapacidad intelectual».
La discapacidad intelectual (DI) no es un trastorno médico específico, como lo son
la neumonía o la faringitis, y tampoco es un trastorno de la salud mental. Las
personas afectadas tienen un funcionamiento intelectual significativamente bajo, lo
que limita su capacidad para afrontar una o más actividades de la vida diaria
(habilidades adaptativas) de tal manera que requieren ayuda permanente. Las
habilidades adaptativas se pueden clasificar en varias áreas, las personas con
discapacidad intelectual presentan diferentes grados de deterioro que pueden ir
desde de leves a profundos, se presentan a continuación:
Discapacidad intelectual leve.
Se incluye en la misma al alumnado cuya puntuación en CI, sin llegar a 55 – 50,
se sitúa por debajo de 75 – 70 (unas 2 desviaciones típicas por debajo de la
media, con un error de medida de aproximadamente 5 puntos).
Acerca de ese tramo límite por arriba, en el DSM-5 se indica que se podría
diagnosticar discapacidad leve con un cociente intelectual entre 70 y 75 si existe
déficit significativo en conducta adaptativa, pero no cuando no exista.
El alumnado con discapacidad intelectual leve supone, aproximadamente, un 85%
de los casos de discapacidad intelectual. Por lo general, suelen presentar ligeros
déficits sensoriales y/o motores, adquieren habilidades sociales y comunicativas
en la etapa de educación infantil y adquieren los aprendizajes instrumentales
básicos en la etapa de educación primaria.
Escala de gravedad de la discapacidad intelectual leve. DSM 5.
Discapacidad intelectual moderada.
Se incluye en la misma al alumnado cuya puntuación en CI se sitúa en el intervalo
de CI entre 55 – 50 y 40 – 35. La conducta adaptativa de este alumnado suele
verse afectada en todas las áreas del desarrollo. Suponen alrededor del 10% de
toda la población con discapacidad intelectual. El alumnado con este tipo de
discapacidad suele desarrollar habilidades comunicativas durante los primeros
años de la infancia y, durante la escolarización, puede llegar a adquirir
parcialmente los aprendizajes instrumentales básicos. Suelen aprender a
trasladarse de forma autónoma por lugares que les resulten familiares, atender a
su cuidado personal con cierta supervisión y beneficiarse del entrenamiento en
habilidades sociales.
De la Llave Martínez Luis Enrique
Universidad Regional del Sureste
Facultad de Psicología
Psicología de la Educación especial
muestran un nivel bajo para su edad, se les aplican otras pruebas más formales y
específicas.
Pruebas formales
La prueba formal consta de tres partes:
Entrevistas con los padres
Observaciones del niño
Cuestionarios en los que se compara el rendimiento del niño con el obtenido por
muchos otros niños de la misma edad (cuestionario con normas de referencia).
Algunas pruebas, como el test de inteligencia de Stanford-Binet y la Escala de
inteligencia de Wechsler para niños-IV (test de WISC-IV, por sus siglas en inglés),
miden la capacidad intelectual. Otras, como las Escalas de conductas adaptativas
de Vineland, valoran áreas tales como la comunicación, las habilidades de la vida
diaria y las destrezas sociales y motrices. Generalmente, estas pruebas formales
comparan la capacidad intelectual y social del niño con el segmento de población
de su misma edad. Sin embargo, los niños con un origen cultural diferente, los que
proceden de familias que no hablan el idioma del país y los que tienen una
posición socioeconómica muy baja son más propensos a obtener un resultado
bajo en estas pruebas. Por esta razón, el diagnóstico de discapacidad intelectual
requiere que el médico integre los datos de la prueba con la información obtenida
de los padres y con una observación directa del niño. Un diagnóstico de
discapacidad intelectual es oportuno solo en los casos en que tanto la capacidad
intelectual como la adaptativa están significativamente por debajo del promedio.
Identificación de la causa
Los recién nacidos con malformaciones físicas u otros síntomas sugestivos de una
afección asociada a discapacidad intelectual suelen necesitar pruebas de
laboratorio para ayudar a detectar los trastornos metabólicos y genéticos.
Se realizan pruebas de diagnóstico por la imagen, como la resonancia magnética
nuclear (RMN), para detectar problemas estructurales en el cerebro. El
electroencefalograma (EEG), que registra la actividad eléctrica del encéfalo, se
usa para valorar la posibilidad de convulsiones en el niño.
El análisis cromosómico, incluyendo el análisis de micromatrices cromosómicas,
los análisis de orina y de sangre y las radiografías óseas también ayudan a
descartar otras causas sospechadas de discapacidad intelectual.
Algunos niños con retraso en el aprendizaje del lenguaje y en el dominio de las
habilidades sociales tienen enfermedades diferentes de la discapacidad
intelectual. Por lo general, se lleva a cabo una evaluación auditiva, ya que los
problemas de audición afectan al desarrollo social y del lenguaje.
De la Llave Martínez Luis Enrique
Universidad Regional del Sureste
Facultad de Psicología
Psicología de la Educación especial